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Defensa de la alegría

Defender la alegría como una trinchera


defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas

defender la alegría como un principio


defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera


defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino


defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza


defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho


defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
LA NOCHE DE LOS FEOS

Ambos somos feos. Ni siquiera vulgarmente feos. Ella tiene un poó mulo hundido.
Desde los ocho anñ os, cuando le hicieron la operacioó n. Mi asquerosa marca junto a la
boca viene de una quemadura feroz, ocurrida a comienzos de mi adolescencia.
Tampoco puede decirse que tengamos ojos tiernos, esa suerte de faros de
justificacioó n por los que a veces los horribles consiguen arrimarse a la belleza. No,
de ninguó n modo. Tanto los de ella como los míóos son ojos de resentimiento, que
soó lo reflejan la poca o ninguna resignacioó n con que enfrentamos nuestro
infortunio. Quizaó eso nos haya unido. Tal vez unido no sea la palabra maó s
apropiada. Me refiero al odio implacable que cada uno de nosotros siente por su
propio rostro.
Nos conocimos a la entrada del cine, haciendo cola para ver en la pantalla a dos
hermosos cualesquiera. Allíó fue donde por primera vez nos examinamos sin
simpatíóa pero con oscura solidaridad; allíó fue donde registramos, ya desde la
primera ojeada, nuestras respectivas soledades. En la cola todos estaban de a dos,
pero ademaó s eran auteó nticas parejas: esposos, novios, amantes, abuelitos, vaya uno
a saber. Todos -de la mano o del brazo- teníóan a alguien. Soó lo ella y yo teníóamos las
manos sueltas y crispadas.
Nos miramos las respectivas fealdades con detenimiento, con insolencia, sin
curiosidad. Recorríó la hendidura de su poó mulo con la garantíóa de desparpajo que
me otorgaba mi mejilla encogida. Ella no se sonrojoó . Me gustoó que fuera dura, que
devolviera mi inspeccioó n con una ojeada minuciosa a la zona lisa, brillante, sin
barba, de mi vieja quemadura.
Por fin entramos. Nos sentamos en filas distintas, pero contiguas. Ella no podíóa
mirarme, pero yo, aun en la penumbra, podíóa distinguir su nuca de pelos rubios, su
oreja fresca bien formada. Era la oreja de su lado normal.
Durante una hora y cuarenta minutos admiramos las respectivas bellezas del rudo
heó roe y la suave heroíóna. Por lo menos yo he sido siempre capaz de admirar lo
lindo. Mi animadversioó n la reservo para mi rostro y a veces para Dios. Tambieó n
para el rostro de otros feos, de otros espantajos. Quizaó deberíóa sentir piedad, pero
no puedo. La verdad es que son algo asíó como espejos. A veces me pregunto queó
suerte habríóa corrido el mito si Narciso hubiera tenido un poó mulo hundido, o el
aó cido le hubiera quemado la mejilla, o le faltara media nariz, o tuviera una costura
en la frente.
La espereó a la salida. Camineó unos metros junto a ella, y luego le hableó . Cuando se
detuvo y me miroó , tuve la impresioó n de que vacilaba. La inviteó a que charlaó ramos
un rato en un cafeó o una confiteríóa. De pronto aceptoó .
La confiteríóa estaba llena, pero en ese momento se desocupoó una mesa. A medida
que pasaó bamos entre la gente, quedaban a nuestras espaldas las senñ as, los gestos
de asombro. Mis antenas estaó n particularmente adiestradas para captar esa
curiosidad enfermiza, ese inconsciente sadismo de los que tienen un rostro
corriente, milagrosamente simeó trico. Pero esta vez ni siquiera era necesaria mi
adiestrada intuicioó n, ya que mis oíódos alcanzaban para registrar murmullos,
tosecitas, falsas carrasperas. Un rostro horrible y aislado tiene evidentemente su
intereó s; pero dos fealdades juntas constituyen en síó mismas un espectaó culos mayor,
poco menos que coordinado; algo que se debe mirar en companñ íóa, junto a uno (o
una) de esos bien parecidos con quienes merece compartirse el mundo.
Nos sentamos, pedimos dos helados, y ella tuvo coraje (eso tambieó n me gustoó ) para
sacar del bolso su espejito y arreglarse el pelo. Su lindo pelo.
"¿Queó estaó pensando?", pregunteó .
Ella guardoó el espejo y sonrioó . El pozo de la mejilla cambioó de forma.
"Un lugar comuó n", dijo. "Tal para cual".
Hablamos largamente. A la hora y media hubo que pedir dos cafeó s para justificar la
prolongada permanencia. De pronto me di cuenta de que tanto ella como yo
estaó bamos hablando con una franqueza tan hiriente que amenazaba traspasar la
sinceridad y convertirse en un casi equivalente de la hipocresíóa. Decidíó tirarme a
fondo.

