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Notas de investigación

Los jóvenes en el inicio de la vida adulta:


trayectorias, transiciones y subjetividades

Minor Mora Salas


Orlandina de Oliveira

La mirada analítica y los desafíos de la investigación

ANALIZAR LAS CONEXIONES existentes entre el proceso de transición a la


adultez y los mecanismos de reproducción de las desigualdades sociales, en
el México contemporáneo, constituye el propósito central del proyecto de
investigación en curso “Los jóvenes en el inicio de la vida adulta: trayecto-
rias, transiciones y subjetividades”.1
Entendemos la transición a la vida adulta como un proceso de emanci-
pación individual, mediante el cual las personas adquieren una mayor autono-
mía y ejercen un mayor control sobre sus vidas, lo cual se expresa, entre otros
elementos, en las posibilidades de elegir y actuar a partir de criterios defini-
dos por el individuo. Asimismo, una parte sustantiva de este proceso de cre-
ciente individualización implica el asumir nuevas responsabilidades, tanto
en el seno doméstico, como en la comunidad y frente al conjunto de institu-
ciones sociales. Consecuentemente, las formas de participación social del
individuo, en el seno de la familia, como en la sociedad en un sentido más
amplio, atraviesan importantes modificaciones.

1
El desarrollo de este proyecto de investigación ha sido posible gracias al apoyo finan-
ciero brindado por CONACYT.

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El núcleo central del proyecto de investigación se dirige a entender la


dinámica específica que asumen los procesos y los mecanismos de produc-
ción, reproducción y ruptura de inequidades sociales en una fase temprana
del curso de vida de los individuos, en la cual las personas amplían sus víncu-
los sociales y su universo de interacción social, al tiempo que deben tomar
decisiones y experimentan “eventos” vitales que pueden dejar huellas profun-
das y marcar las trayectorias de vida durante la adultez (Arnett, 1997 y 2000;
Evans, 2002; Casal, 1996; Casal et al., 2006).
En ese tenor, nos planteamos las siguientes preguntas. ¿En qué medida y
de qué manera las desigualdades sociales (clase, género, edad y territoriales)
moldean la transición a la vida adulta? ¿Qué obstáculos y facilidades enfren-
tan los jóvenes de diferentes sectores sociales, sexo y edad para asumir el
control de sus vidas? ¿Qué tipo de ventajas/desventajas sociales marca la ruta
de transición (trayectoria) que siguen los jóvenes y cuáles son las respuestas
que ensayan las personas jóvenes para maximizar sus oportunidades y rever-
tir las restricciones estructurales que les impone su procedencia, inserción y
contexto social? ¿Cuáles son las trayectorias de transición predominantes
y hacia dónde conducen en materia de integración social? ¿Cuáles son los nú-
cleos significativos del proceso de transición a la adultez que las personas jó-
venes consideran les han permitido asumir un mayor protagonismo social en
la conducción de sus vidas, redefinir sus relaciones sociales y sus patrones
de interacción? ¿Qué relación guardan estas experiencias con los eventos
que la socio-demografía considera representativos de la transición a la adultez?
Para responder estas preguntas, la investigación en curso retoma apor-
tes de investigación y técnicas de estudio del enfoque socio-demográfico, e
intenta complementarlas con una perspectiva sociológica sobre el análisis de
las desigualdades sociales, a partir de un enfoque cualitativo centrado en el
estudio de las biografías de personas de 15 a 35 años de edad.
Uno de nuestros principales desafíos metodológicos es desarrollar un
modelo analítico y un enfoque metodológico que permitan articular los proce-
sos macro-estructurales con los fenómenos micro-sociales, a efectos de com-
prender las dinámicas que gobiernan la transición hacia la adultez en contex-
tos sociales donde las desigualdades sociales son extremas. Otro gran desafío
metodológico de la investigación es articular las visiones macro sociales de
la transición a la adultez, derivadas de los estudios socio-demográficos de en-
cuestas de alcance nacional, con las visiones longitudinales derivadas de la
reconstrucción de las biografías de individuos obtenidas a partir de técnicas
cualitativas de investigación.
También pretendemos dar cuenta del análisis de la agencia de los jóve-
nes durante la fase del curso de vida bajo estudio, considerándola como el
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resultado no sólo de decisiones y elecciones individuales, sino también, de


elecciones y decisiones socialmente orientadas, que tienen lugar en contex-
tos sociales específicos.2 A decir de Evans et al. (2001), se trata de analizar
cómo las mujeres y los varones jóvenes moldean su vida, en contextos donde
la agencia está socialmente constituida.3
Recuperar el estudio de la agencia humana, en el contexto de la transi-
ción a la adultez, supone revisitar el tema desde una perspectiva sociológica.
En ese sentido, la identificación y el análisis de los factores sociales que con-
dicionan, positiva o negativamente, las posibilidades de elección y acción de
los sujetos a lo largo de la fase del curso de vida en la que tiene lugar la tran-
sición, constituye uno de los objetivos centrales de nuestro estudio.
Se trata, para nosotros, de estudiar la transición hacia la adultez a partir
de la mirada del sujeto, evitando la seducción del individualismo metodoló-
gico. Recuperar su protagonismo social, identificar los eventos/procesos vita-
les que el sujeto reconoce como elementos sustantivos del proceso de madura-
ción individual, así como reconstruir el significado que les confiere, constituyen
también retos de primer orden en la investigación en curso.
Partimos, adicionalmente, de una perspectiva sociológica según la cual
la conformación de la sociedad mexicana es difícil de comprender al margen
de una lectura de los patrones y procesos sociales que dan lugar a la produc-
ción y reproducción de diversos tipos de desigualdad (clase, étnica, género,
etarias y territoriales). En ese sentido, el proyecto de investigación en curso
busca entender la impronta que dejan los procesos de diferenciación social,
trasmutados en inequidades sociales, sobre las diversas trayectorias posibles
de transición a la adultez. Esclarecer cómo estas trayectorias son moldeadas
por el origen social de los sujetos y sus condiciones de vida actuales, tanto
como por las posibilidades de acción de las y los jóvenes que protagonizan
el proceso en estudio, constituye otro de los grandes desafíos de nuestro
proyecto.

