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b. Pastoral de curación…………………………………………………...
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Capítulo I
1. Conceptos y definiciones
Para abordar este tema y evitar después ideas equivocas para luego adoptar posturas
radicales, abrimos este capítulo aclarando los términos necesarios para el desarrollo nuestro
tema, ofreciendo un panorama bíblico, histórico, socio-cultural y los testimonios que nos
ofrecen las investigaciones antropológicas recientes, con tal de que podamos situarnos en el
contexto de la práctica exorcista y el manejo de espíritus en el que vivó Jesús.
a. Posesión espiritual
Al llegar donde los discípulos, vio a mucha gente que les rodea-
ba y a unos escribas que discutían con ellos. Toda la gente, al ver-
le, quedó sorprendida y corrieron a saludarle. Él les preguntó: «
¿De qué discutís con ellos? » Uno de entre la gente le respondió: «
Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo y, donde-
quiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar espumarajos,
rechinar de dientes y le deja rígido. He dicho a tus discípulos que
lo expulsaran, pero no han podido. » Él les responde: « ¡Oh gene-
ración incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta
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En la literatura bíblica tenemos al profeta Jeremías que no puede contener las pala-
bras que Dios le ha inspirado, o las crisis que sufre el rey Samuel cuando le sobreviene un
espíritu maligno y el testimonio de un hombre a quien un demonio que le posee lo bloquea
en su capacidad de hablar:
b. El exorcismo
Ahora bien, gracias a las definiciones como a los textos bíblicos anteriores es como
podemos hablar sobre el exorcismo. ¿Qué se entiende por exorcismo? Por ahora diremos
que el exorcismo es la práctica que pone fin a la acción que ejerce el espíritu poseedor so-
bre la persona poseída (cfr. MIQUEL, E., 2009, p. 15).
,..V.=];`
/v.,.v.;v;/
v.//,,|/`,|/,
El verbo atar/desatar aparece 24 veces en los Evangelios en los casos del sentido de
unión física y en el sentido moral y espiritual. En el caso de Lc 13, 16 es en el sentido mo-
ral y espiritual. El verbo ;es el aoristo de ,y significa atar o sujetar. Esto refleja
que la acción de Jesús sobre esta hija de Abraham fue la de liberarla de una condición o
circunstancia opresora y desagradable producida por un espíritu llamado Satanás.
`.Vv,.`v.=v
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c. Tipología de espíritus
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Según los estudios antropológicos, en las posesiones positivas los poseídos se con-
vierten en médiums a través de los cuales el espíritu actúa mediante visiones o el habla.
Como es de notar, las posesiones positivas son atribuidas a espíritus que colaboran en
la cohesión del grupo humano y que favorecen las relaciones del grupo con el mundo espi-
ritual, según su cultura.
En cambio, las posesiones negativas son las que producen sufrimientos físicos o psí-
quicos a quienes la padecen y que, según los antropólogos, poseen de manera indiscrimina-
da a víctimas inocentes. Es entonces, cuando este hecho es considerado como un castigo
que muchas veces afecta a otras personas del entorno. Un ejemplo lo tenemos en la pregun-
ta que los discípulos hacen a Jesús sobre la sanación del ciego de nacimiento:
En este pasaje es evidente que la pregunta de los discípulos a Jesús ¿quién pecó, él o
sus padres, para que haya nacido ciego? deja entrever la concepción de la cultura antigua de
estos pueblos con respecto a la manera de cómo actúan los espíritus en una posesión negati-
va: que los espíritus de tal índole, poseen al individuo y afectan no solo su integridad, sino
a los que le rodean, produciendo inestabilidad en sus coetáneos. Con toda razón el motivo
de tal pregunta, pues según la cultura, estos espíritus actúan tras una trasgresión o pecado.
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Así pues, en el desarrollo de este tema, cuando hablemos de posesión espiritual nega-
tiva, nos estaremos refiriendo a la acción que ejerce un espíritu sobre un individuo, produ-
ciendo alteraciones y limitaciones dolorosas que deterioran la salud física y psíquica del po-
seso y su entorno y obstaculiza el funcionamiento e integración adecuada del individuo en
su ámbito socio-cultural.
