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El Tren del Progreso.

Apuntes sueltos

En el marco de la construcción del llamado “Tren Maya” quisiera sumar al debate público con
algunas reflexiones fragmentarias sobre su significado, sus posibles efectos y las problemáticas
que trae consigo. Con tal finalidad, me permito en esta primera entrega los siguientes “apuntes
sueltos”:

1 - El tren y la idea del progreso

Entre 1765 y 1790, James Watt inventó la máquina de vapor que permitía convertir la energía de
combustión en energía mecánica. El primer viaje de una locomotora aconteció en 1829.
Reemplazó los carros tirados de caballos (caros y escasos por las Guerras Napoleónicas). El barco
de vapor y el ferrocarril se convirtieron desde entonces en elementos esenciales del imaginario del
progreso.

2 – El tren en México

En México, comenzó en 1837 cuando el presidente Anastasio Bustamante otorgó la concesión


para la construcción de la primera línea ferroviaria que pretendía enlazar el puerto de Veracruz a
la capital de México. Fue hasta diciembre de 1872 que se completó. El modelo de la concesión era
el siguiente: “El estado cedió terrenos supuestamente baldíos para el uso de la compañía en
desarrollar el ferrocarril – la elaboración de la vía, la construcción de las estaciones, patios, etc. –,
la extensión de ciertos impuestos el derecho de manejar y operar la línea durante un periodo
especificado, mientras los inversionistas acoraron proporcionar o conseguir los fondos necesarios
para garantizar su construcción y operación” (ver artículo completo:
http://www.inahchihuahua.gob.mx/articulos.pl?id=68#:~:text=En%20M%C3%A9xico%2C%20la
%20historia%20ferrocarrilera,un%20costo%20estimado%20de%20%24%206%2C500%2C000 ).

Durante el porfiriato hay un gran impulso de la industria, momento desde el que se arraiga
fuertemente en el ideario del progreso. El boom henequenero, la alta demanda de la fibra natural
por el mercado internacional, introduce el tren a la península de Yucatán. Aunque a partir de 1903
se crea “Ferrocarriles Nacionales de México”, como paraestatal, es hasta 1938 que Lázaro
Cárdenas nacionaliza los ferrocarriles para impulsar el desarrollo mexicano.

3 – El tren Transpeninsular

Antes de llamarse “Tren Maya” el proyecto ya existía. Bajo la rúbrica de Enrique Peña Nieto se
intentó construir el “Tren Transpeninsular”. Con un costo de 20 mil millones de pesos, se planeaba
comenzar a construir a principios de 2014. Aunque por sus dimensiones ya era un gran proyecto
de infraestructura poco se comparaba con la dimensión del actual. Al final tuvo un triste porvenir.
Tras un recorte del gasto público de 124 mil 300 millones de pesos el tren fue finalmente
cancelado a principios de 2015.
4 – El tren llamado “Maya”

La idea del tren en península, que nació con Porfirio Días y parecía acabar con Peña, renació
durante la campaña de AMLO en 2018. Fue presentado a los gobernadores del sureste desde el 10
de septiembre del mismo año. El 13 de agosto de 2018 se anunció el trazo completo. Desde
diciembre de 2018 se empezó su construcción, de forma simbólica, en Palenque para que pudiera
empezar a operar en 2024 al cierre de sexenio.

En unos pocos puntos el megaproyecto se resume de la siguiente manera:

 Costo de 120 mil millones de pesos (seis veces el proyecto de Peña).


 1460 km de vía férrea, de entre los que 660 ya está construidos más 800 por construir.
 Expectativa de trasladar 3 millones de turistas al año.
 Además movería 40 mil pasajeros locales, carga y mercancías.
 Los principales interesados son los sectores de constructores y hostelería.

5 – Greenwashing

El “greenwashing” es la técnica publicitaria mediante la cual un bien o servicio es ofertado como


amigable con el ambiente para hacerlo más apetecible a la opinión pública. En cuanto al
megaproyecto en cuestión, se calcula una afectación de 606.04 hectáreas, argumentando que ya
se encuentran impactadas. FONATUR, el organismo encargado de promoverlo casi lo vende como
un rescate de territorios. El compromiso de las autoridades es de remover y reubicar 6 mil 637
árboles de especies de vegetación secundaria, 2 mil 691 arbustos, mil 700 hierbas y 66 plantas que
crecen sobre otras. En promedio se calcula remover 11 árboles por hectárea, bajo promesa de
sembrar 16 por cada uno extraído además de restaurar numerosas hectáreas del área de
conservación y aledañas. Entre otras cosas, también se contrajo el compromiso de ser la obra
pública con mayor número de pasos de fauna y de ser amigable con el ambiente pues utilizaría
energía eléctrica y biodiesel. Así es vendido como un “tren ecológico”.

