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Artículo 18
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia,
así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colec-
tivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el
culto y la observancia.
Artículo 18
1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión; este derecho incluye la libertad de tener o de adoptar la religión
o las creencias de su elección, así como la libertad de manifestar su religión o
sus creencias, individual o colectivamente, tanto en público como en privado,
mediante el culto, la celebración de los ritos, las prácticas y la enseñanza.
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Artículo 6
De conformidad con el artículo 1 de la presente Declaración y sin perjuicio de lo
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Artículo 14
1. Los Estados Partes respetarán el derecho del niño a la libertad de pensa-
miento, de conciencia y de religión.
2. Los Estados Partes respetarán los derechos y deberes de los padres y, en
su caso, de los representantes legales, de guiar al niño en el ejercicio de su
derecho de modo conforme a la evolución de sus facultades.
3. La libertad de profesar la propia religión o las propias creencias estará sujeta
únicamente a las limitaciones prescritas por la ley que sean necesarias para
proteger la seguridad, el orden, la moral o la salud públicos o los derechos
y libertades fundamentales de los demás.
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Artículo 5
Al aplicar las disposiciones del presente Convenio:
a) Deberán reconocerse y protegerse los valores y prácticas sociales, culturales,
religiosos y espirituales propios de dichos pueblos y deberá tomarse debi-
damente en consideración la índole de los problemas que se les plantean
tanto colectiva como individualmente;
(…)
Artículo 13
1. Al aplicar las disposiciones de esta parte del Convenio, los gobiernos deberán
respetar la importancia especial que para las culturas y valores espirituales
de los pueblos interesados reviste su relación con las tierras o territorios, o
con ambos, según los casos, que ocupan o utilizan de alguna otra manera,
y en particular los aspectos colectivos de esa relación.
(…)
Artículo 2
1. Las personas pertenecientes a minorías nacionales o étnicas, religiosas y
lingüísticas (en lo sucesivo denominadas personas pertenecientes a mino-
rías) tendrán derecho a disfrutar de su propia cultura, a profesar y practicar
su propia religión, y a utilizar su propio idioma, en privado y en público,
libremente y sin injerencia ni discriminación de ningún tipo (…).
Artículo 4
(…) 2. Los Estados adoptarán medidas para crear condiciones favorables a fin
de que las personas pertenecientes a minorías puedan expresar sus carac-
terísticas y desarrollar su cultura, idioma, religión, tradiciones y costum-
bres, salvo en los casos en que determinadas prácticas violen la legislación
nacional y sean contrarias a las normas internacionales.
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La libertad de religión está consagrada por los cuatro instrumentos que forman el
principal marco de referencia de este libro. Este derecho tiene dos dimensiones.
La primera, que consiste en el derecho a profesar o adherirse a una religión y
el derecho de cambiarla por otra, es uno de los pocos derechos fundamentales
que es absoluto, es decir, que no admite restricción o injerencia alguna. La otra
dimensión de esta libertad comprende el derecho a manifestar y practicar la re-
ligión tanto en público como en privado. El artículo 18.3 del PIDCP, así como el
artículo 12.3 de la Convención Americana, disponen que el derecho de practicar
una religión está sujeta a restricciones destinadas a proteger ciertos bienes jurí-
dicos, siempre que se respeten los principios de legalidad y necesidad. Los bienes
jurídicos que permiten restringir el ejercicio de la libertad de religión, según estos
artículos, son la seguridad, el orden, la salud o la moral pública, y los derechos
y las libertades fundamentales de las demás personas.
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1 El párrafo 3 de la Observación General No. 22 parece indicar que el Comité de Derechos Humanos sus-
cribe esta interpretación.
2 Naciones Unidas, Eliminación de todas las formas de intolerancia y discriminación fundadas en la reli-
gión o las convicciones, serie de estudios 2, 1989.
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3 Naciones Unidas, Relator Especial de la Comisión de Derechos Humanos, A/56/253, párr. 100. El Rela-
tor utiliza la expresión “grandes religiones”, concepto que la Relatora Especial da a entender, en el párrafo
221 ii) del Estudio publicado en 1989, puede contribuir a discriminación contra otras religiones.
