Está en la página 1de 7

EL ARMAGEDÓN

Entonces reunieron a los reyes en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.

Cuatro ángeles poderosos retienen los poderes de esta tierra hasta que los siervos de Dios sean sellados en sus
frentes. Las naciones del mundo están ávidas por combatir; 243 pero son contenidas por los ángeles. Cuando se
quite ese poder restrictivo, vendrá un tiempo de dificultades y angustia. Se intentarán mortíferos instrumentos
bélicos. Barcos serán sepultados en la gran profundidad con su cargamento viviente. Todos los que no tienen el
espíritu de la verdad se unirán bajo el liderazgo de agentes satánicos; pero serán retenidos hasta que llegue el
tiempo de la gran batalla del Armagedón.-7CBA 978 (1900).

Todo el mundo estará de un lado o del otro del asunto en litigio. Tendrá lugar la batalla del Armagedón, y ese
día no debe encontrar a ninguno de nosotros durmiendo. Debiéramos estar completamente despiertos, como
vírgenes prudentes que tenemos aceite en nuestras vasijas y en nuestras lámparas. El poder del Espíritu Santo
debe estar sobre nosotros, y el Capitán de las huestes del Señor estará a la cabeza de los ángeles del cielo para
dirigir la batalla.-3MS 487 (1890).

Necesitamos estudiar el derramamiento de la séptima copa [Apoc. 16: 17-21]. Los poderes del mal no
abandonarán el conflicto sin luchar; pero la Providencia tiene una parte que desempeñar en la batalla del
Armagedón. Cuando la tierra esté alumbrada con la gloria de ángel de Apocalipsis 18, los elementos religiosos,
buenos y malos, despertarán del sueño y los ejércitos del Dios viviente irán a la batalla.- 7CBA 994 (1899).

Pronto se peleará la batalla del Armagedón. Aquel sobre cuya vestidura está escrito el nombre "Rey de reyes y
Señor de señores", conduce a las huestes celestiales montadas en caballos blancos, vestidos de lino fino, limpio
y blanco [Apoc. 19: 11-16]. -7 CBA 993 (1889).

Pronto se ha de pelear la batalla de Armagedón. Aquel sobre cuya vestidura está escrito el nombre Rey de reyes
y Señor señores, ha de encabezar pronto los ejércitos del cielo.

LA BATALLA DEL ARMAGEDÓN


Necesitamos estudiar el derramamiento de la séptima copa. Los poderes del mal no abandonarán el conflicto
sin lucha. Pero la Providencia tiene una parte que realizar en la batalla del Armagedón. Cuando la tierra sea
iluminada con la gloria del ángel de Apocalipsis 18, los elementos religiosos, buenos y malos, despertarán de su
somnolencia los ejércitos del Dios viviente tomarán el campo.*

Cuatro ángeles poderosos retienen los poderes de esta tierra en tanto que los siervos de Dios son sellados en
sus frentes. Las naciones del mundo están ansiosas de entrar en conflicto; pero están siendo refrenadas por los
ángeles. Cuando se quite este poder restrictivo, vendrán tiempos de dificultad y angustia. Se inventarán
mortíferos instrumentos de guerra. Barcos, con su carga viviente, serán sepultados en las grandes
profundidades. Todos los que no tengan el espíritu de verdad se unirán bajo la dirección de las agencias
satánicas. Pero serán retenidas bajo control hasta el momento cuando se produzca la gran batalla del
Armagedón.*

Toda forma de mal asumirá súbitamente una intensa actividad. Los malos ángeles unen sus fuerzas con los
hombres malos, y como han estado en conflicto constante y han adquirido experiencia en relación con las
mejores maneras de engañar y batallar, y se han ido fortaleciendo por siglos, no cederán en el gran encuentro
final sin una lucha desesperada. Cada cual deberá estar de uno o de otro lado de la contienda. La batalla del
Armagedón se librará, y aquel día no debe encontrar a ninguno de nosotros durmiendo. Debemos estar bien
despiertos, teniendo, como las vírgenes prudentes, aceite en nuestras vasijas junto con nuestras lámparas. . .

