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Latinoamérica: de lo teórico a lo practico en G5G

El llamado fenómeno de la Primavera Latinoamericana que empezó en 2019 con las

protestas que se llevaron a cabo en diferentes países (Chile, Colombia, Ecuador,

Nicaragua, Bolivia, Perú y Venezuela), puede mirarse desde una perspectiva menos

mediática y más académica con el visor de las generaciones de la guerra. Esto debido a

que la guerra es cambiante y se ajusta a nuevas concepciones, nuevos retos y nuevas

realidades, que no deben pasarse por alto, sino todo lo contrario, mirarse con una visión

crítica que pueda dar respuesta a qué es lo que sucede, y cómo dicha situación puede

enfrentarse mediante una estrategia que sea eficaz y exitosa. No es la idea de este

ensayo dar una estrategia para tal fin, pero sí dar una luz de cómo puede analizarse la

Primavera Latinoamericana desde un marco teórico sólido que sustente qué y cómo

suceden los acontecimientos vividos durante los dos últimos años.

El ensayo está constituido en una primera parte por el marco teórico más relevante para

entender el fenómeno de las Guerras de Quinta Generación, principalmente en un

contexto conocido, como es el caso latinoamericano, y después una breve explicación del

contexto de la primavera latinoamericana, pasando por el encuentro de puntos comunes y

culminando con un abordaje de la teoría a la práctica directamente en el caso.

Las Guerras de Quinta Generación

Un punto esencial para hablar de la guerra en el siglo XXI es su constante cambio y

evolución, cambios que no sólo afectan a la guerra per sé, sino también a lo que envuelve

ésta en su totalidad, desde los actores, pasando por el terreno, hasta llegar a la

metodología. Estudiosos de la Guerra como Carlos Álvarez nos mencionan incluso que el

Estado como actor central de las relaciones internacionales está en declive y nuevos

actores del sistema están tomando posiciones robustas para estudiar los
conflictos[ CITATION Alv17 \l 9226 ]. Una afirmación que es apoyada por académicos que

han estudiado la guerra, Kaldor, Lind y Holsti, por nombrar algunos. Estos autores incluso

manifiestan el cambio que ha habido de acontecimientos que han impulsado las guerras

intraestatales más que las interestatales [ CITATION Kal99 \l 9226 ].

La guerra además ha tenido catalizadores para su evolución en los últimos años, los

cuales también han influido en las motivaciones y en el lugar de la confrontación. Tales

catalizadores han sido la tecnología y las ideas [ CITATION Lin04 \l 9226 ] y los cambios

políticos, económicos, sociales y tecnológicos [ CITATION Ham06 \l 9226 ]. Estos

impulsadores han hecho que la aceleración del cambio de la guerra sea tan rápido, que

aún no hay con certeza una definición para lo que sería la Guerra de Quinta Generación

(G5G). Un factor además que también influye es el traslado de la guerra a los centros

urbanos, donde además el uso del terrorismo ha sido una variante que ha movido en

aumento el número de víctimas.

Dando una caracterización sencilla de las guerras como lo hace Reed (2008) sobre los

elementos esenciales de la guerra y su evolución, tenemos tres ejes que nos hablan de:

dominio del conflicto, naturaleza del adversario y naturaleza de los objetivos. Asociando

éstos a las G5G tenemos: dominio físico-cibernético con dominio político; con adversarios

físicos-información-cognitivo-social; con un mecanismo de implosión interno dando como

resultado una guerra sin restricciones. La expansión de escenarios, cómo lo explica

Alvarez, en las G5G permiten que el escenario se torne omnipresente[ CITATION Alv171 \l

9226 ]. Teniendo en cuenta esa omnipresencia, el escenario ideal serían los centros

urbanos, ya que son más útiles para absorber la mayor parte del impacto. Esto se traduce

no sólo a la posibilidad de ataque terroristas, sino a la lucha continua que ocurre dentro: el

espacio, la confrontación de ideas políticas, es decir cualquier confrontación que pueda

llevar hacia un intento de guerra civil.