"Usted se siente excluida del mundo, ¿verdad?"


"Síó", dijo, todavíóa miraó ndome.
"Usted admira a los hermosos, a los normales. Usted quisiera tener un rostro tan
equilibrado como esa muchachita que estaó a su derecha, a pesar de que usted es
inteligente, y ella, a juzgar por su risa, irremisiblemente estuó pida."
"Síó."
Por primera vez no pudo sostener mi mirada.
"Yo tambieó n quisiera eso. Pero hay una posibilidad, ¿sabe?, de que usted y yo
lleguemos a algo."
"¿Algo coó mo queó ?"
"Como querernos, caramba. O simplemente congeniar. Llaó mele como quiera, pero
hay una posibilidad."
Ella fruncioó el cenñ o. No queríóa concebir esperanzas.
"Promeó tame no tomarme como un chiflado."
"Prometo."
"La posibilidad es meternos en la noche. En la noche íóntegra. En lo oscuro total.
¿Me entiende?"
"No."
"¡Tiene que entenderme! Lo oscuro total. Donde usted no me vea, donde yo no la
vea. Su cuerpo es lindo, ¿no lo sabíóa?"
Se sonrojoó , y la hendidura de la mejilla se volvioó suó bitamente escarlata.
"Vivo solo, en un apartamento, y queda cerca."
Levantoó la cabeza y ahora síó me miroó preguntaó ndome, averiguando sobre míó,
tratando desesperadamente de llegar a un diagnoó stico.
"Vamos", dijo.

No soó lo apagueó la luz sino que ademaó s corríó la doble cortina. A mi lado ella
respiraba. Y no era una respiracioó n afanosa. No quiso que la ayudara a desvestirse.
Yo no veíóa nada, nada. Pero igual pude darme cuenta de que ahora estaba inmoó vil, a
la espera. Estireó cautelosamente una mano, hasta hallar su pecho. Mi tacto me
transmitioó una versioó n estimulante, poderosa. Asíó vi su vientre, su sexo. Sus manos
tambieó n me vieron.
En ese instante comprendíó que debíóa arrancarme (y arrancarla) de aquella mentira
que yo mismo habíóa fabricado. O intentado fabricar. Fue como un relaó mpago. No
eó ramos eso. No eó ramos eso.
Tuve que recurrir a todas mis reservas de coraje, pero lo hice. Mi mano ascendioó
lentamente hasta su rostro, encontroó el surco de horror, y empezoó una lenta,
convincente y convencida caricia. En realidad mis dedos (al principio un poco
temblorosos, luego progresivamente serenos) pasaron muchas veces sobre sus
laó grimas.
Entonces, cuando yo menos lo esperaba, su mano tambieó n llegoó a mi cara, y pasoó y
repasoó el costuroó n y el pellejo liso, esa isla sin barba de mi marca siniestra.
Lloramos hasta el alba. Desgraciados, felices. Luego me levanteó y descorríó la cortina
doble.

Viceversa

Tengo miedo de verte


necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte

tengo ganas de hallarte


preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte

tengo urgencia de oírte


alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte

o sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.

