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LICENCIATURA EN EDUCACIÓN FÍSICA

Trabajo final

NIVELES DE ACTIVIDAD FÍSICA E ÍNDICE DE MASA CORPORAL EN


ESTUDIANTES DE EDUCACIÓN FÍSICA

Autoras:
Ana Fernández
Brenda Gonzalez
Melania Sánchez

Director
Luis Antoniazzi

Córdoba 2021
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Índice
Resumen………………………………………………………………………………..1
Introducción…………………………………………………………………….….......2
Capíitulo I: Definiciones
tTeóricas…………………………………………………………...
1.1 Actividad física
1.1.1 Definición conceptual
1.1.2 Niveles
1.1.3 Causas y efectos de la inactividad física
1.2 Índice de masa corporal
1.2.1 Definición conceptual
1.2.2 Valoración
1.3 Educación fFísica y actividad física
1.3.1 Actividad física y salud
1.3.2 Rol docente y agente de salud
1.3.3 Elección poblacional
Capítulo II: Metodología………………………………………………………………...
2.1 Pregunta problema
2.2 Objetivos de la investigación
2.2.1 Objetivo general
2.2.2 Objetivos específicos
2.3 Tipo de estudio
2.4 Hipótesis
2.5 Población
2.6 Muestra y tipo de muestreo
2.7 Instrumentos de recolección de datos
2.7.1 Cuestionario IPAQ
2.7.2 Medición del IMC
2.8 Procedimientos
Capítulo III: Análisis de datos…………………………………………………………..
3.1 Tablas y figuras
3.1.1 Distribución de niveles de actividad física según sexo
3.1.2 Distribución de índices de masa corporal según sexo
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3.1.3 Asociación entre niveles de actividad física e índice de masa


corporal
3.2 Resultados
3.3 Discusión
Capítulo IV: Conclusiones………………………………………………………….
Bibliografía…………………………………………………………………………..
Anexos
6.1 Anexo IPAQ (International Physical Activity Questionnaire)
6.2 Protocolo de Medición de Peso y Talla
6.3 Prueba de asociación de Chi-cuadrado
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Nómina de abreviaturas

AFMV: actividad física moderada-vigorosa

ECNT: enfermedades crónicas no transmisibles

ENFR: encuesta nacional de factores de riesgo

F.E.F: Facultad de Educación Física

IMC: índice de masa corporal (IMC = peso / talla2)

IPAQ: cuestionario internacional de actividad física (del inglés International


Physical Activity Questionnaire).
IPEF: Instituto Provincial de Educación Física
ISM: Instituto San Miguel

KCAL: kilocaloría

KG: kilogramo

MET: equivalente metabólico (unidad de medida del índice metabólico)

NAF: nivel de actividad física

OMS: Organización Mundial de la Salud.

OPS: Organización Panamericana de la Salud.

UPC: Universidad Provincial de Córdoba

UPV/EHU: Universidad del País Vasco/ Euskal Herriko Unibertsitatea


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Resumen
La presente investigación tuvo como objetivo principal conocer el grado de
relación entre el nivel de actividad física (NAF) y el índice de masa corporal (IMC) en
estudiantes del tercer año de la Facultad de Educación Física de la Universidad
Provincial de Córdoba, Argentina.
Según nuestra hipótesis, cada estudiante de la población que presentara un NAF
entre moderado y alto, debería, en conformidad, presentar un IMC normal.
La población analizada fue de 133 estudiantes de entre 19 y 29 años de edad (M=
21.9; DE= 2); 59 de sexo femenino (M= 21.7; DE= 2) y 74 de sexo masculino (M=21.9;
DE= 2).
Para estimar el NAF se utilizó el cuestionario IPAQ en su versión corta (2002),
del cual se extrae la cantidad de MET –min/semana– de actividad. Para clasificar dichos
resultados y asociarlos al IMC (kg/m²), se siguieron las definiciones de normopeso y
NAF recomendable según la OMS (2010) y el Ministerio de Salud (2017).
Los resultados arrojados disprobaron la hipótesis, ya que se encontraron
numerosos casos de coexistencia entre NAF alto y sobrepeso, o entre un NAF bajo y
normopeso. Esto sugeriría que, aun en una población de estudiantes de Educación Física
avanzados, variables como la alimentación o la presencia de hábitos no saludables son
más determinantes en relación al IMC que los niveles de actividad física.

PALABRAS CLAVES: actividad física, índice de masa corporal, estudiantes


universitarios, educación física.
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Introducción
El estudio de la condición física de la población estudiantil es de particular
relevancia en el ámbito de la salud. El paso por la universidad representa la primera etapa
de formación académica de los futuros profesionales. A su vez, es el comienzo de una
formación que puede tener diferentes modos y tiempos según las posibilidades y
necesidades de cada uno de los estudiantes. Durante el tiempo de formación profesional,
los estudiantes atraviesan cambios en su modo de vida, cambios que impactan en el uso
del tiempo y en su cuerpo. Cabe esperar que la formación profesional no sea homogénea,
por lo puede impactar en cada estudiante de modo diferente.
Esta problemática resulta de especial interés dentro del área de la Educación
Física al ser esta una disciplina que aborda la salud, el deporte y la actividad física en
general. Precisamente, la actividad física (de ahora en más, AF) representa un indicador
elocuente para conocer los niveles de salud y el modo en que los sujetos distribuyen su
tiempo en diferentes actividades a lo largo del día.
La AF es un concepto utilizado de manera amplia en diversos campos
disciplinares. Dado su carácter general y abarcativo, la actividad física es considerado un
parámetro útil dentro del ámbito de la salud y la terapéutica como también en el deporte y
la educación (Vidarte, Claros et al, 2011). Se considera que la AF es una herramienta
adecuada para medir y analizar distintos niveles de salud tanto de un individuo o de un
grupo específico. La AF, por lo tanto, será un insumo clave en este trabajo para abordar
el impacto de la vida universitaria en estudiantes avanzados del profesorado en
Educación Física.
Este trabajo final de Licenciatura se centra fundamentalmente en relevar y
clasificar los niveles de AF y el índice de masa corporal IMC presente en los estudiantes
de tercer año de la Licenciatura en Educación Física de la Facultad de Educación Física
de la Universidad Provincial de Córdoba. A su vez, se indagará acerca de la relación
posible entre ambas variables con el fin de realizar un aporte al área de salud que se
interesa por conocer el impacto de la vida universitaria en la salud física de los
estudiantes.
Existe un conjunto de investigaciones que abordan los niveles de actividad física (o
NAF) de estudiantes universitarios. Dentro del campo de la Educación Física, no
obstante, relacionar estos niveles puede ser relevante para acreditar de manera objetiva
qué impacto tienen los contenidos estudiados en sus alumnos. Este aspecto puede resultar
importante para los estudiantes de Educación Física en función de su doble rol en la
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sociedad en tanto agentes de la salud y educadores. En efecto, estos profesionales son


muchas veces percibidos como “modelos de estilo de vida” (Antoniazzi et al., 2020, p.
261), al mismo tiempo que pueden ejercer un rol determinante en la vida de sus alumnos
ya que su trayecto profesional les provee de herramientas y conocimientos necesarios
para modificar malos hábitos en adultos y jóvenes (Antoniazzi, 2020). Esta investigación
se plantea como un aporte a este campo al ofrecer una muestra de estos estudiantes,
situada geográficamente en la ciudad de Córdoba.
Existen investigaciones de carácter observacional que proponen análisis similares
realizados en países como Chile (Serón et al., 2010), México (De Jesús Saucedo-Molina
et al., 2015) y España (Cocca, et al., 2013). En estos trabajos, los niveles de AF y de IMC
conforman variables ligadas estrechamente a los niveles de salud y de calidad de vida de
los individuos encuestados, donde incluso se llegan a relacionar con el placer de “ser
activo” (Cocca et al., 2013, p. 361). Si recuerdan alguna particularidad de alguno de estos
trabajos que acabamos de citar, sería muy bueno poner una o dos oraciones al respecto :)
En cuanto a investigaciones de este mismo tipo pero realizadas en nuestro país con
estudiantes de Educación Física, se reportan trabajos realizados en Universidad de Flores
(2010), en la Universidad Nacional de La Matanza (Ugidos et al., 2014) y en el Instituto
Provincial de Educación Física (IPEF) y en el Instituto Privado San Miguel (ISM),
ambas en la ciudad de Córdoba (Antoniazzi et al., 2020).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que al menos un 60% de la
población mundial no realiza la AF necesaria para obtener los beneficios de salud que
esta puede ofrecer a sus practicantes. Esto se debe al aumento de los comportamientos
sedentarios durante las actividades laborales y domésticas contemporáneas y al poco
tiempo que se le dedica durante el tiempo de ocio. Particularmente, Argentina ocupa el
puesto 18° entre los veinte países (¿del mundo, de latinoamérica?) en que menos AF se
realiza, con un 41,6% de su población estipulada como sedentaria (OMS, 2010). Este
informe reporta una tendencia hacia la inactividad en mujeres siendo este número del
41,6% y en hombres del 37,6% (2010). Por lo que se puede ver, la AF media ha ido
disminuyendo en los últimos siglos, y especialmente en las últimas décadas, tanto local
como globalmente. Si recuerdan algún antecedente que se centra en latinoamérica o
argentina en cuanto a índices de salud ligados a falta de AF, este sería el lugar ideal para
incluirlo.
En este marco, el presente trabajo de investigación se plantea como objetivo
principal relevar, analizar y relacionar los niveles de actividad física e índices de masa
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corporal de los estudiantes de tercer año de la carrera de Profesorado de Educación Física


de la Universidad Provincial de Córdoba. Con este fin, se propondrá estimar el nivel de
AF de los estudiantes a través del cuestionario IPAQ. Se propondrá determinar, valorar y
comparar el índice de masa corporal de la población evaluada con los parámetros
saludables establecidos por la OMS. Luego se buscarán asociaciones posibles entre los
NAF y el IMC mediante el tratamiento estadístico de las variables.
El cuestionario internacional de actividad física o international physical activity
questionnaire (IPAQ, por sus siglas en inglés) representa una herramienta aceptada a
nivel mundial para el monitoreo de la AF. Se utilizará en esta investigación el
cuestionario IPAQ de formato corto con el fin de acceder a los hábitos físicos de los
estudiantes avanzados del profesorado del FEF. Los datos que este cuestionario arroje
serán luego analizados en función de la puesta a prueba de las hipótesis presentadas en
este trabajo.
La hipótesis principal que guiará el desarrollo de este trabajo establece que los
estudiantes avanzados del profesorado de Educación Física que llegan a tener un nivel
moderado de actividad física, manifestarán a su vez un índice de masa corporal normal.
Estaría bueno acá poner en una oración o dos en que se argumente o sustente esta
afirmación. Con que sea un texto o autor básico, ya basta. Esto se los comento ya que no
vi más delante en el trabajo algún argumento físico o biológico al respecto. De esta
forma, quedaría de entrada bien fundamentada la relación entre AF e IMC :)
En relación a la elección de la población, se parte de la hipótesis secundaria de
que en los años avanzados de la carrera los estudiantes comienzan a relacionarse de una
forma más estrecha con el perfil docente, ya sea por la práctica directa o porque los
contenidos de la currícula permiten llegar a una definición integradora de lo que implica
la actividad física y su enseñanza. En ese sentido, por la propia dimensión ética de esta
práctica, los conocimientos adquiridos durante la formación universitaria deberían
repercutir en la gestión de los propios niveles de actividad física de los estudiantes y en el
conjunto de sus hábitos.
La problemática central de la presente investigación se establece en torno a la
siguiente pregunta: ¿Existe una asociación entre los niveles de actividad física (NAF) y el
índice de masa corporal (IMC) de los estudiantes de tercer año del profesorado de
Educación Física de la Universidad Provincial de Córdoba? En caso de que se logre
validar esta hipótesis, se buscará determinar cuál de dichas variables influye sobre la otra
y de qué modo.
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Conocer el lugar que ocupa la actividad física en la vida de los estudiantes


