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Capítulo V

Discusión de los resultados

A partir de los hallazgos encontrados, aceptamos la hipótesis alternativa general

que establece que existe relación de dependencia entre el síndrome de Burnout y

el afrontamiento al estrés dirigido al problema y a la emoción, en los profesionales

de salud de un policlínico de EsSalud de Lima.

Estos resultados guardan relación con lo que sostienen Guerrero (1997 y 2003) en

profesores, Blandín (2005) y Marín (2005) en médicos residentes, quienes señalan

que la forma cómo se hace frente al estrés tiene mucho que ver con la aparición del

síndrome de Burnout. Estas autoras expresan que las personas que más utilizan el

afrontamiento al estrés dirigido al problema son las que menos síndrome de

Burnout presentan. Ello es acorde con lo que en este estudio se halla. Además que
quienes emplean este afrontamiento en niveles medios tienden a desarrollar

Burnout en niveles medios y altos. Pero, en lo que no concuerda el estudio de las

autoras referidas con el presente, es que ellas mencionan que quienes utilizan más

el afrontamiento al estrés dirigido a la emoción son los que presentan mayores

niveles del síndrome de Burnout. En este estudio, no se encuentran esos

resultados. Los hallazgos de esta investigación arrojan que las personas que

emplean el afrontamiento al estrés dirigido a la emoción, en niveles altos, también

presentan niveles bajos del síndrome de Burnout. Y quienes emplean este

afrontamiento en niveles medios, si desarrollan Burnout en niveles altos. Vale decir,

que, los profesionales de salud que se han estudiado, en esta ocasión, los que

usan en niveles altos el afrontamiento al estrés dirigido al problema o a la emoción,

van a tener menos probabilidades de ser víctimas del síndrome de Burnout,

dependiendo de las subdimensiones, como veremos en el siguiente párrafo.

Encontramos, así mismo, que de todos los modos de afrontamiento al estrés

dirigidos al problema, el uso en niveles altos de las subdimensiones de planificación

de actividades y supresión de actividades competitivas hace que se tenga bajos

niveles del síndrome de Burnout. Y quienes usan estas mismas subdimensiones en

niveles medios desarrollan altos niveles del Burnout. Eso significa que las personas

que planifican las estrategias que van a utilizar o la forma cómo van a afrontar la

situación estresante, se preparan y saben lo que van a realizar, por eso es que no

desarrollan el síndrome de Burnout o, si es que lo padecen, presentan niveles

bajos. Lo mismo sucede con las personas que suprimen o dejan de lado todas las

actividades que podrían interferir con el afrontamiento de la situación estresante y

se concentran en solucionar esa situación lo antes posible. Los profesionales de

salud, por su misma actividad y el hecho de tener responsabilidad por vidas

humanas que se ponen en sus manos, necesitan solucionar las situaciones

estresantes de inmediato, ya sea planificando las actividades lo más pronto posible


o suprimiendo todo aquello que pueda interferir con esa labor. Sólo así, muchos de

ellos, consiguen disminuir sus niveles de estrés y no desarrollan el síndrome de

Burnout.

En forma similar, de todos los modos de afrontamiento al estrés dirigidos a la

emoción, el uso en niveles altos de las subdimensiones de búsqueda de soporte

emocional y distracción son los que hacen que las personas tengan bajos niveles

del síndrome de Burnout. Escriba-Agüir (2002) también encontró que las

estrategias más utilizadas por los médicos eran las centradas en la emoción, sobre

todo, la desconexión conductual y la búsqueda de apoyo emocional. Igualmente

Romero (2004) encontró que el soporte emocional de los compañeros disminuye el

agotamiento emocional.

Se podría decir que cuando las personas buscan simpatía y comprensión de los

que les rodean, logran aminorar su estrés, esa es la forma en que algunos se

comportan con la finalidad de disminuir el estrés o disminuir las consecuencias

negativas que le podría traer la situación estresante. Algo parecido ocurre con las

personas que afrontan el estrés usando la distracción, haciendo muchas cosas

para no pensar o no asumir la situación que le esté produciendo estrés. Piensan

que con negar o evitar el hecho estresante es suficiente. En el caso de los

profesionales de salud que estamos estudiando, la búsqueda de soporte emocional

se da cuando comentan sus problemas con familiares, amigos o parejas buscando

su comprensión y apoyo para el mejoramiento de su situación problemática. Así

mismo, el hecho de ignorar los problemas de los pacientes o de los requerimientos

o dudas de los familiares, utilizando alguna forma de distraerse y alejarse de ellos,

es una manera que utilizan para no estresarse.


