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UN RUMBO POR CORREGIR: LA EDUCACIÓN MUNDIAL

Erick Álvarez - 133885


Universidad Nacional de Colombia - Facultad de Ciencias
14 de marzo de 2011

La universidad es sin duda, desde su origen en el siglo XII con la Universidad de Bolognia, sinónimo de
desarrollo y de cultura. Desde su separación de la iglesia siempre estuvo al servicio del conocimiento, siendo
además autónoma y contando con la posibilidad de cuestionar todo lo que se dice y hace, inclusive dentro de ella
misma, generando actitudes crı́ticas y con ello transformando y enriqueciendo el conocimiento en lugar de sólo
difundirlo y preservarlo. Es esta capacidad de transformar y enriquecer el conocimiento lo que con el tiempo
dio identidad a la universidad, definiendo una cultura propia, en parte ajena a la cultura social, pero también
influenciando en ella.

Pero esto ha ido cambiando con la aparición de dos fenómenos, estrechamente relacionados, que están re-
formulando la universidad y toda su historia y cultura académica: el capitalismo y la globalización económica
(poco relacionada con la globalización del conocimiento).

¿Formación técnica o profesional?


Hoy en dı́a se habla de que es la universidad una entidad que debe estar al servicio de la globalización, y se
alega además que el conocimiento fundamental (las ciencias especialmente) están llegando a su lı́mite máximo,
por lo que la educación se debe inclinar a saber qué hacer con ese conocimieto, darle “utilidad”. Con esto, se
dice que la universidad debe ser “útil”, por lo que se estarı́a dejando a un lado lo establecido en la universidad
liberal, que propende por la libertad de cátedra y el énfasis en la investigación básica, llegando a establecer una
serie de parámetros a los que debe ajustarse la educación, como la formación de base técnica, lo que obligarı́a
a la reformulación o desaparición de muchas profesiones liberales.

Es claro que para formar un técnico es necesaria una inversión significativamente menor que para formar a
un profesional, representando además una retribución, especificamente económica, más inmediata que al formar
profesionales. Este fenómeno es quizá más evidente en paı́ses en desarrollo como Colombia, que suelen apostarle
poco a la educación y se preocupan por lo que alegan son aspectos más importantes. Pero, ¿no será que en
realidad existe una ignorancia generalizada al confundir importantes y urgente?, ¿o es que en realidad nuestros
dirigentes tienen una visión bastante miope de desarrollo? Es muy probable que si nos armamos de paciencia y
entendemos que los grandes problemas no se solucionan en un único perı́odo de cuatro años, sino que requie-
ren de un proceso, podamos ver en la educación profesional una excelente alternativa para llegar al verdadero
desarrollo, dejando de ser un paı́s manufacturero para ser una sociedad innovadora.

Claro que esto implica un cambio profundo que va desde nuestros dirigentes, acostumbrados a querer ganar
aceptación y dinero antes que beneficios reales para la sociedad, hasta el mismo pueblo, principalmente pobre y
creyente de las soluciones rápidas a problemas meramente cercanos a ellos. Este cambio puede estar relacionado
con el hecho de creer con vehemencia que es más relevante el desarrollo colectivo que el individual. Es una idea
aparentemente sencilla y obvia pero, lamentablemente, resulta brillar por su ausencia.

Entonces, partiendo de que lo colectivo prima sobre lo individual, es posible llegar a algunos puntos que
pueden generar controversia por una limitación mental derivada de nuestro lugar en el mundo como “paı́s en
desarrollo”. Tal vez uno que llama la atención, es el que quienes se forman como profesionales sólo lo hacen
por beneficio propio, por ser un gusto o porque traerá consigo mayores beneficios económicos, mientras que un
técnico trabaja para poder llevar a cabo un proceso, que hace que una industria sea más eficiente, llegando a
pensar que esto es el principio del beneficio colectivo. Pero, en realidad, esto puede ser visto como una gran
limitación, no sólo económica y de desarrollo por no tener algo más de ambición y apostar a la formación
de profesionales que incentiven la innovación (de esa misma industria inclusive), sino también mental, porque
creamos una barrera imaginaria fundamentada en la condición socieconómica, de que si nuestros recursos son
bajos, entonces no podemos aspirar a llegar algún dı́a a realizar, por ejemplo, un doctorado. Ası́ es como nos
vemos reducidos a pensar como tal, a creer que lo más viable (por ser de hecho lo más inmediato) es aprender
un oficio y realizarlo para obtener ingresos económicos estables. Es, en definitiva, la gran limitación que nos
está dando un sistema económico del siglo XIX (según Manfred Max-Neef), y que está gobernando al mundo
en el auge de la globalización, regido por esa economı́a, en pleno siglo XXI.

Privatización: del derecho al servicio y de la calidad a la cantidad


Retomando un poco esa reformulación que la globalización económica está haciendo sobre la universidad,
podemos pensar en el hecho de que se está sugiriendo, desde una entidad mundial influyente como lo es el Banco
Mundial, que la educación sea privatizada y, sobretodo, esté orientada hacia el mercado.