DIOS INTERVIENE EN EL ARMAGEDÓN


Los poderes del mal no se rendirán en el conflicto sin una lucha. Pero la Providencia tiene una parte que
desempeñar en la batalla del Armagedón.*

Tendrá lugar la batalla del Armagedón, y ese día no debe encontrar a ninguno de nosotros durmiendo.
Debiéramos estar completamente despiertos, como vírgenes prudentes que tenemos aceite en nuestras vasijas
y en nuestra lámparas. El poder del Espíritu Santo debe estar sobre nosotros, y el Capitán de las huestes del
Señor estará a la cabeza de los ángeles del cielo para dirigir la batalla. Solemnes eventos ocurrirán en el futuro.
Sonará una trompeta tras otra; una copa tras otra serán volcadas en forma sucesiva sobre los habitantes de la
tierra. Escenas de enorme interés están casi sobre nosotros, y estas cosas serán indicaciones seguras de la
presencia de Aquel que ha dirigido en todo movimiento agresivo, que ha acompañado la marcha de su causa a
través de todos los siglos, y que ha prometido bondadosamente estar en persona con su pueblo en todos sus
conflictos hasta el fin del mundo. Él defenderá su verdad. Él hará que ésta triunfe. Él está listo para suplir a sus
fieles de motivos y poder de propósito, inspirándoles esperanza y valor en la creciente actividad cuando el
tiempo esté muy cercano.

En ninguna época de la historia humana Dios ha dejado enteramente de comunicarse con el hombre. Nunca ha
clausurado él los canales de comunicación entre el trono de la Divinidad y su iglesia militante en la tierra.
Debido a los múltiples engaños religiosos y a la rápida secularización del mundo, la necesidad de que exista una
guía profético definida es mayor hoy que en cualquier otra generación anterior. Estamos viviendo en el periodo
más difícil de la historia humana. La sociedad lucha con antagonismos raciales y conflictos económicos. Peligros
militares amenazan con envolver al mundo en el Armagedón. Una terrible y ominosa ola de crimen arrasa las
grandes ciudades de la tierra. Enfermos perturbados mental y emocionalmente ocupan un alto porcentaje de
las camas de los hospitales. Aunque algunos están volviendo al libro guía del cristianismo, la Biblia, para hallar
dirección, la verdad es que muchas iglesias han abandonado su ancla del alma, y así se descuida el estudio de las
Escrituras para recibir la iluminación, cuando no se las ignora completamente.

En este versículo se presenta un cuadro de lucha, derramamiento de sangre, tumulto, agitación y muerte, pero
también de victoria final y de obliteración de los restos de la batalla. La antigua lucha entre las fuerzas del bien y
del mal llegará a su culminación con la gran batalla de Armagedón, preludio del reinado eterno del Mesías
(Apoc. 16: 14, 16; 19: 11-19; cf. Sal. 46: 6-9; 76: 2-3; Isa. 63: 1-6; Eze. 38: 21-22; 39: 9; Joel 3: 11, 16; Zac. 9: 9-10;
14: 13).

7. "Los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón" (16: 16). "Con justicia juzga y pelea" (19: 11; cf.
cap. 17: 14; 19: 15, 19).

14."Los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón" (16: 16).

"Con justicia juzga y pelea" (19: 11; cf. 17: 14; 19: 15,19).

