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29/6/2020 Módulo 3: Medidas de precaución universal o estándar – Biblioteca Virtual

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Módulo 3: Medidas de precaución universal o estándar


MARIA ELENA LEBRUSANT HERNANDEZ 29 mayo, 2019

ISBN: 0000
Autor/es: Juan Vega Barea, Juan Jose Granizo Martinez, Alberto Rando Caño
Libro: Riesgos biológicos
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Tema 1
Tema 2
Tema 3
Tema 4
Tema 5
Tema 6
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Tema 1

Introducción
Se denominan medidas de precaución universal o estándar a todas aquellas medidas que debemos tomar en todas aquellas ocasiones en las que el objeto de nuestra
atención sea un persona. Como ya hemos comentado en temas anteriores, estas medidas forman parte de la estrategia fundamental de protección frente a los riesgos
biológicos. Estas medidas tienen que ser tomadas con todas las personas que atendamos, considerando a estas como si fueran portadoras de algún agente infeccioso,
y con más motivos, si sabemos que los pacientes son portadores de alguno. Por tanto, y con carácter general todas las muestras deben manipularse como si fueran
infecciosas.

Son precauciones universales:

1.1. La vacunación (inmunización activa).

1.2. Las normas de higiene personal: Cubrir con un apósito impermeable las heridas y lesiones de las manos al iniciar la actividad laboral, evitar la exposición
directa cuando se tenga lesiones que no se pueden cubrir, no utilizar anillos, pulseras, cadenas u otras joyas, la higiene de manos, no comer y beber en el área de
trabajo y no realizar el pipeteo con la boca.

1.3. Los elementos de protección de barrera (guantes, protección facial, uso de batas, calzas, gorros…).

1.4. La prevención de lesiones con instrumentos cortopunzantes.

1.5. La desinfección del entorno.

1.6. La manipulación, el transporte y el procesamiento de la ropa hospitalario.

1.7. La eliminación de residuos.

1.8. Los equipos para la manipulación y atención adecuada de los pacientes.

Tema 2
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La vacunación

La vacunación es una de las medidas universales que se ponen en marcha para protegerse de los agentes biológicos. Tenemos que ser conscientes que sólo se tienen
vacunas efectivas para unos pocos microorganismos, pero por su utilidad, siempre se recomienda colocación de las vacunas de todos ellos, siempre que sea
necesario. Aparte de su valor para prevenir enfermedades infectocontagiosas, existen otras utilidades que deben tenerse en cuenta entorno a la vacunación:

2.1. Evitar que los trabajadores sean fuentes de contagio de enfermedades transmisibles para otros trabajadores o para la comunidad.

2.2. Prevenir enfermedades infecciosas en trabajadores que estén inmunocomprometidos o padezcan patologías crónicas (cardíacas, pulmonares,
renales…), lo que sería un riesgo grave para ellos.

2.3. Evitar absentismo por bajas laborales, como consecuencia de enfermedades adquiridas por trabajadores en el desempeño de sus funciones.

2.4. Evitar muertes que se produzcan como consecuencia de enfermedades infecciosas.

2.5. Evitar enfermedades infecciosas que puedan evolucionar a la cronicidad.

Las condiciones para la vacunación en el entorno laboral están recogidas en el Real Decreto 664/1997, de 12 de mayo. Esta vacunación, aparte de tener una
justificación económica (ahorro por profesionales que no enferman), tiene una vertiente sociosanitaria, basándose en las orientaciones que marcan las actuales
políticas en materia de salud laboral y prevención de riesgos laborales en el lugar del trabajo, de tal manera que las organizaciones, a través de su departamento de
salud laboral, tienen que organizar programas de vacunación en los trabajadores con objeto de facilitar la prevención de determinadas enfermedades.

De los trabajadores que estén en un entorno sanitario, y que por su exposición a riesgos biológicos sería conveniente que estuvieran vacunados de: hepatitis B,
hepatitis A, gripe, tosferina, triple vírica, varicela y la rubeola (recomendada para el personal en contacto con los niños –previa comprobación previa de no
embarazo-).

Por tanto, en todas las empresas se debe organizar un programa de vacunación que tenga en cuenta:

Conocer el estado de inmunización de todo el personal, en especial de los nuevos trabajadores.


Informar de los riesgos de exposición a los agentes biológicos y los riesgos y beneficios de la profilaxis recomendada.
Administrar las vacunas recomendadas.
Administrar las inmunoglobulinas postexposición (si esta ha existido).
Crear un sistema de registro de las vacunas administradas y de cualquier reacción adversa significativa relacionada con la vacunación.
Se tienen que tener en cuenta las contraindicaciones generales para la vacunación:(por ejemplo, las enfermedades infecciosas graves) y las contraindicaciones
particulares para la vacunación (por ejemplo, las alteraciones neurológicas evolutivas, las deficiencias inmunitarias o las reacciones de hipersensibilidad).
Se deben de tener en cuenta las manifestaciones secundarias de las vacunas: generales (fiebre, malestar).menores (dolor, induración) y mayores (reacciones
anafilácticas, complicaciones respiratorias, afectación neurológica…).

Tema 3

Higiene de manos

No está nunca de más que incidamos en la importancia de la higiene de manos. Aunque se realiza cada vez más, si evaluamos la higiene de manos de cualquier
institución, veremos que tenemos aún un amplio margen de mejora. Sabemos que las manos son la principal vía de transmisión de microorganismos durante la
atención sanitaria, y debemos destacar que es la medida más importante para evitar la transmisión de microorganismos y evitar las infecciones asociadas a la
atención sanitaria.

Es por tanto, muy importante que todos los profesionales sanitarios sepan cómo hacer correctamente la higiene de manos y cuando se debe hacer. En este sentido, se
deben realizar acciones formativas y recordatorias de la técnica y de los 5 momentos de la higiene de manos dentro de los programas de seguridad de atención a los
pacientes de cada una de las organizaciones.

Las indicaciones generales sobre cuando tenemos que realizar la antisepsia de las manos son:

Al iniciar la jornada laboral, en el centro sanitario.


Al tocar a cualquier paciente, para protegerlo de los gérmenes que llevamos en las manos.
Cuando vamos a comer.
Al realizar procedimientos invasivos o cualquier tarea que exija asepsia, aunque se utilicen guantes.
Después de la exposición de las manos de los profesionales a sangre u otros fluidos corporales, a mucosas, a piel no intacta y apósitos de heridas, o después de
tocar objetos potencialmente contaminados u objetos situados en las inmediaciones del paciente, al tocar material contaminado con secreciones, y aunque las
manos estén aparentemente limpias.
Al tener contacto con la piel intacta de un paciente o su entorno.
Después de comer.
Al utilizar los servicios.
Antes y después de: mantener contacto con heridas de todo tipo, manipular drenajes y siempre, en estos casos, añadiendo el uso de guantes durante la
realización del contacto.
Al finalizar la jornada laboral de todo tipo.

