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1zimmermann Einrich Los Metodos Historico Criticos en El Nuevo Testamento PDF
1zimmermann Einrich Los Metodos Historico Criticos en El Nuevo Testamento PDF
HISTÓRICO-CRÍTICOS
EN EL NUEVO TESTAMENTO
POR
HEINRICH ZIMMERMANN
TRADUCCIÓN ESPAÑOLA DE
AUTORES CRISTIANOS
Declarada de interés nacional
ESTA COLECCIÓN SE PUBLICA BAJO LOS AUSPICIOS Y ALTA
DIRECCIÓN DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA
PRESIDENTE :
Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. MAURO RUBIO REPULLÉS, Obispo
de Salamanca y Gran Canciller de la Pontificia Universidad.
VICEPRESIDENTE: limo. Sr. Dr. TOMÁS GARCÍA BARBERE-
NA, Rector Magnifico.
VOCALES: Dr. LORENZO TURRADO Y TURRADO, Deca-
no de la Facultad de Teología; Dr. JUAN SÁNCHEZ SÁN-
CHEZ, Decano de la Facultad de Derecho Canónico; Dr. ISI-
DORO RODRÍGUEZ, O. F. M., Decano de la Facultad de Fi-
losofía y Letras; Dr. JOSÉ RIESCO, Decano adjunto de la
Sección de Filosofía; Dra. ANUNCIACIÓN FEBRERO LOREN-
ZO, Decano adjunto de la Sección de Ciencias de la F.du-
cación; Dr. MANUEL CAPELO MARTÍNEZ, Decano adjun-
to de Ciencias sociales; Dr. MAXIMILIANO GARCÍA CORDE-
RO, O. P., Catedrático de Sagrada Escritura; Dr. CASIANO
FLORISTÁN, Director del Instituto Superior de Pastoral.
SECRETARIO: Dr. MANUEL USEROS, Profesor.
ABREVIATURAS xn
PRÓLOGO xv
INTRODUCCIÓN 3
aramaico como pccKKá ( M t 5,22), (3oovripyés ( M e 3,17), TccAiOa espacialmente, al q u e se atribuye «unidad» como efecto de u n a
KoOtii ( M e 5,41), £99a6á ( M e 7,34), á(3pá ( M e 14,34; R o m 8, norma inmanente; se le atribuye belleza o armonía asentada
15; Gal 4,6), éAarí Aociiá aa(3ocx©ávi ( M e 15,34; cf. M t 27,46), en él orden. Se reconoce u n a particular relación entre «hom-
Kri9&s (Gal 1,18, etc.), napáva 6á (1 Cor 16,22). Es propio de bre» y «mundo» cuando, por u n lado, «mundo» se toma por el
la frase hebrea el anteponer el nombre, así como poner en pa- «mundo d e los hombres» ( = la humanidad), y, p o r otro, al
siva los predicados verbales sobre Dios (cf, p.ej., M t 6,9-10). hombre se le considera como el «microcosmos». Debemos sub-
rayar también la relación q u e se hace entre «cosmos» y «Dios»,
El significado de las palabras en el griego neotestamenta-
si bien el problema concreto d e determinar cómo se relacionan
rio puede variar con relación al lenguaje popular helenístico,
Dios y «mundo» ha recibido diversas soluciones en Heráclito,
principalmente cuando se venía usando u n a palabra en los
Platón, Aristóteles, la Stoa y el Neoplatonismo.
Setenta como traducción de algún término concreto hebreo.
Esto ocurre, p.ej., con S ó | a , traducción del kabod hebreo, La entrada del término «cosmos» en los Setenta señala u n
«majestad»; Sia0r|Kr|, traducción del hebreo berit, «alianza». cambio de r u m b o en su historia, d e enorme importancia para
A veces u n término ha tenido u n a larga evolución histó- el concepto «mundo» en el Nuevo Testamento. Se funden la
rica desde el hebreo del Antiguo Testamento, pasando p o r los idea filosófica y la bíblica, y entonces, además del sentido es-
Setenta y la literatura del judaismo tardío, hasta su incorpo- pacial, vemos introducirse el temporal. El Antiguo Testamen-
ración al Nuevo Testamento. Ejemplo típico el de los TTTWXOÍ to no cuenta con u n término para calificar la realidad «mundo».
T Ü TrveúiJiaTi de la primera bienaventuranza en el evangelio de Cuando habla de lo q u e nosotros llamamos «mundo», dice
Mateo ( M t 5,3). A u n dentro del Nuevo Testamento, la pala- «cielo y tierra» ( G e n 1,1; 2,1; D t 4,39; 10,14). A veces, la frase
bra «pobres» puede tener diversos significados según las cir- «cielo y tierra» se condensa en el término «todo» (hebreo ha-
cunstancias. Pablo llama SiKcaoaúvr) a algo distinto de a lo q u e kol) (Sal 8,7; J u e 44,24). O nos habla la Biblia del «tiempo del
alude el primer evangelio. Términos del lenguaje popular h e - mundo» (hebreo olam, arameo alma). Olam, q u e probable-
lenístico pueden, al pasar al Nuevo Testamento, llenarse de mente procede d e la raíz elm = «estar escondido», alude tan-
un nuevo contenido cristiano. Este ha sido el caso de eúay- to al «pasado oculto» como al «futuro». A u n su relación y p a -
yéAiov, ÉTTccyyEAía, -rrapoucría. «Las palabras n o son piedras ralelo con «creación» n o altera el sentido temporal.
muertas ni informes q u e se yuxtaponen en mosaico; son cria- Para nosotros resulta sorprendente oír hablar de «creación»
turas vivas q u e se desarrollan y aun se atrofian. Como mueren no en el sentido espacial, sino temporal. Mientras q u e en nues-
en el árbol unas ramas y en su lugar apuntan y nacen retoños tra mentalidad, el tiempo es u n fenómeno dentro del m u n d o ,
nuevos, también en las lenguas desaparecen significados y sur- para el hombre bíblico el m u n d o es u n fenómeno dentro del
gen otros» 9 . tiempo (cf. Ecl 3,1-11; 4 E s d 13,58).
Caso típico, desde este punto de vista, lo ofrece la palabra Al aceptar la palabra sobre todo la literatura tardía d e los
KÓCT|J,OS. E n la cultura griega prevalece normalmente la idea Setenta, «cosmos» significa no sólo el universo, la tierra y la
de «cosa ordenada». Con el término KÓapoj se alude a lo cum- humanidad, sino q u e llega el primitivo concepto temporal
plido y artísticamente perfecto. D e aquí también, a lo bello, olam a colorearse con sentido espacial, hasta el punto d e q u e
concepto inseparable del d e orden. O se alude, p o r modo es- ctiwv y KÓcjpos como traducción d e olam y alma son términos
pecial, al adorno, con preferencia al adorno d e la mujer. intercambiables recíprocamente. Se dice de Dios: eiToíeis TOV
El significado de «orden» se enlaza esencialmente, sobre KÓCT|JIOV (Sab 9,9); Dios es, por lo mismo ó TOO KÓa|iou KTÍaTTjs
todo en el lenguaje filosófico, con lo q u e llamamos «mundo» (2 M a c 7,23; 13,14; 4 M a c 5,25), o ó TOU KÓCTIJOV pacnAsús (2
(cosmos). Cosmos es entonces u n todo concebido ordenada- Mac 7,9). Melek olam se entiende ahora como pacnAeüj TOU KÓCT-
mente, el sistema del m u n d o como totalidad. Concepto ideado uou. A l EÍaspxEcrüai sis TÓV KÓCT(ÍOV (Sab 2,24; 14,14; cf. J n 1,19;
9 G. FRIEDRICH: ThW VII, 3s- Rom 5,12) corresponde bo le olam. L a posibilidad d e intercam-
10 Introducción
Introducción 11
biar las palabras, ccícóv y tóanos, pone de relieve q u e «cosmos» con orden, sino q u e también es el escenario d e la influencia
participa del sentido temporal d e olam; ó KÓCTUOS OUTOS es en
activa de los poderes sobrenaturales, d e Dios y d e sus ánge-
calidad d e «tiempo del mundo» idéntico con cdcov OUTOS. les, de Satanás y sus demonios. Ciertamente, el Nuevo T e s -
En el Nuevo Testamento la significación d e «cosmos» ad- tamento no desarrolla ninguna cosmología. M á s bien lo evi-
mite los diversos sentidos q u e en la historia de esta palabra ta, como cuando se enfrenta con las cosmologías gnósticas.
hemos notado. Así, p.ej., se la usa en el sentido d e adorno fe- Esto se puede ver sobre todo en las Cartas Pastorales (cf. 1
menino ( i Sal 3,3; cf. 1 T i m 2,9). Prevalece, con todo, la sig-
T i m 1,4; 4,7; 2 T i m 4,4; T i t 1,14; 3,9), en la carta d e Judas
nificación «mundo», naturalmente q u e con diversos matices.
y en la segunda de Pedro. L a s expresiones sobre el m u n -
El m u n d o es el conjunto d e todo lo creado: es la creación do en tanto interesan en cuanto q u e se relacionan con 1 a his-
de Dios. P o r esto se puede afirmar d e Dios q u e es ó 0EÓS Ó toria d e la salvación.
-rroif)CTas TÓV KÓCTUOV ral irávTa TÓ; év carreo, OUTOS oúpavoü KOÍ
El cosmos es el ámbito d e los hombres y de su historia;
yrjs úirápxwv KÚptos (Act 17,24). Como creación, el cosmos
coincide con la oÍKOu|iévr|, la tierra habitada. Así se puede ha-
fue hecho p o r la Palabra: al TrávToc 81' carroü ÉyévsTO [Jn 1,3]
blar d e «todos los reinos del mundo» ( M t 4,8; cf. L e 4,5), d e
c o r r e s p o n d e ó KÓCTUOS S I ' CCÜTOÜ éyévsTo [Jn 1,10], es decir,
las «gentes del mundo» ( L e 12,30; cf. M t 6,32) o sobre el
por Cristo, según aparece claramente en 1 C o r 8,16; Col 1,
«ganar todo el mundo» ( M e 8,36 par.). E n el mismo sentido
ióss; H e b 1,2... Como creación, el cosmos sale d e Dios, su
vemos que se aplica la palabra cuando—análogamente al modo
origen, y va a Dios, su fin: s£ OCIJTOÜ Kal 81' OCÚTOÜ KOCÍ EÍS
de hablar rabínico—se dice q u e el h o m b r e viene al m u n d o
OCÜTÓV TÓC TTávTa (Rom 11,36; cf. 1 C o r 8,6). Está orientado,
(Jn 16,31; quizá también en J n r,g) o q u e «nada trajimos al
por lo tanto, el m u n d o a u n a meta y a u n a historia; tiene u n
m u n d o y nada podemos llevarnos de él» (1 T i m 6,7). Este sen-
principio (cf. la frase «desde el principio del mundo»: L e n ,
tido de «cosmos» adquiere importancia teológica, puesto q u e
50; H e b 4,3; 9,26; cf. M t 24,21; R o m 1,20 y par.; «antes d e
la creación del mundo»: M t 25,34; Ef 1,4; 1 P e 1,20; Apoc 13,8; el «mundo de los hombres» se relaciona con la historia de la
17,8; J n 17,24) y va a su fin ( M t 13,40 habla «del fin del m u n - salvación. Sólo queda u n paso para de aquí significar «cos-
do»). Como creación, el m u n d o está sometido a la fugacidad mos» la «humanidad». Cuando en el Nuevo Testamento la h u -
(cf. R o m 8,20) y está en tránsito (1 Cor 7,31; 1 J n 2,17). I m - manidad se relaciona con Dios y con la historia d e la salvación,
pregnado como está d e temporalidad—Ef 2,2 habla del edebv el concepto cosmos ha alcanzado su plenitud de sentido. Es
TOO KÓCTUOU TOÚTOU, es decir, del «eón d e este mundo»—; como el caso d e Pablo y d e los escritos de Juan.
tal m u n d o , se encuentra frente al «mundo venidero», al q u e Pablo pone al lado d e «cosmos» los términos cráp§, á^apTÍa
jamás se le llama cosmos. y vanos.
Con ello lo convierte en u n concepto relevante de la historia
Acepta plenamente el Nuevo Testamento la imagen del
de la salvación. L o lógico es q u e haga la contraposición entre
m u n d o d e su época y d e su ambiente cultural, q u e con las
«el m u n d o actual» y el «mundo por venir». «Este m u n d o actual»
palabras d e R. Bultmann e n su conocida obra Nuevo Testa-
no está sometido únicamente a la caducidad (1 C o r 7,31), sino
mento y Mitología 1 0 podemos caracterizar del modo siguiente:
también al imperio del mal, al dios d e «este mundo» (2 C o r
«El m u n d o se concibe como dispuesto en tres pisos. E n el del
4,4), q u e tiene bajo su tiranía a los hombres q u e se entregan al
medio se encuentra la tierra; sobre ella el cielo, y debajo el
«mundo». Entró por Adán el pecado en el m u n d o , y por el p e -
inframundo. El cielo es la mansión de Dios y los seres celes-
tes, los ángeles; el inframundo es el infierno, mansión del tor- cado la muerte (Rom 5,12-14). Pecado y muerte dominan a los
mento. L a tierra no es sólo el ámbito del acontecer diario na- hombres, hasta tal punto que TTSS Ó KÓCTUOS ( = todos los h o m -
tural, d e la preocupación y del trabajo, donde todo se regula bres) «se confiesa reo ante Dios» (Rom 3,19) y sometido al jui-
cio divino (Rom 3,6; cf. 1 Cor 6,2). Cosmos, según este sentido,
10
Ahora: Kerygma und Mythos I (Hamburg 3 1954) 15. es la humanidad no redimida bajo el poderío del pecado. A h o -
12 Introducción Introducción 13
ra comprendemos que KÓCTIJOS y cáp^ se usen indistintamente: Enfoca Pablo aquí la idea de «cosmos» no sólo desde el án-
la «sabiduría del mundo» (i Cor i,20; 3,19) es «sabiduría según gulo teológico y cristológico, sino también, y al mismo tiempo,
la carne» (cf. 1 Cor 1,26). Todo el enfrentamiento entre Dios escatológico. Cuando el Apóstol hace suya la contraposición
y el hombre queda manifiesto al decir que «los señores de este «este mundo»—«el mundo por venir», tomándolo de la apoca-
mundo» han crucificado al Señor de la Majestad (1 Cor 2,8). líptica del judaismo tardío, introduce, como creación propia
Lo mismo que al hombre que se enfrenta con Dios se le carac- una novedad, la de que, según la fe, el eón nuevo ha dado co-
teriza como cráp£, al mundo enfrentado contra Dios se le llama mienzo con Cristo. Para Pablo, el pecado de la humanidad co-
«cosmos». bra niveles insospechados y alcanza dimensiones de amplitud
Pero Dios ha reconciliado consigo al mundo en Cristo (2 cósmica (cf. 1 Cor 2,6.8; 2 Cor 4,4; Ef 2,2), pero también, con-
Cor 5,19). Los creyentes en Cristo, los que fueron sepultados siguientemente, la redención traída por Cristo.
por el bautismo para participar en la muerte de Cristo y resuci- La reconciliación del cosmos, y con ella la dilatación del
tar a una vida nueva (cf. Rom 6,3-5), n a n sido librados de este «cuerpo de Cristo» en el mundo, se logra mediante el anuncio
siglo malo gracias a Jesucristo, que se entregó por nuestros pe- del Evangelio «a toda criatura bajo el cielo» (Col 1,23); es decir,
cados (Gal 1,4). Por Cristo crucificado, el mundo ha sido gracias a la penetración «cósmica» misionera. «El Cuerpo de
crucificado para los hombres y los hombres para el mundo Cristo es la Iglesia precisamente en cuanto que en ella Cristo
(cf. Gal 6,14); «fuimos librados del poder de las tinieblas y irrumpe en el mundo. Por el anuncio del Evangelio a través de
trasladados al reino del Hijo de su amor» (Col 1,13). En Cris- la Iglesia, Cristo penetra el cosmos y lo impregna. Ella es el
to damos adiós al mundo. acontecimiento escatológico, del que Pablo se hace señal visi-
Por la reconciliación con Dios en Cristo, el cosmos deja ble extendida por el mundo. En la Iglesia se revela el secreto
de ser «mundo»; es KOCIVÍI KTÍCNS (Gal 6,15; cf. 2 Cor 5,17) es de Dios escondido desde siglos llevando el plan de la salvación
ÉKKAncríac o (3aa-iÁEÍa OEOO. a su plenitud» 12. La redención alcanza, pues, a la creación en-
Los cristianos viven en el mundo (cf. 1 Cor 5,10; Flp 2,15) tera (cf. Rom 8,22; Col 1,20); Cristo ha derrotado los poderes
y tendrían que salir de este mundo si quisieran no encontrarse y potestades de este mundo (Col 2,15; cf. Ef 1,21) y, al fin, «en-
con la maldad (1 Cor 5,10). Evidentemente, tienen que alter- tregará a Dios Padre el reino, cuando haya destruido todo prin-
nar con otros, pero de tal modo como si no alternaran: «los que cipado, toda potestad y todo poder» (1 Cor 15,24).
tienen mujer, vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como En Juan el concepto «cosmos» ocupa el centro de su medi-
si no llorasen; los que se alegran, como si no se alegrasen; los tación teológica como en ningún otro escrito o grupo de escritos
que compran, como si no poseyesen, y los que disfrutan del del Nuevo Testamento 13 . El término «cosmos» lo encontramos
mundo, como si no disfrutasen, porque pasa la apariencia de en el evangelio de Juan setenta y siete veces, veintitrés en la
este mundo» (1 Cor 7,29-31). Tales expresiones no hay que carta primera y una vez en la segunda.
interpretarlas como si aconsejaran una postura pesimista «que El cosmos es el escenario en el que se desarrolla el drama
se queja de la fugacidad de todo lo terreno» n ; tampoco como de la redención. Por amor al mundo envía el Padre a su Hijo
la actitud estoica de la «apatía», sino que nos exhortan a que (Jn 3,16); Jesús viene, según lo anuncia el Bautista, como «Cor-
cobremos conciencia de que—según se razona en el v.29—el dero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29; cf. 1 Jn
tiempo «pasa», está «en apretura»; es decir, el acontecer del 2,2); El es el Salvador del mundo (Jn 4,42; 1 Jn 4,14; cf. Jn
mundo se halla bajo el signo del tiempo venidero. No debe el 3,17); Jesús comunica al mundo luz y vida (Jn 8,12; 9,15; cf. 3,
cristiano, por lo tanto, «conformarse a este siglo» (Rom 12,2;
12 E. SCHWEITZER: T h W VII 1078.
cf. Sant 1,27). 13
J. BLANK, Krisis. Untersuchungen zur johanneischen Christologie und
Eschatologie (Freiburg i. Br 1964) 186-198. Blank remite a W . KRANZ,
11
H. D. WENDLAND, Die Briefe an die Korinther: NTD 7 (Gottingen7 Kosmos: Archiv für Begriffsgeschichte. Bausteine zu einem historischen
1954) 56. Wórterbuch der Philosophie Bd. 2,1.2 (Bonn 1955)-
Introducción 15
14 Introducción
n con e
19; 12,46; 1,9). Pero el mundo no le reconoce (Jn I , I O ) ; no cree (Jn 13,34) i l encargo misionero de salvar al mundo.
en El y le responde con odio (Jn 7,7; 15,18). Así su venida al Cosmos, por lo tanto, se refiere aquí al «mundo» sobre el que
mundo será, más que salvación del cosmos, juicio de él. Juicio se ha pronunciado ya el juicio.
que comienza con la muerte de Jesús como el juicio sobre el Que Cristo quiera que los suyos permanezcan en el mundo,
«soberano de este mundo» (Jn 12,31; 16,11; cf. Jn 14,30). lo manifiesta en la oración sacerdotal: «No pido que los tomes
La alusión de un «soberano» que no pertenece al mundo del mundo, sino que los guardes del mal» (Jn 17,15). Han sido
de los hombres sugiere no limitar «cosmos» a humanidad caída enviados para la salvación del mundo, como Cristo vino para
y pecadora. El cosmos hay que entenderlo como una personi- ser su salvador (Jn 4,42; 1 Jn 4,14; cf. Jn 3,17). Pero el mundo
ficación del «gran adversario del Redentor en la historia de la no los conoce, porque no le conoce a El (1 Jn 3,1). Aunque
salvación»14. Es también una colectividad la que queda repre- saben los discípulos que es mayor quien está en ellos que quien
sentada por la frase «soberano del mundo». Así como «están en está en el mundo (1 Jn 4,4), y tienen que reconocer que «ésta
Cristo» los que creen en El (cf. Jn 15,2.4.5.6.7), del mismo es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe» (1 Jn 5,4).
modo el «cosmos» que no cree en Cristo está en la «maldad» (1 Advertimos en los escritos de Juan que la polaridad entre
Jn 4,4; cf. 5,19). Dios, Cristo e Iglesia, por un lado, y mundo, por el otro, es su
punto máximo teológico. Fundamentalmente, las frases de Juan
Cristo ha triunfado sobre el cosmos (Jn 16,23); P e r o l ° s
coinciden con las de Pablo: en Juan como en Pablo, la oposición
suyos están aún en el «mundo», que los odia. Un odio no por
Dios-cosmos no debe entenderse en sentido dualístico gnósti-
azar o desconocimiento, sino fundamentado lógicamente en
co; en ambos, «cosmos» se entiende teológica-cristológica y es-
que los discípulos pertenecen al Señor y que, al igual que su
catológicamente. Como en Pablo, «cosmos» en Juan no alude a
Señor, los discípulos no son «del mundo». En la oración sacer-
la creación, sino a la humanidad caída en pecado, que con odio
dotal decía el Señor: «El mundo les aborreció porque no eran
e incredulidad se enfrenta con Cristo, el enviado escatológico
del mundo, como yo no soy del mundo» (Jn 17,14). En Jn 8,21
de Dios. Como en Pablo, el pecado y la redención en Juan ad-
23 se dirige Jesús a los judíos incrédulos: «Yo me voy y me bus-
quieren dimensiones cósmicas en amplitud de humanidad.
caréis...; a donde yo voy no podéis venir vosotros...; vosotros
sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo Este ejemplo de la palabra cosmos es lo suficientemente de-
no soy de este mundo». Los discípulos de Cristo, en oposición mostrativo para no contentarnos con acudir a un diccionario
a los judíos incrédulos, no son de este mundo; son de arriba en cuando queremos penetrar la significación de una palabra en
virtud de su unión con el Señor como sarmientos de la verda- el Nuevo Testamento I5, como ni podemos fijar con exactitud
dera vid (cf. Jn 15,1-8). el sentido de un término neotestamentario con la sola ayuda
de las concordancias 16. Hay que reconstruir pacientemente la
No son «del mundo» los discípulos, porque con su Señor
historia entera de la palabra si queremos desentrañar su senti-
han pasado de la muerte a la vida (Jn 5,24), porque han renaci-
do verdadero 17.
do por el Espíritu y no pertenecen más a la carne (Jn 3,5s).
15
Tiene el mundo, por lo tanto, que aborrecerles, puesto que su Cada estudiante debería tener a mano un diccionario de la Lengua
existencia no la tienen ya en el mundo, sino en Cristo. De este del Nuevo Testamento, o el de W . BAUER, Griechisch-Deutsches Wórter-
buch zu den Schriften des Neuen Testaments und der übrigen urchristlicher
modo, el odio del mundo será una señal al exterior de su unión Literatur (Berlin5 1963), o el de F. ZORELL, Novi Testamenti Lexikon Grae-
con Cristo y del mutuo amor que se tienen los discípulos entre cum: CSG (Paris 3 1961).
16
sí (Jn 2,15). A ellos, por lo tanto, va la prohibición: «No améis Se puede utilizar o O. SCHMOLLER, Handkonkordanz zum Griechischen
Neuen Testament (Stuttgartl 3 1963), o C. H. BRUDER, Tamieion... sive Con-
al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, cordantiae omnium vocum Novi Testamenti Graeci (Góttingen 7 1913), o
no está en él la caridad del Padre» (1 Jn 2,15). Pero esto no está W . F. MOULTON-A. S. GEDEN, A Concordance to the Greek Testament
(Edimburgh 4 1963).
en contradicción de ningún modo con el mandamiento del amor 17
Auxiliar insustituible para esto es el Theologische Wórterhuch zum
Neuen Testament, cuya edición cuida ahora de ella G. Friedrich después de
14 H. SASSE: T h W III 895.
Introducción 17
16 Introducción
Todavía podemos sacar otra enseñanza. La historia de la
Nos enseña más el ejemplo explicado. La situación exacta
idea «cosmos» pone de relieve que se ha dado aquí un entre-
de una palabra, p.ej., «cosmos», en su evolución histórica no
cruce de diversas concepciones sobre tiempo e historia: la bíbli-
se la puede determinar sin la labor comparativa del texto neotes-
ca y la griega. La diferente concepción del tiempo y de la his-
tamentario con textos del Antiguo Testamento, de la apocalíp-
toria prueba que el pensamiento bíblico se estructura de modo
tica del judaismo tardío 18, de la literatura rabínica 19 y de los
distinto que el griego 24 .
escritos de Qumrán 2 0 ; además de con la literatura del pe-
ríodo helenístico 21 , en cuanto sea posible 22 . Advirtiendo No nos cansaremos de advertir la importancia que tiene
bien que, si se da analogía, la sola analogía no basta para de- situar bien históricamente una palabra o un texto y fijar el
ducir inmediatamente la dependencia. Pero aun habiendo des- punto de esa palabra o texto dentro del cuadro de la historia.
cubierto la dependencia de un texto neotestamentario con re- El papel importante encomendado al método histórico-crítico
lación a otros, todavía tendremos que preguntarnos si dicho es de la máxima importancia y responsabilidad: determinar
texto no habrá recibido semánticamente una impregnación y con la mayor precisión posible las circunstancias que han dado
coloración de significado típicamente cristiano. nacimiento a un escrito neotestamentario. «Cada texto, si se
quiere entender bien, hay que encuadrarlo en su medio histó-
El caso ejemplificado de la palabra «cosmos»—que puede rico» 25 . El «medio histórico» en que ha nacido un determinado
servir de paradigma—muestra abiertamente que este término, texto puede darnos la clave sobre ese texto, y, al contrario, el
tal como viene en el Nuevo Testamento, supone el influjo tanto conocimiento del medio histórico se apoya y descansa en el
veterotestamentario y del judaismo tardío como del ambiente estudio del texto. «Y no se da aquí círculo vicioso, sino el con-
helenístico 23 . Lo que evidencia que, a menudo, no se puede dicionamiento de toda labor histórica, cuando se estudia el
uno decidir por uno de los polos de la disyuntiva (o influjo del pasado» 26 .
Antiguo Testamento o helenístico), sino que ambos factores,
si bien en distinto grado, pueden haber intervenido en la his- Para la solución del problema sinóptico, p.ej., no es indi-
toria interna de esa palabra. ferente el que el evangelio de Marcos se haya redactado antes
o después del de Mateo. Para enjuiciar los Hechos de los Após-
la muerte del primer editor, G. Kittel. Han aparecido hasta ahora siete tomos toles y sus afirmaciones interesa, y mucho, determinar si se
(Stuttgart 1933-1964). El tomo octavo, que se va publicando por entregas, escribieron hacia el 62 ó alrededor del 80. Y para la historia
completará y terminará la obra.
18 E. H E N N E C K E - W . SCHENEEMELCHER, Neutestamentliche Apokryphen II
y teología tiene importancia saber si la segunda carta de Pedro
(Tübingen 3 1964) 407-427 (P. Vielhauer). se debe al apóstol Pedro como autor, por lo tanto redactada
19
Aquí ofrece una colección completa la obra de P. BILLERBECK, Kom- hacia el 65, o nace en la época entre los siglos 1 y 11 27 .
mentar zum Neuen Testament aus Talmud una Midrasch I-IV (München 4
1965) (con volúmenes de índices publicados por J. Jeremías, completados Esto lleva de la mano al problema de la genuinidad, de gran
por K. Adolphe V. Rabbinischer Index [München 2 1963]). i mportancia en la ciencia de la historia profana, pero en la cien-
20
Los textos publicados hasta el momento de Qumrán son accesibles
fácilmente gracias a la traducción hebreo-alemana de E. LOHSE, Die Texte
cia neotestamentaria, de menos trascendencia, toda vez que la
aus Qumrán (Darmstadt 1964); cf. además J. MAIER, Die Texte Toten Meer, estricta «genuinidad» o «no genuinidad» de un escrito no afectan
I Ubersetzung, II Anmerkungen (München-Basel 1960). a su canonicidad.
21
Cf. K. PRÜMM, Der christliche Glaube und die altheidnische Welt, 2 Bde
(Leipzig 1935); ID., Religionsgeschichtiich.es Handbuch für den Raum der alt- Como enseña el Vaticano I, el criterio para la canonicidad
christlichen Umwelt (Rom 2 i9S4); G. KITTEL, Die Religiosgeschichte und das de los veintisiete libros del Nuevo Testamento es que la Iglesia
Urchristentum (Gütersloh 1931-Neudruck Darmstadt 1959); C. COLPE, Die
religionsgeschichtliche Schule. Darstellung und Kritik ihres Bildes vom gnos- 24
Cf. aquí T H . BOMAN, Das hebrdische Denken im Vergleich mit den
tischen Erlosermythos: F R L A N T 78 (Gottingen 1961). uriechischen (Gottingen 1959); C. TRESMONTANT, Ensayo sobre el pensamiento
22
Una selección de la literatura aludida viene en C. K. BARRETT, Die liebreo (Madrid 1966).
Umwelt des Neuen Testaments, hrsg und übersetzt von C. Colpe: W U N T 4 25
A . R O B E R T - A . FEUTLLET, Introducción a la Biblia I (Barcelo-
(Tübingen 19.59); J. J. LEIPOLDT-W. GRUNDMANN, Umwelt des Urchristen- na 1967) 163.
tums I (Berlín 1965). 26
Ibid. 2
? K. H . SCHELKLE, Die Petrusbriefe. Der Judasbrief 178S.
23
Esto debería aprenderlo el alumno en el primer semestre.
Métodos histórico-crtticos 2
18 Introducción
Introducción 19
ha reconocido estos libros como canónicos 28. Cuándo aconte-
Relacionado con el problema de la autenticidad de un libro
ció esto, es una pregunta de menos importancia. Lo decisivo
está el de su integridad; es decir, ver si el escrito en cuestión
está en que se ha producido el hecho. La fijación de la canoni-
se nos ha transmitido inalterado o si ha sufrido transformacio-
cidad presupone que se da Iglesia antes de existir los escritos
nes, adiciones u omisiones. Existen libros del Nuevo Testamen-
neotestamentarios y que el canon del Nuevo Testamento se
to con añadiduras más o menos importantes en longitud. De-
apoya por completo en la autoridad de la Iglesia. Quien no re-
bemos valemos entonces de la ayuda de la crítica textual, como,
conozca dicha autoridad podrá considerar al Nuevo Testamen-
p.ej., para la llamada perícopa de la adúltera (Jn 7,53-8,11; cf.
to—por razón de la autoridad—como una colección extraor-
Jn 5,4; Me 16,9-20; Act 8,37; 1 Jn 5,7.8). El problema de si
dinaria dentro de la literatura de los primeros siglos de la Igle-
2 Cor 6,14-7,1 pertenece a la redacción primitiva de la segunda
sia, pero nunca lo tendrá por un libro sagrado en el sentido
carta a los Corintios no podemos dilucidarlo ni siquiera por
teológico de la palabra.
los caminos de la crítica textual 30 . Hay que valerse en este
El Nuevo Testamento, en cuanto literatura canónica, se caso de la estadística del vocabulario 31 y del examen del estilo,
funda, pues, en la Iglesia. Por el contrario, la existencia de la comparando la perícopa principalmente con los textos de
Iglesia no se basa en que se dan los libros canónicos del Nuevo Qumrán.
Testamento. Es decir, que la canonicidad de la literatura neo-
30
testamentaria depende en absoluto del juicio de la Iglesia. Pero J. GNILKA, 2 Kor 6,14-7,1 im Lichte der Quamranschriften und der
este juicio descansa, no sobre la afirmación de su origen apos- Zwolf-Patriarchen-Testamente: Neutestamentliche Aufsátze (Festschrift für
} . Schmid, hrsg. vonj. Blinzler-O. Kuss-F. Mussner) (Regensburg 1963) 86-99.
tólico o de la genuinidad literaria de cada uno de los libros, sino 31
R. MORGENTHALER, Statistik des neutestamentlichen Wortschatzes (Zü-
sobre el hecho de que son inspirados por el Espíritu Santo, y por rich-Frankfurt a. M. 1958).
lo mismo que tienen a Dios por autor principal.
Se conocen escritos del Nuevo Testamento—p.ej., la carta
a los Hebreos—que no pretenden tener como redactor preci-
samente al que ha pasado con el nombre del Canon. Así como
conocemos el caso de libros—pongamos la segunda carta de
Pedro—que se amparan con la firma de un personaje importan-
te del cristianismo. No debemos confundir nunca el problema
de la pseudonimia bíblica con el de la «no genuinidad» 2 9 .
Varios libros del Nuevo Testamento han necesitado un len-
to recorrido histórico antes de llegar al reconocimiento de su
canonicidad. Y, sin embargo—no lo olvidemos—, todos y cada
uno de los veintisiete libros son inspirados desde su origen. La
inspiración, como tal, no depende del juicio de la Iglesia. En
cambio, para que un libro sea reconocido como canónico, se
necesita que la Iglesia lo tenga por inspirado.
28
Cf. el Decreto del Vaticano I: «Eos (se. libros) vero Ecclesia pro
sacris et canonicis habet, non ideo, quod sola humana industria concinnati,
sua deinde auctoritate sint approbati, nec ideo dumtaxat, quod revelatio-
nem sine errore contineant; sed propterea, quod Spiritu Sancto inspirante
conscripti Deum habent auctorem, atque ut tales ipsi Ecclesiae traditi sunt»
(DS 3006).
29
Cf. K. H. SCHELKLE, en diversos lugares. Excursus: «Biblische Pseu-
depigraphie» 245-248, y la literatura adjunta.
Crítica textual e historia del texto 21
3
CAPÍTULO I O. PARET, Die Uberlieferung der Bibel (Stuttgart igÓ3).
B. M . METZGER, The Text of the New Testament. Its Transmission, Corrup-
tion, and Restoration (New York und London 1964) ( = B. M . M E T Z -
EL MÉTODO DE CRITICA TEXTUAL GER, Der Text des Neuen Testaments. Eine Einführung in die neutestamen-
tliche Textkritik, Stuttgart 1966 [übersetzt von W . Lohse]).
d) El texto siríaco.—Así se llama por servir de modelo Antioquía y Constantinopla. Es en lo esencial idéntico a la
a la Peschittha y a la Harclensis. Se presenta en forma casi in- forma registrada por Westcott-Hort como texto siríaco.
alterada en la mayoría de los manuscritos más recientes. b) H ( = recensión de Hesiquio), al que pertenecen nues-
En la edición de su texto se han atenido Westcott-Hort tros manuscritos más antiguos (B X C, etc.). Procede de Egip-
casi siempre al B X. Sólo raras veces se desvían de estos códi- to hacia el 300 p. C. Las versiones sahídica y bohaírica son de
ces. Cuando lo hacen, se trata de lo que se llaman «Western este tipo de texto. Corresponde la recensión de Hesiquio al
-non-interpolations», es decir, de los pasajes en los que los re- «neutral» de Westcott-Hort.
presentantes de la forma «occidental» conservan la lección pri- c) I ( = Jerusalén); una recensión que sube a Eusebio y
mitiva. Panfilio. En todo caso, su origen se pone alrededor del 300 y
se extendió principalmente por Palestina. Según Von Soden,
3. La investigación de la historia del texto no se ha conservado en forma íntegra en ningún manuscrito.
neotestamentario a partir de 1900 Dado que se puedan encontrar los tipos de texto llamados
por Hermann von Soden K y H, que ya se admitían anterior-
De un modo esencial, la investigación sobre la historia del mente con otros nombres, pero, por lo que hace al tipo I
texto del Nuevo Testamento se viene haciendo desde comien- ( = Jerusalén), se le considera como una fantasía y lo rechazan
zos de este siglo. Pero hay que reconocer que algunas posicio- generalmente los investigadores. Todavía se avanza más y se
nes tomadas por los investigadores se han probado posterior- piensa con H. J. Vogels que toda la «historia del texto» de Von
mente como insostenibles 2 . Soden es sólo, en realidad, una construcción histórica 3. Y se
En el año 1900 publicaba O. R. Gregory su primer volu- duda, con razón, de que las tales «recensiones» del texto del
men de crítica textual del Nuevo Testamento; el segundo, en Nuevo Testamento se hayan dado tal como Von Soden las ve.
1902. En ellos clasificaba de nuevo los códices del texto del
Así la obra de Von Soden, trabajada durante toda una
Nuevo Testamento, al mismo tiempo que trazaba una pano-
vida con un bagaje imponente de erudición y medios colo-
rámica de la historia de la crítica textual. El tercer volumen
sales de trabajo, no ha dado el fruto que se esperaba. Quedaba,
iba a ser la aplicación de tales resultados científicos al texto.
pues, libre el camino para C. R. Gregory; pero el gran erudito
Teniendo en cuenta la ya comenzada obra grande de Hermann
cayó soldado voluntario en el Aisne durante la guerra, el
von Soden, renunció Gregory a su plan primitivo, y en el ter-
año 1917.
cer tomo, que apareció en 1909, se ciñó a apéndices e índices.
En 1924 desarrollaba B. H. Streeter, en su libro The Four
El año 1902 Hermann von Soden daba a la imprenta la Gospels4, la teoría de que en el período más alejado (hasta
primera parte del volumen primero de su obra, en la que creía cerca del 200) existieron textos locales que se reflejan todavía
haber restablecido «los escritos del Nuevo Testamento a su en las antiguas versiones latinas, siríacas y egipcias. Más
forma de texto más antigua posible sobre la base de la historia tarde fueron éstas suplantadas por un texto alejandrino, otro
de ese texto». Coronaba su labor gigantesca en 1913 con la occidental y oriental el otro. De estos tres tipos capitales, el
publicación de un volumen con el texto restablecido. Von So- texto oriental origina, por ramificación, el cesariense y el
den distingue los tipos siguientes de textos en la tradición: antioqueno; y, por desgajamiento, el occidental hace nacer
a) K ( = Koiné), el texto de la mayoría de los testigos y uno italo-gálico y otro africano. Con lo que tenemos cinco
que constituye el fondo del posterior «textus receptus». La for- tipos diferentes. Pero también aquí nos encontramos con una
ma más antigua de él subiría a las recensiones de Luciano de construcción subjetiva de Streeter. Y se impone la pregunta
Antioquía y se extendió en el siglo iv por los patriarcados de de si hemos ganado algo para la historia del texto del Nuevo
2 3
Cf. K. T H . SCHÁFER, Der Ertrag der textkritischen Arbeit am Neuen Handbuch der Textkritik des Neuen Testaments 205S.
4
Testament seit der Jahrhundertuiende: BZ N F 4 (1960) 1-18. London 1924.
26 C.l. Método de crítica textual Crítica textual e historia del texto 27
Testamento con la proposición de todos estos tipos y formas Poco más o menos sucede con la otra terminología usada
cuya existencia no se demuestra probable, cuánto menos cierta. desde hace largo tiempo. ¿Podemos hablar todavía de un
También M. J. Lagrange en su obra Critique Textuelle, texto «occidental», cuando se sabe que este tipo se hallaba
aparecida en 1935, creyó poder desenredar y esclarecer la extendido no sólo por Occidente, sino también por Egipto,
historia del texto neotestamentario a base de la aceptación Palestina y Constantinopla? Que el Vaticanus y el Sinaiticus
de las recensiones del texto. Fija cuatro formas: presentan un texto «neutral», no lo cree hoy investigador al-
a) La recensión D (llamada así según el Cantabrigiensis). guno. Lo que podría tener más sentido sería la denominación
Se caracteriza como armonizante y popular. Procede, verosímil- de Koiné aplicado a la forma del texto de la gran masa de ma-
mente, de Alejandría en la primera mitad del siglo 11. nuscritos. Pero reconocemos que esta palabra, usada desde la
b) La recensión B (llamada así por el manuscrito Vati- antigüedad para hablar del lenguaje helenístico, se presta a
cano), cuyos principales representantes pueden ser B y N. malas interpretaciones.
Procede de Egipto y representa la tradición más antigua y Desde que en la época moderna se comenzó a trabajar
mejor. sobre la historia del texto hasta nuestros días, desgraciadamente
c) La recensión A (aludiendo al Alexandrinus). Es el no ha encontrado este problema solución adecuada. Sin em-
texto de la Iglesia de Constantinopla y de hacia fines del bargo, en los últimos decenios hemos visto acrecentado el
siglo iv. material de trabajo de un modo que nadie lo hubiera podido
d) La recensión C (texto Cesariense) con 6 y el minúscu- sospechar cuando comenzó el siglo. C. R. Gregory contaba,
lo 565 como principales representantes. Se puede situar en en su lista de 1908, 14 papiros, 161 mayúsculos, 2.292 minúscu-
Cesárea y en la época de Orígenes. De la teoría de Lagrange los y 1.540 leccionarios. Hoy el «Catálogo» resumido de los
podemos decir lo mismo que de las de Von Soden y Streeter: manuscritos Griegos del Nuevo Testamento publicado por
se trata de una construcción histórica cuya utilidad para el K. Aland trae: 76 papiros, 250 mayúsculos, 2.646 minúsculos
esclarecimiento de la historia del texto la consideramos muy y 1.997 leccionarios. Sólo en los últimos cincuenta años se
problemática. han añadido, en redondo, mil manuscritos. Tengamos en
Los investigadores de los últimos decenios ponen en duda cuenta que no ha desaparecido la oscuridad que envuelve a
el concepto de recensiones. ¿Qué sentido tiene hablar de recen- muchos manuscritos a causa de las dos recientes guerras
siones, preguntan con razón, cuando no es posible determinar mundiales. Y eso que no se han ahorrado esfuerzos. Por
ni su época, ni el sitio de origen, ni el autor; más aún, cuando desgracia, varios de estos manuscritos debemos darlos por
está en entredicho su misma existencia por efecto de nuevos perdidos.
papiros descubiertos? Al menos por lo que hace al papiro
Bodmer II ( = P 66 ), con el texto del evangelio de Juan escrito
B) LA CRÍTICA TEXTUAL Y SUS MÉTODOS
hacia el 200, creo haber demostrado que, al parecer, presenta
formas idénticas a las del Sinaiticus, que en números redondos Habremos oído a menudo la queja de que «en nuestras
es posterior en doscientos años. Esto significaría, con otras
ediciones de hasta el presente no se han seguido principios
palabras, que el llamado «texto egipcio» o «texto neutral», re-
fijos» 6 . H. J. Vogels se pregunta: «La crítica del Nuevo Testa-
presentado en lo esencial por el Sinaiticus y el Vaticanus,
existía ya antes del 200. Imposible por lo mismo seguir afir- mento, ¿se decide en cada caso según sale o la presiden prin-
mando ser el producto de un trabajo de recensión de princi- cipios y criterios sólidos?» Y contestaba con amargura: «Si
pios del siglo iv 5 . atendemos a la forma y métodos seguidos hasta ahora en la
5
H. ZIMMERMANN, Papyrus Bodmer II und seine Bedeutung für die <> E. NESTLE, Einführung in das Griechische Neue Testament (Góttin-
Textgeschichte des Johannes-Evangeliums: BZ N F 2 (1958) 214-243. gen 3 i9og) 180.
28 C.l. Método de critica textual Crítica textual e historia del texto 29
crítica textual, nos sentimos fuertemente tentados a contestar desgraciadamente, encontramos en no pocos comentarios y
negativamente; no se atienen a métodos y principios fijos»7. trabajos de exégesis.
Tomando un ejemplo de ediciones del Nuevo Testamento Los principios y métodos científicos deben ser los propios
usuales entre nosotros, la de Nestle, es fácil orientarse sobre el de la crítica textual. Queremos decir: la crítica textual no
método seguido al aceptar para el texto una variante, relegando debe pedir que sean sus principios los vigentes en cualquiera
al aparato crítico otra. Nestle se apoya para su edición en las otra disciplina de la teología, p.ej., la dogmática. Algunos
tres grandes ediciones preparadas por C. Tischendorf (1809- ejemplos para esclarecer lo que queremos decir.
1872), Westcott-Hort (1881) y B. Weiss (1894-1900). En los El crítico no debe tener el singular de Jn 1,13 como la
sitios en los que los tres, o aunque sean dos, se determinan lección primitiva sólo porque, de esta forma, sería el evan-
por una variante, la pone Nestle en su edición, y la rechaza gelio de Juan un argumento feliz en favor del nacimiento
cuando los tres, o al menos dos, están en contra de esa variante. virginal, sino que lo que tiene que hacer es fundamentar
Es decir, se sigue en puridad el principio cuantitativo de las esa variante apoyándose en las reglas de la crítica textual
mayorías, pero no precisamente de los manuscritos, sino sólo del Nuevo Testamento.
el principio de las mayorías aplicado a las ediciones precedentes. Metodológicamente no le está permitido al crítico defender
¿Es legítimo y válido, en general, ese principio de las mayo- como primitiva la variante yuvaíra áSe\<pT\v en 1 Cor 9,5,
rías? Todavía hay más. Se necesita poca observación para registrada solitariamente por la Vulgata Clementina, sólo por-
ver que, de entre los manuscritos griegos, C. Tischendorf da que razones aparentemente dogmáticas le impidan aceptar la
la preferencia al «Codex Sinaiticus» descubierto por él; los persistencia del matrimonio de Pedro en tiempo tan tardío
ingleses Westcott-Hort y, todavía más, B. Weiss, al «Codex como es al que se refiere evidentemente la carta primera a los
Vaticanus». ¿Es científico ceñirse a un manuscrito, aun dado Corintios 8 . Razones de crítica textual y de método crítico son
que se tratara del mejor? las que deben decidir en este problema, no preocupaciones
Pregunta ésta muy justificada, puesto que, según el parecer dogmáticas.
unánime de los eruditos, no se encuentra ningún único ejem- Para el recto manejo de la crítica textual se pueden fijar
plar del texto neotestamentario que reproduzca el original algunas reglas, que trasladamos a continuación e ilustraremos,
en todos sus pormenores, no ya para los veintisiete libros, si lo exige el caso, con ejemplos. La aplicación prudente de
pero ni aun para un libro entero. Es decir, que carecemos de estas reglas facilitará por lo general el juicio en la apreciación
manuscritos que puedan gloriarse de contener el texto original. de las variantes de un texto, aunque no logremos en todos los
Se impone, por lo tanto, una crítica textual del Nuevo Tes- casos emitir un dictamen seguro. En las reglas, distingamos
tamento que sistematice las variantes dadas por los manuscritos entre las razones o criterios externos de una determinada va-
y elija, de entre ese montón, las que parezcan reflejar con riante y los criterios internos que militan en su favor.
mayor exactitud el texto primitivo. Y esta crítica de los textos
se ha de construir sobre el fundamento de principios cientí- 1. Criterios externos
ficos, y manejar éstos con métodos también científicos para Comprendemos en esta expresión: los manuscritos griegos,
que la clasificación y selección de las variantes no se hagan las versiones y los escritores que se encuentran en favor de
a voluntad de cada uno, con el consiguiente riesgo de subjeti- una determinada variante. El valor del testimonio externo
vidad, sino que se trabaje con la más limpia intención de obje- puede ser diverso en cada caso.
tividad. No le está permitido, por lo tanto, al exegeta dar
preferencia a una variante sobre las otras sólo porque, según 8 Cf. H. GREEVEN, Erwágungen zur synoptischen Textkritik: N T S 6 (1960)
281-296.
su parecer personal, cuadra mejor en aquel texto—cosa que,
7
Handbuch der Textkritik des Neuen Testaments 153.
30 C.l. Método de crítica textual Crítica textual e historia del texto 31
PRIMERA REGLA: ha lección mejor apoyada por testigos es la SEGUNDA REGLA: Hay que tener en cuenta el parentesco de los
primitiva. manuscritos entre sí.
Si, p.ej., sólo el Cantabrigiensis (D), refiriéndose a Le 6,4, Si queremos que la primera regla sea eficaz, debemos
registra la historia del trabajador en sábado, es evidente que añadir la de atender bien al parentesco de los manuscritos
entre sí. Es ciertamente muy raro el que podamos descubrir
no puede invocarse su autoridad contra el peso abrumador de
directamente que un manuscrito es copia de otro—la situación
los demás testigos. Es cierto que no cuenta únicamente el
del parentesco es, por lo general, muy complicada—, pero
número de testigos en favor de una variante. Aquí hay que
queda el recurso de examinar los testigos para llegar a la
atender siempre más a la calidad que a la cantidad. La voz
solución de la procedencia. Este es el caso para probar que
de un mayúsculo griego antiguo ofrece indudablemente más
jrpaui e s u n a CO pi a d e £)paui_ p o r e\ m i s m o hecho de probar
garantía que la de un manuscrito minúsculo reciente. Aunque
no siempre vale esto. Porque un testigo antiguo puede en esta dependencia, E queda sin valor como testigo independiente.
absoluto ofrecernos un texto relativamente tardío, mientras A veces sucede que un manuscrito da prueba de ser her-
que un minúsculo reciente puede haber conservado una forma mano o primo de otro. Si se llega a confirmar la suposición,
antigua del texto. Se impone, por lo mismo, examinar con entonces los que parecían ser dos testigos en favor de una
atención cada uno de los testigos hasta persuadirnos del peso variante quedan reducidos a uno solo. P.ej., en F p a u l y G p a u l :
y autoridad que puede tener. Sea a modo de ejemplo el P 66 , si coinciden F y G, en todos los casos en que coincidan, el
cuyo texto contiene muchas correcciones hechas con posterio- testimonio de F queda anulado por representar G el mejor
ridad y admitidas por el escritor. Sin embargo, estos cambios texto. Sacamos con mucha seguridad el parentesco de los ma-
son en parte rectificaciones de errores, además de que se deben nuscritos estudiando sus faltas comunes. Si, p.ej., los antiguos
a la comparación verificada con otros manuscritos. códices latinos e ff2 sobre Le 9,3 convierten una «alforja» en
una «piedra» por escribir «petram» en vez de «peram», es vero-
En la valoración de un texto como testigo hay que atender
símil que esta falta se haya cometido independientemente por
a su característica peculiar 9 ; esmero del copista, la calidad
dos veces; pero, en cualquier hipótesis, queda claro que e ff2
del documento-base, cambios en comparación con otros ma-
tienen parentesco de familia.
nuscritos.
La regla propuesta de que la lección original será la mejor No es posible fijar el árbol genealógico de los manuscritos
apoyada por los testigos, vale, aunque no sin excepciones. del Nuevo Testamento. Pero sí podemos clasificar por grupos
Es posible que se haya impuesto una determinada variante los diversos testigos. El éxito de la crítica textual consiste,
de modo que apenas queden noticias de la suplantada lección también, en familiarizarse de tal modo con las relaciones de
primitiva. Así parece ocurrir, p.ej., con 1 Cor 9,5, donde la parentesco de los manuscritos, que la a veces larga y compli-
lección original probable yuvccixas sólo viene atestiguada por cada lista de testigos se llega a descubrir con rapidez cuando
GDvg T E PS-CY (sng) HIL HI PEL SED-S. En todo caso, la clasificamos en grupos. De este modo se reduce a esquemas
J. B. Bauer cree haber demostrado que la lección original quedó sencillos el cuadro complicado de los manuscritos.
completamente postergada por á5eAcpr|v yuvociKa de nuestras TERCERA REGLA: Se deben sopesar particularmente los grupos de
ediciones 10 . testigos confrontándolos con otros.
9
H. GREEVEN, ibid., 281-285. REPRESENTANTES DEL TEXTO «NEUTRAL».
10
«Uxores circumducere» (1 Cor 9,5): BZ N F 3 (1959) 94-102.
Evangelios:
Pi Mt 1,1-9.12-20.23 s. 3. Filadelfia/USA 11
11
En los papiros se deben dar en cada página la signatura, el contenido,
época de composición y dónde se conservan ahora.
32 C.l. Método de critica textual Critica textual e historia del texto 33
5,3.8-IO.I2-l8; Apocalipsis
5,26-2 Thess 1,2 « A C
P31 Rom 12,3-8 s. 7. Manchester P 4 7 A p o c 9,10-11,3; 11,5-16,15. s. 3. Dublín
P32 Tit 1,11-15; 2,3-8 c. 200 Manchester 17-17,2
P34 1 Cor 16,4-7.10; s. 7. Viena 2053 s. 13. Messina
2 Cor 5,18-21; 10,13-14; 2344 s. 11. París
11,2.4.6-7
P40 Rom 1,24-27; 1,31-2,3; s. 3. Heidelberg El texto «neutral» lleva la ventaja de la gran antigüedad.
3,21-4,8; 6,4-5.16; Como se desprende con solidez de los manuscritos P 4 6 y P 6 6 ,
9,17.27 la forma del texto «neutral» existía ya en el siglo 11 en Egipto.
P46 Rom 5.Í7-6.3-5-I4; 8,15-25. c. 200 Dublín Otra característica de este texto es su cuidado por la tradición.
27-35; 8,37-9,32; N o es este texto «neutral» en el pleno sentido de la palabra.
10,1-11.22.24-33; Se afirma «ser el resultado de una ulterior depuración hecha
ri,35-i5.9-ii-33; según un método filológico seguro que venia utilizándose en
16,1-23.25-27; Alejandría» 14 . Pero, en todo caso, tiene la ventaja de acer-
H e b ; 1 Cor; 2 Cor; Ef; Gal; carse a la redacción primitiva más que los otros textos, siendo
Flp, Col. por lo mismo de gran importancia para introducirnos en lo
1 T e s 1,1-2,3; 5>5-28 que fue el texto original.
H 015 Euthalianus s. 6. Athos, etc.
REPRESENTANTES DEL TEXTO «OCCIDENTAL».
I 016 s. 5. Washington
P 025 Porphyrianus s. 9. Leningrado Evangelios:
D 05 Cantabrigiensis s. 6. Cambridge
Cartas católicas.
W 032 Freerianus s. 5. Washington
« B C A Y 33 sa bo M e 1,1-5,30
P20 Sant 2,19—2,2.4—9 s. 3. Princeton/USA 0171 L e 22,44-56.61-63 s. 4. Florencia
P23 Sant I.IO-—12.15—i* s. 3. Urbana/USA [vet-lat sy s (pt) sy e (pt) T a t Me] IR T E CY
P74 Sant; 1 Pe (pt); s. 7. Cologny/Suiza
Hechos de los Apóstoles:
2 Pe (pt); 1-3 Jn;
Jds (pt) D vet-lat
0156 s. 8. Damasco en otro P29 Act 26,7-8.20 S. 3. Oxford
tiempo P38 Act 18,27-19,6.12-16 c. 300 AnnArbor/USA
s. 7.8. Damasco en otro P48 Act 23,11-17.23-29 s. 3. Florencia
oi57
tiempo 383 s. 13 Oxford
6 s. 13. París 614 s. 13 Milán
syhmg
104 s. 1087 Londres
326 s. 12 Oxford Cartas paulinas:
"75 s. 11 Patmos D 06 Claromontanus s. 6. París
E 08 Sangermanensis s. 6. Oxford
14
P. FEINE-J. BEHM-W. G. KÜMMEL, Einleitung in das Neue Testament
(Heidelberg 12i9Ó3) 403.
36 C.l. Método de crítica textual
Critica textual e historia del texto 37
F o í o Augiensis s. 9. Cambridge
Por esta razón es de importancia para el esclarecimiento
G 012 Boernerianus s. 9. Dresde
de la historia del texto, pero los representantes del grupo
vet-lat «cesariense» no pueden invocarse como testigos independien-
Padres latinos, Padres griegos hasta fines del siglo 111, tes, frente a los otros grupos.
Padres siríacos hasta alrededor del 450.
vet-lat Evangelios
Apocalipsis: A 02 Alexandrinus s. 5. Londres
E 07 Basileensis s. 8. Basilea
vet-lat
F 09 Boreelianus s. 9. Utrecht
El texto «occidental» participa con el «neutral» de una G 011 Seidelianus I s. 9. Londres
antigüedad veneranda. Estaba extendido ampliamente en el H 013 Seidelianus II s. 9. Hamburgo
siglo 11, y no solamente por el norte de África (Cipriano), K 017 Cyprius s. 9. París
Italia (Marción y tal vez Taciano), las Galias (Ireneo), sino P 024 Guelpherbytanus s. 6. Wolfenbüttel
también por Egipto ( P 2 9 , P 3 8 , P 4 5 y P 6 6 ). Se distingue, entre S 028 Vaticanus gr. 354 Roma
c 949
otras cosas, del texto «neutral», porque el «occidental» introduce V 031 Mosquensis s. 9. Moscú
amplificaciones, a veces omisiones, claro indicio de una ela- Freerianus
boración a conciencia. Por eso no es decisiva su autoridad w 0 3 2 s. 5. Washington
Mt y Le 8,13-23,53
en los casos en q u e discrepan el texto «occidental» y el «neu-
tral». Esto no quiere decir de ningún modo, q u e el texto n 041 Petropolitanus s. 9. Leningrado
Y 044 Athusiensis s. 8/9. Athos
«occidental» no conserve con frecuencia lecciones que se acer- Athusiensis
Q 045 s. 9. Athos
can mucho a la redacción primitiva. y la mayoría de los minúsculos.
REPRESENTANTES DEL TEXTO «CESARIENSE»: Hechos de ¡os Apóstoles:
p45 Me 4,36-40; 5,15-26; s. 3- Dublín H 014 Mutinensis * s. 9. Módena
5,38-6,3.16-25.36- so; L 020 Angelicus s. 9. Roma
7,3-15; 7,25-8,1.10-26 P 025 Porphyrianus s. 9. Leningrado
8,34-9,8.18-31; 11 , 2 7 - 1 2 ,!• 8 049 Athusiensis s. 9. Athos
5-8.13-19.24-26 y la mayoría de los minúsculos.
w 032 Freerianus Me 5,31-if 3,20 s. 5- Washington
038 Koridethi S. 9- Tiflis Cartas paulinas:
0
A (= 1 118 131 2 0 9 ) LS
9 (= 13 69 1 2 4 3 4 6 ) y la mayoría de los minúsculos.
28 S. 1 1 . París
S. Leningrado Cartas católicas:
565 9-
700 S. 1 1 . Londres LS
y la mayoría de los minúsculos.
N o se trata en el texto «cesariense» de una forma autónoma
y uniforme, sino de u n texto mixto, en lo esencial, a base del Apocalipsis:
«neutral» y el «occidental».
la mayoría de los minúsculos.
38 C.l. Método de crítica textual Critica textual e historia del texto 39
El texto Koiné quedó fijado por vez primera con San Juan Así, p.ej., Me 12,2 en X ifávr) év TÜ MoparjA por influjo de
Crisóstomo. Se impuso en la iglesia de Bizancio, y durante toda Mt 9,33, Me 9,i2 ó 6é i<pr) en K A D N W G A9 al. plu. se
la Edad Media fue el texto más usado hasta que en los si- cambia en ó Se ccrroKpiQeis por Mt 17,11. Pero por este solo
glos xvi y xvn sirvió de base para el «textus receptus». Es el procedimiento no puede explicarse suficientemente el influjo
resultado de largos trabajos de revisión, cuyo fruto, en lo de los paralelos, como es el caso sobre todo en los testigos
esencial, podemos decir que fue la suavización de las durezas del texto «occidental», ante todo porque representa éste el
de lenguaje, el mejoramiento del estilo, el facilitar su inteli- estudio más antiguo de la tradición. Tenemos que reconocer
gencia y el harmonizar las diversas variantes. De esta carac- aquí un influjo decisivo del Diatessaron de Taciano. Por esto
terización se desprende que nunca ponderaremos suficiente- se impone decir «que, con mucho, la mayoría de las variantes
mente el valor del texto Koiné. Pero no queremos afirmar hechas por harmonización se deben a esta «Harmonía» 17.
con esto que nos haya conservado todas las lecciones antiguas El influjo de los paralelos se encuentra, sin embargo,
y las mejores. no sólo en los manuscritos de los evangelios, sino también en
Para quien sabe valorar bien los diversos grupos de los los demás libros del Nuevo Testamento. Así en diversos
testigos, no le será difícil en muchos casos decidir a quién manuscritos y versiones que aproximan una a otra las tres
hay que dar la preferencia en determinado caso arduo. Que narraciones sobre la vocación del apóstol Pablo: Act 9,4 entra
una variante la registran manuscritos «neutrales» u «occiden- en el manuscrito E y en la tradición siríaca por aproximación
tales» frente a otra variante del texto Koiné, entonces, por de Act 26,14 oxAripóv croi irpós KÉVTpoc AaKTÍ¿¡eiv; en el manuscri-
regla general, hay que decidirse por la primera de las varian- to 431 y vet-lat se encuentra la misma añadidura por asimi-
tes. Están, al contrario, los testigos del «neutral» y del texto lación a Act 9,5. Lo mismo se mantiene en Act 22,7. Act 9,5
Koiné en favor de una variante, de la que se separa, en cambio, en A C E al. vet-lat sy añade ó Ncc^Gopccíos, que procede de
el texto «occidental», en buena crítica habrá que aceptar tam- Act 22,8. En 69 614 al gig sy p - h se pone también esa frase
bién a menudo la vanante primera. Muchas veces habrá que para Act 26,15. Rom 14,10 en L P al. pl. sy., como también
dar la preferencia a la lección de los testigos del texto «neutral» en Marción y Policarpo cambian OeoO en xPlcn"oO por influjo
sobre la variante representada por el grupo «occidental» y el de 2 Cor 5,10. Gal 6,15 modifica el comienzo del verso según
Koiné, mientras que raras veces elegiremos una variante si Gal s,6 en los manuscritos A C D G K al. lat pler . Apoc 1,8
la da sólo el grupo «occidental» o el Koiné. Que se den excep- añade ópxri KCCÍ TÉAOS de Apoc 2i,6 18 en « 1 al. gig vg.
ciones no quita que quede en pie la regla. Citando como citan, con más o menos libertad, los escri-
CUARTA REGLA: Se deben tener en cuenta el influjo de los para- tores del Nuevo Testamento pasajes del Antiguo, nada ex-
lelos y (en las citas que vienen del Antiguo Testamento) traño que el posterior copista de un manuscrito con frecuencia
allane las diferencias entre la cita encontrada y el texto original
la influencia ejercida por el texto de los Setenta.
de los Setenta. Este procedimiento es corriente en muchos
El influjo de los lugares paralelos se advierte más fuerte-
manuscritos antiguos cuando citan el Antiguo Testamento.
mente en los evangelios. Esto es natural. Dentro de un mismo
Así Mt 15,8 aproxima la cita de Is 29,13 al texto de los
evangelio nos encontramos, p.ej., con Mt 19,9 uñ éiri -rropveíqc Setenta en C K al. f. sy». Act 7,24 añade KOCÍ ÉKpuyev CCÜTÓV ÉV
en los manuscritos B D L al. vet-lat sy sa. bo. cambiado en TTJ áuucp por Ex 2,12. Hay que contar frecuentemente con las
•rrapEKTÓs Aóyou -rropveías por influjo de Mt 5,32. Y porque el reelaboraciones introducidas por querer concordar el texto
evangelio de Mateo fue «el más estimado y generalizado en con el de los Setenta.
el uso de la Iglesia» 15, su texto «ejerció en los dos sinópticos
un influjo más eficaz que el de los sinópticos en Mateo» 16. i ' H. J. VOGELS, Handbuch der Textkritik des Neuen Testaments 289.
18
Más ejemplos en H. J. VOGELS, O.C, 174.
15
H. GREEVEN, Erwdgungen zur synoptischen Textkritik 289.
16
H. GREEVEN, ibid., 290.
40 C.l. Método de critica textual Crítica textual e historia del texto 41
Q U I N T A REGLA: Conviene prestar atención a la relación entre í|Uas Seí ÉpyácrEaOai. E n el mismo versículo lee la mayoría
las variantes. de manuscritos: TOO TréuyavTos UE; sólo H* L W al. bo. traen
Regla esta quinta t a n preciosa, al parecer, como descuidada TOÜ TréuyccvTOS ñuas, totalmente inadmisible en San Juan. Los
aun por los editores modernos del Nuevo Testamento, se dos r|uás, sin embargo, o van juntos o hay que prescindir de
llamen Tischendorf, Wescott-Hort, Nestle o Merk. Caso tí- ellos. Editar como lo hacen Von Soden y Nestle: nuas 5EÍ
pico de este olvido, la edición de Soden. épyácTEa&oa TÓt Epya TOÜ TréuyavTÓs PE, esto no se puede hacer.
Recordemos algunos ejemplos: En Hebr 9,2 los manuscri- D e leer al final ue, hay q u e leer también al principio Éué.
tos B aeth añaden la frase KCCÍ TÓ xpucroüv ©uucmípiov; en cambio,
en 9,4 omiten xpvaovv y Suucnripiov KO¡Í. A m b a s variantes se 2. Criterios internos
relacionan sin duda y forman una unidad; proceden del mis- Para juzgar sobre cuál será la variante primitiva debemos
mo corrector, q u e hizo pasar el incienso del sacrificio del altar añadir a los criterios externos los internos. Pueden valer aquí
del Sancta Sanctorum al primer tabernáculo. las reglas siguientes.
Al final de H e b 7,1 añaden D * (330 440 823) las palabras:
Kcd 'A(3paócu eúAoynQeís ÚTr'aÜToü y borran 'A(3pocáu en el v.2. SEXTA REGLA: La lección más difícil es la primitiva.
A m b a s variantes se relacionan también. Von Soden registra J. A. Bengel, en la Introducción a su edición del Nuevo
las dos lecciones en aparato crítico distinto. Señal evidente de Testamento—inspirándose en una formulación parecida de
que no se fijó en su relación. J. Mills (Ed. del Nuevo Testamento de 1710)—, ponía la si-
Apoc 1.5; los manuscritos, que aceptan AÚCTCCVTI, en su guiente frase: «Proclivi scriptioni praestat ardua». E n forma/
mayoría imponente traen también el texto ÉK TWV áuapTicov más sencilla se puede decir: la «lectio ardua» es la más primitiva.
f)ucov. Del mismo modo, los manuscritos q u e ponen AoúaavTi El sentido de esta regla es fácil de comprender. Pues es
casi con unanimidad añaden <xrró TCOV áuapTiwv f\y.cúv. L a s dos más presumible que una lección difícil se haya querido escla-
variantes están relacionadas. Los manuscritos q u e contienen recer posteriormente, q u e no al contrario, que la fácil se haya
AüaavTi...áTTÓ, han sido corregidos como los q u e traen Aoú- luego convertido en una más oscura.
cravTi...£K. M e 2,26 representa indudablemente en ÉTTÍ 'AfháOocp
M e 9,14 hay q u e leerlo: KCCÍ EAÜCOV Trpós TOUS ua©r|TÓts EISEV ápxiEpÉcos la lección difícil, pues el caso q u e se describe ocu-
con los manuscritos A C D F N X r T T a l . lat p l e r sy c . P; y no rrió no en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, sino en el de
KCCÍ ÉAOÓVTES Trpós TOÜS uaOr)Tas EISOV como leen B L W N A su padre Achimelech. La supresión de la frase en D W 271
al (sy s ) arm.sa. L a razón es q u e el v.15 (según la mayoría de a b e ff2 i r t sy s facilita la inteligencia del texto. Es, por lo
los manuscritos) tiene ctÚTÓv, seguramente la lección primiti- tanto, posterior.
va, pues hay que reconocer el TÓV 'lr|aoüv como variante de M e 3,21. L a lección KCXÍ áKoúcravTES oi Trap'avrroü (que
Taciano (registrada por T a t D b c ff2 k r). Las variantes en traen la mayoría de los manuscritos) es la difícil. L a q u e p o -
ambos versículos hay que verlas relacionadas: el singular ÉA- nen D W a b (c) d e f ff2 i q r OTE fiKouo-av Trepl OCÚTOÜ OÍ ypocu-
©cóv... ET8EV está pidiendo carróv; el plural ÉAOÓVTES... EISOV con- uocTEís KOCÍ oi AOITTOÍ es u n evidente querer hacerlo más fácil,
diciona el TÓV 'Inaoüv. Si asignamos a Taciano el TÓV 'Incroüv, pues de este modo no se dice de los «suyos» q u e hubieran q u e -
debemos asignar a su cuenta el plural ÉAOÓVTES... EÍSOV. N o rido apoderarse de Jesús.
se debe poner como lo hacen M e r k y Nestle en sus edicio- Por supuesto q u e j u n t o a esta norma hay q u e poner las
nes ÉAOÓVTES... ETSOV (v.14) y CCÚTÓV (v.15), p o r q u e el singular reglas anteriores de los criterios externos; de lo contrario, lo
ÉAOcóv... ETSSV pertenece a CCÚTÓV. de la «lectio ardua» se puede prestar a equivocaciones penosas.
La mayoría de los manuscritos tienen en J n 9,4 la lección: El manuscrito sy s trae en M t 1,16: «Pero José, con quien
ÉUÉ SEÍ épyáffEaSoa; en cambio X* B D L W al. sa. traen la Virgen María estaba prometida, engendró a Jesús, el llama-
42 C.l. Método de critica textual Critica textual e historia del texto 43
do Cristo». Sin duda es la lección más difícil. Por esto la acep- menos que no se aluda para nada al terremoto sucedido, que
ta Von Soden en su edición. Pero sys él solo no es para inclinar fue el que motivó el que la autoridad mudara de parecer. Y en-
la balanza frente a los demás manuscritos. En todo caso habrá tonces cambió el v.35 de esta forma: «cuando se hizo de día se
que explicar cómo se pudo llegar a esa variante tan extraña. reunieron los pretores en el foro y se acordaron del terremoto
En sus ediciones, Hermann von Soden y Nestle han esco- sucedido; temieron y enviaron a los lictores...». Esta ampli-
gido para Jn 9,14 la variante f\\xas 6eí ÉpyáasaSai TÓ: epya TOU ficación pone en evidencia indudablemente que el texto «occi-
TréuyavTÓs. dental» es una corrección reciente, es decir, que la lección más
Indudablemente, por ser la difícil. Pero, como queda ad- corta es el texto primitivo.
vertido más arriba, hay que tener en cuenta las relaciones mu- Pero tampoco debemos aplicar esta regla con toda rigidez.
tuas de las variantes, esto es, si al final de la frase se pone "£, Se dan ejemplos, en cantidad suficiente, de que la misma for-
había que haber puesto al principio SUÉ. ma «occidental» trae el texto más corto, y precisamente de aquí
sacamos su posterioridad. El ejemplo más conocido de los He-
SÉPTIMA REGLA: La lección más corta es la primitiva.
chos de los Apóstoles es la doble redacción del llamado decreto
Regla ésta tan digna de consideración como las anteriores. apostólico (Act 15,20.29; 21,25). Los otros manuscritos adop-
Parece que hay que admitir que un texto, originariamente cor- tan aquí la forma cuadrimembre: «que se abstengan de la carne
to, se haya querido ampliar posteriormente, y no al contrario, sacrificada (15,20, «de las contaminaciones de los ídolos»)—de
que uno, largo en su origen, se haya acortado. Ejemplo quizá la sangre—de lo ahogado—y de la fornicación»; el texto «oc-
el más modélico para la ilustración de esta regla lo ofrece h cidental» se decide por una forma trimembre: «que se absten-
forma del texto «occidental» de los Hechos de los Apóstoles. gan de la carne sacrificada—de la sangre y de la fornicación».