Joaquín de Fiore (o Floris, siglo Xll) consideraba que las copas abarcaban la era cristiana, paralelamente con los
sellos y las trompetas. Creía que la quinta plaga se derramaría sobre los falsos clérigos y frailes, a medida que la
sede y el reino de Dios se convertían en la sede y el reino del anticristo. Hacía caer la sexta plaga sobre el Estado
romano, o imperio, o la nueva Babilonia, y creía que la séptima plaga limpiaría la iglesia espiritual. Asimismo
Olivi colocaba la sexta copa con el sexto sello y la sexta trompeta. En el período anterior a la Reforma, John
Purvey interpretó que los ángeles eran los predicadores contra el anticristo y que las copas contenían la
condenación de los seguidores del anticristo. En el prefacio de Lutero al Apocalipsis, él aplica las siete copas al
tiempo de la Reforma. Muchos otros de los siglos XVII y XVIII también definieron las siete copas como castigos
que ya estaban cayendo sobre el papado o Iglesia Católica, concentrándose su caída durante la Reforma, pero
culminando con el Armagedón de los últimos tiempos. Entre éstos estaban Thomas Brightman, David Pareus,
Joseph Mede (para quien el secamiento de la corriente del Eufrates era el debilitamiento venidero del imperio
turco), William Sherwin y Robert Fleming, h.

Entre los adventistas sabatistas -que concretaron sus doctrinas entre 1847 y 1855- se sostenía la creencia de que
las siete últimas plagas eran todas futuras, y que comenzarían con la terminación del tiempo de gracia; la quinta
caería sobre el papado; en la sexta se veía a las naciones unidas para el Armagedón; la séptima implicaba los
acontecimientos finales de la historia de la tierra.

Jesús amonestó respecto a "falsos Cristo y falsos profetas" que se levantarán y harán "grandes señales y
prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos" (Mat. 24: 24). Pablo declaró que
el anticristo obraría en los últimos 836 últimos días "con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo
engaño de iniquidad" (2 Tes. 2: 9-10). Como una preparación previa para el Armagedón, los "espíritus de
demonios, que hacen señales" irán "a los reyes de la tierra en todo el mundo" (Apoc. 16: 14). El mundo actual
por lo general no cree en milagros. Lo que ciertos grupos afirman que son milagros, los escépticos lo atribuyen a
circunstancias casuales, prestidigitación o fraude. Los fenómenos físicos no tienen lugar en su esquema para lo
sobrenatural. Satanás se alegra de que haya una incredulidad pues así conviene a su propósito de engaño. Los
vers. 13 y 14 del cap. 13 revelan que cuando llegue el tiempo apropiado, Satanás empleará su poder
sobrenatural de una manera especial para engañar. "Lo que se predice aquí no es una simple impostura" (CS
609). Los hombres, incapaces de explicar los milagros de Satanás, los atribuirán al poder de Dios. Todo el
mundo caerá en el engaño. Ver 3JT 285; CS 646-647, 682; PE 88.

16 y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.

Por lo general, los comentadores adventistas aceptan dos interpretaciones de los vers. 12- 16. Según la primera
interpretación, "el gran río Eufrates" representa el imperio otomano; el secamiento de sus aguas, el
debilitamiento gradual de ese imperio. Los "reyes del oriente" simbolizan las naciones del Oriente; y el
Armagedón, el valle literal de Meguido en el norte de Palestina. Por lo tanto, el debilitamiento del imperio
otomano se considera como una preparación del camino para que las naciones orientales vengan a combatir
contra las del Occidente en el valle de Meguido.

Según la otra interpretación, el Eufrates representaba a los pueblos sobre las cuales domina la Babilonia
simbólica; y el secamiento de sus aguas indican que le quitan su apoyo a Babilonia. Los "reyes del oriente"
simbolizan a Cristo y los que le acompañan; y el Armagedón, la última batalla del gran conflicto entre Cristo y
Satanás, que se librará en el campo 856 de batalla de esta tierra. De manera que el retiro del apoyo humano a
la Babilonia simbólica se considera como la eliminación de la última barrera para su derrota y castigo finales.

Según la primera opinión, la batalla del Armagedón comenzará como un conflicto esencialmente político, pero
llegará a su clímax con la aparición de Cristo y los ejércitos del cielo. Según el segundo punto de vista, la batalla
del Armagedón comenzará cuando los poderes religiosos y políticos de la tierra unidos, comiencen su ataque
final contra el pueblo remanente de Dios.