5 momentos de la higiene de manos:

La OMS, dentro de su línea estratégica “Manos limpias salvan vidas”, ha descrito los momentos en los que debemos realizar la higiene de manos, de manera
particular, que se superponen a los momentos de la higiene de manos generales descritos arriba. Estos momentos son:

Antes del contacto con el paciente:

– ¿Cuándo? Lávese las manos al acercarse al paciente (al estrechar la mano, ayudar al paciente a moverse, realizar un examen clínico).

– ¿Por qué? Para proteger al paciente de los gérmenes dañinos que tenemos depositados en nuestras manos (libres o con guantes).

Antes de realizar una tarea aséptica:

-¿Cuándo? Inmediatamente antes de realizar la tarea (curas, inserción de catéteres, preparación de alimentos o medicación, aspiración de secreciones,
cuidado oral/dental).

– ¿Por qué? Para proteger al paciente de los gérmenes dañinos que podrían entrar en su cuerpo, incluido los gérmenes del propio paciente.

Después del riesgo de exposición a líquidos corporales:

– ¿Cuándo? Inmediatamente después de exposición a fluidos orgánicos aunque se lleven guantes (extracción y manipulación de sangre, orina, heces,
manipulación de desechos, aspiración de secreciones, cuidado oral/dental).
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– ¿Por qué? Para protegerse y proteger el entorno de atención sanitaria de los gérmenes dañinos del paciente.

Después del contacto con el paciente:

– ¿Cuándo? Después de tocar a un paciente y la zona que lo rodea (al estrechar la mano, ayudar al paciente a moverse, realizar un examen clínico).

– ¿Por qué? Para protegerse y proteger el entorno de atención sanitaria de los gérmenes dañinos del paciente.

Después del contacto con el entorno del paciente:

– ¿Cuándo? Después de tocar cualquier objeto o mueble del entorno inmediato del paciente, incluso si no se ha tocado al paciente (cambiar la ropa de
cama, ajustar la velocidad de perfusión).

– ¿Por qué? Para protegerse y proteger el entorno de atención sanitaria de los gérmenes dañinos del paciente.

Para el lavado de manos, tenemos que ser conscientes que vamos a utilizar una sustancia diferente en función del grado de contaminación, de la necesidad de reducir
en mayor o menor medida la flora residente y transitoria y de la susceptibilidad de cada paciente. En cuanto a las sustancias que vamos a utilizar para el lavado de
manos. tenemos que tener una serie de consideraciones que se resumen en los siguientes pasos:

Las sustancias que vamos a usar para el lavado deben ser eficientes y que deben tener un bajo potencial de irritación.
Los recipientes en las que están contenidas, no se deben rellenar cuando estén medio vacíos.
Es preferible que dispongan de mecanismo dosificador, que habrá de mantenerse siempre limpio.
Debe comprobarse la correcta elección de los antisépticos o de los jabones y el tipo de guantes a utilizar, puesto que pueden existir incompatibilidades entre
ellos. Dentro de los productos más utilizados tenemos:
Jabones: Preferiblemente líquido y con pH neutro, en envase de un solo uso y con válvula dispensadora. Es un agente de limpieza que utiliza el arrastre
la eliminación mecánica por emulsión de los microorganismos, que son suspendidos y aclarados con el agua.
Jabones antisépticos, productos antisépticos y antimicrobianos tópicos: Son sustancias germicidas. Se deben usar en caso de realizar procedimientos
invasivos y el cuidado de los pacientes inmunodeprimidos. Funcionan por arrastre mecánico y con eliminación química (impidiendo y frenando el
desarrollo de la flora bacteriana).
Soluciones a base de alcohol: Constituidas por una mezcla de alcohol y compuestos tensoactivos y emolientes. Su mecanismo de acción se basa en que
ante la presencia de agua, desnaturalizan las proteínas de los microorganismos y elimina las capas lipídicas de la cubierta que protege a los mismos,
facilitando la acción de otros desinfectantes.

Higiene de manos con jabones:

La técnica para el lavado de manos consiste en una frotación breve y vigorosa de toda la superficie de las manos recubiertas del producto de lavado, seguida de un
enjuagado bajo un chorro de agua. Se debe mojar las manos y las muñecas, aplicando una cantidad suficiente de jabón. Se debe friccionar toda la superficie de la
mano mediante una acción mecánica y vigorosa, cubriéndose con espuma durante un mínimo de diez segundos. Se lavará hasta la altura de las muñecas con
movimientos de rotación y fricción, haciendo especial hincapié en los espacios interdigitales y las uñas (frotar con un cepillo si es necesario). Luego con los dedos
de una mano frotar la palma de la otra mano. A continuación frotar el dorso de las manos y entrelazar los dedos, frotando bien los espacios interdigitales y
posteriormente frotar las puntas de los dedos de una mano con movimientos de rotación sobre la palma de la otra mano. Por último frotar también con movimientos
de rotación los pulgares sobre la palma de la otra mano. Debemos aclarar las manos debajo del chorro de agua con las puntas de los dedos hacia abajo. Se deben
secar las manos con toallas de papel. Todo el proceso dura aproximadamente 1 minuto.

Frótese las manos palma con palma


Frote el dorso de la mano con la palma, entrelazando los dedos
Palma con palma,con los dedos entrelazados.
Entrelace los dedos dentro de las palmas.
Frote la palma con el pulgar en sentido circular sujetando firmemente la mano.
Frote la palma con los dedos en sentido circular sujetando firmemente la mano

Higiene de manos con solución hidroalcohólica:

Con solución hidroalcohólica se utiliza como alternativa al lavado con agua y jabón, ya que presenta una serie de ventajas en las siguientes circunstancias:

Son mejor toleradas en personas que deben lavarse las manos repetidamente.
Son fáciles de aplicar y reducen el daño por fricción.
Tiene gran rapidez de acción.
Son más eficaces, ya que su espectro de acción antimicrobiano es superior al de los jabones.
Pueden utilizarse en la higiene de las manos en aquellos lugares en los que no tienen acceso a agua corriente.
No requieren lavado y secado, pues se evaporan rápidamente.
No se deben utilizar: Sobre las heridas y en manos visiblemente sucias (es necesario realizar un lavado previo con agua y jabón).

La técnica del lavado con solución hidroalcohólica consiste en aplicar en la palma de la mano una suficiente cantidad de solución alcohólica que cubra las manos (3-
5 ml). A continuación friccionar palma contra palma, palma de la mano derecha sobre el dorso de la mano izquierda y viceversa, palma con palma con los dedos
entrelazados frotando bien los espacios interdigitales, dorso de los dedos contra palma opuesta con los dedos trabados, fricción por rotación de los dedos de la mano
izquierda cerrad alrededor del pulgar derecho y viceversa, friccionar por rotación de las yemas de los dedos unidos contra la palma de la mano contraria y viceversa,
y por último dejar secar. La duración de todo el proceso es de unos 20-30 segundos.

Tema 4

Uso de guantes
Los guantes actúan de barrera protectora pero no sustituyen al lavado de manos, puesto que como ya hemos señalado, puesto que pueden presentar malformaciones,
fallos en su fabricación o poros que no los hagan completamente estancos frente a los microorganismos. Tenemos que recordadr una vez más que las manos deben
lavarse siempre antes y después de ponerse los guantes. Debemos de recalcar la importancia de diferenciar las medidas de protección universal – lavado de manos- ,
con las barreras primarias –el uso de guantes-. Ambas son medidas complementarias que deben superponerse y que no sustituyen la una a la otra o viceversa.

