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Estudio filosófico sobre el Erotismo.

Elemento transgresor en la
literatura colombiana del siglo XX

Presentado por:
Mayerlis Ortega Oliveros

Directora:
Claudia Barrera Castañeda

Universidad del Atlántico


Facultad de Ciencias Humanas
Barranquilla (Atlántico)
2018
La vérité sortant du puits, 1898
(La verdad saliendo del pozo).
Debat-Ponsan, Édouard.
Alegoría.
Pintura de óleo sobre lienzo
Horizontal: 2,81 m x Largo: 1,91 m
(con marco).
Musée de l'Hôtel de ville, Amboise,
France.
UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
Programa de Filosofía

TRABAJO DE GRADO
Estudio filosófico sobre el Erotismo. Elemento transgresor en la literatura
colombiana del siglo XX
Memoria para optar al título de filósofa

PRESENTADO POR:
Mayerlis Ortega Oliveros

Directora:
Claudia Barrera Castañeda
Barranquilla
2018
Nota de Aceptación:
___________________________
___________________________
___________________________
___________________________
___________________________

________________________________
Firma del presidente del Jurado

________________________________
Firma del Jurado

________________________________
Firma del Jurado
Estudio filosófico sobre el Erotismo. Elemento transgresor en la literatura
colombiana del siglo XX
Philosophical study on Eroticism. A transgressive element in 20th century
Colombian literature
RESUMEN
La presente investigación busca caracterizar cómo el erotismo es un elemento transgresor en la
literatura colombiana del siglo XX, es decir, como ha constituido en la literatura una experiencia
sagrada que puede permitirle al hombre colombiano sugerir una forma de afirmarse plenamente
en la vida. Para abordar esta labor se analizarán tres aspectos: qué es el erotismo, apoyándonos
en una cartografía sobre las diferentes reflexiones filosóficas y literarias sobre el erotismo en la
historia de Occidente, y particularmente, en los fundamentos filosóficos y los conceptos de
experiencia interior, prohibición, transgresión, lo sagrado y lo profano desarrollados
por Georges Bataille sobre el erotismo. La reflexión filosófica del erotismo en el contexto
particular de la sociedad colombiana, en aras de mostrar cómo no ha sido un tema de importancia
en el campo académico, y cómo es necesario aún desarrollar trabajos de esta envergadura. El
erotismo en la literatura colombiana como elemento transgresor de la moralidad cristiana y como
arma poderosa capaz de comunicar y unir esos seres separados por las pugnas y odios heredados,
para hacerlos entrar en la experiencia sagrada de unidad con todos y el todo. Este trabajo de
investigación será direccionado a través de los métodos arqueológico y hermenéutico-crítico de
los textos utilizados.

Palabras Clave: erotismo, literatura colombiana del siglo XX, moralidad cristiana, prohibición,
transgresión, Georges Bataille.

ABSTRACT
The present investigation search for characterize how the eroticism is a transgressive element in
the Colombian literature of the 20th century, that is to say, how has constituted in literature a
sacred experience that can allow the Colombian men suggest a form of steady oneself in the life.
To approach this work will analyze three aspects: what is the eroticism?, supporting in a
cartography about the different philosophical and literary meditation about the eroticism in the
history of occident, and particularly, in the philosophical fundaments and the concepts of Inner
Experience, prohibition, transgression, the sacred and profane developed by Georges Bataille.
The philosophical meditation of eroticism in the particular context the Colombian society, for the
sake of evince how it hasn't been a important topic in the academic field, and how is yet
necessary develop works this magnitude. The eroticism in the Colombian literature as
transgressor element the christian morality and powerful weapon able the communicate and link
those beings separated by the inherited fights and hatreds, to make them enter into the sacred
experience of unity with all and the whole. This research work will be directed through the
Archeological and Hermeneutic-critical methods of the texts used.

Keywords: eroticism, 20th century Colombian literature, Christian morality, prohibition,


transgression, Georges Bataille
ÍNDICE
Introduccion..........................................................................................................................1
1. Orígenes y contexto histórico del Erotismo Occidental: mirada filosófica y
literaria..................................................................................................................................5
1.1. En torno a una definición de Eros y erotismo en la Antigüedad
Clásica:..................................................................................................................................5
1. 1. 2. Eros a la luz de lo mitico...........................................................................................7
1. 1. 3. Eros: entre lo mítico y lo Platonico...........................................................................9
1.1.4. Eros desde la poesía Safica........................................................................................10
1.2. Eros en la Edad Media..................................................................................................12
1.3. Entre los vestigios cristianos de la Edad Media y el Renacimiento..............................16
1.4. Eros: entre lo “instintivo” y lo “represivo” desde Sade y Freud...................................17
1.5. Entre lo “espiritual” y lo “corporal”: erotismo en el siglo XX......................................21
2. Erotismo: una mirada desde el pensamiento de Georges Bataille....................................28
2.1. La experiencia interior: entre el mundo animal y el mundo humano............................29
2.2. El erotismo como tabú: de la prohibición a la transgresión...........................................33
2.3. Del erotismo como aprobación de la vida hasta en la muerte........................................37
2.4. Entre lo sagrado y lo profano: la visión del erotismo en el cristianismo........................40
2.5. Erotismo y literatura: experiencia sagrada......................................................................43
3. Estudio filosófico sobre el erotismo. Elemento transgresor en la literatura colombiana del siglo
XX..........................................................................................................................................47
3.1. Contexto histórico de Colombia en el siglo XX..............................................................50
3.2. ¿Filosofía y erotismo en Colombia?..................................................................................56
3.3. Del erotismo como elemento transgresor en Colombia durante el siglo XX...................59
3.4. Hacia la búsqueda de un nuevo lenguaje: de la literatura de la violencia al erotismo en la
literatura...................................................................................................................................64
3.4.1. Del eros poético en Colombia........................................................................................66
3.4.2. Del eros narrativo: entre la novela y el cuento...............................................................71
Conclusiones.............................................................................................................................84
Anexos.....................................................................................................................................91
Referencias................................................................................................................................95
ÍNDICE DE TABLAS

Erotismo y filosofía en las revistas universitarias de Colombia: publicaciones entre 1951 y


2000.............................................................................................................................................91

Erotismo y filosofía en las revistas universitarias de Colombia: publicaciones entre 2000 y


2017...........................................................................................................................................92

Congresos de la Sociedad Colombiana de Filosofía..................................................................93


Introducción

La historia del erotismo en Colombia es reciente, solo en la primera mitad del siglo XX,
se vislumbran algunos indicios de lo que podría entenderse como erotismo, y de lo que implicaba
la actividad erótica en el seno de la sociedad colombiana. Tal iniciativa empezó desde la
literatura colombiana, con la obra póstuma, De sobremesa de José Asunción Silva, y, más tarde
en el siglo XX, con varias de las obras de José María Vargas Vila, Estos escritores empezaron la
reflexión del cuerpo y del hombre como sujeto erótico, más allá de la censura eclesiástica y
política que controlaba toda manifestación de lo erótico, históricamente tergiversado en las
entrañas de lo obsceno y lo pornográfico.

Vale precisar, conforme lo ha desarrollado José Eduardo Jaramillo Zuluaga (1992), que
es solo en la segunda mitad del siglo veinte , con el estallido de la guerra por los sectores en
pugna (Liberales y Conservadores), cuando el cuerpo se pone de presente en la literatura de la
Violencia como escenario de los horrores y masacres perpetrados, es gracias al contexto socio-
político de violencia que atraviesa el país que, por primera vez en la historia de Colombia,
escritores desde todos los campos y con las herramientas literarias de que disponían, intentan
testimoniar las angustias de un pueblo en guerra, no obstante, cabe decir que mucha de esta
literatura se quedó en los lindes de la morbosidad en el relato. Lo interesante es que desde 1950 y
hacia finales del siglo xx, los escritores desde la poesía, el cuento y la novela desarrollarán
nuevas técnicas y estéticas para ahondar en un nuevo lenguaje; que se aleje de esa literatura
testimonial y de violencia, para mostrar que puede abrirse paso a una reflexión literaria del
cuerpo, no ya como algo mancillado, objeto de muerte y disputas, sino como escenario erótico,
como espacio para el placer y el deseo, y sobre todo, como ese cuerpo erótico que se esgrime
como un arma a través del cual el ciudadano colombiano puede afirmarse en la vida, y encontrar
una salida a la violencia histórica del país.

El interés que despertó el campo erótico en la literatura no tuvo las mismas repercusiones
en el campo de la filosofía colombiana, pues las tendencias más marcadas hacia la investigación
filosófica en el siglo veinte, según Herrera (1988) en su artículo “La filosofía en la Colombia
1
contemporánea (1930-1988)” compendiado en La filosofía en Colombia: historia de las ideas,
se encuentran orientadas a los estudios de hermenéutica, epistemología, fenomenología, teoría
crítica, marxismo, hegelianismo, filosofía latinoamericana, filosofía de las ciencias y metafísica.
De lo anterior podemos inferir que el erotismo no ha tenido un lugar importante en la reflexión
filosófica del siglo veinte, aunque haya un reducido número de trabajos filosóficos con relación a
los postulados que sobre el erotismo desarrollaron autores como Arthur Schopenhauer, Georges
Bataille y Michel Foucault.

Este tema, en términos generales, ha sido poco investigado desde la filosofía colombiana,
pese a que muchos de los escritores (literatos) estuvieron influenciados por un pensamiento
filosófico; empero, es notable la poca reflexión filosófica sobre el erotismo en el contexto
particular de Colombia, de las formas en que se han configurado las prácticas eróticas y las
libertades sexuales en la sociedad colombiana durante el siglo veinte.

Respecto de lo anterior, es conveniente aclarar dos aspectos de suma importancia: por un


lado, este análisis hará una reflexión filosófica sobre el erotismo en Colombia durante el siglo
pasado, en aras de caracterizarlo en la literatura colombiana como aprobación de la vida y fuerza
creativa del hombre en nuestra sociedad, para mostrar cómo ha sido un elemento transgresor de
los preceptos eclesiásticos y políticos en el siglo XX, desde los cuales, según el filósofo Rafael
Gutiérrez Girardot (2011), el erotismo había sido encadenado y visto como un aspecto negativo
en la vida del hombre colombiano. Por otro lado, como ya lo señalé, no existe un desarrollo
profundo sobre el eros, y sobre el erotismo en el contexto particular de Colombia desde un
filósofo colombiano, por ello, la investigación tomará como fundamento filosófico los
postulados del pensador francés Georges Bataille sobre el erotismo.

Para concretar lo anterior, esta monografía se ha estructurado en tres capítulos en los cuales
se explica y dilucida confluyendo así en un mismo objetivo; caracterizar cómo el erotismo es un
elemento transgresor en la literatura colombiana del siglo XX. Así en el primer capítulo, titulado
Orígenes y contexto histórico del Erotismo Occidental: mirada filosófica y literaria, se
identificará qué es el erotismo, estableciendo límites precisos de su relación con la sexualidad y
2
el amor, ya que constantemente se les confunde e incluso es relacionado con la pornografía o la
obscenidad. A razón de lo anterior, se partirá de los presupuestos literarios y filosóficos que se
han forjado desde la Antigüedad Clásica en Occidente hasta nuestros días, en aras de entender
cuál ha sido la importancia de los mitos, tabúes y prohibiciones del hombre occidental, de su
libertad sexual y erótica; configurando así un estado del arte de lo que ha sido el Erotismo en
Occidente. Esta cartografía permitirá observar cómo ha sido la evolución del tratamiento de Eros
y cómo se han configurado estos mitos, tabúes y prohibiciones en el contexto particular
colombiano.

En el segundo capítulo, titulado Erotismo. Una mirada desde el pensamiento de Georges


Bataille, se planteará cómo desde la perspectiva de este pensador, el erotismo es un aspecto
fundamental en la vida del hombre como sujeto deseante, que si bien se manifiesta con total
plenitud en el cuerpo a través del orgasmo y la reproducción, no se queda en ello; puesto que se
convierte en una capacidad creativa, artística, ceremonial, y ritual en la que se demuestran
refinamientos internos que conducen hacia la búsqueda psicológica de unión entre los seres.

El pensamiento de Bataille sobre el erotismo permite, por un lado, reivindicar ese carácter
creativo del eros, desligado en parte de esa sexualidad simple y rudimentaria con la que se
confunde el erotismo en la actualidad. Y por el otro, presentar un carácter sagrado del cual ha
sido desligado por los preceptos políticos, religiosos e ideológicos en muchas sociedades.

Por lo anterior, en esta investigación se considera pertinente partir de esa manera


afirmativa que tiene Bataille de ver el erotismo y retomar las categorías de experiencia interior,
prohibición y transgresión y también de lo sagrado y profano, en aras de reformular muchos de
los planteamientos que sobre el erotismo desde la óptica de otros filósofos se han fraguado,-
como lo fueron Platón, San Agustín, Marqués de Sade- para así contextualizar la relación entre
erotismo y moralidad del cristianismo en Occidente.

En el tercer capítulo, titulado Estudio filosófico sobre el Erotismo. Elemento transgresor


en la literatura colombiana del siglo XX se mostrará cómo el erotismo, específicamente en la
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literatura colombiana, ha sido un elemento transgresor de las disposiciones ideológicas y
religiosas que han mantenido al eros encadenado (reprimido) desde la constitución de la
República hasta fines del siglo XX, para ello será preciso traer a colación la relación histórica de
la Iglesia católica con la política en Colombia.

Tal análisis será efectuado retomando las categorías de transgresión y prohibición


desarrolladas por Georges Bataille en sus obras dedicadas al erotismo, la literatura y otras, en las
que se pueden dilucidar aspectos importantes de los postulados bataillianos con respecto al
erotismo, tales como L’Expérience Intérieure (La experiencia interior), L’Érotisme (El
erotismo), Les Larmes d’Éros (Las lágrimas de Eros ), Le Littérature et le mal (la literatura y el
mal), y La felicidad, el erotismo y la literatura: ensayos 1944-1961 (recopilación de artículos y
ensayos de Georges Bataille en vida, y publicada por Editorial Gallimard como Obras completas,
tomo 11 y 12 en 1988), para vislumbrar cómo la transgresión del erotismo en la literatura
colombiana permite caracterizar un tipo de libertad individual y colectiva frente a los preceptos
políticos y religiosos de Colombia en el siglo XX.

Por otro lado, se demostrará cómo desde el campo filosófico en Colombia hay ausencia
de análisis sobre el erotismo, postulando la necesidad e importancia de empezar a desentrañar lo
que esconde. Por último, el trabajo ofrece un apartado que recoge las conclusiones generales de
la investigación y proporciona las referencias utilizadas para el desarrollo de la misma.

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1. Orígenes y contexto histórico del Erotismo Occidental: mirada filosófica y literaria

Como animal erótico, el hombre es para sí mismo un problema. El erotismo es en


nosotros la parte problemática.1. [Traducción Nuestra]
(Bataille, G. (1957), L’Érotisme, p. 303)

Para reflexionar sobre el origen del erotismo, o de lo erótico, se debe rastrear cómo y de
qué manera ha sido entendido en los albores de la Antigüedad Clásica hasta nuestros días, en
vistas de poder comprender cómo el hombre Occidental ha configurado el terreno de lo erótico y
le ha concedido un lugar importante en el mundo y la vida cotidiana a partir de las diferentes
cosmovisiones, mitos y tabúes.

En este primer capítulo se realizará un bosquejo histórico-teórico de lo que ha sido el


erotismo, comenzando por las reflexiones filosóficas y literarias que han surgido con relación a
Eros desde Grecia hasta el siglo XX, en pos de develar lo que es, lo que no es y lo que podría
llegar a ser. De la misma manera, se evidenciará cómo en ese bosquejo histórico-teórico el
erotismo ha sido abordado desde dos posturas tradicionales (la moralista e inmoralista) que se
han excluido mutuamente. De aquí que retomemos y demos importancia en nuestra investigación
a los postulados sobre el erotismo del pensador francés Georges Bataille quien crítica y subvierte
estas dos posturas haciéndolas converger al punto de imbricarlas una con la otra; es decir,
construir un erotismo en el que no se nieguen ni el cuerpo, ni el alma. La propuesta batailliana,
permitirá caracterizar desde el punto de vista filosófico y literario, cómo el erotismo es un
elemento transgresor en la literatura colombiana del siglo XX.

1. 1. En torno a una definición de Eros y erotismo en la Antigüedad Clásica:

Existe una confusión generalizada con relación al significado del concepto erotismo, pues
normalmente se lo ha nombrado indistintamente como amor, pasión, inclinación, deseo,

1
«En tant qu’il est animal érotique, l’homme est pour lui-même un problème. L’érotisme est en nous la part
problématique.»
5
atracción sexual, etc. sin tener en cuenta, que si bien los griegos querían denotar con ella el
sentimiento amoroso, ello no quiere decir o significar amor, pasión, inclinación, deseo, atracción
sexual, etc. Tras lo anterior, se considera pertinente aclarar que en griego la expresión empleada
para designar el sentimiento amoroso y el deseo sexual entre los hombres es ἔρως que significa
eros, el cual en su evolución pasa al latín como erotás y, posteriormente, cuando se le agrega el
sufijo -ismós, el cual indica estado o resultado de un proceso anterior, pasa a enunciar erotismo.
Además debe decirse que el vocablo eros, también fue utilizado en la mitología griega para
nombrar al dios encargado de ocasionar el deseo sexual y amor entre los hombres.

Por otro lado, debe precisarse que en latín existen los vocablos eros y amor, justamente,
porque señalan aspectos distintos. El concepto de eros, al ser una desinencia del vocablo griego
“ἔρως”, significa exactamente lo mismo, el sentimiento amoroso entre los hombres; mientras que
amor es un vocablo originariamente latino que deviene de la raíz “amor” y, posteriormente, al
agregarse el sufijo “-ōris” (que significa orar) se forma la palabra amoroso. De esta manera, la
palabra latina “amor” no deviene de la raíz griega “ἔρως”, por consiguiente, no se puede decir
que estos signifiquen y definan exactamente lo mismo.

En este sentido, se hace evidente un problema ya que se tiende a confundir el erotismo con
otros términos, no permitiendo dar cuenta de lo que realmente fue y significó en ese contexto
particular de la sociedad griega, puesto que se termina entendiendo y conceptualizando el eros
por sus características, como por ejemplo las ya mencionadas, la atracción sexual, y el deseo. Es
así como en los inicios del cristianismo se acuña la palabra amor, para significar todo lo
relacionado con los sentimientos amorosos y afectivos entre los hombres, de ahí que se siguiera
perpetuando el error y haya diferentes autores quienes, según Ferrater Mora (1964), en el
Diccionario de Filosofía, “recomiendan el uso de varios términos (‘agrado’,
‘gusto’,‘afecto’,‘amistad’ ) pero persisten en agrupar sus significados bajo el concepto común de
‘amor’” (p. 87). A este respecto nos dice el filósofo Denis de Rougemont (1999), en su texto
titulado Los mitos del amor.

Se dirá que nuestras lenguas modernas tienen también la mayor parte de esas palabras de
amistad, ternura, deseo, pasión, compasión, caridad, etc. Sin duda, pero llaman a todo ello

6
amor, aunque varíen los adjetivos. Y es precisamente ese término único lo que falta en
griego, como en todas las lenguas de Asia sin excepción. Es característico de la Europa
cristiana y del Occidente por entero que, sólo ahí, todas las formas humanas del atractivo
hayan podido ser incluidas en el vocablo único, que no designa cierta substancia común
sino un movimiento creador del ser, que se manifiesta en todas ellas. (p. 14)

Por lo anterior, encontramos la dificultad de contar con un concepto único que torna ambiguo
y conflictivo todo intento de definir y conceptualizar lo que significa el erotismo, pues está
envuelto en algunas de sus características tales como lo son el sexo, el deseo, la atracción sexual;
por ello, tal confusión podemos entenderla desde los griegos para retomar lo que en sus inicios se
entiende por eros.

1. 1. 2. Eros a la luz de lo mítico

El hombre históricamente ha buscado dar explicaciones al origen del cosmos, la naturaleza y


los fenómenos de los que participa cotidianamente, entre ellos: la vida, la muerte, el mal y el bien
y, por supuesto, el amor. Tal búsqueda de los orígenes y causas primeras del acontecer de las
cosas se encuentra particularmente reflejada en los griegos. Es en la cultura de este pueblo donde
se generan los primeros mitos, leyendas, a partir de las cuales expresaban su realidad,
costumbres, maneras de estar y ser en el cosmos.

Concomitante a ello, se puede ver que dentro de esa mitología griega uno de los principios
que dará explicación al orden del mundo, según Pierre Grimal, será el amor. Al respecto, dirá en
su libro (1989) La mitología Griega, que “en algún momento de su historia, todos los pueblos
han sentido la necesidad de explicar el mundo. Los griegos, en busca, como tantos otros, de un
principio motriz en el mismo Ser, creyeron descubrirlo en el amor” (p. 27). A causa de esto, el
filósofo presocrático Empédocles (495 a.c- 430 a.c), según Ferrater Mora (1964), en el
Diccionario de Filosofía, se preocupa por emplear en sus planteamientos la idea del amor como
principio fundamental de todas las cosas:

Empédocles fue el primer filósofo que utilizó la idea del amor en sentido cósmico-
metafísico, al considerar el amor, Philotés, y el conflicto o lucha, νεικος, como principios
7
de unión y separación respectivamente de los elementos que constituyen el universo […]
Ahora bien, lo que hace que los elementos se mezclen y separen, son dos fuerzas externas
-el Amor y el Odio-, que representan un poder natural y divino, que son respectivamente
el Bien y el Mal, el Orden y el Desorden, la Construcción y la Destrucción. (p. 87)

Otra explicación cósmico-metafísica del amor nos la brinda el poeta Hesíodo (1978), en La
Teogonía, en ella hay toda una genealogía divina en donde exalta a los dioses y muestra su
peculiar evolución. Mostrando en el mito de las sucesiones divinas a Eros como ese dios que
incita la adecuada cohesión de los dioses y de los hombres. En este mito, Hesíodo comienza por
saludar e incentivar a las musas del Helicón para que a través de los cantos con que exaltan a los
sempiternos, le digan cómo nacieron en un principio los dioses, los astros, y todo lo que existe.
Es así como las musas aducen que en un principio existió el Caos, en el cual coexistían Érebo y
la negra Noche, los cuales se caracterizaban por ser las dos caras de las tinieblas del cosmos.
Después Gea la de amplio pecho quien cobija de forma segura a todos los inmortales de la
cumbre del Olimpo y; por último, Eros el dios inmortal más hermoso, pues seduce el corazón y
la correcta voluntad tanto en los dioses, como en los hombres.

Por otro lado, Pierre Grimal (1981), en el Diccionario de mitología griega y romana,
menciona que para los griegos el dios Eros:

Poco a poco, bajo el influjo de los poetas, el dios Eros ha ido adquiriendo su fisonomía
tradicional. Se le representa como un niño, con frecuencia alado, pero muchas veces sin
alas, que se divierte llevando el desasosiego a los corazones. O bien los inflama con su
antorcha o los hiere con sus flechas. (p. 171)

Respecto a lo anterior, puede verse que indistintamente en este mito teogónico, o posible
teoría de la naturaleza, Eros es encontrado como el dios que incita a la adecuada cohesión entre
los dioses y los hombres. De esta manera, puede concluirse que para los griegos, Eros, por un
lado, era el principio motor, poseedor de una fuerza fundamental que permitía el surgimiento de
la naturaleza y; por otro lado, el dios que ocasionaba la atracción sexual, el amor carnal y el sexo
entre los hombres.

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1. 1. 3. Eros: entre lo mítico y lo Platónico

El sentido cósmico-metafísico que tuvo Eros en la Antigüedad griega al considerárselo como


ese principio fundamental que dio origen al nacimiento del universo e igualmente como el dios
responsable de forjar el deseo y la atracción sexual entre los dioses y los hombres, no fue la
única construcción del eros griego a partir del mito; puesto que, más adelante en Platón se
vislumbrará una idea del eros distinta a la concebida hasta entonces.

Platón, influenciado por su teoría del conocimiento, desvirtúa la importancia del eros carnal
frente a la idea de un eros cognoscitivo y contemplativo de las formas bellas. Así el eros en el
Banquete (1988 [384-379 a.c]) más allá de ser un dios será ejemplificado como un démon, es
decir, una entidad intermediaria entre los dioses y los hombres. De ahí que este tenga una
condición mixta y sea presentado como hijo de Penia (pobreza) y de Poros (Abundancia):

En primer lugar es siempre pobre, y lejos de ser delicado y bello, como cree la mayoría, es,
más bien, duro y seco, descalzo y sin casa, duerme siempre en el suelo y descubierto, se
acuesta a la intemperie en las puertas y al borde de los caminos, compañero siempre
inseparable de la indigencia por tener la naturaleza de su madre. Pero, por otra parte, de
acuerdo con la naturaleza de su padre, está al acecho de lo bello y de lo bueno; es valiente,
audaz y activo, hábil cazador, siempre urdiendo alguna trama, ávido de sabiduría y rico en
recursos, un amante del conocimiento a lo largo de toda su vida, un formidable mago,
hechicero y sofista. (p. 249 e)

Así, eros primeramente será concebido como el deseo de poseer siempre aquello de lo que se
carece, de lo que se está ausente y se necesita, pero tal deseo de posesión, es posesión de lo
mejor, lo que en la teoría platónica es la búsqueda de la Belleza, pero no la belleza corpórea
sujeta al tiempo, la muerte y la corrupción, aquella recreada en los mitos antecesores; sino la
Belleza del alma. Por ello el discurso de Diotima quien es su principal interlocutora en el
Banquete aduce que, primero, en la juventud se busca un cuerpo hermoso; luego, la hermosura
de muchos cuerpos; posteriormente, llegar a la idea de hermosura en sí; siguiendo así con el alma
virtuosa y; por último, la belleza incorpórea o, lo que es igual, la contemplación de las formas
inteligibles: la belleza, la verdad y el bien. (Platón, 1988)
9
En el Banquete, Platón evidencia otra explicación sobre la naturaleza de eros, al poner en
boca de Aristófanes el mito del andrógino original. En el cual Eros es la búsqueda de esa unidad
perdida, pues cada mitad experimentando estar incompleta busca insistentemente recobrar su
estado primigenio. No obstante, al no ser posible recobrar dicha unidad, ya de hecho imposible
por el castigo de Zeus, los humanos buscaron a través de la reproducción la realización de esa
unidad primera y la inmortalidad de su alma contemplada en la esencia dejada al hijo de cada
una de las partes.

El eros platónico permite concebir, la ascensión de las almas hacia la contemplación de la


Belleza en sí, es decir, es el movimiento (salida) de ese ser imperfecto, ignorante, corpóreo que
está en el mundo sensible hacia lo más perfecto; mundo inteligible en el cual se hallan las formas
eternas, la inmortalidad del alma y la unidad primigenia de la que fueron arrancadas. Eros es
entonces el amor a las formas eternas en detrimento de lo corporal y carnal.

1. 1. 4. Eros desde la poesía Sáfica

El eros en la cultura griega no solo fue reflexión filosófica, sino que también ocupó un lugar
importante en la literatura, especialmente en la poesía, desde la cual se intentó captar la
profundidad y naturaleza del eros en la experiencia psicológica y afectiva de los amantes. Así
Octavio Paz (1993), en La llama doble. Amor y erotismo, afirma que “los amantes platónicos, tal
como los describe El Banquete, son escasos; no lo son las emociones que, en unas cuantas líneas,
traza Safo al contemplar una persona amada” (p. 49).