Un Padrenuestro Latinoamericano

Padre nuestro que estás en los cielos


con las golondrinas y los misiles
quiero que vuelvas antes de que olvides
cómo se llega al sur de Río Grande
Pdre nuestro que estás en el exilio
casi nunca te acuerdas de los míos
de todos modos dondequiera que estés
santificado sea tu nombre
no quienes santifican en tu nombre
cerrando un ojo para no ver las uñas
sucias de la miseria
en agosto de mil novecientos sesenta
ya no sirve pedirte
venga a nos el tu reino
porque tu reino también está aquí abajo
metido en los rencores y en el miedo
en las vacilaciones y en la mugre
en la desilusión y en la modorra
en esta ansia de verte pese a todo
cuando hablaste del rico
la aguja y el camello
y te votamos todos
por unanimidad para la Gloria
también alzó su mano el indio silencioso
que te respetaba pero se resistía
a pensar hágase tu voluntad
sin embargo una vez cada tanto
tu voluntad se mezcla con la mía
la domina
la enciende
la duplica
más arduo es conocer cuál es mi voluntad
cuándo creo de veras lo que digo creer
así en tu omniprescencia como en mi soledad
así en la tierra como en el cielo
siempre
estaré más seguro de la tierra que piso
que del cielo intratable que me ignora
pero quién sabe
no voy a decidir
que tu poder se haga o se deshaga
tu voluntad igual se está haciendo en el viento
en el Ande de nieve
en el pájaro que fecunda a la pájara
en los cancilleres que murmullan yes sir
en cada mano que se convierte en puño
claro no estoy seguro si me gusta el estilo
que tu voluntad elige para hacerse
lo digo con irreverencia y gratitud
dos emblemas que pronto serán la misma cosa
lo digo sobre todo pensando en el pan nuestro
de cada día y de cada pedacito de día
ayer nos lo quitaste
dánosle hoy
o al menos el derecho de darnos nuestro pan
no sólo el que era símbolo de Algo
sino el de miga y cáscara
el pan nuestro
ya que nos queda pocas esperanzas y deudas
perdónanos si puedes nuestras deudas
pero no nos perdones la esperanza
no nos perdones nunca nuestros créditos
a más tardar mañana
saldremos a cobrar a los fallutos
tangibles y sonrientes forajidos
a los que tienen garras para el arpa
y un panamericano temblor con que se enjugan
la última escupida que cuelga de su rostro
poco importa que nuestros acreedores perdonen
así como nosotros
una vez
por error
perdonamos a nuestros deudores
todavía
nos deben como un siglo
de insomnios y garrote
como tres mil kilómetros de injurias
como veinte medallas a Somoza
como una sola Guatemala muerta
no nos dejes caer en la tentación
de olvidar o vender este pasado
o arrendar una sola hectárea de su olvido
ahora que es la hora de saber quiénes somos
y han de cruzar el río
el dólar y su amor contrarrembolso
arráncanos del alma el último mendigo
y líbranos de todo mal de conciencia
amén.
BEATRIZ, LA POLUCIOÓ N