universitarios del profesorado de Educación Física representa un primer paso para saber
el impacto de los contenidos curriculares con que se forman. A su vez, esta problemática
resulta relevante dado el grado de responsabilidad que los futuros educadores tendrán en
función de los roles que tendrán como agentes de la salud. Esta investigación se
encontrará situada en la ciudad de Córdoba por lo que también representará una muestra
valiosa que aporte datos a un campo de estudios en desarrollo.
Se considera pertinente abordar esta problemática a partir de las recomendaciones
que la OMS establece sobre la actividad física como práctica vinculada a la salud (2010).
Se considera fundamental retomar algunas categorías propuestas por la OMS para
establecer los criterios de salud física que estarán presentes en este trabajo. Esta base será
a su vez complementada con las experiencias y resultados presentes en otras
investigaciones. De este modo, se partirá de los criterios establecidos por la OMS en
cuanto a la relevancia de la AF en la vida cotidiana para luego cotejar estas directivas con
experiencias focalizadas temporal y geográficamente en investigaciones que hayan
indagado en los desafíos que se presentan al estudiar los niveles de actividad física en
grupos específicos.

La presente investigación consta de tres capítulos. En el primer capítulo, se


desarrollarán los conceptos clave con que se abordó esta investigación en función del
marco teórico. Allí se definirá el concepto de actividad física utilizado en sus distintos
niveles y la relación que diversos autores establecen entre NAF y salud. También se
abordarán las causas y consecuencias de la inactividad física, además de abordar la
definición y uso de IMC y su valoración. Por último, se dará cuenta del rol docente del
educador física y los autores que justifican su abordaje como agente de salud. Además,
en este capítulo se justifica la serie de decisiones que determinó a esta población como
factor de muestra.
En el segundo capítulo, se abordará la metodología empleada, el tema, el objetivo
general y los específicos de esta investigación, además de la hipótesis, el diseño
metodológico y las técnicas e instrumentos usados para la recolección de datos.
En el tercer capítulo, se expondrán los resultados obtenidos además de suministrar
las interpretaciones generadas en función del análisis de los datos y la literatura que
sirvió de marco teórico. También se detallarán los límites y fortalezas de esta
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investigación y se sugerirán posibles líneas de investigación para futuros trabajos dentro


del área de interés que se abordó.
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Capítulo I. Marco Teórico

1.1 Actividad Física

1.1.1 Definiciones
En el uso coloquial del término, suele confundirse la actividad física con el ejercicio
propiamente dicho. En esta investigación, se abordará la AF en un sentido más amplio,
de modo que se pueda separarla de aquellas consideraciones que suelen aparecer en el
uso cotidiano del término, definiciones apartadas de la disciplina en cuestión. Este
enfoque permite tener en cuenta en el análisis aspectos comunes del quehacer de la vida
rutinaria desde una perspectiva de salud. De este modo, se considerarán aspectos como el
tiempo de ocio, el desplazamiento físico para cumplir horarios o el tiempo de trabajo,
como factores que pueden repercutir en el NAF de un individuo y, por lo tanto, en su
salud.
Es por esto que se considerará al ejercicio físico como una subcategoría de la
actividad física. Tal como está caracterizada por Vidarte Claros et al (2011), la
especificidad del ejercicio físico radica en ser una “actividad planeada, estructurada y
repetitiva, que tiene como objetivo mejorar o mantener uno o más componentes del
estado físico” (p. 208). Mientras que, por otro lado, la AF da cuenta de un plano mucho
más general del movimiento y consumo de energía en la vida. De este modo, “el nivel
que prosigue a la actividad física es el ejercicio físico, en el cual se incluye un programa
de actividad física que cuenta con objetivos programados y continuos, para los cuales es
necesario la prescripción del ejercicio” (p.206).

La OMS, por su parte, define a la actividad física como “cualquier movimiento


corporal producido por los músculos esqueléticos, con el consiguiente consumo de
energía. Ello incluye las actividades realizadas al trabajar, jugar y viajar, las tareas
domésticas y las actividades recreativas” (2010, página XX). No puede encontrar en
internet el texto de la OMS del cual sacaron esta cita y otras acerca de la OMS. Sería
importante poder citar de la forma más precisa posible el texto y página donde la
organización dice esto.

1.1.2 Niveles
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La OMS (2010) distingue tres niveles de actividad física: alto, moderado o bajo.
Los niveles de AF se determinan en función de la medida del índice metabólico (MET).
Los MET muestran los requerimientos energéticos en relación al tiempo de realización de
una actividad física. Estos valores sirven como indicadores del modo de vida de los
individuos y resultan sumamente útiles como primer diagnóstico al momento de abordar
niveles de salud. Los tres niveles de AF se definen de la siguiente manera:

- Alta: el sujeto reporta un mínimo de 3000 MET min/ semana de actividad


combinada de moderada o alta intensidad, esto es, consigue actividad vigorosa que
alcanza los 1500 MET-min/ semana.
- Moderada: el sujeto reporta un mínimo de tres días de actividad física vigorosa
en un tiempo de 20 minutos, logran cinco o más días de combinación de caminatas con
actividad vigorosa y alcanza un mínimo de 600 MET min/semana.
- Baja: el sujeto no llega a cumplir más de 600 MET-min/semana.

Aquellos sujetos que reportan valores por debajo de 600 MET-min/semana y seis
horas o más horas sentados se los considera como sedentarios (OMS, 2010), término que
proviene del adjetivo latino sedentarius, y referire a quien permanecer o trabajar
sentado1. A su vez, en términos de gasto energético, una persona es considerada
sedentaria cuando “no aumenta más del 10% la energía que gasta en reposo
(metabolismo basal)” (Vidarte Claros et.al, 2011, p.211).
Asimismo, se ha demostrado que realizar actividad física de manera regular
promueve cambios significados que influyen positivamente en aspectos relacionados con
la calidad de vida y la integridad física de los sujetos (2011, p. XXX).
Tomando los diferentes valores, la OMS (2010) recomienda, específicamente para
el grupo etario estudiado, un mínimo de 150 minutos semanales de práctica de actividad
física aeróbica de intensidad moderada, o bien 75 minutos de actividad física aeróbica
vigorosa cada semana, o una combinación equivalente de actividades moderadas y
vigorosas.
A fin de obtener aún mayores beneficios para la salud, se recomienda que las
personas adultas aumenten hasta 30 minutos por semana la práctica de actividad física
moderada aeróbica, o bien hasta 150 minutos semanales de actividad física intensa
aeróbica, o una combinación equivalente de actividad moderada y vigorosa.
1 Gómez de Silva, Guido (2011) Breve diccionario etimológico de la lengua española.
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Estas recomendaciones representan consejos o sugerencias de base, posibles de ser


incorporadas por los adultos sanos de 18 a 64 años, salvo para aquellos que sufren de
dolencias médicas o condiciones físicas limitantes. Las recomendaciones son también
válidas para todos los adultos independientemente de su sexo, raza, origen étnico o nivel
de ingresos.
La OMS recomienda este margen mínimo de AF en un contexto actual cuyo
diagnóstico resulta preocupante. En efecto, la inactividad física se hace cada vez más
presente en las sociedades actuales: al menos un 60% de la población mundial no realiza
la actividad física necesaria para obtener los beneficios para la salud que esta garantiza
tras su práctica. Esto se debe en parte al insuficiente tiempo que ocupa el movimiento
físico sostenido y los deportes durante el día a día de las personas, además del aumento
de los comportamiento sedentarios durante las actividades laborales y domésticas.
Estas recomendaciones son planteadas ya que existe actualmente una disminución
en los niveles de actividad física. Los niveles bajos o decrecientes de actividad física se
deben parcialmente a la inacción durante el tiempo de ocio y al sedentarismo que pasa a
ocupar gran parte de la vida humana. Del mismo modo, el mayor uso de medios de
transporte pasivos también contribuye a una insuficiente actividad física.
En la Argentina, la actividad física insuficiente tiene una elevada prevalencia según
Ferrante et al. (Farinola, 2013) (Esta forma de citado es correcta sólo en caso de que
están citando un texto que no pudieron encontrar y solo lo vieron en Farinola, 2003.). En
tal caso, agregar página de la cita. . Los niveles actuales de inactividad física se han
conformado y densificado especialmente en las últimas décadas, tanto a nivel local como
global, tal como afirma Turconi y Cena (citado por en Farinola, 2013) Idem sugerencia
anterior. Se establece así que hubo una prevalencia de actividad física baja de 54,9%, las
cuales representan un 18% más que las registradas en 2005 que fueron del 46,2% de la
población urbana de todo el país (Esta última aclaración geográfica confunde un poco
¿Se encuestó sólo a la población urbana y no a la rural? En tal cosa, escribir del siguiente
modo: “De la población urbana de todo el país, se establece que la prevalencia de AF
baja de…”. Dichos datos fueron relevados por el Ministerio de Salud de la Nación en el
año 2009 a través de una Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) (Farinola,
2012).
Si bien los artículos que abordan el estudio de la AF, establecen que su bajo nivel
en estudiantes universitarios se hace presente en la gran mayoría de esta población, es
necesario mencionar los diferentes trabajos de investigación llevados a cabo en distintas
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Universidades tales como la de Flores (2012), Universidad de Extremadura (2015),


Universidad de Colima (2013), Universidad de la Matanza (2014), Universidad Federal
Brasileña (2015), Universidad Provincial de Córdoba (2018), como base teórica para
profundizar el estudio de los resultados de esta investigación. Cuidado con solo
mencionar estos trabajos. Sería oportuno en el desarrollo de la investigación dedicarle,
por lo menos , un párrafo a cada uno, estableciendo sus particularidades.

