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Santiago, 13 de noviembre de 1992.

D. 28091-92

Mediante la presentación del rubro se solicita la reconsideración del dictamen Nº 27.729,


de 1991, en virtud del cual este Organismo Fiscalizador, en respuesta a una petición
formulada por la Oficina de Informaciones del Senado, concluyó que el Banco Central se
encuentra en el imperativo de proporcionar los informes y antecedentes a que se refieren
los artículos 9º y 10 de la Ley Nº 18.918, Orgánica Constitucional del Congreso Nacional,
que le sean requeridos por el Senado o por organismos internos autorizados para ello,
habida cuenta de que dicha Institución forma parte de la Administración del Estado.
Al respecto, se plantea que al Banco Central no le sería aplicable el artículo 9º de la ley Nº
18.918, por no ser parte de la Administración Pública o del Estado, desde que se trata de
una institución de rango constitucional y autónoma, "no dependiente del Presidente de la
República ni relacionada con él a través de algún Ministerio, como tampoco subordinada a
ningún otro órgano estatal". Se expresa que el artículo 9º citado "se aplica a la
Administración del Estado, la cual, conceptualmente y en la enumeración taxativa del
artículo 1º, inciso 2º, de la ley Nº 18.575, abarca sólo a los órganos y servicios públicos
creados para el cumplimiento de la función administrativa, habiendo el artículo 90 del
artículo primero de la ley Nº 18.840 expresamente excluido de ella al Banco Central y
sometido la materia al artículo 66 de su Ley Orgánica Constitucional".
A continuación, el organismo recurrente formula diversas consideraciones acerca de la
naturaleza jurídica de esa entidad bancaria, señalando que la Constitución de 1980 la
elevó a rango constitucional, otorgándole autonomía y carácter técnico.
Respecto de lo aseverado en orden a que ese Banco no formaría parte de la
Administración del Estado, señala que "con antelación a la ley Nº 18.840, pudo suscitarse
duda respecto de esta afirmación, en atención al texto del artículo 1º inciso 2º de la ley Nº
18.575, el cual incluía dentro de la Administración del Estado al Banco Central, tal como lo
hace con otras instituciones autónomas...", pero que ello habría quedado salvado por el
artículo 90 del artículo 1º de la ley Nº 18.840, que "subsanando el error en que había
incurrido" la citada ley Nº 18.575, habría derogado explícitamente y sin salvedades
respecto del Banco Central la aplicación de dicha ley en su totalidad.
Concluye que, como "el Banco Central no forma parte de la Administración Pública o del
Estado, consecuentemente, tampoco le es aplicable el artículo 9º de la Ley Orgánica
Constitucional del Congreso Nacional estando, por el contrario, expresamente sometida la
Institución que presido, a la obligación de reserva que le impone el artículo 66 de su Ley
Orgánica, con las excepciones taxativas allí previstas, entre las cuales no aparecen el
Congreso Nacional, sus ramas, comisiones y demás organismos internos".
Con la presentación del rubro se acompañan los informes en derecho evacuados al
respecto por los profesores señores José Luis Cea Egaña, Jorge Precht Pizarro, Alejandro
Silva Bascuñán, Eduardo Soto Kloss y Enrique Barros Bourie, documentos que han sido
debidamente ponderados para emitir este pronunciamiento.
En relación con esta solicitud de reconsideración, la Contraloría General cumple con
manifestar lo siguiente:
1) El artículo 9º, inciso primero, de la ley Nº 18.918, Orgánica Constitucional del Congreso
Nacional, de cuya aplicación se trata, dispone que "los organismos de la Administración
del Estado deberán proporcionar los informes y antecedentes específicos que les sean
solicitados por las Cámaras o por los organismos internos autorizados por sus respectivos
reglamentos, con excepción de aquéllos que por expresa disposición de la ley tengan el
carácter de secretos o reservados".
Por su parte, el artículo 10 del mismo cuerpo legal previene que el jefe superior del
respectivo organismo de la Administración del Estado será responsable del cumplimiento
de esa disposición y establece que su infracción será sancionada por esta Contraloría
General, previo el procedimiento administrativo correspondiente.
Ahora bien, tal como se expresa en la solicitud del rubro, el problema expuesto consiste,
en esencia, en determinar si el Banco Central integra o no la Administración del Estado.
