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Unidad N°5

1. Yrigoyen y el triunfo de una concepción política

El radicalismo agrupado en la Unión Cívica se concretó como consecuencia de la


crisis de 1890. A partir de ese año y hasta 1912 mantuvo una larga lucha contra el
“régimen” (oligarquía liberal conservadora que ostento el poder entre 1880 y 1916). La
mayor fuerza vino desde la clase media naciente en argentina- como consecuencia del
desarrollo económico, la burocracia estatal y el proceso de urbanización-, esta clase
media va a comenzar a reclamar mayor participación en cuestiones políticas.

Resulta interesante resaltar que este grupo era heterogéneo y su ubicación social e
intereses económicos eran diversos. Aun así, había un mismo denominador que
agrupaba a propietarios tradicionales, pequeños propietarios rurales, burguesía media
y propietarios campesinos y urbanos; fue el hecho de la marginación política y las
exigencias de participación en la conducción del país. Es así, que la principal bandera
levantada contra la oligarquía era la del sufragio libre.

La línea del liberalismo conservador se había instaurado en el país como


consecuencia de la derrota del “federalismo” Rosista, a partir de 1852. En su principio
estuvo en manos de una “élite republicana” integrada por miembros de la generación
del 37. No obstante, fue produciéndose un divorcio entre los principios liberales y los
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principios democráticos que se habían dado dentro de un cierto equilibrio en el
pensamiento de sus fundadores- Sarmiento o Alberdi-. La oligarquía cayó en las
prácticas políticas más corruptas (fraude electoral).

En este contexto, Yrigoyen entendió que su misión era la de crear una fuerza moral
que hiciera frente al régimen.

Krausismo y Política (continuación del punto 2)

La filosofía de Krause se expandió por el Río de La Plata, particularmente en la


difusión de las ideas en el terreno de la política.

A partir de Yrigoyen la ideología de base del movimiento popular en lucha contra la


oligarquía tomó sus fuentes del krausismo.

Se trataba de un núcleo de afirmaciones de sentido espiritualista sostenido con


fuerza frente a la conducta de la oligarquía acusada de “sensualismo” y
“descreimiento”, posiciones éticas que derivaban según la misma imputación de una
filosofía positivista.

Yrigoyen dio a su movimiento una ideología que afirmaba de modo dogmático la


necesidad de la participación de todos en la cosa pública a través del sufragio. Éste se
presentaba como el apóstol de una nueva religión presentando un dogma fuertemente
espiritualista y creyente. La filosofía krausista se hace presente en cartas, manifiestos,
declaraciones, participaciones parlamentarias y mensajes confeccionados por Yrigoyen.

Los fundadores y conductores del radicalismo, Alem e Yrigoyen, intentaron dar una
textura filosófica a sus ideas. Partían de la necesidad de un sistema y las influencias
pueden encontrarse en el contenido mismo de sus discursos, aunque a primera vista no
se encuentran claros vestigios de ella. Además, Yrigoyen fue Krausista en su estilo y en
su parquedad.

Yrigoyen no menciona de modo expreso sus fuentes, pero los testimonios son
abundantes. Su interés y devoción por la bibliografía krausista se despertó en sus años
de juventud. Había sido alumno en el colegio de Americe del Sur, de su tío Alem quien
dictaba los cursos de filosofía. En esas clases se contactó con el eticismo de origen
kantiano de su maestro. Más adelante, en la facultad de derecho tendrá un
acercamiento al krausismo jurídico.

Manejó los libros de los krausistas alemanes y belgas, como también a los españoles,
hecho que no es difícil documentar y que responde a la doble vía de influencia por la
cual el krausismo se extendió por toda Hispanoamérica.

El racionalismo armónico canalizó en Yrigoyen su religiosidad en aquellos años


juveniles que había perdido la fe en los dogmas católicos y acentuó una natural
tendencia hacia la vida austera y rígida. No obstante, Yrigoyen no combatió a la iglesia
católica, sino que la apoyó, en contra del racionalismo agresivo de muchos de los
integrantes de la élite gobernante.

Con Yrigoyen se inició una nueva etapa del liberalismo argentino al fundar toda la
política en la “solidaridad”, concepto derivado del krausismo. Este hecho marcó el
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paso de un liberalismo individualista, vigente desde Alberdi, hacia un liberalismo
solidarista. (concepto organicista del estado)

El krausismo ha insistido con la necesidad de una orientación firme, apuntada a


fines determinados con claridad dogmática. Este ideal es un imperativo categórico.
Para Yrigoyen el ideal era una visión fija que le permitía una absoluta identidad de
conducta; era también un pensamiento único o una espiritualidad que perdura en el
tiempo.

El deber al mismo tiempo, es predicar y enaltecer la austeridad. La lucha contra la


molaridad utilitaria que llevaba a la degradación política. Además, retoma los ideales
nacionalistas (Ricardo Rojas llama la “restauración nacionalista”.