En cualquier sección de los Hechos de los Apóstoles se en- Para la omisión de las palabras «de lo ahogado» en el texto
cuentran narraciones breves de género diverso que corrían ya, «occidental», hay que advertir que seguramente se suprimieron
aun antes de la composición del libro, entre la Comunidad con posterioridad y no que fueran añadidas en los otros ma-
cristiana. Estas narraciones históricas primitivas conservan su nuscritos también tardíamente. Pero, además—y éste es argu-
concisión y sencillez de origen, distinguiéndose notablemente mento decisivo a favor de la originalidad del texto «longior»—,
de las otras que las rodean. Esto explica que, a pesar de todo, el decreto apostólico cobra un sentido completamente diverso
se vean las costuras aquí y allá entre la exposición de Lucas y si, en vez de la forma cuadrimembre, se admite la trimembre;
los trozos de narraciones anteriores incorporadas por él. Con en el primer caso, se trata de determinaciones de la legislación
todo, estas costuras se advierten hoy solamente en el llamado ritual judía que se declaran obligatorias para la joven Iglesia;
texto «neutral». Porque en el texto «occidental» se han alisado en el segundo se trata de exigencias morales que se consideran
o simplemente suprimido. como indispensables para los cristianos. Naturalmente, hay
Dos ejemplos tomados del c.16 pueden confirmar esta ase- que decidirse por la afirmación de que en la forma «occiden-
veración: al reelaborador de Act 16,30 del texto «occidental» le tal» trimembre se trata de una corrección tardía. Por lo tanto,
sorprendió que, contra lo del v.27, el carcelero se hubiera fija- aquí la lección «longior» es la primitiva. (Otros ejemplos, Me 9,
do sólo en Pablo y Silas. De los otros presos, que por el terre- 49; Le 22,19.20.)
moto podían haberse escapado, parece que ni se preocupa.
Y entonces el corrector añade en el v.30: «después que a los
OCTAVA REGLA: Hay que ver si la variante elegida armoniza con
otros presos los había asegurado».
el contexto.
El texto «neutral» cuenta en Act 16,35 q u e a l día siguiente
los pretores de la ciudad enviaron a la prisión a los lictores También el sentido de esta regla se comprende con facili-
con la orden de libertar a Pablo y Silas. El corrector echa de dad. No puede la variante de un texto considerarse como la
Crítica textual e historia del texto 45
44 C.l. Método de critica textual
ü Z H* <D al. pl. f 1 q r 2 vg syP. h aeth; entonces deberemos
primitiva si entra en colisión con el capítulo o versículo co-
afirmar que las otras variantes se derivan de la anterior ex-
rrespondientes o con el contenido general del libro.
puesta. La variante Tras yáp Trupl áAiaüiícrsToa registrada en
Viene al caso como instructivo para la aplicación de esta
X B L W A al. hay que explicarla por un error de termina-
regla la llamada perícopa de la adúltera en Jn 7,53-8,11. De-
ción parecida; queremos decir, por error de lectura o audición
bemos decir que los versículos de este pasaje no pertenecen a la
que cambia palabras o frases que terminan de modo semejante.
redacción original del evangelio joaneo, a pesar de que los cri-
terios externos no son tan débiles y pueden invocar en su favor La variante Traerá yáp Quaía áAí áAia0T)OTTai del ma-
una antigüedad manifiesta. De los mayúsculos griegos lo traen nuscrito D y algunos latinos antiguos se explica por querer
D K U T A al.; de los manuscritos latinos antiguos, b c d e facilitar la lectura del texto, evitando de este modo el oscuro
ff2 j 2 7, además de la Vulgata, con todos los manuscritos. Por Tras yáp Trupi áAicr0T|aeTai 19.
Jerónimo nos enteramos (Peí. 2,17: PL 23,553) clue e^ pasaje Que en Le 22,17-20 se decide uno por el texto «largo»,
se encuentra en muchos manuscritos griegos y latinos. Am- entonces se puede explicar cómo los manuscritos del texto
brosio (Ep. 26,2) y Agustín (Adu. 2,7) tienen por auténticos «occidental» (D a b e ff2) siguen la forma más breve en la que
los versículos y creen que el recelo por el abuso de este pasaje faltan los versículos 19b.2020. La variante adoptada por b e
dio ocasión a que se omitiera en los manuscritos. sy c ( s ), en la que al v.i9a siguen los v.17 y 18, tendrá que ser
la forma primitiva del texto «occidental». El copista puso, pues,
Pero la perícopa no armoniza con el contexto. Como pasaje
los v.17 y 18 en vez del v.20, «porque vio justamente que el
«sinóptico» no se acomoda a la totalidad del evangelio de Juan
v.17 es paralelo a Mt 26.27 = Me 13,23, y el v.18 paralelo
y se despega claramente de los versículos que le rodean. Mien-
a Mt 26,29 = Me 14,25» 21 . Es evidente la intención del copis-
tras que 8,12 se enlaza perfectamente con 7,52, queda, sin
ta reformador: pretendió armonizar el texto de Lucas con el
embargo, rota la unión si se intercala la perícopa aludida. Se-
de Mateo y Marcos. Por la misma razón borró el 19b. Con
gún 8,n, Jesús se encuentra solo; según 8,12, está hablando
esta forma básica se explican todas las variantes dentro del
ya a los judíos sin que se indique cambio de escena. Con haber
texto «occidental».
resuelto que la perícopa de la adúltera no pertenece al texto
original del evangelio de Juan, todavía no queda decidido el DÉCIMA REGLA: Solamente en casos extremos se puede echar mano
problema cómo se haya podido meter en los manuscritos un de la conjetura.
texto tan amplio y de argumento tan serio, y se haya impuesto
con tanta firmeza y seguridad que Ambrosio y Agustín lo de- Hasta la conjetura tiene cabida en la crítica textual del Nue-
claren pertenecer al evangelio de Juan, y le dé cabida en la vo Testamento. Nos referimos a que se puede dar el caso de
Vulgata Jerónimo. una variante que se ha introducido, y no encuentra apoyo, ni
el más débil, en la tradición o historia del texto. Así, p.ej.,
NOVENA REGLA: Por la variante que se ha escogido como preferi- Wescott-Hort presumen—y probablemente con razón—que
da se deben explicar las otras variantes. en Act 20,28 uioü ha desaparecido después de TOÜ ÍSÍOU. En
vez del imposible <povEÚ£TS (Sant 4,2), propuso Erasmo la con-
Si guiados por las reglas anteriores hemos escogido una va- jetura 90oveíT8. Que deba el crítico del texto echar mano de
riante concreta, deberemos hacer, en muchos casos, la contra- la conjetura con parsimonia y sólo en casos extremos, o que
prueba valiéndonos de esta última regla. Sólo será válida la no puede manejarla a la ligera, es una cosa que ya hemos ad-
elección de una variante si la pueden explicar las otras varian-
19
tes abandonadas en nuestra investigación. También aquí vie- Para el conjunto, cf. H. ZIMMERMANN, «Mit Feuer gesalzen werden».
Eine Studie zu Mfc 9,49: T h Q 135 (1959) 28-39.
nen algunos ejemplos: supongamos que nos hemos decidido 20
Cf. K. T H . SCHÁFER, Grundriss der Einleitung in das Neue Testament
en Me 9,49 por el texto «largo»: iras yáp trupi áAiCT0r|crETai KOÍ (Bonn 2 igS2) 67-69.
•naca 0uaía áAí áAiaOfjaETai según los manuscritos A C K X T 9 21 Ibid., 68.
46 C.l. Método de critica textual Ejercicios prácticos 47
vertido. M. Dibelius, p.ej., acude a este procedimiento con y en 1857 aparece una cuidada edición gracias a Angelo Mai.
demasiada largueza cuando para el texto de los Hechos de los En 1904 se hizo una reproducción fotográfica en Milán como
Apóstoles propone toda una serie de conjeturas, advirtiendo, volumen cuarto de los «Códices e Vaticanis selecti phototypice
además, «que la historia del libro, antes de ser incorporado al expressi iussu Pii PP. IX consilio et opera curatorum Biblio-
Nuevo Testamento, nos da derecho a tales conjeturas» 22 . Des- thecae Vaticanae».
de luego, eso de la «historia del libro antes de ser incorporado Contenía primitivamente el manuscrito todo el Antiguo y
al Nuevo Testamento» es una construcción subjetiva de M. Di- el Nuevo Testamento; hoy faltan partes importantes del Anti-
belius basada exclusivamente en suposiciones. guo Testamento; el Nuevo queda interrumpido en Heb 9,11,
La advertencia—varias veces repetida—de que «no hay re- con la ausencia de lo demás de esta carta: faltan las Pastorales,
gla sin excepción», debería hacernos caer en la cuenta de que la carta a Filemón y el Apocalipsis. De los 759 folios del ma-
la crítica textual del Nuevo Testamento no es una cosa mecá- nuscrito, al Nuevo Testamento corresponden 142. Cada pági-
nica ni un método que pueda manejarse aisladamente. El exe- na lleva tres columnas con cuarenta y dos líneas. El pergamino
geta tiene que tener continuamente ante los ojos las reglas en es muy fino, la escritura de gran simetría. Por desgracia, uno
su conjunto y saberlas aplicar con prudencia partiendo del es- de los copistas del siglo x u xi trató muy desmañadamente las
tudio serio y de la comprensión del libro en cuestión en su letras borrosas. El conjunto de los rasgos paleográficos hablan
totalidad y en su relación con los demás libros. Para esto se de la antigüedad notable del manuscrito; y no va descaminada
necesita algo más que la aplicación técnica y mecánica de re- la teoría que lo sitúa hacia la mitad del siglo iv.
glas aprendidas. B. M. Metzgen ha expresado esto felizmente El Codex Vaticanus pasa por ser hoy el testigo más cotizado
cuando escribe: «To teach another how to become a textual del Nuevo Testamento. Cuenta, a proporción, con el menor
critic is like teaching another how to become a poet» 2i. número de faltas y representa una forma de texto que debió
de ser corriente en Egipto hacia el año doscientos. En las car-
Seguramente no se llegará nunca a una plena y segura so-
tas de Pablo se advierte con claridad, aunque en pequeña es-
lución de todos los problemas planteados a la crítica textual.
cala, el influjo «occidental». Para Von Soden el manuscrito es
Pero la abundancia de manuscritos descubiertos en los últimos
de los mejores testigos de la «recensión» de Hesiquio (H.)
decenios no la agradeceremos nunca suficientemente, no sólo
por haber aumentado el número de variantes para un estudio El pasaje para el ejercicio práctico será sobre 2 Tes 3,11-18;
más completo, sino porque contribuye además a confirmar Heb I , I - 2 , 2 2 4 . En la escritura de las mayúsculas se pone una
nuestra confianza en las ediciones críticas del texto dándonos letra griega tras de la otra sin separar las palabras ni las frases
una seguridad de juicio como no era posible antes cuando dis- y sin poner espíritus ni acentos. Esto, naturalmente, puede ser
poníamos de menos elementos de trabajo. fuente de equivocaciones. Varias de éstas provienen de la lec-
tura equivocada de una o más letras: en Me 9,49, por ejemplo,
OYIIA (así k) sale de 0YIIA; en 1 Tim 3,16 se explica
IV. Ejercicios prácticos
el 0 2 (KLPal.) por el OZ (como tienen la mayoría de los
A) El Codex Vaticanus (B. Gregory O3, Von Soden 5 1) manuscritos). Otros errores se originan por no saber separar
se encuentra desde aproximadamente el año 1475 en la biblio- bien la «scriptio continua»: p.ej., en Me 10,40 leen la mayoría
teca Vaticana (con la signatura Gr 1209). Por primera vez des- de los latinos antiguos, es decir, a b d ff2 K H I L A V, así
cubrió la importancia del manuscrito en el año 1809 J. L. Hug.; como sy1 y aeth cxAAois en vez de áAA'oís. En algunos pasa-
22
El texto de los Hechos de los Apóstoles: Aufsdtze zur Apostelges- jes se discute dónde hay que hacer la separación: de la ma-
chichte: F R L A N T 60 (Gottingen 4 ig6i) 83. Sobre las posibilidades y los nera de puntuar depende el que en Rom 9,5 designe Pablo a
límites de la crítica conjetural cf. B. M. METZGEN, The Text of the New Tes- Cristo a las inmediatas como a «Dios», cosa que nunca hace el
tament. Its Transmission, Corruption, and Restoration (New York und Lon-
don 1964) 182-185. 24
H. J. VOGELS, Codicum Novi Testamenti Specimina (Bonn 1929) tab.3.
23
The Text of the New Testameni 211.
48 C.l. Método de crítica textual Ejercicios prácticos 49
Apóstol en sus cartas. En Jn 1,3.4 es problemático si el 6 yéyo- nuestro caso al terminar la carta de los Tesalonicenses, se deja
VEV hay que unirlo con la frase precedente o con la siguiente. espacio vacío. Hacia el siglo vi se llena con el «post scriptum»:
El conjunto de los latinos antiguos y los siríacos separan: Trpós QsCTcTocAovsiKeís áypátpri airó 'AOnvcov (cf. A K L P al.).
oú5e iv. 6 yéyovev, áv CO/TÓJ £wf| f\v. La puntuación de Jn 7,38 Al comenzar la carta a los Hebreos, muy en cabeza de la
la hacen no sólo el Efrémico y los dos siríacos antiguos, sino segunda columna leemos la «superscriptio»: Trpós 'E(3paíous;
también los antiguos latinos d e C Y: «qui credit in me sicut...»; además, para distinguirlo mejor se pone sobre la primera línea
y lo hacen con razón. un trazo con tres rayitas y las iniciales. El orden de las cartas
Las abreviaturas en las mayúsculas—exceptuados los nú- paulinas del Codex Vaticanus (y con él Sí A C H P ) , en el que
meros que en los griegos son las letras correspondientes—sólo la carta a los Hebreos cierra el ciclo de las cartas a las diversas
se usan para los «nomina sacra». En nuestros pasajes del ejer- Comunidades, coincide con el Canon que nos comunica el
cicio práctico encontramos las siguientes abreviaturas de «no- obispo Atanasio de Alejandría en su treinta y nueve carta pas-
mina sacra»: cual del año 367; por supuesto, únicamente en los manuscritos
KQ ¡Y XQ griegos. La versión sahídica de la carta treinta y nueve de
3.!2:
Pascua coloca la carta a los Hebreos entre Gálatas y Efesios 26 .
3.16: K 2 - K2
Este orden puede haber tenido su precedente en el Vaticanus
3,i8: KY ÍY XY (un precursor del Vaticano debió de tener el mismo orden).
1,1: 02 Según la división de capítulos del codex que, en la edición de
i,6: GY Nestle, figura en el margen interior, termina la segunda carta
1,8: 02 a los Tesalonicenses con el c.93; la de los Hebreos comienza
en el 59; la de los Gálatas termina en el 58, y la de los Efesios
1,9: 62-02
unida a la carta a los Gálatas, comienza con el c.70. Es decir,
1,10: KE debió de estar en algún tiempo la carta a los Hebreos entre
Además de estas abreviaturas usuales para KÚpios, lr|croüs, Gálatas y Efesios.
Xpicrrój, 0£Ós, encontramos otras en los manuscritos mayúscu- El copista ha pasado por alto la numeración antigua, a pe-
los: ÍTHP prorníp), 2HP (=acoTiíp), 2P02 (aTaupós), T7ÑA sar de que el orden de sucesión de las cartas no correspondía
a ella. Otro orden más antiguo de las cartas paulinas figura
(•n-veupa), MHP (uTÍTnp), Y2 ( = uiós), 12A e IHA ( = 'IcrparjA),
en P 46 . Aquí la carta a los Hebreos sigue a la de los Romanos.
1AHM ( = 'lepowaAiíui), AÁA ( = 6auí8), OYÑ02 ( = oúpavós), Todo ello da a entender que daban preferencia a las cartas es-
AÑ02 ( = ávOpcoTros). critas a las Comunidades sobre las escritas a particulares, y
Como otros manuscritos mayúsculos también (p.ej., el Co- que el primer grupo lo clasifican atendiendo a la largura de
dex Alexandrinus) está el Codex Vaticanus escrito a tres co- las cartas. Por esta razón, en P 4 6 la carta a los Efesios precede
lumnas. Puede comenzar otra línea en medio de una palabra; a la de «ad Gálatas». La para nosotros conocida distribución
por supuesto, los copistas antiguos se preocupaban de que no —Hebreos al final del «Corpus Paulinum»—se debe a la Vul-
se hiciera separación dentro de una misma sílaba y de que, gata.
en general, comience la nueva línea con consonante. Cada co- Ya hemos dicho que entre los textos griegos, el «Vaticanus»
lumna tiene en el Codex Vaticanus cuarenta y dos líneas. Si es el que en general contiene menos faltas. No es de extrañar
comienza una carta distinta, ya se entiende que lo hacen en que en el pasaje elegido apenas las encontremos y se vean va-
nueva columna. Al fin de la primera columna, es decir, en riantes posteriores.
25 26
El mencionado copista del siglo x u xi completó el manuscrito ponien^ L . - T H . LEFORT, S. Athanase Lettres festales et pastorales en copie:
do espíritus y acentos. CSCO 150 (Lówen 1950) 19.
Métodos histárica-criticos 4
50 C.l. Método de crítica textual 51
Ejercicios prácticos
Son dignas de advertencia las variantes siguientes: los Setenta, ya que las citas del Nuevo Testa-
2 Tes 3,13 B, con X A (D) 69 326, lee ÉyKocKr|cn-|T£, mientras mento se han calcado posteriormente sobre el
los otros manuscritos tienen £KKOKf|ar|TE (ÉyKoc- texto de los Setenta. En nuestro verso el manus-
KEÍV) (significa «estar cansado»), (ÉKKOCKEÍV, «des- crito B y el 33 han omitido erróneamente el TOÜ
animarse, acobardarse»). Advirtamos que en to- aícovos.
dos los pasajes del Nuevo Testamento en que
T a m b i é n en H e b 1,8 lee B con P 4 6 y X TT¡S (3a-
acude la palabra éyKocKEív, es decir, Le 18,1;
cnAEÍocs aÚToO, mientras los demás dan TTJS pecen-
2 Cor 4,1.16; Gal 6,9 y Ef 3,13, flota la variante
AEÍCCS CTOU. La lección primitiva tuvo que ser
ÉKKCCKEÍv. Para todos los pasajes la lección pri-
OCÜTOÜ, por estar mejor apoyada (primera regla),
mitiva debió de ser ÉyKaKEtv.
y se aparta del texto de los Setenta. Por otro lado,
3,14 B con el minúsculo 69 y otros pocos, tienen Oucóv es la variante más difícil.
en vez de riucov de la mayoría de los manuscritos. i,i2 En B como en P 4 - 6 « A D * 1739 ¿>s iuá-nov.
Indudablemente, B es un error, ya que el con- Apoyándonos en la primera regla (mejor atesti-
texto está pidiendo f)ucov (cf. regla octava). guada) y en que ambas palabras faltan en el tex-
3,18 falta áíx-qv en B y a* 33 al. A M s t , que traen to de los Setenta, hay que tener cbs ¡ucrnov por
los demás manuscritos. Entraría en el texto por la lección original.
el uso litúrgico (cf. 1 Cor 16,24; 2 Cor 13,13; 1,14 B además de sa y Or, traen plural SICCKOVÍCXS, y en
Ef 6,24; Flp 4,23; Col 4,18; 1 T e s 5,28; 1 T i m 6, singular los otros manuscritos. Seguramente que
21; 2 T i m 4,22; T i t 3,15; F l m 20; H e b 13,25). aquí se trata de una aproximación al plural an-
Heb 1,3 En vez de cpÉpcov, el B * trae 9av£pcov, evidente- terior AEiToupyíKa TrvEÚuaxa, es decir, que la va-
mente lección errónea, que registra también Se- riante B en plural es posterior.
rapión ( + c.360). U n corrector del siglo x u x i
mejoró (pocvEpcov poniendo tpépcov con la supre- B) El Codex Sinaiticus ( S Gregory 01, Von Soden 62)
sión de A y N . figura, juntamente con el Vaticanus, entre los representantes
O t r o corrector del siglo x m rechazó esta mejora principales del texto «neutral». D e manera bien dramática pudo
restableciendo la lección antigua y puso al mar- C. Tischendorf descubrir el manuscrito en tres viajes distin-
gen de la columna: áuocOécrrocTE KOCÍ KCCKÉ, aq>£<; TÓ tos (1849-1859) en el monasterio de Santa Catalina, en el mon-
TToAaiÓV, UT) UET0CTTOÍSI. te Sinaí, y adquirirlo de los monjes para el zar de Rusia. En
H e b 1,8 falta en B y en minúsculo 30 TOÜ aícovos, que lo 1933 lo compró el British M u s e u m de Londres por cien mil
traen los demás manuscritos. Ateniéndonos a la libras. La mejor edición es la hecha con todo esmero fototípi-
primera regla, hay que leer aícovos. Pero hay que camente por K. Lake: «Codex Sinaiticus Petropolitanus: T h e
tener en cuenta que aquí—como en las dos va- New Testament, the Epistle of Barnabas and the Shepherd of
riantes siguientes—se trata de una cita del A n - Hermas, new reproduced in Facsímile, Oxford 1911».
tiguo Testamento, que en el manuscrito se sub- El manuscrito contiene en 347 folios una gran parte de los
raya con el signo > puesto al margen del lado Setenta del Antiguo Testamento, además el N u e v o Testa-
izquierdo de la segunda y tercera columna. En mento, apenas sin lagunas. Al Apocalipsis se unen la carta de
casos como éste lo prudente es comparar el tex- Bernabé y la del Pastor Hermas.
to con el de los Setenta. Si, como aquí, se ve que El codex está escrito a cuatro columnas de a cuarenta y
difieren el texto de los Setenta y la cita del ma- ocho líneas cada una; en el margen, manos posteriores han in-
nuscrito, hay que dar la preferencia al texto de corporado los Cánones de Eusebio. Observaciones paleográ-
52 C.l. Método de crítica textual Ejercicios prácticos 53
ficas demuestran haber sido escrito el Codex Sinaiticus con Se dan las siguientes abreviaturas para los «nomina sacra»:
gran probabilidad en la segunda mitad del siglo iv. C. T i s -
chendorf opinaba que el manuscrito era uno de los cincuenta Gal 5,21: 9Y (= OEOÜ)
Códices encargados por el emperador Constantino para las 5.22: FTN2 ( = TTVEÚ|JIOCTOS)
Iglesias de su capital; hoy se tiene esto por muy invero- 5,24: XY ÍY ( = Xpicrroü 'Ino-oO)
símil. S.25: TIN I ( = TrvEÚiJiorri)
El texto del manuscrito es de gran valor. Con el Vaticanus, T7NIK01 ( = TrvEU|JiaTrKoí)
6,1 :
con el que le une estrecho parentesco hasta el punto de perte-
TTNI ( = irveúiJiaTi)
necer a u n tronco común, figura el Sinaiticus entre los testigos
más valiosos y mejor cualificados del Nuevo Testamento. Sin 6,2 XY ( = Xpio-Toü)
embargo, está más retocado que el Vaticanus, y, por cierto 6,7 92 ( = SEOS)
—esto es lo más sorprendente—, según u n texto «occidental», 6,8 TTNA ( = TrvEuua)
sobre todo en el evangelio de Juan y el Apocalipsis. T7NZ (= TTVEÚIJICCTOS)
H. von Soden ha demostrado que el manuscrito debió de
6,12: XY ( = Xpicrroü)
ser severamente corregido siguiendo un patrón de algún tex-
to latino antiguo de procedencia africana 27 ; y H . Vogels ha 6,14: KY — 1Y XY ( = Kupíou — Mnaoü Xpia-roü)
probado que en el Sinaiticus hallamos no pocas variantes que 6,15: XQ ÍY ( = Xpio-TW MriffoO)
sólo se comprenden si se tienen en cuenta versiones anteriores 6,16: ÍHA ( = 'lo-poaíA)
del latín 2 8 . Esto se explicaría, según piensa Vogels, no porque 9Y (= OEOÜ)
alguno de los predecesores del Sinaiticus fuera natural de O c -
6,17: KY IY XY ( = KUpíou 'lr|aoü Xpicrroü)
cidente 2 9 , sino porque el llamado texto occidental se difundió
ampliamente por Egipto. 6,18: KY ÍY XY ( = Kupíou 'Incroü Xpicrroü)
T o m a m o s para ejercicio práctico la sección Gal 5,20 hasta T\NZ ( = TTVEÚ|JIO:TOS)
Ef 1,9 3 0 . La escritura es en cierto punto simétrica. Faltan Ef I,I : ÍY XY ( = Mnaoü XpiaToO)
acentos y espíritus. Para poder comenzar una línea nueva con 9Y ( = 9EOÜ)
una consonante, se han escrito algunas pequeñas letras al aca- KY IY XY ( = Kvpíou 'Inaou XpiaToO)
bar la línea anterior. Principalmente en la primera columna
1,2 0Y ( = 0soü)
advertimos que no todas las líneas se las ha escrito del todo.
En el catálogo de vicios—respectivamente de virtudes—(Gal 5, KY IY XY ( = Kvpíou 'Ir)croO Xpicrroü)
20-22) ocurre que una sola palabra llena toda la línea. Tal 1.3 92 (= OEÓ5)
modo de escribir facilita ciertamente la lectura del texto. Los KY ( = Kupíou)
pasajes—cada uno de ellos—se les distingue porque la línea ÍY XY ( = 'Inaoü Xpia-roü)
anterior no ha sido terminada y la primera letra de la línea
nNIKH (= TTVEUpiaTlKfí)
nueva está algo más salida.
XQ (= Xpio-Tcp)
27
Die Schriften des Neuen Testaments I 1338S. i.5 ÍY XY ( = 'l-naoü Xpicrroü)
28
Untersuchungen zur Geschichte der lateinischen Apokalypseüberselzung
(Dusseldorf 1920) 18.31.42.63; cf. H. ZIMMERMANN, Papyrus Bodmer II und El Codex Sinaiticus tiene bastantes más faltas y, consi-
sane Bedeutung für die Textgeschichte des Johannes-Evangeiiums: BZ N F 2 guientemente, más correcciones que el Vaticanus. C. T i s c h e n -
(1958) 220.
29
Handbuch der Textkritik des Neuen Testaments 37. dorf distingue en el Sinaiticus hasta siete correcciones, q u e
30
H. J. VOGELS, Codicum Novi Testamenti Specimina tab.4. posteriormente han querido mejorar el texto defectuoso o el
54 C.l. Método de crítica textual Ejercicios prácticos 55
supuesto texto defectuoso. Para designar el texto primitivo del to que pone plural £X®P al e n a
I lista o «catálogo de pecados»;
manuscrito se añade a la sigla un asterisco (es decir K*); a los al plural CñAoi corresponde el plural epeis. Por lo demás, 2 Cor
correctores se les distingue poniendo «corr» (es decir, K corr), 12,20 presenta el mismo caso; también aquí el Sinaiticus pone
se les clasifica con letras a, b, etc. ( = Xa, i*b, etc.). EPIZ y en lo que sigue £fjAoi (con K L P al.). Con todo, el texto
En el pasaje escogido por nosotros encontramos estas co- primitivo debió de tener el singular epis, £fjAos por estar me-
rrecciones: jor apoyado en los manuscritos (cf. regla primera), además de
Gal 5,21 se ha añadido al fin de la línea quinta TIPO. ser la lección más difícil (cf. regla sexta).
5,24 se encuentra KY delante de XY; IY se ha borrado. También Rom 13,13 y 1 Cor 3,3 relacionan Epis y £FjAos;
6.2 en la palabra BÁSTASETE se ha borrado la segun- por lo mismo se impone el singular. Vemos por estos ejem-
da 2 y puesto encima Z. plos la importancia de tener ante la vista la quinta regla,
6,15 se ha mejorado EZTIN en IZXYI ( = ÍCTXÚEI). que recomienda atender al conjunto de las variantes. Puede
Ef I , I se ha añadido EN EOEZQ en el margen izquierdo de además sacarse de aquí la lección de que, a veces, puede ser
la columna. necesario relacionar unas con otras las mismas o parecidas pa-
labras y frases en sus diversas vicisitudes dentro del mismo
1.3 antes de K Y se añade KA1 ZQTHPOZ.
autor neotestamentario.
1.6 en el primitivo HZ se borra la 2 y encima del texto
se escribe EN delante de H. En dos pasajes encontramos E por AI:
1.7 En EZXOMEN se borra Z. Gal 6,7 MYKTHPIZETE por uuKTripí&Tca
Al final del verso se añade N a TO, y en la palabra 6,12 TTEPITEMNEZeE por TrepiTÉuvEcreocí
FÍAOYTOZ, sobre la Z se pone una N. Estas formas de escribir tan frecuentes en los manuscritos
Bastantes faltas se deben a cambios de vocablos, que sue- griegos, en los que se pone E en vez de AI, pueden dar oca-
nan lo mismo por razón del «itacismo». sión a veces a erratas: en Le 14,17 traen el Sinaiticus, D al
sy t. c. bo vg epxso'Qai; en cambio, B, el grupo Koine 0 y vet-
Gal 5,20 OAPMAKIA en vez de 9ocpnocKEÍa lat epxscrüs; en Gal 4,18 se encuentra £r)AoÜCT0oci en A C D G K
Gal 6,1 YMIZ por ÚUEÍS
al., Ambrosio y Agustín; por el contrario, en el Sinaiticus,
niPAzeHS por Treipacrüñs B 33 al. vg y el Ambrosiaster ^nAoüaOe. Además de estas dos
6,8 miPQN por orreípcov variantes del Sinaiticus, conviene tener en cuenta los siguien-
GEPIZI por Oepíaei tes pasajes:
6,16 IPHNH por eiprjvri
6,17 MHAIZ por unSsís Gal 5,21 traen al lado de <p©óvoi los manuscritos A C D G K
L N al lat. la palabra 9ÓV01, que falta en P 46 « B 33
¿Se da «itacismo» en EPIZ y AIPEZIZ (Gal 5,20), es decir, al. Me IR y OR. Se trata quizá de una añadidura
por el plural speis, ocípéasis? Esto sólo se puede resolver mi- posterior que se ha introducido en el texto por in-
rando al «catálogo de vicios» (v.20.21). En AIPEZIZ podemos flujo de los paralelos (cf. Rom 1,29).
decirlo con probabilidad, puesto que ningún manuscrito grie- 6,10 X B* al. escriben cbs... EXCOUEV, mientras que P 46
go trae el singular (sólo el d tiene «heresis»). Pero también se A C D G K I P al. pl. lat Me ws Ixouev.
puede afirmar esto de EPIZ con aproximación, puesto que en Con subjuntivo cbs ( = ECOS ócv) significa «en tanto
la palabra siguiente £f¡Aoi el Sinaiticus pone plural; como que» 31 , y con indicativo «ahora, si...». La primera
también GKN al. lat Me (frente a B D*G E P 33). Es casi el variante cuadra mejor con el contexto y debió ser
mismo grupo que representa el plural en ipeis (CGKLN al. la lección original (cf. regla octava).
lat Me). Hay que admitir que el Sinaiticus sigue aquí un tex- 31 Cf. BLASS-DEBRUNNER, § 455,3; 383,2.
56 C.l. Método de critica textual Ejercicios prácticos 57
En los dos casos, hay q u e dar la preferencia al tex- Marción, la carta va dirigida a los de Laodicea («ad
to «neutral» sobre el «occidental» y el de la Koiné. Laodicenas»: T E , M e 5,11; 5,17; cf. E P I F . , Haer.
Gal 6,15 El Sinaiticus con A C D G K L P al. latr ,le lee év 42,12.3); Orígenes no dice con claridad el destino
y á p XP10"1"'? 'lr)<?ov, frente a OC/TE y á p d e P 4 6 BY geográfico; alude únicamente a los «destinatarios d e
1739 al. sy A U . La variante representada por el la carta», oí IÍETÉXOVTES TOÜ ÓVTOS (Catenae, ed. Cra-
Sinaiticus es posterior y se produce por el paralelo mer, 6,i02s). Jerónimo hace este comentario: «Quí-
Gal 5,6. E n la corrección hecha del Sinaiticus tam- dam curiosius q u a m necesse est putant, ex eo quod
bién se da influjo d e paralelo, ya q u e la mejora Moysi dictum sit: haec dices filiis Israel, qui est
ioyyei en vez de écrrív viene de Gal 5,6 (cf. regla misit me, etiam eos q u i Ephesi sunt sancti et fide-
cuarta). El influjo de los paralelos actúa con más les essentiae vocabulo nuncupatos; ut q u o modo a
frecuencia en los Evangelios—donde se presenta sancto sancti ita ab eo qui est hi qui sunt ap-
propiamente el problema de la historia del texto—. pellentur ... alii vero simpliciter n o n ad eos qui
Pero tampoco se desconoce dicho influjo en los sint, sed q u i Ephesi sancti et fideles sunt, scriptum
otros escritos neotestamentarios, como se saca del arbitrantur».
ejemplo tomado de las cartas paulinas. E n ellas se La versión latina más antigua parece q u e tampo-
explica este fenómeno por el afán consciente o in- co conoció la localización geográfica. Basándonos
consciente d e hacer decir lo mismo a expresiones en la crítica textual diríamos q u e el év ^ é a c p no
semejantes o q u e suenan parecidamente en las car- pertenece al texto primitivo de la carta, sino q u e se
tas de Pablo, intercala con posterioridad. Claro q u e se hace m u y
6,17 tenemos estas variantes: difícil comprender q u e falte en el encabezamiento
de la carta el dato de los destinatarios, ya q u e per-
i : ' l n a o ü P 4 6 B A C * f. vg
tenece tan necesariamente al formulario d e la carta
2: xpicTTou P pe. M e
como el nombre del remitente, y n o conocemos nin-
3: Kupíou 'Inaoü C 3 D ° K L p b .
guna carta paulina en la q u e no se especifique, al
4: Kupíou 'InaoO Xpiaroü X d A V
principio, el dato de la localización geográfica 3 3 .
5: Kupíou f)ucov 'Incroü Xpiaroü D * G s y p
¿Cómo entonces explicar dicha omisión? Se han
La primera variante habrá q u e tenerla por la ori- dado dos intentos para solucionarlo, los dos impor-
ginal. Es la mejor testificada (cf. regla primera) y tantes. Dice la primera teoría q u e la carta a «los
es la lección más difícil (cf. regla sexta). Es m á s Efesios» es la misma a q u e alude Col 4,16...; «y la
creíble q u e el sencillo 'InaoO se haya ido ampliando que recibiréis de Laodicea, leedla también vosotros».
posteriormente, que no que el Kupíou 'Ino-ou XpiaToü, Según esto, Marción nos ha conservado la dirección
como escribe el Sinaiticus, se fuera reduciendo al primitiva. Por supuesto q u e es problemático el «si
conciso 'InaoO.. El ejemplo es además u n caso ilus- Marción puede ser tenido como testigo q u e vio la
trativo del crecimiento posterior d e u n texto 3 2 . Se copia con la dirección év AOCOSIKSÍCX o simplemente
debe aplicar aquí la regla séptima, según la cual, fue el primero q u e subjetivamente identificó la alu-
la lección más corta es la más antigua. sión de Col 4,16 con la carta a los Efesios» 34 . E n
Ef 1,1 la localización geográfica év 'Eféacp falta en P 4 6 N * esta hipótesis es seguro q u e la carta a los «Efesios»
B * 424 c 1739 O r (HI); viene, en cambio, en « c B c
A K D G 424* al. pl. lat sy T E H I V I C . Según 33 R o m 1,7.15 falta e n G : iv PCÓHT); r e s p e c t i v a m e n t e : TOÍS ÉV Pónr], p e -
ro se trata a q u í c l a r a m e n t e d e u n a omisión posterior.
34
32 B. M. METZGER, The Text of the New Testament 199. K. T H . SCHÁFER, Grundriss der Einleitung in das Neue Testament 138.
C.l. Método de critica textual Ejercicios prácticos 59
no p u d o ser u n escrito dirigido a una Comunidad cristianas esparcidas por aquella región», es decir,
conocida del Asia Menor. El resultado sacado de la «es una carta escrita para varias comunidades». T o -
crítica textual se confirma plenamente atendiendo das estas razones hacen probable el que tal carta
al contenido. sea la que nosotros conocemos ahora como la de
El escrito es tan impersonal que difícilmente se «ad Ephesios».
concibe, si se piensa que Pablo trabajó tres años en «El que falte el dato de la ciudad en el texto más
Efeso (cf. Act 19,20). N o plantea en esta carta el antiguo de la carta a los Efesios, se debe entender
Apóstol ningún problema de los de la actualidad de únicamente en el sentido de que Pablo escribe una
entonces en Efeso. Por Ef 1,15; 3,2ss; 4,21, parece carta destinada a varias comunidades y no pone des-
como si no se conocieran entre sí el remitente y los tinatario nominalmente, pensando que luego, al sa-
destinatarios. Según Ef 2 , I S S . I I S S ; 3,1, los destina- carse diversas copias, se pondría en cada una de
tarios de la carta son cristianos venidos del gentilis- ellas el destinatario respectivo de las diferentes co-
mo. E n cambio, Act i8,i9s; 19,8-13-17.34; 20,21, munidades. Nuestra actual carta «a los Efesios» no
nos informa que en Efeso había u n gran número de es una carta exclusiva para la Comunidad de Efeso,
judío-cristianos. como lo es la de los Colosenses; tampoco es una
Además, se debe atender a que son m u y afines «circular-encíclica» en el sentido técnico de la pala-
bra, sino sencillamente u n escrito para comunida-
la carta a los Efesios y la de los Colosenses: debieron
des distintas que debían pasarla de mano en mano
de escribirse una después de la otra, y en concreto,
después de leída y copiada».
primero la de los Colosenses y luego la de Efesios.
Las dos cartas presuponen unas mismas circuns- Es admisible que la Comunidad de Efeso sacara
tancias en los recipiendarios como eran las de las su copia y en ella se puso la dirección exterior irpós
dos ciudades próximas, Colosas y Laodicea. T o d a - 'Ecpecríovs. «Cuando se juntaron en colección las car-
vía más: las dos cartas tienen el mismo portador tas paulinas, al no encontrarse sino esta dirección
(Col 4,7s; Ef 6,2,1). tal vez por influjo de 2 T i m 4,12—, se puso en el
Se da u n punto oscuro en esta teoría: no explica encabezamiento del interior, y así, de una carta a
con claridad la razón de por qué en los más antiguos Comunidades de Frigia, pasó a ser de Efeso» 3S .
y mejores manuscritos no se nos transmite el év Hoy día se tiene esta teoría como el intento más fe-
liz de solución al problema; pero no lo soluciona
AocoSiKEÍa, pues el que se haya omitido, mejor, bo-
todo. Prescindiendo de que en la correspondencia
rrado el nombre de la ciudad basándose en Apoc 3,
paulina no «encontramos» ningún ejemplo de cartas
16 (Harnack) no pasa de ser una ocurrencia inge-
circulares», tenemos derecho a esperar que «Pablo
niosa.
hubiera puesto en el encabezamiento la región o el
L a s e g u n d a t e o r í a la refleja la e x p o s i c i ó n d e
distrito al q u e pertenecían las comunidades que ha-
H. Schlier: Por lo que sabemos de Col 4,16, escri-
brían de intercambiarse la carta» 36 , como ocurre
bió Pablo una carta a Laodicea, que la habían de
con la carta a los Gálatas.
intercambiar con la escrita a la Comunidad de Co-
1,3 En el texto primitivo del Sinaiticus se lee Kai awTfj-
losas. «Tal vez la carta enviada a los Laodicenses
pos (después de Kupíou). Las dos palabras las ha
no llevaba en su encabezamiento év AccoSiKeíg. El
suprimido el corrector poniendo unas rayas para
-rf|V ÉK AOCOSIKEÍCCS deja abierta esta posibilidad. «Se-
gún Schlier, se cuenta en la carta con la Comunidad 35
H. SCHLIER, Der Brief an die Epheser (Dusseldorf s i9Ós) 30-32.
36
de Hierápolis y con los cristianos o Comunidades K. T H . SCHAFER, Grundriss der Einleitung in das Neue Testament 139.
60 C.l. Método de critica textual Ejercicios prácticos 61
borrarlas. No pertenecen al texto de la carta; lo que 3 Jn 11,15 en texto latino. Sacan de aquí los eruditos que el
deducimos por ser el único que lo trae. La adición manuscrito debió de contener en otro tiempo esta carta de
puede explicarse de un modo análogo a la amplia- Juan, y hasta tal vez el «Corpus Johanneum».
ción de Gal 6,17. El texto griego y el latino se parecen muchísimo, y se han
i,6 No sólo el Sinaiticus o primitivo, sino también los debido de influir mutuamente. Se advierte el influjo del griego
demás manuscritos del texto «neutral», exceptua- sobre el latín en que éste trae toda una serie de variantes que
dos Y, y los minúsculos 104 y 326, traen la palabra no vienen en la traducción latina de otros manuscritos. Aun-
original fjs. El corrector cambió el pronombre re- que también es grande el influjo del latín sobre el D. Por ejem-
lativo por év f¡, que copian D G K L al. pl. vg. sy h . plo, en Jn i 7 , n s dice el texto latino: «iam non sum in mundo
Un ejemplo de cómo por la corrección ha quedado et in mundo sum», una paradoja evidente, que se encuentra
desbancado el texto primitivo «neutral», cosa que también en r. Evidentemente, un antiguo copista leyó «Sum»
ocurre frecuentemente en el Sinaiticus. en vez de «Sunt»; en el D se mantiene este error para el griego:
1,7 Aquí ocurre lo contrario. El Sinaiticus primero lee KCCÍ áv TW KÓCTIÍW si|jií.. Muchas veces nos encontramos con ex-
eaxonEV (con Y D* I R [pt]). Por la eliminación de presiones en el D que solamente se pueden explicar si son
la cr queda eypiisv, como corresponde al original del retrotraducciones del latín. El influjo cambiante mutuo debió
texto «neutral». Es decir, que É'XOHEV es la lección de darse ya en los predecesores del manuscrito, que tuvieron
original de la carta. que ser igualmente bilingües. En muchos pasajes, sin embargo,
hay que distinguir entre D y d.
C) El Codex Cantabrigiensis, o Beza (D. Gregory 0,5, Von
Soden 3 5) fue robado por lo Hugonotes en el asalto al monas- Vamos a poner algunas muestras para darnos alguna idea
terio de San Ireneo de Lyón el año 1562. Pasó a la propiedad del puesto característico del Cantabrigiensis en la historia del
del teólogo calvinista Teodoro Beza, que donó el manuscrito texto del Nuevo Testamento: En Mt 20,28 tiene D una aña-
a la Universidad de Cambridge el año 1581. Con la signatura didura larga de sesenta palabras, que se acercan de un modo
Nr 2,41 figura hoy entre los ejemplares más valiosos de esta notable a Le 14,8-10, sin que coincida al pie de la letra con el
Universidad. Conocemos pocos datos sobre la historia pasada pasaje de Lucas. Esta añadidura se encuentra en toda la «Vetus
del manuscrito. Tal vez fue el Codex que llevó consigo al Con- latina» y además en uno de los siríacos antiguos (sy c ); en cam-
cilio de Trento el obispo Guillermo Duprat de Clermont el bio, de los manuscritos griegos lo trae únicamente el Codex
año 1546 para demostrar la exactitud de la variante «si eum Beratinus (O del s.vi). De todos los códices griegos solamente
voló sic manere» (Jn 21,22). Como el Codex es bilingüe, hay D lee: «como el Padre en mí y yo en el Padre. En verdad, en
que buscar su origen en una región donde se hablaba griego verdad os digo, si no comieseis el cuerpo del Hijo del hombre
y latín; y la afinidad estrecha del Cantabrigiensis con las citas como pan de vida, no tendréis vida en él». Sólo los dos latinos
que hace San Ireneo permiten concluir que es oriundo del Sur antiguos en ff2 y Mario Victorino dan este tenor. De todos los
de Francia. Debió de ser escrito en el siglo vi. manuscritos, el único que trae la adición siguiente a Le 6,5
es el D: «precisamente ese día vio a uno que trabajaba en sá-
El manuscrito consta de 406 folios y, exceptuadas algunas
bado, y le dijo: 'Hombre, si sabes, lo que haces, eres bienaven-
lagunas, contiene los cuatro Evangelios, por cierto, en el mis-
turado; pero si no lo sabes, eres maldito y transgresor de la
mo orden que traen los manuscritos del texto «occidental»:
ley». En la otra página faltan solamente en D pasajes impor-
Mateo, Juan, Lucas, Marcos. Contiene también la mayor parte
tantes que vemos en los demás manuscritos griegos. Así, p.ej.,
de los Hechos de los Apóstoles. En la página izquierda está
omite D con cuatro latinos antiguos y uno siríaco, también
por lo general el texto griego, en la derecha el latino, escrito
antiguo, sy c , la sección de Le 22,19 b.20 (el verso 20 está au-
«colométricamente» a treinta y tres líneas. Por caso extraño,
sente en Marción). Le 24,12, uno de los pasajes más impor-
entre Marcos y los Hechos de los Apóstoles se ve el pasaje
62 C.l. Método de crítica textual Ejercicios prácticos 63
tantes para juzgar de las relaciones literarias entre Juan y Lu- aludidos. Prescindiendo de que, como en la mayoría de los bi-
cas, no lo leemos en D, trayéndolo como lo traen todos los lingües, no se escribe en columnas, choca principalmente el
manuscritos griegos. A D le acompañan en la omisión Le 24,13 que las líneas queden con frecuencia inacabadas. Obedece esto
la Vetus latina, el Diatessaron de Taciano y Marción. al modo «colométrico» de escribir, en el que las frases y las pa-
De Le 24,36 también falta en D y en toda la Vetus latina: labras se agrupan en unidades ideológicas, ocupen o no la línea
raí AéyEi aÚTois: EÍpíjvri ÚIJÍV, palabras registradas en todos los entera. Cada una de estas unidades ideológicas se mide de
demás manuscritos griegos. No encontramos ni en D ni en la modo que el lector pueda leerla de una alentada, «sistema que
Vetus latina y dos siríacos antiguos a Le 24,40. Cosa parecida hace más fácil la lectura, pero se necesita para ello bastante
acontece con los Hechos de los Apóstoles, donde llama tanto más espacio puesto que la línea no se aprovecha hasta el final» 38.
la atención, que F. Blass quiso ver en el manuscrito D la edi- Cada sección del texto se hace resaltar sacando la primera
ción primitiva de la obra. letra, y a veces también las dos primeras letras de la línea. Al
Con estos pocos datos a la vista se explica por qué el Co- terminar las últimas líneas de Me 1,45 se ha añadido en la
dex Cantabrigiensis se ha situado en el plano del mayor inte- página griega la palabra TEAOS, queriendo indicar así el final
rés de la historia del texto en estos últimos cien años. Podemos de la perícopa. Si comienza perícopa nueva (Me 2,iss) se des-
afirmar con todo derecho que la forma del texto representada taca por medio de rayitas. En el margen izquierdo de la pági-
por D nos lleva al problema principal de la historia del texto na griega leemos: avvayvoaija -rrepi TOU KupiaKn, lo que eviden-
del Nuevo Testamento. temente quiere indicar el comienzo de una perícopa para una
El Codex Cantabrigiensis se debe considerar como el prin- dominica. También al margen de la izquierda de la página
cipal representante del texto «occidental». Esto de ninguna griega se ven las cifras IH, 10 IK (18,19,20); aluden a los nú-
manera quiere decir que D valga siempre como testigo de la meros del Canon de Eusebio que se añadieron en el siglo x.
forma «occidental», y, aun allí donde le tomamos como repre- En el margen superior sobre el texto de la página griega se
sentante del texto «occidental», tampoco quiere decir que con- abrevia KATA MAPKON, y en la página latina «secundum
serve la forma primitiva. Los ejemplos mencionados arriba Marcum». En el margen inferior de ambas páginas: + epu'ivricc
prueban que D tiene bastantes particularidades que no son TO uorepov ETTITUXOCVS, + Eppüvía + ni conoans ECO* couoo-'is 9a-
atribuibles al texto «occidental». Ya hemos hablado, a modo de vepouTE, palabras escritas en el siglo x.
ejemplo, del pasaje Le 22,17-20 37. Pues bien, en este caso Hay que fijarse detalladamente en otras particularidades
D no conserva el texto «occidental», y mucho menos el texto de escritura del texto. En el texto griego se escribe tres veces
primitivo del relato de la Cena por Lucas. Y eso que al Canta- N por r (línea primera: EN T Y 2 en vez de iyyús; línea 13:
brigiensis se le invoca siempre como al testigo más cualificado ríPOZENENKE en vez de TrpoaávEyKs; línea 27: TTPOZENrEIZAI
del texto breve de Lucas, y quieren varios autores que se vea por TrpoCTEyyiaai; tres veces El por I (línea 16: AIAOHMEIZEIN
la redacción original de la historia de la Cena por Lucas pre- por 5io«prmí¿JEiv; línea 27: nPOSENTEIZAI por TrpoaEyyícrai;
cisamente en la forma que transmite D. línea 29: XAAQZEI por xo^&cn; una vez E por AI (línea 33:
Situando, muy probablemente, el texto «occidental» en el A<t>QNTE por Ó9ÉcovTai).
siglo 11, no nos debe causar extrañeza si dicho texto ha tenido En el texto latino: una vez E por ae (línea segunda: H E C
que recorrer una historia larga hasta venir al Cantabrigiensis por haec): una vez AE por e (línea 17: manifestae por mani-
en el siglo vi. Harto se refleja todo ello en el manuscrito. festé); una vez B por V (línea 12: bade por vade); una vez D
El ejercicio práctico comprende Me 1,38 a 2,5. En conjunto por T (línea 15: AD por at). En el encuentro de dos vocales,
el manuscrito mayúsculo D es muy legible. Sin embargo, el la segunda se suple con frecuencia por dos puntos. De los
modo de escribir se separa algo de los dos ejemplos anteriores 38
H. J. VOGELS, Handbuch der Textkritik des Neuen Testaments 24;
" Cf. p4S. cf. B. M. METZGER, The Text of the New Testament 49.
64 C.l. Método de critica textual Ejercicios prácticos 65
«nomina sacra» se encuentra únicamente el del nombre Jesús, d presenta lección distinta del D y le acompañan otros manus-
y por cierto dos veces de la misma forma: I H C en griego, critos:
IHS en latín. 1,38 E^AnAuOct veni
Después d e leer los textos y traducirlos conviene notar las c. A T n al. = EAEAUOOC C. W A 565 al. lat.
discrepancias del texto latino con relación al griego. Caracte- 1,45 nnKSTi non
rística, en general, d e la versión latina es el reproducir lo más c gi s y h sa b o
exactamente posible las frases del griego y evitar con esmero T|V esse
las libertades en la traducción. L a mayoría de las veces se tra- npxovTo conveniebant
duce fielmente al latín palabra por palabra, procurando con- c f ff2 1 q vg
servar las construcciones en participio, reflejar u n compuesto a c e f ff2 q vg
griego con otro latino y no alterar el orden griego de las pala- 2,5 acpEGOVTOcí dimittuntur
bras a u n cuando a menudo n o se acomoda a la índole de la c . í t C § ( 0 ) al. = acpiEVToa c. B al. lat
lengua latina.
Variantes dignas de atención: ¿
D 1.38 eis Tas svyus Kcouas Kai eis Tas TTOAEIS D lat sy
1,38 8^EAr|Xu0a veni EiS Tas É X O D O S KCOIÍOTTOAEIS reí. -
c. A r n al. = £Ar)Au0oc c. W A 565 al. E^AnAuda D A T 17 al.
1,39 EIS Tas CTuvctycoyas in synagogis eAr|Au9a W A '. ".
1.40 EOCV OEAEIS si volueris EÍ;r|Aeov a B C 0 al.
1,41 EKTSIVCCS extendit... et 1.39 n v D A C T a l . lat sy -
Ka0apiaOt|Ti mundare r|A6ov K B 0 al.
1,44 TTpOaEVEVKE offers 1.40 o m . Kai yovuTreTcov OCUTOV D B G W T al. a b c d ff2 sa
1,45 o 8e at ille add. reí.
U1-|K£Tl non 1.41 Kai D H B vet-lat
c g 1 s y p sa b o o SE lr)CTOUS C £ 0 al. pl.
nv esse opyia0£is D ad ff2 r T a t (om. b)
c f ff2 1 q vg aTrAayxviCT0Eis rel
•npxovTo conveniebant 1.42 om. EiTTovTos CCUTOU D ü B L W 565 al. a b c d e ff2 sy
a c e f ff2 q vg add. C £ 0 al. pl. vg
2,1 EICTSAQCOV intravit 1,45 — (pavepcos EICTEAOEIV EIS TTOAIV D d ff2 sy
EICTEAOGOV TTOAIV - iterum intravit — sis TTOAIV qjavepcos EICTEA9EIV X 5 6 5 a l .
2,2 XcopEiv posset capere — 9av£pcos eis TTOAIV EIO-EAQEIV B 8 6 al.
ur)5£ om. o m . TTOAACC D W al. lat
2,3 (pEpOVTES adferentes add. pl. ;r:.•;'••'.!•
2,5 acpEcovToa dimittuntur om. OCUTOV1 D W
c. K C S ( 9 ) al. = aquEVTCü c. B al. lat add pl.
2.2 add. EVOSCOS D C £ al.
Las diferencias entre el texto griego y el latino demuestran om. « B L W 0 al. b d vg syP
q u e el d no se debe considerar simplemente como versión del 2.3 — -rrpos CCUTOV cpEpovTEs D C G 0 2 A 9 565 al.
griego paralelo. Este es el caso con toda seguridad cuando el — 9EpovTES Trpos auTov c f r (a b d e ff2 q) rel. -..:•'.>
K
Métodos histórico-criticos
Ejercicios prácticos 67
66 C.l, Método de crítica textual
2,4 TrpoaEvyEíaou D A C T <t> A <p al. a b c d e ff2 g 1 q r syP 2,4 Sióc TÓV óxAov se ha traducido acomodándose al «prae
geo turba» de la versión latina.
TTpocrEVEyKai reí. A esta traducción parece asimilarse orrró TOO OXAOU en
a-rro TOU oxAou D W lat. D y W.
8ia TOV oxAov reí. b) Como influjo de paralelos
om. E^opu^avTss D W vet-lat syP
1,40 omite Kai yovuTreTcov OÚTÓV como M t 8,2.
add. reí.
1,45 se pone «conveniebant» ( = CVVIÍPXOVTO) como L e 5,15.
add. o Inaous D A 0 al. c d e f ff2 q r sy
2,4 falta, como en L e 5,19, lí;opú£avT£S;
om. reí.
se añade ó 'Inaous, como en L e 5,19.
Como variantes «occidentales» señalamos las siguientes: El influjo de los paralelos que se advierte en la traducción
1,38 sis Tas eyy'-'S Kcouas Kai sis Tas TTOAEIS D lat sy manuscrita del Nuevo Testamento para el «Corpus Paulinum»,
1,40 om. Kai yovu-rreTGov airrov D B G W T al. a b c d ff2 sa como también para los Hechos de los Apóstoles y el Apocalip-
2,4 onro TOU oxAou D W b c d e f f P q r syP sis, es, naturalmente, más fuerte en los Evangelios, principal-
om. E^opu^avTEs D W a b c d e ff2 q r mente sinópticos. Como enseña la historia textual, no es que
add. o Inaous D A 0 al. e. d. e ff2 q r sy el texto de cada uno de los Evangelios sinópticos se haya ido
pareciendo cada vez más al otro con el correr del tiempo, sino
A esto se añaden las siguientes atestiguadas sólo por el tex- que la historia de la traducción manuscrita de los Evangelios
to latino del Cantabrigiensis: ofrece una «desarmonización» progresiva. El Cantabrigiensis
«ha experimentado u n influjo a todas luces profundo del Dia-
1,38 veni ( = EA-nAu0a c. W A 565 al.) lat
tessaron de Taciano; por eso no es de extrañar que la mayor
i,4S non c d g 1 sy p sa b o
parte de las lecciones harmonizantes se retrotraigan a esta
esse ( = Eivaí) c d f ff2 1 q vg
«Harmonía» 4 0 .
conveniebant (=auvEpxovTo) a c d e f ff2 q vg
E n los dos casos, aproximación a la versión latina e influjo
Prueban estos ejemplos que el Cantabrigiensis griego no de paralelos, hay que considerar al texto «occidental» como
siempre conserva la lección primitiva del texto «occidental». posterior. Con esto damos una característica de la forma «oc-
Las variantes «occidentales» se deben interpretar: cidental» del texto: es en muchos pasajes el producto de una
elaboración, q u e aparece clara sobre todo en los Evangelios
a) como aproximaciones a la versión latina
sinópticos y en los Hechos de los Apóstoles. Pero no siempre
1,38: Según el texto original, se habla de KWHOTTÓAEIS: «significa sucede esto, puesto que el texto «occidental» ha conservado en
esta palabra u n estar como ciudadano sin el derecho de muchas secciones únicamente el texto primitivo. Pongamos u n
ciudadanía» 3 9 . Como no tiene el latín u n equivalente de ejemplo dentro de la perícopa elegida:
KGOUÓTTOAIS, se comprende que se traduzca la frase sis TOS...
1,41 o-rrAayxviaQEÍs es con mucho la variante mejor apoyada;
KCÚHOTTÓAEIS por «in vicos et civitates». T r a d u c -
sólo el texto «occidental» ( D a ff2 r Tat) tiene ópyia0ás.
ción q u e se asemeja al texto griego del Cantabrigiensis:
Del hecho de que esta última variante la traiga Taciano,
EÍS TOS... veceras Kai eís Tas TTÓAEIS. T a m b i é n parece ser
podría pensarse—con mirada superficial—que se trata,
éyyús una aproximación a la versión latina.
en nuestro caso, de u n «tacianismo», es decir, una variante
39
H. STRATHMANN: ThW VI 529; cf. W. BAUER, 913; SCHÜRER II 227; introducida por reflejo de Taciano. Sin embargo, vale
J. WETTSTEIN, Novum Testamentum Graecum (Amsterdam 1752-Neudruck 40
Graz 1962), Bd. I 556. H. J. VOGELS, Handbuch der Textkritik des Neuen Testaments 175.
68 C.l. Método de crítica textual
Ejercicios prácticos 69
pensar q u e casi todos los «tacianismos» son variantes por
harmonización. N o estamos aquí ante u n caso de harmo-
d vg
nización en el ópyíciüeís, puesto q u e falta en Mateo y L u - iratus misertus eius
tetigit tangens
cas. Por lo mismo no se puede tener a Taciano como pro-
add. et om.
vocador de la variante, sino sencillamente como a u n tes-
1,42 om. add. cum dixisset
tigo más de ella. Es bastante más antigua esta lección.
M3 dimisit eiecit
¿Significa esto q u e es la original? Por los criterios exter-
M4 teipsum te
nos, no (cf. las reglas primera y tercera). Esto hace com-
sacerdoti principi sacerdotum
prender q u e nuestras ediciones griegas ordinarias ( T i s -
offers offer
chendorf, von Soden, Nestle, Vogels, Merk, Bover) ad-
mitan en su texto unánimemente el cnrAayxvicyOEÍs. moyses moses
M5 non iam non
Pero ¿qué dicen los criterios internos? Evidentemente óp- possit posset
yiaSeís es la lección más difícil (cf. regla sexta), y es creíble - manifesté introire - manifesté in civitatem
que el duro ópyícrüeís se cambiara con posterioridad en OTTAOC- in civitatem introire
yXviaOeís y no al contrario 4 1 . Pero también hay q u e atender 2,1 cafarnaum capharnaum
al contexto (cf. regla octava). El verso 43 dice, según el texto 2,2 add. confestim om.
apoyado casi por unanimidad: «y le amonestó y le despidió». ut ita ut
Expresión que cae bien con el ópyíaQsís y no con crrrAayxvicrQEÍs. add. iam om.
A esto se añade que—como dijimos arriba—falta u n término
posset capere caperet
parecido en Mateo y Lucas. L o q u e se explica si se encontra-
usque ad ianuam ñeque ad ianuam
ron en Marcos con ópyícrOgís, pues no la hubieran omitido de
ad illos eis
encontrarse con cnrAotyxvicrQeís.
2,3 adferentes ferentes
T o d o s estos razonamientos hablan en favor de conservar - ad eum adferentes - ferentes ad eum
el texto «occidental», aquí el texto primitivo. Esta afirmación 2,4 accederé offerre eum illi
ilumina la historia del texto; parte de los manuscritos «occi- add. iesus om.
dentales» tiene ópyíaQeís (b), y en conexión con esto omiten om. add. patefacientes
el v.43 ( W b c e); pero en la mayoría de los manuscritos ha dimiserunt summiserunt
prevalecido el crrrAayxvicr0sís. erat... iacens iacebat
Con el fin de poder estudiar u n poco la historia de la ver- 5,5 add. tua om.
sión latina, recomendamos fijarse en las diversas variantes del
texto del Cantabrigiensis latino y del texto de la vg. Las diferencias entre el Cantabrigiensis latino y el texto de
la vg. se pueden dividir en dos grupos: las que se explican por
d vg la índole de la lengua latina y las q u e están presuponiendo el
1.39 in totam galilaeam et omni galilaea texto griego.
1.40 om. add. et genu flexo En el grupo primero convergen diversas razones:
et dicens dixit
volueris vis a) forma distinta de escribir:
1.41 om. add. iesus autem 1.44 d escribe «moyses»- vg «moses»
2,1 d escribe «Cafarnaum»; vg «Capharnaum».
41 V. TAYLOR, The Gospel according to St. Mark (London 5I959) 187;
cf. J. SCHMID, Das Evangelium nach Markus: RNT 2 (Regensburg 5ig63) 50. b) manera defectuosa de escribir en d:
1.45 escribe «possit» p o r «posset».
Ejercicios prácticos tx
70 C.l. Método de critica textual
c) acercamiento d e d al texto griego: vg
1,44 traduce d el CJEOCUTÓV con «te ipsum», la vg «te». 2,2 eis ad illos
d) traducción más libre en la vg: ( = OCUTOIS c. pl.) ( = -rrpos OCUTOUS c . D W b c q
1.39 el d traduce £¡s óAnv TT)V TaAiAaíav, «in totam galilaeam», rff2)
la vg «et omni galilaea». 2,3 - ferentes ad e u m - ad e u m adferentes
1.40 d el Asycov «dicens», la vg «dixit». ( = 9EpovT£$ "rrpos oarrov ( = -rrpos carro v 9EpovTES c. Q
2,2 d TÓC irpos -rfjv üúpav «usque ad ianuam»; vg «ad ianuam». c. pl.) S 0 A 9 565 al. c f r [a b e
e) mejor versión d e la frase griega en la vg: ff2q])
1,43 d ɧÉ|3OCAEV traduce «dimisit», vg «caperet». 2,4 offerre accederé
2,2 d xwpsív traduce «posset capere», vg «caperet». ( = TrpoaEVEyKai c. pl.) ( = -rrpoCTEyyio-ai c. ACTO A 9
2,4 d x«Awcn traduce «dimiserunt», vg «summiserunt». a b c e ff2 g 1 q r s y p geo)
om. iesus c. pl. add. iesus
Prescindiendo d e las particularidades del latín del Canta- ( = o Incrous c. D A 0
brigiensis, se advierte q u e los cambios del texto por la vg en al. c. e. f ff2 q r sy)
general corresponden a mejoras estilísticas. add. patefacientes
El segundo grupo, que contiene diferencias entre d y vg por ( = E^OpU^CCVTES C. pl.)
haber usado otro texto griego, es notablemente más copioso: iacebat erat iacens
vg d ( = KCCTEKE1TO C. pl.) ( = r|V...KCCTOIK£lU£VOS C D )
1.40 add. genu flexo om. c. B D W al. vet-lat 2,5 om. tua c. pl. add. tua
( = yoVUTTETGOV C p l . ) ( = aou c. ATnicD
1.41 add. iesus autem om. c, ü B D al. vet-lat 124 157 569 al. a c d d 1 ' 2
( = o SE lr|aous c. C ® q s y p sa bo geo)
al.pl.)
Por el cuadro propuesto vemos que las variantes «occiden-
misertus iratus
tales» d e los manuscritos e n gran parte se h a n eliminado en
( = cnrAayxvicrüeis c. pl.) ( = opyia0Eis c. D a ff2 r T a t )
favor del texto q u e nos ofrecen los manuscritos «neutrales» y
1.42 add. c u m dixisset om. c. X B D L W al. a b c ff2 sy
los del grupo Koiné. L o q u e indica q u e la vg, al menos por lo
( = E1TTOVTOS 0CUTOU C
que hace al texto d e los Evangelios, se distingue notablemente
C 8 9 al.)
de la antigua versión latina. Ignoramos, desde luego, q u é m a -
1.44 principi sacerdotum sacerdoti
nuscrito griego o qué manuscritos griegos tiene delante Jeró-
( = TCp CCpXIEpEl C 33 69 (== TCp lEpEl C pl.)
nimo para su trabajo d e revisión. Pero tenemos razones para
al. ff 2 )
asegurar q u e debieron de ser de buena calidad,
1.45 iam n o n non
(= UT|KETI c. pl.) (= l*n c. c g 1 syP sa ho)
D ) El minúsculo 614 (von Soden 364) es u n manuscrito
- manifesté in civitatem - manifesté introire in civita-
en pergamino del siglo x m , y procede de la isla Corfú. Se en-
introire tem
cuentra ahora en la Ambrosiana d e Milán con el número E 97
( = (pocvEpcos sis TTOAIV ( = 9av£pG0s EICEAQEIV EIS TTOAIV
sup. E n 276 folios de pergamino, contiene los Hechos de los
EICTEAOEIV B S 8 al.) c. ff2 sy)
Apóstoles y las cartas paulinas. Cada folio tiene u n formato
2,2 om. confestim c. N add. confestim
BLW93 bsyP ( = EUQECOS o C 8 al.)
de 25,6 = 18,8 cm., con veintitrés líneas, escritas de corrida.
3
ñeque om. c. 28 El texto del manuscrito se parece en muchas d e sus variantes
72 C.l. Método de crítica textual Ejercicios prácticos 73
al del Cantabrigiensis. Es precisamente interesante por el final (línea 2: 0co = 6eco; lín. 14: KÜ IO = Kupíou 'InaoO). Encon-
de los Hechos de los Apóstoles, ausente en D. tramos además otras abreviaturas: p.ej., líneas 6, 14, 16 y
La época de los manuscritos mayúsculos se puede situar 23, en las que £i se contrae; o línea 23, donde se escribe sAA
desde el siglo iv al ix; la siguiente época hasta la invención en uáAAoucn. La terminación -v se omite con frecuencia (lí-
de la imprenta es la de los manuscritos minúsculos. No es nea 9: OÜCTI; línea 14: ente; línea 17: TTSCTI).
que se delimiten por fronteras rígidas ambos períodos; más En la línea primera hay una equivocación: se dice Trapom-
bien hay flujo y reflujo entre las dos épocas. Los mayúsculos OCCIHE en vez de TrapaTÍ0E|jiai.
llevan la gran ventaja de su claridad y belleza, pero también
la desventaja de que exigían mucho material y tiempo de tra- Variantes de importancia:
bajo. La desventaja de los minúsculos está en que se leen
con más dificultad, pero, en cambio, se podía componer un V.32 TO VUV C. f IÓII
libro más rápidamente y con menos gasto de material. En la add. aSeAcpoi p.; 6eco c. 623 1611 2138 2147 al.
escritura minúscula—se llama también cursiva—se unen varias eTroiKoSonnaocí c. D E H L P Y 104 431 927 2147
letras de formato pequeño sin levantar la pluma; esto hace ad. uuiv p. 6ovvoci c . D E H L P T 917 1837
que se prodiguen las abreviaturas más que en los unciales. om. TT|V a.; KAripovouiocv c. E H L P T 104 255 431
El hecho de que los manuscritos minúsculos sean de época ad. ccuTGO r\ So^oc sis TOU$ OCKOVOCS ociinv c. (383 al.) sy h
posterior dio ocasión a los primeros investigadores para te- v.35 KOTTIGOVTOC e5ei c. 1611 2138 sy h .
nerlos en menos. Se creía que la forma más primitiva y más v.37 eyevE-ro 8E KAOO/OHOS IKOCVOS C. (Y al.)
pura del texto habría de encontrarse siempre en los manus- om. Toua. TTauAov c D Y 88 383 431 915 1518 2138 2147.
critos más antiguos. Que esto era una equivocación grave Debemos fijarnos sobre todo en dos variantes que saltan
lo ha visto la investigación posterior, reparándolo en parte. a la vista:
El valor e importancia de un manuscrito no dependen preci- v.32 El manuscrito añade al final una doxología. Que no
samente de su antigüedad, puesto que un manuscrito del es ésta una rareza del 614, lo demuestra el que traen
siglo x que ha tenido delante un buen modelo, será siempre la misma doxología los minúsculos 383 y 2147, por su-
más perfecto que uno del siglo VIII que trabajó sobre manus- puesto con la adición TCOV OCÍCÓVWV; la Harclense también.
critos anteriores de inferior calidad. En una palabra, pueden Se prestaba la doxología por el TCO Suvanévcp, sobre
manuscritos de época más reciente ofrecernos muy bien un todo si se hacía la separación antes de esa palabra.
texto primitivo; el valor de un manuscrito depende del de El intercalar la doxología puede explicarse diciendo que
su documento-base. con el verso 32 terminaba una lectura litúrgica de la
Podemos espigar ejemplos de esta última afirmación en Escritura. Esto lo está indicando además la adición
el manuscrito minúsculo 614, correspondiente al pasaje Act áSEAepoí, que se encuentra en muchos manuscritos en
20,32-38. diferentes pasajes dentro del verso.
