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OCTAVA SECCION: EL ANALISIS DEL ALMA (2): LA MENTE
CAPITULO UNO
LA MENTE, UN CAMPO DE BATALLA
La mente del hombre es el órgano con el cual piensa. Por medio de ella podemos
conocer, pensar, imaginar, recordar y entender. A ella pertenecen el poder
intelectual, el raciocinio, la sabiduría y la inteligencia del hombre. Se podría decir
que la mente es la parte que se relaciona con el cerebro. En el campo psicológico se
le llama lamente, mientras que en el terreno fisiológico se le conoce como
el cerebro; o sea que los psicólogos llaman a este órgano la mente, y los médicos lo
llaman el cerebro. La mente ocupa un lugar predominante en la vida del hombre
porque es la que principalmente dirige su conducta.
ANTES DE LA REGENERACION
La Biblia nos dice que “el dios de este siglo cegó las mentes de los incrédulos, para
que no les resplandezca la iluminación del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es
la imagen de Dios” (2 Co. 4:4). Este versículo concuerda con el que citamos
anteriormente porque muestra la forma en que Satanás domina la mente del
hombre y lo ciega. Quizá alguna persona se considere muy inteligente, capaz de
usar diversos argumentos para oponerse al evangelio; otros tal vez no crean porque
no han entendido el evangelio; pero lo que realmente sucede en ambos casos es que
las mentes de los hombres han sido vendadas por Satanás. Cuando la mente es
vencida por Satanás, se endurece (3:14), y los hombres se ocupan de los deseos de
la carne y de los pensamientos, y son por naturaleza hijos de ira (Ef. 2:3); son
“enemigos en sus mentes” (Col. 1:21) porque “la mente puesta en la carne es
enemistad contra Dios” (Ro. 8:7).
Después de leer estos versículos y ver que los principados de las tinieblas se
relacionan principalmente con la mente del hombre, podemos ver que la mente es
la parte del hombre que es más fácilmente atacada por Satanás. La potestad de las
tinieblas no puede actuar directamente en la voluntad ni en la parte emotiva ni en
el cuerpo del hombre, a menos que haya ganado algún terreno en él. Pero no
sucede lo mismo cuando se trata de la mente. Parece como si la mente fuera
propiedad del enemigo; él no necesita ningún permiso especial ni ninguna
invitación de parte del hombre para obrar en su mente. El apóstol compara la
mente con la fortaleza del enemigo para mostrar que existe una estrecha relación
entre Satanás, con sus espíritus malignos, y la mente del hombre. Satanás y sus
espíritus malignos hacen de la mente del hombre su fortaleza para encarcelar al
hombre mediante su mente. Imponen su autoridad sobre el hombre valiéndose de
la mente de éste; asimismo, por medio de la mente transmiten veneno a otros para
que también se rebelen contra Dios. No podemos decir con certeza hasta qué punto
la filosofía, la lógica, el conocimiento, la investigación y la ciencia de este mundo
provienen del poder y la influencia de las tinieblas, pero algo sí es cierto: los
razonamientos que se levantan en contra del conocimiento de Dios son las
fortalezas del enemigo.
DESPUES DE CREER
En 2 Corintios 11:4 Pablo nos dice de dónde proviene este peligro. Algunos
predicarán a “otro Jesús”, haciendo que “reciban otro espíritu” y acepten “otro
evangelio” (v. 4). Esto nos muestra el peligro que existe de que se introduzcan en
las mentes de los creyentes enseñanzas equivocadas que los desvíen del evangelio
puro de Cristo. Eso es lo que “la serpiente” quiere hacer hoy. Satanás se disfraza
como ángel de luz para que los creyentes, en sus mentes, adoren a “otro Jesús”, y
para que reciban “otro espíritu” diferente al Espíritu Santo, y por medio de los
mismos creyentes propagar “un evangelio diferente” al evangelio de la gracia de
Dios. El apóstol nos dijo que Satanás hace todo esto en las mentes de los creyentes.
Uno por uno, Satanás convierte estas “enseñanzas” en pensamientos y las aloja en
la mente de los creyentes. Es lamentable ver que hoy día muy pocos creyentes
reconocen estas cosas. ¿Cuántos saben que Satanás pone “buenos pensamientos”
en el hombre?
Debemos tener presente que el creyente recibe una vida nueva y un corazón nuevo,
pero no una mente nueva. Muchos tienen un corazón nuevo, pero su cabeza es
vieja. El corazón está lleno de amor, pero la cabeza, es decir, la mente, no tiene
ningún discernimiento. Muchos tienen motivos puros, pero sus pensamientos no
son muy claros. La mente está llena de toda clase de mezclas y muy falta de
discernimiento espiritual, el cual es crucial. Muchos aman verdaderamente a los
hijos de Dios, pero su mente está llena de ideales, opiniones y metas personales.
