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Cassirer, Ernst, El problema del conocimiento en la filosofía y en las ciencias modernas, México, FCE,
1953, pp. 17 ss.
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Cassirer, Filosofía de la Ilustración, México, FCE, 1932, p. 28.
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Esto planteará las preguntas que atraviesan la filosofía moderna: ¿qué puedo
conocer? ¿Cuáles son los andariveles fuera de los cuales la razón ya no puede
salir más de garante? ¿Cuál es el límite de la razón?¿Puedo conocer ese límite?3
b. La garantía que la ciencia moderna busca asegurar en su proceder implica una
apertura inclausurable. El lugar al que llega la investigación es un lugar,
tendencialmente, de paso, que tendrá que revisarse con la llegada de la
novedad. La apertura a lo dado y la tensión producida por la novedad son dos
caras de la misma moneda. En ese sentido mantiene una actitud conjetural junto
a la férrea pretensión de alcanzar certezas dentro de los carriles del método.
Investigación, hipótesis
Retomemos un punto: la ciencia moderna tiene un doble carácter, a saber, pretensión de certeza
y posicionamiento tendencialmente conjetural, concomitante éste con su esencial incompletitud
y apertura (ambos hijos de la novedad). Certeza y conjetura se combinan en la ciencia moderna
de un modo particular. Desde ya, la combinación variará mucho según las distintas disciplinas
en las que se despliega la ciencia moderna. No será la misma en las ciencias experimentales, en
las ciencias exactas, en las ciencias sociales o en las humanidades. Pero podemos justamente
conjeturar que, en la Modernidad, si hay ciencia hay investigación y si hay investigación habrá
una combinación de certeza y conjetura.
Para comenzar, muy germinalmente, un ejercicio de investigación, un buen lugar para
empezar es la noción de hipótesis. En la misma noción y su lugar (complejísimo) en la
epistemología científica, están imbricadas las dos tendencias mencionadas en el párrafo anterior
y que aquí usamos de hilo conductor para ligar la reflexión sobre la ciencia moderna a un
ejercicio introductorio a su práctica en sede universitaria. Por eso no es casualidad que, en
cualquier proyecto de investigación que se presente ante una instancia de validación de la
comunidad científica, lo primero que tiene que estar claro es cuál es la hipótesis del proyecto
(sea éste de filosofía, letras, física, bioquímica, estadística o sociología).
Entonces, ¿qué es una hipótesis? Sin duda, “hipótesis” es un término que no tiene un
significado unívoco y sus distintos sentidos se deslizan uno en el otro rápidamente. Pero
podemos ensayar ahora un “sentido focal”, que todas sus variaciones comparten: la hipótesis es
una afirmación que no puede sostenerse definitivamente. Hacer una hipótesis, incluso desde el
punto de vista etimológico, es similar a suponer. “Suponer” significa que afirmamos algo pero
sin decir (al menos provisoriamente) que las cosas son, en sí, tal como lo decimos, sino que así
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La tarea de la crítica en sentido kantiano se deriva de este tipo de preguntas.
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Este último sentido es el que toma la delantera cuando se pide por la hipótesis en cualquier
proyecto de investigación. La hipótesis principal no es otra cosa que la afirmación más
importante que esa línea de pesquisa quiere afirmar y para la cual trabaja todo el esfuerzo de
indagación. El trabajo del investigador está orientado a poder recubrir con certeza lo que la
hipótesis sostiene. Es resumen, en una investigación la hipótesis es la tesis, la afirmación, que se
busca sostener.
Aunque uno no sea un especialista o no esté trabajando en un proyecto de investigación,
la actividad, o incluso la disposición, investigativa circula en toda la actividad académica en
sede universitaria. La institución se organiza en torno a eso. Por eso, cuando estudiamos en la
universidad, estamos también en el ámbito de la investigación (veremos en el próximo
cuatrimestre que, para la universidad moderna, el trabajo de la docencia va unido al de la
investigación, y por eso mismo también el trabajo de los estudiantes está, a la vez, inmerso en la
investigación y encaminado hacia ella). Nos relacionamos con el conocimiento desde esa
perspectiva. Y es por eso que las prácticas de lectura y escritura que llevamos adelante en la
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Sin ser él mismo un copernicano, por ejemplo, el cardenal Bellarmino, a cargo del juicio de la
Inquisición contra Galileo, sostiene en una carta a Paolo Foscarini que Galileo debía contentarse con
afirmar prudentemente ex suppositione [como hipótesis], pues está bien dicho y no existe peligro o
falsedad en decir que, suponiendo que la tierra se mueva y el sol esté quieto, se salvan las apariencias
mejor que colocando puntos excéntricos y epiciclos.
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Como muestra el análisis de Koyré en “Concept and Experience in Newton’s Scientific Thought” (en
Koyré, Alexandre, Newtonian Studies, Londres, Chapman & Hall, 1965, pp. 25-52, ppalmente. pp. 32-40)
en esa frase Newton sólo quería apartarse de quienes hacían afirmaciones que no podían respaldar
científicamente (no invento hipótesis). Pero en los mismos Principia (con variaciones según la edición)
Newton da un lugar muy importante a las hipótesis como afirmaciones primeras (axiomas) o incluso
como conjeturas demostrables. Sin ir más lejos, llama “hipótesis” a la afirmación de la inmovilidad del
centro del universo. O sea: Newton hacía hipótesis. Lo que no hacía era inventar afirmaciones apodícticas
sobre cosas que la ciencia no puede alcanzar.