Al respecto, esta Contraloría General debe manifestar que, analizados los elementos de
juicio proporcionados en la presentación del Banco Central y en los informes en derecho
que a ella se adjuntan, no puede sino ratificar la premisa básica en que se sustenta el
dictamen impugnado, esto es, que esa entidad forma parte de la Administración del
Estado.
En este sentido, es oportuno recordar que durante la vigencia de la anterior Ley Suprema,
el ordenamiento jurídico no contemplaba normas que determinaran orgánicamente el
concepto de Administración del Estado y, en tales circunstancias, debió ser precisado y
sistematizado por la jurisprudencia de este Organismo Contralor.
En cambio, actualmente dicha materia está expresamente contemplada en la Constitución
y en la ley.
2) Desde luego, debe tenerse especialmente en consideración que con la Carta
Fundamental de 1980 se incorporan por primera vez en el ordenamiento supremo,
disposiciones relativas a las bases de la Administración del Estado.
En efecto, su Capítulo IV, "Gobierno", a continuación de los párrafos sobre el Presidente
de la República y los Ministros de Estado, contempla, como tercer párrafo, el que lleva
precisamente por epígrafe "Bases Generales de la Administración del Estado", constituido
por el artículo 38, que establece:
"Una Ley Orgánica Constitucional determinará la organización básica de la Administración
Pública, garantizará la carrera funcionaria y los principios de carácter técnico y profesional
en que deba fundarse, y asegurará tanto la igualdad de oportunidades de ingreso a ella
como la capacitación y el perfeccionamiento de sus integrantes.
“Cualquier persona que sea lesionada en sus derechos por la Administración del Estado,
de sus organismos o de las municipalidades, podrá reclamar ante los tribunales que
determine la ley, sin perjuicio de la responsabilidad que pudiere afectar al funcionario que
hubiere causado el daño".
Como puede advertirse, mediante el precepto transcrito el Constituyente de 1980 ha
sentado las bases generales de la Administración del Estado, lo que supone, por cierto, un
concepto acerca de ésta, contemplando tres aspectos primordiales: la organización básica
de la misma, la carrera funcionaria y el reclamo judicial en caso de lesión de derechos por
parte de la Administración, y disponiendo que los dos primeros debían ser determinados
en una Ley Orgánica Constitucional, mandato que fue cumplido con la dictación de la Ley
de Bases Generales de la Administración del Estado, Nº 18.575.
Asimismo, es oportuno destacar que, con arreglo al artículo 24 de la Constitución Política,
"el gobierno y la administración del Estado corresponden al Presidente de la República",
para cuyo efecto, acorde con el artículo 33, los Ministros de Estado son sus colaboradores
directos e inmediatos.
La Administración del Estado –previene el artículo 3º– "será funcional y territorialmente
descentralizada, o desconcentrada en su caso, en conformidad con la ley", en tanto que el
artículo 62 establece que los servicios públicos deben ser creados por ley, de iniciativa
exclusiva del Jefe del Estado, siendo oportuno anotar que varias disposiciones de la Carta
Fundamental aluden a diversas especies de servicios públicos (v. gr. los artículos 55, 60
Nºs. 7, 8 y 9, 62, inciso cuarto, Nºs. 2, 3 y 4).
A su turno, el Capítulo XIII trata de la administración interior del Estado, radicando la
administración regional en el gobierno regional, persona jurídica de derecho público,
presidida por el intendente, y la administración provincial, en el gobernador, órgano
territorialmente desconcentrado del intendente, mientras que la administración comunal
reside en la municipalidad, corporación autónoma de derecho público.
Por otra parte, los Capítulos IX y XII establecen como órganos de rango constitucional y de
carácter autónomo a la Contraloría General de la República y al Banco Central.
En lo que concierne específicamente a dicho Banco, debe tenerse presente que, según lo
establecido en el artículo 97 de la Carta Política, es "un organismo autónomo, con
patrimonio propio, de carácter técnico”, "cuya composición, organización, funciones y
atribuciones determinará una Ley Orgánica Constitucional". De acuerdo con lo
preceptuado en tal ley, que fuera aprobada por el artículo primero de la ley Nº 18.840, a
esa entidad le corresponde cumplir determinadas funciones administrativas del Estado.
3) En conformidad con la normativa antes reseñada, que determina el marco
constitucional del asunto en examen, el artículo 1º de la citada ley Nº 18.575 consigna el
concepto de Administración del Estado, definiendo su estructura básica, en los siguientes
términos:
“El Presidente de la República ejerce el gobierno y la administración del Estado con la
colaboración de los órganos que establezcan la Constitución y las leyes.