Ahora bien, ¿cuál es la carácter de este tipo de espíritus que son responsables de las
posesiones negativas?, ¿cuál es la identidad y naturaleza de este tipo de espíritus?
d. El demonio
De ser así, la experiencia del mal constatada en la vida humana viene a ser considera-
da como una manifestación del influjo de los espíritus responsables de las posesiones nega-
tivas. Este tipo de espíritus, en el mundo de las religiones es conocido como demonios.
Así pues, según el contexto de este tema, ¿qué se puede entender por demonio? Eti-
mológicamente el término demonio proviene de , que significa divinidad inferior,
genio, espíritu de los muertos o del mal, sombra o espíritu maligno (cfr. URBINA, J.,
1999). En la Sagrada Escritura al demonio se le identifica con el diablo y satanás, según el
contexto particular.
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Según la notas de la Biblia de Jerusalén, este pasaje del Génesis, de tradición yahvis-
ta, se vale de elementos de tradición popular y mitológica. La dificultad está en que ¿a quié-
nes se refiere con hijos de Dios? Aludimos a algunos pasajes bíblicos que nos puedan dar
alguna luz:
Según la nota de este pasaje los hijos de Dios o de los dioses (recordemos la tradición
popular y mitológica del texto genesiaco) son los ángeles que han caído y que fueron
miembros de la corte celestial: ¡Cielos, exultad con él, y adórenle los hijos de Dios! (Dt
32, 43); y que están en la presencia de Dios, incluido el mismo ángel que ha caído: El día
que los Hijos de Dios venían a presentarse ante Yahveh, vino también entre ellos el Satán -
`,- (Job 1, 6).
El libro de Job en la versión de los LXX utiliza el término `, que significa
calumniador o espíritu maligno para referirse al Satán. Sin embargo, este pasaje pertenece
al período preexílico, es decir, aquí aún no es el demonio del judaísmo postexílico (ver 1 Cr
21, 1) ni de la teología cristiana. De cualquier manera, la palabra denota una disposición
hostil e ingrata que se obstina en el intento de impedir toda empresa de Dios en favor del
hombre (Comentario Bíblico de “San Jerónimo” Tomo II, 1971, p. 456).
En el Antiguo Testamento la identidad del demonio se delata por su acción sobre los
hombres, y que no tiene otro fin que el sembrar confusión y engaño mediante el influjo o la
posesión espiritual:
Los datos que nos ofrece la arqueología son una prueba de que las practicas rituales
que se llevaban a cabo y la creencia en la posesión espiritual formaban ya parte del conoci-
miento socio-cultural y el ejercicio de ambas eran socialmente aceptadas.
Tal vez el mayor testimonio que se relaciona con el fenómeno de la posesión está en
unas tablillas de origen mesopotámico en las que se describen las distintas actuaciones ri-
tuales y fórmulas de carácter exorcista. Los estudios antropológicos reflejan que dichas ta-
blillas registran los tipos de posesión del tiempo y la región. Este testimonio permite supo-
ner que ya antes del ministerio de Jesús se practicaba el exorcismo como medio de domina-
ción del mundo espiritual e intento de erradicación de los males que producían las posesio-
nes negativas, además que muestra la influencia de la cultura mesopotámica sobre la tradi-
ción bíblica (cfr. MIQUEL, E., 2009).
Algo que llama la atención es que la práctica de dichos rituales estaba en manos de un
personal especializado -probablemente un exorcista, o personal ya ubicado dentro de la es-
tructura social y cultual- y que operaba en un contexto religioso institucionalizado, cuyo fin
era la curación de los males agresivos y que se pensaba que eran provocados por estos de-
monios.
En la tradición griega, está la referencia de la República, obra que data del s. IV a. C.,
y en la que Platón alude burlonamente a los sacerdotes y a los adivinos que hacen conjuros
y afirman poder mandar a los dioses para causar daño a los enemigos de sus clientes:
El testimonio de Platon apunta a que los sectores populares de la Atenas clásica te-
nían la creencia de que era posible que los dioses agredieran sin algún motivo de carácter
moral a los hombres, y que un experto en el dominio de los espíritus fuera capaz de dirigir
sus embates.
d. Cultura judía y AT
menor de Caleb. El espíritu de Yahveh vino sobre él, fue juez de Is-
rael y salió a la guerra. Yahveh puso en sus manos a Kusán Risea-
táyim, rey de Edom y triunfó sobre Kusán Riseatáyim (Jue 3, 9-10).
