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COLECCIÓN CLAVES

Dirigida por Rugo Vezzetti


Pierre Bourdieu

Los usos sociALES


DE LA CIENCIA

Ediciones Nueva Visión


Buenos Aires
11

LOS USOS SOCIALES DE LA CIENCIA


Por una sociología clínica
del campo científico
Conferencia con debate organizada por el grupo Scien-
ces en questions en el Institut N ational de la Recherche
Agronomique (INRA), París, el 11 de marzo de 1997.

El texto fue preparado para su publicación por el autor,


con la colaboración de Patrick Champagne y Étienne
Landais.
PREFACIO

El grupo Sciences en questions me ha solicitado que


presente brevemente a Pierre Bourdieu antes de que éste
haga su intervención ante los investigadores deliNRA. Si
tenemos en cuenta las relaciones de trabajo queman-
tengo con Bourdieu desde hace mucho, pronto serán
treinta años, la tarea dista de ser sencilla para mí, y
siento la tentación de salir de este mal trance diciendo
que nuestro autor es una de esas personalidades tan
conocidas que ya no hace falta presentarlas.
Así, pues, habría podido atenerme a eso si, acicateado
por la dificultad, no hubiera tratado de tomar en serio el
pedido que me hicieron. En efecto, ¿cómo presentar una
obra tan importante y densa como la de Pierre Bour-
dieu, que estudió prácticamente todo: a los campesinos,
los artistas, la escuela, los obispos, los empleadores, las
clases populares, etc., y que abarcó tantas disciplinas:
etnología, sociología, filosofía, sociolingüística, econo-
mía, historia? ¿Cómo dar cuenta de una obra que se
constituyó en el transcurso de cientos de investigacio-
nes que él realizó personalmente, dirigió o simplemente
leyó y asimiló desde hace casi cuarenta años?
Frente a la imposibilidad de resumir en cinco minu-
tos la obra de toda una vida, dado que no estamos en la
televisión, tomé la decisión de limitarme a lo menos
discutible y acaso lo más fácil, y dar simplemente
algunas referencias biográficas y bibliográficas.
Usted, Pierre Bourdieu, podría haber sido invitado
aquí en razón de sus trabajos sobre el mundo rural. Al

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salir de la École N ormale Supérieure, que según creo ya que su primer libro, publicado en 1958 en la colección
entender no fue para usted una experiencia totalmen- "Que sais-je?", se titulaba trivialmente Sociologie de
te encantadora, comenzó su carrera, en efecto, traba- l'Algérie, 4 y reincidió algunos años después con un muy
jando sobre la crisis del mundo campesino, tanto en descriptivo Travail et travailleurs en Algérie. 5 No obs-
Argelia, donde durante el servicio militar hizo usted sus tante, esas primeras investigaciones le permitieron
primeras armas intelectuales, corno en la pequeña al- desarrollar un concepto destinado a un gran porvenir en
dea del Béarn que lo vio nacer en 1930. Su obra empieza sus trabajos ulteriores; me refiero al habitus.
entonces con trabajos sobre el mundo rural. Usted Cuando vuelve a Francia, luego de vn breve paso por
publica, en colaboración con Abdelmalek Sayad, Le la universidad como profesor adjunt9, es elegido como
Déracinement, 1 una obra sobre la crisis de la agricultura director de investigaciones en la Ecole des Hautes
tradicional en Argelia, a la que hay que agregar Algérie Études. Trabaja entonces en el Centre de Sociologie
60, 2 que aparecerá un poco más adelante y en la que Européenne, que usted crea con la bendición de Ray-
analiza el choque de la sociedad campesina argelina mond Aron, y que se dedica principalmente al análisis
tradicional con el espíritu del capitalismo. En 1962, en del sistema de enseñanza. En 1964, usted publica un
la flamante revista de la École des Hautes Études primer balance de las investigaciones que concibió y
en Sciences Sociales,Études Rurales, presenta un muy animó, en un libro, Les Héritiers, subtitulado "los estu-
largo artículo titulado "Célibat et condition paysanne" diantes y la cultura". 6 Esta obra, escrita en colaboración
["Celibato y condición campesina"], 3 en el que muestra con Jean-Claude Passeron, será el primero de una larga
que la crisis del campesinado no sólo tiene su explica- serie de éxitos. En ella pone usted en evidencia el papel
ción en el capitalismo agrario sino también en unos del capital cultural en la selección escolar. A continua-
mecanismos mucho más sutiles que se refieren a la ción, en 1966, publica L'A.mour de l'art,7 en el cual, a
reproducción misma, incluida la reproducción biológica partir de una serie de encuestas sobre la visita a los
de los individuos. museos, profundiza esa noción de capital cultural y
Sin embargo, si hoy ha sido invitado aquí, no es, analiza más en general las funciones sociales de las
paradójicamente, en razón de esos trabajos rurales, sino prácticas culturales. En 1968 funda/su propio laborato-
más bien a causa de los trabajos que marcaron la rio: el Centre de Sociologie de l'Education et de la
continuación de su carrera y brindaron la materia de Culture, que aún existe y con el que usted trabaja en
libros muy conocidos o, más exactamente, de libros estrecha relación, aunque desde 1981 esté en el College
cuyos títulos son muy conocidos. N o sé, en sustancia, si de France.
eso se debe en usted a un sentido muy agudo del En 1970, un nuevo libro, de título bien elegido, La
marketing editorial, ¡pero es posible resumir toda su
4 P. Bourdieu, Sociologie de l'Algérie, París, PUF, 1958, col. "Que
obra a partir de las juiciosas elecciones de los títulos de
sus publicaciones! Había empezado mal, sin embargo, sais-je?", no 802 [traducción castellana: Argelia entra en la historia,
Barcelona, Nova Terra, 1965].
5 P. Bourdieu, A. Darbel, J.-P. Rivet y C. Seibel, Travail et
1
P. Bourdieu y A. Sayad, Le Déracinement, la crise de l'agricul- travailleurs en Algérie, París-La Haya, Mouton, 1963.
ture traditionnelle en Algérie, París, Éditions de Minuit, 1964. 6 P. Bourdieu y J.-C. Passeron, Les Héritiers, les étudiants et la
2
P. Bourdieu, Algérie 60, structures économiques et structures culture, París, Éditions de Minuit, 1964 [traducción castellana:Los
temporelles, París, Editions de Minuit, 1977. · estudiantes y la cultura, Barcelona, Labor, 1967].
3
P. Bourdieu, "Célibat et condition paysanne", en Études rura- 7 P. Bourdieu, A. Darbel y D. Schnapper, L'Amour de l'art, les
les, 5-6, abril-septiembre de 1962, pp. 32-136. musées d'art et leur public, París, Éditions de Minuit, 1966.