Los defensores de ambas opiniones sobre el Armagedón, están generalmente de acuerdo en los siguientes
puntos:

La diferencia fundamental entre las dos opiniones consiste en la interpretación de los términos "Eufrates",
"reyes del oriente" y "Armagedón". La primera opinión sostiene que estos tres términos tienen un significado
geográfico; pero el segundo punto de vista afirma que deben interpretarse en una manera completamente
figurada, según los términos del contexto de los cap. 13 al 19. Hay más explicaciones sobre los distintos puntos
de semejanzas y diferencias entre las dos opiniones en com. vers. 12-19. Cf. com. Dan. 11: 36-40.

Como es de esperarse, hay diversas variantes y modificaciones en estas dos opiniones principales sostenidas por
algunos comentadores adventistas; sin embargo, no hay suficiente espacio para considerarlas. Jaime White
sostenía la antigua opinión de que la batalla del Armagedón es la batalla entre Cristo y las naciones de los impíos
en ocasión de la segunda venida (Review and Herald, 21-1-1862, p. 61). Urías Smith creía que la batalla del
Armagedón incluiría también una reunión política y militar de las naciones en Palestina (Las profecías de Daniel
y el Apocalipsis, t. 2, pp. 317-325).

Juan quizá tenía en mente que sus lectores estudiaran la palabra Armagedón como término "hebreo", y que
revisaran la historia hebrea para que se pudiera comprender este nombre simbólico.

Armagedón.
Para la segunda parte del nombre, -magedÇn, se han sugerido dos raíces etimológicas diferentes: (1) que
-magedÇn deriva del Heb. megiddo o megiddon (1 Rey. 9: 15; Zac. 12: 11), la antigua ciudad de Meguido,
destacada en diferentes etapas de la historia de los hebreos (Juec. 4: 7, 13; 2 Crón. 35: 22); (2) que -mage - dÇn
deriva de mo'ed, la palabra hebrea usada comúnmente en el AT para "congregación" (Exo. 27:21; 28:43; 29:4,
10-11, 30, 32; etc.), para una" fiesta" específica (ver com. Lev. 23: 2), y para una "compañía" y los "lugares de
congregación" (Lam. 1:15; 2:6). La primera raíz etimológica vincula el nombre compuesto Armagedón con el
medio geográfico e histórico de la antigua Meguido, mientras que la segunda -lingüísticamente menos posible-
sugiere una posible relación con el gran conflicto entre Cristo y Satanás.

Los que sostienen la primera opinión acerca del Armagedón, consideran que ese nombre se deriva del Heb. har-
megiddo, "monte de Meguido", y lo interpretan, tal como se usa en Apoc. 16: 16, en términos del ambiente
geográfico y relacionándolo históricamente con la antigua ciudad de Meguido. Los que sostienen la segunda
opinión, entienden que la primera raíz etimológica es simbólica; es decir, a la luz de los sucesos históricos de la
historia del AT en relación con las proximidades de la antigua Meguido (ver. Juec. 4: 4 a 5: 31, especialmente
cap. 5:31; cap. 6: 33 a 7: 25; 1 Rey. 18: 36-40; Sal. 83; cf. 2 Crón. 35: 20-24), pero sin atribuirle significado
geográfico al término Armagedón en Apoc. 16:16 (ver com. vers. 12). También entienden que har-mo'ed se usa
en una forma figurada, guiándose por su uso en Isa. 14: 13, en su relación con el gran conflicto entre Cristo y
Satanás (ver Apoc. 12:7-9, 17; 17:14; 19:11-21).