"La Administración del Estado estará constituida por los Ministerios, las Intendencias –
ahora "Gobiernos Regionales", según la reforma constitucional dispuesta por la ley Nº
19.097– las Gobernaciones y los órganos y servicios públicos creados para el cumplimiento
de la función administrativa, incluidos la Contraloría General de la República, el Banco
Central, las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública, las
Municipalidades y las empresas públicas creadas por ley".
Como es dable apreciar, este primer precepto de la ley en examen, dentro del contexto
fijado por la Carta Fundamental y dando cumplimiento al mandato previsto en el referido
inciso primero de su artículo 38 en orden a determinar la organización básica de la
Administración Pública, precisa claramente los órganos y entidades que la constituyen.
Junto con lo anterior, es necesario destacar que la historia del establecimiento de dicho
cuerpo legal contiene importantes antecedentes sobre esta materia.
En efecto, consta que uno de los aspectos que fue objeto de especial y prolongado análisis
en el estudio del proyecto de ley, dice relación con el ámbito de aplicación de esa
normativa, lo que incluso originó un informe preliminar de la respectiva Comisión
Conjunta.
"En dicho informe, se hizo presente a la Excma. Junta de Gobierno que en la discusión del
proyecto se sustentaron dos tesis respecto de la forma como esta Ley Orgánica
Constitucional debería abordar el mandato contenido en el artículo 38, inciso primero de
la Carta Fundamental", señalándose que el problema se originó como consecuencia de las
diferentes posiciones sostenidas "en relación a la interpretación de las expresiones
"Administración del Estado" y "Administración Pública". (Informe de la Comisión Conjunta
a la Excma. Junta de Gobierno, S. IV COM. LEG. (O) Nº 223, Boletín Nº 601-06, de 27 de
junio de 1986, págs. 3 y 43).
Una primera tesis "sostuvo que ambas expresiones eran sinónimas y que ambas habían
sido utilizadas indistintamente por el Constituyente, pero con un sentido unívoco, el que
implicaba un concepto de Administración que incluía la totalidad de los órganos
contemplados en la Constitución Política, con excepción de aquellos relacionados con el
Poder Judicial, Poder Legislativo, Consejo de Seguridad Nacional y Tribunal Calificador de
Elecciones, que por su naturaleza y misión específicas, evidentemente no podían
encontrarse en una relación, directa o indirecta, con el Presidente de la República".
(Informe final citado, pág. 43).
En cambio, una segunda tesis "sostuvo que las referidas expresiones fueron efectivamente
utilizadas en forma indistinta por el Constituyente, como se desprendería de diversas
disposiciones constitucionales, pero efectuando, prácticamente una distinción entre
"Administración del Estado", como un concepto amplio tal cual lo entendía la primera
tesis antes expuesta, y "Administración Pública", como un concepto más restringido que
aquél, que sólo incluiría a los órganos propios de la administración vertical del Estado,
directa o indirectamente subordinados al Presidente de la República y a través de los
cuales éste gobierna y administra. Este planteamiento, sustancialmente idéntico al que
informaba al proyecto del Ejecutivo, consideraba que esta Ley Orgánica Constitucional no
debía abarcar a organismos tales como la Contraloría General de la República, el Banco
Central, las Fuerzas Armadas y Fuerzas de Orden y Seguridad Pública, las Municipalidades
y las Empresas del Estado, dado que tales entidades están o deberán ser reguladas por las
mismas normas constitucionales o por normas del mismo rango de este proyecto o bien,
de quórum calificado". (Informe final citado, págs. 43 y 44).
Pues bien, "la Excma. Junta de Gobierno, en Sesión Legislativa de fecha 12 de diciembre
de 1985, tomó conocimiento del Informe Preliminar y de la situación producida, y resolvió
que el proyecto volviera a ser estudiado por la Comisión Conjunta, acordando que se
legislara sobre la base de que el ámbito de aplicación de la ley en estudio debería ser el
más amplio posible, conforme lo sostenía la primera tesis expuesta, ya que consideró que
el concepto de "Administración del Estado" y de "Administración Pública" son unívocos,
dado que el Constituyente no definió dichos conceptos y que el legislador no podía entrar
a efectuar interpretaciones acerca del alcance de tales expresiones, especialmente si
existían argumentos atendibles tanto para una concepción como para la otra". (Informe
final aludido, págs. 44 y 45).