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universidad, si bien son muy variadas y cada una tiene su propio peso (subrayar, fichar, resumir,
escribir un parcial, escribir un parcial domiciliario, escribir una monografía, escribir una reseña,
escribir una comunicación, escribir un artículo, escribir un libro), no pueden dejar afuera, como
un horizonte o sentido focal que organiza el viaje, la práctica de escribir un texto para ser leído
por colegas en el que se argumenta defendiendo una hipótesis. Sobre las hipótesis y los
argumentos correspondientes trabajaremos en este momento final del seminario.
Ahora bien, si bien es cierto que en la investigación se trabaja para sostener la hipótesis,
ésta no es algo que se tenga desde el punto de partida. No nos referimos aquí solamente al
llamado “contexto de descubrimiento” o al mítico momento “eureka” en el que se da con una
solución a un problema. Nos referimos también al trabajo de ajustar lo que afirmamos (en un
proyecto de investigación, pero también en una monografía) a lo que podemos defender
suficientemente. Llegar a tener claro qué podemos afirmar y qué necesitamos para
defender esa afirmación es quizás el trabajo más difícil. El ajuste entre lo que se afirma y las
razones que se explicitan para hacerlo es algo que uno siempre está aprendiendo a hacer en una
universidad.
Para trabajar sobre este dueto entre hipótesis (ya podemos decir directamente
“afirmación”) y razones que sostienen esa afirmación (llamaremos “argumento” a esas razones)
hay otros dos elementos que entran en juego y son relevantes: el recorte temático y la
interrogación. Es decir: ¿cuál es el tema que se está investigando/estudiando? Y, dentro de esa
temática: ¿cuál es la interrogación o problema que pone en movimiento la actividad de
investigación? La relación entre estos cuatro elementos es tan intrincada que a veces es difícil
distinguir unos de otros. En efecto, muchas veces confundimos el tema sobre el que estamos
escribiendo con la afirmación que estamos haciendo. Cuando esto ocurre, lo más probable es
que el discurso se torne confuso y comiencen a aparecer párrafos que no sabemos bien qué
función cumplen, pero que nos parece que igual tenemos que escribir porque son importantes
por alguna razón que no tenemos del todo clara. Por supuesto que no todo resulta claro cuando
escribimos. Y, probablemente, esto sea por buenas razones. En la argumentación, también en la
científica, siempre se cuela la retórica y la “esgrima” argumental. Pero si no tenemos cierto
dominio de la técnica de claros y oscuros, es probable que terminemos enredados. Hay dos
actividades fundamentales para practicar esta cuestión: a. la identificación en un texto de los
distintos elementos que están allí entremezclados; b. la organización de nuestra escritura en
función de esos elementos. Para finalizar, ensayemos una presentación breve de los elementos
en cuestión:
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1. El recorte temático. Todo texto supone una discusión previa en la que se inserta. El
recorte temático es una forma general de ubicarnos en una discusión. Nos da las
coordenadas más generales. En una investigación estos recortes suelen estar validados
por la comunidad científica. Uno elige un tema que ya está recortado (como un objeto
en un microscopio) por la tradición de una disciplina. Como ejemplos de recortes
temáticos sacados de lo que venimos estudiando podemos mencionar:
a. La Revolución Científica.
b. La novedad moderna y su relación con la ciencia.
c. Los cambios en la ciencia en la Modernidad temprana.
d. La razón moderna como proyecto nuevo frente a la tradición.
3. La hipótesis. Sobre ella se dijo bastante hasta aquí. Es lo que se afirma en relación al
problema o interrogante que estamos estudiando. En cualquier trabajo monográfico
tiene que estar claro cuál es la hipótesis. En general se suele aclarar en el momento de
introducción del texto. Como ejemplos de hipótesis podemos mencionar:
a. La ciencia moderna es la principal fuerza de cambio para pasar del cosmos
cerrado a un universo infinito.
b. La Modernidad plantea una nueva manera de relacionarse con la naturaleza, por
la cual la ciencia pasa de una actitud eminentemente contemplativa a una
actitud eminentemente instrumental.
c. La ciencia de la naturaleza moderna no se pregunta por las esencias, con lo cual
abandona las explicaciones teleológicas.
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4. El argumento. Son los elementos que el texto pone en juego para sostener la hipótesis.
Dependiendo del caso, no siempre es claro en un texto qué es una afirmación y qué es
un argumento. Muchas veces descubrimos al estudiar un texto que hay afirmaciones (a
veces, incluso, importantes) que son introducidas sin fundamentación. Es así porque el
hecho de ser científicos no quita que los textos académicos también sean piezas de
retórica destinadas a convencer al lector. La tarea de exégesis de un texto es
precisamente la tarea de determinar cuáles son sus elementos constituyentes.