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TEMA XXI
La novela pastoril, morisca
y bizantina
Esquema/Resumen
Ln cue,iliri¡ tc \ tLl.rl.
El fondo hi\t,tr¡.(,
Estruc¡um
EL ABENCI:tlRAJE Visión del nrrrrLIo.
Otros aspcclo\ de El Aben-
cerraje.
LA NOVEI-A
A,I ORI SCA
OZMIN Y DARAJA
Fuente\-
LAS GUERRAS CIVILES lnterés e inllurnriirs.
DE GRANADA Novel¡r <le nor ell¡s rnoriscas
qué l Sencill¡nrenle porque cn esta épota sc l esuc¡ta la añoranz¿r clásica por la nledi¿rnía
!' l¡ sencillez c:urpesinír, por el ibeatus illc, v el "ar¡rea medioclitas". La naluraleza y
jrl c¡rlrpo sc vcÍ;rn con)o clr¡as seguras de pürcza y veklad frentc al vicio cor-upto de l¿s
i tifici¡les urlrcs. scgú0 el no mcnos clásico y renaccnlista lópico del oM?nosprca¡rt c¡e
co e ¡ ulahtrttut de uldc«', quc inmortalizara e¡ España Fray Antonio de Guevara.
Sir !¡n de .ienrplo eslir\ ptllnbüs de Sireuo en La Dian ¿e Monlemayo!:
"No se nretía
el pasto¡ cn l¡ consielcración de los malos o buenos srcesos de la lbrtuna ni e¡ la
nur.ianza ¡ !iuinci(in (lc los tiempos; no le pasaba por el pe¡rsamienlo la diligenciu y
codicia dc1 irrll¡icioso co(esano ni la conllanza y p¡ esunción dc la damk celebr'ada por'
si)lo L, \ol(, \ ¡rirc\cer de sus apasionados; tampoco le daba pena la hinchazón y
,lescuido del orEulloso privado. En el campo se cúó, en el campo apascenlába su
ganrrdo, y lr\Í no sillÍ¿ru del campo sus pensamientos, hasta que el crtrdo ánlor tomó
aquella pose\i(')n de su ¡ibertad que é¡ suele tomar de los que más libres se imlrginxn. -
El mi.I¡o hech,r¡ .lc elegil el rñiro de l,\ Edad dc Or? de los clásicos, que vc eD el
cilnrpo el [rsirr iLleal. sin vicios, ni cgoísmos, ni desconfianzas, ni enemistades; es dccir,
ir vuclla ul ¡rirsiLrlo en busca del bucolismo ideal, puedc estar predispueslo por la
nrLirima plrrt,'niea scgLin Irr cual conocer es recordnr.
De cur¡lllicr nr,rd(). de lo qr¡e no hay duda posible es de qre nos encontra¡nos ¡nte
un género literrr|io nlr¡irnrenle rcnacen!ista y neopl¡tónico, pues lanlo su coyltntura
hislórico eulttll.lrl corro s0 filosofí exp]ic n y delelmi¡an sus rasgos ás peculiares.
tjl géncro lllcrir io que nos ocupa no fue de larga vida, aunque sí dc colsiderable
cr.iro i grr,n (lilu.i,in. r\l igu¡l que en el c so de la ¡ovela nlorisca, es posible que la
prinrcr crc.,.illn \!'ir l¡ mejor: La D¡ana ¿e Montem¡yor, cúyir primera edición es tlel
¡iio 1559. Firrlre c\lir Irch¡ y 1a de 1633, año en que Conzalo de Saavedra publicó ¿os
prt',torcs Lltl /j.//\ (li.cIrre Ia llam¿rda novela pastoril cspañol¡, a ¡a que dan relumbre
lirurirrio. por cl pr.'tigio de \us autores, La Galatct y La Arcadia.
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IIISTOF A DE LA LITERAfUAA I
LA DIANA
El autor- lorge de Montemayo¡ nació en Monternor-o-Velho. cer.ca de Coimhra.
hacia 1520. Portugnés de nacimiento, se hizo castellano de adopción ), plrblic(i e¡
nueslro klioma sus obras p ncipales, aunque nunca dejó de serfiel I Porlug¿1. Homhre
de árm¡¡s y letras, típicamente lenacentista, si bien no muy cullo, sir\ i(i al emperador
Car¡os V y a Felipe It, al que acompañó a Inglaterra cuando fue a c¡{arse con MArííi
'[udor. Intel\,ino en la g¡rerra de Flandes y regresó a España en t559. para morir dos
años más t¡rde en ltalia, al parecer e¡ una reyerta a causa de celos. Sr¡9 obra!
prin.ipalcs non el Cahc¡onero (Amberes, 1554) que contiene sus poesír\ rctigiosas ;r
profa0as, tradicionaies y petrarquistas, y La Diana, ¡ovcla que le l¡a irrmort¡lizack¡.
Estruclura e\tenfi. En prinrel Iugar', h¡y que distinguir u¡r /l'./¡lrr¿¡i{/ o iotro-
ducción que ocdpa únicamente las breves líneas tledicadas a expollcr lo quc el autor
denonrin¡ «a¡gu¡)ento dcste libro,, que en acalidad es un prólogo que narra los
antecedenles de lír acción. cxplicando qüe Sireno y Diana se iinlaban. él tI\o necesid¡Ll
de partir, y al regresar ahora para saber de su pastora conoce que sc hii círsiido durxnte
su ausencia con Delio. Aquí comie¡za verdaderamcnte el relato. F.\tanro5 á Lrs oril¡as
del Esla, e¡r lierr¡s de León.
La Ilistoriu, cl relalo, está divid¡do en siete libros que conforman lre\ ln¡ les1 como
veremos lüego. Ahora resumamos cl argumento.
Libro I: Sireno, el ¿mante otrora favorecido, une sus I¡rne¡los a lt¡s Jc SillaIo,
también enamomdo de Di¡0a, pero siemprc desdcñado. Cuando estiín huh¡urllo llpxrece
Ia pastüa Se¡vagia, igualmenfe triste y cuitada, que cuenta su hislori¡ dc\xforlun¡LI¡-
seg¡in la cua¡ se enamoaó de A¡anio en unas fiestas pastoriles de su lie|l a lrrsitan¡
verdad, Ia qüe dÜo ser Alanio era Ismenia, pastora enamorada de é1. que se p.ucJiiL -en
tanlo en sus r¿sgos fisicos al pastor, que sólo se diferenciaban c el se\(F-. Ismenia
contó Ia lrurla a su amado, pcro éste se eoamo¡ó realmente de Sclvegia. Isnrer]ia, po¡
darle celos, acepté Ios scrvicios de Montano y ter¡linó an1ándole aparionarlamenle.
Alanio, aDte ello, volvió a Ismenia y, pa¡a complicd más el entranla(lo de los deseos
amorosos sin co espondencia. Mo¡tano se enamoró de Selvagia. De modo rtue SelvÍrgio
seguía a Alanio, éste a Isñenia, clla a Montano y él a Selvagia. Finalnrente. Nfontano e
lsnrenia se casaron y Alanio estaba eÍ trance de hacerlo con lrDa frrinl suyir, dcsde-
ñando tofalmente a Selvagia que, por ello, se encuent¡a descon§(,lirLllr \ !¡irle po¡que
siSue persevcrcndo en su amof,
Libro II: Reunidos Sireno, Silvano y Selvagia, ven a tres ninl¡r - Ilo|iLla. Poli¡lcr¡
y Cintia- que son atacadas por tres extraños salvajes. Los pastoes inlrr!i(:nen, pct(,
no pueden contenerlos, cua¡do aparecc una pastora con arco y flech¿s qDe d¡ muer'le a
los tles. Se trata de Felismena, que relata su vidai en su ciudad nirtal. Sokl¡niil
con Sevi¡la-, y trrs diversos avatares, se enamo¡-ó de dr»¡ Iréli\. Este tu.
-identificada
enviado a la corte y c¡la quedó Jligida en su espera. No águantan(lo mIs. decidi(i
vestirse de hombre y mi¡¡char tras é1, llegó a la corte y vio cómo su a¡liguo enamo¡-ado
cortejaba aho¡a ¿1 Celi . Felismena logró entrar como paje al servicio rl(] su antiguo
amante, y con grar dolor tuvo que servirle de intermediaria, llev¡ndo sus nren:a,irs
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HISIORIA DE LA LITEFAfUBA I
amoroso\ ir Celiir. PeIo sucedió que ésta sc prendó del guapo galán Valedo
vestid¿ de homhre- y, como é¡ no Ia cortejara, acabó mllriendo, originando -Felis¡nena
con ello la
huida dc t'ólix. l-i¡ d€sgraci¡da Felismena salió en su bÚsca en hábito p¿rsloril y en este
punlo encr)ntr(i ir nue\tros p¡stoi-es. Las ninfas proponen ir al palacio de la sabia Felici¡
pilr'¡ ver si se püeden temcdi¿lr sus penas de anror.
t-ibr'r¡ lll: (ir:r¡rlo Si¡-eno, S¡lv¡no, Selvagia, Felisnrcna y Ias tt-es ni¡lfits viln (itmino
del palircio. cnl,Licnlr'¿rn en una isleta solil¡ria a una pAstora llamadir Belisa que ltor.a
¡llir¡g¡¡¡!nlc. ¡lllir cucnta su hisloria: Arsenio se enumoró de e¡l y la cortej(i con
po€sías eserilii\ por sLr hijo ANileo. co¡ lo t¡ue Belisa tc¡-minó amando a esle. Dcspués
rlc collocerst. (lrre(l:rn)n citirdos unit nochc y Arsenio pasó ccrca, ¡os vio, disp¡ró su
!r-co conllir 1r':rlco rlii¡¡tlole mue¡te. cL¡ando descubrió que era su h¡.io, se suicidó con sl.¡
espada. l)c ahí cl nrolirndo desconsLlelo de Belisa.
