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Conclusiones
Conclusiones
5. CONCLUSIONES
Prospectivas de la investigación
Ahora es el momento para realizar apuntes acerca de los horizontes de sentido o líneas
abiertas que deja la presente investigación para posteriores pesquisas e indagaciones acerca
de la vida emocional de lo constitutivo de la política llamado como lo político. En este
sentido, se puede discernir entre posición interna y posición externa de la investigación. La
crítica interna puede brindar elementos para realizar una síntesis de los elementos
rescatados para futuros trabajos sobre la relación social de las emociones políticas. La
posición externa, por su lado, abre la presente investigación hacia la resolución de nuevas
problemáticas y de nuevos caminos que ayudan a dinamizar el ejercicio filosófico para
estos tiempos que corren.
Por otra parte, las investigaciones en filosofía también deberían ser sensibles al contexto y
mundo del que parten como origen y sentido, junto con sus problemáticas y conflictos
característicos. Además, adquirir una disposición de humildad teórica y epistemológica
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para aceptar su condición de falibilidad y así modificar sus formulaciones y tesis para dar
respuesta y contribuir a la solución o aclaración de un nuevo problema de investigación o
de uno viejo que no había sido tenido en cuenta. Lo anterior, también tiene relación con la
intencionalidad y criterio del investigador en filosofía, de la concepción sobre la filosofía y
del ejercicio filosófico que le sirvan como mapa e hilo conductor en su investigación y así,
no perderse en los pasadizos de un laberinto o no naufragar en el basto oleaje que
caracterizan a los archipiélagos de la filosofía y del filosofar.
Tal vez, esta sea una de las muchas tareas que tiene un arte y una actividad filosófica; una
actitud permanente de crítica y reflexión, que se centre no solo en los temas de la filosofía,
sino en tratamientos filosóficos de problemas que se nos presentan en nuestra cotidianidad,
que amerita un proceso de trabajo, práctica y esfuerzo permanente por construirse a sí
mismo, al mundo y a los otros, como una especie de obra de arte y sobre todo, con una
ambición socrática: Conocerse a sí mismo.
Un conocimiento que debería apuntar hacia una ampliación del campo filosófico de
visibilidad, abierto por la concepción universitaria y disciplinar de la filosofía, dado que
ésta fue incapaz de abrirse a dominios prohibidos, como las emociones, la corporalidad, el
sentido común, y los saberes ancestrales. Un pensamiento, una sabiduría integral en la que
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En primer lugar, se confirma la importancia con que la filósofa Martha Nussbaum se ocupa
de sus reflexiones sobre las emociones, que son aquellas mediaciones cognitivas que
ayudan en la cohesión social de los miembros de una comunidad política. Para poder
reconocer el lugar de enunciación o contexto intelectual desde el cual Nussbaum realiza su
trabajo académico e intelectual, tendremos que empezar por reconocer las influencias que
ella ha tenido y que le han servido como base conceptual y filosófica para emprender su
ejercicio intelectual.
“Y sin embargo, a pesar de esta concentración en ciertos casos, está claro también que mi
proyecto es construir un marco analítico para pensar sobre las emociones en general”
(Nussbaum: 2008: 28). Pero, contrariamente a su proyecto, Nussbaum no ofrece una
solución a la cuestión,(pese a centrarse en un proyecto analítico y cognitivo a la hora de
explicar las emociones), porque deja ese marco abierto a la interpretación: “El lector tendrá
que juzgar si la teoría posee la flexibilidad suficiente como para explorar las diferencias
entre las diversas emociones y entre experiencias diferentes de una emoción dada y si tiene
pese a ello un carácter lo suficientemente definido como para iluminar los fenómenos
diversos” (Nussbaum, 2008, p. 29).
El primero tiene que ver con puntualizar los aspectos característicos de la importancia que
tiene incorporar como categoría de análisis argumentativo las emociones como elementos
que ayudan en la elaboración de argumentos, ya que son condiciones fundamentales para
entender los procesos que constituyen la argumentación en contextos políticos a través de
los discursos, a partir de los cuales se establecen acuerdos y agendas que producen normas
y cursos de acción colectivas en torno a demandas políticas que afectan la sociedad.
