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EL
P ROSLEMA
SOCIAL
DE
1\(UESTRO
TIEMPO
Y EL
OBRERO
CONf ERENCIA PRONUNCIADA
EN BUENOS AIRE3

FORO DE LA LIBERTAR DE TRABAJO


SANTIAGO CHILE
1863
ALBERT H'uNOLD

EL PROlBLEMA SOCIAL
DE NUESTRO TIEMPO,
Y EL OBRERO

Conferencia pronunciada en Buenos Aires

F O R O DE LA L I B E R T A D
D E T R A B A J O
Santiago-Chile
1 9 6 3
FORO
DE LA
LIBERTAD DlE TRABAJO
Presidente '
OSCAR RUIZ-TAGLE H
Directores
PABLO ALDUNATX FE.
JAVIER E CHEVERRIA A.
GUILLERMO ELTON A.
E U G E N I O HEIREMANS D.
RICARDmO CrLARO V.
FERNANCO LARRAIN P.
OSCAR ROCUANT F.
,A LBERT Hunold, eminente economista, es miembro
del Directorio de la Seccián Económica del Instituto
Suizo de Estudios Internacionales. y Miembro Ejecuti-
v o del mencionado Instituto; pertenece también a la Fun-
dación Rockefeller.
Nació e n 1899 e n Suiza. S e graduó e n ciencia naturales
y matemáticas e n la Universidad de Zurich, donde también
obtuvo el doctorado e n Derecho. Además, cursó estudios
en las Universidades de Ginebra y Londres
EN 1930 comenzó su actuación como Secretario de ki
Bolsa de Comercio de Suiza; fue secretario de la Asociación
Suiza de Banqueros; Director asociado del Banco Su.izo de
Crédito, e n Zurich, y Director do C l m p r a o V e n t a e n el
Mercado de la Federación Suiza de Fabricantes de Relojes
e n Bienne, Suiza.
Pero indudablemente, la obra de mds trascendencia
emprendida por el doctor Hunold fue la fundación de la
sociedad de Mont Pélerin, obra que emprendiera coniunta-
mente con los distinquidos economistas. nzl~,ndialmenteco-
nocidos, Friederich Hayek y W i l h e l m Roeoke, con el fin de
estudiar y difundir los princiGos búsicos 1 , las doctrinas
que llevaran a un orden económico y social que preserve-
rá la libertad de 19s individuos y los pueblos.
Quienes se afiliaron a la Sociedad de Mont Pélerin
-llamada así por el lugar e n que .celebraron su primera
reunzon- se propusieron actuar individual y personalmen-
te, sin ocultclrse, como los colectivistas, detrás de programas
y resoluciones.
Como ha expresado el propio doctor Hunolds "Nunca
se podrán ponderar deliberadamente los resultados obteni-
dos por hombres como Lovis Baudin, Karl Brandt, Luigi
Einaudi, Ludwig Erhard, Walter Euchen, Friederich A.
Hayek, John Jewkes, Frank Knight, Salvador de Madaria-
ga, Ludwig v o n Mises, William Rappard, Lord Robbins,
William Roepke, Jacques R u e f f y Alexander Rustow ... pa-
ra mencionar solamente a algunos de los doscientos cin-
cuenta miembros de la Sociedad".
Tal v e z pueda considerarse a los miembros de la So-
ciedad de Mont Pélerin -de la cual el doctor Hunold es
Vicepresidente desde 1960- como el más sólido baluarte
de la lucha ideológica en el campo económico y social, e n
contra del avance del marxismo. El éxito obtenido e n va-
rios países al aplicar las ideas sustentadas por ellos, abre
u n porvenir de claras esperanzas para el sistema basado en
la libertad.
El doctor Hunold fue invitado por el Foro de la Libre
Empresa, a dictar tres conferencias e n B u e n ~ sAires. En
consideración al extraorclimrio interés de esas conferen-
cias, y claridad de exposición, hemos solicitado autorización
para publicarlas y difundirlas e n Chile. Agradecemos en
todo lo que vale al Foro de la Libre Empresa, la coopera-
ción que nos presta al autorizar esta reproducción.
Publicamos ya las dos primeras de esas conferencias
del doctor Hunold, tituladas "El Renacimiento de la Eco-
nomía de Mercado Libre" y "Ayuda Económica: Ruta ha-
cia la Libertad o Irc. Esclavitud". Ahora tenemos el agrado
de presentar la tíltima de elkzs que versó sobre "El Proble-
ma Social de Nuestro Tiempo y el Obrero".
UISIERA volver sobre el postulado de mi primera

