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Mundo moderno I 2021

Orientaciones para el ejercicio de identificar hipótesis

La Modernidad, el conocimiento, la investigación

En Mundo Moderno I estamos estudiando la relación entre Modernidad y ciencia. Al


internarnos en la discusión sobre la dimensión del quiebre que representó la Revolución
Científica, empezamos a comprender que la ciencia moderna ensaya una forma novedosa de
producir el conocimiento científico. Si nos apoyamos en los argumentos de los “discontinuistas”
estudiados, podemos sostener que el mundo moderno “hace otra cosa” cuando produce un
conocimiento validado como conocimiento riguroso y universal. Digamos esto de forma muy
esquemática, por mor de la claridad:
▪ Conocer es una forma determinada de relacionarse con el mundo. Es un elemento en
un sistema complejo, sistema que determina cómo el hombre da sentido al mundo y su
existencia en él.
▪ Ese “sistema” donde se articulan las distintas dimensiones de la existencia puede
llamarse de distintos modos: cosmología, concepción de mundo, metafísica.
▪ La afirmación más fuerte de los discontinuistas (Koyré, Lindberg) es que detrás del
cambio que la revolución científica en algún sentido motoriza hay un cambio en la
metafísica. Es por esto último que la Modernidad trae, en sentido estricto, una novedad
y por eso es una época distinta.
▪ Cada época conoce de una forma determinada, es decir, le da al conocimiento un lugar
determinado y lo entiende como una actividad determinada. Con lo cual, el
conocimiento científico es también en cada época una forma específica de producir la
relación mencionada en el primer punto.
▪ Esto implica, también, que las instituciones científicas, que despliegan y organizan la
actividad, tendrán sus particularidades epocales.
▪ La Modernidad produce una novedad respecto de los criterios para la actividad
científica y la validación del conocimiento científico. Esto ocurre desde el punto de
vista de la idea y desde el punto de vista de las instituciones y formas de asociación al
servicio de esa idea. Cuando Lindberg nos decía que el punto fuerte del argumento
discontinuista estaba en el quiebre verificable en la metafísica y la metodología, estaba
diciendo lo que decimos aquí. Cuando Principe nos contaba las nuevas instituciones
científicas que surgen en la Modernidad temprana, también nos hablaba de esto.
▪ Entonces: metafísica, conocimiento, método científico e instituciones científicas son
instancias de un sistema que cambia a la vez. No se puede comprender uno sin referir a
los otros.
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Ahora, tras haber estudiado la Revolución Científica y el problema de la discontinuidad, nos


ocuparemos de algunas cuestiones vinculadas con la epistemología científica en el núcleo del
proyecto moderno (para ello leeremos a Descartes y a Cassirer). El próximo cuatrimestre, en
Mundo Moderno II, nos detendremos en el problema de las instituciones, especialmente en las
reformas universitarias del siglo XIX, que hacen de la universidad medieval una institución
científica moderna.
El argumento es complejo y al final del camino, si nos fue bien, tendremos la
posibilidad de vislumbrar algunos de sus nodos principales. Pero podemos adelantar algunas
afirmaciones que nos servirán de guía para nuestro ejercicio en el curso. Al alejarse o
emanciparse de la solidez metafísica propia del orden aristotélico-cristiano, la Modernidad lleva
a primer plano el problema del conocimiento. Como afirma Cassirer,1 para la Modernidad no se
trata de un problema filosófico entre otros, sino de su núcleo. ¿Por qué esto es así? Porque el
abandono del ordo aristotélico-cristiano es el abandono del trasfondo metafísico que oficiaba de
garante de que el cosmos, es decir, el orden organizado de acuerdo a fines, podía ser conocido
por el hombre. Desde ya, llegar a hacerlo implicaba una disciplina y un ejercicio espiritual muy
particular y nunca estaba asegurado el éxito de la empresa. Pero sí estaba resguardada la
garantía (dada por la autoridad de la tradición) de que la meta estaba allí para ser alcanzada.
Por eso el gesto emancipador y fundador que implica proponerse una ciencia nueva pone en
primer plano el problema de esa garantía. ¿Cómo es posible el conocimiento? ¿En virtud de qué
puedo estar cierto de que lo que yo pienso es tal cual lo pienso? En la Modernidad, estas
preguntas, que se pueden rastrear hasta los filósofos presocráticos, toman el centro de la escena,
porque quien se las hace tiene que abordarlas tomando de sí mismo los criterios para resolverlas.
Si las tomara de otro, no estaría emancipado de él. Si del es ya no puede venir la garantía, tendrá
que venir del yo. Pero (la gran pregunta de Descartes): ¿qué hay en el yo que me pueda dar
certeza? Respuesta: la razón. La confianza que el hombre medieval tiene en la tradición el
hombre moderno la tiene en una actividad que llama “razón”. Veremos (en el texto de Descartes
y la explicación de Cassirer) que la razón que viene a ocupar ese lugar está ligada estrechamente
con el método científico de las ciencias de la naturaleza (analítico-compositivo). Razón y
ciencia, o mejor dicho: razón-ciencia, están en el núcleo del proyecto moderno y el mundo
cultural e institucional que construye. Damos con ello con un núcleo conceptual muy denso que
puede desplegarse de muchas maneras. Aquí sólo nos interesa conectar estos puntos
(Revolución Científica, razón y ciencia) con las siguientes afirmaciones:

1
Cassirer, Ernst, El problema del conocimiento en la filosofía y en las ciencias modernas, México, FCE,
1953, pp. 17 ss.
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▪ El método de descomposición analítica de lo dado en sus elementos y su reconstrucción


controlada (con la garantía de certeza) será el acorde fundamental del método científico,
fundamentalmente en el siglo XVIII ilustrado, pero no solamente.
▪ La razón no es concebida por la ciencia moderna como un acervo de conocimientos. No
es una posesión, un punto de llegada, sino una forma determinada de adquirir. Es la
fuerza espiritual que nos conduce a un descubrimiento, la formulación de una hipótesis
teórica y garantizar su validez. Como afirma Cassirer: “lo que ella [la razón] es y puede
no cabe apreciarlo íntegramente en sus resultados, sino tan sólo en su función”.2
▪ Por ello mismo, la obra de la ciencia moderna no es nunca definitiva. La indagación
científica borra de su horizonte el punto de llegada. Es incompleta. Lo que importa para
la ciencia moderna es que se despliegue la energía de la razón. Que haya ciencia implica
que haya indagación, es decir, actividad según la razón de los modernos. En otras
palabras: investigación. Hacer ciencia no es, en sentido eminente, el camino a un saber
eterno o la trasmisión razonada de un corpus verdadero, sino la actividad continua de
indagar. Para un moderno, ciencia no es corpus, sino investigación. Por eso, si bien
obviamente había producción de conocimiento en la universidad medieval, es
anacrónico llamar “investigación” a esa producción (en Mundo Moderno II nos
detendremos en la diferencia entre la universidad medieval y la universidad del siglo
XIX en adelante).
▪ Digamos esto de nuevo y de forma condensada: para la Modernidad, ciencia es
investigación. De este modo se entiende, por ejemplo, que la ciencia ocurra en
proyectos de investigación.
▪ La forma de trabajo de las ciencias naturales tiene una influencia poderosa sobre la
ciencia moderna. Principalmente, en lo siguiente: la ciencia no avanza en lo esencial
deductivamente, aunque la deducción tenga un lugar importante en su proceder. ¿Qué
quiere decir esto? Que para la ciencia moderna lo dado no puede deducirse de
principios. Por eso, el dato “descubierto” tiene primero que ser analizado en sus
componentes que permitan luego manipularlo con garantías de racionalidad (analítico-
compositivo). Y esto vale así se trate de un fenómeno celeste, un fenómeno social o una
serie de textos o fuentes. Más allá de las discusiones que la noción de dato trae
aparejadas (algunos dirán también que se descubre un dato porque se lo busca, y uno
busca por razones y no por datos), interesa aquí plantear lo siguiente:
a. La garantía que el proceder racional puede aportar tiene validez si se
circunscribe a la explicación de un fenómeno que pueda ser elaborado
científicamente. ¿Se puede tener conocimiento científico? Sí, pero no de todo.