4 Ibídem, párr. 101.
5 Naciones Unidas, Relator Especial de la Comisión de Derechos Humanos, Informe del Relator Especial
para 2003, E/CN.4/2003/66, párr. 131.
6 Ídem.
7 Naciones Unidas, Relator Especial de la Comisión de Derechos Humanos, Informe del Relator Especial
para 2002, E/CN.4/2002/73, párr. 144 c).
8 Ibídem, párr. 151 (traducción propia).
9 Apéndice al Informe del Relator Especial para 2002. La Conferencia fue convocada para marcar el vigé-
simo aniversario de la adopción de la Declaración sobre la eliminación de todas las formas de intolerancia
y discriminación fundadas en la religión o las convicciones.
10 Ídem.
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11 La importancia de estos vínculos es reconocida por el Informe de 1989 (supra), párr. 22.
12 Para efectos del presente capítulo, las referencias a “la Relatora Especial” se refieren a la Relatora sobre la
eliminación de todas las formas de intolerancia y discriminación fundadas en la religión o las conviccio-
nes, de la Subcomisión que elaboró el estudio sobre la materia publicado en 1989, mientras que las refe-
rencias al “Relator Especial” o al “Relator Especial de la Comisión (hoy Consejo) de Derechos Humanos”,
sin más, se refieren al Relator sobre la eliminación de todas las formas de intolerancia y discriminación
fundadas en la religión o las convicciones nombrado por la Comisión (hoy Consejo) de Derechos Huma-
nos en 1987 para preparar informes anuales sobre la aplicación de la Declaración de 1981 respecto a la eli-
minación de todas las formas de intolerancia y discriminación fundadas en la religión o las convicciones.
13 Comité de Derechos Humanos, Observación General No. 22, párr. 3.
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14 Ibídem, párr. 5.
15 Comisión de Derechos humanos, Relator Especial, informe de 1989, párr. 22.
16 Comisión de Derechos Humanos, Relator Especial, Informe sobre una visita a Argelia, E/CN.4/2003/66/
Add.1, párr. 150.
17 Comité de Derechos Humanos, Observación General No. 22, párr. 5.
18 Comité de Derechos Humanos, Observaciones finales sobre el informe de Georgia, A/57/40, párr. 17
(2000).
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19 Comisión de Derechos Humanos, Relator Especial para el Sudan, E/CN.4/1994/48, párr. 80.
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22 Comité de Derechos Humanos, Observación General No. 22, párrs. 9 y 10. Véanse también las Observa-
ciones finales sobre el informe de Irán, A/48/40, párr. 269 (1993).
23 Comisión de Derechos Humanos, Relatora Especial, Informe de 1989 (supra), párr. 89.
24 Comité de Derechos Humanos, Observaciones finales sobre el informe de Argentina, A/56/40, párr. 16.
La posición del gobierno está resumida en el párr. 56 del informe del Relator Especial de la Comisión de
Derechos Humanos encargado del tema, sobre su visita a la Argentina, E/CN.4/2002/73, Add.1.
25 Comité de Derechos Humanos, caso Delgado Páez c. Colombia, párr. 5.8 (1990). Luego el maestro aban-
donó el país debido a amenazas y a una agresión presuntamente motivada por sus creencias religiosas y
su conflicto con las autoridades episcopales, y perdió su empleo por “abandono” de sus funciones, hechos
que el Comité de Derechos Humanos consideró violatorios de los artículo 25.c y 26 del PIDCP (véase el
capítulo 12).