Q conferencia: la economía de mercado libre


como garantía de una sociedad libre. Aún
aquellos que comparten la filosofía de la li-
bertad y se sienten como defensores absolu-
tos del mundo libre y sus instituciones libres pueden ha-
cerse la seria pregunta: ¿Nos trae justicia y solidaridad
este sistema de empresa y mercado libres? ;No es, por su
mismo carácter, un sistema arbitrario, creador de injus-
ticias sociales y precursor de una desintegración de la
sociedad humana? En otras palabras, ¿crea la economía
de mercado libre como tal una solidaridad humana? ¿No
tiende la competencia entre individuos que solamente per-
siguen sus propios fines, y cuyos intereses son el único
motor del proceso económico, a crear el efecto opuesto,
actuando como dinamita en lugar de como ceinento de la
integración social?
Estas son preguntas de 1.a mayor importancia, de las
que hemos de ocuparnos ahora y, por ello, no es mera
casualidad que los alemanes no llamen a su economía de
mercado economia de mercodo libre sino economía de
mercado soicial. Esto implica la necesidad de introducir
en este orden económico un factor integrante que lo haga
"social", a fin de que los hombres se sientan encajados,
lo que los alemanes llaman "recogidos", el contrario de
S
"tirados", para emplear un término de la moderna filoso-
fía existencialista. En efecto, el hallarse "recogido", por
una parte, y el encontrarse "tirado", expuesto, por otra,
parece ser el antagonismo crucial de- nuestro tiempo. Lo
primero constituye un factor integrant~epara la sociedad
y lo segundo zui momento desintegrante de la misma, que
conduce a su atomización.
Ello nos lleva al problema central y, queramos o no
queramos, hemos de plantearnos la cuestión siguiente:
¿Puede el principio de la solidaridad, factor integrante
imprescindible de nuestra sociedad, aplicarse y extenderse
al campo de nuestras actividades económicas? En otras pa-
labras, jse basa nuestra economía de mercado libre en el
principio de la solidaridad? A esta pregunta hemos de
contestar rotundamente que no. La competencia, uno de
los pilares de nuestro orden económico de la economía de
mercado libre, es precisamente lo contrario d e la solida-
ridad.
Fue un error fundamental del capitalismo del "dejar
hacer" el creer en instituciones de carácter poco menos que
divino y en u n orden en el que la suave actuación d,e una
"mano invisible" lo condujera todo con perfecta armonía.
Esta creencia casi religiosa en la armonía, h e ciertamente
uno de los errores más grandes de nuestros antepasados
liberales.
La diferencia entre los defensores de un liberalismo
del "dejar hacer" y los llamados neoliberales de nuestro
tiempo, consiste en la convicci6n de estos íiltimos de que
la economía de mercado libre, para funcionar de fonna
que los humanos se sientan "recogidos" en la misma, ne-
cesita algunas "intraestructuras", o sea "estabilizadores
sociales". En efecto, se ha podido observar, sobre todo en
Alemania, que, a pesar del enorme ascenso del nivel de
vida, las gentes no se sentían felices sino desgraciadas.
Este malestar se nota también en otros paises occidentales.
.., Digamos las cosas con claridad. No cabe duda de que
la competencia representa exactamente lo contrario de la
soli,daridad y que cudquier esfuerzo por mezclar estos
6
dos principios llevaría a la destrucción de uno de los mis-
mos o de los dos a la vez. ¿Cómo podemos salir d e este
dilema? ¿Hay una solución de tal ~ntinomia?Evidente-
mente, el principio d e la solidaridad debería aplicarse so-
lamente donde no destruya el orden del mercado. ¿Pero
cómo hacerlo? ¿Cómo podríamos crear en nuestra sacie-
dad un estado análogo al de un de tenis, e n el que
los dos jugadores de cada lado'de la red están unidos por
una completa solidaridad. En tanto que por encima de la
red, existe una competencia dura y aguda?
La razón por l a cual preconizamos una economía com-
petitiva de mercado libre es doble, a saber:
a) este sistema, basado en el interés propio, resulta
más productivo y eficiente que la economía de
planificación central;
b) este sistema conserva la libertad política y cultu-
ral, en tanto que la planificación central conduce
al totalitarismo.
Por ello, podemos deducir que el sist3rne. económico
que conserva la libertad es, a la vez, el mas productivo.
Pero, jcómo introducimos en este siskma los corre-
lativos necesarios las "intraestructuras" a fin de hacerlo
"socid" al mismo tiempo y evitar crisis sociales "en ca-
tarata", como lo demuestra claramente la historia del siglo
diecinueve y de la primera mitad del siglo veinte? En los
últimos cien años, se ha comprobado que !a fe ciega en
una armonia preestablecida así como la ciega creencia en
el funcionamiento automático de nuestro sistema econó-
mico, merced a la "mano invisible", son la mavor quimera
de nuestro tiempo y que el "dejar hacer'' y la filosofía
clásica de l a "armonía autorreguladora" han conducido a
la humanidad a descuidar totalmente la construcción de
un orden social sólido. Ello ha motivado !a intervención
estatal, que entró, por decirlo así, por la puerta de detrás,
creando, en consecuencia, un sistema económico que re-
presenta u n coctel imposible de beber, de diferentes ele-
mentos antagónicos, con el infausto resultado de una de-
formación completa \de la economía de mercado libre.
~ T r á t a s everdaderamente de un problema análogo al de la
cuadratura del círculo? ;No hay esperanza alguna de al-
canzar un orden social basado en la libertad y dignidad
humana que garantice también una solución del problema
socid de nuestro tiempo? En otras palabras, el "neolibe-
ralismo", a diferencia del "dejar hacer" de nuestros abue-
los, trata de hallar un sistema que garantice un funciona-
miento sin trabas de la economia de mercado libre y esté
equipado con los componentes necesarios dz una estruc-
tura humana, ética y social en la que el hombre pueda
sentirse "recogido" y feliz. ¿Percibimos ya e! rayo de es-
peranza de una solución que. según la expresión de Wal-
ter Eucken -en una conferencia pronunciad? en la Es-
cuela de Ciencias Económicas d e Londres(1)-, daría fi a
esta !,''edad frustrada"?
Si es verdad que nuestra economía de mercado libre
supone una antinomia, porque el ser humano desea la soli-
daridad, y la competencia crea u n elemento hostil a esta
tendencia, jcómo saldremos del dilema? Unicamente, co-
mo ya dijimos, manteniendo los primipios de la solidari-
dad donde sea posible y abandonándolos dolzde se revalen
imposibles, con vistas al buen funcionamiento del me-
canismo de mercado.
He aquí u n ejemplo: en el interior de su propia em-
presa, el industrial puede crear una atmósfera de solidari-
dad; pero fuera de la esfera de su caca, en el mercado, con
sus leyes de oferta y demanda, se halla en la atmósfera
hostil d e la competencia, que le obliga a la lucha. En otras
palabras, en el campo de su propia empresa, dispone de
todas las posibilidades d e favorecer la integración social,
de armonizar los intereses individuales y de crear un es-
píritu cooperativo y de trabajo de equipo entre sus em-
pleados así como d e respeto por los directores de la em-
presa. Un instituto sociológico de Hamburgo. al organizar
recientemente una encuesta entre los obreros sobre sus
deseos y preferencias, obtuvo la siguiente sorprendente
clasificación de los resultados:
1 Walter Eucken:. "This u~successful age", Wiiliam Hodge,
London 1951.
8
1.0 Seguridad del empleo
2.0 Jefes rectos
3.0 Solidaridad entre los obreros
4.0 Instituciones sociales
5.0 Jornales justos
Fíjense en que 10s jornales e institucjones sociales
van al final de la esca!a, en tanto que un jefe recto viene
en segundo lugar, inmediatamente después de la seguridad
de1 empleo. Así, pues, ante todo es la atmósfera reinante
en una empresa lo que importa, y ésta es, como siempre
lo ha sido, el origen de los trastornos de nuestro tiempo.
Por ello, el postulado d e estimular a los Uinventores so-
ciales" no ha de extrañar. Los obreros en el interior de la
empresa deberían adquirir una sensación de solidaridad
análoga a la de s u arraigo e n la familia, o en las ~ e q u e ñ a s
comunidades de sus pueblos o en vecindario de sus ciu-
dades. A este propósito, Alexander Rüstow creo la expre-
sión de "política orgánica", o "vital", que considera co-
mo base esencial de lo que en Alemania se llama "econo-
mía de mercado so~iaY"'(~)