Los pensamientos de muchos fieles hijos de Dios son muy estrechos y llenos de
prejuicios. Ya decidieron de antemano en qué consiste la verdad y rechazan todo lo
que no concuerde con sus prejuicios. Todo esto sucede debido a que su mente no es
tan amplia como su corazón. También hay muchos hijos de Dios cuyas mentes
nunca pueden concebir pensamiento alguno. Aunque han escuchado muchas
verdades, no pueden recordarlas, ni ponerlas en práctica ni darlas a otros. Han
oído suficiente, pero no tienen la fuerza para expresar lo que escucharon. Aunque
por años han recibido verdades, no pueden suplir la más mínima necesidad de los
demás y tal vez hasta se ufanen de lo llenos que están del Espíritu Santo. Todo esto
sucede debido a que sus mentes no han sido renovadas totalmente.
¡La mente del hombre le causa más daño que su corazón! Si los creyentes pudieran
diferenciar entre la renovación del corazón y la renovación de la mente, no
cometerían la equivocación de confiar en el hombre. Los creyentes deben saber que
el hombre puede tener una comunión muy íntima con Dios y, al mismo tiempo en
la mente, sin darse cuenta, recibir las sugerencias de Satanás, lo cual provoca
errores en su conducta, en sus palabras y en sus puntos de vista. Aparte de la clara
enseñanza de la Biblia, no hay palabras que sean dignas de confianza. No debemos
vivir por las palabras de ningún hombre simplemente porque lo conozcamos, lo
admiremos o lo respetemos. Debemos saber que aunque las palabras y los hechos
de una persona sean muy santos, sus pensamientos no necesariamente son
espirituales. No observamos sus palabras ni su comportamiento, sino su mente. Si
creemos que lo que dice el obrero de Dios es la verdad de Dios, basándonos en su
conducta, haríamos de sus palabras y de su conducta nuestra norma, en vez de la
Biblia misma. En la historia, muchos hombres que propagaron herejías fueron
creyentes muy santos. Todo esto sucede porque aunque sus corazones fueron
renovados, sus mentes no lo fueron. Ciertamente la vida es mucho más importante
que el conocimiento, pero después de ser edificados en la vida, no debemos
descuidar el conocimiento que procede de una mente renovada. Los creyentes
deben darse cuenta de que tanto sus corazones como sus mentes deben ser
renovados.
Si el creyente desea saber cuáles pensamientos son suyos y cuáles son de los
espíritus malignos, debe observar en qué forma aparecen. Si su mente es pacífica,
estable, imperturbable y actúa en conformidad con las circunstancias,
pero súbitamente aparece una idea o un pensamiento fuera de contexto y fuera de
orden, entonces ese pensamiento es la operación de los espíritus malignos, cuya
intención es inyectar sus pensamientos en la mente del creyente, induciéndole a
aceptarlos como propios. Por regla general, los pensamientos que los espíritus
malignos inyectan en la mente del hombre son cosas que él no había pensado, o
algo contrario a su modo de pensar. Son totalmente “nuevos”; ideas repentinas que
jamás había concebido. Cuando el creyente tiene tales pensamientos, debe
preguntarse primero si él verdaderamente piensa así y si es él el que está pensando,
si quiere pensar así o si ese “pensamiento” está activado en su propia mente
aunque nunca antes lo había deseado. El creyente debe descubrir si es él el que
piensa tales cosas. Si la idea no se originó en él, y él se opone a ella, pero aun así
persiste, debe concluir que tal idea procede de los espíritus malignos. Todos los
pensamientos que su voluntad no apoya, y todos los que se oponen a ella, son
pensamientos que no provienen del hombre mismo, sino del exterior.
Muchas veces la mente de los creyentes está llena de pensamientos que no puede
detener. Su mente como una máquina de pensar, es operada por una fuerza
exterior que piensa continuamente y que no tiene control. El creyente puede
sacudir la cabeza tratando de rechazar tales pensamientos, pero no lo logra. Los
pensamientos vienen en ráfagas sin detenerse ni de día ni de noche. La mayoría de
los creyentes no saben a qué se deba todo esto, pues desconocen que eso es obra de
los espíritus malignos. El creyente debe saber lo que es un “pensamiento”. El
pensamiento es algo que capta lamente. Pero en el caso de los pensamientos
incontrolables, ya no es algo que la mente capte, sino algo que controla y ocupa la
mente. Antes la mente pensaba cosas, pero ahora lo que sucede es que las cosas
obligan a la mente a pensar. Muchas veces el creyente quiere hacer a un lado ciertas
cosas, pero una fuerza externa lo obliga a recordarlas y lo fuerza a seguir pensando
en ellas. Esta es la obra de los espíritus malignos.