La solidaridad del racionalismo armónico predicada por Yrigoyen incidió en la


interpretación de la naturaleza de los partidos políticos. La UCR no es un partido
político, es algo anterior y superior a un partido político es la REPARACIÓN
NACIONAL. Lo primero que hay que fundar en una sociedad civil.

Los partidos políticos no son más que asociaciones de opiniones más o menos
fundadas y que pueden degenerarse fácilmente. Su justificación solo será posible el día
que abandonen las pretensiones de cumplir con un fin político general y se constituyan
en asociaciones transitorias al servicio de reclamos concretos.

En materia de principios lo único que puede hacerse es sostenerlos. De esta manera


la UCR se identificaba con la “causa de la nación” y. luego, con la nación misma.
Yrigoyen declara que quien reniega del movimiento, lo hace de la Patria porque no es
posible conseguir mayor identidad. Yrigoyen personificó la UCR en una entidad
simbólica, para entregarla a la veneración del pueblo. La causa resulta sagrada, su
caudillo fue apóstol; los integrantes se llamaron correligionarios y la traición se
denominó apostasía. La UCR creó una especie de religión cívica.

Las técnicas políticas que utilizó el radicalismo fueron: la intransigencia, la


abstención y la revolución. Las tres derivan del krausismo y apuntan a lograr un
estado de derecho acto que Yrigoyen denominó la reparación.

Yrigoyen consideraba que el radicalismo era un movimiento auténticamente


“conservador” en la medida que significaba un regreso a la fuente misma de la nación.

La degeneración moral hace imposible el sentimiento y la voluntad de inclusión de


lo individual en lo genérico y las distintas esferas que componen en su interioridad el
organismo social, se disocian y quedan en un estado de exterioridad mutuo. El regreso
a la eticidad fundamental consiste simplemente en consolidar la “identificación
orgánica” de las distintas “personas”, el reencuentro del ciudadano, el municipio y la
nación con su propia naturaleza desvirtuada por obra de una política antisocial. A
aquella obre denominaba Yrigoyen la “reparación fundamental”.

Yrigoyen denominaba al derecho electoral “fundamento de la legitimidad de todos


los poderes”. Para que el Estado pueda a ser un “verdadero organismo ético del
derecho” será necesario que haya una relación íntima de carácter recíproco entre el
órgano central y el conjunto de las diferentes esferas de la vida nacional. Esta relación
solo será por otro lado posible, mediante la cooperación de todas las esferas en el
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ejercicio de los poderes. La “representación”, que siempre lo es en última instancia del
individuo, no supone sin embargo un “individuo abstracto”, sino que aquel se integra
solidariamente en las distintas esferas y dentro de ellas alcanza su personal autonomía
y acabamiento.

Otro aspecto muy interesante en los que ha incidió el racionalismo armónico dentro
del pensamiento de Yrigoyen como gobernante, podríamos rastrearlos fácilmente en su
política internacional, en su política universitaria (Reforma del 18) y en su política
social que estuvo acompañada de un permanente esfuerzo por alcanzar una
interpretación krausista de la constitución nacional de 1853.

El ideario radical (punto 2)

¿Cómo se exterioriza los fundamentos ideológicos en la praxis política?

El concepto “radical”, que tiene su origen antes de Yrigoyen. Lo radical está referido
a la raíz y políticamente tiene su significado reformista extremo y profundo. El
radicalismo pretende un retorno a las raíces y una destrucción del régimen hasta sus
raíces. (Manifiesto de la UC de 1891 “ella debe destruir el funesto sistema de la
opresión oficial, buscando el restablecimiento de la república, la honradez gubernativa,
la libertad del sufragio y el respeto de la autonomía de las provincias y los municipios.)

Es un retorno a las fuentes, una búsqueda de lo profundo, de lo básico, de lo


inmutable, de las razones generadoras de una conducta, de una ética, de una ideología.
De ahí la insistencia con conceptos como: restablecimiento, rehabilitación y
regeneración.
Regenerar: es “dar nuevo ser” a una cosa que se degeneró, es reestablecerla,
mejorarla, otorgarle nueva vida, restaurarla.

La regeneración de la que habla Alem tiene la idea del restablecimiento de vida


cívica nacional, el retorno de las fuerzas populares al campo de las luchas políticas. Es
más que una simple recuperación de las instituciones de la constitución nacional. Es el
retorno a la gloriosa tradición democrática de la revolución de mayo de 1810. El
regeneracionismo debe ir hasta las raíces, en la búsqueda de lo auténtico, de lo original,
porque allí se encontrará la base firme sobre la cual puede reconstruirse la república.
Por ello tiene un contenido moral. Se trata de restablecer los equilibrios políticos,
económicos y sociales del país. Se trata de recuperar para el pueblo de la Nación su
bienestar y su crédito, a través de las ideas primordiales de 1810, que se han olvidado,
confundido, menospreciado, corrompido por el “régimen”. Se invoca reiteradamente la
“reacción moral”.