6 – Beneficios presumidos

No es posible omitir los presuntos beneficios que se obtendrán. En el ramo del transporte, el
análisis Costo-Beneficio de FONATUR, el transporte de mercancías se volvería 72% más rápido
generando efectos económicos positivos. Además, se reducirá del tiempo de viaje pasajeros en
46%. Incluso se ha hablado de una propuesta de subsidio para las personas de escasos recursos.

En el ámbito económico, un análisis ONU-Habitat estima la creación de casi un millón de nuevos


empleos en la región, crecimiento de un 1.59%, la reducción de las personas en situación de
pobreza 15% para 2030, y la planeación ordenada que evitará el consumo de suelo en un 49%. En
el papel suena maravilloso…

7 – Críticas #1: Fragmentación e integración del territorio

En el pasado he fijado mi posición con respecto a los efectos perversos de los megaproyectos de
desarrollo (se puede leer aquí: https://www.imdosoc.org/post/enfrentando-a-goliat ). En este caso
no es diferente. De acuerdo con el propio argumento de FONATUR “no es un proyecto de un tren,
no se limita a la construcción de un objeto, sino que el Tren Maya es un medio de reordenamiento
de territorio en toda la península de Yucatán”. El proyecto tiene la intención de reordenar la
península a partir de la consolidación de 15 centros urbanos, uno en cada estación del Tren. Desde
estos se impulsaría el desarrollo, urbanizando la zona y creando de paso una “cortina de
desarrollo” que atrape la migración centroamericana para ser explotada como mano de obra
barata.

Además, mediante el tren y otros proyectos como el corredor transístmico (un corredor entre
Coatzacoalcos y Salina Cruz) se pretende conectar al Sur del país al mercado internacional. La
demanda de materias primas lo exige. Al abaratar el transporte de mercancía, se incentivaría la
ganadería y el monocultivo agroindustrial, lo que implicaría la ampliación de la frontera agrícola.
Miles de hectáreas de selva pasarían a ser sectores productivos. Las consecuencias las conocemos
de sobra. Se trata de un modelo de desarrollo socialmente polarizante, económicamente
excluyente y ambientalmente devastador.

8 - Crítica #2: Desarrollo mediante turismo de enclave


Una segunda crítica, más local, tiene que ver con el modelo de desarrollo guiado por el turismo de
enclave. Al fomentar la creación de centros exclusivos de turismo de gran escala para atraer
viajantes internacionales se busca captar divisas extranjeras (dólares y euros) a un precio muy
caro. En su mayoría creará empleos precarizados en beneficio de las grandes corporaciones,
entornos inaccesibles para las poblaciones locales y mercados encarecidos. Una consecuencia
previsible es el tsunami inmobiliario que probablemente desplace a muchos pobladores de las
zonas cada vez más a las orillas por la expansión de los centros turísticos y el alto precio de la vida.
También es esperable el desplazamiento de las economías locales (agricultura tradicional, por
ejemplo) por la demanda de personas para la prestación de servicios turísticos.

En el fondo, un proyecto como este tampoco puede ser verdaderamente sustentable en tanto
parte de un enfoque de mercantilización de la naturaleza. Desde esta óptica, su mejor
aprovechamiento es en manos del mercado.

No sobra agregar que desde el nombre lleva la ofensa, el tren encarna la banalización y
mercantilización de la “identidad maya” en un arreglo que difícilmente beneficiará a los
verdaderos mayas que viven en penurias.

9 – Crítica #3: Violaciones al derecho de una consulta previa, libre e informada

Por último, el proceso de consulta a las poblaciones con respecto a la realización del proyecto no
fue previo, como marcan las convenciones y los tratados internacionales. Entre otras omisiones
que hizo notar la ONU (https://www.onu.org.mx/el-proceso-de-consulta-indigena-sobre-el-tren-
maya-no-ha-cumplido-con-todos-los-estandares-internacionales-de-derechos-humanos-en-la-
materia-onu-dh/ ), los plazos de información fueron cortos. La información que presentó el
gobierno fue sumamente parcial, sólo destacando los beneficios y nunca las posibles afectaciones.
La metodología del proceso de consulta no contó con la participación de las comunidades
interesadas. Por último, ciertos sectores fueron sistemáticamente relegados y subrepresentados,
como las mujeres indígenas.

*****

Es hora de que deconstruyamos el mito del progreso y lo analicemos seriamente. La excusa del
tren puede ser un buen comienzo. En la próxima entrega analizaré 3 dilemas que nos presentan
esta clase de megaproyectos.

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