Dijo el tíóo Rolando que esta ciudad se estaó poniendo imbancable de tanta polucioó n
que tiene. Yo no dije nada para no quedar como burra pero de toda la frase soó lo
entendíó la palabra ciudad. Despueó s fui al diccionario y busqueó la palabra
imbancable y no estaó . El domingo, cuando fui a visitar al abuelo le pregunteó queó
queríóa decir imbancable y eó l se ríóoó y me explicoó con buenos modos que queríóa
decir insoportable. Ahíó síó comprendíó el significado porque Graciela, o sea mi mami,
me dice algunas veces, o maó s bien casi todos los díóas, por favor Beatriz por favor a
veces te pones verdaderamente insoportable. Precisamente ese mismo domingo a
la tarde me lo dijo, aunque esta vez repitioó tres veces por favor por favor por favor
Beatriz a veces te pones verdaderamente insoportable, y yo muy serena, habraó s
querido decir que estoy imbancable, y a ella le hizo gracia, aunque no demasiada
pero me quitoó la penitencia y eso fue muy importante. La otra palabra, polucioó n, es
bastante maó s difíócil. Esa síó estaó en el diccionario. Dice, polucioó n: efusioó n de semen.
Queó seraó efusioó n y queó seraó semen. Busqueó efusioó n y dice: derramamiento de un
líóquido. Tambieó n me fijeó en semen y dice: semilla, simiente, líóquido que sirve para
la reproduccioó n. O sea que lo que dijo el tíóo Rolando quiere decir esto: esta ciudad
se estaó poniendo insoportable de tanto derramamiento de semen. Tampoco
entendíó, asíó que la primera vez que me encontreó con Rosita mi amiga, le dije mi
grave problema y todo lo que decíóa el diccionario. Y ella: tengo la impresioó n de que
semen es una palabra sensual, pero no seó queó quiere decir. Entonces me prometioó
que lo consultaríóa con su prima Sandra, porque es mayor y en su escuela dan clase
de educacioó n sensual. El jueves vino a verme muy misteriosa, yo la conozco bien
cuando tiene un misterio se le arruga la nariz, y como en la casa estaba Graciela,
esperoó con muchíósima paciencia que se fuera a la cocina a preparar las milanesas,
para decirme, ya averiguü eó , semen es una cosa que tienen los hombres grandes, no
los ninñ os, y yo, entonces nosotras todavíóa no tenemos semen, y ella, no seas bruta,
ni ahora ni nunca, semen soó lo tienen los hombres cuando son viejos como mi padre
o tu papi el que estaó preso, las ninñ as no tenemos semen ni siquiera cuando seamos
abuelas, y yo, queó raro eh, y ella, Sandra dice que todos los ninñ os y las ninñ as
venimos del semen porque este liquido tiene bichitos que se llaman
espermatozoides y Sandra estaba contenta porque en la clase habíóa aprendido que
espermatozoide se escribe con zeta. Cuando se fue Rosita yo me quedeó pensando y
me parecioó que el tíóo Rolando quizaó habíóa querido decir que la ciudad estaba
insoportable de tantos espermatozoides (con zeta) que teníóa. Asíó que fui otra vez a
lo del abuelo, porque eó l siempre me entiende y me ayuda aunque no
exageradamente, y cuando le conteó lo que habíóa dicho tíóo Rolando y le pregunteó si
era cierto que la ciudad estaba ponieó ndose imbancable porque teníóa muchos
espermatozoides, al abuelo le vino una risa tan grande que casi se ahoga y tuve que
traerle un vaso de agua y se puso bien colorado y a míó me dio miedo de que le diera
un patatuó s y conmigo solita en una situacioó n tan espantosa. Por suerte de a poco se
fue calmando y cuando pudo hablar me dijo, entre tos y tos, que lo que tíóo Rolando
habíóa dicho se referíóa a la contaminacioó n atmosfeó rica. Yo me sentíó maó s bruta
todavíóa, pero enseguida eó l me explicoó que la atmoó sfera era el aire, y como en esta
ciudad hay muchas faó bricas y automoó viles todo ese humo ensucia el aire o sea la
atmoó sfera y eso es la maldita polucioó n y no el semen que dice el diccionario, y no
tendríóamos que respirarla pero como si no respiramos igualito nos morimos, no
tenemos maó s remedio que respirar toda esa porqueríóa. Yo le dije al abuelo que
ahora sacaba la cuenta que mi papaó teníóa entonces una ventajita allaó donde estaó
preso porque en ese lugar no hay muchas faó bricas y tampoco hay muchos
automoó viles porque los familiares de los presos políóticos son pobres y no tienen
automoó viles. Y el abuelo dijo que síó, que yo teníóa mucha razoó n, y que siempre habíóa
que encontrarle el lado bueno a las cosas. Entonces yo le di un beso muy grande y
la barba me pinchoó maó s que otras veces y me fui corriendo a buscar a Rosita y
como en su casa estaba la mami de ella que se llama Asuncioó n, igualito que la
capital de Paraguay, esperamos las dos con mucha paciencia hasta que por fin se
fue a regar las plantas y entonces yo muy misteriosa, vas a decirle de mi parte a tu
prima Sandra que ella es mucho maó s burra que vos y que yo, porque ahora síó lo
averiguü eó todo y nosotras no venimos del semen sino de la atmoó sfera.

Teoría y práctica

Señoras y señores
hoy trataremos del imperialismo
tema difícil si los hay
y a veces engorroso de sitiar
en sólo media hora de pésimas noticias

en consecuencia intentaré abordarlo


tal como en un pasado alegre y misterioso
se solía abordar los bajeles piratas
quiero decir
de un modo irregular

digamos por ejemplo


que una campana suena a lo lejos mansa
y purifica el diálogo y se queda
como el sol en las copas de los árboles

a pesar del calor el horizonte


se pone su bufanda
y unos pájaros sueltos y agilísimos
la recorren
y no son golondrinas

nada de eso es el imperialismo

digamos por ejemplo


que una muchacha quiebra la mañana
con sus caderas móviles
sus ojos perentorios
sus labios de cosecha
su paso que no pasa
y el muchacho espera invencible y modesto
la incluye en su destino la estudia poro a poro
y así centineleándola
se atreve o no se atreve

tampoco eso es el imperialismo


digamos por ejemplo
que un niño escucha el mundo y decidiéndose
le echa su bocanada de candor
aprende cómo son sus pies y se los come
discute con el techo y lo convence
llora para variar y porque sabe
que a su alarido comparece el seno
con su promesa láctea y esa piel
que le gusta sentir junto a los párpados
y sabe que es feliz aunque no sepa
qué precio va a pagar o qué desprecio