Sin embargo, también hay pasajes en los que se registran las posesiones por parte de
espíritus malignos y la relevancia de la práctica exorcista. En el pasaje de 1 Sm el espíritu
malo es enviado por Dios para que agite a Saúl y David lo exorciza con su música; y en el
libro de Tobías, el demonio mata a los pretendientes de Sara y es exorcizado por Tobías de
una manera muy peculiar:
Ahora bien, en el intento de tratar de recopilar el material donde nos hable de manera
explícita sobre el papel de Jesús como exorcista y su dominio que tenía sobre espíritus que
generaban posesiones, tenemos el siguiente conjunto de textos evangélicos. Estos pasajes
dejan entrever que la fama que Jesús tenía de ser un sanador y exorcista estaba ya amplia-
mente difundida y aceptada no solo entre sus paisanos, sino en el mundo pagano, como es
en el caso de Mc 9, 38-39. Los pasajes anteriores como los que a continuación se muestran
sobre el fenómeno de la posesión, son de alguna manera coherentes con el marco antropo-
lógico que se expuso en los dos puntos anteriormente tratados.
a. Material de Marcos
Mc 3, 7-12: Sumario en el que se mencionan los exorcismos de Jesús entre gente ve-
nida de diversas regiones.
Mc 3, 15: Jesús elige a los Doce y les da poder para que expulsen demonios.
Mc 6, 7: Jesús envía a los Doce dándoles poder sobre los espíritus impuros.
b. Material de Mateo
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Mt 10, 25b: Dicho de Jesús: si al dueño de la casa le han llamado Belcebú, ¡qué no
llamarán a sus siervos!
c. Material de Lucas
Lc 17, 18-23: Jesús sana a muchos de malos espíritus ante los enviados de Juan.
Lc 8, 1-3: Sumario: menciona a mujeres que han sido libradas de demonios por Jesús
y que le siguen junto a los Doce.
Lc 13, 10-13. 16: Relato de exorcismo: Jesús libera a una mujer a la que un demonio
mantenía atada y le impedía enderezarse.
Lc 13, 31-33: Ante el aviso de que Herodes le busca para matarlo, Jesús reafirma su
intención de seguir sanando y expulsar demonios.
Lc 22, 31: Jesús anuncia a Simón que será sacudido por Satanás.
d. Material de Juan
alianza íntima tiene lugar bajo la forma de una posesión positiva controlada y ello lo capa-
cita para actuar con toda autoridad y soberanía sobre los espíritus que generan las posesio-
nes perjudiciales:
Al llegar donde los discípulos, vio a mucha gente que les ro-
deaba y a unos escribas que discutían con ellos. Toda la gente, al
verle, quedó sorprendida y corrieron a saludarle. Él les preguntó: «
¿De qué discutís con ellos? » Uno de entre la gente le respondió: «
Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo y, donde-
quiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar espumarajos,
rechinar de dientes y le deja rígido. He dicho a tus discípulos que lo
expulsaran, pero no han podido. » Él les responde: « ¡Oh genera-
ción incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo
habré de soportaros? ¡Traédmelo! » Y se lo trajeron. Apenas el es-
píritu vio a Jesús, agitó violentamente al muchacho y, cayendo en
tierra, se revolcaba echando espumarajos. Entonces él preguntó a su
padre: « ¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto? » Le
dijo: « Desde niño. Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua
para acabar con él; pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de
nosotros. » Jesús le dijo: « ¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posi-
ble para quien cree! » Al instante, gritó el padre del muchacho: «
¡Creo, ayuda a mi poca fe! » Viendo Jesús que se agolpaba la gente,
increpó al espíritu inmundo, diciéndole: « Espíritu sordo y mudo, yo
te lo mando: sal de él y no entres más en él. » Y el espíritu salió
dando gritos y agitándole con violencia. El muchacho quedó como
muerto, hasta el punto de que muchos decían que había muerto. Pero
Jesús, tomándole de la mano, le levantó y él se puso en pie. Cuando
Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos: «
¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle? » (Mc 9, 14-28).