Vemos a primera vista que la escritura se lee con más v.35 El minúsculo 614 lee KOTncovTcc ESEI. Se trata de una
dificultad que no en casos y ejemplos anteriores. Muchas variante de gran interés, que atestiguan también los
letras se escriben la mayor parte de las veces sin levantar la minúsculos 1611 y 1238 con la siríaca Harclense. Pudo
pluma (p.ej., línea 19: KAO¡U6^ÓS). Otras—bastantes—letras muy bien producirse porque leyó el copista errónea-
presentan figura distinta de la acostumbrada, sobre todo el ce, mente como E la a final de KO-TTIGOVTOCS, y trasladó la
la P, al final -e, la A, v, TT y la co. Los «nomina sacra» se abre- E al SEI ( = E5EI). Esta separación equivocada parece
vian parecidamente a como en los manuscritos mayúsculos, ser sólo posible tratándose de manuscritos unciales,
pero el trazo superior cae sobre la segunda letra solamente pero téngase en cuenta que los minúsculos 614, 1611
74 C.l. Método de crítica textual
Ejercicios prácticos 75
y 2138 tuvieron delante por modelo un manuscrito
ción de Martin. Un hijo del señor Bodmer me comunicó que
mayúsculo.
su padre pudo adquirir el manuscrito en 1955 de una familia
E) El Papiro Bodmer II (P66) figura entre los manuscritos amiga copta durante su estancia en Egipto. No erraríamos si
más importantes de papiros descubiertos en tiempos recien- pensáramos que se ha conservado tanto tiempo incólume el
tes, y la razón es que, al menos por lo que toca a fragmentos Papyrus gracias a la arena de Egipto.
de papiros del evangelio de San Juan, el Bodmer II ocupa puesto Por lo que hace al sitio probable de composición escribe
de excepción. De los catorce fragmentos de papiros conoci- Martin: «On peut penser a un scriptorium rattaché a quelque
dos antes del P 66 que contienen parte del evangelio de Juan, monastére, qui, sans prétendre produire des exemplaires de
existen unos cuantos solamente, y en cuanto P 5 , P 22 , P 3 9 , luxe, visait tout au moins une certaine qualité» 43 . Siguiendo
p45 y p52 m a s antiguos que nuestros más antiguos manuscri- criterios externos tenemos por inverosímil tal apreciación; pues,
tos en pergamino. Con un total de ciento cincuenta y cinco por lo que sabemos, monasterios propiamente dichos en Egip-
versos, representan una parte relativamente insignificante en to y en otras partes no los encontramos hasta un siglo más tar-
relación con los ochocientos cincuenta y siete versos de la de. E. R. Smother, S. J.44, piensa que se debe a la Escuela Ca-
totalidad del texto—exceptuada la perícopa de la adúltera—. tequética de Alejandría. Pero no pasa de ser una suposición.
Sólo de este dato sacamos la importancia que tiene el Papyrus Martin acepta para el P 66 una «position intermédiaire... par
Bodmer II, que nos ofrece aproximadamente en catorce ca- rapport aux principaux manuscripts» 45 . Esto significa que el
pítulos seiscientos cinco versos del evangelio de Juan y frag- texto del manuscrito entra, en gran parte, en la serie de los
mentos apreciables de Jn 14,29-21,9. grandes manuscritos, principalmente del Sinaiticus y el Vati-
El manuscrito lo ha publicado V. Martin: «Papyrus Bod- canus por un lado, y, por otra, del Cantabrigiensis. Dicho con
mer II, Évangile de Jean chap. 1-14 (Bibliotheca Bodmeria- más claridad: el P 66 apenas nos ofrece cosa especial que no nos
na V), Cologny-Généve 1958». En 1962 se hizo una nueva sea conocida por los grandes manuscritos, y se presta a pocas
edición que contiene las fotocopias de cada página de los c.1-21. sorpresas.
La primera parte del manuscrito consta de cincuenta y dos Si preguntamos por algunos pormenores, especialmente in-
folios (Jn 1,1-14,26); se han perdido dos folios con Jn 6,11-35; teresantes, nos da el Papyrus una respuesta adecuada. Escojo
por lo demás, el texto apenas tiene lagunas. La segunda parte algunos ejemplos como ilustración:
—según hemos dicho—tiene fragmentos de Jn 14,29-21,9. 1. No se advierte en el Papyrus la más ligera huella de
El papyrus ofrece una feliz confirmación de que la forma alteraciones del texto que sean de importancia, como se postu-
de codex—contrariamente al rollo—se impuso ya muy pronto lan recientemente para el texto del evangelio de Juan, p.ej.,
en la literatura cristiana, cosa naturalmente conocida hace tiem- por R. Bultmann, E. Schwreitzer y A. Vikenhausen.
po, puesto que el Papyrus Rylands 457 y los Chester Beatty 2. Como no podía menos de esperarse, falta la perícopa
Papyri pertenecen a un «Codex papyrus» y no a un rollo. de la adúltera (Jn 7,53-8,11) 46 al igual que en « (A) B (C)
Como fecha de composición del Codex, Martin, en coinci- L W T O X A y numerosos minúsculos, en la versión siríaca,
dencia, como él dice, con el juicio de un experto, fija el año 200, en los manuscritos antiguos bohaíricos, armenios y en la ver-
quedando abierto naturalmente el espacio de tiempo antes y sión georgiana. El 8,12 se une inmediatamente con 7,52.
después. En su «primera comunicación» sobre el papyrus com- 3. Asimismo falta el v.4 del c.5—como en K B C D W 3 3
parte K. Aland la opinión del papirólogo berlinés W. Schu- 157 f 1 q sy c —. Se trata con toda probabilidad en este verso de
bart, poniendo por datación «hacia el 200 con toda seguridad» 42 .
« Ibid., 10.
Sobre el sitio donde se encontró no dice nada la introduc- 44
Papyrus Bodmer II: An Early Codex of St. John: ThSt 18 (1957) 441.
45
Ibid., 149.
46
42 K. ALAND, Papyrus Bodmer II: TtíJZ 82 (1957) 164. U. BECKER, Jesús und die Ehebrecherin. Untersechungen zur Text-und
Uberlieferungsgeschichte von Joh. 7,53-8,11: B Z N W 28 (Berlín 1963).
76 C.l. Método de crítica textual Ejercicios prácticos 11
47
una glosa antigua —ya Tertuliano la registra (ba 5)— que menos a ver las cosas con más claridad de lo que estábamos
intenta explicar lo que dice el v.7 sobre la expresión del enfermo. acostumbrados, y éste es un mérito no escaso. Sabemos ahora
4. Mientras que el P 6 6 nos informa con claridad de que con pulso seguro que el llamado texto «egipcio» o «neutral», tal
en 1,13 hay que leer en plural (con la mayor parte de los ma- como viene representado principalmente en el Sinaiticus y el
nuscritos, exceptuados b I R T E que traen singular), en cam- Vaticanus, existió ya antes del 200, y no se puede continuar
bio, no nos resuelve la vieja disputa sobre la puntuación de sosteniendo que fuera el producto de una labor de recensión
1,3.4, e s decir, sobre si el ó yéyovsv se une con el verso ante- del siglo iv y por lo mismo posterior al texto «occidental». Hay
rior o se debe leer 6 yéyovsv áv carreo £coñ f¡v. El copista no ha que contar con que el llamado texto «occidental» vivía ya en
puesto ningún punto en la línea y ha descuidado escribir év época bien temprana en Egipto y que influyó en el tan exten-
antes de carreo. La significación e importancia del Papyrus dido texto «neutral» en tierra egipcia.
Bodmer II se puede concretar en los puntos siguientes: Cuarta, con el importante fenómeno de ver en P 66 penetrar
Primero, la antigüedad y la abundancia de texto. Mien- en el texto «egipcio» variantes «occidentales» en gran cantidad,
tras que hasta su aparición sólo se conocían escasos fragmen- está relacionado estrechamente el hecho de que se puede ase-
tos del evangelio de Juan en los textos de papiros de los gurar una íntima relación entre el Papyrus P 66 y la tradición
siglos 11 y ni, nos encontramos ahora en el P 6 6 catorce capítu- latina. De nuevo nos pone el manuscrito en la pista para la
los completos, y de los otros capítulos, fragmentos por lo me- solución de este problema tan importante en la historia textual.
nos de época anterior, que hay que colocar juntamente alrede- Se debe admitir que ya alrededor del 200 en el Norte de Áfri-
dor de doscientos años antes que los grandes manuscritos más ca existió una versión latina de los Evangelios que comenzó a
antiguos. ejercer no despreciable influjo en el texto griego. Con esto se
Segundo, debemos subrayar que P 6 6 nos da un texto que perfila una evolución que aproximadamente doscientos años
en lo esencial coincide con el de nuestras ediciones. Este da- más tarde impregna enérgicamente al Sinaiticus 48 .
to sorprendente demuestra no sólo que podemos manejar Escogemos para el ejercicio práctico la página 79 del ma-
con plena confianza nuestro Nuevo Testamento, puesto que nuscrito correspondiente a Jn 11,31-37. No es que aquí se re-
en realidad y sustancialmente estamos en posesión de un tex- flejen todas las características del P 66 ; pero sí, por lo menos,
to inalterado; pero es que además el P 6 6 nos confirma de que algunas importantes. Se ha elegido esta página para ver cómo
la investigación del último siglo está en el camino verdadero. una lección «occidental» penetra en el texto primitivo «neutral».
Tercero, más que poner en la mano del investigador la solu- La escritura es en conjunto esmerada, simétrica y tirando
ción de la enormemente enredada historia del texto de los Evan- a cuadrada. Arriba, a la derecha, sobre la primera línea vemos
gelios, el Papyrus Bodmer II da a primera vista la impresión de las letras O 9, que equivalen al número 79. Con frecuencia lle-
que aumenta todavía más las dificultades. ¿Quién iba a sos- van las vocales al comienzo de palabra dos puntos; esto pasa,
pechar que un manuscrito nacido hacia el doscientos en Egip- sobre todo, cuando dos vocales al terminar una palabra y al
to iba a presentar en lo sustancial las mismas particularidades comenzar otra chocan una con otra. (Ejemplos: líneas 1, 3, 6,
que el Sinaiticus, posterior al Bodmer II en dos centurias? 8. 13 y 17)- Dos veces (líneas 5 y 6) se omite la v al final de
¿Quién iba a suponer sobre todo que en época tan temprana línea supliéndola con un trazo sobre la letra última. Una vez
coexistieran ambas formas, la «egipcia» y la del texto «occiden- se suprime la final v dentro de la línea (línea 4: enre por enrev).
tal», más aún, que se compenetraran mutuamente? A veces se dan «itacismos» (líneas 12 y 14: eiSe por i6e; línea
Es cierto que nuestro manuscrito nos ha enseñado por lo 11: TE0iKOTai por TSÜEIKOTS); otra vez, se escribe £ por ai. Tam-
47 48
Cf. para el tema K. ALAND, Glosse, Interpolation, Redaktion und Para el conjunto del problema, cf. H. ZIMMERMANN, Papyrus Bodmer II
Komposition in der Sicht der neutestamentlichen Textkritik: Apophoreta, und seine Bedeutung für die Textgeschichte des Johannes- Evangeliums: BZ
Festschrift für E. Haenchen: B Z N W 30 (Berlín 1964) 7-31. N F 2 (1959) 214-243.
78 C.l. Método de crítica textual Ejercicios prácticos 79
bien el KCCI suele contraerse al fin de línea (líneas 7 y 17). Las da variante se borranCTOCTO(de lvE|3piur|o-aTo) y el aban-
abreviaturas de los «nomina sacra» se hacen del modo conocido donado aurov (de ECCUTOV) que se puede leer todavía al
(líneas 3, 6 y 13: IZ [ = 'IHCTOOS], línea 5: KE [Kúpie]). Como comienzo de la línea. Indudablemente se trata de una
puntuación prevalece el punto, aunque de modo irregular. variante introducida posteriormente para facilitar el tex-
El manuscrito presenta en conjunto un número apreciable to, y Jn 13,21 ofrecía la ocasión: ÉTapáxQn TW in/EÚnaTi.
de omisiones e incorrecciones; sin embargo, se procura en la Es de importancia—ya lo hemos advertido—que en P 6 6
mayor parte de los casos enmendar los defectos con una co- quede arrinconada la lección primitiva «neutral» por la
rrección al parecer por la misma mano: cuarenta y siete co- variante «occidental» más tardía.
rrecciones se hacen tachando o raspando; ciento noventa y dos Se ve así el influjo ejercido por las variantes «occidenta-
veces se pone encima una letra o palabra nueva; once veces se les» en el texto primitivo «neutral»; aunque también, al
corrige la sucesión de palabras poniéndolas con otra coloca- mismo tiempo, es una muestra de la lucha entre ambas
ción; diecinueve veces, cuando se ha olvidado un pasaje largo, formas de texto.
se señala el sitio con una señal de adición y se pone al margen. Además, fijémonos en estas otras variantes:
Vistas en conjunto, podemos poner en dos grupos las co-
v.32 ad. KCCI (p.12)
rrecciones:
1. Correcciones que hace el copista de las faltas cometi- EIS (en vez de irpos). C. K0 al.
das por él mismo. om. OCUTCÚ (por Asyoucra) c. D X 579 al. d. d p r 1 arm
2. Correcciones que encontró hechas el copista en otro v.33CTuvEAnAuOoTasC.P45 (?) D 440 660 (lat)
texto que le sirvió de modelo. CTUV contri c.954 lat
En nuestro pasaje topamos con cuatro correcciones, dos de v.37 EITTOV E£ CO/TGOV C. D lat.
ellas del grupo primero y las otras dos del segundo. Se puede deducir que se da relación estrecha entre P 6 6 y
el texto «occidental», y juntamente, además, con la versión la-
v.34 Son correcciones del primer grupo y las dos se encuen-
tina antigua.
tran en la línea 12: KÚpie se ha añadido sobre la línea
(c. plural), también sobre la misma línea (c. plural). La
omisión de ambas palabras no viene atestiguada por otros
manuscritos.
v.32.33 Dos correcciones que entran en el grupo segundo se-
ñalado:
v.32 El Mapícc original (c. P 4S X A D F G H 6 W 565 1241
al.) se convierte en Mccpiócu mediante la adición de una
u sobre la línea (c. B C* E* L 33 ). Por todos los indi-
cios, la lección primitiva «occidental» que pareció figu-
rar en P 6 6 ha sido suplantada por la variante del texto
«neutral».
v.33 Primitivamente estaba en P 6 6 la frase EVE^PIUTICTOTO T 5 -
TTVEtíuan KOCÍ ÉTÓpoc^EV SOCUTÓV, como la traen el Sinaiticus,
el Vaticanus y la mayoría de los manuscritos. Se borró
esta frase, sustituyéndola por: ÉTapáx6r| T « TrvEÚuorn ¿>s
Eu|3ptuá>UEVos que leen P 4 5 D 0 al. p sa. De la suplanta-
Crítica literaria 81,
M í 9,10 = Me 2 , 1 5 :
Se ha de observar aquí q u e lo mismo M a t e o q u e Marcos
dejan en el aire la casa concreta en q u e se tiene la comida,
94 C.2. Aiétodo de la crítica literaria 95
Ejercicios prácticos
b) Discrepancias Mt g,g = Me 2,14 •
M e 2,13 falta en Mateo. Mateo con relación a Marcos hace tres ampliaciones. L a
M t 9,9 M e 2,14 primera, a modo de aclaración, el poner el n o m b r e del sujeto
+ ó 'Incroüs ó 'Ino-oOs. L a segunda es el EKETÜE, q u e le sirve para enlazar la
+ ÉKEIOEV perícopa d e la vocación del publicano con la curación prece-
+ ávQpcoTTov dente del paralítico ( M t 9,1-8; M e 2,1-12; L e 5,17-26). L a mis-
MaQSoíov Asyónevov Aeulv TÓV TOO 'AAcpaíou ma fórmula d e unir se encuentra además en M t 4,21; 9.27!
KO(6r||JEVOV ÉTTl TÓ TEAGÚVIOV KOOI'IHEVOV ITTÍ TÓ TEACÍIVIOV 11,1; 12,9-15; 14,13; 15,29; 19,15 e n los pasajes en los q u e
Marcos n o la usa. A q u í podríamos encontrar la razón de por
— p r e c e d e al n o m b r e sigue al nombre del publicano
qué M e 2,13 n o lo hallamos en Mateo: es q u e el primer evan-
Mt 9,io M e 2,15 gelista enlaza estrechamente el relato sobre la vocación del p u -
éyávgTo aÚToü ávaK£Í|Jsvou yívETOtí KccTaK£Ícr6cn aÚTÓv blicano con el anterior d e la curación del paralítico; por lo
-f- aÚToü mismo ha tenido q u e abandonar Mateo la introducción de
-f- Í60O M e 2,13.
+ fjaav y á p TTOAAOÍ, Kai La tercera ampliación se encuentra relacionada con el cam-
f|KoAoú0ouv aÚTco bio de nombre: Leví-Mateo. N o es fácil encontrar la causa por
Mt 9 , n M e 2,16 la q u e Marcos cambia el nombre de Mateo en Leví; sí, en
oí 9apiaaíoi oi ypauuocTeís TWV cpapiaaícov cambio, se explica p o r q u é Mateo m u d a Leví e n Mateo. E n
Í8ÓVTES—está delante del sujeto ÍSÓVTES —sigue al sujeto, el Catálogo de los Apóstoles, llama a u n o mismo «Mateo el
de la frase publicano» el primer evangelista, y subraya: Mateo, el publi-
+ ÓTi ÉOQÍEI PETÓ: TWV áuapxoo- cano ( M t 10,3). L e gusta a Mateo poner antes del nombre la
Acov Kai TEACOVWV. palabra ávOpcoiTos (v.27,35,57; cf. 9,32; 17,14); lo mismo cuida
6tá TÍ ÓTI de añadir al nombre el AsyóuEvov (2,23; 4,18; 10,2; 26,3.14.36;
+ ó iSáaxaAos úucov. 27.16.33).
Melados bistórico-crítteos 7
98 C.2. Método de la crítica literaria Ejercicios prácticos 99
TES... áuapTcoAcov p o r q u e va contenido en la pregunta siguiente. siguiente sobre el ayuno se u n e d e tal manera con el diálogo
El eAEyov d e Marcos lo dice Lucas en participio: AéyovTes. anterior entre Jesús y los fariseos, q u e éstos pueden preguntar
L o mismo se depura TOÍS jjia0r|Tcas con el m á s atildado irpós en el v.30: «por q u é no ayunan los discípulos de Jesús, y, en
T0O5 na0r|Tás, y el OTI con el Sicc TÍ. Como en Mateo (cf. M t 9, cambio, lo hacen los de Juan» (v.33).
11), también en Lucas se completa la frase con el sujeto y eli- 3. Tercer motivo: la concisión.—Los arreglos de narracio-
giendo la segunda persona. A ÉO-OÍETE se añade el TTÍVETE.
nes, con frecuencia difusos, d e Marcos, los revisa Lucas su-
Me 2,17 = Le 5 , 3 1 : primiendo notas accesorias o superfluas. Así da de lado a M e 2,
15b y condensa a M e 2,16b.
Como lo hace con frecuencia, Lucas sustituye el Aéyei p o r
EÍ-TTEV (cf. L e 4,43 con M e 1,38; L e 5,22 con M e 2,8; L e 5,24 4. Motivos teológicos.—Son los q u e saltan m á s a la vista,
con M e 2,10, etc.), y añade CCTTOKPISEÍS (como también en 1,19. y los q u e más h a n influido para modificar la perícopa q u e es-
35.60; 3,11; 4,8.12; 5,5.22.31; 3,3; 7,22.40.43; 9,1949; 10,27. tudiamos. Leví no es ya más el hijo conocido d e Alfeo, sino
41; 11,7.45; 13,2.8.14.25; 14,3-5; 15,29; i7,i7-37; 19,40; 20, u n publicano p o r n o m b r e Leví, y e n consecuencia n o se le
3.39; 22,51; 23,40; 24,18). Nuevamente se depura el aÚTois menciona en el Catálogo de Apóstoles ( L e 6,14-16). A pesar
con el irpós aúroús e ÍCTXÚOVTES con el más acertado üyiaívovTes. de q u e la nota KCCTocAnrcbv irávTa no harmoniza con el siguiente
v.29, pero lo añade a conciencia Lucas, para hacer d e Leví,
Me 2,17b = Le 5,22: como quien dice, el tipo de los q u e siguen a Jesús con toda
fjA0ov se cambia en éAr)Auüa. A la expresión rjAOóv... de M a r - decisión (cf. L e 5,11; 14,33; 18,22). Frente a Marcos, inequí-
cos añade Lucas u n modo m u y típico suyo: EÍS UETÓVOIOÍV. vocamente Jesús n o es el anfitrión q u e invita a su mesa a p u -
Pueden obedecer a diversos motivos esas variantes intro- blícanos y pecadores, sino q u e es u n «invitado» al banquete.
ducidas p o r Lucas en el texto d e Marcos: A q u í presenta Lucas a Jesús por vez primera como u n «invita-
do» 15, a quien veremos aparecer d e este modo en otras oca-
1. Primer motivo: el querer mejorar estilísticamente su mo-
siones (cf. L e 7,36ss; io,38ss; i 4 , i s s ; i9,iss.)
delo Marcos.—Por dos veces evita Lucas el presente histórico
de Marcos y lo sustituye p o r EÍTTEV (v.27 y 31); u n a vez añade El reproche, q u e como en L e 15,2; 19,7 se j u n t a expresi-
á-rroKpiOEÍs (v.31); dos veces pone después del «dijo» la prepo- vamente con yoyyú^Eiv, va dirigido n o contra el mismo Jesús
sición irpós (v.27 Y v-3 1 )- El OTI interrogativo d e Marcos q u e - —como en Marcos—, sino contra sus discípulos. T a l vez se
da mejorado p o r el 61a TÍ (v.30). T a m b i é n debiera contarse refleja aquí la situación d e la Iglesia en la época de Lucas.
entre las mejoras estilísticas al poner úyiodvovTES en vez de icr- Por la adición EÍS HETCÍVOIOCV la sección del fjAOov ha sufrido
XÚOVTES. u n cambio profundo d e sentido. KCCAEÍV ya n o es como en M a r -
cos la invitación a participar en la mesa de Jesús en señal de
2. Otro motivo: las uniones.—Lucas enlaza la perícopa d e
la reconciliación con Dios otorgada a los pecadores, sino q u e
la vocación del publicano y el banquete con la anterior narra-
en Lucas expresa la llamada a la conversión. Se deja d e lado
ción d e la curación del paralítico ( L e 5,17-26), separadas a m -
por Lucas la paradoja d e Marcos consistente e n que, precisa-
bas perícopas por u n t e n u e UETCÍ TCCÜTCC. L a situación dibujada
mente, los pecadores son invitados a u n banquete d e amistad;
por M e 2,13 la encontramos ya al comenzar toda la sección
para el tercer evangelista, la conversión es condición necesa-
L e 5,1. Es m u y típico del tercer evangelista concatenar estre-
ria para el perdón d e los pecados y con él el restablecimiento
chamente entre sí las narraciones fácilmente desligables en
de la intimidad con Jesús. Este acotamiento del KOCAEÍV entra
Marcos. Por ejemplo, la perícopa del banquete con publícanos
en el contexto de la narración d e Lucas, en la q u e es Leví el
la enlaza tan profundamente con la vocación d e Leví, q u e es
fácil pasar a decirnos q u e el q u e ha preparado el banquete ha 15
Cf. W . GRUNDMANN, Das Evangelium nach Lukas: T h H K 3 (Ber-
sido el publicano recién llamado p o r Jesús. L a misma disputa lín 21961) 28.132.
104 C.2. Método de la crítica literaria Ejercicios prácticos 105
anfitrión, «de tal modo q u e ya no es posible pensar q u e Jesús B) L A DISPUTA SOBRE E L DIVORCIO: Mt 19,3-12;
invita a los pecadores a su mesa» 1 6 . Me 10,2-12
Pero adviértase bien q u e Lucas, tanto en su evangelio como
M t 19,3-12 M e 10,2-12
en los Hechos de los Apóstoles, subraya con vigor q u e la lla- 2
3KaÍTTpoafjA6ovaÚTcpcDapiaaIoiTTÉi- Kai TrpoaEA0óvTES Oapiaaioi
mada a la conversión va asociada al p e r d ó n d e los pecados pá£ovT£S aÚTÓv Kai AÉyovTES- £Í £§- ÉTrripcÓTCOV aüróv EÍ É£-
(cf. L e 3,3.8; 15,7.10; 24,47; A c t 2,38; 3,19; 5,31; 11,18; 13,24; Ecrnv ávSpcÓTroi cnroAüaat TT|V
ECTTIV ávSpi yuvaíKa cnroAüaai Treipá-
17,30; 19,4; 20,21; 26,30). y u v a l r a CCÚTOÜ Korra -rraaccv aÍTÍav;
£OVTES OCÜTÓV.
4 3
Ó Sé álTOKpi6EÍS EÍTTEV Ó SÉ álTOKpi0EÍS EITTEV aÚTOlj- TÍ Ü\ÜV
Relación d e dependencia literaria entre M a t e o y Lucas n o
EVETEÍAaTo Mcoüoris; 4 oi 8É el-rrav ÉTT-
se advierte en esta sección 1 7 . L a s escasas expresiones en las ÉTpE^EV MCOÜOT¡S pipAíov áTTOOTaaíou
q u e coincide M a t e o con Lucas frente a Marcos, se explican y p á y a i Kai cnroAüaai. 5 ó SÉ 'iTjaoüs
teniendo en cuenta q u e ambos evangelistas—Mateo y L u c a s — EÍTTEV aÚTOÍs- -rrpós TT\V aKAT)poKap-
corrigen al documento-base, Marcos, apoyándose en idénticos OÚK ávéyvcoTE 5íav úncov É'ypayEV ú|jív TT|V EVTOAT|V
OTI ó KTÍaas ÓTT' ápxf¡S ápaEV TaÚTT|v. 6CCTTÓ SÉ ápxfis KTÍCTECOS apaEV
motivos.
Kai 0f¡Au ÉTTOÍTiCTEV OÚTOÚS; 5KOÍ Kai 0f¡Au ÉTTOÍriaev OÚTOÚS ó SEOS-
16
A. SCHLATTER, Das Evangelium des Lukas (Stuttgart 2 ig6o) 62. EÍTTEV EVEKa TOÚTOU KCCTaAEÍ^El CÍV- 7ÉVEKEV TOUTOU K a T a A E Í ^ E l &V-
17
Consúltese J. SCHMID, Mattháus und Lukas, sobre todo 92S. 8pcoTros TÓV -rraTÉpa Kai TT)V \xr\- ©peo-Tros TÓV TraTÉpa aÚToü Kai TTIV \xr\-
TÉpa Kai KoAAriSriaETai TTJ TÉpa, Kai TrpoaKoAAT|6T|aETai irpós TTIV
yuvaiKi aÚToO, Kai ECTOVTOT oí Súo yuvaíKa CCÚTO0, 8Kai ÉaovTai oí Súo
EÍS aápKa IJÍOCV. SCÓOTE OÚKÉTI EÍCTÍV Súo EÍ; aápKa n í a v COOTE OÚKÉTI EÍaiv Súo
ÓAAá o-áp£ nía. o oúv ó 6EÓS cruvé¿¡su- óAAá n i a crápj. 9 ó oúv ó SEOS auvÉ£su-
£EV, ávSpcoTTOS ixr\ xcopi£ÉTCO. 7AÉyou- £EV, avSpcoiTOS nf] xcopi^ÉTCO.
aiv aÚTco- TÍ oúv Mcoüofjs ÉVETEÍAOTO
Soúvaí pipSAíov dmoaTaaíou Kai ÓCTTO-
AOaai; 8AÉyEiaÚToTs-STi McoüafjsTfpó;
TT)V aKAripoKapSíav úncov ETrÉTpEyEv
•ü[ñv áTroAüaai Tas yuvaíKas úncov
car' ápxns SE oú yÉyovEV OÚTCOS. IOKCCI EÍS
TTIV oÍKÍav -rráAiv oí pia8r)TaiTOpíTOÚ-
9
AÉyco SÉ v[x\v ÓTI TOU £TTT|pá)Tcov aÚTÓv. l ] Kai AéyEi
aÚTois-
os av crrroAúcni TT}V yuvaíKa aÚToü os av ccTroAúoT) TT)V yuvaíKa aÚToO
\ir\ ETTÍ TropvEÍa Kai yaijrf|aT) aAAqv, Kai yauriari áAAn,v, ^oixa-
HOixaTai, Kai ó á-rroAE- Tai ETT' aÚTf)V. l 2 Kai éáv aÚTT| á-rroAú-
AUHÉVT|V yaiicov aaaa TÓV áv8paaÚTf¡syanfiaT)aAAov,
HoixaTai. lOAÉyouaiv aÚTco oí na0r|- noixaTai.
Tai- EÍ OÚTCOS ÉCTTÍV f\ aÍTÍa TOÜ áv-
©peb-rrou HETa Tfjs yuvaiKÓs oú a\j[x-
cpspEí yanfjaai. H ó 5É EÍTTEV aÚToís-
oú TrávTES xcopoüciv TÓV Aóyov TOO-
TOV, áAA' oís SÉSOTOT. 12EÍCTÍV y á p
EÚVOÜXOl, OÍTIVES EK KOlAíaS UT|TpÓS
Éy£vvTi0T|aav OÚTCÚS, Kai EÍaiv EÚVOÜ-
Xoi, OÍTIVES EÚvouxíoQriCTav ÚTTÓ TCOV
áv0pCÓTTCOV, Kai EÍCTÍV EÚVOÜXOl, OÍTI-
VES eúvoúxicrav ÉauTOÚs Siá TT)V |3aai-
Asíav TCOV oúpavcov. ó SUVÓHEVOS
Xcopeiv x^pEÍ™-
106 C.2. Método de la crítica literaria Ejercicios prácticos 107
el texto «neutral» y el «occidental», se debe tener lación de dependencia literaria. Fijémonos por lo mismo por-
como la primitiva. menorizadamente en el texto de Marcos.
10,10 sis "rf|V OÍKÍOCV S B L Z D al.
Me 10,2 = Mt 19,3 tienen de común las palabras y giros si-
év TT¡ oÍKÍot C £ A W r 0 A 9 al. pl. guientes: KCtt
La primera variante, por mejor apoyada, hay que 9apicraíoi
tenerla por la del texto original; además es la lec- EÍ efeoriv... yvvcriKoc ¿VrroAOaai
ción más difícil.
TTEipá£0VT£S OCÚTÓV
io,i2 corrí] s B C L Z al.
10,3 = Mt 19,4, la misma frase:
yuvfi £ A D (W 0 al. pl. sysP. Ó 5É áTTOKpiÜElS EÍTfEV
cc\j-rr| está mejor refrendada y presenta la variante 10.3 = Mt 19,7 coinciden en la siguiente formulación:
más difícil; por lo tanto, se considera como original. T Í . . . ÉVETEÍACCTO MC0Ü0T¡S
árroAúaoccroc TÓV áv5pa carrfjs yaurjaT) áAAov K B C L =
10.4 Mt 19,7 coinciden:
Z W al.
ETrÉTpe^EV Mcoüaf¡s |3i|3Aíov caroaTacríou... Kai caroAücKH
cnroAúoT) TÓV avSpa CCÚTTÍS KOCÍ yaufjOri áAAcp A 8 al. pl.
10.5 = Mt 19,8 coinciden también en:
é£éA0r) caro TOO ávSpós Kai aAAov yantan D ( 0 ) al pe.
Trpós f"nvCTKAnpoKap8ic(vÚIKOV
La primera variante no sólo es la mejor atestiguada,
10.6 = Mt 19,4; la cita del Gen 1,27 la reproducen del
sino que presenta la lección más difícil. Las otras
mismo modo:
dos son, frente a la primera, variantes más fáciles
ápciEV Kai OfjAu E-rroíncrEV aúroús
abiertamente.
10.7 = Mt 19,5, otra cita del Gen 2,24 puesta lo mismo:
Sin embargo, es inseguro si pertenece la frase, en
TOÚTou KorraAEÍ^Ei ávOpcoTros TÓV -rrorrépa...
lo esencial, al texto primitivo del evangelio de Mar-
Kai TTIV unTÉpa Kai...
cos, pues es ella la única de las ocho frases condi-
cionales que no va construida en relativo condicio- 10,8a = Mt 19,s b coinciden:
nal y respectivamente participio condicional. Por Kai EaovTai oi 6úo sis crápKa jjúav
otro lado, razones de lenguaje la hacen aparecer 1 o, 8b = Mt 19,6a reproducen igualmente la frase:
como una adición posterior 18. WCTTE OÚKÉTI 8úo áAAa uía cráp£
10,9 = Mt 19,6b coincidencia verbal en la frase:
2. Coincidencias ó ouv ó Oéos awé^Eu^Ev, avOpco-rros
uf] Y^P^ÉTGO
«La relación del texto de Mateo con el de Marcos es, en
esta pieza, del todo particular» 19 . Por un lado se advierten 10,11 = Mt 19,9 ofrecen las coincidencias:
coincidencias que se extienden hasta una formulación puntua- os áv ÓCTTOAÚOTI TT)V yuvaíKa aÚToü...
lizada y que afectan al pasaje íntegro. Por otra parte, sin em- Kai yantan áAAnv, uoixaTai
bargo, se acusan marcadas diferencias entre ambos textos. Al- Los versos Mt 19,10-12 no tienen paralelo en
canzan particularmente a la disposición del diálogo y la colo- Marcos.
cación de las palabras; en resumen, a la composición. Las coin-
Advertencias a:
cidencias deben informarnos sobre si en este pasaje existe re-
18 Me 10,2 = Mt 19,3:
K. BEYER, Semítische Syntax ira Neuen Testament, Bd. I: Satzlehere
Teil I (Stud, zur Umwelt des NT i) (Góttingen 1962) 145. Los dos evangelistas enlazan la perícopa mediante el suma-
!9 J. SCHMID, Das Evangelium nach Mattháus: R N T 1 (Regensburg rio anterior (Me 10,1; Mt 19,1-2). En cambio, se caracteriza
4
i959) 277; cf- H. GREEVEN, ZU den Aussagen des Neuen Testaments über die
Ene: Evangelische Ethik 1 (1957) 110-118. a los que preguntan como cpapicraloi (sin artículo). Estos se
110 C.2. Método de la critica literaria Ejercicios prácticos 111
22
acercaron a «El» (ninguno de los evangelistas nombra a Jesús). te) . Y es sorprendente que lo mismo Marcos que Mateo la
Los dos usan el término iTpocrépxEcrOoa. La pregunta coincide usen en la misma forma: trpós TT\V cn<Ar)poKap6íav úuóov.
en los dos aun formulando el cambio áv8pí (Me), áv0pcÓTTcp. H a y
Me 10,6 = Mt 19,4:
q u e tener en cuenta q u e el interrogativo EÍ, fuera d e aquí, lo
usa Mateo sólo otras tres veces (12,10; 26,63; 27,49), mientras Reproducen aquí los dos evangelistas la cita del G e n 1,27
q u e Marcos lo fomenta a m e n u d o (además de 10,2, todavía a tenor de los Setenta. Esta coincidencia verbal con el texto de
en 3,2; 9,23; 15,36.44, dos veces). A u n q u e la pregunta se re- los Setenta reviste tanto más importancia por cuanto que Je-
fiere al texto fundamental de la ley D t 24,1, no se toma de los sús no hizo la cita por la traducción griega del Nuevo Testa-
Setenta la expresión yuvaiKa cnroAüaai (Me), respectivamente mento.
óoToAÜCTai TT|V yuvaiKa (Mt); los Setenta hablan más bien de Me 10,7 = Mt 19,5 y Me 10,8a = Mt 19,5b:
É^aTroaTÉAAsiv. Con la misma frase Treipá£ovTES aÚTÓv se pinta T a m b i é n en esta cita del G e n 2,24 existe uniformidad con
la pregunta de los adversarios como una pregunta capciosa. el texto de los Setenta. G e n 2,24 suena en la versión de los
Setenta: ÉVEKSV TOÚTOU KOTaAeíyEi ávüpco-rros TÓV iraTÉpa aÜTOu
Me 10,3 = Mt 19,4:
Kai Tf|V unTÉpa aÚTOü Kai TrpooKoAAr|OriCTETai itpós rr\v yuvaiKa
Hay que notar aquí la plena coincidencia en los dos evan-
aÚToO, Kai EaovTai oí Súo EÍS aápKa uíav.
gelistas al dar cuenta de la respuesta de Jesús, aunque—aun
existiendo concordancia—son posibles diversas variantes 2 1 . Me 10,8b = Mt 19,6a:
Me 10,3 = M í 19,7: Esta consecuencia, que con el término COOTE saca Jesús de
la cita de G e n 2,24, está lo mismo en ambos evangelistas; úni-
La pregunta TÍ...évETEÍAaTO Mcoüaf]s Marcos la pone en
camente varía u n poco el orden: nía cráp£ (Me) cráp£ pía (Mt).
boca de Jesús, Mateo en la de los fariseos. A pesar de ello, en
ambos evangelios la pregunta se formula idénticamente (Mco- Me 10,9 = Mt 19,6b:
üafjs ÉVETEÍAOTO). Cosa tanto más extraña cuanto que—como T a m b i é n coinciden los evangelistas en lo de la consecuen-
se verá luego—el verbo ÉvTÉAAEcrQai no se acomoda bien en la cia sacada por Jesús de la exposición de la Escritura, y de su
versión de la perícope por Mateo. alcance. Hay q u e advertir aquí que el pronombre relativo no
hace de sujeto ni en la frase relativa ni en la principal; hace
Me 10,4 — M t 19,7:
sencillamente de objeto en acusativo. M á s que a influjo semí-
La forma verbal ÉTTETPE^EV la p o n e Marcos en las palabras tico, se debe esto a la índole griega de la construcción 2 3 . Es
d e los adversarios, Mateo en las de Jesús ( M t 19,8): los dos, digno de notarse igualmente que Mateo y Marcos usan el ver-
sin embargo, quieren decir que Moisés permitió dar libelo de bo au^EÚyvuaOai: Dios une a los dos esposos con el yugo.
repudio y, por lo mismo, divorciarse de la mujer. La idea (3i-
(BAíov ónroaTaaíou, común a los dos evangelistas, se encuentra Me 10,11 = Mt 19,9:
también en D t 24,1 (LXX), pero no el verbo ónroAücrai, usado La frase en forma de construcción de relativo condicional
en este contexto por ambos evangelistas. tiene todo el aire de una afirmación jurídica 2 4 y la «convierte
en una sentencia fundamentalmente válida de Dios» 2 5 .
Me 10,5 = Mt 19,8:
22
La palabra oxAripoKapSía se encuentra únicamente en este Aparece algunas veces en los LXX (Dt 10,16; Jer 4,4) y en algunos
pocos pasajes de la literatura judía tardía; cf. J. BEHM: T h W III 616.
pasaje (y en el final de Marcos 16,14 añadido posteriormen- 23
K. BEYER, Semitische Syntax iva Neuen Testament 168.
24
E. KASEMANN, Sátze heiligen Rechtes im Neuen Testament: Exegetische
20
Puede verse sobre esto H. SEEMANN: T h W VI 28.36. Versuche und Besinnungen II (Góttingen 1964) 69-82.
21 25
Sobre la significación y origen de cnroKpívEaScci en esta frase W . GRUNDMANN, Das Evangelium nach Markus: T h H K 2 (Berlín
cf. G. DALMANN, Die Worte Jesu I (Leipzig 1898) 19SS. 1962) 205.
112 C.2. Método de la crítica literaria Ejercicios prácticos 113
principii» con más energía q u e en Marcos. Los evangelistas Mateo y Lucas transmiten dos escenas
Mt 19,9 = Me 10,11: (Mt), y a u n tres (Le) d e seguimientos d e Jesús, pero q u e se
sitúan d e modo diverso. Mateo desarrolla más la situación in-
Con el uso d e Aéyco 5é \jp.w logra Mateo no sólo introducir
troductoria del primer «logion». N o s habla de q u e el Maestro
la definitiva respuesta de Jesús poniendo fin a la disputa, sino
dispuso partir a la otra orilla del lago, y pondría a continua-
también contraponer antitéticamente lo q u e dice Jesús con el
ción, algo más tarde, la tempestad calmada. Lucas, por el con-
mandato d e Moisés. La antítesis es u n procedimiento literario
trario, dice simplemente q u e «cuando iban p o r el camino» vino
característico del primer evangelista (cf., p.ej., M t 5,21-48).
uno q u e le pidió a Jesús le admitiera en su seguimiento.
35 Ibid., 277. Pero no sólo la situación de la escena es distinta en ambos
evangelistas, también lo es el modo de meter las escenas en el
contexto: mientras q u e Mateo pone los diversos seguimientos
en los dos capítulos d e los milagros (c.8 y 9), inmediatamente
antes de la tempestad apaciguada, Lucas nos habla d e esas vo-
caciones en el capítulo importante del camino d e Jerusalén
(Le 9,51-19,27). G. Bornkamm nos ha llamado la atención d e
la unión existente entre las palabras del seguimiento ( M t 8,
118 C.2. Método de la crítica literaria Ejercicios prácticos 119
18-22) y el apaciguamiento de la tempestad ( M t 8,23-27) 3 7 . Es difícil determinarse aquí p o r una decisión segu-
El único q u e pone en la historia de la tormenta del lago las dos ra. D e dar preferencia se la daríamos al óxAov ates-
invitaciones al seguimiento es Mateo. El primero q u e pide lo tiguado por B por tratarse de la variante más difícil.
acepte Jesús en su seguimiento es u n escriba, y se le previene
de que no se comprometa irreflexivamente. El segundo es u n 8,21 ucc&nTcov] - j - OCÜTOÜ C K W 0 A al. pl. vet-lat sy bo.
discípulo q u e pide permiso a Jesús para ir primero a dar se- — OCÜTOÜ K B D al. vg.
pultura a su padre; pero se le dice q u e el seguimiento debe ser La omisión d e OCÜTOÜ está mejor atestiguada: es d e -
incondicional. «En ambos casos se trata de ÓCKOAOUOEIV» 38 . So- cir, q u e OCÜTOÜ n o pertenece al texto primitivo.
lamente Mateo pasa a la otra historia con la transición: «cuan- Le 9.57 K a ' TTopEuoiJiÉvcov P 4 5 7 5 N B C L Z al.
do h u b o subido a la nave, le siguieron sus discípulos» ( M t 8,23). Kod éyévETO irop. D 9 vet-lat
«Este ÓKOAOUOEIV es la palabra decisiva q u e enlaza la perícopa eyévsTO SÉ Trop. § A W A al. pl. vg
con lo anteriormente dicho» 3 9 . Tiene esta palabra del v.23 TropEuonévcov Sé sa
«un sentido profundo y plástico» 4 0 . L a historia de la tempestad La primera lección es la primitiva.
sirve a Mateo para advertirle d e los peligros de «un seguimien- óarÉpxri] + KÚpiE C 8 A W 6 al. pl. (b) f q sy» bo» 1
to irreflexivo d e Jesús: aquí vemos en su realidad al Hijo del — KÚpiE P 4 5 K B L D H 1 28 al. a c e 1 r vg
hombre q u e no tiene dónde reclinar su cabeza. L a historia SySC M e
afirma también, sin embargo, q u e Jesús tiene poder contra los N i el texto «neutral» ni el «occidental» traen KÚpiE;
poderes demoníacos y representa la POCOTAEÍOC de Dios, y q u e es decir, q u e esta palabra no es del texto original.
por eso puede exigir la renuncia de las cosas d e la tierra, pero 9,59 EITTEV] + KÚptE P 4 5 75 K B e C L £ A W 0 A 9 al. pl. Iat
pudiendo compensar y premiar con valores más altos» 4 1 . sy°P sa b o
Lucas, según hemos advertido, va a ponernos la escena de — KÚpiE B * D 998 1574 al. pe. sy s O r
los llamamientos al comienzo del «gran viaje» a Jerusalén (Le 9, KúpiE hay q u e tenerlo por lección primitiva.
51-57), entre las dos misiones—la general y la de los setenta ~ irpcÓTOv óYrrEAQóvTi X B al. pl.
y dos discípulos (Le 9,51-56 y 10,1-16)—, q u e se hacen resal- — áTreAOóvTi TrpwTov P 4 5 7 5 C & al.
tar (cf. 9,52: KCCI óVrrÉcn-EiAev áyyéAous irpó TrpoacÓTrou aúroO, OCTTEAÜEÍV TTpcoTov A A 9 al. lat
y i o, 1: Kod ÓVTTÉCTTEIASV CCÜTOÜS á v a Súo Trpó irpocrcÓTTOu OCÜTOÜ). TfpwTOV óVrreA0óvToc D " ( " 0 )
A diferencia de Mateo ( M t 8,22), Lucas pone dentro de las TrpcÓTOV sa
palabras del seguimiento la idea de la misión: «y t ú vete y anun- TrpooTov ócTrsAOóvTi está mejor apoyada. Además es la
cia el reino de Dios»,CTÜSÉOTTEAQCÓVSiáyyEAAe TIÍV poccriAEÍccv variante más difícil. Por lo mismo pertenece al tex-
TOO 6EOÜ ( L e 9,60). to primitivo.
9,62 EÍTTEV SÉ Trpós OCÜTÓV ó 'lr]aoüs H L
1. Crítica textual ó SÉ 'Incoüs EÍTTEV carreo D e
EÍTTEV SÉ ó Mnaoüs Trpós CCÜTÓV C 8 A W 6 al. p l .
M t 8,18 oxAov B.
1 EÍTTEV SÉ ó 'Ino-oüs P 4 5 7 5 B 700
óxAov TTOAÜV W c g .
La primera lección lleva la ventaja sobre las demás,
TTOAÜV oyAov 544 al. sa p t .
precisamente por difícil.
óxAous X * al. pe. bo.
TTOAAOÜS óxAous X corr C K 0 al. pl. lat.
37 Ibid., 278. 40 I b i d . , 5 1 .
38 G . BORNKAMM, ibid., 50. 41 I b i d . , 5 3 .
39 Ibid., sos.
120 C.2. Método de la crítica literaria Ejercicios prácticos 121
2. Coincidencias 3. Discrepancias
Mt 8,18 no encuentra paralelo en Lucas. M t 8,18 Le 9,57
8.19 = Le 9,57 ofrecen las siguientes coincidencias: TropEuouévcov aÚTCÓv év TT¡ Ó8cp
Í5cbv 5É ó MT|CTOÜS ÓXAOV
Kaí
Trepl aÜTÓv EKÉAEUCTEV áTTEA0£ív
EÍTTEV
EÍS TÓ irépav.
ccKoAouür|crco aot ÓTTOU ááv óarépxn
8.20 = Le 9,58 coinciden en: M t 8,19 L e 9,57
Kaí... carreo ó Mnaous + TrpocreAOcóv
a i áAcÓTTEKES <pC0A£OV>5 EXOUCT1V Kai TO TTETEIVÓ TOO EÍS ypa|i|jiaTEÚ5 TÍS
oüpavou KorraaicnvcócrEis, ó 5E uiós TOO ávOpcÓTTOu OOK aÜTco Trpós aÜTÓv
EXSl TTOÜ Tr|V KECpaÁTlV KAÍVT) -f- SiSáaKaAs
Mt 8,21 = Le 9,59 coinciden en lo siguiente: L e 9,58
M t 8,20
KÚpiE, ÉTTÍTpEyÓV |iO! TTpCOTOV... 0 á l f a i TOV TTOTEpa HOU
AéyEi EÍTTEV
8,22
= Le 9,60 coinciden también:
c«pE<; TOÜS vsKpoüs 0áyai TOÜS ÉOCUTCOV VEKpoús M t 8,21 L e 9,59
Le 9,61.62 no tienen paralelo en Mateo. ÉTEpOS 6É T W V tl0c6r|TCOV EVTT6V EITTEV 5E irpós ÉTEpov
La confrontación simple de dos o tres ejemplos permite aÚTco
reconocer que aquí ha existido una tradición anterior. La coin- + ÓKOAOÚOEI HOI
cidencia verbal de ambos textos, que se extiende a toda la pe- + Ó 6E EÍTTEV
rícopa, hace presuponer una relación de dependencia. Como áTTEAOEiv Kaí ÓTTEAQÓVTI
es fácil de apreciar, esta coincidencia verbal atañe principal- Las diferencias entre los dos textos manifiestan que no
mente a las palabras del Señor. En ambas redacciones suena se da una dependencia directa de Lucas con relación a Mateo.
totalmente igual lo del «Hijo del hombre» (Mt 8,20 = Le 9,58) Más bien sacaríamos que ambos evangelistas, cada uno por su
y la sentencia «deja a los muertos sepultar a sus muertos» lado, han utilizado un modelo común.
(Mt 8,22 = Le 9,60). Pero aun en las palabras de los que pi-
den que les admita Jesús en su seguimiento, va muy adelante Mt 8,19 = Le 9,57:
la coincidencia entre ambos autores. El primero que quiere Los datos diversos sobre el escenario—en Mateo manda
seguir a Jesús se expresa lo mismo en Mateo que en Lucas: Jesús trasladarse al otro lado del mar; en Lucas se encuentra
áKoAou0r)aco aoi, y refuerza la seriedad de su ruego con el giro Jesús con los discípulos en el camino—hacen pensar que los
óirou ááv áTrépxrj (Mt 8,19 = Le 9,57). En el segundo ejemplo dos evangelistas se han encontrado los «logia» sin el marco co-
de vocación son casi idénticas las palabras con que piden, an- rrespondiente. De ahí que Mateo lo enlace con la historia de
tes de seguir definitivamente la obediencia de Jesús, el ir a la tempestad, y Lucas con lo del viaje de Jesús a Jerusalén.
enterrar a su padre (Mt 8,21 = Le 9,59) 42 .
Mt 8,19 = Le 9,57:
42
Cf. A. SCHULZ, Nachfolgen und Nachahmen. Studien über das Ver- Según su predilección, Mateo usa TrpoaeAOwv43. Mientras
háltnis der neutestamentlichen Jüngerschaft zur urchristlichen Vorbildethik: que en Lucas es un innominado el que dirige su petición a Je-
StANT 6 (München 1962) io6s.
sús, en Mateo se trata de un escriba. Lo de EÍS ypannaTEÚs es
una explicación del primer evangelista, y por lo mismo poste-
« Cf. P . 116.
122 C.2. Método de la critica literaria Ejercicios prácticos 123
rior. El correo de Mateo hay q u e considerarlo como más primi- Estamos ante un caso aquí de cómo Mateo y Lucas trans-
tivo en comparación del trpós OÚTÓV de Lucas. L a adición 5i- miten una fuente común sobre los «logia» del Señor ( Q ) . A d -
SáaxaAE es u n rasgo posterior en el primer evangelista; «ya q u e virtamos de paso—esto se puede observar siempre—que la
Lucas, de haberlo omitido ( M t 5,19), hubiera ido contra su forma lucana de la Q se conserva más primitiva q u e la redac-
costumbre» 4 4 . Mateo añade el tratamiento de SISÓOKOCAE en ción de Mateo. En general, el tercer evangelista se suele limi-
otros pasajes (cf. 12,28 con M t 22,36). tar a suaves correcciones estilísticas; p.ej., en vez de carreo pone
Tipos aúróv, EITTEV por AéyEi. E n el texto, c o m ú n a Mateo,
Mt 8,20 = Le 9 , 5 8 : habrá q u e considerar como añadidura única de Lucas a ü 6é
Aéyei en Mateo es más antiguo q u e el EITTEV de Lucas. CCTTEASCOV SiáyyEAAE -rf|V flacriAeíocv TOO 0EOO. Esto nos da una
Mt 8,21 = Le 9,59: pista para afirmar—y lo confirma el haber intercalado la aña-
didura entre dos «misiones»—que para Lucas el seguimiento
Por Lucas quedamos en la incertidumbre de quién era el
es en orden al apostolado: «anuncia el reino de Dios». Es éste
segundo a quien el Señor invitó a seguirle; en cambio, Mateo
el encargo q u e hace el Señor a quien se decide a seguirle. Q u e
lo caracteriza como «otro de los discípulos». Es decir, una n u e -
Lucas ha conservado la forma primitiva de la Q , nos lo está
va aclaración del primer evangelista. Según Lucas, dijo Jesús
diciendo la falta de unidad en el orden de las diversas vocacio-
«a otro»: ÓKOAOÚOE; UOI; se trata de una escena vocacional. E n
nes: en la primera, la voluntad de seguimiento no parte de
Mateo, por el contrario, se dirige a Jesús «otro discípulo» con
Jesús, sí en cambio e n la segunda. E n esta última, además, se
el ruego «permíteme primero ir a sepultar a mi padre».
trata de una vocación q u e recuerda m u c h o a la vocación de
El problema d e «si Lucas ha desplazado el ÓKOAOÚOEI UOI Leví en el evangelio de Marcos ( M e 2,14). L o q u e hace pro-
del verso siguiente al cincuenta y nueve 4 5 , o si éste era el sitio bable q u e el C<KOAOÚ0SI en Lucas ocupe su sitio primitivo.
verdadero de la invitación, hay que decidirlo apoyándonos en
el juicio de conjunto de las variantes que ha introducido cada Mateo ha entrado más a fondo en la forma tradicional del
uno de los dos evangelistas en el texto del modelo anterior. texto de los «logia». Conscientemente ha metido lo de las vo-
Lucas tiene q u e poner como transición a la respuesta del in- caciones en los temas de los capítulos 8 y 9; m á s aún, todo lo
vitado ó SE EITTEV, puesto q u e comienza el «logion» con la lla- ha subordinado a la concepción general de su evangelio. Pro-
mada de Jesús. La coordinación de ÓTTEAÜEÍV y Oáyca hay q u e bablemente, la razón de haber omitido Mateo el tercer caso
considerarla como una nota aclaratoria; por lo tanto, la origi- vocacional q u e trae Lucas se debe a esa incorporación de su
nal es la forma en participio de Lucas CXTTEAOÓVTI, tema al ciclo de los milagros e n los capítulos 8 y 9: «de este
modo se logra una simetría en la arquitectura de la ordenación
M í 8,22 = Le 9 , 6 0 : de la perícopa: 3:2:3:2:3 4 6 . L a subordinación a la idea general
Como lo hace a menudo, Mateo completa la frase con el del evangelio se hace notar principalmente en la caracteriza-
sujeto ó Mr|croüs. El EITTEV en vez del AéyEi se debe considerar ción de los q u e piden el seguir a Jesús. E n Lucas es u n ETEpos
como una corrección de Lucas. Adición de Lucas parece ser difuminado (Le 9,59), en Mateo íh-epos Sé TCOV ucc0r|Tcov ( M t 8,
ov SE COTEAOGOV SiáyyEAAE TÍIV pocaiAsíocv TOO OEOU. 21). Advirtamos q u e para el primer evangelista los ua6r|TCü son
los cristianos. Así habla u n cristiano q u e pide u n plazo en el
Le 9,61.62:
seguimiento. L a invitación Ó:KOAOÚ0EI UOI equivaldría en este
Se da el problema de si Mateo ha omitido la tercera voca- contexto a «cumple t u s deberes como uc<6r|Tris» 4 7 . Esto indica
ción o la añadió Lucas a modo de ejemplo. Es difícil solucio- que el ÓCKOAOÚQEI uoi no está en su sitio primitivo. C o n toda
narlo. Habría q u e afinar en el punto de las variantes de redac- probabilidad, la caracterización del primer peticionario como
ción en ambos evangelistas.
46
44
J. SCHMID, Mattháus und Lukas 256. A. SCHULZ, Nachfolgen und Nachahmen 105.
4
4Í
J. SCHMID, Mattháus und Lukas 257. ? A. SCHULZ, ibid., 107.
124 C.2. Método de la critica literaria Ejercicios prácticos 125
2. L a p a r á b o l a d e la l e v a d u r a ;
M t 13,33; L e 13,20-21
M t 13,33 L e 13,20-21
1. Crítica textual
M t 1 3 , 3 1 Trapé0r)K6v K B 8 A al. p l .
ÉAÓATIO-EV D L 0 9 a l . v e t - l a t s y c s
TrapéOriKev e s l a v a r i a n t e m e j o r apoyada y p o r lo
m i s m o la l e c c i ó n o r i g i n a l .
M e 4,30 TTcos K B C a l . v g
TÍVI K A D 9 A al. pl. lat Or
Ejercicios prácticos 127
126 C.2. Método de la crítica, literaria
TTCOShay que considerar esta lección como primiti- cidental». Por otra parte, debemos dar la preferen-
va; en TÍVI se da una asimilación a Le 13,18. cia a la lección más corta.
TÍVI ! í B C * L al. Mt 13,33 ÉAóAriaev aúxoTs B K W A al. pl. lat sy p bo
Troía G2 K A D 0 al. pl. éAáA. corroís Aéycov tf 0 9 al. h q (1)
TÍVI es la mejor apoyada; Troía es una asimilación a Trapé0r|KEv ccÚTOís Aéycov C al. pe. sa
Om. D (k) sy cs
ircos OCÚTTIV Trapcc|3oArj OCOUEV K B C ' L al.
Trapcc|3oAr¡ TrapapáAconEV aÜTfjv C 2 K A D 9"(A) éAáAr|CTEV aÚTOis está mejor apoyada y por otro
al. pl. lado es la más corta de las variantes; se puede tener
por la más primitiva.
Tf)v Trocpcc(3oAriv QcopiEv W (e)
Desde el punto de vista de los testigos la variante Le 13,21 eKpuysv P 4 5 B N al. pl.
ocÜTf]V Trapcc|3oAr¡ ©COIJISV es la primitiva; además se ivÉKpuysv P75 « K A D W © al.
trata de la lección más dura. 6Kpuy£v se debe tomar por el texto primitivo, el
4.31 ws « B C L Kal. pl. EvéxpuyEV es una aproximación del texto de Mateo.
óuoíoc éorív Tat D c bo.
Por mejor apoyada cbs es la primitiva; óuoíoc Écrrív 2. Crítica literaria
es una asimilación al texto de Lucas A diferencia de Marcos, que nos da noticia únicamente de
Tfjs yfís « B C K al. pl. la parábola del grano de mostaza, los otros dos Sinópticos traen
. Tf|V yfjv D L W al. vet-lat dos parábolas juntas, la del grano de mostaza y la de la leva-
Tfjs yfjs es la variante primitiva por mejor atesti- dura. Fácilmente se saca «que ambas parábolas expresan la
guada. misma idea con imágenes distintas» 48 . Marcos la parábola úni-
4.32 + Kai OTOCV o-TroepTJ K B C L K D al. pl. ca, y Mateo la parábola doble, las sitúan igualmente en el con-
— KOCÍ ÓTav aTrapíj W b c e q r texto del capítulo de parábolas (cf. Me 4 con Mt 13). En Lu-
La mejor apoyada es la adición Kod OTCCV crrapfí. Es cas, sin embargo, vemos las parábolas en otro contexto. En
la lección original. la perícopa que comienza en Le 11,1 se habla de la posición
ávapaívEí 8 B C L K A D a l . p l . de los discípulos en el mundo, de la diferenciación con rela-
OÓ/^EI W b c e q r ción a otros grupos judíos y de la llamada al pueblo a la peni-
En ambos casos estamos ante una asimilación a la tencia. La perícopa en realidad entra en el contexto del «gran»
forma del texto que trae Lucas. viaje a Jerusalén (Le 9,51-19,27), sin que se haga mención ex-
Le 13,19 ÉOCUTOÜ B C K A al. pl.
presa de esta situación del viaje. Pero vuelve a anudar Lucas
OCÚTOÜ P45 K D G al.
su relato con el «camino hacia Jerusalén» (Le 13,22). El pasaje
de la doble parábola lo pone Lucas de final (Le 13,10-21),
ÉOCUTOÜ es la mejor atestiguada y por lo mismo la
como ya en 12,13-21 y 13,1-9 había servido una parábola pa-
primitiva; ra remate de un diálogo, y es un modo de hacer la transición
OÚTOÜ habría que tenerla por asimilación al texto de a lo que sigue.
Mateo.
Estas observaciones prueban que la parábola del grano de
5év5pov] + uéyoc P « K A W 0 A 9 al. pl. c vg sy»
mostaza se nos ha transmitido de dos formas, reflejadas en la
- téyoc K B L D al. a b e ff2 i 1 sy cs .
narración de Mateo y de Lucas; la primera, en la redacción
Aunque no está mal apoyado Meya, no pertenece,
sin embargo, al texto primitivo. Se enfrentan aquí 4
8 J. JEREMÍAS, Die Gleichnisse Jesu (Góttingen 61962) 89; Jeremías junta
los representantes del texto «neutral» y los del «oc- la parábola doble de los Evangelios (cf. p.89ss).
128 C.2. Método de la crítica literaria 129
Ejercicios prácticos
del evangelio de Marcos, y la segunda, en la de la Q. Por lo hombre-mujer, y quizá huerto-casa, son dos parábolas fusio-
que hace a la parábola de la levadura, tanto en el relato de Ma- nables en una.
teo como de Lucas está latiendo en el fondo la redacción Q . Marcos configura distintamente la parábola del grano de
Se puede observar, por lo que diremos, la manera cómo se mostaza. En vez de una narración en pretérito, se da aquí una
producen Mateo y Lucas con sus fuentes respectivas: el evan- pintura en presente: el grano de mostaza, aun siendo más pe-
gelio de Marcos por un lado, y por el otro la Q . queño que otras semillas, crece aprisa, tan pronto como se le
Metodológicamente conviene comenzar por la parábola de siembra: se levanta por encima de todos los arbustos y echa
la levadura por transparentarse aquí con más claridad la situa- ramas tan grandes que a su sombra pueden cobijarse las aves
ción de las fuentes. En la misma parábola se da tal coinciden- del cielo.
cia—Mateo-Lucas—en óuoíoc Icrrív—6AOV, que se está adivi- En la fórmula de introducción las dos redacciones están
nando subyacente la redacción Q . La escena se dibuja con con- más cercanas que en la misma parábola: ambas utilizan el co-
cisión y brevedad admirable: una mujer toma levadura y la mienzo en dativo con la doble pregunta previa que hay que
echa en tres medidas de harina 49 , hasta que fermenta. Lo de considerar como «parallelismus membrorum». En el tenor de
PocaiAsía TCOV oúpavcóv debe ser adición de Mateo; esta frase redacción los dos textos se separan notablemente.
la prodiga el primer evangelista hasta treinta y tres veces. Todas estas observaciones dan por resultado que Lucas no
El simple ÉKpuygv, en vez del «hapax legomenon» ávÉKpuysv, ha utilizado como fuente el modelo Marcos, sino que, al igual
hay que atribuirlo a corrección de Lucas. En las fórmulas que en la parábola de la levadura, nos da la redacción de la Q.
para introducir la escena, advertimos una diferencia nota- No se puede asegurar influjo alguno de Marcos. Precisamente
ble en ambas redacciones. Mateo procede con áAAt|v Trapcc- por la fidelidad con que refleja Lucas aquí a la Q, podemos
PoAf|V ÉAáAriaEV carrols lo mismo en el v.31 que antes en darnos cuenta de la forma de redacción que debieron de tener
el 24 (Mt 13,24.31); forma de introducirse equivalente al KCCÍ las dos parábolas en la Q. Aquí figuraban como parábola do-
iráAiv EÍTTEV de la Q . Cosa parecida habrá que decir sobre el ble, que—como hemos anotado ya—, tanto por la forma de
modo de preguntar con que introduce Lucas la parábola: se lenguaje como por la contraposición pareada hombre-mujer,
retrotrae a la Q, ya que el tercer evangelista tiene por norma huerto-casa, se pueden reducir a una y que para mayor efica-
evitar preguntas retóricas. Se trata de un comienzo en dativo, cia literaria reviste el mismo pensamiento con imágenes diver-
en forma de pregunta previa tan frecuente en las parábolas sas: la pequenez de los comienzos, y las dimensiones grandiosas
rabínicas 5 0 . Juzgado el problema en su conjunto, diremos que del final, queriendo indicarnos que lo mismo pasa con el reino
Lucas se atiene con más fidelidad que Mateo a la redacción Q de los cielos. No podemos contestar a la pregunta de si ambas
de la parábola. parábolas originariamente eran ya una parábola doble en boca
La parábola del grano de mostaza la construye literalmente de Jesús. La redacción por Marcos de la parábola del grano
Lucas de modo totalmente análogo a cuando la parábola de la de mostaza permite concluir que en la tradición preevangélica
levadura: un hombre toma un grano de mostaza, lo arroja en las dos parábolas corrían como parábola doble 51 .
su huerto, y crece y se convierte en un árbol y las aves del El ejemplo es interesante para apreciar el procedimiento
cielo anidan en sus ramas. Como en la parábola de la levadu- de trabajo del tercer evangelista. Demuestra que Lucas a veces
ra, también aquí estamos ante una narración en forma de pa- da preferencia a otra fuente aun teniendo delante el relato pa-
sado (nada menos que cuatro aoristos). No sólo por la manera ralelo de Marcos. Esto vale sobre todo para la historia de la
de la redacción, sino además por la contraposición pareada
51
También en el evangelio de Tomás se transmiten las dos parábolas
separadas; la parábola del grano de mostaza como Log. 20, la de la leva-
49 (Tórrov es una palabra sacada del arameo; la medida de harina equiva- dura (Log. 96); cf. para el tema a W . SCHRAGE, Das Verháltnis des Thomas-
le a trece litros. Evangeliums zur synoptischen Tradition und zu den koptischen Evangeliums-
50
J. JEREMÍAS, Die Gleichnisse Jesu 99-102. ühersetzungen: B Z N W 29 (Berlín 1964) 61-66 183-185.
Métodos histúrico-criticos 9
130 C.2. Método de la critica literaria
estilística. De nuevo el v.32b se atiene con más fidelidad a la K. L. SCHMIDT, Der Rahmen der Geschichte Jesu (Berlín 1919, Neudruck
Darmstadt 1964).
redacción Q de la parábola, pero la expresión en presente es — Die Stellung der Evangelien in der allgemeinen Literaturgeschichte: EYXA-
como en Marcos. El ÉÁQsív se debe considerar a modo de redon- PIZTHPION (Festschrift für H. Gunkel) II (Góttingen 1923) 50-134.
deamiento de Mateo. M. DIBELIUS, Die Formgeschichte des Evangeliums (Tübingen 1919, 5 i966).
— Stilkritisches zur Apostelgeschichte: EYXAP12THPION (Festschrift für
52
J. SCHMID, Mattháus und Lukas 301. H. Gunkel) II (Góttingen 1923) 27-49 ( = Aufsátze zur Apostelges-
chichte, hrsg. von H. Greeven [FRLANT N F 42] (Góttingen 3 i9S7)
frase: «La intención de este artículo es estudiar la literatura las formas. Aunque las primeras obras de «historia de las for-
primitiva cristiana en sus formas y según sus motivos». mas» aparecieron en Alemania a finales de la primera guerra
En 1912 publicó P. Wendland su tratado Las formas lite- mundial.
rarias cristianas primitivas 8 . Se anticipan aquí puntos de vista En 1919 daba a la imprenta K. L. Schmidt su estudio so-
importantes de la posterior «historia de las formas», como, p.ej., bre «El marco de la historia de Jesús». Su cuidado y esmerado
que «el penetrar en el estudio primero de la tradición oral y análisis de los datos locales y cronológicos en los Evangelios
en sus características es un presupuesto necesario» (261) para sinópticos le llevaron a la conclusión de que, tras de nuestros
entender los Evangelios, o que «el interés no histórico, sino el Evangelios, se mueven narraciones particulares de tradición
de edificación, es el que determina la elaboración y también la oral que los evangelistas, sin conocimiento de las conexiones
selección del material» (262), o que las tradiciones particulares históricas, las han unido atendiendo a razones de tema o tam-
que utilizaba Marcos «tenían la tendencia natural a desligarse bién a motivos prácticos. «La tradición más antigua sobre Je-
de la circunstancia espacial y de tiempo» y «sólo para la Pasión sús es tradición de «perícopas», es decir, tradiciones de escenas
se conserva con bastante seguridad la sucesión histórica de los particulares y dichos también particulares, que en su mayoría
hechos» (262), o que Marcos «es más compilador y redactor corrían entre la comunidad sin marco fijo cronológico ni to-
que escritor» (267). A pesar de todo, no estamos en el libro de pográfico» (V). Tan importante como la distinción que hacía
Wendland todavía ante una historia de las formas en el sen- Schmidt de marco y tradición particular, era la consideración
tido estricto del término. La «historia de las formas» cultivada de «que lo que da origen a los escritos primitivos cristianos es
por Dibelius y Bultmann se interesa de modo principal por las el culto» (VI). Poco más tarde (1923) el mismo K. L. Schmidt,
«formas» de los Evangelios sinópticos, Wendland actúa sobre en un ensayo sobre «El puesto de los Evangelios en la historia
toda la literatura cristiana primitiva, y la clasifica por los si- de la literatura general», llamaba la atención para que nos fijá-
guientes géneros: Evangelios, Hechos de los Apóstoles, Cartas, ramos en que los Evangelios «de suyo no son alta literatura,
Apocalipsis, Apologética cristiana. Si quisiéramos caracterizar sino literatura de tono menor», libros populares para el culto
brevemente la obra de Wendland, podríamos decir que es la y, por lo mismo, expresión de un hecho, de un movimiento
primera «Historia de los géneros». El interés por «las formas» religioso (124).
y «el elemento formal» es todavía débil.
Casi al mismo tiempo (1919) apareció la obra de M. Dibe-
E. Norden, en su libro Agnostos Theos, aparecido en 1913, lius: La historia de las formas del Evangelio, que dio el nombre
se aplicó de un modo consciente, como lo expresa el subtítulo a la nueva rama de investigación. Dibelius aplicó después el
a «las investigaciones para la historia de las formas de los dis- método de la historia de las formas también a los Hechos de
cursos religiosos» 9 . Se esforzó no solamente por definir el dis- los Apóstoles 10 . «La comprensión literaria de los Sinópticos
curso del Areópago en los Hechos de los Apóstoles como «tipo comienza por el conocimiento de que contienen fondos por
de una predicación misionera», sino que hizo valiosas indica- compilación. Los compositores son sólo, en una parte mínima,
ciones sobre «la historia del estilo de las fórmulas de plegaria escritores; en lo esencial son compiladores, transmisores, re-
y predicación» dentro de la literatura epistolar del Nuevo Tes- dactores» (2). Los evangelistas aceptaron una materia previa-
tamento. mente trabajada. «Unieron unas con otras pequeñas unidades
Fueron, por lo tanto, dos filólogos—P. Wendland y E. Nor- que por su forma tenían ya su carácter peculiar» (3). «Como
den—los que, poco antes de la primera guerra mundial, pro- los testigos oculares eran al mismo tiempo predicadores, llega-
pusieron principios y modos prácticos de investigación sobre ba a la masa lo vivido por ellos—aquí nos encontramos ante
el motivo de la propagación—. Difusión que no quedaba al
8
H N T I 3 (Tübingen 1912). arbitrio personal o al azar del momento, sino que se hacía me-
9
E. NORDEN, Agnostos Theos. Untersuchungen zur Formengeschichte
religióser Rede (Darmstadt 4 i9S6). 10
Aufsdtze zur Apostelgeschichte, hrsg. vori H. Greeven (Góttingen 3 i957).