En tal virtud, "la Comisión Conjunta al reanudar el estudio del proyecto en conformidad a
las orientaciones recibidas de la Excma. Junta de Gobierno, y a fin de lograr un consenso
en torno a la iniciativa, estimó necesario determinar con exactitud los órganos y entidades
que constituirían la Administración del Estado, a fin de evitar futuras dificultades de
interpretación..." elaborándose como artículo 1º una norma en que "se recoge el
concepto amplio de Administración del Estado, en virtud del cual queda determinado el
ámbito de aplicación de la iniciativa", disposición que corresponde al artículo 1º de la ley
Nº 18.575.
Además de los antecedentes que se han reseñado sobre la historia el establecimiento de
ese precepto, es de interés tener en cuenta el fallo emitido por el Tribunal Constitucional,
con fecha 2 de octubre de 1986, acerca del proyecto que originara dicho cuerpo legal, por
cuanto contiene también calificados elementos de juicio sobre la materia en estudio y que
son armónicos con aquellos antecedentes.
En efecto, esa sentencia pone de relieve la necesidad de dilucidar el sentido y alcance de
"las expresiones "Administración del Estado" y "Administración Pública" que se utilizan en
forma indistinta, en el artículo 38 de la Constitución y en el epígrafe bajo el cual esta
norma se encuentra ubicada" punto que "resulta de vital importancia, ya que la
competencia de esta ley es diferente, según se adopte un concepto amplio de
Administración Pública como similar de Administración del Estado, o un concepto
restringido de ésta que proviene de distinguir entre una y otra y entender que mientras la
Administración del Estado constituye el género, la Administración Pública es la especie
comprendiendo, por ende, un campo más delimitado y reducido". (Considerando 4º)
Sobre ese punto, el Tribunal emitió un claro pronunciamiento, declarando que "el artículo
38 de la Carta Fundamental emplea ambas expresiones como sinónimas y en su sentido
más amplio y genérico, porque no resulta justificado pensar que el Constituyente
encargara a una ley orgánica constitucional la regulación de la organización básica de sólo
una parte o sector de la Administración del Estado y excluyera a otra, ya que la razón para
entregar esta materia a una ley de este rango es la misma en uno y otro caso, no
resultando lógico, entonces, en términos generales, someterlas a normas legales de
distinta naturaleza, habida consideración que donde existe la misma razón debe existir la
misma disposición. A igual conclusión conlleva, además, el espíritu del Constituyente al
consagrar en nuestra normativa jurídica las leyes orgánicas constitucionales como un todo
armónico y sistemático cuyo objeto es desarrollar los preceptos de la Carta Fundamental
en determinadas materias, puesto que tales características se pierden si se resolviera que
la organización básica de la Administración Pública, "stricto sensu", queda entregada a
una ley de esta naturaleza y el resto de los servicios y organismos que integran la
Administración del Estado fuera propia de una ley ordinaria o común". (Considerando 5º)
Agrega la sentencia que "la conclusión anterior, sin embargo, debe entenderse sin
perjuicio de que determinadas instituciones u organismos queden excluidos, en cuanto a
su regulación específica, del ámbito de esta ley orgánica constitucional", ya que en tales
casos, por su naturaleza especial, la Carta Fundamental regula por sí misma su
organización básica, o bien encarga su reglamentación a leyes orgánicas constitucional
especiales o a una ley de quórum calificado. (Considerando 6º)
4) En suma, como se infiere de las consideraciones formuladas en los párrafos anteriores,
el ordenamiento constitucional y legal determina en forma expresa y clara lo que debe
entenderse por Administración del Estado o Administración Pública, la cual comprende,
de manera amplia y genérica, a todos los órganos y servicios públicos creados para el
cumplimiento de la función administrativa del Estado, quedando excluidos los órganos
legislativos y los jurisdiccionales.
Según el mismo ordenamiento, la estructura básica de la Administración del Estado prevé
como autoridad superior al Presidente de la República, quien actúa con la colaboración de
los Ministerios, de los gobiernos regionales y las gobernaciones, y de los servicios públicos,
sean centralizados o funcional o territorialmente descentralizados y, además, contempla a
las municipalidades, como corporaciones autónomas encargadas de la administración
comunal, y a otros dos órganos establecidos por la propia Carta Fundamental y con el
carácter de autónomos, que son el Banco Central y la Contraloría General de la República.