Jesús hace partícipes de este poder a sus discípulos en su tarea de predicación: Institu-
yó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los
demonios (Mc 3, 14-15); Y llama a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles
poder sobre los espíritus inmundos (Mc 6, 7), y no restringe este poder a quienes no forman
parte de este colegio de seguidores de Jesús: Juan le dijo: « Maestro, hemos visto a uno que
expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo por-
que no venía con nosotros. » Pero Jesús dijo: « No se lo impidáis, pues no hay nadie que
obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el
que no está contra nosotros, está por nosotros (Mc 9, 39-40).
A este respecto, según la cita de Mc 3, 14ss, Jesús envía a sus discípulos, pero ¿a qué
les envía? A predicar y con el poder de expulsar demonios. Aunque ciertamente les envió
en primer lugar a predicar, dar a conocer la Palabra, los apóstoles (vo,j) son ante
todo anunciadores y testigos de la persona de Jesús, y esta persona comporta el “Reino de
Dios”, pero para el evangelista, este Reino no es una mera palabra ni enseñanza, es un
“acontecimiento”. Este acontecimiento que dan a conocer los mismos enviados, a fin de
cuentas, es la misma persona de Jesús, que lucha contra las estructuras de pecado que se en-
marcan en las estructuras concretas de su entorno. Los mensajeros de Jesús, siguiendo sus
pasos tienden a exorcizar el mundo, a la fundación de una nueva forma de vida en el Espíri-
tu Santo, que libere de la obsesión diabólica (RATZINGER, J., (2007), p. 211).
Si los elementos de este marco interpretativo que conforman este primer capítulo
cumplen su función, según nuestra pretensión, entonces podemos asegurar que la práctica
exorcista de Jesús no constituiría un elemento marginal en la vida pública de Jesús, sino
como factor significativo, además de figurar como punto de atracción -y en algunos casos,
de rechazo- para posibles seguidores (MIQUEL, E., 2009, p. 174). Así pues, la actividad
que Jesús desempeñaría estaría vinculada no solo con el ambiente ético y social del Israel
de su tiempo, sino que también estaría íntimamente relacionada con la experiencia de lo
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trascendente, con el Dios de Israel. Estos aspectos conformarían lo que Jesús llamaría la lle-
gada del Reino y su incidencia en su contexto vital, tema que será tratado en el siguiente
capítulo.
23
Capítulo II
Por lo que toca a Jesús, Él los expulsa con el poder de su palabra sin recurrir a prácti-
cas mágicas como posiblemente algunos otros recurrían al realizar dichas obras (Lc 11, 20;
Mt 12, 18), y una vez expulsados les ordena callar sometiéndolos a la obediencia plena.
Este actuar de Jesús conlleva la vivencia del Reino, tan pregonado por Él. De ahí, que la in-
vectiva de sus detractores de que expulsa a los demonios por el poder de Beelzebul resulta
un pecado más grave: Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: « Está poseído
por Beelzebul » y « por el príncipe de los demonios expulsa los demonios. »… Yo os asegu-
ro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por mu-
chas que éstas sean (Mc 3, 22.28), pues ya han cerrado las puertas de su conciencia a la
majestuosidad del Reino. Este dominio con tinte escatológico que está en contra de las fuer-
zas del mal y que mantiene en la espera del Mesías, debe ser signo de la llegada del Reino
de Dios: Pero si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a voso-
tros el Reino de Dios (Mt 12, 28); Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es
que ha llegado a vosotros el Reino de Dios (Lc 11, 20).
El Mesías tiene una misión puramente religiosa que queda explicada por su mensaje y
su obra salvífica, cuyo núcleo interesante es la proximidad del Reino de Dios. De la vincu-
lación de la predicación con sus milagros curativos se desprende que su predicación central
no puede separarse de su persona, pues ella misma comporta, ya en sí, un testimonio de la
plenitud de que la época de la salvación (cfr. SCHNACKENBURG, R., (1970 2) Reino y
reinado de Dios. Estudio bíblico-teológico, Actualidad Bíblica 3, Madrid: Ediciones Fax, p.