¿Cuáles son das conclusiones a deducir de estos he-


chos? ¿Cómo podemos mejorar las relaciones entre la Di-
rección y los trabajadores, a fin de arreglar le inquietud
de nuestro tiempo? Hasta la fecha, se han utilizado, prin-
cipalmente, tres métodos para solucionar el problema SO-
cial:
loContado más estrecho entre la Dirección y el per-
sonal;
29 Contacto más estrecho entre los sindicatos, por una
parte, y las sociedad,es patronales, por otra, for-
mando así organizaciones de un solo ramo o de
toda la industria;
39 Intervención del Estado en las relaciones sociales.
2 Alexander Rüstow: Organic Policy (Vitalpoliti&; versus M a s
Regimentation. "Freedom and Serfdom", An Anthology of Western
Trought. Editd by Albert Humold. D. Reidel, Dordrecht-Holland,
1961.
Así, pues, podemos 'distinguir tres categorías de la
política social:
A. Política social de empresa, esto es, colaboración en-
tre la Dirección y los obreros en la empresa par-
ticular;
B. Política social corporativa, esto es, colaboración
entre los sindicatos, por una parte, y las uniones
patronales, por otra;
C. Política social del Estado, por ejemplo, seguro so-
cial, etcétera, la que conduce, llevada más adelan-
te, al estado de beneficencia, con su seguridad "de
la cuna a la tumba".
¿Cuál es la solución correcta? Ciertamente no la ter-
cera, la intervención estatal. En cambio, la política social
de empresa y la corporativa deberían ser los pilares fun-
da?mentales d e una solución del problema social, y el Es-
tado, según 'el principio de la subsidiaridad, debería inter-
venir solamente cuando los otros dos no pudieran actuar
satisfactoriamente.