La declaración de Principios de la Unión Cívica Radical expresa que la UCR se


mantendrá firme en la lucha que sostiene en defensa de las leyes fundamentales de la
nación para hacer preponderar las libertades públicas y los principios de su programa
como verdaderas bases de la “regeneración” y felicidad de la Patria.

Reparación: este concepto es utilizado por Yrigoyen como clave de su pensamiento,


cuando ya accedió al poder gubernamental. La reparación es una concepción mucho
más compleja que la utilizada por los documentos iniciales inspirados en Alem, y tiene 4
connotaciones krausistas bastante más características.

La idea de la reparación es una matriz ideológica que genera una determinada praxis
política. Está orientada a una restauración de un pasado áureo, impreciso pero
originario, que será la piedra de toque para la interpretación de la historia que hace el
radicalismo.

La reparación no es simplemente una reforma o restauración, tiene un significado


más amplio y más complejo, de sentido ético-filosófico más original; se trata de
modificar una realidad corrompida y deformante, pero, además, impone una cura a las
heridas sufridas en el cuerpo social por el régimen.

Es también una concepción cronológica, una etapa de culminación y síntesis de la


historia, en ese sentido el concepto tiene orígenes idealistas de Hegel. Según ello, la
historia argentina había tenido dos etapas: la primera fue la de la emancipación y la
independencia política. La segunda se trata de organizar y dictar la constitución, etapa
que se vio frustrada con la aparición del régimen. La reparación es la gloriosa tercera
etapa, que cumple un destino que había sido desviado de su camino. Entonces,
reparación significa el arribo a una nueva etapa.

En uno de sus escritos, Yrigoyen expresa que el mandato de reparación viene de


mayo que resulta ser el origen de la nacionalidad, en cuanto traza los proyectos de la
república: democracia, representatividad, soberanía popular, federalismo. Es la
concepción idealista krausista del bien, como desarrollo pleno e integrador de nuestras
esencias, de nuestro carácter personal, que en armonía con los demás, solidariamente,
constituye el camino ético de nuestra realización.
El contenido de la revolución tiene que ver con una forma de concientización y
disciplina permanente a través de la acción conspirativa, de alto contenido ideológico,
que no excluye, pero tampoco privilegia a la lucha armada.

La intransigencia es una forma de lucha, que consiste en encerrarse en su propia


doctrina, en comportarse dogmáticamente en la defensa de las propias convicciones, en
adquirir conciencia de que la negociación y el entendimiento con el enemigo quita
fuerza revolucionaria a la acción política. La intransigencia es enfrentamiento.

Abstención: es la tercera arma yrigoyenista para mantener la rebeldía y el espíritu


revolucionario y que consiste en la resolución adoptada por el radicalismo de NO
PARTICIPAR en las contiendas eleccionarias fraudulentas y oponerse al régimen. Es el
ausentismo.

PUNTO 4: LA REFORMA UNIVERSITARIA. PROYECCION EN EL ESPACIO Y EN


EL TIEMPO. Tünnermann Bernheim, Carlos. Noventa años de la Reforma
Universitaria de Córdoba

IDEOLOGIA: El primer cuestionamiento serio de la Universidad latinoamericana


tradicional tuvo lugar en 1918, las universidades son el fiel reflejo de las estructuras
sociales que la Independencia no logró modificar, seguían siendo los “virreinatos del
espíritu” y conservaban, en esencia, su carácter de academias señoriales. Que
respondían a los intereses de las clases dominantes, dueñas del poder político y
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económico. El Movimiento de Córdoba, que se inició en junio de 1918, fue la primera
confrontación entre una sociedad que comenzaba a experimentar cambios interna y
una Universidad embutida en esquemas obsoletos. El movimiento se dio en respuesta
a una nueva situación social, no puede ser examinado únicamente desde su ángulo
académico-universitario, por importantes que sean los cambios que en este campo
propició. Necesariamente, es preciso considerarlo dentro del contexto socioeconómico
y político que lo originó. “Quien pretenda reducir la Reforma Universitaria al mero
ámbito de la universidad según Luis Alberto Sánchez, cometería un grueso error”. La
clase media emergente fue, la protagonista del Movimiento, en su afán de lograr acceso
a la Universidad, controlada hasta entonces por la vieja oligarquía terrateniente y el
clero. La Universidad aparecía, a los ojos de la nueva clase, como el canal capaz de
permitir su ascenso político y social.

