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CAPÍTULO VII Del contexto a los productos 217

d. Fundamentación específica de los problemas y conjeturas de la in-


vestigación (como derivado de los puntos anteriores). Sobre ambas
cuestiones nos hemos explayado en apartados anteriores, de modo que
aquí sólo señalaremos que es deseable ubicar estos capítulos como asuntos
que se derivan de la elaboración teórica. En este sentido la fundamentación
teórica “enmarca” el problema y las hipótesis, es decir, ambos asuntos debe-
rían desprenderse de la misma.
e. Bibliografía (citada o consultada). Se anexa al final, dejando constancia
de las referencias que se han citado o consultado en la elaboración del mar-
co de referencia conceptual. La presentación de estas referencias también
tiene criterios formales convencionales de acuerdo con específicas norma-
tivas que deberán consultarse en cada caso.

El término “objetivo” tiene varias acepciones semánticas que conviene precisar para Los objetivos
situar su lugar en el contexto de la investigación. Algunas de ellas son las siguientes: como producto
• Lo objetivo como opuesto a lo subjetivo (como cuando se dice “Se trata de o resultado de
una evaluación objetiva”). la investigación
• El objetivo como lugar al que algo se dirige (“La flecha dio en el objetivo”).
• El objetivo como finalidad (“Alcanzó su objetivo”).

Todas estas acepciones contribuyen a aclarar su alcance cuando el término se


usa en el marco del proceso de investigación. En este contexto un objetivo se define
como: “el producto o resultado que se espera alcanzar con la investigación”.
Los objetivos tienen una función central en la organización del proceso y en la
formulación (y gestión) del proyecto de investigación.
a. En lo que respecta a la organización del proceso de investigación, su im-
portancia deriva de su vinculación con los problemas y las hipótesis en el
sentido de que se formulan como aquellos productos o resultados empí-
ricos que se espera obtener mediante la investigación y que contribuirán a
“contestar a los problemas” o “contrastar las hipótesis”.
b. En lo que respecta a la formulación y gestión del proyecto los objetivos son
relevantes, ya que todo proyecto es un contrato o acuerdo que se fija con
la institución que lo evalúa, avala o financia, y sus logros podrán medirse
mediante el cumplimiento de los mismos. Dicho de otra manera, la institu-
ción evaluadora/financiadora tendrá criterios de evaluación que atienden
no tanto ni principalmente la evidencia que se consiga en favor o en contra
de la hipótesis, sino más bien el cumplimiento de los objetivos trazados.
218 PARTE D OS Desarrollos metodológicos

El lugar de los objetivos en el proceso de la investigación

Desde la perspectiva del proceso de la investigación los objetivos surgen de los pro-
blemas y las hipótesis, tal como se refleja en el esquema en el que presentamos los
componentes de la fase. Se ubican en lo que podríamos llamar la “interfaz” entre
las fases 1 (teórica) y 2 (empírica): los objetivos apuntan en ambas direcciones.
Comúnmente se distingue un objetivo general, del que se desprende un con-
junto (reducido) de objetivos específicos. La formulación del objetivo general
contempla el núcleo de lo que se propone conseguir la investigación y, como tal,
apunta a una formulación más conceptual.
Los objetivos específicos estipulan los productos más desagregados que se
requieren para alcanzar dicho objetivo general, por tanto, especifican con cierto
detalle la estrategia empírica para alcanzarlos.
Cuando me referí a los problemas de investigación señalé que un rasgo carac-
terístico es que su respuesta apunta siempre en la perspectiva de la producción de
algún tipo de conocimiento. En esa dirección los objetivos también se formulan
(siempre) como productos de tipo cognitivo. Suelen expresarse mediante el uso de
verbos en infinitivo como, por ejemplo, evaluar, diagnosticar, identificar, caracterizar.
Como se advierte, todos apuntan en la dirección de producir u obtener un
resultado que aportará algún conocimiento y deben formularse en congruencia
con los problemas y las hipótesis, ya que efectivamente se derivan de éstos. Así, por
ejemplo, si un problema se formula en los siguientes términos:

¿Cómo evoluciona el trazado urbano en relación con los procesos


migratorios producidos en la región x durante el periodo y?

para un problema como éste se podría formular un objetivo como el siguiente:

Identificar las configuraciones del trazado urbano en la región x a lo


largo del periodo y, según etapas migratorias.

Si los problemas se han formulado como una constelación de preguntas


vinculadas será deseable identificar para cada núcleo problemático su objetivo
específico correspondiente.
En los objetivos específicos se pueden precisar aspectos teóricos y proce-
dimentales conjuntamente. El nivel de detalle dependerá de la posibilidad de
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anticipar y prever el tratamiento que se espera hacer. Pero, sin duda, su especifica-
ción contribuirá mucho en el ordenamiento del tema y también en la planificación
de las actividades. Así, por ejemplo, en el caso anterior, podría estipularse con más
precisión en los siguientes términos:

Identificar las configuraciones del trazado urbano en la región


x a lo largo del periodo y, a través de relevamientos de registros
cartográficos.