Los guantes deben usarse siempre que exista riesgo de contacto directo con sangre u otros materiales potencialmente infecciosos, tales como mucosas y piel no
intacta, o cuando haya una exposición indirecta por manipulación de instrumental u objetos contaminados visiblemente con secreciones o fluidos del paciente.
También deben utilizarse los guantes cuando se vayan a realizar procedimientos invasivos, que implican la penetración quirúrgica a tejidos, cavidades u órganos, o la
reparación de heridas traumáticas. No deben utilizarse guantes cuando no exista contacto potencial con sangre o fluidos corporales en situaciones tales como la toma
de constantes, el vestido y el aseo del paciente, la manipulación de objetos del paciente, el manejo de la historia clínica, al darle la comida, al colocarle el oxígeno,
etc., puesto que la acción correcta en todos estos casos es la higiene de manos. Debemos de ser conscientes que en la practica asistencial diaria, en todas estas
acciones, sí se utilizan guantes, y debemos recordar que siempre, esta medida, se trata de una medida complementaria, que no debe sustituir nunca a la higiene de
manos, que sería la acción correcta.

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Una vez realizada la higiene con soluciones hidroalcohólicas o el lavado de manos con agua y jabón, deberán dejarse secar por completo antes de ponerse los
guantes. Los guantes deben cambiarse cuando se pase de una zona contaminada a otra limpia de un mismo paciente, y cada vez que se cambie de paciente. Deben
quitarse siempre los guantes después de atender a un paciente, y por consiguiente, realizarse la higiene de manos antes de realizar cualquier otra acción.

Procedimiento para la retirada de guantes para minimizar el riesgo de infección.

En la actualidad no existen guantes específicos frente al riesgo biológico. Se considera que los guantes que superan los ensayos resistencia a la penetración (al agua y
al aire) y que se ensayan según la Norma UNE-EN 374-2, son los que protegen contra los microorganismos, y por lo tanto, constituyen una barrera efectiva contra
los riesgos microbiológicos.

En cualquier caso, los guantes de protección frente a agentes biológicos deben garantizar impermeabilidad, flexibilidad máxima y gran sensibilidad a fin de
posibilitar su uso en todo tipo de trabajo. Cuando se precise, serán estériles.

Normalmente se emplean guantes de un solo uso que deben cambiarse tras el contacto con cada paciente, cuando se cambie de actividad, o cuando ocurra una
salpicadura, rotura o perforación. En este último caso, deberá comprobarse si ha habido contacto directo con el material infectivo o si existe herida, en cuyo caso
deberá procederse de la manera que esté protocolizada en función del riesgo de contagio existente. Aún en ausencia de incidencias, y de manera general, se
recomienda el cambio periódico de los guantes. La periodicidad estará en función del uso de los mismos, de su desgaste y de la experiencia que se disponga sobre
incidentes acaecidos por envejecimiento de los guantes.

En muchas ocasiones, por motivos ergonómicos y por requerimiento de destreza en el trabajo, no se emplean guantes específicos para proteger de los cortes y
pinchazos con objetos punzantes. Aun así, los guantes normalmente utilizados, de nitrilo, látex o de algún otro tipo de elastómero, tienen un efecto protector, ya que
se ha demostrado que recibir un pinchazo a través de los guantes reduce el volumen de sangre transferido en, por lo menos, un 50% reduciendo así el riesgo de
transmisión del agente biológico.

Tema 5

Protección facial (Protección de ojos, nariz y boca)


5.1. Protección de ojos:

Las protecciones oculares se utilizarán cuando se prevea la posibilidad de salpicaduras a la mucosa ocular. Las gafas de protección, para ser eficaces, requieren
combinar unos oculares de resistencia adecuada con un diseño de montura o unos elementos adicionales adaptables a ella, a fin de proteger el ojo en cualquier
dirección. Según el diseño de la montura. se pueden distinguir los siguientes tipos de gafas:

Gafas de tipo universal, las cuales pueden, aunque no necesariamente, ir provistas de protección adicional en caso de que las proyecciones puedan incidir en el
ojo no sólo frontalmente, sino también por las zonas inferior, lateral o superior.

Gafas de tipo integral o máscara, en las que la misma montura forma la protección adicional.

Gafas de cazoletas, constituidas por dos piezas que, integran el aro portaocular y la protección lateral, encerrando cada ojo aisladamente.

Gafas adaptables al rostro, con monturas fabricadas en materiales blandos y flexibles.


Existen también las denominadas pantallas o viseras faciales. Estas protecciones se fabrican en material transparente y recubren la cara, protegiéndola en su
totalidad. Son adecuadas para aquellas situaciones de riesgo en las que la protección ocular deba hacerse extensible a la cara. Es evidente que, en el caso que
se pretenda una protección frente a salpicaduras de las mucosas de los ojos, boca y nariz, tiene más sentido la utilización de una pantalla facial, puesto que a la
protección de los ojos, se añade una protección adicional a la nariz y la boca (protección que debe proporcionarse siempre con mascarilla).

5.2. Protección de la nariz y la boca:

Este tipo de barrera física tiene una finalidad doble; por un lado va a impedir la entrada de agentes biológicos por vía inhalatoria y bucal a los profesionales, y por
otro lado va a impedir la salida de los mismos de los profesionales a los pacientes. Así vamos a tener varios tipos de mascarilla, en función de la protección que
queramos aportar:

Mascarilla quirúrgica: Tienen como finalidad evitar la transmisión de agentes infecciosos por parte de la persona que la lleva. Están diseñadas de dentro hacia
fuera para evitar la diseminación de microorganismos normalmente presentes en la boca, nariz o garganta y evitar así la contaminación del paciente o de la
herida. Normalmente, no señalan cual es la cara interna y la cara externa de la mascarilla (salvo marcas de mascarillas muy concretas), por lo que se pueden
utilizar indistintamente, salvo que se indique la parte interna de la misma y la parte externa. También se pueden utilizar para evitar el contacto con las
salpicaduras de fluidos y/o sangre potencialmente patógenos: por ejemplo en la realización de endoscopias, aspiraciones de secreciones, autopsias,
intubaciones, hemorragias importantes,…, y como ya hemos señalado, la utilización de pantallas faciales, aporta, en estos casos, una protección añadida.

Mascarilla de protección: Tienen como finalidad proteger al usuario frente a la inhalación de contaminantes ambientales. Están diseñadas para trabajar de
fuera hacia dentro, de tal manera que filtran las partículas y los aerosoles líquidos presentes en el medio ambiente, impidiendo que sean inhaladas por el
usuario. En función de su eficacia de filtración mínima se clasifican en:

Clasificación % eficacia filtración mínima % fuga hacia el interior máxima.

FFP1 78 (hasta 4 VLA) 22

FFP2 92 (hasta 12 VLA) 8

FFP3 98 (hasta 50 VLA) 2

En función de su diseño, podemos nombrarlas como cónicas, horizontales (pico-pato) y verticales.

