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Programa No.

0021 – GÉNESIS 7:1 - 8:13

Concluimos nuestra lección del capítulo 6, notando la provisión que Dios había hecho para el
alimento de todos aquellos que entrarían en el arca. En los versículos finales del capítulo 6, los
versículos 21 y 22, leemos:

21
Y toma contigo de todo alimento que se come, y almacénalo, y servirá de sustento
para ti y para ellos. 22Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó.
(Gén. 6:21-22)

Aquí hay algo muy práctico: él tuvo que llevar mucho alimento en el arca para dar de comer a
los animales. Alguien preguntará: “¿Por qué los animales no se comían entre sí?” Bueno,
porque hasta el tiempo del diluvio los hombres y los animales no comían carne, no había ningún
animal carnívoro; y se nos dice que en el milenio, el lobo morará con el cordero y el leopardo con
el cabrito se acostará. El león como el buey comerá paja. Ese, probablemente era el estado de
los animales en aquel entonces, el cual ocurrirá una vez más.

Bien, comenzamos ahora, el estudio del capítulo 7 de Génesis y consideraremos a Noé, su


familia y los animales que entraron en el arca, según las instrucciones de Dios. Dice el versículo
1 de este capítulo 7 de Génesis:

1
Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo
delante de mí en esta generación. (Gén. 7:1)

Ahora, ¿por qué era justo Noé? Era justo por la fe, igual como más adelante en la historia
Abraham sería justo por la fe. Allá en el capítulo 15, versículo 6 de Génesis, leemos: Y creyó a
Jehová, y le fue contado por justicia. Esto es, refiriéndose a Abraham. El escritor a los Hebreos
nos dice que Noé preparó el arca por la fe. Esa es la razón por la cual Dios les salvó.

¿Se ha fijado usted alguna vez cuán bondadoso es Dios con este hombre en el tiempo de un
juicio tan terrible? “Entra tú,” le dijo. Es el mismo tipo de invitación que nuestro Señor Jesús
da hoy a todos los miembros de la raza humana. En el evangelio según San Mateo, capítulo 11,
versículo 28, El Señor Jesucristo pronunció estas palabras: Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Ahora, en la última parte del versículo 16 de este
capítulo 7 de Génesis, notamos que el Señor le cerró la puerta. Luego, el capítulo 8 de Génesis
comienza así: Y se acordó Dios de Noé. ¿No es todo esto muy bello? ¡Qué maravilloso, amigo
oyente! Dios bien pudo haberse olvidado de Noé. Años después, pudo haber dicho: “¡Ay de mí!
Se me olvidó por completo aquel hombre por allá. Lo metí en el arca, y me olvidé de él”. Y eso
sí que hubiera sido malo. Pero Dios no olvidó de Noé. Se acordó de él. Amigo oyente, Dios
nunca olvida. Dios se acuerda de usted y se acuerda de mí. Lo único que Él no recuerda, es el
pecado. El profeta Jeremías, en el capítulo 31 y versículo 34 de su libro, dice: y no me acordaré
más de su pecado. ¡Qué promesa más bella!

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Ahora, Noé y su familia entran en el arca. Y ¿sabía usted que esta historia de Noé, igual
como la historia de la creación, ha recorrido por la faz de toda la tierra? Se la lee como la
historia de la creación. Ojalá pudiéramos mencionar aquí el relato babilónico, como lo hicimos
en nuestro estudio del relato de la creación, pero no vamos a hacerlo. El caso es que cuando uno
compara ese relato con el de la Biblia, encuentra una gran diferencia. Y mucho de lo que se
encuentra en los otros relatos, es hasta absurdo. Pero, es un hecho que la mayoría de las naciones
y las gentes, tiene un relato tanto de la creación, como del diluvio. ¿No le dice eso algo a usted,
amigo oyente? Debiera decirle que hay una base para la verdad de la creación y del diluvio. No
saldrían todos con el mismo relato si hubieran estado fabricando los eventos. Por supuesto, el
relato babilónico da las razones que no son, declarando que los dioses tuvieron algún tipo de
guerra entre ellos, y que estaban luchando el uno contra el otro, y eso es lo que ocasionó el
diluvio. La Biblia dice que Dios lo envió como juicio sobre el hombre por haber pecado. Ahora,
en el versículo 2 del capítulo 7 de Génesis, leemos:

2a
De todo animal limpio tomarás siete parejas, macho y su hembra; (Gén. 7:2a)

Esto fue la base de un pleito hace años. El Dr. Geraldo Rimmer ofreció mil dólares a
cualquier persona que pudiera mostrar una contradicción en la Biblia, y este versículo fue usado
en un tribunal de ley. Había algunos teólogos liberales que testificaron que este versículo
contenía una contradicción. ¿Por qué diría que debe llevar dos de una clase cuando aquí dice que
llevó siete de cada clase? Bueno, todo lo que le falta hacer es continuar la lectura, y podrá
notarse que, cuando Noé salió del arca, ofreció los animales limpios como sacrificios a Dios.
¿Dónde pudiera haber encontrado Noé los animales limpios, si no hubiera llevado más de dos
animales con él? Fue sólo de entre los animales limpios que llevó siete, y ahora ya sabemos cuál
fue la razón. De los que no eran limpios llevó dos, un macho y su hembra. De las aves limpias
de los cielos, llevó siete. Ahora, en los versículos 2 y 3 de Génesis, capítulo 7, leemos:

2b
mas de los animales que no son limpios, una pareja, el macho y su hembra. 3También
de las aves de los cielos, siete parejas, macho y hembra, para conservar viva la especie
sobre la faz de la tierra. (Gén. 7:2b-3)

Después del sacrificio de Noé, todavía había macho y hembra de todo animal y de toda ave
para conservar viva la especie sobre la faz de la tierra. El versículo 4 dice:

4
Porque pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta
noches; y raeré de sobre la faz de la tierra a todo ser viviente que hice. (Gén. 7:4)

Ahora, durante siete días, todo el mundo todavía podía haber llamado a la puerta del arca, y
creemos francamente, que bien pudieron haber conseguido su entrada. Dios los habría salvado.
Todo lo que tenían que hacer era creer en Dios. Los versículos 7 al 9, nos dicen ahora:

7
Y por causa de las aguas del diluvio entró Noé al arca, y con él sus hijos, su mujer, y
las mujeres de sus hijos. 8De los animales limpios, y de los animales que no eran

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limpios, y de las aves, y de todo lo que se arrastra sobre la tierra, 9de dos en dos
entraron con Noé en el arca; macho y hembra, como mandó Dios a Noé. (Gén. 7:6 - 9)

En ningún lugar dice que Noé buscaba y arreaba los animales al arca. No le fue necesario.
Los animales vinieron a él. Y el versículo 10 dice:

10
Y sucedió que al séptimo día las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra. (Gén.
7:10)

Y esto nos conduce ahora a la consideración del diluvio mismo. Consideremos en primer
lugar, la destrucción de toda carne y la salvación de Noé y aquellos que estaban con él en el arca.
Vamos ahora a leer partes de algunos de los próximos versículos. El versículo diez nos dice que
las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra. Ahora, el versículo 11 dice:

11
El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes,
aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos
fueron abiertas (Gén. 7:11)

Continuamos ahora con el versículo 12 de este capítulo 7 de Génesis:

12
y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches. (Gén. 7:12)

Pasando ahora al versículo 16, leemos:

16
Y los que vinieron, macho y hembra de toda carne vinieron, como le había mandado
Dios; y Jehová le cerró la puerta. (Gén. 7:16)

Y la primera parte del versículo 17, dice:

17
Y fue el diluvio cuarenta días sobre la tierra; (Gén. 7:17)

Y el versículo 24, dice:

24
Y prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento cincuenta días. (Gén. 7:24)

Ahora, hay una pregunta que surge en cuanto al diluvio y es: ¿cuál es la evidencia histórica y
científica del diluvio? No pensamos entrar en esta materia, pero sí quisiéramos recomendarle un
libro que es sumamente bueno en relación con este tema. Se trata del libro “El Diluvio de
Génesis”, escrito por Henry M. Morris y John C. Whitcomb. Ambos hombres están
completamente calificados para escribir sobre este tema. El Dr. John Whitcomb tiene un
doctorado en teología y fue profesor del Antiguo Testamento en el Seminario Teológico de la
Gracia en Estados Unidos; y el Dr. Henry Morris recibió su doctorado en filosofía de la
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universidad de Minnesota, y fue profesor de ingeniería hidráulica y jefe del departamento de
ingeniería civil del Instituto Politécnico de Virginia, Estados Unidos. El Dr. Morris y el Dr.
Whitcomb se unieron y escribieron este libro sobre el diluvio de Génesis. En él muestran que el
diluvio fue universal; que fue una gran catástrofe, y que hay evidencia histórica que lo confirma.
Asimismo responden al argumento uniformitariano, que sostiene que los procesos existentes
actuando de la misma manera que en el presente, son suficientes para dar cuenta de todos los
cambios geológicos. Esta es una de las muchas teorías que han sido promovidas para descartar
las evidencias geológicas del diluvio universal. Pero permítanos decirle, amigo oyente, que hay
una abundancia de evidencia para el diluvio y este libro responde a mucho de este asunto.

Hay libros que han salido de la imprenta, escritos por hombres que consideramos sendo
intelectuales, o sea, intelectuales falsos, y falsos teólogos también. Algunos de ellos dicen que el
diluvio fue local. Es decir, aseguran que se limitó al Valle de los ríos Tigris y Éufrates, y que
formó algo así como una grande piscina por allá, pero que eso fue todo. Amigo oyente, la
Escritura expresa con toda claridad que el diluvio cubrió toda la tierra. El libro ya mencionado
ciertamente verifica lo que dice la Biblia.

La familia humana había poblado la tierra. Los hombres y los animales habían llegado ya a
los demás continentes del mundo. Pero el hecho según la Biblia, es que la familia humana
comenzó de nuevo con Noé. Eso es lo que dice la Palabra de Dios. Y amigo oyente, uno o
acepta la Biblia, o la rechaza. Concluir por hipótesis que los eventos pudieran haber sucedido de
otra manera, es en esencia, rechazar lo que dice Dios. La Biblia expresa con claridad que hubo
un diluvio universal. Los versículos 23 y 24 de este capítulo 7 de Génesis, dicen:

23
Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la
bestia, los reptiles, y las aves del cielo; y fueron raídos de la tierra, y quedó solamente
Noé, y los que con él estaban en el arca. 24Y prevalecieron las aguas sobre la tierra
ciento cincuenta días. (Gén. 7:23-24)

Quienes argumentan en contra de un diluvio universal, por lo general, aceptan el principio


uniformitariano, y sostienen el punto de vista de que no había tal cosa como una gran convulsión
o catástrofe como el diluvio. Pero, ¿sabe usted, amigo oyente, que el Apóstol Pedro nos
amonesta contra los que piensan de ese modo? Dice el Apóstol Pedro en su segunda carta,
capítulo 3, versículos 3 al 6, lo siguiente: sabiendo primero esto, que en los postreros días
vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la
promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas
permanecen así como desde el principio de la creación. Estos ignoran voluntariamente, que en el
tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene
del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua

Los burladores siempre han concordado con el principio uniformitariano, pero no pueden
mantener ese punto de vista, y a la vez aceptar la integridad de la Palabra de Dios. Es pues, muy
importante que entendamos esto.