La epístola a los Efesios nos dice que los espíritus malignos operan “en los hijos de
desobediencia” (2:2). Esto es muy importante. Los espíritus no sólo operan fuera
del hombre, sino también dentro de él. Si nosotros queremos inducir a alguien a
que trabaje, a lo sumo podemos usar palabras y expresiones u otros gestos del
cuerpo. Pero los espíritus malignos pueden ir más allá; no sólo pueden operar
desde fuera, como sucede entre personas, sino que también pueden hacerlo desde
el interior del hombre. Esto significa que pueden penetrar en la mente del hombre
y obrar desde allí, haciendo que el hombre los obedezca. El hombre no puede
meterse en la mente de otra persona ni hacerle sugerencias sutiles desde allí;
tampoco puede confundirlo con esas sugerencias, pero los espíritus malignos sí
pueden. Poseen una capacidad de comunicación que el hombre no tiene. Debido a
que la mente y la parte emotiva están estrechamente relacionadas, los espíritus
malignos primero trabajan en la mente y luego llegan a su parte emotiva, o
empiezan con la mente y desde allí se extienden a la voluntad, ya que la mente y la
voluntad también están íntimamente relacionadas.
¿Por qué las mentes de los creyentes son atacadas por los espíritus malignos? Una
respuesta es que los creyentes mismos dan oportunidad a los espíritus malignos,
también llamados demonios, para que ataquen sus mentes. Debemos tener
presente que es posible que las mentes de los creyentes sufran los ataques de los
demonios. Esto es confirmado por la experiencia de muchos creyentes. El lugar que
los demonios más a menudo atacan es la mente, ya que ésta y los espíritus
malignos tienen cierta afinidad. Los ataques de los espíritus malignos en la mente
de los creyentes producen los fenómenos mencionados. La mente se desliza parcial
o totalmente, fuera de la autoridad del hombre y cae en las manos de los espíritus
malignos. En consecuencia, los espíritus malignos pueden hacerlos pensar y
pueden detener los pensamientos como a ellos les place, pasando por encima de la
voluntad del creyente. Aunque la mente todavía reside en el cuerpo, pertenece a
alguien más, y aunque el creyente se oponga, no puede hacer nada. En todo aquello
que el creyente da lugar a los espíritus malignos, perderá el control sobre su
voluntad, y nuestra mente obedecerá a la voluntad de otro. Cuando los creyentes
dan la oportunidad en sus mentes a los espíritus malignos, pierden su soberanía
para gobernar su propia mente. En otras palabras, si la mente del creyente no es
dueña de sí misma y no puede gobernarse, ya ha sido ocupada por espíritus
malignos. Si los espíritus malignos no han atacado la mente de los creyentes, la
voluntad de éstos debería gobernar todas las cosas, debería pensar cuando quisiera
y dejar de hacerlo sin dificultad.
Nuestra mente es atacada por los espíritus malignos debido a que les damos lugar.
Tendemos a dar lugar a los espíritus malignos debido a que nuestra mente tiene
cierta afinidad con ellos. El terreno que los espíritus malignos ganan en la mente de
los creyentes les proporciona autoridad para actuar sin restricción. Recordemos
que la mente del hombre pertenece al hombre; sin el consentimiento de éste, los
espíritus malignos no pueden usarla. Si el hombre voluntariamente, sabiéndolo o
no, se niega a entregar su mente a los espíritus malignos, éstos no pueden violar su
libertad. Esto no significa que los espíritus malignos no tienten nuestros
pensamientos, sino que cuando ejercitamos nuestra voluntad oponiéndonos a tales
pensamientos, inmediatamente cesan. El problema de hoy es que aunque muchos
creyentes emplean su voluntad para resistir las tentaciones, éstas continúan. Esto
no debe suceder y es una prueba de que los espíritus malignos están operando, y
que hacen caso omiso de la voluntad del hombre.
Los espíritus malignos hacen todo lo posible por encubrir sus hechos. Si el creyente
es carnal, ellos generarán muchos pensamientos que concuerden con el carácter y
la condición de él. Le harán creer que tales pensamientos proceden de él y que son
naturales. Si la persona busca el bautismo del Espíritu Santo, ellos imitarán la obra
del Espíritu Santo y le traerán revelaciones sobrenaturales, haciéndole creer que
provienen de Dios. Como saben que la mente no ha sido renovada, la aprovechan
como el mejor lugar para llevar a cabo sus operaciones, obstruyen el entendimiento
del creyente en muchas maneras, haciéndole ignorante e impidiendo que busque la
renovación de su mente. La mente es el terreno que más comúnmente cedemos a
los espíritus malignos. Pero si esto fuera todo, sin la pasividad de la cual
hablaremos más adelante, la mente y la memoria no serían tan severamente
debilitadas.
Además de las ideas pecaminosas hay muchos otros pensamientos impropios que
proporcionan al enemigo bases de operación. Los espíritus malignos a menudo
inyectan pensamientos en los creyentes. Si el creyente recibe esos pensamientos,
llegan a ser el terreno donde los espíritus malignos operen. Las ideas vagas, los
pensamientos vanos o los de origen desconocido, las palabras que se escuchan sin
querer, las líneas que se leen por casualidad, y también los caprichos de la vida
humana, proporcionan terreno a los espíritus malignos para que sigan actuando,
quizá por muchos años. Todo esto también hace que los creyentes se llenen de
prejuicios, se rebelen contra la verdad de Dios y crean en muchas herejías.