1.1.3 Causas y efectos de la inactividad física

La disminución de la actividad física en la actualidad se produce debido al “proceso


de transformación cultural que ha ocurrido en la mayoría de los países desarrollados y
que se está consolidando en los países en vías de desarrollo” Turconi & Cena, 2007
(citado por Farinola 2012, p.4) Idem . En Argentina, esto tiene una elevada prevalencia:
según el Ministerio de Salud de la República Argentina, los desplazamientos y la
creciente urbanización trajeron como consecuencia una escasez cada vez mayor y notable
de actividad física. (Año y número de página del texto o artículo de donde extraen esta
cita). En concordancia con esto, Farinola (2012) sostiene que cada vez más situaciones
de la vida cotidiana se llevan a cabo estando sentados, como por ejemplo transportarnos,
trabajar, estudiar, o incluso hacer las compras vía internet. A su vez, el tiempo que las
personas permanecen sentadas está asociado inversamente con algunos componentes de
la salud Estaría bueno desarrollar esto un poquito, decir cómo afecta a la salud o en qué
factores (p. 6).
Un aspecto de base en el que coinciden tanto investigadores y organizaciones hasta
aquí citados es que la falta de actividad física en la forma de vida moderna tiende
complejizar otras variables de por sí delicadas como son los índices de prevalencia en
enfermedades no transmisibles (como son hipertensión, obesidad o diabetes) (Antoniazzi,
2020, p. 261)
Otros factores, como son los bajos índices de urbanización -en función de la
cantidad y calidad de como parques, plazas o espacios verdes en las grandes ciudades-
pueden alistarse como desalentadores para mantenerse activos. Si están citando a algún
autor (sería lo recomendable en esta sección del trabajo), agragar año y número de página
del texto publicado)
16

Numerosas investigaciones establecen que el ingreso de los jóvenes a las


universidades marca un rotundo cambio en sus vidas, haciendo que los niveles de
actividad física bajen. En cuanto ello Salazar et. al. (2013) o Guilherme da Silva
Gasparotto (2015), establecen que los estudiantes universitarios comienzan a darle más
importancia al estudio y a las reuniones sociales en esta etapa de su vida. Paralelamente,
un elevado porcentaje de ellos no se alimenta de forma adecuada o tienen que vivir solos,
por lo que en la mayoría de los casos el tiempo dedicado a la alimentación sana o de AF
queda relegado por otras responsabilidades. Este conjunto de factores redunda en una
práctica baja o poco intensa de la actividad física.
Como establece Salazar et al. (2013), este tipo de población suele incorporar una
serie de hábitos alejados de las recomendaciones que desde la práctica médica son
usuales:

Entre los estudiantes universitarios, las conductas de riesgo son muy frecuentes en un estilo de
vida caracterizado por hábitos alimenticios deficiente, pocas horas de sueño, sedentarismo,
consumo excesivo tanto de alcohol como de tabaco y exposición a altos niveles de estrés durante
los años de estudio (p.571)

Investigadores como Espinoza (2011) delimitaron los riesgos de adopción de


hábitos insalubres en la transición de los jóvenes adolescentes al ingresar en la adultez.
Este autor expuso que los estudiantes pasan de una rutina regular de actividad física a
nivel escolar a una rutina cargada de inactividad física típica de la vida universitaria, que
finalmente se refleja en hábitos de vida poco saludables en la vida adulta profesional
(2011, p.458). Se destaca en este diagnóstico, la labor docente en los años de escolaridad,
dado que el acceso a las clases de Educación Física forma parte de los primeros
acercamientos a AF desde el ejercicio físico.
En este sentido, Cocca et al. (2013), en un estudio realizado en la ciudad de
Granada, España con jóvenes adultos de 18 a 25 años, diagnostican que la actividad física
en esta etapa podría verse reemplazada por diferentes estímulos externos como la
necesidad de vincularse con nuevos grupos sociales, por los modelos que la sociedad
impone a los jóvenes adultos, o la necesidad de reducir el estrés que provoca la vida
académica (p.368).
Estas investigaciones dan cuenta de la relación entre el tiempo y la calidad que
ocupa la AF en la vida de estudiantes universitarios -más allá de la carrera que estudien-
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(Corroboren si esta afirmación es acertada o si algún autor de los nombrados establece


diferencias entre carreras y AF) y sus niveles de salud. Pero, ¿qué es lo que ocurre con
estudiantes vinculados curricularmente a la actividad física, como es el caso de la
Educación Física?
Como veremos más adelante, al estar los estudiantes del profesorado de Educación
Física en contacto con la práctica, el estudio y el entrenamiento físico, al considerarse
estos conocimientos parte fundamental de su formación, se puede afirmar que la relación
entre estos estudiantes y la AF es cuanti y cualitativamente mayor . Acá podría ir muy
bien el tiempo que dedican los estudiantes de educación física a la AF a lo largo del
profesorado en comparación con otras carreras ligadas a la salud. También pueden
comparar con otras profesorados fuera de Córdoba -dentro y fuera del país-, cuál es el
tiempo medio en general, o cuánto varía esto en otras instituciones terciarias o de
licenciatura. Pueden diferenciar también entre horas cátedra de materias pedagógicas y
materias puramente físicas (si es que existe esta diferencia)
En el apartado 1.3.2, se desarrollará con mayor profundidad este punto en función
del abordaje del egresado en Educación Física en función tanto de su rol docente como
de agente de salud. Sin embargo, se considera necesario antes de avanzar sobre este
punto exponer otro de los parámetro con el que sea realizará la medición de la población
elegida, esto es, el índice de masa corporal (IMC).

1.2. Índice de Masa Corporal

1.2.1. Definición conceptual

Además de constatar el NAF, en este estudio se buscará determinar el índice de


masa corporal que cada sujeto posee en relación con su peso. El Ministerio de Salud de la
Nación Argentina, define el IMC como la relación entre el peso y la altura. El IMC sirve
como parámetro para identificar el sobrepeso y la obesidad en adultos. Este se calcula
dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2)
(Ministerio de Salud, 2017)
El IMC proporciona la medida más simple de sobrepeso y obesidad ya que es la
misma para abordar ambos sexos y adultos de todas las edades. De todas formas, vamos a
considerarla como un primer valor aproximativo ya que puede no corresponderse con el
mismo nivel de grosor en diferentes personas (Si están diciendo que este parámetro
18

podría resultar discutible dada las diferencias anatómicas o cualquier índole en los
individuos a medir, sería oportuno citar a algún autor que valide su decisión. También
podría ser necesario aclarar esto en las conclusiones). Es por eso que esta variable será
dependiente en el análisis posterior. (¿Esto quiere decir que el IMC depende del AF? En
tal caso, guardaría esta afirmación para las conclusiones)

1.2.2 Valoración
La OMS recomienda el uso de una tabla de hábitos saludables en donde es posible
obtener un registro de la masa corporal de un individuo en relación al peso y la talla.
Vamos a utilizar esta tabla para una categorización de rigor de los sujetos de estudio.
La misma asegura que un IMC con valores por debajo de 18,5
refiere a un estado nutricional de bajo peso. Asimismo, aquel
resultado que arroje un valor entre 18,5 y 24,9 será categorizado
dentro de un peso normal. Si por el contrario, el valor logra ser
igual o superior a 25 (≥25), será considerado como sobrepeso. Si
el valor obtenido es igual o superior a 30 (≥ 30) la categoría
correspondiente es obesidad clase I, si supera 35,0, Clase II y
más de 40,0, clase III. De esta forma, se puede obtener un primer
valor para la evaluación de los peligros que están ligados tanto
al exceso como a la deficiencia de peso en adultos (Ministerio
de Salud, 2017).

Tabla 1. Índice de Masa Corporal

IMC Estado nutricional

Por debajo de 18.5 Bajo peso

18.5–24.9 Peso Normal

25.0–29.9 Sobrepeso

30.0–34.9 Obesidad clase I


19

35.0–39.9 Obesidad clase II

Above 40 Obesidad clase III

Nota. Recuperado de (IMC, 2017) Si esto lo sacaron del artículo del Ministerio de
Salud, estaría de más esta aclaración al pie de la tabla.

Tanto la clasificación del nivel de actividad física que cada estudiante exponga y
su ubicación en la tabla de IMC, permitirá crear asociaciones entre ambas variables.
Cuestión que dejará expuesto si existe una asociación directa y unidireccional, o si
excepcionalmente, puede exponerse una dispersión del resultado.
Sería muy recomendable que acá expongan porqué eligieron el IMC entre otras
variables. Esto lo sugiero porque no encontré ningún argumento que respalde esta
elección. No se preocupe, pueden buscar algún otro trabajo y fundamentar de la misma
manera; mientras más conciso y claro sea su fundamentación, mejor.

1.3 Educación Física y actividad física

1.3.1 Relación entre actividad física y salud

La OMS define a la salud como un estado de bienestar físico, mental y social


completo, y no meramente la ausencia del mal o la enfermedad (2010). Teniendo en
cuenta esto, es importante mencionar que existen algunos principios nombrados por la
OMS (¿Esta cita de los puntos está en el mismo texto de 2010?) que dan cuenta cuales
son los aspectos de la salud que deben estar garantizados por los Estados para lograr
buenas condiciones de salubridad para los territorios.

● La salud de todos los pueblos es una condición fundamental para lograr la paz y la
seguridad y depende de la más amplia cooperación de las personas y de los Estados.
● Los resultados alcanzados por cada Estado en el fomento y protección de la salud son
valiosos para todos.
● La desigualdad de los diversos países en lo relativo al fomento de la salud y el control de
las enfermedades, sobre todo las transmisibles, constituye un peligro común.
● Los gobiernos tienen la responsabilidad de garantizar la salud de sus pueblos, la cual solo
puede ser cumplida mediante la adopción de medidas sanitarias y sociales adecuadas.
(OMS, 2010)
20

A mediados de siglo XX (si recuerdan qué autor decía esto, sería recomendable que
aquí lo citen), la OMS estableció que la noción de bienestar humano debía integrar y a la
vez trascender la salud física. En su nueva perspectiva, esta conceptualización debía
comprender el entorno o contexto que rodea y determina a las personas. Esto también es
sostenido por la Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2017), que determina que
la salud se encuentra afectada de forma directa por el ambiente que rodea a las personas.

Esta definición resulta ser parte de la evolución conceptual que se mencionó


anteriormente, que en un principio era entendida como “la vida en el silencio de los
órganos” (Leidiche, 1937), y algunos años más tarde fue mutando al concepto de
“ausencia de enfermedades biológicas”, noción que perduró mucho tiempo, pero del cual
no se encuentran evidencias de quién fue el promulgador de dicha definición. No logré
anclar estos datos que aquí ponen. Recomendaría que directamente los saquen, en su
defecto citen directamente un párrafo conciso y largo en función de la definición de
bienestar del que están hablando.