5) Precisado lo anterior, cabe destacar que, contrariamente a lo afirmado en la
presentación del rubro, la regla del artículo 90 de la Ley Orgánica del Banco Central, según
la cual "no se aplicarán al Banco", entre otras leyes, la Nº 18.575, en absoluto significa
dejar sin efecto o alterar el referido concepto de Administración del Estado y su estructura
básica, que, como se ha analizado, emana de la Carta Fundamental y se recoge en el
artículo 1º de la ley Nº 18.575, como tampoco, por cierto, podría entenderse que el citado
artículo 90 habría derogado o modificado respecto de ese Banco otros conceptos
fundamentales consagrados en la Constitución y que asimismo se contemplan en el
articulado de la Ley de Bases Generales de la Administración del Estado, como es el caso,
v. gr., de los principios de legalidad y de subsidiariedad.
Por lo demás, debe tenerse en cuenta que, según se ha analizado, la organización básica
de la Administración del Estado es, conforme al mandato contenido en el artículo 38 de la
Constitución Política, la materia específica y propia de la Ley Orgánica Constitucional a que
se remite esa disposición, y que es la citada ley Nº 18.575, de modo que mal podría
entenderse que tal organización habría podido resultar alterada por la mencionada norma
del artículo 90 de la Ley Orgánica del Banco Central.
Es útil advertir que, tal como se ha señalado precedentemente, el Tribunal Constitucional
dejó perfectamente en claro que el artículo 38 de la Ley Suprema emplea la expresión
Administración del Estado en su sentido más lato y genérico y, por tal razón, declaró que
es constitucional la norma del artículo 1º de la ley Nº 18.575, que consigna, precisamente,
ese concepto amplio, en el que quedan comprendidos los organismos
constitucionalmente autónomos, esto es, el Banco Central, las Municipalidades y la
Contraloría General de la República.
Por ello, si el artículo 90 de la Ley Orgánica del Banco Central hubiera significado alterar
dicho concepto, como se sostiene en la presentación de la referencia, necesariamente ese
Tribunal le habría formulado el correspondiente reparo constitucional, siendo oportuno
destacar que la sentencia del Tribunal Constitucional relativa a dicha ley analizó
detenidamente esa normativa en relación con los artículos 1º y 18 de la ley Nº 18.575.
(Considerandos 22, 23 y 24)
Cabe agregar que, tal como aparece de manifiesto de la referida sentencia dictada por ese
Tribunal respecto del proyecto que originara la ley Nº 18.575, la circunstancia de que los
organismos autónomos de rango constitucional queden sujetos a regímenes jurídicos
especiales, en nada afecta a la naturaleza de los mismos, definida por preceptos
constitucionales, aserto que, a juicio de esta Contraloría General, resulta confirmado por
la Ley Orgánica del Banco Central, en cuanto ésta margina a esa entidad de las
disposiciones generales o especiales dictadas o que se dicten para el sector público
(artículo 2º) y prescribe que no se le aplicará la ley Nº 18.575 (artículo 90), pero sin señalar
en parte alguna que se modifica su naturaleza jurídica, lo que, por lo demás, en ningún
caso podría haber establecido, de acuerdo con la normativa constitucional examinada.
Igualmente, debe considerarse que en los antecedentes sobre la historia del
establecimiento de la Ley Orgánica Constitucional del Congreso Nacional, Nº 18.918,
aparece que en relación con la mención a "los organismos de la Administración del
Estado" contenida en los preceptos que posteriormente se convirtieron en artículos 8º, 9º
y 10 de dicha ley, se dejó expresa constancia de que en tal frase quedaba comprendido el
Banco Central, entre otras entidades.
En efecto, en el informe emitido con fecha 25 de octubre de 1989, Bol. Nº 1.152-06, por la
Secretaría de Legislación de la Junta de Gobierno, al analizarse el precepto relativo a las
sanciones aplicables a los jefes superiores de los organismos de la Administración del
Estado que no cumplieren con la obligación de informar a las Cámaras, se señaló que
"según el artículo 1º, inciso segundo, de la ley Nº 18.575, Orgánica Constitucional de Bases
Generales de la Administración del Estado, también integran ésta la Contraloría General
de la República, el Banco Central, las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Orden y Seguridad
Pública...".