La norma europea EN 149 establece 3 categorías o niveles de protección (denominados FFP1, FFP2 y FFP3) en función de la eficacia de filtración, eligiendo la
clase a utilizar en función de la toxicidad del contaminante y de la concentración ambiental presente: FFP1 (eficacia de filtración 78%, concentraciones ambientales
hasta 4 VLA –Valor Límite Ambiental), FFP2 (eficacia de filtración 92%, concentraciones ambientales hasta 12 VLA), FFP3 (eficacia de filtración 98%,
concentraciones ambientales hasta 50 VLA).

Las mascarillas pueden tener válvula de exhalación. La válvula facilita la respiración y evita la condensación; se recomiendan para largos periodos de uso. Debemos
tener en cuenta que este tipo de mascarillas no filtran el aire exhalado por el usuario, y por tanto, las mascarillas con válvula no se deben colocar a pacientes que
puedan transmitir agentes biológicos. La Organización Mundial para la Salud recomienda el uso de este tipo de mascarillas para procedimientos de aislamiento o con
posible generación de aerosoles infecciosos (M.Tuberculosis, Sarampión, Varicela, SRAS…), es decir, la utilización de un respirador con una eficiencia de filtración
de al menos el 95% para partículas de 0,3 micras de diámetro (lo que equivale a una mascarilla N95 según normativa americana NIOSH y como la normativa
americana no equivale a la europea, este nivel de protección se queda de camino entre la FFP2 y FFP3).

Teniendo en cuenta todos estos factores, podemos clasificar las actividades sanitarias en función del riesgo de exposición a agentes de transmisión aérea de la
siguiente forma:

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Actividades con riesgo bajo-moderado: entrar en habitaciones de aislamiento respiratorio, asistencia en urgencias y consultas a pacientes de alto riesgo de
padecer enfermedades de transmisión aérea, o laboratorios donde se procesen micobaterias (siempre que se trabaje en cabina de flujo laminar).

Actividades con riesgo alto: broncoscopias, técnicas de inducción de esputos y aspiración de secreciones, intubación traqueal, autopsias de pacientes con
sospecha o diagnóstico de enfermedades de transmisión aérea, manipulación de muestras de estos pacientes en anatomía patológica, drenajes de abscesos
tuberculosos, traslado en ambulancia de estos pacientes, personal que prepara citostáticos (aunque se trabaje en cabina de flujo laminar) y el personal que
realiza instilaciones de citostáticos.

Por lo tanto, se recomienda el uso de los respiradores FFP-2 en las actividades con bajo o moderado riesgo, mientras que los respiradores FFP-3 se utilizarán en
circunstancias donde el riesgo sea alto. Pueden tener o no válvula de exhalación para reducir la humedad dentro de la mascarilla, proporcionando una mayor
comodidad al usuario, ofreciéndole además la sensación de una menor resistencia respiratoria. Las mascarillas con válvula no deben utilizarse en ambientes estériles.
Las mascarillas autofiltrantes deberán ser desechadas tras su utilización sino es posible mantenerlas en buenas condiciones higiénicas para su reutilización.

5.3. Colocación de mascarilla:

Las instrucciones generales que debemos de seguir para colocarnos una mascarilla de protección de manera correcta son las siguientes:

Lávese bien las manos antes de ponerse y quitarse la mascarilla.

Si ha usado con anterioridad una mascarilla que le ha ajustado bien, use el mismo tamaño, modelo y la misma marca.

Revise si la mascarilla está en buenas condiciones y la fecha de caducidad no está pasada. Si el respirador parece estar dañado, no se debe usar. Debe ser
reemplazado por uno nuevo.

Evite que haya vello facial, hebras de cabello, joyas, lentes, prendas de vestir o cualquier otra cosa entre la mascarilla y la cara.

Coloque la mascarilla en la palma de su mano con la parte que se coloca sobre la nariz tocando los dedos. Agarre la mascarilla en la palma de la mano (con la
mano ahuecada), dejando que las bandas caigan sobre la mano.

Sostenga la mascarilla debajo de la barbilla con la parte que se coloca sobre la nariz mirando hacia arriba. La banda superior (en mascarilla de banda única o
doble banda) se coloca sobre la cabeza, descansando en el área superior de la parte de atrás de la cabeza. La banda inferior se coloca alrededor del cuello y
debajo de las orejas. No se deben cruzar las bandas una sobre la otra.

Coloque ambas manos sobre la mascarilla y aspire un poco de aire para revisar si la mascarilla se ajusta totalmente a su cara.

Con las manos todavía tapando completamente la mascarilla, expulse el aire por la nariz y la boca. Si siente que el aire se filtra, no hay un ajuste adecuado. Si
el aire se filtra alrededor de la nariz, reajuste la pieza de la nariz según lo indicado. Si el aire se filtra por los lados de la mascarilla, reajuste las bandas a lo
largo de la cabeza hasta que obtenga un ajuste adecuado.

Para la retirada de la mascarilla debe tener en cuenta que la parte de delante de la mascarilla puede estar contaminada, y por tanto, no se debe tocar. Quítese la
mascarilla cogiendo la banda inferior sobre la parte de atrás de la cabeza, sin tocar la mascarilla y tenemos que hacer lo mismo con la banda superior. Deseche
la mascarilla en el contenedor de residuos sanitarios y lávese las manos.

Tema 6

Uso de ropa de trabajo


La ropa de trabajo es la ropa que sustituye o cubre la ropa personal, y que está diseñada para proporcionar protección higiénica para el paciente y trabajador. Los
materiales del que están hechos no deben afectar al usuario, deben ofrecer el mayor grado de comodidad y debe facilitar su correcta colocación sobre el usuario,
debiendo permanecer en su lugar durante el tiempo de empleo previsible, teniendo en cuenta los factores ambientales, junto con los movimientos y la posturas que el
usuario pueda adoptar durante el trabajo. Al mismo tiempo están obligadas a ser tan ligeras como sea posible, sin perjuicio de la resistencia y eficiencia del diseño.
Así, las batas y uniformes utilizados deben cumplir una doble función: permitir la identificación de la actividad y función de la persona por parte del paciente y
familiares, y la función propiamente de higiene (no son prendas clasificables como equipos de protección individual). El uso inadecuado de esta ropa de trabajo, no
solamente actúa en detrimento de la higiene del trabajador, sino que también supone un riesgo de transmisión de enfermedades a otros trabajadores, a los pacientes y
al público en general.

La utilización de batas suplementarias de protección antisalpicaduras llevadas por encima del uniforme o bata habitual, generalmente no suele estar recomendada,
salvo cuando se prevea la producción de grandes salpicaduras de sangre o líquidos orgánicos (por ejemplo, asistencia a un parto, asistencia a politraumatizados en
urgencias, realización de curas de gran extensión o ciertas intervenciones quirúrgicas). En circunstancias especiales, puede obtenerse una protección adicional
mediante el empleo de delantales impermeables sobre la bata.

