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TEMA II DE SOCIOLOGÍA

1. LA NATURALEZA DE LO SOCIAL
Hombre Sociedad UN BINOMIO. No se puede entender el uno sin
el otro. Al igual que un pez considera el agua como parte suya y sólo se desubica
cuando lo trasladan a otro medio, de la misma manera, un niño se desestructuraría si
no le diesen los medios necesarios para ser acogido y socializarse. El hombre nace en
el seno de una familia, vive en un grupo donde se desarrolla y mediante aprendizajes
sociales adquiere una personalidad.

El hombre no es posible fuera de la sociedad. Biológicamente hombre y sociedad es un


todo. Desde sus primeros años, el niño ha pasado por un filtro por diferentes usos y
costumbres: instituciones médicas (parto, lactancia, destete, control de esfínteres…),
educativas, instituciones sociales y jurídicas que reglamentan las acciones sociales,
actividades económicas y mercantiles, etc. A través de experiencias noveladas o del
cine, ningún niño ha logrado socializarse fuera de la comunidad. A pesar de estas
obviedades, resulta curioso que la Sociología no haya empezado a fraguarse como
ciencia hasta épocas muy recientes.

Tan imbuida se mantenía la sociedad en perpetuar los viejos usos y costumbres que
hubo de esperarse hasta la Ilustración para poder pensar por nosotros mismos y
reclamar cambios sociales que fueron llegando poco a poco: entre ellos la separación
de la sociedad civil del Estado (desde Hobbes, Rousseau, liberalismo político,…).

Vale también el descubrimiento de la importancia de los grupos primarios para las


interacciones humanas: grupos pequeños, con relaciones cara a cara y con fuertes
lazos afectivos, primordial para el desarrollo de la especie. Ya lo veremos en el capítulo
5, con las apreciaciones de Homans, respecto a la tupida red de estos grupos
elementales en el entretejido social. Tuvo que ser el acelerado ritmo de los cambios
sociales el que nos hiciera reflexionar sobre esta cuestión.

En esta línea, Nisbet nos precisa la importancia del “vínculo social” de manera
semejante a cómo la química investiga cómo se vinculan los átomos para constituir
moléculas, también la sociología investiga las fuerzas que permiten a los seres
humanos mantenerse unidos a las moléculas sociales donde se encuentran desde su
nacimiento. Theodore Abel ve a las ciencias desentrañando misterios diferentes y el
misterio de los sociólogos es la naturaleza de lo social.

La investigación social comprende dos planos:

Dinámica social Estudio de los cambios a través de diversas épocas


Procesos (diacronía).

Estática social: descripción de lo estructural en un momento determinado

Estructura (sincronía)
Aquí nos vamos a ocupar en la conformación y desarrollo de lo humano y en otros
capítulos: la cultura, sociedad y personalidad (cap. 6) y del estudio comparativo de las
sociedades animales y humanas (cap. 7).