Sergio Bagú sostiene que la Reforma Universitaria tiene su origen en la inmigración,


no falta la explicación generacional que según el autor mencionado que por lo menos
en el país la cuna del Movimiento, la “generación de 1910”, que sobreponiéndose al
positivismo reinante intentó penetrar en lo argentino por la vía de las preferencias y de
las valoraciones más que por la del determinismo social y ambiental utilizada por los
hombres de la década del ochenta y del año 96. En esa nueva generación militaron
figuras como las de Alejandro Korn, Ricardo Rojas, Alfredo Palacios, Ricardo Levene,
Juan B. Terán, Saúl Taborda y muchos más. En su mayoría, ellos estuvieron
comprometidos en el Movimiento de la Reforma Universitaria, aunque siempre dentro
del marco de las ideas republicanas y liberales que alimentaron a sus antecesores. Otro
de los ideólogos de la reforma, Julio V. González, sostiene que la Guerra Europea, la
Revolución Rusa y el advenimiento del radicalismo al poder en la Argentina, “son las
tres llaves que nos abren las puertas a la verdad”. La Guerra Mundial puso en crisis el
sistema de valores occidentales, a los cuales América Latina se hallaba adscripta.
También produjo el desplazamiento del centro hegemónico dominante de Europa a los
Estados Unidos y despertó nuevas expectativas. La llegada del radicalismo argentino al
poder en 1916, mediante el ejercicio del sufragio universal, representa el ascenso
político de las capas medias, vigorizadas por el torrente inmigratorio. Perdido el poder
político se atrincheraron en la universidad, como su último reducto. Pero ahí también
le presentaron batalla los hijos de la clase media triunfante y de los inmigrantes,
gestores de la reforma. El gobierno radical de Hipólito Irigoyen les brindó su apoyo,
pues veía en la reforma una manera de minar el predominio conservador.

Sin que el Movimiento haya sido un fenómeno meramente ideológico, es indudable


la influencia que las corrientes filosóficas de entonces y las ideas de algunos
pensadores americanos tuvieron en las declaraciones y en la mentalidad de los
principales dirigentes de la Reforma Universitaria. En algunos casos, existen
testimonios escritos de estos mismos líderes que reconocen tales influencias. En otros,
éstas se perciben en los textos de los manifiestos que tratan de fijar la posición del
Movimiento. De ahí que convenga reseñar, aunque sea muy brevemente, sus fuentes
ideológicas. Se advierten varias corrientes de pensamiento, reformista. Afirma
Mariátegui que en cuanto a ideología, el movimiento estudiantil careció, al principio,
de homogeneidad y autonomía. “Acusaba demasiado la influencia de la corriente
wilsoniana. Las ilusiones demo-liberales y pacifistas que la prédica de Wilson puso en
boga en 1918-1919 circulaban entre la juventud latinoamericana como buena moneda
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revolucionaria”. Risieri Frondizi, a su vez, sostiene que la reforma tuvo una inspiración
inicial de raíz liberal-burguesa y anticlerical, como lo reconocieron los propios
iniciadores años después. Los reformistas advirtieron pronto la complejidad del
problema universitario y su íntima conexión con el problema nacional. De ahí que la
Reforma Universitaria se convirtiera, para muchos, en reforma social. El
anticlericalismo de la etapa inicial, justificado por la lucha contra la preponderancia
eclesiástica, especialmente jesuítica en la Universidad de Córdoba. Con las corrientes
liberales se juntaron también las socialistas y anarquistas, formando todas ellas una
trama ideológica compleja que a la postre favoreció al Movimiento.

Cuando los reformistas reconocen la influencia que ejerció en su pensamiento el


magisterio de algunos intelectuales como José Ingenieros, Alfredo Palacios, Alejandro
Korn y Saúl Taborda, lo cierto es que la autoenseñanza fue la actitud predominante en
una juventud que desesperadamente buscaba maestros. “Asistimos escribió Antenor
Orrego, a un maravilloso autodidactismo de la juventud; es más: a la docencia de la
juventud sobre los maestros.” En todo caso, si el Movimiento tuvo maestros, no los
encontró en las aulas universitarias, sino fuera de ellas. Las aulas no tenían nada que
enseñarles. El sector progresista de la intelligentsia argentina brindó su respaldo al
Movimiento reformista. José Ingenieros, que en la primera etapa de su pensamiento
evidenció tendencias europeizantes, advirtió en el Movimiento juvenil la “fecunda y
sana vertiente para una construcción del porvenir sobre bases americanas”. Pronto se
convirtió en su gran animador, maestro y discípulo a la vez, puso todo su entusiasmo
en favor de los reclamos reformistas, convencido de que “la Universidad debía ser una
escuela de acción social, adaptada a su medio y a su tiempo”. Alfredo L. Palacios,
quien ya ejercía un magisterio socialista cuando sobrevino la agitación estudiantil,
secundó el Movimiento, pero advirtiendo: “Mientras subsista el actual régimen social,
la reforma no podrá tocar las raíces recónditas del problema educacional”. Alejandro
Korn, quien fue el primer decano reformista en la Facultad de Filosofía y Letras de
Buenos Aires, ejerció también notable influencia, contribuyendo a ahondar la reflexión
filosófica sobre los principios del movimiento renovador, su análisis crítico y la
búsqueda de una respuesta auténtica y americana. Para Korn, en la Reforma
Universitaria se expresaba “un anhelo de renovación, un deseo de quebrantar las viejas
formas de la convivencia social, de trasmutar los valores convencionales”. Por sus
escritos se les reconoce la categoría de ideólogos del Movimiento, además del propio
Del Mazo, quien también desempeñó altas posiciones públicas, a Deodoro Roca, autor
del célebre Manifiesto Liminar del 21 de junio de 1918. La Reforma de Córdoba trató de
encontrar una respuesta americana a la crisis del momento. El “americanismo” fue otra
característica del Movimiento que conviene destacar, así como su denuncia del
imperialismo. Ya en el Manifiesto de Junio de 1918, los jóvenes cordobeses aseguran
estar viviendo una “hora americana”. Había llegado el momento de dejar de respirar
aires extranjeros y de intentar la creación de una cultura propia, que no fuera simple
reflejo o trasplante de la europea o estadounidense. El Movimiento adoptó muy pronto
una clara postura antiimperialista, que más tarde la Alianza Popular Revolucionaria
Americana (APRA). Los historiadores del Movimiento mencionan también la
influencia de Ortega y Gasset, que hizo una visita a Buenos Aires en 1916, despertando
sus conferencias gran expectación en el ambiente universitario. Tal es la trama
ideológica del reformismo, donde no una sino varias corrientes de pensamiento se
advierten, sobre un trasfondo de positivismo spenceriano o comteano. 7