Concomitante a ello, puede decirse que la caracterización que hace Safo del Eros difiere de la
mirada de la sociedad griega, en la cual el erotismo femenino se reducía a finalidades meramente
reproductivas en donde la mujer desarrollaba un rol pasivo y debía ejercer su eros desde la
inferioridad que legitimaban las leyes de la Polis.

En este sentido, a Safo se le atribuye haber incursionado, por primera vez, en su lírica la
caracterización de un eros femenino y lésbico. Sin embargo, es preciso aclarar tal como lo hace
Ana Morillas (2013), citando a Martos Montiel -en el capítulo “Safo de Lesbos: La Décima
Musa” del volumen El último amor de Safo. Sonetos. Mercedes Matamoros-, “que en la

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antigüedad “lesbiana” no tenía la connotación actual de ‘homosexual’, sino de ‘felatriz’ o
‘promiscua’; y que es a finales del primer milenio cuando aparece un texto con el gentilicio
“lesbia” con el significado de ‘homosexual’” (p. 88).

Así el eros sáfico lejos de considerar a la mujer como un ser inferior y pasivo, encerrado en
la vida privada de la familia, le concede las capacidades de aprender, ser útil y mejorar su
sexualidad. Tal aspecto lo podemos ver en el papel que dentro de los grupos educativos
femeninos desempeñó Safo. Al respecto, dice Morillas (2013):

Las teorías explicativas de estos grupos son varias: podían ser thíasos o agrupaciones
cultuales de jóvenes de clase alta dedicadas a Astarté, Afrodita, Eros o las Musas; o bien
coros líricos donde una directora (Safo y sus rivales, Gorgo y Andrómeda) dirigirían
representaciones públicas; o quizá eran una especie de “colegios” donde recibían algún
tipo de formación preparatoria para el matrimonio que abandonaban para casarse, o
donde adquirían conocimientos de música, danza y literatura. (p. 87)

En este sentido, Safo concediéndole importancia a la contemplación y preparación de sus


discípulas en las bellas artes, no solamente le dio importancia al eros carnal, y a lo hermosas que
pudieran resultar sus alumnas, sino al igual que Platón o Sócrates, buscó encontrar en ellas la
belleza y sabiduría admirada en los dioses.

Por lo anterior, el eros femenino, tal como es planteado por la “décima musa”, va más allá de
la procreación y la vida conyugal, pues esta fue consciente de que el matrimonio, generalmente,
era un contrato, sin amor. De ahí que, la pedagogía y lírica de Safo según Erika Bermúdez
(2016), en su ensayo Erótica Causa. Filosofía de la razón erótica, “apuntando hacia lo más
elevado del alma femenina [pretendió que la unión de los futuros esposos, no fuera posible] sin
la participación del poder de Eros para unir las fuerzas de las almas” (p. 34), y pudieran
encontrar mutuamente esa belleza, de la cual se revisten los enamorados, cuando en sus entrañas
poseen la sabiduría y el deseo.

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1. 2. Eros en la Edad Media

El eros fue una preocupación fundamental para la sociedad griega, tanto así que fue parte
importante de la mitología, la literatura y la filosofía para dar cuenta de tres aspectos distintos:
primero, el origen del cosmos; segundo, la atracción sexual y el deseo entre los hombres; y
tercero, la búsqueda de perfección, completud e inmortalidad que anhelan alcanzar los amantes
del mismo o de distinto sexo a partir de la contemplación de la Belleza en sí y de la
reproducción. Es decir, el eros para los griegos no solo confirió los derechos de la carne, sino que
también como lo expresa Bermúdez (2016), daba cuenta de los más elevados sentimientos del
alma humana. Sin embargo, con la transformación de la antigua Polis en Impero (romano), el
erotismo sufre varias transformaciones puesto que en este nuevo contexto social los hombres y
mujeres gozaron de otras libertades y restricciones con relación a la Grecia Clásica. De ahí que
las prácticas eróticas, amorosas y sexuales tomaran otras dimensiones, por lo que señala Pascal
Quignard (2005), en El sexo y el espanto:

El amor romano se diferenciaba del griego en los aspectos siguientes: la orgía de las
gens, la indecencia verbal política opuesta a la castitas de la matrona protectora de las
gentes (de la casta) y la obediencia (obsequium) de los esclavos. La moral sexual era
inflexible. En lo que respecta a los hombres, estaba sujeta a leyes y era rigurosamente
activa […] (p. 13-14)

En este sentido, cabe resaltar que el mundo romano alejado de la preocupación griega por el
alma y la contemplación de las formas inteligibles (belleza, verdad, bien) se aventura a hacer de
su sexualidad y erotismo, según Erika Bermúdez (2016) “el ejercicio profundo de la sexualidad
desde la genitalidad o el puro contacto físico a través de las relaciones sexuales”(p. 37).
Paradójicamente, aunque la sexualidad romana fue desprovista de fines trascendentes como en la
sociedad griega, estuvo fuertemente sometida a las leyes romanas. Esto implicó, según Quignard
(2005) que:

En el mundo romano coexistían los actos más chocantes con el más escrupuloso rigor
moral. Virtud (virtus) quiere decir potencia sexual. Si la virilidad (la virtus) era el deber del
hombre libre, la marca de su potencia, el fiasco llevaba el estigma de la vergüenza o de lo

12
demoníaco. El modelo único de la sexualidad romana es la dominatio del dominus sobre
todo lo que es otro. (p. 16)

El erotismo y la sexualidad romana, fue expresamente controlada, reprimida y castigada por


las leyes de Roma, toda vez que exigían la actividad sexual por encima de la continencia y a su
vez, imponían una moral rígida que establecía cómo y con quienes podían ejercer su sexualidad.
Justamente, es según Quignard, la inflexibilidad de las leyes romanas, y las costumbres
restrictivas, lo que permite tiempo después, al cristianismo hacer de la sexualidad y erotismo en
Occidente algo aberrante e inmoral.

Con el surgimiento e instauración del cristianismo en la Edad Media (s.v-xv), se afectan


negativamente las libertades sexuales, la posibilidad de todo erotismo, ya que se negaron los
placeres de la carne, y se condenaron a ese espacio de lo inmundo, aberrante e inmoral. En este
largo periodo, como lo deja ver San Agustín (2006), en La ciudad de Dios, se pretendió
diligenciar en el mundo terrenal los proyectos divinos, por ello se retoma la teoría platónica de
los dos mundos -la preocupación por la inmortalidad del alma, las formas inteligibles; tales como
la verdad, la belleza y el sumo bien-, adaptándola a las necesidades que pregonaban los dogmas
de fe relacionados con el Dios cristiano.

Al igual que en las teorías platónicas, en el cristianismo prevaleció la importancia de la


perfección y belleza del alma humana en detrimento de todo lo relacionado con el cuerpo y por
supuesto con lo erótico, empero, la religiosidad cristiana agrega para legitimar su dogma de fe, lo
que se ha denominado la santísima trinidad, una idea que propone la existencia de un ente
superior, causa primera y origen de todo cuanto existe, encarnado en la figura del Dios cristiano,
en tanto padre Padre (principio), hijo (razón-alma) y espíritu santo (aquello que anima el
mundo). Este dogma de fe, se impuso como la preocupación fundamental del hombre en la tierra.
A razón de lo anterior, el eros durante el cristianismo se vio saturado de tabúes, prohibiciones y
sanciones, de tal manera que una de las estrategias empleadas por el catolicismo haya sido la
instauración de los siete pecados capitales, dentro de los cuales aparecería la lujuria como algo
condenable y reprochable, pues como lo deja ver Alexandrian (1989) en su libro Histoire de la
littérature érotique (Historia de la literatura erótica):

13
En la edad media se desarrolló la noción de lujuria, que no pertenecía a ningún sistema
religioso o moral de la antigüedad grecorromana. La lujuria (o impudicia), que consistió en
entregarse inmoderadamente a los placeres sexuales, fue uno de los pecados capitales que
desviaban al hombre de su salvación espiritual [...]2. (33) [TN]

La lujuria durante la Edad Media, estuvo sujeta a muchas restricciones al punto de que se
encerró casi todo lo relacionado con el erotismo en los lindes de lo aberrante e inmoral, pues esta
suponía la perdición del hombre como hijo de Dios, la entrega de su alma a los placeres de la
carne, por encima y en detrimento de lo que debía ser concedido únicamente a Dios, a saber, el
amor incondicional en cuerpo y alma, por encima de todos y todo. Este contexto, permitió que en
las entrañas del cristianismo, el Ágape (entendido como el amor fraterno, y a Dios) haya sido
opuesto e impuesto al Eros. A este respecto, señala Johann Fischl (1984), en su texto Manual de
la historia de la filosofía, refiriéndose al pensamiento de San Agustín:

Más, siendo el amor la operación principal de la voluntad, es también el padre de todas las
virtudes: “Ama y haz lo que quieras”. El hombre no puede separarse nunca del amor. No es
menester mandar a nadie que ame, no se puede prohibir a nadie que ame, sólo puede decirse
a los hombres lo que deben o no deben amar. Toda la moralidad radica en la recta elección
del objeto de nuestro amor. Amor consumado es consumada justicia; amor cumplido es la
suma felicidad. Sólo en el recto querer está la paz del alma, sobre la que una y otra vez
habla este inquieto buscador de Agustín. (p. 139)

Con relación a lo anterior, puede afirmarse que de todos los tipos de amor (philias), el único
que privilegia y legítima San Agustín y otros padres de la Iglesia es el ágape, el cual es visto
como el sentimiento de amor y devoción concedido al Dios cristiano en la vida del hombre
occidental. Sin embargo, al no poder dejar lo erótico fuera del mundo del hombre, la sexualidad
y todo lo concerniente a lo sensual fue admitido solo en tanto regido bajo el sacramento católico
del matrimonio, en el que la conformación y multiplicación de la familia fueron interpretadas
como la salvación de la creación. Empero, ocurre que en el seno del cristianismo, surge en el

2
«Au Moyen Age se développa la notion de luxure, qui n’appartenait à aucun systѐme religieux ou moral de
l’Antiquité gréco-romaine. La luxure (ou impudicité), consistant à s’adonner immodérément aux plaisirs
sexuels, était un des péchés capitaux détournant l’homme de son salut spirituel [...]»
14
siglo XII el Amor Cortés, un tipo de amor que iría más allá del santo sacramento del matrimonio
y que cuestionaría profundamente sus fundamentos.

En este ideal de amor, la Dama-mujer de la nobleza, generalmente casada, ocupó un lugar


fundamental, pues de ella dependía la iniciación amorosa, debido a que el amante-trovador debía
convertirse en su vasallo, exaltándola física y espiritualmente, valiéndose de toda suerte de
estrategias: trovas y poemas en aras de ser aceptado por ella. Este amor, no se presenta como
consecuencia del matrimonio, sino como una forma de vida que para los poetas, va más allá de la
finalidad carnal o reproductiva, según Octavio Paz (1993), en La llama doble. Amor y erotismo:

El término «amor cortés» refleja la distinción medieval entre corte y villa. No el amor
villano -copulación y procreación-sino un sentimiento elevado, propio de las cortes
señoriales. Los poetas no lo llamaron «amor cortés»; usaron otra expresión: fin’ amors, es
decir, amor purificado, refinado. Un amor que no tenía por fin ni el mero placer carnal ni la
reproducción. Una ascética y una estética. (p. 76)

Por lo anterior, este ideal del amor cortés al controvertir el carácter sagrado del matrimonio
desde la Iglesia católica se convirtió en foco de tensión, debido a que según Octavio Paz (1993)
este era “casi siempre sin la voluntad de la mujer, por razones de interés material, político o
familiar. Por esto exaltaba las relaciones fuera del matrimonio, a condición de que no estuviesen
inspiradas por la mera lascivia y fuesen consagradas por el amor” (p. 87).

El amor cortés o fin’amors no podía ser admitido como algo bueno en la Iglesia, pues
atentaba contra uno de sus más importantes sacramentos: el matrimonio. De ahí que retomando
lo señalado por Paz (1993) para la Iglesia el amor cortés: a) arremete contra el santo sacramento
del matrimonio, en tanto admitía el adulterio como forma de liberar a la mujer de los yugos
impuestos del matrimonio dentro de la sociedad feudal; b) iba en contra del desprecio de la carne
y de la procreación, aspectos condenados por la Iglesia católica, admitiendo el desprecio a la
carne en tanto tuviera como finalidad la procreación; c) la continua deificación de la dama iba en
contravención del amor e idolatrías debidas únicamente a Dios.

15
Con todo esto, podemos inferir que en la Edad Media afloraron varias concepciones de lo que
podrían o deberían ser las prácticas sexuales y la actividad erótica. En los inicios de Roma,
encontramos unas libertades sexuales entre la desmesura y la fuerte restricción moral. Con el
auge del cristianismo, una sexualidad reprimida y llena de tabúes, sólo en la baja edad media
(siglo XII), asistiríamos a los primeros destellos de un erotismo artístico, en el que los poetas
vieron un modo de vida y la creación de una estética-ascética para los amantes occidentales. Para
decirlo en mejores términos, siguiendo a Rougemont (1972), en L’amour et l’occident (El amor y
Occidente) citando a Honoré Bonet:

En la conciencia de la edad media, se forman por así decirlo una junto a la otra dos
concepciones de la vida: la concepción piadosa, ascética, atrae todos los sentimientos
morales; la sensualidad, abandonada al diablo, se venga terriblemente. Ya sea que una u
otra de estas inclinaciones predomine, tenemos al santo o al pecador; pero en general, están
en equilibrio inestable con grandes desbalances [Traducción nuestra](p. 270)3

1. 3. Entre los vestigios cristianos de la Edad Media y el Renacimiento

Con el paso de la Edad Media al Renacimiento (siglo XVI-XVII), el hombre ocupará el lugar
que antes se le había negado y reservado para el Dios cristiano. En este periodo surge la
transición entre el teocentrismo y el antropocentrismo, lo que implicó una serie de cambios en la
mentalidad de los hombres con relación a su propia condición, a la naturaleza y al cosmos del
que hacían parte.

Concomitante a ello, tenemos que, siendo ahora el hombre el centro del universo, todos los
aspectos de la vida en sociedad -la política, la filosofía, la religión, la literatura, el arte y el
erotismo- tendrán un giro drástico. Tal como lo afirma Erika Bermúdez (2016), en Erótica
causa. Filosofía de la Razón Erótica, en relación al erotismo de este hombre moderno:

Debe entenderse como una práctica normal y perfectible del hombre, encaminada o
dirigida no con exclusividad a la reproducción, sino con miras a enriquecer todas las
3
«Dans la conscience du moyen âge, se forment pour ainsi dire l’une à côté de l’autre deux conceptions de la vie:
la conception pieuse, ascétique, attire à elle tous les sentiments moraux; la sensualité, abandonnée au diable, se
venge terriblement. Que l’un ou l’autre de ces penchants prédomine, nous avons le saint ou le pécheur; mais en
général, ils se tiennent en équilibre instable avec d’énormes écarts de la balance.»
16
interpretaciones hasta entonces dadas para el hombre mismo, que van desde el plano de las
ciencias hasta el de las artes, campo significativo para esta época. (p. 38)

En este sentido, tenemos que con el arte renacentista gozamos con un tipo de pintura en la
que se representará la naturaleza y se incorporaran los desnudos en las figuras hasta entonces
miradas como tabúes. Ejemplo de ello, es la famosa obra florentina de Sandro Botticelli El
nacimiento de Venus, en la que se puede apreciar la incorporación de un nuevo sensualismo
respecto de la edad media.

Por otro lado, se presenta gran auge en la literatura con motivo erótico y amoroso en autores
como Miguel De Cervantes en su Quijote, José Quevedo con su poema Amor constante más allá
de la muerte, William Shakespeare con Romeo y Julieta, y Juan Zorrilla con su obra maestra Don
Juan Tenorio; quienes introducen perspectivas del erotismo asociadas tanto a lo “sagrado” como
a lo “profano” en el seno del cristianismo. El hombre renacentista no estuvo totalmente alejado
del factor religioso, pero si fue poco a poco desprendiéndose de los designios cristianos, para
elegir y decidir conforme a su voluntad, este contexto histórico, permitió la incursión del
erotismo como elemento de reflexión, aun cuando unas veces, fue para defender la moralidad
cristiana-tradicional- y otras, para reivindicar en las prácticas sexuales, sensuales y eróticas, un
aspecto normal, que hacía parte constitutiva y fundamental de ese nuevo ser humano.

1. 4. Eros: entre lo “instintivo” y lo “represivo” desde Sade y Freud

Siendo la modernidad época continuadora del antropocentrismo, se vislumbra la afirmación


más punzante de un erotismo que tendrá como único valor el placer del cuerpo y la afirmación de
los instintos por encima de fines trascendentes. De ahí que sea la figura de Sade y de su obra
filosófico-literaria el emblema de las prácticas eróticas del siglo XVIII y aún de nuestros días, en
tanto glorifican el sexo en exceso como profanación de las leyes, las costumbres y la moral en
Occidente. A este respecto, afirma Juan Requena (2017), en su artículo “¿Es Sade nuestro
semejante? El goce transgresor, como imperativo y como escándalo”:

Las pasiones que los libertinos sadianos consagran se reducen a la voluptuosidad y la


lubricidad, sin otra ley que el voluble placer ni más freno que el propio deseo. En ese
17
sentido, las pasiones resultan reducidas a un medio de la naturaleza para lograr que el ser
humano se autocomprenda (como la propia naturaleza nos comprende). En el universo
sadiano, la delectación en las pasiones parece ser la única guía e instrumento que nos
conduce a la felicidad en esta vida. (p.11)

En este sentido, con Sade se inaugura en la modernidad un erotismo asociado a la


transgresión sin límites, es decir, un quebrantamiento de las normas, convenciones y costumbres
de una sociedad en la que reinó por mucho tiempo una doble moral con respecto a la sexualidad.
Así esta transgresión a través del goce erótico en Sade excluye sentimientos como el amor, la
compasión, la procreación; proclamando únicamente el goce corporal en el que ese Otro (objeto
de deseo) es reconocido en tanto vehículo para el alcance del dolor y el placer. De esta manera,
el libertino como su víctima deben ser capaces de encontrar en la voluptuosidad de los cuerpos
su destrucción y resurrección. Es decir, “en Sade la voluptuosidad se erige como un deseo
autónomo y superfluo, sin otro objeto que su propio exceso y la negación constante del otro en el
crimen” (Requena, 2017, p. 11).

Con relación a lo anterior, afirma Erika Bermúdez (2016), el erotismo transgresor o el goce
erótico en Sade está anclado a “la idea criminal de destruir o acabar con todas las prohibiciones
en las que reside el principio del éxtasis profundo” (Bermúdez, 2016, p. 104). No obstante, como
señala Requena (2017) contrario a la opinión común la idea de crimen y destrucción en Sade no
debe verse como algo negativo, pues no es fruto de:

La crueldad surgida de la brutalidad animal y de la estupidez irreflexiva, sino que se refiere


a aquella crueldad delicada, refinada y resultado de la sensibilidad, que resulta sumamente
placentera, por estar vinculada a la actividad de la imaginación y a la puesta en escena
encantadora. (p. 21)

Por ello, Sade escenifica en su literatura, y a través de sus personajes, el quebrantamiento de


todos los límites corporales, psicológicos y sociales para darle paso al goce extremo desde la
extravagancia en donde la naturaleza humana es expuesta más allá del vicio o la virtud. En
resumidas cuentas, habría que decir de acuerdo con Requena que la obra sadiana:

18
Ha puesto en escena una de las dimensiones decisivas del pathos moderno, a saber: la
experiencia de un deseo exacerbado más allá de todo límite, meta y regulación; o bien la
aventura paradójica de un goce transgresor, que pone en entredicho cualquier expectativa
de autosatisfacción, y nos expone al vértigo de la sustracción de todo objeto de deseo y a
la profunda escisión del sujeto deseante, así como a la repetición apática de los gestos de
transgresión ad infinitum. (pp. 23-24)

Lo anterior, porque según Requena (2017) tanto la obra sadiana, como la misma figura de
Sade, en vez de ser reconocida en su justa medida, ha sido vilipendiada, descontextualizada y
relegada, debido a que:

La ciencia psiquiátrica de finales del siglo XIX y comienzos del XX ligó por siempre con
la anomalía el apellido del marqués, al utilizarlo para designar cierto tipo de conducta
sexual caracterizada como la obtención de placer al infligir sufrimiento. De ese modo, en
el extenso ámbito de lo anormal cercado por la ciencia del psiquismo, la denominación
del sadismo recubrió de ignominia el apellido del marqués, al tipificar un tipo de
perversión y un trastorno de la personalidad particularmente malignos. (p. 10)

La obra de Sade, más tarde, tendría sus frutos, en el momento en que según Erika Bermúdez
(2016), en Erótica causa. Filosofía de la Razón Erótica, Freud retomando las categorías sadianas
de dolor y placer con relación al goce transgresor en la experiencia erótica, construye su teoría
psicoanalítica sobre el instinto de agresión y destrucción, pues “de una propuesta sobre el dolor
físico (Sade) se pasó a otra sobre el dolor psíquico” (p. 82).

Freud con el propósito de develar la dualidad de lo que denominó: pulsión de vida (instinto
de auto-conservación) y pulsión de muerte (instinto orientado a destruir el mundo interior),
pretendió identificar, en su texto El malestar en la cultura (1997), cómo los instintos humanos se
vieron reprimidos en una Cultura forjada en religiones, economías, e ideologías, que exigían al
hombre occidental el cumplimiento de valores morales a expensas de su propia felicidad. Por
ello, Freud afirmó que tales valores morales- en particular, la moralidad cristiana-disminuyeron
el valor de la vida, del mundo, y del hombre en el mundo, para hacer de la felicidad humana
aquello que la ética y la moral imperante postularan. A partir de estos valores morales, se logró
19
configurar según Freud, el aparato psíquico del hombre, afectando su Ello o su parte
inconsciente, en donde se resguardan sus instintos primitivos, su Yo o su sí-mismo, parte
consciente en donde controla y vigila su conducta y decisiones para que estén de acuerdo a lo
que establece su realidad o mundo exterior. De ahí que se crearan toda suerte de prejuicios y
perjuicios en torno a los instintos primitivos del hombre, como lo son: el instinto sexual y
erótico, configurando a su vez, un hombre occidental que sacrificaba sus instintos, y se vigilaba a
sí mismo, para no ir en contra de lo que su mundo exterior le había prohibido.

En este sentido, según Freud, eso trajo como consecuencias que el hombre occidental,
arraigado a una conciencia moral, no satisfizo sus instintos primitivos, y a causa de ello,
experimentó la frustración de sentir reprimidos sus instintos esenciales. Por ello, Freud nos dirá
que el hombre occidental, ha padecido todo tipo de trastornos psicológicos (neurosis), al verse
sufriendo por imposiciones morales externas e interiorizadas que lo han sometido, y no lo han
dejado vivir plenamente.

Por lo anterior, Freud propuso en El Malestar en la cultura, la sublimación de los instintos


del hombre occidental, de tal manera, que pueda liberar su sufrimiento o dolor psíquico,
producto de las represiones yoicas y reorientar su vida, sexualidad y erotismo, desde el pleno
goce de su libido.

Concomitante a ello, lo que devela Freud en El malestar en la Cultura, es precisamente el


hecho de que a causa de la moral, sobre todo, de la moralidad cristiana y los cimientos
ideológicos en los que se ha fundamentado la cultura occidental, se creó a un hombre que
reprime, desprecia y oculta sus instintos al ver custodiada y regulada su sexualidad por
instituciones externas, tales como la Iglesia. De ahí que lo constriñe a traumas y sufrimientos, al
negarle la felicidad que proporciona la satisfacción de los instintos. Además de evidenciar que es
posible para el hombre sublimar ese dolor psíquico, a expensas de las estructuras vigentes en el
mundo exterior y procurarse su propia felicidad.

El erotismo en la época moderna, se concibe cada vez más alejado de los fines trascendentes
de la moral cristiana. De suerte que en la obra filosófico-literaria de Sade el erotismo es un arma
para transgredir los valores morales, los preceptos religiosos y los tabúes. Y en el psicoanálisis
20
de Freud, más específicamente, en su obra El Malestar en la Cultura, el eros es concebido como
un instinto de vida (físico y psíquico) que permite la felicidad en el hombre y el quebrantamiento
de todas las torturas morales que hicieron de las prácticas eróticas un sentimiento culposo y
vergonzoso en la cultura occidental desde la religión cristiana.

1.5. Entre lo “espiritual” y lo “corporal”: erotismo en el siglo XX

Hablar de erotismo hasta lo que va corrido de la modernidad en Occidente, supuso el


enfrentamiento constante entre quienes defendían una moral sexual asociada a la perfección
espiritual y racional, por encima y en detrimento de lo corporal y, aquellos que criticaron
fervientemente tales pretensiones morales, religiosas e ideológicas, para proclamar los derechos
de la carne como aspectos propios de la vida y naturaleza del hombre a expensas de fines
trascendentes.

Así las cosas, tenemos que mientras los moralistas pretenden “sacralizar” y cristianizar todo
lo relacionado con el hombre y su erotismo; los inmoralistas, buscaron desesperadamente
“profanar” los preceptos y prohibiciones contrarias. A causa de esto, se niegan y excluyen
mutuamente, ocasionando, la pérdida y mutilación de dos aspectos fundamentales en el erotismo;
el cuerpo y el alma- espíritu o esa búsqueda psicológica de unidad en los hombres-. Con ello, no
quiero justificar el régimen de represión que sembró el cristianismo con relación a la sexualidad,
ni negar la importancia del pensamiento crítico de aquellos autores que cuestionaron los abusos
de la Iglesia e intentaron reivindicar los goces y placeres corporales; sino justamente, poner de
presente que tal hostilidad ha terminado socavando la experiencia del erotismo en el hombre
moderno, razón por la cual de un erotismo anclado a la moralidad cristiana durante el medioevo
(expuesto por filósofos como San Agustín) fue reprimido, alimentado de tabúes y considerado
aberrante, se pasó a un erotismo, entendido como el deseo sexual (expuesto por Sade), sin ningún
propósito, más allá que la satisfacción inmediata de la sexualidad.

Recordemos que bajo los auspicios del cristianismo en el medioevo, lo espiritual, lo sagrado
y lo santo fue confundido con el cumplimiento de la religiosidad y la moralidad cristiana y una

21
concepción del hombre, que lo ratificaba como ser racional, por ello, si lo sexual, y erótico era
condenado y refrenado por los preceptos eclesiásticos, el hombre debía apartarse de ello para no
incurrir en inmoralidades, ya que iría en contra de lo moralmente aceptado y lo espiritualmente
bueno. No obstante, entrada la modernidad, el hombre apela a la razón, para transformar la
cosmovisión del mundo y de su estar en él, eso hace que se distancie de los designios divinos,
para entender su condición animal desde lo racional. De ahí que pensadores como Sade y Freud,
insistieran en reivindicar esa humanidad en la cual el hombre había sido desligado, y esta
humanidad, se revestía, a su vez, de una naturaleza instintiva, que le había sido refrenada. Las
críticas de Sade y Freud apuntaron a cuestionar esa moralidad cristiana, fundamento de la moral
de Occidente, como también esa concepción racional del hombre que desde René Descartes, lo
condeno a ser un concepto abstracto, sin cuerpo, y amorfo, iluminado por una racionalidad, que
subyugo a lo racional, los impulsos primitivos del hombre, uno de los cuales es el erótico.

