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¿Test de agradecimiento?
Las palabras gracias y agradecimiento se usan 120 veces en la Biblia. Además, es el hilo
común que leemos en los Salmos. “Te daré gracias en la congregación; entremos por Sus
puertas con acción de gracias al Señor”. Al establecer el gobierno de Israel, el Rey David
designó a ciertos hombres, mañana y tarde, para “darle gracias al Señor”.
Este principio era tan importante que David empleó gente para cantar su gratitud a Dios
todo el día. El legendario rey no estaba siendo sólo cortés; su actitud de agradecimiento
estaba enraizada en su alma. David era un hombre agradecido. No es coincidencia que el
dulce cantor de Israel fuese también un estratega militar exitoso… David está agradecido.
En medio de sus problemas, tras recoger una escasa cosecha, hicieron un alto y dieron
gracias. Lo llamamos Acción de Gracias; era una tradición del tiempo de cosecha que
trajeron consigo desde Europa. Aquí pasó de una mera formalidad, más que un mero
ritual. Este fue un sacrificio que escogieron ofrecer a pesar de sus dificultades.
Hasta donde sé, los Estados Unidos es la única nación que ha separado un feriado nacional
de Acción de Gracias. ¿Debiera extrañarnos entonces que los Estados Unidos, como David
y el antiguo Israel, continúen siendo una fuerza con la que bregar?
De hecho, el favor descansa sobre aquellos que viven en una actitud de agradecimiento. La
Biblia narra cómo diez leprosos vinieron a Jesús pidiendo misericordia. La Escritura dice
que “fueron limpiados” de su enfermedad. Los diez tomaron camino pero sólo uno regresó
para decir “gracias”. A este, el Señor le dijo: “Tu fe te ha salvado”. No estoy seguro de la
diferencia entre “limpiado” y “salvado”, pero tengo la sensación de que “salvación” es
mejor. Una sencilla “gracias” abrió el camino para una mayor bendición. La gente
agradecida obtienen favor; esto sigue la ley del agradecimiento.
De la misma manera, dos buenos hombres, Pablo y Silas, estaban aprisionados en una
mazmorra del primer siglo por compartir las Buenas Nuevas. En un sótano oscuro e
infestado de ratas, estos presos decidieron cantar alabanzas a Dios. Una versión bíblica
dice que “dieron gracias”. Al hacerlo, ¡la ley del agradecimiento entró en efecto y las
puertas de la prisión se abrieron! En vez de huir, Pablo y Silas se quedaron y
compartieron su fe con los carceleros.
Tal es la actitud de la gente agradecida. ¿En qué prisión nos encontramos hoy? ¿Será una
emocional? ¿O financiera? ¿Estaremos encerrados en culpa, preocupación, desánimo ó
desilusión? ¿Estaremos aprisionados por un hábito que no podemos romper?
Conozco al menos parte del remedio. Comencemos a dar gracias cada día por las buenas
cosas en nuestra vida. Olvidemos lo malo y concentrémonos en las bendiciones. Como dice
la canción: “Contemos nuestras bendiciones”. Escríbalas si tiene que hacerlo. Con el
tiempo, se desatará una fuerza a través de la gratitud que ofrezcamos.
Y en caso de que pensemos que no tenemos de qué estar agradecidos, ¿qué de el último
aliento que acabamos de respirar, y el que siguió, y el otro? Eso merece unas “gracias”,
¿verdad? Comencemos con eso y estaremos camino a una vida de agradecimiento.
William Baldwin
Fuente: www.AsAManThinketh.net
Aunque el pensamiento de hoy fue concebido con motivo del Día de Acción de Gracias en
los EEUU, no cabe duda que su enseñanza y aplicaciones son relevantes en todo tiempo.
Definitivamente que cuando aprendemos a ser agradecidos, nuestras vidas desarrollan una
perspectiva distinta y mucho más abarcadora. Aprendemos a apreciar a los demás por sus
contribuciones en nuestras vidas y por ende elimina mucho del ego-centrismo tan
característico de una sociedad que exalta el logro individual. Y sobre todo, sepamos ser
agradecidos con nuestro Salvador por todas las bendiciones que ha derramado sobre
nosotros. Pronto descubriremos que una actitud así nos convertirá en personas mucho más
gozosas y con una visión positiva del futuro. Adelante y que el Señor les continúe
bendiciendo.
Raúl Irigoyen
EL REY QUE BUSCABA LA FELICIDAD
Había una vez un Zar que se encontraba muy enfermo, en su desesperación por librarse de ese
mal que le aquejaba desde ya hace mucho tiempo pronunció las siguientes palabras: “¡Daré la
mitad de mi reino a quien pueda Todos los médicos y sabios se reunieron para intentar curar al
zar, mas no encontraron remedio alguno!