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reproducción, subtitulado ::El~~1entos para ~~a teoría A partir de 1975, usted retoma sus trabaj~s so.~re el
del sistema de enseñanza .8 Es un nuevo exito, pero sistema de enseñanza y los amplía a la conshtuc1on de
también el inicio de los prüneros rna1entendidos entre los campos de producción culta: artes, ciencias, etc.:
quienes sólo se detienen en los títulos de sus obras y tocarnos así nuestro tema de hoy. Ya en 1971, en "Le
creen que ese libro demuestra que la escuela no hace marché des biens symboliques", un artículo publicado
más que reproducir la estructura social, cuando en en L -:Année sociologique, 11 usted había sentado las _bases
realidad, me parece, se trata para usted, n1ás bien, de un de algunos de sus análisis ulteriores en ese. ~mbüo,_al
pretexto para desarrollar un nuevo sistema conceptual, distinguir lo que llamaba "campo de producc1on restnn-
apoyado particularmente en una noción que también gido", espacio de producción culta en el que los produc-
tendrá mucho futuro: la de violencia simbólica. tores tienen por público esencial a los otros productores,
Durante la década del setenta, usted trabaja en una es decir a sus competidores directos (usted pensaba
vasta investigación sobre los procesos de diferenciación entonce~ sobre todo en el campo artístico), con respecto
social, verdadera contribución a una teoría general de al "campo de la gran producción cultural" (el perio~i~mo
las clases sociales que publica en 1979 en una obra o las industrias culturales, por ejemplo, que se d1ngen
titulada La distinción. 9 El subtítulo, "Crítica social del al gran público).
juicio", expresaba con más claridad su verdadera ambi- Pero muy pronto, y en esa huella, uste? estudia ese
ción, que era construir, en una perspectiva neokantia- particular campo restringido de. producc1ó~n que es el
na, una teoría sociológica de las categorías que organi- carr1po científico y, en 1975, pubhca "':n a;t1culo funda-
zan la percepción del mundo social y que contribuyen cional, "La especificidad del campo cient!fi,?o Y las con-
con ello a hacerlo. La salida de esa obra le vale una diciones sociales del progreso de la razon , en el cual
invitación de Bernard Pivot a su programa de televi- rompe con la tradición dominante de la sociología de la
sión; ¡desde ese día, Pivot se imagina que su renombre ciencia y su visión tranquilizadora de la "comuni-
y hasta su elección, dos años después, al College de dad científica", al introducir en especial los conceptos
France, tienen mucho que ver con él! Un año más tar- de campo y capital científicos; y ello, a la v~z 9ue
de, otra obra, Le Sens pratique, completa esa construc- muestra que la lógica del mercado en el ~cl!-al, en ultima
ción.10 En ella propone una teoría del conocimiento instancia, y lo mismo que en la matematlca avanzada,
sociológico y se esfuerza por situar su sociología con uno no puede tener corr1o clientes más que a sus peores
respecto a la corriente objetivista simbolizada en etno- competidores, es favorable al progreso de la razón. 12 En
logía por Claude Lévi-Strauss y, a la vez, a las corrientes 1984 publica Hamo academicus, 13 una obra sobre el
subjetivistas representadas por la fenomenología sar-
treana.
11 P. Bourdieu, "Le marché des biens symboliques", en L'Année
sociologique, 3: serie, vol. 22, 1971, pp. 49-126. . .
12 P. Bourdieu, "La spécificité du champ sc1entifi9ue et ~~-s
8
P. Bou.rdíeu y J.-C. Passeron,La ReproductJon. Éléments pour conditíons sociales du progres de la raison", enSociologze et Socze-
une théorie du systi!!ne d'enseignement, París, Editions de lVIinuit, tés, vn (1), mayo de 1975, pp. 91-118; y también "Le c~a~p
1970 [traducción castellana: La reproducción. Elementos para una scientifique", enActes de la recherche en scien,c¡es sociales, .2-3,Jum,?
teoría del sistema de enseñanza, Barcelona, Laia, 1977]. de 1976, pp. 88-104 [traducción castellana: El campo Cientifico ,
9
P. Bourdieu, La Distinction. Critique sociale du jugement, incluido en esta edición, págs. 9-57]. , . .
París, Éditions de Minuit, 1979 [traducción castellana: La distin- 13 P. Bourdieu, Hamo academicus, París, Editions de Mmmt,
ción. Criterio y bases sociales del gusto, Mac]rid, Taurus, 1988]. 1984 [traducción castellana: Hamo academicus, Madrid, Taurus,
10
P. Bourdieu, Le Sens pratique, París, Ed. de Minuit, 1980. 1987].
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cuerpo docente y más en general sobre la institución Más recientemente, usted reincide con una inversión
universitaria, el academicismo, las luchas de las disci- de su estrategia editorial, porque escribe un libro muy
plinas, el sesgo escolástico, la crisis de mayo de 1968, pequeño, para que los periodistas lo lean, pero sobre un
etc. En 1989, nuevo libro, nuevo título y nuevo éxito con tema del que no pueden dejar de hablar. Se trata de
La Noblesse d'État, subtitulado "Escuelas superiores y Sobre la televisión. 16 A juzgar por las reacciones que
espíritu de cuerpo", percibido como un ataque contra la suscita entonces, es lícito pensar que una vez más usted
ENA* y las escuelas superiores, en particular por quie- dio en el blanco. Pero una vez más, lo que los periodistas
nes salen de esas escuelas de poder, cuando en realidad leyeron erróneamente fue sin duda el título mismo,
se trata de un análisis de esa institución muy singular porque fueron muchos los que creyeron leer Cont.ra la
que es el Estado. televisión, cuando su objetivo y no estoy mal ub1cado
En 1992 publica Las reglas del arte, 14 subtitulado para decirlo consistía antes bien en interrogarse sobre
"Génesis y estructura del campo literario", en el que la posible contribución de las ciencias sociales a un
propone una teoría general de los campos y reflexiona mejor dominio de esta tecnología socialmente invasora,
sobre lo que es una revolución simbólica. Ese libro que ejerce una influencia creciente sobre cierta canti-
también aborda el problema de la función social de los dad de universos, entre ellos el nuestro.
intelectuales. En ese mismo momento, usted decide dar N o iré más allá de este breve panorama, que sólo da
un nuevo golpe editorial, que consiste en hacer un una imagen muy incompleta de su producción científi-
grueso libro, para que los periodistas no lo lean pero ca. En efecto, también habría que mencionar muchos
pese a ello hablen de él. Para esta empresa, reúne un otros títulos, entre ellos El oficio de sociólogo, 17 que
equipo de sociólogos, entre los cuales me cuento yo fue el breviario de toda una generación de investiga-
mismo, a fin de producir esa suma de casi mil páginas, dores desde la década del setenta, y la revistaActes
consagrada a La miseria del mundo. 15 Aparecida en de la recherche en sciences sociales que usted fundó en
1993, esta obra intenta a su manera hacer accesibles, 1975 y sigue dirigiendo, y que goza de una gran
más allá del círculo de los profesionales, los análisis más notoriedad nacional e internacional. Habría que citar,
avanzados de la sociología. Algunos meses después, asimismo las diversas obras en las que usted reprodujo
usted recibe, por el conjunto de su obra, la Medalla de las nume;osas conferencias dictadas sobre su trabajo:
20
Oro delcNRS, **distinción otorgada por primera vez a un Questions de sociologie, 18 Cosas dichas, 19 Réponses,
sociólogo.
16 P. Bourdieu, Sur la télévision, París, Liber-Raisons d'agir,

* École Nationale d'Administration (Escuela Nacional de Admi- 1996 [traducción castellana: Sobre la televisión, Barcelona, Ana-
nistración), de la que egresan quienes después ocuparán las princi- grama, 1997]. , .
pales funciones en el Estado. (N. del T.) 17 P. Bourdieu, J.-C. Chamboredon y J.-C. Passeron, Le MetLer

**Centre National de la R~cherche Scientifique (Centro Nacio- de sociologue, París, Mouton-Bordas, 1968 [traducción ca~tell~na:
nal de la Investigación Científica). (N. del T.) El oficio de sociólogo: presupuestos epistemológicos, Madnd, 81glo
14
P. Bourdieu; Les Regles de l'art. Genese et structure du champ XXI, 1975]. ,
littéraire, París, Editions du Seuil, 1992 [traducción castellana: Las 1s P. Bourd,ieu, Questions de sociologie, París, Editions de
reglas del arte: génesis y estructura del campo literario, Barcelona, Minuit, 1980 [traducción castellana: Sociología y Cultura, México,
Anagrama, 1995]. Grijalbo, 1990). ,
15
P. Bourdieu (dir.), La Misere du monde París Éditions du 19 P. Bourdieu, Choses dites, París, Editions de Minuit, 1987
Seuil, 1993 [traducción castellana: La miseria' del m~ndo Buenos [traducción castellana: Cosas dichas, Barcelona, Gedisa, 1988].
Aires, Fondo de Cultura Económica, 1999]. ' zo p. Bourdieu y L. Wacquant, Réponses. Pour une anthropologie
réflexive, París, Editions du Seuil, 1992.

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Razones prácticas, 21 libros que constituyen la mejor INTRODUCCIÓN
introducción a una obra a veces de difícil acceso para los
no especialistas. .
Así, pues, ahora voy a dejarle la palabra, no s1n an~es
brindar una última precisión: la presente conferencia,
titulada "Los usos sociales de la ciencia", lleva, como sin
duda lo habrán advertido, un título relativamente tri-
vial. La explicación es simple: no fue usted quien lo puso,
sino nosotros. ¡No hay duda de que en el momento de
editarla, nos ayudará a encontrarle un buen subtítulo!

PATRICK CHAMPAGNE Agradezco a Patrick Champagne. Aprecio mucho la


Director de investigaciones presentación que ha hecho, porque da, cosa no n1uy
del INRA habitual, una idea bastante completa y justa de mi
trabajo. Eso me facilitará la tarea que debo abordar
hoy.
Estoy dichoso de que me hayan invitado a participar
en esta serie de conferencias, porque su organización
me parece en buena medida un ejemplo de la forma en
que una institución científica debe emprender una
reflexión colectiva sobre sí misma. Querría contribuir a
ella planteando algunas cuestiones sobre la lógica pro-
pia del mundo científico y la forma particular que
asume en el caso del INRA, con la esperanza de suscitar
un proceso de autoanálisis colectivo. Creo que hoy esta-
mos en condiciones de concebir formas de reflexión de
un nuevo tipo. Para ello es preciso movilizar un colecti-
vo alrededor de interrogantes relativamente elabora-
dos, en circunstancias tales que pueda producir una
verdad sobre sí mismo que, sin duda, él es el único capaz
de producir. Circunstancias que, debo decirlo, no me
parecen presentes en las formas más comunes de orga-
nización colectiva de la reflexión, ya se trate de sindica-
tos, asociaciones profesionales o comisiones, de las que
el INRA conoció muchas, encargadas de proponer trans-
formaciones o reformas más o menos profundas.
No creo que baste reunir un grupo para producir una
21 P. Bourdieu,Raisons pratiques. Sur la théorie de l'action, París, reflexión científica, pero sí creo que, siempre que se
Éditions du Seuil, 1994 [traducción castellana: Razones prácticas: establezca una estructura de intercambio tal que ese
sobre la teoría de la acción, Barcelona, Anagrama, 1997].