t-ibro lV: 'l o(lo\ unidos inician cl canrino h¡cia el palacio de ¡a sabia Felicia, llegan,
son aga¡iriirdor. \c Llescribe pormenorizadamente una imaginaria y fantástic¡ mansión de
rlr(tuitecturir rcnircc'nli\llL y Felicia promete su ayuda,
Libro \: LLr irrtcr!cnci(')n de Felici¡ y su agu^ encanlada solucion todos los
problemas (ic Lrnir m¡nera cscalonacla. Ptimero bebe Sireno, que, tras n sueño, se
c cucnlru lihcrl(l(¡ Je \u am(x' a Di¡na, co¡¡ lo que recobra su alegrí . Después bebe¡ e¡
el nrismo !ir\o Silrrrno 1 Selvlgia, que ¿tl desperlar han otvidirdo sus a¡liguos itmores
Dian¿ ) \lo¡tlLn¡- y se lrnran desmesul'adamente. Belisl se qr¡eda en el palacio.
olienirr\ F.li\Drcrrr pr()sigue sx peregÍ¡nación cn busca dc Fél¡x. Esla encuentra
c¡suulmcl(c ir .\r'sileo. u quien tr¡ta de consolar la p¡stora Amarílida, y conoce.rsi que
no nu.ieron rri él_[r¡s ni su padre y todo fue p¡rducido por un encanta¡nienlo del celoso
h.chicero .\llr,'. ¿nterarse, le dice cómo Belisa está do¡iente en el p¡hcio, Arsileo
se enc¡¡rinir irllí ! lanrbién e¡lcuentran l¿r felicidad.
Micnlrir\ t;¡nlo. !rltra en csccna la pastora Dian a quien no h¡bírmo\ r,isto
¡odirvía-. qLrc sc Lluciir de malmaridada y de los celos de su marido. E¡ unión de
Sih,rno. Seli.,girr ) Sireno vuelve a la aldea, excusando su culpa ante es1e, diciendo que
su padre le rrbligri i, c¡sirrse y tuvo necesidad de olvidarle por lo que tocabir a su honra.
Lib¡r¡ VI: I-L:lis¡rcnrL act!la como.juez en las tlesavenencias sulgiclas enlre Anllrrílid¡
! Iril!rn¡ii .r cr,n\!c¡¡enciil de los celos de esle por cl largo tiempo que ell:r pesó
consolir¡(l() r.\r':ilco. l'or sl¡ parlel Diana, Siteno, Selvagia y S¡lvano continLiJn sus
reunione\.
Lihro \ Ilt Fcli:nrena entra en Poriugal y presencia el debate enlre IaJ ptsloras
Ilu¡rda \ .\rnri¡l,ir. ¡ cuusa de que la pdmera desdeña a f)a¡leo porque se c¿tsó ctJ¡r oü¿l
hi:¡t¡iénclo:ci., Fromcrido a cllá. En eslo, Felisnrena contempla cómo lres cabal,eros
acomelcll ]r Lllro. qr¡e log¡ a deshacerse de uno dc sus encmigos y va a perecer a manos
de Ios otr,,.. cuirndo Felisnrcna interviene mat¿índo¡es con sus flechas. El c¡brllero
rc\ulta \er don Félix, malhe¡ido en el combate. Llega la ninfa Dorida con cl agua
encrnt¿(h. le culil. y se produce la reconciliáció¡ de ambos enamorados con sus
r.\pecli\o\ au¡ttr ios cle felicidad.
La ohrir c()nclLryc anunci¡ndo una segunda partel nunca realiz¿lda, que tlataría de
h\ prohlenrlls de Diirna-Sireno y Duarda-Danteo.
Tr¡s c\tc rc'lr cn ¡rgument¡l podemos comenz r el irndl¡sis de los pI.oblemas
eslrucluftrle\ qre plultea Lu Diana,
En primeI lug¡r, §alta a la vista que no existe una acción p¡-ineipal y o0-as
s bordinird¡\ _cofio cn el Qujok, pot ejemplo-, porque las peripecias de Diana y
Si¡eno no son nris inpo¡tanlcs que las de Felismena, SnlvagirL o Belisa, ni su nalrrción
ocupa mii\ cspircio. En realidnd, las cualro histo as l¡enen una impo¡tancia similar, por
lo qLre no h¡y s|hordinación dc unas a otrirs, sino coordinac,ón convergente de todas
cllits en .l pi¡¡r¡.ro dc lil slbi¡ Felicia, que se coüvierte, de estc modo, en el eje sobre e¡
que descan\it l;r eslflrclura de la novela.
xxl I HISÍOFI/X OE LA LIfÉ¡ATUTIA I
l-a seglrndn parte estri compuesta por el lib|o IV y se constiluye en el c.n1ro a\ial
de la novel¡ toda, Ya no hay hislorias nuevas, ni aparcce autohiogr'aiiir lrluuna. sino que
to(lo se naua en tercera persona, Tampoco hay acción, y es un citpfülo lh\()lutament€
descriptivo, centrado e¡r el fabuloso palacio, en sus depcndencias s ntu()\ir\ \ f:rntásti-
cos habitantes. En él se da solución a todos los conflictos amo¡-ocos
La telcera parte está formada por los tres últimos libros y tiene. pilr¡ J('Isliruir\c
como tal, los siguientes eleme¡tos diferenciadores:
L No hay ya una historia en cada libro, sino que la corrposicirin cr ;¡i1¡¡¡ ¡ ¡¡,,.¡
de avcnluras p¿lra¡el¡s, por lo que se co¡rcenh-an va¡-ias en crrclu unr¡.
2. Todlrs las acciones se ni¡rr¡n en tercera persona, porcllrc la\ histi\ritrs r¡ev:lr
que apa,ecen (Filernón-Amarílida y Duarda'Armia-Danteo) \c .uL'ntan me-
diante ún di¿ílogo en el que participan tres personas §uirn(lo nrü¡r,rs
3. Todos los confl¡ctos plante¿idos en la pdmera partc encuc,rtri,n.ohr(i(in, \ ¿!l
finrl se reúnen (-¡ el pal¡cio de Fclicia, igu¡¡ que ul nrincipio. sirrn(,. sel\ragia.
Silvaro, Felismen¿i y Belisa, eslas dos aconp!ñ¡d¡s de \u\ pirstdre\ F'ólix j
Arsileo.
4. Apalcce Diana, el personaje que d¿r título al libro y que, ju¡t(, con Duarcla y
Danteo, permanece afligida, eñ compás de espera polque ln rcgurrdr prrte
prometida por Montemayor nunca llegó a ser efecluada.
5. L¿r dirección dc las aventuras sigue un viaje de ida y vue¡r¡ ril p¡lrcio. nri!'nlrr\
que en la p ñera parte era sólo de ida. i
De modo que podriamos hacer un esquema global de la eslructlr¡ tle t.u t)i¿¡tu da l
lc siguiente mlnera:
Asl pues, la narración se divide fundamentalmente en lÍes partes. d(}\ (le [Ls cu¡les,
a slr vez, constan de tres libros cada una, con lo que saita al primer plano_la imporlancia
del número tres en esta estruclura, máxime cuando vemos que lambién son tres Ias
historias introducidns Salvagia, Belisa.-, trcs las ninfas y lr es l(.,5 salv¡jes.
-Felismena,
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fri I¡ISTOFIA DE tA L fERATI]FA ]
Aunque cste nún)ero cstaba dotado de carácter simbólico en la Edad Media, diúge aquÍ
Ia tlisposieir'rn dc los elementos por otra razón, cual es que las n¡r¡aciones tblklór'ic¡rs
suelcn e5t ¡'eslrucrür'adas en lres partes, y la composición de ¿.¡ Di.¡rú eslá toi¡¡menle
mcdi¡lizallo por cl folklore, ya que su primera pane sigtre pe¡fectamente el esquema del
virrjc haciir un l¡rgir' conc¡cto, guiado por el afán de me.iorar de silt¡ación, cn cl
l[rnscursr) dsl .r¡¡l su van ¡rgreg¿rndo rr¡cvos viajeros (lue ctlcntan sus historias, estc
modclo c{)nstnrclivo. qrre ya se halll en el Pélérinage Renarl del sjglo xlt o ea El n¡ago
¡lr'()¿ dc rrtlcsrros (li;r\, cs l¡picamcnte lblklórico y eslá reseriado ci el Motil:l der ¿c
Slilh 'l honlp\or bien señala Avalle-Arce--. De modo que podemos explicarnos
-eomo ¡as tres partes en que se engarzan ¿¿,s síele libtos de h Diana,
por los cucntos lirklóricos
Sin emh¡rgo. quedti algo por explicar, y es que esle esquema se rompe a paltir del
libro tv, que, conro ya sabemos, en nuest¡a obra se constiluye en el e.je de lo que le
antccede ! le \igue, de lal mancra que el conjunto de la estructur-a es siírétrico.
conforme rl e\(luemr que realiz¿íbamos más ardba, con el lillro IV como centro
fü cionü1. \ignilicr¡ivo v lanlbién matem¿itico de Ia composición- La causa de esto es
ob!ia: l¡ \inretr:r. el eq ilibr'io. la mesura, la armonÍa, son los coDceptos bisicos de la
cullura rc¡rccnlisl¿1. [-uego no es extraño cncontrarno5 con una estructul.L simétrica en
un oblr li{n rcn|e\enrirtiv¡ de este momento histórico como la que nos ocupa.