En este sentido fuertemente contextual que la salud y el bienestar humanos pueden


ser desagregados en diferentes componentes, tales como: el estado de adaptación al
medio (biológico y sociocultural), el estado fisiológico de equilibrio, el equilibrio entre la
forma y la función del organismo (alimentación), y la perspectiva biológica y social
(relaciones familiares, hábitos) (¿De qué autor serín estos componentes?).
En este contexto, la actividad física aparece como un factor de suma relevancia en
lo que respecta a la salud, posible de ser ofrecida por parte de las instituciones médicas, e
incluso abordada como un derecho humano y una responsabilidad por parte de los
Estados en proporcionarla.
La AF, en este sentido, puede formar parte de una política de desarrollo de acciones
concretas desde las áreas de salud pública. Vidarte Claros et al. (2011) advierten que las
estrategias de promoción de la salud deben tener en consideración no solo el componente
biológico los pacientes, sino también la realidad social y cultural de los mismos ya que
estos factores también condicionan los procesos de crecimiento y desarrollo de las
personas (p. 207).
21

Es así que Farinola (2012), en función de los resultados de su investigación, afirma


que los niveles altos de actividad física, es decir que superen los indicadores marcados
por la OMS, se relacionan directamente con un buen estado de salud. Aunque en su
afirmación no se detiene a analizar cuáles son los beneficios para la salud que poseen los
estudiantes que alcanzan los altos niveles de actividad física. Si van a dejar esta
afirmación, recomendaría que lo hagan solo si complementan con otro autor justamente
cuáles serían estos beneficios. En caso contrario, esta oración restaría importancia al
estudio que citan
La promoción de la salud se ancla en la actividad física como una herramienta
eficiente para optimizar los procesos relacionados con la disminución de enfermedades
de factores de riesgo. Por ello es considerada hoy uno de los aspectos más importantes
para poder llevar una vida saludable. (¿Esto es una cita? En tal caso, apellido y año de
publicación)
Por estas razones, la existencia de una relación directa entre la cantidad de
actividad física y los beneficios para la salud resulta un fundamento de base para abordar
nuestra problemática. Vidarte Claros et al. (2011) valora la importancia de la
incorporación del profesor como agente de salud estableciendo que la actividad física trae
consigo mucho más que beneficios en los niveles biológicos o cognitivos. Además de ser
eficiente para contrarrestar los “procesos relacionados con la disminución de factores de
riesgo inherentes al sedentarismo” (p. 204), la AF también funciona como una
intervención efectiva que mejora la autopercepción del paciente y los niveles de
satisfacción de las necesidades individuales o un colectivo.
Este enfoque abre la posibilidad al trabajo interdisciplinar para un abordaje en
conjunto entre los profesionales de la salud con los profesores de Educación Física,
quienes puedan asumir el papel de agentes de salud. Esta afirmación podría funcionar
mucho mejor en las conclusiones ya que en el cuerpo de la investigación no hacen un
cruce entre disciplinas.

1.3.2 Rol docente y agentes de salud

Habiéndose expuesto la estrecha relación entre salud y AF, este apartado se


centrará en definir el papel del profesor de Educación Física (de ahora en más, EF).
Como ya se anticipó, este trabajo aborda el perfil del profesor egresado de la FEF desde
un su doble rol de pedagogo como de agente de la salud. Este segundo aspecto, le
22

confiere al profesor de EF la responsabilidad de actividades tales como la prevención,


concientización y enseñanza para una futura autonomía de las personas que pasen por su
rango de acción.

Entre estos párrafos, les sugiero que citen la definición más concreta, corta y clara que
puedan encontrar de “agente de salud”. Como para primero definir en abstracto y luego
se lo puedo ligar en concreto con la EF.

Son varios los autores que abogan por la incorporación del profesor como agente de
salud (¿En qué ámbito: colegios, universidad, centros de salud?) ya que la AF se vincula
a la salud en tanto estrategia efectiva que permite mejorar la autopercepción, además de
beneficios en un plano holístico (como son los aspectos biológicos, psicosociales y
cognitivos). Sus intervenciones pueden resultar herramientas efectivas para mejorar la
calidad de vida de la población (Vidarte Claros, 2011, p. 212). Por su parte, Cocca et al.
(2013) consideran que el docente de EF no solo se encuentra capacitado para dirigir
equipos deportivos o realizar actividades en el ámbito social como son las prácticas
recreativas, sino que también puede ocupar el papel de educador en la promoción de la
práctica de AF. Este último punto resulta fundamental puesto que son ellos los que
conocen los modos de crear un clima motivacional positivo que les permita al alumnado
sentir el placer por la práctica física, al mismo tiempo que les transmita la importancia de
la misma para el cuidado y mantenimiento de su salud a lo largo de sus vidas (2013, p.
368).

En este sentido, el docente de EF debe cumplir con tres puntos fundamentales:


ofrecer al alumnado modelos de referencia saludables, favorecer su independencia del
medio y su capacidad para influir sobre él y contribuir a la adopción de estilos de vida
saludables. Para ello es de suma importancia poseer una predisposición activa. Esto
aportará una suma de experiencias o vivencias que contribuyan a la construcción de un
sujeto social sano y al desarrollo de patrones motores intencionales que conforman la
base de la interacción de los individuos (Vidarte Claros et al., 2011).
Estas conductas y conocimientos sobre la salud van a ser transmitidas en su
ejercicio de la profesión en cualquier ámbito (ya sea estos espacios la facultad, escuela,
gimnasio o club), ya que “si logran adquirir un estilo de vida activo, además de
beneficiarse a sí mismos, harían más creíbles sus intervenciones tendientes a aumentar el
nivel de actividad física de las personas con las que interactúen” (Frank et al. 2008).
23

Como se viene exponiendo, el trabajo del educador físico no consta solo en


desempeñarse como docente, es decir, planificar, intervenir y evaluar procesos de
enseñanza y aprendizaje en los alumnos. El profesor de EF, además, se encuentra en un
lugar privilegiado como observador de los niveles de AF y de los hábitos saludables de
sus estudiantes, aspecto clave de su rol como agente de salud.
Hasta aquí se han expuesto las principales razones por las cuales se recomienda que
el futuro docente de EF mantenga un ritmo de vida físicamente activo en función de
garantizar intervenciones efectivas, a la altura de demandas concretas que tendrá en su
trayecto profesional. El abordaje del docente en tanto agente de la salud “explicita las
demandas sociales y culturales que la sociedad tiene y espera del sistema educativo. Los
conocimientos, actitudes y valores que considera necesarios para socializar a los alumnos
y para que asimilen su patrimonio personal” (Vilchez Barroso, 2007).
Así es que, en función de los requerimientos a nivel teóricos que se espera o
sugiere por parte de los educadores físicas en tanto agentes de salud, se plantea la
hipótesis de esta investigación. Si, como se suguirió a lo largo de este capítuclo, el
docente de EF debe ser físicamente activo para un máximo rendimiento en sus prácticas
profesionales y un buen desempeño de la funcionalidad como agente de salud, resulta de
especial interes indagar acerca de los valores que cumplen estudiantes avanzados del
profesorado en EF.
A continuación, se pasará a

1.3.3. Elección poblacional

Los estudiantes universitarios constituyen una población de relevancia e interés


para la realización de estudios de bienestar y salud (Reig Ferrer et al., 2001, p.9) y
estudiar este colectivo tiene ventajas ya que son un grupo poblacional accesible y
homogéneo que se puede identificar y acceder con facilidad y además de que ocupan una
posición significativa en la vida pública.
Como se expuso en el subcapítulo 1.1.2, los antecedentes convocados en este
trabajo de investigación dan cuenta que la medición de la actividad física en estudiantes
univesitarioas avanzados se ha desarrollado en diferentes universidades del mundo. Sin
embargo, solo en algunos trabajos se da cuenta del campo disciplinar de la Educación
24

Física (acá se los podría nombrar, incluso entre paréntesis), espacio en el cual esta
invetigacion busca indagar y a la vez hacer su aporter.
Los estudiantes que se encuentran cerca de concluir sus estudios para convertirse
en docentes y que ocupan espacios de formación teniendo a cargo alumnos y alumnas de
distintos niveles y edades (¿Esto ocurre efectivamente en los alumnos de 3er año? Seria
un aporte buenísmo al proyecto poner en qué año y materia tienen a su cargo alumnos.
¿Tiene alguna prueba o experciena pedagógica previa a convertitrse en docentes?)están
relacionados con la salud y el bienestar general, como se viene exponiendo. Y es ahí que
adquiere relevancia este trabajo, donde se analizan estudiantes de tercer año, ya que de
los cuatro años que dura la carrera es en los últimos donde los estudiantes comienzan a
tener conciencia de lo que representa ser docente (¿Esto lo dicen ya que hay materias
pedagógicas a partir de este año? En tal caso, sumen y describan brevemente el nombre
de esas materias en un pequeño párrafo). Los estudiantes de tercer año se encuentran en
un rango etario promedio entre 19 y 29 años aproximadamente y cursan regularmente
todas las horas cátedras de ese año (Pudieron relevar este dato? Si lo tiene, sería muy
bueno incorporar el tiempo reloj de cursado promedio. En caso de que no, sería mejor
cambiar el modo en que se hace esta afirmación). A continuación, se pasrá a describir las
principales razones por las cuales se decidió obtener una muestra para la investigación en
este año en específico de los estudiantes de EF de la UPC.
En primer lugar, se estima que después de los dos primeros años de la formación se
comienza a formar el perfil docente. Recuerden agregan qué materias tiene perfil
pedagíco en la carrera, sino directamente saquen esta afirmación
Por otro lado, dado el alto nivel de deserción estudiantil en los primeros años de la
estapa universitaria, el valor de nuestra muestra podría referir de modo más preciso a la
porción de estudiantes que efectivamente llegará a recibirse en EF. Un estudio realizado
en el Profesorado Universitario en Educación Física de la UNLu Delegación San
Fernando, registró que existe un elevado porcentaje de deserción estudiantil
principalmente durante los dos primeros años de estudio (Cattaneo, 2012). Además, este
estudio asegura que “este fenómeno no es privativo de la UNLu, ni de las universidades
públicas argentinas, sino que es mundial” (p.78). Al ingresar, los estudiantes tienen como
edad mínima 17 años, y “esta nueva etapa de su formación experimenta una serie de
cambios en relación a la escuela media y se encuentran con nuevas exigencias referidas a
normas institucionales y culturales, así como a pautas académicas propias de la vida
universitaria” (Cattaneo, 2012, p.8). Según esta investigación, en esa etapa hay un
25

segmento de estudiantes que no alcanzan el nivel de utilización de estrategias requeridas


para mejorar la calidad de sus estudios. A su vez, el estudio advierte que los estudiantes
que continúan estudiando luego de los primeros años, asumen el estudio como su
proyecto vocacional y vinculan con objetivos de autorrealización personal. Por estas
razones, se consideró pertinente descartar como muestra para nuestra investigación al
alumnado que corresponde a los primeros de la carrera.
En segundo lugar, se encuentra aceptado en la literatura que aborda la AF en la
población universitaria que esta práctica disminuye al comienzo de los estudios
universitarios (Nera et al., 2015). La transición a la edad adulta marca un periodo crítico
de la vida en lo que respecta a los hábitos relacionados a la salud. A su vez, además de
disminuir la práctica de AF, aumenta el consumo de alcohol y tabaco en los estudiantes
de los primeros años (p.1226).