En todo caso, el nombre Armagedón, del Gr. ArmagedÇn, sigue siendo enigmático. No hay duda de que
representa el desenlace final cuando Cristo triunfará gloriosamente. Sin embargo, la palabra en sí no
proporciona información geográfica ni cronológica acerca de este gran acontecimiento.
El cielo estaba abierto cuando la atención de Juan fue dirigida hacia él, permaneció abierto. Cf. cap. 4: 1; 11: 19;
15: 5. Se ve a Cristo acompañado por los ejércitos celestiales (cap. 19: 14) y descendiendo de los cielos como
Rey de reyes (vers. 16) con poder y majestad para liberar a su pueblo fiel de aquellos que estarán resueltos a
destruirá (cf. CS 698-699). La escena descrita en los vers. 11-21 es la culminación de "la batalla d aquel gran día
del Dios Todopoderoso", que a menudo es llamada la batalla del Armagedón (ver com. cap. 16: 12-19; cf. 6T
406).

"Hacer la guerra", es decir, librar "la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso", a menudo llamada la
batalla del Armagedón (ver com. cap. 16: 14).

Juan escribe: "Miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono". Ángeles estaban unidos en la obra de
Aquel que había desatado los sellos y había tomado el libro. Cuatro ángeles poderosos retienen los poderes de
esta tierra hasta que los siervos de Dios sean sellados en sus frentes. Las naciones del mundo están ávidas por
combatir; pero son contenidas por los ángeles. Cuando se quite ese poder restrictivo, vendrá un tiempo de
dificultades y angustia. Se inventarán mortíferos instrumentos bélicos. Barcos serán sepultados en la gran
profundidad con su cargamento viviente. Todos los que no tienen el espíritu de la verdad se unirán bajo el
liderazgo de seres satánicos; pero serán retenidos hasta que llegue el tiempo de la gran batalla del Armagedón.

13-16 (cap. 13:13-14; 17:13-14; 19:11-16; ver EGW com. cap. 7:1-3). Pronto se peleará la batalla del
Armagedón.-

Pronto se peleará la batalla del Armagedón. Aquel sobre cuya vestidura está escrito el nombre "Rey de reyes y
Señor de señores", conduce a las huestes celestiales montadas en caballos blancos, vestidos de lino fino, limpio
y blanco (MS 172, 1899).

Toda forma de mal se lanza[rá] a una intensa actividad. Malos ángeles unen su poder con hombres impíos, y
como han estado en conflicto constante y son experimentados en las mejores artes de engañar y de combatir, y
como se han fortalecido durante siglos, no se rendirán en el último conflicto sin una lucha desesperada. Todo el
mundo estará de un lado o del otro. La batalla del Armagedón se peleará y ese día no debe hallar a ninguno de
nosotros durmiendo. Debemos estar bien despiertos, como vírgenes prudentes que tenemos aceite en nuestras
vasijas con nuestras lámparas...

Necesitamos estudiar el derramamiento de la séptima copa. Los poderes del mal no abandonarán el conflicto
sin luchar; pero la Providencia tiene una parte que desempeñar en la batalla del Armagedón. Cuando la tierra
esté alumbrada con la gloria del ángel de Apocalipsis 18, los elementos religiosos, buenos y malos, despertarán
del sueño y los ejércitos del Dios viviente irán a la batalla (MS 175, 1899).

Juan escribe: "Miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono". Ángeles estaban unidos en la obra de
Aquel que había desatado los sellos y había tomado el libro. Cuatro ángeles poderosos retienen los poderes de
esta tierra hasta que los siervos de Dios sean sellados en sus frentes. Las naciones del mundo están ávidas por
combatir; pero son contenidas por los ángeles. cuando se quite ese poder restrictivo, vendrá un tiempo de
dificultades y angustia. Se inventarán mortíferos instrumentos bélicos. Barcos serán sepultados en la gran
profundidad con su cargamento viviente. Todos los que no tienen el espíritu de la verdad se unirán bajo el
liderazgo de seres satánicos; pero serán retenidos hasta que llegue el tiempo de la gran batalla del Armagedón.

Pronto se peleará la batalla del Armagedón.-


Pronto se peleará la batalla del Armagedón. Aquel sobre cuya vestidura está escrito el nombre "Rey de reyes y
Señor de señores", conduce a las huestes celestiales montadas en caballos blancos, vestidos de lino fino, limpio
y blanco (MS 172, 1899).