El balance de la bibliografía: el camino recorrido, la mirada


dominante y temas emergentes

El estudio socio-demográfico de la transición a la adultez considera la ocu-


rrencia de una serie de eventos vitales que implicarían modificaciones sus-
2
Dahrendorf (1983) acuñó, hace ya algún tiempo, el término “oportunidades vitales” para
dar cuenta de esta mirada de los fenómenos sociales.
3
Evans et al. (2001) emplean la noción de “bounded agency”, precisamente para estu-
diar cómo las personas moldean sus vidas a lo largo de la transición a la vida adulta.
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tantivas en los roles de los individuos en la sociedad. Estas transformacio-


nes, se piensa, alterarían la visión que los sujetos tienen de su vida y de su
entorno social, y replantearían el lugar que ocupan en la sociedad.
A partir del enfoque del curso de vida se conceptúan estos eventos como
puntos de ruptura en la trayectoria vital de los individuos, es decir, como tran-
siciones en el curso de vida (Elder, 1985). Al hablar de estos eventos-transi-
ción, la socio-demografía suele considerar el estudio de fenómenos tales como:
la salida de la escuela, la entrada a la fuerza de trabajo, la salida del hogar
paterno, el inicio de la primera unión y el nacimiento del primer hijo. Este
enfoque analítico cuenta con una larga tradición en los países desarrollados,
y en años recientes ha recibido una atención creciente en México (véase Tui-
rán, 1999; Coubès y Zenteno, 2005; Echarri y Pérez Amador, 2007; Mier y
Terán, 2004; Gandini y Castro, 2006).
En Estados Unidos los primeros análisis desde este punto de vista surgen
hace varias décadas (Hogan, 1978, 1980; Hogan y Astone, 1986). A partir de
la perspectiva del curso de vida se argumenta que los roles adecuados a cada
edad están regulados por las normas sociales. Las sociedades generan ex-
pectativas sociales, establecen una normatividad social acerca de la secuen-
cia y momentos de ocurrencia de los eventos vitales que llevarán a la vida
adulta. De esta manera, la transición a la vida adulta constituiría un periodo
del curso de vida de los individuos que estaría moldeado por una serie de
instituciones sociales: la escuela, la familia, el mercado de trabajo (Elder,
1985).
En los países desarrollados, varios autores destacan que a partir de la
primera mitad del siglo pasado los cursos de vida se tornaron cada vez más
institucionalizados; esto es, la trayectoria típica que lleva a un cambio de
roles propios de la juventud hacia los esperados para la vida adulta debería
ser: completar la educación formal, conseguir un empleo de tiempo comple-
to, casarse, formar un hogar independiente y tener el primer hijo (Kohli y
Meyer, 1986; Greene, 1990). Se ha acuñado la expresión “modelo normati-
vo” para hacer referencia a este patrón de transición a la adultez.
Con el avance de la investigación en diferentes sociedades han surgido
críticas que llevaron a la flexibilización en la aplicación del modelo norma-
tivo de transición hacia la vida adulta. Se mostró que este proceso engloba
aspectos socioculturales y en consecuencia puede diferir entre una sociedad
y otra y al interior de una misma sociedad. El paso de la juventud a la vida
adulta no abarcaría los mismos eventos vitales, ni una misma secuencia y
temporalidad de los eventos en diferentes contextos estructurales (Corijn,
1996); de ahí la necesidad de investigar cómo se da este proceso en situacio-
nes históricas particulares.
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De acuerdo con Arnett (1997), la óptica socio-demográfica otorga de-


masiada importancia a los cambios en los roles y deja de lado otros aspectos
relacionados con la autonomía personal. Este autor arguye que se investiga
sobre las expectativas de los jóvenes acerca de la temporalidad esperada de las
transiciones que les llevarán a la vida adulta, pero no se indaga acerca de sus
concepciones sobre los eventos vitales que los tornarán adultos. Ha surgido
así el interés por complementar los estudios cuantitativos basados en la ocu-
rrencia y secuencias de los eventos vitales con el análisis de las concepciones
de los propios jóvenes acerca de lo que significa ser adultos y qué elementos
están involucrados en este proceso (Benson y Furstenberg, 2003).
Estudios realizados en Estados Unidos muestran que los jóvenes no dan
tanta importancia a la secuencia normativa de los eventos vitales analizados
por la socio-demografía. Destacan más bien la habilidad de hacerse cargo de
ellos mismos, tomar decisiones independientes, asumir sus responsabilida-
des y vivir sin ser dependientes emocionalmente o materialmente de otros
(Arnett, 1997). En años recientes, otros autores tratan de demostrar que exis-
te una interrelación entre los cambios de roles (las transiciones laborales y
familiares) que llevarán a la adultez y la auto percepción de los jóvenes acer-
ca de su condición o no de adultos (Benson y Furstenberg, 2003).
La importancia otorgada por varones y mujeres jóvenes en Estados Uni-
dos al proceso de individualización, entendido como tener derechos y asu-
mir obligaciones y responsabilidades, contrasta con el énfasis puesto en el
matrimonio y en la paternidad/maternidad en sociedades no occidentales como
el elemento central de la transición a la vida adulta (Schlegel y Barry, 1991).
En la explicación de la pérdida de importancia de la formación de una
nueva familia como un componente de la transición a la vida adulta en Es-
tados Unidos, Arnett (1997) sostiene que seguramente ello se debe al retraso
de la edad del casamiento y del nacimiento del primer hijo en ese país. En efec-
to, este autor encontró que la mayoría de los jóvenes estadounidenses de 21
a 24 años considera que ya son adultos antes del matrimonio y del nacimien-
to del primer hijo. El incremento de la edad media al terminar los estudios, ca-
sarse o tener hijos ha contribuido, conforme a los planteamientos de Kohli y
Meyer (1986), a la pérdida de importancia de las instituciones y de la nor-
matividad social en la transición a la vida adulta en los países desarrollados.
Una cuestión que preocupa a los autores concierne a lo que ocurre con
el proceso de individualización en un contexto de flexibilización o desregu-
lación de instituciones como la familia y los mercados de trabajo. Los estu-
diosos de la segunda transición demográfica —enfoque desarrollado a partir
de las experiencias de Europa y Estados Unidos— consideran que los cam-
bios en la edad del matrimonio y del nacimiento del primer hijo, las prácticas de
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cohabitación previa al matrimonio, el incremento de los nacimientos extra-