2. EL PAPEL DE LO SOCIAL EN EL DESARROLLO HUMAMO


Es evidente que el hombre es un ser social, pero lo que tratamos de aclarar es el papel
que juega lo social en la naturaleza humana en su conjunto. La condición humana no
es la única de carácter social y este modo de ser es compartido con otras especies
como algunos insectos y primates, pero la diferencia de la especie humana para
Kingsley Davis es que la evolución humana haya hecho que emergiera lo social de lo
natural por evolución, como un proceso que vemos en el cuadro de arriba (diacronía).
Sin embargo, la lógica de lo viviente en general supone cambios, donde se pasa de lo
simple a lo complejo (células, tejidos, órganos, aparatos…), de lo único a lo plural y con
ello una tendencia tanto por desarrollo interno como por la vía de la agregación. Los
biólogos nos hablan de la tendencia natural de las células a la hibridación y los
etólogos nos dicen que son más los casos de cooperación y asociación que de
confrontación y destrucción. Estos hechos tienen una explicación que es la adaptativa,
de manera que estas fórmulas hacen crecer la probabilidad de sobrevivir y
multiplicarse.
Las posibilidades de adaptación son claves en el proceso evolutivo: en 3.500 millones
de años de existencia de la vida, sólo un 1 % de las especies han logrado sobrevivir. En
el caso de la especie humana el carácter interno de lo biológico apenas tiene
relevancia en la evolución, lo llamativo es que su condición social es la que ha hecho
clave este requisito, no sólo para la supervivencia sino para su propia conformación
como especie. En los primates la inmadurez en su evolución sólo les permite un techo.
Un medio social resulta ser una condición sine qua non para un despliegue biológico
normal. Por ello se entiende como preferente la interrelación entre los factores
biológicos y culturales. A esta perspectiva se la llama coevolucionaria. Así se explica
cómo la biología humana y la cultura han podido interactuar en la evolución humana.
En este sentido, sociobiólogos como Wilson nos dirá que el altruismo es adaptativo
en el parentesco, ya que estimula el afecto y la colaboración familiar frente a la
competitividad con otros elementos sociales y, por otro lado, Hamilton nos habla de
“coeficiente de parentesco”, según el cual la aptitud inclusiva es la base del
comportamiento altruista. Es decir lo que gana el conjunto genético en nuestros
descendientes viene de la suma de nuestras propias aptitudes y la suma de aptitudes
que compartimos genéticamente.
Estos planteamientos excesivamente biologístas han generado una reacción, que ha
ido en aumento, entre biólogos, etólogos y sociólogos de hoy. El caso más extremo es
el de E. O. Wilson el cual plantea la Sociobiología como una alternativa para construir
una síntesis científica que estructure las CC. SS.
En realidad, la cultura parece tener un papel preponderante en la evolución
humana, sin que eso no signifique que los beneficios de la genética esté en función de
la lejanía de los cruces y los grados de variabilidad que produce la exogamia (casarse
fuera) y la tendencia social a situar los individuos mutantes como candidatos a la
segregación en el propio grupo. Algo que también se da en los individuos jóvenes en
grupos de primates.
3. LA CONCEPCIÓN DEL HOMBRE COMO SER SOCIAL
La cultura que primero tomó conciencia del hombre como ser social fue la cultura
griega, de modo que la physis de la naturaleza y la polys de la comunidad constituían
ambas el todo del cosmos. Fue precisamente Aristóteles quien define al hombre como
zoon politikón (animal político) y su importancia está en que sólo en la polis se es
autosuficiente y en ella, tras los debates de sus miembros, pueden darse sus propias
leyes. Se trabaja por una vida moral feliz en el seno de la polys y por una organización
social y política en la que participen sus ciudadanos (no así las mujeres ni los esclavos).
A ello se añade la misión de la polys como paideia (enseñanza de aprendizajes)
encargada de la transmisión de los saberes y conocimientos. De ahí que la polys se
encargue también de transmitir sus propios valores culturales (sociedad/ cultura).
Sin embargo, habría que esperar a Darwin para que a lo largo del s. XIX nos plantee el
verdadero papel de las adaptaciones a través de los cambios:
1) El papel de equilibrio de la naturaleza con los seres vivos como dialéctica (proceso)
de interacciones mutuas como lógica de lo viviente (mejoras adaptativas en medios
favorables cuando los cambios en las especies se ajustan a ese medio = equilibrio).
2) Asimismo, la idea de que el proceso evolutivo se ha producido en una dinámica
constante de adaptaciones y desadaptaciones.
Las cuestiones sobre los factores que dan lugar a la dinámica de la evolución se
desarrolló después de Darwin con los avances en la genética. Las adaptaciones se
favorecen con el intercambio genético en la variedad de individuos. Pero no todo
cambio genético es beneficioso. Sólo en pocos casos un rasgo beneficioso como la
mutación de un individuo de pico largo, hace que penetre mejor en el cáliz de ciertas
flores y se alimente mejor, lo cual le llevaría a una mayor descendencia. Se han
apuntado otras muchas causas: los cruces e hibridaciones de distintas especies, los
meros resultados del azar, los errores de la auto-replicación de los códigos del ADN, los
efectos de radiaciones ionizantes, etc.
En la aparición del hombre también han incidido diversos factores (mutaciones
genéticas, cambios geológicos, alteraciones climatológicas –recuérdese la desaparición
de los dinosaurios o los períodos de glaciaciones-, las luchas con otras especies para
controlar los mismos territorios, cambios en la dotación ambiental de recursos…) Pero
en los humanos lo anterior sería muy simplista si no añadiéramos las innovaciones y
aprendizajes (cooperación social, uso de nuevos útiles y herramientas, medios de
abrigo y protección, etc.
En el hombre, la evolución puede ser considerada como un proceso de coevolución,
dentro del contexto general de las especies y en concreto, dentro de algunas especies
sociables de primates que a través de mutaciones y cambios adaptativos, adoptaron
una posición erguida y con el ello la acción manipuladora de las manos ya libres que
dio lugar a la fabricación de nuevos útiles y herramientas.
Pero es precisamente en lo social donde mayores avances se produjeron en la
evolución humana. Por ejemplo, la caza de animales grandes no sólo resultó decisiva
para un régimen proteínico en cuanto a alimentación, sino para la organización y
coordinación de tareas en grupo, matanza, despiece, acarreo, conservación de la
carne, reparto, etc. Tareas complejas imposibles desde la mera individualidad.