26 Comité de Derechos Humanos, Observaciones finales sobre el informe de Costa Rica, A/49/40, párr. 158.
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i. La Declaración de 1981
Cabe destacar que el listado anterior no es taxativo y que las actividades men-
cionadas pueden estar vinculadas tanto a las creencias y convicciones no deístas
como a las religiones. La Relatora sobre la intolerancia y discriminación considera
que la Declaración establece obligaciones vinculantes y ha señalado que: “Un
aporte particularmente importante de la Declaración al ordenamiento jurídico
internacional lo constituye, sin lugar a dudas, la enumeración que hace en su
artículo 6 de las libertades que especifican la libertad genérica de pensamiento,
de conciencia, de religión y de convicciones”.27
27 Comisión de Derechos Humanos, Relatora Especial, Informe de 1989 (supra), párrs. 200 y 211.
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La relación entre religión y acción social fue abordada por la CIDH en un informe
elaborado hace más de dos décadas. La parte pertinente de su análisis incluye
lo siguiente:
Es probable que los ataques contra la Hermana Ortiz hayan tenido como
objetivo castigarla y truncar sus actividades religiosas como misionera de
la Iglesia y su labor con los grupos indígenas de Huehuetenango, así como
su asociación con miembros del GAM. Además, debido a la vigilancia,
amenazas, secuestro, tortura y violación de que fue objeto, regresó a los
38 Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Informe sobre la situación de los derechos
humanos en Cuba, 1983, párrs. 10-12. Cabe señalar que esta doctrina fue elaborada en el marco de la
Declaración Americana.
39 Ibídem, párr. 42.
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Por último, cabe recordar que la CIDH ha insistido en que el Estado y sus
agentes deben asumir una postura de “absoluta neutralidad” frente a rivalida-
des o controversias entre una religión y otra, o una corriente y otra dentro de la
misma religión.42
40 CIDH, caso Ortiz c. Guatemala, párr. 119 (1996).
41 CIDH, caso Riebe Star y otros c. México, párrs. 102, 103 y 105 (1999). Véase también el Informe sobre
la situación de los derechos humanos en El Salvador, 1978, pp. 119 y 152-153 (citado en el caso de los
Jesuitas, párr. 168, 1999); Informe sobre la situación de los derechos humanos en Nicaragua, 1978, p. 74;
Informe sobre la situación de los derechos humanos en Bolivia, 1981, p. 114; Informe Anual 1982-1983, p.
20 (Guatemala); y el Informe sobre la situación de los derechos humanos en Guatemala, 1983, párr. 6.
42 CIDH, Informe sobre la situación de los derechos humanos en Guatemala, 1983, párr. 5. Véase también
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51 Consejo de Derechos Humanos, Informe provisional de la Relatora Especial sobre la libertad de religión
o de creencias, A/63/161, 22 de julio de 2008, párrs. 69 y 70.
52 Comisión de Derechos Humanos, Relatora Especial, Informe de 1989 (supra), párr. 41.
53 Comité de Derechos Humanos, caso Ross c. Canadá, párrs. 4.2 a 4.4 (2001).
54 Ibídem, párr. 4.3.
55 Ibídem, párr. 11.7.
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para minimizar las consecuencias negativas del traslado para el maestro.56 En tales
circunstancias, el Comité consideró su traslado como necesario para la protección
del “derecho y libertad de los niños judíos a disfrutar de un sistema escolar libre de
sesgos, prejuicios e intolerancia”, y compatible con el PIDCP.57
En un Informe presentado por la Relatora Especial sobre la libertad de reli-
gión o de creencias, se señaló una serie de criterios generales con el fin de evaluar
en el marco de los derechos humanos las restricciones y prohibiciones al porte de
símbolos religiosos. La relatora estableció dos tipos de indicadores para determinar
si ciertos actos legislativos y/o administrativos resultan contrarios a la normativa
internacional, o si por el contrario, por su forma neutral de ser redactados por sí
solos no contravienen esta normativa:
a) Indicadores agravantes
• La limitación equivale a la anulación de la libertad de la persona, hombre
o mujer, de manifestar su religión o creencias.
• El propósito de la restricción es o resulta en discriminación abierta o
diferenciación disimulada según la religión o creencias de que se trate.
• La limitación a la libertad de manifestar la religión o las creencias con el
fin de proteger la moral se basa en principios derivados exclusivamente
de una sola tradición.