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intercan1bio lleve en sí n1isn1o el principio de su propia LOS CAMPOS COMO MICROCOSMOS
regulación, se pueden instaurar fon11as de reflexión RELATIVAMENTE .AUTÓNOMOS
para las cuales hoy no hay cabida, y que pueden ir n1ás
allá de todas las especulaciones de peritos (sobre todo en
"ciencion1etría") y todas las recon1endaciones de comi-
tés y con1isiones. Ése es el lugar, que hay que inventar,
para cuya existencia en vuestra institución querría
hacer un aporte, intentando, n1uy n1odestarnente, so-
111eter a un exan1en crítico lo 111ás radical posible las
representaciones, endógenas o exógenas, cultas o es-
pontáneas, que han tomado con1o objeto al INRA, y pro- ¿Cuáles son los usos sociales de la ciencia? ¿Es posible
porcionar sobre todo los instrun1entos de conocü11iento hacer una ciencia de la ciencia, una ciencia social de la
que rne parecen indispensables para la construcción de producción de la ciencia capaz de describir y orientar los
una representación verdadera y, por lo tanto, útil para usos sociales de ésta? Para poder responder estas pre-
la acción. guntas, debo en1pezar por recordar algunas nociones,
condiciones de una reflexión bien pertrechada, y en
particular la noción de ca1npo, cuya génesis evocaré
rápidan1ente.
Todas las producciones culturales, la filosofía, la
historia, la ciencia, el arte, la literatura, etc., son el
objeto de análisis con pretensión científica. Hay una
historia de la literatura, una historia de la filosofía,
una historia de las ciencias, etc., y en todos esos terre-
nos encontramos la n1isn1a oposición, el n1is1110 antago-
nismo, a menudo considerados con1o irreductibles -el
dominio del arte es sin duda uno de los lugares donde la
oposición es más fuerte- entre las interpretaciones que
poden1os llan1ar internalistas o internas y las que pode-
mos calificar de externalistas o externas. Grosso modo,
están por un lado quienes sostienen que para con1pren-
der la literatura o la filosofía es suficiente leer los
textos. Para los partidarios de este fetichisn1o del texto
autonomizado, que floreció en Francia con la sen1iología
y que hoy vuelve a prosperar en todo el n1undo con lo que
se denomina posmodernismo, el texto es el alfa y el
omega y, cuando se trata de con1prender un texto
filosófico, un código jurídico o un poema, no hay que
conocer nada más que su letra. Esquematizo un poco,
pero no demasiado.

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En contraste, otra tradición, a 1nenudo representada relativan1ente autónomo, ese microcosmos provisto de
por personas que reivindican el marxismo, quiere ren1i- sus propias leyes. Si bien está sometido, como el macro-
tir el texto al contexto y se propone interpretar las obras cosmos, a leyes sociales, éstas no son las n1isn1as. Si
mediante su puesta en relación con el n1undo social o el bien nunca escapa del todo a las coacciones del macro-
mundo económico. Hay toda clase de ejemplos de esta cosmos, dispone de una autonomía parcial, más o me-
oposición, y a quienes se interesen en ella les aconsejo nos marcada, con respecto a él. Y una de las grandes
mi libro Las reglas del arte, en el que 1nenciono de cuestiones que se planteará en referencia a los campos
manera más precisa las diferentes corrientes, con el (y los subcampos) científicos será precisarnente el grado
apoyo de referencias bibliográficas. de autonomía de que disfrutan. Una de las diferencias,
En lo que concierne a la ciencia encontran1os las relativamente sirnple pero siempre difícil de apreciar y
mismas oposiciones, con una tradición de historia de la cuantificar, entre los distintos campos científicos lo que
ciencia que, por otra parte, está bastante próxima a se denominan las disciplinas, será en efecto su grado de
la de la historia de la filosofía. Esta tradición, notable- autonomía. Lo mismo vale para las instituciones. Po-
mente representada en Francia, describe el proceso de dremos preguntarnos, por ejemplo, si el CNRS es más
perpetuación de la ciencia como una especie de parteno- autónomo que el INRA, éste rr1ás autónomo que el INSEE,*
génesis, por el que aquélla se engendraría a sí misma al etc. Uno de los problemas conexos será, indudablemen-
margen de toda intervención del mundo social. te, saber cuál es la naturaleza de las coacciones exter-
Elaboré la noción de campo para salir de esa disyun- nas, la forma en que se ejercen, créditos, órdenes,
tiva. Se trata de una idea extremadamente simple, cuya encargos, contratos, etc., y de qué modo se manifiestan
función negativa es bastante evidente. Digo que para las resistencias que caracterizan la autonomía vale
comprender una producción cultural (literatura, cien- decir, cuáles son los mecanismos que introduce ~1 mi-
cia, etc.), no basta con referirse a su contenido textual, crocosmos para liberarse de esas coacciones externas y
pero tan1poco con referirse al contexto social y confor- estar en condiciones de reconocer únicamente sus pro-
marse con una puesta en relación directa del texto y el pias determinaciones internas.
contexto. Es lo que llamo "error del cortocircuito", que En otras palabras, es preciso salir de la alternativa
consiste en relacionar una composición musical o un de la "ciencia pura", totalmente liberada de cualquier
poema simbolista con las huelgas de Fourmies o las necesidad social, y la "ciencia servil", sometida a todas
manifestaciones de Anzin, como lo hicieron algunos las exigencias político-económicas. El can1po científico
historiadores del arte o de la literatura. Mi hipótesis es un rnundo social y, como tal, ejerce coacciones,
consiste en suponer que entre esos dos polos, muy solicitaciones, etc., pero que son relativamente inde~
distantes, entre los cuales se presume, un poco impru- pendientes de las coacciones del mundo social global
dentemente, que puede pasar la corriente, hay un que lo engloba. En realidad, las coacciones externas
universo intermedio que llamo ca1npo literario, artísti- ~ualquier_a sea su naturaleza, al no ejercerse sino po;
co, jurídico o científico, es decir, el universo en el que se 1ntermed1o del campo, son mediatizadas por la lógica de
incluyen los agentes y las instituciones que producen, éste. ·una de las manifestaciones más visibles de la
reproducen o difunden el arte, la literatura o la ciencia. autonomía del campo es su capacidad de refractar, re-
Ese universo es un mundo social como los dernás, pero
que obedece a leyes sociales más o menos específicas. * Institut National de la Statistique et des Études Économi-
La noción de campo pretende designar ese espacio ques (Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos).
(N. del T.)