En cuarto lugar, con la descripción anterior sobre el pueblo y la multitud se quiso realizar
una aproximación propositiva a partir de dos nociones. Dichas nociones son: El populismo
emocional y agencia emocional. Estas ayudaron en la conceptualización del problema en
torno a la mediación que poseen las emociones como componentes de la dimensión
afectiva de nosotros como seres humanos en relación con las demás personas y nuestros
contextos o lugares de enunciación y de relación plasmadas en los discursos, como
receptáculo de intereses e intencionalidades colectivas.
Finalmente, se esbozan los retos que implica para la filosofía política atender a este tipo de
transformaciones de la vida emocional por vía de la filosofía y de los nuevos campos de
estudio sobre la emoción a partir de la discursividad política y social.
Como la etapa escogida de análisis se centra cuando teoriza sobre las emociones y su
posible relación y conexión con la política, el método que ella adapta para su proyecto
filosófico es el escéptico: “Coincido con la crítica escéptica en la medida en que en que
considero que toda explicación adecuada de las emociones debe dar cuenta en detalle y en
toda su complejidad del contenido específico de las emociones particulares; sin ello, poco
puede decirse que tenga interés” (Nussbaum, 2008, p. 28). Este énfasis en el detalle y en la
complejidad de las emociones refleja un interés en el análisis específico de dichas
emociones y sus contenidos específicos. También cabe resaltar el interés socrático que
Nussbaum tiene en sus reflexiones: “Mi procedimiento, así pues, es socrático: confía en la
capacidad de los lectores de identificar emociones, pero no confía en ellos para producir
buenas explicaciones” (Nussbaum, 2008, p. 31).
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Otra razón que expone este enfoque formal para catalogar las emociones como falacias es
su simplicidad y reducción de todo contenido racional o cognitivo porque son vistas como
fuerzas o impulsos “ciegos” que nublan la razón y el buen juicio y hacen que los agentes
conciban malos y erráticos argumentos.
Los seres humanos al momento de argumentar una idea o una postura disponemos de
nuestra vida emocional para realizar dicha acción; reaccionamos con indignación o con
esperanza cuando empezamos a discernir sobre un candidato en política, reaccionamos de
manera diferente ante una afrenta dependiendo la persona que la produce; nuestro mundo
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Las acciones argumentativas en los contextos políticos se ven influenciadas por los efectos
discursivos de los agentes quienes los producen. Para demostrar esto, primero se realizó
un análisis de las concepciones que existen sobre la emoción. Este análisis permitió
vislumbrar el enfoque analítico con el que Nussbaum realiza sus reflexiones sobre la vida
emocional de los individuos en contextos políticos. Ella defiende una concepción de las
emociones según la cual todas involucran percepciones de carácter intencional dirigidas a
un objeto, contexto o persona; y una carga axiológica de naturaleza evaluativa
perteneciente al agente que realiza dichas valoraciones. Por ejemplo, podemos sentir pena
por la muerte de una persona de este país, pero es muy probable que no nos vaya afectar en
mayor grado como la pérdida de un ser querido. Esta gradación de la pena depende en
gran medida de la valoración, creencia y contenido intencional del objeto o sujeto en el que
recaiga dicha emocionalidad.
Otro punto importante del análisis investigativo consistió en detectar el papel fundamental
que desempeñan las normas y circunstancias dinámicas que caracterizan a una sociedad en
el momento de “moldear” o permear una emoción. En sociedades liberales estas
emociones van a adquirir una valoración por la condición de libertad y de bienestar
individuales y de círculos de intimidad; es muy poco probable que en contextos donde se
ponderen las libertades individuales se genere una simpatía social y comunitaria. Para
extender esos círculos de simpatía en sociedades liberales habría que fomentar lazos de
cohesión social más comunes y no solo individuales.
capaz para efectuar dicho cambio emocional. Al hacer este énfasis en la dimensión moral,
no se da cuenta de la importancia cinética que tiene para la vida emocional las relaciones
antagónicas de poder propias del ámbito molecular de lo político antes de su consolidación
e institución en el ámbito molar de la política.
