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Aviso médico
Historia
El trastorno posteriormente denominado Sensibilidad Química Múltiple fue
propuesto originalmente como una enfermedad distinguible por Theron G.
Randolph en 1950 poco después de ser expulsado de la Escuela Médica de la
Northwestern University por sus cuestionables enseñanzas.[8] Randolph
describió la dolencia como un desorden crónico multisistémico, caracterizado
por síntomas muy diversos supuestamente causados por una reacción del
organismo a sustancias presentes en el medio ambiente y los alimentos.[9] Las
teorías de Randolph fueron desechadas por los especialistas en alergología y
son criticadas como sinsentidos por los especialistas en toxicología, debido a
su rechazo a la importancia de los anticuerpos IgE en alergias reales, lo cual
entra en conflicto con los conocimientos actuales.[10] En 1965 Randolph fundó
la Sociedad de Ecología Clínica como organización para promover sus ideas
sobre los síntomas que presentaban sus pacientes. A partir de esta
organización emergió la ecología clínica, una especialidad médica no
reconocida[11] cuyos practicantes han sido criticados por hacer creer a
pacientes mentalmente enfermos y sugestionables que son químicamente
sensibles.[12] En 1984, la Sociedad de Ecología Clínica cambió su nombre por el
de Academia Americana de Medicina Ambiental, pero pronto otras sociedades
tales como el Centro Nacional de Estrategias de Salud Ambiental la superaron
en número de miembros.[13]
Epidemiología
La sensibilidad a diversos compuestos presentes en nuestra alimentación y
nuestro medio ambiente se ha convertido en un fenómeno extendido. Una
creciente proporción de la población general en gran parte del mundo se queja
de síntomas en diferentes sistemas de órganos, previamente inexistentes,
desencadenados por exposiciones a bajos niveles de un variado número de
sustancias químicas y alimentos. En ocasiones, estas reacciones provocan una
discapacidad crónica.[2]
Etiología
Aunque los pacientes suelen atribuir sus síntomas a la exposición a diversos
productos químicos, la causa de la SQM es desconocida y no existe un
consenso sobre su origen. Por ello, desde la comunidad médica se ha
empezado a llamar a este síndrome como Intolerancia Idiopática Ambiental, lo
que enfatiza el hecho de ser de causa desconocida (idiopático significa "de
causa desconocida").[16] [19]
Causas psicopatológicas.
La variable calidad de una buena parte de los ensayos constituyó una dificultad
para la revisión. En muchos estudios no se garantizaba un adecuado
cegamiento, debido a la no utilización de sustancias adecuadas para
enmascarar las provocaciones, por lo que los participantes podrían haber sido
capaces de reconocer a lo que estaban expuestos. Por ejemplo, en algunos
estudios se utilizó como placebo agua o aire limpios, que son relativamente
inodoros e incoloros, mientras que el agente activo incluido eran sustancias
típicamente nocivas con olor penetrante, tales como productos químicos
orgánicos volátiles, formaldehído o humo de tabaco.[23]
Hipótesis genética …
Esta hipótesis plantea la existencia de alteraciones congénitas en el
metabolismo de los xenobióticos (químicos poco frecuentes en la Naturaleza o
inexistentes, sintetizados en laboratorio) y endobióticos (organismo que vive
dentro de los tejidos de su huésped). El polimorfismo en varios genes
contribuye a las diferencias entre individuos en el metabolismo de los
xenobióticos, y puede conducir a toxicidad y a enfermedad. No obstante, el
estudio de los polimorfismos en personas con SQM no arrojó diferencias
significativas entre pacientes y grupos sanos de control, en la distribución de
alelos para NAT1, NAT2, PON1, PON2, 5HTT y SOD2.[3]
Hipótesis anatómica …
Algunos estudios postulan que en el desarrollo de la SQM están implicadas
ciertas regiones anatómicas concretas. Este es el caso de la interacción entre
químicos ambientales y el órgano vomeronasal, el cual está situado en la nariz
y en los animales sirve como sensor de olores y sustancias químicas, si bien no
está claro su papel en los seres humanos.[3]
Otro estudio en esta misma línea concluye que la percepción olfativa a distintos
olores fue más elevada entre pacientes con SQM. No obstante, se señala que
cuanto más sabían identificar el tipo de olor, menos síntomas de náusea y
alteraciones del estado general experimentaban.[3]
En 1999, Meggs propuso que la SQM está provocada por sustancias con bajo
peso molecular que se adhieren a los quimiorreceptores de las fibras C, lo que
provoca la liberación de mediadores de la inflamación.[25]
Un estudio del año 2001 propone que el nexo común en la etiología de la SQM,
el síndrome de fatiga crónica y el estrés postraumático podría ser la elevación
de peroxinitritos y del óxido nítrico (NO). El autor también señala la posibilidad
de un mecanismo compartido con la fibromialgia, puesto que los peroxinitritos
son altamente oxidantes y están distribuidos en todos los tejidos. Ciertos
plaguicidas, tales como los carbamatos y los organofosforados, pueden actuar
vía estimulación muscarínica para provocar la misma respuesta de
sensibilización y bioquímica.[3]
Cuadro clínico
El perfil de síntomas es muy amplio, con una enorme variedad de
manifestaciones que afectan a diferentes sistemas y órganos, y que no se
pueden diferenciar del de otras enfermedades que también cursan con
afectaciones plurisistemáticas. Resulta complicado establecer la relación entre
síntoma y exposición al desencadenante, a lo que se suma la dificultad para
explicar algunos síntomas por quienes los padecen, lo que acarrea que no sean
bien comprendidos o que sean interpretados erróneamente.[3]
Los sistemas que pueden verse afectados abarcan el sistema nervioso central
y periférico, órganos sensoriales (ojo y oído), el aparato respiratorio (incluyendo
nariz, boca y garganta), el sistema cardiovascular, endocrino y músculo-
esquelético, el aparato gastrointestinal, el aparato reproductor, la vejiga y la
piel.[3]
Rigidez general.
