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2012 BTrabajo Jornadas Mardel Plata
2012 BTrabajo Jornadas Mardel Plata
María E. Wagon
mariawagon@hotmail.com
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Resumen
Los derechos humanos han sido objeto de interminables debates en lo que se refiere a sus
fundamentos, sus alcances y su concreción real. En la actualidad aún no existe un acuerdo
respecto a la justificación filosófica de los derechos humanos así como tampoco de su
contenido. En este trabajo se abordará el problema de los derechos humanos desde las
perspectivas de Hannah Arendt y Seyla Benhabib. A tal efecto, se retomará el aporte
arendtiano sobre el tema, en particular la noción del “derecho a tener derechos” y se lo
pondrá en cuestión mediante el análisis teórico de Seyla Benhabib. A partir de las
debilidades de la propuesta arendtiana, Benhabib reinterpreta el “derecho a tener derechos”
en relación con la libertad comunicativa propuesta por la ética del discurso y propone la
idea de un universalismo interactivo sensible a las diferencias y al contexto situacional.
y son en la actualidad de gran interés para el mundo académico. Sin embargo, no ha sido
hasta ahora profundamente tenido en cuenta su aporte sobre el problema de los derechos
humanos, el cual, según dicho autor, es esencial a los escritos arendtianos. Para Isaac, la
teoría política de Arendt puede pensarse como un esfuerzo por restaurar el espacio público
en crisis, esfuerzo motivado por los problemas de degradación y desplazamiento que ella
sintetiza en la noción de “sin mundo”. En respuesta a dicha condición de “sin mundo”, ella
se refiere a algunos temas clave vinculados con el problema de los derechos humanos, tales
como: la incompatibilidad de la soberanía nacional respecto a la dignidad humana y a la
responsabilidad cívica; la necesidad de repensar el fundamento ético de los derechos
humanos y la necesidad de nuevas formas de política (Isaac, 1996: 61).
Si bien Arendt no desarrolla explícitamente una teoría sobre los derechos humanos
y en más de una ocasión rechaza el vocabulario propio del derecho, prefiriendo hablar de
libertad o praxis, su teoría política se centra en el problema engendrado por el fracaso en el
que caen los derechos del hombre a la hora de garantizar el respeto por la dignidad humana.
Arendt afirma que los derechos humanos no son un problema moral especulativo ni
tampoco le incumben a la filosofía legal sino que son un problema de políticas. El problema
de la falta de derechos, del que se encuentran ejemplos indiscutibles en el mundo occidental
a partir de 1914, sólo puede ser abordado por medio de la formación de nuevas formas de
comunidad que desafíen la hegemonía del Estado-nación (Isaac, 1994: 61-62).
Los individuos, al ser privados de su ciudadanía, es decir, de la condición de
pertenencia a una determinada comunidad política, son privados de algo más que de un
hogar, propiedades y estatus político. En este acto de privación se les arrebata también la
posesión de un lugar en el mundo donde su accionar sea significativo. Son despojados de su
dignidad como humanos. Es por esto que Arendt insiste en la necesidad de una nueva
garantía de la dignidad humana, pues sus garantes anteriores han sido destruidos.
Balibar (2007), coincide con Isaac (1996), en que una de las problemáticas
centrales de la obra de Arendt es la que se vincula con el problema de los derechos
humanos, particularmente en lo que respecta a los principios que fundamentan dichos
derechos o, en el caso arendtiano, a la falta de fundamentos que los sostengan. En su
artículo “La impolítica de los derechos humanos. Arendt, el derecho a tener derechos y la
desobediencia cívica” Balibar plantea que Arendt, por un lado, critica aquellas
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ser humano cada individuo tiene. La fundamental privación de los derechos humanos
comienza en la privación de un lugar en el mundo donde poder manifestarse, donde poder
actuar. Anteriormente a la privación de la libertad, de la justicia, se encuentra la privación
de los derechos humanos. “Llegamos a ser conscientes de la existencia de un derecho a
tener derechos (…) y de un derecho a pertenecer a algún tipo de comunidad organizada,
sólo cuando emergieron millones de personas que habían perdido y que no podían recobrar
estos derechos por obra de la nueva situación política global.” (Arendt, 1998: 247)
Arendt explica el porqué de la insistencia en la búsqueda de la homogeneidad por
parte de las comunidades políticas muy desarrolladas mediante la apremiante necesidad de
dichas comunidades de eliminar toda diferencia natural, es decir, dada, que por sí misma
provoca rechazo, desconfianza y que saca a relucir los límites del artificio humano. La
particularidad e individualidad del “extranjero” denota todo aquello que no puede ser
manejado por el hombre a su antojo y que, por lo tanto, se tiende a destruir (Arendt, 1998).