Así prre'. cl conjünto de la estructura se explica po| la confluencia de dos
trtdicionc' rlilrrcn¡er: los rclatos del lolklore y la filosofía ¡enaccntist¡-
Otrrr eucrti,,n L'\llr¡ctur'irl es ln que pl ntea el cambio constluclivo qrc sl¡pone lu
ler.cra nirrtc. r,rr sLrs ucciones p¡ralelas y sUS n cvos Conflictos quc acah¡rn Sin
solución. Iisl. rllli,r() irspccto tiene fácil explicación, pucsto que la novel¡ queda
incr¡nchrsa. i\fii,i intere\ant€ es, sin cmbargo, el hecho de qlle las ¿cciones s€¡n prralelas
_! (lc que ¡:.rli\nr!'na se ct¡nvicrta, aho¡-a sÍ, en protagonista de Ia acción princip:tl. pues
que sulgcr'r suhr¡r'rlini¡t}rs a elllr las de An¡¿trílid¡ y Duarda. En mi opinión, con la nueva
f(irnrula cons¡ rctivir Monrcnrltyor intent¿t evoluc¡onar su concepción de l¡ novela. Lfl
p:imera pirrre tlc su obra es line l, paralelística, y se fr¡gl,¿r por la simple idición de
historias oriBini,le\ .n Lrn débi1 hilo conductor ol¡ecido por el folklore: no cs, pUcs, nada
complejir y \Í plcnamcnte Ienncentista. L¡ tercera partc, en crmbio, hace que Felismen¡
juzgue un pr oblarn¡ quc no es et suyo, inlelvenga en su solución y sc inmiscl,),a c¡ otro,
con ¡o quc ¡unrcn¡¿r lll complejidad *si bien, tcnuemento-, ya que estas novclitas se
suholdinir¡t ir \Ú ircción. Aunque muy tímidumeDtc, estamos preludiando la complcjidad
conslruclivn dc liL novl.la batroca,
M¡ry intercs:rorc cs el hccho de que no todas las novc¡itas que forman p¡rte de
nucstra ohrir son pristoriles, pues la histori¡ de Felismen¿ es de claro ambiente
corlesano. po1clUe la ucción trunscurre cn ciudades y los personajes son clamas y
caballetos que \c sirven de Ins criadas ¡l principio, cn Soldina- o .le los pajcs
corno intermedilllios. Hay torneos, bailes, -llosina
r-ondas nocturnas, ostentación de irstuosos
veslidos en d¡nrirs ! cab¿¡leros o ¡ibreas magníficas en los pajes y sirvienles, etc. La
coslumbre inicilda rrqui de incluir un relato cottesano dent¡o de una narración gene|al
pastoril no c:r,(i en s¿rco roto, al continuarla Gil Polo y Cervantcs.
De ol¡i) Ll!lo c\ irnpor¡irnte des¡acar cl estalisolo quc presi(lc I¿ls avcntütirs de eslos
pnstores. cn I¡\ que apenas hay acción y movimiento. Como ha señalado Moreno Báez,
nlestros p¿l\torcs se sienl¿lr cada vez que dialogan, canlan o narran una histo¡ia;
sicnrpre esliin \cntados. Lo que unido al uso ireclrcnte de gerundios e imperfe€los
prrrcluce una inrpre:ión de quietud y sosiego, probableme¡te husc¡d¡ por N{ontemayor,
porqúe rl e\t¡ri\mo e,r un rasgo que se suele atrihuir itl Rellacimienlo, frente al
dinamisnro que ciu¡cle¡iza las creuciones del IJ¡rroco.
Vi!¡ó ¿el n¡||¿ü. Uno de los ca¡actcles que m¿Ís h.r llanrado siemprc l¡ atención
de los crí1icos hir .ido lü desproporción existentc entre lo fópico v esquemát¡co de todas
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HIS1OFIA TTE LA L IEAAfURA f
lo que -scBún cl neopllrlonismo- e¡ in(lividuo conlintlirrii crt cs( (\tir(1,) hrrsltt str
mL¡crte. Corno son amores siD cspcrafiza, cl linal exigickr por Lr c(,¡rcr(,r.irr (llj e\¡ir
visión es l¿r muefte dc esos paslotcs ena,llotacios. q(re no tiencn volunlir(l p¡ril uscapil¡'
dc Ia tramp¡ que el amor lcs ha tenrlitio. Resulla así que Monlenl¡yor se encuenlra en
ul callejón s¡n salida bien ha explicado Avalle-Arce-, Porqtre si \e m¿Iiiicrrc
-como
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HISTORIA OE LA LIfEf]ATUñA I
consecuentc con el psicologismo neoplatónico, debe hjal a sus pe!sonajes parfl sienrpre
con Ia orisn¡¡ ¡ciilüd vita¡, ¡o que conllevaría un acalto¡amiento excesivo de los
nrisrlos, u¡a lipjllcirci{in, y, además, la muerte como única. salida posible, ya que no
solución. iPiIir srli¡ dcl brete que impl¡ca la intención de aun¡r el psicologismo
tieoplatónico con el dinamismo novelíslico, a Montemayor no ¡e queda miís que un
¡ec rso: apel¡r a lo sobrenatural. Se imponc asÍ la necesidad dc la presencia de la sabi¡
liclicia y su agu enc¡ntada que hace olvidar a los pastores sus viejas püsiones y les
clcspicrlu otras nrr€virs, palabras de Avalls-. De modo que Montemayor optó por
-g¡
una salida de compronriso ent¡-e la coherencia conceptual y Ia neccsidad dinri¡rica de la
novel¡r. Sin embrrgo, creo que hay otro factor de impoltancia capital que llevó a ruestro
autor a ¡nlroducir un .deus ex machi[ír" como única solución; y es que, de no h¿rberlo
hecho así y haber puesto en juego sol¿rmente las existenci¡s vilales y los nróviles
n¡turales. sin inlcrvención de lo sobren¿rtLlEl quería Ce¡-vantes, que en el
cscrul¡nio del Qruir¿ opinó que debÍa sup mirse -como todo lo referente a la sabia Felici¡ y su
aguit encantada-. el dolor de Sircno, Silva[o, Felismena y Belisa hab¡ía acabado
con sú muerle. Y csto r¡o se lo permití¡ el optimismo y lá plenitud vital de¡ Ren¡ci-
mienlo. que favorccí¡ r¡nir conclusión te¡iz, aunque fuera neccs¡¡'io introducir rrraigi(os
hechizos.
No hriy dud¡ de que el episodio de Felicia y su agua encanlada es uo ¡:lsire. desde
ll pcrspecliva de Ia novela moderna, pero no desde el punto de vista del Renaciñiento
¡nismo. Sobre todo cs coherente si pensoulos que este episorlio l ntástico es cl c.ie de Ll
nifrirción que coorliir]ir Iis diversas novelitas qt¡e aparccen;es l¡ clave de Ia ¡lovelir, l)e
r)rodo que se ¿Lunir¡r ¡Dlporlancia estructural y semántica, pucs en mbos casos todos los
hcchos se explicu por é1, cenl¡-o además de un esquenr¿l pe¡fect¡mente sinrétrico
Io ol\idenros. porq!e cllo demuestra una nítida conciencia de lo que se estií hrciendo--. -r1o
Y u\ que cn esre n¡r¡ndo del resuigi!-mitol(igico clásico, los mitos se hirccn vida y cl
prrlacio rlc Diana, lir pr()tectora de los pasloles! es el único qilc pucde dar teliz y, nrrigicr
s¡lrrcirin a los conilict()s planteados. EI simbolismc de Ia ntnsión es cla,-o, y¡ (les(le su
rrrisrna dcscripciirnr ft)r'nras arquitectónicas [cnaccnfistas de pulecto cl¿rsicismo, suntuo-
si\l¡d eo sus ol¡gnÍfiro\ materiales. todo oro, plata. márnrol,jaspe. piedras precrosas...
Si hirceño\ rbstl1rcci(in de su factura plenamcntc renacenlislir y lo dej¡mos reducido a
\!¡ cscncia. po(lcnro\ r'er que se tralo obviamente de un p¿rl¡cio siftl¡(iiico. como
dc¡rrreslra¡: los vcrros g¡abados en su entr¡da, que le convierten eñ rctirgio m¡l¡8roso
nitra lodo\ los c sros ¡rn:rdores, pues quc Dinna es dios¡ de l¿r ctlslidad. E,r eitc mlrndo
virginal qre reprol[rue cl mito de Ia Ed¿rd de Oro, Ios dioses olÍmpicos ruelven a
dclenlier ! \us prefcrirlo5, por lo quc Diana protege a los cirstos; y lo so los cinco
¡irst(n c\ que ing|eslrn en su templo. No djsuena, en el ambicnlc creado, iir inlcrvcnción
sobrenlLlr¡ral. pucs !ir ¡nles habíe ap¡recido el predeci¡ Ve¡rus a la madre de FelisnreDu
quc rur hijos \críirn desgraciados en amor, y Palas que ser'íau dicstros en arnras. Creo
cpc. si rrccplrroros lil convención, debernos haeerlo con lodas sus conrecucnsiil: es
nittur'ill qu.- cn el m;rlco mitológico de nuestlr obra los dioses grecolarlinos re¡pir¡'ezc¿tn e
inielvcngan l¿!\'or ¡blemente en los conflictos planteadolj, irunque no gustara a CeIv¿lotcs
ni ¿r nosoIlo5.
De otro l¡{.1o. Irelicia pertenece a la Iradición de la Urg¿r¡d¿r del A/rrr&llr y su agua
!incanladr licne concrio¡cs con Ios abundantes elixilcs 0r¿igicos de ¡os Iihros de
c¡b:rllcrírs Lir ir|rrpcirin de un palacio y su pormenorizada descripción de medio cle u¡
parco p:rsloril ricnc rrr ciaro precedente en la urna de la Egloga II de Gdrcilaso.