136 C.3- Método de la historia de las jornias Historia de las formas 137
tódicamente, en servicio de intereses concretos y con la inten- ción: apotegma, palabras del Señor, historias de milagros, na-
ción de una finalidad bien determinada; aquí empezamos a rraciones históricas y leyendas.
presentar la ley que ha guiado la formación de la tradición», Cómo nace y se desarrolla la tradición preevangélica, lo
a la vez que se transparenta con claridad «lo que fue causa de concibe Bultmann de este modo: «La compilación de los ma-
la difusión de esta tradición: el afán misionero puso la ocasión, teriales de la tradición comenzó en la primitiva comunidad
y la predicación el vehículo de propaganda de lo que guarda- palestinense. Preocupaciones apologéticas y polémicas hacen
ban en su memoria los discípulos de Jesús» (12). que se reúnan y se compongan piezas apotegmáticas. Tanto
Dibelius distingue fundamentalmente dos formas de na- por necesidades de edificación como por la vivacidad del espí-
rración en sí distintas: el «paradigma» y las «novellae». Por «pa- ritu de profecía entre la comunidad se transmiten, se compo-
radigmas» entiende narraciones cortas, redondeadas, que ser- nen y se recopilan dichos del Señor proféticos y apocalípticos.
vían a modo de ejemplos o apólogos para la predicación, mien- Nuevas colecciones de palabras del Señor se fueron creando
tras que en las «novellae» ve Dibelius entrar en acción la com- para llenar las exigencias parenéticas y disciplinares de la co-
placencia del mismo narrador en la pintura que hace de las munidad. Y es muy natural que se contaran y corrieran entre
situaciones y en la caracterización cuidada de la persona de la comunidad historias de Jesús, apotegmas biográficos, histo-
Jesús. Según Dibelius, en el paso de una forma a otra se pa- rias de milagros y otras.
tentiza cómo el cristianismo, originariamente ausente del mun- Y aunque tengamos que admitir que se echó mano de his-
do, va penetrando cada vez más en ese mundo. Y este simple torias milagrosas en la apologética y en la propaganda como
dato nos dice que la distinción de la historia de las formas nos argumentos probativos en favor del Mesías, no es posible, sin
proporciona eíementos con que vaíorar simultáneamente ía embargo, reconocer como factor dominante algún interés es-
crítica histórica. pecial. Tampoco es admisible querer encontrarse siempre una
En el año 1921 aparece Historia de la tradición sinóptica, finalidad e intención práctica, porque cuando nos domina un
de R. Bultmann. También este autor pretende «dar un cuadro tema, tendemos a objetivarlo aun desinteresadamente (393).
de la historia de las diversas piezas componentes de la tradi- El radicalismo crítico y el exagerado escepticismo de Bult-
ción» (4). Arranca de la idea de «que la literatura, en la que se mann respecto a la autenticidad histórica de la tradición sobre
vuelca la vida de una comunidad, también la de la primitiva Jesús es lo que ha hecho principalmente que la historia de las
comunidad cristiana, brota de determinadas manifestaciones formas haya caído a menudo en descrédito, «pues da la impre-
vitales y urgencias de dicha comunidad; lo que estimula a sión de querer destruir el fundamento histórico de la fe cris-
reflejarse en un estilo concreto, en forma y géneros parti- tiana en la persona de Jesús» n . No es de extrañar, por lo tan-
culares» (4). Pregunta Bultmann sobre la procedencia histó- to, que el interés de la historia de las formas tropiece con ace-
rica de cada pieza de esa tradición, y alude aquí, con más radas críticas. Pero reconozcamos con lealtad que estas críticas
insistencia que Dibelius, a la problemática esencial de la his- no se han limitado siempre y únicamente a la repulsa de los
toria de las religiones, aceptando la distinción entre comunidad argumentos del método de historia de las formas y para defen-
primitiva palestinense y comunidad helenística, distinción in- der los valores tradicionales, sino que han contribuido bene-
troducida por los representantes de la escuela de la historia de ficiosamente a que el método de historia de las formas evolu-
las religiones. Asigna un papel de primera importancia al cionara a mejor purificándolo de sus defectos de origen.
influjo creador de las comunidades en la reelaboración y am- La posición crítica más valiosa por parte católica podemos
pliación de la tradición primigenia, subrayando que el tipo li- decir que es el estudio de E. Schick 12. Acepta Schick que los
terario de evangelio inaugurado por Marcos hunde sus raíces Evangelios sinópticos hay que considerarlos en lo esencial co-
en la predicación y en el culto de las comunidades helenísticas. tí W. G. KÜMMEL, ibid., 433.
Bultmann distingue estas formas fundamentales de tradi- 12
Formgeschichte und Synoptikerexegese: N TA 18,2-3 (Münster 1940).
138 C.3. Método de la historia de las formas Historia de las formas 139
mo colecciones de pequeñas unidades literarias; acepta tam- Mt 15,2) se hacía uso de la Trapá8oai5 TOÜ Kupíou (cf. 1 Cor
bién que la predicación es el «Sitz im Leben». Pero frente a 11,2.23; I5>3) transmitida de un modo parecido a la Tora oral
Dibelius arguye que no comprende cómo las «novellae» no es- entre los rabinos. Se daba a las palabras del Señor en la Iglesia
tén en los dominios de la predicación. También ellas tenían primitiva un puesto y una importancia como a los Halkhoth en
por motivo presentar a Jesús como Señor, y esto entra desde la Tora oral, es decir, servían de normas para la fe y la vida
el principio en la temática del kerygma primitivo cristiano. cristianas. Esto explica que el fondo de los evangelios de Mateo
La crítica de K. Stendahl se dirige contra la tesis represen- y de Lucas lo compongan una colección de los dichos del Señor.
tada por Dibelius sobre la predicación 13. No es sostenible Tampoco Marcos en su evangelio es extraño a esta tradición
esta tesis cuando se analiza el material de la predicación, y por de las palabras de Jesús que servían de norma universal. Ha-
eso hay que corregirla. Stendahl aventuró la idea de que el bría que fijarse sobre todo en Me 9,33-50 y Me 10,1-45. De
cuidado y difusión de la tradición de Jesús se debió a una «es- modo parecido, a los Haggadoth para la tradición rabínica, los
cuela»... No eran los Apóstoles predicadores los que instruían acontecimientos de la vida de Jesús servían para ilustrar su per-
a la comunidad sobre los pasos de la historia de Jesús; ésta era sona y doctrina.
incumbencia más bien de los ínrripÉTcci, que acompañaban a los Aunque la tesis de Gerhardsson, en parte de la crítica, ha
Apóstoles. Prueba su afirmación Stendahl con Le 1,2, donde tenido escasa aceptación 16, pero queda, según mi parecer, como
a tales úirripÉTai TOÜ Aóyou se les nombra expresamente, y con servicio indiscutible del erudito noruego el haber llamado la
Act 13,5, donde se designa a Juan Marcos como ÚTrripÉTris. atención, y esto con competencia, sobre el que determinadas
También H. Riesenfeld 14 se vuelve contra la tesis de Dibe- formas de los dichos del Señor puedan subir hasta el mismo
lius sobre la predicación y admite que la lectura del culto li- Jesús y el que su difusión se hiciera análogamente a como la
túrgico era el «Sitz im Leben» de las palabras y hechos de Jesús. tradición rabínica. Sin embargo, no podemos admitir que esto
Llegó a esta suposición Riesenfeld basándose en el hecho de se cumpliera siguiendo normas tan rígidas como las que pide
que las Cartas del Nuevo Testamento, que en su factura se ve Gerhardsson.
que van ordenadas a la predicación, apenas se surten de los ma-
teriales de la tradición de los Evangelios sinópticos. La predi- B) EL MÉTODO DE HISTORIA DE LAS FORMAS
cación supone más bien el anuncio de los dichos y los hechos
de Jesús que servían de lectura como «Escritura sagrada» en las Parte el método de la historia de las formas del supuesto o de
reuniones para celebrar el culto de la primitiva comunidad cris- la idea de que los escritos del Nuevo Testamento pertenecen
tiana. La difusión de la tradición de Jesús era obra de maestros, a diversos géneros literarios y que—unos más, otros menos—
que se producían en su caso al estilo de los rabinos judíos con conservan tesoros de tradición vaciados en moldes de «formas»
relación a las sentencias de sus autoridades. y elementos formales. Según esto [«el método de historia de las
formas es el sistema que trata de explicar el origen de los Evan-
B. Gerhardsson, discípulo de H. Riesenfeld, ha intentado
gelios, de determinar su grado de historicidad, mediante el aná-
en una monografía voluminosa fundamentar ampliamente la
lisis de las «formas» (o géneros) literarios de los Evangelios, y la
tesis de su maestro 15. Gerhardsson tiene por probable el que
evolución de las mismas, espejo y fruto del ambiente social y
en la primitiva Iglesia, en vez de la «Tora oral» de la tradición
religioso].
judía (que constaba de Halakha y Haggada) se utilizaba el Aóyos
Kupíou; en vez de la TrapáSocris TGÚV TTp£a(3uTépwv (cf. Me 7,3.5; No es posible—hablando de «formas»—aplicar siempre la
terminología de un modo uniforme, y las designaciones de uso
13
The School of St. Matthew (Uppsala 1954). corriente distan de ser en nuestro caso lo suficientemente unívo-
14
The Gospel Tradition and its Beginnings. A Study in the Limits of
«Formgeschichte» (London 1957).
15
Memory and Manuscript. Oral Tradition and Written Transmission in 16 Por ejemplo, J. SCHMID, Die Rezension: BZ N F 8 (1964) 151-154.
Rabbinic Judaism and Early Christianity: ASNU 22 (Uppsala 2 i9Ó4). Cf. K. KOCH, Was ist Formgeschichte (Neukirchen 1964) 84-100 bes.95-97.
140 C.3. Método de la historia de las jornias
Historia de las formas 141
cas. Por esto se recomienda fijar bien antes el vocabulario: por
yéXiov al anuncio por escrito de la salvación (Did 8,2; 11,3;
género entendemos la «forma» que tiene más extensión y es más
15,3.4; 2 Clem 8,5). Pero aun cuando se introduce el plural
abarcadora; forma es una unidad literaria más pequeña—fijada
para definir los diversos libros evangélicos (ya en JUSTINO,
oralmente o por escrito—; fórmula, el giro o manera de hablar
Apol. 66,3), queda vivo el recuerdo de un Evangelio único
breve y expresivo.
hasta tal punto que a cada libro por separado se llamaba algo
i. Los diversos géneros de los escritos así como eüocyyéAiov Korrá 'Icoáwnv, p.ej., (P66) o se habla del
del Nuevo Testamento «tertius evangelii liber secundum Lucam» (así el Canon Mura-
toriano). El género literario se prolonga en los Evangelios apó-
Entre los escritos del Nuevo Testamento se dan los siguien-
crifos, aunque estos últimos están influidos también por formas
tes géneros literarios: los Evangelios, los Hechos de los Após-
literarias helenísticas.
toles, las Cartas y el Apocalipsis. Mientras que Cartas y Apoca-
lipsis existían como géneros literarios y los adoptaron los escri- Lo característico del género «Evangelio» lo deducimos com-
tores del Nuevo Testamento, los Evangelios, en cambio, y los parándolo con los correspondientes géneros literarios helenís-
Hechos de los Apóstoles son creaciones cristianas. ticos. Los Evangelios desde el punto histórico de los géneros
no se pueden catalogar entre las obras de la antigüedad que
a) Los Evangelios se dedican a escribir historia. Imposible tomarlos ni como «vi-
Que haya creado la Iglesia primitiva un género literario das» en el sentido de la biografía helenística, ni como colec-
propio, caracterizado como Evangelios, es una cosa que puede ción de historias y dichos en el sentido de los memoriales de
sorprender. Pues según el modo de hablar cristiano primitivo, la literatura antigua. En realidad no muestran ningún interés
Evangelio quiere decir: «el mensaje de salvación comunicado por el desarrollo exterior e interno de Jesús, su origen, su for-
oralmente, cuyo tema y contenido es Jesucristo» 17 . En este mación o su carácter humano. Falta aquí el «retrato literario»
mensaje se anuncia a Jesús como al Cristo, Hijo de Dios y Se- de Jesús, como falta el de los discípulos, el de los enemigos
ñor, y se presenta su muerte y su resurrección como aconte- y el del pueblo. Tampoco se atienen los evangelistas escrupu-
cimiento escatológico de salvación. Ateniéndonos a este hecho, losamente a una cronología de la vida de Jesús. La descripción
es evidente que no debería darse sino un Evangelio único; así, de las situaciones son la mayoría de las veces buhidas y gene-
en singular. rales («después de esto», «en aquel tiempo», «en la casa», «en el
Con todo, Marcos, que sería el creador del «Tipo» literario monte», «junto al mar», etc.). Todo ello se explica porque no
de Evangelio, enlaza tan estrechamente su exposición con el se han escrito los Evangelios para conservar entre las genera-
mensaje de salvación, que con razón lo puede designar como ciones posteriores el recuerdo de Jesús. Pretenden más bien
EÚocyyéAiov (Me 1,1). Que haya creado Marcos en realidad el dar testimonio de la fe. Su propósito es despertar y afianzar la
tipo literario «Evangelio» con su exposición del mensaje salu- fe en Jesucristo. No tratan los Evangelios de exponer única-
tífero, se verá con evidencia al considerar que tanto Mateo y mente lo que dijo o hizo Cristo en una situación determinada,
Lucas como Juan se han valido del esquema literario presen- sino que su propósito es anunciar las palabras y las realizacio-
tado en el evangelio de Marcos, aunque estos tres últimos nes de Jesús a quienes se dirigen con su Evangelio. Esto hace
evangelistas no llamen ellos mismos a su obra «Evangelio» de que en su pensamiento haya una idea dominante: «poner en
modo expreso. Por primera vez en el siglo n se llama eúocy- relación a cada individuo y a todos los hombres con el Hijo
de Dios y Señor anunciado en la Palabra, y presente en el culto
1 7 Sobre el origen de la palabra Eúccyy&iov y su significación en el Nue-
vo Testamento orienta G. FRIEDRICH: T h W II 705-735; cf. G. BORNKAMM, de la comunidad, ese Señor que es al mismo tiempo el Rabí
el artículo «Evangelien, formgeschitliche»: R G G 3 II 749-753; W . SCHNEE- y Profeta Jesús de Nazaret» 18.
MELCHER, en E. H E N N E C K E - W . SCHNEEMELCHER, Neutestíimentliche Apo-
kryphen I. Evangelien, ( T ü b i n g e n 3 I959) 41-44; P . F E I N E - J . B E H M - 18
W . G. KÜMMEL, Einleitung in das Neue Testament (Heidelberg 121963) 11-13. G. BORNKAMM, artículo «Evangelien, formgeschichtliche»: R G G 3
II 750.
Historia de las formas 143
142 C.3. Método de la historia de las formas
21
A la luz de esta característica es fácil darse cuenta de los investigación sobre la vida de Jesús demuestra no sólo que la
caracteres fundamentales del género literario «Evangelios». En labor de los investigadores estuvo como fascinada durante lar-
primer término debemos poner la proximidad de la Tradición, go tiempo por esta falsa perspectiva, sino que trasluce al mis-
que se manifiesta en la conexión con la tradición ya formada mo tiempo que, en definitiva, fracasó ese enfoque por empe-
y el estado en que se conserva ulteriormente. Los evangelistas ñarse en querer encontrar en los Evangelios simplemente al
son en realidad—aunque no exclusivamente—«compiladores, Jesús «histórico». Cosa parecida vale de otros intentos hechos
en esta dirección 22 .
transmisores, redactores» 19 . Lo advertimos en ese yuxtaponer
más o menos suelto las perícopas, cada una de ellas unidad Formulada positivamente la frase del tercer rasgo, quiere
conclusa que cuenta con su correspondiente historial antes de expresar que el fin que se proponen los Evangelios es el anun-
haberlas situado el evangelista en el «marco» de su evangelio. cio de Cristo presente y actuante en su Iglesia. El que se haga
Al fijar esta característica queda dicho que no se trata en los esta predicación en forma de exposición histórica es en lo que
reside lo típico de los Evangelios. Es posible que la «vuelta a
Evangelios de una literatura hecha, sino que se ha ido hacien-
esta forma histórica de los Evangelios, a la narración del pre-
do; por lo mismo no es una creación subjetiva, sino una cui-
dicador palestinense Jesús, al érase» en lugar de «una vez para
dada redacción que tiene por fondo una tradición elaborada
siempre», a la exposición narrativa en el marco del kerygma,
por muchas manos.
es posible, digo, que haya que considerarlo como «una reac-
Como segundo rasgo característico pondríamos el marco
ción contra una teología espiritualizada sobre el cristianismo
común que debe su estructura tal vez al kerygma que se da con
primitivo, y, en área reducida, una reacción contra el modo
anterioridad. El trazado del evangelio de Marcos no coincide
de expresarse mitológico de la cristología». Esto puede haber
exactamente con el de los otros dos Sinópticos y se separa del traído el que «el Jesús real libere al Cristo predicador de que-
de Juan; sin embargo, nos encontramos prácticamente con él dar disuelto en la simple proyección de una conciencia esca-
en todos los Evangelios. Se le podría dibujar de este modo: tológica evitando que se pueda convertir en puro objeto de
con el bautismo por Juan comienza el período de la actividad una ideología religiosa» 23 . Sea lo que sea de esto, la revelación
de Jesús en público, llena de hechos milagrosos y de enseñan- teológica del género «Evangelio» solamente se puede apreciar
zas. Se cierra este período con la pasión y muerte del Señor. en toda su significación cuando se hace el empalme debida-
Es característico que en todos los cuatro Evangelios se dedi- mente de kerygma y exposición histórica.
que un espacio considerable a la historia de la Pasión del Se-
ñor. También aquí nos encontramos ante otra propiedad ma- Queda el cuarto y último rasgo relacionado estrechamente
con lo escrito en líneas anteriores. Si la finalidad intencionada
nifiesta de los Evangelios, pues «tienen como punto de vista el
de los Evangelios es el anuncio de Cristo, entonces hay que
que en la pasión de Jesús no es la voluntad de los hombres,
admitir como necesaria la actualización de esta predicación.
sino la divina, la que conduce la trama, y que no son los ju-
La predicación se hace en el momento presente, lo que lleva
díos, enemigos de Jesús, los que actúan, sino Dios» 20 .
consigo atender a una determinada comunidad o porción de
Esto nos lleva al tercer rasgo, que podríamos describir di- la Iglesia en una situación concreta.
ciendo: se hace la predicación en forma de exposición histórica. Podemos darnos cuenta de esta afirmación a través del caso
Frase que significaría—hablando de un modo negativo—que del evangelio de Mateo. Este evangelio se redactó para deter-
los Evangelios no son lo que a primera vista pudiera parecer, minado grupo humano, presente en una determinada situa-
es decir, la exposición de la «vida de Jesús». El panorama de 21
Tübingen 61951 ( — 2. Auflage 1913).
conjunto que nos ofrece A. Schweitzer en su Historia de la 22
Cf. E. KASEMANN, Sackgassen ira Streit um den historischen Jesús:
Exegetische Versuche und Besinnungen II (Gottingen 1964) 31-68 bes.32-
19
M. DIBELIUS, Die Formgeschichte des Evangeliums 2. 41; W . G. KÜMMEL, Jesusjorschung seit 1950: T h R 31 (1966) 15-46.
23
20
J. SCHMID, artículo «Evangelium»: L T h K 2 III 1258. E. KASEMANN, ibid., 66s.
144 C.3. Método de la historia de las formas Historia de las formas 115
ción. En esa Iglesia se dejan traslucir, a través de las páginas Canon los dos libros (es decir, Evangelio de Lucas y Hechos
del Evangelio, dificultades y discrepancias. El autor tiene que de los Apóstoles)» 25 . Pero en cuanto a contenido y finalidad
enfrentarse con un grupo de «anomistas» que sentían escaso difieren los «Hechos» y el género literario antiguo Trpá^eis. El
aprecio o hasta rechazaban la vónos de la tradición del Anti- centro de gravedad no son los «hechos» de algún apóstol o de
guo Testamento (cf. Mt 7,15-23; 13,41; 24,11-12). Tiene que Pedro y Pablo, las dos figuras principales del libro; tampoco
prevenir la amenazante apostasía de algunos cristianos, que se se trata aquí de exponer «acta omnium apostolorum», como
escandalizan de la muerte en cruz de Jesús (cf. Mt 11,6; 13,57; cree el Canon de Muratori; más bien, por lo que se saca de
16,23; 26,31). Toma la defensa del grupo de los «humildes» 1,8, lo que se propone la obra de Lucas como «tema» es la di-
frente al desprecio por parte de otros cristianos. fusión de la «palabra de Dios», pasando por Judea y Samaría
El evangelista cumple con su misión redactando una obra hasta Roma (cf. 6,7; 12,24; J3>49; 19,20). Los Apóstoles, tes-
con ayuda de la tradición que encuentra. Sigue en su libro el tigos y misioneros, sobre los que habla el libro, son los instru-
desarrollo de la vida terrestre de Jesús, y logra con ello que mentos de esta expansión de la palabra de Dios. Por eso no
los cristianos de su iglesia encuentren una respuesta a sus pro- los vuelve a mencionar el autor cuando, según su opinión, han
blemas, pero respuesta cuya autoridad y eficacia se resuelven cumplido con su encargo (cf. 12,17; 15,39; 28,303).
en las de Jesucristo. No es propia ni estrictamente el evange- Tema y finalidad separan también a los «Hechos de los
lista el que habla, sino que hace hablar a través del trabajo de Apóstoles» de la literatura apócrifa «Acta Apostolorum de los
composición al Señor glorificado, que es quien se dirige a la siglos segundo y tercero». Si anteriormente creyeron algunos
comunidad. eruditos 26 poner en línea los «Hechos» apócrifos y los verda-
deros «Hechos de los Apóstoles», hoy se acepta generalmente
b) El género de los «Acta Apostolorum» «que, comparando Hechos y Hechos, no puede deducirse paren-
Se vería uno tentado a relacionar los Hechos de los Após- tesco alguno» 27 .
toles, por un lado, con el género literario antiguo «Trpá^eis», El argumento decisivo para no poder acercar literalmente
y por otro, con el de la literatura primitiva cristiana de los el género de los «Hechos de los Apóstoles» ni a la antigua lite-
«Acta». Bien considerado el problema, sacamos que el género ratura—irpá^eis—, ni a los «Hechos» apócrifos de la literatura
literario de los «Hechos» no encuadra en ninguno de los otros cristiana, está puntualmente en esto: los Hechos de los «Após-
dos mencionados. Con la palabra irpá^sis (en latín, acta, facta toles» juntamente con el evangelio de Lucas, como obra, for-
o res gestae) se designa un género literario que, a diferencia de man una unidad. No sólo porque al comenzar los «Hechos»
la biografía, no pone como centro de interés la vida o el carác- expresamente se alude al evangelio de Lucas como al TrpwTOs
ter de una persona, sino que pretende describir sus hechos Aóyos, sino que los «Hechos» y el evangelio van dedicados a
más característicos y significativos. Cogiendo algunos ejem- Teófilo (Act 1,1). La narración de la Ascensión la toman los
plos, Calístenes, sobrino de Aristóteles, escribió un libro con «Hechos» (Act 1,6-11) del evangelio de Lucas (Le 24,50-33);
el título 'AAe^ccvSpou irpá^sis, y Sosylos, compañero de campa- pero, además, el comienzo de ambos libros es casi el mismo
ña y profesor de lenguas de Aníbal, tituló igualmente 'Avvípct (cf. Le 1,26-38 con Act 2,1-4).
irpóc^eis 24 . El evangelio de Lucas, a diferencia de los otros dos Sinóp-
No está justificado englobar los «Hechos de los Apóstoles» ticos, emplea una gran parte del libro en la narración de la
en la antigua literatura TTpcc^es aunque lleve por título irpá^is
12
cnrocrróAcov, porque este título es posterior; probablemente se 25 E . H A E N C H E N , Die Apostelgeschichte (M-Kj. Aht) ( G ó t t i n g e n i95g)
105 Anm.i.
puso por primera vez «cuando ocuparon sitios distintos del 26
Cf. en W . SCHNEEMELCHER, K. SCHÁFERDIEK, Apostelgeschichten des
2.und 3. Jahrhunderts: E. H E N N E C K E - W . SCHNEEMELCHER, Neutestamentli-
24
Justificación en A. Wikenhauser, Die Apostelgeschichte und ihr Ges- che Apokryphen II (Tübingen 21964) 3S.
chichtswert: N T A 8,3-5 (Münster 1921) 94-104. 27 Ibid., 113.
Métodos historieo-criticos 10
146 C.3. Método de la historia de las formas
Historia de las formas 147
ida de Jesús a Jerusalén (Le 9,51-19,27). Por modo semejante, 29
fórmula de saludo ; antes de entrar en el propiamente «cor-
los Hechos dedican un ancho espacio a los viajes misioneros pus epistolae», se pone normalmente una acción de gracias a
de Pablo (Act 13SS). En estas dos obras de Lucas cobra una Dios, cerrándose la carta con saludos y, más frecuentemente,
importancia notable Jerusalén: pinta el evangelio lucano cómo con deseos de bendición escritos de propia mano que hace las
va Jesús a Jerusalén (cf. Le 13,33), donde se ha de cumplir veces de nuestra firma actual (cf. 1 Cor 16,21; Gal 6,11; Col 4,
fielmente lo dicho en la Escritura (Le 19,28-24,53; cf. 24,27), 18; 2 Tes 13,17; Flm 19).
y los «Hechos de los Apóstoles» hacen la historia de cómo des- Mientras que la Carta de Santiago y las dos que registran
de Jerusalén irradia la palabra de Dios «hasta el extremo de los «Hechos de los Apóstoles» se atienen puntualmente en el
la tierra» (Act 1,8). encabezamiento al cuadro del formulario helenístico para las
Los «Hechos de los Apóstoles» no es «género» en el sentido cartas, el encabezamiento de las cartas paulinas sigue más bien
de que se pueda aplicar a esta obra el esquema de otras pro- la costumbre oriental judía 30 . Es típica en Pablo la división
ducciones literarias de la antigüedad. Más bien nos encontra- bipartita. Lo que da al Apóstol la posibilidad de poner en la
mos aquí ante un caso único. Por esto no se pregunta si se le primera parte los nombres del remitente y destinatario con to-
podrá catalogar como «género», toda vez que la investigación dos los títulos, y en la segunda, las fórmulas de saludo cristia-
de los «géneros» se ocupa de la comparación entre dos obras no. Pero Pablo no se atiene con rigidez al formulario oriental
del mismo tipo para ver en qué medida merece el nombre judío, sino que varía acomodándose a las diversas situaciones.
«género» una de ellas. Cosa imposible en nuestro caso. Es cier- Lo vemos con claridad en el encabezamiento de la Carta a los
to que, al probar que los «Hechos de los Apóstoles» no coinci- Romanos, en la que se ha insertado una fórmula estereotipada
de con el género literario irpá^eis y otros semejantes de la lite- de fe (Rom 1,3.4).
ratura antigua, ya hemos fijado el modo de ser de los «Acta Comúnmente, las cartas neotestamentarias son cartas en el
Apostolorum». Se puede hablar en este caso como de un gé- pleno sentido del término, es decir, dirigidas por el que las
nero neotestamentario, puesto que tiene de común con el evan- escribe a una determinada iglesia particular, a determinadas
gelio de Lucas los caracteres esenciales del «género», tales como comunidades o a personas concretas. No son epístolas, es de-
proximidad a la tradición, predicación en forma de exposición cir, tratados disfrazados con la forma de carta, como las de
histórica y relación a la actualidad. Séneca, por ejemplo. Con todo, varias cartas del Nuevo Tes-
c) El género de las Cartas tamento se acercan al modo de ser de las epístolas. De este
modo se considera a sí misma la Carta a los Hebreos (13,22) 31,
De los veintisiete libros del Nuevo Testamento, veintiuno
que, sólo al final, en el «postscriptum» adopta formulario de
pertenecen al «género» literario de las Cartas. Nos encontra-
carta. Calificaríamos también de «escrito de enseñanza parené-
mos además con otras dos cartas breves en los «Hechos de los
tica» la Carta de Santiago, que lleva encabezamiento, pero no
Apóstoles» (Act 15,23-29; 23,26-30). Aun el Apocalipsis pre-
de formulario de carta 32. La primera Carta de Pedro es una
senta forma de carta, si bien no entra en este género, sino en
exhortación parenética vestida de carta 33 .
el de las apocalipsis.
29
En general, las cartas del Nuevo Testamento se atienen al Se llama a este encabezamiento de la carta técnicamente «praescriptum».
30
Cf. O. ROLLER, Das Formular der paulinischen Briefe (Stuttgart 1933);
formulario de las cartas en el mundo helenístico. Poseemos una E. LOHMEYER, Briefliche Grussüberschriften: Probleme paulinischer Theolo-
cantidad notable de éstas gracias al hallazgo de papiros desde gie (Stuttgart s.a.) 7-29.
31
fines del pasado siglo 28 . El formulario helenístico para las car- Para el carácter literario de la Carta a los Hebreos cf. O. MICHEL,
Der Brief an die Hehrder (M-K 13. Abt) (Góttingen l 2 i966) 21-36.
tas sigue este esquema: nombre del remitente, del destinatario, 32
FEINE-BEHM-KÜMMEL, Einleitung in das Neue Testament 296; para
28
Ejemplos en A. DEISSMANN, Licht vom Osten. Das Neue Testament la clasificación histórica del género de la carta cf. F. MUSSNER, Der Jacobus-
und die neuentdeckten Texte der hellenistisch-rómischen Welt (Tübin- brief: H T h K 13,1 (Freiburg 1964) 23-26.
33
4
gen i923). Cf. K. H. SCHELKLE, Die Petrusbriefe. Der Judasbrief: H T h K 13,2
(Freiburg 1961) 3S.
148 C.3. Método de la historia de las jornias Historia de las jornias 149
Cuan fuerte y eficazmente se impusiera el género «cartas» en al poder de la maldad y en el que triunfa el pecado y los bue-
la primitiva Iglesia, lo podemos deducir de que, al terminar nos padecen persecución, se ha de desmoronar en épocas pre-
el período apostólico, las Cartas Pastorales se atienen al patrón cisas de duración concreta, que se fijan según Dan 2,37-40
de las paulinas; la segunda de Pedro sigue con toda fidelidad o el Libro de EtHen 85-90, y fechas tan exactas que se puede
la forma de la primera carta. calcular su fin. La historia se desarrolla en lucha de oposición
Todas las cartas del Nuevo Testamento contienen no sólo rencorosa: Dios y el Malo están frente a frente. La batalla ter-
las ideas personales de sus autores, sino aun «los materiales mina con el triunfo de Dios, que conduce victoriosamente al
estereotipados en forma de pequeño Midrasch, diatribas bre- nuevo Eón, a la duración del mundo futuro, con la ayuda vi-
ves, himnos cortos o fórmulas litúrgicas y parenéticas» 34. Es- gorosa de su Mesías. En contraste con el fondo sombrío de las
tos materiales de tradición incorporados a las cartas es lo que espantosas angustias que precederán al fin del mundo, brilla
se ha denominado «formas». con colores más enérgicos y triunfales la pintura del tiempo
de salvación. Las revelaciones se presentan la mayoría de las
d) Las apocalipsis veces en forma de sueño y visiones; y los autores apocalípticos
El Apocalipsis de Juan ha dado nombre a todo un «género» proyectan lo contemplado valiéndose de imágenes, símbolos
literario, que corre desde el profetismo del Antiguo Testamen- y alegorías de estremecedoras turbulencias y crispadas lobre-
to, pasa por la apocalíptica del judaismo tardío y desemboca gueces. Juegan además papel importante las cabalas y símbo-
en la apocalíptica cristiana 35. Ya en los escritos de los profe- los de números. Las apocalipsis todas quieren servir a un fin
tas veterotestamentarios se encuentran ocasionalmente pasajes práctico: fortalecer a los buenos para la defensa de su fe en
apocalípticos (p.ej., Is 24-27; partes amplias del libro de Eze- tiempos tan ásperos, haciéndonos confiar en la providencia de
quiel, sobre todo los c.37 Y 4°; el libro de Daniel—más de Dios a pesar de todas las angustias trágicas: Dios conduce sa-
cerca los c.7-12—, se pueden considerar como las apocalipsis biamente la historia, como Señor de ella, a fin dichoso.
más antiguas). Esta tradición, que se apoya en el Antiguo Tes- A la literatura apocalíptica como «género» pertenece el Apo-
tamento, continúa en las apocalipsis apócrifas judías que pro- calipsis de Juan. Por pertenecer al «género» el libro del cuarto
liferan en el espacio comprendido entre el siglo 1 a. C. y el evangelista trae una serie de visiones simbólico-alegóricas, en
siglo n cristiano. Los autores, todos ellos, aparecen ampara- las que cobran gran importancia el simbolismo de los núme-
dos por el nombre de algún personaje importante antiguo, ros, y describe el mundo presente dominado por el Maligno,
p.ej., Henoc, Abraham, Moisés, Elias, Baruc, etc. En una épo- como también pinta el juicio divino y la bienaventuranza de
ca en la que se había apagado la profecía, se atreven nada me- los elegidos en la fase nueva del mundo. Finalmente, se propo-
nos que a hablar en su nombre propio. Después del Apoca- ne por meta el afianzamiento de los lectores en la confianza en
lipsis de Juan surge toda una literatura cristiana apocalíptica: Dios y en Cristo, exhortando a la valentía paciente frente al
el Apocalipsis de Pedro, de Pablo, del Pastor Hermas, etc. estremecedor poderío de Satán.
Todas las apocalipsis pretenden ser revelaciones, adivina- Se inspira la obra de Juan en los libros del Antiguo Testa-
ciones sobre el fin de la duración de este mundo y sobre los mento y en la apocalíptica del judaismo tardío, recogiendo
acontecimientos del mundo futuro. Estos desarrollos escatoló- de todo los más varios elementos. Pero, aun advirtiendo
gicos tienen la pretensión de penetrar en el curso de la histo- en su obra ecos frecuentes de origen judío, hay que admitir
ria que comenzará a partir del final de este estadio nuestro; que, por su elaboración, es una producción cristiana. Y es que
a eso van ordenados. El tiempo actual del mundo, sometido por su alzada y construcción presenta un sello francamente
34
E. FASCHER, un artículo «Briefliteratur, urchristliche, formgeschicht- personal frente a la apocalíptica judía. Como en los demás
lich»: R G G 3 I 1413. libros neotestamentarios, el centro de atención lo ocupa Cris-
35
Para todo el tema cf. E. HENNECKE-W. SCHNEEMELCHER, Neutesta- to, a quien se le anuncia como a «Verbum incarnatum» (12,1-5),
mentliche Apokryphen II 407-421 428-454 (P. Vielhauer).
150 C.3. Método de la historia de las formas Historia de las formas 151
sacrificado en la cruz (11,8; cf. 5,6), Hijo del hombre (i,i3s; rencia, el material doctrinal. No debemos, con todo, tomar es-
cf. 14,14), exaltado a la derecha del Padre, que guía los desti- ta división en un sentido exclusivo, porque es evidente que el
nos del mundo y de su Iglesia y aparecerá como juez para evangelio de Marcos contiene también tradiciones doctrinales,
crear, después del juicio, el nuevo cielo y la tierra nueva y, a su vez, la Q perícopas que en su forma se acercan más
(c. 19-22). a tradiciones de tipo histórico.
Mientras la apocalíptica judía se dedica a ingenuas especu- Ya advertíamos en la introducción de este capítulo que el
laciones sobre el acabamiento de este mundo y el nacer del dividir la tradición en doctrinal e histórica, aplicado a la Igle-
nuevo, el Apocalipsis de Juan está transido de la fe maciza de sia primitiva, tiene su precedente en la distinción de la tradi-
que, con la hazaña redentora de Cristo, se ha inaugurado ya ción judaica tardía Halakha y Haggada en la que puede haber-
el mundo nuevo, alcanzando su eficacia hasta para el viejo que se inspirado la literatura cristiana.
continúa todavía en pie. Sin embargo, no se adivina la hora de En general podemos decir que en la Iglesia apostólica las
la parusía (cf. 16,15; 3,3). Su pintura del fin del mundo coin- palabras y dichos del Señor se consideraban como instruccio-
cide en lo esencial con los pasajes apocalípticos de los otros nes doctrinales, mientras que las historias de los hechos de
libros del Nuevo Testamento (cf. 2 Tes 2,1-12; 1 Tes 4,13 Jesús se proponían para explicar quién y cómo era la persona
5,6; 2 Tes 1,4-10; 1 Cor 15,20-28) y se asemeja tanto a las del Señor 36.
apocalipsis «sinópticas», que podríamos decir ser el Apocalip-
sis de Juan un desarrollo puntualizado de las apocalipsis en 1) La tradición doctrinal
los Sinópticos.
Es cosa admitida por los autores clasificar los «logia» en
A semejanza de las cartas de Pablo, la circunstancia de
grupos con su caracterización correspondiente. Podemos ad-
tiempo que motivó la composición del Apocalipsis fue conso-
mitir en lo esencial la agrupación que reseñamos aquí sin pre-
lar y alentar a los cristianos de Asia Menor oprimidos por la
tensiones de ser exhaustivos 37.
angustia del presente: permaneced sosegados y animosos en
las apreturas amargas del momento en el que Satán actúa som- a) Dichos proféticos
bríamente pareciendo tener en su mano la victoria. Sabed que
Los dichos proféticos que se refieren a la salvación, los
Cristo ha triunfado en realidad y dará parte en su triunfo a los
condensa Jesús en el anuncio del mensaje sobre la proximidad
que luchan y se mantienen fieles incluso hasta el martirio.
del reino de Dios. Podemos elegir algunos ejemplos estudiando
en ellos su forma.
2. Las formas
Le 12,32:
Los materiales de la tradición incorporados luego a los di-
versos libros del Nuevo Testamento ofrecen variedad de for- El «logion», pieza autónoma en un principio, lo incorpora
mas que debemos examinar por separado siguiendo los grupos Lucas a la sección 12,22-31, que tiene su paralelo en Mt 6,
distintos de escritos neotestamentarios. 25-33- La frase comienza con el requerimiento ur¡ q>o|3oü, que
se encuentra frecuentemente en los discursos proféticos vete-
a) Evangelios rotestamentarios (cf. Is 7,4; 10,24; 41,10.14; 43,1.5; 44,2; 54,4;
Se pueden dividir en dos grupos capitales las formas den- 36
Esta división bipartita de Act 1,1: TTOIEIV TE KOÍ SiBáaraiv refleja la tra-
tro de los Evangelios sinópticos, y las caracterizaríamos: tra- dición sobre Jesús.
37
dición literaria y tradición de hechos históricos. Esta división Cf. para esto R. BULTMANN, Die Geschichte der synoptischen Tradi-
tion: F R L A N T N F 12 (Góttingen 5 ig6i) 73-222; A. WIKENHAÜSER, Ein-
bimembre recuerda la teoría de las fuentes literarias: para Ma- leitung in das Neue Testament i86s; A. ROBERT-A. FEUILLET, Introducción
teo y Lucas suministra el evangelio de Marcos principalmente a la Biblia II 283SS; R. SCHNACKENBURG, art. «Formgeschichtliche Metho-
de»: L T h K 2 IV 211; G. BORNKAMM, art. «Evangelien, formgeschichtli-
el material histórico, y la colección de «logia» (Q), con prefe- che»: RGG3 II 752.
152 C3. Método de la historia de las formas Historia de las formas 153
Jer 26,28, etc.; cf. Is 13,2; 35,4; 5i.7¡ Jer 10,2,5, etc.), y el Le 10,23.24 = Mt 13,16.18:
discurso (cf. Is 10,24). El anuncio de salvación de la poccnAeía Estamos aquí ante un nuevo «logion» sacado de la Q y ori-
lo hace resaltar poniendo el OTI. Con esto el «logion» se acerca ginariamente pieza independiente. Mateo y Lucas lo insertan
a la forma de los macarismos, pero, a diferencia de éstos, la en su evangelio, pero en contextos diferentes. Mateo lo pone
proposición OTI contiene una afirmación sobre Dios. en el capítulo de las parábolas, más concretamente en la perí-
Le 13,28.29 = Mt 8,11.12: copa Mt 13,10-17. Lucas lo hace en la acción de gracias de
Mateo trae la sentencia dentro de la perícopa de la cura- Jesús (Le 10,21.22), pero lo introduce como si fuera nuevo.
ción del siervo del centurión de Cafarnaúm (Mt 8,5-13), al Aun admitiendo quizás que Lucas recorta el «parallelismus
paso que Lucas la sitúa en un conjunto de manifestaciones es- membrorum», con todo es seguro que aquí en Le los oyentes
catológicas (Le 13,22-30). no son proclamados dichosos precisamente por oír y ver, sino
por razón de lo que ven y oyen, es decir, de lo que viven» 39 .
Que haya el primer evangelista metido un «logion» tomado
de otra parte en el pasaje 8,5-13, se saca con seguridad aten- Lo que ven y hace que sean sus ojos bienaventurados es
diendo a la forma del «logion», que no se acomoda a la narra- la salvación mesiánica (cf. Sal 17,50). Ya en el Antiguo Testa-
ción de un milagro y que la fórmula de introducción del v. 11 mento y en la literatura del judaismo tardío se encuentran lis-
repite la del v.io; por otra parte, Lucas, tn la historia paralela tas de macarismos, y con toda certeza en los Libros Sapienciales
del milagro del centurión tampoco la trae (Le 7,1-10). Puede (Eclo 25,7-11) y en los textos apocalípticos (EslHen 42,6-14;
depender de aquí el cambio de posición de las dos partes del 52,1-16). Macarismos en serie los hay en los Evangelios sinóp-
«logion» en Mateo, que altera el orden, pasando a segundo lu- ticos en el sermón de las Bienaventuranzas (Mt 5,3-10 = Le 6,
gar lo que correspondía a la primera parte, y al contrario. En 20-23). Esto es más patente en Mateo que en Lucas: aquél los
todo caso, hay que admitir que la redacción de Lucas en este articula en dos estrofas (v.3-6; 7-10); Lucas pone cuatro sen-
punto, como es frecuente, se aproxima más a la redacción de tencias de amenaza frente a cuatro macarismos. Aquí Mateo
la Q que la del evangelio de Mateo. se acerca más a la fuente que Lucas por la forma de poner los
enunciados de las bienaventuranzas en tercera persona 40 .
El anuncio de la salvación se contiene en la segunda parte
del «logion» y se emparenta con la predicación profética del Dentro de la gran variedad de aspectos, se da siempre una
mismo tema (cf. Jn 4,9,12; 59,19; Jer 3,18; Mal 1,11). Como constante característica: la actitud ante Dios y el comporta-
en los profetas, también aquí se hará en el futuro, y el anuncio miento con los demás hombres, sus prójimos. También el mo-
de salvación, sobre el que marcadamente se carga el acento, tivo de las bienaventuranzas, aunque proclaman formas parti-
tiene el aire de una amenaza profética. culares de salvación, pero no son sino variaciones del tema
A veces, como ya en el Antiguo Testamento y en los es- principal, la paaiAeía, tesoro básico. Por este camino se corres-
critos tardíos del judaismo, el mensaje de salvación reviste for- ponden el fondo real y la forma literaria de los macarismos y
ma de macarismo 38. Aquí con toda evidencia se dan dos mol- los enunciados escatológicos.
des: uno el de la literatura sapiencial de los proverbios (Prov 3, Lo contrario del macarismo es la maldición. Acertadamen-
13; 8,32s; Eclo 48,11; 50,28; Sal 1,1), y el otro el de la litera- te contrapone Lucas por esto cuatro maldiciones frente a cua-
tura apocalíptica (Dan 12,12; Tob 13,14; SalSmón 4,23; 17,44; tro bienaventuranzas (Le 6,24-26), como también en otros
cf. 4 Esd 7,45). Claramente Jesús hace uso de la forma del ma- libros se encuentran pareados macarismos y maldiciones
carismo apocalíptico. (v. EslHen 52; cf. EtHen 5,7).
38
Fijándose en la historia de las formas, esas maldiciones se
Cf. sobre el tema K. KOCH, Was ist Formgeschichte?, sobre todo 7-9.
acercan a los discursos de amenaza de los profetas (cf. Is 5,
-19 R. BULTMANN, Die Geschichte der synoptischen Tradition 114.
40
Cf. DUPONT, Les Beatitudes (Brügge 2 iQ58) 297.
-•-54: C.3. Método de la historia de las formas , Historia de las formas 155
8-12; 10,1-2; 33,1; Hab 2,6-19; EtHen 94-103) y aparecen fre- y) Dichos jurídicos o legislativos
cuentemente asimismo en los dichos de Jesús (cf. Mt 11,21- Varios «logia» de Jesús adoptan forma de dichos jurídicos
24 = Le 10,13-15; Mt 12,41.41 = Le 11,31.32; Mt 23,4ss = y hay que admitir con toda seguridad que así los entendió y
Le n,43ss; Mt 23,34-36 = Le 11,49-51; Mt 23,37-39 = lo transmitió la Iglesia primitiva. Nos encontramos, por lo
Le 13,34-35)- mismo, con «logia» en forma de sentencias jurídicas apodícti-
Como queda advertido, la forma profética hunde profun- cas como, p.ej., en Mt 7,6, o en forma casuística, como en
damente sus raíces en el Antiguo Testamento. La novedad de Me 10,10-12 (cf. Mt 19,9). En ambos casos se debe observar
los «logia» de Jesús, cuando actúa de profeta, reside en el anun- que el «ius talionis» se difiere para el tiempo escatológico 42
cio del tiempo nuevo de la salvación, la pccaiAeíoc. (cf. M t 7 , i y Me 8,38).
P) Dichos sapienciales 8) Comparaciones
No cabe duda que muchos de los «logia» de Jesús, desde Entiende el Antiguo Testamento por Maschal la exposi-
el punto de vista de la forma, se deben clasificar como dichos ción breve y enérgica de un pensamiento valiéndose de una
sapienciales, forma literaria madura ya en la literatura vetero- sentencia y proverbio, o la presentación más o menos desarro-
testamentaria y del judaismo tardío. llada de una idea con el recurso de una imagen o comparación.
Esto vale para los proverbios como para los dichos formu- Maschal alude principalmente a un dicho que contiene una
lados en forma de apotegmas. Ejemplos: Me 6,4 ( = Mt 13, comparación o la provoca. El concepto Maschal comprende
57 = Le 4,24): «ningún profeta es tenido en poco sino en su una gama amplia: desde el proverbio, la paradoja y el acertijo,
patria y entre sus parientes y en su familia»; Mt 6,34b: «básta- pasando por la frase sapiencial, hasta la comparación o pará-
le a cada día su afán»; Le 6,45: «pues de la abundancia del co- bola propiamente dicha y la alegoría. Para todas estas formas
razón habla la lengua». Este proverbio puede construirse lite- se pueden encontrar ejemplos en los dichos de Jesús: prover-
rariamente con dos miembros a modo de «parallelismus mem- bio (Le 4,2-3), paradoja (Me 10,25), frase enigmática (Jn 2,19;
brorum»: Le 6,45: «el hombre bueno, del buen tesoro de su cf. Mt 26,61 par.), frase sapiencial (Mt 7,17), parábola (Le 15,
corazón saca cosas buenas, y el malo saca cosas malas de su 4-7), alegoría (Mt 13,36-43 comparándolo con Mt 13,24-30).
mal tesoro del corazón» (paralelismo antitético). Todas las maneras de hablar de los Evangelios sinópticos
Dijimos arriba que en las sentencias sapienciales se utili- que llamamos parábolas, son el desarrollo de dos formas fun-
zan los «macarismos». Tal vez podríamos aplicar esto a las damentales: la comparación y la metáfora.
«bienaventuranzas» según las trae Le 11,28 41 . Aunque alguna de las parábolas pueda haber nacido de
Lo mismo que en la literatura sapiencial del Antiguo Tes- una frase puramente metafórica (como, p.ej., Mt 24,43.44),
tamento y del judaismo tardío, también en los dichos de Jesús pero, en la mayoría de los casos, se trata de una comparación
se acude con frecuencia al Maschal. Aunque más exactamente desarrollada en la que metáfora y realidad se contraponen.
deberíamos hablar del Maschal como de una forma de «logion». La metáfora describe un acontecimiento real o imaginado
Si bien tales «logia» pertenecen a un tipo de enseñanza muy de la vida de la naturaleza o de la vida cotidiana del hombre,
extendido y que colocan a Jesús en la línea de los doctores del y aquí todas las imágenes conservan su significación natural
Antiguo Testamento y de los contemporáneos del Señor, pero y propia. Si ocurre entonces dar con un rasgo en el que aquel
debemos decir, como cuando la forma profética: «y hay aquí acontecimiento natural coincide con una verdad divina o con
algo más que Jonás... y aquí hay algo más que Salomón» una exigencia moral, surge el «tertium comparationis». Por
( M t 12,41-42; cf. Le 11,31-32). ejemplo, Le 15,4-17: así como un pastor se alegra de haber
41 42 E. KASEMANN, Satze heiligen Rechts im Neuen Testament: Exegetische
Cf. R. BULTMANN, Die Ceschichte der synoptischen Tradition 80. Versuche und Besinnungen II (Gottingen 1964) 70.
156 C.3. Método de la historia de las jornias
Historia de las jornias 157
vuelto a encontrar la oveja descarriada, del mismo modo en el
cielo ( = forma sustitutiva de Dios) habrá alegría por un pe- M t 13,33 = L e 13,20; M t 13,44.45.47.52; 20,1 = Le 6,49; 12,
cador convertido. Aquí el «tertium comparationis» es la alegría. 36) o óuoico6r)CT6TOT (cf. Mt 7,24.26; 25,1) corresp. óuoicoOri
Por haberse fijado en sólo un rasgo, metodológicamente no es (cf. Mt 13,24; 18,23; 22,2) o comienzan con una introducción
admisible hacer resaltar todas y cada una de las figuras. más larga, p.ej., Me 4,30ss (cosa parecida Le 7,31; I3,i8ss)
Todavía otra característica de la comparación propiamente o Le I3,20ss (parecidamente Mt 11,16 o Le 6,47). Esta intro-
dicha: logra una fuerza persuasiva increíble gracias a la verdad ducción corresponde al comienzo sencillo por dativo de las
o los elementos de verdad de donde arrancó la comparación comparaciones rabínicas 45 .
y que quiere expresar. Esta es la razón de por qué a menudo No raras veces nos encontramos en las comparaciones ra-
al comienzo de la metáfora o parábola se ponen frases como bínicas con la conclusión de lo más fácil a lo más difícil. Tam-
oúSeís (cf. Me 2,21.22), o -rras (cf. Mt 7,19; 12,25 par.), o iras bién se da esto en las comparaciones de Jesús (cf. Mt 6,26.30
oú Súvcrrai (cf. Me 2,19 par.; Mt 7,18 con Le 6,43), o uf|-n = Le 12,24.28; Mt 7,11 = Le 11,13).
(cf. Mt 7, 16; Me 4,21), o se formula a modo de interro- En la alegoría, el hecho natural va cobrando, por pasos,
gación (cf. Le 15,4-8). importancia significativa: cada objeto y cada figura se convier-
Parábola y narración de ejemplos son formas especiales de ten en cuadro para el tema del que se quiere hablar. La seme-
janza se aproxima muy de cerca a la simple comparación, y en
comparación. Mientras la comparación arranca de un hecho
ella, lo que la comparación expresa con un «como» o con una
general reconocido o de una experiencia vivida, la parábola se
imagen, se expresa con un hecho acontecido o con un ejemplo.
ciñe a un caso particular y su nota característica es ser «una
narración ornamentada con pequeños rasgos secundarios, na- En cambio, la alegoría consta de metáforas puestas en ca-
rración en la que se ha convertido una metáfora» 43 . El tema dena, y todas ellas quieren ser explicación de un acontecimien-
to real. Por eso la metáfora, valiéndose de un «es» y respecti-
de la narración no es lo que un hombre cualquiera hace o po-
vamente de un «son», se equipara a los dichos que registran
dría hacer, sino lo que un personaje concreto, y en una situa-
realidades. Así Mt 13,36-43, donde la parábola de la cizaña
ción también concreta, ha realizado alguna vez (cf. Mt 13,
entre el trigo (Mt 13,24-30), cobra significación alegórica.
44.45.46).
También se dan acciones y gestos parabólicos que pueden
De lo que ese personaje ha hecho en realidad se concluye,
clasificarse como «forma»-parábola. Frecuentemente topamos
por analogía, lo que yo debo hacer. Aquí está precisamente la
con este fenómeno en los profetas veterotestamentarios, y en
línea divisoria entre parábola y narración de ejemplos: la pa-
la vida de Jesús no raras veces. Como gesto parabólico se ha
rábola hace referencia a una cosa que cualquiera en general
de interpretar cuando Jesús se sienta en camaradería a la mesa
haría; la narración de ejemplos propone un caso modelo 44: el
de los pecadores, y los recibe en su casa (Le 15,12), o cuando
samaritano, este samaritano concreto, procedió ejemplarmente
escoge el número «doce» para sus apóstoles como patriarcas del
cuando se compadeció del apaleado por los ladrones, mientras
nuevo pueblo de Dios (Me 3,13-19 = Mt 10,2-4 = Le 6,12-
que el sacerdote y el levita pasaron de largo sin atenderle 16), o cuando el Señor toma un niño, lo pone en medio de los
(Le 10,30-37). discípulos y dice: «En verdad os digo, si no es volviereis y os
Las parábolas de los Evangelios sinópticos suelen comen- hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos»
zar con una fórmula introductoria sencilla, p.ej., cbs, worrep (Mt 18,1-3; cf. Me 9,33-37; Le 9,46-48), o cuando lava a los
(cf. Mt 25,14; Me 4,31; 13,34; cf. Me 4,26) o óuoiós éciTiv, discípulos los pies en la última cena (Jn i3,iss). Gesto parabó-
óuoíoc éoriv (cf. Mt 11,16 = Le 7,32; Mt 13,31 = Le 13,19; lico es también cuando Jesús hace su entrada en Jerusalén en
« F. HAUCK: ThW V 749. 45
44
Cf. E. LINNEMANN, Gleichnisse Jesu. Einführung und Auslegung (Got- Para esto cf. BILLERBECK, I 653; II 7-9; R. BULTMANN, Die Geschichte
tingen 1961) 14. der synoptischen Tradition 194S; J. JEREMÍAS, Die Gleichnisse Jesu (Gottin-
gen 61962) 99-102.
158 C3. Método de la historia de las formas Historia de las jornias 159
u n asnillo (Me 11,1-10 = M t 21,1-9 — L e 19,29-38; cf. Zac el v.óob 4 9 . Además de esto hay que admitir que en la Q s e han
9,9) o cuando maldice la higuera infructuosa ( M e 11,12-14. colocado en serie tres «logia» m u y parecidos en su forma. T i e -
20.21). nen de c o m ú n los siguientes caracteres; todos los tres «logia»
se construyen en forma de diálogo: a veces es u n innomina-
e) LOS «yos» d o 5 0 el que se dirige con el ruego de q u e se le admita en el
seguimiento y, correspondientemente, se le urge a Jesús que
Debemos prestar atención en este punto, ante todo, a las
le contesta en forma de proverbio. El segundo «logion» (v.59.
frases construidas con f¡A0ov46. Se formulan, o positivamente
60) cambia el esquema, y comienza con la llamada de Jesús a
(f)A6ov como en L e 12,49; M t 10,35), ° negativamente (OÚK
su seguimiento, al que se añade la petición de urgencia del
fjAOov como en M e 2,17 par.; M t 5,17; 10,34).
anónimo, y a quien replica Jesús con palabras terminantes.
Expresan la conciencia que tiene Jesús de ser el enviado de
Con la dramatización de este diálogo, el «logion» se acerca en
Dios (cf. M e 1,38) y condensan con la partícula OTI, en una
mucho a una historia vocacional. Con todo, aquí—como en
fórmula altamente significativa, el cometido de su misión 4 7 .
los otros dos «logia»—el acento se carga, no sobre el hecho en
A la misma forma pertenecen aquellas frases o sentencias en
sí, sino marcadamente sobre las palabras definitivas de Jesús,
las que en vez del «yo» se pone el sujeto «el Hijo del hombre».
que adquieren importancia particular. Nótese q u e en ninguno
Suelen introducirse mediante el giro r)A0ev ó uiós TOÜ áv0pcÓTrou
de los tres «logia» no se habla para nada de cómo reacciona el
u otros (así M e 10,45 = M t 20,28; Le 19,10; cf. M t u . i 8 s s
interesado a los requerimientos de Jesús, cosa que no falta ja-
= Le 7.33ss).
más en las historias que nos dan cuenta de las vocaciones. Evi-
E n estrecha conexión con la expresión fjAOov están las fra-
dentemente, lo que aparece en los «logia» es que se quiere in-
ses de los demonios sobre la venida de Jesús (Me 1,24; Le 4,34;
culcar lo que le espera y lo que tiene q u e hacer el invitado al
cf. M t 8,29), otra manera de decir lo que expresa Jesús cuando
seguimiento de Jesús.
habla de su misión (cf. M t 15,24) o cuando se dirige a sus dis-
cípulos y los envía a «preparar la venida de Jesús» 4 8 (cf. M t 10, n) Agrupación y composición de dichos
16 = L e 10,3; Le io,i9ss; Le 22,28-30).
El ejemplo anterior de las perícopas que hablan del segui-
N o se deben considerar como especiales algunos modos de
miento nos ha demostrado que, aunque agrupadas con otra
decir «yo», puesto que van implícitos en otras formas (cf. M t
perspectiva, pero se encuentran ya en la Q «logia» iguales en
11,25 = Le 10,21 o M e 1,17).
la forma. T a m b i é n en la tradición preevangélica y no sólo en
Q Dichos que hablan de «seguimiento» la Q , sino aun en la tradición anterior a Marcos, hallamos la
forma de agrupación de dichos.
El tratar de las frases en que se habla de seguimiento como
Quizá la forma fundamental del «sermón de las Bienaven-
de «forma» especial, creemos se justifica plenamente, puesto
turanzas», según la estructuración seguida por M t 5-7 y Le 6,
que —lo mismo que en M t 8,12-22 y L e 9,57-62—se encuen-
20-49, o la agrupación de las frases sobre el Bautista ( M t 11,
tran agrupadas ya en la Q con características formales. Queda
2-19 = Le 7,8-35), pudieran considerarse como otros tantos
demostrado arriba que Lucas reflejó fielmente el modelo Q
ejemplos de agrupación de pasajes dentro de la Q . La compa-
hasta cuando pone pequeños pulimentos estilísticos y añade
ración que trae la Q indica que comparaciones parecidas die-
46
Para el tema cf. J. SCHNEIDER: T h W II 664S (Lit.). ron origen a una parábola doble (cf., p.ej., Le 13,18-21 = M t
47
El escepticismo exagerado de R. Bultmann, sobre la posibilidad de I3.3I-33)51-
que hubiera pronunciado Cristo estas palabras, procede de un prejuicio; la 49
derivación de la gnosis helenística es totalmente inexacta; cf. Die Geschichte Cf. p. 123-124.
50
der synoptischen Tradition 164-168; E. KÁSEMANN, Die Anfánge christlichen Cf. W . GRUNDMANN, Das Evangelium nach Lukas 203: «La Q desco-
Theologie: Exegetische Versuche und Besinnungen II 96. noce la vocación de discípulos que se señalen con este nombre».
51
48
W . GRUNDMANN, Das Evangelium nach Lúkas 207. Cf. sobre esto J. JEREMÍAS, Die Gteichnisse Jesu 89-91.
160 c.3. Método de la historia de las formas Historia de las formas 161
Por lo que hace a la tradición premarciana, se puede pen- Ateniéndonos principalmente a los fondos de la tradición
sar como caso típico lo que vemos en las grandes composicio- que tuvo delante el evangelio de Marcos, se puede considerar
nes de Me 9,33-50 y 10,1-45 52 . Aun como conjunto de pará- como posible Ja siguiente clasificación:
bolas (Me 4,1-32), lo debió de encontrar ya formado en lo
esencial el segundo evangelista 53 . a) Paradigmas
Estas agrupaciones de dichos del Señor obedecían a razones M. Dibelius caracteriza como paradigmas, narraciones cor-
de forma desde puntos de vista real (cf. la unión de parábolas tas (especie de apólogos) bien terminadas en cuanto piezas de
Me 4.1-32) dictadas o por exigencias de tema (así, p.ej., Me 9, literatura, de las que se echaba mano como de ejemplos en la
33-5°) o por imitación de la literatura de los proverbios predicación 56 . Encontramos—según Dibelius—en el paradig-
(cf. Me 9,49-50) 54. Ambos aspectos no se excluyen el uno al ma estos rasgos típicos:
otro. Así, dentro de una agrupación de parábolas (Me 4,1-32), 1. La perfección redondeada de la narración que no ne-
nos encontramos con una unión conjuntada de proverbios cesita ni introducción ni epílogo para resultar una pieza com-
(Me 4,21-25). En Me 9,33-50, en cambio, se agrupan diversos pleta dentro de su concisión.
«logia» encadenados por su fondo temático (Me 9,49-50). 2. La brevedad y sencillez de la narración, de la que se
hallan ausentes tanto el interés biográfico como los rasgos per-
2) L a t r a d i c i ó n histórica
sonales de los que intervienen. ¿Qué es lo que sacamos, en
resumidas cuentas, de los personajes que nos salen al paso en
La fijación de las formas particulares del material narrati- los paradigmas? Apenas nada, si no es el que entran en con-
vo ofrece bastantes más dificultades que las clasificaciones de tacto con Jesús y el cómo han llegado a El. Lo que realmente
los «logia». Y esto por dos razones: primera, porque la deter- sacamos y debemos sacar es esto: ¿cómo ha contestado Jesús
minación de las formas se ha de hacer, lo más posible, según a ese encuentro? 57
puntos de vista «formales», indicando bien los materiales in- 3. El estilo edificante, el «tono absolutamente religioso, es
corporados de la tradición, y, segunda, porque rara vez pre- decir, no profano en modo alguno de la narración» 58.
sentan formas puras de un tipo concreto, sino que lo más fre- 4. El relieve acusado de las palabras de Jesús. «Y se ad-
cuente es que se den formas entrecruzadas. Nada extraño, por vierte a la continua que lo que dice Jesús—aunque vengan sus
esto, el que M. Dibelius y R. Bultmann mantengan posiciones palabras al final de la perícopa—es lo que importa y es lo que
visiblemente dispares en este punto. G. Bornkamm 55 ha pro- pretende comunicarse a los oyentes como regla de fe o vida
puesto—y muchos la aceptan hoy—la división entre «historias prácticas» 59 .
de Jesús» e «historias de Cristo». 5. El que lo narrado se condense apretadamente en un
A mi parecer, esto no se ajusta a la idea fundamental de la pensamiento útil para la predicación, sea una palabra sencilla
tradición sinóptica; jamás encontraremos aquí una «historia de o un gesto ejemplar o, finalmente, una exclamación de la mu-
Jesús» que no haya que entenderla al mismo tiempo como una chedumbre que ensalza el hecho 6 0 .
«historia de Cristo». Prescindiendo de la teoría sobre la predicación, demasiado
52
Cf. R . SCHNACKENBURG, Mk 9 , 3 3 - 5 o : Synoptische S t u d i e n ( F e s t -
estrecha, estos rasgos de caracterización, que se leen en todas
schrift für A . W i k e n h a u s e r ) ( M ü n c h e n 1953) 184-206; I D . , Zur formges- las narraciones evangélicas, los tenemos por acertados.
chichtlichen Methode in der Evangelienjorschung: Z K T h 85 (1963) 23-26. El ejemplo de la curación del paralítico (Me 2,1-12) puede
53
S. R. B U L T M A N N , Die Geschichte der synoptischen Tradition 351;
cf. J. JEREMÍAS, Die Gleichnisse Jesu 9 1 ; E . S C H W E I T Z E R , Zur Frage des Mes- 56
Die Formgeschichte des Evangeliums 34-66.
siasgehimnisses bei Markus: Z N W 56 (1965) 4-7. " Ibid., 4 7 .
54
Cf. H . Z I M M E R M A N N , «Mit F e u e r gesalzen werden». Eine Studie zu 58 Ibid., 5 3 .
Mk 9 , 4 9 : T h Q 137 (1959) 28-39. 59 I b i d . , 54.
55
Cf. el artículo fEvangelien, formgeschichtliche»: R G G 3 II 752. 60 I b i d . , 55.
Métodos bistórico-críticos
162 c.3. Método de la historia de las formas Historia de las formas 163
esclarecer brevemente lo dicho arriba. Después de una transi- uou (Me 1,17 par.), y dcKoAoúüei uoi (Me 2,14 par.). En la vo-
ción estilística y la introducción (v. 1.2) comienza la narración cación de la segunda pareja de discípulos se dice sustancial-
con el vago e indeterminado KOCÍ epxovToa (cf. 1,40; 2,18). Sin mente lo mismo: éráXeasv OCÚTOÚS (Me 1,20 par.). La segun-
apenas datos de la situación, se describe cómo al paralítico, da observación se refiere a la obediencia incondicional con que
que está en una camilla, le llevan a Jesús entre cuatro. La na- responden los interesados a la llamada de Jesús. No se trata
rración termina con una aprobación final (v.12). Estamos efec- ya precisamente del verbo CCKOAOUQEÍV, sino se pone más bien:
tivamente ante una pieza completa y de una brevedad evidente á-nrjAOov ÓTTÍCTOO OCÚTOÜ (Me 1,20). La obediencia inmediata a la
cargada de sencillez. Nada se saca sobre quiénes eran aquellos llamada de Jesús, o se pinta de un modo gráfico, como en la
hombres, ni qué es lo que les había movido a llevar a Jesús historia de los primeros discípulos: «dejaron inmediatamente
aquel enfermo. Apenas si se dice lo imprescindible sobre el las redes» (Mt 4,20), correspondientemente: «ellos luego, de-
enfermo. Faltan «datos sobre el historial del enfermo, indica- jando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros», se
ciones técnicas de la curación, pruebas de la realidad de la cu- fueron en pos de El» (Me 1,20) o, como en la vocación de Leví,
ración» 61 . que se dice concisa y enérgicamente: «se levantó y le siguió»
En cambio, es claro el «estilo edificante» de la narración; (Me 2,14) 63 . Las narraciones de vocaciones valen como ejem-
pretende ilustrar el punto de la fe y el del perdón de los peca- plos de cómo llama Jesús y lo que se le exige al que se decide
dos. Como también es patente que figuran en primerísimo pla- a responder a la llamada.
no las palabras de Jesús, las del perdón de los pecados y las
de que «el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para per- (3) Diálogos-disputa
donar los pecados» (v.io). Palabras de Jesús de importancia M. Dibelius se niega a reconocer en las disputas una forma
general para la fe cristiana y que se ponen en relación con los propia de tradición 64 , mientras que R. Bultmann las engloba
oyentes. Con toda claridad vemos en esta narración el elemen- en los «diálogos doctrinales», grupo particular dentro de los
to paradigmático, que no toma como centro la curación cor- apotegmas 65 .
poral del enfermo. Lo que quiere hacer resaltar es que da aquí Tiene razón M. Dibelius en cuanto que se dan narraciones
un ejemplo probativo de que Jesús tiene el poder de perdonar que—como, p.ej., en la historia, ya aludida, de la curación del
los pecados. El coro final resuena con la alabanza de Dios y el paralítico (Me 2,3-12)—contienen un elemento dialógico a es-
asombro de la gente sobre lo sucedido. tilo de las disputas, pero que a pesar de esto hay que contarlas
Otros paradigmas: los discípulos arrancan espigas en sába- más bien entre los paradigmas y no entre las disputas. En cam-
do (Me 2,23-28), la curación del hombre de la mano seca bio, no le asiste la razón en cuanto que se encuentran en la
(Me 3,1-6), la unción de Betania (Me 14,3-9). tradición sinóptica disputas, imposibles de catalogar como pa-
Como grupos especiales de paradigmas podemos fijarnos radigmas, sino que hay que tenerlas como una «forma» aparte.
en las historias de vocaciones 62 . No vamos a recorrer ahora Contra R. Bultmann se debe decir que coloca entre las dispu-
cada una de estas historias, sino las que se pueden considerar tas perícopas que pertenecen a los paradigmas (como, p.ej.,
como típicas: la vocación de los primeros discípulos (Me 1,16- 63
Con razón acentúa A. Schulz, o.c, 100-103, que el esquema de las
20, par. y cf. Le 5,1-11), la vocación de Leví-Mateo (Me 2, vocaciones de la tradición sinóptica tiene antecedentes serios en el modelo
14 paral.). Obsérvense aquí principalmente dos cosas: la pri- del Antiguo Testamento (cf. 3 Re 19,19a comparándolo con Me 1,19;
mera, la llamada de Jesús (en forma imperativa: 6E0TS óiríaco 3 Re 19,19b -Me 1,20a; 3 Re 19,21b -Me 2,14); cf. H. ZIMMERMANN, Chris-
tus nachfolgen. Eine Studie zu den Nachfolge-Worten der synoptischen Evan-
61
gelien: ThGl 53 (1963) 241-255, sobre todo 244S.
M . DlBELIUS, O.C, 51. 64
62
Die Formgeschichte des Evangeliums, sobre todo 220-225.
_ Cf. A. SCHÜLZ, Nachfolgen und Nachahmen. Studien iiber das Ver- 65
Die Geschichte der synoptischen Tradition 9-26; cf. M. ALBERTZ, Die
háltnis der neutestamentlichen ]üngerschaft zur urchristlichen Vorbildethik: synoptischen Streitgespráche. Ein Beitrag zur Formgeschichte des Urchristen-
StANT 6 (München 1962). tums (Berlín 1921).
