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Código Moral Aplicable al Sistema Financiero David Francisco Camargo Hernández

David Francisco Camargo Hernández. Nacionalidad Colombiano.


Escritor, humanista y economista con especialización, maestría y
doctorado. Artista plástico. Inventor. Guionista. Becario de
universidades europeas. Director Fundación Sueños de Escritor y
ediciones Dafra. Premios literarios y académicos en los años 2001-
2005-2008-2010-2016-2017 en eventos internacionales. Profesor de
posgrado. Investigador CVLAC Colciencias. Conferencista
internacional basando los temas en sus propios libros. Propende
por una economía «más humana, más igualitaria, capaz de
contribuir a mejorar la calidad de vida de la comunidad». En 2010
algunas de sus publicaciones fueron traducidas a varios idiomas.
Una de las más destacadas se titula: “cómo regionalizar el país”. Y
por «su sobresaliente trayectoria literaria y pensamiento
comprometido con los problemas de la cotidianidad».

El sistema financiero desde el punto de vista moral debe estar orientado hacia la búsqueda
de confianza, eficiencia y el bienestar social.
Debe contar con un marco normativo que proporcionen consistencia a las decisiones de los
agentes financieros para que no se presenten problemas de asimetría de información
derivados de la transferencia de responsabilidades en cuanto a la evaluación del riesgo,
haciendo que se produzca un aumento de cartera de baja calidad y la pérdida de una
relación ética y duradera con los clientes.
Cuando el sistema financiero se encuentra en riesgo de liquidez busca el apoyo de los
gobiernos para evitar pérdidas, lo que se constituye en un acto inmoral, ya que por un lado
se beneficia y por el otro restringe y condiciona los préstamos a quienes lo requieren.
Eso me hace acordar de la parábola del deudor que no perdona: “un rey que decidió poner
al día las cuentas con los siervos que le habían pedido prestado dinero. En el proceso, le
trajeron a uno de sus deudores que le debía muchas monedas de plata y no tenía como
pagar, así que el soberano ordenó que lo vendieran junto con su esposa, sus hijos y todo lo
que poseía para pagar la deuda.
El hombre cayó de rodillas y le suplicó: “Por favor, tenme paciencia y te lo pagaré todo”.
Entonces el rey sintió mucha lástima por él, lo liberó y le perdonó la deuda, pero cuando el
hombre salió de su presencia, fue a buscar a un compañero siervo, que le debía unas pocas
monedas de plata y lo tomó del cuello exigiéndole que le pagara de inmediato.
El compañero se postró de rodillas ante él y le rogó que le diera un poco más de tiempo.
“Ten paciencia conmigo, y yo te pagaré”, le suplicó, pero el acreedor no estaba dispuesto a
esperar. Hizo que lo arrestaran y lo pusieran en prisión hasta que pagara toda la deuda.
Sin embargo, la parte final de la parábola no se aplica al sistema financiero, ya que cuando
el gobierno se entera de una inminente bancarrota, llama a quienes propician con sus
acciones especulativas pérdidas financieras y, en lugar de sancionarlos propicia rescates
financieros.
Así es el sistema financiero mundial que no apoya a quien lo requiere (pequeñas y
medianas empresas), pero cuando sus actividades se ven afectadas negativamente busca
solidarizar sus obligaciones con los clientes y los Estados.

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