2
Cassirer, Filosofía de la Ilustración, México, FCE, 1932, p. 28.
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Esto planteará las preguntas que atraviesan la filosofía moderna: ¿qué puedo
conocer? ¿Cuáles son los andariveles fuera de los cuales la razón ya no puede
salir más de garante? ¿Cuál es el límite de la razón?¿Puedo conocer ese límite?3
b. La garantía que la ciencia moderna busca asegurar en su proceder implica una
apertura inclausurable. El lugar al que llega la investigación es un lugar,
tendencialmente, de paso, que tendrá que revisarse con la llegada de la
novedad. La apertura a lo dado y la tensión producida por la novedad son dos
caras de la misma moneda. En ese sentido mantiene una actitud conjetural junto
a la férrea pretensión de alcanzar certezas dentro de los carriles del método.

Investigación, hipótesis
Retomemos un punto: la ciencia moderna tiene un doble carácter, a saber, pretensión de certeza
y posicionamiento tendencialmente conjetural, concomitante éste con su esencial incompletitud
y apertura (ambos hijos de la novedad). Certeza y conjetura se combinan en la ciencia moderna
de un modo particular. Desde ya, la combinación variará mucho según las distintas disciplinas
en las que se despliega la ciencia moderna. No será la misma en las ciencias experimentales, en
las ciencias exactas, en las ciencias sociales o en las humanidades. Pero podemos justamente
conjeturar que, en la Modernidad, si hay ciencia hay investigación y si hay investigación habrá
una combinación de certeza y conjetura.
Para comenzar, muy germinalmente, un ejercicio de investigación, un buen lugar para
empezar es la noción de hipótesis. En la misma noción y su lugar (complejísimo) en la
epistemología científica, están imbricadas las dos tendencias mencionadas en el párrafo anterior
y que aquí usamos de hilo conductor para ligar la reflexión sobre la ciencia moderna a un
ejercicio introductorio a su práctica en sede universitaria. Por eso no es casualidad que, en
cualquier proyecto de investigación que se presente ante una instancia de validación de la
comunidad científica, lo primero que tiene que estar claro es cuál es la hipótesis del proyecto
(sea éste de filosofía, letras, física, bioquímica, estadística o sociología).

Entonces, ¿qué es una hipótesis? Sin duda, “hipótesis” es un término que no tiene un
significado unívoco y sus distintos sentidos se deslizan uno en el otro rápidamente. Pero
podemos ensayar ahora un “sentido focal”, que todas sus variaciones comparten: la hipótesis es
una afirmación que no puede sostenerse definitivamente. Hacer una hipótesis, incluso desde el
punto de vista etimológico, es similar a suponer. “Suponer” significa que afirmamos algo pero
sin decir (al menos provisoriamente) que las cosas son, en sí, tal como lo decimos, sino que así

3
La tarea de la crítica en sentido kantiano se deriva de este tipo de preguntas.
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lo suponemos. La suposición, la hipótesis, es un juicio que no puede afirmarse de modo


categórico. Esto puede ocurrir porque:
a. Lo que se afirma “se pone por debajo” en el sentido de que se coloca al
comienzo de una deducción y se desarrollan sus consecuencias, y esto con
total independencia de su relación con la verdad. En este sentido, por
ejemplo, usaban el término los copernicanos que defendían el sistema
geométrico de Copérnico sin afirmar que la tierra se moviera.4
b. Lo que se afirma no puede tener nunca ningún sustento y sólo es una ficción
de la que se indagan sus consecuencias. Este sentido, en extremo
restringido, es el sentido que usa Newton en su célebre hipotheses non
fingo, en el Escolio general a los Principia.5
c. Porque lo que se afirma podría tener sustento y es plausible pero aún no
tiene el sustento que permitiría afirmarla científicamente.