El creyente raras veces se percata de que cuando acepta una mentira de los
espíritus malignos está cediéndoles terreno. Si interpretamos mal lo que los
espíritus malignos hacen en nosotros, en nuestro ambiente y en nuestra obra,
pensando que es algo natural, espontáneo o nuestro, damos terreno a los espíritus
malignos y les permitimos que continúen llevando a cabo sus actividades. Si
aceptamos sus mentiras, ellos las utilizarán. Cuando aceptamos ideas que proceden
de espíritus malignos creyendo que son cosas buenas que se nos ocurren a nosotros
mismos, inconscientemente permitimos que ellos permanezcan en nosotros.
Aunque este permiso sea conseguido por medio de un engaño, de todos modos da
suficiente terreno para que los espíritus malignos continúen obrando.
Por otra parte, muchos creyentes entienden mal la verdad de Dios e ignoran lo que
significa morir con el Señor, consagrarse, esperar en el Espíritu Santo, conocer el
mover de Dios y otras verdades. Como resultado, se desarrollan prejuicios en sus
corazones, y empiezan a concebir ideas acerca del significado de las enseñanzas
espirituales. Los espíritus malignos aprovechan la oportunidad e introducen ideas
equivocadas en los creyentes, mezclándolas con lo que los mismos creyentes creen
saber y operando de acuerdo con ello. Los creyentes piensan que todo eso proviene
de Dios, pero en realidad, no es más que una falsificación de los espíritus malignos
fundada en una interpretación equivocada.
D. Aceptar sugerencias
Algunas veces los espíritus malignos predicen algo con respecto al cuerpo del
creyente. Le dicen que está débil o enfermo. Si el creyente acepta esa idea, se
enfermará y se debilitará. Cuando el creyente se siente enfermo, sólo sabe que está
enfermo. Los médicos tal vez digan que es algo psicológico, pero los que tienen
percepción espiritual saben que eso se debe a que el creyente aceptó sugerencias de
los espíritus malignos; les cede terreno, y ellos obran con base en eso. Si el creyente
no resiste todos los pensamientos que provienen de los espíritus malignos, éstos se
valdrán de ellos para operar ya que se les dio la oportunidad de hacerlo.
Dios creó al hombre con una mente, para que la usara. Desde el principio Dios
quería que el hombre escuchara la palabra y la entendiera (Mt. 13:23). El deseaba
que el hombre usara su mente para recibir Sus palabras a fin de ganar su amor, su
voluntad y su espíritu. Por lo tanto, una mente activa es una barrera para la obra de
los espíritus malignos. Por eso, la principal meta de los espíritus malignos es hacer
que la mente del creyente esté vacía, es decir, que no tenga nada en ella. Los
espíritus malignos hacen todo esto, ya sea mediante engaños o por la fuerza; hacen
que la mente del creyente quede en blanco. Saben que cuando la mente del creyente
está vacía, éste no puede pensar, pierde su capacidad de razonar y el sentido
común, y acepta indiscriminadamente las “enseñanzas” de los espíritus malignos
sin preocuparse por el origen.
Los creyentes deben emplear su mente, ya que una mente ocupada no es útil para
los espíritus malignos; por eso, ellos intentan a toda costa vaciarla. Cuando la
mente del creyente funciona normalmente, él discierne todas las revelaciones
absurdas y fuera de lo común y también la fuente de sus pensamientos. Una mente
en blanco le da la oportunidad a los espíritus malignos de operar en ella. Así que,
todos los pensamientos y revelaciones recibidas mientras la mente está en ese
estado proceden de los espíritus malignos. Si el creyente deja de utilizar su mente,
verá que los espíritus malignos inmediatamente vienen a ayudarle a pensar.
En términos generales, no hay mucha diferencia entre una mente vacía o en blanco
y una mente pasiva, pero siendo técnicos, una mente vacía es una mente que no se
usa, mientras que una mente pasiva espera que vengan fuerzas externas para
usarla. La pasividad es un estado peor que el vacío. Ser pasivo es dejar de actuar
para que fuerzas externas lo muevan a uno. Una mente pasiva deja de pensar por sí
misma y permite que fuerzas externas piensen por ella. Ser pasivo es llegar a ser
como un autómata, una máquina.