LLr fldelidu,l i¡ 5u1 propi¿s convencioDes es quiz¿i la caraclerística más acus¡d¡ de
cstr cohcr!'nlc no!cliL 'l_odos los elemenlos se explican pert'eclamente desde dentro de
elln mismx. inelLr.o ll irlupción en escenA de unos extraños salvajes, que pretenden
r¡plar a las ninfiLs ! son muertos por Felismena, tiene su expliciición. Veamos anies su
curiosa y irl[t]cnle (l!_sctipción: "Salielon de entre unas rcliln)irs altas. a mano clc¡'echa
rlC,FIA OE rA ITIEB,ATUnA I
del bosque, tres salvajes de extraña grandeza y fealdad. Vení¡n ar mirdo\ (le ci¡\rlctes y
celndas de cuero de tigre. E[an de tan fea catadum que poní¡n espuntoi lo\ co\cletes
1raían por brazales unas bocas de serpientes, por donde sacaban Io\ hlrzos que SrLleso§
y vellosos prrecían, y las celadas venían a hacer encinla de la frente u¡r,. c\p¡ntirbles
cabezas de leoncs; lo demás traían desnudo, cubierto de espeso y lirrgo vello. unos
bastones hertdos de muy agudas pú¿rs de acero. Al cuello t:-ai¡n sus ¡rco\ ! Ucch s: los
esclrdos cmn de unas conchas de pescado muy fuerte.» La descripción ticre claros
precedentes en la iconografín medieval y en el folklore, y¿r desde Ch¡éli!.r1 de froyes,
h¡sla el Palnterín de Inghtterra,lit Cárcel de Amor o El lnfanúklo¡. I radicionalr¡rente cl
s¡lvaje es símbolo de bn¡talidad y fealdad tanto en lo físico comr) e| lo serLrall se Ie
utiliza para encarnar el amor puramente catn¿I.
Por otra parle, en La Di«na significan también la vioiencia. Ia \lrnsrr. ) lr rnlerle.
hcchos todos conden¡bles en el ¿imbito pastoril. según la indi\culihlr irrrl¡rri(l¡d de
Fernando de Herrera: "La maleria desfa poesí¡ es las cosas y ohrlr. d. Lr. p:rslore\,
mayo¡-nlelrte sus amorcs, pero simplcs y sin daño, no funeslos con [rl.ilr ¡L'eelos. no
manchádo\con¡dulterios;competenc¡asderivalesperosinmuerrclsirnl]ra.ll{decir.
quc aparentemenle Montemayor ha tfansgredido una norma li¡ndanrcnlirl Lh l.r Iir\lor¿1.
pero solo aparenten,ente, y¿r que Ia brusc¡ aparición de Ios tres srlrrrie: es uno de los
milyores acie.los de ¡:¡ obr¡, pues, como scñala \¡/a!'dropper, inlrorhrc..n lr h¡ul¡lid¡d )
la más horrible fealdad, cosn neccsaria como contL¿nunto il la ri¡nnrnírt ] hclloza de
lodos Ios pasto¡es y pastoras de¡ relato. Así queda rea¡zádat esl¡. Irrr() fi\irir uonro
espiritualme¡te. Los salvajes quieblan el idilio pastoril y por e'lo su ¡Irrrle L'1 justa.
Pero adeDlds. también atentan contra la conccpción FliLlónicir qüc pre\i(le lodas las
acciones, puesto quc pretenden violar a las ninfas, de modo que ¿rl¡c:¡rr ¡r la ¡tntoniu
universrl del amor plalónico, casto y puro en su esencia, incluso diviniziL.lo. Ari pues,
por atenlar cont¡a ia casuística platónica que detiende apasion¡danrente lir ohrir. Lieben
ser castigados con la muerle. Su función es, pues, presentar un c¡so tlc-,rt¡or on,»tnul,
que sirva (le contrastc co¡ cl amor rorr¡al quc sienten todos los denrds pe|sonrier de lzr
creación de Monteñayor-
Creuc¡ó¡t ! ptiblico ett La D¡ana. Todavía nos lcsta uÍ,it in¿cl'estlnle cueslión por
phntear; me refiero al anllisiri de las causas del rotundo éxito de rlLestril obra.
Tmdiciorlrl¡rer¡te estas se han cifrado en ¡.r oriSinalidad de dos fen¡as: amor pl¡kinico y
mito pastori¡. Pero (sigu¡errdo a Maxime Chevalier) resulta que las nt¡metosas etliciones
de'Jc¡nte- que registra la obra en cincuestÍr años no se pueden explicur sólo
-pasan
por el gusto del público hxcia esos temas, ya que est¿í fL¡era de tod¡ düda que las obr?s
78
I'IISION A DE LA LIfEFATIJBA I xx , '13
que más gLrst¡ban eran los libros de caballerías, totalmente cliferentes, Los cortesanos,
en general. palirdeaban las hazañas de Ios caballeros por conseguir el amor de una danra,
pero cl mito plstoril y cl platonismo únicamente agradaban a un sector culto y refinado
ü1lry pcqueño. De nloclo que podcmos aceptar su influencia en el éxito deLa Diufia,
pero no qirc esle se dcba sólo ir esos dos temas,
N4ris intclcs]nte es buscar otras explicaciones, como el hecho de que los conlcnlpo-
rilneos interpret¿1ban nuestra novela como una obra de cldr¿ es, según el esludio
recicntc de Jern Sub¡'ats-, ya que los libros IV y V de la novela -quese¡-ían una rccl'circióir
de l¡s fiesils q!¡e i!1arí¡ de Hungría ofreció al príncipe Felipe cn Bins, en 1549. Felicia,
se::ún cs¡o. \eriil la p¡opia lvlarí¡ de Hungría; sL¡s ninfas, !¿s tlamas de Ia nobleza
cspañola que pill ticipu¡'r'¡n nrasivamente en esas ce,eb¡aciones, y el palacio, e¡ caslillo de
Bir)s. Si eslo lirera ¡sí, podría cxplical'se perfectamente la irruIción de los sa¡v¿rjes conro
una especie de mascirrada o baile de disfr¡ces celebr¡do en csas fiest¡s. Todo esto
podrÍ¡ h¡bcr r enr¡do el interés del público.
Si a ello !rnimos qre Moniemayor uliliza abundantementc la magia y los hechizos
el ¿i!!ua encrnlada de la sabia lielicia, las profecí¿rs de Palas y Venus o el
-¡rcdianle
enciLnlamielrto del orago Alfeo-, cslaremos captando uilo de Ios principxles nlot¡vos de
su éxito. puc\ro que ll apar ición de magos y hechiccros es uno de los ingredicntes que
nliis contribuycron xl éxi¡o de las novelas de caballerías. de l¿rs que lo toma evidente-
rnente Monrenrn),or'-recuérdense los ungüentos de Urgando o el Bílsrmo de l.-iera-
hrá:-, que ¡dcfil¡í\ pre\enta el comb¡te entre don Féli¡i y trcs caballeros conro un
alicicnre mii\ que pr'oviene dc esa lileraluflr.
I)or o1(r llrdo. hny que lencr presente que no todo es pasioril. ya que la hislori¿r de
Felismen¡ es cor les¿nir. con el misnro amb¡cnte que luego aprtecerá en taotas ob¡'as de
l-ope de Vcgir ! en [r llamada Novele Cofiesana, por lo quc se constituye en o1¡o
e,enrcnlo imp(,r1unle u I¡ horr dc explicar su aceptac¡ón entrc el público.
/.a Il¡¿r¡¡r, arl,:nriis e\ un¡ nrczcla de prosa y verso con ¡br¡ndantes compo¡iciunes
polinrét¡ici1\. q(re no r'rjld cr¡nfieren lirismo a la narración, sinr) que pueden scrvir de
¡enrirnso rnte lir nlouol(,ní¡ de l¡ prosa, con lo que el vc¡so sc const¡tuyc cn un itlicien-
l,l nriís,
Dc modo r¡uc'rs el cnt¡elazado de una serie de factores *p¡strJriles, pl¡tónicos,
cluves relle\. rli:lr¡rccs o masclrradas, elementos caballerescos, m¿ígicos y r¡itohigicos,
no\ clit¿L\ dc illrlricnrr cort!-sano e intercalación de !c|sos- lo que expl¡cir el aplrstante
éxilo que I¡ n()\ clr de ¡!,lonte¡rayor tuvo enh-e el pí¡blico, y no sólo el bucolismo ni el
neoplaloni\¡r(r. Lnu prueba indirecta de ello nos lo oñece cl hecho dc que L¡n edilor
rvisprrclo intcrurrl:rrrr por,teriormcnte El Ab?nceüd(, como un seguro ing.cllientc de
irreptación tlchit[, ¡ su condici(in caballcresca.
LA NOVET,A MORISCA
Componenles y concepc¡ón del género
Podemos encuad¡ar b4io el rótulo genérico de novela mor isca las siguicnrc,
narraciones: ¡r¡.ero,id del Abencerraje y de.laifa \l.a ed. en el /nr¿/¿klrid de Villeg,,;.
80
1.]ISIORIA DE LA LITEFATURA I xxt 15
¡probado en 155¡), ¡¡s Oa?,?.rr civiles de Grafid.la, de 6inés Pé¡ez de Hita p¡rte
co Zrragoza. 1595, l.a parte en Cuenca, 1619- y la H¡stotia .!e Oznin -l.rt y Daraja,
inlcrcal¡dir cn el Oni.t¡¡in fu Alfarache de Mateo Alenl¿ín, l.t¡p¿rte, libro I, capítulo
Vlll. Ivlaclr itl, 1599.
