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LA POBREZA EN VENEZUELA.

Venezuela ha sido dotada generosamente por la naturaleza, con frecuencia es calificada


por viajeros, geógrafos y economistas como tierra de gracia, por cuanto es difícil que
haya sobre la tierra una nación en la que coincidan con mayor abundancia los minerales,
recursos energéticos, agua y otros. Estas condiciones naturales han conferido a
Venezuela una posición estratégica mundial, especialmente continental. Pese a los
grandes dotes otorgados por la naturaleza, Venezuela no es un modelo de prosperidad,
este potencial ha sido escasamente aprovechado, por cuanto sus habitantes no han
alcanzado un nivel de calidad de vida coherente con la riqueza natural, lo que se endosa
en gran parte a la actividad petrolera la cual ha postergado la importancia de otras
actividades productivas.

Venezuela pese a los innumerables dotes naturales no ha podido alcanzar el anhelado


desarrollo, tampoco el bienestar de todos sus habitantes, en parte porque sus acciones y
prácticas económicas no se han fundamentado en el desarrollo sustentable, su comercio
exterior se limitaba hasta 20012 a la exportación de materias primas básicas sin mucho
valor agregado cuya explotación intensiva incrementa la vulnerabilidad ecológica
irreversible., en la actualidad víctima de un brutal bloqueo y con la aplicación de malas
políticas el escenario es deprimente

El 96% de la población venezolana es pobre y un 79% vive en pobreza extrema, es


decir, que no logra suficientes ingresos para cubrir la canasta alimentaria. Los
investigadores aseguran que esto se debe a la hiperinflación que ha venido superando
cualquier registro imaginable desde hace años y que ha propiciado una caída del 70%
del PIB entre 2013 y 2019, el año al que se refiere el estudio de las universidades. Estos
indicadores convierten a Venezuela, que no hace tanto era uno de los países más
prósperos de América Latina gracias a sus reservas de crudo, en uno con condiciones
más propias de Centroamérica, el Caribe o África en materia de pobreza y desnutrición.
De hecho, hoy es ya el país más pobre de la región.

No solo estos indicadores alertan del deterioro en el que Venezuela lleva inmersa años.
La violencia que soportamos la población y la constante falta de agua o de electricidad
(cuando no de las dos) es parte ya de la vida cotidiana de los venezolanos, que hemos
terminado incluso por tener que acostumbrarnos a la escasez de combustible, pese a las
ingentes reservas con las que aún cuenta el país.

Los venezolanos sufrimos también de una crisis institucional galopante y las sanciones
impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea las cuales agravan de manera
exponencial el deterioro del país, pero en fin somos los ciudadanos, el arma arrojadiza
sobre el que se sustenta una batalla política y quienes sufrimos una situación cada vez
más precaria.

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