Una vez, justificada la necesidad de afirmar esa naturaleza instintiva del hombre en su
sexualidad, y erotismo, ocurre que se da supremacía de lo corporal y carnal, en detrimento de lo
“espiritual-religioso y lo espiritual-racional” como fue entendido en el cristianismo, y
posteriormente, desde el Renacimiento hasta nuestros días. Ahora bien, ello implicó una
consecuencia mayor: de la represión corporal en pos de una espiritualidad cristiana o racional, se
pasó a una represión espiritual y racional en pos de una liberación sexual y carnal, en ambos
casos, aconteció la represión de lo espiritual, pues “lo espiritual” fue reducido, por un lado, a lo
religioso en el dogma cristiano, y por el otro, a la racionalidad en la tradición filosófica desde
Descartes hasta nuestros días.

A causa de lo anterior, se justifica la necesidad de abordar tal problema desde la mirada


filosófica del pensador francés Georges Bataille, considerando que sus reflexiones sobre el
erotismo permiten, por un lado, reivindicar ese carácter creativo del eros, desligado en parte
(pero sin excluir) esa sexualidad simple y rudimentaria con la que se confunde el erotismo en la
actualidad. Y por otro lado, ese carácter sagrado del cual ha sido desligado por los preceptos
políticos, ideológicos y religiosos-particularmente de la Iglesia católica-, que han convertido
todas las formas en que se manifiesta el erotismo en escenarios llenos de tabúes, prohibiciones, e
inmoralidades que arruinan la fe y las buenas costumbres. Por ello, Bataille tiene el mérito de
22
haberse atrevido a proponer un eros transgresor, que desafió o más bien supo integrar, tanto las
reflexiones de los cristianos, como de los librepensadores, ya que este autor explica desde sus
análisis filosóficos, ese terreno espinoso y oculto del erotismo en la historia de Occidente y
particularmente del hombre moderno.

Antes de pasar a los postulados bataillianos sobre el erotismo, es fundamental, traer a


colación las concepciones de otros autores, referentes en el tratamiento de lo erótico como son;
Erich Fromm, Denis de Rougemont, Octavio Paz y Mario Vargas Llosa, en las cuales se insiste
en mirar la actividad erótica a la par de Bataille (1957), en L’Érotisme, “ el erotismo es por
excelencia el problema personal”4[Traducción nuestra](p. 303) e intentando proponer una mirada
de lo erótico, como aspecto biológico, pero también humanizante, creativo, y artístico en la vida
del hombre. Todo ello, a fin de brindar una mirada general del problema en la actualidad que
permita reconocer la necesidad de reconciliar lo que cada extremo ha negado, y ofrecer a su vez,
un bosquejo general de lo que podría entenderse como erotismo en el siglo XX.

En este orden de ideas, el primer autor que se inquietó en dar una definición del erotismo o el
“amor erótico” fue; el filósofo, psicoanalista y psicólogo alemán Erich Fromm (1962) en The art
of loving (El arte de amar) arremete la forma de interpretar y experimentar el erotismo hoy en
día, en tanto lo identifica como un motivo de diversión, de consumo e intercambio. Por ello,
afirma que “debido a que el deseo sexual está en las mentes de la mayoría de las personas junto
con la idea del amor, ellos pueden ser engañados fácilmente para concluir que se aman cuando se
quieren físicamente”5 [Traducción nuestra](p. 54). De lo anterior se desprende que el erotismo
no es, exclusivamente el deseo sexual, sino que también supone el deseo (voluntad) de unión con
el otro, pues:

El amor puede inspirar el deseo de unión sexual; en este caso, la relación física carece de
codicia, de un deseo de conquistar o ser conquistado, pero se mezcla con ternura. Si el
deseo de unión física no es estimulado por el amor, si el amor erótico no es también el
amor fraternal, nunca conduce a la unión en más que un sentido orgiástico y transitorio. La

4
«L’érotisme est par excellence le problème personnel»
5
Because sexual desire is in the minds of most people coupled with the idea of love, they are easily misled to
conclude that they love each other when they want each other physically.
23
atracción sexual crea, por el momento, la ilusión de unión, pero sin amor esta "unión" deja
a los extraños tan apartados como antes6. [Traducción nuestra] (p. 54)

Así esa unión que pre-escribe el amor erótico ante la perspectiva de Fromm, aunque se
manifieste en la atracción sexual, no termina en ella, es decir, que no necesariamente conlleva al
sentimiento de unidad, pues éste también debe ser producto de “la voluntad. Amar a alguien no
es solamente un sentimiento poderoso-es una decisión, una elección, una promesa”7 (p. 56)
[Traducción nuestra]. Promesa que permita un reconocimiento del otro desde la fraternidad, y en
el cual, las partes involucradas anhelen la fusión completa con el otro, es decir, salir de ese
estado de individualidad en el que experimentan de forma más asidua el aislamiento del cual son
presas por el hecho de existir. Por ello, para Fromm “el amor erótico, si es amor, posee una
premisa. Que yo amo desde la esencia de mi ser, y experimento a la otra persona en la esencia de
su ser”8(p. 55) [Traducción nuestra] es decir, más allá de la ilusión momentánea de unidad que
representa el acto sexual.

Así, tal decisión-voluntad de unión-, no se restringe a un proceso dado en el entendimiento o


la razón, sino que además cobija también esa sin-razón,-sensibilidad- de los hombres. A este
respecto señala, el filósofo suizo Denis de Rougemont (1999), en Los mitos del amor, que el
erotismo de acuerdo a su tratamiento en las artes, particularmente en la música y literatura es:

Superación lírica o reflexiva de lo sexual biológico [...] Esos vivos placeres profundos,
ansiosos o tiernos, momentos de gracia del amor humano y colores del lenguaje místico,
proceden de la imaginación. No son, como es evidente, más <<físicos>> que espirituales,
aunque tiendan a ambos campos y sobre todo, tal vez, al segundo. No pertenecen al mundo
de los cuerpos, que es sustantivo, ni al mundo del espíritu, que es del verbo, sino al mundo
animado del adjetivo que es calificación de la substancia por la emoción. (pp. 19-20)

6
Love can inspire the wish for sexual union; in this case the physical relationship is lacking in greediness, in a
wish to conquer or to be conquered, but is blended with tenderness. If the desire for physical union is not
stimulated by love, if erotic love is not also brotherly love, it never leads to union in more than an orgiastic,
transitory sense. Sexual attraction creates, for the moment, the illusion of union, yet without love this "union"
leaves strangers as far apart as they were before.
7
That of will. To love somebody is not just a strong feeling-it is a decision, it is a judgment, it is a promise.
8
Erotic love, if it is love, has one premise. That I love from the essence of my being -and experience the other
person in the essence of his or her being.
24
En este sentido, el erotismo puede entenderse como ese aspecto físico y espiritual en la vida
del hombre, en el cual se vislumbra una fuerza de creación artística, que devela lo más íntimo del
ser en los amantes, es decir, que más allá de lo biológico, que es la sexualidad simple en que
tiene asidero la reproducción, el eros convoca a transfigurar y embellecer a través del lenguaje,
los misterios de la emoción.

Asimismo, el poeta mexicano Octavio Paz (1993), en La llama doble. Amor y erotismo,
define el erotismo, de la siguiente manera:

Aunque las maneras de acoplarse son muchas, el acto sexual dice siempre lo mismo:
reproducción. El erotismo es sexo en acción pero, ya sea porque la desvía o la niega,
suspende la finalidad de la función sexual. En la sexualidad, el placer sirve a la procreación;
en los rituales eróticos el placer es un fin en sí mismo o tiene fines distintos a la
reproducción[...]En la sexualidad la violencia y la agresión son componentes
necesariamente ligados a la copulación y, así, a la reproducción; en el erotismo, las
tendencias agresivas se emancipan, quiero decir: dejan de servir a la procreación, y se
vuelven fines autónomos[...]la metáfora erótica, indiferente a la perpetuación de la vida,
pone entre paréntesis a la reproducción. (pp. 10-11)

Tras lo anterior, para Paz el erotismo muchas veces desvía o niega la sexualidad, para hacer
de la actividad erótica; rito, ceremonia y fiesta, en las que el goce y el placer es la única
finalidad, a expensas de lo biológico, así es “sexualidad socializada y transfigurada por la
imaginación y la voluntad de los hombres”(pp. 14-15).

De igual modo, el escritor peruano Mario Vargas Llosa (2012), en su artículo “La
desaparición del erotismo”, del libro La civilización del espectáculo, criticando la banalización y
vulgarización, de que ha sido objeto el eros en la sociedad contemporánea, plantea la necesidad
de entender en éste “una obra de arte” lejos del errabundeo exasperado y desesperado de la
libido, así señala que:

Hay muchas formas de definir el erotismo, pero, tal vez, la principal sea llamarlo la
desanimalización del amor físico, su conversión, a lo largo del tiempo y gracias al progreso

25
de la libertad y la influencia de la cultura en la vida privada, de mera satisfacción de una
pulsión instintiva en un quehacer creativo y compartido que prolonga y sublima el placer
físico rodeándolo de una puesta en escena y unos refinamientos que lo convierten en obra de
arte.(p. 110-11)

A razón de ello, para Vargas Llosa el erotismo, es uno de los aspectos más importantes y
humanizantes de la civilización, pues demarca una diferencia sustancial entre el instinto animal,
y lo humano en las entrañas del sexo. Ello, a causa de que para él, el erotismo “ha sido siempre
un fermento de la creación artística y literaria, y, […] todas las manifestaciones artísticas de la
imaginación humana han contribuido al enriquecimiento del placer a través de la práctica
sexual” (p. 111).

Por lo anterior, el nobel peruano en comunión con Fromm, Rougemont, y Paz entre otros,
expresa su preocupación, por la pérdida de ese carácter sagrado, ritualizado e íntimo de la
actividad erótica en la actualidad, pues bajo la ingenua creencia de que “desacralizándolo,
desvistiéndolo de las veladuras, el pudor y los rituales que lo acompañan desde hace siglos,
aboliendo de su práctica toda forma simbólica de transgresión, el sexo pasará a ser una práctica
sana y normal”(p. 109), cuestión que ha socavado el erotismo, pues en la vida cotidiana “hacer el
amor en nuestros días, en el mundo occidental, está mucho más cerca de la pornografía que del
erotismo y, paradójicamente, ello ha resultado como una deriva degradada y perversa de la
libertad”(p. 116), mentalidad que se corrobora en gran parte de las manifestaciones “artísticas” y
“literarias” de esta época, en las que dirigidas a mostrar el desfogue animal, sin ningún misterio,
terminan volviéndose pornográficas, por lo que Vargas a denominado “el descuido de las
formas”. (p. 115). Por ende según éste escritor:

Lo ideal en este dominio es que las fronteras dentro de las cuales se despliega la vida
sexual se ensanchen lo suficiente para que hombres y mujeres puedan actuar con libertad,
volcando en ella sus deseos y fantasmas, sin sentirse amenazados ni discriminados, pero
dentro de ciertas formas culturales que preserven al sexo su naturaleza privada e íntima, de
manera que la vida sexual no se banalice ni animalice. (p. 114-15)

26
Las anteriores definiciones, desde diferentes aristas, apuntan a demostrar que si bien el
erotismo, tiene que ver con la sexualidad animal, va más allá, pues es también una búsqueda
psicológica y voluntaria de unidad, que forja la creación artística como refinamiento del sentir.
Estas posturas, permiten entender que el terreno del erotismo,-lejos de las disputas tradicionales-
no es más físico que espiritual -psicológico-, o más espiritual que físico. No es un terreno, donde
haya lugar para excluir cada uno de los dos aspectos, pues ambos hacen parte fundamental del
hombre, cada cual le aporta una manera distinta de estar y ser en el mundo. Pese a lo anterior,
todavía algunos insisten en mantener las mismas discrepancias o, seguir en constante hostilidad,
desde la cual se niega la conjunción en el erotismo de lo corporal y lo espiritual.

Por lo anterior, se considera preciso en esta investigación, retomar a Bataille para ir a los
orígenes de la prehistoria e intentar comprender cómo es que el hombre en su primera
animalidad a causa del trabajo, empieza a reconocerse consciente y a entrar en ese mundo de lo
razonable, para hacer de su sexualidad rudimentaria una actividad erótica. En aras de ver como
en el pensamiento de Bataille se reconcilian lo espiritual y lo corporal, entendiendo cómo
aparece desde la prehistoria el hombre como animal erótico, y como el erotismo es un elemento
que prefigura el tránsito del animal al hombre al ser una actividad fundamentalmente humana.
Para este filósofo, el erotismo es “la aprobación de la vida hasta en la muerte”. Esta postura
permite entender que el erotismo, lejos de las disputas tradicionales, en las que se ha encasillado
lo “espiritual” en detrimento de lo “corporal” o de lo “corporal” en detrimento de lo “espiritual”
busca reivindicar ambas dimensiones del hombre, sin una lógica binaria que sesgue la
comprensión del hombre en tanto sujeto erótico.

27
2. Erotismo: una mirada desde el pensamiento de Georges Bataille

En el capítulo precedente, el recorrido histórico-teórico sobre el tratamiento del eros en


Occidente ha mostrado cómo según las diversas épocas, las prohibiciones sobre la sexualidad y
el erotismo han sido constantes en la configuración del hombre en Occidente, y a su vez, como
ha existido el enfrentamiento entre aquellos que defienden la primacía de lo espiritual y aquellos
que defienden la supremacía de lo corporal. Además, se ha señalado que tal situación ha sido el
resultado de considerar al hombre como alma o cuerpo, y no como un conjunto que reúne ambos
aspectos. Todo ello, con la finalidad de evidenciar la necesidad apremiante de reconciliar en el
hombre a través de su actividad erótica, las dos dimensiones más importantes: la espiritual y la
corporal.

Ahora bien, siguiendo con la intención de elucidar lo que es el erotismo, y las relaciones
que el hombre ha establecido en su actividad erótica con la moral, especialmente la moralidad
cristiana, se considera que son fundamentales para esta investigación, las reflexiones histórico-
filosóficas que hizo Bataille en, L’Expérience Intérieure (La experiencia interior), L’Érotisme
(El erotismo), Les Larmes d’Éros (Las lágrimas de Eros ), Le Littérature et le mal (la literatura y
el mal), y La felicidad, el erotismo y la literatura: ensayos 1944-1961 (recopilación de artículos
y ensayos de Georges Bataille en vida, y publicada por Editorial Gallimard como Obras
completas, tomo 11 y 12 en 1988),- debido a que permiten; en primer lugar, hablar de un
erotismo que reconcilia esa dualidad entre cuerpo y alma, también entender cómo la moral no es
enemiga del erotismo, sino cierta moralidad cristiana que ha mutilado y socavado el erotismo en
Occidente, además de reivindicar el carácter sagrado del erotismo del cual ha sido desligado en
su relación histórica con las categorías de lo sagrado y lo profano en el cristianismo.

Bataille propone el erotismo como la “aprobación de la vida hasta en la muerte” encontrando


en esta concepción, una perspectiva afirmativa del erotismo que servirá para caracterizar como el
erotismo es un elemento transgresor en la literatura colombiana del siglo XX, con el fin de
analizar la moralidad cristiana que ha hecho del erotismo en Colombia una experiencia
martirizada y culpabilizada.
28
Para poder llegar a una comprensión clara de lo que implica en Georges Bataille, hablar del
erotismo como un aspecto propio de la vida del hombre (desde sus orígenes)-que le permite
aprobar la vida hasta en la muerte, es preciso, traer a colación algunas nociones fundamentales
de su obra, para comprender la importancia de su pensamiento en la reflexión filosófica y
literaria que del erotismo en Colombia se hace en esta investigación. No obstante, tales nociones
no pueden entenderse una sin la otra. Se han elegido nociones fundamentales como experiencia
interior, transgresión, sustentada por Bataille en relación con la prohibición, lo profano y lo
sagrado. Además se tendrán en cuenta, las consideraciones que sobre la literatura y el erotismo
introduce, a fin de mostrar cómo esta relación es el Mal, en tanto la literatura anuncia lo que las
prohibiciones en ese mundo de la razón a aborrecido y negado, el eros, es decir, en tanto crítica y
cuestiona los valores morales, los dogmas del pensamiento, y la espiritualidad en la que se ha
sostenido el Bien en ese mundo sosegado.

2.1. La experiencia interior: entre el mundo animal y el mundo humano

El erotismo no puede ser concebido sin que al considerarlo, se tome en consideración al hombre
mismo. En particular, no puede ser considerado independientemente de la historia del trabajo y de la
historia de las religiones9. [Traducción nuestra]
(Bataille, G. (1957), L’Érotisme, p. 12)

Es recurrente encontrar en varias obras de Georges Bataille (1897-1962), la afirmación de


que el erotismo tuvo sus primeras manifestaciones u orígenes con el surgimiento del trabajo y,
fue desentrañado en la historia de las religiones. Así afirma Bataille (1987) en Les Larmes
d’Éros (Las lágrimas de Eros), que “el trabajo, sin duda, es el fundamento del ser humano10” (p.
590) pues permitió el alejamiento del hombre de su animalidad primera.
Por lo que “es por el trabajo que el animal deviene en humano […] La fabricación de
instrumentos o de armas fue el punto de partida de estos primeros razonamientos que

9
«L’érotisme ne peut être envisagé que si, l’envisageant, c’est l’homme qui est envisagé. En particulier, il ne
peut être envisagé indépendamment de l’histoire du travail, il ne peut être envisagé indépendamment de
l’histoire des religions.»
10
«Le travail, à coup sûr, est le fondement de l’être humain»
29
humanizaron el animal que éramos”11 (p. 591), es decir, el trabajo posibilitó a los hombres la
entrada en el mundo de lo razonable o racional, puesto que para Bataille, en (1957) L’Érotisme,
durante la elaboración de herramientas:

El trabajo exige una conducta en la cual el cálculo del esfuerzo, en relación a la eficiencia
productiva, es constante. Exige una conducta razonable, donde los movimientos
tumultuosos que se liberan en la fiesta y, generalmente, en el juego, no son apropiados. Si
no pudiéramos refrenar estos movimientos, no seríamos susceptibles al trabajo, pero el
trabajo introduce precisamente la razón para refrenarlos12. (p. 47)[Traducción nuestra]

En este sentido, para Bataille el trabajo fue decisivo en la vida del hombre o más bien en la
humanización de éste, ya que le ayudó a ir cobrando conciencia de su estar en el mundo como
ser racional, de las adquisiciones a las que podía acceder, pero sobre todo, de las prohibiciones a
las que veía sometido su comportamiento, puesto que en horas de trabajo no podía darse a sus
impulsos voluptuosos mientras en las jornadas de descanso, podía evidenciar la violencia propia
de su animalidad, la más bella representación de sus instintos durante la fiesta. Así tenemos que
para los primeros hombres-no conscientes- el acto sexual fue meramente instintivo, producto del
desfogue de la voluptuosidad, sin ninguna finalidad más allá del goce placentero mientras que
para el hombre humanizado (ese que se hizo consciente con el acceso al trabajo), la sexualidad se
convirtió en erotismo, como señala Bataille, en Les Larmes d’Éros :

En los límites de la conciencia, la actividad sexual respondió primero a la búsqueda


calculada de arrebatos voluptuosos […] Humanamente, la unión de amantes o esposos sólo
tuvo un sentido, el deseo erótico: el erotismo difiere del impulso sexual animal en que es,

11
«C’est par le travail que l’animal devint humain [...] La fabrication des outils ou des armes fut le point de départ
de ces premiers raisonnements qui humanisèrent l’animal que nous étions.»
12
«Le travail exige une conduite où le calcul de l’effort, rapporté à l’efficacité productive, est constant. Il exige
une conduite raisonnable, où les mouvements tumultueux qui se délivrent dans la fête et, généralement, dans le
jeu, ne sont pas de mise. Si nous ne pouvions refréner ces mouvements, nous ne serions pas susceptibles de
travail, mais le travail introduit justement la raison de les refréner.»
30
en principio, de la misma forma que el trabajo, la búsqueda consciente de un fin que es la
voluptuosidad13. (Bataille, 1987, p. 592) [Traducción nuestra]

Con relación a lo anterior, el erotismo es búsqueda consciente del deseo, que trasciende
muchas veces el desfogue instintivo de lo sexual, y también es, como lo afirma Bataille (1957),
en L’Érotisme “un aspecto de la vida interior, si se quiere, de la vida religiosa del hombre14” (p.
37) [Traducción nuestra]. Empero, cabe aclarar que esa vida religiosa o esa religión de la que
habla Bataille, “No es una religión particular. No hablo ni de ritos, ni de dogmas, ni de una
comunidad determinada15” (p. 38) [Tn], más bien, es como aduce, (1973) en L’expérience
Intérieure (La experiencia interior):

Entiendo por experiencia interior lo que habitualmente se denomina experiencia mística: los
estados de éxtasis, de arrobamiento, al menos de emoción meditada. Pero sueño menos en la
experiencia a la cual ha habido que atenerse hasta ahora, que en una experiencia desnuda,
libre de ataduras, incluso de origen, respecto de cualquier confesión16.(p. 15)

A causa de esto, lo que refleja Bataille es que el erotismo como experiencia interior, es
vivenciado como la “[...] (puesta a prueba), en la fiebre y la angustia, de lo que un hombre sabe
por el hecho de ser17.”(p. 16). Sin embargo, no puede pensarse que esa puesta a prueba del ser, se
da únicamente en los límites de la individualidad (solipsista) del hombre, porque como nos deja
ver Bataille, en L’Érotisme, éste siempre busca fuera de sí el objeto de su deseo, por ello:

En un sentido, el ser se pierde objetivamente, pero luego el sujeto se identifica con el


objeto que se pierde [...] Pero si hablo objetivamente de los movimientos del erotismo,
13
«Dans les limites de la conscience, l’activité sexuelle répondit d’abord à la recherche calculée de transports
voluptueux [...] Humainement, la conjonction, celle des amants ou des époux, n’eut d’abord qu’un sens, celui du
désir érotique: l’érotisme diffère de l’impulsion sexuelle animale en ce qu’il est, en principe, de la même façon
que le travail, la recherche consciente de la fin qu’est la volupté.»
14
«Un aspect de la vie intérieure, si l’on veut, de la vie religieuse de l’homme»
15
«Ce n’est pas une religion particulière. Je ne parle ni de rites, ni de dogmes, ni d’une communauté donnés.»
16
«J’entends par expérience intérieure ce que d’habitude on nomme expérience mystique: les états d’extase, de
ravissement, au moins d’émotion méditée. Mais je songe moins à laquelle on a dû se tenir jusqu’ici, qu’à une
expérience nue, libre d’attaches, même d’origine, à quelque confession que ce soit.»
17
« [...] (à l’épreuve), dans la fièvre et l’angoisse, de ce qu’un homme sait du fait d’être.»
31
debo primeramente destacar, es que la experiencia interior nunca se da
independientemente de las impresiones objetivas, siempre la encontramos ligada a este
aspecto, innegablemente objetivo.18 (p. 37-38)

Por lo anterior, podemos decir que si bien el erotismo es un aspecto de la vida interior del
hombre (del sujeto), esto no excluye ese mundo exterior, de fuera, pues muy por el contrario, ese
mundo hace parte de esas impresiones a partir de las cuales el sujeto construye esa experiencia
interior y cuestiona para sí sus deseos eróticos. Por esta razón, vemos que para Bataille el mundo
exterior u objetivo (mundo del trabajo) y la vida interna o experiencia interior (mundo de la vida
religiosa, del éxtasis, del deseo), aunque difieren, y se oponen frecuentemente, hacen parte
fundamental de esa experiencia individual del sujeto.

Dicho de otro modo, el hombre en su primera animalidad gozó de una sexualidad que tuvo
como fin la satisfacción de los instintos y la reproducción de la especie, con el acceso del hombre
al mundo del trabajo o de la razón, la sexualidad pasa a ser entendida como una búsqueda
psicológica y consciente del deseo, de la voluptuosidad y la sensualidad, ésta fijada más allá de
los límites de la satisfacción inmediata de los instintos y la reproducción, pues ahora, el hombre
hace de su sexualidad, una actividad erótica acontecida como una experiencia interior, que
perturba y cuestiona al hombre en su Ser y lo confronta con otra individualidad encarnada en su
objeto del deseo. A razón de ello, el hombre se debate en la compleja circunstancia de hallarse
existiendo y siendo parte del mundo racional y del animal, y consecuentemente de estar
experimentando “el juego de balanza entre lo prohibido y la transgresión19.” (p. 42), ya que como
dije antes, el mundo del trabajo, le mostró al hombre las prohibiciones y libertades que poseía, es
decir, entendió cómo, en qué momentos y de qué manera debía controlar o liberar su
voluptuosidad desbordante.