106).
De ahí la respuesta a Juan el Bautista ante la petición de saber si Él era el que había
de venir:
Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos an-
dan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resu-
citan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva (Mt 11, 4-5).
cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muer-
tos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva (Lc 7, 22).
La predicación del mensaje salvífico de Jesús está íntimamente relacionado con la ex-
pulsión de demonios, haciendo participes a sus apóstoles, quienes y lo ejercen en sus corre-
rías misionales (cfr. SCHNACKENBURG, R., p. 112). Por el conjunto testimonios en el
Evangelio de Marcos donde se muestra el fenómeno de la posesión y el conjuro para expul-
sarlos podemos decir que los demonios se ponen en guardia al ponerse de frente a Jesús, y
conocen su identidad divina, manifestando su santo nombre, pero se ven obligados a obede-
cer al impero mayestático de Jesús. Es así como el Reino de Dios se muestra verdadera-
mente eficaz en la actuación de Jesús, que va haciendo retroceder el imperio de Satanás.
Mt 8 Mc 5 Lc 8
26
28Al llegar a la otra orilla, 1 Y llegaron al otro lado del 26 Arribaron a la región de
a la región de los gadare- mar, a la región de los gera- los gerasenos, que está fren-
nos, senos. te a Galilea.
y de pronto toda la piara se y la piara -unos dos mil- se aquel hombre y entraron en
arrojó al mar precipicio arrojó al mar de lo alto del los puercos;
abajo, precipicio
y la piara se arrojó al lago
y perecieron en las aguas. y se fueron ahogando en el de lo alto del precipicio,
mar.
al endemoniado,
35 Salieron, pues, a ver lo
sentado, vestido y en su
sano juicio,
encontraron al hombre del
y, en viéndole, le rogaron que habían salido los demo-
que se retirase de su tér- nios, sentado, vestido y en
mino. su sano juicio, a los pies de
Jesús;
y se llenaron de temor.
y se llenaron de temor.
Texto griego
30
senos (cfr. MEIER, J., (2000) Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico, Tomo
II/2: Los milagros, Navarra: Editorial Verbo Divino, p. 751).
Mas, si se decide que gerasenos es el gentilicio correcto, ¿qué hacer con el hecho de
la estampida de los cerdos si se considera que Gerasa está a varios kilómetros del mar?,
¿acaso los cerdos correrían más de cincuenta kilómetros para arrojarse al mar? Puesto que
éste relato surgió en Palestina o en una región adyacente a ella y puesto que presumible-
mente el escritor original sabía bien que Gerasa no estaba cerca del mar de Galilea, es posi -
ble concluir que gerasenos pertenece a la forma más primitiva del relato y confirma la idea
de que el incidente de los cerdos no estaba incluido en un principio en la forma primitiva
del relato. Nuestro análisis no se avoca a la piara, más bien, al relato estricto del exorcismo.
El hombre con espíritu inmundo del que habla el v. 2 está en un estado de locura y fu-
ria y su aversión a los hombres le hace escoger como morada los sepulcros que, en la men-
talidad judía, eran motivo de impureza si se les frecuentaba, además de que eran concebidos
como el lugar de los demonios. Por su peligrosidad, el poseso había sido puesto entre cade-
nas aunque en vano, pues ya varias veces se las había destrozado, de tal manera que ya na-
die podía dominarle. Ahora, ha huido de los hombres, que al parecer le son hostiles (SCH-
MID, J., p. 159).
32
Sin embargo, según el v. 2, resulta interesante que este hombre con espíritu impuro
que huía de los hombres, fue al encuentro de Jesús. El verbo indica que una persona llega
cerca de otra persona de forma que se puede establecer un diálogo entre ellas: En esto, Je-
sús les salió al encuentro y les dijo: « ¡Dios os guarde! » Y ellas, acercándose, se asieron
de sus pies y le adoraron (Mt 28, 9); Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y
le dijeron que su hijo vivía. (Jn 4, 51); y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro
diez hombres leprosos, que se pararon a distancia (Lc 17, 12); y tal es el sentido del verbo
en el texto paralelo de Mt 8, 28b: vinieron a su encuentro dos endemoniados. Por ello, cau-
sa extrañeza lo que dice Mc 5, 6: viendo a Jesús de lejos, corrió; tal expresión es incompa-
tible con lo que dice el v. 2. Tal vez por eso Lc 8, 28a suprimió las expresiones de lejos y
corrió: Al ver a Jesús se echó a sus pies.