A pesar de tener una carga horaria alta de actividad física en cada año de estudio
(Especificar cuantas horas son en cada año), los primeros cuentan con pocas asignaturas
sobre conocimientos en relación a actividad física y la salud. Es por esto que el
estudiantado no se encuentra formado el sentido del rol docente en relación a los
beneficios de la AF, por lo que su aproximación a la EF se ve limitada a la práctica física
en un sentido performativos.
En efecto, el plan de estudio de la UPC, las únicas unidades curriculares sobre AF
y salud son Fundamentos biológicos del Movimiento Humano I y II, que se cursan
durante los primeros dos años. Durante esta etapa, “los jóvenes universitarios perciben
los beneficios de la actividad física, pero en ocasiones estos no son suficientes para
derribar barreras que impiden su práctica como: la exigencia académica, la falta de
tiempo, el cansancio o la vergüenza” (Nera et al., 2015, p.1226)
Al ingresar a tercer año, el plan de estudio ofrece asignaturas tales como
Educación Física adaptada, Fundamentos biológicos del movimiento humano III y
Educación Física en las modalidades del sistema educativo I. En estas materias,
respectivamente, se adquieren conocimientos sobre patologías, salud y la importancia de
la actividad física, además de conocimientos sobre anatomía y sistemas del cuerpo
humano y, por último, las diferentes modalidades del docente de EF en el ámbito escolar.
Aquí es donde se podría afirmar que la oferta de conocimientos curriculares logra
ampliar la visión sobre la disciplina y se comienzan a aportar saberes en cuanto a la salud
ya que se capacitado al estudiantado para ejercer el rol de agente de salud.
26

Cuando acredite toda la carrera, según la página oficial de la UPC-FEF, los


profesores egresados de Educación Física estarán capacitados para desempeñar las
siguientes actividades laborales:
● Proyectar, implementar y evaluar programas de actualización y capacitación
vinculados a la Educación Física.
● Integrar equipos interdisciplinarios de educación, desarrollo social, recreación,
deporte y salud.
● Producir y sistematizar conocimientos que colaboren con la mejora de la enseñanza
de la Educación Física en el ámbito escolar y no escolar

En efecto, y tal como lo afirman autores como Farinola (2012), el profesor de


Educación Física ocupa un lugar privilegiado ya que es quien realiza las planificaciones y
selecciona las actividades que se llevan a cabo en las clases, pero además porque desde
esa ubicación puede motivar a sus alumnos a que sean participantes de actividades físicas
fuera de la escuela (p.18). Por esta razón y por lo expuesto en el apartado 4.1, es que se
decidió analizar a sujetos de esa edad y que cursen tercer año de la carrera.
Al momento de realizar esta investigación, resultaron escasos los datos registrados
en cuanto a los NAF de estudiantes terciarios o universitarios de otras instituciones de la
provincia de Córdoba. Este aspecto representa, por un lado, una desventaja al no permitir
cotejar y sumar a la investigación los datos relevados en otro trabajos . Por lo tanto, la
experiencia aquí reportada resulta susceptible de ser ajustada en algunas de sus variables
de análisis como son el modo de recolección de datos o las herramientas utilizadas. En
este sentido, esta investigación cuenta con datos precisos pero no pueden ser
extrapolados a los fines de hacer un diagnóstico más general en cuanto a la condición de
los profesores de EF. De todas formas, un estudio de estas características está por fuera
de los esperado para un trabajo final de profesora; lo que aquí se presente es un primer
acercamiento para posibles estudios posteriores en cuanto a los niveles de AF e IMC y
los niveles de aprehensión y aplicación de los conocimientos curriculares ofrecidos a los
alumnos. Estos aspectos representan la fortaleza de esta investigación al realizar un
aporte a un campo, no ya en formación, pero sí en gran medida vacante al reportarse sólo
un trabajo con objetivos similares.
27

Capítulo II: Metodología

2.1 Tema

Relación entre el nivel de actividad física e índice de masa corporal en estudiantes


avanzados del profesorado de Educación Física.

2.2 Línea de investigación

Formación en Educación Física, salud y calidad de vida.

2.3 Problema

¿Cuál es la relación que existe entre los niveles de actividad física (NAF) y el
índice de masa corporal (IMC) de los estudiantes de tercer año de la Facultad de
Educación Física de Córdoba?

En caso de que se pueda comprobar la existencia de una relación entre ambas


variables, ¿cómo se relaciona esto con la formación de los futuros profesores en
Educación Física? Podemos dejar esta sub-pregunta sólo en caso de que sea
respondida a lo largo de la investigación o que figure en las conclusiones en función
de los resultados

2.4 Objetivo general


- Conocer el impacto de la formación en el profesorado de Educación física en los
niveles de salud de sus estudiantes avanzados.

2.5 Objetivos específicos


28

- Recabar los niveles de actividad física y los índices de masa corporal de los
estudiantes de tercer año del profesorado de Educación Física de la Facultad de
Educación Física de la Universidad Provincial de Córdoba.
- Contrastar y analizar el IMC de la población relevada con los parámetros
propuestos por la OMS.
- Establecer relaciones entre la AF y el IMC relevado en función de la hipótesis
propuesta.
- Asociar los NAF y el IMC mediante el tratamiento estadístico de las variables.

2.6 Hipótesis
Los estudiantes avanzados del profesorado de Educación Física de tercer año que
logran o superan un nivel moderado de actividad física, manifiestan un índice de masa
corporal normal.

2.7 Tipo de estudio

La investigación realizada es de tipo correlacional, de corte transversal, en donde


se recabaron los datos concernientes a dos variables: nivel de actividad física e índice de
masa corporal. Luego se buscó establecer si había o no una relación entre ambas
variables.

El trabajo realizado se enmarca dentro de un diseño cuantitativo, no probabilistico


y no experimental. Los sujetos que participaron, en este caso estudiantes, lo hicieron por
voluntad propia y suministraron los datos requeridos en una encuesta. Cabe aclarar que
los estudiantes no fueron expuestos a estímulos o condiciones particulares, sino que solo
se les solicitó información acerca de sus hábitos de vida, además de medirles los datos
necesarios para acceder a su IMC. Mediante el análisis estadístico y la correlación de los
datos obtenidos se buscó establecer pautas de comportamiento entre las dos variables, y
de este modo probar o disprobar la hipótesis.

El cuestionario utilizado fue el IPAQ en su versión corta de siete preguntas. Este


contiene una serie de ítems donde el encuestado debe dar cuenta de los días y horas
dedicadas durante la semana a la actividad física.
29

2.8 Población y muestra

Durante el año 2018, el total de estudiantes de tercer año del profesorado de


Educación física de la UPC fue de 338. (Sería recomendable que acá agregue la fecha en
que empezó y/o terminó el muestreo de la población en cuestión. No es absolutamente
necesario, pero me parece que sumaría al estudio poder fechar de modo preciso cuándo
fue el relevamiento de datos. Podría ser así: “El muestreo de la población se llevó a acabo
desde a partir del mes X hasta el mes X del año 2018”). Del total, 133 participaron de
esta investigación, siendo hombres y mujeres de 19 a 29 años (M = 21.9; DE =2), 44,6%
de sexo femenino (M= 21.7; DE= 2) y 55,4% masculino (M=21.9; DE= 2).

En función de obtener una muestra fidedigna de la población de estudiantes, se


establecieron los siguientes criterios de exclusión de la muestra final. Por un lado, del
total de la muestra tomada, tres encuestas fueron apartadas ya que se encontraron
incongruencias en los datos suministrados debido a errores en las respuestas del
cuestionario e inconsistencia en los resultados. Por otro lado, también quedaron fuera de
la muestra sujetos que ingresaban en las siguientes características: mujeres con
embarazos de más de 10 semanas o en etapa de amamantamiento, estudiantes que
hubieran estado de campamentos la semana previa y estudiantes que tuviesen una lesión
física o se encontraran en recuperación. Se consideró pertinente realizar estas distinciones
con el fin de acceder a una muestra fidedigna de los hábitos de vida del estudiantado y así
eludir datos que correspondan a estudiantes cuyos metabolismo o modo de vida se
encuentre alterado al momento de la encuesta por razones excepcionales.

La característica común que aúna al sujeto encuestado es la de ser un estudiante


avanzado de Educación Física de la FEF en la UPC. Estos son estudiantes de 3° año de la
Institución, alumnos regulares de al menos un espacio curricular del año 2018 ya sea en
el turno mañana o tarde, de cualquier comisión (AM, BM, CM, DM, EM, HT, IT, JT,
KT, LT).

Se consideró pertinente abordar a los estudiantes que se encontraban en el 3er año


de la carrera de EF ya que, dado el grado de deserción propios citados anteriormente,
además de la relación intrínseca de los contenidos de EF con el cuerpo y la salud,
30

podíamos buscar y relacionar datos sobre el impacto de los conocimientos adquiridos en


los hábitos de vida de los estudiantes.

Para obtener una base de datos significativa de la población elegida, primero se


presentó una nota a la decana (agregar nombre y título de la decana) de la institución,
solicitando el correspondiente permiso para poder realizar los cuestionarios y medir en
peso y talla a los alumnos. También se tomó contacto con cada docente a cargo de un
espacio curricular en el cual se produjera la recolección de datos. Se les propuso a los
docentes retirar de su curso a cinco alumnos por vez. Tras obtener estos permisos, se
difundió la propuesta en ambos turnos (mañana y tarde), plasmando el interés de la
investigación y explicando de forma clara y concisa los procedimientos a realizar. A su
vez, los alumnos que participaron de la encuesta, lo hicieron de modo voluntario.
(Aportaría mayor claridad a la metodología si explican cómo hicieron la difusión (si
colgaron carteles, enviaron mails, pidieron a los profes que difundan la propuesta, etc.)
Con una sola oración aclarando esto, bastaría.)
Los datos relevados fueron obtenidos durante el transcurso de dos semanas
durante en ambos turnos (Ingresa fechas en que se realizó esta actividad, si las tiene
registradas). El cuestionario se administró de manera grupal por encuestadoras
capacitadas (¿Esto significa que participaron personas ajenas al grupo que hizo la
investigación? Esta oración da esa impresión). Se explicó a los alumnos la manera de
completar el cuestionario y se advirtió acerca de las dificultades más frecuentes que
pueden llegar a surgir. Al finalizar el relevamiento de las encuestas, se revisaron los
cuestionarios completados por si ocurrían errores. Luego de completado el cuestionario,
se prosiguió con la medición del peso y talla de cada estudiante.

