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La orquesta

de tres
cuerdas y un
director de
orquesta.
Maria y Marianna.
Erase una vez una orquesta que se componía de tres instrumentos de tres cuerdas y un director de orquesta.

El director de orquesta era muy autoritario, siempre se tocaban las partituras que él quería, una antiguas y muy
pasadas de moda. Si algo no le gustaba movía la batuta con gran ímpetu, para que todos supieran que algo no estaba
bien, y se debía hacer como el quería. Entre bastidores siempre había conflictos entre los instrumentos y el director.
El primer instrumento era un chelo, llevaba ya mucho tiempo en la orquesta y siempre tocaba a gusto del director y
coincidían siempre en la elección de partituras. El segundo instrumento era una viola, de un rojo imponente, que
tocaba como los ángeles, el director y los demás instrumentos siempre admiraban su forma de tocar. El director
odiaba el rojo de aquella viola y siempre intentaba convencerla para que se cambiara el color a uno más discreto.
Finalmente, el tercer instrumento era un violín de color anaranjado majestuoso que tocaba también de una manera
espectacular, pero siempre parecía sonar desentonado a comparación con la viola. El pequeño violín era el
instrumento al que más le exigía el director y al que menos valoraba. Las discusiones entre el violín y el director
siempre eran acaloradas, ya que el violín veía su esfuerzo y dedicación. Esto hizo que al violín se le atribuyera cada
vez menos protagonismo en escena. El violín ya no tocaba por gusto si no a gusto de la orquesta.
Aquel violín naranja siendo cada vez más consciente de que cada vez se le escuchaba menos en escena, y que el
gran esfuerzo que hacía creía que no lo veía nadie, empezó a dejar de practicar aquellas partituras del director, y
empezó a componer las suyas propias. Cuanto más tiempo invertía en componer menos practicaba y más se
cumplía las expectativas de la orquesta, y más se creía el violín anaranjado que era un instrumento desentonado.

El violín veía que había otra gente a la que si le gustaba su color, su musicalidad, sus composiciones e incluso que
a veces no estuviera bien entonado. El violín empezó a pensar que aquella orquesta era solo eso la orquesta con
la que tocaba, pero no lo que le definía como instrumento. Era aquel pequeño violín quien determino que para el
él era muy valioso y su forma de tocar era una genialidad porque el sabía mejor que nadie el esfuerzo y el trabajo
que había detrás. El violín anaranjado entendió entonces la mejor frase de su mundo “la música nunca suena a
gusto de todos”, y como la música el tampoco, y por ello él debía sonar a su gusto.
¿Que has sentido con el cuento?
¿Te sientes identificado con algún
instrumento? ¿Porqué?
¿Cómo crees que se siente el violín ahora?

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