Esto trae aparejado como consecuencia el hecho de que tales individuos, al ser marginados,
quedan estigmatizados en su diferenciación, negándoseles la posibilidad de ser incluidos
dentro de alguna comunidad y de ser sujetos de los derechos promulgados y defendidos por
tal comunidad.
[L]a reflexión arendtiana (…) muestra la inadecuación de la tradición,
pues los derechos humanos presuponen la ciudadanía no sólo como un
medio (…), sino como un principio sustantivo (…): el ser humano,
privado de su estatuto político, en la medida en que es tan sólo un ser
humano, pierde sus cualidades sustanciales, es decir la posibilidad de
ser tratado por los Otros como un semejante, en un mundo
compartido. (Lafer, 1994: 24)
En palabras de Kohn (2010), el artificio político de la ciudadanía es fundamental
para que el ser humano deje de ser un individuo sin derechos y sin obligaciones, para que
abandone su condición de hombre natural y no se convierta en un ser irrelevante, superfluo,
del cual se pueda prescindir y al cual se pueda asesinar sin reparos. Los que se encuentran
fuera de la trinidad Estado-Pueblo-Territorio, se encuentran fuera también del alcance de
los derechos humanos (Lafer, 1994).
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que los individuos tienen en común y deja de lado todo tipo de diferenciaciones y
particularizaciones. Es importante remarcar que la visión del otro generalizado no niega las
diferencias existentes entre los seres humanos, sino que las considera irrelevante para la
teoría moral. Las relaciones interpersonales están regidas por las nociones de igualdad y
reciprocidad y las categorías morales que dominan dichas relaciones son las de justicia,
obligación y derecho. Los sentimientos que se corresponden con esta perspectivas son los
de respeto, deber, valor y dignidad (Benhabib, 2006).
Por el contrario, la perspectiva del otro concreto hace referencia a la historia y las
particularidades de cada individuo, a lo que lo distingue de los demás. Todo lo que iguala y
tienen en común los seres humanos se deja de lado para hacer hincapié en la singularidad
de cada uno. El punto central de esta perspectiva es lo que le acontece a cada individuo, sus
necesidades, sus preocupaciones. Las nociones que rigen la dinámica relacional desde esta
óptica son las de equidad y reciprocidad complementaria y las categorías morales que rigen
las interacciones entre los individuos son las de responsabilidad y deseo de compartir. A
diferencia de la concepción del otro generalizado en la que el yo abstracto extrapola sus
concepciones, sus creencias y necesidades a la humanidad en su totalidad, en la concepción
del otro concreto cada sujeto tiene derecho a esperar y recibir aquello que lo reafirme y
reconozca en su particularidad. Bajo esta óptica, los sentimientos morales que entran en
juego son los de amor, cuidado y solidaridad. “Si el punto de vista del otro generalizado
expresa la norma del respeto, el otro concreto anticipa experiencias de altruismo y
solidaridad.” (Benhabib, 2008: 191)
El reconocimiento del “derecho a tener derechos” del que son poseedores todos los
seres humanos no se logra mediante la mera reflexión teórica sino que requiere de luchas
políticas y del accionar de movimientos sociales. El reconocimiento de la existencia de un
derecho para todos, de un derecho con valor universal, conlleva la reconceptualización del
término universalismo, es decir, extraer de dicho concepto las nociones de esencia y
homogeneidad para reconstruirlo a partir de las nociones de lucha, diferencia, conflicto.