Antes de estos momentos en los que se intenta revelar la verdadera identidad de Je-
sús, solo se registra el episodio cuando Dios habla desde el cielo en el bautismo y en la
transfiguración. En este sentido, los demonios al ser exorcizados, tienen la capacidad de de-
latar y expresar la filiación divina de Jesús. El diálogo que mantiene Jesús con le endemo-
niado en Mc 5, 6-7se ajusta a un programa teológico de la identidad de Jesús de Nazaret y
no meramente como un dato histórico (cfr. MEIER, J., p. 753). En las religiones paganas se
emplea este título también para la designación del primero de los dioses (vgr. Zeus), lo que
encuadra con el carácter predominantemente pagano de la región en la que se desarrolla el
relato (SCHMID, J., p. 159).
Llama la atención la expresión gritó con fuerte voz del v. 7 (,j), que se encuen-
tra también en Mc 1, 26 pero con un verbo diferente: Y agitándole violentamente el espíritu
inmundo, dio un fuerte grito (ñ) y salió de él. Tal término ya no se encuentra en
ningún otro lugar, a no ser en labios de Jesús en la cruz en Mt 27, 50: Pero Jesús, dando de
nuevo un fuerte grito (,j), exhaló el espíritu, pero que está con un verbo diferente en
Mc 15, 13: La gente volvió a gritar (;): « ¡Crucifícale! » (P. BENOIT, M.-E.
BOISMARD, J. L. MALILLOS, p. 189).
Esta anomalía es también un indicio de que Mc fusiona dos relatos diferentes, uno de
los cuales sería paralelo al de Mt. Esta fusión explica la razón de ser del breve diálogo de
Mc 5, 9: Y le preguntó: « ¿Cuál es tu nombre? » Le contesta: « Mi nombre es Legión, por -
que somos muchos. »; que falta en Mt: este diálogo establece una unión artificial entre los
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dos relatos que fusiona Mc, aquel en que no se trataba más que de un solo demonio y aquel
en que había varios (P. BENOIT, M.-E. BOISMARD, J. L. MALILLOS, p. 188).
En el v. 11 aparece una gran piara de puercos que pacían al pie del monte. Estos
puercos son el refugio solicitado por los demonios y que se ajusta al medio predominante-
mente pagano de esta región, pues los judíos tenían prohibida tanto la cría de cerdos como
comerlos: ni cerdo, pues aunque tiene la pezuña partida, hendida en mitades, no rumia; se-
rá impuro para vosotros. No comeréis su carne ni tocaréis sus cadáveres; serán impuros
para vosotros (Lev 11, 7-8) (SCHMID, J., p. 160).
En los vv. 14-16 tenemos por dos veces la mención de que la gente de la ciudad va al
lugar del milagro y por dos veces son informados de lo ocurrido: y salió la gente a ver qué
era lo que había ocurrido (v. 14 que está en Mt y en Lc); Los que lo habían visto les conta-
ron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos (v. 16 que falta en Mt, pero que está en
Lc). Así pues, ¿a qué venía el mandato de Jesús cuando toda la ciudad a sus alrededores es-
taba ya al corriente de lo sucedido (v. 14)? (cfr. P. BENOIT, M.-E. BOISMARD, J. L. MA-
LILLOS, p. 188, 189; SCHMID, J., p. 161).
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El final del relato, los vv. 18b-20, que falta en Mt, se concilian difícilmente con lo di-
cho en los vv. 14-17, que son en parte paralelos en Mt. En efecto, si el acto de Jesús provo-
ca la pérdida de toda una piara de puercos tuvo como resultado el hacerle indeseable en la
región, según el v. 17: Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término. La
reacción de aquella gente pagana no es de alegría, sino de temor ante el terrible y misterio-
so poder de Jesús. De ahí, que le regaran que se alejara (P. BENOIT, M.-E. BOISMARD, J.
