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Los sueños son en parte una actividad de la memoria

Los sueños se producen como resultado de un complicado proceso que implica a los recuerdos y
al hipocampo, una región del cerebro asociada a la memoria, según ha podido determinar una
investigación de científicos canadienses. Esta investigación ha podido establecer asimismo que
los recuerdos con los que soñamos pueden tener una antigüedad de hasta una semana, lo que
ha desvelado el funcionamiento hasta ahora oculto de la memoria: nuestros recuerdos pasan de
una región del cerebro a otra antes de ser almacenados y soñamos con ellos durante ese
intervalo. Por Marta Morales.

Nuestra vida cotidiana es el semillero de nuestros sueños. Las experiencias que tenemos a lo largo
del día suelen ser el origen de las imágenes oníricas que generamos mientras dormimos. Pero,
¿cuáles son los mecanismos que nos permiten construir dichas imágenes? Y, ¿tienen alguna
relación las imágenes con la formación de nuestra memoria?

Ambos son misterios muy difíciles de resolver, ya que los sueños son un campo de estudio muy
complicado. No pueden analizarse directamente, sino siempre a través del soñador: a cada minuto
que pasa, olvida más y más detalles de lo que ha soñado. Sin embargo, especialistas como el
doctor Tore Nielsen, del Dream and Nightmare Laboratory, de Montreal, intentan desvelarlos.

Durante años, se ha discutido mucho sobre este tema. Los recuerdos de gente, lugares,
actividades que hacemos o de las emociones que sentimos, se reflejan en nuestros sueños, pero
suele ser de manera tan fragmentaria que no podemos predecir cómo aparecerán.

La investigación realizada por Nielsen revela que la producción de los sueños está asociada a los
recuerdos y a la región del hipocampo, localizado debajo de la corteza cerebral y que desempeña
un importante papel en la memoria.

El mecanismo de la memoria en los sueños


Una de las características de los sueños es que rara vez, excepto en casos de problemas
postraumáticos, reflejan una experiencia completa. Una idea, un objeto, una textura que hemos
percibido durante el día, es lo que en realidad aparece mayormente en nuestros sueños.
Además, los bautizados por Freud como “residuos diurnos”, esto es, los recuerdos que se nos
quedan prendidos en la memoria durante el día, pueden aparecer 5 ó 7 días más tarde en nuestros
sueños, según ha descubierto Nielsen, quien ha denominado estos recuerdos tardíos como “el
efecto del intervalo de los sueños”.

Freud pensaba que estos residuos aparecían en los sueños la misma noche o la siguiente a
haberlos vivido, pero las investigaciones realizadas por Tore Nielsen y su equipo han demostrado
que los recuerdos cotidianos pueden perdurar activos más tiempo, tal como explican en un
artículo publicado recientemente en la revista Nature.

Ellos piensan que este efecto del intervalo de los sueños refleja el funcionamiento hasta ahora
oculto de la memoria: la reaparición de los recuerdos en nuestros sueños ocurre durante el
proceso de almacenaje, cuando los recuerdos se trasladan de una región cerebral a otra antes de
ser archivados permanentemente.

La memoria funciona por asociación de ideas, generalmente. Cuanto más esté relacionado un
elemento con otros, más fácil será de recordar para nosotros. Las relaciones entre elementos que
generan los sueños parecen absurdas desde el punto de vista de la vigilia. Pero la creatividad
onírica las crea continuamente, y parece que de algún modo sean significativas.

Consideración del papel del hipocampo


El estudio de los sueños comienza por tanto a aparecer como uno de los métodos más
prometedores en el conocimiento de los mecanismos de la memoria: las relaciones entre
elementos durante el sueño puede dar muchas claves.

Debido a la dificultad en la observación de los sueños, los investigadores suelen utilizar métodos
de estimulación antes del sueño, con películas o entornos virtuales; o la estimulación sensorial
(con olores o colores), con el fin de “medir” de alguna manera el reflejo de dichas estimulaciones
en los sueños: se ha podido comprobar que los sueños responden y se relacionan con ellas.

Parece entonces que entre los teóricos emerge cada vez más la convicción de que los cambios o
las alteraciones en el hipocampo de nuestro cerebro contribuyen a formar el contenido de los
sueños. Imágenes tomadas de la actividad cerebral durante el sueño apoyan esta especulación: la
actividad del hipocampo aumenta durante la llamada fase REM (de movimiento ocular rápido) del
sueño.

En esta fase del sueño se suceden los sueños más intensos. Existen muchas evidencias, derivadas
del estudio de estas imágenes, que señalan el aumento de la actividad del hipocampo durante la
fase REM del sueño. Sin embargo, esta actividad no se ha relacionado aún específicamente con la
organización de la memoria mientras dormimos.

Diversas teorías
Existen varias teorías acerca de por qué dormimos. Algunos científicos afirman que los sueños
responden al azar, y que no tienen una significación. Son debidos a la estructura del cerebro. Para
Nielsen y su equipo, sin embargo, dicha estructura es importante, pero eso no implica que los
sueños carezcan de sentido.

Según ellos, no son un producto inútil, únicamente derivado de nuestra actividad cerebral, sino
que tienen que ver con la expresión de nuestro subconsciente. Esto se difiere del hecho de que los
sueños parecen tener lugar en lugares espacialmente coherentes, en entornos en los que los
soñadores interactúan perceptivamente, por ejemplo, orientándose, o buscando y asimilando
información, tal y como hacemos despiertos. No parecen aleatorios. Asimismo, el individuo suele
hallar información significativa y tener una sensación de reconocimiento dentro del entorno
onírico.

La investigación en la fase del sueño de nuestra conciencia pudiera dar respuesta, no sólo a las
razones sobre su origen, sino también a la forma en que los recuerdos autobiográficos se
consolidan a lo largo del tiempo en nuestras mentes.

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