Un punto además que influye en las G5G es el uso del ciberespacio, donde la información

y la comunicación se vuelven el punto central de esta discusión ya que son estas las que

permiten la afluencia de personas, incluso más teniendo en cuenta que hoy en día el

acceso al ciberespacio es fácil. Los oponentes ya no son solo aquellos que ostentan la

fuerza (Estado-Nación) o insurgencias, sino cualquiera que pueda obtener un espacio con

dominio propio.

Ahora, si hablamos del cambio de la fuerza, ya no son solo las fuerzas convencionales las

que se enfrentan: el uso de nuevas operaciones de desestabilización que pueden

denominarse aspectos de guerra hibrida [ CITATION Alv171 \l 9226 ]. Los Estados

autocráticos, ya que el centralismo para la toma de decisiones ayuda a actuar de manera

mucho más rápida, ayudándose del control de todos los organismos para ajustar lo

público, tienen todo un sistema a su disposición para controlar vulnerabilidades y hacer

valer la voluntad del líder a cargo.

Para el siglo XXI encontramos un detonante en las G5G que es el ciberactivismo, el cual

se convierte en un arma en el que la información se concibe como se desea, se manipula,

se controla y se esparce de tal forma que se llega a quien se quiere llegar, pero más

peligroso aún, es que se puede hacer sin dejar rastro alguno. Con esto no sólo se

pretende decir que el Estado se encuentra a merced de un nuevo adversario, sino que

debe prepararse de manera mucho más eficiente para hacer esta lucha, y tener una

opción más visible de victoria. Ajustarse a la nueva realidad es esencial para poder

ajustarse al nuevo estilo de guerra. Las 4 generaciones anteriores estaban enfocadas en

aspectos mucho más sencillos de entenderse, pero las G5G tienen como factor común

que son muy diversas, hibridas, y sobre todo, muy del momento sin que haya una

preparación propia directa.


No sólo es el uso de la fuerza un factor necesario para las guerras, el uso de la

información se concibe como la mayor herramienta para obtener adeptos, apoyo, y

mejorar la calidad del mensaje y la atención del receptor.

Ese marco conceptual que se acaba de brindar no sólo nos da un bosquejo teórico y

rápido de lo que el día de hoy se enfrenta a nivel de seguridad, sino que sirve para

entender las realidades propias que se viven el día a día y de los mismos sucesos que

pueden llevarse a cabo en un país, en un centro urbano o en un espacio más particular.

Ahora con un marco teórico ajustado a lo que queremos estudiar, la Primavera

Latinoamérica, podemos ver como todo lo mencionado anteriormente encaja de alguna

manera con lo que se está viviendo en la región durante el último año y en especial

usando la propuesta de Reed (2008), podemos plasmar qué es lo que está sucediendo,

cuáles con los combatientes, en qué terreno se está llevando a cabo la batalla, cuáles son

los objetivos que se llevan a cabo, qué tipo de fuerza se está usando, y quiénes son los

catalizadores del conflicto. Son preguntas que, con lo expuesto anteriormente, podremos

ir dilucidando en los siguientes párrafos.

La denominada “primavera latinoamericana” como una G5G

Antes de entrar a analizar concretamente lo que empezó a suceder en Latinoamérica

desde finales de 2019, las manifestaciones, las marchas, los Paros Nacionales, y los

actos de violencia que surgieron, es pertinente hacer una aclaración que parece obvia

pero que no sobra, en especial en un país como el nuestro en el que la polarización está

más exacerbada que nunca: y es que en ningún momento en este documento se pretende

equiparar la protesta o manifestación social con una guerra. Ni a los protestantes, tildarlos

de enemigos. Se parte evidentemente de la base de que la protesta social es un derecho

legítimo, valioso y útil que ostenta todo ciudadano. Y en el caso que nos ocupa, para
muchos la protesta social es el medio más expedito que tiene la sociedad para expresar

su inconformidad y malestar frente a factores detonantes que son comunes al continente

latinoamericano (Yasunaga, 2020) como lo son la pobreza, desempleo, desigualdad,

acceso limitado a servicios de salud y educación, inseguridad, corrupción, y muchísima

debilidad institucional, mezcla que sin duda es la receta para una bomba social. Sin

embargo, las razones subyacentes a estos movimientos no son el motivo de este ensayo.