“El ideario de la reforma dice Darcy Ribeiro expresado en el Manifiesto de Córdoba,


correspondía, como era inevitable, al momento histórico en que ella se desencadenó y
al contexto social latinoamericano, cuyas élites intelectuales empezaban a tomar
conciencia del carácter autoperpetuante de su atraso en relación a las otras naciones y
de las responsabilidades sociales de la Universidad, para reclamar una modernización
que las volviese más democráticas, más eficaces y más actuantes hacia la sociedad.”

¿Cuál era la situación de las Universidades latinoamericanas, en general, y de las


argentinas, en particular, a la época del estallido de Córdoba? Las Universidades han
sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la
hospitalización segura de los inválidos y lo que es peor aún el lugar donde las formas
de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las Universidades
han llegado a ser así el fiel reflejo de estas sociedades decadentes, que se empeñan en
ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil. Esta denuncia juvenil, es
aplicable a la situación universitaria general que todavía predomina en buena parte del
Continente.

Los esquemas universitarios, enquistados en el pasado, necesariamente tenían que


hacer crisis al fallarles su base de sustentación social. De espaldas a la realidad, la
Universidad no se percataba de los torrentes de historia que ahora pasaban debajo de
sus balcones señoriales y que pronto se arremolinarían contra ella26. Había
sobrevenido en las Universidades una verdadera crisis de cultura nos dice Alejandro
Korn, provocada por la persistencia de lo pretérito, la corruptela académica, el
predominio de las mediocridades, la rutina y la modorra en los hábitos académicos, la
orientación exclusivamente profesional y utilitaria, el olvido de la misión educadora y
la entronización de un autoritarismo de la peor especie, con una estructura académica
erigida sobre la cátedra unipersonal vitalicia y dominada por los sectores oligárquicos
de la sociedad, la Universidad carecía totalmente de proyección social, encerrada tras
altivas paredes de pedantería que la divorciaban del pueblo. Su saber, dogmático y
libresco, nada tenía que ver con los problemas de la realidad que le rodeaba. La voz
estudiantil no se escuchaba, pese a sus ancestros boloñeses, más que para el recitado
memorístico de los “apuntes” dictados por los profesores. Las cátedras estaban
reservadas a los apellidos ilustres, sin que importaran mucho sus calidades
intelectuales. Las aulas seguían siendo frecuentadas únicamente por los hijos de las
capas sociales superiores.

Proyección Latinoamericana del Movimiento: el movimiento que se originó en


Córdoba rápidamente tuvo propagación por el continente sudamericano, demostrando
que necesitaba una respuesta a las necesidades que requería la región. La publicación
del Manifiesto llevo adelante una serie de reclamos y acciones por parte de los
estudiantes universitarios de la región. En cuanto a su proyección en el tiempo,
podemos decir que llega hasta nuestros días.

El primer país donde repercutió el afán reformista fue Perú. Desde la fundación del
Centro Universitario de Lima en 1907, las inquietudes estudiantiles estaban a la orden
del día en este país.

Una visita de Alfredo Palacios precipitó la crisis. Corrían los años de la dictadura de 8
Leguía. Los estudiantes pedían el establecimiento de cátedras libres pagadas por el
Estado, la legalización del derecho de tacha, asistencia libre y representación en el
Consejo Universitario. La perennidad de las cátedras había creado un sistema feudal
universitario, dándose el caso de Facultades que no eran sino la prolongación de
determinadas familias. Dirigía el reclamo estudiantil el presidente de la Federación de
Estudiantes, Víctor Raúl Haya de la Torre.

En 1919, los estudiantes de San Marcos acogieron el ideario de la Reforma de


Córdoba. Al año siguiente, el primer Congreso Nacional de Estudiantes, reunido en
Cuzco, adoptó una resolución de gran trascendencia para el movimiento: la creación de
las “Universidades Populares González Prada”, uno de los mejores aportes del
reformismo peruano. Participaron obreros, estudiantes e intelectuales, ampliándose el
radio de influencia de la reforma. El Movimiento produjo también en Perú su más
caracterizada concreción política con la fundación, por Haya de la Torre, de la Alianza
Popular Revolucionaria Americana (APRA), que por algunas décadas representó la
vanguardia del pensamiento político latinoamericano y de la postura antiimperialista,
también se incorporó lo indígena en el programa político.