La vida emocional de los individuos es digna de ser tenida en cuenta para politizar y
proponer vías políticas en toda democracia que se diga plural. Esto es así, porque dichas
emociones al contener una carga cognitiva nos brindan capacidades de decisión y
compromiso a la hora de realizar actividades políticas que contribuyan al bienestar común.
Otra idea que alojó la presente investigación gira en torno al valor filosófico que encierra
el análisis de la emoción. Las posturas hacia la vida emocional por parte de las visiones de
naturaleza filosófica han girado en torno a oposiciones; especialmente en las que
enfrentaban la verdad al error, y la ilusión al conocimiento.
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Una de las posibles maneras en las que se puede afrontar argumentativamente este
problema sobre la emoción es la amplitud dialógica con la que la filosofía debería asumir
su rol para empezar a construir puentes entre los distintos saberes y así, hilar
discursivamente un examen con orientación hacia la comprensión contextual del sentido de
un problema que se quiere analizar. En este caso, observar la vida emocional como un
problema filosófico.
racional y política de los agentes sociales necesita que se preste una mayor atención a la
condición de vulnerabilidad del cuerpo y de su falibilidad racional.
Una razón de esta negativa es la visión dominante en filosofía según la cual, lo que importa
en la reflexión y discernimiento es la capacidad racional de los agentes. Esta visión
descansa en la concepción dualista entre cuerpo y alma; y actualmente aviva los debates en
torno a las nociones de mente y cerebro; razón y emoción. Frente a esta tradición dualista
que ve con buenos ojos a la razón, pero con malos a la emoción; se encuentra otra de
carácter monista que reivindica el papel central de las emociones como componentes
importantes en los procesos de razonamiento. En el campo político, la anterior visión
sobre el componente racional y emocional se puede comprender desde la teoría liberal;
teoría trabajada por Nussbaum para articular su concepción de las emociones en la realidad
social. Para Nussbaum, la mejor propuesta política para concebir un orden social que
respete las libertades y las concepciones de una vida justa hacia el bien común es la
propuesta desde el liberalismo político que Rawls desarrolla.
Y, en tercer lugar, el trato hacia los animales no humanos como una cuestión de justicia
política. Reconocer personalidad jurídica y agentiva hacia los animales no humanos
constituye una característica que ayuda a ampliar el rango sobre temas de deberes y
derechos hacia los seres vivos con capacidad de conciencia y volición.
Esto es así porque este cosmopolitismo de corte kantiano que prosigue Nussbaum posee un
desconocimiento de las dinámicas internas y contingentes de las relaciones políticas;
enmarcadas, principalmente, por relaciones asimétricas de poder que ayudan a establecer
diferencias entre amigos y enemigos en un terreno político, con ideas y concepciones de
realidad distintas que proyectan horizontes de sentido antagónicos. El mundo emocional
también está caracterizado por estas relaciones contingentes y asimétricas de poder y si no
se empieza por reconocer esto, la política seguirá enmarcada en un asunto de teoría
idealista para un público igual de idealista, desconociendo las realidades contingentes y
materiales de este mundo caracterizado por la vulnerabilidad y el conflicto.
El acercamiento político al mundo emocional que realiza Nussbaum, desde el enfoque del
liberalismo político, ve en las emociones una poderosa fuente de igualdad, ya que
presupone en sus análisis que los poderosos, o aquellos en una posición social más
privilegiada, gozan de más sentimientos buenos que quienes carecen de una relación
privilegiada de poder. Además, el registro de las emociones que realiza Nussbaum se
ancla en el ámbito moral, despolitizando así las relaciones emocionales de poder entre los
seres humanos. En este sentido, Nussbaum pareciera creer que el poder y la emoción están
desvinculados.