164 C.3. Método de la historia de las jornias Historia de las formas 165
Me 2,1-12; 2,23-28 y 3,1-6). La distinción podría formularse to de reflexión (v.31.32). Aquí falta la advertencia final que
de este modo: en contraposición al paradigma, que narra un hace el evangelista, p.ej., Me 12,17b o Me 12,34.
acaecimiento, la disputa nos entera de la ruptura de Jesús con Otros diálogos—disputa como, p.ej., sobre el mandamien-
sus adversarios, y a la que se ha llegado por algún hecho con- to supremo (Me 12,28-34), sobre el divorcio (Me 10,2-12)
creto. o sobre purificaciones legales (Me 7,1-23) son más bien y se
Podemos esclarecer esto con lo de «la cuestión sobre los acercan a los diálogos doctrinales.
poderes de Jesús» (Me 11,27-33): se trata de la primera de las y) Historias de milagros
cinco disputas, que en el evangelio de Marcos vemos distribui-
das entre el tercero y cuarto día de la semana de Pasión en Je- Se ha aludido ya, cuando los paradigmas, a las narraciones
rusalén. La sucesión cronológica sigue probablemente la línea de los milagros de Jesús. A diferencia de las historias paradig-
de los interrogadores (Sanedrín, fariseos, saduceos, escribas). máticas de milagros, en las que la máxima atención central de
A diferencia de las otras cuatro disputas siguientes (sobre los la historia recae sobre una palabra de Jesús que la dice en or-
tributos, Me 12,13-17, y la resurrección, Me 12,18-27, del su- den a la fe o a la vida cristiana 70 , las narraciones puras de mi-
premo mandamiento, Me 12,28-34, y la pregunta sobre el Me- lagros son para hacer la revelación de Jesús, manifestar su di-
sías, Me 12,35-37), q u e parecen seguir todas en el fondo un vinidad y su poder sobrehumano. Todo el estilo y la forma
esquema común 66 , se enlaza esta primera disputa con la pre- de la narración se orientan a este propósito; estilo y forma que,
cedente anécdota de la expulsión del templo de los vendedores como no podía menos de suceder, reflejan analogía con las na-
(Me 11,15-19; cf. Jn 2.I3-22) 67 . El v.27 es en lo esencial un rraciones usuales en el ambiente 71 .
recurso literario de composición propio del evangelista. Fijándonos en su forma, las historias de milagros se pueden
La introducción a la historia en el texto de la tradición an- caracterizar así: la mayoría de las veces la gente acude a Jesús
terior a Marcos debió de ser de este modo: los adversarios de en demanda de ayuda (Me 1,30.40; 5,22.25ss; 7,25.32; 8,22;
Jesús—probablemente los encargados de la custodia del tem- 9,17; 10,46-48), a diferencia de cuando se trata de la predica-
plo 68—se dirigieron a El y le plantearon la pregunta sobre sus ción en la que Jesús va a la gente, ya que para eso vino El al
poderes. El diálogo mismo se construye según el esquema co- mundo (cf. Me 1,38). A veces se dice el nombre de los que pi-
nocido de las disputas rabínicas: den un favor: Jairo (Me 5,22), Bartimeo (Me 10,46); se baja
1. Pregunta de los adversarios. a detalles: la mujer enferma, de cuya curación se habla en
2. Contrapregunta de Jesús. Me 1,29-31, se dice ser la suegra de Pedro (Me 1,30); a Jairo
se le pinta como jefe de la sinagoga (Me 5,22); la mujer que
3. Respuesta de los adversarios, en la que descubren un
pide la curación de su hija nos enteramos que es gentil, sirofe-
flaco.
nicia de nacimiento (Me 10,46). En varias ocasiones se señala
4. Se niega Jesús a responder por no haber querido con-
la clase de enfermedad (cf. Me 1,30), y de aquí se saca que se
testarle el adversario 69 .
habían puesto ya antes remedios infructuosos (Me 5,26; cf. 9,
Naturalmente, sobre el esquema usual se dan determinadas
18). Con frecuencia se pinta cómo lleva Jesús a cabo la cura-
particularidades en la disputa de Jesús; así, p.ej., el que a la
ción (cf. Me 1,41; 5,41; 7,34ss; 8,23-25; 9,25-27). Hasta el re-
contestación de los adversarios (v.33) ha precedido un momen-
sultado y las consecuencias de la operación se registran expre-
66
Cf. D. DAUBE, The New Testament and Rabbinic Judaism: Jordán samente de vez en cuando (cf. Me 1,31; 7,30; 8,25). La narra-
Lectures 1952 (London 1956) 158-169.
67
Contra R. BULTMAM, Die Geschichte der synoptischen Tradition 18. 70
68
Cf. J. JEREMÍAS, Jerusalem zur Zeit Jesu. Eine kulturgeschichtliche Un- J. SCHMID, Das Evangelium nach Markus: R N T 2 (Regensburg 51963)
tersuchung zur neutestamentlichen Zeitgeschichte (Gottingen 3 ig62) 181-202. 55: « que no es el hecho milagroso de Jesús—o cualquier otra circuns-
69
D. DAUBE, The New Testament and Rabbinic Judaism 217-223, sobre tancia—lo que forma el núcleo y centro de la narración, sino como otras
todo 219; contra R. BÜLTMANN, Die Geschichte der synoptischen Tradi- veces una palabra «decisiva» de Jesús (2,ioss.i7.i9.27s; 3,4)».
71
tion i8s. Cf. M. DIBELIUS, Die Formgeschichte des Evangeliums 130-178.
166 C.3. Método de la historia de las formas Historia de las formas 167
ción se acaba alguna vez con el final de la gente que corea y de los doce (Me 6,7-i3,30ss). Simultáneamente pretende el
alaba a Jesús (Me 7,37), o con la nota de que el favorecido con evangelista con el recuerdo de la «pasión del Bautista» aludir
el milagro pregona a voces y divulga el suceso (Me 1,45), o va tal vez a la pasión de Jesús.
en seguimiento del Señor (Me 10,45). Con todo, lo mismo que La narración es una pieza perfecta en sí misma 75, y en ella
en los paradigmas, falta toda psicologización. Se explica: pues- aparecen indicios de haberla tomado íntegra el evangelista para
to que así como en las narraciones paradigmáticas el punto ponerla por escrito. Aunque lo narrado en 6,17-29 precede
focal de la historia es una palabra de Jesús, en las historias cronológicamente a lo dicho en el v.16, no se expresa esto ver-
milagrosas puras el centro es el milagro 72 . balmente en la narración. Lenguaje y estilo muestran particu-
La caracterización que acabamos de hacer demuestra que laridades con las que no tropezamos nunca o sólo raras veces en
a pesar de todo, las historias de milagros conservan cierta uni- el segundo evangelio: p.ej., una serie de vocablos extraños al
dad arquitectónica común, pero distan de ser uniformes. Lo evangelio de Marcos; falta el presente histórico tan característi-
que las une no es el esquema de «forma» al que se atengan lite- co en él; sorprende el uso abundante de participios y del geni-
ralmente, sino la intención clara de anunciar el poder divino tivo absoluto.
de Jesús. Usando el término en un sentido amplio, podríamos Por su forma tiene esta narración «el estilo sobrio de una
llamar a estas narraciones «milagros-epifanía», «milagros-reve- «novella» antigua que habla con toda naturalidad del bueno y del
lación». malo, del santo y del perverso» 76. En realidad—si alguna vez,
En sentido estricto, «milagros-epifanía» son la transfigura- aquí—podríamos aplicar el término «novella» para este caso ex-
ción de Jesús (Me 9,2-10) y el andar sobre las aguas del mar cepcional, cosa imposible de hacer para los relatos históricos
(Me 6,45-52). En ambos casos se da una «palabra-revelación» de la tradición cristiana.
propia que forma el centro del relato (cf. Me 9,7 con 6,50). Las
mismas historias de demonios habría que considerarlas como E) La historia de la Pasión
«milagros-epifanía» siempre que se les dé un sentido especial 73 ; Es evidente que en la Pasión, tal como la trae el evangelio
la revelación sobre Jesús la hacen abiertamente los demonios de Marcos, se encuentran bloques literarios particulares que
con palabras expresas. fueron originariamente independientes, p.ej.: Me 14,3-9 y M»
22-25. Y, sin embargo, se puede admitir con seguridad que la
6) Narraciones históricas
historia de la Pasión, como conjunto narrativo, existía ya en la
Como tales se pueden designar los pasajes que contienen tradición preevangélica 77 , y esto «en una sucesión continua
algún hecho histórico, pero que no proceden de fuente cristia- desde el plan de dar muerte a Jesús por el Sanedrín hasta el
na. Por fijarnos en algunos, recordemos el relato de Lucas sobre sepulcro vacío»78. Con toda probabilidad se dio este fenómeno
el final de Herodes, que es de tradición extraevangélica (Act 13, en más de una tradición, puesto que tanto Lucas (así opinan
20-23). De la tradición de Marcos entra aquí solamente la his- H. Schürmann 79 y F. Rehkopf 80 ) como Juan 8 1 tomaron un
toria sobre la muerte de Juan el Bautista (Me 6,17-29) 74. 75
Cf. E. LOHMEYER, Das Evangelium des Markus (M-K 2) (Gottin-
Cierra Marcos el relato con el juicio de Herodes sobre Jesús gen 12
i953) 117.
76
(Me 6,14-66) y llena así una laguna de la misión y del regreso E. LOHMEYER, Das Evangelium des Markus 121.
77
72
R. SCHNACKENBÜRG, Neutestamentliche Theologie 72.
R. BULTMANN, Die Geschichte der synoptischen Tradition 235: «aquí 78
M. DIBELIUS, Die Formgeschichte des Evangeliums 179.
como allí se llega únicamente al punto culminante; allí el dicho de Jesús, 79
Cf. Jesu Abschiedsrede Lk 22,21-38.3. Teil einer quellenkritischen
aquí el milagro». Untersuchung des lukanischen Abdendmahlsberichtes Lk 22,7-38: N T A 20,
73
Cf. O. BAUERNFEIND, Die Worte der Ddmonen im Markus-Evange- 4-5 (Münster 1957) 140.
lium: B W A N T 8 (Stuttgart 1927). 80 Die ¡ukanische Sonderquelle. Ihr Umfang und Sprachgebrauch:
74
Es curioso que para estas dos narraciones se da una historia paralela W U N T s (Tübingen 1959).
en Flavio Josefo. (Cf. Ant. 18,5,2 comparándolo con Me 6,17-29 y Ant. 81
C. H. DODD, Historical Tradition in the Fourth Gospel (Cambrid-
19.8.2 con Act 12,20-23.) ge 1963) 21-151.
168 C.3. Método de la historia de las jornias Historia de las jornias 169
relato de la Pasión independientemente, cada uno por su parte, iniciativa no arranca de Jesús, sino del que pregunta sobre la
de la tradición de Marcos. vida eterna (cf., a pesar de todo, Le 9,57,61). De aquí depende
Que la historia de la Pasión existiera como pieza formada la actitud de Jesús inicialmente esquiva que se manifiesta en la
y que corrieran entre las comunidades diversos relatos indepen- pregunta: «¿Por qué me llamas bueno?» (v.18), y en la alusión
dientes, es cosa sostenible fundándose en razones sólidas. Des- a los mandamientos (v.19). Por primera vez después de la con-
de el primer momento cobraron importancia decisiva en la pre- fesión del que pregunta, «todo esto lo he guardado desde mi
dicación de la Iglesia primitiva la muerte y resurrección de Je- juventud» (v.20), aparece lo insólito: Jesús le elige 86 y le llama
sús (cf. i Cor 15,3-5). Según esto, correspondió a las narracio- a su seguimiento (v.21). Pero el elegido da media vuelta y se
nes más antiguas echar los cimientos de este Kerygma y decla- marcha, pues le «tienen atado las posesiones» (v.22).
rarlo, es decir, hacer comprensible a los fieles que la muerte y A pesar de estos rasgos de caracterización individual, no es
la resurrección eran acontecimientos de la historia de la salva- posible desconocer la forma paradigmática de la narración 87 .
ción. En realidad no se determina más quién era aquel joven, ni se
Esto lleva consigo a su vez el que la historia de la Pasión en dice nada de lo que le movió a plantear a Jesús el problema de
su forma no se la debe considerar ni como un tratado de edifi- la vida eterna y qué fue de su vida después del encuentro con
cación 82 ni como una narración puramente histórica 83, sino Jesús. Y es que, al igual que en otras historias de vocaciones, lo
«como una exposición de la historia de la salvación». que interesa poner de relieve es que Jesús es el que llama 88,
pero que, desgraciadamente, se puede rechazar esa llamada di-
0 Otros conjuntos narrativos vina, y quiere el evangelista que se entienda como una adver-
Cabe preguntar si, además de la historia de la Pasión, que tencia lo narrado en la escena.
hay que tener como el conjunto narrativo más antiguo, no se La última frase del relato, fjv yap excov KTiíuaTa iroAAá, que
podrán encontrar, dentro de la tradición preevangélica, otros descubre la razón de por qué rehuyó la llamada de Jesús (v.22b),
conjuntos narrativos particulares breves, y aun probar que se sirvió de ocasión para estructurar los «logia» en forma de pláti-
dieran en esa tradición preevangélica colecciones de las pala- ca a los discípulos. Esta parte del pasaje entero 10,1-45, forma-
bras del Señor. da por la perícopa 10,17-31, cobra unidad «gracias ala pregunta
Pongamos sólo un ejemplo. Dijimos que la perícopa de sobre la vida eterna (v.17) y su promesa (v.30); nuclearmente
Me 10,1-45 se debe considerar como una perícopa que ya exis- por el tema de la riqueza y de la pobreza en su relación con la
tía e incorporó el evangelista 84. Bien mirado, nos encontramos entrada en el reino de los cielos» 89 .
aquí ante una verdadera composición; no ante una simple yuxta-
posición de «logia». En puridad, en 10,17-22 se ha incorporado n) Las cartas
una narración, con la que están estrechamente anudadas los Ya es conocido que en el judaismo, en el cual se había for-
«logia» que siguen (10,23-31). «Sin embargo, la historia original mado Pablo, el Apóstol, al lado de la Tora escrita se daba la
es un paradigma» 85, con más exactitud una historia de vocacio- Tora oral, a quien se atribuía pareja autoridad de la que se con-
nes. Desde luego, una historia vocacional extraña en la que la cedía a la palabra de Dios fijada por escrito 9 0 . Gal 1,13.14, donde
82 86
Cf. M. DIBELIUS, Die Formgeschichte des Evangeliums 186: «la histo- Así se debería entender el -íiycmTiaEv (cf. E. STAUFER: T h W I 48:
ria de la pasión primitiva no era ni conmovedora ni heroica; no contenía «Jesús ama al joven rico con amor divino, que es el que le invita a lo heroico»);
una palabra que hablara de la grandeza humana de Jesús en sus dolores, no causa un movimiento de sentimentalidad o «un gesto de caricia; y le
tampoco palabra alguna que despertara la sensibilidad de los lectores». acarició» (M. DIBELIUS, Die Formgeschichte des Evangeliums 47 Anm.i).
83 87
No necesitamos justificar que con ello no se da ningún juicio de va- Lucas le llama primeramente «cierto personaje» o persona importante
lor sobre la historicidad de lo narrado; cf. J. BLINZLER, Der Prozess Jesu (Le 18,18), v Mateo, «un joven» (Mt 19,20.22).
(Regensburg 3 ig6o) (con indicaciones abundantes de bibliografía). 88
Cf. p.'i62-i6 3 .
89
84 Cf. p.160. W . GRUNDMANN, Das Evangelium nach Markus 209.
85
M. DIBELIUS, Die Formgeschichte des Evangeliums 48. 90 Cf. P.I38SS.
Historia de las formas 171
170 C.3. Método de la historia de las formas
predicado por él, desde el momento en que lo acepta la comuni-
Pablo recuerda su conducta de otros tiempos en el judaismo,
dad, se convierte en «parádosis».
llamó a la T o r a oral «las tradiciones paternas». Por lo que da a
La coincidencia de contenido en Evangelio y «parádosis» se
entender el uso frecuente del Antiguo Testamento en las car-
desprende de que en la «Tradición» no se trata precisamente de
tas paulinas y la importancia capital que atribuye el Apóstol a
comunicar una noticia histórica sobre u n acaecimiento ocurri-
la Escritura 9 1 , se mantiene Pablo, ya cristiano, respetuoso con
do en el pasado, sino de transmitir u n mensaje actual y operante
la autoridad de la Sagrada Escritura; en cambio, rehusa las
«tradiciones paternas». N o que no tuviera ningún valor para él con toda su eficacia en el presente. Palabra transmitida y Evan-
la «parádosis» (se dan en las cartas paulinas abundantes alusio- gelio son, por lo mismo, vehículo de comunicación del mensaje
nes a otra tradición, que no se identifica con la T o r a oral de y del acontecer salvífico con dimensión continuada en el tiempo,
los judíos), sino que es más importante la «parádosis» de Je- y su contenido es el mismo Jesús, que prolonga la obra de su
sucristo y de su obra salvadora que se apoya en su muerte y redención en la actualidad.
resurrección. La tradición paulina aparece transida, hasta lo más profun-
T o m e m o s algunos ejemplos: E n i Cor 11,2 alaba Pablo a los do, d e Cristo y de su Espíritu. N o debemos interpretar esta
cristianos de Gorinto porque se acuerdan de él y retienen las afirmación como si Cristo fuera únicamente el principio al que
tradiciones que él les ha transmitido. E n 2 T e s 2,15 hace la re- tendría q u e orientarse por pura fórmula la tradición. N o ; la
comendación a los destinatarios de las cartas de q u e se manten- buena nueva de Jesús se ha convertido en el contenido esencial
gan firmes y guarden las tradiciones que recibieron, ya de pa- de la tradición; más aún, Pablo puede decir que Cristo mismo
labra, ya por su carta. Lo q u e en 2 T e s 15 es recomendación, es la entraña d e la tradición, puesto que en la tradición se hace
en esa misma carta 3,6 se convierte en exhortación solemne de presente Cristo; y a esto corresponde la confesión que, al acep-
que se alejen de todo hermano que viva desordenadamente y tar la tradición, hace la comunidad de ser Jesucristo el Kyrios
no conforme a las tradiciones que habían recibido de él. Sólo (Flp 2,11) 9 2 .
por estos pocos pasajes se deduce que, en lugar del Rabí judío, Pero no creamos que, porque sólo nos hemos referido a la
portador de la tradición judaica, es ahora el Apóstol, llamado tradición aceptada por Pablo, se dé únicamente en este Apóstol.
por el mismo Cristo, el q u e en su predicación, en su enseñanza Debemos tener en cuenta la riqueza de tradición de que está
y en sus cartas transmite la «parádosis» cristiana. rebosante la demás literatura de las cartas del N u e v o Testamen-
Como lo demuestran 1 Cor 11,23 y IS>3> u s a Pablo los mis- to 93.
mos términos que los rabinos. TTccpocAocupáveiv es el equivalente Las principales formas en que se ha conservado en las car-
griego del hebreo qibbel, y el hebreo masar corresponde al grie- tas neotestamentarias el tesoro de la tradición podríamos divi-
go Trapa8i6óvai. dirlas en dos grupos, que a continuación se especifican:
El contenido de la «parádosis» es «la Palabra», q u e se designa 92
Sobre el contenido de la tradición en las cartas paulinas, cf. O. CULL-
como palabra de Cristo o del Señor, palabra de la cruz (1 Cor MANN, Die áltesten christlichen Glaubensbekenntnisse (Zürich 1949); L. CER-
1,18), palabra de reconciliación (2 Cor 5,19) y palabra de vida PAUX, Die Tradition bei Paulus: Cath 9 (1953) 94-104; L. GOPPELT, Tradi-
tion nach Paulus: KuD 4 (1958) 213-233; A. M. HUNTER, Paul and his
(Flp 2,16), así como Evangelio. Cuando habla Pablo en 1 Cor Predecessors (London 2 i96i); K. WEGENART, Das Verstándnis der Tradition
15,1 del «Evangelio q u e os h e predicado, que habéis recibido», bei Paulus und in den Deuteropaulinen: WMANT 8 (Neukirchen 1962);
se debería asegurar que el Apóstol, en vez de «Evangelio», po- cf. idea de conjunto en B. RIGAUX, Saint Paul et ses lettres 164-203; G. SCHIL-
LE, Frühchristliche Hymnen (Berlin 1965).
día haber escogido el concepto «parádosis», pues el Evangelio 93
O. CULLMANN, Die Tradition ais exegetisches, historisches und iheolo-
91
gisches Problem (Zürich 1954); R. B. C. HANSON, Tradition in the Early
Sobre el uso que hace el Apóstol del Antiguo Testamento, cf. la idea Church (London 1962).
de conjunto en B. RIGAUX, Saint Paul et ses lettres: Studia Neotestamentica
Subsidia 2 (Paris-Brügge 1962) 173-176; cf. sobre todo E. E. ELLIS, Paul's
Use of the Oíd Testament (Edimburgh 1957).
172 C.3. Método de la historia de las formas
Historia de las formas 173
Con toda seguridad podemos admitir q u e los himnos, q u e Consta d e cuatro miembros sencillos, cuya introducción se
en n ú m e r o copioso se encuentran en la literatura epistolar del hace con el ÓTI—unido a u n KCCÍ—, paratácticamente colocados.
Nuevo Testamento, deben su formación a la liturgia. Se p o - Con la repetición reiterada del ÓTI se hace resaltar m á s la frase
drían recordar aquí los himnos diversos a Cristo: F l p 2,6-11; temática. Cada u n o d e los miembros se subordina a otro, como
Col 1,15-20; Ef 1,3-14; 5,14; 1 T i m 3,16; H e b 5,7-10; 1 P e 2, en pareados (a ÓTTÉdavEv corresponde ÉTáq>r|, a áyiíyEpTcu el
22-24. N o s ocuparemos del t e m a con más detención en la sec- w<p0r|). Cada par d e miembros forman u n paralelismo: con ÓCTTÉ-
ción d e ejercicios prácticos 9 4 . GCCVEV y ÉyriyEpTca se alinean ÉTáfr) y &90r|. El paralelismo se
subraya enérgicamente en la frase—que pudiera parecer algo
b) Confesiones de fe
larga—poniendo al final el rotundo KOTÓC Tas ypo<9ás.
Como los himnos, también las confesiones d e fe ocuparon El símbolo comprende en sucesión cronológica los aconte-
puesto preeminente e n la liturgia primitiva. Por obligación e n - cimientos esenciales d e la redención: la m u e r t e d e Cristo p o r
traban dichas confesiones e n la liturgia d e los sacramentos del nuestros pecados, su sepultura, su resurrección y las apariciones
Bautismo y Eucaristía. A diferencia d e los himnos, en los q u e del Resucitado. Como en la historia de la Pasión, se tiene b u e n
son característicos el estilo laudatorio y su estructura en forma cuidado d e dejar constancia del Korrá TOS y p o ^ á s orientado a
de cántico, los símbolos se contentan con fórmulas concisas, comprender la historia de la salvación.
a u n q u e expresivas d e la fe.
Se admite comúnmente q u e en R o m 1,3.4 tenemos u n a con-
Hay q u e admitir, sin género d e dudas, q u e en 1 Cor 15,3-5 fesión de fe ya existente adoptada p o r Pablo e intercalada entre
cita Pablo u n a confesión d e fe q u e ya existía antes d e él 9 5 . la frase Trepi TOU UÍOÜ CCÜTOÜ (v.3) y Mnaoü XpioroO (v.4) 97
.
Basta fijarse en estos argumentos: T a m b i é n en 1 P e 1,18-21 y 3,18-22 se ha dado cabida a u n a
1. L a terminología rabínica usada para la fórmula intro- fórmula anterior d e fe 9 8 .
ductoria "rrapéSooKa y á p vpXv... 6 KC<Í TrapéAccpov 9 6 .
2. El uso desacostumbrado en el Apóstol d e las frases y c) Textos eucarísticos
palabras (ánocpTÍcc, Konrá TÓCS ypoccpás, éyr|y£pTai, Tr¡ fiuépa Fiel al encargo del Señor (1 Cor 11,24.25; cf. L e 22,19), la
TT) TpÍTrj, &fQr\, T0I5 SCÓSEKOC). primitiva Iglesia celebraba la Eucaristía desde el primer m o m e n -
3. E n coherencia con 1 Cor 15 interesa a Pablo la demos- to. N o es esto solamente u n a presunción " a base d e la prime-
tración d e la resurrección de Cristo, q u e para él va unida ínsos-
97
Cf. el tercer ejercicio práctico, p.206-218.
94 98
Cf. P.219SS. Cf. R. BULTMANN, Bekenntnis und Liedfragmente im I. Petrusbrief:
95 Coniectanea Neotestamentica II (1947) 1-14; E. LOHSE, Payánese und Erho-
Cf., además de los Comentarios, J. SCHMID, Jésus resuscité dans la
prédication apostolique (París 1949) (Lit.); K. WEGENAST, Das Verstándnis hung bei Jesu und seinen Nachfolgern 73-108; V. H. NEUFELD, The Earliest
der Tradition bei Paulus und in den Deuteropaulinen 52-70; V. H. NEÜFELD, Christian Confessions 144S; K. H . SCHELKLE, Die Petrusbriefe. Der Judas-
The Earliest Christian Confessions: N T T S t 5 (Leiden 1963) 47S; J. KREMER, brief: H T h K 13,2 (Freiburg 1961) 110-112.
99
Das dlteste Zeugnis von der Auferstehung Christi: SBS 17 (Stuttgart 1966). Cf. J. JEREMÍAS, Die Abendmahlsworte Jesu (Góttingen 3 ig6o) 100;
96 Cf. p.170. P. NEUENZEIT, Das Herrenmahl. Studien zur paulinischen Eucharistieauf-
fasung: StANT 1 (München 1960) 70-76.
174 C.3. Método de la historia de las formas Historia de las formas 175
ra Carta a los Corintios, sino q u e aparece con claridad en los ción tanto para fundamentar y justificar la práctica d e su culto
Hechos d e los Apóstoles (cf. Act 2,42.46; 20,7.11). como para disponer d e una rúbrica, a fin d e q u e la celebración
La celebración eucarística en las comunidades primeras d e eucarística del momento y en el futuro se atuviera con fidelidad
la Iglesia la vemos aludida ciertamente e n el Nuevo Testamen- a lo realizado el día de la institución» 1 0 6 . Esta función doble
to; pero es que, además, se nos han transmitido textos eucarísti- puede revelarnos con claridad el porqué de la forma del relato.
cos cuya estructura se debe a cuando se celebraban las reunio- Las dos partes (v.23.24 y v.25), q u e originariamente hay q u e
nes litúrgicas y q u e hay q u e considerar como piezas de tradi- entenderlas poniendo por fondo el rito d e comienzo y termina-
ción independientes. Todavía esta afirmación vale n o sólo para ción de la comida judía 1 0 7 , se encontraban ya unidas en la tra-
M e 14,22-25 y L e 22,15-20, sino también para la literatura dición anterior a Pablo; más aún, se h a n influenciado m u t u a -
epistolar neotestamentaria, entre la q u e sobresale 1 Cor i r , mente u n a a otra hasta en la redacción; el HETÓC TÓ 8eiTrvfícrai
23-25 1 0 ° . (v.25; cf. L e 22,20) deja traslucir q u e e n la última Cena la
comida, propiamente dicha, fue la d e entre la partición del pan
La perícopa se abre con una fórmula q u e corresponde a la
y la distribución del cáliz.
del vocabulario rabínico 1 0 1 : éycb y á p TrapéAa|3ov ÓVTTÓ TOÜ KU-
píou, ó Kart Trocpé5coKoc úuív (v.23), queriendo recordar con el ónró Cada u n a d e esas dos partes contiene la «rúbrica» EAccpJsv
TOÜ Kupíou el origen de la tradición 1 0 2 . Existen varias razones áp-rov Kal süxocpicrrfio-ocs EKAOCO-EV [v.23.24], respectivamente
para admitir que el Apóstol traslada verbalmente la «parádosis» waaÚTcos KOCÍ TÓ TroTiípiov [25], y contiene la interpretación
en cuanto a lo esencial. Primera, comienza Pablo lo mismo q u e TOÜTO uou EOTÍV TÓ acoua TÓ ÚTTEp úucov [ 2 4 ] , respectivamente
cuando la confesión d e fe reproducida textualmente e n 1 C o r TOÜTO TÓ TTOTripiov f) Kccivr| Sioc0r|Kr| ÉOTÍV EV TCO éneo oduem [25 ],
I así como el mandato d e seguir haciendo lo que han presenciado
5>3-5- Segunda, cita el relato de la institución «para fundamen-
tar la verdadera forma de la celebración en la d e Jesús durante TOÜTO TTOIEÍTE EÍS TÍ|V k\ír\v áváuvnCTiv [24 y 2 5 ] . A la p u n t u a -
la Cena última 1 0 3 . Tercera, se comprende que, sólo reprodu- lización cronológica EV TT¡ VUKTÍ fj TrapESíSoTO [23] d e la pri-
ciendo puntualmente lo esencial del relato, podía «presentar mera parte corresponde la nota UETÓ: TÓ SEiTtvfjcjai de la segunda.
u n argumento decisivo contra cualquier crítica frente a las di- En 1 Cor 10,16 volvemos a encontrarnos con u n texto euca-
versas facciones d e Corinto» 1 0 4 . Cuarta razón: este trozo d e rístico anterior a Pablo 1 0 8 .
tradición, aceptado aquí por Pablo, trae u n a serie d e expresio-
nes q u e apenas maneja el Apóstol; más aún, son desusadas en B) F O N D O S PARENÉTICOS DE LA TRADICIÓN
el lenguaje (el eúxapiaretv usado en forma absoluta, el KASV sin
E n la literatura epistolar del Nuevo Testamento se presen-
poner el acusativo, ává\xvr\<j\s, IIETÓ: con infinitivo sustantiva-
tan fondos parenéticos d e la tradición por lo menos en número
do, SEITTVEIV, ÓCTÓKIS). A esto hay q u e añadir q u e crcona Xpicrroü
igual a los fondos litúrgicos. Mientras q u e e n las aludidas
en otros pasajes alude a la Iglesia; en cambio aquí se refiere al
confesiones d e fe, himnos y textos eucarísticos se trata de labor
cuerpo eucarístico de Cristo 1 0 5 .
con sello cristiano, la forma de las «parénesis»—mejor diríamos
«La comunidad primitiva necesitaba el relato d e la institu- «discursos exhortatorios» l ° 9 — , la toman del ambiente judío y
100
Cf. J. JEREMÍAS, Die Abendmahlsworte Jesu (passim); P. NEUENZEIT, 106 p , NEUENZEIT, Das Herrenmahl 97.
107
Das Herrenmahl (passim); H . SCHÜRMANN, Der Einsetzungsbericht Lk 22, Cf. H . ZIMMERMANN, Die Eucharistie ais das Passahmahl des Neuen
19-20. 2.Teil einer quellenkritischen Untersuchung des lukanischem Abend- Bundes: Liturgie in der Gemeinde II, hrsg. von P. Bormann und H. J. De-
mahlsberichtes: N T A 20,4 (Münster 1955) (passim). genhardt (Salzkotten 1965) 193S.
108
ioi Cf. p.iógss. Cf. P. NEUENZEIT, Das Herrenmahl 55-59-
109
i° 2 P. NEUENZEIT, Das Herrenmahl 87. Cf. R. SCHNACKENBURG, el artículo «Paránese»: LThK2 VIII 80;
l ° 3 H . SCHÜRMANN, Der Einsetzungsbericht 8. H. SCHLIER, Die Eigenart der christlichen Mahnung nach dem Apostel Pau-
i ° 4 P. NEUENZEIT, O . C , 88. lus: Besinnung auf das Neue Testament. Exegetische Aufsátze und Vor-
105
Cf. J. JEREMÍAS, Die Abendmahlsworte Jesu 98; H. SCHÜRMANN, Der tráge II (Freiburg 1964) 340; E. KAMLAH, Die Form der katalogischen Pa-
Einsetzungsbericht gs; P. NEUENZEIT, O.C, 86. ránese im Neuen Testament: W A N T 7 (Tübingen 1964).
176 C.3. Método de la historia de las formas Historia de las formas 177
helenístico. Esto tiene su razón d e ser. L o s símbolos, los him- tas. Es verdad q u e no llegó el Apóstol a desarrollar la doctrina
nos y los textos eucarísticos son testimonio de la fe de la Iglesia de los dos caminos 1 1 3 .
primitiva, o si se prefiere, testimonios del modo d e u n a nueva
existencia cristiana. E n la «parénesis», al contrario, se refleja b) Catálogo de obligaciones particulares
el afán del joven cristianismo «por organizar su vida cotidia- Entendemos por esta denominación aquellas listas que «pun-
na» 1 1 0 . L o s primeros misioneros cristianos habían d e enfren- tualizan los deberes de la vida doméstica y las relaciones con
tarse con preguntas y problemas d e los que—como confiesa los q u e nos rodean 1 1 4 . L o q u e a este respecto leemos en Ef 5,
Pablo Apóstol—«no tenían precepto del Señor» ( i Cor 7,25). 22-6,9; Col 3,18-4,1; 1 T i m 2,8-15; T i t 2,1-10; 1 Pe 2,13-3,
Así se explica q u e , e n cuanto a la forma, se atengan a la del 12 1 1 5 son listas q u e se atienen al croquis que, con toda seguri-
ambiente, pero llenándola d e u n espíritu totalmente cristiano. dad, corría en la tradición parenética de la Iglesia primitiva;
croquis que, a su vez, se había calcado sobre la filosofía estoica
a) Catálogo de virtudes y vicios (cf. E P I C T E T O , Diss. I I 10; 14,8; 17,31; D I Ó G E N E S LAERTIUS,
VII 108; SÉNECA, Ep. 94,1) y sobre la ética judío-helenística
Este es el caso ciertamente de los catálogos d e virtudes y de
(cf. FLAVIO JOSEFO, Contra Apionem 2,198,210; F I L Ó N , Decaí.
vicios q u e registramos en abundancia en la literatura de las
165-167) 1 1 6 .
Cartas neotestamentarias. Ejemplos de catálogos de vicios: Rom
1,29-31; 13,13; 1 Cor 5,10.11; 6,9.10; 2 Cor 12,20-21; Gal 5, El esquema no es siempre uniforme, sino que se le modifica.
19-21; Ef 4,31; 5,3-5; Col 3,5-8; 1 T i m 1,9.10; 2 T i m 3,2-4. Mientras q u e Ef 5,22-6,9 y Col 3,18-4,1 ponen en la misma
Para catálogos d e virtudes: Gal 5,22.23; F l p 4,8; Ef 4,2.3; Col lista los deberes de las mujeres, los esposos, los niños, los pa-
3,12-14; 1 T i m 4,12; 6-11; 2 T i m 2,22; 3,10; 1 P e 3,8; 2 P e 1, dres, los siervos y los señores, en 1 T i m 2,8-15 s e dirige Pablo
m a los hombres y a las mujeres, en T i t 2,1-10 a los ancianos, las
5-7 -
ancianas, a las jóvenes, a los jóvenes y a los siervos, en 1 P e
El esquema d e catálogos d e virtudes y vicios se configura
2,13-3,12 finalmente se recuerdan las obligaciones para con el
al modo d e los q u e traían los libros de filosofía popular cínico-
Estado, los siervos, las mujeres y los hombres.
estoica, que, a su vez, ejercieron fuerte influjo sobre la literatu-
A diferencia, p o r ejemplo, d e la lista d e deberes de Epicte-
ra del judaismo tardío (cf. Sab 14,24-27; 4 M a c I , I 8 - 2 6 S S ) .
to (Diss, II 17,31) y d e Flavio Josefo (Contra Apionem 2,198-
Pero es q u e además la «parénesis» influenciada por el Antiguo
210), falta en los catálogos del Nuevo Testamento el deber de
Testamento descendía hasta la enumeración concreta y cata-
adorar a Dios. Para la mentalidad cristiana no es la adoración
logada de virtudes y de vicios (cf. J u b 7,21-24; 20,2-10; 23,16-
uno de tantos deberes, sino q u e ha de empapar nuestra vida
31; E t H e n 91,3-7; 92,1-5; 1 Q S 4,2-14). N o olvidemos este
toda de fe. Es evidente que, a u n teniendo ascendencia en la
dato para ver su influjo en las listas de virtudes y d e vicios en
literatura pagana las enumeraciones q u e se hacen de los debe-
los libros del Nuevo Testamento.
res domésticos en los libros del Nuevo Testamento, pero se han
A u n q u e debió d e influir, principalmente en Pablo, el esque-
cristianizado. E n la Carta a los Colosenses, p.ej., se hace notar
ma q u e se encuentra e n los escritos d e Q u m r á n 1 1 2 cuando al
esto cuando se añade év Kupíco (Col 3,18-20), o equivalente-
hablar d e vicios y virtudes los relaciona con u n poder interior
que, según el caso, fuerza a los hombres en direcciones opues- " 3 Cf. A. VOGTLE, el artículo «Lasterkataloge»: L T h K 2 VI 807.
H4 K. H. SCHELKLE, Die Petrusbriefe. Der Judasbrief 96.
110 115
K. H . SCHELKLE, Die Petrusbriefe. Der Judasbrief 96. K. WEIDINGER, Die Haustafeln. Ein Stük urchristlicher Pardnese:
111
Cf. A. VOGTLE, Die Tugend-und Lasterkatologe im Neuen Testament: U N T 14 (Leipzig 1928); D . SCHROEDER, Die Haustafeln des Neuen Testa-
N T A 16,4-5 (Münster 1936); S. WIBBING, Die Tugend-und Lasterkatologe ments (Diss.) (Hamburg 1959); M. DIBELIUS, An die Kolosser, Epheser, an
im Neuen Testament und ihre Traditionsgeschichte unter besonderer Berüchsich- Philemon: H N T 12 ( T ü b i n g e n 3 i 9 5 3 ) 48-50 ( E x k u r s zu K o l 4 , 1 ) ;
tigung der Qumrán-Texte: B Z N W 25 (Berlín 1959). K. H. SCHELKLE, Die Petrusbriefe. Der Judasbrief 96-98 (Exkurs zu 1 Petr 2,
112
Cf. S. WIBBING, Die Tugend-und Lasterkatologe im Neuen Testa- 13-3.12).
116
ment 110-114. Cf. además T o b 4,3-19; Eclo 7,18-35.
Métodos bistórico-criticos 12
178 C.3. Método de la historia de las formas Historia de las jornias 179
mente ¿>s TCO Ki/píco, o con la frase <po|3oúyEvoi TÓV KÚpiov (Col los deberes particulares como para la d e los profesionales debía
3,22). Cristianización que aparece con más relieve todavía en la darse u n esquema prefijado.
lista de deberes de la Carta a los Efesios. La sospecha cobra categoría de probabilidad p o r varias ra-
Se delata la influencia helenística en los catálogos de debe- zones. Si nos fijamos bien e n las cualidades q u e se piden al
res neotestamentarios p o r algunos otros indicios. D . D a u b e ha obispo en 1 T i m 3,1-7 y T i t 1,5-9, sacamos q u e la mayoría
advertido q u e la forma del participio imperativo, usada con de estas exigencias para el cargo del obispo y su actuación no
frecuencia en la lista de deberes de la Carta primera d e Pedro son tan características; son cualidades normales; varias de ellas
(1 Pe 2,18; 3,1.7.9), se toma de la literatura del judaismo tar- valen también para las obligaciones del hombre como persona
dío 1 1 7 . E n la Mischna y en los textos d e Q u m r á n , lo mismo y como padre de familia. Sólo algunas: SISOKTIKÓS ( I T i m 3,2) =
q u e en la Carta primera d e Pedro, se acude a esa forma sólo = CCVTSXÓ|Í£VOS TOÜ Korrá TT|V SiSax^v TTIOTOO Aóyou (Tit 1,9),
cuando se trata d e normas e instrucciones generales 118 . ixr\ veócpuTOS (1 T i m 3,6), y lo d e q u e 5EÍ SE KCXÍ uapTvpíav KOCA.T|V
Muestra además esta primera Carta de Pedro—como la pri- EXEiv cnró TÓÓV E£W©EV ( I T i m 3,7), son cualidades típicas del
mera d e Clemente—que los deberes domésticos se orientan a q u e está al frente de la comunidad, y es obispo.
fortalecer a los cristianos y consolarlos en sus tribulaciones. Otra razón: la mayoría d e las cualidades q u e se exigen en
Impresión q u e se saca d e la influenia q u e debió de ejercer esa el diácono coinciden con las del obispo. Es decir, q u e debía de
lista. darse u n catálogo general de virtudes, y d e él se formaron las
listas que encontramos en los deberes profesionales:
c) Catálogo de deberes profesionales
1 T i m 3,1—7 T i t 1,5—9 1 T i m 3 , 8 — 1 3 120
Intimamente relacionados con las listas d e deberes particu-
lares están los catálogos de deberes profesionales: 1 T i m 3,1-7 <5evs"rriXT|UTrTOS ávéyKXriTOs ávéyKA-riTOS
y T i t 1,7-9 s e ocupan de los d e los obispos; 1 T i m 5,17-19 y u i a s yuvaiKÓ; á v r i p m a s yuvaiKÓ; ávi'ip
T i t 1,5-6 de los presbíteros; 1 T i m 3,8-13 d e los diáconos, y VT|(páAios éyKparrri;
1 T i m 5,3-16 d e las viudas. E n las listas anteriores se tenían en
acbcppoov acbqjpcov
cuenta los deberes q u e cada u n o debe observar como particu-
KÓaiaios 9iAáyac6os
lar, diríamos, en su «propia» casa. A q u í en los deberes profe-
sionales se «cualifican» los que deben cumplir aquellos que tienen (piAó^evos <j>iAó£evos
alguna misión en la «casa d e Dios» (1 T i m 3,15) «que es la Igle- SlSotKTlKÓS ÓCVTEXÓ nevos T O Ü
sia del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad» 1 1 9 . TTiaToO A ó y o u
Existe relación profunda entre las listas de los deberes par- \xr\ Trápcuvos HT) i r á p o i v o s UT) OÍVCp TTOAAcp irpOCT-
ticulares y los catálogos destinados a los consagrados al Señor
UTI irXi'iKTris IJL-T) TrAr|KTr)s éxcov
de las Cartas Pastorales. E n la Carta de Tito, p.ej., se mezclan
i-mencr^s Hr\ a ú 6 á 5 r | S
el catálogo d e los deberes del obispo ( T i t 1,7-9) c o n I a tabla d e
los deberes particulares o domésticos (Tit 2,1-10). Tenemos la áuocxos ur) ópyíAos '
sospecha bien fundada de q u e tanto para la enumeración d e ácpiAápyupos UT) aioypoKepSris Hr| aiaxpoKepSi!|S
117
D . DAUBE, The New Testament and Rabhinic Judaism 90-105; cf. ID., l 2 0 En la primera columna figuran las virtudes del obispo puestas en
Appendid Note zu R. G. Selwyn, The First Epistle ofSt. Peter (London 2 i95s) la lista con el orden tal como se encuentra en i T i m 3,1-7; las que corres-
467-488. ponden en T i t 1,5-9 v a n e n I a segunda columna, y en la tercera se ponen
118
Cf. E. LOHSE, Paránese und Kerygma ira I Petrusbrief: Z N W 45 aquellas cualidades que 1 T i m 3,8-13 exige al diácono. Hemos subrayado
(1945) 75-78- con una línea las virtudes que aun verbalmente coinciden en las columnas,
119
Cf. M. DIBELIUS, Die Pastoralbriefe: H N T 13 41S (Exkurs zu I y con puntos las que en el fondo son lo mismo aunque no suenen de la
Tim 3,1). misma manera.
180 C.3. Método de la historia de las formas Historia de las jornias 181
i Tim 3,1—7 Tit i,5—g i Tim 3,8—13 fesión de fe. «Así lo han considerado los judíos de todos los
tiempos» 125 . En él confiesa Israel su pertenencia al Dios único
TOÜ iSÍOV OÍKOU KOCACOS
y la obligación de los mandamientos. Esta confesión era el nú-
irpOÍOTCCUEVOS, T6KVCC TEKVOC
cleo esencial de la fe israelita y servía en los oficios de la Sina-
É X « v év ÚTTOTceyfi excov -mo-rá goga para aclamar al Dios único.
\if\ VSÓqJUTOS Abreviando el esquema podía condensarse en la homología
5EÍ SÉ KOCÍ n a p T y p í a v EÍS Qeós 126. Gracias a esta fórmula el judaismo definía su pos-
K<xhi]v s x 6 l v ° ' T r ° T
" v tura en el mundo que le rodeaba: confesaba la fe en Dios único
frente a la pluralidad de dioses de otros pueblos y frente al
E§CO6EV
culto del emperador.
5¡Kaios
Rom 3,30, Gal 3,20 y Sant 2,19 demuestran haber tomado
Senos CTEUVÓS la Iglesia primitiva esta homología del judaismo creyente. La
Ya advertía Wettstein 121 que Onosander (De imperatoris 1 Cor 8,6 y Ef 4,5.6 (cf. 1 Tim 2,5) aclaran que hicieron los
officio 1) trae un catálogo de virtudes para el crrpcrrnyós, que cristianos una ampliación en el sentido de su fe, de modo que
para esta dignidad no son tan características, pero que parece vino a resultar una fórmula bipartita como aparece claramente
«un espejo de las que se exigen en el obispo por 1 Tim 3; en 1 Cor 8,6:
Tit 1» 122 . Repetimos: los catálogos de deberes de las Cartas á A Á ' f ) | i i v ETS OEÓS ó T r c a r i p ,
Pastorales siguen esquemas de cualidades que ya existían an- i § o u TÓC TrávToc K a i finéis EÍS COJTÓV,
tes, y que se modifican a veces para aplicarlos a los estados co- K a i sis KÚptos M n a o ü s XpiaTÓs,
rrespondientes. 81* o d TÓC T r á v T a K a i ñneís 5 i ' C O / T O Ü .
3. Las fórmulas Debemos admitir, según esto, que la homología del cristia-
Ya hemos dicho que 12i, aquí, entendemos por «fórmulas» nismo encontró su fórmula expresiva en la confesión del «Ky-
expresiones concisas y bien terminadas. En la literatura del rios Jesús».
Nuevo Testamento se pueden fijar, con seguridad, tres tipos La homología KYPIOZ IH20YZ (XPI2TOZ) la traen las
de fórmulas: homologías, fórmulas de fe y doxologías. cartas de Pablo reiteradamente. Donde quizá se exprese con
más energía y rotundidad es en el himno de la Carta a los Fili-
a) Las homologías penses (Flp 2,6-11). En el himno se hace preceder la aclama-
El judío piadoso, contemporáneo de Jesús, y en la época de ción de Cristo como el Señor, y todo se construye sobre ella.
la primitiva Iglesia, hacía oración a diario por dos veces aco- «Esta efusión aclamativa existió antes de incorporarla al him-
modándose al esquema que resulta de juntar tres pasajes del no... Se puede fijar la relación himno-homología diciendo que
Pentateuco: Dt 6,4-9; Dt 11,13-21 y Núm 15,37-41 124 . No es aquél se concibió a base de la segunda» 127. La proclamación
difícil descifrar el contenido de estos tres textos, de tal modo, de Cristo como Señor por el Padre es donde desemboca final-
que, más que oración, llamaríamos a este «esquema» una con- mente la carrera del Redentor, que le conduce desde el ano-
121
J. J. WETTSTEIN, Novum Testamentum Graecum II (Neudruck) nadamiento hasta la exaltación. Quiere decir esto también que
(Graz 1962) zu 1 T i m 3,2.
122 M . D I B E L I U S , Die Pastoralbriefe: H N T 13 117; cf. e b e n d . 41S ( E x - 125 B I L L E R B E C K , 189.
k u r s z u i T i m 3,1). 126 Cf. p a r a el t e m a E . STAUFFER: T h W I I 98S; E . P E T E R S O N , El; Seos
123 Cf. p . 1 4 0 . ( G ó t t i n g e n 1926) 276-299.
124
E. SCHÜRER, Geschichte desjüdischen Volkes ira Zeitalter Jesus Christi II 127 W . K R A M E R , Christos, Kyrios, Gottessohn. Untersuchungen zu G e -
(Leipzig 4 i907) 537S; BILLERBECK:, IV 189-207; cf. V. H . NEUFELD, The b r a u c h u n d B e d e n t u n g d e r christologischen B e z e i c h n u n g e n b e i P a u l u s u n d
Earliest Christian Confessions 33-41. d e r v o r p a u l i n i s c h e n G e m e i n d e n : A T h A N T 44 ( Z ü r i c h - S t u t t g a r t 1963) 6 4 .
182 C.3. Método de la historia de las formas Historia de las formas 183
teratura del Nuevo Testamento, el «Sitz im Leben» de la Iglesia c) Pluralidad del «Sitz ttn Leben»
primera fueron la predicación del mensaje cristiano, el culto y la
Los ejemplos anteriores nos advierten que en el fondo de
catequesis. La correspondencia escrita de Pablo con sus comu-
la tradición del Nuevo Testamento hay que contar en muchos
nidades dio origen al género epistolar de las cartas neotestamen-
casos con varios «Sitz im Leben». Debemos distinguir con cla-
tarias dirigidas a grupos particulares. La instrucción en las ver-
ridad el «Sitz im Leben» del género y el «Sitz im Leben» de la
dades de la fe hizo desarrollarse el género catequético, mezcla
forma; lo mismo, de la fórmula. Metodológicamente es prefe-
de doctrina y moral. La predicación evangélica a judíos y pa-
rible fijar primero el del género, para encontrar luego el de la
ganos creó la forma de predicación misionera. La «parénesis»
forma o fórmula, respectivamente. En los materiales de la tra-
echó mano de diversas formas existentes, pero bautizándolas
y cristianizándolas. El culto divino sirvió de «Sitz im Leben» dición de los Evangelios se debe preguntar además todavía so-
(encuadramiento en la circunstancia ambiental) para una gran bre la situación originaria de una narración o de un «logion».
variedad de formas y fórmulas. Hay que examinar estrato por estrato de esta tradición para dar
con la situación primigenia. Usando una imagen tomada de la
No resulta siempre tan fácil concretar bien el «Sitz im Le-
labor de los arqueólogos, no nos debe interesar únicamente el
ben» de un género, una forma o una fórmula. Pero siempre
estrato más lejano. No admitimos lo que J. Jeremías escribe en
hay que plantear el problema del «Sitz im Leben» en cada caso.
el Prólogo de su libro sobre las parábolas, que lo único que
Para facilitarlo, nos podemos proponer estas preguntas, a las
cuenta es poder llegar «tan lejos hasta que sea posible dar, con
que contestar: ¿quién es el que habla?; ¿a quiénes se dirige?;
seguridad, en el blanco de la «ipsissima vox Iesu» 138 . El lo jus-
¿qué situación especial ha motivado esa predicación, carta, et-
cétera?; ¿qué contorno situacional presupone?; ¿qué intención tifica: «nadie como el Hijo del hombre mismo y su palabra pue-
guía al autor y qué fin se propone alcanzar? de dar plenamente fuerza a nuestra predicación».
Decimos que no admitimos esto porque el testimonio de la
b) Vicisitudes del «Sitz im Leben» (=encuadramiento Iglesia primitiva y las afirmaciones del autor inspirado tienen
en el medio existencial) no solamente un valor relevante desde el punto de vista teoló-
gico, sino al mismo tiempo fuerza para someternos y obligarnos.
En la mayoría de las formas y fórmulas se nota que al pasar
a su género correspondiente se ha alterado su primitivo «Sitz 5. La historia de las formas
im Leben». El himno a Cristo, p.ej., de la Carta a los Filipen-
ses, tuvo por «Sitz im Leben» primero el culto cristiano; al in- De la historia de las formas ha tomado su nombre el método
corporarlo Pablo al conjunto de una «parénesis», el himno ad- que así se llama hoy corrientemente, y es la causa por que su
quiere otro nuevo «Sitz im Leben», y entonces el Apóstol lo misión no es fijar únicamente cada una de las formas y esclare-
introduce con la frase TOÜTO (ppovEÍTS év úuív ó Kai év Xpicrrco cer su «Sitz im Leben», sino trazar además su historia. Sin duda
'Incroü. Evidentemente se ha desplazado el sentido: en el cua- que esto presupone previamente la fijación de las formas y el
dro de la Flp 2 se nos pone delante el ejemplo de Cristo, que estudio de su «Sitz im Leben». Sólo con estos datos puede tra-
se humilló por nosotros; en cambio, el himno, en su primitivo zar la curva de cambios habidos en la forma y en el «Sitz im Le-
sentido—en forma de aclamación—, quería descubrir los pasos ben» en toda la evolución histórica. A lo mejor nos encontra-
del Salvador en su obra redentora. mos con que cada una de las piezas de la tradición ha corrido ya
Cojamos otro ejemplo: el relato eucarístico de Marcos (Me una historia más o menos larga antes de ser incorporada con su
14,22-25). Primitivamente su localización fue la celebración del forma definitiva a los escritos neotestamentarios.
culto de la Eucaristía; al ponerle el evangelista en su libro, le 138
J. JEREMÍAS, Die Gleichnisse Jesu 5.
cambia el «Sitz im Leben» convirtiéndolo en el relato de un
hecho sucedido históricamente en la última Cena.
188 C.3. Método de la historia de las formas Historia de las jornias 189
a) Ejemplos tomados del material de la tradición se saca que Me 14,25 se ha añadido posteriormente a Me 14,22-
en los Sinópticos 24. El contenido del versículo es «un rudimento de una unidad
Hemos hecho alusión antes a composición de palabras 1 3 9 originalmente más desarrollada, según aparece todavía en Le
y narraciones 140 . Esto mismo puede servir de ejemplo para la 22,15-18» 143. Con toda probabilidad, el introducir la «conside-
historia de las formas dentro del material de la tradición en los ración escatológica» en el relato de la Institución no se debe a
Sinópticos. Añadamos aquí algunos otros casos. Marcos precisamente, sino que ambas son piezas distintas de
la tradición, pero que corrían ya unidas en la tradición anterior
Me 2,1-12: Prescindiendo de las frases introductorias (v.is),
a Marcos.
en las que manifiestamente se distingue la labor redaccional del
evangelista, Marcos se ha encontrado con el paradigma tal b) Ejemplos tomados del material de la tradición
como él lo transmite 141. Pero le falta unidad a la narración. en la literatura epistolar
Parece haberse construido a base de dos «formas»: a la narración
El varias veces aludido himno a Cristo de la Carta a los Fi-
del milagro = primera forma (v.2-5a.n.i2), se ha unido una
lipenses (Flp 2,6-11) 144 permite reconocer que su forma pa-
disputa-diálogo = segunda forma (v.sb-9).
rece ser producto de una evolución. Más antigua que el himno
No es difícil probar esto más particularmente: v.2~5a.ii.i2 es la homología KYPIOI IHZOYZ XPI2T02 (v.u), con la que
componen una narración, en sí misma pieza completa. El v.5a se ha concebido y compuesto el himno. La «forma»-himno ha
encuentra su natural continuación en el v . u . El v.12 es la con- incorporado la «fórmula»-homología. No se ha alterado, por
clusión orgánica de la narración de un milagro. Contiene la lo tanto, el «Sitz im Leben», puesto que con toda seguridad po-
constatación de la curación y la alabanza de los que aclaman demos decir ser el mismo para la homología y los himnos:
la maravilla. En este relato entra forzada la disputa-diálogo.
1 Cor 15,3-5: En Flp 2,6-11 la fórmula homológica KYPIOZ
¿De dónde vienen de repente los escribas que vemos «allí sen-
IHS0Y2 XPYZTOZ pasó a «forma»-himno; en 1 Cor 15,3-5 I a
tados» (v.6)? A la respuesta con la que Jesús confirma lo que
fórmula de fe evoluciona hasta dar en «forma»-confesión de fe.
Jesús había dicho sobre el perdonar los pecados, se está espe-
Se debe admitir que la confesión de fe que ha surgido se retro-
rando una reacción de sus enemigos (como, p.ej., en Me 3.4).
trae a la fórmula de fe más antigua, como se desprende de 2 Cor
La explosión final de alabanzas (v.12) no cuadra en absoluto
5,15: XpiuTÓs ú-nip (fipicov) coréOocvgv Kai fiyépOn (éx VEKpwv) 145 .
con la disputa. O ¿tenemos que admitir que también los ene-
migos se unieron al coro por el hecho de decir Marcos «to- La fórmula de fe ha evolucionado, al desarrollarse, de dos
dos»? 142. Cada una de las dos «formas» tiene finalidad distinta: maneras: por una parte, cada uno de los dos miembros se pro-
en el relato del milagro, la curación; en el diálogo-disputa, el cura apoyar en el testimonio de la Escritura; por otra, los dos
perdón de los pecados. miembros buscan su confirmación en un hecho de la realidad.
Queda advertido 146 que aquí actúa la ley del paralelismo.
Y es que las «formas» diferentes corresponden a diversas
situaciones ambientales: para la historia del milagro, la predi- 143 H . SCHÜRMANN, Der Paschamahlbericht Lk 22 (7-14) 15-18. I. Teil
cación; para las disputas, el distanciamiento rencoroso de los einer quellenkritischen Untersuchung des lukanischen Abendmahlsberich-
tes Lk 22,7-38: N T A 19,5 (Münster 1953) 42.
judíos. Al unirse ambas formas ha surgido otra nueva: la del 144 Cf. p.181-182.
paradigma. 145 W . KRAMER, Christos, Kyrios, Gottesohn 28.
Me 14,22-25: Comparando Me 14,22-25 con Le 22,15-20 146 Cf. p.172-173.
B) E L PAR DE PARÁBOLAS DEL CANDELERO Y DE LA MEDIDA: suponer se haya dado la asimilación a L e 8,17 (cf. regla
M e 4,21-25 cuarta). Habría entonces q u e decidirse por la pertenen-
M e 4,21-25 cia de TI al texto primitivo.
21
Kai eAeyev aÚTOís- OTI \XT\T\ IpxETai ó Aúxvos iva ÚTTÓ HÓSIOV éáv uf| iva K B al. pe.
22
TE0T¡ f| ÚTTÓ TTIV KAÍVT)V; OÚX iva ÉTTÍ TT)V Auxvíav T£0fj; oú y á p EÍ\xr\ iva 0 A 9 al. pe.
ECTTÍV TI KpUTTTOV, Éáv |if) ÍVa 9aVEpcO0fí. O Ú 6 E ÉyÉVETO áTTÓKpU90V, áAA' iva L W vet-lat
áAA' iva eAOrj eis cpavEpóv. 2 3 EÍ TIS ÉXEI £>Ta ÓKOÚEIV ÓKOUÉTCO. éáv |jr| C
24
Kai ÉAeysv aÚTOís- (3A£TTETE TÍ ÓKOÚETE. ÉV cb nÉTpco UETPEÍTE 0 éáv |jf| ASÍ al.
\K.Tprfir\Gí'ra\ Op.iv, Kai TrpoCTT£0ricrETai ú|Jiív 2 5 os y á p exei, 5o-
Hay q u e considerar el éáv ufi iva como la variante del
SrjcreTai aÚTw. Kai 65 OÚK EX£I, Kai ó EXEI óp0r|cr£Tai ÓTr' aÚToO.
texto «neutral». Esto da u n peso notable a dicha variante
1. Crítica textual (cf. regla tercera); los otros testigos quedan anulados,
puesto que sus variantes se reducen a una facilitación
Necesitan u n a aclaración los siguientes pasajes, en los q u e
del texto. E n resumen, éáv \xv\ iva es el texto original.
oscila el texto de la tradición.
EA0T) EÍS 9av£póv K C L al.
V.21 OCÚTOÍS] + OTI BL892 (sa bo)
£ÍS 9av£póv ÉAOrj D W 0 Si 33 665 al.
— OTI reí.
9avEpcoüñ B sy p sa
A pesar de no estar fuertemente apoyado en testigos,
tendríamos por texto original el OTI. Se explica q u e se La disposición de las palabras se debe seguramente a
suprimiera el OTI y no q u e se le añadiera. Además es una asimilación de L e 8,17. E n 9avEpco0rj se ve otra asi-
característico de Marcos el OTI «recitativum» (cf. regla milación, pero de M e 4,22a. Sonaría, por tanto, el texto
octava de la crítica textual) 157 . primitivo así: EAQTJ EÍS 9av£póv.
spxETai K B C L A Sí al. pl. V.24 ú|iív ] + Kai TrpoCTTE0r]<7ETai ú[ñv H B C A Si al.
carTETai D vet-lat — Kai TrpocrT£Or|CTETai úniv D W al. p e . b e 1
KaÍETai M 9 sa b o p t
Por mejor apoyada, sería Kai TrpoCTTE0T|CT£Tai üuív el
Ateniéndonos a la primera regla de la crítica textual, hay texto primitivo (cf. regla tercera).
que tener al £px£"rai como la lección primitiva. Se trata,
+ TOÍS áKoúouorv A Sí 0 al. q sy p
por otro lado, de la redacción m á s difícil (cf. sexta re-
gla); y tanto áirrETai como KaÍETai son esfuerzos para sa b o p t (credentibus f)
facilitar el texto. — TOÍS ÓKOÚOUCTIV s B C L D W a l . bel
i»-» Cf. p . 1 4 6 - 1 4 7 .
208 C.3. Método de la historia de las jornias Ejercicios prácticos 209
los pensamientos fundamentales de su evangelio. Por eso mez- 3. El problema de las piezas de la tradición
cla en el encabezamiento lo personal y lo recibido p o r tradi- contenidas e n R o m 1,30.4a
ción.
Hace tiempo q u e se viene afirmando ser la incrustación
Mientras q u e la segunda parte del encabezamiento (v.7b)
(v.3b.4a) un trozo de tradición anterior a Pablo 187 .
no tiene cosa especial (cf. 1,3; 2 Cor 1,2; Gal 1,3; F l p 1,2;
Se puede alegar, por otro lado, que el v.3b.4a es una adición
Col 1,2; T e s 1,1; 2 T e s 1,2; F l p 3), la primera parte está m u y
de palabras y giros desusados totalmente o usados m u y raras
bien trabajada 185 . El n o m b r e Pablo viene apoyado p o r dos
veces p o r Pablo. Bajando a particularidades: yívEaOcci EK se
apositivos: «siervo de Cristo Jesús», «llamado al apostolado», y
halla en las cartas todas del Apóstol u n a sola vez, y eso es una
se añade, como colofón, u n tercer participio: «elegido para p r e -
forma anterior a él de Gal 4,4; la procedencia davídica de Jesús
dicar el Evangelio de Dios» (v.i) 186 . A la palabra «Evangelio»
no la mienta Pablo (el giro ÉK orrép HOCTOS ACO/ÍS se encuentra en
se u n e u n a frase en relativo p o r la q u e se expresa la relación
el Corpus Paulinum 2 T i m 2,8); Kcn-á crápKcc, en unión con la
de la buena nueva con el Antiguo Testamento (v.2). Por m e -
procedencia h u m a n a de Jesús, la leemos en Pablo sólo en
dio del Trepi TOÜ uiou CCÚTOÜ recibe el «Evangelium» u n a segunda
Rom 9,5; el verbo ópí£eiv (v.4a) es extraño en el epistolario
caracterización: es el Evangelio «acerca de su Hijo» (v.30). Se
paulino, como asimismo ulós 0EOÜ (sin artículo); la expresión
ponen aquí dos frases en participio (v.3b.4a). Luego con el
áv 6uvá|jiEi se encuentra en Pablo otras once veces (Rom 15,
Mncroü Xptoroü del v.4b se vuelve al TOÜ UÍOÜ OCÚTOÜ (v.3a), y a
13,19) [dos veces]; 1 Cor 4,20; 15,43; 2 Cor 6,7; Col 1,11,29;
continuación u n a frase en relativo para dar cuenta de la misión
1 T e s 1,5; 2 T e s 1,11; 2,9); a u n q u e la palabra TTVEÜUO: sale a
y la razón del apostolado entre los gentiles (v.5). O t r a se-
menudo (en conjunto 139 veces), la construcción TrvEÜ^a áyico-
gunda construcción en relativo, dependiente de la palabra
trúvr|5 sólo en v.4a; el giro É£ ávocaráaEGos vEKpcov, en relación
«Gentiles». Y en ella se habla de su relación con los destina-
tarios (v.6), a quienes abiertamente se n o m b r a en el v.7. 187
Cf. NORDEN, Agnostos Theos 385; H. WINDISCH, Zur Christologie
Llama la atención q u e el apositivo d e Trepi TOÜ uioü CCÚTOÜ der Pastoralbriefe: Z N W 34 (1935) 215S; C. H. DODD, The Apostolic Prea-
(v.3a)..., el 'Inaoü Xpioroü TOÜ Kupíou fjucov (v.4b), quede distan- ching and its Developments (London 1944) 14; R. BULTMANN, Neueste Pau-
lusforschung: T h R N F 8 (1936) 11; ID., Theologie des Neuen Testaments
ciado e interrumpido p o r la construcción participial (v.3b.4a). (Tübingen 3 i9S9) 52; G. BORNKAMM, Das Bekenntnis im Hebráerbrief:
Esto indica q u e es una añadidura q u e se ha metido sin que- ThBl 21 (1941) ( = Studien zu Antike und Urchristentum [Gesammelte
Aufsátze II] [München 1959] 199 Anm. 25); W . G. KÜMMEL, Kirchenbe-
branto de la arquitectura del encabezamiento. griff und Geschichtsbewubtsein in der TJrgemew.de und bei Jesús: SBU 1 (Zü-
185
rich-Uppsala 1943) 48 Anm. 38; O. CULLMANN, Die ersten christlichen
Cf. E. LOHMEYER, Briefliche Grussüberschriften: Probleme paulinis- Glaubensbekenntnisse (Zollikon-Zürich 2 i949) 49s; ID., Die Christologie des
cher Theologie 14: «La primera parte del encabezamiento tiene por finalidad Neuen Testaments (Tübingen 3 ig63) 299; N . A. DAHL, Die Messianitát Jesu
exclusiva reflejar las varias relaciones que existen entre el que escribe y los bei Paulus: Studia Paulina (Festschrift für J. de Zwaan) (Leiden I9S3) 9°;
destinatarios. La segunda parte contiene deseos de bendición, que guarda M. E. BOISMARD, Constitué Fils de Dieu (Rom 1,4): RB 60 (1953) 1-17;
la misma forma y tenor en casi todas las cartas paulinas». E. SCHWEITZER, Erniedrigung und Erhohung bei Jesús und seinen Nachfol-
186 N 0 s e puede sacar con certeza si la presentación de sí mismo es tri- gern igs; ID., Rom 1,3 / . und der Gegensatz von Fleisch und Geist vor und
membre, o si «siervo» y «apóstol» se deben «explicar» por lo de «elegido para bei Paulus: EvTh 15 (1935) 563-571; el mismo en el artículo irveOya: T h W VI
predicar el evangelio» (R. 1.1). Probablemente es esto último; así lo cree 415; el mismo en el artículo aáp£: T h W VII 125S; F . HAHN, Christohgische
también O. MICHEL, Der Brief an die Romer 33, nota 2. Hoheitstitet Ihre Geschichte im frühen Christentum: F R L A N T 83 (Gót-
tingen 2 i964) 257-258; W . KRAMER, Chñstos, Kyrios, Gottessohn. Untersu-
chungen zu Gebrauch und Bedentung der christologischen Bezeichnungen
bei Paulus und den vorpaulinischen Gemeinden: A T h A N T 44 (Zürich-
Stuttgart 1963) 105-108; K. WEGENAST, Das Verstándnis der Tradition bei
Paulus und in den Deuteropaulinen: W M A N T 8 (Neukirchen 1962) 70-76;
B. M. F . VAN IERSEL, Der Sohn in den synoptischen Jesusworten: S N T 3
(Leiden 1964) 72; O. MICHEL, Der Brief an die Romer (M-K 4) (Góttin-
gen 1 2 i9Ó3) 30-32; O . Kuss, Der Romerbrief 1. Lieferung (Regens-
burg 1957) 4-9.
Hétíidos históricq-crítitas 14
210 C.3. Método de la historia de las jornias
Ejercicios prácticos 211
con la resurrección de Jesús, es cosa inusitada en Pablo, y si
carne-según el Espíritu de Santidad»), y subraya q u e «las frases
en i Cor se habla hasta cuatro veces de áváaToccns vEKpwv, pero
comprendidas en el paréntesis... parecen una interpretación
es refiriéndose a la resurrección de los muertos (cf. F l p 3,11).
paulina, a u n q u e el texto del segundo parénteis es particular y
Este examen estadístico demuestra que, fuera de la expre-
desusado en P a b l o » 1 9 2 . O . Michel hace resaltar que no se de-
sión év SuváuEi, todas las otras palabras y giros no las usa Pa-
bería desconocer «que la distinción KOCTCC aápKcc—Kcrrá TTVEÜUOC
blo, y naturalmente no las encontramos en sus cartas. E n re-
se ha modificado y ha cambiado la tradición más primitiva», pero
sumen, que el Apóstol echó mano de una pieza de tradición
también advierte una cosa interesante: «en todas las expresio-
anterior a él.
nes cristológicas permanece Pablo en la línea trazada por él
mismo, aunque modifique el texto primitivo de la tradición» 1 9 3 .
4. El m a r c o redaccional
E. Schweitzer objeta, por el contrario, que TTVEÜUCC óyiw-
Debemos preguntar aquí si la pieza de la tradición tomada crúvns «se justifica en el ambiente judío, no en Pablo»; Pablo
(por Pablo) ha sufrido alguna alteración al incorporarla al en- podía «ciertamente usar el Kcrrá aápKa totalmente neutral, para
cabezamiento de la carta. Se puede admitir con toda seguridad aplicarlo a la procedencia de Jesús.
que Pablo ha puesto en genitivo la frase tomada de la tradición La antítesis oáp% - TTVEÜUOC significa «en él la contraposición
«para q u e p u d i e r a a c o m o d a r s e a su c o n s t r u c c i ó n g r a m a - entre el h o m b r e pecador y su actitud, y el Dios Santo y su
tical» 188 . Por lo tanto, podemos, por ahora, determinar las pa- conducta», pero, sobre todo, «se encuentra el mismo esquema
labras de la pieza tradicional del modo siguiente: en la confesión cristológica 1 T i m 3,16; 1 Pe 3,18, y en la ex-
ó ysvóuevos 6K crrrépuaTOS Aaui'5 Kcrrá cjápKa, presión antropológica 1 Pe 4,6» 1 9 4 .
