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La Aldea (2004)

Cuando se habla de temas como: un futuro distópico en el cine desde el punto de vista del
urbanismo y arquitectura, vienen a la cabeza, películas como Metrópolis (1929), pionera del género,
que apostó a los rascacielos, luces y autovías a distintas alturas para generar la ciudad del 2026,
mientras que la imagen de la República de Weimar (Alemania) era muy distinta, al mismo tiempo Fritz
Lang, su director, consiguió incorporar situaciones políticas, sociales e ideológicas que eran un reflejo
de aquella época.

Ésta idea en el cine de plantear entornos con escenarios ajenos a la realidad del lugar y
sociedades que funcionan bajo una dinámica fuera de lo considerado normal a su tiempo no se aleja de
lo que vemos en la trama de La Aldea.

Películas hechas antes del XXI coincidieron con el progreso de la tecnología, por ello vemos
como su uso es explotado no sólo como herramienta de control sino también incorporada en el paisaje
urbano, sin embargo, cuando la misma ya es parte de nuestro día a día y vivir en la ciudad es opción de
la gran mayoría, tiene sentido proponer ahora historias que apunten a lo opuesto.

Se vuelve llamativo plantear en la actualidad una comunidad rural aíslada en el bosque, aún más
cuando la ciudad como lugar donde suceden crímenes se convierte en el propósito de su creación,
pasando a ser el enemigo. La trama además incorpora el miedo como elemento de control, ya no es a
partir de la tecnología, sus fundadores que hacen de gobierno alterno para la aldea se aprovechan de la
ignorancia de sus habitantes e inventan a unas criaturas peligrosas que habitan en el bosque, sirviendo
de amenaza para impedir que alguien traspase los límites, y descubra la verdad.

Sin embargo, en un punto de la historia se rompe con la tranquilidad y seguridad del lugar
debido a un crimen cometido por uno de sus habitantes más inocentes, esto expone como las
situaciones de violencia al final del día se originan por acciones del ser humanos, incluso un entorno en
aparente armonía no queda inmune a este tipo de problemáticas. Por otro lado, si bien la comunidad
había sido capaz de funcionar todo este tiempo repartiendo tareas y sustentándose a partir del cultivo y
ganadería, termina quedando limitada mostrando así la utilidad de la ciudad para la obtención de
recursos, en este caso: medicamentos.

Este tipo de escenarios donde la ciudad y la tecnología son vistas como factores de riesgo para
una sociedad, pueden aún ser encontrados, bajo otras premisas relacionadas a doctrinas culturales y
religiosas como en los Amish, si bien algunas comunidades siguen aisladas en el campo, otros
subgrupos se encuentran ubicados en distritos más citadinos adaptando sus costumbres y realizando
ciertas modificaciones a las reglas que los rigen sin perder su identidad.

Se sabe que la ciudad desde sus inicios ha sido dependiente del campo para abastecerse, sin
embargo es interesante ver desde otra perspectiva como un asentamiento rural puede requerir de la
existencia de los recursos que ofrece la vida urbana, y por ende la necesidad de su coexistencia en la
actualidad.
El Show de Truman (1998)
Si bien este film no muestra explícitamente la imagen de una ciudad futurista, propone la idea
de una ficticia, diseñada en base a objetivos precisos que justifican los distintos elementos que la
componen, desde su ubicación hasta su funcionamiento. En primer lugar, tenemos a Truman, el
protagonista del show que se desarrolla dentro de la película, quien es el catalizador para la creación de
la Isla llamada Seaheaven. Usar este tipo de terreno rodeado de un cuerpo de agua se basa en la
intención de evitar que el personaje principal salga del lugar y se entere de la verdad al llegar a los
límites del set de grabación.

Las distopias están relacionadas a gobiernos totalitarios, sociedades controladas y a la


explotación de la tecnología, el Show de Truman de posee esta premisa donde se apropian de la
privacidad del ser humano por intereses de terceros, en este caso los fines no son políticos sino
comerciales, el entretenimiento surge a costa de la apropiación de la vida de un individuo por parte de
un estudio de televisión que sería equivalente a un sistema político, el director junto al equipo de
producción del programa y los actores que hacen de habitantes de la ciudad se convierten en
colaboradores para mantener el control, como los oficiales de los Ministerios en 1984 (1956) película
donde la sociedad se veía vigilada constantemente a través cámaras. A pesar de tener argumentos
distintos, se pueden encontrar éstas similitudes con dicho film, la diferencia recae en que más de 5000
cámaras que se encargan de transmitir la vida de Truman en Seaheaven, lo televisan y el “Gran
Hermano que todo lo ve” pasa a ser el grupo de espectadores que siguen el show.

A pesar que la ambientación no está planteada en un tiempo futuro, es necesario resaltar que
hoy en día con 12 años de diferencia desde que fue hecha la película, se pueden encontrar situaciones
que se han convertido en realidad gracias al mundo del internet y las redes sociales.

Con el lanzamiento de páginas y/o aplicaciones como Facebook (2004) e Instagram (2010) y la
popularidad que han alcanzado, ya se ha vuelto normal que las personas y su vida cotidiana sean vistas
como medio de entretenimiento, hasta el punto de evolucionar y convertirse en ciertos casos como una
ocupación de tiempo completo (denominados “influencers”), algunos usuarios han empezado a crear
perfiles para sus hijos, convirtiendo a sus seguirdores en espectadores de su crecimiento. Otro caso
similar son programas de realidad como Keeping Up with the Kardashians, si bien sus participantes son
consientes de que están siendo filmados, los episodios que han sido transmitidos desde el 2007 son
basados en fragmentos de su vida diaria y estando aún al aire indican el interés social y beneficio
económico especialmente en los Estados Unidos por este tipo de formatos similares al de Truman.

Por otro lado, en temas de urbanismo y arquitectura, con el surgimiento de las “Smart cities” en
la actualidad, alguno proyectos contemplan incluir sensores y cámaras por las calles para reunir
información sobre de la dinámica de la ciudad.

La visión planteada por el director hacia la privacidad de un individuo (y su invasión) se


normaliza en el siglo XXI, ya no sólo con motivos de entretenimiento sino también con el objetivo de
la recopilación de datos.

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