I-uis Mor¿rles Olivcr incluye en el género otras muchas ¡ovelitas y cuenlos
intercalaclos en difercnlcs n¡rraciones, como la f1¿r¡orid de Tinbio j de Nis¡(la de Lct
ii Odlr¡f«l cer!antinri. lit II¡.ttot¡a dcl caulivo del QuUote, LosJitlsos <autivos del Pe¡s¡/¿s,
y ollirs semljirnles cluc ¡parecen er' El esp iiol Geraft!() y El solclado Píndato de
Céspeclcs y lUeneses. () cl Marcos de Obregón de Espinel, El petegti o e,t s pott'¡a .le
l-ope de Vegr- etc... SiD efibargo, creo que todos estos,"e/¿¡tor d¿ c¿xrríyo no deben
Ii ¡nclirirse en nu!'\t¡o Séneto, pues sus tenras, motivaciones y eslruclrr¡-a so¡¡ nruy
diferenles: l-os prol¡goDiilns no son generalmente moros, si¡o cristianos cautivos; las
flt
II rellrcio¡les enúc nroros 1 clislianos no son, ni mucho menos, de amistad cor-tlial, sino
todo lo conlr¡rio: lo\ iLrno¡es no tienen lugar eotre moriscos, sino entfe crislianos o
fil enl¡e espirñole\ y nr\)rir\: su situación hist¿)riciL nada tiene que vcr con I¿1s gr¡cr¡iis de
Cr¡¡nad¿r ni con la rchclión morisca de Las Alpujarras... Creo que si queremos qlle la
denomin¿rci(ln no\ei., nror¡scil conserve su valor histórico-lilctilr'io denotativo y re\-
pondt! re.rlmen¡e a Lrn género singularizado y específico, no (lebcnlos inclui[ en él más
q!c la: ¡res n¡r|i,eiorcs cit¿tdas en primer término.
Sobrc la génesis v los cirracteres de la novela nrorisca
Nos errconl|i,nrr¡' iLnlc lrn génelo n¡rrativo de indudahle r-rrigtrmble hispana, rlebido
rl quc 5u Frir)(iprl (irLr\ir nrolriz rcside en las cilracter ísticas peculi¿lles de L,n determinudo
¡roDlcnlo lrit¡()ri.r) c\p¡¡iol: ln f.olongad¡ duración de la guerra Lle Cran¡dr, lr'us !'r¡'i!)s
\iglos (le lLrchri\. \ l.,frhiLrn de convivencia, dio h¡gar a una sitr¡ ción especial en ln qUc,
¡l m:llgen Lle lo\ Lr)olhirlc: guerreros, las relaciones fronterizas enue moros y cristianos
podÍirn lleg¡r inelLrso.r llr ilnristad fr'anca. Estc marco es el que lccrean los relirtos que
virnro¡ a an¡liur,r. (1. tirl modo que, en parte! al menos, son novelas hislóriclts. flr¡es
ill]Dque liLs nc(ir)n.\ Iür(lrLnen¡irles no Io sean, sí se desafiollan e¡t ún ambiente prcñ¿rdo
rlr- ¡lLrsioncs hi\l(jri.r\ --cl confliclo dc los AbencerrÍúes con cl Icy de Cranadlr. las
Iuchrs tle lo. 7.grir'. lLr corrquista de algunt plaza por un c¡bu¡lero cristiano o moro
hi\li,rico. l¡ rcir,ir!i,'r (lc (i¡'anada a ¡os Reyes Católicos, etc.-. sobt'e todo en l1r obru
d! Cinús I'ér(,, rlc llrr.r \luchos de ¡os personajes son lanrbién h¡stóricos, ¿rsi conro el
lilrnpo en el qre Irlrr\currc la acción y el lugar de los sucesos (que tienen logtr en
Olir¡rirrl¡. {1,,r,. ('iirrirrnl, Loja. etc..., l¡¡calidades bien conocidas de la zonr gla-
nlrdini¡. La hi.tir'lir. rrsi. se convierte en uno de los factores quc mejor nos cxplic¡n
l¡ novela ¡rori\i:ir. I rl¡lcla en gran medida a los romances liontcrizos. Pero junto .r
a\los elenrentLJ\. quc (iilcrcncian a nue§tfo género de otros inmedia(amente anleriore§ o
.o,llcrnpo¡iin¿,'\. co¡¡rr lir novcla sentiment¡l y los libros de cabállerías, h¡y ol¡-os qLte
per¡¡rirñecuñ ini,»nprcnrliilos. si no los relacio a¡¡os con olras series literurits.
[:n esle '.Drillo. Iirrcee evidente que Ia concepción sublit¡ada de lo heróico cstti
r¡rirnamen(e r.l¡(i,)ni(lir con la de Ios librcs de caballerías, aunquc las luch¡s y to,neos
rlu lir novclu Il()ri\cir l)ucdlrn tener una tLente histórica y l¡ idealización de est¡s
r/irlu,i!s guer er,\ lc giL iLlgo quever con cl pl¡tonisno renaccntista. Por otro lxdo, I¡
.oncepcia)n ¡ri\¡lir !lcl rLflor, lema púncipal, es relacionable con la existenle e¡l la
ro!cla senlim¿nlrl. si hie¡ menos determin¡da quc ésta por el código cortós, ¡nlis
hü¡rrna nruier rt' (\ sólo obje¡o, sino también sujeto del ¿rmor: sirv¡ el ejenrplo
-lir
.lr,iilrF- ) ni'(lt, llri!ir.r rri liustr¡nte, sino optimisla y de feliz conclirs¡ón. No obst:rnte,
coincidcn cn la iLlell¡z:reii,n del amor, en la fidelidad, en la g¡-Ílndeza de sus propor'cio.
lr.\. en el iLri\locrirti'rro r.le los irmadores, en su belleza física, cn sus virtr¡des. elc.
Iln cu¡nto ¡ lu conccpción de la novela, nuestros r-elatos ¡Doriscos están míi5 cercr
rle los sentimrnr.,lcs qlrc de los cabailcrescos, pues como irquéllos son d() corlir
,T
HrSraA;r t:i LA LIfEBATUBA I
il
cxteosión (concebidos gener'almente para ser interca¡ados en noveLr\ fiií\ lru'gas. pue\
inchrso cn la obra de Ginés Pérez de Hita funciona este rasgo, yx qL¡c nrii\ que unn sol¡
arración es un coljunlo de peqr¡cñas histori$ engarzad¡s). ) ¡os e¡frenriinrientos
bélicos tiencn ¡r¡gar entre hombres siempre, no conha giganles. ni non\lrr¡os ni
hechiceros.
I-os hcchos históricos que constituyen el telón de fo¡do de lir novela otorisc.r
cxplican que se diferencie clarilmeole de ¡os otlos dos géneros. pue,it() qUe c\rgen un.r I
localización concrcta ).. un ¿iernpo histórico específico. que se distingue de los luglres
exóiicos y el tie¡npo miigico rle los rcl¡tos idealistas de qüe venimos htlblitnJ().
En gr¡n niedida, la novcl¡ morisca a ,a pastoril. por lo quc n() hirbl¡mo.i
-anterior
de ella- srrpone la supcración de Ios libros de c¡ballerías y sen(imentirlc\. Lroique no
hace que ils u¡'nrfls sc¡n un me!o pretetto pt¡-a el amor. conto ¡iis sen{ir¡cnlirles. ni
viceversa. couro Ias caballercscas, y man¡icne un equilihrio entre anrho\ tcfta\ funLlir
nrenilllcs" lxnlbia'¡ e\plicable Io¡ su fondo ltisiórico.
Uno de los r¡sgos mís caraclerísticos de eslas novelilas es ¡a idcirlizrcion (ot , quc
p|eside su visión del mundo: el tftor es sicolpre virluoso, fiel, honesto c ioquet'r¿tnt¡-
ble; lcs c¡b¡lle¡os son valicntes hosta el heroismo, gencrosos har¡¿¡ ¡rr rrrqnlniúid¡d.
leales a las nornras del ho¡o¡' ioclrrso a costa de su añor... Esle ideuli\nro- que ,t\enrei.r
los gónelos morisco, pastoril y bizantino, ptocede sin duda del plitloiri:nro,'cn.rcenlisl¡r
por el que se explica que los person¿Úes se¡n verdaderos arquelipo5 de ncrleccione\ !
cualidades. sin una so¡u tacha.
Al igu¡l quecD los romanccs fronterizos,la mokroftli es ott:r con\liLr)tc peculiarrle
nuest¡-os relatos. porque en ellos los moros son tr¿ltados cn un Divel dc iBUnldad con lo§
esp¡ñoles. sin quc haya prrcialidad ni encono en sus descripciones. l-us cu¡lidades,
guerrelas o no, hrillan por igual en los de una u otra razat cor¡o se Ie en Lr\ _iu\rir{,
lorncos o e¡frentamientos bélicos, en los que e¡ \,encedor es genero-ro con el vencido ),
llega incluso a ayudarle en sus cuitas ¿¡morosas, como hace llodrigo Narváez en ¿l
l
HISfONIA DE LA LITEBATUBA I
pe¡'sonat au¡que un¡ huena parte de el E/Abencerrqje está narrada en primcra pe6o¡¡a;
lo que no es r'¿rro, si observamos que se pttblicó en un momento de gran prúanza en la
ütilizacjón (lcl "yo" iiulobiogr¿ífico como molde narr¿l(ivo-véase el tema XVI.