Tampoco parecía el “mono desnudo” (libro del biólogo y etólogo británico,


Desmond Morris) la criatura que pareciese más propensa a mejores y mayores avances
evolutivos. En sus inicios parecía una especie con muchas debilidades y deficiencias.
Sin embargo, aquellos homínidos supieron hacerse fuertes y sobrevivir en virtud de su
carácter social. La complejidad de nuevas tareas los hizo emprender formas cada vez
más perfectas de organización social y, sobre todo, desarrollar y transmitir una cultura.
Precisamente, Tylor, antropólogo británico, la definió como “ese todo complejo
que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres
y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto
miembro de la sociedad”. Todo un repertorio de conductas que se adquieren durante
el proceso de socialización, especialmente en los primeros años de vida del niño.
El antropólogo Linton reconoce que hace mucho ya que las unidades funcionales y
adaptativas dejaron de ser los individuos y pasaron a ser los grupos organizados y
entre ellos las distintas instituciones: familia, escuela, comunidad, … En la medida en
que transmitían sus conocimientos, creencias y valores pasó a ser la “cultura” una
especie de “ambiente artificial” creado por el propio hombre como si se tratara de una
segunda naturaleza humana.
PROCESO DE HOMINIZACIÓN.- A todo este proceso de “hacerse” el hombre es a lo que
se califica como hominización. Los seres humanos llegamos así, a ser lo que somos a
través de la sociedad y la cultura. El concepto de cultura es inseparable del concepto
de sociedad. Una sociedad es un agregado organizado de individuos y, la cultura es la
forma en que se comportan, su modo de vida.

PARA VER EL LARGO PROCESO DE HOMINIZACIÓN de forma esquemática y resumida,


recurrimos al Archivo Evo_humana.

4. LA CAPACIDAD ADAPTATIVA DE LO SOCIAL


Mientras otros tipos de primates se extinguieron, la consolidación del homo sapiens
como especie se debe a una serie de factores y muy especialmente las variables
sociológicas terminaron resultando fundamentales.
1) En el proceso de hominización fue clave la lógica evolutiva de lo social. Entre las
razones están las necesidades nutricionales e ingestas de proteínas para hacer frente a
las necesidades de los homínidos con mayor capacidad craneana. Asimismo en estos
grupos empezaron a darse procesos más largos de dependencia antes de abandonar el
seno de la familia (las diferencias entre las crías de pájaro para abandonar el nido o el
cachorro de león son abismales frente a los homínidos).
2) Estos largos procesos conducentes a la maduración, precisan de una intensificación
de los lazos sociales y de mayor complejidad en los modos de comunicación (lenguaje),
así como relaciones materno-filiales más largas con lazos de afinidad y apoyo más
prolongados. (Sentido vertical, interacciones padres-hijos; sentido horizontal,
relaciones afines, primos, vecinos,…).
3) En cuanto a lo que vimos en 1 respecto a mayor necesidad de proteínas para hacer
frente a sus necesidades biológicas en el hombre, hizo que la caza de grandes piezas
requiriesen una más y eficaz organización, coordinación y comunicación. Asimismo los
grandes grupos tenían más fácil su instalación en los territorios más prósperos, así
como defenderlos con mayor éxito. A mayor tamaño en los grupos, más complejidad
social y, por tanto más perfeccionada será la comunicación lingüística y más completa
la variedad de aprendizajes. Por tanto, todo ello contribuyó a mejorar la adaptación
respecto a grupos más reducidos y con menos aprendizajes para sobrevivir. Con ello la
lógica de establecer cuidados mutuos entre heridos, lesionados o enfermos fue lo que
llevó a una especie de contrato social para aumentar la densidad social de una manera
razonable.
Esta lógica de la adaptación hizo que se pasase de unas primitivas bandas de cazadores
recolectores a grupos amplios con apoyo inter-grupal mutuo (alianzas) y capacidad de
emparentarse con otros grupos para acudir en la ayuda en caso de conflictos o
adversidades.
Entre los homínidos parece ser que la mayor capacidad adaptativa por disponer de
un psiquismo y una cierta orientación grupal por capacidad no fue tan decisiva (caso
de los neandertales), sino que se relaciona de manera más específica con las mayores
capacidades de desarrollo cultural evolutivo (cultura: innovaciones y nuevos
aprendizajes), de complejidad organizativa y mayores redes comunicativas con
entornos sociales más amplios que se dio en los cromañones (homo sapiens). Estas
variables societarias o de interacción que mejoran la adaptación están en una mayor
capacidad enriquecedora y de intercambios (de tipo genético, culturales, personales,
etc.), así como una mayor complejidad y perfeccionamiento de las estructuras sociales.
4) En esa misma línea de mayor complejidad situaríamos con la especialización de
funciones y tareas que permiten evolucionar hacia sociedades más desarrolladas.
Además, mientras ciertos grupos se quedaron en meras bandas de cazadores y
recolectores con una complejidad limitada (sólo los dirige un Little man, frente al Big
man), se evolucionó a agrupaciones más nutridas como los clanes, tribus, aldeas…