74 75
traduciéndolas en una forma específica, las coacciones en él. lJna gran empresa deforma todo el espacio econó-
o las demandas externas. ¿Cómo va a retraducirse en mico al conferirle una estructura determinada. En el
un campo dado un fenómeno externo, una catástrofe, campo científico, Einstein, corrw una gran compañía,
una calamidad (la peste negra cuyos efectos se busca- deformó todo el espacio en torno de sí. Esta metáfora
ron en la pintura), la enfermedad de la vaca loca y no sé einsteiniana a propósito de Einstein significa que no
cuántas cosas n1ás? hay físico, grande o pequeño, en Brioude o Harvard, que
Digamos que cuanto más autónomo es un campo, (al margen de cualquier contacto directo, de cualquier
más intenso será su poder de refracción y más se interacción) no haya sido afectado, zamarreado, margi-
transfigurarán las coacciones externas, al extremo de nado por la intervención de Einstein, así como una gran
volverse, con frecuencia, absolutamente irreconocibles. empresa que baja los precios expulsa del campo econó-
El grado de autonomía de un campo, en consecuencia, mico a toda una población de pequeños empresarios.
tiene como indicador principal su poder de refracción, En esas condiciones y esto es importante posterior-
de retraducción. A la inversa, la heteronomía de un mente para la reflexión práctica, lo que gobierna los
campo se manifiesta esencialmente en el hecho de que puntos de vista, lo que gobierna las intervenciones
los problemas exteriores, en especial los políticos, se científicas, los lugares de publicación, los temas que
expresan directamente en él. Vale decir que la "politi- elegimos, los objetos en que nos interesamos, etc., es la
zación" de una disciplina no es el indicio de una gran estructura de las relaciones objetivas entre los diferen-
autonomía, y una de las grandes dificultades con que se tes agentes que son, para emplear una vez más la
topan las ciencias sociales para llegar a ésta es el hecho metáfora einsteiniana, fuentes de campo. La estructura
de que personas poco competentes, desde el punto de de las relaciones objetivas entre los agentes determina
vista de las normas específicas, siempre pueden inter- lo que éstos pueden hacer y no hacer. O, más precisa-
venir en nombre de principios heterónomos sin que se mente, la posición que ellos ocupan en esa estructura
las descalifique de inmediato. determina u orienta, al menos negativamente, susto-
Si hoy en día ustedes intentan decirles a los biólogos mas de posición. Lo cual significa que sólo comprende-
que uno de sus descubrimientos es de izquierda o de mos verdaderamente lo que dice o hace un agente
derecha, católico orto católico, van a suscitar una franca comprometido en un campo (un economista, un escritor,
hilaridad, pero no siempre fue así. En sociología todavía un artista, etc.) si estamos en condiciones de referirnos
pueden decirse ese tipo de cosas. En economía, desde a la posición que ocupa en ese campo, si sabemos "desde
luego, también, por más que los economistas se esfuer- dónde habla", como se decía de manera un poco vaga
cen por hacer creer que ya no es posible. alrededor de 1968 -cosa que supone que hayamos podi-
Cualquier campo, el científico por ejemplo, es un do y sabido hacer previamente el trabajo necesario para
campo de fuerzas y un campo de luchas por transformar construir las relaciones objetivas que son constitutivas
ese campo de fuerzas. En un primer momento, se puede de la estructura del campo en cuestión- eh. vez de
describir un espacio científico o un espacio religioso conformarnos con remitirnos al lugar que supuesta-
como un mundo físico, que comprende relaciones de mente ocupa en el espacio social, a lo que la tradición
fuerza y de dominación. Los agentes, por ejemplo las marxista ·llama su condición de clase.
empresas en el caso del campo económico, crean el Esta estructura está, grosso modo, determinada por
espacio y en cierto modo éste sólo existe por ellos y las la distribución del capital científico en un momento
relaciones objetivas entre los agentes que se encuentran dado. En otras palabras, los agentes (individuos o insti-

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tuciones) caracterizados por el volumen de su "Capital, de l~s redes" (que inquieta tanto a quienes pretenden
determinan la estructura del campo en proporción a su serv;rse de su ~'ciel}-cia" de la ciencia para promover sus
peso, que depende a su vez del peso de todos los demás teonas de la ciencia y afirmar su poder de expertos en
agentes, es decir, de todo el espacio. Pero a la inversa, el mundo de ésta), las posibilidades que un agente
cada agente actúa bajo la coacción de la estructura del singular tiene de plegar las fuerzas del campo a sus
espacio, que se le impone tanto más brutalmente cuanto deseos son proporcionales a su fuerza sobre él vale
más escaso es su peso relativo. Esta coacción estructu- decir, a su capital de crédito científico o, n1ás pr~cisa­
ral no adopta necesariamente la forma de una -coacción mente, a su posición en la estructura de la distribución
directa que se ejerza en la interacción (orden, "influen- del capital. E~to es cierto salvo en los casos, completa-
cia", etcétera). mente excepcionales, en que, gracias a un descubri-
Así como en el campo económico una modificación de n:-iento revolucionario, idóneo para cuestionar los pro-
precios decidida por los dominantes cambia el medio pios fundan1entos del orden científico establecido un
ambiente de todas las empresas o como Sartre, en el científico redefine los principios n1ismos de la distribu-
campo intelectual de la década del cincuenta, gobierna ción del capital, las reglas mismas del juego.
indirectamente las elecciones de Bataille o Blanchot con Dije que lo que define la estructura del campo en un
sus tomas de posición con respecto a Heidegger o Faulk- momento dado es la estructura de la distribución del
ner, 1 en el ámbito de la investigación científica, los c~pital científico entre los diferentes agentes intervi-
investigadores o las investigaciones dominantes defi- nie~tes en ese campo. Muy bien, me dirán, pero, ¿qué
nen, en un momento dado, el conjunto de los objetos entiende usted por capital? Tarnbién en este caso sólo
importantes, es decir, el conjunto de las cuestiones pued~ res.~onder brevemente: cada campo es el lugar de
que importan para los investigadores, sobre las cuales constitucion de una forma específica de capital. Como lo
van a concentrar sus esfuerzos y que, por decirlo así, van establecí en 1975 2 (la evocación de las fechas es decir
a "redituar", determinando una concentración de los de las prioridades de descubrimiento, es ne'cesaria ~
afanes investigativos. veces para protegerse contra las tergiversaciones, sobre
De ello se deduce que, al contrario de lo que hace creer todo cuando están acmnpañadas por deforn1aciones
un constructivismo idealista, los agentes hacen los destinadas a disimularlas), el capital científico es una
hechos científicos e incluso, en parte, el campo científi- espe~ie particular de capital simbólico (del que sabemos
co, pero a partir de una posición en éste que no hicieron q.ue.siempre se funda en actos de conocimiento y recono-
y que contribuye a definir sus posibilidades e imposibi- Cimiento) que consiste en el reconocimiento (o el crédito)
lidades. Contra la ilusión maquiavélica, a la que sucum- otorgado. por el conjunto de los pares-competidores
ben ciertos sociólogos de la ciencia, tal vez porque dentro del campo científico (la cantidad de menciones en
atribuyen a los sabios su propia visión "estratégica", por el f!itation index es un buen indicador, que se puede
no decir cínica, del mundo científico, hay que recordar meJorar, como yo lo hice en la investigación sobre el
en primer lugar que nada es más difícil y hasta imposi- campo universitario francés, si se toman en cuenta los
ble de "manipular" que un campo. Hay que señalar, por signos de reconocin1iento y consagración como el Pren1io
otra parte, que por versado que pueda ser en la "gestión N obel o, en el plano nacional, las medallas del CNRS y
1
Cf A. Boschetti, Sartre et Les Temps Modernes, París, Éditions
2
de Minuit, 1985 [traducción castellana: Sartre y Les Temps Moder- P. Bourdieu, "La spécificité du champ scientifique ... ", art. cit.,
nes: una empresa intelectual, Buenos Aires, Nueva Visión, 1990]. p. 4.

78 79
también las traducciones en idiomas extranjeros). Más probables según los agentes, el capital de que disponen
adelante volveré a las diferentes formas que puede y la relación con él que establecieron a través de su
adoptar ese capital y los poderes que procura a sus manera de adquirirlo.
poseedores. Ese arte de prever las tendencias, que en todas partes
Los c~élpitalistas científicos, si es válido que me expre- se constata estrechamente vinculado con un origen
se así, no tienen casi nada en común, si se hacen a un social y escolar elevado y que permite apoderarse en el
lado los efectos de las homologías estructurales, con los momento oportuno de los buenos temas, los buenos
capitalistas en el sentido corriente, esto es, aquellos a ámbitos de publicación (o, en otra parte, de exposición),
quienes encontramos en el campo económico (y la confu- etc., es uno de los factores que determinan las diferen-
sión, si bien permite hacer alarde de radicalismo, es cias sociales más notables en las carreras científicas (y
extremadan1ente peligrosa, dado que equivale a ignorar es más patente aún en el arte moderno). Ese sentido del
todas las especificidades ligadas a la lógica propia del juego es ante todo un sentido de la historia del juego, un
campo científico). Es evidente qlJ.~ele(lpitaLc:l,eEinstein sentido de su futuro. Así como un buen jugador de rugby
no era de natu:ralezafinan<3i_era: Ese capital de un tipo sabe dónde va a ir la pelota y está ya en el 1ugar en que
completamente singular se basa en parte en el recono- va a caer, el buen jugador científico es quien, sin tener
cimiento de una competencia que, además de los efectos necesidad de calcular, de ser cínico, toma las decisiones
de conocimiento que produce, y parcialmente a través de redituables. Quienes nacieron en el juego tienen el
ellos, procura autoridad y contribuye a definir no sólo privilegio de la calidad de "innatos". No necesitan ser
las reglas de juego, sino también las regularidades del cínicos para hacer lo que hay que hacer en el momento
juego, las leyes según las cuales van a distribuirse en preciso y recoger la ganancia.
éste, por ejemplo, las ganancias, las leyes que hacen que Hay por lo tanto estructuras objetivas, y también
sea importante o no escribir sobre tal o cual tema, luchas con respecto a ellas. Los agentes sociales no son,
que sea brillante o anticuado, que sea más redituable desde luego, partículas pasivamente movidas por las
publicar en el American Journal de esto y aquello que en fuerzas del campo (aunque a veces se diga que se
la Revue Franc;;aise de tal y cual. parecen mucho a eso: si se observan ciertas evoluciones
Los campos son el lugar de relaciones de fuerzas, que políticas, por ejemplo la de muchos de nuestros intelec-
implican tendencias inmanentes, probabilidades obje- tuales, ¿cómo no decir que las limaduras siguen verda-
tivas. Un campo no se orienta en absoluto por el azar. En deramente las fuerzas del campo?). Tienen disposicio-
él, no todo es igualmente posible o imposible en cada nes adquiridas; no desarrollaré este punto aquí que yo
momento. Entre las ventajas sociales de quienes nacie- llamo habitus, es decir, maneras de ser permanentes,
ron en un campo, está precisamente el hecho de poseer, duraderas, que pueden llevarlos, en particular, a resis-
por una especie de ciencia infusa, el don1inio de sus leyes tir, a oponerse a las fuerzas del campo. Quienes adqui-
inmanentes, leyes no escritas que están inscriptas en la rieron lejos del campo en que se inscriben unas disposi-
realidad en el estado de tendencias, y tener lo que en ciones que no son las que exige ese campo, corren el
rugby, pero también en la bolsa, se llama sentido de la riesgo, por ejemplo, de estar siempre desfasados, des-
ubicación. Por ejemplo, numerosos estudios confirman plazados, mal ubicados, incómodos en su pellejo, a
que las estrategias de reconversión que ponen en prác- contrapelo y a destiempo, con todas las consecuencias
tica los científicos, y que los llevan a pasar de un don1inio que ustedes se podrán imaginar. Pero también pueden
a otro o de un tema a otro, son n1uy desigualmente entrar en lucha con las fuerzas del campo, resistirse a

