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Consigna 1
En torno a la noción de "conocimiento práctico", desarrolle comparativamente qué alcance tiene
este concepto en Alfred Schutz y Pierre Bourdieu.
Consigna 2
Teniendo en cuenta los textos de Durkheim, Merton, Abreu-Lorenzano y Bourdieu, describa en qué
consistiría la cientificidad de las ciencias sociales. Luego evalúe el rol de la contribución de
Gadamer a dicha cientificidad, si la hubiere. Si no la hubiere, justifique su afirmación.
Durkheim admite que las creencias del sentido común son muy fuertes, y es muy difícil salirse de
ellas, pero si las ciencias sociales quieren alcanzar su status científico deben practicar el método
científico de manera frecuente de manera que los resultados obtenidos por la ciencia terminen
siendo mas fuertes que las creencias prácticas del sentido común. El objetivo será que la conducta
humana pueda ser estudiada racionalmente, de manera que pueda reducirse sus acciones a
principios causales que puedan servir en un futuro como reglas de acción. La sociología
específicamente deberá centrarse en los hechos sociales, que se reconoce gracias al poder de
coacción que ejercen sobre los individuos. Por lo tanto, lo importante será definir el objeto de
estudio primero, garantizar la objetividad encontrando en los fenómenos sociales aquellas
características inherentes a ellos, es decir, la regularidad dentro de los fenómenos sociales.
Los autores Pablo Lorenzano y Claudio de Abreu Junior sostienen que la labor científica se
define a partir de la definición que puede darse de la teoría. En este sentido, ellos la definen como
conjunto de proposiciones lógicamente interconectados, de los que pueden derivarse uniformidades
empíricas (Filosofía e historia da ciencia no Cone Sul: 482). Estos autores analizan las teorías de
alcance intermedio-desarrollada por Merton- caracterizadas como las hipótesis menores que
intentan dar cuenta de casos particulares dentro de teorías generales de los sistemas sociales; y la
concepción estructuralista de las teorías caracterizada por identificar a las teorías a través de
modelos, en lugar de hacerlo por sus enunciados. Por ello, las leyes estructuralistas no valen en todo
tiempo y lugar. En este sentido, se puede comprender y actualizar el pensamiento de Merton a
través de la concepción estructuralista que abandona la concepción clásica de las teorías ya que todo
elemento teórico no solamente posee un núcleo teórico sino también un campo de aplicación
propuesta o intencional. Cada elemento teórico está relacionado con otro(s) mediante una red de
especialización que podemos llamar red teórica. Esta red nos permite capturar la estructura de la
teoría en toda su complejidad.
Para Merton la teoría sociológica reciente puede escribirse como la alternación entre dos puntos de
vista opuestos: por un lado, los sociólogos que intentan abrirse paso en la ciencia y formular leyes
sociológicas; por el otro, aquellos que saben que lo que dicen es importante (en relación a lo social)
pero que no buscan implicaciones científicas en sus afirmaciones. Los problemas metodológicos de
la sociología trascienden esta ciencia pues su problemática no es diferente a las planteadas en otras
ciencias. Sin embargo, sostiene Merton pareciera que en sociología el problema del método resulta
hoy más importante que el contenido en particular, es decir, importa más el cómo que el qué.
En este sentido, las búsqueda de variables generales se vuelve indispensable para relacionar hechos
particulares, pero, sostendrá Merton, si bien son necesarias no bastan. También es cierto que el
análisis conceptual y aclaración de conceptos clave es una etapa indispensable del trabajo teórico.
La elección de conceptos que guíen la recolección y el análisis de datos es decisiva para la
investigación empírica. El esclarecimiento conceptual consiste en hacer explícito el carácter de los
datos que se han subsumido bajo un concepto: señala exactamente que se incluye y que se excluye
en la reconstrucción de datos, aclarando los supuestos sobre los cuales se basaron los datos
iniciales. El concepto define la situación y el investigador responde.1El concepto aclara lo que hace
el investigador cuando trata datos conceptualizados.