En su deseo de seguir la guía del Espíritu Santo, muchos creyentes piensan que no
tienen necesidad de medir, examinar ni juzgar a la luz de la Biblia todos los
pensamientos que aparentemente vienen de Dios. Piensan que ser guiados por el
Espíritu Santo es como estar muertos y que sólo deben escuchar los pensamientos e
impulsos que provienen de su interior. Siguen especialmente las ideas que
aparecen después de la oración y como resultado mientras oran y después de orar
permiten que sus mentes se hundan en la pasividad. Detienen sus propios
pensamientos y demás actividades mentales para poder recibir “los pensamientos
de Dios”. Creen que esta clase de pensamientos provienen de Dios, y como
resultado, se vuelven duros y obstinados, no son razonables y aceptan gran
cantidad de sugerencias irracionales, ásperas y pertinaces. No saben (1) que la
oración no cambia nuestros pensamientos para que sean los pensamientos de Dios;
(2) que esperar recibir pensamientos piadosos durante y la oración después es una
invitación a los espíritus malignos para que falsifiquen lo que viene de Dios; y (3)
que Dios nos guía por medio de la intuición y no de la mente. Muchos creyentes no
entienden que Dios no desea que ellos sean pasivos, sino que cooperen con El
activamente. Pasan tiempo entrenándose para hacer que su mente sea pasiva;
tratan de no pensar por sí mismos a fin de poseer los pensamientos de Dios. No
saben que cuando no usan la mente tampoco Dios la puede usar, ni pondrá Sus
pensamientos en ella, porque según Sus principios, el hombre debe usar su propia
voluntad para controlar sus facultades y cooperar con El. Cuando el hombre no usa
su mente, los espíritus malignos aprovechan la oportunidad para intervenir y
controlarlos. Dios nunca ha tenido la intención de que los hombres lleguen a ser
autómatas, pero los espíritus malignos sí, ya que toda pasividad les favorece a ellos
y sacan ventaja de la ignorancia y la pasividad de los creyentes para operar en su
mente.
LA PASIVIDAD
Todo terreno que los creyentes cedan a los espíritus malignos les proporciona una
vía para que trabajen. De todas estas áreas la más importante es la pasividad
porque ella expresa la actitud de la voluntad, la cual, a su vez, representa la
totalidad de la persona. La pasividad permite que los espíritus malignos operen
libremente. Por supuesto, tales obras siempre son llevadas a cabo ocultamente para
que el creyente no se dé cuenta de que los espíritus de maldad están operando en
él. Los creyentes caen en la pasividad debido a su ignorancia. Cuando no entienden
claramente el lugar que tiene la mente en la vida espiritual, ya sea dándole
demasiada importancia o subestimándola, permiten que se hunda en la pasividad y
obedecen los pensamientos de su mente pasiva. Es indispensable que entendamos
claramente la forma en que Dios nos guía.
Esta enseñanza se basa en la Biblia, la cual dice: “Por tanto, no seáis insensatos,
sino entended cuál es la voluntad del Señor”. Y añade: “Comprobando lo que es
agradable al Señor” (Ef. 5:17, 10). La función de la mente no puede enterrarse. Dios
no anula las facultades del alma, sino que las renueva y las usa. El desea que los
creyentes sepan lo que están haciendo cuando lo obedecen; no espera una
obediencia ciega e irracional. Tampoco desea que los creyentes sean tontos ni que
no sepan lo que hacen. El no quiere que perciban o escuchen algo y supongan que
eso es Su voluntad y lo obedezcan. Dios tampoco tiene la intención de dirigir o
manipular al creyente haciéndole obedecer sin saber lo que obedece. Dios quiere
que el creyente conozca Su voluntad y que conscientemente emplee su ser para
obedecerla. Una persona perezosa no quiere ninguna responsabilidad; sólo desea
permitir pasivamente que Dios lo use o que use uno de sus miembros, pero Dios
quiere que el hombre activamente procure conocer Su voluntad y que utilice su
propia voluntad para obedecerlo. La intención de Dios es que la intuición y la
percepción del hombre estén de acuerdo.
Sin embargo, los creyentes no se dan cuenta de que es así como Dios nos guía. Se
permiten caer en la pasividad, y esperan que Dios ponga Su voluntad en la mente
de ellos. Siguen ciegamente toda guía sobrenatural sin examinar con sus mentes si
verdaderamente proviene de Dios. Pueden usar sus miembros neciamente y sin un
entendimiento claro de la voluntad de Dios, y esperan que Dios los use sin que ellos
estén conscientes. El resultado de todo esto es la posesión demoníaca. La pasividad
es una condición perfecta para ello. (Hablaremos de esto en detalle más adelante.)
Si el hombre no utiliza su mente, Dios tampoco la usará, porque hacerlo sería
contrario al principio sobre el cual Dios actúa. Son muchos los creyentes que no
saben que en el mundo existen espíritus malignos que están haciendo todo lo que
pueden por engañar a los hijos de Dios. Si los creyentes se encuentran en una
condición en la cual los espíritus malignos puedan trabajar, éstos lo harán.
Además, andan por todas partes buscando la oportunidad de atacar a los creyentes.
No debemos permitir que la mente se hunda en la pasividad.
