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Quiero agradecer primero que todo la invitación que me hizo la dirección de posgrados a
este ciclo de conferencias. Mi intención es compartir algo de lo que he hecho y aprendido a
lo largo de mi vida profesional y que puede ser útil como herramientas de análisis de lo
que estamos viviendo actualmente.
Quise hacer mi charla sobre dos aspectos que están siempre presentes en las situaciones de
crisis. No son los únicos y tal vez no siempre son los más importantes, pero, din duda, son
aspectos que se toman en cuenta a la hora de analizar el impacto de las crisis en la salud
mental de una población. Mi experiencia ha sido en situaciones de violencia (conflicto
armado, guerras) y de catástrofe natural, si bien también tuve una breve experiencia
profesional en un contexto de epidemia (en la epidemia del cólera).
El primer tema es sobre lo traumático. Una de las primeras cosas que leí, con base en una
investigación hecha en el Reino Unido, reportaba como uno de los impactos de la
cuarentena eran los síntomas de estrés postraumático. Los que me conocen saben que no
acostumbro a usar este tipo de categorías diagnósticas, sino una que abarca un espectro
más amplio de fenómenos que podríamos denominar “lo traumático”. Entonces, la
primera temática era sobre cómo se manifiesta, o se evidencia lo traumático en estas
circunstancias.
3. Benyakar, el autor del que les hablé recurre a un concepto para pensar situaciones
que, como esta, se van cronificando. Les llama “entornos disruptivos” y los define así:
Denomino “entorno disruptivo” al medio humano y físico masivamente distorsionado por
la ocurrencia de hechos disruptivos, que instalan una deformación ambiental, que puede
devenir crónica. Los entornos disruptivos son aquellos contextos vitales en los que se
dislocan las relaciones entre las personas y entre éstas y el medio físico y social.
4. Hay que decir que lo que cambió, en nuestro caso, no fue el entorno físico como tal,
sino las normas que regulan la vida cotidiana y, evidentemente, la percepción que
tenemos de este. El sistema social-cultural es como la brújula que nos permite
movernos en el mundo. Cuando esto se altera, hay una desestabilización de los
aspectos más básicos que nos permiten actuar y tomar decisiones.
6. En un entorno como el actual, sobre todo ahora que andamos con mascarillas y que
somos potencial amenaza para los otros, las personas se vuelven ajenas, extrañas y
hostiles. Hay una amenaza de ruptura del vínculo social, de disgregación
generalizada. Piensen, por ejemplo, en cómo la percepción que se tiene del
personal sanitario se va distorsionando a tal punto de convertirse en personas
dignas de discriminación y desprecio. Al igual que en contextos de violencia, la
confianza básica en el otro rota en estas situaciones es indispensable para sostener
la identidad colectiva.
DUELO:
Las pérdidas no son solo materiales, sino simbólicas. La pérdida de los espacios sociales,
de ciertas actividades fuertemente investidas, son pérdidas que entrañan procesos
psíquicos similares al duelo. Pero quería centrarme en las pérdidas reales y, sobre todo, la
dimensión que adquieren estas pérdidas en un contexto como el actual.
Los duelos son procesos normales, pero pueden complicarse bajo ciertas circunstancias.
Quiero recurrir a Freud que fue el primero que habló del duelo en tanto fenómeno
psicológico. Freud decía que uno de los momentos lógicos de la elaboración de los duelos
era lo que el denominaba prueba de realidad, que no es otra cosa que la visión del cadáver.
Freud escribe esto en un texto muy corto, además que el objeto real de su escrito no era el
duelo, sino la melancolía. Hoy podemos entender que se trata de algo más amplio que
consiste no tanto al hecho real de constatar la muerte del ser querido, sino al fenómeno
simbólico, es decir, el rito funerario.
Los ritos están destinados tanto al doliente como al muerto. En los dolientes facilita la
transición por muchas razones. Es un momento que marca un antes y un después y
favorece otros fenómenos del orden social, pero que repercuten en lo individual, entre
otros la expresión validada de los sentimientos. Los rituales culturales registran momentos
cruciales en la vida de los seres humanos, como el nacimiento, la sexualidad y la muerte.
Sabemos que la no realización de los ritos dificulta la elaboración de los duelos. Los ritos
funerarios tienen muchas funciones importantes, entre ellas, la reivindicación de la imagen
del muerto.
Los familiares de personas que mueren en estos tiempos, incluso si es por causa del virus o
no, se enfrentan a unas situaciones que les impiden despedir a su ser querido en
condiciones habituales. Seguramente, muchos vivirán lo que se ha denominado “pérdida
ambigua”, es decir, tienen una sensación de irrealidad (mucho más fuerte) acerca de la
muerte de su ser querido. Algunos también han hablado de duelos congelados o duelos
coagulados. Es una hipótesis que se tiene que corroborar. Lo cierto es que hay que pensar
no solamente en la ausencia del rito, sino en el significado que adquiere el cuerpo del
difunto, el de ese cuerpo como un cadáver contaminado. Estas escenas en Guayaquil son
macabras, la de cuerpos incinerados en la calle. En muchas culturas, cuando hay muertes
trágicas, las personas que estuvieron en contacto con el muerto deben someterse a rituales
de purificación. Es un aspecto para analizar.
Este es un análisis que he hecho sobre la marcha, pienso que en el futuro tendremos
información mucho más precisa, sustentada en investigaciones que se hagan sobre el
efecto de la pandemia. Por lo tanto, es un análisis preliminar que pude continuarse y
profundizarse.