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La soledad que invade el parqueadero de la UCP

En pleno día de la mujer y aún con prevenciones por la pandemia que cambió
nuestras vidas, por fin nos estábamos preparando para regresar a la universidad
después de tanto tiempo, un año para ser precisas. Los nervios inundaron
nuestros cuerpos, sabíamos dentro de nosotras que sería una experiencia extraña
y al mismo tiempo linda, pues en estos tiempos los reencuentros se hacen aún
más emotivos.

Nosotras siempre estuvimos en contacto. Desde el almuerzo, mientras una comía


arroz con pollo y la otra pastas a la Alfredo que con mucho amor prepararon
nuestras madres, nos preguntábamos si ya estábamos listas para salir y, cuando
llegó el momento de partir, casi en una sincronía perfecta nos alistamos y nos
dirigimos en nuestros carros hacia la universidad.

Llegó el momento más esperado, vimos a compañeros que en los últimos meses
solo habíamos visto por cámara y, en contra de todas las normas, nos abrazamos
por un momento, sabíamos que bajo esos cubre bocas habían unas lindas
sonrisas de oreja a oreja. Nos dirigimos juntos a la cafetería mientras hablábamos
de lo diferentes que algunos estábamos, de hace cuántos meses no nos veíamos
y de anécdotas vividas en este tiempo que nunca durante la virtualidad y el
distanciamiento nos contamos.

Al dirigirnos a clase, muchos de nosotros estábamos emocionados por conocer al


profesor Nossa, pues aunque no lo hubiésemos tenido de frente antes, la energía
y felicidad que nos transmitía por cámara nos permitía saber que cuando por fin lo
conociéramos, la experiencia de la clase sería dinámica y cómoda. Y así fue, nos
encontramos con una persona alegre, con un tono de voz fuerte y una
personalidad característica, justo como lo imaginábamos.

Después de una charla y una breve introducción al tema, el profesor quiso poner
en práctica todo lo que nos había enseñado y, fue en ese momento cuando nos
dirigimos al parqueadero de la universidad a realizar un trabajo de campo. El paso
por el parqueadero de la Universidad Católica de Pereira nos mostraba un

Hecho por Nicole Charcas Aguirre y Natalia Duque Doncel.


panorama bastante desolador. Caminar entre hojas secas y nueva vegetación en
las zonas de parqueo generó una sensación difícil de describir, sensación que hizo
reafirmar que hace mucho tiempo no tenía el flujo de personas y vehículos que
antes solía tener y, que irónico es, porque en ocasiones ni espacios para
estacionar había.

Tan inmenso, pero tan vacío. Lleno de diversos sonidos, las aves y una leve brisa
que caía sobre nuestros hombros se volvieron nuestra compañía en aquel vacío
parqueadero que nos producía una tranquilidad inimaginable, pero aun así se
encontraba inmerso en aquella ciudad ruidosa que lo rodeaba y, por más que
tratara de brindarnos serenidad, no podía dejar de lado el caos y el desorden,
como las voces de personas hablando a lo lejos y los carros que pasaban por la
avenida.

Estar allí fue una experiencia visual y sensorial bastante peculiar, entre más
centrábamos nuestra atención en los detalles, más se iban agudizando nuestros
sentidos, una hoja seca ya no sonaba igual, las pisadas eran mucho más fuertes,
las aves y la brisa entre tantos árboles estaban dando un cambio que nos permitía
ver las cosas de maneras distintas, como si todo fuese más pleno. El cielo estaba
nublado y bastante gris para ser las 3 de la tarde, empezó a caer gotas de lluvia
sobre nosotras, así que decidimos ir de nuevo al salón por el sendero, hablando
aún de lo impresionante y extraño que era ver la soledad que tenía la zona de
parqueo.

Durante nuestra caminata, no solo analizamos lo solitario que estaba el


parqueadero, sino la universidad en general y, al mismo tiempo, se nos iban
agotando los minutos que teníamos para compartir juntas. Ya se acercaban las 4
de la tarde, la hora en la que tendríamos que decirnos adiós de nuevo sin saber
cuándo será la próxima vez que nos podamos abrazar, la próxima ocasión para
reír y contarnos experiencias atrasadas.

El tiempo disminuía a medida que dábamos un paso por las baldosas que, nunca
habríamos imaginado extrañaríamos tanto pisar. Llegando al salón, lo único que
nos preguntábamos era ¿cuándo nos volveremos a ver?, ¿cuándo nos volveremos

Hecho por Nicole Charcas Aguirre y Natalia Duque Doncel.


a abrazar?, ¿cuándo volveremos a reir juntos? Entre nostalgia y desconcierto, nos
dimos un último abrazo caluroso y lleno de amor, para cada uno dirigirse a su
hogar a seguir con lo que ya es habitual, la virtualidad en tiempos de pandemia.

Hecho por Nicole Charcas Aguirre y Natalia Duque Doncel.

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