5. RASGOS CARACTERÍSTICOS DE LO HUMANO


Ya hemos visto que el desarrollo humano supone la introducción de un cierto
principio de auto-regulación y de producción humana de “ambientes artificiales” que
han permitido una mejor adaptación al medio.
La cuestión que hemos visto en el binomio hombre Sociedad ponía el acento en la
sociedad como factor clave de la evolución y el desarrollo. Sin embargo, es pertinente
una nueva pregunta, ¿hasta qué punto lo social, como condición compartida con otros
seres vivos (termiteros, hormigueros, enjambres), puede ser condición suficiente para
explicar el desarrollo humano?
Si no es sólo la variable social, la explicación del proceso de hominización debe ser
explicado con otras cualidades añadidas que permiten alumbrar más el complejo
proceso de la hominización. De esta manera podemos añadir una serie de aptitudes
que acompañan al hombre: la capacidad de lenguaje, la mayor inteligencia y capacidad
del hombre para el aprendizaje, la capacidad de autocontrol (inhibición de los
impulsos), la calidad del trabajo humano como actividad creativa y productiva, las
capacidades artísticas, el sentido de la libertad, etc. ofrecen un panorama más global
del total de las capacidades y competencias humanas.
Con ello podemos explicar que la variable de la sociabilidad humana es muy diferente
de las de otras especies. Mientras las conductas sociales de los otros animales son
mecánicas, instintivas, estereotipadas y automáticas…, en el hombre se da la libertad
para salirse de las meras rutinas y completar acciones creativas.
Lo más que más se aproxima a las conductas sociales humanas son las protoculturas
de las sociedades de primates (macacos, babuinos, gorilas, etc.). Viven en pequeños
grupos y orientan los comportamientos grupales con conductas definidas, como quién
ejerce el liderazgo y cómo se enfrentan a los peligros externos, cómo se regulan las
relaciones sexuales a través de un macho dominante y cómo se dan los lazos materno-
filiales, cómo se producen y transmiten las innovaciones y los descubrimientos, sobre
nuevas formas de comportarse y obtener alimentos y el uso de la comunicación sobre
nuevas posibilidades en el uso de ciertos utensilios para cazar, escarbar, apalancar,
obtener agua de las oquedades, etc.
Otra forma de conocer la evolución de los homínidos es a través de estudios
comparativos con grupos simples como las bandas de cazadores y recolectores iKung
del Congo. Una sociedad muy elemental que vive en grupos nómadas muy reducidos,
recolectando bayas, semillas, frutas y tubérculos, así como cazando pequeñas piezas.
En estos estudios se trata de hacer comparaciones entre Australopithecus con los
primates ahora conocidos u otras formas evolutivas (homo erectus, homo habilis,
homo sapiens) para luego sacar conclusiones de las mismas.
En la naturaleza hay también otros seres vivos con cualidades hacedoras: aves que
construyen sus nidos, castores que retienen y canalizan el agua, las termitas realizan
edificaciones, etc. Pero lo que diferencia al hombre de otros seres vivos es que pueden
efectuar tareas mucho más complejas, sofisticadas y progresivamente perfeccionadas
y a través de lo que crea y produce puede innovar mediante relaciones sobre lo ya
creado. Unas aptitudes hacedoras planificadas desde el cerebro y puestas en práctica
por una coordinación fina entre ojo y mano.
Estas habilidades que servirían para la autorrealización personal y reconocimiento
social las plantea Marx para criticar el trabajo enajenado. Es decir el hombre en la
fábrica debería ser un hombre de praxis, es decir, dotado para el trabajo inteligente
libre y creativo, pero en realidad su trabajo se vuelve repetitivo y rutinario. Se
convierte en alguien que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu, convirtiéndose así
en un ser alienado.
Por último, debemos destacar aquí la cultura como motor de la evolución humana.
El hombre fuera de su sociedad, sin ser socializado en los patrones de su cultura, se
manifiesta como un ser indefenso y limitado, especialmente en los primeros años de
su vida y un ser totalmente diferente a lo que hoy entenderíamos por hombre. Nadie
de nuestra especie ha logrado superar la prueba de vivir fuera de la sociedad.

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