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Jean-Luc Mélenchon: “Los tratados de la UE niegan


a Francia sus necesidades”
El líder de la Francia Insumisa explica por qué evita definirse de
izquierdas, celebra la insurrección de los 'chalecos amarillos' y
rechaza la Europa alemana

Jean-Luc Mélenchon, en su despacho de la Asamblea Nacional en París, durante la entrevista. ERIC


HADJ(ERIC HADJ)

MARC BASSETS

París · 11 MAY 2019 - 16:47 CEST


Jean Luc-Mélenchon, que fue trotskista, después
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socialista y sigue teniendo a Marx como autor de
cabecera, lo dice con pesar: “La palabra izquierda, ya de
por sí, suscita confusión. De modo que hay que dejarla en
barbecho”. Y precisa: “Hablo de la palabra, no de la idea.
Soy un hombre de izquierdas. He pasado mi vida en la Marine Le Pen: “Hay
izquierda. No voy a cambiar ahora. Pero la palabra ya no la una oportunidad
entiende nadie”. para cambiar la UE
por dentro, otra vía.
Tomémosla”

Mélenchon (Tánger, 1951) lidera La Francia Insumisa (LFI), el partido de la


izquierda populista francesa, o radical, o extrema, o alternativa: las etiquetas
son múltiples y necesariamente imperfectas. Sabe que, cuando va a pelear
con la extrema derecha en los barrios de clase trabajadora por los votos de los
viejos votantes comunista o socialistas, es poco recomendable declararse de
izquierdas.

“Lo evito, porque sé que crea más confusión que claridad”, explica en una
entrevista con EL PAÍS y los diarios del grupo LENA en su despacho en la
Asamblea Nacional. “Aquí estamos entre gente de buena compañía y bien
informada”, dice a los periodistas. “Pero no es en absoluto lo mismo cuando
usted va a llamar a las puertas de un ambiente popular y le dicen: ‘Usted, ¿qué
es? ¡Ah, la izquierda! No, aquí ya no votamos a la izquierda”.

Elpais.com
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En las últimas elecciones presidenciales, en 2017, Mélenchon superó el 19%


de votos. El resultado le situó como el primer partido de la izquierda, con una
amplia ventaja sobre el agonizante Partido Socialista. Todo ha cambiado. LFI
no alcanzará el 10% en las europeas del 26 de mayo, según algunos sondeos.
Y ve cómo el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen, heredero del
viejo partido ultra Frente Nacional, se afianza como principal fuerza populista
ante el presidente centrista Emmanuel Macron. Quizá gane las elecciones. Si
la revuelta de los chalecos amarillos —la Francia de las clases medias
empobrecidas que no llegan a fin de mes— beneficia a alguien, no es a
Mélenchon sino a Le Pen.

Macron y Le Pen comparten diagnóstico: la izquierda y la derecha están


superadas. Mélenchon da la impresión de compartirlo en parte. “Si miramos el
fondo filosófico, en Francia nos hallamos en el mismo punto: la soberanía del
pueblo, ¿tiene un límite?”, se pregunta. “Este es el gran debate desde 1789,
que comenzó el día que el rey pidió que se sentasen a la derecha los que le
reconocían el derecho de veto, lo que significaba que había algo por encima de
la soberanía del pueblo, y a la izquierda los que no se lo reconocían. Seguimos
en lo mismo: en este país continuamos discutiendo sobre si por encima de la
soberanía del pueblo está la ley del mercado, o lo que sea, o si no hay nada”.
Aquí llega el matiz: “Pero políticamente, en la manera en que se encarnan
estas ideas, sin duda esta división [entre izquierda y derecha] está superada".

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¿Y qué sustituye a la división izquierda-derecha? “El pueblo y la oligarquía”,


zanja el veterano diputado y exministro. En la entrevista combina la invectiva
del tribuno revolucionario con la pedagogía de maestro de escuela
decimonónico, los silencios acusadores tras las preguntas que le desagradan
con una gesticulación que él atribuye a su carácter mediterráneo pero que
también recuerda a la del cómico Louis de Funès.