El vínculo entre poder y emoción no es percibido por Nussbaum por darle prioridad a la
moral sobre la constitución de lo político; dicha prioridad se basa en una concepción de la
universalidad entendida como uniformidad y totalidad cerrada; sin tener en cuenta las
constituciones y articulaciones contingentes que encierra toda construcción de sentido,
teniendo como origen el antagonismo. Este es entendido como principio que dinamiza lo
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instituido como necesario en las prácticas políticas para dar cuenta de los distintos
intereses y relaciones de poder que constituyen lo social a partir de sus configuraciones
asimétricas hacia lo común.
Así las cosas, lo político podría concebirse, entonces, como una construcción conflictiva y
contingente de enlaces dadores de sentido porque se experimenta un choque entre lo
instituido y aquello que los agentes sociales quieran instituir. Este encuentro afecta la
constitución emocional de los agentes porque en ese proceso involucran creencias,
proyecciones de sentido sobre formas de bienestar o florecimiento individual y colectivo
acerca de nociones sobre vida buena y bien común.
Sin embargo, esas configuraciones de sentido son cambiantes, ya que van de la mano del
contexto, desde el cual se van instituyendo unas estrategias, unas agencias compartidas que
se proveen de la práctica social. Es en este escenario donde el antagonismo tiene razón de
ser, porque se configura como una forma particular de contemplar dichos contextos como
potencia de acción política. En este sentido, tal antagonismo es el eje central para percibir
lo político como configuraciones de lo posible.
Agencia emocional
Los pensamientos y concepciones de mundo que los agentes realizan de la realidad social
no se generan de una manera objetiva o inmune de cualquier sesgo de naturaleza
contingente. Desde un punto de vista epistemológico, el conocimiento de la realidad
siempre está en una relación de mediación. Conocemos no las cosas mismas, sino como
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estas se nos presentan a través de los medios de percepción que disponemos a nivel
biológico o tecnológico. Uno de estos medios son las emociones, sin las cuales todo
conocimiento social carecería de orientación semántica, cayendo en un asunto mecanicista
de datos sintácticos descontextualizaos carentes de sentido.
poder entre los seres humanos y las instituciones de una sociedad. Dicha concepción cae
en una especie de anacronismo y sinsentido porque desconoce los avances en materia
científica y filosófica sobre la naturaleza cognitiva de las emociones.
Si partimos de la concepción según la cual la vida emocional se caracteriza por sus grados
de intencionalidad y de racionalidad, por coherencia interna se debería concluir que estas
características complejas hacen que la emoción contenga igual grado de complejidad.
La facultad de dirigir cursos de acción es llamada agencia; es decir, la capacidad que tienen
los agentes de ser y de hacer según sus intencionalidades e intereses. Las acciones
realizadas por los agentes pueden ser intrínsecas o extrínsecas según su naturaleza; y
directas o indirectas si dichas acciones requieren de intermediarios. Es posible visualizar
la dimensión afectiva de los agentes sociales y sus propósitos si se presta atención a los
medios en donde plasman dichas notas afectivas. Por lo general, las emociones, desde su
individualidad, sirven como mediaciones entre los agentes y la realidad donde ejercen sus
acciones; contribuyen en la figuración y construcción de la forma en la que los seres
humanos representan y significan sus acciones en dicha realidad.
Por ejemplo, el desorden de una cocina en una casa; los utensilios que no están ubicados en
el lugar que les corresponde genera una emoción como la ira porque no se tolera el
desorden; todo debe estar en su lugar de uso. Este desorden pertenece al campo de la
realidad material. Pero el hecho de que este evento de la realidad se constituya en términos
de ira o repugnancia para los agentes depende de la estructuración de estas emociones
consideradas como mediaciones en un campo discursivo.
Por ejemplo, los contenidos proposicionales del significante “paz” son muy diferentes
entre sí. La acepción “Ausencia de prácticas violentas”; y “respeto a las instituciones
democráticas” pueden ser significados de la noción de paz dependiendo de las intenciones
con las cuales se quiera defender una postura sobre el significado de paz en una sociedad.