Este último sentido es el que toma la delantera cuando se pide por la hipótesis en cualquier
proyecto de investigación. La hipótesis principal no es otra cosa que la afirmación más
importante que esa línea de pesquisa quiere afirmar y para la cual trabaja todo el esfuerzo de
indagación. El trabajo del investigador está orientado a poder recubrir con certeza lo que la
hipótesis sostiene. Es resumen, en una investigación la hipótesis es la tesis, la afirmación, que se
busca sostener.
Aunque uno no sea un especialista o no esté trabajando en un proyecto de investigación,
la actividad, o incluso la disposición, investigativa circula en toda la actividad académica en
sede universitaria. La institución se organiza en torno a eso. Por eso, cuando estudiamos en la
universidad, estamos también en el ámbito de la investigación (veremos en el próximo
cuatrimestre que, para la universidad moderna, el trabajo de la docencia va unido al de la
investigación, y por eso mismo también el trabajo de los estudiantes está, a la vez, inmerso en la
investigación y encaminado hacia ella). Nos relacionamos con el conocimiento desde esa
perspectiva. Y es por eso que las prácticas de lectura y escritura que llevamos adelante en la

4
Sin ser él mismo un copernicano, por ejemplo, el cardenal Bellarmino, a cargo del juicio de la
Inquisición contra Galileo, sostiene en una carta a Paolo Foscarini que Galileo debía contentarse con
afirmar prudentemente ex suppositione [como hipótesis], pues está bien dicho y no existe peligro o
falsedad en decir que, suponiendo que la tierra se mueva y el sol esté quieto, se salvan las apariencias
mejor que colocando puntos excéntricos y epiciclos.
5
Como muestra el análisis de Koyré en “Concept and Experience in Newton’s Scientific Thought” (en
Koyré, Alexandre, Newtonian Studies, Londres, Chapman & Hall, 1965, pp. 25-52, ppalmente. pp. 32-40)
en esa frase Newton sólo quería apartarse de quienes hacían afirmaciones que no podían respaldar
científicamente (no invento hipótesis). Pero en los mismos Principia (con variaciones según la edición)
Newton da un lugar muy importante a las hipótesis como afirmaciones primeras (axiomas) o incluso
como conjeturas demostrables. Sin ir más lejos, llama “hipótesis” a la afirmación de la inmovilidad del
centro del universo. O sea: Newton hacía hipótesis. Lo que no hacía era inventar afirmaciones apodícticas
sobre cosas que la ciencia no puede alcanzar.
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universidad, si bien son muy variadas y cada una tiene su propio peso (subrayar, fichar, resumir,
escribir un parcial, escribir un parcial domiciliario, escribir una monografía, escribir una reseña,
escribir una comunicación, escribir un artículo, escribir un libro), no pueden dejar afuera, como
un horizonte o sentido focal que organiza el viaje, la práctica de escribir un texto para ser leído
por colegas en el que se argumenta defendiendo una hipótesis. Sobre las hipótesis y los
argumentos correspondientes trabajaremos en este momento final del seminario.

Hipótesis, argumento, recorte, interrogación

Ahora bien, si bien es cierto que en la investigación se trabaja para sostener la hipótesis,
ésta no es algo que se tenga desde el punto de partida. No nos referimos aquí solamente al
llamado “contexto de descubrimiento” o al mítico momento “eureka” en el que se da con una
solución a un problema. Nos referimos también al trabajo de ajustar lo que afirmamos (en un
proyecto de investigación, pero también en una monografía) a lo que podemos defender
suficientemente. Llegar a tener claro qué podemos afirmar y qué necesitamos para
defender esa afirmación es quizás el trabajo más difícil. El ajuste entre lo que se afirma y las
razones que se explicitan para hacerlo es algo que uno siempre está aprendiendo a hacer en una
universidad.