tampoco eso es el imperialismo

digamos por ejemplo


que un viejo está aprendiendo el alfabeto
y clave en su memoria los diptongos
y las esdrújulas que son tan cómodas
porque llevan acento indiscutible
tiene rostro de cuáquero este viejo
pero el alma la tiene de resorte
y escribe llubia porque en su campito
nunca vio que lloviera con ve corta

tampoco eso es el imperialismo

digamos por ejemplo


que una máquina late en el delirio
dice ruidosamente su producto
y las manos lo ayudan lo enderezan
lo limpian lo acicalan y lo envasan
manos que se conocen hace años
y hace años se mojan y se secan
se dan la bienvenida y los adioses
se preguntan se llaman se responden
se apoyan en la máquina materna
que dice su producto y carraspea
y cuando las ve juntas veteranas
suelta dos o tres lágrimas de aceite

tampoco eso es el imperialismo

digamos por ejemplo


que en la serena noche conyugal la pareja
hizo un hijo porque le dio la gana
y le ha dado la gana porque sabe
que un hijo es el profeta cotidiano
irá anunciándolos de sol a sol
irá diciendo a todos que es un hijo
y se alimentará con insolente
apetito y probará la patria
como si fuera pan caliente y nuevo

tampoco eso es el imperialismo

digamos por ejemplo


que la frontera pierde sus aduanas
y hasta nos invadimos los unos a los otros
nos prestamos volcanes y arroyitos
y cobre y antropólogos y azúcar
y lana y proteínas y arcoiris
y alfabetizadores y durmientes
y poetas y prosistas y petróleo
y el contrabando queda para el viento
y para los amantes migratorios

tampoco eso es el imperialismo

digamos por ejemplo


que la lluvia y el sol nos pertenecen
también el sobrecielo y el subsuelo
las provincias de nuestro corazón
y el territorio de nuestro trabajo

somos iguales ante los iguales


en un mundo de pares y sin otros
una linda locura de los cuerdos
y cierta estratagema de justicia
vamos poniendo tildes a presagios
que se cumplieron o se están cumpliendo
en un comienzo fuimos sólo islas
ahora somos urgentes archipiélagos

tampoco eso es el imperialismo

y digamos por último


que tenemos la noche y nuestra casa
y un reloj que no cuenta hacia la muerte
la ciencia avanza tanto que ha logrado
aislar el virus de la xenofobia
y la patria es ahora un salado bautismo
que va de mar a mar
y los abismo siguen existiendo
aunque nadie se arroje a su silencio

siempre es duro vivir pero se vive


dentro de las esclusas de la vida

y una vez más afirmo


nada de esto es el imperialismo

confío no haber sido demasiado sectario


en el enfoque teórico del tema

señoras y señores
acaba de avisarme un compañero
que afuera nos esperan los señores gendarmes
tal vez para brindarnos alguna clase práctica

deseémonos coraje
y buena suerte

he dicho
muchas gracias
¿Qué les queda a los jóvenes?

¿Qué les queda por probar a los jóvenes


en este mundo de paciencia y asco?
¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la suya
no convertirse en viejos prematuros

¿qué les queda por probar a los jóvenes


en este mundo de rutina y ruina?
¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?
les queda respirar / abrir los ojos
descubrir las raíces del horror
inventar paz así sea a ponchazos
entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos
y con el sentimiento y con la muerte
esa loca de atar y desatar

¿qué les queda por probar a los jóvenes


en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
también les queda discutir con dios
tanto si existe como si no existe
tender manos que ayudan / abrir puertas
entre el corazón propio y el ajeno /
sobre todo les queda hacer futuro
a pesar de los ruines de pasado
y los sabios granujas del presente.
REÓ QUIEM CON TOSTADAS