Uno de los nriryoles aciertos de estas novelilas es la utilización de un lenguiúe
cl¡\icislá, \in e\ue\o\ reló,icos ni latinismos, de gran contenció¡¡, equilib|io y sencillez,
\cgún las ¡l)r'nrr\ qrc propugoirran Juan dc Valdés y Carcilaso. Dentro de é1, destac¡,
(omo rasg() plopi,.r. lir aparicirin liecuente de arabisntos, cosa l(rgica, ya que estanios
(o!rl¡nui¡r¡r!¡rlc e\(ll(lliIl(lo dililogos de labios moros. Así¡to es exll'ilño enco¡llrar palrhr¿rs
eamo nurl()tn. ulbtt|ttr., a¿urya, cinitatto, algarubh, ,br¡e, etc...
Abtlndi¡n ]ir\ d!\c[ipcroncs de juegos, fiestas, torneos, járdi¡les y vesti(luras
cn cambio. de lir niLlurirlcz¿r-, llenas de b¡-illantez y colorido, minuciosas y con-no, todo
Iuj() de Jctirllr'- lo qrre ciiferencir clar-anlerle r nuest¡-¡s novel¿s de ¡as senlinlentales, e¡1
li¡s que to¡»co'. hirrirllls y asedios apenas eÍan descritos brevemente y, desde luego.
_jrnrás sc (llrlrnÍln rn lir pintur¡ pormeno'izada y rica, pu¡to poa pUnto. de una
i indumenlrrrir cor)lplcrr, como sucede con la de Abinda¡T¿iez al co¡r1ier¡zo de ¿l Ab¿xc.-
I
I
Clasificación t elap¿rs
Segúo lir di.linlr¡ temátic¡ de las n¡rraciones y su lecha de aparicii)n, podenros
(listinguir d(,\ !liln:r\ en la e!ohrción del géncro:
l) Prinrürr Ltpo.iri temátic¡ fronleriza anter¡or ¿t lJ8l.
?) S.gL|r(l¡ ópL)cI: tem¡ilica centrad¡ en la época cle ¡os Ileyes Católicos y en su
conquisla rlc (jllrnirrlrL; ¿runque puede ampliarse a los coni-lictos moriscos.
L¿r c¡onol()gír de los hechos narrados va, pnes, desde 1,110 hasta 1500
-puede
hacerse al.r|g.'r hr\l:r 1610, aunqt¡c sólo para la segunda parte de la obr¿t de Pérez de
ui|lt----, nrirntri(s quc h de los nilatados conlienza en 1551. fech¡ de El Abenccrruje, y
cDncluye cn l6l9 a()n l¡ irplrlición dc la segund¡ parte de las Guer¡as cit,iLes de
(i¡unufu. l¡. ¡l¿i\ \ignificirtivo de esta dalación, ademds de la necesaria perspcclvu
hi\t(iricn ertr( lo. t¡c(¡¡tlccimientos y su novclizac¡ón, es que la d¡ferenciación t(.inític¡
coincirle con lir crontrkrgica, y otienlras la primem novela, esenci¡lmenle,.cnacenti5tir,
\e centra (n .l lcnl¡ fronterizo, l¡ de Pérez de Hita y M¡teo Ale¡tiín, ya barrocxs (1595,
1599) lritti¡n el tcrDir en la época de Isabc¡ y Femando. Esta evolución cronojógica y
r.m:í¡icri cotille\¡. arlont¿is. un inrportante cambio en l¿l visión dcl mundo: todo el que
h;ry entrc .;l optimi\mo confiaclo e idea¡ista del Renacimiento fálr.r¡cerrrle) y la visióD
|ealistu 1 rlcsengrLñrLclora del B¡ ocoi Ozntín y D«rtitt, ya quc on la novela de Ale[]¿in
el héioc no e\ l¡n pl]lo como Abindarr¿íez, y tiene qulr engañar, mentir y fi gir p.ll
logt'ar a Dlrrl ja.
LL ABEN('ERI?AJE
L¡ H i: torfu lL k¡s antotes de Abindarníez y Jai.fl, creadora del género. es sin dr¡da
lI novela nrií\ r'eprc\e¡liLliv¿r dcl mismo. Su magistral factura hu merecido siempre los
c¡ogios dc la crític¡. desde Callardo y Menéndez Pelayo hasla López Est¡¿rda y Iúarcel
llr¡fl illon.
La cu(5ti<in ¿..\r//¡¿l. Aunque hay varias versiones, se supone que debió existir un
lc\{o ba\e o un rcl:rto or'¡l arquctípico, hoy desco¡oc¡do, del quc derivaríhn los de¡r¿is
lcr{tos. El problen)ir es h¿¡llar kr filiación de unas versiones con otras. Veánlos¡o.
:iguiendo pirra ello n L,ópez Estrada. Las vcrsiones mds antiguxs que conocenlos hoy
son las s,sLliente\:
',rl Tolcdo, /5ól. Se terminó dc imprimir el 12 de Oclubre en cas¿r de L{igucl
I'cr,fer. El cjempli¡¡-eonservatlo denota una impresión pobre, hecha con caracte!cs
cnvejecido\. de lipo Bi)tico.
HLt ,\ DE LA LITEnAÍUFA I
84
',1 ,i1,. tl
HISTON¡A DE LA LITEAATURA I xxt 19
86
t
t
HIs¡ONIA DE LA LITEBAfUFA I xxr21
II
n¡hio, ojos clalo\, lcz bl¿rrca... Abindardez se comp¿lra con Narciso y a su am¡da con
li Vcnus cofio r,i de un cot'lesano cristiano se tratase-
Ll¡ro rlc Lrs poc{)\ (lirlos (lc ambient ción mot'isca que exisle cs la reacción de Jilrifa
cu¡rrrlo. irl rer l \u ilnrildo suspirando y tliste, le dice que est¿í (lispucsta a servir ir quien
¿l irme. l) que implica Iu posibilidad de la poligamia musulm¡n¡.
l-ir conucpeirirr tipicir de la caballelosid¡d que encarnan Nr¡rv¿iez y Abindar'r'iicz,
según l¿r cLllrl l¡ connriser'¡cirin y la generosidad con el vencido es debel del guerrero,
rc:porrde a !nr renltc¡cia doctrinal de épooa, como mucstrtt el 7)?.1d¿1o ¿el ?!.fut'tzo
bélic*herL¡it:o (SrLlr¡rillrca 152.1) del doctor Juan López de Palacios Rubios, par¿r el cual
lii\ virtudc\ dc la forlirlcz¡ heróica son gener-osidad, temphnzir y grandeza de co¡ azón o
ollrgn nimid¡d.
l-l¡ influenci¡ drrecla de los ¡el¿rtos caballe¡'escos se hace palenle en el mirllinrurlio
sccreto. lípico lle ellos. del mismo modo quc la lec¡rra de los relatos sentimcnlirles
explicir que el '¿utt)t \le ¡:l Abe¡lcen'aie le haBa narrar su histori¡ amoroso-sentimcnl¿¡l en
primcr¡ Perso¡4.
lttllttio: u l to\¡?titl 11. Cervantes conoció, clrando menos. la versión incluidll cn
LrL L>¡« u, púes I)on Quijotc en la primera vuelta a st¡ aldea se sicnte transfiSur do en
Abindurftiez y rc\po¡dc al l¡brador que lo lleva co¡ "las mesmas palabras y r¿¡zoncs que
cl c¿rulivo -{he¡cc¡.liÜe ¡espondía a RodliSo cle Narváe2..." Lopc de Vega, por su p rle,
Ia ad¿¡ptó plrr l¡ e\ccna en sus otiernos años". La corred¡a quc se cita en la lelación de
Ll ptregrino en tu pdt t'kt , lli\m^da Abinda, iíez y Na)tóez es, scguramente, con algunos
retrxtues ¿-l ¡'enttdk¡ ¿n l« desdicha, publicada en 1620 y dirigida a su hija Mnrccla.
tirera de F,tp¡riir. nr¡cslr¡ obra gozó de glan dif¡sión en las corles de Francia e ltirli¿,
rlchi,.lo ¡ su c\orisnro. y dio lugar, en este Írltimo país, a la ¡,{i.\l¿r'¡d de los annr¿s Llel
yalcr,¡s,t »tt»t¡ Ab¡tx|? Ató«, poema épico en diez cantos publicatlo en lr,filín en 1593
nor Iir¡¡ci\co ts¡¡lvi de Couegio. F¡nalmente, me.ece deslacarse Ix ¡ománlicr versirrn
quc escril-.ierir (-h¡teirr¡briand en I826 con el título de Lcs ot'¿'1¡tut'es du darni¿r
().!T,1IN Y D,IItA.JI\
[f\tLr nolcl.r \c public(l intercaladit en cl Guz,t1ófi tle Al.fárache de 1599. don(lc l¿!
cLrent¡ ún clú¡igo. crmino de Cazalla. al final del libro L Con clla Mateo Alem¿ín se
cri¡\ugr'¡ conro el crcudor de una de las mejores novelitas moriscas españohs.
l.a arcirir: ticne lugar eDlre la toma de Baza ( 1489) y Ia rendición de Crana(li¡ ( 1492),
! !.n ell¡ af:,recco cor¡o personajes activos los Reyes C¡tólicos y ot¡'rs figü¡¡s de
r.lieve hi\tórico. conro don Luis de Padilla y es posible que hnsla los propios Oznrín y
I)irr'rrjir. lorbos clescsndicntes de reyes granadinos.