A. Pollitica social de empresa

Quisiera darles un ejemplo para mostrar cómo las rela-


ciones entre la Dirección y el personal pueden mejorar
por la política social de empresa. Una casa suiza observó,
por una encuesta realizada en la empresa, que los senti-
mientos de discordia y descontento procedían muchas veces
de 12s mujeres de los operarios. por su incapacidad en las
faenas de la casa el guisar y cuidado de los niños. A fin
de curar el mal, el director decidió convertirse en "in-
ventor social" y prometió que cada obrero recibiría cierta
suma de dinero si su mujer o futura se aviniera a seguir,
durante un año, un cursillo de cocina y adiestramiento
doméstico y presentarse a un examen, al fina! del mismo.
Los obreros casados, sobre todo los de más edad, pusie-
ron grandes reparos a enviar a sus mujeres a tal cursillo,
por temer comentarios sarcásticos si éstas no lograran pa-
sar d examen; pero las parejas jóvenes, sobre todo los
todavía no casadas, celebraron le propuesta, animados
10
-naturalmente- por la respetaable suma puesta a s u dis-
posición para su casamiento. Este es solamente un ejem-
plo, escogido entre otros muchos, de cómo la política so-
cial puede resolverse dentro de la misma empresa, donde
radica, la más de las veces, la intranquilidad social. El
eIemento más importante para una labor eficaz de la po-
lítica social en la empresa lo constituyen Ins comités de
obreros y empleados, mediante los cuales los contratantes
individuales de parte de los tr2,bajadores están en condi-
ciones de discutir libre y directamente sus peticiones y
deseos con la otra parte, es decir, la Dirección.
3

En Suiza tenemos, eil este oraen de ideas, una ex-


periencia de más de medio siglo, Sin embargo, ha de te-
nerse presente que el desarrollo industria1, de Suiza fue
completamente distinto(3)del de otros paises europeos, có-
mo por ejemplo Alemania y la Gran Bretaíía. Los obreros
suizos son más campesinos y menos proletarios que los de
otros países. A este respecto, el origen campesino no sólo
de los obreros sino d e todo el pueblo desempeña un papel
muy importante.
Los probllemas de alojamiento, viviendas y colonias
de casas d e vecindad o familiares, pupilaje de los obreros,
hogares infantiles para los lactantes y niños d e madres
obreras, servicio de autobuses a las fábricas, estructuración
del horario, etcékera etcétera - todo ello ha quedado arre-
glado en la gran mayoría de las fábricas suizas desde fines
del siglo diecinueve, y hasta hay tesis doctorales sobre
esta "invención social".c4) El éxito de las comisiones mixtas,
especialmente en la casa Sulzer Hermanos de Winterthur,
de gran importancia e n el ramo metalúrgico, donde se ini-
ciaron ya en 1890, reside en el hecho de que los que tra-
tan los problemas con los obreros no son personas de se-
gunda categoría, peritos de relaciones públicas, etcétera,
sino los jefes superiores de la compañía, sea el presidente
mismo o u n vicepresidente con poder ejecutivo.
>' .
3 Albert Bunold: The Industrial mvelopment of Switzerland.
h2tional Bank of Egypt Fiftieth Anniversary Commemoration ., . Lec-
tura, C a n o and Zurich, 1954. '.-(:
4 Werner Kellerhals: Arbeiterkommissionen, m s e l 1949. Hein-
rich Welti: Me Arbeiterkommissio~enin den privaten Betrieben. Ein
Versuch zur Becimmung ihrer Rechtsnatur::Affoltern Ztirich, 1952.
La idea de la política social de empresa en forma
de una comunidad que culmina en la "comisión mixta" no
es nada nueva. Sus principios se remontan a la revolución
industrial, iniciada en el siglo diecinueve. Sil padre espi-
ritual fue u n sociólogo francés Francois Leplay (1806-
1882) fundador de la "Escuela de la Paz Sociaj". Sus ideas
fueron desarrolladas y mejoradas por Richard Ehrenburg
y Go&z Briefs. Ehrenburg señaló la importancia de un
contacto más estrecho entre los obreros y la Dirección en
la empresa misma, diciendo: "El punto principal del pro-
blema social radica en que tanto la Dirección como el per-
sonal son órganos de la empresa. Por e!lo, tienen el interés
común de que su empresa prospere y marche bien. Esto
es mucho más importante que el antagonismo de intereses
entre las dos partes. . ."