Ante ello es importante decir que la universidad siempre estuvo al servicio de lo público y que una de sus
directrices es la de poner a disposición de todo el mundo ese conocimiento que se adquirı́a con la investigación
libre que podrı́a ser empleada para el beneficio de la comunidad. Pero de nuevo, se ve que la globalización
está cambiando esa tradición, y está creándose conocimiento que sólo beneficie a unas pocas entidades privadas,
pues la inversión del Estado está desapareciendo, lo que lleva a la universidad a que encuentre la manera de sus-
tentarse por sı́ misma y que, tristemente, esté convirtiendo a la educación en un servicio antes que en un derecho.

Eso lleva a que quienes tienen pocos recursos económicos se vean obligados a buscar alternativas para su
futuro distintas a la de tener una formación superior de calidad. Se está convirtiendo en una tarea imposible el
ingreso a la universidad, y se está entonces optando por el nuevo Bum de la educación: los intitutos de formación
técnica.

Entonces volvemos de nuevo a lo mismo: no se trata de menospreciar la educación técnica, sino de que se
está limitando a convertirse en una educación al servicio de la economı́a, al servicio de la industrialización. Se
trata además de que se está subyugando a quienes no tienen recursos económicos suficientes a realizar estudios
técnicos como máximo nivel de formación, mientras que los profesionales deben ser quienes tienen con qué cos-
tear su educación. Es en otras palabras, una forma de ampliar la brecha entre ricos y pobres y acenturar más
ese mismo paradigma. Todo un cı́rculo vicioso.

Pero adicional a ello, se está dando otro fenómeno que está afectando la calidad de la educación en las
universidades y en los mismos institutos técnicos: se está pensando, desde el mismo gobierno, en que es más
importante que los cupos en la educación se amplien (creyendo que es lo importante para aprender un oficio)
que el hecho de mejorar la educación dándole calidad. Esto significa entoces, que la cantidad de estudiantes que
está en un instituto, en una universidad e inclusive en un colegio está en un gran aumento.

Por supuesto no es correcto decir que es negativo que más gente estudie. El verdadero problema radica en
que lo único en aumento es el número de estudiantes: sigue estando la misma cantidad de profesores, la misma
infraestructura y practicamente el mismo presupuesto que cuando habı́a menor cobertura. En pocas palabras,
se soluciona todo a medias, los mismos gobiernos (incluido el colombiano) se jactan en decir que ampliaron los
cupos y que el ı́ndice de analfabetización está practicamente en 0 y con ello olvidan que la educación está vol-

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viéndose insuficiente y mediocre.

La mediocridad camuflada: Estándares internacionales


¿Cuál es la verdadera medida en que se sustenta el decir que la educación en un paı́s o especı́ficamente una
universidad es de calidad? ¿Porqué ahora lo importante para muchos centros educativos es que sean acreditados
como centros que cumplen con los estándares de calidad? Tal vez las dos preguntas llevan a lo mismo: para
muchos lo importante es sobresalir entre sus iguales, olvidando que la verdadera meta deberı́a ser tener una real
calidad, un verdadero desarrollo que olvide la competitividad y se centre en la potencialización de las cualidades
y del conocimiento.

Pero, para responder a estas cuestiones, tal vez lo importante sea definir qué es educación de calidad y
quiénes establecen sus estándares internacionales. Si pensamos en un ideal, educación de calidad deberı́a ser
interpretada como la promoción de más conocimiento, de una actitud crı́tica de cada quien que permita poner
todo en interrogantes y que promueva un desarrollo entendido como la potencialización de la creatividad. En
ese sentido, los estándares de calidad no deberı́an ser establecidos, pues no se trata de buscar un lı́mite que deje
definida una buena educación, sino de superar lo último que se ha hecho, de lograr más desarrollo.

Pero la verdad es otra: la educación de calidad es entendida como la que fomenta conocimientos que deban ser
útiles. Ası́, por ejemplo, la investigación, que es uno de los pilares de la universidad, está siendo enfocada para
aplicaciones que necesiten entidades gubernamentales o las transnacionales, lı́deres y principales representantes
del fenómeno de la globalización económica. Entonces, ¿quién define los estándares de esa “calidad”? ¿Quién es
la verdadera fuerza que define el camino que seguirá la educación: las universidades o las transnacionales? Serı́a
lógico esperar que sea una institución dedicada a la educación, pero en realidad, en un mundo globalizado, son
las transnacionales quienes establecen el rumbo de la educación y principalmente el de la universidad.

Con todo esto podemos citar un ejemplo que resulta cercano a la educación en Colombia: el examen de
Estado para el ingreso a la educación superior, ICFES. De esto podemos sacar dos inconvenientes principales:
la mediocridad proveniente de que lo importante para un colegio es conseguir un alto resultado generalizado
para el examen y que el ingreso a la gran mayorı́a de las universidades está condicionado al resultado del examen.

