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MI DEVOCIÓN AL NIÑO JESÚS.

En el año 1987 me uní al hombre que es mi esposo hoy; luego de cuatro años de estar juntos era
extraño que sin utilizar ningún método de planificación el embarazo en mí, no se daba. Ya habíamos
acudido a muchos tratamientos y exámenes; pero al parecer nada daba resultado.
Mi mayor anhelo desde que era una niña era justamente ser mamá, y la frustración de no poder
hacerlo me afectaba mucho.
Conocí a una persona muy especial, quien era mi jefe en la empresa donde trabajaba y ella me
habló de su devoción al Divino Niño y me regaló una novena, me dijo que no perdería nada con
intentarlo, hacerla con toda fe me llenaría de tranquilidad y ella estaba segura del resultado.
Siempre he sido una mujer de fe y decidí hacerla; la empezamos con mi esposo al tiempo que
cambie de ginecóloga e inicie una nueva serie de exámenes. Con toda fe ofrecimos al Niño Jesús
este bebé, que si era voluntad de Dios llegaría a nuestras vidas, ofrecimos llamarle “De Jesús” si era
un niño.
Íbamos por el cuarto domingo, cumpliendo la cita de cada domingo en el 20 de julio, cuando tuvimos
la enorme felicidad de saber que estaba embarazada de dos semanas, terminamos la novena como
lo prometimos y después íbamos cada mes hasta el nacimiento del bebé, nació en junio de 1992,
perfecto, bello, el más hermoso regalo. Julián David de Jesús.
Años más tarde, cuando tenía cinco años más o menos, él niño nos habló de que quería un
hermano, a nosotros también nos rondaba la idea, pero tampoco se adelantaba ningún embarazo.
Nuevamente consultamos con el médico y nos manifestó que era muy riesgoso pensar en un
embarazo pues Julián tiene el tipo de sangre de su papa O- y no es compatible con la mía por lo
que, en la gestación, desarrolle anticuerpos que si me embarazaba podrían afectar el desarrollo
normal del otro hijo.
Julián conoce muy bien la historia de su nacimiento y de cómo su existencia fue un milagro del
Divino Niño, entonces me dijo que hiciéramos la novena que estaba seguro que no se iba a
defraudar.
Sin importarnos mucho lo que decía el médico, inicié tratamientos similares al realizado para
embarazarme de él, pero no sirvió. En eso pasaron aproximadamente dos años, para entonces,
habíamos hecho varias veces la novena los tres, mi esposo, Julián y yo.
Hacia abril del año 2000 estábamos por el quinto domingo y donde estaba trabajando, me encontré
con una joven que estaba embarazada de su tercer hijo, tenía los dos mayores en el ICBF y al bebé
que estaba esperando no lo quería tener pues el papá de ninguno de los hijos le respondía, ella
trabajaba vendiendo tinto por la calle en el comercio, por eso le habían quitado sus otros hijos.
Me adentré en conversación con ella y me confesó que quería dar el bebé en adopción a una pareja,
pero eran mayores, casi ancianos; enseguida vi aquí la poderosa mano de Dios que me puso en su
camino y le pedí que me lo diera a mí. Ella dudó porque conocía a mi hijo mayor y es rubio y el bebé
que venía en camino era hijo de un señor moreno. Para nosotros eso no importó nada y es así que
en octubre de 2000 nace mi segundo hijo Daniel Andrés de Jesús.
Hoy día tienen 28 y 19 años respectivamente, excelentes seres humanos devotos del Niño Jesús.
PATRICIA VENEGAS APONTE

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