La idea de combatir las perturbaciones sociales en


el núcleo mismo de las relaciones sociales, cn la fábrica,
en la oficina, o en el lugar de trabajo, es ciertamente ex-
celente. 'Si lográramos resolver tantos problemas como fue-
ra posible en las células mismas de la economía, las em-
presas; se habría dado ya un gran paco hacia la paz social.
La comunidad (de empresa y la política social de empresa,
cuyos objetivos consisten en crear una integración social y
formar las células de una economía capaz de resistir a las
perturbaciones sociales, son ciertzmente dos factores de
gran provecho y no deberían ser descuidados por los jefes
de empresa, si bien los propugnadores de tal política pue-
den entrar en conflicto con los sindicatos, que se esfuerzan
por mantener al obrero en sus filas y evitar todo cuanto
pudiera darle a entender que los sindicatos, desde muchos
puntos de vista, constituyen ya organismos anticuados.
Antes de abordar este segundo sector de las r e l a
ciones sociales, es decir, los sindicatos, por una parte, y
las organizaciones patronales, por otra, al que hemos llama-
do politica social covporativa, digamos todavía dos pa?abras
acerca de los sindicatos y su puesto en la sociedad actual.
E h la época inicial del capitalismo, la de la Iucha de
clases, los sindicatos desempeñaron, ciertamente, una
función muy importante. Pero la sociedad que sirvió de
"humus" a la lucha de clases y favoreció la formación de
los sindicatos ha desaparecido, ya hace tiempo, y desde
entonces viene desarrollándose un nuevo orden social.
Existe todavía, como es normal en cualquier sociedad,
cierta jerarquía; pero ya no hay, por lo menos en el oeste
de Europa y los Estados Unidos, una separación definida
entre los que tienen y los desposeidos, ricos y pobres, PO-
der e impotencia política. La fuente principal de la intran-
quilidad social, el odio de clases, que, hace un siglo, dio
a !os sindicatos la posibilidad de desarrollarse, es hoy día
un hecho histórico. Banderas rojas, huelgas violentas, re-
vueltas de fábrica, trabajo de niños.. . todo esto ha de-
saparecido e n gran parte, por lo menos, en Europa

Por ello, muchos han la ci~estiónde si


los sindicatos se justifican todavía en nuestra sociedad ac-
tual. ¿No se han convertido ya en monumentos vivos en
una época en la que el número de plazas disponibles es
un múltiplo de los parados? Hasta el bienestar ya no es un
objetivo intrínseco. Hay un óptimo alcanzable, y más allá
pe'igran el orden económico y la sociedad como tales. Du-
rante mi estada en los Estados Unidos, hace unas sema-
nas, oí la siguiente anécdota. En un ramo iricl~istrialhubo
disputas con el personal. Los directores ~ c a ~ b a b aden
arreglar la cuestión con los jefes de los obreros. Uno de
los directores preguntó entonces a un líder obrero:

¿Qué pedirán ustedes el año que viene? - Más.


¿Y el año después - Más aún.
¿Y u n año más tarde? - Todavía más.
L a anécdota siguiente la oí en Alemania. En una
asamblea de obreros, se levantó un demagogo y exclamó:
"A partir del año próximo, tendremos la semana de un día
y trabajaremos solamente los miércoles." Entonces se oyó
la voz de uno de los asistentes, preguntando: "'iTodos los
miércoles?"
Esto, naturalmente, conduce a un contrasentido
completo y los sindicatos que se dedican a la política y
siguen tales directrices no rebasan solamente, con mucho,
los límites de la productividad sino que se dirigen contra
los consumidores, que son siempre las víctimas de exigen-
cias de jornales exagerados.
En el conjunto de los sindicat.0~pueden distinguir-
se tres tendencias, a saber:
a) los extremistas, comunistas o simpatizantes con
la extrema izquierda,
b) los opuestos al extremismo, que se hallan, sin
embargo, en cierto estado de perplejidad, por no
haber encontrado todavía nuevos conceptos y
una nueva filosofía, y
c) los que pertenecen a la categoría de los "inven-
tores sociales", las mentes creadoras, que se sien-
ten responsables de nuestra sociedad libre.
Esta tercera categoría de jefes obreros tienen pers-
pectivas de sacar a los sindicatos de su dilema y trans-
formarlos de organismos que luchan por o1 poder en un
factor de orden de la vida social. La responsabilidad hacia
la comunidad confiere a los líderes obreros la legitimación
de a d u a r en la vida pública y hablar en nombre de la
clase trabajadora.
Tal estado de opinión encierra la esperanza de un
nuevo comienzo y es como la señal verde para los patronos,
a fin de ofrecer su colaboración a la política que llamamos
"política social corporativa".