Fatiga.
Irritación de garganta.
Ronquera.
Cardio-vasculares
Palpitaciones.
Latidos irregulares.
Molestias en el pecho.
Enfermedades asociadas …
Las comorbilidades que se presentan más comúnmente en la SQM incluyen el
síndrome de fatiga crónica,[1] la tiroiditis autoinmune, el asma, el reflujo
gastroesofágico, el síndrome del intestino irritable y la esteatosis hepática.[3]
Diagnóstico
Actualmente, la SQM es objeto de intensos debates en la comunidad científica,
puesto que la mayoría de los casos detectados tienen muy pocos aspectos
comunes, dada la gran variedad de síntomas y de grados de afectación.
Asimismo, existe una clara controversia en cuanto a los mecanismos
biológicos que la originan y no existen criterios comunes para su diagnóstico y
tratamiento.[3] [16]
Estas dificultades motivan que las personas afectadas por SQM se enfrenten a
menudo a situaciones en las que sus síntomas son confundidos o no
diagnosticados correctamente, siendo derivadas a diferentes especialistas y
sin recibir una atención médica apropiada. Este retraso en el diagnóstico y la
falta de una base para su tratamiento, tienen consecuencias físicas, sociales y
psicológicas tanto para las personas afectadas por SQM como para sus
familiares.[3]
Actualmente, no se conocen biomarcadores específicos para confirmar la SQM.
Por lo tanto, el diagnóstico de la SQM se basa en criterios clínicos, en los
síntomas que refieren las personas afectadas y en las historias de la exposición
química. Si bien no existe un patrón claro de síntomas asociados a la SQM y
estos son difíciles de distinguir de los característicos de otras enfermedades,
es posible realizar una aproximación al diagnóstico a través de las siguientes
estrategias:[3]
Criterios diagnósticos …
Consenso Internacional de 1999
…
Los primeros criterios para el diagnóstico de la SQM fueron propuestos en
1989 y constaban de cinco puntos. Una década más tarde, se dictó el
Consenso Internacional de 1999, en el que se añade un sexto criterio, referido a
la afectación multisistémica. Estos criterios, que son los más utilizados en las
definiciones de investigación, son los siguientes:[5]
2. Curso crónico.
Pruebas complementarias …
La realización de pruebas complementarias es individualizada, en función de
los síntomas del paciente, los hallazgos en la exploración física y la posibilidad
de la existencia de alguna enfermedad asociada. Asimismo, son de utilidad
para ayudar en el proceso de diagnóstico por exclusión de otras patologías que
cursan con síntomas similares a los de la SQM.[3]
Tratamiento
La SQM es un problema de salud complejo y precisa de un abordaje terapéutico
multidisciplinar, en el que se deben incluir las comorbilidades asociadas. Los
cambios en la sintomatología de las personas afectadas se producen de
manera rápida, por lo que los tratamientos tienen que adaptarse al dinamismo
de esta enfermedad.[3]
Véase también
Síndrome de fatiga crónica
Fibromialgia
Sensibilización central
Bibliografía
García Fructuoso,Ferran J.(2006) ABRIENDO CAMINO Principios Básicos de
Fibromialgia, Fatiga Crónica e Intolerancia Química Múltiple Tarannà Edicions,
ISBN 978-84-96516-11-3
Referencias
1. Nogué Xarau, S; Dueñas Laita, A; Ferrer Dufol, A; Fernández Solà, J; Grupo
de Trabajo de Sensibilidad química múltiple (28 de mayo de 2011).
«[Multiple chemical sensitivity][Article in Spanish]» . Med Clin (Barc) 136
(15): 683-7. PMID 21367433 . doi:10.1016/j.medcli.2010.04.010 .
12. Murphy, M (2000). «The 'elsewhere within here' and environmental illness;
or, how to build yourself a body in a safe space». Configurations (en inglés)
8 (1): 87-120. doi:10.1353/con.2000.0006 .
14. Cullen, Mark R. (1987). Hanley and Belfus, ed. Workers with Multiple
Chemical Sensitivities. Occupational Medicine: State of the Art Reviews. (en
inglés). Philadelphia, PA. ISBN 9780932883469.
15. http://whqlibdoc.who.int/hq/1996/PCS_96.29.pdf
1 . http://tiltresearch.org/wp-content/uploads/sites/30/2017/05/qeesi.pdf
21. Gots RE. Multiple Chemical sensitivities: What is it? North Bethesda, MD:
Risk Communication International, Inc., March 31, 1993.
Datos: Q674461