maritales, son parte del proceso de desinstitucionalización familiar y ponen
de manifiesto la creciente individualización que privilegia el desarrollo per-
sonal y la autorrealización frente al logro familiar.
De acuerdo con los planteamientos de Beck (1998) la relación entre
la pérdida de importancia de las instituciones y el proceso de individuali-
zación es más compleja. Este autor habla más bien de una individualización
institucionalizada, mediante la cual las instituciones en la sociedad moderna
obligarían a los ciudadanos a desarrollar su propia biografía. Esto es, las ins-
tituciones estarían programadas para llevar a la individualización, proceso
que hace a las personas más dependientes de las instituciones (del mercado
de trabajo, de la escuela, de las regulaciones, de la protección estatal). Según
su argumentación la desregulación de los mercados de trabajo, la creciente
inestabilidad laboral, la reducción de prestaciones sociales y el aumento del
desempleo generarían los sentimientos de riesgo y falta de protección social,
tema éste que está siendo estudiado de manera sistemática en Europa
(Blossfeld et al., 2005; Evans et al., 2001; Casal et al., 2006; Machado,
2007).
Las críticas al enfoque socio-demográfico clásico, así como los cambios
acaecidos a nivel internacional en el contexto de la globalización del mundo
de vida y del sistema económico, han motivado nuevas perspectivas en el
estudio de la transición a la adultez. Particularmente relevante, en este mo-
mento, es la corriente orientada a dar mayor centralidad al análisis de la
transición a partir de la perspectiva del propio sujeto. En esta línea destacan
los trabajos del equipo de investigación liderado por Evans (2002). En esta
perspectiva lo central es analizar el proceso de transición a la vida adulta a par-
tir del sujeto, poniendo énfasis en el estudio del proceso que conduce a to-
mar un mayor control sobre la vida, tanto como sobre las trayectorias posi-
bles que emergen conforme el individuo va tomando decisiones vitales en
este proceso de volverse adultos.
En esta misma línea, Casal, Masjoan y Planas (1988) y Casal et al. (2006)
han llamado la atención sobre la necesidad de desarrollar una perspectiva
más sociológica sobre el tema de la transición a la adultez que considere por
igual los factores macro y micro sociales que definen las múltiples trayecto-
rias posibles. Adicionalmente, han mostrado que la ausencia de linealidad en
el proceso de transición pone en evidencia la existencia de una multiplicidad
de trayectorias con sentidos y consecuencias sociales contrapuestas. En su
modelo básico destacan, como situaciones polares, por un lado, las trayecto-
rias de éxito, que garantizan la plena inserción social y el ejercicio activo de
los derechos ciudadanos, y por el otro, las trayectorias de exclusión, cuyo
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rasgo básico es el posicionar a los varones y mujeres jóvenes en una condición


de alta vulnerabilidad social y privación de la ciudadanía social.
Lo relevante a destacar es la llamada de atención de los enfoques so-
ciológicos en relación con las insuficiencias analíticas de la perspectiva socio-
demográfica clásica. El enfoque sociológico ha planteado la necesidad de
estudiar la transición a la adultez considerando la perspectiva del sujeto (agen-
cia) tanto como las restricciones derivadas de la estructura social (Evans et
al., 2001; Casal, Masjoan y Planas, 1988; Casal, 1996; Machado, 2007).
Para estos autores, el foco de interés no es el estudio de los eventos/transi-
ción en sí mismos (ocurrencia, calendario e intensidad); estos constituyen
parte del contexto de referencia. Su enfoque se centra en el análisis de la
transición a partir del estudio de la dialéctica sujeto-estructura, con un claro
énfasis en una perspectiva que recupera al individuo como núcleo de refle-
xión sociológica. De ahí la centralidad que dan a temas como el logro de
mayor autonomía personal; los factores que contribuyen a un mayor/menor
control sobre la propia vida; la representación de su universo social; la iden-
tificación de factores que contribuyen al ejercicio de mayores responsabili-
dades sociales y de la ciudadanía social en sentido estricto.
Las discusiones teóricas y los resultados de investigaciones provenien-
tes de los países desarrollados son de interés en la medida que sirven de
punto de comparación para entender las particularidades de la sociedad mexi-
cana. Varios autores en México se han preguntado en qué medida el modelo
normativo desarrollado para las sociedades occidentales industrializadas
contribuye a entender lo que acontece en México. Tuirán (1999), con base en
el análisis de las encuestas de fecundidad, ha encontrado que un grupo mino-
ritario de mujeres alguna vez unidas ha seguido la transición normativa hacia
la vida adulta.
En un estudio más reciente, Coubès y Zenteno (2005), con base en el
análisis de los datos de la Encuesta Demográfica Retrospectiva (EDER), com-
paran diferentes cohortes de población masculina y femenina joven, y anali-
zan tres eventos-transición que marcan la entrada a la vida adulta: la salida
de la escuela, el inicio de la vida laboral y la entrada a la unión. Ellos llaman
la atención sobre dos hallazgos que consideran de gran importancia. Prime-
ro, el cambio significativo de las trayectorias que llevan a la vida adulta
durante el siglo XX, debido sobre todo a la expansión del sistema educativo y
a la participación creciente de las mujeres en la fuerza de trabajo. Segundo,
que el modelo normativo es importante en México, en especial entre los va-
rones, aunque no sea el dominante. Sus cifras indican que 44% de los varo-
nes y 29% de las mujeres en la cohorte más joven sigue el modelo normativo
propuesto. Estos autores concluyen que en el caso de las mujeres no es posi-
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ble hablar de una institucionalización del paso a la vida adulta ya que no