B - P0,litica social corporativa

Esto nos lleva a la segunda posibilidad del acuerdo


social, la comunidad de ramo. Mientras que la comunidad
de empresa se establece solmente a base de una empresa
individual, entre los obwros respectivos y la Dirección de
la empresa, en cuestión, la comunidad de ramo se funda
14
en el acuerdo entre los sindicatos de cierto ramo, por una
parte, y los industriales,. es decir, la organización patronal,
en cuestión, por otra. Nótese que seguimos hallándonos
todavía sobre una base puramente contractaal, sin inter-
ferencia alguna del Estado y la Ley Pública. Espero que
no tomarán s mal si paso a hablar ahora algo más deta-
iladamente de una realización suiza que, en pocos meses,
celebrará los veinticinco años de su existei~cia,pues se
estableció el 19 de julio de 1937 entre la Asociación Pa-
tronal Suiza de la Industria Mecánica y Mstalúrgica y la
Federación Suiza de Obreros del Ramo Metalúrgico y de
la Industria Relojera.
Esta realización se llama !a "paz social".
Me doy perfecto cuenta de que las instituciones so-
ciales no son productos de exportación y que pecaría de
presimtuoso, y hasta de impertinente, si tratasa de ejercer
sobre ustedes una especie de presión para inducirlos a
imitar en su país lo que resultó eficaz en el mío y le valió
la halagüeña denominación de "el país de la paz social".
Por ello, no es de extrañar que tenga cierto reparo en ex-
poner este asunto y eghibir la vida social de Suiza, acor-
dándome del dicho de que las mejores mujeres son que-
llas de las que menos se habla. Me figuro q u e lo mismo
podría decirse de este contrato entre los obreros suizos
metalúrgicos y relojeros y los industriales del ramo y de
!a idea de concluir un acuerdo y establecer la paz sociai
sobre una base puramente contractual.
Este método h a de explicarse un poco, Fues vivimos
en una época en que la intervención del Estado se recla-
ma aún antes de producirse un conf7icto o de tomar di-
mensiones de cuidado.
Las federaciones sindicales se establecieron en Sui-
za en el último cuarto del sigIo pasado (Federación Suiza
de Sindicatos, en 1881 y determinaron, a su vez, en 1908
la fundación del otro contrario, la "Asociación Central de
las Organizaciones Patronales Suizas". En la primera
fase de las relaciones entre ambas partes, apenas fue po-
sible hablar de cualquier clase de "relación". Los sindica-
tos se hallaban ocupados en conflictos abierlios o se pre-
paraban para nuevas luchze. L a . actitud de los patronos
frente a ellos era de profunda desconfianza, tanto más
cuanto que los sindicatos no se limitaban a defender los
intereses económicos de sus miembros sino que, por sus
estatutos, se veían asimismo obligados a perseguir obje-
tivos de gran alcance y de naturaleza puramente política.
Así se hallaban las cosas antes y después de la pri-
mera guerra mundial. Luego, en el curso del cuarto dece-
nio, cuando los sindicatos vieron lo que Ies pasaba a los
sindicatos de la Rusia soviética y la A!emariia nacionalso-
cialista, el clima cambió por completo. &te gran cambio
se produjo, primeramente, en las industrias mecánicas y
metalúrgicas del país, que ocupan una posición especial en
la economía suiza, por ser el ramo más importante, tanto
respecto al número de operarios como a su participación
en la exportación. En 1961, se exportaron méquinas y re-
lojes por un valor de 4.794 millones 'de francos suizos, es
decir, un 54,3476 'del total (de las exportaciones suizas.
El 19 de julio de 1937, !a asociación patronal de la
industria mecánica y metalúrgica suiza y el sinclicato co-
rrespondiente concluyeron un acuerdo, llamado "convenio
de paz", que difiere fundamentalmente de 'os acuerdos
celebrados normalmente entre patronos y obreros. En pri-
mer lugar, el acuerdo no se refiere a cuestiones relacio-
n a d con ~ jornales. En cuanto a éstos, las regulaciones
~ ~ los
por acuerdo colectivo quedan excluidas expresamente y
su reso'ución se somete a contratos individtl.zles, sin recu-
rrir a jornales mínimos, medios o tarifas.
En cambio, .el convenio de paz de 1937 trata de
formular el espíritu con el que han de reso'verse los con-
flictos industriales y establ,ece las reglas por observar en
tales casos.
!En el preámbulo del acuevdo, las dos partes se
obligm a conservar el estado de paz que conviene a todos
los interesados en las industrias mecánica y metalúrgica
de Suiza. A este objeto, ambas partes acue~dzn:"'Orillar
mutuanente y de buena fe disensiones importantes y
eventuales disputas, tratar de arreglarlas se.o;iin los tér-
minos del presente acuerdo y mantener en absoluto la paz
durante su validez. Por tanto, se excluye cualquier me-
dida agresiva, como boicot, huelga o lockout, incluidas
eventuales diferencias no especificadas en este convenio".
Asimismo acuerdan:
Articulo primero. Que diferencias . Ze opinión y
eventuales disputas se traten, en primer lugar, en la em-
presa, procurando resolverlas en la misma. En cuanto lo
exija la envergadura de las empresas, se formarán en to-
ellas comisiones de operarios, cuyos estatutos y regla-
d a ~
mentos no han de contener ninguna cláusula contraria al
presente acuerdo. La constitución de cada comisión se
efectuará por la planilla de la fábrica.