Síó, me llamo Eduardo. Usted me lo pregunta para entrar de alguó n modo en


conversacioó n, y eso puedo entenderlo. Pero usted hace mucho que me conoce,
aunque de lejos. Como yo lo conozco a usted. Desde la eó poca en que empezoó a
encontrarse con mi madre en el cafeó de Larranñ aga y Rivera, o en eó ste mismo. No
crea que los espiaba. Nada de eso. Usted a lo mejor lo piensa, pero es porque no
sabe toda la historia. ¿O acaso mamaó se la contoó ? Hace tiempo que yo teníóa ganas
de hablar con usted, pero no me atrevíóa. Asíó que, despueó s de todo, le agradezco que
me haya ganado de mano. ¿Y sabe por queó teníóa ganas de hablar con usted? Porque
tengo la impresioó n de que usted es un buen tipo. Y mamaó tambieó n era buena gente.
No hablaó bamos mucho de ella y yo. En casa, o reinaba el silencio, o teníóa la palabra
mi padre. Pero el Viejo hablaba casi exclusivamente cuando veníóa borracho, o sea
casi todas las noches, y entonces maó s bien gritaba. Los tres le teníóamos miedo:
mamaó , mi hermanita Mirta y yo. Ahora tengo trece anñ os y medio, y aprendíó muchas
cosas, entre otras que los tipos que gritan y castigan e insultan, son en el fondo
unos pobres diablos. Pero entonces yo era mucho maó s chico y no lo sabíóa. Mirta no
lo sabe ni siquiera ahora, pero ella es tres anñ os menor que yo, y seó que a veces en la
noche se despierta llorando. Es el miedo. ¿Usted alguna vez tuvo miedo? A Mirta
siempre le parece que el Viejo va a aparecer borracho, y que se va a quitar el
cinturoó n para pegarle. Todavíóa no se ha acostumbrado a la nueva situacioó n. Yo, en
cambio, he tratado de acostumbrarme. Usted aparecioó hace un anñ o y medio, pero el
Viejo se emborrachaba desde hace mucho maó s, y no bien agarroó ese vicio nos
empezoó a pegar a los tres. A Mirta y a míó nos daba con el cinto, duele bastante, pero
a mamaó le pegaba con el punñ o cerrado. Porque síó nomaó s, sin mayor motivo: porque
la sopa estaba demasiado caliente, o porque estaba demasiado fríóa, o porque no lo
habíóa esperado despierta hasta las tres de la madrugada, o porque teníóa los ojos
hinchado de tanto llorar. Despueó s, con el tiempo, mamaó dejoó de llorar. Yo no seó
coó mo hacíóa, pero cuando eó l le pegaba, ella ni siquiera se mordíóa los labios, y no
lloraba, y eso al Viejo le daba todavíóa maó s rabia. Ella era consciente de eso, y sin
embargo preferíóa no llorar. Usted conocioó a mamaó cuando ella ya habíóa aguantado
y sufrido mucho, pero soó lo cuatro anñ os antes (me acuerdo perfectamente) todavíóa
era muy linda y teníóa buenos colores. Ademaó s era una mujer fuerte. Algunas
noches, cuando por fin el Viejo caíóa estrepitosamente y de inmediato empezaba a
roncar, entre ella y yo lo levantaó bamos y lo llevaó bamos hasta la cama. Era
pesadíósimo, y ademaó s aquello era como levantar a un muerto. La que hacíóa casi
toda la fuerza era ella. Yo apenas si me encargaba de sostener una pierna, con el
pantaloó n todo embarrado y el zapato marroó n con los cordones sueltos. Usted
seguramente creeraó que el Viejo toda la vida fue un bruto. Pero no. A papaó lo
destruyoó una porqueríóa que le hicieron. Y se la hizo precisamente un primo de
mamaó , ese que trabaja en el Municipio. Yo no supe nunca en queó consistioó la
porqueríóa, pero mamaó disculpaba en cierto modo los arranques del Viejo porque
ella se sentíóa un poco responsable de que alguien de su propia familia lo hubiera
perjudicado en aquella forma. No supe nunca queó clase de porqueríóa le hizo, pero
la verdad era que papaó , cada vez que se emborrachaba, se lo reprochaba como si
ella fuese la uó nica culpable. Antes de la porqueríóa, nosotros vivíóamos muy bien. No
en cuanto a la plata, porque tanto yo como mi hermana nacimos en el mismo
apartamento (casi un conventillo) junto a Villa Dolores, el sueldo de papaó nunca
alcanzoó para nada, y mamaó siempre tuvo que hacer milagros para darnos de comer
y comprarnos de vez en cuando alguna tricota o alguó n par de alpargatas. Hubo
muchos díóas en que pasaó bamos hambre (si viera queó feo es pasar hambre), pero en
esa eó poca por lo menos habíóa paz. El Viejo no se emborrachaba, ni nos pegaba, y a
veces hasta nos llevaba a la matineó e. Alguó n raro domingo en que habíóa plata. Yo
creo que ellos nunca se quisieron demasiado. Eran muy distintos. Auó n antes de la
porqueríóa, cuando papaó todavíóa no tomaba, ya era un tipo bastante alunado. A
veces se levantaba al mediodíóa y no le hablaba a nadie, pero por lo menos no nos
pegaba ni la insultaba a mamaó . Ojalaó hubiera seguido asíó toda la vida. Claro que
despueó s vino la porqueríóa y eó l se derrumboó , y empezoó a ir al boliche y a llegar
siempre despueó s de media noche, con un olor a grapa que apestaba. En los uó ltimos
tiempos todavíóa era peor, porque tambieó n se emborrachaba de díóa y ni siquiera nos
dejaba ese respiro. Estoy seguro de que los vecinos escuchaban todos los gritos,
pero nadie decíóa nada, claro, porque papaó es un hombre grandote y le teníóan
miedo. Tambieó n yo le teníóa miedo, no soó lo por mi y por Mirta, sino especialmente
por mamaó . A veces yo no iba a la escuela, no para hacer la rabona, sino para
quedarme rondando la casa, ya que siempre temíóa que el Viejo llegara durante el
díóa, maó s borracho que de costumbre, y la moliera a golpes. Yo no la podíóa defender,