Sobre los chalecos amarillos —movimiento que ya lleva 25 sábados


manifestándose, a veces con violencia— Mélenchon admite: “Como todo el
mundo, cada sábado me pregunto si ocurrirá algo y la cosa se prolonga, nadie
es capaz de prever qué pasará. Pienso, como hipótesis, que son una etapa
dentro de un proceso más amplio”. El líder insumiso constata una “situación
insurreccional” en Francia. “Sí, la apoyo”, añade, aunque precisa que no es
“partidario de las estrategias de lucha violenta”, porque “aísla a quienes la
usan y el poder lo sabe”.
Una propuesta de LFI en las europeas es la “salida de los tratados de la UE”.
Sobre el papel, suena a eufemismo por el llamado Frexit, la salida de Francia
de la UE, tan impopular que Le Pen lo ha aparcado. ¿No es el Brexit la salida de
Reino Unido de los tratados de la UE? Al responder, Mélenchon se lanza a una
disquisición sobre la diferencia entre la UE y Europa —“Europa no es solo la
UE. También está Rusia, y los franceses, desde el general De Gaulle,
consideramos que Europa va del Atlántico a los Urales”— y el desequilibrio
que causa lo que él llama “el imperium alemán”. “Alemania es una cuestión
tabú en Francia. Si se habla de ella de manera crítica, inmediatamente se tilda
a uno de germanófobo y de querer provocar la guerra”, dice el líder de LFI, que
acusa a Macron de hacer la política de la CDU, el partido democristiano de la
canciller Angela Merkel. Su teoría es que Francia es suficientemente fuerte
para forzar un cambio de tratados sin necesidad de salir. “Somos la segunda
potencia económica de la Unión. ¿Quién puede ignorar nuestras necesidades?
Los tratados las niegan”, dice. Para explicar la ambigua propuesta de “salida
de los tratados”, Mélenchon justifica: “Estoy obligado a plantear una fórmula
clara. En 2005, los franceses votamos no al tratado constitucional. La gente
dijo no y nuestro Parlamento dijo ‘de acuerdo, significa sí’. Yo quiero que la
decisión de los franceses se respete”.

El euroescepticismo y el soberanismo, además del anticapitalismo, le alejan de


otras familias de la izquierda, como la socialdemócrata. Su posición actual
incluso le diferencia de sus amigos españoles de Podemos. Mientras
Mélenchon celebra la “insurrección” de los chalecos amarillos o promueve la
citada salida de los tratados de la UE, su partido amigo en España, Podemos,
quiere negociar un acuerdo de Gobierno con el socialdemócrata y europeísta
Pedro Sánchez. “Entiendo las decisiones de Podemos. Pero nosotros no
estamos en la misma situación”, responde.

Que Mélenchon tampoco pertenece a una izquierda más idealista queda claro
cuando defiende la existencia de fronteras: “No hay ejemplo en el mundo de
país que haya suprimido una frontera. Esta idea solo existe en algún salón
izquierdista o democristiano-liberal”. Sobre la crisis en Venezuela, este
político que considera a Chávez una “fuente de inspiración”, dice: “No
abandono a Maduro”. Y subraya: “Combato el golpe de Juan Guaidó, que es un
dirigente ilegítimo”.

Su rival en Francia es Macron, pero su competidora directa es Le Pen, con


quien coincide en el electorado al que cortejan y en la retórica sobre el pueblo
y la oligarquía. “Nunca podremos ponernos de acuerdo con ellos por una
razón fundamental: nosotros somos universalistas y ellos etnicistas”, dice. “Lo
que hacemos juntos es disputarnos el liderazgo político en los ambientes
populares”. Por ahora, Le Pen le gana la partida con claridad.

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