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Y así concluimos nuestra consideración del capítulo 7 de Génesis. Y nos encontramos ahora
ante el capítulo 8, y notaremos que las lluvias se detienen, se retiran las aguas y el arca reposa
sobre el monte Ararat. El final del capítulo siete, nos dijo que prevalecieron las aguas sobre la
tierra ciento cincuenta días. Ese es un período que abarca unos cinco meses en los cuales
prevalecieron las aguas. Ahora, en el capítulo ocho, vemos que las aguas disminuyeron. Del
versículo 1 hasta el 3, leemos:

1
Y se acordó Dios de Noé, y de todos los animales, y de todas las bestias que estaban
con él en el arca; e hizo pasar Dios un viento sobre la tierra, y disminuyeron las aguas.
2
Y se cerraron las fuentes del abismo y las cataratas de los cielos; y la lluvia de los
cielos fue detenida. 3Y las aguas decrecían gradualmente de sobre la tierra; y se
retiraron las aguas al cabo de ciento cincuenta días. (Gén. 8:1-3)

Es maravilloso, de veras, que Dios se acordara de Noé. Noé estaba perfectamente seguro en
el arca. Este capítulo no sólo nos relata de la subida del diluvio, sino también de cómo
prevaleció el diluvio y de la mitigación de él. Nos dice que Dios hizo que pasara un viento sobre
la tierra. Ahora, todo esto no sucedió de la noche a la mañana. La subida de las aguas llevó un
total de 150 días, como ya lo hemos leído. Luego, pasan 261 días en la mitigación del diluvio.
Nos parece que fue algo más que simplemente un diluvio local. Notemos ahora el envío del
cuervo y la paloma. El versículo 4 dice:

4
Y reposó el arca en el mes séptimo, a los diecisiete días del mes, sobre los montes de
Ararat.

Y el versículo 5 continúa diciendo:

5
Y las aguas fueron decreciendo hasta el mes décimo; en el décimo, al primero del mes,
se descubrieron las cimas de los montes.

Ahora, el versículo 6, dice:

6
Sucedió que al cabo de cuarenta días abrió Noé la ventana del arca que había hecho,
(Gén. 8:6)

El versículo 7 dice:

7
y envió un cuervo, el cual salió, y estuvo yendo y volviendo hasta que las aguas se
secaron sobre la tierra. (Gén. 8:7)

Notamos aquí que Noé se convierte ahora en observador de los pájaros. Envía dos aves, el
cuervo y la paloma, y las va a observar. Continuamos la lectura del versículo 8 hasta el 13 y
dice:

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8
Envió también de sí una paloma, para ver si las aguas se habían retirado de sobre la
faz de la tierra. 9Y no halló la paloma donde sentar la planta de su pie, y volvió a él al
arca, porque las aguas estaban aún sobre la faz de toda la tierra. Entonces él extendió
su mano, y tomándola, la hizo entrar consigo en el arca. 10Esperó aún otros siete días,
y volvió a enviar la paloma fuera del arca. 11Y la paloma volvió a él a la hora de la
tarde; y he aquí que traía una hoja de olivo en el pico; y entendió Noé que las aguas se
habían retirado de sobre la tierra. 12Y esperó aún otros siete días, y envió la paloma, la
cual no volvió ya más a él. 13Y sucedió que en el año seiscientos uno de Noé, en el mes
primero, el día primero del mes, las aguas se secaron sobre la tierra; y quitó Noé la
cubierta del arca, y miró, y he aquí que la faz de la tierra estaba seca. (Gén. 8:8-13)

Ahora, notemos que esto abarca un período de 261 días, y por tanto, el diluvio duró un total
de 371 días. Es decir, se prolongó por más de un año. También concuerda con la declaración de
la Escritura que afirma que el diluvio fue universal. No se trataba únicamente de llenar una
piscina con agua; ciertamente fue más que eso.

