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Introducción
Si hay algo que ha movilizado tanto a la sociedad argentina como a la internacional
durante la última década, es el replanteamiento de distintas cuestiones relacionadas al
género y a la situación femenina. Pues estas han amoldado las relaciones humanas desde
épocas remotas1. Parte de esto se puede adjudicar al auge del movimiento feminista, que
ha tenido una difusión masiva, al punto que suscitó controversias en múltiples sectores
conservadores2. No está de más decir, que, durante estos últimos años, este auge del
debate de cuestiones de género y sexismos ha hecho que resurgiera la importancia de
varios trabajos que conciernen a esta cuestión, como lo es la obra de Joan Scott “El
género, una categoría útil para el análisis histórico” (1986).
Teniendo este factor en cuenta, además de que es un tema que resulta de mi interés, he
decidido retomar la cuestión de género aplicada en el panorama colonial de
Hispanoamérica. Sabiendo la particular situación a la que se veían sometidas múltiples
poblaciones por las condiciones que les imponían los europeos, no está de más pensar
que este sometimiento termina afectando de cierta manera a las relaciones de género y
la percepción de las mujeres en la colonia. Como no, a su vez pienso que se dan ciertos
choques entre las concepciones europeas de la mujer y las de las comunidades indígenas
de América. Sobrentiendo que esta dualidad paradigmática es parte importante de la
disciplina de estudios coloniales, por lo tanto, me parece pertinente aplicarlo para esta
situación también, pues forma parte importante de la sociabilidad del ser humano.
En el siguiente estudio voy a comparar varios casos que evidencian relaciones de género
en distintos contextos temporales y geográficos. Los trabajos utilizados estudian
principalmente diversas situaciones a lo largo de Sudamérica, más que nada Argentina,
Ecuador y Perú. Haré uso de trabajos como el de Ann Twinam “Vidas públicas, secretos
privados” y Beatriz Vitar “Jesuitas mujeres y poder”, para poder exponer distintos casos
en donde se estudia la situación de las mujeres bajo determinado aparato de poder. Si
1
Véase “Sobre las mujeres” de Semónides de Amorgos. Este es uno de los muchos ejemplos de tratados
de la Grecia arcaica (siglos VII-V a.c) que exhiben la supuesta “inferioridad femenina”, que es incluso
legitimada en tratados poéticos como la “Teogonía” de Hesíodo, donde se describe a la mujer como la
causa de la desgracia del hombre.
2
Esto se puede evidenciar sobre todo en el auge mediatico de intelectuales conservadores, como lo es Ben
Shapiro en Estados Unidos, partidario de la idea conservadora de la “ideologia de género” término
utilizado en gran medida para denigrar cualquier estudio enfocado en material de género.
bien estos textos no parten del mismo enfoque, creo que es pertinente buscarles ciertos
aspectos en común a la hora de demostrar lo que era esperado de las mujeres en
distintos ámbitos, como lo es la imagen pública de la elite en base a la legitimidad
matrimonial o la misión jesuítica. Luego, utilizaré dos estudios que aluden a casos del
siglo XX (“Las mujeres son más indias” de Marisol de la Cárdena y “Afrodescendencia
en el Ecuador: raza y género desde los tiempos de la colonia” de Paloma Fernandez
Raisnes) para así comprobar si algunas de estas costumbres patriarcales todavía siguen
moldeando ciertas relaciones, a más de un siglo de la caída del régimen colonial.
Otra cuestión tratada por la autora durante todo su texto es el tema del “honor”. Al ser
su objeto de estudio la ilegitimidad en las elites coloniales, muestra como la vida sexual
premarital puede incidir en una gran caída del estatus de la mujer luego de concebir
hijos fuera del matrimonio. La cuestión de la virginidad es mencionada como parte del
honor de una mujer, y Twinam lo ejemplifica con un caballero de la elite mexicana que
habla de cómo las doncellas son personas de honor, y que la entrega de la virginidad a
este tras una promesa de matrimonio no supone la pérdida de su estatus honorífico
(2009, 73). La religiosidad vuelve a hacerse presente con el culto a la Virgen María,
planteando ideas que promueven una fuerte castidad femenina, a pesar de que era algo
que no ocurría en lo más mínimo entre muchísimas mujeres de las elites.