6.1. Uso de la bata:

El objetivo de la bata es doble: por un lado pretende proporcionar una barrera protectora para evitar el paso de microorganismos desde la piel y el pijama de quien la
usa hacia el paciente, y por otro lado, previene la penetración de sangre o líquidos corporales desde el paciente al pijama y la piel del usuario de la misma. La bata
quirúrgica reutilizable está hecha de tela de algodón de buena calidad con una abertura posterior y cintas para anudarse. Cada manga termina en un puño que facilita
sobreponer el puño de los guantes a la bata. Existen batas desechables de papel para la misma función y que suelen ser las que actualmente se usan. Las batas,
cuando se precise que sean estériles, estarán estériles en toda su superficie, teniendo en cuenta que la zona de la espalda no se considera estéril. La mayoría de las
batas desechables están hechas de materiales de fibra de hilo no entrelazada, que repelen la humedad. Hay algunas que están reforzadas con un plástico en los
antebrazos y la parte delantera, haciendolas además visiblemente impermeables.

Para la colocación de la misma se sigue el siguiente procedimiento:

Lavar las manos antes de abrir el paquete de la bata.

Se toma por la parte interior del cuello o cintas. Al desdoblarla, se debe evitar que toque el suelo o cualquier objeto.

Introducir los brazos en las mangas y dejarla resbalar hacia los hombros; se puede ayudar con las manos, pero sin que éstas toquen el exterior de la bata.

Se atan las cintas empezando por las del cuello.

Para quitarse la bata, antes habrá que quitarse los guantes. Se está imponiendo en muchos protocolos, la utilización de doble capa de guantes, considerando el
par que entra en contacto con la piel, como guantes limpios. Si no se llevan puestos, habrá que lavarse las manos antes de retirarse al bata, y si se llevan
puestos, estos son los últimos que se retiran. Se desatan las cintas y se debe traccionar de la bata desde la parte interna del cuello, dejándolas caer sobre las
mangas y tirando de ellas por su cara interna.

Si se va a desechar, se recoge con el exterior hacia dentro y se introduce en la bolsa de sucio.

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Tema 7
Tema 8
Tema 9
Tema 10
Tema 11
Referencias Bibliográficas
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Medidas de precaución universal o estándar


Tema 7

Prevención de lesiones con instrumentos cortopunzantes

Dentro de los riesgos biológicos, las lesiones producidas por agujas o instrumentos cortantes, son los que producen mayor preocupación entre el colectivo afectado.
La exposición a agentes biológicos a través de inoculación percutánea a través de pinchazos o cortes, o contacto con mucosas o con piel no intacta es un serio
problema, aunque evitable en muchas ocasiones. Hay que tener en cuenta que la mayoría de las inoculaciones no ocasionan una infección, ya que el riesgo depende
de varios factores (el agente, el tipo de exposición, la cantidad de sangre, la cantidad de agente,…). Por tanto, la prevención primaria es de las medidas más
efectivas, con la adopción de las precauciones estándar, el uso de instrumentos con dispositivos de seguridad y la utilización de protecciones (por ejemplo guantes).

El medio más efectivo es evitar los pinchazos con agujas, el accidente más numeroso, reduciendo al máximo el uso de agujas, y en el caso de no poder evitarlos,
utilizando instrumentos con dispositivos de seguridad y mediante la formación del personal en el uso de prácticas seguras para el manejo de agujas y otro material
cortopunzante (material quirúrgico y por la rotura de cristales). Los riesgos se pueden relacionar con las características del instrumento, pero la mayor parte de las
lesiones por pinchazos estarán relacionadas con mala praxis de trabajo como: volver a encapsular las agujas, transferir de un recipiente a otro fluido corporal
(transferir sangre de una jeringa a un tubo) y no eliminar los instrumentos cortopunzantes en un recipiente adecuado.

Es por tanto, la realización de una praxis adecuada, junto con la utilización de material que incluyan mecanismos de seguridad, los que van a hacer que aumente la
seguridad en las acciones que llevamos a cabo.

Aunque no es objeto de este curso, debemos señalar que existen múltiples maneras de hacer a los objetos cortopunzantes más seguros (equipos sin aguja, el
dispositivo de seguridad forma parte integrante del mismo, funciona de forma pasiva, el usuario no puede desactivar la función de seguridad, el instrumento es
práctico y fácil de usar…) y todas estas consideraciones deben ser tenidas en cuenta a la hora de elegir el material que vamos a emplear.

Algunos de los instrumentos de seguridad disponibles son:

Jeringas y equipos de inyección: Los sin aguja o de inyección a chorro, los de aguja retráctil, los que traen funda protectora y los de protección tipo bisagra.

Extracción de sangre: Con aguja retráctil o con protección tipo bisagra, equipos de aguja con aletas con mecanismo de seguridad y agujas de extracción de
sangre de punta roma.

Otros sistemas de seguridad: Agujas de punta roma, lanceta de seguridad con dispositivo retráctil, bisturí con dispositivo de seguridad, catéteres intravenosos
periféricos de seguridad, catéteres sin agua para sistemas de goteo intravenoso y el contenedor de objetos punzantes.

Tema 8

Prevención secundaria tras la exposición a un agente biológico


Al igual que la prevención primaria es importante, tras la exposición con un objeto cortopunzante, o bien con salpicaduras en las mucosas, debemos realizar una
atención inmediata tal y como se describe a continuación:

Tras una exposición percutánea (punción o corte):

– Retirar el objeto causante.

– Permitir que la herida sangre libremente e incluso inducir el sangrado.

– No exprimir ni frotar la zona lesionada.

– Limpiar la herida con agua o suero fisiológico.

– Lavar la zona inmediatamente, utilizando jabón o una solución suave que no irrite la piel. Si no se dispone de agua corriente, limpiar la zona con un gel o
una solución para la limpieza de manos.

– No utilizar soluciones fuertes, como lejía o yodo o productos cuya base sea el alcohol, ya que pueden irritar la herida y empeorarla. Desinfectar la herida
con antisépticos.

– En caso necesario, cubrir la herida con un apósito impermeable.

Tras una salpicadura de sangre o líquidos corporales en piel intacta:

– Lavar la zona inmediatamente con agua corriente.

– Si no se dispone de agua corriente, limpiar la zona con un gel o una solución para la limpieza de manos.

– No utilizar desinfectantes fuertes como los productos cuya base sea el alcohol.

Exposición de los ojos o membranas mucosas: En todos los casos, se deberá contactar inmediatamente con un profesional sanitario.

Ojos:

– Enjuagar inmediatamente el ojo expuesto con agua o suero fisiológico, durante10 minutos. Para ello podemos sentarnos en una silla, inclinar la
cabeza hacia atrás y pedir a una persona que vierta agua o suero fisiológico delicadamente en el ojo, levantando y bajándolos parpados con suavidad
para asegurarse de que el ojo se limpia a fondo.

– Si se llevan lentes de contacto, dejarlas puestas mientras se realice el enjuague, ya que forman una barrera sobre el ojo y ayudarán a protegerlo.

– Una vez que se haya limpiado el ojo, retirar las lentes de contacto y limpiarlas de la forma habitual. De esta forma se podrán volver a utilizar sin
riesgo.

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– No utilizar jabón o desinfectante en el ojo.

Boca:

– Escupir inmediatamente.

– Enjuagar la boca a fondo utilizando agua o suero fisiológico y volver a escupir.