En cuanto al primero, es muy diciente que sea un objetivo superior para un colegio el alcanzar un buen
resultado del ICFES y que esté por encima de darle a un estudiante un nivel de formación básico con una
fundamentación buena. Esto lleva a una situación que está enseñando a buscar lo mı́nimo como objetivo final:
en los grados superiores (10◦ y 11◦ ) se está enseñando a responder el examen, se está instruyendo al estudiante
para conocer y responder una pruba antes que formarlo para que conozca el fundamento de cada pregunta que
se hace. Lo importante ya no es discutir constructivamente, aprender a escribir, tener un manejo bueno de las
matemáticas, conocer la historia del mundo y nuestro propio paı́s (de hecho estamos también perdiendo nuestra
identidad), conocer nuestro cuerpo o tener una formación integral que además de todo ello nos haga mejores
seres humanos. Hoy lo importante es responder 234 preguntas (como si en ellas se reuniera todo lo aprendido
en 11 años) y tener un “lugar privilegiado”en una lista que puede ser hasta mentirosa.

Si ahora nos referimos a lo que exigen en la mayorı́a de las universidades para poder ingresar a ellas (además
del dinero), que es un buen resultado en el examen del ICFES, estamos retomando un problema que no es del
todo hipotético: ¿quién nos dice que es imposible que un excelente estudiante tuviera una mala semana y que
no estuviera concentrado para el dı́a de la prueba? Si su resultado es bajo, entonces se perderá su oportunidad
de ingreso a la universidad, por lo que se estarı́a perdiendo además de una persona con un gran potencial para
aportar al conocimiento. ¿Será entonces que esos estándares, que nos tocan directamente con pruebas como el
ICFES, son en realidad una imperfección de la globalización y están desechando gente que puede aportar más

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que lo que una prueba dice? Tal vez sea algo para analizar con más detalle.

La solución: ¿a cargo de las universidades o de las transnacionales?


Seguro que toda la problemática que se está generando en torno al rumbo que está tomando la educación
es reversible. Seguro que podremos volver a la universidad que hacı́a investigación para poder hacer un aporte
al conocimiento y no a la industria necesariamente. Pero también es un hecho que no serán los poderosos em-
presarios de las transnacionales ni los dirigentes de nuestro mundo quienes hagan esto posible, pues no es de su
interés y puede que ni de su conveniencia.

Tal vez podemos decir que no será la misma universidad quién logre por sı́ sola regresar a su tradición
académica. Necesitará de un apoyo. No tendrá cómo sustentarse si investiga lo que quiere o si centra su cultura
en la comunicación (y la discusión) en lugar de educar sólo para crear personas que hagan algo útil para la
economı́a mundial. Seguro que será el mismo sistema quien caiga con todo su peso sobre ella si lo intenta.

Tal vez la solución sea más sencilla que ir contra la fuerza de un sistema por sı́ mismo. Se necesita segu-
ramente del poder que brinda la sinergia. Si una sola persona, quien sea, se convence un dı́a de que estamos
siendo llevados a una moderna época medieval, donde limitan nuestra libertad de expresión intelectual a lo que
una pequeña élite quiere, y entonces decide que es hora de despertar, tal vez se logre un cambio global. Tal
vez en ese momento inicie el cambio a una verdadera globalización, coherente a las reales necesidades humanas,
lejos del mal que genera el consumismo y el deseo de poder: debemos entender que no estamos al servicio de las
empresas, no somos los esclavos del siglo XXI. Es de hecho todo lo contrario.

Nuestros conceptos se deben redireccionar y debemos dejar de lado lo que dicta un sistema económico con
muchas fallas: es la globalización (económica y del conocimiento) la que debe estar al servicio de nosotros, no
podemos dejar sin valor a lo que es realmente importante (porque en realidad estamos considerando mal lo
que tiene valor más allá de lo económico, como la polución del medio ambiente), ni podemos creer en que el
crecimiento es lo mismo que el desarrollo. Tampoco podemos seguir con la idea errónea de que son nuestros
dirigentes, y únicamente ellos, quienes tienen la capacidad de elegir en qué se invertirá: es completamente desca-
bellado que en pleno siglo XXI, cuando nos hacemos llamar una “sociedad civilizada”, se dedique a la mayorı́a
del PIB de un paı́s en “desarrollo” militar, y se dediquen mı́nimos porcentajes en necesidades reales como la
educación, que representa el verdadero desarrollo de una sociedad.

Entonces, concluyendo, podemos decir que el verdadero cambio está en nosotros mismos, en creer que un
sistema no es superior al induviduo que lo integra. No somos objetos ni máquinas del crecimiento industrial.
Somos seres humanos, con derechos fundamentales. Hagamos valer nuestra historia y nuestra condición en el
mundo. Hoy consideramos obsoleta la fı́sica de Aristóteles y los modelos del universo que consideran a la Tierra
como su centro. Es hora de considerar obsoleta a la economı́a que tenemos, es hora de dejarla sólo en los libros
de historia. Es hora de avanzar.

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