En lo que respecta a la relación entre el síndrome de Burnout y la variable

sociodemográfica sexo en este estudio no se encuentra relación alguna. En cambio

Grau (2008), Albaladejo (2004), Sánchez (2005), Román (2003) y Capa (2004)

mencionan que son las mujeres las que más síndrome de Burnout presentan.

Contrariamente Blandín (2005) y Quiroz (2003) encontraron en sus respectivos

estudios que son los hombres los que hacen más Burnout que las mujeres. Y, por

otro lado, Gutierrez V. (2006) y Arce (2006) opinan que ni el sexo ni las demás

variables sociodemográficas tienen mayor relevancia.

Este hallazgo nos puede llevar a pensar que tanto hombres como mujeres pueden

verse afectados por el síndrome de Burnout porque los factores desencadenantes y

facilitadores del síndrome, son iguales para todos y el hecho que el síndrome se

haga presente o no depende de otras variables, no necesariamente del sexo de los

sujetos.

En cuanto a la relación entre el síndrome de Burnout y la variable sociodemográfica

edad encontramos que sólo los profesionales adultos-jóvenes, de 33 a 49 años de

edad, expresan altos niveles de baja autorrealización personal. Los profesionales

de las demás edades no manifiestan este síndrome, en su totalidad ni en las otras

escalas.

Autores como Grau (2008), Blandín (2005), Sandoval, opinan que son los

profesionales más jóvenes, menos de 40 años de edad, los que hacen Burnout con

más facilidad. En cambio, Gutiérrez A. (2006) opina que son los profesionales

mayores de 41 años de edad los que presentan baja realización personal. Por otro

lado, Gomero (2005) y Gutiérrez V. (2006) dicen que la edad es indiferente.


Este resultado nos hace pensar que cuando los profesionales de salud empiezan el

ejercicio de su profesión, siendo jóvenes, muestran ímpetu, ansias de atender a sus

pacientes lo mejor posible, se involucran demasiado con su trabajo y con sus

pacientes, asumen que pueden cumplir con todo. A lo largo del tiempo, parece que

ese ímpetu y esa motivación inicial van disminuyendo, ellos se van acostumbrando

a la realidad, van asumiendo las situaciones tal como se presentan y ya no sufren

los estragos del estrés tanto como cuando eran más jóvenes.

En cuanto a las profesiones del área de salud que más padecen del síndrome de

Burnout, en este estudio, se confirma que los enfermeros y los obstetras son los

que suelen presentar altos niveles del síndrome de Burnout, en comparación con

los demás profesionales de salud. Estudios de Grau (2008), Órdenes (2004),

Gutiérrez V. (2008) y Arce (2006) guardan relación con lo encontrado en esta

investigación, en lo referente a los enfermeros.

Cabe destacar, respecto a los obstetras, que el único estudio que los menciona es

el del psicólogo Capa (2004), quien señala que ellos son los que presentan más

altos niveles de Burnout que los demás profesionales de salud. Este estudio

confirma ese resultado.

Estos hallazgos nos hacen pensar que las personas que tienen estas profesiones

están más propensas a presentar este síndrome. Quizá sea, en el caso de los

obstetras, porque tienen en sus manos la responsabilidad de dos vidas: la de la

gestante y la del feto, además no cuentan con mucha libertad para tomar

decisiones y se encuentran en un nivel intermedio entre los médicos y los

pacientes. Los obstetras y las obstetrices son los que están en contacto directo con

las pacientes y con los familiares de ellas, llámense esposos, padres o suegros. Es

el caso, también, de los enfermeros. Ambos profesionales viven de cerca el dolor,


el sufrimiento y la problemática social de sus pacientes. Lamentablemente, ellos

son los que reciben menos reconocimiento social. Sin embargo, asumen estas

situaciones desfavorables de los pacientes. Situaciones que no son atendidas por

los otros profesionales de salud.

Capa (2004) refiere en su estudio, como una posible explicación, que en nuestro

medio los obstetras y obstetrices son un gremio poco valorado y reconocido por el

personal de las áreas médicas.

Es probable, entonces, que estas sean algunas de las razones por las que estos

dos grupos de profesionales desarrollan el síndrome de Burnout mucho más que

los otros profesionales de salud.

En lo concerniente al tiempo de servicio, en esta investigación no se encuentra

relación con el síndrome de Burnout. Sin embargo, en los estudios de Grau (2008),

Sandoval y Blandín (2005) si se encuentra relación. Se afirma que los profesionales

de salud que presentan el síndrome de Burnout son los que cuentan con menos

años de tiempo de servicio, alrededor de menos de 10 años. Más bien, los

respectivos estudios de Órdenes (2004), Díaz (2003) y Sánchez (2005)

mencionan, al igual que en el presente estudio, que el tiempo de servicio es

indiferente al síndrome de Burnout.