encontraron una convergencia hacia un modelo dominante.
A su vez, con base en la Encuesta Nacional de Juventud recolectada en
2000, Echarri y Peréz Amador (2007) analizan la ocurrencia y el calendario
de los cinco eventos-transiciones a la vida adulta. Comparan hombres y mu-
jeres residentes en áreas rurales y urbanas; analizan las interrelaciones entre
los diferentes eventos y buscan factores explicativos que pueden adelantar o
retrasar el proceso de tornarse adultos. Varios son los resultados de este estu-
dio que nos importa señalar. Primero, menos de 20% de los jóvenes de 15 a
29 años de ambos sexos han experimentado todas las transiciones conside-
radas; una décima parte (11%) no ha experimentado ninguna. Segundo, cerca
de 80% de los jóvenes analizados ya han iniciado su vida laboral, entre los
varones esta cifra se acerca a 90%. El ingreso a la fuerza de trabajo es la pri-
mera transición que hacen los jóvenes mexicanos, sigue en importancia la sa-
lida de la escuela y del hogar paterno. Tercero, la secuencia de los diferentes
eventos no corresponde al modelo normativo. Cuarto, las diferencias entre
áreas urbanas y rurales son acentuadas. Estos autores concluyen que sus ha-
llazgos sugieren que la juventud tiene poco control sobre sus vidas, que sus
opciones y elecciones encuentran límites en las restricciones económicas y
en los rasgos familiares.
El incremento de la participación femenina y los cambios ocurridos en
las familias mexicanas desde el último cuarto del siglo pasado, sobre todo el
aumento de las unidades con jefatura femenina, repercuten también sobre las
formas en que se da la transición de los jóvenes a la vida adulta. Así por
ejemplo, Giorguli Saucedo (2005) encontró que en los sectores con menores
recursos, cuando la madre trabaja en actividades no asalariadas, los hijos e
hijas adolescentes (12 a 16 años) presentan mayores tasas de asistencia esco-
lar en comparación con las familias en las que las madres no trabajan o son
asalariadas. Las actividades no asalariadas de las madres les permiten a los
jóvenes estudiar y participar en la actividad económica. Esta autora también
muestra que la ausencia del padre en el hogar lleva a una mayor participa-
ción económica de los hijos e hijas adolescentes. Las diferencias entre hijos
e hijas son importantes: ellas presentan una menor presencia en la actividad
laboral que ellos. La probabilidad de que las hijas no estudien y no trabajen
es mayor en las situaciones en las que la madre desempeña actividades asala-
riadas. En estos casos, la colaboración de las hijas en la realización de las
tareas del hogar es fundamental, como llama la atención la autora.
La comparación de la transición a la vida adulta de los jóvenes, varones y
mujeres, adquiere mucha importancia debido a las marcadas inequidades de
género que todavía persisten en nuestra sociedad. Si bien en lo cultural se
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han propagado nuevas ideas e imágenes de lo masculino y lo femenino que


apuntan hacia una mayor equidad de género, todavía persisten en los merca-
dos de trabajo y en las familias marcadas inequidades entre hombres y muje-
res. En el mundo del trabajo subsiste la segregación entre las ocupaciones
masculinas y femeninas y la discriminación salarial en contra de las muje-
res. En las familias, la división sexual de los trabajos reproductivos (queha-
ceres domésticos y cuidado de los hijos) sigue siendo muy marcada. La par-
ticipación masculina en las labores domésticas es todavía minoritaria, aunque
las mujeres, esposas e hijas, contribuyan a la manutención de sus hogares
(Rendón Gan, 2003; García y Oliveira, 2006).
Las diferencias educacionales entre los jóvenes de ambos sexos han dis-
minuido en forma importante; no obstante, ellas todavía no han logrado un
pleno control de sus vidas: muchas siguen expuestas al control y a la violen-
cia por parte de los varones. En cuanto a la salud reproductiva, la difusión de
los métodos anticonceptivos ha propiciado la separación entre la reproduc-
ción y la sexualidad, y la reducción de los niveles de fecundidad, aspectos
que han abierto nuevas oportunidades para las jóvenes. Sin embargo, con fre-
cuencia, sus trayectorias vitales en ciertos sectores sociales son trastocadas por
un embarazo temprano o no deseado (Stern y Menkes, 2008). Mier y Terán
(2004) señala que en las localidades rurales marginadas el género es el eje
más importante de diferenciación de la transición a la vida adulta.4 Las mu-
jeres salen más temprano de la escuela y entran con menor frecuencia en las
actividades laborales. En las áreas urbanas y en todo el país, la transición a la
vida adulta también presenta diferencias importantes entre hombres y muje-
res jóvenes (Echarri y Pérez Amador, 2007; Coubès y Zenteno, 2005).
Estudios sobre las vivencias y las concepciones de los jóvenes, varones y
mujeres, ponen de manifiesto importantes diferencias de género. Uribe (2005),
con base en los datos de la Encuesta Nacional de Juventud, muestra que las
jóvenes en diferentes grupos de edad comprendidos entre los 15 y 29 años
tienen que negociar con los padres en mayor medida que los varones para
tener novios, salir de la casa con los amigos y llegar tarde a la casa. Además,
las jóvenes comienzan más tardíamente su vida sexual; para los varones, el
inicio temprano de la sexualidad es visto como símbolo de virilidad.
En un análisis sobre las concepciones acerca de la sexualidad con base
en los datos de la Encuesta de salud reproductiva de 1998, Ariza y Oliveira
(2008) encontraron marcadas diferencias entre mujeres y hombres. Ellas res-
paldan en mayor medida que ellos la importancia de la virginidad, la fideli-
dad y la monogamia, sobre todo para la población femenina. Los contrastes

4
Oliveira y Mora Salas (2008) llegan a la misma conclusión para el conjunto de México.
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entre sectores sociales son importantes también: hombres y mujeres presen-


tan grados distintos de conservadurismo o liberalismo en sus concepciones
sobre la sexualidad de acuerdo con su sector social de pertenencia. Las pos-
turas liberales tienen un mayor peso en los sectores más privilegiados de la
población en comparación con los demás.
Desde hace décadas los estudiosos se preocupan por llevar a cabo aná-
lisis comparativos de diferentes sectores sociales (véase García, Muñoz y
Oliveira, 1982). Esta estrategia analítica que ya cuenta con una larga tra-
dición en la socio-demografía mexicana, ha sido enriquecida en años más
recientes con la inquietud acerca de la interrelación entre diversas formas de
inequidad de clase y de género (véase Ariza y Oliveira, 2008).
Estudios sobre el inicio de la vida laboral reafirman que un mejor nivel
socioeconómico reduce la probabilidad que los niños y los adolescentes en-
tren prematuramente a la vida laboral o tengan que dedicarse a la realización
de las tareas de la casa. La valoración positiva de la educación de los hijos
por parte de los padres también contribuye a retrasar la entrada a la fuerza de
trabajo (Estrada Quiroz, 2005).
Este breve recuento de la bibliografía especializada en el campo pone
de manifiesto que en México el estudio de la transición a la adultez es un
tema de creciente importancia. Nos interesa, además, subrayar tres ideas a
manera de conclusión de esta sección.
Primero, destaca el hecho de que las principales contribuciones al análi-
sis de la transición a la vida adulta provienen del campo de la socio-demo-
grafía. En ese sentido, el estudio del calendario, el orden, y la intensidad de
los eventos-transición han ocupado un lugar central. La perspectiva socioló-
gica, por el contrario, está menos desarrollada en este campo de estudios.
Segundo, en México, el tema no ha sido estudiado, sistemáticamente, a
partir de un enfoque que ilustre los vínculos existentes entre inequidades
sociales y trayectorias de transición, a efectos de develar y ponderar la natu-
raleza de los factores y procesos sociales que modulan y gobiernan la repro-
ducción/ruptura de las formas más extremas de inequidad social en el tránsi-
to a la adultez.5
Finalmente, la mirada de esta transición desde la posición de los sujetos
sociales que la protagonizan es también una omisión necesaria de subsanar
con el fin de ampliar el conocimiento acumulado.6 En este sentido, resulta de
gran importancia estudiar el papel que las personas jóvenes otorgan a diferen-
tes instituciones en el proceso de transición a la vida adulta, conocer qué im-