Artiiculo segundo. Las cuestiones referentes a los
puntos siguientes de las condiciones de trabajo y sobre
las que no se haya podido establecer un arreglo m i g a -
ble entre patronos y obreros se someterán a los órganos
ejecutivos de ambas partes para su estudio y arbitraje:
a) modificaciones generales de los jornales, con ex-
clusión de tipos de salarios a base del Art. N.o
330 de la Ley Civil Suiza, los que, según lo
acostumbrado en la industria mecánica y meta-
lúrgica, seguirán regulándose por contrato indi-
vidual, es decir, sin recurrir a jornales mínimos,
medios o tarifados:
b) cambios de la jokada normal;
c) introducción y aplicación de sistemas de evalua-
ción de los jornales y jornales a destajo;
d) cumplimiento de los acuerdos citad.os en el ar-
tículo cuarto.
"Articulo tencero. Además, ambas partes se decla-
ran dispuestas a discutir por medio d e sus ejecutivas, en
cuanto se presente el caso, otras cuestiones importantes
referentes a las condiciones de 'trabajo generales en la in-
dustria mecánica y metalúrgica y que, en opinión de una
o ambas partes, necesiten dilucidmse. En tal caso, los de-
legados respectivos tratarán de buena f e hallar una so-
lución.
"Articulo cuarto. La resolución de determinada
cuestiones pueden constituir, eventualmente, el objeto de
acuerdos especiales. En este sentido, ambas partes han
adoptado acuerdos concernientes a: .-
Vacaciones ~ d elos operarios e indemnización -de
días feriados;
Contribución del patrono al seguro de subsidio por
enfermedad del operario;
Abono de I& ausencias por casamientc, nacimiento,
faIlecimiento e inspecciones militares de uniformes y equi-
pos ;
Dura3ción de la jornada.
"Articulo quinto. Si las ejecutivas de ainbas partes
no llegaran a un acuerdo, las cuestiones en litigio espe-
cificadas en el articulo seguiido con das letras a) y d) se
someterían a una comisión de arbitraje, cuys tarea consis-
te en resolver disputas colectivas -de ser pusible, ya e n
su origen- y lograr u n acuerdo conveniente. Asimismo,
se someterán a esta comisión de arbitraje las divergencias -
referentes a la interpretación de! presente acuerdo.
"Articulo sexto. L a comisión de arbitraje se com-
pone de un presidente, que goza de completa indepen-
dencia judicial y dos asesores imparciales. E! presidente
es nombrado, en cada caso, por ambas partes, conjunta-
mente. Este nombra, a su vez, a los miembros imparciales
de la comisión de arbitraje, a base de sendas listas de
propuestas, sometidas por cada una de las partes.
"Articulo séptimo. (Caso de no lograrse ningún
acuerdo, es decir si una de las partes r~litiaza la pro-
puesta d e compromiso de la comisión de arbitraje, ésta es-
tá autorizada, según el presente convenio, a emitir u n
fallo de arbitraje, con tal de que ambas partes hayan de-
clarado con anterioridad y expresamente la aceptación d e
tal fallo.
"Articulo octavo. Caso de que, en los puntos del
articulo segundo, letras a) y d ) , no se hubiera llegado
a ningún acuerdo por la comisión de arbitraje y tratán-
dose de graves dificultades, u n tribunal de arbitraje espe-
cial puede emitir, a petición de una de las partes, un fallo
obligatorio, aún sin el consentimiento previo de ambas
partes. Este procedimiento se admitirá sólo excepcional-
mente, cuando no exista ninguna otra posibilidad de re-
solver la cuestión. "El tribunal de arbitraje se compondrá
de un presidente con completa independencia judicial,
nombrado en cada caso por ambas partes, conjuntamente,
y dos jueces competentes, designados por el presidente, a
base de sendas listas de propuestas presentadas por cada
una de las partes. El tribunal de arbitraje instituirá su
reglamento y llevará u n libro de actas ldonde consten los
fallos emitidos. Antes de pronunciarse el fallo, se renun-
ciará a toda discusión en la prensa.
" A ~ t i c u l onoveno. Este acuerdo no merma, en ab-
soluto, la libertacl de coalición (afiliación o no afiliación a
una organización profesional) .
"Artúmlo décimo. Las partes contratantes se com-
prometen a imponer a sus afiliados la observancia de las
disposiciones de este acuerdo. En caso contrario, la parte
culpable se considera conio infractora del mismo. "Cada
parte ha de depositar en el Banco Nacional Suizo una
fimza de doscientos cincuenta mil francos suizos como ga-
rantía de observancia del acuerdo y reserva para eventua-
les multas.
"En caso de violación 'del contrato por una de las
partes, un tribunal de arbitraje designado al efecto impon-
drá a la parte culpable una multa convencional, cuyo
imporbe ha de responder a la gravedad de la infracción.
La multa convencional y los gastos impuestos han de sal-
darse en el curso del mes siguiente a la recepción del
fallo. En caso contrario, la otra parte puede retirar el irn-
porte correspondiente de la fianza depositada por la par-
te culpable en el Banco 'Nacional Suizo. En tal caso, esta
última ha de suplir la diferencia en el plazo de un mes.
"Articwlo. unidécimo. Este acuerdo, concluido por
primera vez el 19 de julio de 1937, por dos años, y reno-
vado, con ciertas modificaciones, el 19 de julio de 1939,
1944, 1949, 1954 y 1959, cada vez por cinco años, es válido,
actualmente, hasta el 19 de julio de 1964".