18
«En un sens, l’être se perd objectivement, mais alors le sujet s’identifie avec l’objet qui se perd […] Mais si je
parle des mouvements de l’érotisme objectivement, je dois le souligner d’abord, c’est que jamais l’expérience
intérieure n’est donnée indépendamment de vues objectives, nous la trouvons toujours liée à tel aspect,
indéniablement objectif»
19
«Le jeu de balance de l’interdit et de la transgression»
32
2.2. El erotismo como tabú: de la prohibición a la transgresión

El terreno del erotismo es esencialmente el terreno de la violencia, el terreno de la


violación20.
Bataille, G. (1957), L’Érotisme, p. 23)
Ya hemos dicho, que el mundo del trabajo indujo al hombre hacia lo racional y que es
justamente este el factor decisivo por el cual el hombre se aleja de su animalidad primera, pues
exigió la eficiencia productiva, por encima del tiempo empleado para las fiestas, en donde dan
rienda suelta a su voluptuosidad. Así cada vez más, el hombre fue ocultando sus instintos e
impulsos sexuales para hacer parte de esa racionalidad de un mundo planificado, eficiente y
productivo; es decir, el mundo del trabajo. De esta manera, lo que Bataille, permite conocer es la
oposición entre el mundo del trabajo y el mundo de la violencia, y cómo en el seno del primero
surgen las prohibiciones como fundamento del mundo de la razón a partir del cual se pretendió
contener al segundo. No obstante, para Bataille este mundo de la razón es más bien un mundo
sin-razón al presentarse ilógico en tanto:

Las prohibiciones, en las que descansa el mundo de la razón, no son, por tanto, racionales
[...]Tal es la naturaleza del tabú que hace posible un mundo calmado y razonable, pero es lo
mismo, en su principio, es a la vez un temblor que no se impone a la inteligencia, sino a la
sensibilidad, como lo hace la violencia misma (esencialmente, la violencia humana es el
efecto, no de un cálculo, sino de estados sensibles como la cólera, el miedo, el deseo...)21.
(p. 72)

En este sentido para Bataille “lo que el mundo del trabajo excluye por medio de las
prohibiciones es la violencia; y ésta, en mi campo de investigación, es a la vez la violencia de la

20
«Essentiellement, le domaine de l’érotisme est le domaine de la violence, le domaine de la violation»
21
«Les interdits, sur lesquels repose le monde de la raison, ne sont pas, pour autant, rationnels […] telle est la
nature du tabou, qui rend possible un monde du calme et de la raison, mais est lui-même, en son principe, un
tremblement qui ne s’impose pas à l’intelligence, mais à la sensibilité, comme le fait elle-même la violence
(essentiellement la violence humaine est l’effet, non d’un calcul mais d’états sensibles: la colère, la peur, le
désir...)»
33
reproducción sexual y la de la muerte22” (p. 48). Con relación a las prohibiciones sobre la
muerte, Bataille señala que fueron evidenciadas en los mandamientos bíblicos no matarás y no
cometerás adulterio, pero que son anteriores de la divulgación cristiana, de ahí que aduzca en Les
Larmes d’Éros:

Las sepulturas más antiguas, que responden a este angustioso conocimiento de la muerte,
son anteriores desde hace tiempo; ya para el hombre del Paleolítico Inferior, la muerte
tenía un significado muy grave -y claro- que él dio como nosotros sepultura a los
cadáveres de los suyos. Así pues la esfera «diabólica», a la cual el cristianismo, prestó,
finalmente como sabemos, el sentido de la angustia, es en su esencia- contemporánea de
los hombres más antiguos [...] Pero ya de una manera embrionaria, existió la esfera
«diabólica», desde el instante en que los hombres -o al menos los ancestros de su propia
especie reconocieron que eran mortales, y vivieron en la espera, en la angustia de la
muerte.23 (Bataille, 1987, p. 582)

Con relación a lo anterior, podemos decir que no solamente el animal se diferenció del
hombre o se hizo consciente a través de la elaboración de sus herramientas, pues el vivir en
comunidad a causa del trabajo también le permitió ser consciente de la violencia con que la
muerte los arrancaba de la vida, del horror que causaba el cadáver en descomposición, y de la
angustia de la finitud de su existencia. De lo diabólico de no saber bajo qué razones, por qué
causas y en manos de quién o qué recibían la muerte. Es decir, la conciencia de la muerte fue una
de las características que diferenció al hombre del animal, para los primeros hombres los
cadáveres de sus semejantes daban cuenta de “la prohibición que se apodera de los otros a la

22
«Ce que le monde du travail exclut par des interdits est la violence; dans le domaine au je porte ma recherche il
s’agit en même temps de la reproduction sexuelle et de la mort.»
23
«Les sépultures les plus anciennes, qui répondent à cette connaissance angoissée de la mort, leur sont
antérieures de loin; déjà pour l’homme du Paléolithique inférieur, la mort eut un sens si lourd-et si clair-qu’il
donna comme nous la sépulture aux cadavres des siens. Ainsi la sphère «diabolique», à laquelle le christianisme,
finalement, prêta comme nous savons, le sens de l’angoisse, est-elle-en son essence-contemporaine d’hommes
très anciens [...] Mais déjà, d’une manière embryonnaire, la sphère «diabolique» exista, dès l’instant où des
hommes-du moins des ancêtres de leur espèce ayant reconnu qu’ils mouraient, vécurent dans l’attente, dans
l’angoisse de la mort.»
34
vista del cadáver es la toma de distancia en la cual rechazan la violencia, en la cual se separan
de la violencia24” (Bataille, 1957, p. 50).

Por otro lado, la prohibición con relación a la sexualidad se encuentra menos clara que la de
la muerte, pues según Bataille no se cuentan con datos prehistóricos tan antiguos que permitan
indicar de qué manera vivieron nuestros ancestros su sexualidad. Pero, éste supone con relación a
la prohibición en, L’Érotisme, “podemos creer que inicialmente el tiempo del trabajo determinó
este límite25” (1957, p. 57):

En oposición al trabajo, la actividad sexual es una violencia que en tanto que impulso
inmediato, podría perturbarlo: una colectividad laboriosa, en el momento del trabajo, no
puede quedar a su merced. Nos inclinamos a pensar que, desde el origen, la libertad
sexual tuvo que recibir un límite, al cual dimos el nombre de prohibición, sin poder decir
nada de los casos en los que se aplicaba26. (p. 57)

La prohibición es definida como el “límite” “restricción” sobre la sexualidad que se gesta con
la entrada del hombre al mundo del trabajo o de lo razonable, no obstante, dice Bataille que “es
banal [...] buscar la explicación fuera de su fundamento universal que es la prohibición informe y
universal de la que es objeto la sexualidad27.” (p. 58). Prohibición informe, pero que ha estado
limitando los diferentes aspectos de la sexualidad humana en todas las épocas y sociedades,
evidenciándose en el momento en que “las imágenes eróticas, o religiosas, introducen
esencialmente, en unos, las conductas de la prohibición, en otros, conductas contrarias28” (p. 42).

24
« L’interdit qui s’empare des autres à la vue du cadavre est le recul dans laquel ils rejettent la violence, dans
lequel ils se séparent de la violence.»
25
«Pouvons-nous croire qu’initialement le temps du travail a déterminé cette limite»
26
«Nous pouvons dire seulement qu’en opposition au travail, l’activité sexuelle est une violence, qu’en tant
qu’impulsion immédiate, elle pourrait déranger le travail : une collectivité laborieuse, au moment du travail, ne
peut rester à sa merci. Nous sommes donc fondés à penser que, dès l’origine, la liberté sexuelle dut recevoir une
limite à laquelle nous devons donner le nom d’interdit, sans pouvoir rien dire des cas aù elle s’appliquait.»
27
«Il est banal […] chercher l’explication qu’en dehors de son universel fondement qu’est l’interdit informe et
universel dont la sexualité est l’objet»
28
«Les images érotiques, ou religieuses, introduisent essentiellement, chez les uns les conduites de l’interdit, chez
d’autres, des conduites contraires»
35
El erotismo desde antaño ha sido vivido por los hombres desde el conjunto de prohibiciones
descritas sobre la sexualidad, o en contra de ellas, pero nunca desde el equilibrio de ambos
escenarios. Por ejemplo, con el advenimiento del cristianismo en Occidente predominaron las
prohibiciones que sobre la actividad erótica imponían los preceptos de fe cristianos, sin dejar
espacio alguno para la transgresión, mientras que por otro lado, estaban aquellos que
emprendieron la lucha por la transgresión y la supresión de todo cuanto había sido fundamentado
por este régimen. De esta manera, si lo prohibido fue el límite impuesto por los preceptos
religiosos de quienes detentaban el poder, la transgresión fue entendida como el quebrantamiento
racional de todos los fundamentos contrarios. Así si en el cristianismo la lujuria fue considerada
un pecado capital y la actividad erótica algo aberrante e inmoral en tanto alejaban al hombre de
su salvación espiritual, para los que defendían las transgresiones de esos fundamentos o
inmoralistas, el erotismo tenía que ser la entrega sin límites a los placeres de la carne, es decir,
debía ser la negación de la salvación espiritual, para reivindicar los derechos de la naturaleza, de
la carne e instintos. Este contexto le sirve a Bataille para mostrar que de unas prohibiciones que
sesgaban la violencia del animal que éramos, se pasó a una violencia que sesgaba todas las
prohibiciones, por lo cual se tergiversó lo que significaba la prohibición y la transgresión y la
importancia de estos aspectos en el erotismo. De ahí que Bataille afirmará que la prohibición no
puede no dejar espacio para la transgresión y la transgresión no es la negación de la prohibición,
pues la una legitima a la otra. Por ello, plantea Bataille en La felicidad, el erotismo y la
literatura: ensayos 1944-1961, en el apartado El erotismo, sostén de la moral:

La moral es en efecto el más firme sostén del erotismo. Recíprocamente, el erotismo


requiere la firmeza de la moral. Pero no podríamos imaginar su apaciguamiento. La moral
es necesariamente el combate contra el erotismo y el erotismo, necesariamente, sólo tiene
lugar en la inseguridad de un combate. (Bataille, 2001, p. 382)

El erotismo requiere de la moral y de las prohibiciones para encontrar en el levantamiento de


éstas, ese aspecto fascinante y maligno que trae consigo el gozo de la transgresión. Y
entendamos por transgresión fundamentalmente la violencia que emplean los hombres para
levantar las prohibiciones, pero no es como se piensa violencia animal, “es violencia, aún, pero

36
ejercida por un ser susceptible de razón (que en esta ocasión pone la sabiduría al servicio de la
violencia)29”. (pp. 72-73). La transgresión o violencia-consciente- es lo que le permite al hombre
subvertir las prohibiciones en casos particulares, pero no por ello consigue eliminarlas de un
todo, pues justo lo que busca es gozar de ellas, deleitarse en el límite que se le ha impuesto, así
por ejemplo afirma Bataille:

Una vez derrocado el obstáculo, la prohibición pisoteada sobrevive a la transgresión. El


más sangriento de los homicidas no puede ignorar la maldición que recae sobre él. Porque
esa maldición es la condición de su gloria. Las transgresiones multiplicadas no pueden
acabar con la prohibición, como si la prohibición fuera el medio de hacer caer una gloriosa
maldición sobre lo rechazado por ella30. (p. 55)

Es así que transgredir lo prohibido implica ese pavor representado en la angustia


experimentada al violentar la ley divina o humana, pues es sentida, según Bataille como la
experiencia del pecado. Empero, la transgresión no puede ser mirada sin límites pues “la
transgresión de lo prohibido no está menos sujeta a reglas que la prohibición. No se trata de
libertad: En tal momento y hasta este punto, esto es posible este es el sentido de la
transgresión31” (p. 73-74)

2.3. Del erotismo como aprobación de la vida hasta en la muerte

Es posible decir del erotismo que es la aprobación de la vida hasta en la muerte [...] La
actividad sexual reproductiva es común a los animales sexuados y los hombres, pero
aparentemente solo los hombres han hecho de su actividad sexual una actividad erótica, [...]

29
« C’est la violence encore, exercée par un être susceptible de raison (à l’occasion mettant la sagesse au service
de la violence)»
30
«L’obstacle renversé, l’interdit bafoue survit à la transgression. Le plus sanglant des meurtriers ne peut ignorer
la malédiction qui le frappe. Car la malédiction est la condition de sa gloire. Des transgressions multipliées ne
peuvent venir à bout de l’interdit, comme si jamais l’interdit n’était que le moyen de frapper d’une glorieuse
malédiction ce qu’il rejette»
31
«La transgression de l’interdit n’est pas même moins sujette à des règles que l’interdit. Il ne s’agit pas de
liberté: à tel moment et jusque-là, ceci est possible est le sens de la transgression.»
37
una búsqueda psicológica independiente del fin natural dado en la reproducción y en el cuidado
de los hijos32.
(Bataille, G. (1957), L’Érotisme, p. 17)

En el apartado anterior, se ha dicho que la conciencia de la muerte que adquirieron los


hombres, representó el horror y la angustia de ver en ella el aniquilamiento de su existencia y la
muestra fehaciente de su condición de seres finitos incapaces de hacer algo para evitarla. Ahora
bien, esta conciencia de la muerte, o más bien, ese horror y angustia que representó a los
primeros hombres, y que representa aún en la actualidad, es retomada por Bataille para explicar
de qué manera la actividad erótica, entendida como la aprobación de la vida hasta en la muerte,
genera en los amantes el mismo sentimiento de fascinación y angustia, pues ésta supone la
apertura del Ser de dos o más sujetos que buscan cierta unidad psicológica con sus amantes. Es
decir, pasar de la discontinuidad del Ser (esas individualidades encerradas en sí mismas), a la
continuidad del Ser (ese sentimiento de unidad que es experimentado por los amantes), como
superación de las individualidades a través de la relación erótica y la reproducción. Para decirlo
en mejores términos, según Bataille:

La reproducción pone en juego a unos seres discontinuos [...] Entre un ser y otro ser hay
un abismo, hay una discontinuidad [...] ese abismo es profundo, no veo el medio de
suprimirlo. Solamente podemos sentir en común el vértigo del abismo. Puede fascinarnos.
Ese abismo es en un sentido la muerte y la muerte es vertiginosa, es fascinante33.
(Bataille, 1957, p. 18-19)

32
«De l’érotisme, il est possible de dire qu’il est l’approbation de la vie jusque dans la mort […] L’activité
sexuelle de reproduction est commune aux animaux sexués et aux hommes, mais apparemment les hommes
seuls ont fait de leur activité sexuelle une activité érotique, [...] une recherche psychologique indépendante de la
fin naturelle donnée dans la reproduction et dans le souci des enfants.»
33
«La reproduction met en jeu des êtres discontinus [...] Entre un être et un autre, il y a un abîme, il y a une
discontinuité [...] Cet abîme est profond, je ne vois pas le moyen de le supprimer. Seulement nous pouvons en
commun ressentir le vertige de cet abîme. Il peut nous fasciner. Cet abîme en un sens es la mort et la mort est
vertigineuse, elle est fascinante.»
38
La actividad erótica impera por la unidad de los amantes o continuidad del ser encarnada en
la violencia o violación de las individualidades, de ahí que se manifiesta como la muerte de la
discontinuidad o individualidad, ya que para Bataille:

Toda la ejecución del erotismo tiene por fin alcanzar al ser en lo más íntimo, hasta el
punto del desvanecimiento. El paso del estado normal al estado de deseo erótico supone en
nosotros una disolución relativa del ser […] Toda la ejecución erótica tiene como
principio una destrucción de la estructura de ser cerrado que es en su estado normal, es
uno de los participantes del juego34. (p. 24)

Esta “disolución relativa del ser “o “destrucción de la estructura del ser cerrado”, permite a
los amantes aprobar la vida, en ese instante en que se funden durante el juego erótico, y derriban
todas las barreras impuestas para celebrar el goce del cuerpo, de los corazones y del ser. De este
modo, abandonan su individualidad para formar una unidad, es decir, para ser uno solo en el
momento de la voluptuosidad. Por ello, la continuidad del Ser, sugiere entender que:

El arrancar el ser de la discontinuidad es siempre lo más violento. Lo más violento para


nosotros es la muerte que, precisamente, nos arranca de la obstinación que tenemos de ver
durar el ser discontinuo que somos.35(p. 23)

Así en esos estados voluptuosos, desequilibrados, desbordados y frenéticos de la actividad


erótica, la discontinuidad del ser es puesta a prueba y en peligro, pues el deseo de que perdure la
individualidad, en esos momentos es reemplazado por el deseo de una continuidad del ser. No
obstante, en el erotismo “hay pasajes de lo continuo a lo discontinuo o de lo discontinuo a lo
continuo36” (p. 21), esto supone que la continuidad del ser que consiguen los amantes a través del

34
«Toute la mise en œuvre de l’érotisme a pour fin d’atteindre l’être au plus intime, au point où le cœur manque.
Le passage de l’état normal à celui de désir érotique suppose en nous la dissolution relative de l’être […] Toute
la mise en œuvre érotique a pour principe une destruction de la structure de l’être fermé qu’est à l’état normal
un partenaire du jeu.»
35
«L’arrachament de l’être à la discontinuité est toujours le plus violent. Le plus violent pour nous est la mort qui,
précisément, nous arrache à l’obstination que nous avons de voir durer l’être discontinu que nous sommes.»
36
« Il y a des passages du continu au discontinu ou du discontinu au continu»
39
acoplamiento es momentánea, pero también existe la posibilidad de que sea duradera, en los
lindes de la reproducción que aunque no es el fin del erotismo, es una forma particular en que se
manifiesta.

La discontinuidad es amenazada para los amantes con la reproducción, pues en esta ocurren
dos cosas, una muerte primera de la discontinuidad entre los amantes, y una muerte de los padres
para con los hijos, es decir, se da un doble asalto a la continuidad del ser. Cuestión que resulta
paradójica, puesto que en el mismo momento en que están aprobando la vida y engendrándola se
están ocasionando la muerte. A este respecto dice Bataille (1957), en L’Érotisme:

El espermatozoide y el ovulo son el estado elemental de los seres discontinuos, pero se


unen, y en consecuencia se establece entre ellos una continuidad para formar un nuevo
ser, a partir de la muerte, de la desaparición de seres separados.37(p. 20)

El erotismo entendido como aprobación de la vida hasta en la muerte, supone la apertura de


dos o más seres discontinuos a partir de la violencia con que la voluptuosidad opera sobre ellos,
esta forma de entender el erotismo supone desafiar la muerte, ese anhelo que tenemos por
conservar nuestra individualidad, o como nos dice Bataille, en las Les Larmes d’Éros, “el
momento erótico es la cumbre misma de la vida, cuya más grande fuerza e intensidad, se revelan
en el instante cuando dos seres se atraen, se acoplan y se perpetúan”.38 (1987, p. 585).

2.4. Entre lo sagrado y lo profano: la visión del erotismo en el cristianismo

Resulta subversiva la manera que tiene Bataille para entender lo sagrado y lo profano. Para
éste, contrario a lo que se cree desde las doctrinas cristianas, no son aspectos diametralmente
opuestos. Todo lo contrario, se complementan, para Bataille, en (2001) La felicidad, el erotismo

37
«Le spermatozoïde et l’ovule sont à l’état élémentaire des êtres discontinus, mais ils s’unissent, en
conséquence une continuité s’établit entre eux pour former un nouvel être, à partir de la mort, de la disparition
des êtres séparés»
38
«Le moment érotique est même le sommet de cette vie, dont la plus grande force, et l’intensité la plus grande,
se révèlent au moment où deux êtres s’attirent, s’accouplent et se perpétuent»
40
y la literatura: ensayos 1944-1961, en el apartado El erotismo, sostén de la moral, “lo sagrado es
la transgresión ritual de la prohibición” (p. 379). Lo sagrado sólo tiene cabida en tanto levanta la
prohibición, pues es preciso que transgreda lo establecido por la ley. Así como aduce en Les
larmes d’Éros “lo prohibido incita a la transgresión, sin la cual la acción no tendría el maligno
brillo que seduce [...] Lo que embruja es la transgresión de lo prohibido39” (Bataille, 1987, p.
607).

Esta relación entre lo sagrado y lo profano, se puede evidenciar durante la antigüedad en los
cultos orgiásticos de Dionisos en los que era permitido, incluso exigido que a través de las
fiestas, sacrificios y ritos, los hombres se entregaran al éxtasis y la embriaguez, guardando los
límites dentro del orden establecido. De ahí que “la transgresión, en tiempo de fiesta es
justamente lo que da a la fiesta un aspecto maravilloso, el aspecto divino […] Divino en el
sentido de que rechaza las reglas de la razón40” (Bataille, 1961, p. 609-610) e invierte las
estructuras sociales en vigencia.

Así tenemos que según Bataille en las fiestas dionisiacas, los excesos permitidos, la
embriaguez, la orgía y el erotismo, tomaban un aspecto religioso en tanto se daban enmarcados
en las ritualidades propias al dios de la transgresión y la fiesta. De esta manera, Bataille deja
entrever que el erotismo y la religión se encuentran relacionados, en tanto en el seno de las
fiestas religiosas “ordenar es el exceso, es el sacrificio y es la fiesta, cuya cima es el éxtasis41”
(1961, p. 610). Empero, con el surgimiento del cristianismo lo sagrado y lo profano perdieron
sus valores primigenios. El mundo sagrado (de los ritos, fiestas, promiscuidad, erotismo,
excesos, locura) quedó condenado y prohibido en la vida del hombre, pasando a ser lo profano
(entendido como impuro, aberrante, inmundo, inmoral) y lo profano (el mundo del trabajo, de la
razón, del orden, la ley, de las prohibiciones), pasó a considerarse como lo sagrado, es decir,

39
«L’interdit engage à la transgression, sans laquelle l’action n’aurait pas eu la lueur mauvaise qui séduit...C’est
la transgression de l’interdit qui envoûte...»
40
«La transgression, dans le temps de la fête est justement ce qui donne à la fête un aspect merveilleux, l’aspect
divin [...] Divine, c’est-à-dire, ici, refusant la règle de la raison.»
41
«Commande est-il l’excès, c’est le sacrifice, c’est la fête, dont l’extase est le sommet.»
41
como lo moralmente bueno a lo que debía aspirar todo hombre de fe que persiguiera la comunión
con el Dios cristiano.

La transgresión santificada en la antigüedad perdió su carácter sagrado y, durante el largo


periodo cristiano, el dogma de fe se le opuso, pero se estarán preguntando ¿de qué manera afecta
esta inversión de lo sagrado y lo profano a la actividad erótica del hombre? desde el pensamiento
de Bataille diremos que tal inversión de los valores en el cristianismo afectó negativamente las
libertades sexuales y eróticas de los hombres, pues siendo el erotismo un aspecto de la vida
interior o sagrado del hombre al tergiversar el factor religioso se le encadena a una moral
cristiana que mutila el erotismo y niega los placeres de la carne condenándolos a ese espacio de
lo inmundo, aberrante e inmoral. Por ello, todas las prácticas relacionadas a la sexualidad
representan un peligro para la religión y moral cristiana en tanto develan la violencia de los
órganos reproductores durante el orgasmo, y sacan a relucir en los hombres ese lado secreto,
vergonzoso y delirante que se refleja en los estados voluptuosos, es decir, ese lado animal en el
que se embriaga y se olvida, de las buenas costumbres, la decencia y los valores morales de la
vida cristiana en sociedad.

A razón de ello, la actividad erótica fue concebida como ilícita, aberrante e inmoral. Y
durante el cristianismo se vio saturada de tabúes, prohibiciones y sanciones que exigían un
hombre ajeno a ella, pues lo alejaban de los caminos de la fe cristiana, la salvación de su alma, la
comunión con Dios y la conquista de la vida eterna. De esta manera, se impuso el Ágape frente al
Eros. Y con ello, la transgresión en la actividad erótica queda relegada a un segundo plano.
Recordemos que en páginas precedentes, decíamos que en la actividad erótica los amantes
violentan sus individualidades en aras de una unidad que les permita dejar su estado de
aislamiento a través del cual sientan superar todos los obstáculos de la vida, incluso el de ser
seres discontinuos condenados a la muerte.
El cristianismo, sólo admite que esa violencia entre la discontinuidad y continuidad, sea dada
entre los hombres (seres discontinuos) y Dios (ser continuo), así ese sentimiento de unidad sólo
podrá experimentarse en la fe hacia el Dios cristiano, esto bastará para llenar la soledad del
hombre, será la fuerza que tendrá el hombre para soportar su existencia y, la esperanza de una
42
vida eterna. Dios es lo que encarna la continuidad del ser, por eso es a él a lo que debemos
aspirar. De ahí que en el ámbito cristiano, la definición que da Bataille del erotismo, a saber, “el
erotismo es la aprobación de la vida hasta en la muerte” pierda todo su sentido e incluso sea
negado. Por ello, la actividad erótica requiere su desligamiento de los valores morales del
cristianismo para hallar en ella su carácter afirmativo y sagrado.

2. 5. Erotismo y literatura: experiencia sagrada

Hasta aquí hemos explicado la significación e importancia que tuvo el erotismo dentro del
pensamiento filosófico de Georges Bataille, por ello, hemos señalado sus nociones
fundamentales, tales como experiencia interior, prohibición, transgresión, sagrado, profano.
Teniendo en cuenta que Bataille no se restringió a la filosofía, sino que también introdujo en su
literatura un escenario para hacer mucho más evidente su preocupación por la actividad erótica,
se hace preciso en este apartado comprender cómo es que estas nociones le permitieron insertar
en su literatura, un lugar preciso para la transgresión, y más aún cómo la literatura con motivo
erótico y la llamada “literatura erótica” es doblemente transgresora; por un lado, de esa
discontinuidad que somos, y por el otro, de las prohibiciones políticas, religiosas y sociales en
que se ha sostenido el mundo de la razón. Por ello, brindaremos un bosquejo de lo que Bataille
pensó era la literatura y de su relación con el erotismo, en aras de que sus fundamentos literarios
relacionados con los filosóficos nos ayuden a caracterizar en el erotismo un elemento transgresor
en la literatura colombiana del siglo XX.

Para Georges Bataille; la filosofía, la literatura y la actividad erótica, no podían quedarse


encerradas en los límites del pensamiento, que al ser racional abocaba entender la vida y el ser
del hombre, a partir de la exigencia de verdades absolutas y justificaciones lógicas, cimentadas
en lo que el mundo del trabajo adujese era lo bueno, bello y correcto para la vida. De ahí que
Bataille cuestionará las metodologías, objetivos y pretensiones racionales exigidas por ese
mundo del trabajo, en el cual solo había primado una concepción del hombre como instrumento
útil para la producción. Por ello, Bataille afirmará, en su ensayo ¿Es útil la literatura? contenido
en La felicidad, el erotismo y la literatura: ensayos 1944-1961, que “no puede ser útil porque es
43
la expresión del hombre-de la parte esencial del hombre-y lo esencial del hombre no es
reductible a la utilidad” (18). Y eso esencial al hombre son aquellos aspectos propios de su vida
interior, que lo cuestionan, interrogan, constriñen y liberan incesantemente de ese Ser que se ha
visto siendo, y ese que se busca así mismo intentando ser lo que realmente quiere hacer de su
existencia. A razón de lo anterior, la literatura da cuenta del Ser del hombre en tanto existente en
el mundo, es decir, ésta si tiene alguna finalidad es justamente, la de comunicar a través de la
expiación no confesional lo que en el hombre aqueja, y de lo que quiere redimirse.

En la literatura a través del ejercicio de escritura, para Bataille el escritor está llamado a
entregarse a una experiencia desnuda-experiencia interior-, sin ligaduras en la cual pueda
desgarrarse a sí mismo, en la que se expía incesantemente, y desborda el pensamiento por la
emoción, hasta disolver su ser e intentar comunicarse con ese otro a quien escribe. Es así como
para Bataille(1979) en La littérature et le mal, la literatura es transgresión ritual de nuestra
discontinuidad, a través de ella, el hombre puede violentar su sensibilidad, y mirar en su interior
todo lo que fue, es y quiere llegar a ser, permitiéndole cuestionar cada vez más aquello que le ha
sido coartado pensar, sentir y hacer. Asimismo, es transgresora al ser tomada por el escritor para
violentar lo prohibido por la ley divina y humana dentro del mundo del trabajo, por ello, es
también un medio para hacer el Mal, puesto que:

Solo la literatura podría poner al desnudo el juego de la transgresión de la ley -sin la cual
la ley no tendría propósito- independientemente de un orden por crear. La literatura no
puede asumir la tarea de ordenar la necesidad colectiva [...] La literatura es en sí misma,
como la transgresión de la ley moral, un peligro42. (p. 182)
La literatura es el Mal, en tanto anuncia lo que las prohibiciones en ese mundo de la razón ha
aborrecido y negado, es decir, en tanto que critica y cuestiona los valores morales, los dogmas
del pensamiento, y la espiritualidad en la que se sostiene el Bien de ese mundo sosegado, no para
decir lo que debe o no hacerse, sino para encontrar lo que al hombre le es posible hacer por

42
« Seule la littérature pouvait mettre à nu le jeu de la transgression de la loi - sans laquelle la loi n’aurait pas de
fin - indépendamment d’un ordre à créer. La littérature ne peut assumer la tâche d’ordonner la nécessité
collective [...] La littérature est même, comme la transgression de la loi morale, un danger.»
44
momentos en ese mundo. Alrededor de lo anterior, Bataille afirmará, en su ensayo ¿Es útil la
literatura? contenido en La felicidad, el erotismo y la literatura: ensayos 1944-1961, que a la
literatura:

Le corresponde un solo fin político: el escritor no puede sino comprometerse en la lucha


por la libertad anunciando esa parte libre de nosotros mismos que no pueden definir
fórmulas, sino solamente la emoción y la poesía de obras desgarradoras [...] Incluso más
que luchar por ella, debe ejercer la libertad, encarnar por lo menos la libertad en lo que
dice. (18)

Ahora bien, ¿qué tiene que ver la literatura y el erotismo? A ello responderemos que, si
partimos de que la literatura es comunicación de lo esencial en la vida del hombre y el erotismo
es el problema por excelencia en la vida de este, no queda menos que la literatura, pueda
enunciar aquello por lo que la humanidad ha apartado la cabeza, es decir, la actividad erótica
tantas veces negada y silenciada en la historia de Occidente. Y si por otro lado, la literatura es
transgresión de lo prohibido y el terreno del erotismo es esencialmente el de la transgresión, es
expreso que entendamos que literatura y erotismo son una y la misma cosa, es decir, una
experiencia sagrada, o como lo expresa Silvio Mattoni refiriéndose al pensamiento de Bataille en
el Prólogo de La felicidad, el erotismo y la literatura: ensayos 1944-1961, “creación por medio
de la pérdida o, en otros términos, el acto del sacrificio en el lenguaje” (8), por ello:

También la poesía, el erotismo, la felicidad son experiencias religiosas; vuelven a unir lo


separado por la duración temporal en una oportunidad en que lo infinito-“yo que voy a
morir”-accede a la comunicación absoluta. Por eso no se trata aquí de transmitir un
mensaje que sirva para algo (instaurar una filosofía o proponer una forma de escribir),
sino de una experiencia donde la comunicación es la disolución de uno mismo y del otro,
es la reunión, prohibida y alcanzada por el golpe de suerte de una transgresión
involuntaria, impostergable. (12)

45
La literatura con motivo erótico y “la literatura erótica”, reivindica entonces, ese carácter
sagrado y divino que la actividad erótica tuvo para nuestros antepasados, como lo fue en las
fiestas dionisíacas para los griegos, es decir, aquellas experiencias que rechazando las reglas de
la razón, convocaban a la unión ritual de todos en el gozo y éxtasis profundo, en los que por
momentos, fuera de la moral imperante, levantaban lo establecido por la ley para gozar de lo
prohibido.