5
En Oliveira y Mora (2008) iniciamos esta tarea.
6
En Mora Salas y Oliveira (2008a) iniciamos el trabajo en esta perspectiva.
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portancia dan a los derechos individuales, las obligaciones y responsabili-


dades, y ver en qué medida los procesos de diversificación y flexibiliza-
ción de los modelos familiares y la desregulación de los mercados de trabajo
generan entre ellos sentimientos de inseguridad y de incertidumbre frente
a sus trayectorias de vida futura.7 También es central analizar tanto sus
representaciones sobre el propio proceso de transición como los factores
que favorecen o limitan sus posibilidades de acción. No menos relevante
es reconstruir, desde su propia mirada, los eventos-transición identificados
como “puntos de ruptura” en sus trayectorias de vida y esclarecer qué relación
guardan con los eventos que la socio-demografía considera representativos
de esta transición.

La estrategia de investigación

Premisas e hipótesis

El proceso de investigación en curso se orienta por la premisa básica de que,


en un contexto social marcado por fuertes inequidades de clase, género y
edad, con grandes diferencias en materia de desarrollo a nivel regional, es
crucial desarrollar una perspectiva analítica y una propuesta metodológica
que trasciendan las regularidades agregadas en el nivel nacional.
Lo anterior implica reconocer que la población de jóvenes mexicanos es
un contingente muy heterogéneo. Sostenemos, en consecuencia, como hipó-
tesis de trabajo, que las trayectorias que marcan la transición hacia la adultez
varían en función de los ejes de diferenciación social mencionados en el
párrafo anterior. El fenómeno característico de la transición es la heteroge-
neidad de trayectorias y no la convergencia en torno a un modelo o patrón
único de alcance general.
Si los procesos de inequidad social estructuran la vida desde temprana
edad, entonces, debería observarse que las oportunidades y constricciones
que enfrentan las personas jóvenes de diferente procedencia, género, edad y
ubicación territorial, no sólo son diferentes, sino que también constituyen
elementos centrales para orientar, moldear y modular el proceso de transi-
ción a la adultez.
En el fondo lo que subyace como elemento analítico de estas hipótesis
es la idea de que los ejes de inequidad social no actúan de forma aislada, sino

7
En Mora Salas y Oliveira (2008b) planteamos un marco analítico y una estrategia
metodológica que puede contribuir en esta línea de investigación.
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que tienden a acoplarse8 en formas aún no exploradas de manera sistemáti-


ca, aumentando el efecto de las desventajas/ventajas sociales, haciendo que
estas se trastoquen en patrones de diferenciación social muy marcados en una
fase temprana del curso de vida. Si esto es cierto, entonces, lo que se tendría
que observar es que las desigualdades sociales no sólo moldean, de forma di-
ferencial, la transición a la adultez, sino que tienden a expresarse con claridad
desde el inicio mismo de este proceso.
Más aun, si nuestra hipótesis sobre la centralidad de las desigualdades
sociales como elemento estructurador de la transición a la adultez es correcta,
también se debería observar que los eventos-transición identificados por los
propios jóvenes como vitales para reorientar sus cursos de vida, varían según
el estrato, el sexo, y la ubicación espacial. Adicionalmente, el sentido conferido
a estos eventos también debería mostrar especificidades que llevan a pensar
que las mismas experiencias de vida adquieren significados sustantivamente
diferentes según la posición social que ocupan los individuos, el momento de
la fase de la transición en la que se ubican y su condición social de hombre o
mujer. Todo lo anterior lleva a plantear que el rasgo sustantivo más importante
de la transición a la adultez es la heterogeneidad, tanto desde el punto de vis-
ta de las rutas por las que puede acontecer este proceso (trayectorias), como
lo concerniente a su temporalidad (calendario), secuencia (orden) e intensidad
(probabilidad de ocurrencia), así como las vivencias y el significado conferi-
do al proceso de logro de una mayor autonomía y participación social que ca-
racterizan esta transición. Esta heterogeneidad se encuentra, en la actualidad,
fuertemente influida por las estructuras de desigualdad social existentes, las
cuales marcan diferencias sustantivas en el punto de partida, las rutas de tran-
sición y los resultados alcanzados en materia de autonomía, responsabilidades
y participación social, así como en lo concerniente al logro de mejores condicio-
nes de vida y el ejercicio de los derechos ciudadanos fundamentales.

Los contextos de análisis

El desarrollo del proyecto se planteó, desde su inicio, en conformidad con lo


establecido en la primera sección. De esa manera la primera decisión fue
delimitar los contextos territoriales que serían objeto de estudio. En congruen-
cia con la tesis de que México es un país que muestra gran diversidad socio-
territorial, siendo que la misma expresa grados diferenciales de desarrollo

8
El acoplamiento de diversos tipos de desigualdad es un tema abordado, en el plano teóri-
co, con profunda agudeza por Tilly (1998).
MORA SALAS ET AL.: LOS JÓVENES EN EL INICIO DE LA VIDA ADULTA 279