– Repetir este proceso varias veces.

Salpicaduras o derrames de material infeccioso:

– Utilizar guantes resistentes, así como toda la ropa protectora y los equipos de protección individual que fueran necesarios (protección ocular, facial…).

– Evacuar la zona si hay alto riesgo de infección.

– Verter un desinfectante apropiado sobre la zona contaminada.

– Cubrir el derrame con paños o toallas desechables.

– Retirar todos los materiales, teniendo especial precaución en caso de haber vidrios rotos u objetos punzantes y colocar el material contaminado en un
recipiente adecuado.

– Tras la limpieza, quitarse los guantes y la ropa de trabajo y lavarse adecuadamente.

El trabajador o trabajadora afectada comunicará inmediatamente al Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de su centro dicha situación, con el fin de llevar a
cabo su correcto tratamiento y seguimiento.

Una vez realizada esta primera actuación, el Servicio de Prevención deberá determinar en segundo lugar el riesgo asociado a la exposición:

Exposición con riesgos de transmisión: Pinchazos percutáneos, exposición de membranas y mucosas, exposición de piel no intacta, mordisco con exposición
de sangre de otra persona.
Estancias con riesgo de transmisión de la infección: Sangre, fluidos conteniendo sangre visible, fluidos potencialmente contaminantes (semen, secreciones
vaginales y fluidos cerebroespinal, sinovial, pleural, peritoneal, pericardial y amniótico) o tejidos.
Determinar el estado infeccioso de la fuente.
Determinar la susceptibilidad de la persona expuesta.

Y por último, una vez realizadas todas estas actividades, el Servicio de Prevención determinara la necesidad o no de profilaxis postexposición del agente biológico.

Tema 9

Desinfección del entorno


El ambiente de los centros sanitarios es foco de atención puesto que nuestro objetivo es minimizar la diseminación de los patógenos potencialmente causantes de
infección, especialmente los multirresistentes. Se sabe que las superficies limpias y desinfectadas consiguen reducir el 99% del número de patógenos, frente al 80%
de las que no fueron limpiadas. Las superficies tienen un riesgo muy pequeño de transmisión directa de la infección, pero pueden contribuir a la contaminación
cruzada por medio de las manos de los profesionales u de los instrumentos o productos que podrían ser contaminados al entrar en contacto con esas superficies y
posteriormente, contaminar a los pacientes o a otras superficies.

Sabemos que la presencia de suciedad, principalmente materia orgánica de origen humano, puede servir como sustrato para la proliferación de microorganismos o
favorecer la presencia de vectores, con la posibilidad de transportar pasivamente esos agentes. Así, toda área con presencia de materia orgánica debe ser limpiada y
desinfectada, independientemente del área del hospital. Al mismo tiempo, existen estudios que demuestran la presencia de microorganismos multirresistentes a los
antimicrobianos, en superficies de camas y equipos, después de la limpieza y desinfección inapropiadas. Por tanto cobra especial importancia la elaboración y
cumplimiento de protocolos rigurosos de limpieza o desinfección de superficies en los centros sanitarios, para el control de los microorganismos.

La limpieza del hospital es distinta a la que se hace en cualquier otro lugar ya que debe ser más frecuente y meticulosa. Para lograrlo debemos conocer las fuentes de
contaminación y los mecanismos de transmisión, dado que la limpieza sigue siendo la mejor garantía de lucha contra la proliferación de gérmenes y bacterias. Así
mismo, debemos respetar las indicaciones de los proveedores de productos de limpieza, con el fin de que no pierdan propiedades limpiadoras y desinfectantes.

Debemos tener claro cuáles son los conceptos que se manejan en la limpieza de los ambientes:

Asepsia: Ausencia de microorganismos patógenos. Estado libre de gérmenes. Conjunto de procedimientos que impiden la llegada de microorganismos a un
medio.

Antisepsia: Proceso de destrucción de los microorganismos contaminantes de los tejidos vivos. Conjunto de procedimientos destinados a destruir los gérmenes
patógenos. Para conseguir estos fines se utilizan los antisépticos, que son sustancias germicidas de baja toxicidad que pueden utilizarse en la piel y tejidos
vivos y losdesinfectantes, germicidas de mayor toxicidad que se emplean para objetos, ambiente y superficies.

Antiséptico: Sustancia germicida para la desinfección de los tejidos vivos. Sustancia que hace inocuos a los microorganismos. Entre los antisépticos más
utilizados se encuentran: compuestos yodados, fundamentalmente la povidona yodada (derivado orgánico); los alcoholes, fundamentalmente el etílico y el
isopropílico, de propiedades idénticas; la clorhexidina, como solución acuosa alcohólica; el hexaclorofeno, fenol que se puede utilizar como los anteriores para
la preparación de piel para cirugía, desinfección de manos, etc.

Sanitización: Reducción sustancial del contenido microbiano, sin que se llegue a la desaparición completa de microorganismos patógenos.

Esterilización: Proceso de destrucción y eliminación de todos los microorganismos, tanto patógenos como no patógenos.

Bactericida: Agente que destruye a las bacterias.

Bacteriostático: Agente que inhibe el crecimiento de las bacterias sin llegar a destruirlas.

Esporicida: Agente que destruye a las esporas.

Fungicida: Agente que destruye a los hongos.

Suciedad: Materia de naturaleza orgánica o inorgánica donde pueden reproducirse microorganismos causantes de enfermedades.

Desinfección: Proceso de destrucción de microorganismos patógenos, pero no de esporas y gérmenes resistentes. Los desinfectantes más utilizados en la
actualidad son: compuestos de cloro (cloro gas; hipoclorito de calcio; clorinato sódico; solución acuosa de hipoclorito); ácidos-álcalis; aldehídos,
fundamentalmente dos: glutaraldehido y formaldehído (formalina, solución acuosa al 40%; glutaraldehido, solución acuosa al 2%). Se utilizan para
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esterilización de objetos sensibles al calor: cistoscopios, laparoscopios, instrumentos manchados de sangre, instrumentos de hemodiálisis; fenoles, se utilizan
para la desinfección de objetos, superficies y ambientes. Se pueden utilizar para paredes y suelos de quirófano, salas de partos, cuidados intensivos.

Y por último en la desinfección del entorno debemos hacer una serie de consideraciones. El entorno inmediato del paciente (barandillas, mesa de noche, timbre,…)
son la principal fuente de infección. Al mismo tiempo, también debemos tener en cuenta que el paciente infectado, elimina más patógenos que el paciente que está
colonizado.

Así, y teniendo en cuenta todas estas consideraciones, es importante que tengamos en cuenta las siguientes recomendaciones generales:

Debemos distinguir las distintas zonas de riesgo y de infraestructura del hospital.

Debemos considerar siempre, que no sólo el paciente es un foco diseminador. Somos nosotros, con nuestra falta de higiene en las manos, el mecanismo más
frecuente para la transmisión.

Debemos tener en cuenta que es muy importante mantener una adecuada limpieza del entorno más cercano al paciente.

Se deben utilizar los desinfectantes recomendados según las guías actuales.

Disponer de protocolos de limpieza y desinfección claros, concisos y actualizados.

