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Regresa conmigo a la escena de la casa iglesia clandestina que describí en el capítulo 1.

El primer día
que pasé con estos creyentes, con sencillez me pidieron que guiara un estudio bíblico. «Por favor,
venga mañana a las dos de la tarde». Así que ordené algunos pensamientos para un estudio bíblico
corto y fui al lugar designado, donde aguardaban unos veinte líderes de casas iglesias. No recuerdo
cuándo comenzamos, pero sí recuerdo que ocho horas después todavía estábamos en pleno auge.
Estudiábamos un pasaje y después ellos hacían preguntas sobre otro. Esto nos llevaba a otro tema,
luego a otro, y al finalizar el día, nuestras conversaciones habían pasado por los sueños y las visiones
a las lenguas y la Trinidad. Era tarde en la noche y querían continuar estudiando, pero debían
regresar a sus hogares. Entonces, nos preguntaron a los dos líderes principales y a mí: —¿Podemos
volver a reunirnos mañana? —Me encantaría —les respondí—. ¿Nos encontramos a la misma hora?
—No, queremos comenzar temprano por la mañana —respondieron. —Muy bien —les dije—.
¿Cuánto tiempo quisieran dedicar al estudio? —Todo el día —contestaron. RADICAL: VOLVAMOS A
LAS RAICES DE LA FE 17 ejemplar de muestra - adquiere el original en tu libreria amigaAsí comenzó
un proceso en el que, durante los siguientes diez días, y durante ocho o doce horas al día, nos
reuníamos a estudiar la Palabra de Dios. Estaban hambrientos. Al segundo día, les presenté a estos
creyentes relativamente nuevos la historia de Nehemías. Les hablé sobre el trasfondo y la historia de
este libro de la Biblia y les mostré en Nehemías 8 la importancia de la Palabra de Dios. Luego,
tuvimos un breve receso y vi a los líderes conversando seriamente sobre algo en pequeños grupos. A
los pocos minutos, uno de ellos se me acercó. —Nunca antes nos han enseñado estas verdades, y
deseamos aprender más —dijo. Luego, lanzó la bomba—. ¿Estaría dispuesto a enseñarnos sobre
todos los libros del Antiguo Testamento mientras está aquí? —¿Todo el Antiguo Testamento? —dije
sonriendo—. Eso llevaría mucho tiempo. A esta altura, otros se unían a la conversación y dijeron: —
Haremos lo que sea necesario. La mayoría de nosotros somos granjeros y trabajamos todo el día,
pero dejaríamos nuestros campos sin atender durante las próximas dos semanas si podemos
aprender sobre el Antiguo Testamento. Así que eso fue lo que hicimos. Al día siguiente, los guié a
través de una visión global de la historia del Antiguo Testamento. Luego, comenzamos en Génesis y
durante los días siguientes, nos abrimos paso por entre los principales temas y los puntos
destacados de cada libro del Antiguo Testamento. Imagina lo que fue hablar sobre el Cantar de los
Cantares a un grupo de creyentes asiáticos, muchos de los cuales nunca antes habían leído el libro,
¡y tan solo pedir que no hicieran preguntas! A partir del próximo día y hasta el penúltimo, llegamos a
Malaquías. Tenía doce horas más para enseñar y no tenía idea de qué decir. Una vez que has
hablado sobre Habacuc, ¿qué más se puede decir? Entonces, el último día comencé a enseñar sobre
un tema al azar. Sin embargo, en menos de una hora, uno de los líderes me interrumpió. —Tenemos
un problema —dijo. Preocupado por pensar que había dicho algo equivocado, respondí: RADICAL:
VOLVAMOS A LAS RAICES DE LA FE 18 ejemplar de muestra - adquiere el original en tu libreria amiga
—¿Cuál es el problema? —Nos ha enseñado el Antiguo Testamento, pero no nos ha enseñado sobre
el Nuevo Testamento —respondió. Sonreí, pero él hablaba en serio. —Nos gustaría aprender sobre
el Nuevo Testamento hoy —dijo. Cuando los otros líderes que se encontraban en la habitación
asintieron con la cabeza, no tuve elección. Durante las siguientes once horas, recorrimos a buen
paso de Mateo hasta Apocalipsis. Imagina lo que es asistir a un encuentro de adoración en una de
estas casas iglesias. No una capacitación de todo el día en la Palabra. Tan solo un servicio normal de
adoración que dura tres horas hasta tarde en la noche. El creyente asiático que te lleva, te da las
instrucciones. «Póngase pantalones oscuros y una chaqueta con capucha. Lo colocaremos en la
parte trasera del auto y lo llevaremos hacia el pueblo. Por favor, mantenga la capucha puesta y el
rostro bajo». Cuando llegas al pueblo, bajo las sombras de la noche, otro creyente asiático te recibirá
en la puerta del auto. «Sígame», te dirá. Con la capucha puesta, sales del auto con la cabeza mirando
al suelo. Comienzas a caminar con los ojos fijos en los pies del hombre que va delante, mientras te
guía por un largo y serpenteante sendero con una pequeña linterna. Al avanzar por el sendero,
sentirás cada vez más pasos a tu alrededor. Por último, girarás en una esquina y te dirigirán hacia
una pequeña habitación. A pesar de su tamaño, sesenta creyentes se habían amontonado allí. Eran
de todas las edades, desde hermosas niñitas hasta hombres de setenta años. Estaban sentados en el
suelo o en pequeñas banquetas, hombro con hombro, amontonados juntos, con las Biblias en el
regazo. El techo es bajo, y una lamparita cuelga del medio del cielo raso como única fuente de
iluminación. No hay sistema de sonido. No hay banda. No hay guitarra. RADICAL: VOLVAMOS A LAS
RAICES DE LA FE 19 ejemplar d

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