80 81
ellas y, en vez de plegar sus disposiciones a las estruc- LAS PROPIEDADES ESPECÍFICAS
turas, intentar Inodificar las estructuras en furÍción de DE LOS CAMPOS CIENTÍFICOS
sus disposiciones, para conformadas a ellas.
Corrw quiera que sea, el campo es objeto de lucha,
t~nto en.su representación como en su realidad. La gran
diferencia entre un carnpo y un juego (que no deberían
olvidar quienes se arman de la teoria de los juegos para
comprender los juegos sociales, y en particular el econó-
m~co) es que el primero es un juego en el que las reglas
mismas se ponen en juego (como lo vemos todas las
veces que una revolución simbólica -la que efectúa Tras haber recordado de este modo las propiedades
Manet, por ejemplo- redefine las condiciones mismas muy generales de los campos y tomar adrede ejemplos
de acceso al juego, es decir, las propiedades que en éste en el campo económico o el literario, lo mismo que en el
funci~nan como capital y dan poder sobre él y sobre los científico, querría ahora presentarles rápidan1ente los
otros Jugadores). Los agentes sociales están insertados caracteres específicos de este último. Cuanto más autó-
en la estructura en posiciones que dependen de su nomos son los campos científicos, más escapan a las
capital y desarrollan estrategias que, en sí mismas, leyes sociales externas. Al principio descart~ una
dependen en gran parte de esas posiciones, en los forma de reduccionismo consistente en reducir las
límites d~ sus disposiciones. Esas estrategias se orien- leyes de acuerdo con las cuales funciona un campo a
tan,. ya sea hacia la conservación de la estructura, ya las leyes sociales exteriores, cosa que llamo error del
hacia su transformación, y en términos generales se cortocircuito.
puede comprobar que cuanto más ocupa la gente una Pero hay una segunda forma de reduccionismo, más
posición favorecida en aquélla, rr1ás tiende a conservar sutil, lo que se denomina "programa fuerte" en sociolo-
a la vez la estructura y su posición, en los límites, no gía de las ciencias, "radicalización" ü;.debida de l~s
obstante, de sus disposiciones (es decir de su trayectoria posiciones que yo defiendo y que consiste. en re~ uc1r
social, su origen social), que están más o menos de las estrategias de los sabios a las estrateg¡as sociales
acuerdo con su posición.
que son siempre uno de sus aspectos y a sus determinan-
tes sociales, e ignorar la sublimación de los int~reses
externos, políticos -esto va de suyo- o internos, hgados
a la lucha en el campo, que es impuesta por las leyes
sociales de éste (y en especial por las coacciones inhe-
rentes al hecho de que cada uno no tenga otros clientes
que sus competidores). Sublimación que, tácitamente
exigida a todo nuevo ingresante, está implicada en es~a
forma particular de la illusio inherente a la pertenencia
a un campo, vale decir, la creencia científica, como
interés desinteresado e interés en el desinterés, que
induce a admitir que, como suele decirse, el juego
científico merece jugarse, que la cosa vale la pena y que
82
83
define los objetos dignos de interés, interesantes, impor- Si usted quiere vencer a un matemático, hay que hacerlo
tantes, capaces, por lo tanto, de merecer la inversión. matemáticamente, mediante la demostración o la refu-
En otras palabras, el campo, es decir, rr1ás precisa- tación. Desde luego, siempre existe la posibilidad de que
mente, la economía antieconómica y la competencia el soldado romano le corte la cabeza a un matemático,
regulada de las que es ámbito, produce esa forma par- pero se trata de un "error de categoría", c~mo ~irían l_os
ticular de illusio que es el interés científico, esto es, un filósofos. Pascal vería en ello un acto de tiran1a consis-
interés que, en comparación con las formas de interés tente en utilizar en un orden un poder que pertenece a
que tienen vigencia en la existencia corriente (y en otro orden. Pero semejante triunfo no es tal, según las
especial en el campo económico), aparece como desinte- normas propias del campo. Ocurre lo mismo con el éz:i~o
resado, gratuito. Empero, más sutilmente, el interés de esos autores que, al no poder llegar a la consagr~c1on
"puro", desinteresado, es un interés en el desinterés, de acuerdo con las normas específicas del campo litera-
forma de interés conveniente en todas las economías de rio, logran incorporarse a la Acade_mi~ Francesa/ y se
los bienes simbólicos, economías antieconómicas en las pasan el tiempo escribiendo en los ~Ianos o mostrando-
que, en cierto modo, lo "redituable" es el desinterés. (Ésa se en televisión. Muchas consagraciones temporales en
es una de las diferencias más radicales entre el "capita- el orden espiritual tienen una función compensatoria
lista científico" y el capitalista a secas.) De ello se deduce semejante. / .
que las estrategias de los agentes siempre tienen, en Cuanto más heterónomo es un campo, mas Imperfec-
cierta forma, una doble cara, son ambiguas, interesadas ta es la competencia y más legítimo resulta que los
y desinteresadas, porque están inspiradas por una agentes hagan intervenir fue_rzas no cien~íficas ~n las
especie de interés en el desinterés y pueden darse dos luchas científicas. Al contrano, cuanto mas autonomo
descripciones opuestas pero igualmente falsas, por ser es un campo y más cerca está de una competencia pura
unilaterales: una hagiográfica e idealizada, la otra y perfecta, más puramente científica es la censura~ que
cínica y reduccionista, que hace del "capitalista cientí- excluye la intervención de fuerzas meram~nte sociales
fico" un capitalista como los demás. (argumento de autoridad, sanciones profesionales, _etc.);
Tenemos así testimonios de directores de grandes las coacciones sociales adoptan la forma de coacciones
revistas norteamericanas de física que cuentan que los lógicas y recíprocamente: para hacerse valer, hay que
investigadores los llaman tanto de día como de noche, hacer valer razones, y para triunfar, hay qu~ hacer
angustiados, porque se puede perder el beneficio de triunfar argumentos, demostraciones y refutaciones~~~
veinte años de investigación por cinco minutos de retra- La lucha científica es una lucha armada entre adver-
so. Es comprensible que, en esas condiciones, estemos sarios que poseen armas tanto m_ás p~der?sas y efic~ces
lejos de la visióir ~agiográfica de la ciencia, que es cuanto más importante es el capüalcientlfico colectiva-
desmentida por todo lo que conocemos de la verdad de la mente acumulado en y por el campo (por lo tanto,
investigación: los plagios, los robos de ideas, las dispu- incorporado en cada uno de los agentes), y que se p~nen
tas de propiedad, otras tantas prácticas que son tan de acuerdo al menos para invocar, como una especie de
antiguas como la ciencia misma. Los sabios son intere- árbitro final, el veredicto de la experiencia, es decir,
sados, tienen ganas de llegar los primeros, de ser los de lo "real". Esa "realidad objetiva" a la que todo el
mejores, de brillar. mundo se refiere de manera explícita o tácita nunca es,
Pero la paradoja de los campos científicos es que en definitiva, más que lo que los investigadores partici-
producen a la vez esas pulsiones mortíferas y su control. pantes en el campo en un momento dado concuerdan en