Ln nri opinión. podrílLmos definir la novelih de Alen'lán como Ia barroquizlrci(i¡ (le
l:l /\b(ntt,t't'uj? qLrc incluye la incorporaci(in de algún elcmenlo de influenciir lerlr¡1.
l-a compo.ición de esta noveia sigue a grandes msgos, únicamerte en sus lÍne¡s
¡r¡ijslr'¡s. ir h tlc L.l .lhoternje, ya que complica infínilamentc m¿is la trama ¡r8un)en-
tal. Ill co¡nicnzo cs cirsi igurl: HISTORIA: Descripción del marco hiskiico esp¡ci¡lcon
l¡s luchrrs plr'a tomar llirza. la aparición de Daraja, hÜa del alcaide de esa ciudarl, y el
intcr-és que la ¡ ein¡ Isabel sc loma por ella coD atán de cristianizirrla, por lo que la cnvía
ii Scvill¡ con don I-Lris rlc Patlilla. PREHISTORIAT narración dr: Ios amores de Ozmh y
l)irririr Llc.(lc pequeños, con sus cualidades de fidelidad, honradez, fin matrimonial.
!'ra... Aunq e irhorir [r nurr¿rción se efectúa en tercera person . HISTOR]A: Ozmín no
puelle sopo.lrr lu scpllación y, como habla perfeciamente castellano, decide ir a
Sevill:r. Allí losr'l enrltlr en lil casa dc P¡d¡lla como albañil y ja¡dinero. haciéndose
llri¡¡r Amhr(i\io I)escubierto, es salvado por ella, quien afirmt que es un c¡isli¡no ¡l
qulr c¡uli\,¿ron l,rs nrorts dc pcque¡o ahÍ que hablara en ar¿ibigo con cllx, nl(rtivo
-de
il
xxl 2: H]STO¡ N f]E LA LIIIFATUNA ]
cle las sospechas-, por Io que don Lt¡is Ie deja libre. EI hijo de estc cirhallero, don
Rodligo, prete¡de conseguir el amor de Daroja. Otros cabal¡eros hacen lo pn)pio, con lo
que sc organiza un torneo cn e¡ que participan todos para lucirse rnt!'ellir. O¿ñín sc
convierte ahorá en don Jaime Vives, caballero aragonés, y eng¡¡i¡ r rlon Alonso de
Zúñiga, que también pretende a Daraja, diciéndole que él intent¡ t'l ,'rrr'¡ de Elvira, hii¡
de don Luis de Padil¡a. Ambos se asociarr para llegar a ellas, que 'r lr,!hiilr lrasladado ir
un¿t finca cercana a la ciudad hispalense. Allí, nuestros dos ciLl,,rlluros las rondan,
cuaodo aparecen unos v¡llanos y les apedrean, la cosa degenera en luch¡ r huv vrrrios
mue¡'los, a consecuenci¡ de lo cua¡ nuestro héroe es juzSado y condrnit(lo ¡ mrrcrle.
F¡nalmenlc, la intcrcesi(,n de don l-uis de Padilla y, sobrc lodo, tle l¡ propia D:uaja,
logla el perdón real, y amlros lerminan uniéndose felizmcnte, trlrs h:r.!r\e cristiirnos
me.li¡ntc el b¡utismo.
I)esde tlna Ferspectiva cstr-uctliral, es clara la complicación de l(,\ r)h\rriclrlos que se
oponcnrl feliz lé¡ nlino de este amor. Hay unaseriede eleme¡rlos nre\o.: l(r\ari.lirno!
(lue puSnan por e¡ amor de D¿raja y se coflvierten en oponente\ ¡o c\i\tíirn e¡ E/
en cl qrre lrmpoco era necesario que el héroe c¡mhirse Lle ner \onrilidad dos
veces, y, ademíis, infrucluosamente. La mayor complejidad llegir ir \u culmeil en el
^bct¡ceü«je,
momento dr¡mático en el que Ozmín es condenado a muerte: hr\, (rn consid€rable
aumento de draoratismo. pues casi se roza Ia h agedia, ya q!¡e el pertlón tar da en llegar.
Todo ello ocasiona que la visión del mundo sea nluy distinta y !¡ p¡enamenle
bar¡ oca. pucs aunque el amor entre Ozmín y Daraja permanece sienlpre corl cilracteres
pLr.o¡i y honestost los medios de lograrlo son distintos. Ahora el engrño y cl fineinlienlo
ocupan el primer plano. cuando eran inexisfentes e¡ el anóoimo inicirl Llel género. !
Ozmín finge ser Aolbrosio y Jainre Vives, eÍgaña a D. t-uis de P¿dill¡ y r Il. Alonso de j
Zúñiga, y l¡ega ¿r matar y a ser conden¿ldo a rnlrerte como un crinrinll D¡riúa tambiér i
engaña a sL¡ lrenefactor. E¡ mundo de la mentiü y la falsed¡d ¿¡parecc irqui con lodo sü
esplendor porque estamos situados en una cosmovisión b¡rroca y. por cllc). dr'\enBairx-
(lor¿i y pesimista, auÍque también más cerc¿lna a l¿r realidlld \,ivr. F.l oprimi\md
reni¡cenlist¡ y jo,viirl de El Abencer??Ue lenía plena confianza en el h(rnlhre ! en que sus
cuaiidades so¡r¡cionarí¿r¡i todos Ios obstaículos. Ahora l¿r solttcitln se eDcuenlrir merced n
una seiie de t¡amlrAs y trucos falaces que ponen de manifieslo tollo lo cor¡lr¡rio: la
tlesconfia¡za delhomb'c con el hombre.
Otro elemento típicanrc¡te barroco es la cristianización qLre hace neces^ri¿L Ilr
convcrsión linirl de a¡nbos moriscos. pnra qre sea posiblc unr sokrcir;D fcli/. Lr)s sc,c\
de la pr'inrcra novclir ¡loriscil no ncccsiiab¡n co vcr-lirsc pa¡.a str rliclrriso.. rtl,o¡tr si ui
inpr'cscindihlc ¡a r¡yud,r de Dios, del I)ios de los cristianos. lislurllos plenamelrle
iIn]ersos en el mundo poslr'identino de la Contrarrelorma hispana.
Por otro lado, quicro dest¡car la influencia de¡ tealro, concrelamenle tle l¡ llanr¡rla
conrcdia espoñola e§, el teat¡o creado por Lope de Vegr- en nueslrn nrrr,tcion.
-esto
y¡ que hay una seguflLlÍr acciór mililflr, colno cn ¡antas obr¿ls clc Lope y su\ scgtri(lores.
que cs fun(l ficDlal plr[ir le p mera. pues Sracias ¡ el¡a los Reyes C:rtólicos son los qt¡c
xi final haccn posible uúrL conclusión justa y complaciente. Esta aclu:rciarn -ju\ticiera de rl
los reycs, así como el ¡mor dc un crisliano pol'una mora, son elcmenl(,s leillr¡lei qtlr)
incor'pola nrrrgisllalnrenlc l\4ilte() Alcrrrli¡. innov¡lndo ls¡cl géncro. l
morisca es un relato de corta extensión, en cambio nuesf-¿r obra cs m¡¡ l¡¡g¿r. porqlre.
en realidad, eslá formada mediante el cngarce de muchas novcl¡s nroriscas. y ello
porque se atiene al concepto de la novela barroca por interpolacionc\. qLre trn iluslres
ejemplos hr dado a la literatura española, como el Quijote y el G .t,1tit1 le Alfo'aclrc. l
Mateo Alernán intercaló unu novela morisca otras- en una n:rr l'riol pitrrcicr.
-cntre dentro de una narrrción histórico-
Pérez de I{ita ioterpola muchas novelas moriscas
fronteriza, con lo que el engarce se hace mqior y con más facilid¡d.
li
LA NOVELA BIZANTINA
Los orígeles del género
EI Renacimiento desentcrró entre tantas obras de la anligúednd dos novelu. gricg;rs
que iban a originar un gónero narrativo de no muy extensa, pcro sí intensa. r'cpercusión
en la novela europea, espccia,mente en lo que atañe a la estruclurir na¡-r:rtiva. La
primera es obra de Heliodoro (siglo UI de nuestra era), la segunda dc Aquiles Tlcio
(siglo v).
La novela de Heliodo|o fue traclucida ¡ principios del siglo \vt por el buen
humanista F-¡ ancisco de Ve¡ g¡l a, rL¡to¡ de la primera Cramtítica grieg¡ d! mrt or espa¡iol.
D[dos los conocimientos de Vcrgala es más quc un tópico se viene |epitiendo
desde Menéndez Pelnyo- decir que es lamcntable que -que
est¡ traducción temprana
quedase manusclita y después se perdiese. Su Iítulo selí¡ llístoriu Ltitipica de los
aDlotes ¿e Te/igenes y Cariclea. E¡ 1554, e¡ Amberes, un anónimo puhlica sr Híslot,io
etiópica, traslacluda tlc francés en vulgar co:;tellano, por un secrero untiBo l. !u patti,,
cott¿gi¿.l, según el gtiego, por cl Dtis¡tto. Es ésta un¡ trallucci(in scrvil v nr¡lil dc la
vers¡ón flancesa de hcobo Amyot, el gran t¡llductor fráncés de Plulirrco- En l58l el
toledirno Fernando de Men¿r pub¡ica olra versión. esta vez desde cl Ialin, tit luda
Historia de los leales amatücs Teá¡.¡enes y Cariclea, que fue r'eeditad¡ virr ias vece!. ¡na
er¡ P¡rrís en 1615. relocada por César Oudin. Y aún se reedililríir rr linales del siglo
xvrr, en I787.
I-a novela de Aquiles '[acio, Etotika o Clbort l y Letcípe no fie (rrducida eñ
España, sino que se conoció a ravés de una relundición de Ludovico Dolce en sus
Anorosi tagíonantetÚi (1546). Quevedo había traducido la novela de lacio. pero esta
vers¡ón se ha pcrdido.
La verdadera fa¡ra de estas novel¡s ha sido discutidu rccientenrcnte por Carlos
Romero, quieÍ con rnucha se¡satez pone en dud:l qtle hubiesen sido conocidas en el
siglo xvf y principios del xvll cie una forma exlensiva, hasta hacerse populales.
