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PENSAMIENTO POSITIVO Y PERSONALIDAD POSITIVO

¿Suelen las personas positivas ser más longevas?

Es un poco complejo responder a esta pregunta ya que a lo largo de la historia se han realizado
diversas investigaciones respecto a las casusas de longevidad del ser humano, algunas
investigaciones sugieren que una mayor longevidad se debe al estilo de vida, a el nivel
socioeconómico, a la alimentación y al acceso a salud, entre otras causas, sin embargo, algunos
estudios realizados, como el realizado a un grupo de monjas católicas sobre longevidad y
felicidad, demuestran que se el llevar un mismo estilo de vida saludable no es, generalmente, la
causa de longevidad. En este estudio se revisaron los escritos autobiográficos, que dichas monjas
habían escrito al momento de hacer sus votos religiosos, aquellos en los que se expresaba un
sentimiento de felicidad y euforia, en su mayoría, pertenecían a religiosas que habían vivido más
tiempo que aquellas que no habían expresado este tipo de sentimientos en sus relatos, incluso
casi no habían presentado problemas de salud a lo largo de su vida. La clínica Mayo, de
Rochester, Minnesota llevó a cabo un estudio con el fin de relacionar la longevidad con el
optimismo; este estudio se realizó con 839 pacientes, quienes habían ingresado 40 años antes y a
los cuales se les había aplicado un test de rasgo del optimismo, el 19% de los pacientes
optimistas presentaban una mayor longevidad y esperanza de vida que aquellos que habían
contestado de manera pesimista.

Este tipo de estudios nos demuestra que un registro momentáneo de felicidad puede determinar,
de manera convincente la longevidad. Las personas positivas tienen a interpretar que sus
problemas tienen un límite en el tiempo, que son propios de una situación y que suelen
resolverse, por el contrario, las personas pesimistas tienden a cree que sus problemas duraran
toda la vida y que ellos no pueden controlarlos ni resolverlos. El rasgo positivo hace que las
personas permanezcan felices la mayor parte del tiempo.
La felicidad puede ser producida por una vida placentera o por diversos estimulantes como las
drogas, el alcohol, el chocolate, el dinero, entre otros, sin embargo, esta no es una auténtica
felicidad ya que las emociones positivas que genera no son propias del carácter y pueden
provocar un sentimiento de desilusión y desolación llevando a la persona a sentirse deprimida e
inquieta. Por otro lado, la felicidad producida por un sentimiento positivo que se genera como
consecuencia de la práctica de las propias fortalezas y virtudes es una auténtica felicidad.

Realizar acciones filantrópicas por los demás suele generar una mayor satisfacción personal que
el realizar actividades placenteras como salir a divertirse con amigos o utilizar algún estimulante
de la felicidad; las acciones desinteresadas y altruistas generan sentimientos positivos más
genuinos debido a que, a diferencia del placer, este tipo de actividades requieren de la bondad y
por tanto son gratificantes; la gratificación requiere de las fortalezas personales para poder llevar
a cabo de la mejor manera una acción, las personas dejan de pensar en si mismas y sienten un
mayor bienestar al ayudar a los demás. Si este bienestar se da como resultado del empleo de las
fortalezas y virtudes, entonces es genuino.

Se debe aclarar que existe una diferencia entre los sentimientos positivos y los rasgos positivos,
por un lado, los sentimientos son estados o acontecimientos momentáneos que no tienen por qué
ser rasgos de personalidad recurrentes. Los rasgos por su lado no son estados, sino más bien, son
características positivas o negativas que se repiten a lo largo del tiempo y en distintas
situaciones, y las fortalezas y virtudes son las características positivas que aportan sensaciones
positivas y gratificación. Los rasgos son disposiciones duraderas cuya materialización hace que
los sentimientos momentáneos sean más probables.

El optimismo es una de las dos docenas de fortalezas que producen un mayor bienestar. Cada
una de las fortalezas y virtudes sirven para sobrellevar los malos y buenos momentos de la vida.
Aunque en general las fortalezas y virtudes son universales, no todas las personas poseen las
mismas fortalezas y por tanto las fortalezas de cada persona son propias. El bienestar que genera
el empleo de las fortalezas propias radica en la autenticidad. Pero al igual que el bienestar
necesita arraigarse en las fortalezas y virtudes, éstas a su vez deben arraigarse en algo superior.
Del mismo modo que la buena vida es algo más que la vida placentera, la vida significativa es
algo más que la buena vida.
En conclusión, el éxito en la vida y la satisfacción emocional más profunda proceden del
desarrollo y el ejercicio de las fortalezas personales, mas que en corregir las debilidades de cada
uno.

Bibliografía:

Seligman, M. (2003) Authentic Hapiness (1° Ed) Barcelona, España. Ediciones B,S.A

Anexo:

Comentario sobre la encuesta rápida sobre la felicidad creada por Michael W. Fordyce:

Al realizar la encuesta sobre felicidad pude darme cuenta de que al contestar este tipo de
encuestas a veces nos mentimos a nosotros mismos haciéndonos creer que somos sumamente
felices, sin embargo, al pasar el tiempo en que nos sentimos felices, infelices o neutros a
porcentajes, nos podemos dar cuenta que no siempre estamos completamente felices y eso
normal y esta bien pues la mayoría de las personas, tienen una media de 54,13% de tiempo en
que están felices.

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