Bourdieu sostiene que la ciencias sociales no tiene un status científico diferente al de las ciencias
naturales. Para garantizar la cientificidad de las ciencias sociales hay que abandonar las
pretensiones de la sociología espontánea de hacer ciencia de las experiencias subjetivas y poder
encontrar lo objetivo en el mundo social, aquello que no puede ser modificado por los sujetos que
intervienen en la estructura social pero que, a su vez, determina las conductas de estos sujetos. El
objeto de estudio serán, entonces, las relaciones sociales. Sin embargo también se separa del
positivismo al considerar que el objeto de estudio depende de la teoría que lo propone como tal: un
objeto de investigación, por más parcial y parcelario que sea no puede ser definido y construido
sino en función de una problemática teórica., no existe de manera independiente. De la misma
manera los conceptos utilizados por la teoría tampoco están exentos del mundo que los rodea y que
les da su propio origen: pueden “superar” a las nociones comunes pero no pueden escapar del
problema ideológico. Tampoco hay “un” método, una sola forma de hacer ciencia, una receta, sino
que las ciencias sociales deben ir en busca de su propio método, siempre con la atención de no caer
en subjetivismo, es decir, de no renunciar a encontrar estructuras fundamentales, leyes sociales. De
esta manera, la cientificidad de las ciencias sociales es posible en la medida que haya una
“vigilancia epistemológica” real sobre sus métodos, sus conceptos, sus teorías.
En síntesis, la cientificidad de las ciencias sociales puede caracterizarse por un lado, delimitar el
objeto de estudio. Esto, por supuesto, en las ciencias naturales resulta más sencillo, no así en las
ciencias sociales justamente porque el objeto de estudio coincide con el propio investigador, su
delimitación resulta más confuso. El esfuerzo por encontrar aquella regularidad dentro de la
particularidad que caracteriza las acciones a los seres humanos será fundamental para poder hacer
ciencia. Por otro lado, la vigilancia epistemológica que propone Bourdieu también resulta
fundamental para que, por un lado la ciencias sociales no caigan en una abstracción que se aleje de
lo que sucede efectivamente en las ciencias sociales y, por el otro, para que no caiga en la
particularidad, ni la emocionalidad de las acciones humanas. También los conceptos utilizados
resultan importantes, como sostiene Merton, porque la conceptualización también debe ser
1
Op. Cit. pp. 167.
significativa a la hora de hacer ciencia social, no porque debe estar al alcance de todos/as-en el
sentido de “vulgarizar” el lenguaje científico-sino porque debe dar cuenta de los procesos sociales
de manera que los agentes estudiados puedan identificarse en ellos, a la vez. Por último, el método.
¿Qué método debe ser adecuado para estudiar a las personas, sus relaciones, los hechos sociales?
Teniendo en cuenta que el observador no puede abstraerse completamente de su objeto- ni en
ciencias sociales ni en ciencias naturales-puesto que el observador posee también su propia
ideología, clase social, etc.; el método debe tratar de apostar a ser lo mas objetivo posible,
renunciando a la pretensión de ser objetivo completamente, pero tratando de no caer en un
subjetivismo extremo.
Por otro lado, Gadamer afirma que la hermenéutica no versa únicamente sobre un tipo específico
de método, sino sobre un tipo distintivo de conocimiento y verdad que ocurre cuando
comprendemos. Hay dos afirmaciones centrales en relación a la comprensión: somos arrojados al
mundo como seres que comprendemos (primacía ontológica) y la comprensión es una actividad que
subyace a todas las actividades (universalidad). Para ilustrar la explicación ontológica, Gadamer
introduce la noción de juego: el juego tiene esencia propia, independiente de aquel que lo juega. Sin
embargo, el juego sólo logra una representación a través de sus jugadores. De esta manera busca
explicar la relación estrecha entre el intérprete y aquello que busca interpretar: la meta es que nos
abramos a lo que los textos y la tradición tienen “para decirnos”. Aquí arribamos a la noción de
prejuicios, fundamental en Gadamer, que distingue entre prejuicios ciegos y prejuicios que son
productivos a la hora de conocer. Sólo entrando en diálogo con la tradición, con nuestras herencia,
pondremos a prueba nuestros prejuicios. Los prejuicios tienen un carácter temporal: son heredados
de la tradición y, a la vez, dan forma a los que somos, seamos o no concientes de ellos. Si la
comprensión es únicamente posible a través de lo que somos y, esto es, también, nuestra propia
historia, comprender es siempre comprender de una manera diferente.