• Las excepciones a la prohibición de llevar símbolos religiosos están adaptadas,
expresa o tácitamente a la religión o creencias predominantes o asumidas.
• En la práctica, los organismos del Estado aplican una restricción impuesta de
manera discriminatoria o con fines discriminatorios, por ejemplo, aplicada
arbitrariamente a determinadas comunidades o grupos, como las mujeres.
• No se tienen en cuenta debidamente rasgos específicos de las religiones o
creencias; por ejemplo, una religión que prescribe determinado atuendo
parece verse más profundamente afectada por una prohibición general
que otra religión o creencias que no den particular importancia a esto.
• El recurso a métodos coercitivos y sanciones aplicados a los particulares
que no desean llevar una vestimenta religiosa o símbolo especificado que
se considera sancionado por la religión. Esto comprendería las disposi-
ciones legislativas o políticas estatales que permiten a los particulares,
los padres de familia incluidos, recurrir a presión indebida, amenazas
y violencia para que se observen las normas.
b) Indicadores neutrales
• El lenguaje de la restricción o prohibición es neutro y de aplicación general;
• La aplicación de la prohibición no pone de manifiesto incoherencias
o parcialidad con respecto a determinadas religiones u otras minorías o
grupos vulnerables;
• Dado que en las tarjetas de identidad, por definición, es preciso que el
portador pueda ser debidamente identificado, parecen legítimas ciertas
restricciones proporcionales sobre los tocados que se pueden llevar en
la cabeza al tomarse las fotografías, si el Estado dispone una adaptación
razonable a la manifestación de la religión de la persona;
• La injerencia es decisiva con el fin de proteger los derechos de las mu-
jeres, minorías religiosas o grupos vulnerables;
• También en determinadas situaciones se puede considerar legítimo
contemplar las distintas situaciones según la vulnerabilidad que se
aprecie en los interesados; por ejemplo, a fin de proteger a los escolares
de corta edad o la libertad de los padres o tutores de velar por que sus
hijos reciban una instrucción religiosa y moral acorde con sus propias
convicciones.58
(…) se considera que los escolares son vulnerables por su edad, falta de
madurez y obligatoriedad de la enseñanza. Además, también se aducen los
derechos de los padres para justificar la limitación de la libertad positiva de
los maestros de manifestar su religión o creencias. En todos los actos que
afecten a los niños, su superior interés será la consideración primordial.
Los estudiantes universitarios, sin embargo, suelen ser mayores de edad
y se considera que en general son menos influenciables que los escolares y,
habitualmente, los derechos de los padres ya no entran en juego.59
Finalmente determinó:
69 Comité de Derechos Humanos, caso Yeo-Bum Yoon y Myung-Jin Choi c. Republica de Corea (2006),
párr. 8.3.
70 Ibídem, 8.4.
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71 Comité de Derechos Humanos, Observación General No. 22, párr. 6. Véase también Comité de Derechos
Humanos, Hartikainen c. Finlandia, párrs. 10.4-10.5 (1981).
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ii. Los derechos de los padres y los niños en materia de religión y conciencia
72 Comité de Derechos Humanos, caso Unn y Ben Leirvåg y su hija Guro, Richard Jansen y su hija Maria, la
Sra. y el Sr. Birgit y Jens Orning y su hija Pia Suzanne, y la Sra. Irene Galåen y el Sr. Edvin Paulsen y su
hijo Kevin Johnny Galåen c. Noruega (2004), párrs. 14.6 y 14.7.
73 Observaciones Finales del Comité de Derechos del Niño, Costa Rica (2005). párr. 26.
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Los Estados Partes respetarán las responsabilidades, los derechos y los de-
beres de los padres o, en su caso, de los miembros de la familia ampliada o
de la comunidad, según establezca la costumbre local, de los tutores u otras
personas encargadas legalmente del niño de impartirle, en consonancia
con la evolución de sus facultades, dirección y orientación apropiadas para
que el niño ejerza los derechos reconocidos en la presente Convención.74