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A la pregunta de por qué estamos tan estresados y ansiosos, la Lic.

Kelmanowicz
explica: “Nuestras vidas se han acelerado mucho. Las comunicaciones son
simultáneas e instantáneas. La cibernética e internet han hecho posible una fuente
inagotable de información. La presencia virtual y la real se funden generando
múltiples realidades simultáneas que nos abruman. El multitasking es casi
contínuo. Trabajamos más horas y nos cuesta más lograr tiempos de descanso y
conexión con nosotros. Nuestra sociedad es una fuente constante de estrés; el
ritmo de vida y la presión social han llevado a un aumento de los trastornos de
ansiedad y estrés. Por otra parte, nuestro contexto social ha perdido bastante los
factores de protección y amortiguación. Tenemos menos espacios de familia, han
disminuido los encuentros y la intensidad de los mismos, y el tiempo de ocio y los
espacios de recuperación son escasos.”

Qué es la Psicología Positiva

Como respuesta a la problemática, Kelmanowicz propone a la Psicología Positiva


como herramienta para controlar el estrés y tener una mejor calidad de vida, un
enfoque que desde hace unos 18 años, viene investigando y validando de forma
científica, procesos que permiten vivir con mayor bienestar, proponiendo prácticas
eficientes en el control del estrés y la ansiedad.

Se trata de una evaluación retrospectiva positiva sobre la vida o la


percepción de satisfacción vital, y al mismo tiempo, un balance actual del
afecto positivo frente al negativo. Para hablar de bienestar, también hay que
reunir una serie de atributos psicológicos asociados al buen desarrollo y al ajuste a
nuestro medio.

Las investigaciones afirman que el rango de afectividad positiva que


experimentamos es un 50 por ciento hereditario; el 10 por ciento está definido por
las circunstancias que atravesamos, mientras que el 40 por ciento restante es el
realmente maleable. Es decir, que tenemos un 40 por ciento de posibilidades de
guiar nuestra actividad en forma intencional para producir mejores estados de
ánimo o mayor bienestar.

La clave no está en intentar eliminar lo negativo, sino en aumentar la frecuencia


de las experiencias y los vínculos positivos. Por otro lado, el camino a la
felicidad no es sencillo porque no es algo que se encuentra, sino que se construye
y se crea. Depende de nosotros mismos. Está comprobado que la gente más feliz
es “activa”, se esfuerza de forma sistemática y sostenida.

La palabra mágica

AWE destaca el valor del acrónimo PERMA creado por Martin Seligman, psicólogo
estadounidense, ex director de la American Psychological Association (APA) que
dirige el Positive Psychology Center de la Universidad de Pennsylvania, como ruta
creada para acceder al bienestar a través de 5 conceptos principales, cuyas
iniciales coinciden con sus siglas en inglés:

 P de Positivity: emociones positivas


 E de Engagement: compromiso
 R de Relationships: vínculos
 M de Meaning: significado o propósito
 A de Accomplishment: logros o realizaciones

“Podemos aumentar nuestro bienestar, aumentando la frecuencia de las


emociones positivas, incrementando nuestra atención o compromiso con lo que
estamos haciendo, cultivando relaciones más auténticas y positivas, buscando un
sentido en nuestras vidas, y enfocándonos para lograr lo que nos proponemos.
¿Es difícil esto? La respuesta es “muy”. Es posible? La respuesta es SÍ”, asegura
Kelmanowicz.

Recomendaciones para liberarnos del estrés y ser más felices

Algunas de los comportamientos estudiados por la Psicología Positiva se


relacionan con el cambio de hábitos: la inclusión en la vida cotidiana de pequeñas
transformaciones que, sostenidas en el tiempo, permiten adquirir rutinas más
saludables.