Por el contrario, entraremos a analizar cómo este escenario puede efectivamente ser

convertido por algunos en un nuevo campo de batalla y de violencia. Y es en ese caso en

el que se puede analizar esta coyuntura en el marco de la tipología generacional de la

guerra.

En primer lugar, vamos a analizar el escenario en el que se estaría librando esta guerra y

los nuevos dominios de la misma (Eje A). Es innegable que un común denominador de lo

que ha sucedido en Latinoamérica en el último año es que el escenario central han sido

las capitales y principales centros urbanos de los diferentes países. Santiago de Chile,

Bogotá, Quito, La Paz, entre varias otras ciudades, fueron el epicentro de los actos de

violencia, y en especial los lugares donde se desarrollan la mayor cantidad de actividades

políticas, sociales y económicas (Kilcullen citado en Álvarez et.al, 2017), como lo son la

Plaza de Bolívar en Bogotá, en las afueras del Palacio Legislativo en Quito, los barrios

más acomodados del oriente de Santiago y varios Centros Comerciales, el hotel Radisson

en La Paz, y así varios otros sitios emblemáticos en cada capital, se convirtieron en

verdaderos campos de batalla.

Por otro lado, es claro que el dominio del ciberespacio, distintivo de las G5G, es un

elemento que no solo está presente, sino que constituye la piedra angular de los

movimientos violentos del último año en nuestro continente. Los nuevos actores se basan

en el Internet y en especial en las redes sociales, para propagar sus mensajes de una
manera casi inmediata y desestabilizar a la sociedad y eso es exactamente lo que se ha

evidenciado. Como ampliamente lo relatan los medios de comunicación, la mayoría de las

protestas que se tornaron violentas fueron convocadas a través de Facebook y Twitter

especialmente, mediante mensajes anónimos, pues en la inmensidad del ciberespacio es

relativamente fácil asegurar el anonimato (Rosenzweig citado en Álvarez et.al, 2017). Así

mismo, es evidente que en estos países latinoamericanos hay una latente y continua

hostilidad entre los diversos actores estatales y no estatales, los cuales están conducidos

en gran parte por medios no militares, como lo son las acciones de propaganda, agitación

política, y el sabotaje, llevado a cabo a través del internet (Betz & Stevens citado en

Álvarez et al, 2017). Basta con una ojeada rápida a Twitter en octubre o noviembre de

2019 para evidenciar este ambiente de agitación social y política, la amplificación y

simplificación de miedos, las verdades a medias, los discursos de odio, los llamados al

sabotaje, e inclusive la presencia de los denominados bots y troles1, que en estos casos

son falsos perfiles de redes sociales contralados por softwares artificiales y programados

para generar mensajes que inciten a la violencia. Así mismo, el aprovechamiento que,

como en Colombia, algunos actores políticos hicieron de esta situación, para incrementar

la turbación y el descontentó social frente al gobierno de turno, a través de mensajes

incendiarios que elevaron aún más la efervescencia.