L. MALILLOS, p. 189).
En contraste con los paganos, el exposeso, ahora liberado de los demonios por Jesús,
reconoce en él al taumaturgo que lo curó. Sin embargo, ¿cómo le puede decir Jesús al expo-
seso que vaya a anunciar a los suyos lo que el Señor ha hecho con él (v. 19)? Aunque el ex-
poseso reconoce el poder liberador de Jesús y agradecido quiere seguirle, Jesús no lo per-
mite. Por eso la petición de Jesús. Él no quiere aceptar a un pagano entre sus discípulos, ni
llevar consigo a un curado como evidencia de su poder, sino que lo manda a su casa, donde
deberá difundir lo que el Señor, es decir, Dios, ha realizado en su favor. La solicitud de Je-
sús difiere con la de otros casos donde ordena tajantemente el silencio a los curados:
Tal vez, la razón más acertada por la que Jesús le ordenó contar lo que el Señor hizo
con él, sea porque sabía que se iría a proclamar por la Decápolis (v. 20). La Decápolis es
un territorio predominantemente pagano, en donde no existe el peligro de una falsa inter-
pretación de la mesianidad de Jesús. La Decápolis es el país de la Diez Ciudades, esto es, el
dominio formado por diez ciudades aliadas, aunque de tanto en tanto se eliminaba alguna
de la lista, mientras se agregaban otras. La Decápolis está situada al SE del lago de Genesa-
ret (llamado también mar de Galilea o mar/lago de Tiberíades). Esta región está habitada
sobre todo por griego y sirios, y estaba sometida directamente al gobernador de la provincia
romana de Siria, después de su separación del dominio judío en la época de los Macabeos,
llevada a cabo por Pompeyo en el año 64/63 a. C (cfr. P. BENOIT, M.-E. BOISMARD, J.
L. MALILLOS, p. 189).
Por estas observaciones del análisis del texto evangélico de Mc 5, 1-20, se puede con-
cluir que el relato de Mc fusiona dos relatos diferentes, uno paralelo al de Mt, y otro que del
que no se encuentra huella en Mt.
36
Así pues, el poder de las tinieblas encuentra su fin con la acción obediente del Señor
hasta su muerte, con la que rechazó el ataque final de Satanás por el poder de la Cruz (cfr.
Misal Romano, Prefacio I de la Pasión). Esta victoria de Cristo se hace patente en su resu-
rrección -como dice Ef 1, 22- cuando Dios lo exaltó de entre los muertos y lo sentó a su de -
recha, sometiendo todo a sus pies: Bajo sus pies sometió todas las cosas y le constituyó Ca-
beza suprema de la Iglesia (Ritual Romano de Exorcismos y otras Súplicas, prænotanda
16).
El misterio de la iniquidad solo se ilumina con la luz del misterio de la piedad. La re-
velación del amor de Cristo ha manifestado el alcance del mal, pero al mismo tiempo ha
manifestado la sobreabundancia de su gracia:
Y aunque alguien podría argüir que es evidente que el mundo entero está sometido al
poder del malo: Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero yace en poder del Ma-
ligno (1Jn 5, 19), sin embargo, Jesús lo venció (cfr. FRAY BENIGNO, (2011) El diablo
existe. ¡Yo lo encontré!, México: Ediciones Paulinas, p. 56). Así nos los recuerda el mismo
evangelista: El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del Diablo (1Jn 3, 8).
También el autor de la carta a los Hebreos nos lo recuerda:
Y también nos lo recuerda el Concilio Vaticano II: Dios envió a su Hijo en nuestra
carne para arrebatar a los hombres del poder de las tinieblas y de Satanás (AG 3).
En los Evangelios se constata la autoridad con la que Jesús intervenía para expulsar
los espíritus inmundos. Los mismos judíos se asombraban de lo que eran testigos: Todos
quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: « ¿Qué es esto? ¡Una
doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obede-
cen. » (Mc 1, 27).