Algunos de los principios de la reforma fueron incorporados en la Ley de


Instrucción Pública de 1920 (representación estudiantil en el Consejo Universitario,
cátedras libres y paralelas, asistencia libre, etc.). La

reforma pasó luego por períodos de eclipses y de recuperación, según se alternaran


en el poder las dictaduras o los gobiernos más o menos democráticos. En 1946, el
Congreso aprobó la Ley 10.550 de Reforma Universitaria, elaborada por Luis Alberto
Sánchez, activo militante del Movimiento.
Según Luis Galdames, en Chile, a la generación universitaria de principios del siglo
siguió pronto una nueva, más preocupada aún por la reforma de los estudios
superiores, en el sentido de hacer ciencia, de crear arte, de vigorizar los impulsos natos
del espíritu, de difundir los conocimientos en todas direcciones y de llevarlos
particularmente a las muchedumbres obreras.

La Federación de Estudiantes de Chile canalizó e impulsó los ideales renovadores,


que incluían la autonomía universitaria, la representación estudiantil en los órganos
directivos, la generación de las autoridades universitarias por la propia comunidad
académica, docencia y asistencias libres, extensión universitaria, concebida como la
manera de difundir el quehacer universitario y la cultura de la sociedad, etc. El
movimiento estudiantil chileno adquirió más adelante un alto grado de politización y
devino en la avanzada universitaria de los principales partidos políticos del país.

Los intercambios de visitas entre dirigentes argentinos y uruguayos contribuyeron a


la formulación de propósitos renovadores muy similares. La tradición de democracia
representativa en este país condujo a la concepción de la Universidad como una
“república soberana”. El estudiantado uruguayo, desde entonces, ha sido fiel
depositario de los ideales reformistas. En Colombia, los estudiantes proclamaron la
reforma en Medellín en 1922, y en Bogotá en 1924. Los estudiantes colombianos dijeron
con gran entusiasmo que la universidad pertenece a la juventud.

En Venezuela, la feroz dictadura de Juan Vicente Gómez persigue, encarcela o 9


manda al exilio a la generación reformista de 1928. Muerto el tirano, la juventud vuelve
a la carga y en 1940 proclama un completo plan de reforma, que en buena parte se
incorpora en la Ley de 1944. Tras el derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez,
el reformismo logra amplia acogida en las Universidades venezolanas (Casas
Armengol, 1967). Los estudiantes del Paraguay se incorporaron al Movimiento
reformista en 1927, aunque las dictaduras represivas impidieron la aplicación del
programa de Córdoba. La Primera Convención Nacional de estudiantes bolivianos,
reunida en Cochabamba en 1928, suscribió el ideario de la reforma. Pronunciamientos
similares surgieron en 1928 de los medios universitarios brasileños.

En Cuba, el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, presidido por Julio Antonio


Mella, acuerda, en 1923, luchar por los mismos principios enunciados por la juventud
cordobesa y expide una declaración de derechos y deberes del estudiante, que
incorpora los principales reclamos de la reforma. El ideólogo del Movimiento es Mella,
para quien la Reforma Universitaria debía incorporarse en un proceso más amplio de
reforma social40. Las leyes universitarias dictadas a partir de 1931 incorporaron varios
de los principios.

Después, el Movimiento se extendió a Puerto Rico, Ecuador y América Central. En


México, se dieron circunstancias muy particulares, un proceso de revolución político-
social se anticipó en este país al Movimiento reformista.

Pronto, la similitud de ideales mueve a los jóvenes a reunirse en congresos


internacionales, que se transforman en los foros continentales de la reforma.

En 1921, con motivo del primer centenario de la Independencia, se celebra en México


el Primer Congreso Internacional de estudiantes, bajo la presidencia del rector José
Vasconcelos, al que concurren delegados de América Latina, Europa y Asia. De él
surge un intento por crear una Federación Internacional de Estudiantes y un amplio
respaldo al ideario reformista. Sus resoluciones constituyen un testimonio de las
preocupaciones estudiantiles del momento: proclamación del nacimiento de una nueva
humanidad; lucha para abolir el “actual concepto de poder público” y la “explotación
del hombre por el hombre y la organización actual de la propiedad, evitando que el
trabajo humano se considere como una mercancía”; establecimiento de “universidades
populares” como obligación estudiantil; la “justicia social”; vínculos más sólidos con la
clase obrera; la extensión universitaria a cargo de las asociaciones estudiantiles;
participación estudiantil en el gobierno de la universidad; docencia y asistencia libres;
condena al avance imperialista, a las dictaduras latinoamericanas y al militarismo;
fortalecimiento de los ideales nacionales dentro de la “comunidad internacional”; etc.