Toda forma de mal se lanza[rá] a una intensa actividad. Malos ángeles unen su poder con hombres impíos, y
como han estado en conflicto constante y son experimentados en las mejores artes de engañar y de combatir, y
como se han fortalecido durante siglos, no se rendirán en el último conflicto sin una lucha desesperada. Todo el
mundo estará de un lado o del otro. La batalla del Armagedón se peleará y ese día no debe hallar a ninguno de
nosotros durmiendo. Debemos estar bien despiertos, como vírgenes prudentes que tenemos aceite en nuestras
vasijas con nuestras lámparas . . .

Necesitamos estudiar el derramamiento de la séptima copa. Los poderes del mal no abandonarán el conflicto
sin luchar ; pero la Providencia tiene una parte que desempeñar en la batalla del Armagedón. Cuando la tierra
esté alumbrada con la gloria del ángel de Apocalipsis 18, los elementos religiosos, buenos y malos, despertarán
del sueño y los ejércitos del Dios viviente irán a la batalla (MS 175, 1899).

Armagedón

(gr. Harmaguedon; transliteración compuesta del heb.).

En el uso popular moderno, "Armagedón" designa cualquier gran conflicto militar que involucra a las naciones
de la tierra, generalmente sin referencias al contexto del término en la profecía bíblica. En el uso bíblico, es
designación críptica del campo de batalla en que los reyes de la tierra serán congregados para "la batalla de
aquel gran día del Dios Todopoderoso" (Ap. 16:14, 16). El secamiento del "Eufrates" y la reunión de las naciones
en "Armagedón" ocurren bajo la penúltima de las 7 plagas finales (vs 12, 16; cf 17:16). Esos acontecimientos
son el resultado del derramamiento de la 6ª copa y las actividades obradoras de milagros de los "tres espíritus
inmundos a manera de ranas" (el dragón, la bestia y al falso profeta; 16:12-14). Que no se mencionen peleas en
la "batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso", implica que ésta ocurre más tarde (durante la 7ª plaga,
bajo la cual la "gran Babilonia" recibe "el cáliz del vino del ardor de su ira [de Dios]"; v 19). Además, que la
Babilonia antigua estaba situada sobre el río Eufrates implica una relación estrecha, en la simbología
apocalíptica, entre el Eufrates de la 6ª plaga y la ciudad de Babilonia en la 7ª. Por el contexto, los vs 16 y 17
implican que tan pronto como las naciones se reúnen en "Armagedón", el 7º ángel derrama su copa y se
pronuncia el decreto "Consumado es" desde el trono de Dios (v 17). Con la reunión de las naciones en
Armagedón, la rebelión sobre la tierra alcanza su clímax y Dios interviene para ejecutar el "furor de su ira" sobre
la Babilonia apóstata y para liberar a su propio pueblo (16:19; 17:14; 18:20; 19:2).

El nombre se menciona por 1ª vez en el AT como uno de los ríos del jardín del Edén (Gn. 2:14), pero no se debe
suponer la identidad del Eufrates antediluviano con el río actual. A menudo se lo llama sencillamente "el gran
río", y se lo señala como el límite norte de la tierra prometida (Gn. 15:18), lo que pocas veces ocurrió, excepto
por un breve tiempo durante los reinados de David y de Salomón (2 S. 8:3:1 Cr. 18:3; 1 R. 4:21, 24). En tiempos
de los persas, el Eufrates formaba la frontera entre Mesopotamia y el territorio de Siria y Palestina. Por tanto,
este último territorio, que se incorporó administrativamente como una satrapía, se llamó oficialmente "Más Allá
del Río" (Esd. 4:10,11; 5:3; 6:6; Neh. 2:7). En el lenguaje simbólico del Apocalipsis se mencionan ángeles que
"están atados junto al gran río Eufrates" (Ap. 9:14), y la 6ª plaga será derramada sobre el Eufrates (16:12).
Véase Armagedón.
Entre otros hallazgos importantes en Meguido se encuentran: 1. Un tesoro de exquisitas joyas y una gran
colección de marfiles bellamente esculpidos del período preisraelítico, que demuestra el fino gusto artístico de
los artífices cananeos. 2. Un sistema ingenioso para conducir el agua, construido durante el reinado de
Salomón. De la fuente subterránea, que estaba fuera de los muros, se excavó un túnel hacia la ciudad, de unos
61 m de largo. A él se llegaba desde adentro por una escalera en un pozo vertical de 25 m de profundidad. De
este modo, la gente de Meguido tenía acceso al agua aun en tiempos de sitio (fig 350). 3. Templos cananeos y
muchos objetos de culto. 4. Un "escudo de David" grabado en un bloque de piedra del nivel de Salomón. 5.
Capiteles proto-jónicos (figs 15, 16, 44, 277, 503). Véase Armagedón.

