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No te equivoques conmigo. Creo que puedo serte más útil de lo que piensas y muy
pronto te lo demostraré. Dame una bolsa, un abrigo elegante y unas botas de mi talla,
que yo me encargo de todo.
El joven le regaló lo que le pedía porque al fin y al cabo no era mucho y el gato puso
en marcha su plan. Como todo minino que se precie, era muy hábil cazando y no le
costó mucho esfuerzo atrapar un par de conejos que metió en el saquito. El abrigo
nuevo y las botas de terciopelo le proporcionaban un porte distinguido, así que muy
seguro de sí mismo se dirigió al palacio real y consiguió ser recibido por el rey.
– Majestad, mi amo el Marqués de Carabás le envía estos conejos – mintió el gato.
– ¡Oh, muchas gracias! – respondió el monarca – Dile a tu dueño que le agradezco
mucho este obsequio.

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