Para trabajar sobre este dueto entre hipótesis (ya podemos decir directamente
“afirmación”) y razones que sostienen esa afirmación (llamaremos “argumento” a esas razones)
hay otros dos elementos que entran en juego y son relevantes: el recorte temático y la
interrogación. Es decir: ¿cuál es el tema que se está investigando/estudiando? Y, dentro de esa
temática: ¿cuál es la interrogación o problema que pone en movimiento la actividad de
investigación? La relación entre estos cuatro elementos es tan intrincada que a veces es difícil
distinguir unos de otros. En efecto, muchas veces confundimos el tema sobre el que estamos
escribiendo con la afirmación que estamos haciendo. Cuando esto ocurre, lo más probable es
que el discurso se torne confuso y comiencen a aparecer párrafos que no sabemos bien qué
función cumplen, pero que nos parece que igual tenemos que escribir porque son importantes
por alguna razón que no tenemos del todo clara. Por supuesto que no todo resulta claro cuando
escribimos. Y, probablemente, esto sea por buenas razones. En la argumentación, también en la
científica, siempre se cuela la retórica y la “esgrima” argumental. Pero si no tenemos cierto
dominio de la técnica de claros y oscuros, es probable que terminemos enredados. Hay dos
actividades fundamentales para practicar esta cuestión: a. la identificación en un texto de los
distintos elementos que están allí entremezclados; b. la organización de nuestra escritura en
función de esos elementos. Para finalizar, ensayemos una presentación breve de los elementos
en cuestión:
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1. El recorte temático. Todo texto supone una discusión previa en la que se inserta. El
recorte temático es una forma general de ubicarnos en una discusión. Nos da las
coordenadas más generales. En una investigación estos recortes suelen estar validados
por la comunidad científica. Uno elige un tema que ya está recortado (como un objeto
en un microscopio) por la tradición de una disciplina. Como ejemplos de recortes
temáticos sacados de lo que venimos estudiando podemos mencionar:
a. La Revolución Científica.
b. La novedad moderna y su relación con la ciencia.
c. Los cambios en la ciencia en la Modernidad temprana.
d. La razón moderna como proyecto nuevo frente a la tradición.

2. La interrogación o problema. La interrogación, en verdad, es una especificación más


en el recorte temático. Es como si aumentáramos la lente del microscopio sobre el
objeto estudiado. Dentro de esta temática, ¿cuál es la cuestión sobre la que uno quiere
decir algo? ¿Cuál es la cuestión que efectivamente estudiamos a fin de
escudriñarla/comprenderla/resolverla? Como ejemplos de interrogaciones podemos
mencionar:
a. ¿Hubo un quiebre en la Revolución Científica? O bien: ¿hay continuidad o
discontinuidad?
b. ¿Hay algo realmente novedoso en la Modernidad?
c. Suponiendo que haya algo novedoso en la Modernidad, ¿es la ciencia el lugar
para describirlo de modo más preciso?
d. ¿Cómo responde la ciencia moderna a los problemas de legitimación que
surgen de su novedad (y desapego de la tradición)?

3. La hipótesis. Sobre ella se dijo bastante hasta aquí. Es lo que se afirma en relación al
problema o interrogante que estamos estudiando. En cualquier trabajo monográfico
tiene que estar claro cuál es la hipótesis. En general se suele aclarar en el momento de
introducción del texto. Como ejemplos de hipótesis podemos mencionar:
a. La ciencia moderna es la principal fuerza de cambio para pasar del cosmos
cerrado a un universo infinito.
b. La Modernidad plantea una nueva manera de relacionarse con la naturaleza, por
la cual la ciencia pasa de una actitud eminentemente contemplativa a una
actitud eminentemente instrumental.
c. La ciencia de la naturaleza moderna no se pregunta por las esencias, con lo cual
abandona las explicaciones teleológicas.
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d. Cuando se considera de modo holístico la transición de la ciencia medieval a la


moderna se observa que la metodología científica introdujo novedades no
graduales sino abruptas.
e. La aparición de las academias y centros de investigación no-universitarios está
ligada al nacimiento de la ciencia moderna.

4. El argumento. Son los elementos que el texto pone en juego para sostener la hipótesis.
Dependiendo del caso, no siempre es claro en un texto qué es una afirmación y qué es
un argumento. Muchas veces descubrimos al estudiar un texto que hay afirmaciones (a
veces, incluso, importantes) que son introducidas sin fundamentación. Es así porque el
hecho de ser científicos no quita que los textos académicos también sean piezas de
retórica destinadas a convencer al lector. La tarea de exégesis de un texto es
precisamente la tarea de determinar cuáles son sus elementos constituyentes.

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