lugar de experimentar. Bellour lo ha mostrado a la perfección en el caso del cine, de los flujos de imágenes. En efecto, la interpretación se realiza siempre en nombre de algo que se supone ausente. La unidad es precisamente aquello de lo que carece la multiplicidad, como el sujeto es lo que le falta al acontecimiento (“Llueve”). Hay, sin duda, fenómenos de carencia, pero siempre en función de abstracciones, el punto de vista de la trascendencia sólo puede ser el de un Yo, y sólo se produce cuando hay un impedimento para construir el plano de inmanencia. Los procesos son los devenires, los cuales no pueden juzgarse por los resultados que alcanzan, sino por las cualidades de su transcurso y por la potencia de su continuación: es el caso de los devenires– animales o de las individuaciones no subjetivas.