Hay otro tema que también debemos tratar acerca de la condición para la
operación de los espíritus malignos. Ya hablamos brevemente sobre la pasividad,
pero debemos avanzar para abarcar algo más. En este mundo existen personas que
están muy interesadas en tener comunicación con los espíritus malignos. A ningún
hombre común le gustaría ser poseído por los demonios, pero existe cierta clase de
personas que quieren ser poseídas por los demonios. Existen los adivinos, los
espiritistas, los parapsicólogos, los médium y los evocadores de espíritus. Al
observar con detenimiento la causa de su posesión podemos entender el principio
de la posesión demoníaca, ya que todos los casos siguen la misma pauta. Estas
personas dicen que a fin de ser poseídas por un demonio, al cual ellos llaman un
dios, su voluntad no tiene que presentar resistencia alguna, sino estar dispuesta a
aceptar todo lo que llega a sus cuerpos. A fin de que su voluntad sea pasiva, su
mente tiene que estar totalmente vacía e inactiva, porque sólo una mente en blanco
produce una voluntad pasiva. Estas dos cosas son las condiciones básicas para ser
poseídos por los demonios. De aquí que cuando la persona quiere hacer venir a un
espíritu deja caer su cabello y mueve la cabeza durante cierto tiempo hasta quedar
mareada, y su mente permanece por completo fuera de acción. Sólo entonces puede
ser poseída por el presunto dios, y sólo entonces puede operar el espíritu maligno.
Cuando la mente está en blanco, la voluntad naturalmente pierde todas sus
funciones. En este punto su boca gradualmente deja de moverse según la voluntad
de la persona y todo su cuerpo empieza a temblar; en poco tiempo su dios
desciende sobre su cuerpo. Los métodos por los cuales son poseídos pueden ser
diferentes externamente, pero al examinar el principio que utilizan, nos damos
cuenta de que todos los métodos son llevados a cabo por medio de una mente vacía
y una voluntad pasiva. Si uno les pregunta a estas personas, ellas dirán que cuando
los demonios vienen sobre ellas, su mente no puede pensar, ni su voluntad puede
funcionar. Por supuesto, si la voluntad pudiera caer en un estado pasivo sin que la
mente tuviera que vaciarse, la mente seguiría pensando; pero la persona no puede
ser poseída hasta que su mente esté vacía y su voluntad quede inactiva.
No tenemos espacio para abarcar todos estos asuntos en detalle; sólo queremos que
los creyentes entiendan que para que los espíritus malignos obren en el hombre, se
requiere una mente vacía y una voluntad pasiva. Los espíritus malignos se
regocijan con todo aquel que cumple estas dos condiciones e inmediatamente
intervienen y operan en él. Si un incrédulo se encuentra en esta condición, los
espíritus malignos lo poseen, pero aun tratándose de un creyente el caso es el
mismo, y también lo poseen sin ninguna restricción.
Hoy día los creyentes piensan que si lo que reciben los hace más felices, más
espirituales, les aumenta el celo o los hace más santos, entonces aquello debe
provenir del Espíritu Santo. No saben que todo eso es el engaño de los espíritus
malignos que recurren a cualquier medio para engañarlos. Si los espíritus malignos
detectan que los creyentes muestran señales de adivinación, no dejan pasar la
oportunidad e inmediatamente entran en ellos. Estos espíritus no quieren que los
creyentes se asusten; así que hacen lo posible por ganarse su confianza. Imitan
algunos atributos del Señor Jesús, Su bondad, Su gloria y Su belleza, para que los
creyentes adoren y amen a ese “Jesús”. Realmente, lo que sucede es que los
creyentes están adorando, amando y consagrándose a espíritus malignos. Cuando
los espíritus malignos ganan la fe y la confianza de los creyentes, lo cual puede
tardar en muchos casos varios años, pondrán en ellos cosas que son obviamente
malignas. Para entonces, ya sea por orgullo, por pereza o por necedad, los creyentes
generalmente no están dispuestos a cuestionar el espíritu que recibieron.
Una cosa es cierta, y si los creyentes pudieran recordar tan sólo esto, sería de gran
ayuda para ellos. Existe una diferencia básica entre la obra de los espíritus
malignos y la obra del Espíritu Santo. El Espíritu Santo opera sólo cuando el
hombre cumple con ciertos requisitos. Igualmente, para que los espíritus malignos
operen se necesita que se cumplan ciertos requisitos. Aun cuando el hombre
busque el Espíritu Santo, si llena los requisitos para que operen los espíritus
malignos, el Espíritu Santo no actuará. Los espíritus malignos esperan
incansablemente la oportunidad para actuar. No debemos preocuparnos si
podemos distinguir entre algo que sea de Dios y algo que sea una falsificación; sólo
necesitamos examinar en qué condiciones aceptamos lo que recibimos. Si
satisfacemos las condiciones para que el Espíritu Santo opere, lo que recibimos
proviene de Dios; pero si llenamos los requisitos para que los espíritus malignos
operen, aunque nuestra intención haya sido buscar el Espíritu Santo, lo que
recibiremos provendrá de los espíritus malignos. No rechazamos lo sobrenatural,
pero sí necesitamos distinguir lo que proviene de Dios de lo que proviene de
Satanás.
¿Qué diferencias básicas existen entre las condiciones que deben llenarse para que
el Espíritu Santo opere y para que operen los espíritus malignos? (1) Las
revelaciones, visiones y actividades sobrenaturales que requieren que la mente
deje de funcionar completamente, o que se reciben después de que la mente deja
de funcionar, no provienen de Dios. (2) Las visiones que provienen del Espíritu
Santo siempre son dadas a los creyentes cuando sus mentes están en plena
actividad; además, se necesitan todas las facultades de la mente para recibir una
visión del Espíritu Santo. Cuando los espíritus malignos operan, es totalmente
diferente. (3) Todo lo que proviene de Dios está de acuerdo con la naturaleza de
Dios y con la Biblia.