Diez años después, y siempre en México, se celebra el primer congreso propiamente


reformista. Se trata del Primer Congreso Iberoamericano de Estudiantes (CIADE). Este
congreso proclamó, a nivel continental y en forma ordenada y coherente, el programa
de la reforma: autonomía universitaria, concebida como el “derecho a elegir sus
autoridades, darse sus reglamentos, dictar sus planes de estudio, preparar su
presupuesto y orientar la enseñanza con independencia del Estado”, la autarquía
financiera, el cogobierno, la función social de la universidad, las “universidades
populares” la gratuidad de la enseñanza, la temporalidad de los cargos directivos, la
agremiación estudiantil obligatoria y automática, etc. Este programa fue combatido por
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los sectores conservadores.

El programa de la reforma desbordó los aspectos puramente docentes e incluyó toda


una serie de planteamientos político-sociales, que aparecen ya insinuados en el propio
Manifiesto Liminar de 1918.

Augusto Salazar Bondy, en forma precisa, reduce a cuatro los objetivos


fundamentales del movimiento político-académico que fue esta reforma: a) “abrir la
Universidad a sectores más amplios de alumnos, sin consideración de su origen y
posición social, y facilitar en todo lo posible el acceso de estos sectores a las profesiones
y especialidades, de donde se derivó la reivindicación de la asistencia libre en beneficio
de los estudiantes que trabajan; b) dar acceso a la enseñanza a todos los intelectuales y
profesionales competentes, sean cuales fueren sus ideologías y sus procedencias, de
donde proviene la cátedra libre y la periodicidad del contrato profesional; c)
democratizar el gobierno universitario, de donde proviene la participación estudiantil
y la representación de los graduados; y d) vincular la Universidad con el pueblo y la
vida de la nación, de donde se derivó la publicidad de los actos universitarios, la
extensión cultural, las Universidades populares y la colaboración obrero-estudiantil.

PUNTO 5: RESTAURACIÓN CONSERVADORA/REACCION DE F.O.R.J.A.

RESTAURACIÓN CONSERVADORA: el segundo gobierno de Yrigoyen se había


hecho intolerante para la burguesía argentina, y ésta aumentó con la crisis económica:
el precio del cereal descendió 5%, al igual que los precios de cueros, lanas y otras
exportaciones Argentina, con ello se achicaba también las reservas del oro. El capital
nacional y extranjero advierten la necesidad de un gobierno desligado con las masas
populares, un gobierno capaz de salvar las pocas ganancias a costa del nivel vida de los
trabajadores y gobernar bajo el sistema capitalista, por todo esto, el gobierno de
Yrigoyen no era apto para el momento. No podía ir tras los trabajadores sin perder su
base de sustento.

En agosto de 1930, la burguesía, como la Sociedad Rural, y la Bolsa de Cereales,


presentó un llamado a la insurrección, proponiendo una política de protección
aduanera, industrial, ganadera y sobre todo abolir las leyes de protección al trabajo.

A todo este contexto hay que sumarle los conflictos obreros que crecían mientras el
gobierno no podía controlar los sindicatos. Por ello en la opinión pública el gobierno de
Yrigoyen pasó a ser sinónimo de desorden, los políticos oligárquicos se movilizaran
para organizar la Argentina, se descubrió que Yrigoyen era un dictador mientras que la
oposición gozaba de libertad y se adueñaba de la calle.

El golpe se preparaba en los cuarteles de Uriburu, mientras los jóvenes universitarios


gritaban “¡democracia sí, dictadura no!” atacando a los radicales.

Las masas trabajadoras permanecieron favorable a Yrigoyen, pero la burguesía se


alió con el Partido Comunista así el 6 de septiembre de 1930 Félix Uriburu toma el
poder y pone como funcionarios a varios políticos oligárquicos.
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Concretado el golpe, interviene un nuevo factor: el imperialismo yanqui en Standard
Oil, perjudicada por el gobierno de Yrigoyen, que buscaba desplazar el imperialismo
inglés. Los británicos no tardaron en difundir que el golpe de Estado fue una influencia
estadounidense.

Con el lema “democracia sí, dictadura, no, libertad”, crearon el clima propicio para
el golpe militar. Sacaron la dictadura de Yrigoyen que no perseguía a nadie, ni
encarcelaba a nadie por una dictadura militar-policiaca que desató el terror en el país y
sobre todo, sobre la clase obrera.

“El gobierno Previsional” convocó a elecciones en Buenos aires para dar legalidad al
régimen, pero el radicalismo ganó, por ende, para preservar la democracia, se anuló las
elecciones y reprimió cualquier manifestación en contra del régimen.

Sacando el radicalismo se quiso combatir la corrupción, pero Uriburu la llevo a un


extremo único: el gobierno se hizo cargo de todas las deudas de los militares
generando un gasto de 7 millones de pesos.