ó ópiaÜEis UÍ05 6EOÜ EV Suvá|ji£i Kcrrá TTVEÜUOC áyiwcrúvris z\ ávoc- El mismo autor sostiene que év SUVÓUEI tal vez lo añadió
aráaÉCOs VEKpwv. Pablo «para dar nacimiento a la idea de una filiación de grado
supremo» 1 9 5 .
Segunda cosa que preguntar: ¿consistió la labor redaccio- A K. W e g e n a r t le parecen los argumentos de E. Schweit-
nal del Apóstol en meter la pieza de la tradición simplemente zer «tan probativos» que los acepta él también 1 9 6 . Según
o fue él en persona el que, antes de meterla, hizo los cambios ? W . Kramer, la expresión EV SuváuEi es una adición. Sostiene
Contestan variamente los autores, sin que haya unanimidad que esta frase habría que eliminarla del fondo original como
en concretar qué se debe considerar en v.3b.4a como arreglo superflua dado el sentido de la primera línea 1 9 7 .
del Apóstol. G. Bornkamm, por el contrario, defiende la posición de
U n a serie de investigadores sostiene que la frase «según la q u e «Hijo de Dios en poder» es una expresión propia de Pablo
carne-según el Espíritu de Santidad» la añadió Pablo al trozo y pertenece, por lo mismo, a la fórmula 19S. L o mismo piensa
de la tradición. R. Bultmann, sin justificarlo, elimina de la F. H a h n : no se debe tener ÉV 8UVÓ:UEI por añadidura paulina,
fórmula tradicional el KCCTCX crápKa—KOCTÓC TrvEÜuac áyicoovvns 1 8 9 . y dice textualmente: «se debe ver esa frase como parte inte-
Igualmente N . A . Dahl 1 9 0 y B. M . F . van Iersel 1 9 1 , que tiene grante de la fórmula original, y, en consecuencia, no hay q u e
esas frases como interpretación de Pablo. O . Küss y O . Michel
se muestran indecisos ante el problema. O . Küss piensa que 192
Der Romerbrief 8.
193
«la fórmula subyacente no debió de ser m u y distinta de la ela- Der Brief an die Romer 3 1 .
194
R o m i,3s y la contraposición c a r n e - e s p í r i t u a n t e s y e n Pablo, 564;
borada por Pablo», pero pone entre paréntesis el «según la cf. el m i s m o , Erniedrigung und Erhohung bei Jesús und seinen Nachfolgern 9 1 .
195
O . a , 9 1 , nota 362: « p r o b a b l e m e n t e a p a r e c e a q u í la equivalencia p a u -
188 w . KRAMER, Christos, Kyrios, Gottessohn 105 nota 364. lina uioü aÜTOÜ (v.3)».
189
Theologie des Neuen Testaments 52; cf. Neuesle Paulusforschung: 1 96
Das Verstándnis der Tradition bei Paulus und in den Deuteropau-
T h R N F 8 (1936) 11 A n m . 2 . linen 7 1 .
190 Die Messianitdt Jesu bei Paulus 90. 197
Christos, Kyrios, Gottessohn 107.
191
Der Sohn in den synoptischen Jesusworten 72. 198 Das Bakenntnis im Hebrderbrief 199, 9 5 .
212 C.3. Método de la historia de las jornias Ejercicios prácticos 213
pensar en adición posterior» 1 9 9 . Según O. Cullmann, que no
se plantea expresamente el problema de las hipotéticas inter- 5. Perspectiva del texto de la tradición desde
el punto de vista «historia de las formas»
pretaciones paulinas, dice que hay que fijarse sobre todo en el
epíteto év SwáuEi como en lo más importante de la frase 2 0 ° . Considerado en sí mismo el texto de la tradición, es decir,
¿Qué decidir? Del examen estadístico del principio, sacá- desglosado del encabezamiento de la Carta a los Romanos, se
bamos que únicamente la frase év Suváusí es la que se encuen- observan diversos rasgos formales y notas de contenido que le
tra con relativa frecuencia en las cartas paulinas, y por este caracterizan. Con ayuda de los rasgos formales y de las carac-
lado había q u e atribuírsela aquí a Pablo. Esta opinión se apoya terísticas de contenido se puede determinar la forma de este
—ya había reparado E. Schweitzer en ello 2 0 1 — e n las siguien- texto.
tes observaciones: el Apóstol ha añadido a la tradición el Trepi
TOÜ uioü OCÜTOÜ. Como en el texto de la tradición se habla de a) Rasgos «formales»
ópiaQsis viós Oeou (v.4a), esto le da ocasión para suprimir la Como tales hay que mencionar:
frase uioü CCÜTOÜ. Entonces se añade el év Suváusí, de modo 1. El estilo en participio202.—Es una característica sobre
que la frase cobra el sentido: «Cristo Jesús, que siempre fue todo de las fórmulas antiguas. Cf. para el primer miembro:
Hijo de Dios, por é£ ávacrráaecos VEKpwv es «Hijo de Dios en Gal 4,4; R o m 9,5; Gal 1,4; 2,20; 1 Tes 5,10; para el grupo se-
poder». Aquí es donde, por lo pronto, se apoyan para tener
gundo: Rom 7,4; 8,34; Act 10,42; 1 Pe 3,18.
como interpretación paulina el év 5uvá|iei y declararlo como
2. Poner en primer término la forma verbal.—Esto es típico
no perteneciente al texto primitivo de la tradición. Asevera-
de casi todas las formas y fórmulas de la literatura epistolar del
ción q u e quedará luego confirmada cuando lo del análisis de
la historia de la tradición. Nuevo Testamento. Ejemplos: 1 Cor 15,3-5; 1 T i m 3,16;
Rom 4,25; 1 Pe 3,18. «Precisamente esta colocación de los
¿Qué función desempeña el texto de la tradición en el en- conceptos verbales era característica del paralelismo semítico
cabezamiento de la carta? Para contestar a esta pregunta, ha- y sobre todo del lenguaje semítico» 2 0 3 .
brá que recordar que los versículos 3b.4a, como la frase en
3. La ausencia de artículos en las palabras.—Ocurre esto
relativo que les precede (va), están dependiendo de eúccy-
no sólo en Rom 1,3b.4a, sino en textos de la tradición. Ejem-
yéAiov 0EOÜ. Para unir la construcción de participio con el v.2
plos: Flp 2 , 6 - u ; 1 T i m 3,16; 1 Pe 3,18.
y, al mismo tiempo, para, por encima del v.2, enlazarla con
súyyéAiov 0EOÜ, se vio precisado el Apóstol a añadir Trepi TOÜ 4. La construcción según el patrón del «parallelismus mem-
uioü OCÜTOÜ. Los versículos 3b.4a tienen, por lo tanto, la función brorum».
de tornar al contenido del Evangelio. Pertenecen con ello esos ó yevóusvos EK orrápuaTos AccuiS Kcrrá aápKa
versículos al EÜayyéAiov 0EOÜ, pues en ellos se hacen afirma- ó ópiaÜEÍs V/Í05 ÜEOÜ Kcrra TTVSÜHOC áyicoo-úvns é£ ávaaTácrEWS VEKpwv.
ciones esenciales del Hijo, que es el centro de este Evangelio. Se corresponden mutuamente dentro de ambos miembros:
El hecho de que esa pieza de la tradición dentro del enca- yEvóuEvos y ópiCT0EÍs; EK a-rrápuaTOS AauíS y uíós 0EOÜ; KaTa, a á p -
bezamiento de la carta tenga por función explicar lo que se Ka y KaTa irvEÜiJia áyicoaúvns. Únicamente falta en el primer
entiende por «Evangelio», significa que no hay que tomarla miembro d e la frase algo q u e equivalga a ávaaTÓOTCos VEKpcov.
como una fórmula rígida. Va orientada más bien al kerygma y Los giros KaTa crápra-KaTa TrvEÜua áyicoaúvns podrían hacer de-
—considerada por los creyentes—como a la confesión de fe. ducir que la frase completa se deba entender como u n paralelis-
199 mo antitético, de modo que se opongan y£vóu£vos y ópiaÜEÍs,
Christologische Hoheitstitel 252.
200
Die Christologie des Neuen Testaments 302; cf. Die ersten christlichen éK arrépuaTOS Aauí8 y utos 0EOÜ.
Glaubensbekenntnisse 49S.
201
Erniedrigung und Erhohung bei Jesús und sanen Nachafolgern 91, 2 2
0 Cf. E. E. NORDEN, Agnostos Theos 380-383.
nota 362. 2
°3 E. NORDEN, O.C, 257; allí también más ejemplos.
214 C.3. Método de la historia de las formas Ejercicios prácticos 215
Para contestar a la pregunta de la relación entre los dos unirlo con é£ ávacrráuecos vsKpcov, de modo que el sentido de
miembros de la frase, se dan diversas soluciones. E. Schweit- la frase resulte: «a partir de la resurrección de los muertos» 2 1 °.
zer cree que con los conceptos «carne»-«espíritu» se caracteri- Jesús ha sido constituido «Hijo de Dios». Tal vez con el tras-
zan grados, uno inferior, otro superior 204 . F. Hahn habla fondo del Sal 2,7 (cf. Sal 110,1) podía entenderse uíóc, ©soü
—atendiendo al conjunto—de «dos niveles de cristología», pero como una designación mesiánica, y entonces la frase sonaría:
cree que en los dos miembros se alude a una sucesión temporal «con la resurrección de los muertos Jesús ha sido constituido
entre ellos en el sentido de «uno primero-luego» 205 . W. Kra- Mesías», redacción que concuerda con las frases frecuentes en
mer entiende el segundo miembro como fórmula de adop- los Hechos de los Apóstoles (cf. Act 2,30-32; 36; 5,31; I3,33ss).
ción; se da por esto «indudablemente otro grado superior» 206 . Queda anotado que las expresiones Korrá aápKoc—Konra TTVEÜ-
Según K. Wegenast, «la fórmula distingue dos fases de la me- \xa áyicoaúvris tienen por finalidad el determinar los límites
sianidad de Jesús, una terrestre y otra celeste, que comienza de los términos cristológicos ÉK cjirépucrros Accuí6 y uiós 6soü.
con la resurrección» 207 . Esto presupone evidentemente que se consideraba necesaria
Sea como sea, parece que en todo caso hay algo cierto: por tal delimitación, es decir, para que no se entendieran los dos
el Korrá aápKa-Korrá TTVEÜua áyicocrúvris los dos miembros se or- predicados como eran en su origen, a saber, predicados de
denan uno al otro, pero también se diferencian. Por lo demás, Cristo. El mismo participio yevónevos sugiere lo que se pre-
para contestar a la pregunta de cómo se relacionan ambos tende con esa delimitación de fronteras, pues «yívEcrOai ÉK es
miembros lo mejor es examinar la historia de la tradición. una frase frecuente cuando las genealogías»211. Al unirlo con
b) Características de contenido yívsaüca ÉK, el ÉK cmépiiocTOS AauíS se está refiriendo a su ori-
gen humano. Se acentúa esta idea todavía más con el Kcrrá
Se trata aquí de dos frases cristológicas, que se distinguen
aápKa, ya que así se está en los dominios en los que adquiere
y limitan por el Kara crápKa y el Korrá ixvéj\xa áyicoaúvris.
validez la frase. Dominios que «quedan concretos al poner la
La primera frase debería estar comprendida en ÉK cnrÉpiioc-
línea genealógica de la generación natural» 212 . Dentro de estos
TOS Aocuí6; en esta forma—y según toda probabilidad inde-
límites «Jesús es Mesías davídico» 213 .
pendiente de Rom 1,3b—se encuentra en 2 Tim 2,8 (cf. 1 Ef
18,2; Trall 9,1; Esm 1,1). En el fondo dice que Jesús es el En contraposición a esto, ya se puede fijar lo que hay que
«hijo de David», es decir, el Mesías. El yevótievos no quiere entender cuando leemos Kcrrá Trveüna áyiooCTÚvns. En su factu-
indicar nada especial, pues se trata de una confesión de fe, ra exterior es frase rara que encontramos solamente (irveOjia
y no de fijar otra genealogía 208 . áyicoaúvns) en TestLev 18,11; es traducción del hebreo ruah
La frase segunda contiene la confesión de que Jesús ha haqodes (cf. Is Ó3,ioss; Sal 51,13; cf. 1 QS 4,21; 8,16; 9,13;
sido constituido «Hijo de Dios» 2 0 9 . Es evidente que hay que 1 Q H 7,6s; Dam 2,12) y es lo mismo que irva/ncc dyiov 2 i 4 .
204 Erniedrigung und Erhohung 92: «Indican la esfera terrestre, en la que
Con esta frase se caracteriza lo que viene en el segundo miem-
se borra lo dicho en la primera frase, y la esfera celeste, en la que al fin se bro: «el nacido de la descendencia de David según la carne,
hará realidad la plena filiación divina. Es lo contrario de lo que sabemos es constituido Hijo de Dios, poderoso según el Espíritu de
por Is 31,3. A los ojos humanos se acomoda la esfera primera; para el que
mira con ojos divinos la segunda» (cf. Rom i,3s). Santidad a partir de la resurrección de los muertos, Jesucristo
205 Christologische Hoheitstitel 253.
206
nuestro Señor».
Christos, Kyrios, Gottesohn 106.
207
Das Verstándnis der Tradition bel Paulus und in den Deuteropau-
linen 72. 210 | | ávcKrráo-scos vsKpwv es formalmente como ávácrrcKns vsKpcov i Cor
208 En el judaismo precristiano se llama al Mesías «Hijo de David» 15,12.13.21.42; cf. 1 Cor 15,20.
211
(SalSmón 17,21); por lo que hace a la literatura judía postcristiana cf. BILLER- F. HAHN, Christologische Hoheitstitel 252.
2
BECK, I 525; para el Nuevo Testamento cf. M t 1,2-17; Le 3,23-38; Me 10, 12 E. SCHWEITZER: T h W , VII 126.
48 par.; 12,35-37 par.; Jn 7,42; Act 2,29-35; 13.22S; Ap 5,5; 22,16. 213 Ibid.
2 214 Cf. O. PROCKSCH: T h W , I 116.
»9 Para ópí£eiv cf. K. SCHMIDT: T h W V 453S.
216 C.3. Método de la historia de las Jorm&s
'Ejercicios prácticos 217
c) Fijación de la forma
presiones no se vieron como con fondo común y se considera-
El ensayo sobre los rasgos formales y las 'Características d e ron diferentes el EK orrÉpnorros AocuíS y el uiós ©eoü. E n círcu-
contenido del pasaje de la tradición permite deducir: estamos los de comunidades helenísticas se toma el predicado uiós ©soü
aquí ante u n a «confesión de fe» en Jesús; confesión doble: u n a en el sentido de filiación divina, y ÉK orrÉpiJiocTos AocuíS en el de
se Jija en la vida terrena de Jesús, «Hijo de David»; la otra en su generación humana. El participio yevóuEvos, q u e entra en
el «Hijo d e Dios», a través d e la resurrección. Así lo entendió unión con la proposición EK, está hablando de este modo de
también. Pablo. concebir (cf. Gal 4,4).
La unión d e ambas confesiones d e fe era una cosa q u e se
%. U n a ojeada a la historia de la tradición imponía, delimitando con ello las dos expresiones tenidas como
Esta confesión, ¿se concibió y redactó tal como la cono- diferentes. Esto se hizo con las frases KOCTÓ: crápKOí-KccTá TTVEÜHCC
cieron Pablo y la cristiandad de Roma?, o ¿deja traslucir q u e áyicoaúvns. Por el KCCTCC aápKa se adscribe el predicado de Cris-
antes de eso había tenido una historia ya larga? to EK crn-ÉpHorros AccuíS a la vida terrestre y humana: Cristo es
La contraposición de los dos miembros da a entender q u e hombre, y como tal pertenece a la descendencia de David. Por
no se hizo u n paralelismo exacto: el IK aTrÉpucrros AocuíS no se el Korrá TTVEÜHCC áyicoaúvns se concreta la frase ópicr©EÍs uiós
corresponde con uiós ©EOÜ, y el ¿f ávacrrácrEcos VEKpcov no tie- QEOÜ 1% ávacrráo-Ecús VEKpcov como perteneciente a la esfera ce-
ne su equivalente en el primer miembro. L a frase correspon- leste y divina: Cristo es Hijo de Dios según el Espíritu de San-
diente ópiaOsis uiós QEOÜ l£ ávaoráaecús VEKpcov queda interrum- tidad a partir de la resurrección de los muertos.
pida p o r Kcrrá TTVEÜUO: áyicoaúvris. Como queda anotado, los Advirtamos todavía otro p u n t o : Mientras q u e las fórmulas
dos predicados d e Cristo KCCTÓC crápKcí-KocTcx TTVEÜIJO: áyicoovvns de fe en su origen hay q u e entenderlas en sentido d e presente:
se los delimita bien. Juntando esto con otras observaciones, se «Jesús es el Mesías»; a partir de la fusión, el primer miembro
ve aquí que, originariamente, eran fórmulas de confesión in- mira retrospectivamente a la vida terrena de Jesús, y el segun-
dependientes. do a la resurrección. La revelación de ambas fórmulas de con-
El giro IK cnTÉpuocTos AccuíS sería la confesión en Jesús-Me- fesión de fe dentro de la totalidad hay q u e entenderla diciendo
sías (cf. 2 T i m 2,8; cf. J n 7,42), es decir, cómo «Jesús es el que las expresiones del segundo miembro suponen u n nivel
Cristo». más levantado q u e las del primero. Con todo, no se puede per-
ópicrOeis uiós 0£oü áf ávcccrráaEws VEKpcov se puede valorar mitir hablar aquí ni «de u n a cristología d e dos planos diferen-
igualmente como confesión de fe. Tiene p o r tema q u e Jesús a tes» 2 1 5 , ni de u n a cristología adopcionista 2 1 6 . L o recto es q u e
partir de la resurrección de los muertos ha sido constituido estamos aquí ante «una pieza completa de historia de los dog-
como uiós ©EOÜ. Con ello y a la luz d e Sal 2,7 se podría con- mas d e la primitiva Iglesia q u e palpita bajo esa formulación
cluir uíós ©EOÜ como título mesiánico y la frase en el mismo anterior a Pablo» 2 1 7 .
sentido, p.ej., q u e en A c t 2,36 y 5,31, es decir, q u e «Jesús
es el Cristo». 7. El «Sitz i m Leben» (el contexto social)
Según esto, en su origen cada u n o de los miembros conte-
nía la misma confesión. Y, siguiendo por este raciocinio, las T a n t o para las fórmulas de fe primitivamente independien-
dos expresiones primitivamente eran la confesión en Cristo tes como para el conjunto unido se debería buscar el «Sitz im
presente y glorificado. A la fusión d e estas dos fórmulas de fe, Leben» allí donde se le confiesa a Jesús como el Mesías, co-
originariamente desligadas, se llegó presuponiendo q u e las ex- 21
5 E. SCHWEITZER, Der Glaube an den «Herrn» Jesús in seiner Entwicklung
215 von den ersten Nachfolgern bis Zur helle. Gemeinde: EvTh 17 (1957) 11;
E. SCHWEITZER, Der Glaube an den «Herrn» Jesús in seiner Entwick-
lung von den ersten Nachfolgern bis zur helle. Gemeinde: EvTh 17 (1957) U ¡ cf. F . HAHN, Christologische Hoheitstitel 253
216
cf. HAHN, Chrisiologische Hoheitstitel 253. Cf. W . KRAMER, Christus, Kyrios, Gottessohn ioóss.
2 7
1 E. SCHWEITZER, Erniedrigung und Erhóhung 92.
218 C.3- Método de la historia de las formas Ejercicios prácticos 219
rrespondientemente se le confiesa como aquel que es, por su
procedencia terrestre-humana, «Hijo de David», y por su vida D) U N HIMNO DE LA IGLESIA PRIMITIVA: I T i m 3,16
celeste-divina «Hijo de Dios». No necesitamos argumentos 1 T i m 3,16:
para probar que esto ocurre en el culto cristiano. Aquí es
os É9avepcó6r| év aocpKÍ ÉSiKcacoQr] év TTVEÚUCCTI
donde se ve al mismo tiempo en esta confesión resumido el
tema del mensaje cristiano. Si, ya más en concreto, estamos cóq>0r| áyyéAois éKnpúxür) év éQvsaiv
ante una «fórmula de fe bautismal» 21í?, es asunto que no se ÉTnaTsúOri év KÓauco ávEÁr)u<p0r] év Só£n
puede resolver con certeza.
1. Critica textual
8. La interpretación paulina de la fórmula de fe V.iób: se ven alternativamente estas variantes sobre el co-
mienzo de la perícopa de la tradición.
De la historia de la tradición se ha deducido hasta qué pun-
to se podía haber hablado en la confesión de fe, anterior a Pa- os C* A*o 33 al.
C
blo, sobre el ser «constituido» Jesús como «Hijo de Dios». Pero 6EÓS C C D c A C K al. pl.
también nos explicamos por qué el Apóstol añadió como una 6 D * g vg HIL AMst AV PEL
interpretación el év 8uvá|jiEi a la frase del primer miembro. Para Ó 0EÓS 69
Pablo, Jesús no comienza a ser «Hijo de Dios» desde é£ cevoc-
La última variante se aparta de las otras en que apenas la
crráaEoos vEKpcov; lo es siempre, como lo deja ver el rapi TCJU vioü
apoya algún códice. El 6, lección principalmente de los «oc-
aÚToO (v.3a), y lo mismo Rom 1,9; 5,10; 8,29; 1 Cor 1,9; 15,28;
cidentales», hay que considerarla como un querer facilitar el
2 Cor 1,9; Gal 1,16; 4,6. A partir de la resurrección de los
texto, que se consigue mediante un relativo a continuación de
muertos queda constituido «poderoso según el Espíritu de San-
tidad» (v.4). uuaTfjpiov. La lección os está mejor apoyada por los códices
que 0£Ós. Además puede explicarse cómo ha salido la variante
Debería decirse con claridad que en la redacción de la fra-
6EÓS del os (véase la regla novena): En los unciales OZ sólo
se paulina manifiestamente la acentuación la lleva ÉV 5uváuei.
se distingue de 0Z por la rayita en el interior de O, y por la
O. Cullman acierta cuando nota que «lo más importante
línea encima de las dos vocales, distintivo de un «nomen sa-
aquí es el epíteto iv Suvóuei» 21 9. Es ésta, repetimos, una in-
crum». Se comprende con facilidad que se cambie el menos
terpretación paulina de la fórmula de fe. Pero no la única. El
inteligible os por el más claro QEÓS.
hecho de que Pablo haya añadido, para hacer la unión, una
frase en relativo al eis EÜocyyéAiov de la fórmula tomada de la
tradición, permite deducir que el Apóstol alinea la fórmula de 2. Vista de conjunto de la historia de la exégesis
fe en el esquema «promesa» y «cumplimiento». El Evangelio sobre esta perícopa
que Dios, por sus profetas, había prometido en las Santas Es- 1 Tim 3,16 se viene considerando desde principios del si-
crituras ha sido cumplido ahora por «Nuestro Señor Jesu- glo xix como una cita 2 2 0 . Se ha planteado el problema de si
cristo». la perícopa en cuestión se ha tomado de un himno cristiano
El problema de lo que significa la fórmula de fe en el con- antiguo (así Rambach ya en 1817) o de un «symbolum» pri-
junto de la Carta a los Romanos sobrepasa los límites impues- mitivo (así, p.ej., B. W. M. L. de Wette). Pero quedaba en
tos a la historia de las formas, y entra en la zona de la historia pie el problema, si no se apoyaba en criterios seguros la fija-
de la redacción. ción de las formas literarias.
220
218 Sobre la exégesis en el siglo pasado hasta 1880: H. J. HOLTZMANN,
O . MICHEL, Der Brief an die Romer 31. Die Pastoralbriefe, kritisch und exegetisch behandelt (Leipzig 1880), princi-
219
Die Christologie des Neuen Testaments 302. palmente p.328-335; los datos que siguen están tomados de aquí, en parte.
220 Ejercicios prácticos 221
C.3. Método de la historia de las formas
229
Desde fines del siglo xix, pues, se ha hecho general la teo- También E. Lohmeyer lo articula en dos estrofas, de
ría de que se trata de una cita incorporada a la carta paulina. tres líneas cada una. La primera estrofa ha sido concebida his-
Una excepción la forma R. Wohlenberg en su comentario 221 ; tóricamente (y por lo mismo también ordenada cronológica-
ve ciertamente una forma de himno en seis líneas, pero dice: mente); la segunda, por el contrario, habla de hechos consu-
«el que se trate aquí de una perícopa de un himno usado en mados escatológicamente.
la Iglesia primitiva o de una confesión en forma de himno, no Lo ordinario es poner una división en tres estrofas, de dos
hay por qué suponerlo» 222 . Al editor de esta colección de co- en dos versos cada una. Se fija esta división en la contraposi-
mentarios, Th. Zahn, le parece, por el contrario, cosa segura ción conocida cráp^-TrvEÜua. Esto para las dos primeras líneas,
que no se excluye que estas frases no sean creación de Pablo 223 . pero también para las demás vale la contraposición, de dos en
La factura de himno de este fragmento y, por lo mismo, dos versos. F. Ch. Baur caracteriza la contraposición como
la significación de sus frases ha sido siempre muy discutida. gnóstica y antignóstica. Antignósticos son los versos: «se ha
Se han hecho casi todos los intentos posibles sobre el modo manifestado en la carne—predicado a las naciones—creído en
de ordenar las líneas. Para K. v. Hofmann, la primera frase es el mundo»; en cambio, gnósticos: «ha sido justificado por el
la frase señera; las demás dependen de ella, de modo que al espíritu—mostrado a los ángeles—ensalzado en la gloria». Las
«manifestado en la carne» siguen cinco atributos que lo decla- frases gnósticas se refieren al mundo ideal, las antignósticas al
ran 224 . G. Wohlenberg cree que los dos primeros miembros real de la vida histórica de Cristo y del cristianismo (citado
van juntos como sujeto y predicado, los cuatro restantes son por Holtzman).
ampliaciones y justificaciones del segundo miembro 225 . Com- M. Dibelius 2 3 0 entiende la contraposición como la del
parando los miembros 1-3 con 4-6 se les puede considerar como mundo terrestre y el celeste. Aquí se corresponden los ver-
frase principal y subordinada. Así H. von Soden y A. See- sos 1-4-5, P o r u n lado, y 2-3-6 por el otro. Ya B. Weiss 231
berg 226 . Von Soden ve en la primera parte los estadios de habla de una disposición en forma de «chiasmus» en el verso
desarrollo del triunfo alcanzado por Cristo sobre la tierra (en- quinto.
tonces áv£At|Uf©ri ÉV 8ó£r) lo interpreta como la acogida de E. Norden (1913) representa otro modo de concebir 232 :
Cristo por los hombres). Finalmente, T. Beck (siguiendo a no se da aquí el paralelismo helenístico de frases, sino el pa-
Seeberg) considera 1-4 como principales y 5-6 como subordi- ralelismo de pensamientos hebreo. «Hay seis miembros que
nados 227 . corren entre sí paralelamente sin una agrupación propiamente
Prescindiendo de si una o varias frases hay que tomarlas dicha» 233 . Pero en 1924 revisó Norden esta teoría 234 , y basán-
como eje principal de movimiento, se hace una división en dose ciertamente no en razones estilísticas, sino en la historia
pequeñas estrofas. H. G. A. Ewaid, p.ej., forma dos grupos comparada de las religiones. El ceremonial de la subida al
principales, cada uno de tres versos, y de éstos los dos prime- trono del antiguo Egipto, cuya influencia alcanza aun a los
ros de cada estrofa exponen TÓC ÉTríyaoc y el tercero TCC éiTou- textos cúlticos del helenismo, le parece a Norden como el mo-
pcrvict 228 . delo para este himno cristiano. Se dan seis versos agrupados
por pares, construidos paralelamente, cuyo tema abraza el ci-
221
Die Pastoralbriefe (Leipzig 1906).
222
Ibid., 139, nota 2.
223 229 Kyrios Jesús. Untersuchung zu Phil 2,5-11 (Darmstadt 2 i96i) 63.
Einleitung in das Neue Testament, Bd. I (Leipzig 3 i9o6) 493. 230 Handbuch zum Neuen Testament I. Aufl. (Tübingen 1913).
22
4 Cf. H. J. HOLTZMANN, ibid., 328. 231
225 Die paulinischen Briefe und der Hebrderbrief im berichtigten Text
Die Pastoralbriefe (Leipzig 1906).
226 (Leipzig 2 i902).
H. v. SODEN, Hand-Commentar zura Neuen Testament III 1 (Frei- 232
Agnostos Theos (Darmstadt 4 i956) 256.
burg-Leipzig 1893); A. SEEBERG, Der Katechismus der Urchristenheit (Neu- 233 I b i d
.druck-München 1966). -
227 234
Der Katechismus der Urchristenheit 116. Die Geburt des Kindes. Die Geschichte einer religiosen Idee (Darm-
228
Cf. H. J. HOLTZMANN, ibid., 335. stadt 3i958) 128.
222 C.3. Método de la historia de las jornias Ejercicios prácticos 223
cío completo de la religión de Cristo desde su aparición en la la carne». Y no fue esto una ilusión; no era El uno de los tantos
tierra hasta su entrada en la glorificación» 235 . que se han arrogado el ser Señores; «El ha sido justificado por
El influjo de esta tesis se comenzó a extender desde que el Espíritu» (en las esferas celestes). En carrera triunfal ha re-
J. Jeremías, en 1934, la aceptó como base para su comentario corrido las escalas de ángeles y potestades: «ha sido mostrado
de 1 Tim 3,16 236 . Jeremías encuentra la forma estilística, en a los ángeles». En su carrera de triunfo ha atravesado el cos-
tres planos, del himno de la subida al trono no sólo en 1 Tim 3, mos entero: «ha sido predicado a las naciones». Como vence-
16, sino también en Flp 2,9-11; Mt 28,18-20; Heb 1,5-14. El dor ha vuelto de allí: «ha sido creído en el mundo». De este
ceremonial de la subida al trono en el antiguo Egipto se com- modo ha asumido todo el poder y majestad: «ha sido ensalza-
ponía de tres actos: exaltación-presentación-entronización. In- do a la gloria» 2 3 9 .
alterado en su forma estilística, continuó influyendo el cere- La concepción del himno para la subida al trono la acep-
monial aun en época en que ya no se observaba. A su luz hay ta C. Spicq 240 . Pero vislumbra además otro trasfondo muy
que articular y comprender nuestra perícopa: la subida al tro- concreto de la historia de las religiones. Para Spicq la Carta
no de Jesucristo se desarrolla: i.°, en la exaltación del hecho está escrita por Pablo en Efeso. De ello hablan las alusiones
hombre (primer par de contraposición); 2. 0 , en la proclama- concretas a circunstancias efesinas; así, p.ej., el orüAos (co-
ción al mundo celeste y al terrestre de esa exaltación (segundo lumna) de 1 Tim 3,15 recuerda las «magnifiques collonades
par de contraposición); 3. 0 , en la entronización de Cristo en éphésiennes qu'il connaissait bien» 241 . Pero nuestro himno es
la gloria (tercer par de contraposición) 237 . totalmente un «hymne antiartémisien» (así también ya B. Pas-
Las frases de contraposición ponen siempre frente a frente cual, 1925; cf. Spicq, en otros sitios), compuesto para la exal-
lo celestial y lo terreno, y además en forma «chiástica». La ele- tación del Dios de los cristianos frente a la divinidad efesina.
gancia formal de esta tesis (un modelo antiguo, construcción Para probarlo se buscan conexiones como la de que cráp£ y
en tres planos, pares de contraposición, articulación «chiásti- irveüua podrían formar contraste con la piedra caída del cielo,
ca») ha encontrado amplia aceptación pasando por alto sus pun- que se tenía como origen del culto de Artemisa, o aquella de
tos débiles. No se ha examinado en comentarios posteriores el que la amplitud del mundo de la predicación de la fe cristiana
fundamento de esta caracterización formal. podría corresponder a la pretensión igualmente ecuménica del
También E. Schweitzer 238 se inclina al esquema de la su- culto artémico, según se desprende de Act 19,27.
bida al trono. Pero insiste con más fuerza en la contraposición La tesis más reciente, y también sorprendente, la propone
dentro de cada dístico y en ella ve la oposición tan profunda- G. Holtz en el Comentario a las Cartas Pastorales aparecido
mente sentida por el helenismo entre el mundo terreno y el en 1965 242 . Pone por título general a 1 Tim 3-4,11: «Comuni-
celeste, que quedaron comunicados por el puente que tendió dad de la Iglesia y Cena del Señor... «El c.3,1-7 lo intitula: «El
la hazaña de la redención de Cristo. Haciendo gravitar la im- que preside la cena del Señor»; el 3,8-13: «Los que sirven en la
portancia sobre este hecho, se comprende que la construcción cena del Señor»; y el 3,14-16: «El misterio eucarístico».
de la perícopa no se preocupe de un orden cronológico pro- En este marco, la perícopa se interpreta como un himno-
piamente dicho. El mensaje del himno según E. Schweitzer prefacio. En cuanto a la forma no aporta G. Holtz cosa nueva.
suena así: «la trágica y pesada separación del mundo terreno El esquema está tomado de J. Jeremías: tres estrofas, construc-
y del celeste ha sido suprimida; se ha manifestado Jesús en ción «chiástica», contraposición mundo terreno y celeste en
" s I b i d . , 128. 239
E . SCHWEITZER, ibid., 155.
236 240
Cf. Das Neue Testament deutsch, Bd. 9, Die Briefe an Timotheus und C . S P I C Q , Saint Paul. Les Épitres Pastorales: É t u d e s Bibliques (Pa-
Tilus ( G o t t i n g e n ' 1 9 5 4 ) z.St. rís 1947) 107.
237 Ibid., 2 3 . 241 C. S P I C Q , ibid., 105.
238 242
Erniedrigung und Erhohung bei Jesús und seinen Nachfolgern (Zü- Theologischer Handkommentar zum Neuen Testament, Bd. 13, Die
r i c h 21962) 107. Pastoralbriefé (Berlín 1965).
.224 C3- Método de la historia de las jornias
Ejercicios prácticos 225
c a d a estrofa, y—sin citar a J. Jeremías o a E. Norden ni usar
248
el término «himno de la subida al trono»—usa los conceptos: presión del núcleo del mensaje d e la buena nueva» , lo debe
exaltación, presentación y entronización en el comentario de reconocer la comunidad cristiana, es decir, manifestarlo en su
Jas tres estrofas. confesión de fe.
T a m p o c o el comentario trae nada nuevo, fuera de conside- El estilo de himno, la construcción literaria y cada una de
rar la sección i T i m 3,16 como un «himno-prefacio», que se las expresiones están evidenciando q u e v . i ó b no se compuso
apoya en la conjetura de «que los capítulos segundo y tercero «ad hoc», sino q u e se trataba de una forma estereotipada ante-
retratan el culto eucarístico de la época paulina» 2 4 3 . riormente.
La introducción y el hecho de q u e con v . i ó b termina la
3. Análisis literario sección v. 14-16 y comienza con 4,1 tema nuevo, demuestra
que, al ser incorporada al contexto de la Carta primera a T i -
La perícopa 3,14-16 interrumpe el desarrollo de ideas q u e
moteo, la perícopa tomada de la tradición no ha sufrido varia-
se propone el autor, que sigue, en todo, el esquema de una
ción alguna.
«lista de deberes». Los versos en sí no parecen tener relación
inmediata ni con lo que procede ni con lo que sigue. Son como
4. Consideración desde el punto de vista
una pieza entrometida, cuya finalidad es centrar los temas de de la historia de las formas
la primera parte (oración y servicio) y los desarrollos de la se-
gunda (aplicaciones prácticas), centrarlas, repito, en dos fra- Lo mismo q u e para la «confesión de fe» de R o m 1,3.4, s e
ses esenciales: primera, la iglesia es la «Casa de Dios», por lo dan aquí algunos rasgos «formales» y algunas características de
mismo «columna y fundamento de la verdad» (v.15); segunda, contenido q u e conviene tener en cuenta si queremos q u e se
el «misterio de la tradición» (v.16). Juzgará bien quien diga q u e nos facilite la estructura y modo de ser de la perícopa.
aquí se trata sobre «le point doctrinal culminant de l'Epitre,
a) Rasgos formales
mais la clef m é m e des Pastorales» 2 4 4 .
Ya la misma introducción, tan solemne, está indicando que Primero: L a unión por relativo 2 4 9 . L a encontramos tam-
el v . i ó b se debe tomar como cita y referencia. Su caracteriza- bién en las piezas venidas de la tradición q u e incorpora la lite-
ción como TÓ Tfjs eúcrepeíccs uucrrripiov, q u e en realidad dice lo ratura epistolar del Nuevo Testamento (cf. R o m 4,25; 8,34;
mismo q u e TÓ mjcrrripiov Tfjs TríaTEcos (v.39), es m u y típico del Flp 2,6; Col 1,15.18; 2,10; H e b 1,3; 5,7). N o se pone el n o m -
redactor de las Pastorales. N o se pretende hacer aquí SiBoccr- bre del ensalzado. Esto se apoya en el uso del cántico en la
KaAícc, que, por otro lado, juega u n papel tan importante liturgia; se sitúa en un puesto, «en el q u e la alusión a Cristo
(cf. 1 T i m 1,10; 4,6.13.16; 5,17; 6,1.3; 2 T i m 3,10-16; 4,3; es manifiesta» 2 5 0 .
T i t 1,9; 2,1.7.10), sino q u e se trata «del misterio de la fe cris- Segundo: La expresión en tercera persona. Con 1 T i m 3,
tiana» 2 4 5 , q u e contienen las expresiones siguientes sobre Cris- 16b «refieren y confiesan» también la mayoría de los demás
to. En una palabra, Cristo mismo es el misterio, «une, person- himnos cristianos del Nuevo Testamento «acciones y hechos
ne vivante qui s'ent manifestée» 2 4 6 . Como indica el ó|ioAoyou- del Salvador y la presentan en la forma desusada» 2 5 1 de la ter-
uévoús ( = reconocido), «sobrentiende la cristiandad primitiva cera persona (cf. F l p 2,6,11; Col 1,1520; H e b 5,7-10; 1 Pe 2,
la idea de óuoAoyíoc» 2 4 7 . El «misterio de la piedad» como «ex- 22-24).
Tercero: El hacer preceder el verbo en forma pasiva. Esto
2« G . HOLTZ, ibid., 96.
244
C. SPICQ., Les Építres Pastorales 103. es típico del «paralelismo semítico» 2 5 2 , y se encuentra no raras
245 o . MICHEL: T h W V 213. 248
246
M. DIBELIUS, Die Pastoralbriefe 49.
C. SPICQ, Les Építres Pastorales io6s. 249
Cf. E. NORDEN, Agnostos Theos 255S.
247 250
O. MICHEL, ibid.; la variante de D ónoTioyoO^Ev «s que con toda se- G. SCHILLE, Frühchristliche Hymnen 48.
guridad es posterior, parece confirmar lo mismo. 251
G. SCHILLE, ibid., 47.
252
E. NORDEN, Agnostos Theos 257; «Un escritor purista griego a nin-
Métodos histórico-criticoi 15
226 C.3. Método de la historia de las formas Ejercicios prácticos 227
253
veces e n las oraciones (cf. M t 6,9.10) . L a presión d e la for- b) Características de contenido
ma es t a n fuerte q u e llega al giro totalmente desusado éina-- El primer verso d e la primera columna en vertical: £9co>£-
T£Ú0T| ÉV KÓaUCp.
pcó0r) év crapKÍ:
Cuarto: La carencia de artículos en las palabras, q u e n o Con el verbo 9ocv£poüv, tal como se usa en el Nuevo T e s -
sólo aquí, sino—como hemos advertido ya 2 5 4 —también se e n - tamento, se nos ponen dos momentos esenciales:
cuentra e n otras piezas de la tradición.
Primero: L o q u e hasta ahora estaba oculto, ha sido reve-
Quinto: L a construcción según el patrón del paralelismo. lado (cf. R o m 3,21; 16,16; Col 1,26; 1 P e 1,20; 1 J n 1,2).
Sería bien difícil descubrir e n el Nuevo Testamento u n pasaje
Segundo: L a revelación se hace p o r causa d e los hombres
en el q u e la construcción de la frase estuviera tan pendiente
(cf. R o m 16,26; Col 1,20 f; 1 P e 1,20; 1 Jn 1,2). L o q u e más se
del fondo temático (y al contrario) como 1 T i m 3,16b. Por
parece a É9avspcb0ri lo vemos acudiendo al uso q u e hace Juan
eso hay q u e fijar bien previamente la forma característica, si
de la palabra (cf. 1 J n 1,2; 3,5-8). E n realidad, el alcance de
se quiere comprender lo típico del contenido del himno.
É9avEpcó0r| év crapKÍ lo da Juan en su evangelio (Jn 1,14). Como
La contraposición d e év crapKÍ y év irvEÚua-n indica q u e en R o m 1,3, también en 1 T i m 3,16b la palabra cráp£ se refiere
69avEpcb0r) év crapKÍ y é8iKaicó0r] év -rrvEÚpicrn hay q u e tomar- a la esfera terreno-humana. Entonces se tuvo la 9ocvépooais de
los como miembros dobles paralelos. D e aquí sacamos p o r Cristo, su revelación. C o n esto se entiende no sólo la Encar-
aproximación q u e los otros cuatro versos se deben tomar como nación 2 5 6 , sino toda la vida d e Cristo en la tierra, en la q u e se
paralelos d e dos en dos, q u e se podrían contraponer con las realizó la 9ocvépcocris (cf. 1 J n 3,5.8).
palabras: áyyeAoi-luvr]; KÓCTUOS-8Ó£CC.
Así se tiene una construcción d e tres pares d e versos, en úJ90r| óyyéAotc:
los q u e cada verso se ordena al otro p o r paralelismo. Q u é tipo
Por la 1 Cor 15,3 sabemos q u e 6J90n pertenece, p o r u n
sea éste d e paralelismo, se dice m á s adelante.
lado, al fondo d e fórmulas antiguas, p o r otro, q u e con ese tér-
Con la contraposición év crapKÍ-év -TTVEÚIÍOCTI se indica no
mino se alude a la aparición del resucitado. N o hay p o r q u é
sólo el paralelismo d e los versos, sino también q u e podemos
atribuir a Pablo solamente el uso de esa palabra y, p o r lo mis-
ver como u n orden vertical en cada verso. A étpccvepcóOr) év
mo, el fondo de tradición tomado p o r él. T a m b i é n lo adverti-
aocpKÍ siguen verticalmente wq>6r| óyyéAois y ótveXrmcpSri év
mos en los escritos d e Lucas (cf. L e 24,34; A c t 13,31; 9,17;
6ó£r|; a éStraicoOri év TTVEÚPOCTI siguen en vertical ÉKnpúxSri év
26,16). E n los demás pasajes del Nuevo Testamento e n los
IdvECTiv, y éiriaTEÚOri év Koaiico. Tendríamos, por lo tanto:
que, cuando acude la palabra, se está teniendo delante el uso
É9ocv£pcó0ri év crapKÍ é5iKcacó0r| év irvevíucrn q u e d e ella hacía el Antiguo Testamento (cf. M t 17,3 par.;
a>90r| áyyéAois éKnpúx0r| év EOVECHV L e 1,11; 22,43; Act 7,2.26.30.35; 16,9; A p 11,19; !2,i.3). E n
ávocAr|U90r| év 5ó£n ETncrreú0r| év KÓcriacp todos los pasajes en q u e Jesús es el sujeto, se habla d e la apa-
rición del Resucitado 257 . N o se debe pensar aquí «en el viaje
Según esto había q u e suponer q u e en el último miembro
triunfal del subido al cielo a quien adoran los ángeles» 2 5 8 .
doble los miembros h a n cambiado d e sitio. L o q u e se com-
W90T) áyyéAois significa, por lo tanto, la aparición del Resuci-
prende con facilidad cuando se piensa q u e «el tono del himno
tado «a los ángeles». Esto se debe entender en el mismo sentido
acentúa principalmente la victoria y p o r eso carga sobre el final
de las narraciones evangélicas, según las cuales a los ángeles
del himno» 2 5 5 .
256
gún precio hubiera puesto las seis formas verbales una tras otra al principio Cf. C. SPICQ., Les Építres Pastorales 109.
del miembro, sino sin duda al fin» (ibid.). 257 w , MICHAELIS: T h W V 359: cócp6r| es «terminus technicus» para sig-
253 nificar las apariciones del Resucitado.
Sobre la posición precediendo la forma verbal cf. Is 37,17; Sab IO.ISS.
258
254 Cf. p.213. E. SCHWEITZER, Erniedrigung und Erhohung bei Jesús und semen Nach-
253
G. SCHILLE, Frühchristliche Hymnen 47. folgern 106.
228 C3- Método de la historia de las formas Ejercicios prácticos 229
se les nombra como a los testigos primeros de la resurrección esto se pone d e relieve q u e el Paráclito actúa d e juez p o r el
(cf. Me 16,5-7; Mt 28,2-7; Le 24,4-7; Jn 20,11-13). testimonio de los discípulos.
áveArmq>0r| év 8ó£r| En u n sentido semejante hay q u e tomar é6iKociw0r| év TTVEÚ-
ucrn, con la diferencia, naturalmente, de q u e aquí n o se habla
También ávsAr|U99n está en relación estrecha con los es- de la acción del irvEOpia, pues d e la contraposición con év crapKÍ
critos de Lucas. Act 1,2.11.22 designa con esta palabra que deducimos q u e en este pasaje n o debemos tomar la preposi-
«fue arrebatado a los cielos el Resucitado» 259 . El áveAr|U9©r| ción év con significación instrumental. Como en R o m 1,4 el
de los Hechos de los Apóstoles es en realidad idéntico al ócvE9é- Tfvsüna señala la esfera de lo divino: El SiKccicú0f¡voci d e Jesús
pe-ro (Le 24,51). Le 9,51 habla de la áváAnu^is de Jesús, don- se alcanza n o év crapKÍ, sino después de su resurrección y glo-
de quizá se incluye la «acogida» por Dios «que comienza con rificación év TrvEÚncrn.
la muerte y encuentra su culminación en la «ascensión luca-
na» 260 . >Av£Arm90r| se encuentra igualmente en el final de Mar- éKnpÚX^Tl év É0VECTIV
cos añadido posteriormente (Me 16,19). El giro recuerda por
KnpúcraEiv se encuentra en el Nuevo Testamento sesenta y
su formulación a 1 Tim 3,16b. «Lo que para el autor de Me 16,
una veces en total (nueve en Mateo, catorce en Marcos, nueve
19 como para 1 Tim 3,16 es decisivo, se resuelve en el hecho
en Lucas; Juan, Hechos ocho veces; diecinueve en Pablo; H e -
del ensalzamiento de Cristo a la Majestad divina» 261 .
breos, primera d e Pedro u n a vez, Apocalipsis, finalmente, u n a
La acogida év 5ó£n significa la exaltación y glorificación de
vez). L a actividad d e KnpúcraEiv la ejercieron Juan el Bautista,
Cristo.
Jesús, los enviados por El, Pablo, los Apóstoles principalmen-
Los versos de la segunda columna en vertical: te. El contenido d e la predicación se denomina sobre todo
É6iKccicó0r| év TrvEÚncrn. el «Evangelium» y el «señorío divino» 2 6 4 .
éSiKocicó0r| hay que entenderlo como en Rom 3,4 ( = Sal 51, E n conexión con 1 T i m 3,16b interesan con preferencia
6), donde la forma del verbo SIKOCICOOTJS es paralela a viKr|- aquellos pasajes en los q u e el tema d e la predicación es Jesús
ÜEIS
262
. «En el fondo se advierte la idea de un proceso judi- mismo (Act 8,5; 9,20; 19,13; 1 Cor 1,23; 15,12; 2 Cor 1,19;
cial que se tiene entre Dios y el mundo» 263 . 11,4; F l p 1,15). «Se predica a Cristo», es decir, «no sólo se teje
Lo que se quiere significar realmente con é6iKociw0r| év u n discurso sobre Cristo, sino Cristo es la palabra» 2 6 5 ; en con-
TTVEÚpiaTi lo explica Juan 16,8-10: el Paráclito argüirá al KÓCTUO$ creto, se presupone siempre la resurrección d e Jesús y su glo-
de 6iKccicocrúvr|. No se piensa, por lo tanto, con ello en el juicio rificación.
final, sino en la acción presente del Paráclito después de la su- «Con u n a preposición év se alude al sitio donde se hace la
266
bida de Jesús al Padre. El «mundo» (aquí como en Jn 15,18-25 predicación» . Del év EOVECTIV n o hay q u e deducir sin m á s co-
se refiere a los judíos incrédulos) se creía estar en justicia. En mo si se refiriera a los «pueblos» (así J. Jeremías y E. Schweit-
su incredulidad el mundo acusó a Jesús de pecador y en el pro- zer) o a los «gentiles» (así, p.ej., Dibelius). M á s exacto es inter-
ceso salió triunfante: con su muerte en la cruz Jesús fue juz- pretar q u e con ÉKripúx0r| év É'0v£cnv se significa la universalidad
gado por el mundo (cf. Dt 21,23). El Paráclito revisa el pro- del mensaje cristiano, es decir, éüvn equivaldría a lo que M t 28,
ceso y lo da media vuelta. Descubre quién es el que salió bien 19 expresa con «todas las gentes»... donde Israel ni se incluye
en este proceso: fue Jesús, que ha sido exaltado a la diestra del ni se excluye d e modo expreso.
Padre y como Señor glorificado vive entre los suyos (v.io). Con
264 Cf. G. FRIEDRICH: T h W III 703.
259 G. DELLING: T h W IV 8. 265 G. FRIEDRICH, ibid., 706S.
2<so G. DELLING, ibid., 9. 266 G. FRIEDRICH, ibid., 703.
2«i G. DELLING, ibid., 8.
262 Cf. E. SCHWEITZER, Erniedrigung und Erhohung 105, nota 422.
263 Ibid., 106.
230 C.3. Método de la historia de las jornias Ejercicios prácticos 231
ÍTncrreúOr) EV KÓCTUCO
5. Fijación de la forma
El desusado ÉTncrrsu8r| se elige por homofonía, «forzado por
la rima» 267. Está relacionado el TncrrEÚEiv con el Knpúo-CTEiv, y Si el examen del contenido del himno es exacto, entonces
estrechamente relacionado, ya que «a la aceptación de este ke- hay que decir que la forma se nos presenta como algo sorpren-
rygma se llama TTICTTEÚEIV 268. «Kerygma y fe se corresponden dente. Se comprendería fácilmente el himno si su construc-
mutuamente con toda seguridad» 269 . Kósmos aquí significa ción fuera la de dos estrofas que se siguen una a la otra, de
—como tantas veces en el Nuevo Testamento (cf. Mt 5,14; modo que en la primera se hablara de la vida humana de Cris-
13,38; 26,13; Me 16,15; Rom i,8; 1 Pe 5.9)—el «mundo de los to en la tierra, su resurrección y su glorificación, y en la segun-
hombres» ( = la humanidad); év KÓancp es, según esto, idénti- da se relatara lo que sucede después de la glorificación. Pero
co a év EQVECTIV.
no es así; las estrofas, más que seguir una a otra, se compene-
tran sobre la base de la contraposición cráp^-TTVEÜnoc; áyyeAoi-
La frase é-rncrreúüri EV KÓancp resulta como una consecuen-
EGVTI; KÓCT|ios-5ó£a.
cia lógica del £Kripúx6r| EV ÉOvEaiv.
Los versos de la primera estrofa hablan de la historia de Claramente vemos que Év crccpid pide como contraposición
Cristo: «se ha manifestado en la carne», se refiere a su vida de EV irvEÚnom. Y no sólo porque la contraposición cráp£-TrvEÚ|Jia
hombre en la tierra; «ha sido mostrado a los ángeles», tiene hay que presuponerla como cosa conocida, sino también por-
ante sus ojos la resurrección; «ha sido ensalzado en la gloria», que ambas expresiones realmente se corresponden aquí. El
aquí se dice de su glorificación. hecho de la revelación, del que hablan los versos de la segun-
da estrofa, se verifica por el Señor resucitado y glorificado; por
Los versos de la segunda estrofa tienen por tema la historia
lo tanto, EV irvEÚiJiaTi. Esta contraposición es la que motivó
de la salvación de Cristo, lo que se ha realizado en los hombres
las expresiones opuestas en los demás pares de versos: ccyyE-
gracias a El: «ha sido justificado en espíritu», «predicado a to-
Aoi-é'Qvri; KÓcrtJios-8ó£oc.
das las gentes», «creído en el mundo».
En los versos de la primera estrofa se traza una línea su- En virtud de este principio de las formas de la contraposi-
cesiva de acontecimientos: vida terrestre, resurrección, glorifi- ción se desprende que «las expresiones soteriológicas de la es-
cación. Lo mismo en los versos de la otra estrofa: a la justi- trofa segunda no estén desligadas de la frase de contenido cris-
ficación en el espíritu sigue la predicación a todas la gentes, tológico» de los tres primeros versos, sino que se hallan rela-
y a ésta el ser creído en el mundo. cionadas e interdependientes. La disposición concatenada de
los versos en pares tiende a inculcar que la historia salvadora
Este examen nos ha demostrado que el himno no es una
de Cristo no se puede aislar de su vida histórica humana. La
cosa extraña en el Nuevo Testamento, ni por razón de sus ras-
comunidad cristiana veía unida en el himno las dos «historias»
gos formales ni por las características de contenido. De modo
de Cristo. Precisamente tal unión y compenetración son las
especial los temas que incluye hunden sus raíces en la cristo-
que forman el «gran misterio» de Cristo y de la fe cristiana.
logia de la Iglesia primitiva, y para su comprensión no necesi-
tamos acudir ni a lo de una piedra caída del cielo 2 7 0 ni al ri- Si, como acabamos de decir, se interpreta debidamente la
tual de la subida al trono de los reyes del antiguo Egipto 271 . forma del himno, entonces su composición no obedece a la ley
del paralelismo antitético ni a la construcción «chiástica». Al
267
E. NORDEN, Agnostos Theos 255, nota 3. contrario, los dos primeros miembros se atienen al orden de
268
R. BULTMANN: T h W VI 209.
2
«9 I b i d . , 210. las series. Únicamente en el último miembro doble están cam-
270
Cf. C. SPICQ, Les Építres Pastorales 109. biados de sitio cada miembro. Esto se puede explicar diciendo
271
Cf. J. JEREMÍAS, Die Brieje an Timotheus und Titus 22S, etc. que con ávEÁrmcpüri év Só^rj se debía haber acabado el himno,
con lo que KÓCF|JIO<;-8Ó£OC corresponde a crápf-TrvEÚna del primer
verso, como contraposición.
232 C.3. Método de la historia de las formas
II. Literatura
A) PARA EL EVANGELIO DE MARCOS
H. RIESENFELD, Tradition und Redaktion im Markusevangelium: Ntl. Studien
f. R. Bultmann (BZNW 21) (Berlin 1954) 157-164.
W . MARXSEN, Der Evangelist Markus. Studien zur Redaktionsgeschichte des
Evangeliums ( F R L A N T N F 49) (Gottingen 1956, 2 i959).
— Redaktionsgeschichtliche Erklárung der sog. Parabeltheorie des Markus:
ZThK 52 (1955) 255-271.^
J. SCHREIBER, Die Christologie des Markusevangeliums. Beobachtungen zur
Theologie und Komposition des zweiten Evangeliums: Z T h K 58 (1961)
I54-I85-
E. SCHWEITZER, Anmerkungen zur Theologie des Markus: Neotestamentica et
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— Die theologische Lehre des Markus: EvTh 24 (1964) 337-355.
P. VIELHAUER, Erwágungen zur Christologie des Markusevangeliums: Zeit und
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G. BORNKAMM-G. BARTH-H. J. HELD, Uberlieferung und Auslegung im Mat-
tháusevangelium ( W M A N T 1) (Neukirchen 1959, 41965).
G. STRECKER, Der Weg der Gerechtigkeit. Untersuchungen zur Theologie des
Mattháus ( F R L A N T 82) (Gottingen 1962).
R. HUMMEL, Die Auseinandersetzung zwischen Kirche und Judentum im Mat-
thdusevangelium (BEvTh 33) (München 1963).
sobre la redacción de Marcos los «grandes Evangelios». Se eúocyyéAtov de predicado» (91). En cambio, en Marcos «el Evan-
hace esto porque las variantes introducidas por Marcos y Lu- gelio es Jesús», «Evangelio es sujeto y Jesús el predicado» (92).
cas arrojan «de rechazo luz sobre los evangelistas más anti- Con otras palabras, «el Evangelio que escribe Marcos es el co-
guos» (26). mentario desarrollado de la idea «Evangelio», que acude tantas
Ilustremos el método de trabajo de Marxsen con un ejem- veces a la pluma de Pablo, aunque sin explicarlo» (92).
plo. En la sección tercera del libro se estudia la palabra EÚocy- La tercera sección de la obra la dedica Marxsen al «proceso
yéAiov, que indudablemente cobra gran importancia en la de estructuración posterior en los grandes Evangelios» (92-98),
obra de Marcos (77-101). El ensayo comienza con el «análisis arrojando luz, una vez más, sobre las diferencias típicas de
del examen sinóptico» (79-83), y llega al resultado de que el Marcos, Mateo y Lucas. En el «Resumen» (98-101) nos expli-
sustantivo EÚocyyÉAiov es «claramente una expresión predilecta ca cómo Marcos orienta «las dos corrientes», que «fluyen jun-
de Marcos» (83). El evangelista no sólo pone este término «al tas a través del anuncio en la Iglesia primitiva», la conceptual-
frente de toda su obra» (1,1), sino que la refiere a toda la tradi- teológica (Pablo) y la kerigmática-intuitiva (el material sinóp-
ción anterior a él (Me 1,14-15; 8,35; 10,29; !3>9-io; 14,9), y tico de la tradición). A esta luz aparece claro que el evangelista
une a todo esto «una concepción totalmente definida, que no más antiguo trabajó, como escritor, «totalmente a servicio de
aceptaron en ese sentido sus seguidores» (83). La concepción su concepción teológica y de lo kerigmático» (99).
de Marcos la desarrolla nuestro autor en la sección inmediata Tres años después (1959) publica W. Trilling su diserta-
(83-92). Luego se estudian Me 8,35 y 10,29, los dos pasajes, ción titulada: El verdadero Israel. Estudios para la teología del
por lo tanto, a los que con toda claridad ha añadido el evange- Evangelio de Mateo; en 1964, al hacer la tercera edición, la in-
lista la palabra EÚocyyéAiov. Evidentemente, dice el autor, para corpora como volumen diez a los Estudios para el Antiguo y
Marcos «el Evangelio es el Señor presente», «representa al Se-
Nuevo Testamento, de Munich 13 . Precede una «Introducción»
ñor», y esto en dos sentidos: primero, porque es «la (o una)
(11-20) en la que se justifica la finalidad del trabajo, «esclare-
forma en la que Jesús realmente se presencializa; segundo, «el
cer las ideas fundamentales teológicas del primer Evangelio y
Evangelio (predicado) es el representante de Jesús» (85). En
estudiar su influjo en la composición del libro que manejamos
la misma dirección se orienta 13,9.10. En 14,9 «se hablaba de
ahora» (14). Hace un ensayo sobre Mt 28,18-20 (21-50), «por
lo que esta mujer ha hecho, para memoria de ella»; el motivo
pertenecer estos tres versículos a las expresiones de más im-
para el recuerdo, «se debe entender en el sentido de una «re-
portancia de todo el Evangelio» (21). Siguen a continuación los
praesentatio» (87). «El título (Me 1,1) es la condensación com-
pendiada de todo lo que escribe Marcos» (87). estudios en tres grandes secciones: «La crisis de Israel» (53-
96); el «verdadero Israel» (97-163) y «la Tora del verdadero
Cuando se hable de «Evangelio» como obra total, se debe Israel». El último capítulo, dentro de la tercera sección, lo titu-
entender entonces no «información sobre Jesús», sino «discur- la «Conclusiones y perspectivas» (212-224) y se emplea a fondo
so, predicación» (87). La palabra que antepone Marcos, ápxií, con los problemas: relación entre «Tradición y redacción» (214-
se entiende en ese sentido e indica el «punto» adonde hay que 216), «forma del Evangelio» (216-219) y «contexto existencial»
volver con mirada retrospectiva» (88). El pasaje 1,14-15, visto (Sitz im Leben) 219-224.
con ojos de la época de Marcos, significa: «Ahora está (el reino Como detalle de cómo trabaja W. Trilling es muy típico
de Dios) PCCCTIAEÍO: TOÜ ©EOÜ a las puertas» (89). Este anuncio
exige fe «en el Evangelio», que «representa al Señor en calidad 13
Cf. sobre el particular otros trabajos acerca de la historia de la re-
de predicación» (90). dacción aplicada al evangelio de Mateo, principalmente G. BORNKAMM-
G. BARTH-H. J. HEELD, Uberlieferung und Auslegung im Mattháus-Evange-
Compárese el uso de la misma palabra por Marcos y por lium: W M A N T 1 (Neukirchen 4 i96s); G. STRECKER, Der Weg der Ge-
Pablo. Sacaremos de esta confrontación que, en la frase de Pa- rechtigkeit. Untersuchung zur Theologie des Mattháus: F R L A N T 82 (Gót-
tingen 1962); R. HÜMMEL, Die Auseinandersetzung zwischen Kirche und Ju-
blo, «Jesucristo es el Evangelio», «Jesucristo hace de sujeto y dentum im Mattháus-evangelium: BEvTh 33 (München 1963).
240 C.4. Método de la historia de la redacción
Historia de la redacción 241
«El proceso ante Pilatos: 27,15-26» (66-74). Trata primero so- 14
de los Sinópticos , nos habla del propósito del autor: fijarse
bre el contenido específico del v.19. El solo vale de por sí para
en la labor no de un evangelista en particular, sino de «con-
«determinar el significado redaccional de la escena» (67), po-
tribuir humildemente a la Teología de los Sinópticos» (9). Y, en
niendo de manifiesto «la participación que tiene el evangelista
concreto, investigando el empleo que hacen de Is 6,9-10 los
en la redacción de este pasaje» (67). Nos encontramos en este
tres primeros evangelistas y los Hechos de los Apóstoles.
versículo «con numerosas expresiones propias de Mateo». E in-
Sucesivamente va sometiendo a examen a Marcos (21-86),
sinúa Trilling la conclusión de «que a Mateo se debe la con-
Mateo (87-115) y Lucas (117-154). Añade un «Excursus» en
figuración, que nosotros leemos, del versículo» (67). Añade que
el que se juzga la obstinación y la apostasía de Israel en los
tradición y redacción parecen hallarse aquí en conflicto: «ori-
escritos de Qumrán (155-185). Cierra la tesis con una sección
ginariamente la escena puede haber sido concebida para sub-
«De los Sinópticos a Jesús» (187-205) que, dentro de su temá-
rayar la culpabilidad de Pilatos, tal vez para anunciar su cas-
tica en este sitio, hace sospechar como si la intención del mé-
tigo» (67).
todo de la historia de la redacción fuera a dar con la «ipsissima
Al introducir Mateo la palabra SÍKOCIOS se cambia la con-
vox» de Jesús.
cepción originaria: frente a «la ceguera de los judíos», es una
Como ejemplo de la metodología seguida por J. Gnilka
mujer pagana la que proclama a «Jesús como hombre inocen-
puede servir la exposición del proceso redaccional de Lucas.
te» (67). Tiene en el primer evangelista esta anécdota la fun-
Analiza la palabra «obstinación» (Le 8,10 en conexión con
ción de «retardar el curso del proceso» y preparar «la responsa-
Le 8,4-18), y entonces lo primero que hace es llevar la atención
bilidad exclusiva de los judíos en la sentencia» (68).
a cómo se ha configurado el «marco». Se atiene, es cierto, Lu-
En los versículos 24.25, que se interpretan al trasluz del
cas a la construcción de Marcos, pero introduce en el modelo
Antiguo Testamento (69-71), estamos ante una tesis teológica
varios y profundos cambios, que se explican fundamentalmen-
«brevemente escenificada», a estilo muy de Mateo, a quien gus-
te por «estar lejos del pensamiento de Lucas el que Jesús diera
ta «el recurso de dramatizar pequeñas escenas» (72): «el pueblo
a sus discípulos una doctrina secreta en enseñanza esotérica»
es testigo de la declaración de inocencia, pero también porta-
(121). El pasaje 8,14-18 no se acomoda fácilmente al concepto
dor de responsabilidades ante Dios» (72).
de evangelio; por eso hace Lucas cuanto puede «para alterar
«Queda así patente la intención de Mateo en el relato»:
lo menos posible, al incorporar el fragmento de la tradición,
«subrayar la culpabilidad única de los judíos en la muerte de
la marcha de la narración».
Jesús» (73). Esta intención teológica «determina el carácter
La reorganización de los «logia» (ioab) patentiza haber
oficial del pasaje» (73), y desde este ángulo comprendemos los
limado mucho el evangelista la dureza del pasaje. La cita abre-
cambios introducidos en la narración, haciendo pasar a segun-
viada que, sólo de lejos, recuerda ahora a Is 6,9, no alude en
do plano los rasgos desapacibles de la turba o los edificantes
resumidas cuentas a la obstinación. Comparando Le 8,12 con
de la mujer pagana y haciendo jugar a Pilatos el papel de fun-
Me 4,12 parece que da impresión de querer desviar Lucas la
cionario y de simple comparsa en el proceso. «La cantidad de
«consideración de la explicación directa de la parábola a la ac-
cambios introducidos da muestras de una redacción cuidada
tividad funesta del diablo» (125).
y madurada» (74). No pretende con ello el evangelista descar-
gar de toda la culpa a Pilatos; pero lo que quiere, por encima Lo observado sobre el trabajo redaccional de Lucas en
de todo, es fijarse «en los judíos», y por este medio en «el des- 8,4-18 en general, y más concretamente en 8,io, encuentra su
tino de Israel» (74). justificación total en el modo que tiene de concebir las pará-
J. Gnilka en su tesis para la Adjuntía, publicada en 1961, bolas y aun el Evangelio. Para Lucas, el fin de la parábola no
sigue otro rumbo, aunque no menos llamado al éxito. Ya el es la obstinación; para él la parábola se reduce más bien «a una
mismo título: La obstinación de Israel. Is 6,9-10 en la Teología
14 StANT 3 (München 1961).
Métodos btstórico-crítfcos 1G
242 C-4. Método de la historia de la redacción Historia de la redacción 243
forma de expresarse para explicar y hacer comprender lumi- Evangelios» 19 . W. Marxsen habla de un tercer «Sitz im Le-
nosamente la verdad» (129). ben», un tercer encuadramiento existencial 20 .
«Lucas pone Is 6,9 al final de su obra histórica completa Observamos aquí un círculo como cuando el método de las
en dos volúmenes» (130). Aquí (Act 28,2Óss) es el lugar apro- «formas»: «La forma de los Evangelios nos lleva necesariamente
piado de la cita como lo prueba una mirada atenta sobre el a conclusiones sobre la concepción del escritor, circunstancia
Evangelio y los Hechos de los Apóstoles. Lucas fija especial ambiental de la comunidad, y, por su parte, un mayor escla-
atención en relatar el paso del Evangelio, sin solución de con- recimiento de estas dos magnitudes nos puede facilitar la ex-
tinuidad del pueblo judío a los gentiles. Da a entender con ello plicación de la historia redaccional, que dio nacimiento a esa
«que reconoce el acontecimiento como disposición de Dios» forma precisamente» 21 .
(154). Ya en el Antiguo Testamento Dios hace «repulsa de la
infidelidad obstinada de los judíos» (154); ahora se cumple la 2. El «marco»
profecía de que un nuevo Israel acepta el Evangelio.
El método de la historia de la redacción nos orienta sobre
el «marco» en que los evangelistas han encuadrado los mate-
B) E L MÉTODO DE LA HISTORIA DE LA REDACCIÓN riales de la tradición llegados a ellos. W. Marxsen y J. Gnilka
propugnan ampliar, lo más posible, el concepto «marco»: «Con
En todos los autores presentados aquí encontramos obser- él debe abarcarse «cuanto da a la redacción la posibilidad de
vaciones sistemáticas sobre el método de la historia de la re- una reorganización y estructuración» 22 . «No sólo la ilación
dacción. Vamos a organizarías desde un punto de vista prácti- cronológica y topográfica y los empalmes escénicos, sino igual-
co completándolas con las sugerencias de otros investigadores. mente la estructuración del texto» 23 . J. Gnilka cuenta como
«marco» la selección del material sinóptico, su ordenación y ar-
1. La concepción del evangelista y su situación ticulación, además de la transmisión de las palabras de Je-
en el cuadro histórico sús» 24 . Con todo, cabe preguntar: ¿Qué sentido tiene llamar
«marco» a la selección del material y a la transmisión de las
Objeto de la investigación histórica de la redacción es «dar palabras de Jesús? Sería preferible reservar el término «marco»
razón de la obra en su configuración actual» 15 , y por este ca- para lo que en un principio se solía aplicar, es decir, a «los pa-
mino llegar al modo de concebir de cada evangelista. «Previa- sajes de introducción y modo de terminar las perícopas» 25 , al
mente a esta concepción se da una estampa-base de la persona proceso de estructuración de los pasajes sueltos que entrega la
y actividad de Jesús, imagen avasalladora que imprime su sello tradición al evangelista. Aquí es, en realidad, donde distingui-
en todo el material de la tradición que van a manejar los evan- mos claramente el trabajo personal de reestructuración hecho
gelistas, y se impone aun donde ese material parece rebelde» 16 . por cada evangelista.
Investiga también la historia de la redacción sobre «la fija-
ción de la posición histórica propia» de cada uno de los evan- 1 9 W . MARXSEN, Der Evangelist Markus 13.
gelistas «dentro del desarrollo de la Iglesia» 17. Como «en la 20 Ibid., 12.
21 Ibid., 14.
redacción y en la elaboración se transparenta con nitidez el 22
J. GNILKA, Die Verstockung Israels 19.
23
proceso de desarrollo» 18, por eso debemos preguntarnos «por 2
W . MARXSEN, Der Evangelist Markus 12.
