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Toda manifestación artística islámica trata de expresar el llamado tawhid o principio de

la unidad absoluta del ser y la existencia que afirma que sólo Dios es existente. Dios es
vinculado al Verbo creador. Verbo que es palabra (creación) y libro (revelación). Éstas
se expresan en la caligrafía y la salmodia coránica y posibilitan al hombre el retorno a la
unidad divina.

En el islam se afirma que este es el mundo de los símbolos pues todo es un símbolo en
él, incluido el ser humano. A ojos sufíes, todo es aya, concepto coránico de ‘signo
divino’. Nada es, todo significa.

El símbolo es el camino hacia el arquetipo divino. Dado que un rito se ejecuta siempre
en atención a Dios, equivale a una nueva representación de la conexión entre el símbolo
(el hombre) y el Arquetipo Supremo, un resonar de ese vínculo nunca roto pero
dormido, que necesita de la repetición constante de esos actos resonantes, para sacarlo
del sueño a la vigilia. Dios está recreando el mundo en cada instante y el rito, como la
geometría, lo expresa en una repetición constante, siempre renovada, de los mismos
patrones con un cierto ritmo.

Comer el fruto del árbol prohibido significó, para el hombre, vincularse al símbolo por
sí mismo, limitando su acceso a su centro interior. Ya no pudo cumplir su misión de
mediar entre el Cielo y la tierra. Género humano (nâs) y amnesia (nisyân) comparten en
árabe una raíz gramatical muy cercana. «Habíamos confiado una misión a Adam [el
Adán bíblico], pero la olvidó» (Corán 20, 115). La estética sufí puede ser resumida en la
palabra turca hüzün. Proveniente del árabe ḥuzn, que significa tristeza, dolor y
nostalgia. El dolor del regreso a la patria.

La caligrafía es la expresión artística más noble del islam como una verdadera senda de
conocimiento espiritual. El cálamo, instrumento de la creación divina, utensilio
especifico del calígrafo y el ney, la flauta sufí, están hechos de caña común. Para Isma'il
Haqqi al-Brüsawi el ney posee la misma nobleza del cálamo, razón por la cual puede
enseñar al ser humano lo que éste desconoce (azora 96). Para al-Anqarawi, el ney es una
suerte de cálamo musical, de tal manera que, si el cálamo expresa su lamento en forma
de palabras, el ney lo hace a través de sonidos. El místico, el calígrafo y el neyzen, a su
manera, son copartícipes de esta creación que se renueva en cada momento.

…Todo el que vive lejos de su origen, anhela el instante de la unión…(Rumi)

María José Escudero


Buenos Aires, Argentina

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