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19 Podemos asumir que proyecciones como éstas, las cuales son muy difíciles
sino imposibles de resolver, pertenecen al reino de la sombra -esto es, al lado
negativo de la personalidad. Esta presunción se convierte en insostenible
después de cierto punto, ya que los símbolos que luego aparecen no son
mayormente referidos al mismo sexo sino al opuesto, en el caso de un hombre
a una mujer y viceversa. La fuente de las proyecciones no es en la mayoría de
los casos la sombra -la cual es siempre del mismo sexo que el sujeto- sino una
figura contrasexual. Aquí nos encontramos con el animus de la mujer y el
ánima del hombre, dos arquetipos relacionados -quienes autónomos e
inconscientes- explican la terquedad de sus proyecciones. Aunque la sombra
es un tema tan conocido en mitología como el ánima y el animus, representa el
principio y el pionero del inconsciente personal, y su contenido puede, por lo
tanto, hacerse consciente sin mucha dificultad. En esto difiere del ánima y del
animus, en vista de que la sombra puede ser observada por completo y
reconocida clara y fácilmente, pero el ánima y el animus están más alejados de
la conciencia y en circunstancias normales son rara vez -si alguna vez-
comprendidas. Con una pequeña autocrítica podemos ver a través de la
sombra -en la medida que su naturaleza es personal. Pero cuando aparece
como un arquetipo, encontramos las mismas dificultades que con el ánima y el
animus. En otras palabras, para un hombre está completamente dentro de los
límites de su posibilidad reconocer el mal relativo de su naturaleza, pero es una
experiencia extraña y frustrante para sí contemplar en su interior el rostro de la
maldad absoluta.
Fuente:
http://mylene-rivas.blogspot.com.ar/2012/11/arquetipo-de-la-sombra-carl-
gustav-jung.html