socio-económico, se tomó la decisión de considerar en el análisis dos con-


textos urbanos que mostraran el mayor grado de diversidad socio-económica
y socio-cultural. Se decidió, en una primera fase, centrar el análisis en las
ciudades de Monterrey y de Oaxaca de Juárez.
Monterrey constituye uno de los polos de mayor desarrollo del país y
expresa la dinámica de la región norte, es decir, un capitalismo más moder-
no, con alto nivel de integración a la economía mundial. También refleja una
estructura productiva con una fuerte presencia de industria transnacionaliza-
da, aunque en la actualidad su estructura económica está definida, en gran
medida, por la dinámica del sector servicios. No casualmente, las orientacio-
nes de desarrollo económico regional han buscado constituir a Monterrey en
una economía de servicios globalizada.
Oaxaca, por su parte, es una ciudad terciarizada, donde la vida econó-
mica gira en torno a una economía de servicios en pequeña escala, la cual se
encuentra ligada, en gran medida, al turismo. La ciudad carece, por comple-
to, de una base industrial moderna. En sentido estricto, las industrias exis-
tentes son escasas y de tamaño reducido. Su principal fuente de empleo lo
constituye el gobierno (Federal, Estatal y Municipal). En los últimos años, la
vida en la ciudad se ha visto seriamente alterada por conflictos y movili-
zaciones sociales de alcance estatal. La ciudad, además, refleja una gran di-
versidad socio-cultural, y exhibe fuerte presencia de población indígena, cuya
influencia cultural y presencia social se deja sentir en todos los espacios ur-
banos. Ubicada en el sur del país, Oaxaca es una ciudad representativa de una
de las regiones más pobres y de menor desarrollo socio-productivo. En sen-
tido estricto, su vida económica y su entorno social muestran un bajo nivel
de articulación con los procesos de globalización en curso; la excepción,
claro está, la constituye la actividad turística.
En un segundo momento, decidimos ampliar el estudio a una tercera
ciudad: el Distrito Federal. Como es conocido se trata de una megalópolis,
que concentra el poder político del país; su ámbito de influencia permite
hablar de una ciudad en la que se aglutinan cotidianamente, para vivir, traba-
jar, recrearse, transitar, entablar negocios, etc., casi dos decenas de millones
de personas.
La “ciudad” muestra también una importante diversidad socio-producti-
va, con presencia aún de un importante núcleo de actividades industriales,
aunque su economía está centrada en torno a las actividades del sector ter-
ciario. Lo más destacado es que la presencia de tres periodos de gobierno del
Partido de la Revolución Democrática (PRD) en la conducción de la “ciudad”
han dejado una honda huella, en términos socio-políticos, marca profundas
diferencias entre el Distrito Federal y el resto del país.
280 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS XXVII: 79, 2009

En el Distrito Federal se ha legislado a favor de la despenalización del


aborto, se han promovido consultas ciudadanas ligadas a temas de relevan-
cia nacional, por ejemplo, la concerniente con el futuro de PEMEX, se ha apro-
bado la ley de Sociedades de Convivencia; y, en forma pionera, se han adop-
tado políticas sociales de gran trascendencia para la población, como por
ejemplo, la pensión universal para las personas de la tercera edad, o el segu-
ro de desempleo. Solamente una de estas iniciativas (apoyo a la tercera edad)
fue implementada en el nivel federal. En ese sentido, en materia de convi-
vencia social y política pública, la ciudad de México está a “años luz” del
resto de las entidades federativas. Se trata, por decirlo en pocas palabras, de
una ciudad compleja y diversa, con niveles de desarrollo social altos en com-
paración con el resto del país, pero con gran heterogeneidad en su interior.
Los avances en materia de política pública y cambios en la legislación no se
acompañan, aún, de alteraciones sustantivas en los patrones de desigualdad
social existentes.

Complementariedad de métodos

Nos propusimos, desde el inicio de la investigación, desarrollar una perspecti-


va metodológica que abogara por el uso complementario de técnicas de inves-
tigación. En ese sentido, se hace un uso activo de técnicas de investigación
cuantitativa, basadas en el análisis estadístico de encuestas representativas
de la población nacional y estatal, y de técnicas de investigación cualitativa,
centradas en el estudio de las biografías individuales de una muestra intencio-
nal (seleccionada por criterios teóricos) de jóvenes de las tres ciudades bajo
estudio. En este último caso la mira es de orden longitudinal.
La complementariedad de métodos buscada responde tanto a una postu-
ra epistemológica —según la cual, en el estudio de un problema de investi-
gación, los analistas deben hacer uso de todos los recursos disponibles para
responder sus preguntas centrales—, como a un fin pragmático —maximizar
el uso de la información disponible a efectos de escrutar el problema de in-
vestigación desde diferentes ópticas—.
La existencia de la Encuesta Nacional de la Juventud de 2000 (ENJUVE-
2000) nos permitió hacer análisis de tipo socio-demográfico, para estudiar
una serie de eventos/transición que suelen ser considerados, en la bibliogra-
fía especializada, como indicadores de transición a la vida adulta.9 Además
9
En la primera fase de la investigación el análisis se realizó a nivel nacional. En una
segunda fase se considera reproducir el análisis, por separado, para Monterrey y Oaxaca de
Juárez y para el Distrito Federal.
MORA SALAS ET AL.: LOS JÓVENES EN EL INICIO DE LA VIDA ADULTA 281

de los cinco eventos usualmente tratados (salida de la escuela, incorporación


al mercado laboral, salida de la casa de los padres, la primera unión y el
nacimiento del primer hijo), incorporamos dos eventos centrales para una
mejor ponderación de los procesos de diferenciación social derivados de las
inequidades de género y de estrato social: la primera relación sexual y el pri-
mer embarazo. Con el fin de avanzar en una perspectiva sociológica de la tran-
sición, también se incorporó el estudio del proceso de autonomía y la partici-
pación social de las personas jóvenes de 15 a 29 años que aún residían en la
casa de los padres/madres.10
El análisis se realiza con base en los micro-datos de la ENJUVE-2000,
para jóvenes de ambos sexos, de 15 a 29 años de edad. El análisis estadístico
consideró el estudio del orden (primera transición), las proporciones de ocu-
rrencia y el riesgo de ocurrencia de los siete eventos socio-demográficos
antes citados a diferentes edades (calendario e intensidad). La información
se estudia considerando tres de los ejes de inequidad social de mayor impac-
to en el calendario y la posterior configuración de las trayectorias de vida de
las y los jóvenes: estrato social, género y edad. Adicionalmente, se controla-
ron las diferencias socio-territoriales.11 El análisis sobre participación y au-
tonomía personal se realizó mediante técnicas de análisis estadístico
multivariado.12
Este tipo de análisis estadístico que realizamos y la fuente de datos uti-
lizada posibilitan el estudio del fenómeno para grandes contingentes de la
población, centrado en una mirada sincrónica o transversal. Sin embargo,
adolece de dos falencias.13 Por un lado, no permite el estudio de la secuencia
de eventos/transición de interés.14 Segundo, carece de información que per-
mita observar el proceso de producción, reproducción y ruptura de las des-
igualdades sociales, así como de aspectos relacionados con el análisis de la
agencia humana en este proceso. En nuestro caso, además, no permite la re-