84 85
considerar como tal, y sólo se manifiesta en el c~ampo a censuras sociales como censuras científicas y vestir de
través de las representaciones que dan de ella quienes razones científicas unos abusos de poder social especí-
invocan su arbitraje. fico como la autoridad administrativa o el poder de
También puede suceder lo mismo en otros can1pos, no~inación a través de los jurados de concursos).
como el religioso o el político, en el que, en particular, los De hecho, el n1undo de la ciencia, como el mundo
adversarios luchan por imponer principios d~ visión y econón1ico, conoce relaciones de fuerza, fenómenos de
división del mundo social, sistemas de clasificación en concentración del capital y el poder y hasta de monopo-
clases, regiones, naciones, etnias, etc., y no cesan de lio relaciones sociales de dominación que implican un
poner como testigo, en cierto modo, al mundo social, e~bargo de los medios de producción y reproducción;
de hacerlo comparecer ante el tribunal, para pedirle experimenta también 1uchas cuya a:p~esta es en part~ . el
.
que confirme o invalide sus diagnósticos o sus pronós- control de los medios de producc1on y reproducc1on
ticos, sus visiones y sus previsiones. Pero lo que consti- específicos, propios del subuniverso considerado. Si ~s
tuye la especificidad del campo científico es que así se debe entre otras razones, a que la econom1a
los competidores se ponen de acuerdo sobre unos prin- anÚeconómi~a --volveré a este punto- del orden propia-
cipios de verificación de la conformidad a lo "real", sobre mente científico sigue enraizada en la economía y, a
unos métodos comunes de convalidación de las tesis y través de ella, da pábulo al poder económico (o político)
las hipótesis; en síntesis, sobre el contrato tácito, inse- y a las estrategias propiamente políticas que apuntan a
parablemente político y cognitivo, que funda y rige el conquistarlo o conservarlo. .. .
trabajo de objetivación. La actividad científica implica un costo econom1co y el
Como consecuencia, en el campo se enfrentan cons- grado de autonomía de una ciencia depend~ er: parte de
trucciones sociales antagónicas, representaciones (con la medida en que necesita recursos econom1cos para
todo lo que la palabra implica de exhibición teatral desenvolverse (en ese aspecto, los matemáticos están
destinada a hacer ver y hacer valer una manera de ver), mejor ubicados que los físicos e incluso que los biólogos).
pero representaciones realistas, que se pretenden fun- Pero depende también, y sobre todo, del gra?o en que el
dadas en una "realidad" dotada de todos los n1edios para campo científico está protegido contra las 1ntrus1~nes
imponer su veredicto a través del arsenal de métodos, (en especial, a través del derecho de er:trada mas o
instrumentos y técnicas de experimentación colectiva- rnenos elevado que impone a los nuevos 1ngresantes Y
mente acumulados y colectivamente puestos en acción, que depende del capital científico colectivamente. acu-
bajo la coacción de las disciplinas y las censuras del mulado) y en que es capaz de imponer sus sanc1ones
campo y también por la virtud invisible de la orquesta- positivas o negativas.
ción de los habitus.
Así, pues, todo sería para bien en el mejor de los
mundos científicos posibles si la lógica de la competen-
cia puramente científica fundada en la mera fuerza de
las razones y los argurnentos no fuera contrarrestada y
en algunos casos incluso anulada por fuerzas y coaccio-
nes externas (como se ve en el caso de las ciencias que
aún están a medio camino en el proceso de autonomiza-
ción y en las que sigue siendo posible disfrazar las

86 87
LAS DOS ESPECIES
DE CAPITAL CIENTÍFICO

Se deduce que los campos científicos son el ámbito de


dos formas de poder, correspondientes a dos especies
de capital científico: por un lado, un poder que podemos
llamar temporal (o político), poder institucional e insti-
tucionalizado que está ligado a la ocupación de posicio-
nes eminentes en las instituciones científicas, direccio-
nes de laboratorios o departamentos, pertenencia a
comisiones, comités de evaluación, etc., y al poder sobre
los medios de producción (contratos, créditos, puestos,
etc.) y reproducción (facultad de nombrar y promover
carreras) que asegura esa posición prominente; por otro
lado, un poder específico, "prestigio" personal que es
más o menos independiente del precedente según los
campos y las instituciones, y que se basa casi exclusiva-
mente en el reconocimiento, poco o mal objetivado e
institucionalizado, del conjunto de los pares o su frac-
ción más consagrada (en especial, con los "colegios
invisibles" de eruditos unidos por relaciones de estima
recíproca).
Debido a que la innovación científica no se produce
sin rupturas sociales con los presupuestos en vigor
(siempre correlativos de precedencias y privilegios), el
capital científico "puro", aunque se ajuste a la imagen
ideal que el campo quiere tener y dar de sí mismo, está,
al menos en la fase de acumulación inicial, más expues-
to a la impugnación y la crítica, controversial, como
dicen los anglosajones, que el capital científico institu-
cionalizado, y en ciertas disciplinas puede suceder que

89
los grandes innovadores (Braudel, L~vi-S_trauss: Du- ellos, publicándolos, recomendándolos a instancias de
mézil, por ejemplo, en el cas? de las Cienci_~s soc~ales)
hayan sido n1arcados con estigmas de hereJia y violen-
tamente combatidos por la institución.
Las dos especies de capital científico tienen leyes de
consagración, etcétera).
Al contrario, el capital científico institucionalizado
tiene más o menos las mismas reglas de transmisión
1
quecualquierotraespeciedecapital burocrático: aun que
acurnulación diferentes: el capital científico "puro" se en ciertos casos deba asumir las apariencias de una
adquiere principalmente gracias a los aportes reconoci- "elección pura", en especial por medio de unos concursos
dos al progreso de la ciencia, las invenciones o los que, de hecho, pueden ser muy similares a los de
descubrin1ientos (las publicaciones, especialmente en reclutamiento burocrático, en los que la definición del
los órganos más selectivos y prestigiosos, por lo tanto puesto está, en cierta forma, preaj ustada a las medi~as
aptos para otorgar prestigio, a la manera de bancos de del candidato deseado. (Es indudable que el conflicto
crédito simbólico, son su mejor indicador); el capital entre los dos principios se hace más visible en las
científico de institución se adquiere esencialmente me- operaciones de cooptación que procuran perpetuar el
diante estrategias políticas (específicas) que tienen en cuerpo de investigadores: los dueños del capital cientí-
común demandar tiempo -participación en comisiones, fico institucionalizado tienden a organizar los procedi-
jurados (de tesis, de concursos), coloqui~s rr1ás o ~enos mientos los concursos, por ejemplo de acuerdo con la
ficticios en el plano científico, ceremonias, reuniones, lógica de la nominación burocrática, mientras que los
etc.-, de modo que es difícil decir si, como lo profesan de poseedores del capital científico "puro" tienden a situar-
buen grado sus poseedores, su acumulación es el prin- se en la lógica "carismática" del "descubridor".)
cipio (a título de compensación) o el resultado de un Dicho esto, en un muy hermoso artículo 1 que, por la
menor éxito en la acumulación de la forma más especí- minucia de la observación, el rigor del análisis y la
fica y más legítima de capital científico. . justeza (modesta) de la teorización, se sitúa en la posi-
Difíciles de sumar prácticamente, las dos especies de ción exactamente contraria a la tendencia actual, a la
capital científico difieren también por sus formas vez mediática y cínica, de la sociología de las ciencias,
de transmisión. El capital científico "puro" que, escasa- Terry Shinn ha mostrado que las dos especies de ca~it~l
mente objetivado, muestra cierta vaguedad y sigue científico y las dos formas de poder pueden coexistir
siendo relativamente indeterminado, siempre tiene algo dentro del mismo laboratorio, en ciertos casos para el
de carismático (en la percepción común, está ligado a la mayor provecho de la empresa colectiva, con el director
persona, a sus "dones" personales, y no puede ser objeto de laboratorio por un lado, quien, muy informado del
de un "nombramiento por decreto"); en ese concepto, es estado de la investigación, en especial gracias a la
extremadamente difícil de transmitir en la práctica frecuentación de los comités y las comisiones, encarna
(aun cuando, a diferencia del profeta, el modisto o el de algún modo la "ciencia normal" y produce trabajos
poeta, el gran investigador puede comunicar la parte orientados hacia la generalización, y por el otro, el
más formalizada de su competencia científica, pero sólo investigador prestigioso que se consagra a la construc-
gracias a un prolongado y lento trabajo de formación o, ción de "modelos integradores" y aporta a sus otros
mejor, de colaboración, que insume mucho tiempo; y colegas, seniors y juniors, una especie de inyección de
aun cuando también pueda, como cualquier poseedor de
capital simbólico, "consagrar" investigadores, formados 1
T. Shinn, "Hiérarchies des chercheurs et formes des recher-
o no por él, construyendo su reputación, firmando con ches", en Actes de la recherche en sciences sociales, 74, septiembre
de 1988, pp. 2-22.

