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1-2

1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos, extranjeros dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, 2 según la
previsión  de Dios el Padre, mediante la obra santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser redimidos  por su sangre:
[a] [b]

Que abunden en ustedes la gracia y la paz.

Que confortante es escuchar palabras de aliento, sobre todo cuando las cosas no van bien, sobre todo, cuando
la preocupación aprieta de tal manera que parece que nos asfixia, o cuando no encontramos respuestas a la
situación en que nos estamos sumergidos, etc., etc. La lista es larga, pero como decía hace un momento, en
medio de esas densas tinieblas que nos envuelven y nos ciegan, se escucha esta palabra “elegidos  según la
previsión  de Dios el Padre,”.

Pedro nos hace quita la mirada del problema, sea grande o chico, y la redirige al problema mayor que antes
teníamos y así todo fuimos liberados “elegidos  según la previsión  de Dios el Padre,” esta frase se irá desarrollando a
lo largo de la carta, pero lo importante es que antes había un problema mayor que era imposible librarnos, y aún
hoy es imposible que una persona por sus propias fuerzas se libere, es el peso, el dolor, la angustia que un
déspota puede causar a un ser humano, y ese déspota es el pecado. Dice Pedro “elegidos  según la previsión  de Dios
el Padre,”

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