Si queremos pensar en otro panorama donde los ideales cristianos europeos se imponen
en las sociedades americanas, podemos tomar el trabajo de Beatriz Vitar respecto a
cómo los misioneros del Chaco interpretan a las mujeres indígenas que están bajo su
dominio. Al ser indígenas, su concepción es diferente a la que existe de las mujeres de
las elites americanas, pues implica un importante distanciamiento cultural también
incidido por la misoginia. La mujer indígena se escapa de la idea de mujer sumisa y
pacífica que existe en Europa, siendo asociada comúnmente a concepciones de
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Twinam ejemplifica con un caso bastante alarmante en él se expone como la sexualidad femenina por
fuera del matrimonio puede afectar terriblemente el destino de una mujer, sin existir condena social hacia
el hombre. El ejemplo que utiliza es el de Doña Teresa, que cree que su marido fallece en Chile y tiene
relaciones luego de ser declarada viuda. A los quince meses de edad de su hijo “ilegítimo” su esposo
aparece, y no ve otra opción que entregar a su hijo a un señor llamado Pedro de Olmedo (que se cree que
es su padre) y aceptar su amorío. Posteriormente incidiría en unos abusos físicos (que ya existían antes de
la partida de su marido) que acabarían con su vida. Este ejemplo muestra claramente la extendida condena
hacia la promiscuidad femenina y la falta de problema que se exhibe en los maltratos efectuados por un
marido ausente, característica relativamente común en las relaciones de antaño. Pp. 132-133
“salvajismo”. Y si bien es una esfera de control totalmente diferente a la de las elites
americanas, al igual que como expone Twinam, se da un orden patriarcal que margina a
las mujeres, en este caso de ejercer cargos en las esferas de la estructura misional.
Retomando esta idea de que las mujeres chaqueñas no caen en los roles femeninos
preconcebidos por los europeos, se las asocia a la brutalidad, y los misioneros condenan
ampliamente la intervención de estas en las borracheras rituales de sus maridos (aspecto
que está relacionado a costumbres religiosas indígenas que los evangelizadores
constantemente asocian de primera mano a la herejía). Se las tacha de tercas, sobre todo
a las ancianas, por lo que son difíciles de someter a la docilidad misionera que se busca
alcanzar. Ni siquiera el trabajo textil es considerado trabajo, pues se lo concibe como
una labor con fines individualistas. La única cuestión que si logran identificar con
ideales femeninos sexistas, es el exceso de conversación de las mujeres, no queriéndose
someter al silencio en el que deben permanecer 4. Se asocia este comportamiento con
una falta de razón, retomado de las ideas ilustradas (que relacionan al hombre con la
razón y a la mujer con la pasión)5 e incluso intensificado por la idea del indio como
“persona imbécil”, lo que termina generando en un doble condicionamiento. Cualquier
mujer que ostente obtener cierto tipo de poder, factiblemente será todavía más
invalidada.
Si bien el control de la vida sexual efectuado por los jesuitas no es exactamente como el
descrito por Twinam, si supone una imposición de concepciones. Es otro tipo de
instauración del ideal familiar cristiano proveniente de Europa, buscando erradicar el
aborto, el infanticidio, la poligamia y las uniones libres, comportamientos que han sido
asociados millones de veces con las prácticas de vida indígenas. Estos accionares que
buscan eliminar totalmente estas tradiciones pre-hispánicas, significan una importante
pérdida de la vida sexual, instaurando así ideales marianistas que implican pudor e
inhibición de la desnudez tan común en los indígenas. Ante esta exhibición carnal
exacerbada, los jesuitas buscan mandar misioneros que logren “eludir la tentación
carnal” que exponen las mujeres indígenas.
Ya he mencionado brevemente el problema que suscitan las ancianas indígenas para los
jesuitas. Vitar (2004) habla sobre el caso abipón, donde las madres y las abuelas son
figuras muy importantes en la vida de las mujeres más jóvenes, pues son las que asisten
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Eurípides “El mejor adorno de una mujer lo constituye el silencio y la modestia”
5
Canutar Barbara “Gender Opression in the Enlightement Era” (2014) NSW Government
en las prácticas como el aborto o el infanticidio. A su vez, varias hilanderas tienen
mujeres a su servicio, mostrando así una jerarquía establecida entre mujeres. Con la
imposición del matrimonio cristiano, la autoridad de estas figuras cae. A pesar de que
las comunidades siguen confiando en las ancianas, estas representan la mayor amenaza
para los jesuitas, puesto que no aportan fuerza de trabajo alguna por su edad, y se ven
reacias a aceptar el cristianismo. Otra cosa que resulta especialmente conflictiva para
los jesuitas, es el rol chamánico de estas viejas en las danzas rituales, pues de nuevo no
existe manera que no se relacione esto con la herejía.