90 91
imaginación científica (esta división del trabajo, obser- internacional. Por medio, en particular, del dominio que
vada en un laboratorio de física, vuelve a encontrarse en garantiza sobre las instancias y los instrumentos de
muchos grupos de investigación pertenecientes a las consagración, academias, diccionarios, premios o dis-
disciplinas más diversas). tinciones (al menos nacionales), el poder científico ins-
Por razones prácticas, la suma de las dos especies de titucional (que, al estar vinculado al control de los
capital es, como ya lo señalé, extremadamente difícil. Y cargos en la universidad y las instituciones de investi-
es posible caracterizar a los investigadores por la posi- gación, es más o menos estrictamente nacional, lo cual
ción que ocupan en esta estructura, vale decir, por la contribuye a explicar el desfase entre las jerarquías
estructura de su capital científico o, más precisamente, nacionales y las jerarquías internacionales) logra pro-
por el peso relativo de su capital "puro" y su capital ducir un efecto de halo casi carismático, en especial
"institucional": en un extremo, con los poseedores de un sobre los jóvenes investigadores, a menudo inclinados (y
fuerte crédito específico y un escaso peso político y, en el no sólo por servilismo interesado) a atribuir cualidades
extremo opuesto, los poseedores de un fuerte crédito científicas a aquellos de quienes dependen para avan-
político y un débil crédito científico (en especial, los zar en su carrera, con lo que éstos pueden asegurarse
administradores científicos). clientelas dóciles y todo el cortejo de citas complacientes
Si se da el caso de que la acumulación de un fuerte y homenajes académicos.
crédito científico (frente a los pares) favorece a la larga, Otro factor de interferencia, al menos a los ojos de los
y en general en el ocaso (vale decir, cuando es demasia- "juniors", que contribuyen en una medida importante a
do tarde), la obtención de créditos económicos y políti- construir el capital simbólico (ese "ser percibido", perci-
cos (concedidos por los poderes administrativos, polí- pi, que depende de la percepción y la apreciación de los
ticos, etc.), la conversión de capital político (específico) agentes intervinientes en el campo), es el hecho de que,
en poder científico es (¡por desdicha!) más fácil y más como ya lo indiqué, el crédito científico pueda, a la larga,
rápida, sobre todo en el caso de quienes ocupan posicio- asegurar pese a todo una forma de crédito político (el
nes intermedias en las dos distribuciones (de prestigio término siempre se toma en el sentido específico) de
y de poder) y que, mediante el poder que están en consagración temporal que, en ciertos contextos, puede
condiciones de ejercer sobre la producción y la repro- ser un factor de desencantamiento e incluso de descré-
ducción (participación en el Consejo Nacional de las dito (uno de los problemas de los innovadores, cuando
Universidades [cNu], en las comisiones del CNRS, en los llegan a la consagración, sobre todo en literatura, es
jurados de los concursos de reclutamiento y promoción, conservar los prestigios asociados a la ruptura herética
etc.), pueden asegurar la perpetuación de la ortodoxia de la vanguardia).
contra la innovación (en especial, gracias a alianzas Habría que analizar los efectos, en el funcionamiento
complejas por medio de las cuales los delegados sindi- del campo científico, de esta dualidad de poderes. ¿Sería
cales -a menudo destinados a convertirse en cuadros el campo científicamente más eficiente si los más pres-
administrativos- pueden dar su apoyo a los empleado- tigiosos fueran también los más poderosos? Y si supone-
res más apegados al orden científico establecido). mos que sí, ¿sería necesariamente más soportable?
Las relaciones de fuerza simbólicas dentro del campo Todo lleva a pensar que todo el mundo (o casi) sale
científico no tienen la claridad contrastante que puede ganando con esa división de los poderes y ese compro mi-
darles un análisis científico dedicado a cuantificar has- so bastardo que evita lo que podría tener de pavoroso
ta las propiedades más impalpables, como la reputación una especie de teocracia epistemocrática de los "mejo-

92 93
res" o, a la inversa, un cisma total de ambos pÓderes, científica, y la explicación siempre debe mantener uni-
que condenara a los "mejores" a la rnás absoluta impo- dos los dos aspectos. Sin embargo, el peso relativo de
tencia. Pero es inevitable ver con cierto pesar lo que uno y otro varía mucho, según el can1po y la posición
puede tener de "funcional", no para el progreso de la dentro de él: cuanto más heterónomos son los campos,
ciencia sino para la corrwdidad de los investigadores mayor es el desfase entre la estructura de la distribu-
menos activos y productivos, el hecho de. que el poder ción en el campo de los poderes no específicos (políticos),
temporal sobre el campo científico sea la n1ayor parte de por una parte, y la estructura de la distribución de los
poderes específicos: el reconocimiento, el prestigio cien-

~
las veces otorgado a una tecnocracia de la investigación,
es decir, a unos investigadores que no son necesaria- tífico, por la otra.
mente los mejores desde el punto de vista de los crite- Hay incluso universos en los que arnbas estructuras
rios científicos. están invertidas: la distribución de los profesores de
Lo cierto es que cuanto más limitada e imperfecta sea letras y de ciencias humanas de la enseñanza superior
la autonomía que un campo ha adquirido y 111ás marca- francesa en el espacio del campo universitario es tal que
dos se hallen en él los desfases entre las jerarquías cuanto más cerca están del polo del poder, menos
temporales y las jerarquías específicas, tanto más los prestigio tienen (rr1edido por indicadores tales corno el
poderes temporales que a rr1enudo se erigen en relevos rango en el Citation index, la cantidad de traducciones
de los poderes externos podrán intervenir en las luchas y toda una serie de otros elementos): por un lado, los
específicas, especialmente a través del control de los individuos más poderosos, en particular desde el punto
puestos, los subsidios, los contratos, etc., que pernliten de vista del control de la reproducción del cuerpo
a la pequeña oligarquía de los miembros permanentes (quienes tienen asiento en elcNu, en los grandes jurados
de las comisiones mantener sus clientelas. El hecho de de concursos, etc.) y de la perpetuación del paradigrr1a,
que las diferentes disciplinas científicas necesiten, para de la ortodoxia; por el otro, los individuos que tienen
desenvolverse, recursos económicos en grados diversos, prestigio, notoriedad, reconocimiento, sobre todo inter-
hace que ciertos investigadores, a veces convertidos en nacional, pero poco poder.
administradores científicos (más o menos directamente Esta discordancia genera toda una serie de efectos.
asociados a la investigación), puedan, por medio del Permite a quienes fracasan armarse historias e irnpu-
control de esos recursos que les asegura su capital tar por ejemplo su mala posición intelectual a su mala
social, ejercer sobre la investigación un poder que posición en el orden del poder, o denunciar a los posee-
podemos calificar de tiránico (en el sentido que le da dores de prestigio como si se tratara de poseedores de
Pascal), porque no tiene su origen en la lógica específica poder. También permite a los dominantes temporales
del campo. en contraste con los dominantes espirituales jugar con
Así, en razón de que su autonomía con respecto a los la ambigüedad de la estructura para presentar estra-
poderes externos nunca es total y de que son el ámbito tegias destinadas a reproducir su posición como es-
de dos principios de dominación, ternporal y específica, trategias concebidas para promover la ciencia.
todos estos universos se caracterizan por una ambigüe- Vale decir que en esos universos, para que progrese
dad estructural: los conflictos intelectuales también la cientificidad, hay que hacer progresar la autonomía
son siempre, desde cierto punto de vista, conflictos de y, más concretamente, sus condiciones prácticas, me-
poder. Cualquier estrategia de un sabio entraña a la vez diante la elevación de las barreras a la entrada, la
una dimensión política (específica) y una dimensión exclusión de la introducción y utilización de armas no

94 95
específicas. y _la. promoción de formas reguladas de EL ESPACIO
competencia, unicamente sometidas a las restricciones DE LOS PUNTOS DE VISTA
de la coherencia lógica y la verificación experimental.