Y ese vistazo a las redes sociales latinoamericanas a finales de 2019 demuestra

precisamente que en las G5G se trata de conquistar mentes y que el escenario cognitivo

pasa a ser un campo de batalla. Y es que en las redes se está expuesto ilimitadamente a

mensajes en los que ya no es claro quién es el receptor y quién el emisor, dado su

carácter reticular y multidimensional (Martínez, 2020). En medio de tanta desinformación,


1
https://usach.cl/news/expertos-la-u-santiago-analizan-rol-las-redes-sociales-y-uso-bots-durante-la-actual-
crisis
https://www.nytimes.com/es/2020/01/21/espanol/america-latina/troles-rusos-sudamerica.html
https://www.bluradio.com/nacion/los-15-perfiles-de-redes-desde-donde-habrian-incitado-a-la-violencia-en-
las-protestas
se evidencia entonces una intención de manipular y afectar la psiquis colectiva a través de

la exageración y la distorsión de la verdad. Realizar así el efecto contagio. Afectar la

racionalidad de los individuos apelando a la emoción, diluyendo así su capacidad de

discernir, el cual constituye precisamente un principio básico de la democracia.

Habiendo analizado el escenario y dominio, pasamos ahora a estudiar la naturaleza del

adversario (eje B) y a evidenciar la relación que existe entre ambos ejes. Al ser el

ciberespacio un escenario libre al cual puede acceder cualquier persona con acceso a

internet, entonces cualquier actor puede librar esta guerra. Si bien en los diferentes

países el descontento social resultó tan generalizado que gran parte de la sociedad se

unió a la protesta social para reivindicar sus derechos y peticiones (trabajadores,

profesores, transportistas, indígenas, grupos feministas, estudiantes, sindicalistas etc.) es

claro que un común denominador de los desmanes y la violencia estuvo liderada por los

jóvenes, quienes precisamente son el sector de la población que maneja y accede con

mayor facilidad a las redes sociales. Y por eso las imágenes de la violencia y los

desmanes fueron muy similares en todos los países: jóvenes que escondían su cara

detrás de pañuelos y se enfrentaban de manera abierta y frentera a la Fuerza Pública y en

especial a la Policía. Y las respuestas de los gobiernos también fueron muy similares:

aumentar el pie de fuerza disponible para aplacar las manifestaciones y evitar los

desmanes y los actos violentos y vandálicos.

Y es que precisamente en estos enfrentamientos quedó de manifiesto que, en el

escenario de los conflictos de quinta generación, todos aquellos que tengamos en nuestro

bolsillo un celular con acceso a internet estamos armados. Las redes sociales pasan a ser

las armas. Tienen la capacidad de transmitir en tiempo real lo que sucede y difundirlo y

volverlo viral en cuestión de segundos. Y es así como, de manera exponencial y en cada

país, se daban a conocer imágenes de presuntos abusos policiales y de carabineros en


contra de los manifestantes, constituyéndose así como la verdad a medias que se repetía

una y otra vez en Twitter y Facebook, apelando nuevamente a la emoción y generando

aún más malestar2.

Ahora, en cuanto a la naturaleza cambiante de los objetivos en las G5G (eje C), ya es

claro que no se pretende aniquilación, maniobra o desgaste sino la implosión de o colapso

interno de las organizaciones e instituciones y los diversos subprocesos que se gestan en

su interior. Y es lo que precisamente pretenden esas protestas violentas y vandálicas en

contra de las instituciones políticas y económicas que sustentan a los diferentes países.

Mediante desinformación y verdades a medias se pretenden magnificar las debilidades

estatales y de los gobiernos para efectivamente desestabilizar los cimientos de las

diferentes sociedades y propender por su eventual colapso. Es ese el objetivo ulterior.

Por último, en cuanto a la naturaleza cambiante de la fuerza (eje d), consideramos que la

llamada “primavera latinoamericana” resalta precisamente el hecho de que, debido a que

en esta confrontación pueden intervenir todos o cualquier actor de la sociedad, las

amenazas multidimensionales trascienden al cuerpo de las Fuerzas Armadas y ya no son

solo ellas las llamadas a enfrentarse en el campo de batalla. El escenario de la guerra hoy

en día trasciende lo militar y abarca lo político, lo social, lo económico, lo cultural. Deja de

ser un escenario sangriento. Es por eso que los Estados deben atender estos flancos y

prepararse de manera sólida y estructurada para un enfrentamiento con más aristas, con

motivaciones más arraigadas y profundas, y con el enorme reto de encontrar en las redes

