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STILBEIN (20): “MINARI”, CON EL SUDOR DE SU FRENTE

Será la pandemia, el confinamiento, la necesidad de historias cálidas, la


alineación de los astros o una serie de eventos afortunados pero cierta parte del
cine de antaño está volviendo, por fortuna… y me refiero a historias que parten de
lo real con personajes luchando a brazo partido por salir adelante y que se
enfrentan irremediablemente a las vicisitudes de la vida, por no decir a sus
tragedias. Recuerdo un amplio repertorio de películas donde los personajes luchan
contra el clima, la naturaleza toda, obscuras empresas, envidias, accidentes,
vamos… contra el destino mismo por lograr una cosecha, ganar una batalla, quizá la
guerra, cimentar un legado o conseguir un simple sueño… MINARI es parte de esa
honrosa tradición: narra la historia de los Yi, una familia de inmigrantes coreanos
que intenta lograr su sueño americano en Arkansas en los ahora añorados ochentas.
La familia Yi está compuesta de un joven esposo y padre, Jacob (interpretado por el
efectivo y sufrido Steven Yeun), su también joven esposa Monica (encarnada por la
delicada Han Ye-ri), Anne (Noel Cho) su hija mayor y el pequeño David (el
encantador Alan S. Kim). De hecho, no están recién desempacados de su tierra natal
sino que han hecho el viaje hasta su nueva casa desde California, donde trabajaban
separando a los pollos machos de las hembras, de hecho en Arkansas también llegan a
un nuevo criadero en el que se encuentran con otros paisanos dedicados a lo mismo.
Uno de los muchos aciertos de la cinta es que da pequeños detalles sobre la vida
laboral (por ejemplo, que los pollos machos son descartados ya que no tienen tan
buen sabor) y familiar de los Yi (vemos la mezcla de tradiciones la oriental y la
occidental, el papel de la comida, la familia, la iglesia…), pero sobre todo los
pensamientos y preocupaciones de la pareja: Jacob es esforzado, inteligente y
desconfiado… tiene un sueño al que le dedicará dinero, sangre, sudor y lágrimas
para conseguir la tan ansiada (por él) independencia económica.

En tanto Mónica es más sociable, cuadrada, quiere una posición más segura, más
estable, y no “despilfarrar” el capital duramente logrado y tener con qué pagar una
posible operación… Como sucede en tiempos modernos el tema económico es un factor
de cierto quebranto en la relación que obliga a que la madre de Jacob, Soonja (Youn
Yuh-jung) venga desde Corea a integrarse a la familia. La dinámica familiar cambia…
hay sucesos de todo tipo felices y desafortunados, cómicos y serios, pero el
conjunto te atrapa y hacen de MINARI una muy buena película que se deja ver y que
te ve… Me refiero a que tenemos problemas verídicos y relaciones efectivas que
pueden hacer que te identifiques o que conectes plenamente con los personajes… a mí
personalmente me recordó parte de mi niñez y de mi relación con mis tías y mi
abuela. De nuevo volvemos al hecho de que lo genuinamente local o íntimo es
profundamente universal, el guionista y director Lee Isaac Chung ha hecho un
trabajo digno y cumplidor. Más aún para el discurso norteamericano o asiático–
americano ya que la película muestra el mismo afán de todos los migrantes por
lograr el sueño americano y después de todo, está bien… son sueños y materialidades
legítimas ¿quién diantres no quiere vivir mejor y darle un futuro mejor a sus
hijos? Y la metáfora del minari queda perfecta: una hierba altamente apreciada por
su sabor en la cocina oriental y que se desarrolla con facilidad si encuentra el
medio propicio como los repechos de arroyos o ríos… para los humanos es más difícil
hay que entregar cuerpo y alma para echar raíces o poner los cimientos de los
sueños que a veces sólo uno puede ver.

Enrique López T.

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