4 Ibid.
la situación de la comunidad en la que nacen y se forman los 25
K. L. SCHMIDT, Der Rahmen der Geschichte Jesu 9.
15
H. CONZELMANN, D'xe Mitte der Zeit 1.
16 Ibid., 4S.
17 Ibid., 5.
18
G. BORNKAMM, Evangelium 12.
244 C-4. Método de la historia de la redacción Historia de la redacción 245
N o s encontramos con este fenómeno cuando el compositor Las tentaciones llevan en la historia que redacta Mateo
quiere hacer entender a sus lectores la expresión usada por la (4,1-11) el orden siguiente: desierto-Jerusalén-monte; en L u -
fuente (Vorlage). P.ej., «aclaración» es cuando Lucas (22,69) cas (4,1-12): desierto-monte-Jerusalén. Como Mateo y Lucas
añade TOÜ 0EOO a la «palabra Súvapis que emplea Marcos (14,62) han tenido delante la misma fuente 37 , hay q u e admitir que
para ocultar el nombre de Dios» 3 5 . uno de ellos ha cambiado el orden de la segunda y tercera ten-
tación. Se discute a qué evangelista se debe atribuir el cambio.
c) Omisión de una expresión difícil o de una frase La mayoría de los investigadores optan por la solución de que,
es Mateo, quien conserva el orden de la fuente original; el
Así, pongamos u n caso, omiten Mateo (8,3) y Lucas (5,13)
cambio se atribuye a Lucas 38 .
el término de Marcos ópyíaQsís (Me 1,41) 3 6 y suprimen toda
la frase de M e 1,43. g) Adición de otra unidad literaria de la tradición
o de un «íogion» errático
d) Trasposición de una metáfora
Con la parábola del festín, cuya redacción primitiva se en-
La parábola con que se cierra el sermón de las Bienaven- cuentra en Lucas (14,16-24), Mateo (22,1-14) ha juntado otra
turanzas, que trae en su forma original Mateo (7,24-27), supo- parábola originariamente autónoma; más exactamente, el frag-
ne en el primer evangelista la casa palestinense de cuatro pa- 37
Cf. J. SCHMID, Mattháus und Lukas 210-212.
35 38
W . GRUNDMANN, Das Evangelium nach Lukas 420. Cf. J. SCHMID, Das Evangelium nach Mattháus 62; W . GRUNDMANN,
36 Cf. p.72. Das Evangelium nach Lukas 113.
248 C.4- Método de la historia de la redacción Historia de la redacción 249
mentó de una parábola primitivamente independiente (22,11- j) O se abrevia el documento-base («Vorlage»)
13). Sobre la adición, que ha arrastrado consigo la transforma-
ción profunda de la parábola del festín, carga el acento de toda Tanto Mateo como Lucas recortan el documento-base, que
la parábola 39 . Esto mismo acontece con Mt 19,3-12. Compa- es Marcos, con frecuencia y siempre que juzgan su exposición
rándolo con Me 10,2-12 se advierte que en la controversia so- larga y difusa. Sobre todo en Mateo es característico el abre-
bre el divorcio (Mt 19,3-9) se ha juntado un «logion», origina- viar a menudo, y no poco, la parte narrativa de una perícopa
de Marcos (cf., p.ej., Mt 8,28-34 con Me 5,1-20; Mt 9,1-8
riamente aislado (v.10-12). Y, caso notable, de este «apéndice»
con Me 2,1-12). De paso advertimos que el primer evangelista,
se hace depender el tono de la perícopa entera.
Mateo, maneja el procedimiento de reducir el documento-base
En la parábola de los trabajadores de la viña (Mt 20,1-15)
no sólo por afán estilístico, sino también con la intención de
se mete el «logion» «los últimos serán los primeros, y los pri-
cambiar de sentido (cf. Mt 9,18-26 con Me 5,21-43).
meros los últimos» (Mt 20,16), que aparece en otro contexto
también de Mt 19,30; Me 10,31 y Le 13,30. Lucas une a la k) Composición valiéndose de palabras «corchetes»
parábola del fariseo y del publicano (18,10-14a) la sentencia
«La composición literaria por «corchetes», que juega papel
«el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será en-
importante ya en la literatura israelita y judía, la encontramos
salzado» (v.i4b), que encontramos como «logion errático» en
también, según sabemos hace tiempo, en el género de senten-
Le 14,11 y en Mt 23,12.
cias aforísticas de la Iglesia primitiva» 42 . Esto vale, como lo
h) Procedimiento por el que se intercala otra pieza demuestra una mirada a Me 9,33-50, para la tradición pre-
que corría en la tradición evangélica en la que observamos que, para el acoplamiento de
los «logia», se utiliza—como recurso nemotécnico—el empleo
Marcos ha intercalado entre la parábola del sembrador de frases «corchetes». Lo mismo hacen los evangelistas en su
(4»3-9) y su explicación (4,13-20) un «logion» independiente del trabajo de redacción. Mateo, p.ej. (6.5-13), echa mano del
Señor (4,tiss). Que sea esto cierto, se trasluce aun ahora fiján- «cuando oréis» a modo de sentencia «corchete» para meter el
dose en el «marco» puesto por el evangelista (v.io). El «logion», «Padre nuestro» en el sermón de las Bienaventuranzas. La
que en su origen natural tiene una significación más amplia, quinta petición de la oración dominical trae una palabra-unión
como que se refiere a toda la actividad bíblica de Jesús, al in- que le sirve para enlazarlo con el «logion» del perdón (Mt 6,
corporarlo Marcos al capítulo de las parábolas lo bautiza tam-
I4-I5)-
bién con ese término irccpapoAri y con ello estrecha su conte-
1) Empalme de perícopas primitivamente desligadas
nido ciñéndolo únicamente a la actividad de la predicación por
parábolas 4 0 . Mientras que Marcos yuxtapone las diversas perícopas, con
frecuencia sin trabarlas (cf., p.ej., Me 2,18-23), Mateo subraya
i) O se completa un pasaje con otros de la tradición la ilación cronológica, a menudo, mediante el TÓTB (cf. Mt 9,
14; 11,20; 12,22-38; 51,1, etc.), o diciendo év gKsívco T& Kccipw
Mateo completa el relato del proceso de Jesús por Pilatos (cf. Mt 11,25; 12,1; 14,1). Lucas y Juan suelen hacer las cone-
(27,15-26) con la perícopa-fuente sobre el sueño de la mujer xiones de tiempo valiéndose del |JieTa TOÓ/TOC (cf. Le 5,27; 10,1;
de Pilatos (27,19) 41 . Jn 3,22; 5,1; 6,1; 7,1). Con más frecuencia Lucas consigue la
39 ilación cronológica de las diversas perícopas de la tradición o
J- JEREMÍAS, Die Gleichnisse Jesu 62S; W . TRILLING, Zur Vberliej'e-
rungsgeschichte des Gkichnisses vom Hochzeitsmahl Mt 22,1-14: BZ N F 4 empalmándolas directamente (5,33, aquí se ven los mismos
(1960) 260. adversarios que en la controversia anterior) o situándolas en
40
J. JEREMÍAS, Die Gleichnisse Jesu 9-14; J. GNILKA, Die Verstockung Is- el «marco» de una comida (cf. 14,1-24; 19,1-27; 22,15-38).
raels 23-28.
41
W . TRILLING, Das wahre Israel 66-68. 42 R. BULTMANN, Die Geschichte der synoptischen Tradition 351.
250 C4. Método de la historia de la redacción
Historia de la redacción 251
m) La técnica de composición de los «sumarios»
48
M. Dibelius caracteriza felizmente los «sumarios» de los en cambio, se explica lo haya perfeccionado . Debemos fijar-
Hechos de los Apóstoles cuando dice que: «entre cada una de nos con atención en la importancia que en cada evangelista
las escenas y narraciones se crean transiciones y ampliaciones, tienen los datos puntualizados de sitio, ciudades, paisajes. La
con lo que cada escena dentro de la historia resulta un caso «montaña», p.ej., juega en Mateo un papel distinto que en Lu-
particular de lo aquí narrado» 43 . cas. Para el tercer evangelista es el escenario de la oración a
solas de Jesús (cf. Le 6,12; 9,28); para Mateo la tribuna de la
Mediante la técnica literaria de inserción de tales narracio-
revelación (Mt 5,1; 15,22). Para Lucas, Jerusalén es el centro
nes al conjunto, logra el redactor de los Hechos de los Após-
de su exposición histórica de la salvación. Se adivina esto des-
toles varias ventajas: i) No se ve obligado a ir yuxtaponiendo
de la historia de la infancia (cf. Le 1,8-23; 2,22-38.41-51).
en fila suceso tras suceso, sino que se le permite tender puen-
Lucas describe en 9,51 el «camino» de Jesús a Jerusalén, y vuel-
tes de unión llenando el hueco temporal, real o supuesto, de
ve una y otra vez sobre esto mismo (9,51.57; 10,38; 13,22.23;
los diversos hechos; 2) con la pintura del cuadro en una uni-
17,11; 18,31-35; 19,1.11.28). En Jerusalén precisamente se cum-
dad consigue hacer resaltar mejor lo típico de cada aconteci-
ple lo profetizado sobre Jesús en la Escritura (cf. Le 24,27-44).
miento o hecho (cf. 4,36.37; 5,1-10 comparándolo con 4,32-
Los discípulos reciben aviso de que permanezcan en la Ciudad
35). De este modo, al insertar esos rasgos pragmáticos entre-
hasta que irrumpa sobre ellos la fuerza de lo alto (Le 24,49;
verándolos en las escenas, el autor se las arregla para ir dando
cf. Act 2,1-4). De Jerusalén sale la palabra de anuncio para
el desarrollo de la Iglesia primitiva, que no hubiera aparecido
Judea, Samaria y hasta los confines de la tierra (Act 1,8; Le 27,
simplemente con los datos del documento-base de la tradición.
47). Al «itinerario» del evangelio de Lucas (Le 9,51-19,27) co-
La técnica de composición de los «sumarios» la maneja ya
rresponde la narración en los Hechos de la historia del viaje
Marcos (cf., p.ej., Me 1,34-45; 3.7-12; 4.33-34; 6,53-56), y Lu-
de Paulo a Jerusalén (Act 19,21; cf. 20,22; 21,4.11-13.15); con
cas ha echado mano de este procedimiento literario también
la diferencia de que su «viaje» no acaba en Jerusalén, sino en
en su evangelio (cf. 4,40.41; 6,17-19). En los Hechos de los
Roma (Act 23,11; cf. 28,i6.30ss).
Apóstoles, sin embargo, es donde «parece que Lucas ha fre-
cuentado esta técnica de modo más intencionado para poder o) Alusión al cumplimiento del Antiguo Testamento
introducir pasajes narrativos» 44 . Pondremos luego, en los ejer-
cicios prácticos, tres grupos históricos de los Hechos de los Tanto Marcos (14,49) como Lucas (24,44) Y Juan (12,38;
Apóstoles (Act 2,42-47; 4,32-35; 5,11-16). 13,18; 15,25; 17,12; 19,24.36) hacen referencia a que se ha
cumplido la «Escritura». Aunque debemos reconocer que es
n) Datos geográficos y topográficos una característica de Mateo el hacernos caer en la cuenta de
ello constantemente (i,22ss; 2,5s; 15.17s.23; 3,3; 4,14-16; 8,17;
Se han añadido también indicaciones geográficas y topo-
gráficas a las diversas perícopas de la tradición 45 ; «los evange- 12,7-21; 13,35; 21,4s; 27,9s) 49 .
listas han ampliado o multiplicado estos datos por exigencias p) Dramatización de una escena o de un «logion»
de las conexiones redaccionales de las historias particulares» 46 . La narración tan sobria de Marcos (7,25s) sobre la sirofe-
Marcos acude a este recurso todavía con parsimonia 47; Lucas, nicia cuya hija estaba poseída por el demonio, la ha convertido
43
Para la crítica del estilo de los Hechos de los Apóstoles: Aufsátze zur Mateo en una escena breve, pero intensamente dramática (15,
A p o s t e l g e s c h i c h t e , hrsg. von H . G r e e v e n : F R L A N T N F 42 ( G ó t -
tingen 4 i a 6 i ) 15.
22-24); Marcos (12,9) pone contestada por el mismo Jesús la
44 I b i d . , 16. pregunta, simplemente retórica, hecha por El cuando acaba la
45
Cf. R. B U L T M A N N , Die Geschichte der synoptischen Tradition 67SS. parábola de los viñadores inicuos. En Mateo, por el contrario,
46 I b i d . , 257.
48
47 P a r a los d a t o s geográficos e n M a r c o s cf. W . M A R X S E N , Der Evangelist S o b r e las «representaciones geográficas c o m o e l e m e n t o d e c o m p o s i -
Markus 33-77. ción d e l evangelio d e Lucas» cf. H . C O N Z E L M A N N , Die Mitte der Zeit 12-86.
49 Cf. s o b r e el particular G . STRECKER, Der Weg der Gerechtigkeit 4 9 - 8 5 .
252 C4. Método de la historia de la redacción
Historia de la redacción 253
se considera pregunta hecha en realidad cuya respuesta la dan Marcos resume el contenido de la predicación del Bautista
los oyentes (21,40-42). Con ello convierte Mateo—pregunta y con aquellas palabras: (3áTrnaua UETOCVOÍCCS EÍC Ó9ECTIV áuocp-
respuesta—en verdadero diálogo. Lo mismo tenemos en Ma- TÍGJV; en cambio, Mateo lo hace directamente con la frase:
teo a propósito de la pregunta sobre el origen davídico del Me- «arrepentios, porque el reino de los cielos está cerca» (cf. Mt 3,2
sías: construye una escena con diálogo entre Jesús y los fariseos con Me 1,14). Lo de eís axpscnv áuccp-rícov lo añade Mateo al
(cf. Mt 22.42S, comparándolo con Me 12,35). El procedimien- fin de la consagración del cáliz en la escena de la institución
to literario se repite en Mt 26,14-16 (cf. Me 14, ios) y 26.49S (cf. Mt 26,28 con Me 14,24). Lo que en su interpretación teo-
(cf. 14,45) 50 - lógica expresa Mateo es que la sangre de Cristo, y no el bau-
q) Interpretación teológica y reelaboración de la tradición tismo de Juan, es lo que perdona los pecados.
Sacando una consecuencia de todo lo expuesto diríamos
En la mayor parte de los casos de cambios redaccionales que la transmisión de la tradición entraña, manejada por los
en los grupos anteriores se trata ciertamente de una interpre- evangelistas, su interpretación teológica personal, y, en la in-
tación teológica y una reorganización del documento-base terpretación, se expresa el punto de vista de la fe de cada evan-
(«Vorlage»); así como, al contrario, toda interpretación teológi- gelista. La frase de que transmisión de tradición es sinónima
ca y remodelación del modelo-base hay que clasificarla dentro siempre de interpretación vale—ya se comprende—no sólo
de alguno de los grupos aludidos. Sin embargo, a modo de para los evangelistas, sino para todos los autores del Nuevo
conclusión, debemos mencionar expresamente el recurso lite- Testamento que hayan incorporado a su escrito el tesoro de la
rario de reestructuración de la perícopa de la tradición. A pe- tradición.
sar de unos medios limitados redaccionales, los evangelistas
han dado a la tradición por ellos manejada el sello de su punto
de vista personal en la interpretación de la fe y su concepción
teológica; todo ello comprobable con ejemplos.
Cuando a la sobria narración de Marcos sobre la vocación
del publicano Leví añade Lucas la frase KotTccAnTcbv iróvTa
(cf. Le 5,28 comparándolo con Me 2,24), lo que el tercer evan-
gelista pretende decir y acentuar es que el que se decide por
el seguimiento de Cristo debe desprenderse de todo (cf. Le 5,
11; 14,33; 18,22.28) sl .
Si el mismo evangelista completa la sentencia de llevar la
cruz con KOC8' r)üépav (cf. Le 9,23 y cf. con Me 8,34), es para
decirnos que el discípulo debe seguir el camino de su Señor
(cf. Act 14,22) en la entrega diaria y en la diaria renuncia de
sí mismo 52 . Lucas agrega ó Kccipós fiyyiKsv a la frase «yo soy»
que se pone en labios de los seductores cuando el discurso es-
catológico; indica con ello la cercanía de esos momentos
(cf. Le 21,8 con Me 13,6).
50
Cf. W . TRILLING, Das wahre Israel 72; dice de Mt 27,24-26 que se
trata «de una sentencia teológica en forma de una pequeña escena».
51
Cf. H . J. DEGENHARDT, Lukas-Evangelist der Armen ( S t u t t -
gart 1965) 217.
52
H . J. DEGENHARDT, ibid., io8s.
254 C.4- Método de la historia de la redacción Ejercicios prácticos 255
IV. Ejercicios prácticos cusión con los enemigos (v.9) y configura d e modo nuevo las
palabras d e Jesús a los discípulos (v.10-12).
A) L A DISPUTA SOBRE EL DIVORCIO: M t 19,3-12 El poner la respuesta definitiva d e Jesús dentro d e la dis-
cusión con sus enemigos lleva como consecuencia el tener q u e
M t 19,3-12: remodelar todo el diálogo: la respuesta de Jesús, q u e en M a r -
3
Kai TrpocrñA0ov OCÜTW Oapiaaíoi TTEipá£ovT£s aÚTÓv Kai AÉ- cos hace de final d e la disputa, aquí en Mateo se desplaza y
yovTSs- ei e^etJTiv ávQpcó-rrcp áTroAücrai TTJV yuvaíKa aÚToO KaTa adelanta redactándola de modo q u e se acomode a la primera
u a a a v aÍTÍav; 4 ó 5s áiroKpiOeis EÍTTEV OÚK ávÉyvoyrE ÓTI Ó KTÍa-as contrapregunta y a las primeras frases de Jesús en respuesta
áir' ápxf¡S ápaEv Kai üfíAu ÉTroír|crEV aÚToús; 5 Kai EÍTTEV ÉVEKO a las primeras preguntas d e sus adversarios (cf. M t 19,4-6 con
TOÚTOU KOTaAEÍ^Ei avOpooiros TÓV TraTÉpa Kai Triv ur|Tépa Kai M e 10,6-9). El contraataque d e Jesús, y la contestación d e los
KoAAr|9r|a£Tai TT¡ yuvaiKi aü-roü, Kai saovTai oí Súo sis crápKa enemigos en Marcos (cf. M t v.7 con M e v.3.4), y, finalmente,
uíav. 6 MOTE OÚKÉTI EÍaiv 6úo áAAá aap£ uía. 8 o\5v ó 0EÓS cruvé- la primera contestación d e Jesús a la pregunta de los fariseos
£EU£EV, ávdpcoTTOS |afi X W P'£ÉTCO. 7 Aéyouaiv aÚTw- TÍ oüv Mcoüafjs en Marcos, Mateo la convierte en segunda contestación a la
évETEÍAaTo 5o0vai (3i[JAíov árroaTaaíou Kai áTroAOaai; 8 Aéyei contrapregunta de los adversarios (cf. M t v.8 con M e v.5). C o n
aÜTOis- ÓTI Mcoüafjs Trpós TT\V or<Ar|poKap5íav úpicov ÉTTÉTPEIJ/EV ellos aparece como colofón en forma de antítesis la prohibición
únív áiroAüaai Tas yuvaíKas úucov- á i r ' ápxfjs 5E oú yéyovEV del divorcio (cf. M t v.9 con M e v . n ) .
OUTC05. 9 Aéyw SÉ vpXv OTI 65 áv áiroAúaT) TT|V yuvaika aÚToO \xr\
Pero esto obedece a q u e Mateo introduce en la instrucción
ÉTTÍ iropvEÍa Kai yauriarj ccAAnv ^oi/cfTai, Kai ó áTroAeAu|jÉvr|V
a los discípulos lo referente a los «eunucos», q u e desde el p u n -
yauwv noixaTai. 10 Aéyouaiv áureo oi ua0r)Taí- ei OÚTCOS iaTiv
to d e vista de la controversia es u n a verdadera «añadidura» a
f) aÍTÍa TOU ávQpcÓTTOu |jeTá TTJS yuvaiKÓs, oú ovpKpÉpEí ya|jf¡crai.
u
la discusión sobre el divorcio y originariamente no tenía q u e
ó 6É EITTEV OÚTOTS- OÚ TrávTES x^po^cnv TOV
Aóyov TOUTOV,
ver con el problema planteado.
áAA' oís SéSoTai. 12 EÍCTÍV y á p £Úvoüx°l> OÍTIVES EK KOiAías unTpós
EyEvvqQria-av oürcos, Kai EÍaiv EÚVOÜXOI, OÍTIVES eúvouxícrQriaav
1. Análisis de los versículos 10-12
ÚTTÓ TCÓV ávOpcÓTTcov, Kai EÍCTÍV EÚVOÜX01» OÍTIVES eúvoúxicrav Éau-
8
TOÚS Siá TT|V pacjiAsíav TCOV oúpavcov. ó Suvá|Ji£vos x ^ P ^ Podemos considerar el v . i o como u n «corchete» redaccio-
XWpEÍTCO. nal con el q u e el evangelista une la disputa anterior con el n u e -
vo diálogo. Dice J. Blinzler q u e no solamente es redacción par-
La sección M t 19,3-12 ha aparecido ya en los ejercicios
ticular del evangelista el v . i o , sino q u e h a cambiado también
prácticos sobre el método de «Crítica literaria». Allí se consi-
en algún modo los «logia» v. 11 y 12 d e como eran primitiva-
deraba la dependencia del texto d e Mateo en relación con el
mente. Según esto, el v. 11 en u n principio vendría a continua-
texto d e Marcos 5 3 . Tratamos entonces con alguna detención
ción del v. 12a: el evangelista lo aprovechó como enlace «con
sobre el cambio del documento-base Marcos hecho p o r mano
lo manifestado por los discípulos, bien poco razonablemente
del primer evangelista. Debemos repetir ahora los datos prin-
por cierto» (v.io), y lo puso como comienzo del diálogo sobre la
cipales antes d e estudiar la perícopa desde el ángulo de la «his-
continencia 5 4 . «Como quedaba sin redondear la frase anterior,
toria d e la redacción».
llena d e profundidad, le pone u n nuevo y breve colofón con
Aparentemente Mateo respeta el esquema fundamental d e el proverbial x w P £ í v , al q u e convierte en final parenético a imi-
la «perícopa» Marcos sobre la disputa acerca del divorcio. Pero tación d e M t 11,15; I 3>9-43. pero, sobre todo, fijándose en la
en realidad se separa d e él Mateo: la respuesta definitiva d e vida d e la Iglesia (1 Cor 7,735.28-35) 5 5 . E n consecuencia, t a m -
Jesús a la pregunta sobre el caso del divorcio la mete en la dis-
53
Cf. p.105-116. Cf. para el conjunto H. ZIMMERMANN: Cath 16 (1962), 54
J. BLINZLER, EICTIV eúvoüxoi Zur Auslegung von Mt 19,10-12,267.
293-299. 55 Ibid.
256 C.4. Método de la historia de la redacción Ejercicios prácticos 257
bien el v. 12 es u n a creación redaccional d e Mateo: el «logion» nuestro «logion». Esto nos obligaría a entender los tres grupos
original se componía del v.i2abc + 11. en sentido literal, como la agrupación parecida de «eunucos»
En el intento d e investigación sobre el sentido original del que encontramos en el j u d a i s m o 5 7 . C o n otras palabras: los
diálogo acerca de la guarda de la continencia, creemos—al m e - tres grupos d e «eunoquía», entendida literalmente, entran en
nos personalmente—que es mejor dejar los v.11.12 en el orden el «maschal» por la parte en que este género literario se expresa
en q u e los tenemos hoy, si intentamos solucionar lo de lo en forma d e imagen. Semejantes expresiones formadas con
comprendido entre v . n y i 2 d . parte de realidad y parte metafórica las conocían los rabinos
El v. 11 alude a la unión primitiva del «logion» desconocida para caracterizar grupos d e personas 58 . Según todas estas con-
por nosotros. El v . i 2 d permite—sin violencia alguna—pensar sideraciones, la perícopa primitiva sobre los eunucos sería así
en la advertencia q u e encontramos frecuentemente en los Si- en su redacción original:
nópticos bajo la forma ó e/wv COTCC ÓKOÚSIV ÓKOUÉTCO. Q u e el
evangelista creara la frase con miras al v. 11 y la pusiera al final oú TrávTES x c o P 0 ^ a l v T
° v Aóyov TOÜTOV, áAA' oís SESOTOCI. EÍCTÍV
de la guarda de la continencia, o q u e perteneciera ya a la r e - eüvoüxoi OÍTIVEC EK KOiAías linTpós éyevvf|0r]crocv OÜTCOS, veed
dacción primitiva del «logion», siempre será cierto que, en EÍaiv EÚVOUXOl OÍTIVES EÚVOUXÍCT0r|CTaV ÚirÓ TCOV ávSpCÓTTCOV, KOíi
cuanto a su forma, es una «advertencia». Del tipo «advertencia» EÍCTÍV EÚvoüx 01 O"TIV65 EÚvoúxtcav ÉOUTOÚS. ó Suváusvos x00?6^
hay q u e añadir q u e en todos los pasajes d e los Sinópticos don- XCOpEÍTCO.
de viene ( M t 11,9.15; 13,43; M e 4,9.23; 7,16; L e 8,8; 14,35)
La traducción de la parte metafórica a la parte real de la
se encuentra unido a u n «maschal».
imagen se aplica naturalmente al tercer miembro; «en él es
E n la concepción d e los Sinópticos tiene p o r finalidad lla- donde se contiene lo nuevo, lo profundo, lo sorprendente de
mar la atención d e «que en el maschal de Jesús, oído puramen- toda la perícopa» 5 9 . Para dar con el sentido d e la parte meta-
te con oídos naturales..., se esconde el verdadero misterio del fórica podríamos pensar en M e 8,35 (cf. 16,25; L e 9,24). Aquí
reino de Dios q u e se va realizando en las palabras de Jesús» s 6 . el «niegúese a sí mismo» se pone como condición para el segui-
Si se quiere concebir el v . i 2 d como una variación redac- miento d e Jesús. Quiere decirse q u e en la perícopa d e Mateo
cional d e la ya conocida «advertencia», entonces podríamos sa- se trataría originariamente de u n a invitación al seguimiento
car d e aquí q u e también lo dicho sobre los eunucos pretende que se dirige a todos aquellos a los q u e Dios ha dado q u e lo
ser u n «maschal»; precisando más, quiere q u e se entienda como entiendan y lo pongan en práctica ( v . n . i 2 d ) .
u n dicho «enigmático» en el q u e se yuxtaponen los tres grupos
D e ser esta o parecida la significación del «logion», enton-
de eunucos.
ces es claro q u e ha sufrido u n cambio profundo en la redac-
D e seguir la opinión casi unánime de los exegetas actuales,
ción del evangelista Mateo. E n el nuevo contexto del proble-
la perícopa d e los eunucos n o cuadra con el tipo puro del
ma del divorcio, en q u e se mete la perícopa, la condición ge-
«maschal», puesto q u e los dos primeros grupos hay q u e enten-
neral del «negarse a sí mismo» queda restringida a lo de la
derlos en el sentido literal, mientras q u e el tercero lo sería en
continencia perpetua. E n este contexto lo q u e resalta notable-
sentido metafórico, como lo indica claramente el Siót TT)V (3OCOT-
mente es el grupo tercero de eunucos, y se subraya con el 5ióc
AEÍOCV TCOV oúpocvcov. Por eso es probable q u e esta última frase
Tf|V paaiAsíav TCOV oúpocvcov. T a m p o c o , concebido así el con-
no perteneciera a la redacción primitiva, sino q u e la añadió
texto, se dirige Jesús en el diálogo a todos, sino solamente a
Mateo para aclarar lo del tercer grupo.
los discípulos, q u e son los q u e h a n preguntado (v. 10). A los
Si se tratara en este «logion» de u n «maschal» auténtico, ya
sabemos q u e en este género literario es necesario hacer la tra- 57
Cf. BlLLERBECK, I 805S.
58
ducción d e la metáfora a la realidad. Cosa q u e n o se hace en Piénsese, por ejemplo, en el modo cómo Gamaliel el viejo cuidaba de
poner en cuatro grupos a sus discípulos (cf. BILLERBECK, II 639).
59
s« J. HORST: ThW V 553. J. BLINZLER, O.C, p.259.
Métodos histórico-críticos 17
258 C.4. Método de la historia de la redacción Ejercicios prácticos 259
63
discípulos se anuncia (v.n) y a ellos se dirige la continencia la parábola entera . Independientemente de lo que se decida,
o el celibato—que «habría que llamar carisma», don especial de si en el «apéndice» se trata de una parábola primitiva autó-
de Dios que se «da» a pocos solamente»— 60 . El v.i2d sería en noma incorporada por Mateo a la otra, como piensan muchos
este caso, más que un «alerta», una invitación a la vida no ma- exegetas (la mayoría) 64 , o de un motivo parabólico tomado
trimonial para los que son favorecidos con el «carisma». por Mateo, como quiere W. Trilling 65, hay una cosa incues-
tionable: los v.11-14 han influido de modo evidente para la
2. Significación de los v. 10-12 en el contexto redacción de la parábola.
total Mt 19,3-12 Partiendo del évSupioc yápou , que W. Trilling considera
«el núcleo original y autónomo de la narración» 66 , entonces
No solamente ha sufrido un cambio profundo de sentido cabe afirmar: si el v.12 del «vestido nupcial» cobra tanta im-
la sección de los eunucos al ponerle en el contexto del diálogo portancia, debería orientarse toda la parábola a la redacción
sobre el divorcio, sino que a su vez todo el pasaje Mt 19,3-12 de una parábola de banquete de bodas. Y si el juicio recae so-
se ha remodelado a fondo. En el contexto del pasaje completo bre el que estaba sin vestido de boda, la sentencia no podía
la importancia mayor recae sobre los versos finales: sobre ellos darla un ávOpcoiros o un oÍKo8ec77TÓTri5 (cf. Le 14,16.21), sino
gravita el peso esencial de toda la conversación («peso de ha- que tenía que pronunciarla un rey (Mt 22,13). Esto está con-
cia popa»). dicionando también el que toda la parábola deba tratar del
En la intención del evangelista no son las últimas frases un banquete de bodas que el rey prepara a su hijo.
apéndice o una conversación de «sobremesa»61, pues que en Todavía más: si el juicio recae sobre el que está ya a la
ellas, a continuación de lo provisional, de lo no perfecto, se mesa dentro de la sala, pero sin el vestido de boda (Mt 22,
habla de lo auténtico, de lo definitivo, a saber: que el «caris- 11-13), no hay por qué andar recordando otra vez la cólera
ma» del celibato y la continencia es superior al matrimonio. real contra los que menospreciaron su invitación (Le 14,21),
Esto aparece aun considerando el hecho de un modo pura- sino que lo que procedía era hablar del juicio que debía recaer
mente externo: para Mateo, las contestaciones de Jesús al pro- sobre los primeros invitados (Mt 22,7). El castigo, tal como
blema del divorcio en el terreno de la discusión con los fari- lo pinta el Evangelio (Mt 22,7), suministra a nuestro contexto
seos se ven como agolpadas para dar paso a lo del celibato. Ya la nota final inapreciable: sin tener en cuenta la improbabili-
no parece de importancia decisiva (al contrario que en Mar- dad, más aún, la imposibilidad de sus datos, el evangelista
cos) la solución que da Jesús al problema del divorcio; lo con- hace que el rey envíe sus ejércitos, mate a los asesinos y dé su
tundente, lo decisivo es lo que dice sobre la vida de continen- ciudad a las llamas, con lo que «la referencia de 22,7 sugiere
cia total. Todo lo anterior tenía por finalidad orientar la aten- inevitablemente la catástrofe del año 70» 67 .
ción a este punto y prepararlo.
Esto significa con otros términos: Mateo ha «historizado»
Ejemplo modélico de cómo un simple apéndice altera la el juicio severo sobre los asesinos de los siervos del rey. Pero
redacción íntegra de un pasaje, nos lo ofrece la parábola del va todavía más lejos la «historización» cuando Mateo da «una
banquete de bodas del hijo del rey (Mt 2,1-14) 62 . También arquitectura» a la parábola para trazar en compendio la histo-
aquí se trata propiamente de un apéndice (v.11-14), como pue- ria de la salvación, desde la aparición de los profetas del Anti-
de verse comparándolo con Lucas 14,16-24. Un apéndice, pero 63
W . T R I L L I N G , O.C, p.260.
en la concepción del evangelista descansa sobre él el peso de 64
A s í , p.ej., L a g r a n g e , Michaelis, J e r e m í a s y S c h m i d .
65
O.c, p.257.
60
H . VON C A M P E N H A U S E N , Die Askese im Urchristentum: Tradition und 66 I b i d . , 256.
67
L e b e n ( T ü b i n g e n 1960) 137. I b i d . , 255. D e o t r o m o d o K. H . R E N S T O R F , Die Stadt der Morder
61 J. B L I N Z L E R , o.c., p . 2 6 7 . ( M t 22,7): J u d e n t u m - U r c h r i s t e n t u m - K i r c h e (Festschrift für J. J e r e m í a s :
62 B Z N W 26 [Berlín 1960]) 106-129; G- STRECKER, Der Weg der Gerechtig-
W . T R I L L I N G , Zur Uberlieferungsgeschichte des Gleichnisses vom Hoch-
zeitsmahl Mt 22,1-14: B Z N F 4 (1960) 251-265. keit 35 A n m . 1.
260 C-4- Método de la historia de la redacción
Ejercicios prácticos 261
guo Testamento, pasando por la destrucción d e Jerusalén, has-
ta el juicio final» 6 8 .
B) L A CURACIÓN DE U N LEPROSO: L e 5,12-16
Aplicando estas consideraciones a M t 19,3-12 llegamos a la ( = M e 1,40-45)
conclusión de q u e el evangelista ha configurado toda la perícopa
sobre la base del «apéndice» (v. 10-12); más aún, ha «historiza- L e 5,12-16 M e 1,40-45
do» todo el diálogo-disputa. Como en 22,1-14, también aquí l 2 Kai éyévETO
se nos da u n compendio d e la historia de la salvación: M a t e o ÉV TCO ElVOCt aÚTÓV £V Uia T&OV TTÓÁECOV
pone en el principio d e la creación la institución matrimonial KOCÍ iSoú ávfip TrAi'ipris Aéirpas- 40Kai ÉpxETai irpós OCÚTÓV AETTpós
!S<i>v8£TÓv'lTicroüv,Tr£aGbv ÉTnTrpó-TrapaKaAcov OÚTÓV Kai yovuTTETCov
(v.4-6); sigue la legislación mosaica q u e por la crKAripoKacpSioc aco-rrov éSsr|0T| aÚToO Aéycov KÚpiE, Aéycov aÚTeo OTI
de los hombres hizo una concesión q u e no corresponde al or- éáv OéAns, Súvaaaí HE KaOapíaai. ááv SÉATIS Súvaaaí MS KaSapíaai.
denamiento primitivo (v.7-8). C o n el Aéyco Séúuív restituye 13Kai ÉKTEÍvas tr\v X 6 ip a
41
Kai ópyia0£Ís ÉKTEÍvas TT}V X E 'P a
Jesús el «principium» (v.9), y anuncia además para los «discí- fjyaTo aÚTOü AÉycov OEAGO, aÚToü fuyaTO Ka't AéyEi aÚTÓo- ©ÉAco,
Ka0apía0T)Ti- Kai EÚOÉCOS r| Aéirpa Ka0apía0riTi. 42«al EÚ0ÚS cnTf¡A6ev
pulos» el celibato y la continencia como tesoro de más calidad
áTrf¡A0EV cor' aÚToO. ÓTT' aÚToO f) Aéirpa, Kai ÉKa0apía0ri.
que el matrimonio (v.11.12). 43Kai É^PpiHTiaáH£V05 aÚTeo EÚ0ÜS
El añadir Korrá iraaocv OCÍTÍOCV (v.3) y uf| ÉTTÍ Tropveía (v.9) da i4Kai COITOS TrapnyyEiAEv ccÚTcp é^épaAsv aÚTÓv. 44Kai AéyEi aÜT&b-
impresión igualmente d e «historización» d e la disputa hecha |JIT|6ÉVÍ EÍTTEÍV, áAAá áir- opa p.T|S£vi H^SEV £ÍTrr)s, áAAá ÜTT-
EAOOOV SET^OV aEauTÓv TOO ÍEpET, Kai ayE CTEOUTÓV SEÍ^OV TCO ÍEpEt Kai
por el evangelista: Kcrrá Tra<rav OCÍTÍCCV (v.3) refleja la exposición
TrpoaéveyKE TTEpi TOO Ka0apiapioO aou TTpoaévEyKE TTEpi TOO Ka0apiauoü aou
de D t 24,1 por los Hillelitas; ITTÍ -rropvEÍa (v.9) el comentario KaOoos TrpoaÉTa^EV Mcoüafjs, EÍS ptap- a TrpoaÉTa§EV Mcoüafjs, EÍS uap-
d e los Schammaítas. Y si al principio de la disputa se defiende TÚpiov a í r o i s - TÚpiov aÚTOis. 4 5 6 BE I^EASGOV f|p-
contra la interpretación d e los Hillelitas (v.4-6), al terminar isSiiípxETO SÉ uSAAov Ó §OTO KrjpúaaEiv TroAAá Kai Siaq>T||jii-
rechaza la tesis de los Schammaítas. Aóyos TTEpi aÚToO, Kai auviípxovTO £EIV TÓV Aóyov, CÓOTE UTIKÉTI OÚTÓV
OXAOI TTOAAOÍ CCKOÚEIV Kai 0EpaTT6Ú£a- SúvaaOai 9av£poos £¡s TTÓAIV EÍCTEAOETV,
68
J. JEREMÍAS, Die Gleichnisse Jesu 66. 0ai airó TCOV áa0EVEi6ov aÚTCov
16OCÚTÓS SE fjv ÜTroxcopóov év Tais aA
A ' É£CO ÉTT'
épiÍHois Kai TTpoaEuxÓHEvos. Éprmois TÓTTOIS r)V.
Kai f|pxovTO Trpós aÚTÓv TrávTO0EV.
1. Crítica textual
L e 5,12-16 se deben registrar las siguientes variantes 6 9 .
é^épocAev OCÜTÓV (Me 5,43); la supresión de lo que se relaciona rícopa que mediante el procedimiento «sumario» hace resaltar
con el misterio mesiánico; el no decir nada del contraste entre lo típico del caso particular historiado.
el mandato al leproso curado y la conducta de éste que «co- Vista en conjunto, podríamos caracterizar la redacción de
menzó a pregonar a voces y a divulgar el suceso» (Me 1,45). Lucas, comparándola con la de Marcos, del modo siguiente:
Lucas no se preocupa de nada que no entre directamente en Mientras que Marcos conserva el «paradigma» con que se en-
el relato de la curación. Esto vale naturalmente sólo para lo cuentra, en su misma forma, y en consecuencia expresa lo tí-
de historia, no para las palabras de Jesús, en las que Lucas ha pico de la actividad de Jesús, Lucas hace pasar los rasgos típi-
puesto solamente dos variantes, y éstas sin gran importancia. cos presentándolos al principio y al final de la perícopa. Esto
Lo dicho sobre las características lucánicas de la perícopa trae como consecuencia el que la historia narrada no sea sino
que vienen condicionadas por tratarse de una recopilación, se la ilustración de lo dicho en el v. 15b, despojando al «paradigma»
confirma más todavía con las observaciones al v. 12, que sirve en cuestión de su valor independiente y subordinándolo al
de pórtico. «marco redaccional». Podíamos explicar esto diciendo que Lu-
Ka! éyévsTo KTA. es un modo frecuente de comenzar Lucas las cas «tiene la sensación de lo falseado que resultaría el dibujo
perícopas (fuera de 5,12 tenemos 3,21; 5,1.17; 6,1.6.12; 7,11; poniendo uniformemente las piezas del documento-base una
8,1.22.40; 9,18.28.37.51; 10,38; 11,1.2.7; 14,1; 17,11; 18,35; 19» tras otra, unidas puramente por la cronología 75 . Lo que se
29; 20,1). Al ral éyévETO, o simplemente éyéve-ro, sigue por explica, porque para Lucas la función del paradigma la saca
lo general un infinitivo sustantivado (3,21; 5,1.12; 8,40; 9,18.51; de la exposición de su evangelio.
10,38; 11,1.27; I4>1; Í7» 11 ; ÍS.SS), unido con algunos datos
entera de los acontecimientos, sirven en su intención de ejemplos ilustra-
vagos de geografía (5,12; 8,1; 10,38; 11,1; 14,1) o bien de tiem- tivos.
po (5,17; 6,1.6.12; 7,11; 8,1.22; 9,28.51; 20,1). 75
R. BüLTMANN, ibid.
También KCCI iSoú suele encontrarse en el contexto (además
de 5,12, p.ej., 9,38 y 14,2). Lucas prefiere más el iSoü (en con-
junto 57 veces en su evangelio frente a siete del de Marcos).
ctvfip TTÁripris Aéirpccs supone comparándolo con el Aeirpós
de Marcos una mayor ponderación, dándonos la impresión de
la gravedad del enfermo.
iScbv Sé etc., es una añadidura de Lucas que falta en Mar-
cos (cf. Le 7,39 con Me 14,4; Le 8,34 con Me 5,14; Le 18,15
con Me 10,13; Le 18,24 con Me 10,23; Le 20,14 con Me 12,7).
•m'iTTeiv ÉTTÍ -n-póo-oú-Trov es una frase de los Setenta (en con-
junto la traen cuarenta y cuatro veces) que Lucas usa tam-
bién en 17,6 (la hallamos además en Mt 17,6; 26,39; 1 Cor
14,25; Ap 7,11; 7,11; 11,16).
Al analizar este comienzo de la perícopa debemos fijarnos
particularmente en la indeterminación y vaguedad topográfica
(v.12). Aquí—como con las otras frases introductorias—se quie-
re significar que se elige un ejemplo como ilustración de la
extensa actividad de Jesús 74. Rima con esto el final de la pe-
74
Cf. R. BÜLTMANN, Die Geschichte der synoptischen Tradition 385: Sabe
Lucas que las pocas historias narradas, más que para describir la marcha
Ejercicios prácticos 269
268 C.4. Método de la historia de la redacción
V.42 ficrccv 5É plur.
Kai fjcrav D sy
C) LOS «SUMARIOS» EN LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
flaav 5é Es la lección primitiva.
Act 2,41-47; 4,32-35; 5 . H - I 6
CCTTOO-TÓAGOV] + év'lEpouoxcAfm D
Act 2,41-47 Act 4.32-35 A c t 5,11-16 Se trata en esta adición d e una aclaración típica d e D .
4loi (JÉV oúv aTroSe^áns- 32 TO 0 6É TTAf|0ous TCOV HKOÍ éyévETo 9Ó|3os ué- KOIVCOVÍOC] + Kai D * T S 33 104 326 1175 d vg
voi TÓV Aóyov aÚToO TriaTEuaávTcov fiv Kap- y a s é<p' 6At|v TT)V ÉKKAT|- sy p sa b o
Ép\xTtTÍCT9r\aav, Kai Trpocr- 6ía Kai vyuxí) p,ía, Kai críav Kai ÉTTÍ TTávTas TOÚS
ETÉSriaav év Tfj f|ué- 0Ú8É EÍS TI TCOV ÚTrapxóv- ÓKOúovTas TaÜTa. i 2 S i a - Kai tf B A C al.
pac ÉKEÍVTI yuxoci coaEÍ TCOV aÚTco ÉAeysv i'Siov SÉ TCOV x^ipcov TCOV cnro- La ausencia del Kai está mejor representada (regla pri-
Tpiax'Aiai- 42f¡aav 8é elvaí, áAA' fiv OÚTOÍS CTTÓACOV ÉyívETo OT|HEla mera); su añadidura puede explicarse como u n a suavi-
TrpocrKapTÉpoüvT6STr¡ 6i- áTravTa Koivá. 33Koci Su- Kai TÉpaTa TroAAá év TCO
6axfj TCOV áTfocTTÓAcov VÓHEI neyáArj áTTESí- Aaco- Kai fjaav óno6u- zación del texto (regla sexta).
Kai Tfj Koivcoía, Kai Tfj 8ouv TÓ napTÚpiov oi (JiaSóv ÓTravTEs ÉV Tfj V.43 -rroAAá Sé P 7 4 K B 81 al.
KAÓCTEI TOU apTou Kai áTróaroAoi Tfjs ávacrTá- a r o a ZOAOUCOVTOS- 13-JCOV TroAAá TE A G 8 al. pl.
Tals TTpOCTeuxaís. 4 3 éyí- CTECOS TOO Kupíou MticroO, Sé AOITTCOV oúSels ÉTÓAiaa
TroAAá D * 69 al.
VETO 6E TráCTTi yvxX\ f°~ X^P'S T E MEyÓAT f\v ÉTTÍ KoAAacrSai aÜToís, áAA'
Pos- TroAAá SE TÉpaTa rrávTas a ú r o ú s . 3 4 o ú S e éusyáAvvEv aÚTOús ó Aa- Por los criterios externos no es tan fácil la opción en
Kai c-rjuETa 61a TCOV a i r o - y a p ÉvSefis TISfy>ÉV a ú - ós - 14(J5AAOV 8é TrpOCTETÍ- este caso. Si se decide u n o p o r el texto de P 7 4 ií y B ,
CTTÓACOV ÉyiVETO. 44-rráv- T O I S - ÓCTOl y á p KTf|TOp6S 8EVTO TriCTTEÚOVTES TCO
entonces habría q u e decir q u e TE es u n a asimilación a
TES 6É oí TricrTEÚCTavTES x c 0 P' C Ú V f| OÍKICOV ÜTrf¡p- Kupíco, TrAf|0r| ávSpcov TE
f¡CTav ÉTTÍ TÓ aÚTÓ Kai EI- X O V > TTCOAOUVTES E(pepov Kai yuvaiKcov 15COCTTE TépaTa. L a ausencia de la partícula en D (en contra d)
Xov SiTavTa KOIVÓ. 45 K ai T a s Tinas TCOV TriTrpaCT- Kai sis T a s irAaTEÍas es u n fenómeno frecuente en el texto «occidental».
T a KTrinaTa Kai Tas ÚTT- KO^ÉVCOV 35i«xi ÉTÍSOUV ÉKcpépeiv TOÚS ACTSEVETS ÉyivETo] + év 'Í£pouaaAf|u E
áp^Eis ÉTrÍTrpacrKov Kai Trapa TOÚS TróSas TCOV Kai TiSÉvaí ÉTTÍ KAiva-
+ év 'lEpouaccAfm cpó|3os TE f¡v (Jiéyas ÉTTÍ -rrávTas
6isnÉpi£ov aÚTa Tracnv, áTrooróAcov SIESÍSOTO SE pícov Kai KpapáTTCOvJva
Ka8ÓTi á v TIS X P E ' a v B~l ÉKÓCTTcp KaSÓTi a v TIS Épxopévou fTÉTpou KSV P 7 4 « C A 326 al. t v g
XEV. 46 K a0' fiuÉpav TE XpEiav EÍXEV. fi CTKla ÉTTicrKiácrTí TIVÍ — B a D al. pl.
TrpOCTKapTfipoOvTES ÓHO- aÚTcov. l6cjuvfipx£To 8é
OunaSóv ÉV TCJS ÍEpco, En favor del texto m á s largo se pronuncian P 7 4 y tres
Kai TÓ TfAfíQoS TCOV TTEpi§
KACOVTES TE K O T ' OÍKOV TTÓAECOV EÍS 'lEpouCTaAfin, representantes principales del «neutral»; p o r la omisión
ápTov, tiETEAánpavov 9ÉpovTES ÓCTSEVEÍS Kai d e lo q u e sigue a év 'lspouaaAfin, el «neutral» (B), el
Tpocpfjs ÉV áyaAAiácreí ÓXAOUIJÉVOUS ÚTTÓ TTV6U- «occidental» (D) y el texto Koiné. Pero hay q u e contar
Kai á96AÓTTiTi KapSías, HÓTCOV áKaQápTCOv, O Í T I -
aquí con la regla séptima, según la cual sería la variante
47aivo0vT6s TÓV 8EÓV VES ÉSEpaTTEÚOVTO ÓTraV-
Kai i x oVT6
5 X"P IV
'"'pos TES.
breve la original. Piénsese además q u e en la añadidura
óAov TÓV Aaóv. ó 8É KÚ- se advierte u n a asimilación a 5,5.11.
piOS TfpOCTETÍQei TOÚS
V.44 TriaTEÚaavTES P 7 4 X B 104 al.
CTCo£cpnévous Ka0' f|né-
p a v ÉTTÍ T Ó aÚTÓ. TricTEÚovTEs A C a D al. pl.
Por el testimonio de P 7 4 , & y B (frente a A y C), TTIOTEÚ-
1) Crítica textual
aavTEs es la variante del texto «neutral». H a y q u e darle la
a) Act 2,41-47: preferencia.
V.41 CCTTO8£§CCPEVOI plur. f)crav éirí TÓ a ú r ó Kai plur.
TTlCTTEÚa'aVTES D — -rjaav B g p Or
órrroSe^áiJievoi es la mejor apoyada d e las lecciones, — Kai B p Or
( i . a Regla), y p o r lo mismo la original.
270 C.4. Método de la historia de la redacción
Ejercicios prácticos 271
fiaav es la lección mejor apoyada (cf. regla primera), y
V.33 TT¡S ávaoráaEGos TOÜ Kupíou 'Inaoü K al. gig
no hay p o r q u é borrarla a pesar del Vaticanus, los lati-
Tfjs ávaoTácrEcos 'Inaou xpiaroü TOÜ Kupíou K A p e vg.
nos g p y Orígenes; raí pertenece también al texto.
Tfjs ávaaráa-EGOS 'Incrou xpiaroü TOU Kupíou f\\x&v 307 al.
OTrocvTa P74 x A B C Sí al. pl. Tfjs cevaoráCTecos TOU Kvpiov 'Ino-oü xpioroü P8 D al.
trávToc D TOÜ Kupíou 'Ir|0"ou Tfjs ávaaTáaecos P74 B
Basándonos en los testigos, caravTa es la lección ori- N o es fácil decidirse por u n a de estas variantes p o r cri-
ginal. terios d e autoridad. Por la regla séptima se inclina u n o
en favor d e la redacción más breve.
V.45 Kod TÓC K-rrmocToc KCCI Tas ú-rrápfeis K B C Sí al. pl.
ócroi K-rrmocTa elxov r\ ÚTráp^sis D sy p V.34 f)v P74BACal.
ÚTrfípxsv P 8 K D al. pl.
Como lo hace con frecuencia, el texto «occidental» q u e -
íjv es la original como mejor representada (primera r e -
da m á s suavizado; n o todos pueden vender, sino sólo
aquellos q u e tienen. gla).
teraria particular. Se esfuerzan más bien los autores de esa épo- faux Si. Los dos creen que en los tres «sumarios»: Act 2,41-47;
ca, valiéndose del método de crítica literaria, por atribuir a 4»32-35 y 5,11-16, es obligado separar el fondo-base y las apor-
cada pieza componente su fuente determinada haciendo ver que taciones de Lucas, aunque no concuerdan al determinar cuál
se han conjuntado determinados elementos de esa fuente en es ese fondo original y hasta dónde llega lo aportado por el es-
cuestión, entre los cuales figuran además adiciones de un re- critor Lucas.
dactor. Recordemos en este punto, principalmente, los trabajos Jeremias arranca del planteamiento del problema de si «Act
de A. Harnack sobre los Hechos de los Apóstoles 77; aunque 2-5 habrán sido efecto de dos fuentes paralelas» 84. Y llega, apo-
tampoco debemos olvidar a otros críticos «antiguos» como F. yado en las observaciones sobre los sumarios del evangelio de
Spitta ™ o J.Wellhausen ™. Lucas, a estas dos conclusiones: «Los sumarios son el resultado
La ocasión para otro modo de enfocar el problema la dio de narraciones particulares, y con relación a ellas son posterio-
M. Dibelius cuando publicó en 1923 su obra Crítica estilística res»; segundo, «Lucas se ha valido de la fuente como miembros
de los Hechos de los Apóstoles 80 . Dibelius sostiene la tesis de que para empalmar las narraciones particulares conjuntándolas en
el escritor Lucas generaliza casos particulares en los «summa- una historia seguida» 85. Los tres «sumarios»: Act 2,41-47; 4,32-
ria»>, y consciente y por técnica intercala tales piezas narrativas
35 y 5,11-16, se parecen muchísimo, y se parecen además a
para dar relieve a un desarrollo, que él no encontraba coherente
otros «sumarios» de los Hechos de los Apóstoles 86. Es común
en una tradición.
a todos el que «delatan rasgos uniformes como para que poda-
Estas ideas las acepta H. K. Cadbury en el estudio The sum-
mos decir que son una reelaboración posterior» 87.
maries in Acts 81 . Según él, los «sumarios» se encuentran entre las
En el primer conjunto sumarial los dos v.2,41-43 forman
historias particulares de los Hechos de los Apóstoles uniéndolas
«un resumen o sumario más primitivo centrado en la historia
y separándolas. Son posteriores a las narraciones particulares, y
de Pentecostés»88. Los v.43-44 son reelaboración posterior por
consisten en la generalización de aquéllas. Si se parecen tanto
unos a otros los conjuntos sumariales, esto se debe a que Lucas ampliación que sale de 5,11-14; 4,32-3433; 2,42. El c.4,32.3453
echa mano varias veces del mismo «sumario», y a que tampoco del segundo sumario pertenece a un fondo anterior; 4,33 se
repara en apropiarse la misma exposición sumarial que Mar- deriva de 5,42 y 2,47. Finalmente, el tercer sumario consta de
cos. Dos sumarios pueden proceder desde luego de una misma una parte más primitiva (5,11-14) y de otra adición reciente
fuente, como puede acaecer que el segundo sumario suplante (5,i5ss) que encuentran su correspondencia en 8,6 y i g . u s s .
al encontrado en la fuente. Cadbury no llega a formarse juicio Cerfaux considera, dentro del primer sumario, los v.46 y
definitivo sobre si Lucas ha incorporado a los Hechos los con- 47 como elementos antelucanos, afirmando que a ellos se había
juntos sumariales con sus fuentes. hecho seguir primitivamente la perícopa 3,1 a 4,31 89 , y que
82
Untersuchungen zum Quellenproblem der Apostelgeschichte: Z N W 36
n Lukas der Arzt, der Verfasser des 3. Evangeliums und der Apostel- (1937) 206-208.
geschichte (Beitr. z. Einl. in das N T , 1. Heft), Leipzig 1906; Die Apostel 83
La cornposition de la premiére partie du Livre des Actes: ETLov 13
geschichte (Beitr. z. Einl. in das N T , 3 Heft), Leipzig 1908; Neue Unter- (1936) 667-691 ( = Recueil L. Cerfaux II [Gembloux 1954] 63-91); cf. La
suchungen zur Apostelgeschichte und zur Abfassungszeit der synop- premiére communauté chrétienne a Jérusalem: ETLov 16 (1939) 5-3 r ( = Re~
tischen Evangelien (Beitr. z. Einl. in das N T , 4 Heft) (Leipzig 1911). cueil L. Cerfaux II 125-156).
78 Die Apostelgeschichte, ihre Quellen und deren geschichtlicher Wert 84
Ibid., 206.
(Halle 1891). ss Ibid.
^9 Kritische Analyse der Apostelgeschichte: AAG 15,2) (Berlin 1914). 86
Para 2,4ib,47b, remite Jeremias a 4,4; 6,7; 9,31; 11,24b; 12,24; i6>5;
80 Eucharisterion für H. Gunkel II (Góttingen 1923) 27-49 ( = Áufsdtze para 2,42.46 a 1,14; para 4,33ss a 5,42; para 5,11 a 5,5b; para 1,15 a 8,6s
zur Apostelgeschichte 9-28). y ig.iis.
si The Beginnings of Christianity V (London 1933) 392-402. 87
O.c., p.207.
88 I b i d
-
89
La cornposition de la premiére partie du Livre des Actes 75-
Métodos bistórico-críticos
274 C4- Método de la historia de la redacción 275
Ejercicios prácticos
90
el v.42 lo arregló Lucas «ad hoc» . El v.43a en la fuente hacía casos particulares Bernabé y Ananías, conocidos por él, y ha
de conclusión de la historia de Ananías 91 ; los demás versos hecho la generalización en el V.34S» " . En el tercer conjunto
son un préstamo del segundo y tercer conjunto sumarial 92 . En sumarial opina Haenchen que se trata de la generalización del
el sumario segundo los V.32.34SS parecen anteriores a Lucas. milagro de Pedro narrado con anterioridad» 1 0 °.
El v.33 interrumpe el contexto. Es que el v.33a iba colocado H. Conzelmann, en su Comentario a los Hechos de los Após-
entre 5,12a y 12b, y el v.38b lo redacta Lucas teniendo ante los toles, parte para enjuiciar los «sumarios» de la «observación de
ojos 5,13b 93 . Cerfaux considera el tercer sumario, en cuanto a los procedimientos literarios de Lucas en el Evangelio» 101 .
lo esencial, anterior a Lucas 94 .
Tomando como ejemplo Le 4,14,] se demuestra que «el suma-
P. Benoit en su contribución al homenaje literario de Goguel, rio de Me 1,14 lo ha tomado Lucas para 4,14, y hacia el medio
que lleva por título «Remarques sur le sommaire des Actes 2,4 lo amplía con Me i,2is. Con esto creó su esquema: escena-
et 5», presenta otra solución 95 . Un redactor posterior, que en- divulgación-actividad (aunque el segundo elemento debiera ha-
contró los sumarios ya unidos al contexto, amplió cada uno de ber sido lógicamente el último de los tres)».
ellos con las ideas de los otros, y, para no hacer peligrar la co- El sumario refleja, por lo tanto, «la estructura del procedi-
nexión al comienzo y al final, cortó la añadidura tal vez en la miento histórico; no se apoya en la concatenación causal, sino
mitad de la sección (así 2,43-45; 4.33 y 5,i2b-i4). El redactor
en la intención de querer hallar en los hechos particulares el
que hizo esto no pudo ser Lucas, en opinión de Benoit, y la ra-
sentido de la totalidad» 102 . Al enjuiciar la composición redac-
zón es que nunca el evangelista hubiera estropeado la sección
cional del primer sumario, Conzelmann coincide sustancialmen-
con esa añadidura. Hasta cree demostrar Benoit que los pasa-
te con E. Haenchen 103 . El sumario segundo causa la impresión
jes intercalados no llevan el sello ni del lenguaje ni del estilo
de que «en la mitad (v.33) estamos ante una adición más re-
lucanos.
ciente». El v.34 sirve de aclaración al 32b; el V.36S en el contexto
E. Haenchen no se entretiene en distinguir en los sumarios actual se debe tener por un elemento ilustrativo.
entre tradición y redacción. Advierte más bien: «según nuestro Piensa Conzelmann que el primitivo «sumario» (2,45) se
parecer, esos conjuntos sumariales se deben en su totalidad a enriqueció con otras aportaciones» 104 . El tercer conjunto su-
la pluma de Lucas» 96 . Pero no hay que entender estas afirma- marial «completa los anteriores con la historia copiosa de hechos
ciones como si Lucas hubiera creado expresamente esas narra-
milagrosos, probando plásticamente que la oración-petición de
ciones sumariales.
4,30 ha sido cumplida» 105 . El v.14 no lo debemos considerar
Para el primer sumario hace constar Haenchen: «en lo esen- como interpolación. Se trata simplemente «de una acumulación
cial, los materiales los ha tomado Lucas del c.5; sólo para los desmañada de motivos» 106 . Conzelmann es del parecer que
V.44SS le suministró los datos el c.4» 97 . Y en esto, el autor Lu- Lucas enfoca el sumario desde el ángulo doble «comunidad-
cas no se ha copiado a sí mismo servilmente, sino que por lo
publicidad» 107 .
menos las formulaciones las ha variado suavemente» 98 . En el
segundo sumario, Lucas—continúa Haenchen—ha tomado los W. Ott ve en 2,41-47 dos sumarios unidos; «de ellos el pri-
mero (v.4is) expone el final de la historia de Pentecostés y
9° Ibid., 77. pinta la vida de los recién bautizados ese día» 108 ; el segundo
9i Ibid., 74.
« Ibid., 75. 99 I b i d . , 190.
93 Ibid., 74.
100 I b i d . , 200.
94 Cf. «Synopse», o . c , 72S.
101 Die Apostelgeschichte: H N T 7 ( T ü b i n g e n 1963) 8.
9 5 Aux sources de la tradition chrétienne (París 1950) 1-10 ( = P . Benoit, 102 I b i d . , 8. 105
Ibid., 40.
Exég»se et théologie I I [París 1961] 181-192). 103 I b i d . , 3 1 . 106
Ibid., 4 1 .
96
Die Apostelgeschichte 157. 104 I b i d . , 3 8 . i ° 7 I b i d . , 32.38; cf. 4 1 .
97 Ibid. 108 Gebet und Heil. Die Bedeutung der Gebetspardnese in der lukanischen
98 I b i d .
Théologie: S t A N T 12 ( M ü n c h e n 1965) 125.
Ejercicios prácticos 277
276 C4. Método de la historia de la redacción
por Trpoo£uxo('- Entonces comprenderíamos los conceptos típi-
sumario (v.43 a hasta 47) resume «la vida de la comunidad mis- cos de Lucas SiSocxri TCOV ÓCITOCTTÓÁCOV y KOIVOVÍCC, así como la ex-
ma». Así resultaría un «paralelismo ampliado en cuanto a la presión raras veces usada por Lucas KÁácnc TOU ápTov (cf. Le
forma, no sólo en cuanto al fondo, con el sumario Act 5,11-
14» 109 . Más bien, toda la perícopa 4,32-5,16 es un a modo de 34.35) m -
gran sumario, y constituye como tal un paralelo extensamente El v.43 está tomado del modelo del tercer sumario 113 . Allí
desarrollado con 2,43-47, como parece indicarlo el núcleo fun- se habla del <pó[3os (5,11) y de las ariueía KCCÍ TÉpcrra de los Após-
damental 5,11-14» 110 . toles (5,12a). La ocasión de este verso debió de ser la narración
siguiente del milagro de Pedro (cf. Act 3,1-10). Le cabe la fina-
lidad concreta de ser pieza enlace entre la narración del suma-
3. Análisis de crítica literaria rio sobre la vida de los recién venidos el día de Pentecostés y la
a) Análisis del primer sumario: Act 2,41-47 descripción siguiente de la vida de toda la comunidad.
El v.44 parece haber sido una creación de Lucas «ad hoc»,
El primer sumario presenta un cuadro sumamente compli- para hacer resaltar la nueva costura en contraposición al v.4ia.
cado; y esto por dos causas: por una parte contiene elementos Temáticamente alude el verso a que la comunidad primitiva
del segundo y tercer sumario; por otra se han configurado para- en Jerusalén (TTÓ:VTES) vivía en comunión. Lo expresa por dos
lelamente los v.41.43 a los v.44a.4Ó.47. El v.4ib corresponde caminos: por el fjaccv é-rri TÓ OCÚTÓ 114 y por el slxov caravTa KOIVÓ,
al v.47b; el 42 a los v.4Ó-47a. Además se añade el v.44b como a lo que da especial importancia Lucas, como lo deja traslucir
interpretación de Lucas. Se explica esta composición en parale- también el segundo sumario (cf. 4,32).
lo por tener el primer sumario función doble: decir algo sobre El v.45 se ha formado teniendo delante el modelo del se-
la vida de los recién incorporados el día de Pentecostés (v.41. gundo sumario (cf. 4,34.35) y, de una manera sencilla, sirve
42), y hacer una pintura de la vida de la comunidad entera de explicación con el ¿orcarra Koivá para la imagen de la «co-
(v.44a.46.47). El v.43 se pone con la intención—dentro del con- munión de bienes», dentro de la comunidad primitiva. Media-
texto—de separar la segunda fase de la primera, de modo que tamente el verso ha sido sugerido por 3,6, donde dice Pedro al
resulta una pieza intermedia entre la primera y la segunda sec- paralítico: ápyúpiov KCCÍ xpvcíov oúx úrrápxei noi.
ción.
Los v.46.47a constan de una frase principal a la que se han
El v.41 es para concluir la narración precedente de Pente- puesto construcciones participiales de dos en dos, por delante
costés. Se indica esto recurriendo al oi név oüv, frase que enca- y también por detrás. Esta unidad sintáctica no debe inducirnos
beza, en general, o el resumen de lo dicho anteriormente o de a engaño, como si todas las construcciones participiales se aco-
lo que va a narrarse (cf. Act 1,6; 5,41; 8,4,25; 9,31; 11,19; 12,5;
12,5; 13,4; 14,3; 15,3.30; 16,5; 23,31) m . Se nos dice que los 112 SiSa^ri se encuentra en los Hechos de los Apóstoles además de v.42,
también en 5,28; 13,12; 17,19. Para KOIVCOVÍCC cf. H. SEESEMANN, Der Begriff
que han aceptado la predicación de Pedro habían sido bautiza- Kovicovía im Neuen Testament: B Z N W 14 (Giessen 1933); F. HAUCK: T b W
dos y que se incorporaron ese día a la comunidad, alrededor III 789-810.
113
de tres mil personas. La sucesión de las palabras TÉpa-rct KCX1 ar¡\x\a manifiesta 2,43 frente
a 5,12 que es posterior, pero, fuera de Act 2,43; 6,8 y 7,36, no se encuentra
El v.42 presenta con TrpocrKccpTEpeív TTJ TrpocrEuxrj una frase en el Nuevo Testamento, sino siempre OTIHETCÍ KCCÍ TÉpcn-a (Mt 24,24; Me 13,
muy expresiva (cf. Rom 12,12; Col 4,2) que aparece en 1,14 y 22; Jn 4,48, Act 2,22; 4,30; 5,12; 14,3; 15,12; Rom 15,19; 2 Cor 12,12;
2 Tes 2,9; Heb 2,4); correspondiente al uso común del lenguaje de los Se-
6,4 de los Hechos de los Apóstoles. Había que rellenar esta fra- tenta, Dt 13,1.2; 34,11; Sal 134,9; Sab 8,8; Is 8,18; 39,21; Bar 2,11; Dan 4,
se con TTJ Si5ot)(TJ TCOV cVrroaTÓAcov, Tr¡ Koivovía y TT¡ KAÓCTEI TOU 34. etc.
áp-rou, donde las formas sustantivadas vienen condicionadas 114 «fjaav ETTÍ TÓ cano tiene aquí completamente el metal de la frase en
los Setenta que encontramos en muchos pasajes como reproducción del he-
breo jachad (así Ex 26,9; Dt 12,15; 22,10; 25,5.11; Jos 9,2; Jue 6,33; 19,6;
lo»
110
Ibid., 127. 2 Re 2,13; 10,15; 12,3; 1 Par 10,16; Sal 2,2; 4.8; 18.9; 33,3; 36,38; 40,6;
Ibid., 127, nota 13. 48,2.10; 52,3; 61,9; 70,10; 73,6.8, etc.).
111
Cf. BLASS-DEBRUNNER, párr. 451,1.