El “derecho a tener derechos” no propone ninguna lista concreta de derechos, en
consecuencia, resulta complejo pensar en su concretización una vez que dicho derecho sea
reconocido. Benhabib plantea que teniendo en cuenta que “el derecho a tener derechos”
implica el respeto a la libertad comunicativa, de ésta pueden derivarse, a su vez, las normas
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de igual respeto y consideración para luego poder formular una lista de derechos concretos.
Si se concibe a los seres humanos como creadores de las leyes y no como meros individuos
sujetos a leyes, se puede defender una concepción de los derechos humanos en el sentido de
“procesos democráticos de opinión y formación de la voluntad públicos y libres”.
(Benhabib, 2008: 198) Estos procesos son denominados por Benhabib iteraciones
democráticas.
Entiendo por iteraciones democráticas procesos complejos de
argumentación pública, deliberación e intercambio a través de los que
las demandas universalistas de derechos son contestadas y
contextualizadas, invocadas y revocadas, positivizadas y posicionadas
a través de instituciones legales y políticas, así como en las
asociaciones de la sociedad civil. (Benhabib, 2008: 198)
Benhabib propone un universalismo interactivo, el cual no descarta la diferencia
sino que la toma como base para toda reflexión moral (Gebruers, 2011), y es sensible al
contexto y a las diversas situaciones. Los principales elementos del universalismo
interactivo posmetafísico son: la visión de un sujeto moral corporeizado con una identidad
construida narrativamente, un punto de vista moral contingente al que se accede por medio
de la interacción racional de los actores y una teoría discursiva de justificación de las
afirmaciones de verdad. Este universalismo puede ser alcanzado sólo por medio de un
diálogo moral abierto (Fascioli, 2010).
Bibliografía
Arendt, Hannah, (1998): Los orígenes del totalitarismo, Buenos Aires, Editorial Taurus
Balibar, E., (2007): “La impolítica de los derechos humanos. Arendt. El derecho a tener
derechos y la desobediencia cívica”, en Erytheis, Nº 2, pp. 84-114
Benhabib, Seyla, (2005): Los derechos de los otros. Extranjeros, residentes y ciudadanos,
Barcelona, Gedisa
Benhabib, Seyla, (2006): El Ser y el Otro en la ética contemporánea. Feminismo,
comunitarismo y posmodernismo, Barcelona, Editorial Gedisa
Benhabib, Seyla, (2008): “Otro universalismo: Sobre la unidad y diversidad de los derechos
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Carrillo Carrillo, Lucy, (2010): “El concepto kantiano de ciudadanía”, Estudios Filosóficos,
Nº42, pp. 103-121
Isaac, Jeffrey, (1996): “A new guarantee on Earth: Hanna Arendt on human dignity and the
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73
Fascioli, Ana, (2010): “Ética del cuidado y ética de la justicia en la teoría moral de Carol
Gilligan, Actio, Nº 12, pp. 41-57
Gebruers, Cecilia, (2011): “Justicia: entre la “ética del deber” y la “ética del cuidado”,
Diálogos de Derecho y Política, Nº 6, pp. 1-14
Kohn, Carlos, (2010): El derecho a tener derechos: los fundamentos de la violencia
política según Hannah Arendt, ponencia realizada para ser presentada en el XV
Congreso Nacional de Filosofía: El diálogo filosófico, México (UNAM)
Lafer, Celso, (1994): La reconstrucción de los derechos humanos. Un diálogo con el
pensamiento de Hannah Arendt, México D. F., Editorial Fondo de Cultura
Económica
Reyes Mate, Manuel, (2010): “Hannah Arendt y los derechos humanos”, en Arbor, Nº 742,
pp. 241-243