2.7 Unidades de análisis


2.7.1 Instrumentos de recolección de datos

El cuestionario IPAQ estima la AF en cuanto a su duración, frecuencia e


intensidad, definiéndose de esta manera, niveles bajo, moderado y alto, que corresponden
a 3.3 Mets (marcha normal), 4.4 Mets (marcha más rápida) y 8.0 Mets (marcha vigorosa
o trote), respectivamente. El indicador de nivel de actividad física se expresa en METs
(minutos/semana), que es una forma de calcular el requerimiento energético con
múltiplos de la tasa metabólica basal y determina, según el resultado, la clasificación de
31

alto, moderado o bajo. Esta unidad se calcula multiplicando los minutos de ejecución de
la actividad física en un día o en una semana (Serón, Muñoz & Lanas, 2009). No
encontré estos autores en la carpeta de la Bibliografía. En todo caso, citarlos del siguiente
modo: Serón et al., 2009.
Se usó este instrumento de medición para estimar, por un lado, el gasto energético
de todas las actividades diarias, accediendo a su duración, frecuencia e intensidad, y el
peso del individuo, por otro lado, en base a los valores promedios previamente
establecidos para cada una de ellas.
La variable de IMC, que necesita datos precisos de peso y talla de cada
estudiante, fue obtenida a través de báscula del propio Instituto FEF IPEF, industrializada
en Argentina por Manrique hnos. S.R.L. Este es un producto autorizado por el Ministerio
de Salud y Ambiente y certificada por el ANMAT (certificado n° pm- 1192-129 //con
gestión de calidad ISO 9001/2000) Esto tmbién podría ir en nota al pie

2.7.2 Cuestionario IPAQ


El cuestionario internacional de actividad física o IPAQ, fue propuesto y diseñado
por el grupo internacional de consenso en medidas de actividad física, constituido con la
aprobación de la OMS que reunió a representantes de 25 países en la ciudad de Ginebra,
Suiza, entre los años 1997-1998. Se trata de un instrumento desarrollado en respuesta al
problema de hallar un método para estimar los niveles habituales de actividad física de
una forma estandarizada para ser usada en poblaciones de todos los países, así como para
ser usado en los diferentes niveles de población (R. Jumbo et al., 2009. p, 11.).
Se decidió usar la versión corta del cuestionario IPAQ. Este aborda a través de
preguntas tres tipos específicos de actividad: caminata, actividades de moderada
intensidad y actividades de gran intensidad. Como respuesta, el encuestado tiene que
proveer puntajes acerca de estas tres actividades. La tabulación de la puntuación final de
la forma corta requiere la suma de la duración (en minutos) y de la frecuencia (días) de
las actividades específicas en cuestión.
En este trabajo se ha optado por un cuestionario por varios motivos: por su
practicidad y bajo costo en su realización, además de la coherencia que presenta en
función de los datos que provee con el problema de investigación planteado. Por último,
el cuestionario IPAQ es el instrumento más utilizado en este tipo de trabajos, lo cual
permitiría la realización de comparaciones con otras encuestas en caso de que sea
necesario. Esta versión se ha utilizado en al menos 51 países y fue el cuestionario de AF
32

que formó parte de la Primera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo en Argentina en


el año 2006 (Ministerio de Salud de la Nación, 2006)
Cada actividad sobre la cual se consultó en el cuestionario IPAQ fue medida en
función de los requerimientos energéticos que ésta demandaba. Para esto, utilizamos
como unidad de medida el MET. Esto permitió medir la intensidad de las actividades
físicas que los sujetos realizaron en función del costo energético a lo largo de una
semana.
MET se define como “la razón entre el metabolismo de una persona durante la
realización de un trabajo y su metabolismo basal” (OMS, 2010). Un MET representa el
costo energético que consume una persona en reposo, equivalente a 1 kcal/kg/h. A su
vez, el MET-minuto es obtenido al multiplicar este múltiplo establecido para cada nivel
de actividad por los minutos que se realizó.
Los múltiplos MET–minuto son equivalentes a las kilocalorías para una persona
de 60 Kg. Las kilocalorías que se consumieron en la actividad pueden ser obtenidas de
los MET–minuto mediante la siguiente fórmula: MET-minuto x (peso en Kg) /60. Los
datos también pueden ser presentados en MET-minuto por día o MET/minuto por
semana. Con esta unidad pudimos conocer cuánto tuvieron que esforzarse los
encuestados para realizar sus actividades durante los últimos siete días.

2.7.3 Medición del IMC


Para medir tanto talla como peso, se usó una báscula de palanca y plataforma.
Para mayor comodidad, se usó una balanza de la institución en donde los datos fueron
relevados. Este instrumento, cuenta con un funcionamiento de sistema de pesas. Una pesa
grande ubicada en una varilla que gradúa cada 10 kilos y una pesa más pequeña ubicada
en la varilla superior que gradúa el pesaje cada 100 gramos en adelante. El peso máximo
que puede medir es 140kg.
Antes de comenzar con las mediciones, se les solicitó a los estudiantes que se
pesen con remera, pantalón, sin calzado y sin pesos extra.
A su vez, se consideró pertinente incluir dentro de los instrumentos de medición
el perímetro de cintura ya que los resultados que ofrece resultan de mayor exactitud que
el IMC. Esto establece un índice que predice la concentración de grasa en la zona
intraabdominal, necesitando solamente una cinta métrica que se extiende rodeando la
cintura, con el torso desnudo, los pies juntos y el abdomen relajado, a la altura del
ombligo, sin presionar. A diferencia del IMC, que toma la talla y peso de manera global,
33

y no diferencia masa grasa de aquella magra, el perímetro de cintura en relación al


sobrepeso resulta más pertinente al medir una zona particular que refleja directamente la
información sobre peso exacta. Este último párrafo lo puse casi tal cual lo encontré en
otra sección del trabajo. Como aclaran un aspecto metodológico, lo puse en este capítulo.

Para la medición se siguió un protocolo avalado por UNICEF (2004, p. 15), el


cual determina:
• Verificar que ambas vigas de la palanca se encuentren en cero y que la
báscula esté bien balanceada.
• Colocar a la persona en el centro de la plataforma. Deberá pararse de
frente al medidor, erguido con hombros abajo, talones juntos, y con las puntas separadas.
• Verifique que los brazos de la persona analizada, estén hacia los costados
y holgados, sin ejercer presión
• Chequear que la cabeza esté firme y mantenga la vista al frente, en un
punto fijo.
• Evitar cualquier movimiento, para que este no varíe la lectura del peso
• Deslizar la pesa de la varilla con graduación de 10 kg hacia la derecha.
Avanzar con la pesa hacia el pesaje cercano al del estudiante. La varilla en este caso
deberá descender sin llegar a tocar el soporte.
• Deslizar la varilla superior, con la pesa de 100 gr hacia la derecha hasta
que la flecha de la palanca quede en cero y no esté oscilando. A veces es necesario
realizar varios movimientos hasta que quede la flecha fija en cero.
• Una vez que la persona obtenga el resultado de su peso, deberá leerse en
voz alta, y ser anotado para conservar los datos.
• Posicionada la persona en la báscula, y nuevamente con las pesas en cero.
Se solicitará que mantenga la posición antes mencionada, que realice una inspiración
profunda, luego se tomará el tallímetro, se extenderá la varilla de medición hasta la altura
de la cabeza de la persona analizada.
• Se deberá tener en cuenta que la persona tiene que tener su cabeza
alineada, previo a la medición.
• El resultado se observará en la parte inferior de la varilla de medición, con
un número expresado en centímetros (cm).
34

• Una vez que se obtenga el número de talla, se le solicitará al estudiante


que descienda con cuidado de la báscula. Y se le repetirá el resultado de su talla y peso
actual.
Sugerencia: como este protocolo no resulta específico y aporta poco a la
cuestión metodológica de la investigación, se podría resumir y dejar sentado en una
nota al pie. También podría ir al final del trabajo en el anexo.
35

Capítulo III: Análisis de datos


En el presente apartado, se darán a conocer los resultados obtenidos a partir del
cuestionario IPAQ usado para medir el nivel de actividad física y la medición del índice
de masa corporal. Conjuntamente, se detallarán los resultados divididos en tres
instancias: distribución de niveles de actividad física según sexo, distribución de índice
de masa corporal según sexo y asociación entre niveles de actividad física e índice de
masa corporal .
Cabe mencionar que se utilizó para un primer momento la estadística descriptiva
media y desvío estándar o desviación típica y para un segundo momento la estadística
inferencial mediante tablas de contingencia utilizando el estadístico Chi cuadrado (x2).

3.1 Resultados

3.1.1 Distribución de niveles de actividad física según sexo


A continuación, se presentan los datos clasificando los resultados catalogados
como bajo, moderado o alto para los niveles de actividad física (NAF) y para el índice de
masa corporal (IMC), se utilizaron los rangos de bajo, normal, sobrepeso.
Al evaluar el nivel de AF de los estudiantes de tercer año se encontró que del
total de la muestra (n=130), cuatro (4) sujetos dedicaban poco tiempo a la práctica de
actividad física semanalmente, presentado así un NAF bajo, los cuales no logran el
mínimo de MET establecidos por la OMS. Por otra parte, veintiocho (28) sujetos
exponen un NAF moderado cumpliendo con los requerimientos de la OMS para
considerarse físicamente activos; y noventa y ocho (98) estudiantes superan la cantidad
de MET mínimos recomendados semanalmente, logrando así un alto NAF alto. El
equivalente de las cifras por categoría y porcentaje es el siguiente: 3,07% bajo, 21,53%
moderado y 75,38% alto.
Estos porcentajes generales resultan reducidos como dato único para un análisis,
por eso en la tabla 1 se presentan los NAF comparados por sexo. Estos cuales dan cuenta
que el sexo femenino realiza más actividad física baja (75%) que el sexo masculino
(25%), pero en los niveles moderado y alto, los porcentajes son similares con una leve
superioridad hacia el sexo masculino, quienes muestran un 57,1% moderado y 56,1%
alto, y el sexo femenino 42,9% y 43,9%, respectivamente. Por la prueba de chi cuadrado,
no se encontraron diferencias estadísticamente significativas (x2=1,551, gl=2, p>0.05),
representado en la tabla 1.1
36
37

Figura 1. Niveles de actividad física según el sexo

3.1.2 Distribución de índices de masa corporal según sexo


En cuanto al índice de masa corporal (IMC), el grupo de peso normal está
conformado en un 49% por sujetos de sexo femenino y en un 51%, de sexo masculino.
Dado que no se encontraron diferencias marcadas entre estos porcentajes, no es posible
afirmar que el IMC constituya un factor relevante en función del género de los sujetos.
Sin embargo, se adviertió una diferencia mayor en la categoría de sobrepeso:
encontramos que del total de personas con IMC superior a 25, un 28,6% es de sexo
femenino y 71,4%, masculino. La diferencia es estadísticamente significativas por sexo:
(x2 = 3,717, gl=1, p<0.05).
La media del IMC del sexo femenino fue de 22,67 kg/m 2 (DE= 2,35) y del sexo
masculino de 24 kg/m2 (DE= 2,14), sin diferencias significativas. Todo esto corroborado
por la prueba t student.
La distribución completa de IMC se presenta en la tabla 2
38
39

Figura 2: clasificacion IMC segun el sexo


40

3.1.3 Asociación entre niveles de actividad física e índice de masa corporal

Considerando los datos presentados anteriormente y distribuidos según el sexo, a


fin de lograr una asociación entre ambas variables, se presenta en la tabla 3 los resultados
de los distintos NAF en relación al IMC. Aquí se evidencia que aquellos sujetos que
reflejaron tener bajo nivel de actividad física (n=4), en su totalidad cuentan con un IMC
normal, es decir normopeso.