usted ve lo flaco y menudo que soy, y todavíóa entonces lo era maó s, pero queríóa estar
cerca para avisar a la policíóa. ¿Usted se enteroó de que ni papaó ni mamaó eran de ese
ambiente? Mis abuelos de uno y otro lado, no direó que tienen plata, pero por lo
menos viven en lugares decentes, con balcones a la calle y cuartos con bidet y
banñ era. Despueó s que pasoó todo, Mirta se fue a vivir con mi abuela Juana, la madre
de mi papaó , y yo estoy por ahora en casa de mi abuela Blanca, la madre de mamaó .
Ahora casi se pelearon por recogernos, pero cuando papaó y mamaó se casaron, ellas
se habíóan opuesto a ese matrimonio (ahora pienso que a lo mejor teníóan razoó n) y
cortaron las relaciones con nosotros. Digo nosotros, porque papaó y mamaó se
casaron cuando yo ya teníóa seis meses. Eso me lo contaron una vez en la escuela, y
yo le reventeó la nariz al Beto, pero cuando se lo pregunteó a mamaó , ella me dijo que
era cierto. Bueno, yo teníóa ganas de hablar con usted, porque (no seó queó cara va a
poner) usted fue importante para míó, sencillamente porque fue importante para mi
mamaó . Yo la quise bastante, como es natural, pero creo que nunca podreó decíórselo.
Teníóamos siempre tanto miedo, que no nos quedaba tiempo para mimos. Sin
embargo, cuando ella no me veíóa, yo la miraba y sentíóa no seó queó , algo asíó como una
emocioó n que no era laó stima, sino una mezcla de carinñ o y tambieó n de rabia por verla
todavíóa joven y tan acabada, tan agobiada por una culpa que no era suya, y por un
castigo que no se merecíóa. Usted a lo mejor se dio cuenta, pero yo le aseguro que mi
madre era inteligente, por cierto bastante maó s que mi padre, creo, y eso era para mi
lo peor: saber que ella veíóa esa vida horrible con los ojos bien abiertos, porque ni la
miseria ni los golpes ni siquiera el hambre, consiguieron nunca embrutecerla. La
poníóan triste, eso síó. A veces se le formaban unas ojeras casi azules, pero se enojaba
cuando yo le preguntaba si le pasaba algo. En realidad, se hacíóa la enojada. Nunca la
vi realmente mala conmigo. Ni con nadie. Pero antes de que usted apareciera, yo
habíóa notado que cada vez estaba maó s deprimida, maó s apagada, maó s sola. Tal vez
por eso fue que pude notar mejor la diferencia. Ademaó s, una noche llegoó un poco
tarde (aunque siempre mucho antes que papaó ) y me miroó de una manera distinta,
tan distinta que yo me di cuenta de que algo sucedíóa. Como si por primera vez se
enterara de que yo era capaz de comprenderla. Me abrazoó fuerte, como con
verguü enza, y despueó s me sonrioó . ¿Usted se acuerda de su sonrisa? Yo síó me
acuerdo. A míó me preocupoó tanto ese cambio, que falteó dos o tres veces al trabajo
(en los uó ltimos tiempos hacíóa el reparto de un almaceó n) para seguirla y saber de
queó se trataba. Fue entonces que los vi. A usted y a ella. Yo tambieó n me quedeó
contento. La gente puede pensar que soy un desalmado, y quizaó no esteó bien eso de
haberme alegrado porque mi madre enganñ aba a mi padre. Puede pensarlo. Por eso
nunca lo digo. Con usted es distinto. Usted la queríóa. Y eso para míó fue algo asíó
como una suerte. Porque ella se merecíóa que la quisieran. Usted la queríóa ¿verdad
que síó? Yo los vi muchas veces y estoy casi seguro. Claro que al Viejo tambieó n trato
de comprenderlo. Es difíócil, pero trato. Nunca lo pude odiar, ¿me entiende? Seraó
porque, pese a lo que hizo, sigue siendo mi padre. Cuando nos pegaba, a Mirta y a
mi, o cuando arremetíóa contra mamaó , en medio de mi terror yo sentíóa laó stima.
Laó stima por eó l, por ella, por Mirta, por míó. Tambieó n la siento ahora, ahora que eó l ha
matado a mamaó y quieó n sabe por cuanto tiempo estaraó preso. Al principio, no
queríóa que yo fuese, pero hace por lo menos un mes que voy a visitarlo a Miquelete
y acepta verme. Me resulta extranñ o verlo al natural, quiero decir sin encontrarlo
borracho. Me mira, y la mayoríóa de las veces no dice nada. Yo creo que cuando
salga, ya no me va a pegar. Ademaó s, yo sereó un hombre, a lo mejor me habreó casado
y hasta tendreó hijos. Pero yo a mis hijos no les pegareó , ¿no le parece? Ademaó s estoy
seguro de que papaó no habríóa hecho lo que hizo si no hubiese estado tan borracho.
¿O usted cree lo contrario? ¿Usted cree que, de todos modos hubiera matado a
mamaó esa tarde en que, por seguirme y castigarme a míó, dio finalmente con
ustedes dos? No me parece. Fíójese que a usted no le hizo nada. Soó lo maó s tarde,
cuando tomoó maó s grapa que de costumbre, fue que arremetioó contra mamaó . Yo
pienso que, en otras condiciones, eó l habríóa comprendido que mamaó necesitaba
carinñ o, necesitaba simpatíóa, y que eó l en cambio soó lo le habíóa dado golpes. Porque
mamaó era buena. Usted debe saberlo tan bien como yo. Por eso, hace un rato,
cuando usted se me acercoó y me invitoó a tomar un capuchino con tostadas, aquíó en
el mismo cafeó donde se citaba con ella, yo sentíó que teníóa que contarle todo esto. A
lo mejor usted no lo sabíóa, o soó lo sabíóa una parte, porque mamaó era muy callada y
sobre todo no le gustaba hablar de síó misma. Ahora estoy seguro de que hice bien.
Porque usted estaó llorando, y, ya que mamaó estaó muerta, eso es algo asíó como un
premio para ella, que no lloraba nunca.