Está comprobado que cierto tipo de emociones o actividades generan mayor


felicidad. Estos son algunos ejemplos:

 Involucrarse en actividades en las que se pone en juego la creatividad


 Practicar un estilo optimista
 Ser amable y agradecido
 Cultivar y mantener los vínculos
 Aprender a perdonar
 Saborear con atención plenalas cosas que nos suceden
 Encontrar nuestras fortalezasy ponerlas en juego para experimentar el flow
(fluir)
 Comprometerse con objetivos
 Amar y ser amados (no se circunscribe sólo a la relación de pareja)
 Tener sentido del humor
 Aumentar la percepción de autoeficacia
 Hacer ejercicio físico, meditar, cantar, etc.
Según Kelmanowicz, para reducir el estrés o la ansiedad, no existe la magia. Para
ello es necesario aceptar la condición personal y saber que para experimentar
mayor bienestar hay que ocuparse, lo que significa: proponérselo, esforzarse y
dedicarse. “El propósito de ganar calidad de vida que se hace al comienzo de
cada año, se desvanece bastante antes de lo que pensamos. Por lo tanto, la idea
central no es evitar el estrés, sino aprender a recuperarnos de él. Aprender a
aquietar nuestros pensamientos perturbadores y ansiosos. Nos conviene
aumentar nuestros recursos personales. A veces no nos sale hacerlo solos; nos
sale el impulso inicial y voluntarioso de cambiar, pero nos falla el período de
mantenimiento. Busquemos ayuda en aquellas personas o situaciones que nos
permitan sostenerlo en el tiempo”, nos recomienda la especialista.

La psicología positiva nos ayuda a liberar cuerpo y mente y a disfrutar en


general más de nuestra vida

La Psicología Positiva, o ciencia del bienestar, tiene como objetivo fundamental


mejorar la calidad de nuestras vidas haciéndonos sentir mejor con nosotros
mismos, con las relaciones que tenemos con los demás.

Constituye una gran ayuda a la hora de educarnos en la gestión de nuestro


presente pues, mediante actividades y rutinas positivas, nos enseñar a quitar
lastre de la mochila emocional que cargamos a diario.
Importante:

Date licencia o permiso para ser humano

Esto quiere decir que permitas sentir todas las emociones tanto las positivas como
las negativas; miedo, risa, ansiedad, envidia, etc.

 Acepta que las emociones negativas son parte natural de tu vida y de la


de todos. Los pensamientos negativos no deben vencerte ni permitirte
resignarte.
 También es sano admitir tanto a ti mismo como a tus seres queridos los
días o las ocasiones en las que estés triste.
 Concentrarte en tus emociones para identificar lo que te pasa también
puede ser una buena opción.

Simplifica tu vida

La sensación de no tener tiempo o sentirnos muy ocupados nos lleva a sentir


frustración, esto además nos lleva a disminuir nuestra creatividad y productividad
que aún nos causa un mayor malestar.

Con estas sensaciones nos olvidamos en disfrutar o ser felices con los pequeños
detalles del día a día en nuestras rutinas o con nuestros seres queridos.

 El refrán de 'no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy' bien no siempre es
un buen consejo, por supuesto se pueden dejar para mañana cosas, simplemente
debes aprender a priorizar y a distinguir lo indispensable de lo que no lo es.

 Observa en tu interior con detenimiento y siente como estás en tu vida, en


tu día a día.
 Evita y olvida las distracciones durante tus momentos de ocio y de
placer. Hay momentos para las obligaciones y momentos no menos
importantes para el disfrute.
 Haz lo mismo en el trabajo, dedica un momento libre o interrupciones.
 Haz todos los días una actividad que te haga recargar tus pilas y
renovar energía.

Ten en cuenta la importancia de la conexión mente y cuerpo

El ejercicio, la respiración profunda o la meditación son ideales para cuidar de tu


bienestar físico y emocional.

 Practica la respiración profunda. Es sencillo y puedes aplicarla en


muchos momentos del día y lugares.
 Iníciate en la meditación. Hay diferentes tipos de meditación, puedes
probar varias y profundizar en aquella que más te guste.

Céntrate en lo positivo

Nuestra felicidad depende no solo de lo que tenemos, sino en si apreciamos


o no lo que tenemos. Esto explica que una persona que parece tenerlo todo
pueda ser infeliz, mientras que una persona que tenga relativamente poco pueda
vivir una vida plena.

 Piensa en aquello de lo que puedes disponer, en aquello de lo que


dispones y recréate en ello.
 Consigue que la gratitud llegue a ser un hábito en la vida.
aumentar la frecuencia de las experiencias y los vínculos positivos.

proponérselo, esforzarse y dedicarse

no es evitar el estrés, sino aprender a recuperarnos de él. Aprender a aquietar


nuestros pensamientos perturbadores y ansiosos.

mejorar la calidad de nuestras vidas haciéndonos sentir mejor con nosotros


mismos, con las relaciones que tenemos con los demás.

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