Por su parte, de los 28 sujetos con nivel moderado, 20 (71,4%) tienen IMC
normal y 8 (28,6%) sobrepeso. La porción más grande, compuesta por 98 sujetos con
nivel alto, el recuento muestra que 78 (79,6%) tienen IMC normal y 20 (20.4%)
sobrepeso.
Al establecer esta asociación, se puede apreciar que el conjunto de mayor
población se encuentra en un NAF alto y un IMC normal, constituyendo el 78,5%.
Estos datos no mostraron diferencias estadísticamente significativas (x2=1,992,
gl=2, p>0.05), ya que la frecuencia mínima esperada es de ,86. (Tabla 3.1 Pruebas de chi-
cuadrado)
41

Figura 3. Niveles de actividad física y su asociación con el índice de masa corporal


42

3.2. Discusión
En este apartado, se buscará analizar y discutir los resultados obtenidos a partir
del relevamiento de los datos del IMC y el cuestionario IPAQ completados por los
alumnos de tercer año de la Facultad de Educación Física de la Universidad Provincial de
Córdoba durante el año 2018. Se interpretarán los resultados obtenidos en función del
marco teórico y de los antecedentes propuestos para su abordaje y discutir los límites de
El propósito de este estudio fue el de medir y analizar los niveles de actividad
física de los estudiantes de la carrera del Profesorado de Educación Física y su asociación
con el índice de masa corporal siguiendo los valores propuestos por la OMS. En este
procedimiento se encontró que el valor más frecuente de nivel de actividad física fue alto,
por lo que la mayoría de los sujetos encuestados realizan sustancialmente más actividad
física que los valores mínimos recomendados. Estos valores son similares a los niveles de
AF recomendados por la OMS (2010) para considerar como físicamente activos al tipo
de población que considera como joven. Cuidado con esto. Si están citando la info que
hay en este link
(https://www.who.int/dietphysicalactivity/factsheet_recommendations/es/), joven es de 5
a 17 años. La población que ustedes encuestaron sería adulta. En tal caso, con cambiar el
término joven en el trabajo bastaría.
43

La frecuencia del valor alto en los NAF ha sido un patrón común que se repitió en
estudiantes de educación física de la Universidad de Flores (87%), de Romero Brest
(88,7%) UFLO (86,7%) y Dickens (87,8%) (Año del trabajo que están citando y número
de página). En estos estudios, los resultados reportados han sido superiores a los del
presente trabajo (75,38%). No obstante, al comparar con investigaciones realizadas a
nivel local, se encontró que el estudio realizado en I.P.E.F e I.S.M por Antoniazzi et al.
(2018) ha presentado un porcentaje sensiblemente menor (72%). Esto permite afirmar
que los estudiantes de educación física presentan un NAF alto. Esta característica los
diferencia de estudiantes de otras carreras universitarias en que el nivel promedio de AF
da cuenta de valores insuficientes en función de los recomendados por los antecedentes
ya citados.
Por lo tanto, y solo en función de los valores relevados en la presente
investigación y su contraste con otras investigaciones académicas del mismo tenor, se
podría afirmar de manera provisoria, que puede existir una relación entre el contenido
curricular de la carrera de educación física y el NAF de sus estudiantes. Esta variación de
los niveles de actividad física en función de la carrera a la que pertenezcan los
estudiantes podría deberse a la relación particular que los estudiantes de EF establecen
con el contenido estudiado, y cómo estos se encuentran más favorecidos para incrementar
su tiempo de AF incluso por fuera de la institución en la que están estudiando. En todo
caso, este aspecto diferencial puede requerir mayor atención por lo que representa
material interesante para futuras investigaciones.
Al profundizar en el analisis de los grupos según sexo, no se encontraron
diferencias estadísticamente significativas en relación al NAF. Este factor permite
afirmar que la variable del sexo no se como presenta un factor de relevancia que permita
advertir diferencias sustanciales entre hombres y mujeres en cuando a la AF. Esto
constrasta con lo presentado por otros autores que asocian altos niveles de actividad
física a las personas de sexo masculino. Uno de los antecedentes más importante de este
tema es el realizado por Farinola (2010), en el cual los sujetos de sexo masculino
reportaban un nivel de actividad física alto mayor que los de sexo femenino, mostrando
una diferencia estadísticamente significativa para esta variable (p=.039). En la presente
investigación, la diferencia de este trabajo no presenta diferencias entre variables como el
sexo - p>0.05 (x2=1.551). También es importante mencionar a Práxedes et al. (2016)
quienes verifican una diferencia significativa entre un nivel de AF moderada e intensa y
el género (x2=42.458; p<001) e indican que el género masculino (60%) presenta más
44

NAF que el género femenino (40%). En esta misma línea, Perez Ugidos et al. (2014)
realizaron una investigación en la Universidad de la Matanza en donde los hombres
presentaban niveles más altos de actividad física en comparación con las mujeres. Queda
demostrado que el nivel de actividad fisica no demostro una relacion directa de
significancia con el sexo de los sujetos que se estudiaron en este trabajo. (Acá podría ser
interesante aventurar alguna hipótesis de por qué se da esta diferencia significativa con
los otros trabajos. De forma que puedan darle un cierre a este apartado y al mismo tiempo
responder a la duda que marca el director).
En comparación a los resultados de este trabajo, el nivel de actividad física bajo
presenta varios puntos porcentuales mayor en las mujeres (25% hombres, 75% mujeres),
y en el nivel alto no se encuentran tantas diferencias significativas. (43,9% femenino y
56,1% masculino)
Por otro lado, si bien la mayoría de los estudiantes tienen frecuencias de niveles
altos y moderados, el 3,07% de los estudiantes no alcanzan los niveles mínimos
recomendados. En esta frecuencia, el 25% son del sexo masculino y el 75% del sexo
femenino, lo cual expone al igual que otras investigaciones, que las mujeres son las que
más realizan actividades de baja intensidad. En relación a ello, Farinola (2010) expuso
que el 36,6% de los hombres y el 47,7% de las mujeres no alcanzaron estas
recomendaciones. Si bien en esta investigación la brecha de porcentaje es mayor, sigue
dejando en evidencia una mayoría hacia las mujeres. (Una interpretación de su parte
debería tratar de explicar esta diferencia que acá señalan. Podrían en primer lugar
establecer -si la hay- alguna diferencia entre la metodología o la forma en que se realizan
las encuestas en su trabajo y en el de Farinola.)
Otras investigaciones realizadas desde otros campos disciplinares con estudiantes
universitarios de carreras no relacionadas con la actividad física en países como España,
Brasil o Colombia (Agregar apellido de los autores citados y año de publicación),
destacan el bajo nivel de AF presente en los estudiantes. Estas fuentes son traídas a
colación ya que abonan la hipótesis con la que se abordó la presente investigación, esto
es, la ligazón entre un alto nivel de AF y el estudios de educación física.
Como quedó expuesto en los datos de nuestra investigación, los estudiantes que
representaron parte de la población analizada, son mayormente físicamente activos.
Incluso el tiempo de inactividad en que, por ejemplo, permanecen sentados, no representa
una diferencia significativa. Esto también fue presentado en el estudio de Mestek et al.
(2008) donde el nivel de actividad física en una muestra de 88 estudiantes universitarios
45

voluntarios de edades comprendidas entre los 19 y 25 años, la mitad fueron varones


(¿Marcan este dato por alguna razón en particular? En tal caso, no se llega a comprender
bien el porqué de la diferencia por sexo). El cuestionario IPAQ contiene una pregunta
final acerca del tiempo sentado en un día típico, por lo que se puede cuantificar el tiempo
de conducta sedentaria. Los resultados fueron que, en promedio, los varones reportaron
4,4 horas diarias estando sentados y las mujeres 5 horas, sin encontrarse diferencias
significativas entre ambos grupos (Mestek et al. 2008).
De igual manera, al momento de retomar el análisis de otras investigaciones y
estudios, encontramos que en la mayoría se relacionan los NAF con otras variables como
son (Estaría muy bueno que agregen aquí esas variables. Así van a poder darle sustancia
al punto que están desarrollando y demostrar más claramente lo que diferencia a su
trabajo del resto).
El IMC del grupo estudiado fue similar al encontrado por otros autores, como son
Antoniazzi et al. (2018), quienes encontraron que, del total de la población relevada
(estudiantes del profesorado de Educación Física de la provincia de Córdoba), un 77,6%
presenta normopeso y un 22,3%, sobrepeso. Estos datos resultan similares a los
resultados arrojados por nuestra investigación, donde encontramos un 78,5% con
normopeso y un 21,5% con sobrepeso. A pesar de que las poblaciones son diferentes
(resultaría muy apropiado decir de forma precisa en qué se diferencian ambas
poblaciones), se podría suponer que de acuerdo a lo mencionado desde el año 2018 hasta
el corriente año no se han datado cambios sustanciales en relación a esta variable (IMC)
en el campo de la Educación Física. No resulta clara esta última afirmación. Tampoco
sería muy apropiado suponer que algo es de tal o cual modo si no lo han medido
(recuerden que la suya es una investigación cuantitativa). En todo caso sí pueden decir en
las conclusiones que esto resultaría un tema apropiado en el cual seguir indagando.
La prevalencia de sobrepeso de la población estudiada en este trabajo (21,5%) fue
superior a la de los estudiantes del País Vasco UPV/EHU (17,7%) pero inferior a los
estudiantes de Colima, México (29,5%). Ahora bien, en relación al normopeso (78,5%),
sucede de manera inversa siendo que dicho porcentaje es superior al de la Universidad de
Colima, México (62,1%), pero inferior al del País Vasco (75,8%). Por su parte, Ostos
(2008) realizó un recuento de sujetos universitarios en donde se establece una relación
entre su actividad (¿física?) e IMC. Esta investigación demuestra que un 70,3% de los
sujetos encuestados tienen normopeso, mientras que en esta investigación el porcentaje es
46

de 78,5% y, en relación al sobrepeso expone un total de 11% en comparación de un


21,5%, evidenciándose una leve superioridad porcentual en ambas categorías.
El estudio realizado por Salazar et al. (2013) determinó que el 24.7% de los
varones tiene un peso normal, mientras que el 18,5% tiene sobrepeso y el 5,6%,
obesidad. Podemos afirmar, contrastando estos datos con los de nuestra investigación,
que los estudiantes de la UPC superan estos porcentajes con una diferencia ampliamente
superior a esta y otras investigaciones (Sería importante que citen estas otras
investigaciones, al menos entre paréntesis, agregando apellido de los autores y año de
publicación). Los porcentajes en cuanto al peso de estudiantes encuestados muestran que
un 51% del total tiene peso normal y un 71,4%, sobrepeso. (Revisar si estos porcentajes
son correctos) Por otro lado, tomando solo a las encuestadas femeninas, se evidencia,
como en el caso anterior, una superioridad en porcentaje, reflejando un 49% contra un
37,4% de normopeso y un 28,6% con un 11% en sobrepeso. Cabe destacar que los datos
relevados por Salazar son cuantitativamente mayores, ya que la muestra de su población
es de 356 personas, mientras que en la presente investigación se llegó a encuestar un total
de 130. Se destaca este aspecto como una posible debilidad en esta investigación, como
se explicará con mayor detenimiento en las conclusiones.
Respecto a la diferenciación por sexo, no se ha encontrado que los hombres
tengan una frecuencia sensiblemente mayor a las mujeres en relación al IMC aún cuando
en este trabajo sí se han producido diferencias significativas entre hombres y mujeres en
relación al sobrepeso (28,6% en mujeres y 71,4% en hombres). Igualmente, Salazar
afirma que “los residuos tipificados corregidos indican que hay más casos de sobrepeso
de los esperado en los varones” como así también “hay menos casos de los esperados de
hombres dentro del normopeso” (2013, p. 573).
La presente investigación concuerda en los datos obtenidos con respecto al
trabajo publicado por Antoniazzi et al. (2018), donde también la información permite
afirmar que la población de la FEF presenta normopeso y altos niveles de actividad
física. A su vez, el nivel general que presentan los estudiantes de Educación Física
responde a valores altos, por lo tanto saludables, de IMC y NAF en comparación con
estudiantes de otras carreras, tal como se advierte al constatar con este tipo de estudios.
Por último, y en cuanto a la asociación del IMC con los NAF, encontramos que el
100% de sujetos encuestados que presentaban bajo nivel de AF, tiene a su vez un peso
normal/saludable. Esto se contrapone al estudio realizado en la Universidad Federal
47