El Dr. J. E. Shelley sostiene la tesis de que el diluvio fue universal y que cubrió toda la tierra.
Y quisiéramos leer una cita de él, tocante al ejemplo más notable del diluvio universal en el caso
de los mamíferos. Dice él: “Estos elefantes se encuentran enterrados en los depósitos
congelados de la tundra de Siberia, y por todo lo largo del continente de Asia y en el norte de
Alaska y en el Canadá. Se encuentran en gran número en el suelo elevado y no están hundidos
en el pantano, millones de ellos”. Sigue contando acerca de ellos, cómo es que fueron
examinados, y cómo la evidencia indica que fueron ahogados. Si es que meramente se hubieran
hundido allá arriba, hubieran muerto de hambre. Pero, entre más al norte vaya uno, más se
encuentran. El suelo de las islas del Mar Blanco dentro del círculo ártico se compone
mayormente de sus huesos juntos con los del tigre del tipo dentado de sable, del alce gigante, del
oso de caverna, del buey almizcleño, de troncos de árboles, y de los que han echado raíces en la
tierra. Hoy no existe ningún árbol en aquellas regiones. Los más cercanos quedan a miles de
kilómetros de distancia. El mamut no podía comer de la vegetación achaparrada que crece en
esta región. La autopsia revela la presencia, en sus estómagos, de su última comida, que fue pino
y ramas de plantas espineras. Estos mamuts fueron sepultados vivos en los depósitos cuando el
sedimento estaba blando. Ellos y el sedimento de repente fueron congelados y nunca han sido
descongelados, porque no muestran ninguna señal de descomposición. El Dr. Shelley cuenta de
cómo el marfil del mamut ha sido vendido en los muelles de Londres por más de mil años. El
museo de Historia Natural compró la cabeza y la presa de un mamut en una tienda de marfil en el
muelle de Londres. La cabeza estaba perfectamente preservada, y estaba cubierta de su piel
original. Los exploradores han salvado sus vidas comiendo de la carne de estos animales que han
sido conservados en frigoríficos por unos 4.600 años. Amigo oyente, si se desea tener evidencia
del diluvio, y de un diluvio universal, hay abundante evidencia si estamos dispuestos a aceptarla.

Quisiéramos ahora señalar una gran verdad espiritual que tenemos aquí en este relato del
cuervo y la paloma. Pero, en primer lugar, mencionaremos que la paloma volvió, y trajo un
poquito de follaje, una hoja de olivo en el pico. No entendemos por qué la hoja de olivo, siempre
ha sido el símbolo de la paz, pero así es. Cuando volvió la paloma, después de haberse ido,
sirvió de señal de que el juicio había ya pasado, y que se podía regresar a la tierra. Hay una paz
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en este regreso pero vemos que aún el hombre que sale a la tierra es el mismo tipo de hombre que
entró en el arca. Los hijos de Noé tenían las mismas características que los primeros hombres
que provocaron el diluvio. Encontramos pues, que la raza humana no muestra un mejoramiento
después del diluvio, de ninguna manera.

Vamos a considerar la lección espiritual. Notamos que Noé se ocupa de observar los pájaros,
y mandó que saliera el cuervo. El cuervo no regresó al arca y, ¿por qué no regresó? Bueno,
notemos qué es lo que come un cuervo. Un cuervo come de todo. El hecho es que había
muchísimos animales muertos y mucha carne disponible después del diluvio. Y eso es lo que
come un cuervo. No regresó, porque después de todo, iba a banquetear, y se estaba gozando
mucho porque era un ave inmunda.

Pero, la paloma en cambio, es una ave limpia y así se la considera más adelante en la Biblia.
Usted recordará, amigo oyente, que Noé llevó tanto animales y aves limpios, como aves y
animales inmundos en el arca. La paloma fue como una mensajera que trajo con ella una
información. Después del segundo viaje de la paloma, Noé supo que las aguas del juicio ya se
habían retirado de la tierra, porque la hoja del olivo revelaba que la tierra seca ya estaba a la
vista.

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