Romero cree que su fama fue muy intensa entre humanistas y escritores. estando
inchso de mod¿ al citarlas, como hace Lope en La da»ú bobo.
Los novelistas, y hasta los dramaturgos (Caldcrón, Montalhtin) y los liicos (Co-
llado del Hierro) sí que aprendieron mucho de estas novelas biznnlin¡s. erpocialmcnlc
en ct¡anto ir cre¡r' un clim¡ de suspense y conrplicar cl afgumenlo. 'li)(lo clli) cru muy
propio del amb¡ente manierista, cn e¡ que est¿¡s novelas se divulgaron cn l:sparia.
iiil¡
I
li¡,i
H STONIA DE LA I.ITERAfURA I
escrilo e¡ tantas lenguas, el faltarle los cuatro primeros libr'os fue causa qtte ntes
cLlliosamente desease enlender de qué trataba, y a lo que pude jt¡zgilr, tl]c p:rrecio cos-i
dc gr-an ingenio y de viv¿r -v agraciadr invención. Por lo cual acordé de. initrrnclo y no
rLr¡n:rnzando. escrebir esla mi obra..., en la cual no uso ntás quc de l¡ in\cnción \
rlgunils palal)ras de nquellos razona,nientos.»
En cfccto, de los ocho libtos del Leucipe, Reinoso §ó¡o dispuso de los cuatro
úllimos, ¡ los que init:r clesde el capÍtulo t hasta el 19, siguiendo luego libremente hast¡
cl 32 en que auaba i¡ novela. De esta forma liene que invenl¡rse los alrlcceden¡es de sl¡
nalütr:ión y lodos los úli¡mos capítulos. Además. ya en Ia primera pRrtc lnri: inrit¡li!¡,
ilventa cpisodios conlplelos, como el de I¿L ÍnsülA de la princesa Narcisirrnlr. ¡, curnienzrl
dcl c¡pítulo I[. A veces. traduce trozos, conlo é¡ mis¡no ¿]dvierte cn li¡ clrlit. UliliTir l¿r
at¡tobiografía, a¡ poner lir narración cn boca de l§ea, gan¡ndo coll ello esLe pers,tnie. )
l¡ n¡rración en perspectiva. Ennoblece el carácfcl de Clareo. quita ohsc!niLl¡d al rellLto.
suprime digresiones y uliliza olras fitenies c¡ue redondcan su novela. crlmo la /ir?l¿la,
Séncca, Ovidio y Mateo Brnde¡lo.
Iil argumenlo es el siguiente: Clareo y Floriseir, prorretidLrs, lleg¡t1 Li Al.'iandría.
viviendo cqno hermanos, pues es(c voto habÍ¡ hccho él antcs rle ca¡irrst'con ell¿r.
Menelao rapta a Florisea y fingé haberla decapit¡do relllided corlir la c¡heza a una
csclnva- y huye. Desesper¡do, Clareo cs requerido -en cn matlimonio 0or lse¡. ¡l parccer
viuda. EI, bajo p,'esiones, ¡ccede, pero nocor'lsuma cl malrimonio. An¡recc el marido.
Tesiandro, que no habío mue¡to, y malt¡-ai¿r y encierm a Clareo. Se e¡cuentran asi los
(los amantes. pucs Florisca aparece como esclavn de Isea, en Poder (le 'l c\iirndl o el cual
se enaolor¡ de Florise¿ y la csconde, h¡cicndo colrer lll voz de que hll \ido a\cs;n¡da.
Clarco sc decta¡a ct¡lpable de este fxlso asesinato y acusa de complicid¡d f¡lritmente ir
Isca. La aparici(rn de Florisea acaba con el emblollo, volvielldo a lJizilnrio los dos
amaDtes y casándosc. Isea. en cl úllimo capítulo, "llegó a trna ciudad (le ll\pirü.t. a un
mon¡sferio (te nro4ias, y colno no qucriéndol¿ allí recihit pol moll.irl. \a toth¿rcó y
¡portó a la ínsulo pilstoril, rrlonrle la par'eci(t esclebir csla su ohtil" (irn)r) )ir ¡dvirli(i
ñlcnéndez l)elnyo, cste final anl¡clerical es muy curioso. pues e¡ ftrerle rrlxqLrc conlra Ias
mon¡as entr\»1cl¡ a nueslra novcla con las corrientes erasnlista§ del Rcrracinienlo y l¡
sepala de la.t¿lvr ¿/e ¿te luras odelPetriileri,
El otro pionero de la bizanli¡¡, del que también sábemos ¡11u) poct'- cs Ccr-ónimo
de Conlleñls. c¡pit¿in, que también vivió en Italia y fue poet¡ y prosi\la. Ptrhlicó en
Barcelofla, en 1565 sll Selva de tventuras, que se impr¡ñió bast¡nles \eces. F_uc
haducid.r ¡t frarcés en 1580. Si Clarco y Florisea ha influido en el Pet'1i|.\. la .9¡/r'¿¿ ¿/r'
arenturas sirve de precedente i\ El percqt¡,ú c su pufria de LoPe.
Contreras nos cuenta como el caballero sevillino Luzmán y la (lonrell¡ Arbole¡,
íntimos desde la infancia, están enamorados. Pero elia ha pror¡letido h¿rcerse nrnnj¡r. )
cua0do él Ie declara st¡ amor Io rechaza. MArcha a Italia, busc¡nclo olviclo e¡ llr
auscncia, en hábito de peregrino, y en este viaje se encuenlra y c()nvcf\¡ con divc.sas
personas. a las que pide y da consejos y que Ie cuenten sus v¡das. hcch(t e\le ú¡tinro
ilndament¡l en la novela barroca a Ia hora de intercalar novelils con llLcilitl¡rl. l-as
historias que se cuentan son mlly interesantes, ya pasloriles, ya c(nlt'\rrnirs. c'\llin nrá\
cerca de l¡ realidad del momento que del mundo bizantino Un{ lle cll¡s. ll linxl.
es el cautivedo de Luzmán en Argel, con lo que la narr¡ción se hirc§ rcl¡t(r de cau-
tivo, tan frecucnte poi estas fechas Por fin, vuelve a su patri¿r. sc enlcra dc qttc
Arbolea es ya monja, la visita, regresa a casa de sus padres dr)ndc cen r sin
qe|
recohobido. y, tras abrazarios, decide haccrse ermitaño cercit tlel colrvento dc
Arbolea.
Esta novela, llena de grandes sentimientos y de reliSiosidad fue. sin embargo.
colocada en el índice expurgatorio por ta Inquisición.
Contreras regist¡a un influjo directo de La Diana de Montemayo. pres inte¡_cala
ri I
ü
I]LSTOFIA DE LA LJTEI]ATUFA I t:< r-
versos, como ellil. y divide su narración, exactamente igual, en siete libros. Su prosa es
csmer'¡dr, y lr nr)velir breve e interesante.
El finaltlelgtincro
Tend.íamos que haber hablado antes de la culminacióD <1e El peregrito en
tu purrit <le [.ope 1 cl PcrsiTes, ésta sobre todo, de Cervanles, pcro ya est¿Ín anllizxrlas
lnrbas en los rcflrir\ d. sus r'cspectivos autores- Véanse ¡llí-
Lll foftuna (lrl /1,rrr1¿r lle rnmensa. Se cditó seis veccs er el mismo año, ¡617. Iin
I6l8 se plrtrlic¡ ij¡ ll¡uselas en español, y ese mismo año se trarduce dos veces al
l|lncés. ED I6l9 \e tlirduce al inglés y en 1626 al ilal¡ano. Rojas Zorrilll escribe irn
.lrirrna titul¡(lo Ptts¡l.r' t Scgís,]/ n¿./«; Bcaunlont y Fletcher escriben en inglés L¡na
comerlia influidir p,rr ün cpisodio delPerl¿1er.
El géna¡o. dc\p ús de Ce¡vantes, no volverá a producir obras maestr¿s y s!¡s t¡es
últimascreacioner,ef.cluad¡sbajolainflue¡ciadelP¿,'r¡-ler,sonmerasobrsdcépoca.
So traln de )¡ Hitrt¡rir le Hipríl¡to )t Aminta de Francisco de Quintal¡ (Madrid, 1627),
Etttor!:io \' (;loriltn¿ Lle Suírez de Mcndoza (Madrid, 1629) y la flrs toia ¿c Se»vt¡lis !
A¿n»todanr¡ dc Jr¡rLn Erríquez de Zúñiga (Madrid, 1629).
Tenenror ir\lcrnii\ que indicrLr que, en Io que tiene de nalrativo, el Cit¡ctit de
Cr'acián es. en irlguna mancra, una novela bizantina por las técn¡cas que utiliza.
:3
ünie¡lflacii¡ra bfi bniognáfüca
I, LA NOVEI-A PASTORIL
._ Juan Baulisla Avalle-Arce: La novela pastoril española. Madrid,Istmo, 1974.
2.a ed. coregida.
-_ F. l-ópez Estrada: ¿or líbros de pastores en la l¡teratura española. Mad¡i¡l,
Gredo§. I974.
II. LA NOVÉT-A MORISCA
- Lui5 lvforales Oliver: ¿ul novela mori¡ca de tema granadíno. Madrid 1972.
Libro ésle especialmente inútil.
ut. LA NO\TELA I]IZANTINA
N{. Nlenéndez Pelayo Orígenes de la nov¿la, U. Madrid, NBAE, 1910.
IV. -GENERAL
-_ M- Ménendez Pelayo: Orígenes de la noyela.
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ñ1lilü¡lifGÑ¡gel*$]r6r¡c¡ei4¡l3etue¡
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