278 C.4. Método de la historia de la redacción Ejercicios prácticos 279
modaran a la frase principal. KACOVTES TE KOCT'OIKOV áp-rov y a i - lo del v.32b como con lo del 34.35. El v.32b dice sólo cierta-
VOOVTES TÓV 9sóv están, tanto formal como en cuanto al conteni- mente q u e los q u e tenían riqueza renunciaban a sus derechos
do, subordinadas a la frase principal; KaO'rmépav KTA. y É'XOVTES en favor de sus hermanos pobres; supone, pues, sencillamente
Xápiv, p o r el contrario, sólo tienen u n a unidad formal con la que subsistía el derecho d e propiedad. Cuando era necesario
frase principal. L a s dos primeras construcciones participiales —obsérvense ambas formas en imperfecto É'9£pov y ÍTÍ0OW
van unidas p o r medio del TE...TE, resultando p o r lo mismo p a - (v.34.35)—vendían d e lo q u e poseían y el producto lo ponían
ralelas 1 1 5 . a disposición d e los Apóstoles para q u e lo repartieran entre los
L a s d o s últimas construcciones participiales van debida- hermanos pobres.
mente unidas p o r KCCÍ. L a incongruencia del enunciado princi- El v.33 contiene u n a adición que, en lo esencial, se forma
pal y, al menos, la d e la primera y de la última construcción del v.12 del tercer sumario y el v.47a del primero. A las inme-
en participio podría señalarse así: diatas parece haberse provocado el v.33 P o r 4>3°» donde la
Igual q u e en el v.42 u n a frase dada con anterioridad se ha comunidad ruega para que se realicen.
rellenado con la ampliación d e tres ideas, parece q u e en los Si se admite q u e son adiciones las frases declaradas en par-
v.46.47a se ha desarrollado el enunciado de la frase principal ticular del segundo sumario, el texto q u e quedaría sonaría li-
por medio d e tres construcciones en participio 1 1 6 . Cada u n a teralmente:
de las ampliaciones son el complemento respectivo de las frases
del v.42. Si encontró Lucas unida ya la frase anterior a él del 32b 0 Ü5E EIS TI TCOV úirapxóvTcov carreo ííAeyEV íSiov EIVCCL
34
v.42 y el dicho también anterior a él del v.46, no se puede deter- OÚ5E év6Ef|s TIS fjv EV carroís ócroi y á p KTrjTopEs xcopícov fj OÍKICOV
minar con certeza, pero tampoco excluir. A los v.46.47a se les Crrrñpxov, TTCOAOÜVTES IcpEpov Tas Tiuás TCOV m-rrpacTKOuÉvcov 3 5 Kai
asigna la función de esclarecer el rjcrocv ÉTTÍ TÓ OCÜTÓ (v.44a). L a ÉTÍOOUV irapct TOÚS iróSas TCOV COTOCTTÓACOV- SIESÍSOTO 8E ÉKácrrcp
u n i ó n d e los creyentes se hace ver en los datos siguientes: acu- KaOÓTi áv TIS XP £ ' a v £
fy£V-
dían a diario juntos al templo, en sus casas partían el pan, ala- Resulta d e este modo u n texto completo por sí mismo cuya
baban a Dios e n medio del general fervor del pueblo.
unidad queda asegurada principalmente con los dos OÜ6E aná-
El v.47a es análogo al 41b en su forma. Obsérvese la coin- logos (v.32b.34). Estamos aquí ante u n a narración breve sobre
cidencia d e irpocmOévaí y fiuépa; cf. además crco£cp|jiÉvous con los sentimientos d e caridad entre la primitiva comunidad d e
CTcó6r|TE (v.40). Jerusalén, que hay que verlo en conexión con la noticia siguien-
te sobre Bernabé (4,36) y la historia de Ananías y Safira (5,1-10).
b) Análisis del segundo sumario: A c t 4,32-35
c) Análisis del tercer sumario: A c t 5,11-16
El v.32a hay q u e considerarlo como intercalado, procedente
del primer sumario. Allí se dice: TrávTES 5E OÍ TnaTEÚcravTEs fjaav El tercer sumario comienza con el v. 11, q u e simultáneamen-
ÉTTÍ TÓ aÚTÓ (v.44a), aquí—con algo más d e pormenores—TOO te hace d e conclusión para la historia precedente d e Ananías y
5E TrArjQous TCOV inCTTEucrávTcov fjv Kap8íoc KCCÍ tpuxr) pía. Como la Safira. El verso recoge lo escrito en el v.sb; pero hace una gene-
anotación KOCÍ EIXOV coravTcc KOIVÓ en el primer sumario (2, ralización por cuanto q u e ahora no se habla del temor d e los
44b), también aquí hay que considerar como una interpretación q u e intervienen en lo sucedido, sino del temor d e toda la EK-
d e Lucas la frase áAA'fjv aÚTcñs cxTravTa xoivá (V.32C). Sacamos KAnaía, y, ampliándolo, del temor d e cuantos le escuchaban.
esto p o r q u e áAA'fjv OCÜTOÍS ÓHTOCVTCC KOIVÓ choca lo m i s m o con El v.i2a habla en general de los prodigios realizados p o r
los Apóstoles. L o que en él se dice, lo continúa el v. 15, d e modo
115
Cf. BLASS-DEBRUNNEB, párr. 444,1. q u e los v. 12b-14 se ve q u e son añadidos y contienen elementos
116
El uso de iisTocAanpáveiv Tpoipfjs (Act 27,33.34.36) permite ver aquí
una frase hecha probando al mismo tiempo que Lucas la toma de la termi- del primer sumario. E n él se recuerda q u e todos eran ónoüuua-
nología eucarística (cf. Act 27,35). 8óv. Pero ahora no se refiere, como en el primer sumario, a
280 C.4 Método de la historia de la redacción
Ejercicios prácticos 281
Év TCO ÍEpco, sino a év TT\ crroa ZOAOUCOVTOS (cf. 3,11). C o n el
Debemos considerar a los v. 12b. 15 como formas d e intro-
v.14 se reanuda lo dicho en el 2,47, donde se dice: ó 5E KÚ-
ducir y concluir la narración del milagro de Pedro según apa-
pios TTpocrETÍ0£i TOÜJCTCO£CÚ|JIÉVOUSKa6' r)uépav éiri TÓ aCrró.El in-
rece p o r 3,iss. El v.12 lo aprovecha Lucas además en el pri-
tercalar el v. 12b-14 ha sido sugerido p o r la historia q u e sigue
mer sumario (v.43b). El autor de los Hechos da cabida también,
(S,i7s), a la q u e hace puente el tercer sumario.
en los sumarios, al tesoro de fórmulas d e la tradición anteriores
Si aislamos también aquí de la narración los elementos ex- a él. Piénsese, p.ej., en giros como TrpooKapTepEív Tais irpoaEU-
traños primitivos, nos quedamos con u n a mirada d e conjunto XaiS (2,42), fjcrav ETTÍ TÓ aÚTÓ (2,44a), KASV ápTOV (2,46b), aivEív
a las actividades de los Apóstoles: 6iá 8é TCOV ysipcov TCOV ócTro-
TÓVOEÓV (2,47a), 5i6óvai TÓ napTÚpiov TTJS ávaoráaEcos TOÜ KU-
OTÓAWV éyívETO ármela KOCÍ TÉpocTa TroAAá év T U ACCCO. A h o r a h a -
píou 'Inaoü (4,33a). Muchas expresiones nacen aquí por causa
bría q u e poner inmediatamente el coerce con q u e comienza el o d e la narración precedente o de la q u e sigue (como, p.ej.,
v.15: como consecuencia d e «los prodigios y milagros» realiza- TOÜS aco^cpuévous provocado por 2,40).
dos p o r los Apóstoles, es lógico q u e sacaran a las calles los
Sobre esto añade Lucas interpretaciones particulares a las
enfermos, para q u e , al llegar Pedro, los cubriese siquiera su
q u e comunica su sello personal en cuanto a la formulación li-
sombra. H a y q u e considerar como interpretación privada de
teraria. Entre ellas nombramos aquí las expresiones cnravTa KOI-
Lucas el v.16, q u e generaliza lo dicho p o r el v.15.
vá (2,44b; 4,32c) y KapSiarai y u / u nía (4,32a). E n 5,16 se trata
El texto d e este sumario sería literalmente:
de u n a interpretación ampliada d e la significación del milagro
12
5iá Se TWV x £ i P w V TCOV áirocrTÓAcov éyívETO oT)UEía KOCÍ de Pedro, q u e tiene su gemelo en L e 6,18. Frases, fórmulas e
l 5
Téponra TroAAá év T U ACCCO. COOTE KCCÍ E15 Tas TrAaTEÍas 6K9ÉpEiv interpretaciones q u e no las pone Lucas en u n a sucesión lisa
TOUS áaOsveís Kai TiOévaí 6TTÍ KAivapícov Kai Kpapá-rrcov, iva épxo- sintáctica y lógicamente. L a dureza sintáctica que encontramos
HÉvou TTÉTpou Kav r) oxiá ÉTnaKiáarj TIVÍ aÚTcSv. tanto en el primer sumario (cf, p.ej., la construcción de 2,46.
47a) como también en el segundo (la separación d e los dos oü6é
4. L a redacción de Lucas [4,32b.34a]) y en el tercero (cf. la unión del COCTTE 5,15a), esa
Cuando se habló d e la crítica literaria hicimos algunas o b - dureza, repito, se puede explicar por atarse excesivamente a la
servaciones sobre la labor redaccional d e Lucas q u e n o vamos tradición. L a sucesión fuera de lógica se comprende diciendo
a repetir por el momento al estudiar la historia d e la redacción. que Lucas separa lo q u e temáticamente forma unidad para
Ahora se trata más bien d e ofrecer unas impresiones someras asegurar d e este modo los diversos enunciados.
sobre el sistema de trabajo del evangelista y autor de los Hechos En la composición técnica d e los sumarios se pueden d e -
d e los Apóstoles según se refleja en los sumarios. Esto nos lle- terminar los siguientes motivos esenciales:
vará a decir también algo sobre los motivos actuantes en los
1. Los enlaces.—Lucas n o disponía d e u n relato coherente
conjuntos sumariales.
sobre la historia d e la Iglesia primitiva. Se encontraba más
Obra personal d e Lucas en los sumarios es encuadrar con
bien ante narraciones particulares q u e él no quería unirlas sim-
esmero poniendo introducciones y modos d e terminar a cada
plemente unas detrás de las otras, sino q u e intentaba compo-
una de las historias q u e le suministra la tradición 117. Así, en el
nerlas en u n conjunto. Los sumarios como sistema de compo-
segundo sumario cumplen dicha función los v.32b.34.35 como
sición técnica no debían solamente enlazar u n a narración con
pórtico d e la nota sobre Bernabé (36-37) y en la historia d e
Ananías-Safira (5,1-10). Lucas acude al recurso literario d e las otra a través d e transiciones, sino debían, ante todo, d a r a las
introducciones no sólo aquí, sino también en el primer sumario, narraciones u n marco espacio-temporal y sugerir d e este
aunque cambiando algo ligeramente (2,45). modo la idea d e u n desarrollo histórico.
2. Las generalizaciones.—En los sumarios se debe pintar
" 7 Cf. p.248-249.
no u n hecho particular, sino el estado general d e la comunidad
282 C4. Método de la historia de la redacción 283
Ejercicios prácticos
primitiva. Y para eso vienen las generalizaciones: a un hecho no que todo era común, sino que lo que se subraya es que
singular se le confiere categoría generalizadora. P.ej., en 2,43a entre aquellos cristianos no había indigentes, pues cuantos
del primer sumario. Sabemos ya que esta frase está tomada de eran dueños de haciendas y casas, las vendían y llevaban el
la fuente del sumario tercero. Allí se dice: Kod ÉyéveTo 90(305 precio de lo vendido para remediar las necesidades de los po-
néyocs 6cp'6Ár|V TT)V ÉKKÁrjcríav Kcd eiri TrávTacs TOÜS áKoúovras bres. Lucas ha hecho de esta simple ayuda a los pobres una
Tcá/Ta (5,11; cf. 5,5b), al paso que en 2,43 se dice en general comunidad de bienes, seguramente porque el cVrravTa KOIVÓ le
del <pó|3os que se apodera de todos. Tenemos otra generaliza- parecía un bien moral tan grande que lo quiso atribuir a la
ción en el segundo sumario, 4,33a, en el que habla muy comunidad primitiva como ejemplo para toda la Iglesia 119 .
en general sobre el apostolado de los discípulos que atesti- Tampoco la expresión á-rravTa KOIVÓ es de procedencia bíbli-
guaban la resurrección del Señor Jesús. En el tercero de los ca; se la inspira a Lucas el ambiente helenístico. La idea de la
sumarios ya no se describen únicamente las curaciones hechas comunidad de bienes la encontramos en Pitágoras 1 2 °, y la
por Pedro o sólo las realizadas en Jerusalén, sino que se acepta Platón para su Estado ideal 1 2 1 . En la escuela pitagórica,
generaliza, y entonces «la muchedumbre concurría de las ciu- sobre todo, Filostrato, en su vida anovelada de Apolonio de
dades vecinas de Jerusalén trayendo enfermos y atormenta- Tyana, renueva este antiguo ideal de la absoluta comunidad
dos por los espíritus impuros, y todos eran curados», 5,16 de bienes. Del helenismo pasó la idea al judaismo profunda-
(cf. Le 3,17). mente. Lo prueban los encendidos elogios de los esenios que
3. El subrayar los hechos.—Se debe recordar aquí la acen- hace Josefo 122 . Comunidad real de bienes la encontramos en
tuación ponderativa del sencillo éiri TÓ OCÚTÓ y óuoounaSóv del Qumrán, que no conocía la propiedad privada; el aspirante
primer sumario, por medio de la frase KapSía KOCÍ yuxri Mía del a la secta debía, después de un año de noviciado, depositar su
segundo, y el Kai fjcxav Ójjio0u|ia5óv cnTCcvTÉS del último sumario. 119
Sacamos de aquí la marcada inclinación de Lucas en el evangelio a
Con ello resalta vigorosamente la unidad y concordia de la ponderar sobre todo las muchas ventajas de la pobreza y los peligros gran-
Iglesia primitiva. El texto «occidental» lo comenta con perspi- des de la riqueza (Le 1,53; 3,11; 4,18; 6,24ss; 12,13-21; 14,12-14; 16,19-31.
cacia cuando al KapSía Kai vfuxr) uía pone la glosa Kai OÜK fjv Cf. H . J. DEGENHARDT, Lukas-Evangelist der Armen, passim).
120
S e g ú n el Timeo pitagórico, dice u n a sentencia d e Pitágoras: KOIVO.
SiÓKpicris év aÚToic oúSenía (4,32) 118. -ra ipfAcov EÍvaí ral tpiAiav ¡acnT|Tcc ( D I Ó G E N E S L A E R C I O , 8 , I ) . J á m b l i c o e s -
El compositor de los Hechos de los Apóstoles tiene toda cribe e n s u Vida de Pitágoras (167-169): ápxf; -roivw ÉOTI 5iraioaúvr|S \¿v TÓ
KOIVÓV Kai ÍCJOV Kai TÓ eyyuTárcús evos (KÓJJLCXTOS Kai pías yuxfjs ó^OTraSeív TfávTas. Kai
la razón para hacer resaltar la unidad concorde de la primitiva é-rri TÓ aÚTÓ TÓ EIÍÓV cpSÉyyEaSai Kai áAAÓTpiov. wcjirep 8^ Kai TTAaTcov naSojv Trapa TCOV
comunidad de Jerusalén. Las expresiones correspondientes del rTuSayopEÍcov auiiuapTupEí... Koivct y á p Tfaai TfávTa Kai TaÜTa fjv, tSiov 61 oúSeis oúSÉv
primer sumario decían en su origen nada más que los fieles EKEKTTrrO.
121
§p' oüv ÉK TOOSE TÓ TOIÓVSE yíyvETat, OTCCV pf) a n a 99syycovTai lv Trj TTÓAEI TCC
formaban una comunidad, manifestada al exterior por el culto TOIOSE otilara TÓ TE i\\óv Kai TÓ OÜK inóv Kai irEpí TOO áAAoTplou KaTa TaCrrá; KOniSfj
divino en el templo o en las casas particulares de los cristianos. piév oOv. év f|Tivi Sí) TTÓAEI TrAsíaToi ÉTTÍ TÓ aúró KaTa TaCrrá TOOTO Aéyouai TÓ éiaóv Kai
Aquí, en cambio, se insiste con fuerza inequívoca sobre la TÓ OÚK É|ÍÓV, auTf| ápiCTTa SioiKErrat; TTOAW yE.
122 «Son despreciadores d e la riqueza, y es a d m i r a b l e e n t r e ellos e l
unión entrañable de los cristianos (KapSía Kai yuxM nía), pala- s e n t i d o c o m u n i t a r i o ; n o se e n c o n t r a r á e n t r e ellos a n i n g u n o q u e s o b r e -
bras que evidentemente tienen metal, no bíblico, sino hele- salga p o r los bienes propios; p u e s existe u n a ley q u e m a n d a q u e los q u e
nístico. e n t r a n e n la secta, h a c e n pasar la p r o p i e d a d d e s u s bienes a la C o m u n i d a d , d e
m o d o q u e e n t r e ellos n o aparece e n c o n j u n t o n i la h u m i l l a c i ó n d e la p o b r e -
Otro modo de acentuación ponderativa es la insistencia za n i la p r i m a c í a d e la riqueza, sino q u e d e la r e u n i ó n d e los b i e n e s d e c a d a
plural del caravTa KOIVÓ. La narración primitiva sobre la cari- u n o se forma una masa c o m ú n de bienes para t o d o s , como hermanos
(Bell. 2,122).
dad de los cristianos de Jerusalén dice, tomada estrictamente,
Cf. Bell. 2,127: «Entre ellos ni compran ni venden, sino que al que
118
tiene necesidad le da otro lo que tiene, y a su vez recibe del otro lo que
Atestiguado por D(E) h CY. precisa. Más aún, es lícito a cada uno disponer de las cosas del otro».
284: C.4. Método de la historia de la redacción
cedimiento podríamos penetrar mejor en el sentido histórico saje el Nuevo Testamento 8 . La aplicación del método histó-
de las expresiones del Nuevo Testamento, fruto nada despre- rico-crítico en la ciencia neotestamentaria recibe su consagra-
ciable. Pero ¿lograríamos también por este camino desentra- ción definitiva exegéticamente por la fe. Es éste el mismo ca-
ñar el sentido teológico de esos enunciados?» mino que anda siempre la Iglesia para llegar a la verdad del
mensaje de Jesús descubriéndolo continuamente de nuevo. Ni
Tengamos en cuenta que, aun trabajando la exégesis con
que decir tiene que de este modo «no queda reducida la fe a
los métodos históricos, no se la puede poner entre las discipli-
un simple método» 9 .
nas puramente históricas, sino entre las teológicas 3 . Su fun-
ción es interpretar teológicamente los datos revelados a la luz Toda interpretación auténtica de cualquier texto histórico
debe llevarnos a un encuentro con dicho texto, es decir, a un
de la fe. Aun en el caso en que la teología del Nuevo Testa-
diálogo en el que el intérprete deje hablar espontáneamente al
mento se contente con señalar «por vía positiva» las afirmacio-
texto y él mismo tome parte en la conversación. Lo que exige
nes teológicas de los autores bíblicos y con exponer la síntesis,
entonces evidentemente que a la interpretación del texto neo-
renunciando a penetrarlas por «vía especulativa», es auténtica
testamentario—contando previamente con la preinteligencia de
y verdadera teología. Porque comprender el sentido «original»
la fe—se debe añadir algo por necesidad. Acontece en la exé-
de las afirmaciones bíblicas y su engranaje sistemático exige
gesis que no se trata en ella de un diálogo—permítasenos esta
un verdadero esfuerzo teológico 4 . Y «cuanto más profundice
expresión—en el que participan dos dialogantes de la misma
el exegeta en la unidad teológica del Nuevo Testamento, será categoría, «sino por un lado está Dios viviente que habla su
más teología» 5 . palabra» 10 , y por otro el intérprete que escucha y quiere en-
Pero ¿no necesitará la exégesis, precisamente por eso, ade- tender.
más del método histórico-crítico, un método especial teológi-
Hay que caer en la cuenta y tomar muy en serio que en los
co, es decir, «un modo de acceso para apoderarse del contenido
escritos del Nuevo Testamento nos encontramos ante la pala-
escriturístico, una senda que le abra la realidad de la que habla
bra inspirada de Dios. De aquí viene el que la interpretación
el Nuevo Testamento ? 6 Ciertamente que sí, pero no en el
neotestamentaria de los textos se convierta en enunciados teo-
sentido de que sea un método más dentro de los métodos que
lógicos, y de aquí la obligatoriedad imperiosa de esos enuncia-
venga a completar la metodología histórico-crítica, sino en la
dos, puesto que «la Sagrada Escritura hay que leerla y expo-
significación más alta, de que hay que andar un camino «que
nerla con el mismo espíritu con que fue compuesta» n .
nos introduce—bajo la guía y orientación histórico-filológica—
Lo que se dijo arriba 12 de la interpretación de la tradición
en la realidad que sale a nuestro encuentro desde los textos del
por la Iglesia vale también, de modo parecido, para la exége-
Nuevo Testamento» 7 . Y este camino es la fe.
sis: tampoco ésta transmite la revelación de Cristo como un
«Quien equipado con todas las técnicas del saber filológico informe neutral, sino para dejar constancia de ella, confirmarla
e histórico se acerca a interpretar la Sagrada Escritura y no se con su testimonio, es decir, confesarla en la fe, y en la fe preci-
preocupa de añadir la experiencia fundamental, de la que nos samente de la Iglesia que continúa percibiendo aún hoy día
habla el mismo Nuevo Testamento, es decir, la fe, ese tal ja- la palabra presencializada de su Señor subido al cielo. La fe
más llegará a conocer la realidad que nos comunica en su men- es siempre una decisión personal, y esto reza también para el
3
exegeta, que en su labor de exégesis debe hacer confesión de
R. SCHNACKENBURG, Neutestamentliche Theologie. Stand der Forschung:
Bibl. Handbibl. i (München 1963) 13.
Cristo presente y actuante en la palabra de los libros del Nue-
4 Ibid. 8
5
H. SCHLIER, Uber Sinn und Aufgabe ciner Theologie des Neuen Testa- Ibid., l i s .
ments: Besinnung auf das Neue Testament. Exegetische Ausátze und Vor- 9 Ibid., 12.
10
trage II (Freiburg i.Br. 1964) 11. K. FRÓR, Wege zur Schriftauslegung (Dusseldorf 21965) 69.
11
« Ibid. VAT. II. Constitución dogmática sobre la divina revelación 12.
'Ibid. 12 Cf. p.185-186.
288 Epílogo
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS Y DE ESCRITOS
vo Testamento. Esto implica necesariamente el que en su in- NO CANÓNICOS
terpretación exprese el exegeta la comprensión propia de su fe.
Como no puede darse con éxito método histórico sin crí-
tica, tampoco la comprensión teológica puede prescindir de la
crítica, que se manifiesta en la misma medida en que se for-
ANTIGUO TESTAMENTO
man esos juicios y se saben distinguir los elementos estudia-
dos. Podríamos definir esta crítica como «la discreción de es- Génesis 2 Macabeos
píritu» de que habla Pablo en i Cor 12,1 o, y su criterio como 1,1 9 7,9
113 7,23
la «medida de la fe» que Dios reparte (Rom 12,3) y que en la 1,26
III 114 13,14
1,27
Iglesia de Jesucristo la hace valer por medio de su Espíritu 2,1 9
III 114 II Salmos
2,24
prestigiándola siempre y renovadamente. 1,1 152
Éxodo 2,2 277
2,12 Sq 2,7 215 216
26,9 277 4,8 277
8,7 9
18,9 277
Números 33,3 277
15,37-41 180 36,38 277
19,2 113 40,6 277
48,2.10 277
51,6 228
Deuteronomio 51,13 215
52,3 277
4,39 9 61,9
6,4-9 277
180 70,10 277
10,16 III 73,6.8 277
10,14 9 110,1 215
11,13-21 180 139,4 LXX 277
12,15 277
13,1.2 L X X 277
228 Proverbios
21,23
22,10 277 206
i,5
24,1 110 n i l i s 260 152
3,13
25,5.11 277 8,325 152
29,3 L X X 277 9,9 206
34,11 277
Josué Eclesiastés
9,2 3,1-n
Jueces Sabiduría
6,33 277 2,24 9
19,6 277 8,8 277
9,9 9
2 Samuel IO,I5SS 226
2,13 277 I4,H 9
10,15 277 14,24-27 176
12,3 277
Eclesiástico
1 Reyes 7,18.35 177
19,19a 163 25,7-n 153
19,19b 48,11 152
16.) 50,28
19,21b 163 152
1 Crónicas Isaías
Métodoí bistórico-críticos 19
290 índice de citas biblicas
índice de citas biblicas 291
Isaías Baruc
Mateo Mateo
10,24 152 2,11 LX>
11,2-ig 159 19,9
13,2 152 38 155
ii,4 97 19,10-12 86 248 255ss
24-27 148 Ezequiel 11,6 144
29,13 39 19,15 95
37 11,9 255 19,20.22 169
31,3 214 40 11,15 255 19,30 203 248
33,1 153 ir,i6
35,4 152 156 157 20,1-15 248
Daniel 11,118s 158 20,1 157
37 148
37,17 226 2,37-40 11,19 93 20,16 203 248
11,20 249 20,28 158
39,21 L X X 277 4,34 LXX 11,21-24
40 148 7-12 154 21,1-9 158
11,25 158 249 21,4S 251
41,10.14 152 12,12
43,1-5 152 12,1-14 92 21,16b 115
12,1 249 21,40-42 252
44,2 152 Oseas 12,3-5 115 22,1-14 247
44,24 9 6,6
152
12,7 96 22,2 157
49,12
152 12,9-14 192 22,4-6 259
51.7 Abacuc 12,9 95 22,7-8 259
54,4 152
152 2,6-19 12,10 110 22,11-14 86 248 259
59,19 12,15 95 22,36 122
63,ios 2IS
12,17-21 251
Zacarías 22.42S 252
12,22-30 192 23.4SS 154
Jeremías 9,9 12,22 249 23,12 248
13,2 12,25 156 23,34-46
3,18 152 154
4,4 ni 12,30 203 23,37-39 154
10,2-5
Malaquía* 12,38 249 24,11-12 144
152
26,28 152 1,11 12,41.42 154 24,21 10
r3 127 24,24 277
1.3,9 255 24,43-44 155
13,10-17 152 25,1 157
NUEVO TESTAMENTO 13,12 198 199 206 25,14-30 199
13,16.17 152 25,14 156
13,24-30 155 157 25,29 197 199 206
Mateo Mateo 1.3,24 128 155 25,34 10
1,2-17 214 7,16 155 13,31-33 I25ss 156 159 26,3 95
1,16 41 7,17 155 13,31 128 156 26,13 230
I,22S 251 7,l8 156 13,33 157 26,14-16 252
2,58.15.17S.23 251 7,19 156 13,35 251 26,14 95
2,23 95 7,24-27 246 13,36-46 157 26,27 45
3,2 253 7,24.26 157 13,36-43 155 157 26,28 253
3,3 251 8 123 13,38 230 26,29 45
4,1-11 247 8,3 246 13,40 10 26,31 144
4,8 11 8,5-13 152 13,41 144 26,36 95
4,14-16 251 8,11.12 152 13.43 255 256 26,39 266
4,18 95 8,17 go 251 13,44-47 156 157 26.49S 252
4,20 163 8,18-22 II7SS 158 13,52 124 26,60.61 247
4,21 95 8,23-27 118 13,57 144 154 26,61 155
5-7 159 8,23 118 14,1 249 26,63 110
5,1 251 8,28-34 249 14,13 95 27,5 85
5,3-10 153 8,29 158 15,1-20 112 27.9S 251
5,3 8 9 123 15,1 249 27,15-26 240 248
5,14 204 230 9,1-17 92 15,2 139 27,16 95
5,15 197 204 247 9,1-8 249 15,8 39 27,19 248
S.I5C 205 9,n 102 15,22-24 251 27,24-26 252
5,l6 205 9,9-13 88ss 15,24 158 27,24.25 240
5,17 97 158 9,14 249 15,29 27,32 95
5,21-48 116 9,18-26 86 249 15,34 US 27,33 95
5,22 8 9,27 95 16,15 115 27,46 8
5,32 38 9,32 95 16,18 82 27,49 IIO
6,5-13 249 9,33 38 16,23 144 27,57 91
6,9.10 8 226 10,1-42 198 16,25 257 28,2-7 228
6,1415 249 10,2-4 157 17,3 227 28,18-20 222 239
6,25-33 151 10,2 95 17,6 266 28,19 230
6,26.30 157 10,3 95 I7,n 38
6,32 11 10,7 97 17,14 95
6,34b 154 10,10b 203 18,1-3 157 Marcos
10,16 158 18,3 203 140 238
7,1-5 197
1,1
7,1 155 10,26-33 198 18,12-14 87 1,4 253
7,2 198 20 5 10,26 197 198 205 18,23 157 1,14-15 238
7,6 155 ¿O, 10,34 158 19,1.2 109 1,14 275
7,n 157 10,35 158 19,3-12 105SS 248 254 1,16-20 162 244
7,15-23 144 11,1 95 19,3-9 248 1,17 158 163 192
19,4-6 255 1 I,l8 191
292 Índice de citas bíblicas índice de citas bíblicas 293
Marcos Marcos Marcos Lucas
1,19 163 4,21-25 160 194SS 201 202 10,1-45 139 160 168 244 1,27 101
1,20 162 191 4,21.22 201 10,1 109 203 1,31 101
I.2ISS 275 4,21 156 196 200 203 204 10,2-12 105SS 165 244 248 1,35 102
1,21 190 4,22 196 203 10,1.4 255 1,53 283
1,24 158 4,22a 195 10,5 256 1,59 IOI
4,23 256 10,6-9 255 1,60 102
1,29-31 165
1,30 165 4,23.24b 196 10,11.12 155 1,63 IOI
1,31 165 4,24 196 202 10,11 256 2,10 237
1,34 86 250 4,24.25 201 202 206 10,13 266 2,21 IOI
1,35 266 4,25 196 10,17-22 168 2,22-38 251
1,38-2,5 6265 4,26-29 200 10,23-31 168 2,25 IOI
1,38-2,4 6465 4,26 156 10,23 266 2,41-51 251
1,38 64 65 102 158 4,30-32 I25SS 2 0 0 10,25 155 3,3 102 104
1,39-2,5 68 69 4,30 156 10,29 238 3,8 104
1,40-45 261SS 4,31 156 10,31 195 248 3," I02 283
1,40 64 6 7 162 4,33-34 250 10,40 47 3,12 I02
67 162 264 4,35-41 200 10,45 158 165 203 3,17 282
1,41
1,43 264 5-7 86 10,46-48 165 3,l8 237
63 65 6 7 2 6 4 5,1-20 249 10,46 100 166 3,21 266
1,45
2,1-3,6 92 5,14 266 10,48 214 3,23-38 214
2,1-22 86 5,21-43 86 249 10,52 16S 4,1-12 247
2,1-12 161 163 188 192 249 5,22 165 11,1-10 158 4,5 II
2.ISS 64 5.25SS 165 11,12-14 158 4,8.12 102
2,1 162 190 5,26 165 11,15-19 164 4,14 265 275
2,2 162 190 5,41 8 156 11,20.21 158 4,l6ss 236
2,3-5 7i 6,2 190 u.27-33 164 4,18 283
2,3-12 163 6,4 154 12,7 266 4,23 155
2,4 64 67 247 6,6 190 12,9 251 4,24 154
2,5 64 65 193 6,7-13 167 12,13-17 165 4,34 158 277
2,8 102 6,14-16 166 12,18-27 164 4,37 265
2,10 102 6,16 166 12,28-34 164 65 4,40.41 250
2,IOS 165 6,17-29 166 167 12,28 96 120 4,42 266
2,12 38 6,30s 166 12,34b 16S 4,43 102
2,13-17 9 0 19OSS 6,45-52 166 12,35-37 164 5,1-n 162 244
2,14 123 162 163 6,50 167 I2.35S 252 5,1 102
2,15 86 6,53-56 250 13 244 5,5 102
2,l6 89 7,1-23 112 165 192 244 13,6 252 5,8 264
2,17 9 0 158 7,2-4 192 13,9.10 238 S,II 103 252
2,l8 162 249 7,3-5 138 13,22 277 5,12-16 26l
2,19 156 7,16 256 13,34 156 5,12 261
2,21.22 156 202 7.25S 251 14,3-9 162 I 67 244 5,13 262
2,23-28 162 164 192 7,25 165 14,4 266 5,15 262
2,23 193 249 252 7,26 165 14,9 238 5,17-39 86
2,26 41 7,28 264 14,ios 252 5,17-26 95
2,27S 164 7,30 165 14,22-25 167 7 4 186 188. 5,17 266
3,1-6 162 164 192 7,32 165 14,23 45 5,19 247
3,1 190 7.34S 165 14,24 253 5,20 I02
3,2 110 7,34 8 14,25 45 189 5,22 102
3,4 188 7,37 166 14,36 88 5,24 I02
3,5 264 8,5 115 14,45 252 5,27-32 98SS
3,7-12 250 8,22 165 14,49 251 5,27 102 249
3,7S 190 8,23-25 165 14,57.58 247 5,28 9 0 252
3,13-19 157 8,25 165 14,62 247 5,29 86 9 0
3,17 8 8,29 115 15,34 8 5,31 102
3,20 190 8,34 100 252 15,36 110 5,33 101 103 249
3,21 41 8,35 238 257 15,44 110 6,1 266
3,22-27 192 8,36 11 16,5-7 228 6,3 102
4 127 244 8,38 155 16,9-20 19 82 6,4 30
4,1-34 200 9,2-10 166 16,14 110 6,5 61 244
4,1-32 160 9,7 166 16,15 230 6,6 266
4,1.2 190 9,9-13 244 16,19 228 6,10 264
4,1 190 9,12 38 6,12-16 157
Lucas
4,2 200 9,14-15 40 6,12 251 266
4,3-9 248 9,17 165 1,1-4 82 6,14-16 103
4,9 256 9,18 165 1,2 6 138 6,17-19 251
4,10-25 201 9,23 110 1,5 101 6,18 265 281
4,10 248 9,25.27 165 1,8-23 251 6,20-49 158
4,11-20 200 9,33-50 139 160 203 249 1,II 227 6,20-23 153
4,1 is 248 9,33-37 157 1,13 101 6,24-26 153
4,n 201 9,39 203 1,19 102 237 6,24ss 283
241 9,49-50 160 1,26-38 145 6,37-42 198
4.12
200 248 43 47 1,26 101 6,38 196
4,13-2° 9.49
294 índice de citas bíblicas Índice de citas bíblicas 295
Lucas Lucas
Lucas Juan
6,38b 198 20S 11,13 157 17,16 1,3-4 4876
6,43 155 11,14-23 192
11,14 17,17 1,3 10
6,45 154 192 193
17,37 102 1,9 II 14
6,45b 154 11,23 203
18,1 SO 1,10 10 14
6,46 264 11,27 266
18,10-143 248 1,13 29
6,47-49 247 11,28 154 I8,IOSS 102 1,14 227
6,47 157 11,31-32 154 18,14b 248 1,29 13
6,49 157 265 11.33 197 204 247 18,15 266 2,13-22 164
7,1-10 152 II,33C 204
18,18 169 2,19 155
7,6 264 u,43ss 154 18,22 103 252 3,5S 14
7,8-35 159 11,45 102
18,24 266 3,l6 13
7,n 266 11,49-51 154 18,28 252 3,17 13 15
7,i7 265 11,50 10
18,31 251 3,19 14
7,22 102 12,1-53 198
18,35 100 251 266 3,22 249
7,29 103 12,2-9 198
18,41 264 4,42 13 15
7,31 156 12,2 197 205
7,32 156 12,13-21 127 283
19,1-27 249 4.48 277
19, iss 103 5,1 249
7.33S 158SS 12,22-31 151
12,24.28 19,1 251 5,4 19
7,36-50 244 157 19,2 103 5,24 14
7,36ss 103 12,30 11
266 19,7 103 104 6,1 249
7,39 12,32 151 19,8 264 6,11-35 82
7,40.43 102 12,36 157
8,1 266 12,41 264
19,10 158 6,56 61
19,11-27 199 7,1 249
8,4-18 241 12,49 158 19,11 251 7,7 14
8,8 196 256 13,1-9 127 19,26 196 198 199 206
8,10 13,2.8 102 7,38 48
241
19,28-24,53 146 7,42 216 217
8,12 241 13,10-21 127
19,28 251 7,52 44
8,16-18 iq6 13,10-17 192
19,29-38 158 7,53-8n 19 4 4 75 244
8,16 197 2 4 7 13,10-13 192 193
19,29 266 8,12 13 4 4
8,17 196 13,14 102
19,32 265 8,21-23 14
8,18 196 13,18-21 I2SSS 159
19,40 102 9,4 42
8,22 266 I3,i8s 156 20,1 266 9,5 13
8,34 266 13,19 156 20,3
8,40 266 102 11,31-37 77 78
I3.20S 156 20,14
8,41 102 13,20 266 n,34 77
157
20,39 102 12,31 14
9,3 31 13,22-30 151 21 268 12,38 251
9,l8 264 13,22 127 251 21,8 252 12,46 14
9,19 102 13,23 251
22,4 265 I3.ISS 157
9,23 100 252 13,25 102
22,7-38 168 189 13,18 251
9,24 257 13,28.29 152 22,7-14.15-1 189 233 13,21 79
9,28 251 266 13,30 203 248
22,13 265 13,34 15
9,37-38 266 13,33 146
22,15-38 249 14,29-21,9 74
9,46-48 157 13,34-35 153 22,15-20 82 130 174 188 14,30 14
9,49 102 14,1-24 249 22,15-18 189 15,1-8 14
9,51-19,27 117 127 146 251 I4,lss 103 15,2.4-7
22,17-20 45 62 14
9,51-56 118 14,1 266 15,18-25
22,19.20 43 228
9,51 228 251 266 14,2 266 15,18
22,19b.20 61 14
9,52 118 14,3-5 I02 15,25
22,19 173 251
9,54 264 14,8-10 61 16,8-10
22,20 174 228
9,57-62 II7SS 14,11 248 16,11
22,21-38 168 233 14
9,57 158 169 251 14,12-14 283 16,21
22,28-30 158 II
9,59-60 158 14,16-24 247 16,33
22,33-38 264 14
9,59 264 14,16 258 17,11
9,61 120 169 22,43 227 61
14,17 55 17,12
22,49 264 251
10,1-16 118 14,21 258 259 17,14
22,51 102
10,1 102 Il8 249 14,33 103 252 17,15 14
22,69 246
10,3 158 14,35 256 17,24
23,40 102
10,7b 203 14,62 247 19,24.36
23,50 101 251
10,13-15 152 154 15,1-2 157 20,11-13
24,4-7 228 228
10,17 264 15,1 102 20,30
24,12 61 244
I0.I9S 158 15,2 103 21
24,13 61 81
10,21.22 152 15,3-7 87 21,22
24,l8 102 60
10,21 158 15,4-7 155
24,27 146,251
10,23.24 152 15,4-7.8-10 204
24,34 227 H e c h o s d e los Apóstoles
10,27 102 15,4.8 156
24,35 277
10,30-37 156 I5.7-IO 104
IO,38ss 24,36 62 145
103 15,29 102
24,40 62 22S
10,38 103 251 266 16,16 237
24,44 251 1,6-11 145
10,40 264 16,18 265
24.47 103 251 1,6 276
10,41 102 16,19-31 283
24,49 251 146 251
II,I 127 266 16,20 102
24,50-53 145 1,11 228
11,7 I02 17,11 251 266
24,51 223 1,14 273 276
296 Índice de citas bíblicas Índice de citas bíblicas 297
Hechos de los Apóstoles Hechos de los Apóstoles Hechos de los Apóstoles Carta a los R o m a n o s
1.15 277 5,14 273 280 19,13-17 58 10,9 182 183
1,18 85 5.I5S 273 19,13 229 11,36 10
1,22 228 5,15 271 279 280 19,20 58 145 265 12,2 12
2-5 273 5,16 265 271 281 19,21 251 12,3 288
2 274 5.I7SS 280 19,27 223 12,12 276
2,1-4 145 251 5,28 276 19,34 58 I3.I2S 176
2,1 277 5,30 183 20,7.11 174 13,13 55 176
2,22 227 5,31 104 215 216 20,21 58 104 14,9 183
2,29-35 215 5,41 276 20,22 251 14,10 39
2,30-32 215 5.42 273 20,28 45 14,15 183
2,36 215 216 6,1 268 20,32-38 72 15,6 184
2,38 104 6,4 276 21,4.11-13.15 251 15.13-19 209
2,40 278 281 6,7 145 265 273 21,25 43 15,19 277
2,41-47 268SS 276 6,8 276 22,7 39 16,26 227
2,41.42 269 276 6,13-14 247 22,8 39 16,27 184
2,42-47 250 276 7,2 227 23,11 251
2,42 174 269 278 281 7,24 40 23,26-30 146 1 Carta a los Corintios
2,42 269 276 7,26.30.35 227 23,31 276
2,43-47 273 277 7,36 276 26,14 39 1,3 208
2,43-45 274 8,4 276 26,15 39 1,9
2,43 269 277 282 8,5 229 26,16 227
2,43a 274 282 8,6s 273S 26,20 104 1,20
2,43b 281 8,25 276 27,33-36 278 1,23 228
2,44 269 277 8,3', '9 28,16 251 1,26-28 7
2,44a 277 278 281 9,4 39 28,26s 242 1,26
2,44b 278 281 9,5 39 28,305 I45S 2,6-8
2,45 269 277 280 9,17 227 2,8
2,46 174 269 277 278 9,20 229
2,46.47a 276 278 281 273 276
Carta a los Romanos 3,3
9,31 3,19
2,47 269 280 10,20-23 166 208 4,20 209
2,47a 276 278 281 10,38 236 1,2 208 5,10.11 170 176
2,47b 276 10,40 183 1,34 147 173 20ÓSS 5,io
3.I-I0 277 10,42 213 1,3 227 6,2
3,1-4 276 11,18 104 1,3a 218 6,9.10 176
3,lss 281 11,19 276 1,3b 212 6,14 183
3,6 272 11,24b 265 273 i,3b.4a 208 209 212 7,5 277
3,n 280 12,5 276 1,4 229 7,7S 255
3,15 183 12,17 145 1,4b 208 7,25 176
3,19 104 12,20-23 166 1,5 208 7,28-35 255
4 276 12,24 '45 273 1,6.7a 208 7,29-31 12
4,4 273 I3SS 146 1,7b 208 7,31 10 II
4,10 183 1.3.4 276 1,7 57 8,6 IO 181
4,26 272 13,5 138 1,8 230 8,11 183
4,30 277 13,12 276 1,9 218 9,5 29 3 0
4,32-5,16 268 276 I3.22S 215 1,10-13 207 9,14 203
4,32-35 250 268SS 269 278 13,24 104 1,15 57 10,16 175
4,32.34S 269 276 13,30 183 1,20 10 11,2 139 170
4,32 269 278 282 13,31 227 1,25 184 11,20 277
4,32a 278 281 I3.33S 215 1,29-31 176 11,23-25 5 170 174
4,32b.36s 275 279 13,37 183 1,29 55 11,23 139 170
4,32b.34-35 279 13,49 H 5 265 3,4 228 11,24.25 173
4,32b.34a 279 281 14,3 276 3,6 11 12,3 182
4,32C 281 14,22 236 252 3,19 11 12,10 288
4,33 269 274 279 15,3 276 3.21 227 14,6 184
4,33a 269 276 274 275 15,12 277 3,30 181 14,23 277
4,33b 276 15,20 43 4,24-25 183 14,25 266
4.34S 269 277 278 15,23-29 146 4,25 213 225 15 172 209
4,36.37 275 15,29 43 5,6 183 15,1 171
4,36 274 277 15,30 276 5,8 183 15,3-5
168 172 174 189 213
5 276 15,39 M5 5,to 218 15,3
139 170 227
5,1-10 279 280 16,5 273 5,12-14 11 15,12.13 215
5,5 267 16,9 227 5,12 9 15,12 228
5,5b 273 279 282 16,27 42 6,2-9 183 15,20-28 150
S,n-l6 268ss 279 16,30 42 6,3-5 12 15,20 215
5,H-I4 276 16,35 42 7,4 213 15,21 215
5,n 273 277 279 282 17,19 276 8,11 15,24
183 13
5,12-16 272 17,24 10 8,15 15,28 218
5,12 271 277 281 17,30 104 8,20 15,42 215
5,12a 277 279 l8,i8s 58 8,22 15,43 209
5,i2a.b 274 19,4 104 8,29 16,21 147
5,l2b-i4 274 279 280 19,8 58 8,34 183 213 225 16,22 8
5,i3b 271 19,lis 273 184 209 212 16,24 50
9,5
298 Índice de citas bíblicas Índice de citas bíblicas 299
2 Carta a los Corintios Carta a los Efesios 1 Carta a los Tesalonicenses Carta a Tito
1,2 208 1,7 54 1,10 183 1 180
1,3 184 1,15 58 4,13-5,6 150 1,5-9 177 179
1,19 218 229 1,20 183 4,14 183 1,5-6 178
3,13 50 1,21 13 5,io 213 1,7-9 178
4,1 50 2,ISS 58 5,28 50 1,9 178 224
4,4 11 13 2,2 10 13 1,14 11
4,14 183 2.IISS 58 2 Carta a los Tesalonicenses 2,1-10 177 178
5,10 3<5 3,1 58 2,1.7.10 224
5,15 183 l8q 1,2 208 II
3,2ss 58 3,9
5,17 12 3,13 50
1,4-10 150 3,15 50
5,19 12 170 3,21 184 1,11 209
6,7 209 4,2.3 176
2,1-12 150
6,14-7,1 19 4,5-6 181 2,9 209 277 Carta a Filemón
11,4 229 4,21 2,15 170
58 3 208
11,31 184 4,31 176 3,6 170
19 147
12,12 277 5,3-9 177
3,n 18 47
3,12 50
12,20.21 176 5,3-5 176
48
12,20 55 5,14 172
3,13 50
13,4 183 5,22-6, 9 177 3,14 50 Carta a los Hebreos
6,2S 58
3,16 48
3,17 147 1,1-2,2 4
Carta a los Gálatas 6,24 50
3,18 4850 I,I 4
1,1 183 Carta a los Filipenses I,2S I
1,3 208 i Carta a Timoteo 1,3 50 225
1,4 12 213 1,2 208 1,5-14 222
1,15 229 I,3-4,II 1,6 48
1,5 184
2 186 1,4 1,8 48 50
1,13-14 170
1,9.10 176
1,14 12 2,5-n 221 1,9.10 48
2,6-11 172 181 186 189 225 1,10 224 1,12 51
1,16 218
184
1,18 8 2,6 225
1,17 1,14 51
2,5 181 2,4
2,20 213 2,9-11 222 277
2,10.11 182 2,8-15 177 4,3 IO
2,21 183 10
3,13 183 2,11 171 182 2,9 5,7-io 172 182 225
3 180 5,7
3,20 181 2,15 12 225
2,16 170 3,1-7 178 179 223 7,1 40
4,4 209 213 217 178
4,6 8 218 3,n 210 3,1 7,2 40
4,8 3,2 179 9,2
4,18 55 176 40
5,6 4,20 184 3,6 179 9,4 40
39 55 56
5,19-23 177 4,23 50 3,7 179 9,26 10
3,8-13 179 13,22 147
5,19-21 176
5.20SS Carta a los Colosenses 3,9 224 SO
54 13,25
3,l4-l6 223 224
5,20-22 52
1,2 208 3,15 178 223
5,20 52 54 Carta de Santiago
1,11 209 3,16 47 172 178 182 211
5,21 53 54 55
5,22.23 176 1,13 12 213 2I9SS 222 224 232
1,15-20 172 225 3,l6b 219 225 226 227 228 1,27
5,22 53 2,19 181
1,15 225 229
5,24 53 54 i,i6s 4,1 220 4,2 45
5,25 n
53
6,1
1,18 225 4,6 220 224
53 54 II 1 Carta de Pedro
6,2 I,20S 227 4,7
53 54 I,20 4,12 176
13
6,7 53 55 1,23 4,l3-l6 219 1,3
6,8 1,3
53 54 1,26 227 5,3-16 178 1,18-21 173
6,9 52
1,29 209 5,17-19 178 1,20 10 227
6,10 55 5,17 224 1,21 183
6,11 2,IO 225
147
2,12 5,l8 203 2,13-3,12 177
6,12 183
53 55 6,1.3 224 2,18 178
6,14-18 2,15 1.3
53
3,5-8 176 6,7 II 2,22-24 172 225
6,14 12
176 3,1 178
3,12-14 176 6,11
6,15 12 39 54 56 SO 3,3 11
3,l8-4,I 177 6,21
6,16.17 53 54 56 3,7 178
3,18.20 177
6,17 53 54 60 2 Carta a Timoteo 3,8 176
3,22 177
3,9 178
3,23 177
Carta a los Efesios 209 214 216 3,18-22 173
4,1 177
4,2 276
2,22 176 3,18 211 213
1,1-3 53 3,2-4 176 3,22 225
4,7S 58
1,1 52 54 56 3,io 176 224 4,6 211
4,16 57
1,2 208 3,16 224 5,9 230
4,18 50 147
1,3-14 172 4,3 224
1,3 53 54 184 Carta a los Tesalonicenses 4,4 II Carta de P e d r o
1,4 10 4,12 59
1,5 52 1,1 208 4,18 184 1,5-7 176
1,6 54 i,5 209 4,22 50 2,13 8283
300 Índice de citas bíblicas
i Carta de Juan Apocalipsis d e J u a n
1,2 227 I.I3SS 'SO ÍNDICE DE AUTORES MODERNOS
2,2 13 3,3 ISO
2,15 14 3,16 58 (Los números remiten a las páginas)
2,17 IO 4,8.11 184
3,1 15 5,5 ???
3,5-8 227 5,6 150
3,13-14 15 5,9S 184
4,4 14 15 5,12.13 184
4,14 13 15 7," 266 Ellis, E. E. 170.
5,4 15 7,12 184 Adolf, K. 16. Ewald, H . G . A . 220.
5,7-8 19 11,8 ISO Aland, K. 4 20 27 74 76 80 82.
5,19 14 11,16 266 Albertz, M . 1 3 1 .
11,19 227 F a s c h e r , E. 131 148.
3 Carta de Juan 12,1-5 149 B a r r e t , C . K. 16. Feine, P.-Behm, J . - K ü m m e l , W . G . 35 84
11-15 6i 12,1.3 227 Bauer, j . B . 30. 140 147.
13,8 10 Bauer, W . 15 80. Feli, J. 22.
Carta de Judas 14,14 ISO Bauerfeind, O . 166. Fitzmyer, J. A . 3.
16,15 ijo Baur, F . C h r . 221 234. Flender, H . 234.
1,2 82 Friedrich, G . 8 15 140 229.
17,8 10 Bea, A . 3 8 0 .
ig-22 iSo Beck, T . 220. Frór, K. 287.
Apocalipsis d e J u a n F u c h s , E. 80.
21,6 39 Becker, U . 7 5 .
1,5 40 22,16 214 Behm, J. 111.
39 Bengel, .1. A . 22. Cjtaechter, P . 9 1 .
Benoit, P . 132 274. Gerhardsson, B. 132.
Bertram, G . 131. Gnilka, J. 19 234 240 243.
E S C R I T O S DEL IDAISMO TARDÍO Beyer, K. 7 108. G o p p e l t , L . 171.
Billerbeck, P . (Strack, H . ) 16 113 157 180 Grásser, E. 8 3 .
181 205 206 257. Greeven, H . 29 38 108.
3 Macabeos Libro eslávico de Henoch Blank, J. 13. Gregory, C. R. 20 24 25 27 46 51 60.
7,23 42,6-14 Blass, F . 62. G r e s s m a n n , H . 132.
•53
52 153
Blass, F . - D e h r u n n e r , A . 7 55 80 276 278. Grezen, H . 30.
4 Macabeos 52,1-16 BJinzler, J . 114 168 255 257 2 5 8 . Griesbach, J. J. 23.
'S3
Boismard, M . E. 209. Grobel, K. 81 131.
I,l8.2ÓS Bolewski, H . 20. G r u n d m a n n , W . 16 103 m 158 159 169
Testamento de Leví Boman, T h . 17.
5,25 1 190 246 247.
18,11 214 Bornkamm, G . 81 84 118 131 140 141 151
Gunkel, H . 185 285.
Salmos de Salomón 160 209 211 242.
Bornkamm, G.-Barth, G.-Held, H . J. 233
4 Libro d e Esdras H a e n c h e n , E. 145 271 274 275.
2,37 184 239 245-
4,23 152 7,25 206 Bover, J. M . 20 4 0 . H a h n , F . 209 211 214 215 216.
5,19 184 7,45 Bruder, C . H . 15 8 0 . H a n s o n , R. B. C . 171.
152
6,6 184 13,58 Bultmann, R. 10 75 81 131 136 137 151 153 Harnack, A . von 272.
9
17,21 214 154 157 158 160 164 166 173 188 193 196 H a t c h , E . - R e d p a t h , H . A . 80.
17,44 152 204 205 206 209 210 230 235 249 250 Hauck, F . 156.
Escrito de D a m a s c o 266 267. Hawkins, J. C. 80.
17,50 152
18,6 152 2,12 214 Bussmann, W . 8 1 . Hennecke, E.-Schneemelcher, W . 16 145
Butler, B. C . 8 1 . 148.
H e r d e r , J. G . 132 133.
Libro de los Jubileos Manuscritos de Q u m r a n fíofmann, K. von 220.
C a d b u r y , H . J. 272.
7,21-24 176 2,30 184 C a m p e n h a u s e n , H . von 258. Holtz, G . 223 224.
20,2-10 176 C h a m p i o n , S. L . G . 184. H o l t z m a n n , H . J. 219.
7,6s 214
23,16-31 176 Cerfaux, L . 171 273. Horst, J. 255-
11,6.25 184
H o r t , F . J. A . 24.
1,11-13 284 Colpe, C . 16.
Conzelmann, H . 234 236 242 251 275. H u c k , A . - L i e t z m a n n , H . 80.
L i b r o etiópico d e H e n o c h 4,2-14 176 H u g , J. L . 23 46.
4,21 214 C u l l m a n n , O . 131 171 209 212 218.
H u m m e l , R. 97 233 239.
5,7 153 6,16-22 284
H u n t e r , A . M . 171.
85-90 149 8,16 214 Dahl, N . A . 209 210.
91,3-7 176 9,3 214 Dalman, G. l i o .
92,1-5 176 9,26 184 D a u b e , D . 112 114 132 164 178 192 193.
94-103 I b e r , G . 131.
154 10,6 184 D e g e n h a r d t , H . J. 252 283. Iersel, B. M . F . van 209 210.
Deissmann, A . 7 146.
Delling, G . 228.
Dibeílius, M . 46 131 135 142 161 162 163 J a c q u i e r , E. 20.
165 167 168 169 177 178 180 185 193 221 Jeremias, J. 83 127 128 157 159 160 164 173
225 234 235 250 272. 181 200 201 222 223 224 230 248 259 260
Dinkler, E. 3 80. 273-
D o b s c h ü t z , E. von-Nestle, E. 20. Jülicher, A . 206.
D o d d , C . H . 167 209.
D u p o n t , J. 5 153. J \ . á s e m a n n , E. 111 143 155 158.
Kamlah, E. 175-
E b e l i n g , G. 3. Kenyon, F . G . 20.
Eichhorn, J. G . 2 3 . Kenyon, F . G . - A d a m s , A . W . 20.
302 índice t ? autores
Kittel, G. i ó 265.
Kittel, G.-Friedrich, G . 80.
Scháferdiek, K. 145.
Schelkle, K. H . 5 17 18 147 173 176 177
ÍNDICE ANALÍTICO
Kittel, R. 80. Schick, E. 131 137.
Knox, W . L . 8 1 . (Los n ú m e r o s remiten a las páginas)
Schille, G. 225 226 232.
Koch, K. 83 132 139 152 185. Schlatter, A . 91 104 235.
Kóhler, L . 131. Schlier, H . 58 59 175 286.
Kraft, B. 20. Schmid, J. 3 68 80 81 84 96 104 108 115 122
Kramer, W . 181 182 183 189 209 210 21 r 130 131 139 142 165 197 198 247 259 264.
214 217. Schmidt, K. L . 131 135 191 214 243.
Kranz, W . 13. Schmitt, J. 172.
Kremer, J. 172. Schmoller, A. 15 80.
K ü m m e l , W . G. 3 133 137 140 142 209. Schnackenburg, R. 3 6 131 132 151 160 167 A b r e v i a t u r a s , de «nomina sacra» 47 48 53 Copias manuscritas d e los Libros Sagrados 4.
Kuss, O . 209 210. 175 286. 6
3- «corchetes», palabras 249.
Schneemelcher, W . 140 145. aclaraciones del texto-base (crítica literaria) «Corpus Paulinum» 67.
JLagrange, M.-J. 3 20 26 259. Schneider, J. 158. 86. «Cosmos» (evolución hist. del término)
Lake, K. 20 5 1 . Schrage, W . 129. acomodación de materiales (redacción) 244- 8-17.
Larfeld, W . 8 1 . Schreiber, J. 233. acta = facta = res gestae (hist. formas) 144. cosmos = orden 12.
Leal, J. 80. Sehroeder, D . 177. Acta Apostolorum («género») 144SS. — — universo, h u m a n i d a d 12.
Lefort, L . - T h . 49. Schubart, W . 74. africano, texto 25. — = sarx 12.
Legg, S. C. E. 20. Schürer, E. 66 180. A g u s t í n 22 25 44- — = criatura nueva 12.
Leipoldt, J. 16. Schúrmann, H . 167 174 175 189 233 244. Alcuino 22. — = ecclesía 12.
Levie, J. 80 8 1 . Schulz, A. 120 123 162 163. alegoría (hist. formas) 155 157. — en Pablo 12 13.
L i n n e m a n n , E. 156. Schweitzer, A. 142. alejandrino, texto 2 3 . — en Juan I3s.
Lohmeyer, E. 147 167 208 235. Schweizer, E. 13 75 160 182 199 209 211 Ambrosiaster 55- Cosmocrator 182.
Lohmeyer, E.-Schmauch ( W . 91 112 221. 212 214 215 216 217 222 227 233. A m b r o s i o 44 55. Criterios externos (en crítica textual) 2 9 - 4 1 .
Lohse, E. 16 173 178 234. Seeberg, A . 220. ampliación, por (crítica literaria) 86. — internos (en crítica textual) 4 1 .
Seesemann, H . n o 277. «analempsis» d e Jesús 228. Crítica literaria, método d e la 80-130.
M a i , A. 47- Sickenberger, J. 7, Angiensis (F), manuscrito 23. bibliografía 8 0 - 8 1 .
Maier, J. 16. Smothers, E. R. 75. «anomistas» 144. esencia, cf. Ind. gen. 81-87.
M a r t i n , V. 74. Soden, H . von 20 24 25 26 40 42 46 47 51 A n t . Test., influjo en el N . T . 39. — — ejercicios prácticos 88-130.
Marxsen, W . 233 234 235 237 238 243 245 52 60 71 220. apocalipsis (hist. formas) 148SS. Crítica textual, método de la 20-79.
250. Soiron, T h . 80. Apocalipsis de Juan 148SS. bibliografía 20 2 1 .
M e r k , A . 20 40. Spicq, C. 223 224 227 230. apócrifos 145. — — esencia del método, cf. Ind. gen. 21-46.
Metzger, B. M . 21 45 56 63. Spitta, F . 272. apotegmas (hist. formas) 154. — — ejercicios prácticos 46-79.
Michaelis, W . 227 259. Stauffer, E. 169 181. articulación de materiales (redacción) 244. cuestión sinóptica 17 84.
Michel, O . 147 208 209 210 211 218 224. Stendahl, K. 132 138 233. bibliografía 80.
Mili, J. 22 4 1 . Stóger, A. 3. curación del leproso, ejerc. práct. (Le 5,12-
Morgenthaler, R. 19 80. Strathmann, H . 66. B e r i t (diatheke) 8. 16) 261-268.
M o u l t o n , J. H . 7. Strecker, G. 233 239 245 251 259. Beza, códice 60. cursivos, códices 27 72.
Streeter, B. H . 25 26 80. B o d m e r II (P 6 6 ), manuscrito 26 74-79.
Moulton, W . F . - G e d e n , A. S. 7 15 80. Stuiber, A. 184. Boernerianus (G), manuscrito 2 3 .
Mussner, F . 147. . D a t o s geográficos, topográficos en Evang.
250.
1 aylor, V. 20 68 132. C^ambio de sentido (crit. lit.) 86. deberes profesionales, catálogo d e 178.
JNestle, E. 27 40 42. Tischendorf, C. von 20 23 27 40.
Nestle, E.-Aland, K. 20. Canonicidad d e los Evang. 17. diálogos-disputa (hist. formas) 163SS.
T r e s m o n t a n t , C. 17. Candelero, parábola (ejerc. práct.) 194SS.
Meuenzeit, P . 173 174. Trilling, W . 96 233 248 252 258 259. Diatessaron, Taciano 39 62 67.
Neufeld, V. H . 172 173 180. Cantabrigiensis, Codex (Beza) 60-71. diatheke 8.
N o r d e n , E. 134 209 213 221 224 225 230. Carne-espíritu 214. dichos, agrupación-composición (hist for-
Vaganay, L. 81. Cartas (hist. formas) 146 169. mas) 159.
Vielhauer, P . 233. Casiodoro 22. dichos jurídico-legislativos, profétícos, sa-
C J e p k e , A. 3.
Vogtle, A. 176 177- Catálogo d e virtudes y vicios (hist. formas) pienciales, d e seguimiento 151 154 155
O t t , W . 275 276.
Vogels, H . J. 20 21 25 27 39 47 52 63 67. 176. 158.
Overbeck, F . 133.
— d e deberes profesionales 178. Diógenes Laértius 283 nota 120.
cesariense, texto 25 26 36S. divorcio, disputa (ejerc. práct.) 105SS
Jr aret, O . 2 t . Y V e g e n a r t , K. 171 209 211 214. Cisneros 22. 254SS.
Pascual, B. 223. Weidinger, K. 177. claramontanus, manuscrito 23. — cf. Ind. gen. 105 254ss.
Peterson, E. 181. Weiss, J. 27 133- Clemente, carta de 178. documento-base (hist. redacción) 249.
Procksch, O . 215. Wellhausen, J. 272. Clementina, Vulgata 29. doxa 8.
P r ü m m , K. 16. W e n d l a n d , P . 12 134. códices mayúsculos (su número) 4 27 72. doxología (hist. formas) 184.
W e s c o t t , B. F . 23. — minúsculos (su número) 4 27 72.
W e s c o t t , B. F . - H o r t , F . J. A . 23 25 27 30. Codex Cantabrigiensis (Beza) 6oss 65.
i v a d e m a c h e r , L . 7. W e t t e , W . M . L . d e 219. r e d i c i o n e s críticas del N . T . 20 80.
Rahlfs, A . 80. — Sinaiticus (X) 26 s i s 53 54SS.
W e t t s t e i n . J. J. 66 180. — Vaticanus (B) 26 46SS. — impresas más a n t í g u a s - N . T . 22.
Rambach, J. J. 2 i g . W i b b i n g , S. 176. — m a n u a l e s - N . T . 20 80.
Rehkopf, F . 167. — minúsculo 614 (v. Soden 364) 71-73.
Wikenhauser, A. 75 83 144 151. colométrico 63. «Editío octava critica» 23.
Rengstorf, K. H . 259 W i n d i s c h , H . 209. egipcio, texto 26.
Comisión Bíblica (Instructio) 5.
Riesenfeld, H . 132 138 233. W o h l e n b e r g , G. 220. ejercicios prácticos diversos, cf. Ind. gen. 46-
Comparaciones (hist. formas) 155.
Rigaux, B . 170 171 184. W r e d e , W . 235. 79;_88-130; 190-232; 254-284.
C o m u n i d a d primitiva 6.
Robert, A.-Feuillet, A. 3 17 84 151. Confesiones de fe (símbolos) 172. Elzevier, hermanos 22.
Rohde, J. 234. confesión d e fe de la igl. primitiva R o m 1, empalmes de perícopes (crítica lit.-redac.)
Roller, O . 147. ^ a h n , T h . 220.
3-4 (ejerc. práct.) 2o6ss. 86 246SS.
Z e r w i e k j M . 7.
conjetura, uso d e la (en crítica textual) 4 5 . encabezamiento = «praescriptum» d e cartas
Z i m m e r m a n n , H . 26 45 52 77 160 163 175.
S a s s e , H . 14. conjuntos narrativos (hist. formas) 168. 147-
Zorell. F . 15.
Scháfer, K. T h . 24 45 57 59 8 3 . Contexto y variantes (crít. textual) 4 3 . iv 'Eípéaco, discusión del título 56ss.
304 índice analítico índice tííttCO 305
Epicteto 177. parábola del grano de mostaza (ejerc. práct.) Siríaco, texto 24.
epístola (carta) 147. . L a b o r exegética 3. i2Sss. «Sitz im Leben» 5 138 185-186.
E r a s m o 22. leccionarios 4 27. — d e la levadura (ejerc. práct.) 125SS. Soden von, Códice (minúsculo 614) 7 i s s .
escritores del N . T . , labor personal 6 246. legislativos, dichos (hist. formas) 155. — del candelero (ejerc. práct.) 194SS. «Soma Christou» 174.
lengua del N . T . 6 7. — d e la medida (ejerc. práct.) 194SS. «Sumarios» (summaria) 250 271SS.
espíritu-carne 214S.
espíritu d e santidad 2 i o s s . leproso, curación del (Le 5,12,16) cf. í n d i - paradigmas 136 161. s u m a r i o s : A c t 2,41-47; 4,32-35; 5,11-16.
ce general 26iss. parádosis (quibbel, masar) 170 172 174. — Ejercicio práctico, cf. Ind. g. 268ss.
«eucharistein» 174.
eucarísticos, textos 173SS. levadura, parábola 125. paralelos, influjo (crít. textual) 38SS. symbolos (confesiones de fe) 172.
«evangelion» 8 207 212 238. Leví, vocación, cf. vocación (crítica lit.) 88ss. parallelismus m e m b i o r u m 213SS.
libros sagrados (canonicidad, genuin., in- parataxis, paractáctico (por yuxtaposición) 7.
Evangelios (hist. formas) 140 150 1 aciano, Diatessaron 39 62 67 68.
tegr.) 17 18 19. parenéticos, fondos (hist. formas) 175.
evangelios sinópticos 84. teológica, interpretación en los Evang. 252.
Evangelistas (situación histórica, trabajo re- literaria, método d e historia d e crítica 1. 8oss. participial, forma (hist. redac.) 213.
litúrgicos, fondos; su variedad (hist. for- parusía 8. T e r t u l i a n o 22.
dacc.) 246 253- mas) 172SS. Testigos oculares 6.
estilísticas, mejoras (crítica lit.) 86. «pauperes spiritu» 8.
«logia» como fuente 4 84. Peschittha, la 24. T e x t o sagrado, fijación del 3 4.
Luciano d e Antioquía, recensiones 24. Pío IX 47- textos, su valoración 30.
Lucas Evangelista (bibliografía) 233 234- Pío XII 3. texto-base, aclaración, cambios en 246SS.
F e , confesiones d e (símbolos) 172 2o6ss. T e x t o alejandrino 23.
fe, elemento para interpret. Escrit. 286ss. Pitágoras 283.
Platón 283. — cesariense, sus representantes 36.
Fílostrato 283. JYlacarismos (hist. formas) 154- — egipcio 26.
Filoxeno 22. p n e u m a 209 215.
manuscritos (crít. textual) 27. «post scriptum» (cartas) 49 147. — «Koiné» 25 27 37-
Flavio Josefo 177 283. manuscritos, parentesco de los 3 1 . •— «neutral», representantes 26 27 3 i s s .
«forma» 140. prehistoria de los Evangelios 133.
Marción 57 62. «prae-scríptum», cartas 147. — occidental 23 25 27.
«formas», historia d e las (bibliografía) 131- «marco» redaccional 199 210 243. — oriental 27.
presiríaco, texto 2 3 .
132. M a r c o s Ev., prioridad 8. — presiríaco 2 3 .
«fórmula» (hist. formas) 180. profesionales, deberes (catálogo de) 178.
maschal (hist. formas) 154 155- profétícos, dichos (hist. formas) 151SS. — «receptus» 22.
fórmulas de fe (hist. formas) 183. M a t e o Ev., bibliografía 233. — siríaco 24.
pseudonimia bíblica 18.
material de la tradición (hist. redacción) publícanos, comida (ejerc. práct.) 88ss. — H ( = recensión d e Hesiquio) 25
— selección, dispos., acomodación 244S. — I ( = Jerusalén) 25.
G é n e r o » (hist. formas) 140. mayúsculos, manuscritos (códices) 4 27 72. — D , B, A, C, recensión 26.
genuinidad de los Evang. 17. medida, parábola de la (ejerc. práctico) iggss. Q (Quelle) 4 84 128 129. T e x t o s eucarísticos I73ss.
medio histórico 17 185 186. «quibbel» (masar) = parádosis 172 174. T o r a 138 169.
metáfora (hist. formas) 155- Q u m r á n 16 176 178 184 214 283 284. Tradición, cf. parádosis.
H a g g a d a 138. métodos histórico-críticos 3 17 29 285. tradición doctrinal (hist. formas) 151 172.
Halakha 138. m é t o d o de crítica textual 20 79. — histórica (diversas formas) I Ó I S S .
Harclensis, versión 24- — — literaria 8oss. J K á b u l a de Edesa 22. — judía 138.
«Harmonía». Diatessaron 39. — historia d e las formas 128SS. «recensiones» 25 26. — primitiva (estadios, reelaboración) 84 138
Hechos de los Apóstoles, cf. Acta 144. — — d e la redacción 233SS. recensión D , B, A , C 26. 169 252.
Hesiquio, recensión 25. midrasch 148. — d e Hesiquio 25. — en Pablo 170 173 174.
h i m n o s 172. milagros, historias de (hist. formas) 165. — d e Jerusalén 25.
h i m n o d e la Iglesia primitiva 1 T i m 3 J 6 minúsculos, manuscritos 4 27. «receptus», textus 22 25.
I72SS 2*9SS. M i n ú s c u l o 614 (v. Soden 364) 7 i s s . redacción, historia de la 233; cf. Ind. g. 234- U n c i a l e s , códices 4 27 72.
historia d e las formas s , i 3 i s s . Ind. g. 132 mischna 178. 284.
r87- mostaza, grano d e (parábola). Ejerc. prác- d e la, bibliografía 233.
reducción, por (crítica literaria) 86. V a r i a n t e s , N . T . 4 21 40.
— bibliografía 131 132. tico 125SS. variantes y contexto (crít. textual) 4 3 .
historia d e la redacción, cf. Ind. g. 234SS. «muchos», los 283 284. relativo, uniones por (redacción) 225.
revelación 227. variante, la m á s difícil (id.) 4 1 .
— bibliografía 233. m u n d o , cf. cosmos (evol. histórica) 8-17.
rollo 74. •—la más corta (id.) 42.
historias d e Cristo (hist. formas) 160.
— d e milagros 165. «ruah, haqodes» 215. Vaticano I 18.
historia d e la Pasión 167S. N arraciones históricas (hist. formas) i66s. Vaticanus Codex (B. G r e g o r y 03, v. So-
historia d e las religiones 132 283- narrativos, conjuntos (hist. formas) 168. den 8 1) 26 4Óss.
históricas, narraciones i66ss. «neutral», texto 26. Sapienciales, dichos (hist- formas) 154SS. verbales, formas (hist. redacción) 213.
homologías (hist. formas) i8os. «nomina sacra», abreviaturas d e los 47 48 «sarx» 214. versión latina (crít. textual) 2 3 .
53 63- «seguimiento», dichos de 158. — siríaca antigua (id.) 2 3 .
«novellae» (hist. formas) 136. seguimiento de C r i s t o : ejerc. práctico 120SS. — satírica (id.) 49.
I n t e g r i d a d d e los Evang. 17. N u e v o T e s t a m e n t o : ediciones manuales 20. semitismos en los Ev. 7 8. virtudes y vicios, catálogos 176SS.
Ireneo 22. críticas 20. Setenta, los 9 38 39. vocación de Leví (crít. literaria) 88ss goss
itacismo (crítica textual) 54. impresas antiguas 22. Sinaiticus, Codex (#, Gregory 0 1 , von So- 190.
ítalo-gálico, texto 25. — sinopsis (concordias) 22. den 5 23 26. Vulgata clementina 29.
N . T . y A . T . , influjos 39 80. sinóptica, cuestión 17 80 84.
J a m b l i c u s 283 nota 120. Sinópticos, bibliografía 234. Y os, los en los Evangelios 158.
Jerónimo 23 57- O c c i d e n t a l » , texto 2 3 .
Jochanan b e n Lakkaí, Rabino 112. «oikoumene» 11.
.Tosefo Flavio 177 283. «olam» (hebreo); «alma» (arameo) 9.
jurídicos, dichos (hist. formas) 155. O n o s a n d e r 180.
Orígenes 22 57-
K a b o d 8.
kerygma 138 142 168 230. P a n f i l i o 25.
«koiné», lengua helenística 7. papiros 4 27.
Koiné, texto 24 7i- papyrus Bodmer II (P 6 6 ) 74ss.
— representantes del texto 37ss. parábolas (hist. formas) 156.
Kosmos, cf. cosmos. parábola-doble 202.
Kyrios Iesous Christos («fórmula») I 8 I S . parábola, par d e 202.
Métodos b'tstórico-críticos 20
LAMINAS
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Codex Vaticanus (B): 2 Thess 3,11-18; Hebr 1,1-2,2
Codex Sinaiticus (x) Gal 5,20—Eph 1,9.
III IV
C o d e x C a n t a b r i g i e n s i s ( D ) : M e 1,38-2,5 (lat.).
V
VI
¡ T i € Í Y J D U > Í H ; A - 0 &T^a4JOCnxr«4;»Tt3pp«ÍMXít«
n a c r Í T x r t c r o pn~Ecr'<$uu t-~t oly^Tre^CWtA 0 ^