Así mismo, las vidas emocionales de estas posiciones contrarias respecto a la concepción
de paz serán igual de diferentes. La frustración y la ira del empresario por la caída de sus
negocios o por las consecuencias negativas por la caída de la bolsa de valores tendrán
objetos, intenciones y valores caracterizados por el valor económico. Este economicismo o
reduccionismo de las dimensiones sociales e individuales a la esfera de la economía,
conlleva el cultivo de valores políticos que priman el bien individual sobre el colectivo,
donde las personas serían reconocidas por lo que tienen y no por lo que son,
convirtiéndolas en medios económicos y no en fines en sí mismos.
En primer lugar, se puede apuntar el desarrollo de una reflexión de las emociones desde su
particularidad que las aborde dese un enfoque normativo junto a sus vínculos con la
formación de las instituciones políticas que excedan el marco de comprensión liberal
porque el fin de una democracia que se diga plural debería empezar por reconocer la
diferencia política, moral o religiosa entre las partes que se disputen el control del
horizonte político de una sociedad; partiendo de un conjunto común de nociones que todos
compartan independientemente de sus diferencias. Lo anterior, sirviéndonos de las
características que componen la argumentación dentro del campo político desde su
dimensión retórica y pragmática que apunte a los usos informales que los seres humanos
hacen del lenguaje gracias a su facultad racional. La facultad racional no se encuentra
limitada por otra facultad denominada emocional. Esto sería seguir en la concepción según
la cual los seres humanos estamos divididos entre dos instancias; por un lado, la emoción,
y por el otro, la razón.
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El presente dualismo impide entender las diversas racionalidades con que actuamos y
somos en el mundo con nuestras distintas dimensiones que nos caracterizan como seres
humanos en sociedad. En este sentido, las emociones, al ser intencionales, poseen criterios
racionales que les permiten ayudar a establecer cursos de acción a los agentes sociales. Se
puede decir, entonces, que los agentes sociales poseen una inteligencia sentiente; donde las
emociones constituyen un rol fundamental en los procesos de conocimiento y de acción.
Para un habitante de la ciudad que necesita salir de su casa a su lugar de trabajo, un día
lluvioso puede significar varios cursos de acción; como, por ejemplo, llevar un paraguas,
llevar ropa abrigada o permeable al agua- lluvia, que tenga un tiempo de desplazamiento
mayor al promedio, una condición emotiva triste o aburrida, etc. Pero, para un habitante
de una zona rural, ese día lluvioso puede significar varios cursos de acción totalmente
diferentes como, oportunidad de crecimiento para sus cosechas, ayuda para enfrentar el
problema de sed de sus animales de campo; una condición emotiva alegre por la llegada de
la lluvia luego de una época de sequía infernal, etc.
Otra línea de futuras indagaciones puede ser un proyecto sobre las formas de evaluación y
análisis de las emociones, pero desde sus particularidades, constatando sus diferencias e
identidades. Por tener estos elementos cognitivos, las emociones son componentes de lo
que Aristóteles denominó entimemas, es decir, los silogismos retóricos que caracterizan a
un acto argumentativo. Desde la perspectiva metodológica de un análisis del discurso,
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puede apelarse a los elementos racionales, pragmáticos y retóricos que contienen las
emociones como elementos que ayudan a modular y a estructurar argumentos de naturaleza
política. Si la emoción contiene elementos racionales como intenciones y juicios de valor,
entonces, puede ser sujeta a observaciones que tengan como modelo de análisis un
esquema informal y retórico.
También puede llevar este análisis de la vida emocional en política hacia la perspectiva de
la educación; ampliando los alcances de Nussbaum sobre el rol de la educación emocional
en la vida social de los individuos desde su niñez para empezar a romper esos esquemas
mentales que han cultivado en sus habitantes sociedades como las nuestras en donde la
emocionalidad se ha restringido al universo privado y femenino.
Lo anterior, entonces, podría resumirse en dos puntos que convergen en una de las muchas
formas existentes para “Abrir la filosofía”: