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Universidad de Oriente

Núcleo de Anzoátegui
Escuela de cursos básicos
Cátedra: Ética sección 02

REFLEXIÓN:
SEXUALIDAD ÉTICA

Profesor: Bachiller:
Carlos Viña Bárbara Aguilera
C.I: 28.340.582

Abril del 2020


La sexualidad ética es el estudio del papel que desempeña la sexualidad en la vida moral,
pero, la línea para definir un acto sexual como bueno o malo va más allá, esto quiere decir
que el sexo no es malo o bueno en sí, debido a que el sexo, depende de otros factores
como la intención, el consentimiento, o el contexto para poder clasificarlo moralmente,
pero lo que podemos definir a través de diversas posturas es qué actos son moralmente
permisibles, sin embargo, que sean moralmente permisibles no aseguran que sean la
mejor elección a escoger, ni garantía de felicidad, solo que mediante cumplan la premisa
de no hacer daño a otro o a uno mismo, se permiten.

A lo largo de la historia hemos tenido muchas posturas acerca de la clasificación moral de


los actos sexuales, empezando -no temporalmente lineal- por la Antigua Grecia, donde
diversas posturas que apostaban por la creencia del alma dentro o encerrada en un
cuerpo humano, (perteneciendo el deseo sexual a este último), dan paso a pensamientos
como la abstinencia de lo corporal para alcanzar lo espiritual, o, la libertad del deseo
sexual pero con cierto sometimiento a la razón, pensamientos que hasta hoy en día se
siguieron desarrollando, sobre todo éste último, es la base de casi todos los demás que
surgieron después.

La postura judeo-cristiana, que basa las relaciones sexuales en un el argumento de la


reproducción, es por lo que el sexo es permitido dentro del matrimonio heterosexual, sin
embargo, el cristianismo ofrece al basamento una visión de las intenciones de los actos
dirigidos a la salvación claro, pero que nos da un pilar extra para la evaluación moral de
los actos sexuales. Luego la postura del amor y la intimidad dirige la permisibilidad moral
al amor que surge de la intimidad, según ésta el sexo es para fortalecer las relaciones
afectivas, y bajo esa intención es permitido.
La postura libertaria que ofrece un enfoque más individualista, donde ambas partes
consienten, y están permitido todo lo que esté bajo los principios de libertad, autonomía y
sinceridad de ambas partes, sin embargo, ésta no ofrece solución al problema que bajo
un contrato una persona o ciertos factores personales estén vistos como mercancía, o
que la sinceridad y libertad no cubren el aceptar por estar bajo una situación de
desventaja en un contrato. Aquí entra la postura libertaria con modificaciones kantianas,
donde se preserva la misma esencia de permisibilidad por contrato, solo con el agregado
a ésta de no tratar al otro como un objeto para sus propios fines, sino como un sujeto de
experiencia igual.
La postura marxista que sigue la línea de estas dos posturas anteriores, enfocándose
más en las relaciones, condenando que bajo una sociedad capitalista la mujer se case por
sobrevivir y el hombre obtenga una sirvienta y reproductora, bajo esta postura es
permisible sólo si son iguales las partes, y no están motivadas por necesidades
consecuentes de una posición desigual. La postura feminista sigue este camino, pero
enfocado a la opresión de la mujer por parte del varón, al haber esta desigualdad,
propone en algunos casos relaciones desligadas al varón y al rol histórico de la mujer.

Como resultado de todo esto, podemos formar una opinión, que quizás sea muy universal,
donde, el sexo no es malo en sí, inclusive desde las diferentes posturas, ya que sea por
supervivencia o por gratificación, se reconoce como algo necesario. Aún las posturas más
puritanas que condenan el deseo sexual, lo hacen cuando éste está bajo impulsos sin
razón, o como algo que se adora excesivamente, y defienden un punto permisible para
realizar actos sexuales sea en las condiciones o bajo las restricciones que sea. La
esencia de la sexualidad es obtener placer mediante los actos sexuales, estos actos,
muchas veces son compartidos con nuestros semejantes, y para desarrollar una buena
relación con los demás, y aspirar a una vida buena en general, lo primero que debemos
tener en cuenta es que lo éticamente permisible referente al sexo es los actos que estén
bajo los términos que describan una relación similar a un contrato, donde cada uno recibe
una parte, pero donde no se viola ni el consentimiento, ni la libertad, ni la honestidad, ni el
trato humano a ninguna de las partes, donde la igualdad entre los dos esté presente para
dispersar el aprovechamiento, y las motivaciones que surgen bajo la presión o las
desventajas de no estar en una posición de igualdad respecto al otro.

Es necesario agregar, que la postura del amor y la intimidad y la postura judeo-cristiana


poder existir bajo los parámetros de la premisa anterior, sin embargo, éstas ofrecen algo
más como apoyo a la permisibilidad, una es el sentimiento, como el amor genuino, que es
una fuerte guía a nuestros mejores actos morales, y otra es una visión de los actos
guiados a la espiritualidad, teniendo a Dios, ser moralmente perfecto como guía. No es
estrictamente necesario, desde el punto de vista de la ética contemporánea, seguir estos
dos puntos de vista por supuesto, pero son un plus o un adicional que reevalúa y nos
ayuda a decidir cual es el mejor camino para actuar correctamente con respecto al trato y
el cultivo de las relaciones humanas ligadas o que involucren el sexo.

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