C - Politica social del Estado


Tratemos ahora, finalmente, del tercer tipo de po-
lítica social, la del Estado. He de anticipar que, a diferen-
cia de otros Estados ,europeos -especialmente, Inglaterra
y los países nórdicos (como 'Suecia, por ejemplo, donde
impera la influencia socialista)-, la política social
del Estado no es nada popular en ISuiza. En 1949, el gue-
blo suizo rechazó, con avasalladora mayoría, una ley sobre
la tuberculosis, que hubiera sido el primer paso hacia u n
sistema completo de beneficencia estatal.
Inmediatamente después de la ultima guerra, hubo
cierta tendencia, en toda, Europa, a acercarse entusiasta-
mente al Estado de beneficencia. Al parecer, ningún Estado
pudo sustraerse por completo a este movimiento.
Hoy día, muchas amargas experiencias han mostra-
do, aún a aquellos que pertenecían a los creadores de los
planes de una política social total del Estado -como Lord
Beveridge-, las deficiencias del sistema, a consecuencia de
las cuales más de un viejo entusiasta ha pasado al campo
de los escépticos desilusionados. En Inglaterra,, a! igual que
en Alemania, el número de críticos del sistema del seguro
social aumenta cada vez más, y se manifiesta con un
radicalismo apenas superable. Los puntos principales de
esta crítica son los siguientes:
lo el peligro de la disminución de la productividad
nacional;
2o la pérdida de la responsabilidad individual;
3o el incremento de la burocracia del Estado y del
centralismo estatal, con sus orgz-nismos imperso-
nales;
40 el descanso de la mora!, cuando c a s ~todos toman
y dan al mismo tiempo y todo el o:-ganismo, co-
mo una gigantesca estación de bombas d e succión
'e impulsión, no hace otra cosa que transferir la
capacidad de compra del bolsillo de la derecha al
de la izquierda, del individuo;
50 Tendencia inflacionista causada por gastos cuyo
único beneficiario es l a administración nacio-
nal.
¿Cuál es la alternativa de tal sistema? i ~ e r n o sde
rechazar cualquier tentativa del Estado de intervenir de al-
guna manera en los asuntos sociales? En todo caso, comba-
tiremos s u monopolio de beneficencia; pero tenemos que
hallar una solución para adoptar un camino entre el indi-
vidualismo y e! colectivismo. Para este objeto, necesitamos
, un criterio, al que llamaremos principio de la Swbsidiaridad.
Esto significa que, en la escala de los incidentes sociales,
dejaremos siempre a la fase interior (familia, tribu o co-
munidad) los asuntos arreglables fácilmente y con poco es-
fuerzo, y solamente apelaremos a la fase superior (Estado)
cuando la solución por la fase inferior no resulte posible.
Según este principio, deberíanos proceder de abajo
arriba y empezar con la familia,célula de nuestro organis-
mo social. Luego, viene la comunidad u organización vo-
luntaria, como asociaciones, cooperativas, clubes. etc., y so-
lamente en el último escalón de esta jerarquía institucional
aparece el Estado. En este sistema, las fases superiores re-
visten solamente una importancia secundaria, en relación a
las inferiores. En otras palabras, cualquier asunto suscepti-
ble de hallar su solución en la fase inferior no necesita
someterse 2% la superior. Lo contrario de este principio de
la subsidiaridad es el centralismo, que solamente permite
delegar el poder a organismos inferiores en la jmposibilidad
de tratar un asunto desde arriba.
Resulta asombroso cuántos abogados del Estado de
beneficencia y de I a política social del EStado no perciben
la diferencia fundamental entre los dos sistemas polares
del orden social: subsidiaridad o centralismo. La mayoría
de los centralistas pretende que su sistema es más progre-
sivo; que solamente ,el centralismo puede garantizar la se-
guridad social y que la seguridad individual autárquica es
anticuada y fuera de moda.
Pero esos progresistas no se dan cuenta de hasta
qué punto el Estado de beneficencia contribuye a !a pér-
dida de la libertad, al d'ebilitainiento y a la destrucción de
la responsabilidad persona!, del valor para afrontar ries-
gos y ,del orgullo de ser independiente.
Los que apoyan el sistema del orden sociaJ centrali-
zado parecen olvidar que el Estado sólo puede gastar lo
que recoge por los impuestos de sus ciudadanos. La dis-
minución de la responsabilidad personal coriducirá al Es-
tado a intervenir todavía más en la esfera privada y, fi-
nalmente, llegará a sustituir los estimulos voluntarios por
la coacción, lo que nos llevará derecho a la esclavitud y
la sovietización del mundo occidental.
Tengamos siempre presente que ningún orden social
es idea! y que aún el mejor de todos posee sus defectos. No
olvidemos que el perfeccionismo de los "ingenieros socia-
les" nos ha deparado el mayor desastre de todos los tiem-
pos: el totalitarismo. En vez de desintegrar ni~estroorden
social por una política social completa del Estado, nuestra
solución del problema debe seguir la línea de una activa
política patronal y corporativa, basada en los principios de
la subsidiaridad, de la responsabilidad persúnal y de la
previsión individual. Este camino es, a mi juicio, el único
para mmtener una sociedad libre.
"El Diario Ilusfrado" Moneda 1158

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