Entre los usos sociales de la ciencia hay uno, en efecto, (


que casi siempre se OIViCia aunque no es, sin duda, el (
menos in1portante:-erque consiste en poner la ciencia, y )
:níaS especialmente la ciencia de la ciencia, al servicio de \
la ciencia, de su progreso._ ¿Un análisis puramente '
descriptivo como el que propuse puede conducir a tomas
de posición prescriptivas? Una de las virtudes de la
teoría del campo es que permite romper con el conoci-
miento primero, necesariamente parcial y arbitrario
-todos ven el campo con cierta lucidez, pero a partir de
un punto de vista dentro de él que no ven-, y con las
teorías semieruditas que no hacen más que explicitar
uno de los puntos de vista sobre el campo .
. Para hacer que se entienda, suelo tomar el ejemplo de
dos análisis críticos de los intelectuales, publicados a
fines de la década del cincuenta: en un libro que supo
gozar de cierta notoriedad, El opio de los intelectuales,
Raymond Aron esbozaba un retrato de quienes él llama-
ba "intelectuales", vale decir, según la definición enton-
ces vigente, los "intelectuales de izquierda", cuyos re-
presentantes más acabados eran Sartre y Simone de
Beauvoir; en una serie de artículos aparecidos en Les
Te1nps Modernes, la revista de Sartre, Simone de Beau-
voir proponía una evocación metódica y arguinentada
del "pensamiento de derecha" (encarnado, a su juicio,
por Aron y algunos otros).
Pero más allá de la oposición radical que los separaba,
uno y otro tenían en común tomar por una representa-
96
97
ción estrictamente objetiva de su objeto lo que no era esos puntos de vista en el espacio de las ton:as de
más que un punto de vista particular y, a la vez que eran posición y referirlos a las posiciones ~?~espondi~nt~s,
muy lúcidos (con esa lucidez interesada que inspira la vale decir, desposeerlos de su pretension absoluhs~a a
competencia, vivida corrw rivalidad u hostilidad) sobre la objetividad (vinculada con la ilus~~n de la ?usenc1a de
el punto de vista de su competidor, eran ciegos en lo que punto de vista) y, a la vez, tam~1en e~phc?~los, dar
se refería a sí n1ismos y, sobre todo, con respecto al punto razón de ellos hacerlos comprensibles, Inteligibles.
de vista a partir del cual captaban a su antagonista, es Se adviert~ que al margen de cualquier intención
decir, al hecho de que, inscriptos en el mismo campo, moralizadora, el punto de vista que objetiva los puntos
ocupaban en él posiciones antagónicas, principios de su de vista y los constituye como tales, y al que a menu?o
lucidez y su ceguera. se describe, erróneamente, como "fijación" reduccion~s­
De tal modo, el análisis científico de un campo, por ta entraña la sustitución de la visión polémica, parcial
ejemplo el de las instituciones de investigación, faculta- y ~rbitraria, de los agentes mismos que, como tal, ~s
des, CNRS, INSEE, INSERM,* etc., dentro del cual el INRA falsa aun cuando lo que revela, devela o denuncia
ocupa una posición determinada, o el del mismo INRA, contenga una parte de verdad, por una visión compren-
que también funciona con1o un subcarnpo relativamente siva e indulgente de acuerdo con la fórmula "compren-
autónomo organizado alrededor de sus propias oposicio- · der es perdonar" de las diferentes posiciones y ~omas de
nes, puede, a prirr1era vista, parecer muy próximo a las posición. Por eso, constituye un aporte pos~ble a la
representaciones que los agentes producen, en especial comprensión mutua de los ocupant~s de las di~erentes
para las necesidades de la polémica contra sus corrlpe- posiciones en el campo y, al mismo t:empo, ~la :ntegra-
tidores. La diferencia, no obstante, es radical: en efecto, ción de esta institución, que no implica de ningun modo
a las objetivaciones parciales e interesadas de los agen- la supresión de las diferencias de puntos de vista.
tes intervinientes en el campo, se opone la objetivación Además, lejos de conducir, como podría creerse (?'
de éste en cuanto conjunto de los puntos de vista (en el como con frecuencia se quiere hacer creer), a un relati-
doble sentido de visiones adquiridas a partir de un vismo que no da la razón a ninguno de los comp~tidores
punto del campo y de posiciones de éste a partir de las por la verdad, la construcción del c~~po perm1t~ e~ta­
cuales se adquieren esas visiones interesadas), que blecer la verdad de las diferentes posiciones y los limites
implica una toma de distancia con respecto a cada uno de validez de las diferentes tomas de posición (preten-
de los puntos de vista particulares y cada una de las dientes o no a la verdad), cuyos defensores concuerdan
tornas de posición, corrientemente críticas. tácitamente, como ya lo indiqué, en movilizar los instru-
Esa toma de distancia objetivante (que puede aplicar-
se al propio sujeto objetivan te cuando toma por objeto,
?e
mentos de prueba o refutaci~n más pode~oso~ qu~ les
aseguran las conquistas colechv~s d.e ~u ci~ncia. 'I an:-
como yo hice enHorno academicus, el mismo campo del bién permite romper con las semiobJehvaciO~les erudi-
que forma parte) está implicada en el hecho de situar tas o las objetivaciones semicultas que sólo difiere?- por
su pretensión de las que producen los agentes sociale~,
* Centre N ational de la Recherche Scientifique (Centro Nacional en la vida de todos los días, apoyándose en el conoci-
de la Investigación Científica), Institut National de Statistique et miento interesado (y a veces muy bien informado) que
d'Études Economiques (Instituto Nacional de Estadística y de Estu- pueden tener de sus competidores. ~ ..
dios Económicos), Institut National de la Santé et de la Recherche Ésa es la razón por la cual, en los anahsis de la
Médicale (Instituto Nacional de Salud e Investigaciones Médicas).
(N. del T.)
estructura y el funcionarniento del INRA que trataré de

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esbozar, voy a atenerme a hacer prudentes En síntesis, no hay que esperar revelaciones radica-
y les dejaré la tarea de completarlas y T'\ .... ,,..,.,,..,....,.
del análisis sociológico. Esto, muy especialn1ente en
según las líneas de puntos, consciente como soy una institución que, como el INRA, ocupa una posición
inmensa información, que una encuesta sistemática dominada desde el punto de vista del prestigio científico
debería ante todo recoger, de la que ustedes disponen en el campo de las instituciones de investigación y una
sobre unos y otros, unos sobre los otros, sobre las posición en voladizo entre la investigación aplicada y la
pertenencias -políticas y sindicales, en especial- las investigación fundamental, y que a causa de ello se
afiliaciones, las carreras, etc., y que constantemente se inclina doblemente a una inquietud y una ansiedad
pone en uso en los ejercicios de "sociología salvaje", a sobre sí misma particularmente propicias a una lucidez
menudo bastante cercanos, salvo por la ausencia de punzante y a veces hasta un poco patológica y autodes-
reflexividad, al análisis científico. tructiva.
El análisis fundado en la captación del juego como tal Lo que apo~ta el análisi~ s. o_ciológico y que, en cierto(
rompe con los juegos (y los dobles juegos) de las imáge- sentido, cambia todo, es pnnc1palmente una puesta en 1
nes antagónicas, al poner en evidencia que éstas reve- perspectiva sistemática de las visiones. perspectivas
lan tanto sobre quienes las producen (y sobre su posi- que los agentes producen para las neces1dades de sus
ción en el campo) como sobre aquellos a quienes se luchas prácticas dentro del campo y que, a despecho de
refieren y su posición. Esas representaciones sociales todo lo que hacen para "universalizarlas", como en el
interesadas y parciales que se viven y se presentan ejemplo de la invocación de_ la "de~ anda social", enc_u~~­
como objetivas y universales (sobre todo dentro de tran su origen en las parbculandades de una pos1c1?n
universos eruditos en los que los agentes disponen, en el interior mismo del campo y, así puestas de p1e,
debido a su profesión, de poderosos instrumentos de cambian radicalmente de sentido y función.
universalización) son de hecho armas en las luchas
internas.
Así, por ejemplo, la retórica de la "demanda social"
que se impone particularmente en una institución cien-
tífica que reconoce oficialmente las funciones sociales
de la ciencia, se inspira menos en una preocupación real
por satisfacer las necesidades y expectativas de tal o
cual c~tegoría de "clientes" (pequeños o grandes agricul-
tores, Industrias agroalimentarias, organizaciones agrí-
colas, ministerios, etc.) e incluso por obtener de ese
modo su apoyo, que por asegurar una forma relativa-
men~e indiscutible de legitimidad y, al mismo tiempo,
una Inyección de fuerza simbólica en las luchas internas
de con1petencia por el monopolio de la definición legíti-
ma de la práctica científica (en esta perspectiva, podría-
n1os someter a un análisis metódico, que relacionara las
tomas de posición y las posiciones, las actas de los
Estados Generales del desarrollo agrícola de 1982).

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