En suma, lo que Bataille quiso evidenciar, fue que la literatura no podía seguir bajo la
servidumbre del mundo razonable, fundamentado en el cristianismo, la moralidad católica, las
leyes y los dogmas filosóficos tradicionales, porque negando el carácter sagrado de la actividad
erótica, ésta estuvo durante largo tiempo condenada y censurada. Por ello, en el caso de la
literatura durante la influencia del catolicismo, se vio abocada a regirse bajo los parámetros de la
decencia y el decoro, desde los cuales era imposible sugerir el cuerpo como escenario del deseo,
pues se pretendió hacer de la actividad erótica algo ajeno a la dignidad humana, es decir,
contrario a la razón y contrario a la fe en el amor de Dios, la literatura tuvo que esperar mucho
tiempo para que se pudiera recrear y dramatizar el cuerpo erótico, lejos de la vergüenza, el
secreto y el pudor.

Desde esta perspectiva literaria, Bataille permite comprender, que la literatura es el


escenario donde puede ser reflexionado el erotismo como transgresión de las leyes, es decir,
cómo el Mal que cuestiona incesantemente los fundamentos sobre los cuales se ha erigido una
sociedad, por ello, en esta investigación, partiré de esta forma de entender la literatura para
caracterizar cómo el erotismo es un elemento transgresor en la literatura colombiana del siglo
XX, teniendo en cuenta, que en el caso particular de Colombia, el erotismo sólo ha sido
desarrollado en la literatura y no en el pensamiento, no obstante, para resarcir la ausencia de
análisis sobre el tema en la filosofía colombiana, se tendrán en cuenta de Bataille, los
fundamentos filosóficos que sobre el erotismo desarrolló, en especial sus categorías de
Prohibición, y Transgresión, a fin de que pueda brindarse una reflexión integral de nuestro
objeto de estudio.

46
3. Estudio filosófico sobre el erotismo. Elemento transgresor en la literatura colombiana del
siglo XX

En el capítulo anterior, se mostró cómo el erotismo en la perspectiva de Georges Bataille “es


la aprobación de la vida hasta en la muerte” pues hace entrar en juego dos discontinuidades para
celebrar la vida en la relación erótica y la reproducción. Asimismo, se expuso que el erotismo es
dado como una experiencia interior que perturba y cuestiona la individualidad de los amantes
para hacerlos entrar en comunicación con el Otro, reconocerlo y amarlo en la posibilidad de ser
uno en las entrañas del deseo. El erotismo es también la transgresión de las prohibiciones, es
decir, la violencia consciente con que los amantes quebrantan los impedimentos internos y
externos para aprobar y engendrar la vida en toda su plenitud.

La postura de Bataille, pone de presente la necesidad de ver en la actividad erótica un aspecto


fundamental en la vida del hombre y una de las formas más profundas que tienen para
reconocerse a expensas de las diversas moralidades que se han fraguado en Occidente y en
particular de la moralidad cristiana que por mucho tiempo condenó las prácticas sexuales y
sensuales a lo ancho y largo del Viejo Continente y sobre todo del Nuevo Mundo.

Por lo anterior, se considera que esta perspectiva afirmativa que tiene Bataille sobre el
erotismo permite desvirtuar la concepción negativa que ha tenido la actividad erótica en
Colombia, ésta descrita como una experiencia aberrante e inmoral de la cual lo único que debía
experimentarse era un sentimiento culposo, martirizado y doloroso; pues es Colombia un país en
el cual aún pervive una moralidad cristiana que rige tanto los estamentos políticos como sociales
repercutiendo de manera coercitiva sobre las libertades sexuales y el encadenamiento de eros.

En este sentido, el encadenamiento del eros históricamente ha sido un problema moral o de


“doble moral” en la cultura Occidental y en Colombia no ha sido la excepción, pero va más allá
al ser también un problema político, pues siguiendo la opinión del poeta Jorge Gaitán Duran,
según el filósofo colombiano Rafael Gutiérrez Girardot (2011), la represión de las libertades
sexuales y eróticas es una de las tantas manifestaciones y raíces de la guerra fratricida en
47
Colombia, plagada de una cultura de la muerte y el odio a expensas de una cultura de la vida y de
las formas en que eros es manifestado.

Así tenemos que mientras la tesis central de Bataille “el erotismo es la aprobación de la vida
hasta en la muerte” presenta la actividad erótica como la más profunda e intensa búsqueda
psicológica de los amantes para afirmarse en la vida plenamente, a través de la transgresión
“violencia” de sus individualidades y de las prohibiciones “límites” para ser uno y reconocerse
en la relación erótica o la reproducción, en Colombia, el erotismo ha sido visto como un aspecto
negativo en la vida del hombre, una de las causas tiene que ver con la intervención de la Iglesia
Católica y el régimen político de turno a través de la instauración de una moralidad cristiana, que
exigió el control de los cuerpos, del deseo y de las libertades sexuales, de ahí que frente a una
violencia que es puesta al servicio para afirmar la vida en la actividad erótica, tengamos una
violencia puesta al servicio para afirmar la muerte, y ésta no es la muerte de la que hablaba
Bataille, sino la muerte entendida como exterminio de la vida a partir de los mecanismos de
terror que se instauran en un país con creencias dogmáticas, es decir, esa violencia que
históricamente ha impulsado con fervor la Iglesia Católica y los partidos políticos y que se ha
reflejado en toda esa gama de prohibiciones y censuras con relación a las libertades sexuales y
eróticas.

A razón de ello, siendo el eros uno de los aspectos más importantes de la vida del hombre, y
uno de los más reprimidos en los inicios y conformación de la sociedad colombiana, es preciso
detenernos a pensar el problema desde la filosofía colombiana intentando dar cuenta de cómo el
hombre ha configurado su actividad erótica en nuestra realidad inmediata, y más teniendo en
cuenta que aún hoy en el caso de Colombia el erotismo-su estudio, análisis y reflexión- desde la
filosofía ha sido un campo poco explorado, y más aún, inexplorado en el contexto particular de
Colombia pues si bien en algunos filósofos colombianos-como es el caso de Rafael Gutiérrez
Girardot- hay insinuación a reflexionar sobre el tema no hay un desarrollo profundo de lo que
este implica en y desde la filosofía misma.

48
Para caracterizar cómo el erotismo es un elemento transgresor en la literatura colombiana
durante el siglo XX, se toman como fundamento los postulados filosóficos y literarios del
pensador francés Georges Bataille sobre el erotismo, y en especial sus categorías de Prohibición
y Transgresión, al considerar que permiten hacer un diagnóstico preliminar de cómo se ha
configurado el erotismo como experiencia moralizada en Colombia y de cómo es posible invertir
los valores negativos que se le han dado y postular una forma afirmativa en que pueda ser mirado
el eros, pero se estarán preguntando ¿cómo analizar sí el erotismo es un elemento transgresor en
Colombia durante el siglo XX, si no hay reflexiones desde la filosofía colombiana? ¿Cómo
emprender el análisis de una tesis de la que la filosofía misma no se ha encargado? ¿De qué
herramientas valerse cuando el terreno de lo erótico en la filosofía colombiana ha sido árido? A
ello responderemos, que aunque la filosofía ha estado de espaldas a la reflexión sobre el
erotismo, no ocurrió lo mismo con la literatura colombiana desde la cual se sentó la
preocupación por la actividad erótica y por su represión en el contexto particular de Colombia.
De ahí que el análisis de nuestra tesis, ¿el erotismo es un elemento transgresor en la literatura
colombiana del siglo XX? Sea fundamentado filosóficamente desde los postulados de Georges
Bataille, a partir de los cuales se reflexionará la incursión y manifestación del erotismo en la
literatura colombiana.

Para concretar lo anterior, en este capítulo se hace indispensable brindar un contexto político,
social y religioso de Colombia desde sus inicios como República en aras de rastrear la relaciones
entre el poder político y religioso en vistas de identificar cómo dirigido el país bajo una
moralidad cristiana, se han legitimado coerciones con relación a la actividad erótica. A razón de
ello, será preciso en lo que sigue mostrar cuál ha sido el tratamiento del eros en la filosofía y en
la literatura colombiana a fin de entender por qué reflexionar sobre el erotismo en Colombia es
un tema reciente tanto en la literatura colombiana, pero mucho más en la filosofía colombiana y
por qué el erotismo se vuelve un elemento transgresor en la literatura colombiana durante el siglo
veinte desde la postura de Georges Bataille.

49
3.1. Contexto histórico de Colombia en el siglo XX

En el capítulo precedente decíamos de acuerdo con Georges Bataille que el erotismo en la


historia de Occidente fue considerado un aspecto de la vida del hombre ajeno a la razón y a la
dignidad humana en las entrañas del cristianismo, por ello, la actividad erótica fue censurada y
condenada durante todo el largo periodo que reino y detento el poder la Iglesia católica para
dirigir la espiritualidad de la humanidad en el Viejo Continente. No obstante, con el tránsito del
teocentrismo al antropocentrismo, la injerencia política y espiritual de la Iglesia católica empieza
a ser más restringida, y llegados al siglo XIX más que admirada y respetada pasa a ser objeto de
críticas y fuertes cuestionamientos por ese hombre moderno alejado de los dogmas de fe. Por
ello, avizorando la Iglesia católica su pérdida de influencia sobre el hombre europeo, el
Descubrimiento y Conquista de América en 1492 se presenta como el proyecto de
evangelización y catequización más seductor nunca antes imaginado, y la posibilidad de detentar
de forma absoluta el poder que tras la edad media empezó a perder. De ahí que el proceso de
Conquista no se hiciera esperar, y siendo España la más católica de Europa impusiera en nombre
de Dios, el Rey y la Cruz; su lengua, religión, cultura, pensamiento, valores morales, y con ello,
todo el conjunto de prohibiciones en todos los estamentos de la vida de ese nuevo hombre y,
específicamente, en lo concerniente a las libertades sexuales dentro del Nuevo Mundo.

El erotismo y la sexualidad fueron convertidos en los territorios descubiertos por España, y


bajo los auspicios del cristianismo, en un aspecto de la vida del hombre que debía ser
considerado aberrante e inmoral ya que pervertía los preceptos de fe.43 De manera que todos los
territorios descubiertos, entre los cuales estaba El Nuevo Reino de Granada (periodo
comprendido desde el siglo XVI, XVII Y XVIII) y que más tarde vendría a llamarse República
de Colombia (XIX con el proceso de Independencia), al compartir esa Historia Común-
Descubrimiento y Conquista de América- también se gesta bajo el predominio del poder de la
Iglesia católica que en principio tuvo un poder absoluto sobre los territorios descubiertos y que
más tarde, aunque perdiendo cada vez más privilegios, después de la Independencia de Colombia

43
Para mayor consulta ver el trabajo de: Dussel, Enrique (2007). Para una erótica latinoamericana.
50
en 1810, y de las constituciones anteriores- constitución de 1853, 1858, 1863, y 1886- a la
Constitución de 1991 ha seguido incidiendo en la toma de decisiones sociales y políticas del país.

Así vemos que la Iglesia católica históricamente ha tenido un papel decisivo en la


conformación de la sociedad colombiana e incluso ha sido motivo de discordia al querer
recuperar el poder que en principio tuvo, pues fue un factor decisivo de separación entre los
partidos políticos tradicionalmente enfrentados, el partido Liberal (1848) y el Conservador
(1849), debido a que mientras el Liberalismo quería reformar y transformar las estructuras
coloniales heredadas de España (esto afectaba directamente la moral cristiana), el
conservadurismo pretendía conservarlas, pues no veía necesidad de transformación alguna.

En este sentido, afirma Araújo (2014) citando a La Rosa en Eros a Contraluz: el erotismo en
la cuentística de Germán Espinosa:

A lo largo de la región, liberales y conservadores estaban de acuerdo en muchos asuntos


económicos y políticos […] Sus verdaderas diferencias tendían a centrarse en lo
relacionado con la Iglesia: los conservadores procedían con cautela cuando sugerían
cambios en el poder y la posición de la Iglesia [...] En Colombia, los liberales defendían la
confiscación de la propiedad eclesiástica, la expulsión de la comunidad jesuita y la
estricta separación de la Iglesia y el Estado. (p 61-62)

Con relación a lo anterior, puede decirse de acuerdo con Araújo que el elemento religioso, o
más específicamente, el papel de la Iglesia católica en las diferencias de estos partidos fue
determinante, ya que Colombia se ha debatido entre la secularización y la laicización religiosa,
en la que se enfrentan, “un proceso cultural de pérdida de influencia social de la religión; y […]
un conflictivo proceso institucional que opone el poder político al poder eclesiástico” (Araújo,
2014, p 58-59). Este investigador evidencia cómo desde la República se plantea el
enfrentamiento entre las propuestas políticas de laicización del país y los preceptos eclesiásticos
mantenidos y defendidos por la alianza entre la Iglesia y el conservadurismo. De ahí que la
historia constitucional de Colombia no sea más que la abolición, re-estructuración y
51
modificación de lo que el partido político de turno anterior haya hecho, y en toda esa ilógica
forma de proceder, siempre ha sido visible la pregunta por el lugar que debe o no ocupar la
Iglesia católica.

Así tenemos como aduce Araújo que si los liberales proponían en la Constitución de
Rionegro (1863) para diligenciar el país “se suprime de su prefacio el nombre de Dios y
proclama en su texto la libertad religiosa, prohíbe los legados a favor de la Iglesia y obliga a la
Iglesia a jurar obediencia a la Constitución y a las leyes” (p. 61), por su parte, los conservadores
en la Constitución de 1886 firmaban “el concordato de 1887 entre el gobierno colombiano y la
santa sede; la firma de las convenciones adicionales al concordato en 1892, en fin, con el
advenimiento de un período de auténtica “cristiandad republicana” , conocido como
Regeneración” (p. 63).

A razón de este último cambio, la Iglesia aliada con el partido conservador logró recuperar
algunos de sus privilegios e instaurar su orden en la vida del país. Por lo cual, la constitución de
1886 del gobierno de Rafael Núñez, vuelve a proclamarse en nombre de Dios, y se postula, el
catolicismo como la religión oficial, además se devuelve a manos de la Iglesia el control
educativo y vuelve a ser la entidad encargada de inculcar, enseñar, mantener y preservar los
valores morales, éticos y pedagógicos de Colombia.

Por lo anterior, en la constitución de 1886 la educación en todas sus esferas fue determinada
por las orientaciones teológicas que establecían los padres de la Iglesia. En el caso particular de
la filosofía, dice Herrera (1988) en “La filosofía en la Colombia contemporánea (1930-1988)”,
en Filosofía colombiana “la enseñanza de la filosofía se reducía al estudio de un tomismo […]
El pensamiento de los grandes filósofos de Occidente era presentado sistemáticamente en forma
caricaturesca e, inclusive ridícula” (p. 365). De esta manera, “la filosofía, concebida como
“sierva de la teología”, jugaba el papel de mediadora ideológica de la acción y de los principios
políticos de quienes ostentaban el poder desde 1886” (p. 366). Asimismo, ocurrió en la literatura
nacional, pues según Araújo (2014) citando a David Jiménez:

52
El deslinde entre el campo de la política y el de la crítica literaria fue difícil. La primera
impuso sobre la segunda no sólo ciertos fines a menudo impertinentes sino también
ciertas peculiaridades estilísticas, derivadas, unas veces de las exigencias del panfleto, la
propaganda y la polémica, otras de la elocuencia retórica orientada a la agitación
partidista. La emancipación de la crítica con respecto a la religión y a la moral tampoco
estuvo desligada de su emancipación política, pues en la historia de Colombia lo uno
venía con lo otro. Dividir a los críticos literarios en conservadores y liberales era lo
mismo que dividirlos en católicos y librepensadores. La crítica fue una actividad de
militantes que casi nada tuvo que ver con valoraciones puramente artísticas (p 33)

Con relación a lo anterior, puede verse como el control de la educación cedido a la Iglesia
católica, ha implicado un sesgo sobre muchas temáticas en la enseñanza del país, pues todos los
saberes debían estar y ser multiplicados conforme al dogma cristiano y a los intereses políticos,
de tal suerte que la vida académica del país se ha sumido en un atraso y el poco desarrollo
intelectual de nuestros pensadores y de la sociedad misma, de ahí que toda la producción y
material académico que representará un “peligro” para quienes detentaban el poder, fuera motivo
de censura o mutilación antes de ser publicado, tal es el caso de las obras del escritor José María
Vargas Vila (entre otros), cuales en 1910 fueron prohibidas e incluidas en el manual de censura
literaria del sacerdote Pedro Ladrón Guevara (1998) Novelistas malos y buenos, en el cual el
autor haciendo una defensa enérgica de la moral conservadora de la época y de la doctrina
católica, dijo de las obras de éste que tenían “brochazos obscenos”. A causa de ello, Ladrón
Guevara justificó la censura de ciertos libros y escritores colombianos, porque para él la Iglesia
católica “como madre amorosísima los prohíbe para evitar la ruina de la fe y buenas costumbres
de sus hijos” (p. 27) y no bastando con ello, también se llegó a la persecución política, religiosa y
militar de éste (y otros autores) en el territorio colombiano.

El control político y religioso recubrió la esfera social, pues ambos poderes no solo
controlaban el pensamiento y los saberes en la esfera académica, sino que también fueron los
encargados de mantener el orden social, controlar a las masas y orientar sus formas de sentir y
actuar. Por ello, en la nueva constitución (1886), se proclama “la exclusiva validez del
53
matrimonio religioso para los católicos”44(Araújo, 2014, p. 64) así vemos que no solo hubo un
control y represión al pensamiento en la sociedad colombiana, sino que fundamentalmente existe
a la par una profunda represión sobre la sensibilidad y el accionar de los colombianos y en este
caso específico con la ley que establece el matrimonio, sobre sus cuerpos y sus libertades
sexuales.

Más adelante, en 1930 vuelve un liberal a la presidencia, Alfonso López Pumarejo, quien
“retoma el proyecto de laicización del Estado y, en 1936, promueve una reforma a la
constitución de 1886. El catolicismo deja, entonces, de ser la religión de la nación y, por ende, el
Estado cesa en su tarea de protegerla; se permite el divorcio; se suprime la exoneración de
impuestos para la Iglesia, a la vez que se le quita el control sobre la educación pública y se
aprueba la libertad de cultos” (65), iniciativa una vez más negada por los conservadores y la
Iglesia católica. Pues en (1946-1950), asume la presidencia Mariano Ospina Pérez y
seguidamente, Laureano Gómez (1950-53), ambos conservadores y ambos promoviendo y
devolviendo el control de la educación a la Iglesia.

Por otro lado, entre los años 1949 a 1958, se desarrollan nuevamente enfrentamientos entre
los partidos tradicionales conservadurismo y liberalismo, esta vez con consecuencias más atroces
y aterradoras, pues según el filósofo Estanislao Zuleta en su artículo “Derechos humanos,
violencia y narcotráfico”, compilado en el volumen Colombia: violencia, democracia, y
derechos humanos, estos enfrentamientos dejan un saldo de 200.000 muertos, el fenómeno del
desplazamiento forzado, el surgimiento de las guerrillas, el narcotráfico y las bandas criminales.
(Zuleta, 2015). Sin embargo, a finales 1958 hasta 1974 se da el acuerdo entre partidos conocido
como Frente Nacional, un pacto que duró 16 años, y que tuvo varias prerrogativas; la no
agresión, la alternación del poder para la presidencia e igual representación de los partidos en los
cargos públicos, el reconocimiento del catolicismo por ambos partidos como religión formal y la
desmovilización de las guerrillas. (Zuleta, 2015). Con este pacto, se cierran los enfrentamientos

44
Las cursivas son nuestras
54
entre el partido liberal y conservador, y con ello la única posibilidad de avanzar en la liberación
de la sociedad colombiana de los yugos religiosos que han controlado a los colombianos.

Con la constitución de 1991, la Iglesia católica perdió ciertos privilegios contenidos en la


constitución de 1886, pues ésta “se proclama en nombre del pueblo y no de Dios, separa
completamente la Iglesia y el Estado; propende por el respeto de las minorías religiosas y
disminuye de manera importante el control social que ejercía en el pasado ”(Araújo, 2014, p 67),
tal separación es más una iniciativa de tipo constitucional que propiamente de origen secular en
las prácticas sociales colombianas.

Hablar de erotismo en Colombia antes del siglo XX era herejía y durante la primera mitad del
siglo XX era impensable, en tanto enunciarlo se convertía en la inminente amenaza de censura,
persecución-como fue el caso de Vargas Vila- muerte o destierro por una disposición del poder
eclesiástico y político (inicialmente el detentado por el partido conservador, y más tarde, por
ambos; el conservador y el liberal). A razón de ello, es solo a principios del XX cuando se
empieza a insinuar desde las formas más vedadas lo que podría denominarse “la actividad
erótica” al menos desde la literatura, pues en la filosofía apenas se empezaban a abrir a otras
ramas del saber, y la reflexión sobre el eros es una tarea aún por hacer. No obstante, pese a la
compleja situación del país sumido en la violencia partidista y clerical, se pudo avanzar en la
reflexión del eros, pues a partir de 1950, según Jaramillo Zuluaga (1992) se empieza a
incursionar en las letras colombianas y se dan los primeros intentos de su reflexión como ese
aspecto de la vida del hombre al que se deben quitar las cadenas eclesiásticas y políticas.

El contexto histórico de Colombia nos muestra que la intrínseca, confusa e indisociable


relación entre la Iglesia católica y los partidos políticos de turno en la sociedad colombiana ha
sido determinante para el encadenamiento del erotismo y de sus manifestaciones en la vida del
hombre, quien ha sido constreñido para negar y reprimir sus deseos ante una mirada cristiana-
mojigata del cuerpo, la sexualidad y el eros.

55
3.2. ¿Filosofía y erotismo en Colombia?

¿Qué es el erotismo en Colombia? ¿Cómo se ha configurado en la vida del hombre? ¿Cómo


son las prácticas eróticas en el territorio colombiano? Han sido interrogantes a los que la filosofía
en Colombia no ha dado gran importancia, y por supuesto, respuestas. Y por filosofía se
entenderá en el marco de la presente investigación como aduce Rubén Sierra (1985) en La
filosofía en Colombia. Siglo XX:

Un campo del saber que requiere del estudio de su historia, del dominio de sus categorías
y conceptos, de un manejo de su metodología o metodologías, y sobre todo que es una
disciplina a la que hay que llegar desprovisto del temor a perder la fe (p. 12).

Sabiendo que la filosofía en Colombia debe ser capaz de integrarse a lo que han sido los
procesos de la filosofía en lo universal con el dominio de su historia y metodologías en pos de
responder a las necesidades del mundo en la actualidad, también debe en el caso particular de
Colombia generar un cambio de actitud que permita no sentir temor de perder la fe o creencias
en el dogma católico, pues esta manera de ver las cosas es lo que le permitirá abrirse a otros
temas, y ser capaz de cuestionar esa educación fraguada desde el sesgo eclesiástico y político que
ha mantenido a la filosofía “como sierva de la teología” o puesta al servicio de ideologías
particulares. Asimismo, la filosofía en Colombia no puede estar de espaldas a los
acontecimientos de su realidad inmediata, por ello, debe dar cuenta de las enfermedades que
padece su sociedad y en la medida de lo posible, aportar a la creación de una cura o antídoto para
los males que aquejan este lugar del mundo.

Los filósofos colombianos entendieron esta necesidad eminente de abrirse a otros campos
del saber, para permitirse aterrizarlos en el contexto particular de su sociedad, de ahí que la
filosofía se abriera finalizando el siglo XX según Sierra (1985) a nuevas tendencias tales como la
filosofía analítica, el marxismo, el hegelianismo, la filosofía latinoamericana, filosofía de las
ciencias, y la metafísica hermenéutica, la fenomenología, el estructuralismo o la teoría crítica.
No obstante, no ocurrió lo mismo con relación a la reflexión del eros en Colombia, ya que la

56
filosofía en Colombia como disciplina no se ha preocupado por los estudios sobre el erotismo y
con ello los filósofos colombianos45. Tal afirmación recae sobre la base de que luego de la
búsqueda exhaustiva de artículos, ponencias y compendios en donde haya una tematización o
mención del erotismo como punto de reflexión a fin de dimensionar su importancia dentro del
campo filosófico, los resultados permiten demostrar el escaso número de análisis sobre el
erotismo en la filosofía colombiana, y sobre todo, la pertinencia y necesidad de un estudio serio
del erotismo en Colombia en aras de que a futuro se pueda caracterizar cómo las mujeres y
hombres han construido su actividad erótica.

Para corroborar lo anterior, se revisaron 24 revistas de filosofía de varias de las


universidades del país (estas fueron consultadas desde su primer año de publicación hasta el
segundo periodo del 201746), 17 compendios\ volúmenes y 5 memorias de los congresos de la
Sociedad Colombiana de Filosofía, todos documentos referentes de la filosofía colombiana que
arrojan información precisa del proceso de la filosofía en Colombia, el desarrollo del
pensamiento filosófico, los filósofos y pensadores colombianos y las temáticas más trabajadas o
de mayor interés en el país.