Uriburu no pudo mantenerse en el poder, porque cuando uso su poder para sus
fines toda la burguesía y la política oligárquica se pusieron contra él, exigiendo el
retorno a la normalidad, para ello presentaron la candidatura de Agustín P. Justo-Julio
Roca, íntimamente ligado a la oligarquía. Logró ser electo presidente con fraude
electoral e impidiendo participar a la U.C.R. así se dio origen a una etapa política
Argentina destacada por elecciones fraudulentas llamada “década infame”.
REACCIÓN NACIONALISTA DE FORJA: LA Fuerza de Orientación radical de la
Joven Argentina fue creada durante la década infame y culminaría en diciembre de
1945, tras los acontecimientos del 17 de octubre.

Con el golpe de Uriburu, comienzan a ser perseguidos mientras resistían la


represión, luchaban por volver a tomar el poder, el cual estaba bajo dos líneas: 1) la de
Uriburu, representante del nacionalismo reaccionario que tenía el apoyo militar. 2)
Agustín P. Justo, representante de la oligarquía liberal probritánica, buscó vincularse
con todos los partidos pseudos democráticos para mantener la Ley Sáenz Peña y hacer
fraude para mantenerse en el poder. Así bajo fraude electoral y con el radicalismo
proscripto, llega al poder Agustín P. Justo- Roca (hijo).

De sus políticas, lo más destacado en el plano económico y no precisamente por ser


buena. El 1 de mayo se firma el pacto Roca- Runcinmán que dejaba a los frigorífico
angloyanquis el control del 85% de las exportaciones de carne, reservándoles el 15% a
Argentina, también la libre importación de carbón y otras manufacturas a la Argentina.
Así mientras le aseguraba a Gran Bretaña alimentos baratos y sus manufacturas en
Argentina transformando en el granero del mundo, el interior empobrecía, aumentaba
las desigualdades y la situación de la mayoría era terrible debido a una economía
ligada al comercio extranjero.

Todo esto dejó un contexto poco agradable para Argentina, mientras el radicalismo
resistía con sublevaciones en Córdoba, Tucumán y otros lugares, pero el más 12
importante y antecedente directo de FORJA fue en diciembre del 33 en Corrientes pero
con ramificaciones en todo el país como en Santa Fe, Buenos Aires, San Luis, varios de
los protagonistas de ésta fueron luego parte de FORJA.

FORJA se crea levantando las banderas del yrioyenismo, pero en el transcurso toma
contenidos de lucha, para enjuiciar a los nombres infames, la entrega de la nación y el
establecimiento de bases para la liberación nacional. Fue parte del nacionalismo
popular o revolucionario, característico de los países oprimidos, Arregui lo considera
un movimiento que contribuye a la formación de conciencia nacional que lucha por la
liberación nacional.

FORJA planteaba una posición una posición, abandonando las problemáticas


nacionales desde nuestra perspectiva, relacionando nuestras necesidades e intereses
como nación, ubicándose así como la primera manifestación y expresión de la
conciencia nacional en ideas argentinas. En esta concepción los problemas nacionales
están ligados a la entrega de la economía nacional al imperialismo.

Los objetivos forjistas: establecer la justicia social, desarrollo económico, liberación


nacional, producción y distribución de las riquezas, para alcanzar estos objetivos
realizaran conferencias callejeras, charlas y el “manifiesto al pueblo de la republica”
donde denuncia el Pacto Roca-Runcinmán que será la primera denuncia profunda del
imperialismo británico en Argentina, denuncia la entrega de la economía nacional a
Gran Bretaña con la complicidad de la oligarquía local.

FORJA son los creadores de las 3 banderas que tomará y aplicará el peronismo:
soberanía popular, emancipación económica y justicia social. Si bien FORJA nace como
un grupo de orientación radical, en 1940 se produce el alejamiento del radicalismo.
Para Jaureche el radicalismo estaba agotado y debía crear otro movimiento.

En el marco del descontento social, FORJA da su apoyo al golpe de 1943, pidiendo


por la emancipación económica y la justica social, el nuevo gobierno tomó varias
medidas reclamadas por FORJA y el grupo comenzó a centrar su atención en Perón,
con quien sentían que había afinidad en relación con las ideas políticas que
pregonaban.

Hay varias anécdotas que muestran el acercamiento del ideario de FORJA al


peronismo: 1) Scalabrini Ortiz le pide a Perón por nota la recuperación de ferrocarriles
y éste le responde que será la primera medida. Perón conocía a Scalabrini porque leyó
sus trabajos sobre los ferrocarriles, el imperialismo británico y su política. Perón
nacionaliza los ferrocarriles en 1948. 2) Jaureche tuvo audiencias permanentes para
tratar temas de la realidad con Perón. 3) el 17 de octubre FORJA fue la primera
agrupación que le dio apoyo a Perón.

El 15 de diciembre del 43 FORJA resuelve su disolución ya que, “el pensamiento y


finalidades buscados por FORJA están cumplidos al crearse un movimiento popular en
buenas condiciones políticas y sociales” es decir, que sus banderas se encuentran
expresadas en el peronismo.

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