Lugar descripto en Is. 14:13, 14 ("monte de la Reunión", BJ) como la montaña sobre el cual aspiraba sentarse el
rey de Babilonia (cf v 4). El pasaje está expresado en términos de los conceptos míticos de los babilonios,
quienes creían que los dioses tenían sus concilios sobre una montaña alta del norte. La profecía se refiere
simbólicamente a Lucifer, o Satanás, de quien el rey de Babilonia era un símbolo. Satanás deseaba controlar los
concilios celestiales y ser igual a Dios. Véanse Armagedón.

La 2ª "Profecía" u "oráculo" (12-14) bosqueja 1215 los acontecimientos finales de la historia como habrían
ocurrido si Israel hubiera sido fiel (véase 6:15). El cuadro que se pinta se asemeja a la batalla de Gog y Magog a
la que se refiere Ezequiel (38:39), y estos 2 pasajes constituyen el fundamento profético del cuadro de las
últimas grandes batallas que se librarán al fin del tiempo: en el Armagedón (Ap. 16:12-16), y en la de Gog y
Magog después del milenio (20:8, 9). Tal como Zacarías describe la escena, "todas las naciones de la tierra"
sitiarán Jerusalén (Zac. 12:2, 3), pero Jehová defenderá a los habitantes de la ciudad (v 8) y destruirá "todas
las naciones que vinieren contra Jerusalén" (v 9). Mientras suceda esto la gente aparentemente traspasará al
Mesías libertador, y al darse cuenta de lo que han hecho llorarán muchísimo (vs 10, 11). Pero "en aquel tiempo
habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del
pecado y de la inmundicia" (13:1), y Dios purificará la tierra de sus ídolos y de los falsos profetas (vs 2, 3). El
Mesías será "herido en casa" de sus presuntos "amigos" (v 6), y como resultado de ello las ovejas -es decir, el
pueblo- serán dispersadas (v 7). Las 2/3 partes de toda la tierra serán "cortadas en ella, y se perderán", pero la
otra 3ª parte será metida "en el fuego" y se la refinará, y será el pueblo de Dios para siempre jamás (vs 8, 9).
Son ante quienes se abrirá el "manantial" (13:1) con el fin de purificarlos del pecado y la inmundicia. Después el
Señor saldrá para pelear "con aquellas naciones" (14:1-3) que atacarán Jerusalén, y descenderá sobre el monte
de los Olivos, que se partirá en dos, para constituir un gran valle (v 4). En aquel día saldrán aguas vivas de
Jerusalén (v 8; cƒ Ez. 47), "Jehová será rey sobre toda la tierra" (Zac. 14:9) y Jerusalén "será habitada
confiadamente" (v 11). La forma como Dios eliminará a los que, rechazando su invitación llena de gracia para
unirse a su pueblo elegido, combatan contra Jerusalén, se describe en los vs 12-14, 17-19. Y con el tiempo
"todos los que sobrevivieron de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al
Rey, a Jehová de los ejércitos" (v 16; véase CBA 4:1107, 1108).

También podría gustarte