O también:

Identificar las configuraciones del trazado urbano en la región x a lo


largo del periodo y, según la morfología propuesta por z con base en
relevamientos quinquenales de registros cartográficos.

Como se advierte, estas dos formulaciones especifican el material con el cual se


va a trabajar (“relevamientos cartográficos”), los criterios conceptuales para el aná-
lisis (“morfología urbana propuesta por z”) y los cortes temporales que se usarán
para el seguimiento del periodo (“periodos quinquenales”).

Distinción entre objetivos, metas, propósitos y actividades

Algunos conceptos o términos que podrían confundirse con los objetivos, por-
que de algún modo están emparentados —aunque deben distinguirse— son los
siguientes:
• Metas
• Propósitos
• Actividades

En lo que respecta a las metas se trata del término que más proximidad tiene
con el de “objetivo”. Una meta es también un fin o un estado de cosas que se
espera alcanzar.
En la investigación la meta siempre será “iluminar o responder a los problemas
formulados”, “cotejar o contrastar las hipótesis, o descubrirlas”, de modo tal que
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los objetivos serán los productos o los medios que harán posible el cumplimiento
de la meta.
De cualquier manera, las metas no se formulan como tales en un trabajo de
investigación, ya que se dan por supuestas. Sólo se formulan los objetivos, como
objetivos generales y específicos, tal como lo hemos comentado.
En lo que respecta a los propósitos su distinción es más precisa e igual de rele-
vante. El propósito está directamente vinculado a los “fines” que persigue la investi-
gación, a los “valores” que la motivan. Expresan un horizonte de deseabilidad de los
investigadores, en términos de la contribución que esperan hacer a su disciplina o a
un contexto social específico. Por ejemplo el propósito de una investigación sobre
“didáctica de las matemáticas” podría formular un propósito como el siguiente:

Contribuir a mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje del


cálculo elemental.

Es importante advertir que esta mejora excede a los propios investigadores. Es


decir, ellos nunca podrán hacerse responsables por el cumplimiento del propósito
dado, pues su cumplimiento depende de un sinnúmero de factores fuera de su
alcance. El propósito se limita a expresar las motivaciones, los fines que impulsan y
le dan relevancia a la investigación.
En cambio, el cumplimiento de los objetivos sí los compromete de manera
directa. Dado que éstos son resultado de la investigación, deberá darse cuenta de
ellos y justificar cualquier dificultad que se haya encontrado para su cumplimiento.
En lo que respecta a las actividades, éstas constituyen los medios para alcanzar
los objetivos, todo aquello que debe “hacerse” para cumplir con ellos. Para cada
objetivo pueden (y es conveniente) identificarse varias actividades. En este sentido
los objetivos son un criterio ordenador para los propios investigadores. A dife-
rencia de los objetivos que se formulan en términos de resultados cognitivos, las
actividades se formulan como acciones a cumplir.
Finalmente podemos señalar algunas características deseables que deben tener
los objetivos de investigación (que responden a las distinciones y precisiones que
acabamos de revisar) y que están directamente vinculadas a las que ya definimos
para los restantes componentes de la fase 1. Deben ser:
• Claros y precisos en su formulación. Estas virtudes son las mismas que se
esperan de los problemas y las hipótesis. Su claridad y precisión provienen
también de los conceptos que se estén aplicando y de su definición en el
marco de referencia conceptual.
• Factibles y viables. Deben ser acordes a los recursos con los que cuenta el
investigador en términos de materiales, tiempo y acceso a fuentes. Deben,
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además, atender y preservar los principios éticos de los sujetos o de los


contextos que se comprometerán en su cumplimiento.
• Medibles o evaluables. Se formularán de tal manera que, al finalizar la
investigación, sea posible evaluar si se han cumplido total o parcialmente.
Si en el transcurso de la investigación se modifican los objetivos habrá que
especificar entonces dichas modificaciones y las razones que las hicieron
necesarias.
• Coherentes entre sí y con los restantes componentes de la fase. Éste es un
criterio de enorme relevancia. Dada su función como “organizadores” del
proceso de investigación, la formulación de los objetivos debe ser coheren-
te con los problemas y las hipótesis (en tanto que se vincula directamente
con éstos) y los objetivos coherentes entre sí. Es decir, cada objetivo espe-
cífico debe ser un componente que atienda el logro del objetivo general.

Lo dicho hasta aquí resulta suficiente para ubicar la relación de esta fase 1 con
la siguiente fase 2, orientada a la construcción y el relevamiento de los datos.
Tal como quedó expresado, los objetivos particulares o específicos deben
contener —de un modo reducido pero deseablemente preciso— algunas indi-
caciones orientadas hacia dicha estrategia empírica. Ésa es la razón por la cual los
ubicamos en la “interfaz” entre la fase 1 (de corte más conceptual) y la fase 2 del
proceso (de corte más empírico). En el siguiente capítulo nos dedicaremos preci-
samente a situar el paso a dicha estrategia empírica.

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