Con relación a las revistas consultadas puede afirmarse que : a) de los artículos consultados
sólo 25 estaban relacionados con el erotismo, b) sólo 7 artículos fueron publicados en la segunda
mitad del siglo XX por lo que se puede deducir que en general el erotismo es un tema o

45
Para los efectos de este trabajo, filósofos son todos aquellos que se hayan profesionalizado (institucionalmente)
en esta disciplina, o en su defecto, aquellos reconocidos por la opinión general dentro del campo académico
como filósofos por haber construido una obra de madurez y envergadura filosófica (como es el caso de Rafael
Carrillo). Por lo tanto, vale la pena aclarar que aquellos autores que de alguna manera estén influenciados por la
filosofía, pero que no tengan obras filosóficas serán descartados de merecer el nombre de filósofo y sus obras de
filosóficas.
46
Hay que advertir que en el siglo veinte fue reducido el número de artículos relacionados con el erotismo,
teniendo en cuenta que en las revistas de filosofía hemos encontrado sólo siete documentos en la segunda mitad
del siglo, ello, no nos permitía tener una muestra significativa para arrojar hipótesis parcialmente fiables de lo
que ha sido el erotismo en el contexto particular de Colombia, de su conceptualización, y de los puntos de
discusión en torno al erotismo en la filosofía colombiana. Esta es la razón, por la cual nos hemos extendido
hacía el siglo XXI, en aras de poder identificar tales aspectos con relación al tratamiento del tema, claro está,
sin ánimo de abarcar tal siglo, ni agotarlo, puesto que no es el objeto de nuestro estudio. Más si es nuestra
intención, mostrarle al lector el reducido número de análisis filosóficos en torno al erotismo, y cómo esos
análisis influyen y ayudan a que en el siglo XXI este tema haya cobrado importancia, por su puesto, a través de
la influencia del pensamiento occidental.
57
propuesta de reflexión que aparece tímidamente en la filosofía colombiana del siglo pasado,
pero, propiamente hay que decir que cobra mayor importancia en el siglo XXI, esto se corrobora
porque los 18 artículos restantes fueron publicados después del 2000, c) el tratamiento del
erotismo estuvo relacionado en gran parte de los artículos con el pensamiento de un filósofo\
pensador o escritor extranjero como es el caso de, por un lado, Platón, Søren Kierkegaard, Arthur
Schopenhauer, Jean Paul Sartre, Georges Bataille, Michel Foucault, Marguerite Yourcenar, y por
el otro, Octavio Paz, y Jorge Luis Borges d) la preocupación sobre el erotismo en la filosofía
colombiana ha buscado tres cosas; primero, identificar y diferenciar los conceptos de erotismo,
pornografía, libido y amor, segundo, desvirtuar el carácter negativo que históricamente ha tenido
el erotismo en la concepción religiosa de la Iglesia católica y los valores morales (políticos) del
país, y tercero, reivindicar al eros como fuerza creativa del ser humano, en aras de posicionar la
importancia de las libertades sexuales y eróticas como aspectos propios, vitales, y creativos en la
vida del hombre, y postular la necesidad de ver la actividad erótica alejada de las cargas
ideológicas y morales. (Para mayor información de las revistas universitarias de filosofía
consultada, los volúmenes, los temas y autores de los artículos en torno al erotismo, ver anexos,
tablas 1 y 2).

Por otro lado, aunque la filosofía se abrió a otros campos de investigación entrado los años
50s, en lo que respecta al erotismo no hubo la misma proliferación y auge de desarrollos como sí
ocurrió con otros temas. Teniendo en cuenta las revisiones de autores y corrientes filosóficas
estudiadas en los siguientes volúmenes y compilaciones: Proceso de la filosofía en Colombia
(1969) por Jaime Vélez Correa, La filosofía en Colombia: modernidad y conflicto (2003) por
Manuel Rodríguez, La filosofía en Colombia. Bibliografía 1627-1973 (1973) por Daniel Herrera,
La Filosofía en Colombia. Bibliografía del siglo XX (1985), por Universidad Santo Tomás, La
filosofía en Colombia: historia de las ideas (1988) 1ra edición por varios autores, Tendencias
actuales de la filosofía en Colombia: ponencias (1988) por el centro de investigaciones de la
Universidad Santo Tomás, y La filosofía en Colombia. Siglo XX (1985) por Rubén Sierra Mejía.
Podemos decir que: a) de los volúmenes revisados, sólo en Proceso de la filosofía en Colombia
de Jaime Vélez Correa se hace mención del erotismo como eje de preocupación fundamental en
Jorge Gaitán Durán, que sin ser filósofo se le incluye como el primer pensador en inquietarse con
58
este asunto, no obstante, en los demás textos no aparece ninguna referencia sobre el erotismo,
por lo que puede deducirse que no fue una preocupación principal de la filosofía y mucho menos
de la reflexión académica del filósofo colombiano47.

De igual modo ocurrió en las memorias del I(2006)-II (2008)-III (2010)-IV(2012) y V (2014)
Congreso Colombiano de Filosofía en las cuales se halló un número muy reducido de ponencias
orientadas a la reflexión del erotismo, pues sólo hemos encontrado dos trabajos. Hay que advertir
que del cuarto congreso no hubo memorias, pero se revisó la programación correspondiente del
evento (ver anexos, tabla 3).

Tras las revisiones de los volúmenes, compilaciones, revistas y memorias del Congreso
Colombiano de Filosofía, puede mostrarse en esta investigación que desde la filosofía
colombiana pocos análisis del erotismo han sido desarrollados. De ahí que para los efectos de
esta investigación tal factor haya sido de fundamental importancia para considerar la pertinencia
de nuestro estudio sobre el eros, y haya justificado en gran medida, hacer un estudio filosófico
del erotismo como elemento transgresor en la literatura colombiana en el siglo veinte, claro está
aún a sabiendas de que es un tema de reflexión poco conceptualizado por nuestros filósofos, por
eso considero que la postura filosófica y literaria de Georges Bataille sobre el erotismo, permite
trazar una ruta para caracterizar cómo el erotismo es un elemento transgresor en la literatura
colombiana durante el siglo XX.

3.3. Del erotismo como elemento transgresor en Colombia durante el siglo XX

Ya hemos visto en páginas precedentes que el erotismo en Colombia es un problema de


reflexión reciente para la literatura y mucho más para la filosofía colombiana, solo hasta el siglo
XX se logra hablar sobre el eros como un aspecto fundamental en la vida del hombre
colombiano. De igual modo, se ha hecho hincapié en que un factor crucial para el tardío
enunciamiento del eros fue la determinante influencia que tuvo la Iglesia católica en alianza con
los partidos políticos para controlar la educación, la moralidad y la espiritualidad de los

47
Para mayor información consultar las Referencias incluidas en este trabajo.
59
colombianos. De ahí que el erotismo en Colombia fuera entendido bajo los auspicios de la moral
cristiana influenciada por los dogmas de fe del cristianismo primitivo como el conjunto de
prácticas aberrantes, indecentes e inmorales que contribuían a la ruina de la fe y las buenas
costumbres según el dogma de fe, por ello, éste en Colombia antes y durante su constitución
como República fue motivo de sigilo, vigilancia y estricto control por parte de los representantes
de la Iglesia católica.

La Iglesia católica apoyada por el poder político al mantener durante mucho tiempo la
autoridad sobre la vida del país, fue creando y prefigurando hombres que sentían a la par
fascinación y vergüenza, deleite y culpa, plenitud y martirio con relación a sus prácticas
eróticas. La Iglesia creó a través de prohibiciones o límites impuestos a la sensibilidad; hombres
con una doble moral, por un lado, reprimidos y por el otro, licenciosos. Estas prohibiciones en la
sociedad colombiana iban desde; la no enunciación del cuerpo erótico de manera verbal, escrita o
representada, no tener relaciones sexuales por fuera o antes del matrimonio (sobre todo en el
caso de la mujer, quien debía llegar virgen al matrimonio), satanizar las relaciones fraguadas
fuera de los lazos del matrimonio y no concederle los mismos derechos a los hijos salidos de esas
relaciones, impartir una educación fuera del conocimiento de la sexualidad y direccionado a la
constante catequización-como se puede ver en los currículos del Ministerio de Educación
Nacional (MEN), y por si fuera poco, todas esas prohibiciones que vienen acompañadas de una
de las formas de violencia más atroces; la estigmatización, discriminación y en algunos casos la
persecución social, padecida por todos aquellos que se negaban a regir su vida conforme a la
moral cristiana.

En este sentido, en la sociedad colombiana por mucho tiempo, según el filósofo colombiano
Rafael Gutiérrez Girardot (2011), en su libro Ensayos sobre literatura colombiana II, la forma de
evaluar y determinar si tenían buenos ciudadanos y una excelente comunidad cristiana, fue a
través de la supervisión de una “ética que depende del ejercicio sacramentalmente legitimado de
los órganos genitales”(Gutiérrez, 2011, p. 158), es decir, a través del cumplimiento de cada una
de las prohibiciones mencionadas más arriba, y con ello, a través del encadenamiento de eros.
Hay que advertir que no siempre las prohibiciones por parte de la Iglesia católica y el poder
60
político se sintieron como camisa de fuerza para los colombianos, pues influenciados por la
moralidad cristiana, tales disposiciones con relación a su actividad erótica fueron naturalizadas.
De ahí que en el caso de la literatura colombiana afirma el investigador José Eduardo Jaramillo
Zuluaga en (1992), “El deseo y el decoro en la novela del siglo XX”, que han existido
históricamente mecanismos de censura interiorizados en la nación colombiana, incluso invisibles
para muchos escritores, cuales han encubierto las expresiones eróticas en las obras literarias,
tales como:

El sistema metafórico de la naturaleza, los sobreentendidos, las estelas de puntos


suspensivos, los cambios abruptos de "focalización" y las noticias mitológicas, conviven
con esas momentáneas desviaciones de la mirada narrativa que se apresura a decir el
cuerpo a propósito de un traje, una danza o una muchacha sin nombre. (p. 29)

Con relación a lo anterior debe decirse entonces que esas estrategias elementales
invisibilizaron el cuerpo y el erotismo y lo relegaron a ese espacio de lo indecible, de lo que se
debe mantener oculto, como si silenciarlo constituyera un modo natural de proceder. Así en la
línea de Jaramillo nos dirá Araújo (2014) alrededor de la retórica del decoro en Eros a
Contraluz: el erotismo en la cuentística de Germán Espinosa que “es una de las más eficaces
conquistas de la nación católica en Colombia […] La retórica del decoro define el sistema de la
enunciabilidad, en tanto hace aparecer las reglas que permiten la subsistencia, modificación o
desaparición de los enunciados” (p. 38). A causa de ello, en la literatura colombiana de la
primera mitad del siglo XX, el erotismo es temerosamente insinuado, o porque la Iglesia católica
entorpece el elemento erótico en la literatura colombiana, como lo hizo con el manual de censura
literaria de Pedro Ladrón Guevara en 1910 o porque los mismos escritores no fueron conscientes
de estar bajo la influencia de la retórica del decoro.

La prohibición en torno al erotismo en la sociedad colombiana, retomando la noción de


prohibición de Bataille, actúa de la siguiente forma; primero las prohibiciones o límites por parte
de la Iglesia católica y el poder político son impuestas a la sensibilidad de las personas a través
de la configuración de una espiritualidad, moralidad y educación cristiana. Estas limitaciones
61
tienen por lo general un carácter expreso y acarrean consecuencias políticas, por poner un
ejemplo; la disposición sobre el matrimonio católico en la Constitución de Colombia de 1886,
cual no reconocía, ni legitimaba, ni consideraba moralmente buena, ninguna otra forma de unión
de los amantes, pues el matrimonio fue la figura de la cual dependía la legitimidad y los derechos
de los hijos. Luego la consecuencia inmediata esperada es que los amantes asumieran, aceptaran
e interiorizaran la disposición. Esta regla a su vez, establecía lo moralmente bueno y malo, es
decir, justificaba lo que debía o no hacerse, las personas sabían que si se sometían al sagrado
sacramento, tendrían repercusiones morales y políticas favorables, pero también eran conscientes
de que hacer lo contrario implicaba consecuencias desfavorables para los implicados y por
extensión para toda la familia. Una vez evaluando las personas la elección del sacramento y sus
posibles consecuencias, casi que de inmediato se anula aquella posibilidad que se presenta
desfavorable y se escoge lo más beneficioso.

Ahora pensemos en que la disposición del matrimonio se modifica sustancialmente en 1991,


entonces se permite el divorcio, los hijos ilegítimos se consideran legítimos, y se aceptan otros
tipos de uniones independientes del sacramento católico ¿será qué se seculariza de las creencias
y la sensibilidades la importancia de tal disposición? La respuesta es no, porque una vez
habiéndose formado espiritual y moralmente desde los preceptos eclesiásticos, es difícil borrar o
decodificar la prohibición, o al menos tan rápido como la deroga la ley. Ahora bien, ¿a dónde
quiero llegar con este ejemplo? Justamente a mostrar que la prohibición es un límite externo
impuesto a la sensibilidad del sujeto, pero una vez ese límite es levantado, no por ello deja de
operar, pues no es eliminado de la sensibilidad y consciencia de quienes lo padecen, de manera
que aun cuando no existe la ley que en principio animo la prohibición, la prohibición sigue
latente, porque está tan naturalizada que es invisible a quienes la padecen. Esto sugiere que la
prohibición tiene dos movimientos, uno que va de lo exterior a lo interior, otro de lo interior a lo
exterior, así en nuestro ejemplo del matrimonio, la prohibición nos viene impuesta desde afuera,
de lo externo hacia nuestra interioridad, ésta a su vez es afectada, y luego, a partir de esa
interiorización se exterioriza una sensibilidad, que puede mantener o contrarrestar la prohibición.

62
Las prohibiciones en torno a las prácticas eróticas en el contexto particular de Colombia
estuvieron legitimadas políticamente, espiritualmente y socialmente-como lo fue la disposición
sobre el matrimonio- por ello, hablar de erotismo antes y durante la primera mitad del siglo XX,
constituyó una herejía o algo impensable, pues de inmediato era tomado como una afrenta para la
moral cristiana, defendida por el poder eclesiástico y las posturas ideológicas-políticas del país.
Este contexto conformó y organizó una sociedad profundamente cimentada sobre bases católicas
y estructuras políticas, religiosas y sociales bastante complejas de transformar. A razón de ello,
las prohibiciones generaron en la sociedad colombiana, retomando lo dicho por Bataille ese
límite infranqueable, que da pavor y a su vez fascina, un límite dispuesto para mostrar con su
violación la fuerza de su alcance sobre aquellos que cuestionaron lo establecido. Por ello, para
quienes estaban en desacuerdo con las prohibiciones relacionadas a las prácticas eróticas,
suponía el querer hacer lo contrario, la experimentación de un intenso pavor producto del castigo
por el cual vería afectado todos los escenarios de su vida pública y privada, pero también, se
sabría angustiado por saberse consciente de hacer el mal, ya que estaría haciendo lo moralmente
malo, inaceptable y reprochable dentro de la prohibición.

En este sentido, debemos decir que tal experiencia frente a la prohibición, es lo que Bataille
denomino la experiencia del pecado, es decir, la certeza que tiene el hombre de hacer el mal.
Esta experiencia es el resultado de la transgresión o violencia interna que el hombre utiliza para
levantar momentáneamente las prohibiciones, pues en ningún momento la transgresión es la
abolición de todas las prohibiciones. Es así como la transgresión implica a ese hombre
colombiano un gran esfuerzo, ya que éste, inmerso en una sociedad profundamente católica, debe
antes de intentar levantar los límites impuestos; desgarrarse a sí mismo, poner en cuestión su ser
y su entorno, y sobre todo, poner en cuestión todo cuanto ha sido, hecho y creído hasta ahora.
Pero todo ello, implica una exigencia mayor, debe, poner en cuestión su ser, transformarse a sí
mismo y también esas estructuras sociales que han interpuesto prohibiciones a su sensibilidad, es
decir, maneras de ser, estar y sentir en el mundo. Esto nos deja ver, que la transgresión implica
un movimiento interno, que luego se exterioriza, y puede en tal caso, transformar lo externo.

63
Ahora bien, si el erotismo en Colombia ha sido objeto de prohibiciones y concebido
negativamente desde una moralidad cristiana, y si como creo se hace preciso, retomando la
postura de Bataille, reivindicar en el eros una aspecto fundamental de la vida del hombre que lo
hace aprobar la vida hasta en la muerte, el hombre colombiano debe entender que existe un
problema con el encadenamiento de su actividad erótica, y que éste requiere, en el caso particular
de su sociedad, un análisis moral y político, en aras de indagar cómo estos dos factores
terminaron por configurar ese hombre “erótico” en Colombia, pero además su contexto le exige a
través de la transgresión erótica, ser un transgresor en y de su sociedad. Esta opinión fue
compartida por muchos de nuestros escritores en el campo literario, quienes a través de sus
relatos intentaron incursionar, reflexionar y reconocer en la literatura colombiana un lugar para el
erotismo, aunando sus letras para descifrar cómo es vivido en el contexto colombiano, qué no
es, y qué podría llegar a ser para ese hombre que habita los lugares más recónditos de Colombia.

3.4. Hacia la búsqueda de un nuevo lenguaje: de la literatura de la violencia al erotismo en


la literatura

El erotismo como foco de reflexión en la literatura colombiana aparece por primera vez a
principios del siglo XX en la obra del poeta y novelista José Asunción Silva con De sobremesa
en 1925 y José María Vargas Vila en novelas como Aura o las violetas y Flor de Fango. Estos,
en sus relatos recrearon diferentes escenarios en los cuales, sus personajes presos de deseo y
pasión, son conducidos a una eroticidad que los lleva al trance, carnal o espiritual, y espiritual-
carnal, a partir del cual se cuestionan así mismos, toda vez que ponen en tela de juicio los
dogmas de fe de la Iglesia y los valores morales católicos del país. No obstante, tal iniciativa se
vio truncada por la censura literaria de que fueron objetos estos escritores y sus obras, por tener
según la crítica literaria partes obscenas y peligrosas para la moral y ortodoxia católica.

Por otro lado, un factor que truncó que ayudó a la continuación de la labor emprendida por
estos autores, fue la violencia partidista estallada entre los años 1949-1958, periodo que ocasionó
el auge literario del país, intentando todos los escritores al mismo tiempo, entender y dar cuenta
del fenómeno de la violencia partidista-clerical en Colombia. De ahí que la literatura por estos
años, tuviera como finalidad testimoniar el terror, los horrores, y masacres perpetrados, en aras
64
de denunciar la violencia y hacer evidente la agonía que atravesaban los colombianos. A este
respecto señala el filósofo Augusto Escobar Mesa (2000), en “Literatura y violencia en la línea
de fuego”, que:

Es la primera vez que se da una respuesta unánime y masiva de parte de los escritores por
plasmar, casi de inmediato, dicho fenómeno[...]en un corto lapso, menos de veinte años,
cincuenta y siete escritores se dedican a escribir sobre un tema común que los afecta de
alguna manera[...]Nunca antes un motivo socio-histórico estimula a tantos escritores a
recrearlo, escritores de todos los sectores de la sociedad (políticos, militares, médicos,
sacerdotes, periodistas, guerrilleros, intelectuales y otros) que se comprometen en una
misma labor: escribir sobre la historia política contemporánea, desde su propia óptica del
mundo y con las herramientas literarias de que disponen. (p. 331-32)

La literatura en Colombia, tuvo un carácter testimonial sobre los sucesos históricos del país,
esto implicó la descripción cruda y poco estética de las masacres en los relatos. De ahí que,
según Isaías Peña (1985), en “La literatura del Frente Nacional”, para este periodo los relatos, se
quedaran en “las manifestaciones primarias o la morbosidad exteriorista [que] absorbió la
capacidad estética del relato” (p. 124). Lo interesante de estos relatos, está en que es la primera
vez que es incursionado el cuerpo como espacio de los horrores y torturas perpetrados en la
guerra, esa morbosidad exteriorista de que hablaba Isaías Peña, radicaba en narrar en los relatos
las formas inhumanas, sanguinarias y horrorosas en que los miembros de la guerra mancillaron
los cuerpos de sus “enemigos”. Jaramillo (1992), en “El deseo y el decoro en la novela
colombiana del siglo XX , señala que esta incursión del cuerpo, denominada como “pornografía
de la Violencia”(p.19) permitió un cambio de mentalidad, reflejada en las nuevas estéticas y
técnicas literarias forjadas en 1960, desde las cuales el cuerpo tendría un lugar, como espacio
para el deseo y el placer:

El cuerpo no sólo se adelanta al decoro para enseñar finalmente su desnudez, sino que
además descubre que su desnudez es deseable a condición de que se busque en su imagen
y extienda a lo imposible las palabras que dicen su imagen (p. 20)
65
El cuerpo, lo sexual y lo erótico fueron las armas desde las cuales, muchos de los escritores
colombianos empiezan a apartarse de los relatos de la violencia, para encontrar en la
reivindicación del eros como fuerza creativa del hombre, hacer frente a la situación de violencia
del país, y sobre todo, lograr en nombre de eros transgredir y transformar ese útero social
fragmentado fundado en el odio y la muerte. Prueba de ello, desde la poesía fueron, el grupo de
intelectuales en torno a la Revista Mito, el Nadaísmo y la generación sin nombre, en la narrativa;
desde la novela y el cuento en autores como, RH-Moreno Durán, Germán Espinosa, Alba Lucía
Ángel, Óscar Collazos, Alvaro Cepeda Samudio, Gabriel García Márquez, Marvel Moreno,
Hernando Téllez, Andrés Caicedo, Marco Tulio Aguilera entre otros. Cada cual, desde sus
movimientos o de manera individual, tuvieron como prerrogativa la transgresión de los valores
literarios tradicionales, utilizando todos aquellos aspectos que históricamente habían sido
censurados, siendo uno de los más importantes, el erotismo.

3. 4. 1. Del eros poético en Colombia

En la poesía colombiana, el erotismo pasó a ser un elemento esencial en sus letras, como da
cuenta de ello, la revista Mito(1950-1962), en la que según Cobo Borda (1995), en Historia
portátil de la poesía colombiana:1880-1995, citando una de las cartas aparecidas en el Nº 34 de
Mito de 1961, titulada "¿Es neutral el sexo?", afirma:

Mito ha querido comenzar la revolución por el sexo, decía. "Porque está bien que exista
nuestro problema sexual, que nuestros jóvenes tengan un cementerio de espermatozoides
en sus braguetas. Esto existe. Lo candoroso consiste en comenzar la transformación del
país por ahí. Asustando a curas y sacristanes". Y añade, como conclusión: "El sexo es
algo neutral. Lo tienen y lo sostienen católicos y comunistas"(p. 145)

En la revista Mito, por primera vez se intenta reflexionar la represión del eros como un
problema político y sus profundas raíces con la violencia de Colombia, según el filósofo Rafael
Gutiérrez Girardot (2011), esta labor fue iniciada por el poeta y fundador de la revista Mito Jorge
Gaitán Durán (1924-1962), así en su libro Ensayos sobre literatura colombiana II, señala:
66
El erotismo como tema de reflexión política sólo lo ha tratado hasta ahora [1960] Jorge
Gaitán Durán. Pero ya la tematización indica que en Gaitán Durán el erotismo había sido
privado de las cargas tradicionales de la pornografía y de la obscenidad, que no era pues
un problema reducidamente moral o de una moral doble y convencional sino una cuestión
política y social [...] comprendió que el problema político anterior es el de la liberación del
individuo. Y esa liberación comienza con la supresión de las cadenas que han oprimido el
desarrollo y el ejercicio de la fuerza más creativa del hombre: el eros. (p. 158-59)

La poética de Gaitán Durán intentó criticar “la concepción católica del eros sexual y de sus
culminaciones como algo efímero que deja amargura” (Gutiérrez, 2011, p 59) y buscó cuestionar
el Estado colombiano y sus estructuras sociales. Para Gaitán Durán (influenciado por Bataille), el
erotismo debía ser considerado en Colombia, como algo propio del hombre e incluso como una
manera de crear, imaginar y afirmar la vida, debía ser entendido no solamente como el acto
carnal o espiritual, sino como una conjunción de ambos aspectos de la vida del hombre. Así
Gaitán (1960) en Sade, textos escogidos y precedidos por un ensayo: El libertino y la revolución,
afirma que:

El erotismo es el esplendor supremo de la realidad; es el modo como la realidad imagina y


como la imaginación se realiza. Es la prueba radical de que estamos en el mundo. Hablo
por mí, pero también por los otros: el amor abre la puerta de lo universal. (p. 39)

El erotismo en Gaitán Durán, es afirmación de la vida en todas sus formas, más no es el


mero acto sexual sino, que va más allá cuando es planteado como la “concentración de todas las
potencias del hombre en momentos en los que desde la mano hasta el cerebro celebran con
plenitud [...] esas plenitudes momentáneas se asemejan a la última plenitud, la de la muerte”
(Gutiérrez, 2011, p. 159)

Esta forma de reflexionar sobre eros se evidencia en obras como Amantes (1958) de la cual
Darío Jaramillo Agudelo (1989), en el prólogo a la cuarta edición de Amantes y otros poemas,
afirma que “diez poemas componen el, sin duda, mejor volumen de poesía erótica de la poesía
67
colombiana [...] los mejores libros de los cincuentas son Los Elementos del Desastre de Álvaro
Mutis y Amantes de Gaitán Durán.(Gaitán, 1989, p. 38), y por el otro, de Si mañana
despierto(1961) J. G Cobo Borda afirma que Gaitán “nos cuenta cómo el deseo, deslumbrante y
efímero, encarna, fugaz, en sentencias verbales, que no por develar su carácter fantasmagórico
dejan de ser muy rotundas y precisas. A partir de los cuerpos él intenta una filosofía del
erotismo” (Cobo, 1995, p.156). Tales afirmaciones se corroboran cuando leemos la primera
estrofa en Amantes del poema titulado “Esta ciudad es nuestra” en el que comienza diciéndonos:

Tenemos la tierra, porque al cielo hemos negado/ Lo que sólo el hombre merece en su
violencia: /El amor levantado como roca en la injuria de toda/ Patria, para que dioses o
criminales seamos un instante/ Cuando la voluptuosidad y el duelo nos habitan.
(Gaitán, 1989, p. 54)

En la anterior estrofa, se encuentra un aspecto de fundamental importancia; la negación de


los preceptos católicos (tenemos la tierra, porque al cielo hemos negado) y de una “ética que
depende del ejercicio sacramentalmente legitimado de los órganos genitales” (Gutiérrez, 2011, p.
158) (El amor levantado como roca en la injuria de toda\Patria, para que dioses o criminales
seamos un instante\Cuando la voluptuosidad y el duelo nos habitan.). Negación que más
adelante, será celebrada al ver en el encuentro erótico de los amantes, la embriaguez en la que se
sumen y desbordan sus almas, cantando al unísono con la voluptuosidad desequilibrada de la
carne:

Tenemos el cuerpo, pues desde el cuarto miserable/ Donde nos abrazamos sin reposo
erigimos una ciudad que es sólo nuestra, /Carne cuya obra toca mundo y que el deseo alza
a las estrellas:[…] / Al mirarnos, sangres que al correr juntas atraviesan / El infierno con
música que no es de nadie: el alma.
(Gaitán, 1989, p. 54)

Gaitán Durán fue el primer poeta, que intentó desde casi toda su obra poética y ensayística
“esclarecer con radical y erótica sinceridad las causas de la frenética postración de Colombia y a
68
buscar una de sus raíces, quizá la raíz: el encadenamiento de eros, la negación y falsificación
dogmática del instinto fundamental del hombre” (Gutiérrez, 2011, p. 163). De igual modo, en el
movimiento Nadaísmo (1958-1963), se planteó la necesidad de reivindicar el cuerpo y las
prácticas eróticas del hombre colombiano, según Cobo Borda (1995), retomando al nadaísta
Gonzalo Arango:

En su ya mencionado Viaje a pie había dicho: "¿Podrían existir el cura y el partido


conservador si el Diablo no estuviera aquí, si no fuera con ellos condómino del país?". A
dicho reinado opone entonces una rebelión insólita para el tiempo y el lugar en que la
propuso: "Necesitamos cuerpos, sobre todo cuerpos. Que no se tenga miedo al desnudo. A
los colombianos, a este pobre pueblo sacerdotal lo enloquece y lo mata el desnudo, pues
nada que se quiera tanto como aquello que se teme. El clero ha pastoreado estos almácigos
de zambos y patizambos y ha creado cuerpos horribles, hipócritas” (Cobo, 1995, p. 200)

En este sentido, son aportes significativos las obras de los poetas nadaístas; sombrero de
ahogado (1983) de Jaime Jaramillo Escobar (x-504) y El cuerpo de ella (1999), poema orgánico
de Jotamario Arbeláez, en las cuales se vislumbra la desnudez, el deseo, y la ruptura de los
imaginarios sociales con relación a lo que debía ser la actividad erótica. Así, por ejemplo,
Jaramillo Escobar, en el poema Licantropía (1983), en la segunda y novena estrofa:

Te pusiste a orinar tan desafiante delante de mí. Mal hecho. Después me quedaría
acordando de eso [...] (p. 2)

[...] Sin fuerzas para extraer la crema dental, / Dejó caer sus ropas frente a mí y me dijo: /
“He venido para que seas mi padre. (p. 9)

Jaramillo Escobar nos muestra como el deseo se erige y cobra vivacidad en las entrañas de la
homosexualidad masculina, y como entonces, la pasión liberada de los personajes, desafía lo que
la moral prescribe, y va más allá de ella, en el mismo instante en que se exalta lo obsceno y lo
amoral, como reivindicación de un cuerpo y una eroticidad de la que el hombre colombiano no
tiene que avergonzarse.