La visión de los hombres hacia las mujeres es cuanto menos particular. Giovanni, uno
de los testimonios de la autora, menciona como prefiere que su mujer se mantenga
alejada de la actividad laboral, porque si no “no tendría como mantenerle todo en
orden” mostrando esta obligación esperada de parte de las mujeres con las tareas del
hogar (Fernández-Rasines; 2001, 161). Su forma de hablar denota una dependencia en
estas tareas “femeninas” y hasta el propio Giovanni declara como la mujer debe actuar
como esclava del hombre, aunque no sea un término apropiado. Existe una idea que los
concibe como “gendarmes del hogar” y someten a las mujeres a partir de lo que ellos
busquen hacer. Por esta libertad de movimiento mencionada anteriormente, las propias
mujeres entrevistadas admiten que la vida de los hombres es mejor que la suya. Otra
concepción propia de las mujeres se da en otro testimonio, otorgado por Milagros, en el
que menciona que lavar la ropa y servir la comida apenas su marido llega es lo más
mujer que una puede ser (2001,163), demostrando así la asociación de género a estos
trabajos del hogar como algo fundamental
Sin embargo, la autora desmiente la idea de que estas relaciones múltiples de un hombre
con varias mujeres necesariamente impliquen beneficios sociales. El mismo Giovanni se
ve intimidado al estar con una mujer nueve años mayor que él (teniendo el 19), pues
siente que las mujeres mayores quieren “dominarlo”. Esta es una prueba de como la
autoridad masculina no siempre se impone de manera absoluta sobre las mujeres, sino
que depende de un entramado relacional bastante más complejo, muchas veces ligado a
la edad.
Por ultimo en lo concerniente a este caso particular, algo que me parece interesante
comentar es el hecho de que también aquí hay una importante relación de las mujeres a
la ritualidad, como lo descrito por Vitar. La maldad diabólica y la posibilidad de un
embrujo, está siempre asociado con una figura femenina. El espacio ritual, es de nuevo,
el lugar donde las mujeres controlan las situaciones. Como, por ejemplo, es la idea de
que la competencia entre dos mujeres por tener la validez de un hombre implique
maldecir a la otra para que esta fallezca.
La esfera de poder patriarcal en este caso es descrita en la cuestión más laboral, ligado a
la posesión de tierras y al control de mano de obra por los “jefes de familia” que son los
que, además, casan a sus hijos. El poder se manifiesta con la capacidad de trabajo
(además del control de este) y la tenencia de terrenos. Por esto mismo, las mujeres se
ven en una situación inferior, pues hasta la aplicación de la Reforma Agraria en Perú,
estas no poseían terrenos, y se considera que no trabajan, a pesar de que realicen tareas
domésticas, vendan hortalizas en el mercado cuzqueño o se dediquen a la chichería. Si
una mujer trabaja, se malogra, y no puede cumplir su rol principal, que es el de la
reproducción. Al igual que con lo demostrado en el caso ecuatoriano, el poder familiar
siempre viene de parte del hombre, pues es el que posee más tierras. El único acceso
femenino al trabajo, se debe hacer con un hombre de por medio, y la domesticidad
laboral es la única posibilidad de las mujeres de acceder socialmente.
Conclusiones
Si bien se trata de situaciones relativamente diversas, que engloban tanto a sectores
populares como a elites, además de su diferencia temporal, creo que todos estos casos
ejemplifican muy bien cómo ha penetrado cierto ideal europeo de la mujer en la
sociabilidad americana, evidenciado en distintas esferas patriarcales de poder. Sobre
todo, respecto a la expectativa matrimonial que existe detrás de la mujer, en ocasiones
relegando todo su estatus o papel social a esta cuestión.
-De la Cadena, M. (1992) “Las mujeres son más indias: Etnicidad y género en una
comunidad del Cuzco”, en: Revista Isis Internacional, Ediciones de las Mujeres No. 16.
Santiago de Chile.
-Twinam, Ann. (2009) Vidas públicas, secretos privados. Género, honor, sexualidad e
ilegitimidad en la Hispanoamérica colonia FCE, México, pp. 68-81 99-145