Aquí se vuelve importante el análisis que hace Gadamer de la phrónesis aristotélica entendiéndola
como la mediación distintiva entre lo universal y lo particular. Para Gadamer la phronesis es una
forma de razonamiento que produce una habilidad ética: de la misma manera que la phronesis
produce phronimos, la comprensión auténtica no está desprendida de su propio intérprete, es
constitutiva de su praxis. Así como en la phronesis hay una mediación entre lo universal y
particular, en la comprensión auténtica para comprender un texto dado, el intérprete no debe
ignorarse a sí mismo, sino implicarse en esa misma comprensión.
Una de las nociones más importantes en Gadamer es la de “verdad”. Al igual que Hegel y
Heidegger, Gadamer se ocupa de criticar la “verdad por correspondencia”. Como Hegel, Gadamer
considera a la verdad como algo manifiesto en el proceso de experiencia y que sale a relucir en el
diálogo que establecemos con la tradición que nos ha dado forma. Sin embargo, Gadamer nunca
hace explícito su concepto de verdad , sino que habla de pretensión de verdad y de apropiación
crítica de la tradición. Pareciera que lo que Gadamer quiere es que dejemos de entender a la
tradición como “algo dado”. Todas las tradiciones en conflicto que nos forman tienen sus propias
pretensiones de verdad. El objetivo es asumir nuestra condición hermenéutica para validar con
argumentos esas pretensiones de verdad. Pero, al afirmar Gadamer que hay disciplinas que
garantizan la verdad no hace mas que contradecirse: siguiendo su línea argumentativa únicamente
nos encontramos con argumentos que validan diferentes interpretaciones de los textos y la tradición.
De la misma manera, cuando propone apropiarnos críticamente de la tradición no hay principios o
normas que regulen nuestra interpretación, ya que éstas mismas son constitutivas de nuestra propia
historicidad y, por lo tanto, son indeterminadas y abiertas. De esta manera cuándo nos preguntamos
cuáles son los estándares y normas válidas para nuestra crítica, Gadamer responde que es preciso
recuperarlas de nuestra tradición. Nuestra época se caracteriza justamente por la gran incertidumbre
y confusión que hay acerca de cuáles son las normas universales que debieran regir nuestra vida
practica. Esto es percibido por Gadamer pero, a la vez, no aclara cuál es el discurso válido cuando
surgen este tipo de confusiones o preguntas. Hay una paradoja medular en el propio pensamiento de
Gadamer: por un lado analiza la deformación que ha sufrido el concepto de praxis en el mundo
moderno y que por lo tanto, la posibilidad de ejercer la phronesis en nuestra sociedad no es posible,
pero, por otro lado, pareciera que ejercerla siempre es una posibilidad independientemente de la
sociedad en la cual vivamos. Gadamer intenta defender la razón práctica y política de las
concepciones contemporáneas que de ella se han hecho pero, a la vez, no puede resolver problemas
de la sociedad o la política.
El diálogo es fundamental en la comprensión hermenéutica y, según Gadamer, propio de la nuestra
misma esencia, fundamental en nuestra praxis al ejercer la phronesis. Lo que debemos
preguntarnos, si es que nuestra esencia es ser seres dialogísticos, es por qué ese diálogo se bloquea
y se distorsiona y qué se debe hacer para para hacer del diálogo genuino una realidad viviente.