Existe una diferencia básica entre las revelaciones y las visiones que Dios dio en la
Biblia, y las presuntas revelaciones y visiones que los creyentes reciben hoy día. Al
estudiar cada una de las revelaciones sobrenaturales de Dios, descritas en el Nuevo
Testamento, vemos que en cada caso el que experimenta la revelación lo hace
mientras su mente está funcionando, puede controlarse y puede usar cualquier
miembro de su cuerpo. Pero las presuntas revelaciones sobrenaturales de
hoy,requieren que la mente del receptor esté total o parcialmente pasiva, y éste no
puede controlar alguna, o ninguna, parte de su cuerpo. Esta es la diferencia
básica entre lo que proviene de Dios y lo que proviene de los demonios. En el caso
de hablar en lenguas, como se menciona en la Biblia, los que hablaban tenían
control completo sobre ellos mismos y estaban conscientes de lo que hacían. En el
día de Pentecostés, Pedro podía escuchar las burlas de los oyentes y darles una
respuesta coherente;podía demostrar que los que estaban con él no
estaban ebrios, sino llenos del Espíritu Santo (Hch. 2). En Corinto, los que
hablaban en lenguas estaban lo suficientemente lúcidos como
para contar y saber si eran dos o tres los que hablaban (1 Co. 14:29); podían
controlarse y tener la disciplina de hablar uno por uno (v. 31), y si no había
intérprete, podían callar (v. 28). Estaban conscientes y podían ejercer control sobre
sí mismos. Esto se debe a que los espíritus de los profetas están sujetos a los
profetas (v. 32). ¿Es este el caso de los que hablan en lenguas hoy en día? ¿No es
verdad que han perdido totalmente el control e ignoran completamente lo que
están haciendo? ¿No es cierto que los espíritus de los profetas no están sujetos a los
profetas sino que los profetas están sujetos a los espíritus? Así podamos diferenciar
entre lo que es de Dios y lo que es de los demonios.
o
o
Lección No. 1
La mayor parte de los problemas en los cuales nos encontramos atrapados están
ahí debido a que seguimos enfocados en ellos en lugar de concentrarnos en
encontrar la solución, en visualizar la solución o en hacer afirmaciones o decretos
para crear la nueva realidad de lo que SI queremos lograr.
Y lo peor del caso es que la mayor parte del tiempo somos totalmente
inconscientes de lo que estamos creando.
Existen aparatos especiales diseñados para definir que clase de energía expide un
ser humano. Estos aparatos son como medidores con agujas que miden del 0 al
100.
La mujer sabía que iba a morir y estaba muy mal, así que en sus últimos
momentos comenzó a rezar, comenzó a pedirle a Dios que recogiera su alma y
que bendijera a sus padres y a sus hermanos.
En sus oraciones siguió pidiendo por todos los que la habían maltratado, por sus
parientes que la habían dejado abandonada y por sus compañeros del mismo
hospital para que se recuperaran.
Si todo lo anterior es verdad, entonces eso significa que nos somos víctimas de
nada ni de nadie. Y nuestra única oportunidad para mejorar «todas» las áreas de
nuestra vida estar en darnos cuenta de que no hay ningún diablo, satanás o lucifer
haciendo de las suyas en el planeta o poniéndonos piedras en el camino.
Tampoco hay una fuerza externa vigilándonos para ver si nos portamos bien y
darnos lo que queremos o para castigarnos si nos portamos mal.
Creer
Merecer
Tener fe
Esperar
Pero vale la pena querido lector, si dedicas tiempo y esfuerzo a cuidar tus
pensamientos y sentimientos obtendrás resultados increíbles, pero tienes que
hacerlo, no solo leerlo o platicar con tus amigos acerca de ello.
Tienes que comenzar a cambiar tus pensamientos de una frecuencia negativa a
otra positiva.
Frecuencias negativas
Critica
Odio
Rencor
Envidia
Celos
Preocupación
Enojo
Frustración
Mentira
Resentimiento
Pesimismo
Frecuencias positivas
Apreciación
Bendición
Amor incondicional
Alegría
Paz
Tranquilidad
Fe
Confianza
Transparencia
Optimismo
Satisfacción.
Lección No. 2
Dicen que los seres humanos somos adictos a los sentimientos negativos, porque
nuestros problemas nos dan un sentido de identidad.
Yo creo que si es cierto porque me he dado cuenta de que siempre tengo cosas
en que pensar.
¿Pero que sucede si de pronto me dijeran que tengo una enfermedad incurable?
Te voy a contar una pequeña anécdota para ilustrar un poco mas este asunto de
nuestras adicciones a los problemas.
Hace unos días me di cuenta de que siempre estoy pensando en «algo» y nunca
disfruto el momento presente por estar piense y piense.