10
La presentación detallada de los resultados del componente socio-demográfico de la
investigación pueden consultarse en Oliveira y Mora Salas (2008).
11
Se empleó el análisis de tablas de vida, funciones de riesgo y la metodología de Kaplan-
Meier para el estudio de las intensidades de ocurrencia de los eventos.
12
Se empleó el análisis de componentes principales y el análisis de regresión lineal múl-
tiple.
13
Estas limitaciones no son propias del análisis estadístico, sino de la fuente de datos
empleada. También es posible avanzar en la dirección del estudio de los procesos longitudinales
a partir de análisis estadístico del tipo historia de eventos. Sin embargo, la ENJUVE no permite
el uso de este tipo de técnicas.
14
En México la información proporcionada por la Encuesta Demográfica Retrospectiva
(EDER) permite analizar las trayectorias de algunos eventos vitales y estudiar las secuencia de
los principales eventos involucrados en la transición a la vida adulta.
282 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS XXVII: 79, 2009

construcción del sentido conferido a los “eventos”/procesos que desencade-


nan los procesos de individualización durante la transición a la adultez.
Para subsanar estas limitaciones y permitir examinar los múltiples sen-
tidos de la transición, la diversidad de trayectorias y el estudio de los pro-
cesos/mecanismos de producción/ruptura de inequidades sociales en esta
fase del curso de vida, fue necesario diseñar una fase cualitativa del proceso
de investigación. De esta manera, los hallazgos del análisis socio-estadístico
alimentaron la selección de los casos tanto como la elaboración de las guías
de entrevista utilizadas en la fase del análisis cualitativo.
En el acercamiento cualitativo, se decidió reconstruir la biografía de una
muestra muy heterogénea de jóvenes. En total se definió que se entrevista-
rían 64 casos para cada una de las tres ciudades. Al finalizar el trabajo de
campo se tendrá un total de 192 biografías. La muestra se elabora consi-
derando los siguientes criterios: sexo (hombres y mujeres); edad (15 a 17; 18 a
26; 27 a 35); estrato social (bajo y medio-alto); condición de actividad (sólo
estudia, sólo trabaja; estudia y trabaja; ni estudia ni trabaja). Adicionalmente,
se considera un concepto amplio de trabajo que incluye tanto el trabajo re-
productivo en el hogar como el trabajo ligado a la generación de recursos
económicos en el mercado.
La técnica empleada fue la de entrevista a profundidad, con una guía
abierta de entrevista, centrada en la reconstrucción de la biografía de las per-
sonas entrevistadas. Las entrevistas fueron grabadas y posteriormente trans-
critas. El tiempo de duración oscila entre 45 minutos, la más breve, y cuatro
horas, la más extensa.
En la entrevista se exploran elementos factuales referidos al ego y su fa-
milia de origen, su contexto social y comunitario, las relaciones con los gru-
pos de referencia y de pares, tanto como con las instituciones y organizacio-
nes sociales y lo referente a los eventos/transición clásicos. Adicionalmente, se
confiere gran centralidad al estudio de la trayectoria laboral, a la identifica-
ción de hechos de vida trascendentes para el individuo y al tema de la agencia
que el sujeto despliega para moldear su vida, así como a los recursos de que
dispone o carece para realizar elecciones de vida. Finalmente, se indaga, de
manera particular, el universo de representaciones y el significado que el in-
dividuo confiere a su tránsito hacia la adultez y a los fenómenos/procesos
que han dejado una huella profunda en su vida.15
Se tiene previsto, en una primera fase, realizar el análisis cualitativo por
separado para cada contexto, para, en un segundo momento, realizar un análi-

15
El proyecto acaba de concluir la fase de trabajo de campo cualitativo y nos disponemos
a iniciar el análisis respectivo.
MORA SALAS ET AL.: LOS JÓVENES EN EL INICIO DE LA VIDA ADULTA 283

sis de conjunto. Para el análisis cualitativo se tiene planeado emplear el recur-


so de tipologías, básicamente para construir trayectorias, como el análisis del
discurso, para interpretar el contenido simbólico expresado por los sujetos.
El material se procesará, en una primera fase, con ayuda de software espe-
cializado en el tratamiento de material cualitativo, tanto para la organización
del material como para el estudio de redes conceptuales, como el Atlas-Ti.
Sin embargo, también se emplearán técnicas de análisis estadístico que per-
mitan construir tipologías, como el análisis de conglomerados, o explorar el
vínculo entre redes de conceptos, como el análisis de correspondencia.
Como se desprende de lo comentado líneas arriba, mediante el análisis
cualitativo de las biografías recabadas, buscamos identificar la diversidad de
trayectorias de transición a la vida adulta posibles; estudiar los mecanismos
que transforman la diversidad y las desventajas acumuladas en inequidades
sociales en la fase de transición a la adultez; examinar la vivencia y las repre-
sentaciones de los jóvenes acerca de este proceso; reconstruir la percepción
de estos individuos sobre las posibilidades y restricciones de desarrollo indivi-
dual y social que ofrece su entorno social (familia, barrio, entidad) y estudiar
las visiones que han generado en torno a su proyecto de vida (aspiraciones,
planes, expectativas de logro, sentimientos de inseguridad, seguridad, et-
cétera).
De particular interés, en la fase de análisis cualitativo, será auscultar de-
tenidamente, el tema del acoplamiento de diferentes ejes de inequidad social
y su impacto sobre el inicio de la transición, la trayectoria y los resultados.
Este último aspecto es clave para entender los procesos de integración/exclu-
sión social que se gestan en esta etapa de la vida de los individuos. También
central en este acercamiento cualitativo y a diferencia de lo que acontece
cuando se trabaja con grandes bases de información de datos, es la posibili-
dad de reconstruir el sentido de la acción de los sujetos a partir de la explo-
ración de sus propias narrativas. En ese sentido, la lógica, dinámica y sentido
de los acontecimientos son reconstruidos por el analista a partir de la infor-
mación proporcionada por los individuos entrevistados, con lo cual se evita
el tener que imputar, desde afuera, el sentido de la acción.16

16
Nuestra posición sobre el particular no es ingenua. Somos conscientes que todo esfuer-
zo de reconstrucción de sentido implica operaciones de filtro y selección de parte del analista.
Sin embargo, es diferente hacer esto a partir de relatos emanados desde el sujeto, que hacerlo
bajo imputaciones de sentido derivadas de análisis de regularidades empíricas y tendencias es-
tadísticamente observadas. No se trata, entonces de generar una falsa polémica, sobre las virtu-
des de lo uno y las desventajas de lo otro. Más bien, en nuestro caso, se buscó tomar conciencia de
las posibilidades que ofrecía la complementariedad de perspectivas y se ha tratado de avanzar,
sistemáticamente, en esta dirección.
284 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS XXVII: 79, 2009