Los hebreos conocían bien los exorcismos practicados por algunos de ellos. Este am-
biente no les era extraño y el mismo Jesús ejerce su actividad como exorcista en este con-
texto, pues algunos ya se dedicaban al dominio del mundo espiritual (cfr. FRAY BENIG-
NO, pp. 52, 53).
Satanás. En otras ocasiones son indirectas, como en el siguiente pasaje, en el que es obvio
que no hay actividad exorcista por parte de Jesús, sin embargo, es notorio la pugna que
existe entre Jesús y Satanás (cfr. FRAY BENIGNO, pp. 54, 55).
Un día, Jesús, en una disputa con los judíos, quienes lo querían matar, les dijo:
Por lo tanto, es posible establecer que Jesús, en esta circunstancia, reveló que el dia-
blo tenia ciertos deseos de querer darle muerte valiéndose cualquier medio: Durante la
cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el
propósito de entregarle (Jn 13, 2).
Jesús, al asumir la muerte como una consecuencia de su misión, aceptó también ser
alcanzado por el odio de Satanás, y encontrándose ya clavado en la cruz ofreció al Padre su
muerte y la ofreció por amor a los hombres. Con este ofrecimiento, todo intento negativo de
Satanás se derrumbaba. En ese momento todas las obras del maligno se destruían y poste-
riormente con la resurrección, Jesús nos donaba la vida eterna:
La primera obra de Satanás que fue destruida por el sacrificio de Jesús fue el pecado.
De ello, San Pablo habló de un recibo con nuestra deuda, cuyas condiciones nos eran desfa-
vorables, recibo que fue quitado de en medio, clavándolo en la cruz: Canceló la nota de
cargo que había contra nosotros, la de las prescripciones con sus cláusulas desfavorables,
y la suprimió clavándola en la cruz (Col 2, 14).
A su vez, Pedro dijo que Jesús subió nuestros pecados a la cruz para que nosotros mu-
ramos a los pecados y vivamos para la honradez, añadiendo que con sus llagas fuimos cura-
dos:
Otra obra de Satanás que Jesús destruyó con su muerte y resurrección fue precisa-
mente nuestra muerte y sufrimientos, que habían entrado al mundo a causa del pecado. Je-
sús ofrece una nueva dimensión con valor redentivo tanto a la muerte como al sufrimiento.
Ahora, éstos ya no son la consecuencia del pecado de nuestros primeros padres, sino el me-
dio particular para alcanzar nuestra salvación y la de otros, y esto desde la pasión y muerte
de Jesús. De ahí la declaración a los discípulos de Emaús:
Ahora bien, cabe preguntarse: ¿Era necesario que Jesús muriera en la cruz para ser
salvados? ¿El Padre quería la muerte de su Hijo para que el género humano se salvara?
¿Acaso no había otra vía de salvación con tal de que Jesús no padeciera la cruz? ¿Jesús se
vio fuertemente afectado por Satanás en su intento de darle muerte? Ciertamente la muerte
de Jesús en este género de la cruz no era necesaria, de lo contrario, anularíamos la libertad
de Jesús al asumir él la misión de Enviado del Padre y quitaríamos crédito a la lucha
(o,) que Jesús sostuvo en el Getsemaní al aceptar la cruz. La muerte de Jesús en la cruz
no fue necesaria, sino que él la hizo necesaria por su vida, ministerio y presencia.
Por ello, quienes sufren a causa del Maligno, están llamados a participar de los sufri-
mientos de Jesús y a tomar parte también de esta gloria:
Por eso, quienes sufren, sobre todo, si es a causa del Maligno, al menos los creyentes,
deben captar tal acontecimiento desde la fe. La vida de estas personas que están sometidas
por el yugo del mal, son un motivo valioso para que en ellas se manifieste la intervención
divina.
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Capítulo III
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En el Codex Iuris Canonic está indicado que el exorcismo es un sacramental, pues los
cánones que hablan de ello, cann. 1172 y 1166, se hallan bajo el título De sacramentalibus.
Ahora bien, según el can. 1166, los sacramentales son signos sagrados, por los que, a imita-
ción en cierto modo de los sacramentos, se significan y se obtienen por intercesión de la
Iglesia unos efectos principalmente espirituales.
Pastoral de liberación
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REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Fuentes
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