Allende

Para matar al hombre de la paz


para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques
para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama
porque el hombre de la paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz


tuvieron que desatar la guerra turbia
para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar más para seguir matando
para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces
porque el hombre de la paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz


tuvieron que imaginar que era una tropa
una armada una hueste una brigada
tuvieron que creer que era otro ejército
pero el hombre de la paz era tan sólo un pueblo
y tenía en sus manos un fusil y un mandato
y eran necesarios más tanques más rencores
más bombas más aviones más oprobios
porque el hombre del paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz


para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte
matar y matar más para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo.

Señas del Che

Todo campo
es el nuestro

por ejemplo está éste


verde dispuesto verde
los surcos y los surcos
las nubes con sus gordas
pantorrillas de lluvia

está tambien el otro


campo de pronto abismo
recién nacidos muertos
sin haberse atrevido
a estrenar sus pavores

está el amor de siempre


el corazón del tacto
la noche de la piel
los poros y los poros
y la gloria y el beso

está la llamarada
la hoguera de la piel
el cuerpo brasa infame
el hombre que no sabe
por qué lo incendia el hombre

verde dispuesto verde


campo de pronto abismo
los surcos y los surcos
las nubes con sus gordas
pantorrillas de lluvia
recién nacidos muertos
sin haberse atrevido
a estrenar sus pavores
está el amor de siempre
está la llamarada
el corazón del tacto
la hoguera de la piel
la noche de la piel
el cuerpo brasa infame
los poros y los poros
y el hombre que no sabe
y la gloria y el beso
por qué lo incendia el hombre

desde un sitio cualquiera


montaña
o selva
o sótano
hay alguien que hace señas
agitando su vida

todo campo
es el nuestro

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