Se debe formar o ampliar la formación del personal de limpieza.

Se debe hacer seguimiento y evaluación de los protocolos.

Nuevas tecnologías como el vapor de peróxido de hidrógeno (VPH) o radiaciones ultravioletas (UV) pueden ser útiles en situaciones de brotes y utillaje
hospitalario de difícil limpieza y desinfección.

Se debe de disponer de una manual de limpieza y desinfección, con definición de los diferentes espacios y el nivel de limpieza de cada uno de ellos, que
incluya la correcta utilización de los desinfectantes (con la concentración necesaria y el tiempo de exposición.

Tema 10

Manipulación, transporte y proceso de ropa


La ropa sucia es una fuente importante de contaminación dentro del hospital. Por esta razón es importante realizar su recogida, transporte, tratamiento y
almacenamiento con métodos adecuados, con vistas a eliminar la posibilidad de infección. Para disminuir en lo posible que sea causa de infección tenemos que tener
una serie de consideraciones en cada una de las fases en las que vamos a tratar con la ropa sucia.

En cuanto a la manipulación y recogida de la ropa sucia, debemos tener en cuenta las siguientes consideraciones:

La ropa sucia debe ser depositada en bolsas o sacos colocados en carros específicos en el sitio donde fue usada.

Toda la ropa sucia debe manipularse de forma tal que se minimice la contaminación ambiental de todas las zonas del centro sanitario.

Durante las actividades de un cambio de ropa, los carros deben ser acercados a la cama del paciente; al hacer las camas la ropa debe plegase cuidadosamente
desde las esquinas hasta el centro y trasladarse directamente a la bolsa o saco del carro contenedor.

La ropa debe manipularse lo menos posible, no debiendo bajo ningún concepto tirarse al suelo cualquiera que sea la zona del centro sanitario; tampoco se
depositará sobre camas, mesillas, sillas, aparataje, etc.

La ropa debe mantenerse (no tirarse) dentro del saco o bolsa colocada dentro del carro, del cual debe sobresalir una solapa de al menos 12 cm. por encima de
la estructura sobre la que está colgando. La bolsa no debe llenarse por encima de los dos tercios antes de cerrarse y asegurarse para su transporte. Es necesario
un amplio mantenimiento de bolsas o sacos y carros de acuerdo con las necesidades de cada centro sanitario.
La ropa sucia de Zonas o Unidades de Aislamiento de pacientes con procesos infectocontagiosos (en particular los procedentes de aislamiento estricto y
respiratorio, así como también por precauciones entéricas o cutáneas) deberá ser depositada en bolsas o sacos impermeables (siendo particularmente útiles y
apropiados aquellos que su manejo no requiere el que se tenga contacto con la ropa y a su vez puedan lavarse y desinfectarse con el propio contenido) los
cuales se cerrarán correctamente dentro de la habitación y únicamente serán abiertos para la carga en la lavadora. La resistencia de este tipo de sacos a la
rotura y la facilidad de identificación lo hacen idóneo para este tipo de ropa.

Toda la ropa sucia no incluida en el apartado anterior, deberá manipularse con cuidado y con el mínimo de agitación. Esta ropa, se depositará en bolsas o sacos
del color y códigos normalizados de acuerdo con la normativa establecida y acordada entre el centro sanitario y la lavandería.

Un sistema ideal de recogida de la ropa sucia sería el que conlleva una clasificación (en la recogida) in situ, en los diferentes Servicios o Unidades, por ser más
económico y práctico. Por ello, es necesario que cada Servicio o Unidad, disponga de suficiente personal, así como de carros con bolsas o sacos de diferentes
colores según el tipo de ropa a recoger.

Un factor importante a tener en cuenta (por el personal sanitario), en el momento de la recogida de ropa sucia (en cualquier zona o servicio del centro
sanitario) es la separación de todo aquel material que no sea textil recuperable mediante el proceso de lavado (algodón, gasas, etc.) así como también el
instrumental, cuñas, botellas, etc. que deberán depositarse en otros contenedores, lo que mejoraría la calidad y eficacia del proceso de lavado, al mismo tiempo
que evitaremos el riesgo de accidente laboral por parte del personal de la lavandería, fundamentalmente con objetos cortantes y punzantes.

El uso y utilización del saco recuperable (tela) que es lavado y desinfectado al mismo tiempo que la ropa, cada vez está siendo más generalizado. Las ventajas
que presenta sobre la bolsa de plástico hace que vaya sustituyendola sin la menor reticencia, pudiendo destacar las siguientes:

– Facilidad de manejo.

– Mayor resistencia a la rotura.

– Menor riesgo de infección. Uso más higiénico.

– Recuperable. Duración entre 600 y 800 lavados.

– Identificación en el propio saco (hospital, servicio, tipo de ropa, etc.).

– No presenta el problema de destrucción.

– Mayor capacidad.

– Sistema más económico.

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En cuanto al almacenamiento debemos tener en cuenta otra serie de consideraciones:

Las bolsas o sacos de ropa sucia están llenos y cerrados, se almacenarán en un local, planta o servicio destinado exclusivamente para ello, el cual deberá contar
con ventilación natural, y preferentemente con comunicación directa por ascensor o montacargas (de uso exclusivo para el transporte de ropa sucia), con el
área de acceso a la zona de recepción-clasificación de la lavandería del centro o del local de expedición hacia la lavandería externa. -En el local de
almacenamiento, se colocará a cada bolsa su identificación (sello, pegatina, número, etc.) en el caso de saco de tela no es necesario por llevar grabado los
códigos y colores, etc., y posteriormente, se introducirá en un carro, preferentemente cerrado, para su transporte a la lavandería.

La ropa sucia debe permanecer almacenada el menor tiempo posible, debiendo ser evacuada de las unidades de cuidados médicos una vez al día por lo menos,
y de Obstetricia, Neonatología, Quirófanos, Pediatría, UCI y Aislamiento-Infecciosos, por lo menos dos veces al día.

En determinados Servicios o Unidades, por las características de los mismos como son Obstetricia, Neonatología, Pediatría y otros, donde se produce ropa
sucia con alto grado de humedad y muy manchada, es conveniente que arquitectónicamente se prevea el sistema de esclusa individualizada para cada
habitación o zona de la Unidad o Servicio. Con este sistema, evitamos el transporte y almacenamiento interno de las mismas y facilitamos su recogida desde el
exterior y posterior transporte directamente a la lavandería (en carros cerrados e identificados) sin almacenamiento previo. Las esclusas se limpiarán
diariamente con una solución desinfectante.

Los locales de almacenamiento de ropa sucia se limpiarán con un desinfectante a diario, tanto suelo como paredes, que deberán estar completamente
alicatados, o recubiertos con material resistente a dicha actuación.
La ropa sucia no debe ser manipulada por nadie hasta su llegada a la zona de clasificación de la lavandería.

En cuanto al transporte debemos tener en cuenta que las bolsas no deben ser manipuladas hasta que lleguen a la lavandería que es el lugar donde debemos
manipularlas. Sería ideal, que las lavanderías, estando estas o no en los hospitales, tengan unas condiciones arquitectónicas y técnicas para obtener el lavado y
desinfección de la ropa.