2
Un ejemplo de cómo el celular y las redes sociales pasan a ser armas es analizar las consecuencia de la fuerza y difusión que ha
tomado desde el año pasado la expresión “All Cops Are Bastards” que, si bien es un término que data desde hace muchas décadas
atrás, se exacerbó precisamente a partir de los enfrentamientos de los jóvenes chilenos con los carabineros en septiembre de 2019 y
tomó mucha más fuerza este año a finales de mayo, en el marco del movimiento “Black lives matter” como consecuencia del asesinato
de George Floyd. Es una expresión que ahora se encuentra muy presente en las redes sociales de diferentes partes del mundo. En
Colombia, también la expresión estuvo presente en las las manifestaciones de hace un mes en contra de la Policía Nacional por la
muerte de Javier Ordóñez. Pero las publicaciones que las autoridades reportaron traían también otros mensajes tales “el clima está
como para salir a quemar tombos”, “qué ganas de salir y quemar CAI, recuerden todos los tombos son inflamables”, “plan pistola
urgente, ellos siempre ganan impunidad, son ellos o nosotros”, “cuál cacerolazo, hay que quemar es una estación de la policía”, entre
otros.
sociales un aliado y ya no más un enemigo, usando la información allí compartida para

apoyar operaciones militares.

Conclusiones

El tema de las G5G es fascinante desde el ámbito teórico, tiene una riqueza bibliográfica

impresionante además que su base se extiende desde el siglo XX y se nutre aún en el

siglo XXI. Con esto se puede aseverar que se está en el momento histórico de cambio de

generación de la guerra. Además, los catalizadores tecnológicos -internet, celulares,

redes sociales, entre otros- si han influido en la forma en que estas guerras se viven, se

desarrollan, se transmiten y se dan a conocer.

No basta con entender los 4 ejes de evolución de las generaciones de las guerras para

saber que las G5G no son fáciles de distinguir, y más aún cuando la baraja de actores,

armas, objetivos y motivaciones se hace tan grande. Porque se puede pensar desde una

simple rivalidad, hasta toda una guerra, ambas con sustento teórico, sin embargo la

rigurosidad del marco teórico nos puede hacer entender como pensamos adoptar ese

conflicto.

Con lo mencionado, hablar que la Primavera Latinoamericana fue como tal una guerra es

una aseveración peligrosa. Si bien trae a colación muchos aspectos de los diferentes ejes,

es importante mencionar que el resultado esperado no fue el esperado. Si hacemos una

diminuta comparación con la Primavera Árabe, vemos que el caso latinoamericano si bien

levanto pasiones concentradas en el descontento social, sus resultados realmente no

fueron igual de asertivos que al otro lado del globo terráqueo.

La destrucción desde el interior como la plantea el marco teórico de las G5G en el caso

latinoamericano no alcanza a ser lo suficientemente clara y concisa para lograr este

objetivo. Si bien la pandemia del COVID-19 logró reducir la presión social a causa del
confinamiento, los resultados hasta el inicio de esta no eran los más gratificantes para

asegurar que había una victoria por parte de los revolucionarios, dando a entender que

realmente no estaba dando lugar a un enfrentamiento real, cuando los impulsadores

tampoco eran conocidos ampliamente, sólo el conocimiento de unos aprovechados daba

sensación de legitimidad a la protesta.

BIBLIOGRAFÍA

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Seguridad y Defensa, 167-185.

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Kaldor, M. (1999). New and Old Wars. Stanford: Stanford University Press.

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MARTÍNEZ Miguel Ángel. “Protesta, movilización y crisis política en Iberoamérica:
factores comunes de una crisis transnacional” enero 2020. Libertad y Desarrollo. Serie
Informe sociedad y política 173

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