Pero sucede que tuve problemas de salud que me hicieron sentir miedo de que mi
enfermedad fuera mas seria y en ese momento me di cuenta de que cuando uno
está pensando que tal vez se va a morir deja de pensar en tonterías y entonces si
comienza a vivir y a disfrutar de ese momento.
Me sentía tan mal de salud que dejé de pensar en toda la bola de tonterías que
había tenido en la cabeza los días anteriores (principalmente mis problemas con
los vecinos)
Y de un momento a otro los problemas con los vecinos eran un granito de arena
en comparación con el hecho de querer disfrutar de mi vida, e inclusive hasta
disfrutar un vaso de agua y sentir el agua corriendo por la boca o acariciar el
pelaje de mi mascota.
Después de ir con el médico y de una serie de análisis me dijeron que era algo
benigno y eso fue un alivio para mí, pero me dejó esa gran lección.
Lección No. 3
Cuando culpamos a otros por nuestros problemas abandonamos nuestro poder y
debilitamos nuestras fuerzas creativas.
Al culpar a otros estamos esperando que ellos sean responsables por nuestra
felicidad y por hacernos sentir bien en todos los aspectos.
¿Pero que nos hace creer que en verdad tenemos poder de crear?
Estas palabras de Jesús hacen eco a lo largo y ancho del nuevo testamento:
El padre (nuestra fuente) y yo (el hombre) somos uno y al ser uno con nuestro
Dios también tenemos facultades creativas. Jesús dijo que haríamos cosas como
las que el hizo y algunas mas grandes.
Miedo
Apatía
Tristeza
Enojo
Rencor
Venganza
Frustración
Lágrimas
Culpa
Engaño
Manipulación
Dolor
Indecisión
Una persona que sabe que está en control de su vida y que tiene la personalidad
de amo y dirigente de su propio destino se dedica a entretener los sentimientos y
pensamientos característicos de los amos.
Las actitudes de un AMO son:
Fortaleza
Optimismo
Dominio de sí mismo
Control
Paciencia
Paz
Amor
Voluntad
Decisión
Responsabilidad
Madurez
Valor
El primer paso para dejar la mascara de víctima es actuar y sentirte como un amo
y claro yo lo sé no es fácil… pero si se puede lograr y se que tú puedes lograrlo.
Lección No. 4
Un Auto análisis
Primer ejercicio
El mundo de victimas
Las victimas…
1.
2.
3.
Segundo ejercicio
Ahora vamos a analizar los síntomas que presenta una persona que está en
control de su vida y que en lugar de ser una víctima es el amo, el capitán de su
propio barco, lo que necesitamos en este mundo, mas gente con las agallas de
cambiar su vida.
De hoy en adelante cada vez que actúes como víctima recuerda esto: «Si quieres
cambiar verdaderamente tu vida para bien, debes dejar a un lado esa máscara
que no te permite progresar». Este es el primer paso que darás y que cambiará
tus percepciones y tu manera de hablar y de pensar para siempre.
Los amos……
___Escogen sus deseos en base al grado de felicidad que éstos les otorgan
___No tienen dueño, nada ni nadie puede decirles que deben hacer.
___Ya no viven para dramas, cuando alguien hace un drama ellos lo ignoran y
punto.
___Ya no viven para satisfacer las necesidades de otros, sino las suyas propias.
___Cada día trabajan para cumplir sus deseos y hacen lo necesario para
alcanzarlos.
1.
2.
3.
La ley más importante de la física dice: Todo aquello en lo que enfocas tu atención
es lo que estás atrayendo a tu vida. Si te enfocas en algo que te haga sentir mal,
estarás atrayendo mas de lo mismo. Si te enfocas en algo que te haga sentir bien,
estarás atrayendo mas de lo mismo.
Lección No 5
Los problemas existen en nuestra vida porque son necesarios, sin ellos la vida no
tendría sentido, es más sin problemas la humanidad ya no tendría un misión y por
lo tanto este mundo llegaría a su final.
Jesús dijo no se resistan al mal y también dijo que si alguien nos da una bofetada
pusiéramos la otra mejilla.
He aquí algunas señales que indican que una persona está oponiendo resistencia:
1. Si tienes algún tipo de rencor contra tus ex-parejas, ex-jefes o alguna persona
en general.
2. Si envidias a los ricos.
3. Si tienes complejo de inferioridad y te criticas constantemente.
4. Si odias tu pobreza momentánea.
5. Si te sientes atrapado.
6. Si crees que todos tienen la culpa de tus problemas.
7. Si piensas que tener problemas es malo.
8. Si todo el día te la pasas enfrentando la realidad porque crees que no puedes
cambiarla, que eres una víctima y esperas que alguien te rescate.
9. Si odias tus problemas.
Todos estos casos son indicadores de que estás oponiendo resistencia al cambio
y te mantienen atrapado en un circulo vicioso en el cual observas la situación y de
acuerdo a lo que observas decides reaccionar, enojándote sintiéndote torpe,
desalentado, desmotivado culpable o decepcionado etcétera.