Estos datos, en cierta medida concuerdan con la edad, reafirmando que los

profesionales que recién ingresan a ejercer su profesión en un centro hospitalario

de Minsa o EsSalud, muchos de ellos jóvenes, son quienes esperan mucho de sus

profesiones, en lo social y en lo económico, mayormente, y al contrastar esas

expectativas con la realidad, empiezan a perder el ímpetu con el que iniciaron.


Con relación a la condición de contratado o nombrado tampoco se encuentra

dependencia con el síndrome de Burnout en el presente estudio.

Por otro lado, el afrontamiento al estrés, en este estudio, no guarda relación de

dependencia con las variables sociodemográficas estudiadas. Hecho que se podría

explicar porque las personas afrontan las situaciones estresantes de maneras muy

diversas según sus recursos de afrontamiento y según sus personalidades, en lo

cual, nada tiene que ver la edad, el sexo, la profesión, el tiempo de servicio y la

condición laboral de nombrado o contratado. Lo que queda corroborado por

Ferreyros (2005) quien afirma que no existe asociación entre los estilos de afronte

racional en función de sexo.

En lo referente a la descripción del síndrome de Burnout en estas personas en

estudio, vemos que el 34% de ellos se encuentra con un Burnout alto, otro 34% con

un Burnout medio y un 32% con un Burnout bajo. Además, de los que sufren un

Burnout alto el 38% se despersonaliza más que los otros. El 36% se presenta con

cansancio emocional y un 35% con falta de realización personal.

Este es un hecho preocupante, pues, como ya sabemos, gran parte de nuestra

población asegurada por EsSalud, recurre a los servicios médicos de los hospitales

o policlínicos que le son asignados y encontrarse con profesionales en mal estado

psicológico es sumamente peligroso, tanto para la vida y salud de los pacientes

como para ellos mismos. EsSalud es una institución muy polémica en nuestro país,

especialmente por la percepción que tienen los usuarios de la calidad de atención

con que brindan sus servicios. Quizá las expectativas del público sean más altas de

lo que el servicio puede brindar o quizá eso responda a los hallazgos de este

estudio.
Estos resultados guardan relación con lo que afirma Grau (2008) quien encuentra a

los profesionales de salud con un 36.3% de Burnout alto. Igualmente, Blandín

(2006) halla a estos profesionales con un 28% de Burnout alto. Gutierrez A. (2006)

observa a las enfermeras con un 60% de Burnout entre alto y medio. También

Román (2003) halla a los médicos de atención primaria con un 30% de Burnout

alto. Capa (2004) encuentra a todos los profesionales de salud de Lima con un 44%

de Burnout. Puialto (2006) el 13%. Y Órdenes (2004) encontró el 31%. Sólo

Gomero (2005) encuentra un médico con Burnout en el hospital de Cuajone. Y Díaz

(2003) no encuentra Burnout en las enfermeras de los hospitales de Trujillo.

Mientras Quiroz (2003) en un hospital de EsSalud del Cuzco no encontró Burnout

en grado alto, sólo 10,9% en enfermeras y 1,4% en médicos.

Mientras en este estudio se encuentra poca diferencia entre las escalas del

síndrome de Burnout (en niveles altos el CE=36%, DP= 38% y RP= 35%) otros

estudios como el de Albaladejo (2004) encuentran que las enfermeras son las que

más se despersonalizan. Puialto (2006) dice que hay más cansancio emocional.

Gutierrez V. (2006) afirma que las enfermeras del Hospital Militar de Lima tienen

Burnout en 26,92% y de ellas el 3,8% están con cansancio emocional moderado, el

3,8% con despersonalización y el 19% con falta de realización personal. Aranda

(2005) encontró que de los médicos con Burnout, 41,8%, la mayoría estaba con

cansancio emocional, más que las otras dimensiones.

Por último, en cuanto a la descripción del afrontamiento al estrés que estos

profesionales utilizan, vemos que el 25% usa el afrontamiento al estrés dirigido al

problema en un nivel alto, el 51% en un nivel medio y el 24% en un nivel bajo. Lo

que nos hace pensar que ese 25% de profesionales es bastante probable que no

hagan el síndrome de Burnout. Y en lo que respecta al afrontamiento al estrés

dirigido a la emoción, encontramos que el 24% de estas personas utilizan este


afrontamiento en un nivel alto, el 50% en un nivel medio y el 26% en un nivel bajo.

Ello, igualmente nos hace pensar que ese 24% de personas no van a padecer el

síndrome de Burnout.

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