Brasileña, el cual concluyó que aquellos estudiantes que tenían sobrepeso presentaban
bajos niveles de actividad física (Guilherme da Silva Gasparotto et al. 2015).
Es por esto que, en función de los datos recabados, se puede afirmar que, por más
que no se haya confirmado fehacientemente la existencia de una determinación de una
variable sobre la otra, ambas resultan indicadores útiles de base al momento de recoger
datos que den cuenta de los niveles de salud de un población dada. Es por esto que, en
vista de los datos recabados se puede afirmar que, por más que no se haya confirmado la
asociación entre estas dos variables de forma irrevocable, ambas tienen una grado de
relación en tanto indicadoras de niveles de salud, por lo que es necesario considerarlas
en conjunto a la hora de profundizar un estudio relacionado a la actividad física.

Capítulo IV: Conclusiones


Los resultados obtenidos no demostraron que exista una correlación significativa
entre NAF e IMC. En efecto, la hipótesis principal que fue presentada en este trabajo
asociaba un NAF moderado y/o alto a un IMC normal. El análisis efectuado sobre los
datos obtenidos a partir de la encuesta a los estudiantes sobre sus hábitos de AF y la
medición del IMC, no demostró una asociación directa entre ambas variables. La porción
de la muestra que presentaba sobrepeso, mantenía un NAF alto o moderado, mientras que
aquellos estudiantes que mostraban niveles bajos de AF obtuvieron un IMC normal.
Quedó demostrado que si bien la asociación entre estas variables no fue la
esperada en relación a la hipótesis que se planteó, restaría indagar las causas por las
cuales en ciertos casos se registró sobrepeso -factores que pueden ir desde cuestiones de
alimentación y hábitos no saludables o razones genéticas- y cuya raíz no pudo ser
analizada con la metodología propuesta en esta investigación.
Al analizar el IMC de los estudiantes que presentaban sobrepeso, se visualizó que
28,6% tienen un nivel moderado y un 20,4% un alto NAF, revelando que un IMC con
sobrepeso no necesariamente se asocia con un bajo nivel de actividad física,
contraponiendose con lo encontrado en otros estudios y también en estudios realizados en
otras universidades en las cuales la inactividad física se asociaba directamente con
sobrepeso. En este estudio, se hipotetizó que el IMC debería ser normal en tanto y en
cuanto el sujeto realice actividad física de manera moderada o intensa semanalmente. Y,
por el contrario, el ≥25 siendo sobrepeso, según sea insuficiente la actividad física
semanal realizada. No logré interpretar lo que se quiso decir en esta oración, así que la
dejo para que ud. la revisen.
48

En cuanto a las debilidades de la presente investigación, luego de haber sido


realizada tomaron relieve aspectos de la metodología que complicaron el trabajo. En
concreto, utilizar como instrumento de medición el IPAQ representó dificultades al
momento preciso de tomar datos en cuanto a la escasez de preguntas específicas. Se
sugiere por lo tanto para futuros trabajos la utilización del Cuestionario Global de
Actividad Física (GPAQ, Global Physical Activity Questionnaire) ya que una versión
larga de IPAQ puede causar una participación baja dada su complejidad, mientras que a
la versión corta le faltan preguntas para recoger datos acerca de una dimensión
importante de la actividad física como es el dominio o contexto en el cual se realiza.
Esto posibilitará un grado mayor de exactitud en cuanto a los datos recabados. Al
realizar la versión corta de IPAQ con los estudiantes universitarios de EF no se ha podido
podido corroborar fehacientemente si tienen un nivel alto de AF por la cantidad de horas
de asignaturas prácticas y de deporte o porque fuera de la carrera eligen ser físicamente
activos.
Al ser la nuestra una investigación cuantitativa, el hecho de contar con una muestra
reducida del estudiantado en cuestión, además de que sólo se encuestó al tercer año y no
a los de cursos aún más avanzados, podemos marcar estos aspectos como debilidades en
nuestro programa investigativo. Entendemos que un trabajo de este tipo puede llegar a
recabar datos numéricos de mayor fiabilidad al registrar la mayor cantidad de sujetos de
una población específica. A su vez, comprendemos que un registro extendido en el
tiempo podría haber arrojado datos que nos permitan advertir cambios en los datos de
muestra. En tal caso, resultaría interesante aplicar una metodología longitudinal, a los
fines de realizar un seguimiento de los valores presentados por los estudiantes a lo largo
de un tiempo extendido.
Si bien puede resultar prematuro descartar otros factores externos que justifiquen
los bajos niveles de AF en estudiantes ajenos a la EF, queda por constatar nuestra
hipótesis en un grado de mayor profundidad. Resta conocer de forma más certera el
grado de aprehensión de los contenidos curriculares que se estudian en el profesorado de
EF y su correlación precisas con los índices de salud. Pero, en primera instancia, se puede
afirmar, al menos, que los estudiantes de EF se encuentran en una posición ventajosa en
relación a sus niveles de AF y salud que estudiantes de otras carreras.
49

Anexos
6.1 Anexo IPAQ (International Physical Activity Questionnaire)

IPAQ: Cuestionario Internacional de Actividad Física

Las preguntas se referirán al tiempo que usted destinó a estar físicamente activo
en los últimos 7 días.

Por favor responda a cada pregunta aún si no se considera una persona activa. Por
favor, piense acerca de las actividades que realiza en su trabajo, como parte de sus
tareas en el hogar o facultad ,moviéndose de un lugar a otro, o en su tiempo libre para la
recreación, el ejercicio o el deporte.

1. Durante los últimos 7 días, ¿en cuántos realizó actividades físicas intensas tales
como levantar pesos pesados, cavar, hacer ejercicios aeróbicos o andar rápido en
bicicleta?

……Días por semana

……Ninguna actividad física intensa Vaya a la


pregunta 3

2. Habitualmente, ¿cuánto tiempo en total dedicó a una actividad física intensa en


uno de esos días?

……Horas por día

……Minutos por día

…… No sabe/ no está seguro

3. Durante los últimos 7 días, ¿en cuántos días hizo actividades físicas moderadas
como transportar pesos livianos, andar en bicicleta a velocidad regular o jugar dobles de
tenis? No incluya caminar.
50

……Días por semana

……Ninguna actividad física moderada Vaya a la pregunta


5

4. Habitualmente, ¿cuánto tiempo en total dedicó a una actividad física moderada


en uno de esos días?

……Horas por día

……Minutos por día

……No sabe/ no está seguro

5. Durante los últimos 7 días, ¿En cuántos caminó por lo menos 10 minutos
seguidos?
……Días por semana
……Ninguna caminata Vaya a la pregunta
7

6. Habitualmente, ¿cuánto tiempo en total dedicó a caminar en uno de esos días?

……Horas por día

……Minutos por día

……No sabe/ no está seguro

La última pregunta es acerca del tiempo que pasó usted sentado durante los días
hábiles de los últimos 7 días. Esto incluye el tiempo dedicado al trabajo, en la casa, en
una clase, y durante el tiempo libre. Puede incluir el tiempo que pasó sentado ante un
escritorio, visitando amigos, leyendo, viajando en ómnibus, o sentado o recostado
mirando la televisión.

7. Durante los últimos 7 días ¿cuánto tiempo pasó sentado durante un día hábil?
……Horas por día
……Minutos por día
51

……No sabe/ no está seguro

Sexo:……….. Peso:………..
Edad:………….. Talla:…………..

6.2 Protocolo de Medición de Peso y Talla


Se utilizó una báscula de palanca y plataforma. Este instrumento, cuenta con un
funcionamiento de sistema de pesas. Una pesa grande ubicada en una varilla que gradúa
cada 10 kg y una pesa más pequeña ubicada en la varilla superior que gradúa el pesaje
cada 100 gr, en adelante. El paso máximo que puede medir es 140kg.
Antes de comenzar con las mediciones, se les solicitó a los estudiantes que se
pesen con la menor cantidad de prendas de ropa posibles, sin calzado, y sin pesos extras
en los bolsillos o accesorios que pudiesen traer consigo.
Para la medición se siguió un protocolo avalado por UNICEF (2004, pág. 15), el
cual determina:
• Verificar que ambas vigas de la palanca se encuentren en cero y que la
báscula esté bien balanceada.
• Colocar a la persona en el centro de la plataforma. Deberá pararse de
frente al medidor, erguido con hombros abajo, talones juntos, y con las puntas separadas.
• Verifique que los brazos de la persona analizada, estén hacia los costados
y holgados, sin ejercer presión
• Chequear que la cabeza esté firme y mantenga la vista al frente, en un
punto fijo.
• Evitar cualquier movimiento, para que este no varíe la lectura del peso
• Deslizar la pesa de la varilla con graduación de 10kg hacia la derecha.
Avanzar con la pesa hacia el pesaje cercano al del estudiante. La varilla en este caso
deberá descender sin llegar a tocar el toque.
• Deslizar la varilla superior, con la pesa de 100 gr hacia la derecha hasta
que la flecha de la palanca quede en cero y no esté oscilando. A veces es necesario
realizar varios movimientos hasta que quede la flecha fija en cero.
52

• Una vez que la persona obtenga el resultado de su peso, deberá leerse en


voz alta, y ser anotado para conservar los datos.
• Posicionada la persona en la báscula, y nuevamente con las pesas en cero.
Se solicitará que mantenga la posición antes mencionada, que realice una inspiración
profunda, luego se tomará el tallímetro, se extenderá la varilla de medición hasta la altura
de la cabeza de la persona analizada.
• Se deberá tener en cuenta que la persona, tiene que tener su cabeza
alineada, previo a la medición.
• El resultado se observará en la parte inferior de la varilla de medición, con
un número expresado en centímetros (cm).
• Una vez que se obtenga el número de talla, se le solicitará al estudiante
que descienda con cuidado de la báscula. Y se le repetirá el resultado de su talla y peso
actual.

6.3 Prueba de asociación de chi cuadrado


En la prueba de asociación de chi cuadrado se encontró un valor de 3,71 con un valor de
p= .05. esta asociación estaría dando dependencia de las variables dada por el sobrepeso
con sexo masculino.
53

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