A punto de darse por vencidos, uno de ellos exclamó: ¡Hay una forma de curar al zar!, los demás
médicos y sabios lo miraron con asombro y preguntaron: “¿cuál es la solución?”, el sabio
respondió: “si logramos encontrar a un hombre que sea verdaderamente feliz, basta con quitarle
su camisa y ponérsela al zar para que se cure.”
Entonces el zar hizo buscar en su reino a un hombre verdaderamente feliz. Los enviados del
soberano se esparcieron por todo el reino, pero no pudieron hallar al afortunado hombre. Uno era
sumamente rico, pero estaba enfermo, otro gozaba de plena salud, pero era pobre, otro más era
rico y sano, pero se quejaba de su mujer y de sus hijos, en fin, a todos les faltaba algo para ser
verdaderamente felices. curarme!”.
Cierta noche el hijo del zar pasaba afuera de una choza muy sencilla y escuchó que adentro
alguien exclamaba: “Gracias Dios mío porque tengo todo para ser feliz. He trabajado y he
comido bien. Nada me falta.” El hijo del zar se sintió lleno de alegría y mandó a sus sirvientes a
que le llevaran la camisa de aquel hombre, a quien en cambio había que darle cuánto dinero
exigiera.
Se dirigieron a toda prisa a la choza para quitarle la camisa al hombre feliz, pero GRANDE fue
sorpresa pues este hombre era tan pobre que no tenía camisa.
Esta Reflexión sobre la gratitud nos invita a cultivar en nosotros un corazón que sepa agradecer.
Agradecer por las personas que nos rodean y que seguramente nos llenan de sus favores, pero
sobre todo a Dios, que jamás nos abandona y cuya misericordia es infinita.
EL REINO AGRADECIDO
Había una vez un Reino que estaba muy contento con su Rey, el Rey realmente se preocupaba
por todos los pueblos de su reino, procuraba apoyar a la gente que enfermaba, a quienes les iba
mal en la cosecha los ayudaba, atendía a los más pobres y estaba al pendiente de sus necesidades,
en fin, el reino era el reino más feliz, era un reino Agradecido con su rey.
Un día, el Rey pensó que estaba un poco alejado de todos los pueblos del reino, entonces mandó
a todos sus trabajadores que construyeran Muchos Caminos, pero les indicó que todos esos
caminos debían conducir a su castillo, y que empezaran a construir desde la puerta de su castillo
hacia los pueblos del reino. Pero hubo una orden del Rey ALGO EXTRAÑA, el Rey también
había ordenado que solo se construyera la mitad de cada camino que conducía a cada uno de los
pueblos, todos los trabajadores se quedaron pensando que era una orden muy extraña, pero así lo
hicieron.
la gratitud
Llegó el día en que los trabajadores concluyeron sus trabajos y se lo informaron al Rey, este se
puso muy contento. El Rey ahora ordenó a sus mensajeros: “Vayan por todos los pueblos del
Reino y díganles que su Rey ha mandando construir la mitad del camino a su pueblo, que ellos
solo tienen que construir la otra mitad para estar más cerca de su Rey y que cuando lo hagan Él
estará muy contento de recibirles en su castillo.”
Cada pueblo reaccionó de distinta manera, los pueblos que eran agradecidos se sintieron felices
por el detalle del Rey e inmediatamente pusieron manos a la obra para construir su mitad de
camino.
Otros pueblos que no eran agradecidos reaccionaron de manera agresiva y decían: “Vaya Rey
que tenemos, solo mandó construir la mitad del camino y quiere que nosotros construyamos lo
demás, pues no lo haremos. Él debe hacerlo todo.”
Tiempo después llegó una temporada de sequía y de enfermedad al reino, las cosechas se
perdieron y la gente comenzó a padecer de mucha necesidad. Los pueblos del reino que habían
construido su mitad del camino pudieron ir camino al castillo, donde el Rey los recibió con gusto
y les ayudó en todas sus necesidades. Por otro lado, los pueblos que no construyeron su mitad de
camino sufrieron hambre, enfermedad y necesidades por un largo tiempo.
El Rey lamentándose decía: “Ojala que todos los pueblos construyan la mitad del camino que les
falta, yo estaré feliz de recibirles y de entregarles la ayuda que les tengo RESERVADA”
El Reino Agradecido, Conclusión: ¿Cuántas veces en la vida nos quedamos esperando a que los
demás resuelvan Todos nuestros problemas y no somos capaces de poner nada de nuestra parte?
De igual manera Dios está esperándonos siempre, Él ya ha construido la mitad de los caminos
que van hasta su salvación, depende de nosotros si somos parte del Reino Agradecido que
construye o del Reino que solo se queja y sufre.