Tema 11

Eliminación de residuos
Durante los últimos años, las actividades hospitalarias han traído consigo un incremento del volumen de desechos clínicos y de la variedad de residuos. Hay que
tener en cuenta que la composición del residuo varía notablemente según el tipo de centro y entre centros similares puede ofrecer también notable variedad según el
tipo de clasificación que se aplique. Se estima que entre un 75% y un 90% de los desechos originados en instituciones de salud carece de riesgo alguno y es de por sí
asimilable a los desechos domésticos, y que un 10% a 25% sería potencialmente dañino. El material cortopunzante no superaría el 1%, y más pequeña aún sería la
proporción de agentes citotóxicos y radionúclidos.

Para llevar a cabo un tratamiento adecuado y seguro para la eliminación de residuos generados en los centros sanitarios, se debe proponer una gestión racional,
inocua y segura que resuelva el problema que básicamente consiste en la correcta separación, envasado, transporte y eliminación de los residuos.

El objetivo de un tratamiento final de residuos sanitarios es su conversión en residuos que puedan ser eliminados como cualquier otro residuo doméstico. Es decir,
que una vez tratados, los residuos de riesgo han de ser equiparables, en cuanto a su peligrosidad, a los residuos domésticos, por haber variado su estructura
macroscópica. En un sentido amplio, un sistema adecuado para el tratamiento final y la eliminación de residuos sanitarios debería satisfacer los siguientes requisitos:

Realizar una adecuada profilaxis infecciosa.

Presentar inocuidad ecológica.

Permitir una economía en las inversiones y en los costes de explotación.

Garantizar la seguridad en la eliminación.

Tener posibilidad de control por parte de la Administración.

Utilizar una clasificación sencilla según su composición.


Cumplir las exigencias legales y demás obligaciones establecidas.

Se entiende como residuo hospitalario aquéllos que se generan en los hospitales y centros sanitarios.

Para la clasificación de los residuos sólidos sanitarios se basa en:

El riesgo para la salud pública debido a la propia naturaleza o composición del residuo.

El riesgo derivado del potencial impacto medioambiental del residuo por un tratamiento y eliminación ineficaz de las emisiones contaminantes.

El riesgo que presenta cada residuo debido al soporte que los sustenta.

El sistema de gestión, tratamiento y eliminación aplicable a cada residuo.

El riesgo a los trabajadores del centro productor y externos.

Así, y en base a estos criterios los residuos sólidos sanitarios se dividen en:

Tipo I: Residuos urbanos generales asimilables a domiciliarios. Se trata de residuos básicamente urbanos como papel, cartón, vidrio, plásticos, aluminio, restos
de alimentos, etc. No plantean ningún riesgo primario para la salud, ni en el interior ni en el exterior del centro sanitario, aunque sí presentan los problemas
generales de gestión medioambiental de los residuos urbanos.

Tipo II: Residuos sanitarios no específicos: Incluyen material de curas, yesos, ropa y material de un solo uso contaminado con sangre, secreciones y/o
excreciones y que no estén clasificados como residuo sanitario específico.

Tipo III: Sobre estos residuos se observarán medidas de prevención en la manipulación, la recogida, el almacenamiento, el transporte, el tratamiento y la
eliminación, tanto dentro como fuera del centro generador ya que puede representar un riesgo tanto para la salud laboral como para la pública. Estos residuos
se clasifican en:

– Residuos sanitarios o infecciosos capaces de transmitir enfermedades infecciosas.

– Residuos anatómicos.

– Recipientes que hayan contenido sangre y hemoderivados u otros líquidos biológicos.

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– Agujas y cualquier otro material punzante o cortante.

– Cultivos y reservas de agentes infecciosos.

– Residuos infecciosos de animales de experimentación.

– Residuos de vacunas vivas y atenuadas.

Tipo IV: Residuos tipificados en normativas singulares. Son residuos cuya gestión está sujeta a requerimientos especiales desde el punto de vista higiénico y
medioambiental. Incluyen:

– Residuos citostáticos.

– Restos de sustancias químicas.

– Medicamentos caducados.

– Residuos con metales.

– Restos anatómicos humanos con entidad: cadáveres y restos humanos con entidad.

Tipo V: Otros residuos especiales. Cualquier residuo no incluido en los aparatos anteriores.

Los residuos líquidos hospitalarios presentan una importante heterogeneidad. De hecho, la gran variedad de sustancias que contienen y el hecho de que cada una de
ellas precise un tratamiento distinto, dificulta considerablemente su manejo. El riesgo que presentan los residuos biológicos para la salud pública es muy poco
significativo. Las cantidades importantes de líquidos sanguinolentos u otros líquidos corporales deben catalogarse como residuos especiales. En cuanto a los residuos
químicos está inmerso en la gestión de los residuos peligrosos generados en pequeñas cantidades que requieren manejo, almacenamiento y transporte con medidas
especiales, no sólo dentro del establecimiento generador, sino también por el considerable riesgo medioambiental durante su transporte y eliminación.

Los residuos de productos cancerígenos y medicamentos citostáticos deben destruirse mediante incineración o mediante neutralización química.

Los residuos radiactivos hospitalarios se pueden considerar, según su forma física, como residuos sólidos y líquidos de baja y media actividad. La peculiaridad de
cada uno de los residuos condiciona la forma de eliminación, pudiendo terminar su ciclo como residuo convencional si sus características lo permiten, o bien ser
retirado por una entidad debidamente autorizada para ello o por la casa proveedora de la fuente. En la práctica y como medida de optimización, se diseña la
eliminación por vertido de forma que la concentración vertida sea inferior a la centésima parte del límite establecido. Con estas consideraciones se puede decir que
con un envejecimiento y dilución adecuados los residuos líquidos generados en un centro sanitario pueden ser vertidos a la red de saneamiento general.Mención
especial merecen los líquidos de centelleo, ya que al no admitir su dilución en agua, no se podrán eliminar bajo ningún concepto por la red de saneamiento por lo que
siempre tendrán que ser retirados.

Referencias Bibliográficas

1. Promoción de la Calidad. Guía de Buenas Prácticas. Prevención y Control de la infección nosocomial. Comunidad de Madrid.

2. Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo. Notas Técnicas de Prevención:

– 838. Gestión de Residuos Sanitarios.

– 823. Recogida, transporte y almacenamiento de residuos sanitarios.

– 372. Tratamiento de residuos sanitarios.

3. Manual de procedimientos del Servicio de urbanos y sanitarios. Hospital Infanta Cristina.

4. Guía Básica de gestión de los residuos peligrosos en los sectores Sanitario, Agrícola, Automoción y Químico. UGT.

5. Guía básica de gestión de Residuos en Centros Sanitarios. Junta de Extremadura. Consejería de Sanidad y Consumo.

6. Procedimiento Unidad de Riesgos Laborales: Gestión de Residuos Sanitarios. Universidad de Zaragoza.

7. Guía de Gestión de Residuos. Hospital Universitario de Móstoles.

8. Página Web: http://www.ecosmep.com. Normativa Española en materia de residuos peligrosos.

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