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Buenos alumnos

Comparto una sensación que tuve durante la gripe anterior -aviar/porcina- del 2009. 
En ese entonces trabajaba en el ministerio de educación de nación y un jueves llegaron 15 ministros
de educación de la Unasur y otros países de América Latina. Un par de ellos, el cubano y el
venezolano, bien negros, conversadores, simpáticos. A la reunión de apertura fuimos –invitados o
colados- varios de nosotros. Estábamos re contentos escuchando las palabras de cada uno, cuando
de pronto llega la orden de Casa Rosada de suspender toda actividad ministerial y desocupar los
edificios hasta nueva orden, como medida de prevención ante el aumento de los contagios.
Para ese momento ya estaba un poquito cansado del alcohol en gel, de saludar a distancia sin besos
ni abrazos ni apretón de manos. Pero perdernos ese intercambio fuera de protocolo con ministros de
países combativos, me sobrepasó. 
Sentí que éramos parte de un ensayo de Estado de Sitio Global y me llamó mucho la atención la
docilidad con que nuestro gobierno acataba las indicaciones de la OMS y ahí nomás 15 ministros
invitados se quedaban sin actividad y eran evacuados hacia sus países de origen. Algo tan complejo
como el acuerdo de agendas y políticas educativas, quedaba sin efecto hasta que la OMS dispusiera
lo contrario.
Sentí el poder como una sensación física, mezcla de impotencia e indignación. Y, con la paranoia
del caso, supuse entonces que en diversos lugares del planeta se concentraría toda la información
sobre las medidas recomendadas por la OMS, su aplicación y sus efectos, para impulsar su
ampliación y mejorar la eficacia de futuros episodios de estado de sitio global.
Y eso es lo que estaría ocurriendo ahora –dice un tal Follari- en "este monumental experimento
planetario de control de poblaciones"1.
Así que, bueno, si no podemos hacer otra cosa, haremos lo que hacemos, y la consecuencia
anunciada que esperamos será achatar la curva de contagios, y muchos –miles quizás- salvarán su
vida por eso. Y ese resultado, en sí mismo, no tiene precio.
Solo que no sabemos qué más viene, pero los resultados de cada “experimento planetario de control
de poblaciones” que conocimos y la facilidad con que fueron adoptados por nuestros gobiernos, no
son un antecedente como para tranquilizarnos.
Y recuerdo ahora que veinte años antes de 2009, en 1989, con la misma facilidad, Menem y todo su
gobierno peronista obedecieron la indicación del FMI y el Banco Mundial acerca de privatizar las
empresas estatales y las jubilaciones, después de haber ganado las elecciones con el programa
opuesto…
Y otros 17 años antes –el 20 de junio de 1973-, con esa misma facilidad, Perón peronizó la Doctrina
de la Seguridad Nacional de la CIA, dejando 13 muertos y 356 heridos en el acto preparado para
recibirlo (un año después –mayo de 1974- se abrazaría con Pinochet, y al año siguiente, Isabel
presidenta condecoró a Pinochet y adhirió a nuestro país al Plan Cóndor)
Y entonces caigo en la cuenta de que recién cuando ocurrieron esos hechos pudimos comenzar a
sospechar cuál era la real correlación de fuerzas en la que quedábamos aprisionados los militantes
de esos gobiernos. Y se nos abrió un agujero bajo los pies.
Francamente espero que ahora no sea igual. Pero no puedo adherirme al curso intensivo de cuidados
preventivos contra pandemias que estamos cursando en estos meses, ni al entusiasmo de buenos
alumnos con que nos presentamos los de aquí de Argentina en la universidad globalizada de “un
mundo feliz” donde “nos cuidamos entre todos”.—
Eugenio Perrone - 14/05/20

1
Roberto Follari, https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/el_futuro_despues_del_covid-19_0.pdf , pág. 13.

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