69
Por otro lado, pero con el mismo objetivo, Jotamario Arbeláez en El cuerpo de ella, poema
orgánico, pinta a través de su escritura la belleza inigualable del cuerpo femenino de Dina
Merlini, éste escruta, inspecciona y reconoce la forma, el color, la distribución anatómica de su
modelo, para plasmar en poemas dedicados a cada una de las partes de su cuerpo, la eroticidad
implícita que esconde. Tal como lo podemos observar en la los versos dedicados en el poema
titulado Culo:

Complemento genial. /Urano reducido al ojo erótico. /Lujoso lulo para la lujuria. /Oscura
inclinación /Territorio extensísimo: /moneda /de a centavo de cobre, /paraíso, /sumersión
de gaviotas extraviadas. /En ella se dilata y está vivo, /violento y vivo y dúctil y agresivo.
(Arbeláez, 1999, p. 98)

En este poema Jotamario Arbeláez, dota de vida a esta parte del cuerpo, le confiere la
posibilidad de ser escenario de disfrute, y sobre todo, de disfrute femenino, en una sociedad en la
que aún se discute lo reprobable de la acción. El culo sugiere Jotamario debe ser territorio de
placeres inigualables, ahora bien que sea el culo de una mujer en una sociedad y una época en la
que está más que nadie debía seguir las reglas del decoro y de sumisión, implica restituirle a la
poesía un espacio para entender el cuerpo y el erotismo femenino más allá de los límites en que
se le ha encerrado, y desde los cuales a la mujer no se le ha dejado vivir su sexualidad a plenitud.

Asimismo, la Generación sin nombre (1966- ), manifestó “la posibilidad de reivindicar o


exaltar el cuerpo. No sólo en contra de hipocresías morales o reprobaciones eclesiásticas, sino,
en sí mismo, como una forma de afirmación vital frente a la violencia y la muerte” (Cobo, 1995,
p. 275). Afirmación de vitalidad que puede notarse en poemas como Kavafiana, compilado en el
poemario Tengo miedo (1983), de María Mercedes Carranza, en el cual la poeta pregona la
llegada del deseo erótico como acto creador que fusiona los cuerpos, y las almas de los amantes.

El deseo aparece de repente, /en cualquier parte, a propósito de nada. /En la cocina,
caminando por la calle./Basta una mirada, un ademán, un roce. /Pero dos cuerpos /tienen
también su ocaso, /su rutina de amor y de sueños, /de gestos sabidos hasta el cansancio. /Se

70
dispensan las risas, se deforman. /Hay cenizas en las bocas/y el íntimo desdén. /Dos
cuerpos tienen /su muerte el uno frente al otro. /Basta el silencio.
(Carranza, 1983, p.9)

En la poesía colombiana de finales de siglo, se avizora un rescate del cuerpo, que se inscribe
como deseo, pasión, como espacio para la vida, en contraposición de un cuerpo, convertido en
territorio de la violencia históricamente perpetrado por los horrores de la guerra.

3. 4. 2. Del eros narrativo: entre la novela y el cuento

La narrativa del “Frente Nacional” en la década del 70 se enriqueció con otras posibilidades
argumentales.[...]parejos a la música, también el sexo, y el erotismo, ocuparon un lugar
importante en nuestra narrativa de las dos décadas pasadas.
(Peña, (1985), La literatura del Frente Nacional, p. 126)

La narrativa no fue ajena al tema de la violencia, como en general tampoco lo fue el campo
literario. A finales de siglo, al igual que en la poesía, la actividad narrativa buscaba mostrar
rupturas y vueltas ocasionales a la tradición, saliendo de los límites de lo prohibido, lo tabú, lo
censurado, es decir, estas generaciones de escritores que va de 1960 al 2000, son innovadoras y
creadoras de nuevas metodologías, son las responsables de incursionar temas antes descuidados
y también de transgredir los temas censurados. Para este fin de siglo, en la novela y el cuento, se
sigue tratando el tema de la violencia, aunque de manera distinta y se profundiza en otros temas,
como lo es el erotismo. Al respecto, señala Luz Mery Giraldo (2000), en “Fin del siglo: por un
nuevo lenguaje (1960-1996)”:

Es necesario reconocer el papel renovador de aquella generación de narradores que se


dieron a conocer a finales de la década de los sesenta y a principios de los setenta[...]su
cuentística y su novelística remozaron las letras colombianas, pues no sólo tenían una
impecable factura sino discursos y temas acordes con las inquietudes contemporáneas,

71
como la vivencia de la ciudad, los conflictos sociales de supervivencia económica o
existencial, la realidad histórica y política y la problemática de la escritura.(p. 12)

La generación de los 60s, según Giraldo empieza a bosquejar otros “lenguajes” para
comprender la realidad del país, así desde posturas irreverentes y críticas esta generación
“aprovechó la parodia como postura crítica y relacionó la escritura lúdica con concurrencias y
referencias al erotismo y a la cultura” (p. 12).

El erotismo en la narrativa del siglo XX, particularmente en la de finales de siglo, ocupa un


lugar nunca antes visto en las letras colombianas, de ahí que afirme Castro (2004) a propósito del
cuento, pero que consideramos puede ser extensivo a la novela, en Un siglo de erotismo en el
cuento colombiano, que “a partir de 1972 se inicia lo que podría denominarse la desinhibición
del erotismo y de la sexualidad en el cuento colombiano, pues se publican libros dedicados en su
totalidad a este motivo en casi todas sus tendencias y expresiones” (p. 22). Afirmación que se
puede corroborar, en la obra cuentística y novelística de autores como Hernando Téllez (1908-
1966), Alvaro Cepeda Samudio(1926-72), Gabriel García Márquez (1927-2014), Germán
Espinosa (1938-2007), Marvel Moreno (1939-1995), Óscar Collazos (1942-2015), Marco Tulio
Aguilera (1949), Andrés Caicedo (1951-1977), entre otros.

En el caso de Hernando Téllez, puede observarse cómo en el cuento Genoveva me espera


siempre, publicado en Cenizas para el viento y otras historias (1950), recrea dos aspectos en que
es develada la actividad erótica: la prostitución y la iniciación sexual. Téllez muestra la travesía
sufrida por Ricardo, (personaje principal) quien motivado por su angustiante y fascinante deseo
hacía Genoveva (una prostituta del vecindario), desafía sus principios morales, y las leyes
divinas y humanas; no matarás, no robarás y no codiciaras la mujer del prójimo, a cuenta de la
realización del mismo. Ya que corroído por su pasión no pensaba en consecuencias ulteriores,
tras el robo y los golpes que propinó a su patrón, pues únicamente imaginaba que con el dinero
hurtado:

72
Podría llegar adonde Genoveva y decirle: “vamos a la vieja casa”. Podría desnudarla, yo
mismo, parsimoniosamente, quitándole del cuerpo, una a una, todas las prendas: primero,
los zapatos, enseguida las medias. Aparecería su piel sonrosada, sus músculos templados…
Mis manos tocarían la cosecha del vello en los rincones más secretos... (Téllez, 1950, p.
204)

Para Ricardo, dar rienda suelta a su deseo, era el único motivo de su existencia, él vivía solo
por y para ella, a tal punto que contrario a la mirada reprochable sobre el oficio de Genoveva,
que pudiera tener la sociedad, Ricardo no juzgaba nada malo en ello, antes bien, lo tenían sin
cuidado las normas de decencia y la mojigatería de que eran presa todos sus clientes, por temor a
los señalamientos en una sociedad como la nuestra (que es la misma de Ricardo).

Por otro lado, Alvaro Cepeda Samudio, en el cuento Nuevo intimismo, publicado en Todos
estábamos a la espera (1954), encontramos un erotismo asociado a la vida conyugal que muestra
según Óscar Castro (2004), en Un siglo de erotismo en el cuento colombiano, “en forma
especial, la culpabilidad, el deseo de la maternidad, la histeria y un estado permanente de
enfermedad que enmarcan un erotismo latente, no cumplido, o frustrado” (p. 59). Cepeda nos
cuenta como una pareja de esposos, al diferir de intereses y deseos construyen una relación
conflictiva. Debido a que mientras la mujer desea ser madre, y sólo concibe el acoplamiento
sexual, como medio para la procreación, el hombre, no desea la paternidad, y espera disfrutar de
los deleites sensuales y sexuales, placenteramente sin ningún fin ulterior.

Así encontramos un personaje femenino martirizado, histérico y desgraciado por no poder


tener un hijo, y por otro lado, un personaje masculino, sobrio, pero mortificado por las
lamentaciones de su mujer. Es decir, es la construcción de una relación en la cual, cada uno
intenta asir la culpa por lo infelices que son. No obstante, estas circunstancias dan paso a un
encuentro erótico, que en medio de la tristeza, los remordimientos y el llanto, crea un escenario
en el que:

73
Las manos del hombre recorrieron el cuerpo atrayéndolo contra sí y los labios del hombre
recorrieron el cuello y se detuvieron en un seno. Las palabras del hombre salían trabajosas
por los besos y la mujer seguía sollozando. Las manos de la mujer se movieron por primera
vez para comprimir la cabeza del hombre contra la suavidad redonda del seno (pp. 100-01)

Los personajes de Cepeda Samudio, muestran la actividad erótica siendo vivida como una
experiencia traumática al estar asociada a la culpa, y al dilema en el que uno de los amantes
desea la reproducción y el otro la niega. Cepeda Samudio, introduce dos perspectivas de lo que
podría llegar a ser la actividad erótica, a saber, reproducción y conformación de la familia,
frente, al deleite mismo del orgasmo. Sin embargo, el autor deja ver que es posible para estos
amantes, reconciliar sus diferencias, y como afirma Ariel Castillo (2006), en “La narrativa
experimental de Álvaro Cepeda Samudio”, ver que “el embarazo fallido o perdido de la mujer es
paradójicamente el inicio de una intimidad creadora”. (p. 27)

Gabriel García Márquez, en su novela El amor en los tiempos del cólera (1985), a través de
la historia de amor, entre los viejos, Fermina Daza y Florentino Ariza, introduce el goce del
cuerpo en edades en las que a los ancianos se les ha negado el derecho de amar48, presentando en
este amor de vejez tal vitalidad en el amar y la posibilidad de eternizar el tiempo en cada instante
de la vivencia amorosa. Para el nobel de la literatura colombiana, este amor entrega a sus
personajes un arma y un dopaje para enfrentar las situaciones adversas, en este caso la peste del
cólera y las guerras civiles que atravesó Colombia durante el siglo XIX.

El amor de estos viejos, más allá de la pasión, y la costumbre, aunque sosegado y sobrio,
guardaba el propósito de acompañarse, y de reflexionar conjuntamente sobre la vida, la soledad y
la muerte. Era una bella, única y última posibilidad de desafiar a la muerte, viendo en el amor la
aventura de la existencia y la plenitud de estar vivos. Tal como lo deja ver García Márquez al
describir el viaje de descanso en buque por el río, que decidieron darse Fermina y Florentino, en
el que pasando la noche juntos en el mismo camarote:

48
En Grecia, el cuerpo de la vejez aparecía asociado a las imágenes de la muerte y de lo humano [...] en tanto la
decadencia quedaba asociada a la ancianidad. Véase en Iacub, R (2006). Erótica y vejez. Perspectivas de
Occidente. Buenos Aires. Editorial Páidos, p 54.
74
Permanecieron acostados bocarriba un largo rato, él más y más aturdido a medida que lo
abandonaba la embriaguez, y ella tranquila, casi abúlica, pero rogando a Dios que no le
diera por reír sin sentido […] Hablaron de ellos, de sus vidas distintas, de la casualidad
inverosímil de estar desnudos en el camarote oscuro de un buque varado, cuando lo justo
era pensar que ya no les quedaba tiempo sino para esperar a la muerte (461)

Es así como este amor de vejez es mostrado por el autor como la posibilidad de celebrar y
afirmar la vida, aún por encima de los prejuicios de una sociedad para la cual, el amor entre
ancianos constituía una locura, algo ridículo e indecente. No obstante, Según Sonia Jones (2006),
en “Reescritura del discurso amoroso occidental en el amor en los tiempos del cólera”:

La “locura” propia de ese amor se ha transformado en lucidez, a pesar de que la locura que
persiste, funciona aquí como subversión contra la sociedad que prohíbe el amor a los
ancianos y el goce del cuerpo en esta etapa de la vida. Además, funciona como el arma que
se esgrime en contra de la soledad y de la muerte (p. 54)

Es justamente esta certeza de que su amor era una última posibilidad, lo que hace que estos
viejitos, ratifiquen la plenitud en el amar, tras un final en el que García Márquez, convierte a sus
personajes en transgresores de la ley, cuales prefieren ser fugitivos amándose, que libres e
imposibilitados para amar.

La obra cuentística de Germán Espinosa, está poblada fuertemente del componente erótico.
De ahí que Araújo (2014), en Eros a contraluz. El erotismo en la cuentística de Germán
Espinosa, afirme que el erotismo sea un elemento transversal en casi todos sus cuentos, ya que
fue utilizado por el autor para subvertir “los preceptos del catolicismo; mientras [...] cuestionan
políticamente los fundamentos de la nación católica colombiana” (p. 71). Por ello, en el cuento
The Boomerag, contenido en la colección Noticias de un convento frente al mar (1988), el
erotismo es recreado desde ese espacio onírico, como cumplimiento del deseo, negado y
reprobado en la realidad, de ahí que el personaje principal Julio Braga, estuviera atormentado a
causa de una fantasía erótica, que colocaba en tela de juicio su moral, pues en esta:
75
Veía ante sí una mujer desnudándose para el acto carnal; descubría de repente, con
decepción y cólera, que a pesar de los garridos senos y de las caderas incitantes, entre sus
piernas pendía un pequeño pero convincente miembro viril (p. 53)

Este frecuente sueño, a Julio Braga le sumía en un estado de vergüenza y depresión, en el


cual le aterrorizaba la idea de que quedará al descubierto su oculta orientación sexual, pues le
angustiaba ser estigmatizado y excomulgado de las reuniones a las que asistía para departir con
sus camaradas. Espinosa, deja ver en este cuento, que “la relevancia del fenómeno onírico [...] se
relaciona, precisamente, con el vació en la existencia que se produce en el seno de la nación
católica colombiana como resultado de la oposición entre las pulsiones instintivas y la represión
dogmática de la moral”. (Araújo, 2014, p. 126)

Por su lado, Marvel Moreno, se pregunta por el erotismo y la sexualidad femenina, al punto
de plasmar en su obra cuentística, según Jacques Gilard y Fabio Amaya (1997), en la
Introducción de La obra de Marvel Moreno, “tres temas, poder, sexualidad y patriarcado,
aparecen como inextricables, pues en la visión de Marvel Moreno el patriarcado-como otras
formas oligárquicas-se apropia del poder y reprime la sexualidad”. (p. 15). De ahí que sea un
elemento recurrente en la obra de ésta, la crítica a los valores morales tradicionales en los que
históricamente ha estado encadenada la mujer, y su sexualidad.

En el cuento La peregrina, contenido en su libro El encuentro y otros relatos (1992), Moreno


narra la encrucijada familiar en que se encuentra Ana Victoria, personaje protagónico, por su
orientación a la ninfomanía y a la vida licenciosa, en un periodo en que el cristianismo empezaría
a posicionar sus valores morales en España. Ana Victoria, cuestiona incesantemente que tuviera
que esconder sus placeres y deseos, por mantener una imagen decente ante la sociedad. Y le
irritaba saber que “la condenación del sexo [era] una maniobra de la sociedad destinada a
hacerlos sentir culpables”. (p. 116).

Ana Victoria estaba convencida de que condenar el sexo, la voluptuosidad, el erotismo, no


generaba más que frustraciones, y fobias, que no permitían a las personas, disfrutar los placeres
76
del cuerpo. “Más aún, creía que si todos los habitantes del planeta actuaran como ella, habría
menos guerras y sufrimientos”. (p. 118). No obstante, las recriminaciones de su madre la
angustiaban, y haciendo caso a una petición suya, viaja a visitar un santo que la sanaría de su
enfermedad. Viaje que terminó lleno de placer y lujuria, pues se conoció con Pablo y:

Mientras él hablaba, Ana Victoria empezó a desvestirse lentamente, colocando sus prendas
en el respaldar del único taburete del cuarto. A la vista de su cuerpo desnudo Pablo
enmudeció y sus ojos relampaguearon de deseo. Se amaron [...] a los tres días descubrieron
que tenían hambre y estaban exhaustos. Entonces le pidieron al posadero pan, salchichas y
una botella de vino. Por él se enteraron de que la procesión había tenido lugar y el santo
reposaba otra vez en la iglesia del pueblo. (p. 124)

¿Ironía? bendita ironía, pues el viaje de sanación de Ana victoria, terminó por convertirse
según Giraldo (1997), en “Los relatos de Marvel Moreno: mirar, narrar, despedir el Edén”, en “la
consumación plena y sin recriminaciones de los apetitos incontrolables. El infierno que han
creado los otros para ellos es franqueado y la felicidad cumplida en el énfasis de la perversión
que redime”. (p. 232)

Puede decirse entonces que en esta historia, Moreno reivindica el erotismo femenino, y
transgrede los preceptos católicos y morales, que habían reprimido los deleites sexuales y el goce
del cuerpo en una época abiertamente religiosa. Así esta escritora, en su narrativa a partir de “lo
amoral, lo libertino y lo degradado o degradante” (Giraldo, 1997, p. 232), logra subvertir los
discursos morales tradicionales que con relación a la libertad sexual de la mujer había impuesto
el patriarcado.

Óscar Collazos, en sus obras según López (2010), en “Experiencia y huella: los cuentos de
Óscar Collazos49”, afirma refiriéndose a los cuentos iniciales de El verano también moja las
espaldas (1966) que “se ha interesado aquí en explorar ciertos ámbitos vitales- sensaciones,

49
Prólogo de cuentos escogidos 1964-2006. Óscar Collazos. Tomo VI de la biblioteca de literatura
afrocolombiana. Ministerio de cultura. 2010.
77
sueños, pensamientos-procurando acercarse a sus propias dinámicas de proyección”(p. 14)
Además, en estos “subsisten vínculos con los imaginarios parroquiales; pero, al mismo tiempo,
se vislumbran ya conflictos propios de la modernidad.(p. 15)

Es así como puede entenderse, el contexto de su cuento Jueves, viernes, sábado y este
sagrado respeto, en el cual según López “recorremos detalladamente la vida de un prostíbulo. Y
las relaciones de pareja-con sus dinámicas de pasión, reproche o abandono” (p. 17), y sobre todo
como estas dinámicas de pasión son afectadas por la llegada de un periodo religioso, como lo es
la Semana Santa.

En este cuento, el personaje principal, Amalia una prostituta que vive y trabaja en un burdel,
decide no recibir visitas de sus clientes durante la Semana Santa, Pues por esos días, asistirá a los
ritos religiosos de su pueblo y defenderá con devoción sus creencias religiosas, como muestra de
arrepentimiento, culpa y pretensión del perdón, por la vida que ha llevado. Por ello, ni siquiera
desea acostarse con su novio formal Joaquín, quien a su vez está casado. No obstante, en medio
de todo para Joaquín era preferible eso, pues sabía que “por lo menos no recibirá a nadie más”
(p. 85), pues hace algún tiempo empezaba a sentir celos de los clientes de Amalia y se
enloquecía de tan solo imaginarla durante otros encuentros sexuales. Amalia, también sentía
miedo de que Joaquín no volviera a verla, pues siendo un hombre casado, podía quedarse
únicamente con su esposa.

Collazos muestra como la actividad erótica de una pareja, se ve afectada e interrumpida por
la llegada de la Semana Santa. Y como, la prohibición interiorizada por Amalia de no tener sexo
durante esos días acrecienta en su amante el deseo sexual. Además, este relato muestra como
Joaquín siendo presa de la pasión, profana sin ningún remordimiento el santo sacramento del
matrimonio, y como, los amantes se debaten en una relación en la que el sentimiento de
posesión, los celos, la angustia de la pérdida del ser amado son recurrentes.

Otro autor que se ocupa del eros, es Marco Tulio Aguilera, para quien Según Castro (2004) el
erotismo es un elemento recurrente en la obra. Así citando a Peter Broad, aduce que “hay
78
definitivamente, un motivo erótico subyacente, que fluctúa de la pura carnalidad al narcisismo y
al gozo compartido [...] La lucha por alcanzar el objeto del deseo es uno de los factores
motivantes en la ficción de Aguilera Garramuño” (455).

En el cuento, Juegos de la imaginación, compilado en su libro Eroticón frenáptero (2002),


Aguilera muestra como la pasión actúa de repente en dos personas desconocidas, para hacerlas
medir y sobrepasar sus límites en encuentros en los que el cuerpo, el deseo y la imaginación
serían los únicos protagonistas.

En este relato, Aguilera a través de sus personajes Melissa, una joven estudiante de
literatura, y Salvatore, conferencista y hombre casado, nos hace presenciar un juego en el que el
deseo contenido e imaginado, más que realizado, es lo que le da a los acontecimientos su carácter
maravilloso, y lo que mantiene el cauce de encuentros entre los amantes. Así lo único que les
interesaba, era imaginar prácticas eróticas que con otras personas y en otras circunstancias no
habrían podido. Por ello, Salvatore le dice a Melissa que “solamente hablaremos. Haremos el
amor con palabras” (p. 158). Promesa que cumplió, ya que en uno de sus encuentros, le dijo:

Yo podría recorrerte el cuerpo con el phalus y tú seguirías renuente y finalmente dirías: no


lo hagas y yo seguiría adelante, hasta que tú dijeras, enfática: I insist, y yo seguiría
adelante, hasta que tú definitivamente dijeras, ya dispuesta a gritar: I do insist, ante lo cual
yo me alejaría. (p. 164)

Los amantes de Aguilera, se divertían explorando con la imaginación cada parte de su


cuerpo, las formas en que podrían acariciarse, olerse y saborearse, el color y la textura de cada
zona erógena, la excitación del otro, sus gestos y sus palabras en el trance erótico. En esos
encuentros, Melissa y Salvatore, experimentaban la plenitud y el gozo de un deseo no cumplido,
pero no por ello reprimido, no habían culpas, ni remordimientos, solo dos desconocidos sin
pasado ni futuro, más si con un presente que los reclamaba.

79
Andrés Caicedo, también introduce en su obra cuentística, el erotismo, para analizar cómo es
vivido por los jóvenes de Cali en su época, por ello, retoma en sus relatos las fantasías sexuales,
los tabús, y los miedos que en torno a la sexualidad se habían creado. Como nos dejan ver
Romero y Ospina (1988) en “Invitación a la noche”, prólogo de Destinitos Fatales50, al afirmar
que en su obra Caicedo incorpora “el canibalismo, el vampirismo, la nostalgia, el amor, el sexo,
la violencia, la noche como circunstancia […] el incesto y, en últimas, la muerte, como gran final
de todas las derrotas en los puntos anteriores” (p. 13).

Canibalismo, sexo y erotismo, encontrados en el cuento Los dientes de Caperucita de 1969,


incluido en el volumen Calicalabozo, en el cual el personaje principal Eduardo se encuentra con
su mejor amigo Nicolás, para dirigirse juntos a cumplir un encuentro sexual con dos
adolescentes. Antes de partir, Eduardo le confiesa a su amigo, acerca de una relación poco
convencional que tuvo con Jimena, su ex-novia tiempo atrás, en la cual descubrió que ella tenía
un comportamiento extraño durante sus encuentros sexuales, al punto de que le ocasionaron
pavor y mucho miedo, pues la primera vez que estuvieron, Jimena:

Primero me besó con tanta fuerza en la boca que yo […] me puse a colaborarle usando
todas las técnicas que conozco hasta que no pude más porque mestaba mordiendo me
había mordido desdiace rato mejor dicho y me vine a dar cuenta nada más cuando sentí
aquél grueso río de sangre que me bajaba por el cuello entonces siento como que todo se
me viene encima y da vueltas parriba y pabajo y Jimena frente a mí con la boca
entreabierta llena de sangre y sus manos que se estiran pidiéndome que la siga
besando...(Caicedo, 1988, p. 116)

Tal escena dejo a Eduardo consternado, pues no entendía lo que estaba pasando. Ni las
razones del comportamiento bastante sádico, vampiresco y canibalesco de esta. Caicedo, tuvo el
mérito de reflexionar sobre el erotismo, desde los ojos juveniles con que según Castro (2004),
recrea las “obsesiones sexuales de jóvenes de la década de los sesenta, y no sólo se escucha el

80
estruendo de la rumba, sino que se observan los juegos eróticos [...] la iniciación afectiva y
sexual” (Castro, 2004, p. 79).

