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a. Una perspectiva formal o sintáctica, que alude a las relaciones de los signos
entre sí, es decir, a los aspectos de forma que deben respetarse como reglas
sintácticas.
b. Una perspectiva sustancial o semántica, que refiere a las relaciones de los
signos con los significados a los que remiten.
c. Una perspectiva comunicacional o pragmática, que estipula las relaciones
4 Sigo aquí la propuesta de la clasificación de los signos que hizo originalmente Charles S. Peirce (cfr. 1987)
y que sistematizó posteriormente Charles Morris (1985).
CAPÍTULO VII Del contexto a los productos 207
entre los signos y los usuarios de los mismos. Es decir, refiere a las condi-
ciones o prácticas de uso y a los aspectos comunicacionales vinculados a
dichas prácticas.
Pese a la posibilidad de distinguir cada uno de estos puntos, resulta claro que
su vinculación es muy estrecha. Cada vez que se aborda uno de ellos se implica
necesariamente al otro. Procuré, sin embargo, examinarlos por separado, identi-
ficando los aspectos característicos de cada uno bajo la convicción de que esta
distinción resultará provechosa para la comprensión del tema.
Comenzaré entonces atendiendo los aspectos pragmático-comunicacionales,
ya que desde éstos se sitúa el alcance de los restantes componentes.
Toda vez que se enuncia algo se hace con vocación comunicacional; es decir, se le
habla a alguien con alguna intención pragmática; se pretende hacer saber, ordenar,
hacer querer, indicar, aclarar, etcétera. Los teóricos de la comunicación han ido
incluso más lejos, señalando que resulta imposible “no comunicar”. En un contexto
de interlocución, aun el silencio comunica.
Por otra parte los aspectos “pragmáticos de la lengua” han sido ampliamente
estudiados por diversas corrientes del campo de la semiótica. Su tratamiento ex-
cede los fines de esta presentación, pero se puede señalar que éstos remiten a las
condiciones de uso que se hace del mismo código lingüístico.
Para decirlo a la luz de un ejemplo sencillo, el modo verbal puede ser un recur-
so para transformar un mismo asunto, en una comunicación “imperativa” (que
ordena), “indicativa” (que informa) o “subjuntiva” (que desea o estima).
El análisis pragmático en lingüística se ocupa del examen de esas intenciones
comunicacionales. Se pregunta, por ejemplo, qué tipo de interlocutor presupone
el discurso, qué lugar se atribuye el locutor, qué contexto comunicacional resulta
de ambas atribuciones.
Es importante aclarar que dicho contexto de interlocución es creado y emerge
por efectos de sentido del propio discurso, con independencia incluso del hecho
fáctico de los circunstanciales productores o receptores del mismo. Al momento
208 PARTE D OS Desarrollos metodológicos
5 Con el término “investigación de rutina” aludo a los trabajos de investigación que no están asociados
o destinados al desarrollo de una tesis. Pueden ser investigaciones que se llevan a cabo en el marco de
una financiación o de una actividad profesional para un organismo académico, de ciencia y técnica o
un área de investigación empresarial. Esta distinción no excluye que una investigación de tesis pueda ser
también financiada por un organismo de ciencia y técnica o académico.
210 PARTE D OS Desarrollos metodológicos
Los tres aspectos están íntimamente vinculados, de modo que los consideraré
en conjunto.
En lo que respecta al primer punto todo concepto es resultante de una historia
constructiva al interior de una práctica científico-disciplinar. Condensa o sintetiza
todo un cuerpo teórico. Así, por ejemplo, los conceptos de “clase social”, “modo
de producción”, “relaciones sociales de producción” presuponen un contexto de
significación (el cuerpo teórico marxista, en este caso) a partir del cual se define
y comprende su alcance. Pero, precisamente por ello, cuando se les utiliza existe
una explícita referencia a dicho contexto, y se presupone una interpretación igual-
mente unívoca o, al menos, de menor ambigüedad que la que supone el uso del
lenguaje coloquial.
Si bien se espera que en el marco de referencia conceptual se explicite cuál es el
alcance de cada término (cómo se le define), nunca debería transformarse ese trata-
miento en una mera enumeración de definiciones. Por el contrario, lo que interesa
precisar es la red “nomológica” en que esos conceptos se integran; qué relaciones se
postulan entre ellos, con base en qué dimensionamiento teórico serán abordados.
La manera en que esas relaciones se irán trazando está directamente vinculada al
enfoque que orienta la investigación. Si el enfoque se asienta en un cuerpo teórico
claramente consolidado la tarea se limitará a ubicar las referencias correspondien-
tes, los antecedentes específicos y, en relación con ellos, el asunto de la investigación.
En ese caso será de interés precisar por qué, aun disponiendo de los conocimientos
que esa tradición ha consolidado, el tema amerita un trabajo de investigación. Es de-
cir, cuáles son o cómo se justifican los problemas por resolver. Éstos podrán derivarse
como asuntos específicos a partir de los asuntos generales que ya ha resuelto la teoría
o como ámbitos, poblaciones o muestras nunca antes abordados.
Así, por ejemplo, alguien podría inscribirse en la línea de investigación de la
epistemología genética de Jean Piaget y, sin pretender innovar en lo que respecta al
enfoque teórico general, examinar el desarrollo de la inteligencia en situaciones de
“privación afectiva”; o en “sociedades paleolíticas” nunca antes estudiadas desde
dicha perspectiva teórica.6 En este caso podría entonces tomar el cuerpo teórico
de base piagetiano (inscribirse claramente en el “núcleo duro” del mismo), precisar
los criterios con los que se analizará el “desarrollo cognitivo” (incluso las técnicas
específicas que utilizará) y luego precisar también los elementos que introduce el
enfoque específico que pretende trabajar.
No se pedirá que desarrolle “la teoría como un todo”. El exceso es tan perju-
dicial como el defecto en este terreno. Se entiende que la tarea no es la de siste-
matizar el pensamiento de Piaget. Debe más bien servirse de esa teoría para los
propios fines de su investigación, de manera acotada, precisa, pero bien orientada
y fundamentada. Será necesario que el desarrollo del tema dé muestra de una clara
revisión de antecedentes, pero también que sea capaz de invocar o citar investi-
gaciones que hayan incursionado en temas próximos o afines. Quizá nunca nadie
6 El ejemplo es ficticio, con el único fin de la ilustración didáctica, de modo que no se asume ninguna
posición específica ni ninguna referencia de investigación en estos temas.
212 PARTE D OS Desarrollos metodológicos
De cualquier modo, también en este terreno se reconoce que aun para for-
mular un problema de investigación cualitativo se requiere el acceso a la literatu-
ra científica, a los trabajos de otros investigadores, a una revisión reflexiva sobre
el tema. Y, por supuesto, se reconoce de igual modo que en el investigador hay
un trasfondo que proviene de su formación disciplinar y que está presente en su
manera de concebir o encarar un tema. Strauss y Corbin definen la teoría en los
siguientes términos:
El término “objetivo” tiene varias acepciones semánticas que conviene precisar para Los objetivos
situar su lugar en el contexto de la investigación. Algunas de ellas son las siguientes: como producto
• Lo objetivo como opuesto a lo subjetivo (como cuando se dice “Se trata de o resultado de
una evaluación objetiva”). la investigación
• El objetivo como lugar al que algo se dirige (“La flecha dio en el objetivo”).
• El objetivo como finalidad (“Alcanzó su objetivo”).