Complementando la información

Para concluir, es importante indicar que aunque el análisis cualitativo go-


bierna la actual fase de investigación en que se encuentra el proyecto, no nos
hemos restringido a esto último. El trabajo de campo, en Oaxaca y Monterrey,
consideró, adicionalmente, la recopilación de una diversidad de material
adicional.
En concreto, se han realizado entrevistas con informantes clave a efec-
tos de conocer, de viva voz de sus protagonistas, aspectos concernientes con
las pautas de desarrollo de las entidades; las posibilidades y oportunidades de
integración social y laboral que tienen los jóvenes; las restricciones estructu-
rales del contexto; los procesos de diferenciación social en curso y sus im-
pactos sobre la población juvenil; sus opciones de integración laboral; modi-
ficaciones en los contextos familiares, etc. En ambos casos se han entrevistado
líderes empresariales, sindicales, juveniles, intelectuales (científicos sociales,
escritores, periodistas) y funcionarios de organismos no gubernamentales y
gubernamentales a cargo de proyectos dirigidos a ampliar las oportunidades
de inclusión social y desarrollo personal de las y los jóvenes.
También se realizaron entrevistas colectivas con estudiantes universita-
rios a efectos de ampliar la información recabada sobre los factores que go-
biernan el proceso de transición a la adultez y la relación que esto guarda con
las dinámicas de diferenciación social existente en sus contextos. Estas en-
trevistas se realizaron en universidades públicas y en universidades priva-
das, con el fin de captar imágenes y recabar opiniones de jóvenes de diferen-
te extracción social. En esta misma dirección realizamos entrevistas colectivas
con jóvenes trabajadores.
Finalmente, en nuestras visitas de campo decidimos aplicar dos “etno-
encuestas”, en espacios públicos. Nuestro público meta fueron jóvenes de
diversos grupos de edad, actividad laboral y estudiantes. La primera de ellas
fue un cuestionario centrado en la identificación de los eventos-transición
que activan y definen la transición a la adultez. La segunda, se centró en el
tema de la participación en el mercado laboral; la definición del trabajo y las
oportunidades y constricciones que les ofrece el trabajo para su desarrollo
personal y para lograr un nivel de vida satisfactorio.
En total se aplicaron alrededor de 514 cuestionarios sobre transición
a la adultez y alrededor de 290 sobre el tema de la transición y el trabajo.
Este material está a la espera de ser capturado en una base de datos y some-
tido a análisis estadístico. Es importante subrayar que este material no tiene
representatividad estadística alguna. En sentido estricto, no fue recabado con
ese propósito. Fue pensado como material complementario que nos permi-
MORA SALAS ET AL.: LOS JÓVENES EN EL INICIO DE LA VIDA ADULTA 285

tiera recrear las visiones, estereotipos y algunos elementos del imaginario


colectivo dominante en torno a los procesos estudiados, a fin de colaborar
en la tarea de contextualización que exige un estudio cualitativo de mayor
profundidad. Constituyó, al mismo tiempo, una forma de entrar en relación
directa con un amplio número de personas jóvenes que, por lo general, se
mostraron muy dispuestas a compartir sus ideas, miedos y anhelos con noso-
tros, pese a que no siempre las entrevistas fueron realizadas en condiciones
ideales. Recuérdese que se trató de entrevistas en espacios públicos de diver-
sa índole (calles, parques, restaurantes, hoteles, aceras, lugares de trabajo,
escuelas), y en ocasiones, la presencia de los “agentes del control” constituyó
un factor perturbador.
Pese a las limitaciones indicadas, el material recopilado por medio de
las “etno-encuestas” permite reconstruir algunos elementos de sentido que la
población joven posee sobre la transición a la adultez, por un lado, y el rol
del trabajo como fuente de integración social, por otro. Por tal razón, este
material se empleará para reconstruir imágenes colectivas en torno al tema
de estudio en estos dos contextos y servirá, también, para situar las biogra-
fías individuales en un contexto socio-cultural de mayor amplitud.
Como se puede observar, a dos años de su desarrollo, el proyecto ha lo-
grado recabar una gran cantidad de información. También ha situado los ejes
del debate y ha buscado desarrollar una perspectiva más sociológica. La pers-
pectiva socio-demográfica marcó el punto de inicio del proyecto, pero en la
actualidad, estamos bastante distantes del lugar de origen. Nuestro principal
desafío, en este momento, es llevar el proyecto a buen término, ofreciendo
explicaciones novedosas, rigurosamente sustentadas, sobre las preguntas que
han guiado nuestra indagación.
En lo personal, estaríamos satisfechos si al finalizar la investigación lle-
gamos a estar en condición de ofrecer una explicación satisfactoria sobre los
principales mecanismos de producción/reproducción y ruptura de las desi-
gualdades sociales durante la fase de transición a la adultez. Ello sin duda re-
novaría el diálogo con la comunidad académica, las organizaciones de la
sociedad civil y los formuladores de política pública.
La buena noticia, para nosotros, ha sido descubrir que en esta empresa
no estamos solos. El proyecto ha logrado conformar una red de investigado-
res/as sobre juventud, que en el último año se reunió una vez al mes, en las
instalaciones de El Colegio de México, para dialogar, debatir y orientar re-
flexiones en torno a diversas temáticas relacionadas con la participación so-
cial de las personas jóvenes y analizar sus condiciones de vida y formas de
integración/exclusión social. El ambiente académico y el espíritu constructi-
vo que ha reinado en todas las sesiones de trabajo no podrían haber sido más
286 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS XXVII: 79, 2009

favorables para alimentar un proyecto de investigación en curso como el


nuestro.
En buena medida, el diálogo sostenido en el marco del “seminario
de juventud”, nos ha obligado a precisar nuestra mirada, replantear las
premisas analíticas y buscar nuevos referentes teóricos y metodológicos. Ex-
tendemos las gracias a las y los colegas, estudiantes y becarias que nos han
acompañado en esta empresa desde el inicio, y a quienes se han sumado en el
camino, por sus valiosas contribuciones y su probada generosidad in-
telectual.

Recibido y revisado: octubre, 2008

Correspondencia: Centro de Estudios Sociológicos/El Colegio de México/


Camino al Ajusco no. 20/Col. Pedregal de Santa Teresa/Del. Tlalpan/C. P.
10740/México, D. F./correo electrónico: M. M.: mimora@colmex.mx; O. de
O.: odeolive@colmex.mx

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