Tras observar, como los escritores desde la poesía, el cuento y la novela, sugieren el cuerpo y
la actividad erótica, puede afirmarse que en la literatura de finales de siglo XX, la incursión,
reflexión y manifestación del erotismo, ha sido un tema constante, abordado desde varias
perspectivas y enfoques, las manifestaciones eróticas en las letras colombianas, son dadas en este
periodo fuera del sesgo del decoro y las censuras literarias. De ahí que podamos argüir con
Castro (2004) que:

El cuento literario colombiano ha emprendido búsquedas y ha logrado expresiones


atrevidas, puesto que ha profundizado y explorado el erotismo en sus múltiples
manifestaciones y tendencias, a pesar de las censuras que han determinado las costumbres
amorosas y sexuales tanto individuales como sociales de los colombianos; tarea
emprendida con temor o bajo el imperio de la norma, por escritores de ingenio, humor y
osadía, que escribieron o escriben el cuerpo y el deseo, sobre el cuerpo y a través de éste,
con menos intensidad a principios del siglo XX y con gran pasión a fines de él. (p. 14-15)

Asimismo señala Jaramillo (1992), en “El deseo y el decoro en la novela colombiana del
siglo XX”, que la enunciación del cuerpo erótico a fines de siglo en la novela, se va haciendo
más importante, y cada vez empieza a ser tratado como un aspecto normal y fundamental en la
vida del hombre, que no tiene por qué mencionarse eufemísticamente como en el siglo XIX,
debido a que:

Desde los años sesenta la novela colombiana ha historiado o fabulado desde muy distintas
maneras esa posibilidad [la posibilidad de enunciar el cuerpo, de narrar escenas eróticas y
relatar el deseo]. Al preguntarse acerca del cuerpo y las palabras, los escritores
contemporáneos han formulado a veces una ética del erotismo, una escrupulosa
sensorialidad, una particular concepción del lenguaje y un lugar para la literatura en el
marco más amplio de la cultura de nuestros días. (p. 24)
81
La literatura colombiana fue el campo que mejor comprendió la necesidad apremiante de
transformar la sociedad y cada uno de sus integrantes, rescatando lo único que podría unirnos, el
eros. Por ello, los escritores colombianos, intentaron hacer de la literatura como ya lo decía
Bataille, un medio para comunicar el Mal, y como lo diría tiempo después, Gaitán Durán
influenciado por Bataille en su (1975) Diario (1950-1960):

Mirada erótica. Si su palabra llamea nos otorga el privilegio de vernos mientras hacemos
el amor. La desnudez revela cuerpos impenetrables y desaparece cuando estos cuerpos se
anudan y retuercen. Durante el coito no nos vemos; somos el amor, somos el sol que nos
deslumbra (293)

Una mirada erótica desde la cual los escritores colombianos, para mostrar como en la
realidad, en la ficción, y en la imaginación podría oponerse el eros, a una sociedad que
históricamente ha estado en guerra, y como podía ser la actividad erótica la única arma de la cual
se servirían para transgredirse a sí misma, poner en cuestión ese ser nublado por la barbarie y la
desesperanza en que se sumía la vida.

La literatura ha incursionado el erotismo como ninguna otra disciplina en la sociedad


colombiana. En esta se ha recreado, narrado y dramatizado aquellas prohibiciones que sobre la
sexualidad ha fundamentado la moralidad cristiana-política imperante en nuestro país. Los
escritores se han cuestionado a sí mismos, y a través de sus relatos desgarradores han intentado
expiar sus angustias y comunicar aquello que les había sido prohibido, han cumplido con la
exigencia batailliana de hacer el Mal, cuestionando y poniendo en peligro la ley moral para gozar
de su levantamiento.

Asimismo, la literatura colombiana a través del erotismo se ha comprometido en la lucha por


hacer de los escritores y de la sociedad colombiana profundamente católica, un ciudadano y una
sociedad libre, y más en esta sociedad en la que liberarlo de las cadenas político-religiosas aún es
necesario. ¿Para qué? Para sugerir la transgresión de las prohibiciones en las que no se ha dejado
espacio para deconstruir cuerpos horrorosos, que temen al desnudo y al deseo, pero, sobre todo,
82
para ver en el erotismo una forma de vivir plenamente. Un acto creador a través de la unión de
esos seres separados, y una experiencia sagrada que permita la comunicación desde lo más
profundo del ser, en aras de construir seres humanos libres y una sociedad alejada de los horrores
de la guerra históricamente perpetrados por los sectores en pugna.

83
4. Conclusiones

La presente investigación buscó caracterizar cómo el erotismo es un elemento transgresor en


la literatura colombiana del siglo XX, es decir, como ha constituido en la literatura una
experiencia sagrada que puede permitirle al hombre colombiano sugerir una forma de afirmarse
en la vida plenamente. Por ello, primeramente, debe comprenderse el erotismo liberado de la
lógica binaria en la que ha sido asociado únicamente a la experiencia corporal o espiritual, para
pasar a entender en la actividad erótica la conjunción de ambos aspectos. Así tenemos que la
actividad erótica, si bien se manifiesta en el cuerpo, en el orgasmo o la reproducción, va más
allá, al ser una experiencia sagrada, en la cual por instantes hace a los amantes rechazar las reglas
de la razón, para abismarse en una experiencia de unidad con el todo. En segunda instancia, en el
caso particular de Colombia, el erotismo debe ser desvinculado de las concepciones negativas de
la moralidad cristiana, que detentada por los partidos políticos y la Iglesia católica ha hecho de la
actividad erótica, la sexualidad y el deseo aspectos reprimidos y controlados en consecución del
cumplimiento de los dogmas de fe.

Lo anterior, nos permite afirmar que la actividad erótica en Colombia aún sigue siendo un
problema moral o de doble moral, y más aún, que sigue siendo un problema que requiere de su
estudio desde la filosofía, puesto que ésta no puede estar de espaldas a una de las dimensiones
más importantes del hombre; la erótica, y menos en un país en el cual, es justamente esta
dimensión la que se avizora como un arma poderosa para contrarrestar la violencia eclesiástica y
política por la que atraviesa este país históricamente desde su conformación. Es justamente esta
necesidad apremiante de comprender lo que es el erotismo, para reivindicarlo como un aspecto
fundamental del hombre, por lo que se hizo una cartografía de las miradas filosóficas y literarias
que sobre la naturaleza de eros y erotismo se han fraguado en la historia de Occidente, todo ello,
con la finalidad de identificar la significación que tuvo eros en las diferentes épocas y en las
diversas concepciones del hombre occidental, y poder comprender cómo es que somos herederos
de una ética reguladora occidental de la actividad erótica.

84
En primera instancia, se mostró eros concebido en la mitología, la literatura y la filosofía
griega desde tres aspectos distintos como: primero, el origen del cosmos; segundo, la atracción
sexual y el deseo entre los hombres; y tercero, la búsqueda de Belleza e inmortalidad.
Seguidamente, se ilustraron las transformaciones que tuvo el erotismo entrada la Edad Media,
periodo en el cual, afloraron varias concepciones de lo que debería ser el erotismo y la
sexualidad. Primero, en los inicios de Roma, encontramos unas libertades sexuales entre la
desmesura y la fuerte restricción moral, posteriormente, con el auge del cristianismo, una
sexualidad reprimida y llena de tabúes, y al final de la Edad Media, un erotismo artístico,
también llamado amor cortés en el que los poetas vieron un modo de vida a partir de la creación
de una estética-ascética amorosa.

Más adelante, en la época moderna, el erotismo se concibe cada vez más alejado de los fines
trascendentes de la moral cristiana. En la obra filosófico-literaria de Sade el erotismo es un arma
para transgredir los valores morales, los preceptos religiosos y los tabúes. Y en el psicoanálisis
de Freud, el eros es concebido como un instinto de vida (físico y psíquico) que permite la
felicidad y el quebrantamiento de todas las torturas morales que hicieron de las prácticas eróticas
un sentimiento culposo y vergonzoso en la cultura occidental desde la religión cristiana.

Las reflexiones sobre el erotismo en la modernidad, evidenciaron el enfrentamiento constante


entre quienes defendían una moral sexual asociada a la perfección espiritual y racional, por
encima y en detrimento de lo corporal y, aquellos que criticaron fervientemente tales
pretensiones morales, religiosas e ideológicas para proclamar los derechos de la carne. No
obstante, en el siglo XX autores como Erich Fromm, George Bataille, Denis de Rougemont,
Octavio Paz, y Mario Vargas Llosa entendieron la importancia de ver el erotismo una actividad,
que si bien tiene que ver con la sexualidad animal, va más allá, pues es también una búsqueda
psicológica y voluntaria de unidad, que forja la creación artística como refinamiento del sentir y
dota al hombre de una estética que lo humaniza y que lo hace considerar su erotismo cada vez
más alejado de la sexualidad rudimentaria, para hacer de ella rito, ceremonia, fiesta y éxtasis.

Respecto a lo anterior, después de mostrar la hostilidad construida entre los que defienden el
erotismo en tanto corporalidad o espiritualidad, se expuso cómo en el pensamiento filosófico de
85
Georges Bataille, se logra reconciliar tal disputa, ya que propone el erotismo como la aprobación
de la vida hasta en la muerte, esta tesis reivindica ese carácter creativo del eros, desligado en
parte (pero sin excluir), esa sexualidad simple y rudimentaria con la que se confunde en la
actualidad. Y por otro lado, ese carácter sagrado del cual ha sido desligado por los preceptos
políticos, ideológicos y religiosos-particularmente de la Iglesia católica-, que han convertido
todas las formas en que se manifiesta el erotismo en inmoralidades.

Bataille se aleja de lo que la civilización ha tenido por verdad, y busca en los orígenes de la
prehistoria cómo el erotismo es un elemento que prefigura el tránsito del animal al hombre
(humanizado), a causa de ello, este filósofo emprende su análisis desde dos pilares
fundamentales para la humanización del hombre; el trabajo y las religiones, todo ello, lo lleva a
concebir el erotismo relacionado con nociones fundamentales como experiencia interior,
prohibición, transgresión, lo sagrado y lo profano a partir de las cuales expresa una idea
subversiva de lo que es el erotismo y de cómo es un aspecto propio de la vida del hombre.

Para Bataille el erotismo es la aprobación de la vida hasta en la muerte, pues hace entrar en
juego dos discontinuidades para celebrar la vida en la relación erótica y la reproducción. Es
decir, es la coincidencia entre la vida y la muerte, en el instante en que dos seres se acoplan y
dan apertura a sus individualidades encerradas en sí mismas para celebrar a plenitud en el juego
de los órganos genitales y de sus corazones. En el orgasmo, esos seres se abren y se comunican
con ese Otro, pero, tal estado en la relación erótica resulta de lo más violento y perturbador,
porque implica ese desgarramiento interno de los amantes, para priorizar la unidad psicológica y
física con el ser amado, es decir, que frente al deseo que tenemos de ver perdurar nuestras
individualidades, se impone el deseo de la unidad a expensas de la destrucción de cada ser
separado para ser uno en la relación erótica.

Así es como puede entenderse que el erotismo en la vida del hombre sea una experiencia
interior, es decir, una experiencia libre de ligaduras que le constriñe y le perturba su ser, pues lo
hace cuestionar su individualidad y sensibilidad para hacerlo buscar fuera de sí un objeto de
deseo. La actividad erótica supone la confusión y unión de esas individualidades que entregadas
al abismo de la relación erótica experimentan el pavor y la fascinación de tal unidad, pero es

86
justamente ese abismo lo que les hace amar la muerte, ese momento en que se entregan en el
orgasmo. La experiencia interior a su vez tiene que ver con la vivencia de la prohibición y la
transgresión. Siendo la prohibición, el límite impuesto a la sensibilidad del hombre en un mundo
racional o del trabajo, y la transgresión, la violencia interna puesta al servicio de un ser razonable
para levantar las prohibiciones en el mundo de la razón.

Así tenemos que mientras la prohibición es un límite externo que al imponerse se interioriza,
la transgresión es una violencia interna que al sentirse coartada se exterioriza, tales nociones nos
revelan dos cosas: la primera, que ambos aspectos cuestionan y perturban la interioridad del ser,
pues la prohibición le causa al hombre terror, y miedo, mientras que la transgresión le causa la
angustia de saberse estar violentando por un momento lo que le ha sido explícitamente negado,
es decir, el hombre experimenta en su sensibilidad, en lo más profundo de su ser, lo que Bataille
denomino la experiencia del pecado, es decir, el miedo y la angustia, el terror con la fascinación;
producto de la certeza de hacer el mal. La segunda, que lejos de lo que se piensa, la transgresión
no es la negación de la prohibición, estos aspectos en la actividad erótica se complementan, pues
el primero, encierra esa naturaleza primera del hombre en la cual surtió efecto su irracionalidad y
la representación tumultuosa de su voluptuosidad, instintos e impulsos. Es el mundo de las
fiestas, ritos y dioses, este mundo es transformado, más no superado totalmente, a causa del
trabajo en el mundo sosegado de la razón, es decir, que este hombre fue alejado de la violencia
de su irracionalidad para consagrarse como un homo-productivo y construir los cimientos de la
civilización humana.

El hombre aunque racional, no ha dejado de ser animal, es algo así como un estado
intermedio entre la racionalidad adquirida y su naturaleza pérdida. El hombre no podrá nunca ser
totalmente racional, ni totalmente animal, sino la conjunción de ambas cosas, por ello, por más
prohibiciones que establezca la razón a la sensibilidad no podrá eliminar la violencia de su
animalidad, y por más transgresiones que levanten las prohibiciones, no podrá volver a su
naturaleza primera, es a pesar de todo un ser racional. Lo que puede hacer entonces, es
experimentar el vértigo producto de la comunicación y unión de ambos mundos; el animal y el
racional.
87
Según Bataille, Occidente no comprendió la necesidad de comunicar estos dos mundos, y
con ello los dos aspectos del hombre: el animal y el racional. La civilización requirió al hombre
racional, por encima y en detrimento de su animalidad, sea por argumentos filosóficos, políticos
y religiosos, llegando al mismo resultado, un hombre que debía ser ajeno a la violencia de sus
arrebatos voluptuosos y sus prácticas eróticas.

Ahora bien, la tesis el erotismo es la aprobación de la vida hasta en la muerte, no fue una
propuesta que se quedó en los límites del pensamiento filosófico, sino que fue un pilar
fundamental en la concepción de literatura desarrollada por Bataille, en la cual vio un medio para
comunicar a través de la expiación no confesional lo que en el hombre aqueja, y de lo que quiere
redimirse, por ello, Bataille vio en la literatura un elemento transgresor de la sensibilidad de
quien escribe, como de las prohibiciones impuestas en el mundo del trabajo.

Bataille propone la literatura como un medio para hacer el “mal”, y la dota de potestad para
cuestionar y reivindicar lo que al hombre se le ha negado. La literatura, y sobre todo, la literatura
con motivo erótico, critica y transgrede profundamente las prohibiciones de ese mundo
razonable, al reivindicar ese carácter sagrado que la actividad erótica tiene para unir y comunicar
lo que ese mundo razonable ha separado, a saber, el mundo animal y el mundo del trabajo, la
naturaleza primera y la racionalidad adquirida, el cuerpo y los instintos frente al alma, la razón y
el espíritu, y por sobre todas las cosas, al ser humano. La tesis batailliana sobre el erotismo con
relación a la filosofía y la literatura, abre el camino de esta investigación para desvirtuar una
concepción del erotismo encerrada en la hostilidad de las disputas tradicionales en Occidente, y
comprender cómo a través de la literatura, se puede subvertir esa concepción negativa que ha
tenido la actividad erótica en el mundo razonable, y particularmente, en la herencia de la
moralidad cristiana. El erotismo, perdió su carácter sagrado y pasó a ser condenado en todas
aquellas sociedades conformadas bajo los preceptos de la Iglesia católica, dentro de las cuales
están los países de tradición judeo-cristiana, y entre ellos, Colombia, este último objeto de
nuestro estudio.

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La sociedad colombiana influenciada, configurada y concebida en sus orígenes desde los
preceptos eclesiásticos y políticos de la moralidad cristiana, hizo de las practicas eróticas algo
inmoral e indecente, pues aún en la primera mitad del siglo veinte, practicar la sexualidad
libremente, y hablar de erotismo sin decoro era impensable, en tanto enunciarlo se convertía en
la inminente amenaza de censura, persecución y exilio de quienes cometían la “falta”, por parte
de una disposición del poder eclesiástico y político (inicialmente el detentado por el partido
conservador, y más tarde, por ambos; el conservador y el liberal).

Tras lo anterior, puede comprenderse porque en Colombia la reflexión sobre el erotismo es


reciente y solo a principios del siglo veinte es cuando se empieza a insinuar desde las formas más
vedadas y con las circunstancias más adversas, lo que podría denominarse “la actividad erótica”,
al menos desde la literatura, puesto que en la filosofía la reflexión sobre el eros es una tarea aún
por hacer. Paradójicamente, pese a la compleja situación del país sumido en la violencia
partidista y clerical, se pudo avanzar en la reflexión del eros, pues según Jaramillo Zuluaga, a
partir de 1950 se introdujo en las letras colombianas y se empezó a proponer una concepción del
erotismo alejada de las cargas morales, que los preceptos eclesiásticas y políticas históricamente
habían impuesto, y se trató de reivindicar al eros como fuerza creativa del ser humano, en aras de
posicionar la importancia de las libertades sexuales y eróticas como aspectos propios, vitales, y
creativos en la vida del hombre.

Esta investigación, ha buscado proponer a través de la tesis batailliana, al erotismo como


elemento transgresor en la literatura colombiana del siglo xx. Por ello, se mostró cómo el
erotismo cuestionó y desgarró la sensibilidad de todos aquellos escritores que encontraron en la
enunciación del cuerpo y del deseo, una forma de aprobar el ser y existir del hombre en el
mundo, a expensas de una moralidad social que lo condenaba. Asimismo, se evidenció como el
erotismo fue un arma utilizada por escritores, -tales como RH-Moreno Durán, Germán Espinosa,
Alba Lucía Ángel, Óscar Collazos, Alvaro Cepeda Samudio, Gabriel García Márquez, Marvel
Moreno, Hernando Téllez, Andrés Caicedo, Marco Tulio Aguilera entre otros,-para cuestionar y
transgredir los preceptos eclesiásticos y políticos, que bajo los auspicios de una moralidad

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cristiana, habían mantenido al país en el más despiadado estado de violencia, y de guerras, que
sumieron a la ciudadanía en la angustia, los dolores y las desesperanzas que dejaba la muerte.

La literatura colombiana, fue como ya lo había dicho Gaitán Durán mirada erótica, al mostrar
almas deseosas del Otro, al dibujar cuerpos que no se tienen miedo al desnudo, al recrear
fantasías sexuales prohibidas en la realidad, al descubrir las perversiones y manías
cuidadosamente ocultas, al reconocer la necesidad apremiante de devolverle a la carne sus
derechos y de concederle a las almas de los colombianos su libertad para vivir y explorar su
eroticidad sin sentir vergüenza y culpa.

El erotismo en el contexto particular de Colombia, no puede menos que ser como ya lo había
dicho Bataille esa búsqueda de unidad, y esa necesidad de comunicación con el Otro, y el todo,
para celebrar la cima de la vida. Esa unidad tiene un significado muy diciente en una sociedad
fragmentada por la violencia, pues implica que los colombianos se permitan salir de esas
individualidades encerradas en sus dogmas, resentimientos y odios para comunicarse y abrirse a
ese otro, implica ir más allá de la dicótoma amigo-enemigo, para transformar todo en lo que
hemos creído y poder en la medida de lo posible sentir la plenitud de la vida a expensas del
exterminio del otro.

El erotismo en Colombia debe recobrar ese carácter sagrado de que gozó entre nuestros
antepasados, y entre los Antiguos, por ello, debe ser rito, ceremonia y fiesta, debe ser
experimentado como algo sagrado del que todos sin excepción sean partícipes. La fuerza del
eros, debe recordarle a los colombianos lo sagrado de experimentar la unidad con el todo y con
todos, debe hacerles recobrar el sentido de ventura que engendra la vida. Debe enseñarles a
amarse a sí mismos, amar a lo Otro, y amar la vida, ello implica, un cambio de actitud que les
permita generar otros modos de relación y de comunicación para construir un mejor hombre y
una mejor sociedad.

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ANEXOS

Tabla 1. Erotismo y filosofía en las revistas universitarias de Colombia: publicaciones entre


1951 y 2000

1 Revistas Volúmenes Resultados

1 Ideas y Valores (U. Núm. 1(1951) - Núm. 164 1. Historia de la Sexualidad por Alfonso Rincón González. Vol 27
Nacional de Colombia) (2017) núm. 50 (1977).

2 Universitas Humanisticas Núm. 1(1971) - Núm. 0


(P. Universidad Javeriana) 83(2017)

3 Huellas (U. del Norte) Núm. 1 (1980) – Núm. 99 1. El despliegue de lo sensual y lo erótico en Silva por Julio Nuñez
(2017) Madachi Núm. 25 (1989).
2. El amor como acto subversivo por Antonio Caballero Villa Núm.
36 (1992).
3. Filosofía y Amor por Ignacio Abello Núm. 44 (1995).
4. Un horizonte de amor por Mónica Amador Núm. 54 (1998).
5. Desvarío libertino sobre el amor por Rubén Maldonado Ortega
Núm. 54 (1998).
6. Cultura y erotismo en Freud por
Rubén Maldonado Ortega Núm 60 y 61(2000).
4 Universitas Philosophicas Núm. 1(1983) - Núm. 0
(P. Universidad Javeriana) 68(2017)

5 Números (Universidad de Núm. 1 (1988) – Núm. 61 0


los Andes) (2017)

6 Pensamiento y Cultura Vol. 1 núm. 1 (1998) – 0


(Universidad de la Sabana) Vol. 18 núm. 2 (2015)

7 Revista Saga Núm. 1(2000) - 0


(U. Nacional de Colombia) Núm.33(2017)

Total revistas consultadas: 7 Total artículos relacionados con el erotismo: 7

91
Tabla 2. Erotismo y filosofía en las revistas universitarias del país: publicaciones entre 2000
y 2017

2 Revistas Volúmenes Resultados

1 Praxis Filosófica (U. del Núm. 13 (2001) – Núm. 0


Valle) 43 (2016).

2 Revista Versiones (U. de Núm. 3(2004) - Núm. 0


Antioquia) 11(2017)

3 Legein (U. del Valle) Núm. 1 (2004) – Núm. 0


20 (2015)

4 Cuadernos de Filosofía Núm. 91 (2004) – Núm. 1. La seducción estética y el amor infeliz en Søren Kierkegaard por
latinoamericana (U. Santo 115 (2016) Héctor Rodríguez. Vol. 30 núm. 101 (2009).
2. Sexualidad y mujer en la filosofía: ¿amor como signo trascendente?
Tomás)
acercamiento a las diosas madres en Américalatina por Rosa Emilia del
Pilar Alcayaga Toro. Vol. 36 núm. 113 (2015).
5 Revista Logos (U. de La Núm. 8 (2005) – Núm 1. Moralizadora, cristianizadora y trasgresora: una mirada a la imagen
Salle) 24 (2013) de la mujer en dos textos de Soledad Acosta de Samper por Luz
Mercedes Hincapié Núm. 11 (2007).
2. Amor: emoción que encadena y libera por Rosa María Londoño
Núm. 17 (2010).
3. Erotismo y seducción en dos novelas de Mario Vargas Llosa por
Gustavo Ramón Carvajal Núm. 18 (2010).
6 Escritos (U. Pontificia Vol. 14 núm. 32 (2006) 1. Belleza, terror y erotismo: la tarea de valorar estéticamente un texto
Bolivariana) – Vol. 25 núm 54 por Jorge Iván Ramírez Aguirre Vol. 18 núm. 40 (2010).
2. El amor, un eje en las novelas En diciembre llegaban las brisas y Los
(2017)
amores de Afrodita por Elsa Liliana Velandia Calderón Vol. 21 núm.
47 (2013).
7 Revista Unimar (U. Núm 44 (2007) - Vol. 1. Clínica analítica de la perversión
Mariana) 34 Núm. 1 (2016) por Ana María D'Amato Miranda
Núm. 45 (2008).
2. Reflexiones sobre el rol sexual y de género en niños, niñas y
adolescentes por Erika Alexandra Vásquez Arteaga Vol. 34 Núm. 1
(2016).

92
2 Revistas Volúmenes Resultados

8 Ágora (U. San Buenaventura Vol. 7 Núm. 1 (2007) – 1. Algunos aspectos a considerar sobre la sexualidad del adulto
sede Medellín) Vol. 17 Núm. 1 (2017) mayor por Zoila Edith Hernández Zamora Vol. 8 Núm. 2 (2008).

9 Análisis (U. Santo Tomás) Núm. 70 (2007) - Núm.


90 (2017)

10 R. Universidad Industrial de Vol. 6 núm. 1 (2007)- Vol 1. Metamorfosis y circuito libidinal según deleuze: posición
Santander (UIS) 15 núm 2 (2016) megalomaníaca inviolable, extinción de sí mismo y devenir
animal por Fabrice Jambois.Vol. 15 núm. 2 (2016).
11 Revista Amauta (U. del Núm. 14 (2009) - Núm. 1. Filosofía de la razón erótica por Erika Bermúdez Pérez. Vol. 7
Atlántico) 29 (2017) núm. 14 (2009).
2. El Amor: Una se- subjetivación del sí Mismo desde la
perspectiva de Emmanuel Lévinas por Luz María Lozano Suárez.
Vol. 13 núm. 25 (2015).
3. ¿Es Sade nuestro semejante? El goce transgresor, como
imperativo y como escándalo por Juan González de Requena
Farré. Vol 15 núm. 29 (2017).

12 Fransiscanum (U. San Núm. 152 (2009) – Núm. 1. El amor de la inocencia y la inocencia del amor. De la erótica
Buenaventura sede Bogotá) 167 (2017) venérea a la erótica agápica en las Memorias de mis putas tristes
de Gabriel García Márquez por Juan Quelas. Vol. 53 núm. 156
(2011).
2. Lo que contienen los abrazos. El sentido ontológico,
cronológico y cósmico-religioso del amor a partir del pensamiento
de Bernhard Welte por Ángel E. Garrido Maturano. Vol. 54 núm
158 (2012).
3. Que mi Amado es para mí, y yo soy para mi Amado. Entre la
estética y la dramática teológicas: una lectura renovada de la
nupcialidad teresiana Por Cecilia Inés Avenatti de Palumbo Vol.
58 núm. 166 (2016).
13 Utopía ((Universidad del Núm. 30 (2009) – Núm. 0
Cauca) 33 (2011) – Núm. 35
(2012)

93
2 Revistas Volúmenes Resultados

14 R. Universidad de Caldas (U. Núm. 16 (2010) – Núm. 0


de Caldas) 29 (2016)

15 R. Colegio Mayor de Nuestras Núm. 601 (2010) – Núm. 0


Señora del Rosario)U del 606 (2013)
Rosario)

16 R. Colombiana de Filosofía de Núm. 20(2010) - Núm. 0


la Ciencia (U. del Bosque) 34(2017)

17 Espirales (U. de Cartagena) Núm. 1(2013) - Núm. 0


3(2015)

Total revistas consultadas: 17 Total artículos relacionados con el erotismo: 17

Total revistas consultadas entre Total artículos relacionados con el erotismo entre 1951 y 2017: 25
1951 y 2017: 24

Tabla 3. Congresos de la Sociedad Colombiana de Filosofía

Eventos Responsable Resultados


I Congreso (2006) Sociedad Colombiana de Filosofía Ninguno
II Congreso (2008) Sociedad Colombiana de Filosofía Ninguno
III Congreso (2010) Sociedad Colombiana de Filosofía Ninguno
IV Congreso (2012) Sociedad Colombiana de Filosofía Ninguno
V Congreso (2014) Sociedad Colombiana de Filosofía 1. La razón apasionada: de Spinoza a Yourcenar por María
Juliana Zamora.
2. Muerte euripidiana y amor platónico por Juan Felipe
Rivera Pardo.
Total memorias revisadas: 5

94
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