6) Además, es dable señalar que la autonomía de los órganos públicos no sólo no es, en
modo alguno, inconciliable con la circunstancia de que ellos integren la Administración del
Estado, sino que, dentro de la nomenclatura constitucional vigente, cabe precisamente
estimar que la expresa atribución de autonomía a determinados entes públicos, cuyo es el
caso también de esta Contraloría General y de los Municipios, sólo existe, en el contexto
de la Constitución Política, respecto de órganos que pertenecen a dicha Administración,
toda vez que bajo esa fórmula se trata justamente de resguardar la independencia de
acción de tales entes frente a los poderes jurídicos asignados al Presidente de la República
para el gobierno y administración del Estado.
En este orden de ideas, es oportuno considerar que la sentencia emitida por el Tribunal
Constitucional sobre el proyecto que originara la Ley Orgánica del Banco Central,
inequívocamente discurre sobre la base de que esa entidad, al igual que los otros
organismos autónomos previstos en la Carta Fundamental, integra la Administración del
Estado, sin perjuicio de precisar que la facultad de administrar el Estado que le
corresponde al Presidente de la República conforme al artículo 24 del mismo
ordenamiento supremo “no comprende ni puede comprender a los organismos
autónomos que contempla la Constitución, como la Contraloría General de la República, el
Banco Central y las Municipalidades" (sentencia de 20 de septiembre de 1989,
considerando 13).
El mismo fallo, después de examinar el atributo de autonomía del Banco Central
(considerandos 14 a 16), puntualiza que "la existencia de estos órganos autónomos no
debe extrañar, ya que desde la época de la Constitución de 1925, el Constituyente
inspirado en el principio de la descentralización funcional de la Administración del Estado,
ha facultado al legislador para crear órganos descentralizados autónomos e, incluso,
empresas del Estado, cuya administración se rige por sus respectivas leyes".
(Considerando 17)
7) En otro orden de materias, y por lo que toca a la obligación de reserva que impone al
Banco Central el artículo 66 de su ley orgánica, cabe tener presente que conforme al inciso
primero de ese precepto "el Banco deberá guardar reserva respecto de los antecedentes
relativos a las operaciones que efectúe, y no podrá proporcionar información sobre ellas
sino a la persona que haya sido parte de las mismas, o a su mandatario o representante
legal", en tanto que su inciso cuarto previene que "con todo, el Banco podrá dar a conocer
las operaciones en términos globales, no personalizados y sólo para fines estadísticos o de
información general".
Ahora bien, con arreglo al artículo 9º de la citada ley Nº 18.918, quedan exceptuados de la
obligación de informar prevista en esa norma, aquellos informes y antecedentes "que por
expresa disposición de la ley tengan el carácter de secretos o reservados".
Como puede advertirse, de acuerdo con los preceptos aludidos, el Banco Central está
exceptuando de ese deber de informar respecto de los antecedentes reservados a que se
refiere el citado artículo 66 y, en cambio, se encuentra plenamente afecto a tal obligación
tratándose de otros antecedentes o informes de esa entidad.
Por último, esta Contraloría General cumple con manifestar que, por los fundamentos
precedentemente expuestos, no cabe entender que el artículo 2º de la Ley Orgánica de
ese Banco, que lo excluye de la aplicación de las normas generales o especiales que se
dicten para el sector público, puede servir de base para considerar que esa entidad no
está obligada a cumplir el mandato del artículo 9º de la ley Nº 18.918, siendo dable
agregar que este cuerpo legal no regula al sector público, sino que tiene por objeto fijar
normas sobre la función legislativa y las atribuciones del Congreso Nacional.
En atención a las disposiciones constitucionales y legales examinadas y a las
consideraciones precedentemente expuestas, esta Contraloría General cumple con
manifestar que el Banco Central, por ser un organismo integrante de la Administración del
Estado, se encuentra afecto a la obligación de informar prevista en los artículos 9º y 10 de
la ley Nº 18.918, quedando exceptuado de la misma respecto de los antecedentes
reservados a que se refiere el artículo 66 de la Ley Orgánica de esa entidad bancaria.
En consecuencia, no cabe acoger la solicitud de reconsideración formulada en la
presentación del rubro y se ratifica el dictamen Nº 27.729, de 1991.

Transcríbase al Senado.
Saluda atentamente a Ud.
Osvaldo Iturriaga Ruiz
Contralor General de la República

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